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Tras la capitulación del general Francisco de Miranda, amnistiado por Monteverde regresó a
Cumaná, donde el nuevo gobernador realista Emeterio Ureña le extendió pasaporte para que
se trasladase a Trinidad; pero no consta que hiciera uso de dicho documento. En 1813, bajo las
órdenes del general Santiago Mariño, integra el grupo de republicanos conocido como los
libertadores de oriente y participa en las operaciones para la liberación de aquella parte de
Venezuela. Como edecán del general Mariño, en 1814, asiste a la conjunción de las fuerzas de
oriente con las de occidente en los valles de Aragua. Ese año, su hermano Pedro fue fusilado
en La Victoria por los realistas; y víctimas de José Tomás Boves mueren en Cumaná sus
hermanos Vicente y Magdalena. No menos de 14 parientes inmediatos perecerán en la Guerra
de Independencia. En 1815, tras combatir bajo las órdenes del general José Francisco
Bermúdez en Maturín, pasa a Margarita y escapando del general Pablo Morillo, sigue a las
Antillas y Cartagena. En esta plaza, con Lino de Pombo de jefe inmediato, dirige los trabajos de
fortificación para la defensa de la ciudad contra el asedio realista de Pablo Morillo. En
diciembre está en Haití. Cuando regresaba después a Venezuela naufraga en el golfo de Paria.
En 1816, Mariño lo nombra jefe de su Estado Mayor y lo asciende a coronel. Este mismo jefe lo
designa en 1817 comandante de la provincia de Cumaná. Ese año, después del Congreso de
Cariaco (8 mayo) desconoce la actuación de dicho cuerpo colegiado y la autoridad de Mariño y
se traslada a Guayana, donde se pone bajo las órdenes de Simón Bolívar. El 17 de septiembre
de ese mismo año recibió de Bolívar la designación de gobernador de la Antigua Guayana y
comandante general del Bajo Orinoco, y también el encargo de organizar un batallón con el
nombre Orinoco.
Tras la liberación de la Nueva Granada y creada la República de Colombia, Bolívar firma con el
general español Pablo Morillo, el 26 de noviembre de 1820, un Armisticio, así como un Tratado
de Regularización de la Guerra. Sucre redactó este Tratado de Armisticio y Regularización de la
Guerra, considerado por Bolívar como "el más bello monumento de la piedad aplicada a la
guerra". La importancia de los documentos redactados por Sucre, en lo que significó su
primera actuación diplomática, fue la paralización temporal de las luchas entre los patriotas y
los realistas, y el fin de la guerra a muerte iniciada en 1813. El Armisticio de Santa Ana le
permitió ganar tiempo a Bolívar para preparar la estrategia de la Batalla de Carabobo, que
aseguró la independencia venezolana. El documento, marcó un hito en derecho internacional,
pues Sucre, fijó mundialmente el trato humanitario que desde entonces empezaron a recibir
los vencidos por los vencedores en una guerra.6 De esta forma se convirtió en pionero de los
derechos humanos. Fue de tal magnitud la proyección del tratado que Bolívar en una de sus
cartas escribió: "este tratado es digno del alma de Sucre. El Tratado de Armisticio tenía por
objeto suspender las hostilidades para facilitar las conversaciones entre los dos bandos, con
miras a concertar la paz definitiva". El Armisticio se firmó por seis meses y obligaba a ambos
ejércitos a permanecer en las posiciones que ocupaban en el momento de su firma "...Por el
cual desde ahora en adelante se hará la guerra entre España y Colombia como la hacen los
pueblos civilizados".7
Pampa de la Quinua.
Al frente de éstos se marchó al Alto Perú, donde, junto a los líderes libertarios, fundó la
República de Bolívar (después denominada República de Bolivia) en homenaje al Libertador, a
quien encargó la redacción de su Constitución, la cual fue promulgada en 1826 bajo la premisa
de ser "la Constitución más liberal del mundo." Al frente del Gobierno boliviano, Sucre
promulgó leyes progresistas; ejecutó la división política del país de acuerdo a la Constitución
propuesta por Simón Bolívar; impulsó la instrucción pública; organizó el aparato
administrativo; y, encaminó ambiciosos programas para la recuperación económica. El 18 de
abril de 1828, estalló un motín en Chuquisaca.9 El Mariscal Sucre fue herido de dos balazos.
Este incidente ocasionó que el Mariscal tomara la decisión de abandonar el cargo de
Presidente de Bolivia para evitar rencillas y contribuir a la pacificación de la República. La
Asamblea local lo nombró presidente vitalicio, pero dimitió en 1828 a raíz de los motines y la
presión de los peruanos opuestos a la independencia boliviana. Se retiró entonces a Ecuador
acompañado de su hija María Teresa y de su esposa, Mariana Carcelén de Guevara y Larrea,
Marquesa de Solanda y de Villarocha.
El 11 de enero de 1821, en Bogotá, Sucre fue nombrado por Bolívar comandante del Ejército
del Sur, en reemplazo del general Manuel Valdés; era la fuerza que, desde 1820, operaba en
Popayán y Pasto. No recibió Sucre el cargo porque razones de índole estratégica y política
hicieron que Bolívar anulase tal designación y le diese comisión para marchar a Guayaquil,
donde reemplazaría al general José Mires y asumiría la misión que se le había encomendado:
la de hacer que la provincia (la cual se había independizado de los españoles en octubre de
1820) se incorporase a la República de la Gran Colombia y tomar el mando de las tropas que
hubiese en Guayaquil, como pasos previos para la liberación de Quito, que era el propósito
principal de las operaciones que se ejecutasen. El 6 de abril llegó Sucre a Guayaquil y al
presentarse ante la Junta de Gobierno, expuso la razón de su presencia allí y de la idea de una
unión de la provincia con Colombia. El 15 del mismo mes fue celebrado un tratado entre Sucre
(por Colombia) y José Joaquín de Olmedo, Francisco Roca y Rafael Jimena, miembros de la
Junta. El tratado estipulaba que Guayaquil mantendría su soberanía, pero bajo la protección de
Colombia. En aquella oportunidad Sucre quedó facultado para abrir la campaña contra los
realistas, y con tal motivo, Guayaquil le ofreció todos los recursos disponibles para liberar a
Quito.
Las tropas de Sucre tras haber vencido en Yaguachi avanzan hacia Quito, los españoles al
mando del mariscal de campo Melchor de Aymerich los seguían de cerca y tomaron posiciones
en un terreno llamado Huachi donde ya habían derrotado a fuerzas guayaquileñas un año
atrás. El 12 de septiembre de 1821, tras un breve contacto entre ambas fuerzas, los realistas
intentaron huir. El general José Mires permitió a los batallones Albión y Guayaquil perseguir a
los realistas, pero estos fueron atacados por la caballería e infantería realista que dio vuelta y
cercó a los batallones patriotas. Con el ejército patriota en desorden y Sucre herido, los
patriotas se volvieron a Guayaquil, dejando en el campo de batalla a muchos hombres y
pertrechos. Los realistas lograron salvar así Quito del ataque de los independentistas.
La Batalla del Pichincha ocurrió el 24 de mayo de 1822, en las faldas del volcán Pichincha, a
más de 3000 metros sobre el nivel del mar, cerca de la ciudad de Quito, en el Ecuador actual.
El encuentro, que ocurrió en el contexto de las Guerras de Independencia Hispanoamericana,
enfrentó al ejército independentista bajo el mando del General Venezolano Antonio José de
Sucre y al ejército realista comandado por el Mariscal de Campo Melchor de Aymerich. La
derrota de las fuerzas realistas leales a España condujo a la liberación de Quito y aseguró la
independencia de las provincias que pertenecían a la Real Audiencia de Quito, también
conocida como la Presidencia de Quito, la jurisdicción administrativa colonial española de la
que eventualmente emergió la República del Ecuador.10 Al amanecer, sin que Sucre lo supiera,
los centinelas apostados cerca de Quito avistaron a las tropas independentistas ascendiendo
por las laderas del Pichincha. Aymerich, entonces consciente de la intención de Sucre de
flanquearlo mediante el ascenso al volcán, ordenó a su ejército de 1894 hombres subir por la
montaña lo más pronto posible, para oponerse ahí a Sucre.11
La Capitulación de Pichincha[editar]
A las doce del día bajo un sol resplandeciente, los soldados de la libertad en la cima del
Pichincha, a más de 3.000 metros de altura, dieron el grito de victoria. La victoria fue de Sucre,
y se completó con la capitulación que la autoridad patriota concedió al Mariscal Aymerich el 25
de mayo del mismo año. Con las operaciones cuyas acciones finales se produjeron en las faldas
del Pichincha y en la ciudad de Quito, Sucre decidió a su favor la vacilante y delicada situación
de Guayaquil; dio libertad al territorio que conforma hoy la República de Ecuador, y facilitó su
incorporación a la Gran Colombia.16 El 18 de junio de ese año, Bolívar le asciende a general de
división y le nombra intendente del departamento de Quito. Al frente de los destinos de
Ecuador desarrolla una positiva obra de progreso: funda la Corte de Justicia de Cuenca y en
Quito el primer periódico republicano de la época: "El Monitor". Instala en esa ciudad la
Sociedad Económica. De su actividad personal es buena prueba que, el 6 de septiembre de
1822 expidió y firmó en Quito 52 comunicaciones. Interesado por la educación puede afirmar
que halló en Cuenca 7 escuelas y dejó 20.17 18
La batalla de Junín[editar]
La batalla de Junín, fue uno de los últimos enfrentamientos, que sostuvieron los ejércitos
realistas e independentistas, en el proceso de la independencia del Perú. La batalla se
desarrolló en la pampa de Junín en el actual departamento de Junín, el 6 de agosto de 1824; la
victoria de los independentistas, aumentó la moral de las tropas independentistas. En 1824 los
realistas mantenían en su poder la sierra central y el Alto Perú (hoy Bolivia). Simón Bolívar,
Libertador y Presidente de la Gran Colombia continuó la guerra de emancipación con el Perú.
Bolívar tenía un ejército de 8000 hombres, equivalente en número al realista, pero las fuerzas
realistas estaban dispersas entre el valle del Mantaro y Alto Perú. Esto fue debido a la
sublevación en el Alto Perú del General realista Olañeta que fracturó la defensa del virreinato y
obligó al virrey a mandar sobre el Alto Perú parte importante de sus ejércitos, unos 5000
regulares, bajo el mando de Jerónimo Valdez que tenían su base en Puno. Bolívar conocedor
de esta ventaja aprovechó la oportunidad para aislar a las solitarias fuerzas realistas situadas
en el norte. En junio de 1824, Bolívar enfila su ejército hacia la sierra central del Perú para
enfrentarse con el general realista José de Canterac.19
El Ejército Libertador contaba con seis mil gran colombianos y cuatro mil peruanos que tenían
rumbo hacia el sur del continente. En Junín, el 6 de agosto de 1824, chocan ambos ejércitos.
No se disparó un sólo tiro. La lucha fue con espadas y lanzas. Junín se convirtió en una gran
victoria para el Libertador. El héroe chileno Bernardo O’Higgins había cruzado las cordilleras
para acompañar a Simón Bolívar y a Sucre en aquel decisivo encuentro. Mientras las tropas
grancolombianas desembarcaban en el puerto de El Callao bajo el mando del general Antonio
José de Sucre, el general Andrés de Santa Cruz, que hasta poco tiempo antes había luchado en
las filas realistas, llegó a compartir las ideas libertarias de José de San Martín y fue enviado a
engrosar las tropas de Sucre, iniciando su marcha hacia el Alto Perú. En agosto de 1823 ingresó
en la ciudad de La Paz, y forzado a librar combate, Santa Cruz sale victorioso en la batalla de
Zepita contra una división del general Valdéz, el 25 de agosto de 1823.20
El panorama no podía ser más sombrío para los patriotas. La independencia del Perú no estaba
consolidada, ya que el 29 de febrero de 1824 los realistas lograron ocupar nuevamente Lima.
Pero esta vez, las conmociones políticas que vivía España influyeron decididamente para el
fraccionamiento de las tropas españolas en América. El general Pedro Antonio Olañeta,
absolutista recalcitrante, se rebeló contra el virrey La Serna, que era de tendencia liberal y
constitucionalista, porque le atribuía a este el deseo de separarse de la monarquía para liberar
a Perú del absolutismo que quería imponer Olañeta. Bolívar, encontró a los realistas divididos
y organizó prontamente un ejército formado por colombianos. La batalla de Junín del 6 de
agosto de 1824 levantó la moral del ejército patriota, fue decisiva en la siguiente batalla de
Ayacucho. El general Sucre, que marchaba al frente de la infantería, cuando llegó al campo de
Junín escuchó los gritos de alegría por el triunfo. Todo el enfrentamiento duró
aproximadamente cuarenta y cinco minutos a una altura de 4100 metros sobre el nivel del
mar. El triunfo en la Pampa de Junín haría renacer la moral entre el ejército unido. Gracias a las
lanzas de los llaneros Grancolombianos (Colombianos y Venezolanos), que brillaron en los
nevados Andes peruanos.21
La batalla de Ayacucho[editar]
La Batalla de Ayacucho fue el último gran enfrentamiento dentro de las campañas terrestres
de las Guerras de Independencia Hispanoamericana (1809-1826). La batalla se desarrolló en la
Pampa de la Quinua en el departamento de Ayacucho, Perú, el 9 de diciembre de 1824. La
victoria de los independentistas, significó la desaparición del último virreinato que seguía en
pie, el del Perú, y puso fin al dominio colonial español en Suramérica; se cerraba la
Independencia del Perú (la cual ya había sido declarada en Lima, el 28 de julio de 1821 por José
de San Martín). Así finalizaban las batallas de la independencia del Perú, con una capitulación
militar que se transformaría años más tarde en tratado diplomático firmado en París el 14 de
agosto de 1879. Antes del inicio de la batalla, el general Antonio José de Sucre arengaba a sus
tropas:
"¡Soldados!, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur; otro día de gloria
va a coronar vuestra admirable constancia. ¡Soldados!: ¡Viva el Libertador! ¡Viva Bolívar,
Salvador del Perú!."
Bolívar convocaba desde Lima al Congreso de Panamá, el 7 de diciembre, para la unidad de los
nuevos países independientes. El proyecto fue ratificado únicamente por la Gran Colombia.
Cuatro años más tarde la Gran Colombia a causa de una escasa visión institucional y del
personalismo de Bolívar se desmembró siguiendo el proceso desintegrador del movimiento
independentista. A raíz de la victoria de Ayacucho, en la que participaron 5.780 soldados,22 el
Mariscal Sucre entra triunfante en el Cuzco y liberta después las provincias del Alto Perú. En
1825 convoca a los representantes de dichas provincias para reunirse en asamblea, y con la
aquiescencia de Bolívar ésta decide la creación de Bolivia. Es significativa la obra cumplida por
el mariscal Sucre en Bolivia, especialmente en la organización de la Hacienda Pública y de la
administración general. Se empeñó en promover la libertad de los esclavos y el reparto de
tierras a los indios, y sobre todo en beneficio de la educación y la cultura. Ante el Congreso fue
categórico al declarar que: "Persuadido de que un pueblo no puede ser libre, si la sociedad que
lo compone no conoce sus deberes y sus derechos, he consagrado un cuidado especial a la
educación pública". En el transcurso de las 13 semanas que van del 3 de febrero al 5 de mayo
de 1826, dio a Bolivia 13 decretos referentes a la creación de colegios de ciencias y artes, más
institutos para huérfanos y huérfanas en todos los departamentos, y a establecer escuelas
primarias en todos los cantones de la República. La historia recoge la cuenta de su orgullo: "La
educación pública es lo que ha hecho más progresos. Los colegios quedan establecidos y
marchan bien en todas las capitales de los departamentos, donde también se han abierto
escuelas de enseñanza mutua que adelantan rápidamente. En 1829 la República requiere sus
servicios para mandar el ejército que debe enfrentar la ofensiva peruana en el sur del Ecuador.
Triunfa en la batalla del Portete de Tarqui y ofrece a los vencidos una capitulación que es
modelo de generosa fraternidad americanista, fiel a su lema que "Nuestra justicia era la misma
antes y después de la batalla". Su hija Teresita, que vivirá sólo 2 años, nació el 10 de julio de
1829. En La Paz había nacido un hijo natural suyo y de Rosalía Cortés, José María, el 13 de
enero de 1826. La provincia de Cumaná, permanente afecto lo escogió como su representante
al Congreso. En camino a Bogotá tiene conocimiento de la agitación separatista que José
Antonio Páez fomenta en Venezuela. En la difícil circunstancia de 1830, se destaca en el
quehacer político por su consecuencia hacia la persona y la obra de Bolívar. El Congreso
Admirable, reunido en Bogotá, lo elige su presidente en enero de ese año; en febrero, el
mismo cuerpo le encarga una misión conciliadora ante el Gobierno de Venezuela que se reúne
en Cúcuta.
La capitulación de Ayacucho[editar]
Es el tratado firmado por el jefe de estado mayor José de Canterac y Sucre después de la
batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824. Sus principales consecuencias fueron varias:
3.º Perú, nace a la vida independiente, con una deuda económica a los países que
contribuyeron militarmente a su independencia.
"Don José Canterac, teniente general de los reales ejércitos de S. M. C., encargado del mando
superior del Perú por haber sido herido y prisionero en la batalla de este día el excelentísimo
señor virrey don José de La Serna, habiendo oído a los señores generales y jefes que se
reunieron después que, el ejército español, llenando en todos sentidos cuanto ha exigido la
reputación de sus armas en la sangrienta jornada de Ayacucho y en toda la guerra del Perú, ha
tenido que ceder el campo a las tropas independientes; y debiendo conciliar a un tiempo el
honor a los restos de estas fuerzas, con la disminución de los males del país, he creído
conveniente proponer y ajustar con el señor general de división de la República de Colombia,
Antonio José de Sucre, comandante en jefe del ejército unido libertador del Perú". La Batalla
de Ayacucho fue la última batalla del proceso emancipador. Bajo las órdenes de Sucre
combatió una efectiva representación de la unidad continental en oficiales provenientes de
Venezuela, Colombia, Ecuador, Panamá, Argentina, Perú, Bolivia, Paraguay, Brasil, Chile,
Uruguay, Curazao, Puerto Rico, Guatemala y México; además de otros procedentes de
distintas naciones de Europa.
Bolívar, quien redactó y publicó en 1825 su "Resumen Sucinto de la Vida del General Sucre",
único trabajo en su género realizado por el Padre de la Patria, no escatimó elogios ante la
hazaña culminante de su fiel lugarteniente:
"La batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana, y la obra del general Sucre. La
disposición de ella ha sido perfecta, y su ejecución divina". Las generaciones venideras esperan
la victoria de Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono de la libertad,
dictando a los americanos el ejercicio de sus derechos, y el imperio sagrado de la naturaleza".
"Usted está llamado a los más altos destinos, y yo preveo que usted es el rival de mi Gloria".
"El Congreso de Colombia hizo entonces a Sucre General en Jefe, y el Congreso de Perú le dio
el grado de Gran Mariscal de Ayacucho".
El nacimiento de Bolivia[editar]
Luego del triunfo de Ayacucho, y siguiendo precisas instrucciones de Bolívar, el general Sucre
entró en territorio boliviano el 25 de febrero de 1825.23 Su papel se limitó a dar visos de
legalidad a un proceso que los mismos bolivianos ya habían puesto en marcha. El general
Olañeta permaneció en Potosí, en donde recibió al batallón "Unión" procedente de Puno al
mando del coronel José María Valdez, convocó a un Consejo de Guerra que acordó continuar
la resistencia. Olañeta distribuyó sus tropas entre la fortaleza de Cotagaita con el batallón
"Chichas" al mando de Medinacelli, Valdez con el "Unión" fue enviado a Chuquisaca y él
marchó a Vitichi, con 60 000 pesos de oro de la Casa de la Moneda de Potosí. En Cochabamba
se sublevó, con el Primer Batallón "Fernando VII" el coronel José Martínez; seguido en
Vallegrande, por el Segundo Batallón "Fernando VII", deponiendo al brigadier Francisco
Aguilera el 12 de febrero. El coronel José Manuel Mercado ocupó Santa Cruz el 14 de febrero,
Chayanta quedó en manos del teniente coronel Pedro Arraya, con los escuadrones "Santa
Victoria" y "Dragones Americanos" y en Chuquisaca el batallón "Dragones de la Frontera" del
coronel Francisco López se pronunció por los independentistas el 22 de febrero. El coronel
Medinacelli con trescientos soldados se sublevó en contra de Olañeta y el 2 de abril de 1825 se
enfrentaron en la Batalla del Tumusla que culminó con la muerte de Olañeta. El 7 de abril, el
general José María Valdez se rindió en Chequelte, ante el general Urdininea, poniendo fin a la
guerra en el Alto Perú.24 25
Congreso de Chuquisaca[editar]
El mundo sabe que el Alto Perú ha sido en el continente de América, el ara donde vertió la
primera sangre de los libres y la tierra donde existe la tumba del último de los tiranos. Los
departamentos del Alto Perú, añade en su parte resolutiva, protestan a la faz de la tierra
entera, que sus resolución irrevocable es gobernarse por sí mismos.28
Bolívar al enterarse de esta noticia se sintió halagado con la joven nación. Bolívar hasta ese
momento no aceptaba de buen grado la independencia de Bolivia, debido a que le preocupaba
su futuro, debido a que la situación geográfica de Bolivia la sitúa en el centro América del sur, y
esto según Bolívar supondría que sería una nación acosada y que afrontaría futuras guerras,
cuestiones que curiosamente se cumplieron. Bolívar deseaba que Bolivia formara parte de otra
nación preferentemente Perú, pero lo que le convenció profundamente fue la actitud de las
masas populares. El 18 de agosto, a su llegada a La Paz hubo una manifestación de regocijo
popular. La misma escena se repitió cuando el Libertador llegó a Oruro, después a Potosí y
finalmente a Chuquisaca. Esta expresión tan ferviente de la población, conmovió a Bolívar,
quien llamó su "Hija Predilecta" a la nueva Nación.
El Mariscal Sucre fue quien le dio a Bolivia su primera Constitución Política en 1826, quien
organizó las instituciones estatales y adoptó como sistema administrativo el modelo francés de
los Departamentos en enero de 1826, que en ese tiempo eran solo cinco, y quien, en resumen,
trabajó afanosamente en el gobierno hasta el desespero cuando, en 1828, los descontentos
capitalinos atentaron contra su vida con móviles mezcla de desavenencias ideológicas y
administrativas, celos y resentimientos, y en el que estaban involucrados algunos ilustres como
Olañeta y Lemoine. El atentado fue fallido, pero dejó al Mariscal herido en un brazo y
convencido de que más valía marcharse de ese antro de ingratitud. Pese a haber derramado su
sangre por la independencia desde que era un adolescente de quince años, de haber
derrotado al último Virrey de América en Ayacucho, y al carácter vitalicio de la presidencia que
ejercía, cuando se marchaba de la capital fue abucheado por la población, incidente en el cual,
se cuenta, la Coronela Juana Azurduy de Padilla escupió en la cara a uno de los conspiradores,
Casimiro Olañeta, para significar su disgusto con el trato que le daban.
Matrimonio y descendencia[editar]
El 20 de abril de 1828, pocos días después del incidente que casi acaba con su vida en Bolivia,
el Mariscal se casó por poder con la quiteña Mariana Carcelén de Guevara y Larrea, marquesa
de Solanda y Villarocha.31 La ceremonia se llevó a cabo en la iglesia de El Sagrario de la ciudad
de Quito, siendo Sucre representado por su amigo el coronel Vicente Aguirre, mientras que los
padrinos de la boda fueron los marqueses de San José: Manuel de Larrea y Jijón y su esposa
Rosa de Carrión y Velasco, que resultaban además tíos maternos de la novia.31 Ese mismo
año, el 7 de junio, en Chuquisaca, nació Pedro Ceśar de Sucre y Rojas, fruto de otra relación de
Sucre con María Manuela Rojas. 30
Tras la independencia definitiva del Perú, el país estaba en buena parte bajo el protectorado
de la Gran Colombia por órdenes de Simón Bolívar, que controlaba estrechamente sus
asuntos. Además, todavía estaba acantonada en Lima la 3ª División del ejército
grancolombiano que había colaborado en la independencia. Bolívar hubo de abandonar el
Perú en 1826, para intentar solucionar los graves problemas que se planteaban en la Gran
Colombia.39 Este hecho fue aprovechado por destacados miembros del gobierno y el ejército
peruano para liberarse de la influencia colombiana, y poder incluir dentro del territorio
nacional a la nueva República de Bolivia (el antiguo Alto Perú), así como el departamento
colombiano de Azuay (correspondiente a la actual parte meridional del Ecuador, con capital en
Cuenca), y la ciudad de Guayaquil, donde una parte influyente de la burguesía apoyaba su
incorporación al Perú. En junio de 1827 las elecciones legislativas proclamaron presidente del
Perú al general José de La Mar.40
Mientras tanto, Simón Bolívar estaba convencido de que el Perú estaba dispuesto a promover
problemas, con el preciso objetivo de anexarse la República de Bolivia, Guayaquil y
posiblemente, más territorio grancolombiano. Existían también desacuerdos concretos en
cuanto a cuestiones fronterizas entre los dos países, el pago de 7 595 747 pesos, como deuda
por la guerra de la emancipación, y la entrega de los territorios peruanos de Tumbes, Jaén y
Maynas. Las negociaciones diplomáticas con Bolívar fracasaron, y el 3 de julio de 1828 la Gran
Colombia le declaró la guerra al Perú. El 28 de noviembre de 1828 La Mar penetró en territorio
grancolombiano y ocupó gran parte del departamento de Azuay, La Mar ocupó también
Guayaquil, evacuada por el almirante general grancolombiano Juan Illingworth Hunt a la
espera de refuerzos.41 Tras el bloqueo de Guayaquil, el Perú había ganado la guerra en el
mar.42
Sucre, no satisfecho con este resultado, envía a un oficial de Estado Mayor, con el objeto de
negociar con La Mar, siendo aceptado por el presidente peruano y el 1 de marzo, en el campo
de Girón, se firma el convenio de Girón que es ratificado por los generales Flores y O'Leary, por
parte de la Gran Colombia y Gamarra y Orbegoso, por parte del Perú.46
De acuerdo al convenio de Girón, las fuerzas peruanas se habrían de retirar de la provincia del
Azuay y abandonar todas las plazas ocupadas. Si bien las fuerzas peruanas se retiraron La Mar
se negó a entregar Guayaquil y, de hecho, se preparaba para iniciar una nueva ofensiva. Sin
embargo, la guerra acabó inesperadamente con un golpe de estado por parte de Agustín
Gamarra y otros jefes peruanos en Lima que derrocó a La Mar. El nuevo gobierno cesó las
hostilidades y entregó Guayaquil el 20 de julio. El 22 de septiembre de 1829 se firmó un
tratado de paz en Guayaquil, donde se estableció:
Se reconocen por límites los mismos que tenían antes de su independencia los antiguos
Virreinatos de Nueva Granada y el Perú, con las variaciones que juzguen convenientes acordar
entre sí.
Se debería nombrar una Comisión de dos personas por cada República para que recorrieran,
rectificaran y fijasen la línea divisoria, trabajos que se debían iniciar 40 días más tarde de haber
sido ratificado el tratado por ambos países. El trazo de la línea comenzaría en el río Tumbes.47
El Perú conservaba Tumbes, Jaén y Maynas y la Gran Colombia conservaba Guayaquil. Es decir,
se mantuvo el statu previo al estallido de la guerra.48
La Gran Colombia[editar]
Mapa de la Gran Colombia. El Mariscal Sucre compartía la visión política de Bolívar y la unidad
de la "Patria Grande".
El General Sucre es el Padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol; es el que ha roto
las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a
Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de
Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú rotas por su espada.50
Últimos días[editar]
Sucre era conocido en el ejército con los apodos de “Mulei” o “Mulengue”, alusión que hizo el
general Luis Urdaneta, cuando escribió a Juan José Flores desde Tocaima 19 días antes del
asesinato: “... A García, el diputado por Cuenca, le instruí de todo lo que debía decir a Ud. y
ahora le añado que es preciso que Ud. redoble su vigilancia con el M...”. Tres días antes de su
muerte, el periódico "El Demócrata" de Bogotá publicó un artículo en el que se expresaba:
“Acabamos de saber con asombro, por cartas que hemos recibido por el correo del Sur, que el
general Antonio José de Sucre ha salido de Bogotá... Las Cartas del Sur aseguran también que
ya este general marchaba sobre la provincia de Pasto para atacarla; pero el valeroso general
José María Obando, amigo y sostenedor firme del Gobierno y de la libertad, corría igualmente
al encuentro de aquel caudillo y en auxilio de los invencibles pastusos. Puede que Obando
haga con Sucre lo que no hicimos con Bolívar...”
De lo anterior, se deduce que el asesinato del Mariscal Sucre fue planificado y ejecutado en las
Montañas de Berruecos - Arboleda (Nariño) cerca de Nariño. En el lugar del crimen
permaneció su cadáver por más de 24 horas hasta que los pobladores de las localidades
cercanas le dieron sepultura. Si el Mariscal Sucre se hubiese ido por Buenaventura, allí lo
esperaba el general Pedro Murgueitio para darle muerte; si optaba por la vía de Panamá lo
acechaba el general Tomás Herrera, y desde Neiva lo vigilaba el general José Hilario López. El
Libertador, Simón Bolívar, al saber del asesinato, expresó en una carta: “...Yo pienso que la
mira de este crimen ha sido privar a la patria de un sucesor mío...¡Santo Dios! ¡Se ha
derramado la sangre de Abel!... La bala cruel que le hirió el corazón, mató a Colombia y me
quitó la vida".
Durante mucho tiempo se corrió la noticia de que fue el general Juan José Flores, compatriota
y compañero de gestas independentistas quien había ideado el crimen, debido a la simpatía
del pueblo quiteño al Mariscal y la posibilidad de éste, al radicarse en Quito con su esposa y su
hija, de convertirse en el primer presidente del Ecuador –como ocupó las presidencias de
Bolivia y Perú–, cargo que ocupó Flores desde 1830. Simón Bolívar le escribió una carta a la
viuda de Sucre agradeciéndole el ofrecimiento de conservar la espada de su esposo, el 5 de
noviembre de 1830. De esta manera, ella cumplió con una de las cláusulas del testamento de
Sucre, sin embargo Bolívar en el suyo ordenó que la espada del prócer le fuese devuelta a ella.
Los restos del Mariscal Sucre fueron llevados a Quito por su esposa y mantenidos en secreto
en el Palacio de El Deán, una propiedad familiar ubicada en el Valle de los Chillos, en las
afueras de Quito. En 1832 y cumpliendo la voluntad de Sucre, que deseaba ser enterrado en la
capital ecuatoriana, son depositados en secreto en el Convento del Carmen Bajo.
En 1900, durante la presidencia del general Eloy Alfaro, fueron llevados a la Catedral
Metropolitana de Quito, donde ocupa una capilla. Una anciana religiosa, que había escuchado
de sus antecesoras la historia, relató al arzobispo de Quito, Federico González Suárez, que la
Marquesa de Solanda visitaba siempre el altar en donde fueron colocados los restos. Alertado
el Gobierno, una junta médica reconoció el esqueleto encontrado, y lo identificó por las
heridas de bala en el cráneo y en brazo, producto del crimen de Berruecos y la revuelta en
Bolivia. Sin embargo no existe consenso respecto al paradero de los restos del Gran Mariscal
ya que a inicios del siglo XX, la primera mujer que ingresó a la Academia de Historia de
Venezuela, Lucila Luciani afirmó en su texto "Maravillosa historia de unos restos" la
imposibilidad de que los restos del gran mariscal Antonio José Sucre estuvieran en Ecuador y
desglosó una serie de argumentos para afirmar que los restos aún estarían en Colombia.
El catafalco que contiene los restos del Gran Mariscal, está hecho de andesita del volcán
Pichincha, y el mausoleo está decorado con alegorías de la Independencia, La Libertad y la
Victoria. El Gobierno venezolano donó una réplica de la espada del Libertador, que se
encuentra en la pared del mausoleo. Periódicamente, la Guardia de Granaderos de Tarqui, que
custodia el cercano Palacio de Gobierno, rinde honores a los héroes.
En su honor fue bautizada la capital de Bolivia, el estado donde nació y varios municipios en
Venezuela, un departamento de Colombia, el aeropuerto internacional y varios barrios de la
ciudad de Quito y la moneda antigua del Ecuador.
El día 8 de mayo de 1830, el Mariscal Sucre envió desde Bogotá a Simón Bolívar, una misiva
con este texto:
Cuando he ido a casa de Ud. para acompañarlo, ya se había marchado. Acaso es esto un bien,
pues me ha evitado el dolor de la más penosa despedida. No son palabras las que pueden
fácilmente explicar los sentimientos de mi alma respecto a Ud.; Ud. los conoce, pues me
conoce mucho tiempo y sabe que no es su poder, sino su amistad la que me ha inspirado el
más tierno afecto a su persona. Lo conservaré, cualquiera que sea la suerte que nos quepa, y
me lisonjeo que Ud. me conservará siempre el aprecio que me ha dispensado. Sabré en todas
circunstancias merecerlo. Adiós, mi general, reciba Ud. por gaje de mi amistad las lágrimas que
en este momento me hace verter la ausencia de Ud. Sea Ud. feliz en todas partes y en todas
partes cuente con los servicios y con la gratitud de su más fiel y apasionado amigo.
A.J. de Sucre
Varios años después, el investigador Jorge López Falcón encontró en la Biblioteca Nacional de
Venezuela, un documento manuscrito escrito en Bogotá el día 25 de mayo de 183029 que es
otra carta que, en apariencia, dirigió a modo de despedida el Mariscal Sucre a Simón Bolívar,
cuyo texto es el siguiente:
Mi querido Bolívar:
De pronto partir para Quito donde está el reposo tan deseado y al alejarme de todas las luchas
políticas, quiero antes avisarle mi adiós y mi eterno cariño. Dios bien sabe cuánto hemos
luchado por la libertad de todas estas tierras y cuán mal nos han pagado. Sé que al alejarme no
me guía ningún síntoma de cobardía y de traición, sólo el gran amor y cariño a mi esposa e
hija, las cuales hace mucho tiempo que no abrazo, me obligan a ello y también para dejar el
puesto a todos nuestros enemigos, que con sus apetitos y sus falacias llevan la República al
caos y a la ruina.
A.J. de Sucre
Sin embargo, el historiador Tomás Straka llamó la atención sobre tres aspectos de esta misiva:
en primer lugar, la confianza conque Sucre trató a Simón Bolívar a quien siempre llamó "Su
Excelencia"; en segundo, el estilo de redacción inusual y en tercero, la propia fecha del
documento ya que, de haber sido escrito en la fecha declarada, no hubiera podido llegar el 4
de junio al sitio donde el prócer fue asesinado, ya que solo se contaba con traslado a caballo,
como único medio de transporte en esa época.