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LA MUERTE DEL APESTADO RAVAL EN LOS DÍAS DE LA TERRIBLE

PANDEMIA DE LA PESTE NEGRA EN “EL SÉPTIMO SELLO”, TAL VEZ


UNA DE LAS SECUENCIAS MÁS IMPACTANTES DEL AUDIOVISUAL.

“El séptimo sello” (Det sjunde inseglet, 1957). Guión y dirección de Ingmar Bergman
con montaje de Lennart Wallén.

ARGUMENTO

En la Europa devastada por la peste del siglo XIV, el cruzado Antonius Block ante la
inminencia de su muerte decide llevar a cabo una buena acción para encontrar así el
sentido de la vida.

Pueden distinguirse tres actos:

I. El cruzado Antonius Block, que vuelve a casa, pacta con la Muerte: si le gana al
ajedrez tendrá que respetar su vida. Antonius decide realizar una buena acción antes de
morir.

II. Antonius quiere ayudar a los juglares Jof y Mia, pareja con un hijo pequeño. La
quema de una joven bruja y la muerte terrible de Raval un apestado, acompañan a los
personajes. Antonius pierde la partida de ajedrez.

III. Los juglares Jof y Mia, únicos supervivientes, ven a la Muerte llevándose al resto de
personajes (Antonius y sus acompañantes) en plena danza.

Una de las imágenes icónicas del audiovisual pertenece a este film de Ingmar Bergman:
el caballero cruzado Antonius Block jugando al ajedrez con la figura de La Muerte ante
la orilla del mar. “El séptimo sello” es un film sobre la muerte, sobre la existencia de
Dios como imagen salvadora que nace del miedo a la muerte, sobre la necesidad de que
exista Dios, sobre el arte como servidor de la religión y como poder que sojuzga al
pueblo pero también del arte laico como salvación puesto que los juglares Mia y Jof, los
padres jóvenes del hijo de un año que les acompaña son los únicos que se escapan de la
guadaña. Ambientado en el siglo XIV, Bergman utiliza el recurso de la siempre
desconocida y fantástica Edad Media para una rápida entrada en el género de la fantasía,
ya que en la citada primera secuencia aparece una personificación de La Muerte como
figura masculina adulta vestida de negro, capaz de sonreír. El comediante Jof tiene
poderes sobrenaturales, es capaz de ver lo invisible: tanto a la Virgen con el niño como
a la Muerte jugando al ajedrez o bien la Muerte llevándose al resto de personajes en una
danza, la danza de la muerte, uno de los motivos de las bellas artes que nace en la Edad
Media y que el pintor histórico Albertus Pictor que aparece como personaje recrea en
los muros de una iglesia.

La narración está ambientada en uno de los momentos más siniestros de la historia de


Occidente, mediados del siglo XIV durante la peste negra que se llevó en algunos países
a más de la mitad de la población. El paisaje está poblado de cadáveres, de aves
carroñeras y de procesiones de penitentes con monjes que aterrorizan a la gente. El
caballero Antonius Block (Max Von Sydow) ha vuelto de las Cruzadas junto a su
escudero Jöns después de diez años de horror. Es un muerto en vida que apenas se altera
cuando se le aparece La Muerte a la que confiesa que ya esperaba. La recibe con
serenidad, no le tiene miedo, afirma querer morir pero dice que le gustaría saber qué hay
después. Surge en él la necesidad de alargar su tiempo de vida lo suficiente como para
realizar, antes del final, una buena obra. No está claro que sea por su condición de
cristiano sino por dar un sentido a su vida y morir en paz. El recurso de la partida de
ajedrez Bergman lo extrae de frescos de Albertus Pictor vistos en una iglesia de Uppsala
en su niñez. El Albertus Pictor personaje del film con quien habla el escudero Jöns pinta
en los muros de la iglesia diversos motivos que irán apareciendo a lo largo de la
narración: la danza de la muerte, las procesiones de penitentes, el sufrimiento de los
apestados y las calaveras (“es más interesante una calavera que una mujer desnuda”, le
asegura el pintor al escudero). En la misma iglesia, Antonius se confiesa manifestando
las dudas que le atormentan (el espectador cinéfilo puede estar tentado de considerar
que es el mismo Bergman quien habla por la voz de Antonius): “Nadie puede vivir
mirando a la muerte y sabiendo que camina hacia la nada… ¿Por qué la cruel
imposibilidad de alcanzar a Dios con los sentidos?... ¿Qué va a ser de los que queremos
creer y no podemos? ¿Por qué no logro matar a Dios en mí? ¿Por qué sigue siendo una
realidad de la que no me puedo liberar? ¿Por qué se burla de mí? Yo quiero entender, no
creer”. Antonius quisiera ser un creyente pero no está dispuesto a dejarse llevar por una
fe irracional, quiere entender a Dios desde la razón, pero Dios guarda silencio y
Antonius vive ese silencio con angustia. Su razón le hace creer que Dios no es más que
una consecuencia del miedo, del mayor de los miedos, el miedo al sufrimiento y a la
muerte. A diferencia del caballero Antonius, el escudero Jöns, lúcido y escéptico, se
muestra abiertamente ateo.

La partida de ajedrez actúa como suave mecanismo de contrarreloj, ya que habrá vida
mientras dure la partida, que empieza al amanecer y termina con la puesta de sol,
cuando La Muerte le gana la partida al caballero.

En el tono de la narración de “El séptimo sello” predomina la angustia pero hay también
espacio para el bienestar, la felicidad y el humor. En el punto medio del film, el
caballero Antonius encuentra a los juglares Jof y Mia, come con ellos y afirma que
recordará siempre ese momento feliz. A partir de este punto empiezan a sucederse las
muertes de los personajes. Dos de ellas, la de la bruja y la del monje Raval, son
especialmente crueles.

La muerte de Raval (minutos 75 a 78): El monje teólogo Raval es el personaje más


negativo de “El séptimo sello”. Violador, agresivo y traidor. Jöns se pelea con él dos
veces, marcándole la cara con el cuchillo. Los sufrimientos que viven los afectados de la
peste, descritos por Albertus Pictor en el encuentro con Jöns hacia el principio, se
manifiestan en la agonía de este personaje. La comitiva se reencuentra con él en el
bosque, todavía en la noche, alertada por sus gritos. Su dolor es inhumano. Suplica entre
sollozos que le den agua pero Jöns lo impide para que pueda morir antes. Así es, fallece
entre alaridos terribles. La cámara permanece inmóvil en un plano general con el
cadáver, en silencio, y sobre esta imagen caen los primeros rayos de sol. La muerte más
atroz y luego la belleza del amanecer. Nuevamente la trayectoria de muerte y
renacimiento.

DIÁLOGOS DEL EPISODIO DE LA AGONÍA Y MUERTE DE RAVAL


EN EL BOSQUE. EXT. PRIMERA LUZ DEL DÍA

Raval (a la comitiva de Antonius): - ¿No tenéis un poco de agua?... Tengo la peste.


Jons: - ¡No pases de este árbol!
Raval: - ¡Me da miedo morir! ¡No quiero morir! ¡¡¡No quiero morir!!! ¿Es que no os
compadecéis de mí? ¡Socorredme! ¡¡¡Habladme por lo menos!!!
La “joven sin nombre” le va a dar agua pero Jons la detiene.
Jons: - No se le puede ayudar. Yo sé muy bien que no se le puede ayudar.
Raval: - Voy a morir… Agua… Agua… Agua… ¿Qué me va a pasar? ¿Ni siquiera
podéis darme consuelo? ¿Es que no tenéis compasión? ¿Es que no veis que me muero?
¡dame agua! (cae)
Jons: - No serviría de nada. Absolutamente de nada. Si le dieras agua sería peor.
Raval: - ¡¡¡Ayudadme!!!
Jons: - Ya pronto dejará de sufrir.
Alaridos terribles de Raval hasta que muere.

INFORMACIÓN COMPLETA SOBRE TODA LA PELÍCULA EN "MUERTES


CREATIVAS EN EL CINE":

https://www.facebook.com/joanmarimonpadrosa/posts/881203398991784?notif_id=158
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BIBLIOGRAFÍA:

“EL MONTAJE CINEMATOGRÁFICO. DEL GUIÓN A LA PANTALLA” (2014) de


Joan Marimón
“MUERTES CREATIVAS EN EL CINE” (2018) de Joan Marimón

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