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Recuerde el alma dormida…

"Igual te vai a morir, pela'o" fue lo que escuchó mi calvo profesor mientras trotaba. La voz
venía de arriba, desde un edificio en construcción y el profesor reconoció la sabiduría de
esa frase. Toda vida, no importa cuánto se haga por conservarla, termina en la muerte. Tan
así es, que los alumnos de Biología siempre mencionan la muerte como una característica
de los seres vivos, aunque parezca contradictorio.

A pesar de esto, gran parte de nuestros esfuerzos se centran en alargar la vida. Notable es
que en nuestra sociedad sólo existen acuerdos cuando se trata  de mantener la salud
corporal. Asombra pensar que Sócrates fue juzgado por corromper a la juventud pero
nosotros perseguimos a los fumadores. Es comprensible, nadie quiere morir todavía. Sin
embargo hay más en la vida que sólo mantenerla y alargarla. Si ese fuera el fin, toda vida
estaría destinada al fracaso desde su inicio.

Este afán por mantener la vida y la salud nos muestra la importancia de distinguir entre lo
importante y lo necesario. Necesario es respirar, nutrirse, salir a trotar... Pero después hay
que decidir qué hacer con la vida y la salud que tanto cuestan mantener. Eso es lo
importante, porque si la vida se transforma en un fin en sí mismo, el vivir pierde su sentido.

El peligro está en que entre tanta distracción lo importante puede pasar a segundo plano y
hasta al olvido. No es éste el lugar para disertar sobre dónde y cómo ha de buscarse el
sentido de la vida, pero se puede hacer una pequeña recomendación: dado que los
problemas humanos como éste son constantes, muchos han escrito sobre ellos después
reflexionar. El tiempo, que todo lo vence, nos indica cuáles son los libros que valen la pena.
La Ética de Aristóteles, la Consolación de la Filosofía de Boecio o a las Coplas por la
muerte de su padre de Jorge Manrique pueden ser un buen punto de partida.

Aunque la consideración de la muerte no sea el pensamiento más alegre, puede ser útil. Nos
muestra que la vida viene con un plazo: lo que no se hace en los años que pasamos en la
tierra, simplemente no se hará. Si no buscamos la razón del vivir, corremos el peligro de
pasar por la vida como por un sueño. La muerte es un límite, pero un límite cuya
contemplación nos despierta.

El tema urge, porque podría ser que por tanto ajetreo lleguemos a la vejez sin darnos cuenta
que hemos dedicado poco tiempo a lo realmente importante, hasta que un sabio grite desde
lo alto "igual te vai a morir, pela'o".

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