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La triste carta de una madre a su hijo de la

que todos debemos aprender


Una carta que es importante que todos leamos por muchas razones.

De todas las razones que existen queremos resaltar que la más importante es que todos vamos a
llegar a esa situación. Todos vamos a llegar a ancianos y vamos a querer que nos traten bien. Y todos
vamos a pasar por el proceso de ver a nuestros padres envejecer y debemos comprenderlos.

La emocionante carta de una madre a un hijo

Querido hijo mío:


Te escribo esta carta con total sinceridad y noble intención. Te escribo esta
carta porque te quiero, porque te amo y porque quiero que seas feliz todos
los días de tu vida. Te escribo esta carta para pedirte algo…
Y lo que te quiero pedir en esta oportunidad es que cuando me veas vieja
te armes de paciencia y tolerancia. Debes entender que en la vida sucede
un ciclo en el que uno nace, se convierte en un niño, luego en un
adolescente y luego en un adulto y cuando el adulto llega a la vejez vuelve
a convertirse en un niño otra vez. Y a hacer cosas de niños pero en
cuerpos ancianos.
Tal vez te repita las historias y anécdotas que viví, tal vez no te escuche
bien y te pida que me repitas lo que me contaste otra vez. O tal vez pierda
el hilo de conversación y no pueda recordar qué hacía o de qué
hablábamos. Ten paciencia y no te enojes conmigo. Nada de esto lo haré
con maldad. Lo único que me importará es compartir tiempo contigo.
Tal vez quiera comer cosas que no pueda por problemas en mi salud,
intenta explicarme con cariño por qué no debo hacerlo así como yo te
expliqué que no podías comer dulces cuando eras muy pequeño para que
no te dañes los dientes. Esfuérzate por que te entienda y por ayudarme así
como yo lo hice contigo.
Tal vez tenga problemas con adaptarme a las nuevas tecnologías o
necesite más tiempo para poder aprender de ellas y comprenderlas. No te
enojes ni me grites por favor. Tenme paciencia que despacito podré
lograrlo y sino será algo gracioso para reírnos y recordar luego.
Tal vez mi cuerpo ya no responda como antes y no pueda correr, saltar,
jugar en el piso y alzarte como en los viejos tiempos. Por favor hijo te pido
que ahí me des tu mano y tu confianza. Se que a tu lado podré superar la
vejez y no seré un peso para ti.
Recuerda que alguna vez fui yo la que te enseñó a caminar, a hablar, la
que te abrazó, la que te contuvo, la que te dio de comer, la que te cuidó
cuando te sentías mal, la que escuchó y vio cada cosa que quisiste
mostrarme y contarme. Y todo lo hice con toda la paciencia que pude y
con todo el amor que aún te tengo. Cada cosa la disfruté y de ello aprendí.
Así que gracias por esto.
Por eso hijo, una vez más te digo: cuando me veas vieja, tenme paciencia
y trata de comprenderme porque será difícil para mí y si no logramos
llevarlo con humor y cariño será también difícil para ti. No te sientas
triste cuando envejezca porque he disfrutado el paso de mi vida al lado
tuyo cada día.
Disfrutemos ahora de compartir momentos juntos, de reírnos, de
abrazarnos, de vernos. Demostrémonos todo el cariño que nos tenemos
ahora que estoy y por sobre todas las cosas hijo recuerda cuánto te amo.
Atentamente, tu querida madre.
¿Qué opinas sobre la carta? ¿Tiene razón la madre?

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