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Universidad de Chile

Departamento de Psicología
Magíster de Psicología Comunitaria

Ensayo:

Trabajo en Equipo y Liderazgo:


¿Condiciones, características o ideales?

Claudia Maldonado Veloso


Curso Intervenciones Comunitaria
Profesor Pablo Valdivieso

Introducción

Desde la propia experiencia, que si bien puede no entregar el titulo


de experto, y más bien me sitúa en el sitial de aprendiz, el
tratamiento de estos conceptos se desarrolla desde la búsqueda, o
no, de un espacio para ellos, que sin embargo, que no logra definirlos,
comprenderlos y aplicarlos de manera contextualizada y contingente,
no sólo por las luchas de poder y las condiciones de posibilidad que
cada estilo personal permite, sino por que la institucionalidad desde
la cual se trabaja, entrega lineamientos rígidos, no comprensivos y
limitados en tiempo, espacio, funciones, roles y visiones, que no
permiten una mirada crítica respecto de quienes son las personas que
intervienen, que deben realizan, como, cuando y para quienes.
Aún así, la decisión de cómo hacer las cosas, en tanto usos del poder,
de conocimientos, roles y cargos, y en ultima instancia, la actitud,
está en el dominio de lo personal respecto del grupo y éste respecto
de cada uno.

La estructura de este ensayo se basa en tres momentos. El espacio


previo a la constitución formal del grupo, el grupo en sí mismo y las
reflexiones posteriores al trabajo realizado. Esta delimitación no se
basa en una teoría en particular, sino que surge de una necesidad
personal de re-mirar, comprender y visualizar desde otro punto de
vista aquello que antes se planteó como dado.
El trabajo con otros debería tener su pilar fundamental en,
justamente eso, el trabajo. En un contexto laboral las relaciones que
se establecen tienen en el origen un sentido instrumental, no sólo por
la consecución de los objetivos formales, sino que constituyen el
medio por el cual cada uno de nosotros cumple sus propias metas, ya
sea realizar una labor de excelencia, mantener el trabajo, aspirar a
mejores cargos y sueldos, etc.
Una manera de plantearse estas relaciones es a través de la visión de
trabajo en equipo y liderazgo. En el espacio previo a la constitución
del grupo, en mi experiencia, bajo esta perspectiva, las personas nos
proponemos compartir conocimientos, ofrecer ayuda, luchar
identificados por una causa común, aprender, disfrutar y, entre
muchas otras cosas, ser profesionales leales con quienes nos han
ofrecido la oportunidad laboral y con aquellos para quienes
trabajamos, los usuarios. La construcción de expectativas respecto de
la tarea, los pares, las jefaturas y el contexto político (no partidista), y
no prejuicios disfrazados de lo anterior, predisponen la actitud hacia
lo constructivo, lo colaborativo y, en mi caso, hacia ser un aporte al
mundo de lo social.
Durante el espacio grupal, aquel que nos reúne con otros
desconocidos, o si tenemos suerte, con otros con quienes hemos
elegido estar o ya hemos trabajado, nos formamos primeras
impresiones y en general nos presentamos con nuestra “mejor cara”
o, en el mejor de los casos, con nuestra “cara real”. Pienso que en
esos primeros momentos, días o unas pocas semanas, las personas
tendemos a transar con mayor facilidad, a exigir con mayor sutileza y
a plantear los desacuerdos atentos a no incomodar o pasar a llevar
los planteamientos del otro, e incluso, las luchas de poder
(competencia, sobreprotección de el puesto, figurar como experto,
dar una buena impresión frente a superiores, etc) se ven apaciguadas
por el entusiasmo, por un período de prueba de caracteres, por
proceso de identificación de cuan riesgoso es el otro para cada uno,
etc. Procesos que en tiempos como los actuales, siento que podrían
intensificarse debido a la inestabilidad laboral, las malas condiciones
contractuales, la alta rotación, los trabajos en términos de proyectos
breves, etc. condiciones de tienen en común la dificultad de encontrar
y mantener un trabajo.
Entonces, una vez establecido el grupo, reconocidos los roles,
funciones y generadas las primeras alianzas, aparecen los primeros
síntomas de la imposibilidad de aplicar los fundamentos del trabajo
en equipo y liderazgo en plenitud.
A mi parecer, ambas formas de trabajo, si bien no son genéticas ni
parte de un “don” especial, si creo que pueden relacionarse con
ciertas características personales y no pueden abstraerse del
contexto o situación particular que es donde debiéramos construir
significados y comprensiones. Lo personal, según la experiencia de
trabajo a la que aquí hago referencia, se relaciona con aspecto tales
como: valores, principios y objetivos a corto y largo plazo
relacionados con el trabajo. Por otra parte, lo contextual tiene que ver
a mi parecer principalmente con el tipo de institución ya sea pública o
privada, la mirada política de las intervenciones y los fenómenos
tratados, y por último, los plazos y recursos con los cuales de
interviene.
Creo que existen muchas formas de priorizar los objetivos, de elegir
los modos para conseguirlos y del tipo de relaciones que se van a
establecer que son profundamente incompatibles con el trabajo en
equipo y el liderazgo. Sin la intención de establecer este
planteamiento una verdad, hago referencia a una situación vivida
para ejemplificar. Durante un proceso de coordinación ejercido
durante 6 meses, el trabajo en equipo y el liderazgo, no sólo fue
imposible de aplicar, sino que habría sido imposible pensar en hacerlo
ya que los lineamientos del proyecto y de las personas que estaban
sobre este grupo, plantearon desde un comienzo una especie de
normas, mas bien relacionadas con las formas que a ellos les
parecían cómodas para ejercer el poder (toma de decisiones y
asignación de funciones), que con las condiciones que aseguraban un
funcionamiento fluido del proceso de intervención, a su vez que
atentaban en contra del control que esperaban ejercer.
Siguiendo este mismo ejemplo, la visión con la que se situaban en la
intervención se basaba en definir a las personas que recibirían los
beneficios del programa, como sujetos faltos de decisión, de ideas
propias, como necesitados de guía y consejo, además de considerar
que por el hecho de pertenecer a la comunidad desde su infancia,
“conocían perfectamente” a las personas que la integraban por lo que
no necesitaban consultar o permitirles participar en la construcción
de las iniciativas que se propondrían más tarde.
Si miro hacia atrás, y aceptando el pesimismo de las reflexiones
realizadas, sin duda que con un mayor nivel de experiencia en ese
tipo de proyectos, conocimientos en mediación, una actitud y visión
menos severa respecto de los demás, entre otras muchas
autoobservaciones, se pudieron lograr mayores avances en cuanto al
desarrollo de equipos de trabajo y un liderazgo efectivo a pesar de las
limitaciones contextuales y personales. No obstante, pienso que
ambos conceptos, procesos o funciones, no son posibles de utilizar en
todos los contextos en forma plena, e incluso, creo que muy pocos
ambientes lo permiten debido que la complejidad que ellos ofrecen es
igual o mayor a la complejidad que implica un grupo de personas no
sólo intentando hacer un buen trabajo, sino que también cuidando
sus puestos, sus sueldos, su prestigio y conviviendo con múltiples
miradas respecto de grandes temas como la vida, las personas, el
trabajo, el poder, hasta otros temas particulares como la significación
de comunidad, pobreza, participación o incluso trabajo en equipo y
liderazgo.

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