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El cuerpo y el alma
El Cuerpo estaba cansado de que el Alma no le hiciera mucho caso, por lo que llegó un día en que el
Cuerpo, harto de la situación, se dirigió al Alma y le dijo lo siguiente:
No puede ser que sólo te acuerdes de mí cuando estoy enfermo; momento en el que
tengo que escuchar tus continuos lamentos, ver cómo te victimizas encima que te
aviso de antemano de que algo en ti no va bien.
Nunca me consultas nada, como cuando de un día para otro decidiste que eras vegetariana y todo el día
me tenías a base de verduritas y complejos multivitamínicos.
No me siento para nada valorado por ti y ya ha llegado un punto en que no sé qué hacer contigo.
El Alma que lo estaba escuchando sorprendida, se percató de que el Cuerpo tenía razón y, entonces, le
dijo mirándole sinceramente a los ojos:
–Lo siento cuerpo, perdón. Es cierto que te tengo abandonado, y ahora me doy cuenta
de todo lo que vales, mi salud y mi vida dependen de ti.
En ese momento, el Alma comenzó a acariciar con simpatía, cariño y con amor al Cuerpo mientras le
decía:
Yo te acepto, te amo y te prometo que cuidaré de ti cada día y pensaré siempre en ti.
Al escuchar estas palabras, el Cuerpo se puso muy contento, ya que se sentía escuchado y valorado por el
Alma. Ene se momento extendió sus brazos y exclamó:
Sandra Sacristán