Está en la página 1de 137

El Reino de Los Números

Isaac Asimov
Índice general

1. Perpetuidad
ÍNDICE GENERAL
Capı́tulo 1

Dı́gitos y ... dı́gitos

Nombres de los números


El sentido del número no está limitado a la raza humana. Varios animales
pueden ser adiestrados para distinguir los números entre diferentes objetos.
Naturalmente, nadie imagina que conscientemente los cuenten, pero, al pa-
recer, pueden apreciar la diferencia entre números por las diferencias que en
los aspectos ofrecen las distintas cantidades.
Muchos de nosotros, por ejemplo, nos guiamos por el aspecto, al jugar
naipes, poco después de una corta familiarización con los mismos. Para ma-
yor seguridad, cada naipe tiene un numero pequeño en la esquina superior
izquierda, pero el jugador promedio realmente no lo necesita. Los dibujos de
naipes que aparecen a continuación no tienen número. ¿Le molesta a el lector
eso, o reconoce los naipes, de cualquier manera, con una sola mirada y sin
contar su valor?
El punto crucial en la historia matemática del hombre se presentó cuando
se necesitaron más que aspectos; cuando fue necesario algo más que una
mirada hacia la caverna, para tener la seguridad de que ambos niños se
encontraban en ella, o una mirada a su percha de hachas, para convencerse
de que los cuatro repuestos de las mismas estaban en su lugar.
En algún momento, el hombre encontró necesario comunicarse usando
números. Tuvo que ir a casa de un vecino y decirle: “Oye, viejo, ¿No descol-
gaste una de mis hachas de piedra la última vez que estuviste en mi caverna?”
Entonces, si el vecino le decı́a: “Santo cielo, ¿Qué te hace pensar eso?”, le
convendrı́a estar capacitado para responder: “Mira amigo, yo tenı́a cuatro

1
2 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS

(a) (b) (c)

Figura 1.1

repuestos antes de que me visitaras y solamente encontré tres después de que


te retiraste”.
Para abreviar, es útil tener nombres para los diferentes números.
Indudablemente, al principio solamente unos cuantos nombres fueron in-
ventados; los suficientes para entenderse. Algunas tribus primitivas, aun en
la actualidad, no tienen nombres para números mayores que el dos y el tres.
(Esto no quiere decir, naturalmente, que desconozcan los números mayores;
sólo significa que no tienen nombres distintos para ellos. Pueden llamar, por
ejemplo, al numero que nosotros “cuatro”,“tres más uno”).
Sin embargo, en casi todos los casos, han sido dados nombres distintos
a los primeros diez números. Estos nombres, en español, son: uno, dos, tres,
cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve y diez.
Podrı́a uno ir inventando ilimitadamente nombres para los números ma-
yores de diez, pero esto los harı́a difı́ciles de manejar. ¿Cómo podrı́a uno
recordar qué sonido querrı́a decir “cuarenta y tres” y cuál “setenta y nueve”,
y ası́ sucesivamente?
A través de diez, por otro lado, las cosas fueron fáciles, porque se tenı́a a
mano un sistema de memoria como parte estructural del mismo, hasta que
los nombres de los diez números se fijaban bien en la mente.
Cuando uno decı́a “cuatro”, levantaba cuatro dedos; para seis, levantaba
3

seis dedos. Entonces, si su oyente observaba sus dedos, podı́a ver lo que uno
querı́a decir, en caso de que hubiera olvidado cuánto, exactamente, represen-
taban los sonidos “cuatro” y “seis”.
La palabra latina para “dedo” es “dı́gitus” y aun veces, en algunos idio-
mas, se llama a los dedos “dı́gitos”. No es accidental, por lo tanto, que los
primeros diez números sean también llamados dı́gitos. En un principio, los
dedos y los números fueron prácticamente la misma cosa.
Podrı́a parecer al lector que sı́ tenemos nombres para los números arriba
de diez; pero eso es sólo en apariencia. Los cambios en el lenguaje han defor-
mado tanto los nombres de los números que hemos olvidado su significado
original.
La palabra “once” no es realmente un nombre separado, sino que viene
de las palabras primitivas del teutónico que significaban “uno sobrante”.
En otras palabras, podemos imaginarnos a nuestro hombre levantando
sus diez dedos y diciendo “Y uno sobrante”.
Igualmente, “doce” significaba al principio “dos sobrantes”
De aquı́ en adelante, las cosas son más claras “Trece” es, evidentemente,
una mezcla rápida de “tres y diez”1 , y ası́ sucesivamente, con los números
que le siguen. Cuando llega uno a “veinte”, tiene ya una corrupción de “dos
dieces”, por lo que “veintitrés” significa “dos dieces y tres”, “treinta”, “cua-
renta”, “cincuenta” y el resto de las decenas se resuelven en forma similar, y
ası́ llegamos al “noventa y nueve”.

Claves de los dedos


Pero, ¿Hemos perdido la ayuda de nuestros dedos una vez que pasamos
de diez? ¿Cómo indicar con los dedos, por ejemplo, un numero como “cin-
cuenta y cuatro”? He visto adolescentes que abren y cierran rápidamente
sus manos cinco veces sucesivamente, indicando ası́ cinco dieces o cincuenta,
y luego levantan cuatro dedos. Esto está bien, pero el observador tiene que
estar alerta, contando el numero de veces que aquél abre las manos. Por lo
1
N. del Transcriptor: el nombre de números en ingles a los que se refiere son 13(thirteen),
3(three) y 10 (ten) en español la similitud se da a partir del 16 (dieciséis) una mezcla rápida
de 10(diez) y 6(seis)
La etimologı́a de los números en español son de origen latino, por poner unos ejemplos:
“tredecim” (13) unión de trēs (3) y decem (10), “quattuordecim” (14) compuesto con
quattuor (4) y decem (10) por último “quı̄ndecim” (15) compuesto con quı̄nque (5) y
decem (10)
4 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS

general, tiene que asegurarse y preguntar: “¿Cincuenta y cuatro?”, lo cual


hace totalmente inútil la exposición de los dedos.
Desde luego, nunca desarrollamos técnicas adecuadas de dedos para los
números superiores a diez porque aprendemos en la escuela otras y mejores
tretas. Si no las hiciéramos, desarrolları́amos un recurso más o menos ası́:
podrı́amos estar acordes en que, cuando tuviéramos las palmas de las manos
hacia adentro, el número levantado de dedos indicarı́a el número de dieces y,
cuando las palmas de las manos estuvieran hacia afuera, el número de dedos
levantado indicarı́a el número de unos.
En esa forma, podrı́a una persona indicar “cincuenta y cuatro”, teniendo
los cinco dedos con la palma de una mano hacia adentro y cuatro dedos con
la palma de la otra mano hacia afuera. Siguiendo esta idea, dos movimientos
darı́an cualquier número, hasta noventa y nueve.
El número siguiente a noventa y nueve es “diez dieces” y podrı́a significar-
se por diez dedos con las palmas de las manos hacia adentro; pero, entonces,
¿Qué podrı́a hacerse para significar “once dieces”?
Cuando llegamos a “diez” iniciamos un nuevo sistema de contar por “die-
ces”, en vez de por “unos”. Puesto que hemos llegado a “diez dieces”, po-
demos empezar otra serie aún, y contar por “diez dieces”. Nuestra palabra
para “diez dieces” es “cien”, una añosa palabra cuyo origen se pierde en la
antigüedad.
Ası́, después de llegar a “cien”, podemos empezar de nuevo. Uno más
cien, es “ciento uno” (¿Qué podrı́a ser más claro?). Nos encaminamos pro-
gresivamente hacia “ciento veintitrés”, pasamos “ciento setenta y nueve”, y
llegamos a “ciento noventa y nueve”, seguido, naturalmente, por “doscien-
tos”. En esta forma podemos llegar hasta “novecientos noventa y nueve”,
después de cuya cifra tenemos “diez cientos”.
Para entonces ya estamos habituados a inventar nuevos nombres para
cualquier número que llegue al punto “diez”. En el caso de los “diez cientos”
la nueva palabra es “mil”, que también es de origen primitivo.
Apegándose a este principio de nombres nuevos para cada diez de algo,
podemos continuar usando nuestros dedos. Podemos acordar, por ejemplo,
que los dedos apuntando hacia abajo con las palmas de las manos hacia
afuera, signifiquen “cientos”.
Por lo tanto, si queremos indicar, por medio de los dedos, siete mil qui-
nientos veinticuatro, podemos hacerlo en cuatro movimientos: siete dedos
hacia abajo con las palmas para dentro (??); después cinco dedos también
hacia abajo, con la palma para afuera (??); luego dos dedos hacia arriba con
5

(a) siete mil (b) quinientos (c) veinte (d) cuatro

Figura 1.2

la palma para dentro (??) y, finalmente, cuatro dedos, también hacia arriba,
con la palma para fuera(??).
En condiciones primitivas, prácticamente nunca es necesario ir más allá
de los miles, y ası́ lo demuestra nuestro sistema numérico. Cuando se llega a
“diez mil” no existe nombre nuevo para esa cifra. Es solamente “diez mil”. y
después “once mil”, “veintitrés mil” y ası́ sucesivamente.
Los matemáticos griegos sı́ idearon un nombre especial para el número
diez mil. Lo llamaron “myrias” (del cual se deriva nuestra palabra “mirı́ada”2 ),
pero ese término era solamente usado por un pequeño grupo especializado
y nunca llegó al público general. En la actualidad, tenemos nombres para
números como “millón” y “billón” pero estos nombres fueron inventados en
las postrimerı́as de la Edad Media.
De todo esto resulta que, para la mayorı́a de los hombres en la historia,
las cuatro posiciones de los dedos habrán sido suficientes para casi todo.

Cifras con piedrezuelas


Esto no quiere decir que semejante sistema de posiciones de los dedos
haya sido usado efectivamente. Para cuando fue necesario utilizar números
como cientos y millares, alguien inventó una caja de dedos artificiales, a la
cual llamamos “ábaco” (del griego “ábacus”3 ).
El ábaco, en su forma más sencilla, consta de un cuadro de madera, con
diez alambres paralelos, en cada uno de los cuales se encuentran colgados
diez discos movibles. (Los construidos originalmente por los griegos y los
2
N. del Transcriptor: Cantidad muy grande e indefinida.
3
N del Transcriptor: Tablero
6 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS

(a) abaco (b) 7524

Figura 1.3

romanos consistı́an en piedrezuelas redondeadas, colocadas en ranuras, en vez


de colgadas en alambres. La palabra en latı́n para piedrezuela es “cálculus” ,
y la humanidad ha estado usando esas piedrezuelas como representación de
números, durante tanto tiempo, que aún decimos que estamos “calculando”
cuando estamos trabajando con números. Y los discos mismos – aun cuando
se usan para otros objetos – son llamados, en algunos idiomas, “contadores”).
Cada alambre, con sus diez contadores, representa un par de manos con
diez dedos. Existe un corto espacio sobrante en cada alambre con objeto de
que, si empieza uno con todos los contadores a la izquierda, el mover uno o
más a la derecha equivalga a levantar uno o más dedos.
Supóngase que el alambre o barrote interior representa “unos”, el inme-
diato superior, “dieces”, el de encima, “cientos”, y el que le sigue hacia arriba,
“miles” (??). Ahora bien, para representar siete mil quinientos veinticuatro,
solamente es necesario mover –siempre hacia la derecha– cuatro contadores
en el alambre inferior, dos en el segundo, cinco en el tercero y tiene en el
cuarto (??).
Esto tiene diversas ventajas sobre las cifras con los dedos. En primer
lugar, no tiene uno que recordar si los dedos van hacia arriba o hacia abajo,
o las palmas de las manos para dentro o para fuera. Eso evita esfuerzo de
memoria. En segundo, en las cifras con los dedos tiene uno que mostrar una
cifra a continuación de la otra. El observador debe recordar los siete miles,
mientras que uno pasa a los quinientos, y ası́ sucesivamente. En el ábaco, en
cambio, todas las categorı́as permanecen a la vista simultáneamente y pueden
permanecer ası́ indefinidamente. Otro esfuerzo que se evita a la memoria.
En tercero, agregando barrotes o alambres al ábaco, puede uno aumentar el
número de cifras –tantas como le plazca– sin la menor dificultad. Finalmente,
el ábaco permite juntar dos números con toda facilidad y obtener en el acto
7

la cantidad representada por ambos.

Maniobrando con las piedrezuelas


La necesidad de combinar o “sumar” números debe de haber surgido en
los albores de la historia de la humanidad.
Por ejemplo, si uno robaba la dotación de hachas de su vecino (o, para el
caso, las adquirı́a honestamente), o si sus borregas parı́an un cierto número de
corderos, desearı́a, naturalmente, saber cuántas hachas de piedra o cuántas
ovejas tenia en conjunto.
La forma más sencilla era contarlas.
Tenı́a cinco, se agregaron dos: cuenta todo el lote y encuentra que tiene
siete. Poco después, y a través de una larga experiencia, ya no tiene que
contar cinco y dos. Ya sabe por adelantado que son siete.
Existe, por supuesto, un lı́mite de alcance de la memoria. Si es necesario
sumar veintitrés y cincuenta y cuatro, uno bien puede no saber anticipada-
mente cual será la respuesta. Y el contar números a ese nivel puede ser tedioso
y aun irritante. Un pastor primitivo que estuviera tratando de contar vein-
titrés ovejas a las cuales se hubieran agregado cincuenta y cuatro más y que,
por segunda vez hubiera perdido la cuenta, ciertamente podrı́a convertirse
en un pastor enfurecido del que conviniera apartarse.
El ábaco proporciona una solución a este problema, puesto que es un
dispositivo mecánico que hará las sumas con el mı́nimo ejercicio del intelecto.
Ni siquiera necesitará ese pastor permanecer cerca de sus irritantes ovejas,
sino que podrá contarlas sin salir de su casa.
Si desea sumar veintitrés y cincuenta y cuatro en el ábaco, colocará pri-
mero veintitrés, moviendo tres contadores en el alambre de los “unos” y dos
contadores en el alambre de los “dieces”. Después agregará los cincuenta y
cuatro, empujando cuatro contadores más en el alambre de los “unos” y cinco
más en el alambre de los “dieces”. Si cuenta entonces todos los contadores
que ha movido, encontrará siete contadores en los “unos” y siente en los
“dieces”. Veintitrés y cincuenta y cuatro son setenta y siete, y no tuvo que
contar más arriba de diez en ninguna etapa del proceso.
Realmente, si lo hubiera deseado, podrı́a haber agregado números más
altos, sin dificultad adicional. Por ejemplo, doscientos cincuenta y tres mil
ciento doce, más ciento veintiséis mil ochocientos treinta y uno, rápidamente
llegan por medio del ábaco, a trescientos setenta y nueve mil novecientos
8 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS

(a) Primer Paso (b) Segundo Paso (c) Tercer Paso

Figura 1.4

cuarenta y tres. A pesar de eso, no habrı́a tenido que contar arriba de diez
en ninguna etapa de la suma.
Pero supóngase que tuvo necesidad de sumar ocho y siete. Aunque parezca
extraño, esto presenta un problema mayor que la suma de los cientos y miles
que se acaban de mencionar. Esta vez le hacen falta más contadores. Empieza
moviendo ocho contadores a la derecha (??). Su siguiente deseo serı́a mover
siete contadores más a la derecha, pero habiendo movido ya ocho, solamente
le quedan dos para mover. ¿Qué hacer?
No obstante, la respuesta es sencilla. Mueve uno los dos, y tiene ya a
la derecha los diez contadores del alambre de los “unos”. Puede entonces
cambiarlos, por decir ası́, por un contador en el alambre de los “dieces”, ya
que diez “unos” equivalen a un “diez”. Lleva uno hacia la izquierda sus diez
contadores de la hilera de los “unos” y, en su lugar, mueve hacia la derecha
un contador en la hilera de los “dieces” (??).
A continuación, completa su movimiento en la hilera de los “unos”. El
operador iba a mover siete contadores, pero solamente pudo mover dos, lo
que aún le dejaba cinco contadores por mover, los cuales debe mover (??).
El resultado final es: un contador a la derecha en la hilera de los “dieces”, y
cinco en la hilera de los “unos”; por lo tanto ocho más siete son quince.
Esta forma de cambiar diez contadores por uno, opera en todas las hileras.
Si uno necesita más de diez dieces, siempre puede cambiar diez dieces por un
ciento; como puede cambiar diez cientos por un millar, y ası́ sucesivamente.
A pesar de todo, nunca es necesario contar más de diez contadores en
cualquier ocasión. En realidad, no es necesario contar arriba de cinco, puesto
que si se ha empujado más de cinco a la derecha, solamente se necesita contar
los números sobrantes a la izquierda (que son siempre menos de cinco) para
saber cuántos hay a la derecha. Si hay únicamente un contador a la izquierda
9

ya se sabe que hay nueve a la derecha.


Sin necesidad de contar fı́sicamente, pueden apreciarse a simple vista cin-
co contadores o menos. Por esta razón, a pesar de la necesidad de permutar
continuamente diez por uno, un hábil operador de ábaco puede llevar a ca-
bo complicadas sumas y restas (estas últimas trabajando al contrario) con
velocidad mayor que la que, en forma ordinaria, puede desarrollar la mayor
parte de nosotros con lápiz y papel.
Un campeón de operaciones en ábaco puede, en forma sorprendente, man-
tener su tı́tulo compitiendo con calculadoras eléctricas de escritorio.
Incidentalmente, trabajando con el ábaco, se puede demostrar que no
importa con qué número de una suma se empieza. Bien sea que mueva uno
siete contadores primero y después ocho, u ocho primero y después siete; de
todas maneras tiene quince como resultado. Recuérdese, como regla general,
que no importa en qué orden se sume un grupo de números.

Cifras en letras
El ábaco es bueno hasta cierto punto, pero aún presenta un problema.
¿Cómo escribir números para registros permanentes? Los babilonios y los
egipcios antiguos tuvieron copiosas oportunidades de escribir grandes cifras,
al calcular impuestos y tributos o al hacer listas de los artı́culos comprados
para la casa del rey.
Por supuesto, podrı́a uno escribir números como cualquier otra palabra,
y decir (como se expuso al principio del capı́tulo) doscientos cincuenta y
tres mil ciento doce, o el equivalente en babilonio o en egipcio. Esto, sin
embargo, serı́a muy tedioso y, por lo tanto, era conveniente una cierta forma
taquigráfica.
Y tal forma fue siempre adoptada. Los amanuenses usaban diversos sig-
nos y sı́mbolos (frecuentemente simples letras del alfabeto) para indicar los
números. Por ejemplo, consideremos el sistema romano, porque, aun en la
actualidad, se usa en los monumentos y edificios públicos, en los diplomas y
en las caratulas de los relojes, y, por lo tanto, nos es familiar.
Para indicar “uno”, los romanos escribı́an I, que probablemente significa-
ba un dedo.Dos, tres y cuatro eran II, III y IIII, lo cual es bastante sencillo.
Para cinco, el sı́mbolo es V. Nadie sabe por qué.La más favorecida de las in-
dicaciones es que representa una palma de la mano levantada, con el pulgar
separado de los otros dedos. A continuación tenemos VI, VII, VIII y VIIII.
10 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS

El diez está representado por X (tal vez dos palmas, una arriba y otra abajo).
Más adelante tenemos que cincuenta es L; cien es C; quinientos es D; y mil
es M.
Para escribir mil novecientos cincuenta y ocho pondrı́a uno MDCCCCLVIII
(mil más quinientos, más cien, más cien, más cien, más cien, más cincuenta,
más cinco, más uno, más uno, más uno).
Nótese que en el sistema romano un sı́mbolo particular siempre tenı́a el
mismo valor numérico sin importar el lugar donde se colocara. Si en vez de
haber escrito MDCCCCLVIII hubiera escrito CLCDIIVCMCI, continuarı́a
siendo la misma cifra. La única razón para ponerlos en orden decreciente era
facilitar al amanuense el poder sumar los sı́mbolos rápidamente y obtener
su significado. (Es similar a levantar una mano de bridge. La mano tiene
el mismo valor sin importar la forma en que se arreglen los naipes, pero el
jugador los acomoda en series y de acuerdo con su valor decreciente, por su
propia conveniencia)4 .
El hecho de que los números romanos no tengan un valor determinado
de acuerdo con el lugar en que se coloquen, destruye el sistema que tan
satisfactoriamente trabaja en el ábaco. En éste, como es sabido, es importante
saber en que hilera se han movido los contadores puesto que cada una tiene
su propio valor.
Más aún, uno podrı́a, si lo deseara, hacer sumas usando números romanos.
Por ejemplo, si quisiera sumar mil novecientos cincuenta y ocho y dos mil cua-
trocientos setenta y dos, podrı́a escribir MDCCCCLVIII y MMCCCCLXXII
como equivalente de los dos números, y después escribir incorporando todos
los sı́mbolos: MMMDCCCCCCCCLLXXVIIIII. Ahora bien, para simplificar
esto: cinco I equivalen a V, y dos L equivalen a C, por lo cual se puede
escribir:

MMMDCCCCCCCCCXXVV

Pero como dos V equivalen a X y cinco C equivalen a D, la cifra es


MMMDDCCCCXXX. Sin embargo, como dos D equivalen a una M, hace-
mos un último cambio para escribir: MMMMCCCCXXX y tenemos nuestra
respuesta: cuatro mil cuatrocientos treinta.
4
En la actualidad se acostumbra poner un sı́mbolo más pequeño antes de uno grande,
como signo de que debe restarse, por lo cual IV, en vez de IIII, equivale a “cuatro”, y CM,
en vez de DCCCC, equivale a “novecientos”. Sin embargo, esta fue una evolución medieval
para ahorrar espacio y no fue usada primitivamente por los romanos
11

Sin duda el hábil amanuense romano, acostumbrado a hacer esto, podrı́a


efectuar la misma suma muy rápidamente. No obstante, existen otros tipos
de manipulaciones con cifras que son verdaderos rompecabezas usando el
sistema romano y que, sin embargo, son bastante sencillas en el ábaco.
En realidad, la falta de un sistema adecuado para escribir números detuvo
el adelanto de los matemáticos griegos, puesto que el sistema griego no era
mas sensible que el romano. Se dice que si Arquı́medes, el más notable de
los matemáticos griegos, hubiera tenido nuestro sistema numérico, habrı́a
inventado el cálculo (el cual, de cualquier manera, casi inventó) y no habrı́a
habido que esperar mil ochocientos años para que Newton lo inventara.
Hasta el siglo IX D.J. no ideó el sistema moderno un hindú de nombre
desconocido. Este descubrimiento llegó a los árabes, por quienes fue transmi-
tido a los europeos, y por eso llamamos “arábigos” a los números modernos.
El descubrimiento en la India fue, simplemente, el modelado de los números
en el ábaco (como se explicará posteriormente). Y ya que el ábaco trabaja
tan satisfactoriamente, es de maravillar que el descubrimiento tardara tanto
en efectuarse.
12 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS
Capı́tulo 2

Nada ... y menos que nada

Los hindúes empezaron con nueve sı́mbolos diferentes, uno por cada núme-
ro del uno al nueve. Estos han cambiado con el tiempo, pero llegaron a Europa
en su forma actual en el siglo XVI y ahora se escriben 1, 2 ,3 ,4 ,5 ,6 ,7 ,8 y
9.
Esto, en sı́ mismo, no fue único. Los griegos y los hebreos, por ejem-
plo, usaron nueve sı́mbolos diferentes para estos números. En cada caso, los
sı́mbolos eran las primeras nueve letras de sus alfabetos. Sin embargo, am-
bos pueblos continuaron con las siguientes nueve letras de sus alfabetos para
designar los números diez, viente, treinta y ası́ sucesivamente, y con las nue-
ve letras posteriores para los números cien, doscientos, trescientos, etc. Si
el alfabeto era suficientemente grande para el objeto (se requieren veintio-
cho letras para llegar a mil por medio de este sistema) se agregaban letras
arcaicas o letras de forma especial.
El uso de letras por números dio lugar a confusión con las palabras. Por
ejemplo, el número hebreo “quince” hacı́a uso de dos letras con las cuales em-
pezaba el nombre de Dios (en lenguaje hebreo), por cuyo motivo fue necesario
usar otra combinación de letras.
Por otro lado, las palabras ordinarias podı́an ser convertidas en números,
sumando el valor numérico de las letras que las componı́an. Esto se hacı́a es-
pecialmente para las palabras y los nombres de la Biblia (un proceso llamado
“gematrı́a”) y mediante el mismo se leı́an toda clase de significados mı́sticos
y ocultos. El ejemplo más famoso y familiar es el pasaje, en la Revelación de
San Juan, donde el número de “bestias” se da como seiscientas sesenta y seis.
Esto indudablemente significaba que alguna cifra contemporánea, la cual era
peligroso mencionar abiertamente (probablemente se referı́a al emperador ro-

13
14 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA

mano Nerón) tenı́a un nombre que en letras hebreas o griegas sumaba esa
cifra. Sin embargo, desde entonces la gente ha estado tratando de colocar los
nombres de sus enemigos dentro de esa suma.
Donde los hindúes mejorar el sistema griego y el hebreo fue en el uso
de las mismas nueve cifras para las decenas, centenas, millares y, en verdad,
para cualquier barrote o alambre del ábaco. De esas nueve cifras derivaron
los hindúes todos los números. Todo lo que se necesitó fue dar a las cifras su
valor de posición.
El número veintitrés, por ejemplo, que en el ábaco consistı́a en tres con-
tadores movidos a la derecha en el barrote de los “unos” y dos contadores
en el barrote de los “dieces”, podı́a escribirse 23, siendo el número de la de-
recha el que representaba al barrote inferior del ábaco y el de la izquierda el
correspondiente al barrote inmediato superior.
Es obvio que treinta y dos se escribirı́a 32, y los valores de posición en los
barrotes ası́ lo indicarı́an, puesto que 23 y 32 no son el mismo número. Uno
es dos dieces mas tres unos y el otro es tres dieces más dos unos.
Es poco probable que los talentosos griegos no hubieran pensado en esto,
ya que pensaron en puntos mucho más sutiles. Lo que debe haberlos detenido
(y a todos hasta el dı́a del genio hindú desconocido) era el dilema del barrote
intacto en el ábaco.
Supongamos que una persona querı́a poner, en vez de veintitrés, doscien-
tos tres. En el ábaco moverı́a dos contadores en el barrote de los “cientos” y
tres en el barrote de los “unos”. El barrote de los “dieces” permanecerı́a sin
tocar. Usando el sistema hindú parecerı́a que esa persona tenı́a que escribir
23, solamente que en esta ocasión el dos significaba dos “cientos” no dos
“dieces”.
Para ese efecto, ¿Cómo escribirı́a dos mil tres, o dos mil treinta, o dos mil
trescientos? En cada caso tendrı́a que mover dos contadores en un barrote y
tres en el otro, lo cual podrı́a parecer 23.
Una solución podrı́a ser el usar sı́mbolos diferentes en cada barrote, pero
precisamente eso fue lo que hicieron los griegos, con resultados poco satisfac-
torios. O pondrı́a esa persona una especie de sı́mbolo encima de cada cifra,
para indicar el barrote. Podrı́a escribir 23 como 2̇˙ 3̇ y doscientos tres como
˙
2̇˙ 3̇, indicando que en el segundo caso el 2 estaba en el tercer barrote o sea
en el de los “cientos”, en vez de en el segundo, o sea el correspondiente a
los “dieces”. Esto harı́a bastante difı́cil la rápida lectura de los números, aun
cuando en teorı́a el sistema podrı́a funcionar.
15

(a) 23 (b) 203 (c) 2003

(d) 2030 (e) 2300

Figura 2.1
16 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA

No, la gran innovación hindú fue la invención de un sı́mbolo especial para


una hilera intacta del ábaco. A este sı́mbolo los árabes lo llamaron “sifr” que
significa “vacı́o”, puesto que el espacio del extremo derecho de un barrote
intacto del ábaco estaba vacı́o. Esta palabra ha llegado hasta nosotros como
un “cifra” o, en forma mas corrompida, como “cero”. Nuestro sı́mbolo para
“cero” es 0, por lo cual escribimos veintitrés como 23 (??), doscientos tres
como 203 (??), dos mil tres como 2003 (??), doscientos treinta como 230,
dos mil treinta como 2030 (??), dos mil trescientos como 2300 (??), y ası́
sucesivamente. En cada caso, demostramos los barrotes intactos del ábaco
usando ceros.
(Veintitrés podrı́a escribirse como 0023 o 0000000023, dependiendo del
tamaño del ábaco, pero esto nunca se hace. Siempre se supone que todos
los barrotes del ábaco situados arriba del primero mencionado y todos los
números a la izquierda del primero mencionado, son ceros).
Fue el cero el que hizo tan prácticos nuestro llamados números arábigos
y revolucionó el uso de los mismos. (Realmente es extraño que el descu-
brimiento de “nada” haya sido tan mundialmente importante y excitante,
todavı́a más extraño aún, que tantos matemáticos notables no hayan visto
esa “nada”).
Es tal la importancia del cero que, en la actualidad, una palabra para
el manejo de números es “cifrando”, y cuando desarrollamos un problema
(aunque no comprenda números) estamos “descifrando.”
El hecho de que cualquier escrito secreto, generalmente llamado un “crip-
tograma”, pueda ser llamado también una “cifra”, nos recuerda el respeto
que la gente tenı́a por los números, especialmente aquella que no entendı́a su
forma de trabajo.

Moviendo los contadores en un papel


Al sumar con números arábigos es necesario, primero, aprender de me-
moria las sumas obtenidas al combinar dos números cualesquiera, del 0 al 9.
En primer año, los niños, trabajosamente, aprenden que 2 y 3 hacen 5; 4 y
5, 9; 6 y 7, 13, y ası́ sucesivamente. También aprenden lo más importante de
todo: que 0 y 0 hacen 0.
En el ábaco, tales sumas pueden llevarse a cabo teniendo que aprender
solamente la suma de 1 y 1 y siendo necesario únicamente saber contar hasta
el 10. Ciertamente, la ventaja que tienen los números escritos sobre el ábaco
17

parece estar bien escondida en esta etapa.


Pero vamos a suponer que se requiere sumar grandes números, por ejem-
plo, 5894 y 2578. Todo lo que se necesita es saber cómo hacer las sumas
pequeñas. Primero, debe uno separar cada número por millares, cientos, de-
cenas y unidades. Una vez hecho esto, el problema quedará ası́:

5000 y 800 y 90 y 4
más: 2000 y 500 y 70 y 8
hacen: 7000 y 1300 y 160 y 12

Ahora bien, si el número 1300 se divide en dos cifras, 1000 y 300, el 160
en 100 y 60, y el 12 en 10 y 2, es bastante sencillo sumar los millares, las
centenas, las decenas y las unidades para obtener:

8000 y 400 y 70 y 2

o sea 8472.
La forma en que todos hemos sido enseñados a sumar usa este princi-
pio,pero lo simplifica al omitir los ceros y “llevando” los unos, por lo cual el
problema queda ası́:

5894
2578
8472

En cualquier forma, lo que se ha hecho, automáticamente y sin necesidad


de gran concentración, es hacer cambios de diez por uno., El operador empujó
diez unos dentro de la columna de los dices, diez dieces dentro de la columna
de los cientos y diez cientos dentro de la columna de los miles.
La resta es un procedimiento al contrario. Por ejemplo, si estamos res-
tando 298 de 531, dividimos los números como sigue:

500 y 30 y 1
menos: 200 y 90 y 8

A primera vista, parece como si fuera a haber dificultad para restar 8 de


1, o 90 de 30. Para simplificar el problema escribimos nuevamente el número
más grande, pidiéndole prestados 100 a 500, sumamos estos cien a los 30,
para convertirlos en 130, de donde tomamos 10 para agregar al 1. Ahora el
problema queda ası́:
18 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA

400 y 120 y 11
menos: 200 y 90 y 8
200 y 30 y 3
por lo cual la respuesta es 233.
Nuestro método usual de resta no es ası́, ya que nos enseñan un método
mecánico que oscurece el principio; no obstante, el principio está en la forma
descrita anteriormente.
Un hábil operador de ábaco podrı́a resolver los problemas mencionados
usando los contadores en vez de los números con mucha mayor rapidez que
un empleado promedio dedicado a trabajar con esta clase de operaciones.
Sin embargo, el ábaco requiere de habilidad manual, cosa que los números
no exigen.
Más aún, en la computación numérica todas sus operaciones quedan a la
vista, por lo cual pueden verificarse en busca de algún error, mientras que
en el ábaco no puede uno saber dónde y por qué cometió el error. Lo que es
más, del mismo modo que el ábaco es más permanente que los ademanes con
los dedos, los números son más permanentes en un papel que en el ábaco.

Rompiendo la barrera del cero


Un principiante en aritmética aprende rápidamente que dos números cua-
lesquiera pueden sumarse y obtener una respuesta razonable. También apren-
de rápidamente que esto no ocurre con las restas.
Si uno toma 5 de 7, quedan 2. Si toma 7 de 7, le quedan 0. Pero, ¿Puede
tomar ocho de siete?
Los griegos decidieron que “¡No!” con una gran exclamación. El restar 8
de 7 dejarı́a menos que nada y ¿Cómo puede cualquier cosa ser menos que
nada, si nada es el mı́nimo posible?
Este razonamiento se siguió hasta el siglo XVI. Y, sin embargo, si nos
detenemos a pensar en el mismo, es posible que algo sea menos que nada.
Supongamos, por ejemplo, que una persona tenı́a 7 dólares y un amigo
vino a recordarle que le debı́a. Siendo una persona honrada, rápidamente
le dio los 7 dólares, explicándole que era todo lo que tenı́a de momento y
prometiéndole pagar el dolar restante tan pronto como lo reuniera.
Esa persona quedó, por lo tanto, con menos que su dinero, puesto que
aún adeudaba un dólar a su acreedor. En otras palabras, si uno toma 8 de 7,
tiene “uno menos de cero”. ¿Qué es lo que tiene de raro o de increı́ble esto?
19

O supongamos que una persona piensa caminar hasta el pueblo próximo,


que está 11 kilómetros al sur. Empieza su caminata en el punto 11 kilómetros
al norte del pueblo. Al haber caminado 1 kilómetro, estará 10 kilómetros al
norte; después de haber caminado 2 kilómetros más, estará 8 kilómetros al
norte, y ası́ hasta que haya caminado los 11 kilómetros, al llegar a cuyo punto
estará 0 kilómetros al norte del pueblo; ya llegó.
Pero supongamos que esa persona es extremadamente distraı́da (o extre-
madamente terca) y camina 12 kilómetros. Eso la coloca 1 kilómetro al sur
del pueblo. Ahora bien, al caminar los 11 kilómetros, la distancia al pueblo
disminuyó a cero. Si se camina más de 11 kilómetros, ¿No deberı́a continuar
disminuyendo abajo de cero?
Se podrı́a decir: “No. Empieza a aumentar nuevamente.”
Pero el aumento en distancia es ahora hacia el sur del pueblo, donde
anteriormente estaba el norte. ¿No hace eso una diferencia?
Para ver si hace una diferencia útil, tracemos una lı́nea vertical (que será
de norte a sur en el mapa usual). Pongamos un punto sobre la misma que
representa la localización de un pueblo (o cualquier otra cosa), y llamemos
cero a ese punto. Si marcamos divisiones iguales desde ese punto (esto es,
hacia el norte, como es convencional en nuestros mapas) podemos pretender
son kilómetros de separación y, al efecto, los numeramos 1, 2, 3 y ası́ suce-
sivamente. Podemos hacer lo mismo para espacios o intervalos iguales abajo
del punto(al sur) marcándolos también 1, 2, 3, etc. Las divisiones hacia el
norte podemos llamarlas números ordinarios y las que van hacia el sur las
llamaremos números “menores de cero”. (??)
Necesitaremos algún sı́mbolo para poder diferenciar esos dos conjuntos de
números. El sistema efectivamente usado comprende el proceso por medio del
cual se obtienen los números. Los números ordinarios son los únicos que se
obtienen cuando se suman dos números ordinarios. El sı́mbolo para la suma
es el signo “más” (+). Por lo tanto los números ordinarios se escriben +1,
+2, +3 y ası́ sucesivamente. Estos son llamados números positivos, para dar
la impresión de que ellos “positivamente” existen. Son la “cosa real.”
Los números menores de cero son obtenidos por resta como, por ejemplo,
tomando 3 de 2 , que deja un número menor de cero. La resta se indica por
medio del signo “menos” ( - ), por lo cual los números menores de cero se
escriben: -1, -2, -3 y ası́ sucesivamente. Estos números menores de cero son
llamados, más apropiadamente, números negativos, viniendo de la palabra
“negativo” y ésta de otra latina que significa “negar”. A pesar de que los
matemáticos fueron forzados, finalmente, a usar números negativos, aparen-
20 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA

Figura 2.2
21

temente tenı́an que indicar una especie de negación de que éstos “realmente”
existı́an.
Ya que tenemos marcada nuestra lı́nea vertical (y notamos que el 0 no
es positivo ni negativo), podemos hacer sumas y restas cobre ella. Como los
números positivos aumentan hacia arriba y la suma aumenta los números,
digamos que la suma significa mover la escala hacia arriba. Como la resta es
el reverso de la suma, debe significar mover la escala hacia abajo.
Supongamos, entonces, que queremos sumar +2 y +5. Esto puede escri-
birse como (+2) + (+5), siendo usados los paréntesis para indicar que el
signo + dentro de ellos pertenece al número y no es un signo de suma.
Sin embargo, estamos tan acostumbrados a los números positivos sólo
como números que es usual no poner el signo “más”, a menos que exista
una razón especial para llamar la atención respecto a su positividad1 . Ası́, la
suma simplemente se escribe 2+5.
En nuestra escala de números, esto significa que debemos empezar en el
punto +2 y (como estamos sumando) contar hacia arriba cinco intervalos.
Esto nos llevará al punto +7, de donde 2+5=7. (Nótese que si se hubiera em-
pezado en +5 y contado 2 intervalos hacia arriba, se hubiera llegado también
a +7. Nuevamente hay que hacer hincapié en que no importa el orden en el
cual sume uno los números: 2+5=5+2).
Ahora supongamos que lo que se quiere es restar +2 de +5, un problema
que puede escribirse (+5) - (+2) o, más sencillamente, 5-2. En esta ocasión
empezamos en el punto +5 y contamos dos intervalos hacia abajo (por que
estamos restando). Esto nos lleva al punto +3, ya que 5-2=3.
El punto importante ahora es descubrir sı́ los números negativos pueden
ser manejados por medio de las mismas técnicas usadas para los números
positivos. Si lo pueden ser, entonces, haciendo caso omiso de si “significado”
serı́an tan útiles como los números positivos. Esto resultarı́a de interés más
que teórico. Los números negativos no solamente son enormemente útiles en
la ciencia y la ingenierı́a, sino que también tienen aplicaciones prácticas en
los negocios diarios. Por ejemplo, en contabilidad los activos son manejados
como números positivos y los pasivos como números negativos.

1
Nuestros signos más y menos datan del siglo XVI. El signo más surgió probablemente
del hábito de escribir tal como “dos y tres” usando el signo & en afán de rapidez. El signo
(&) aparece en la forma escrita como | , y 2 3 rápidamente se convierte en 2 | 3. El origen
del signo menos es materia de controversia. Hay numerosas teorı́as, pero ninguna parece
ser particularmente buena
22 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA

Manejando los negativos


Para empezar, supongamos que se quiere restar 5 de 2; es decir, resolver
el problema 2 - 5. Usando el mismo sistema anterior, empezamos en el punto
+2 y contamos 5 intervalos hacia abajo. Ello nos lleva a través del punto -3;
consecuentemente, 2 - 5 = 3. Esto parece bastante correcto y nos muestra
una cosa importante: 5 - 2 no es igual a 2 - 5. En la resta (contraria a la
suma) sı́ importa en qué orden se toman los números.
Pero, ¿Qué pasa si empezamos en el extremo negativo de la escala? Su-
pongamos que queremos sumar -2 y +5. (De aquı́ hasta el final del capı́tulo,
vamos a conservar los paréntesis, para no confundir los números negativos con
resta y los números positivos con suma.) El problema acabado de plantear
se escribe, por lo tanto, (-2) + (+5). Para hacer esto, empleando el siste-
ma usual, se empieza en el punto -2 y se cuentan hacia arriba 5 intervalos.
Terminamos en el punto +3; de donde,(-2) + (+5) = +3.
¿Se entiende esto? Bien, si una persona debe 2 dólares y gana 5, está
colocada con 3 dolares en números negros, es decir, le quedan aún 3 dólares
después de haber pagado su deuda.
También podemos movernos hacia abajo en el extremo negativo de la
escala. Tome el lector +2 de -2, por ejemplo; es decir resuelva el problema de
(-2) - (+5). Empiece en el punto -2 y cuente 5 intervalos hacia abajo (puesto
que estamos restando) lo cual nos lleva al punto -7; de donde, (-2) - (+5) =
-7. O en los mismos términos prácticos anteriores, si empieza una persona
con una deuda de 2 dólares y se ve forzada a pedir prestados 5 adicionales,
termina debiendo 7 dólares.
Y, aún ası́, los números negativos se están comportando tan normal, de-
cente y sensiblemente como los números positivos.
Existe todavı́a una maniobra que no hemos ensayado. Hasta ahora, so-
lamente hemos estado sumando y restando números positivos. ¿Qué tal si
ensayamos sumar o restar un número negativo?
En términos prácticos, esto significarı́a estar sumando o restando deudas.
Ahora bien, si fuéramos a cancelar una deuda de una persona por 5 dólares
equivaldrı́a a que le diéramos 5 dólares. Si, en cambio, le traspasáramos a esa
persona una deuda de 5 dólares ( y la forzáramos en alguna forma a que la
aceptase), esa persona se encontrarı́a 5 dólares más pobre; equivaldrı́a a que
le sacáramos 5 dólares de su bolsillo.
Lo cual significa, en términos aritméticos, que restar -5 es lo mismo que
sumar +5, y que sumar -5 es lo mismo que restar +5.
23

Esto nos da la oportunidad de suprimir totalmente la resta, ya que cual-


quier problema, tal como 5 - 2, es realmente (+5) - (+2) y puede ser escrito,
de acuerdo con la regla acabada de manifestar, como (+5) + (-2). Ambas
versiones dan la misma respuesta. En los dos casos empezamos con el punto
+5 y movemos 2 intervalos hacia abajo. En el caso de (+5) - (+2), es esto
obvio; restar significa “mover hacia abajo”.
En el caso de (+5) + (-2), es menos obvio. El signo “más” entre los
números es suma y significa “ir arriba”. Pero se está sumando un número
negativo, lo cual invierte las cosas, y ası́, los dos hechos juntos significan “ir
hacia arriba invirtiendo” y eso equivale a “ir hacia abajo”. En cualquier caso,
la respuesta es +3.
Pero, ¿Por qué desearı́a cualquiera cambiar una resta a una suma cuando
sólo significa desviarse y tener que decir “yendo hacia arriba invirtiendo” en
vez de simple y directamente “ir hacia abajo” ¡Ah! , es que la suma tiene en
general esta ventaja sobre la resta: en la suma no importa el orden de los
números, pero éste si importa en la resta.
La expresión (+5) - (+2) no es igual que (+2) - (+5) como ya se ha
hecho notar. La respuesta a la primera es +3, y a la última, -3. Por otro
lado, la expresión equivalente (+5) + (-2) es igual a (-2) + (+5). En ambos
casos la respuesta es +3. Evidentemente, entonces, al cambiar a suma cuan-
tas veces sea posible elimina la eventualidad de un tipo de error: el colocar
accidentalmente los números en orden incorrecto.
La situación es semejante al restar un número negativo. El problema
(+5) - (-2) puede escribirse, si lo deseamos, (+5) + (+2). En el primer caso,
empezamos en el punto +5 de la escala y “vamos hacia abajo invirtiendo”,
2 intervalos. El “ir hacia abajo invirtiendo” es “ir hacia arriba” y, el ir 2
intervalos hacia arriba nos lleva a +7. Y, naturalmente, eso es exactamente
lo que sucede si resolvemos (+5) + (+2).
Este asunto de eliminar la resta y trabajar a base de sumas, generalmente
es lo primero que encuentran los estudiantes al iniciar sus estudios en álgebra.
Por esta razón, la suma de números negativos (en vez de restar los positivos)
es llamada frecuentemente suma algebraica. En realidad, no existe razón para
dicho nombre. Es una perfecta operación aritmética en la que el álgebra no
tiene nada que ver.
24 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA
Capı́tulo 3

Pasando por alto la suma

Más y más y más y más


Supongamos que el lector trazó un cuadrado que tenia 1 centı́metro por
lado. Podrı́a llamarlo un “centı́metro cuadrado” y usarlo como unidad de
superficie (??).
Consideremos a continuación un segundo cuadrado, que mide 2 centı́me-
tros por lado. Si se divide este cuadrado de 2 centı́metros en mitades a lo
largo y a lo ancho, termina uno teniendo cuatro cuadrados más pequeños,
cada uno de los cuales mide 1 centı́metro cuadrado (??). Otro cuadrado que
sea de 3 centı́metros de largo y 3 centı́metros de ancho, puede cortarse en
secciones de 1 centı́metro cuadrado, dividiéndolo en tres partes iguales tanto
a lo ancho como a lo largo. El resultado es 9 centı́metros cuadrados dentro
de nuestro cuadrado de 3 centı́metros (??).
Finalmente, un tratamiento semejante a un cuadrilongo de 6 centı́metros
cuadrados. Todo esto se demuestra en los diagramas siguientes.
En cada uno de estos casos, las porciones de un centı́metro cuadrado
están arregladas por filas (hileras horizontales) y columnas (hileras vertica-
les). Cada fila contiene tantos centı́metros cuadrados como el cuadrado o el
cuadrilongo tiene de largo (en centı́metros) y hay tantas filas en conjunto
como el cuadrado o el cuadrilongo tiene de ancho (en centı́metros).
En el cuadrado de 2 centı́metros existen dos cuadrados en cada una de
las dos filas, de donde, 2 + 2 = 4. En el cuadrado de 3 centı́metros, hay 2
cuadrados en cada una de las tres filas, de donde, 3 + 3 + 3 = 9. Finalmente,
en el cuadrilongo de 6 por 9 centı́metros (??), existen 6 secciones cuadradas

25
26 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

(a) Cua- (b) Cuadrado de 2 (c) Cuadrado de 3 Centı́metros


drado de 1 Centı́metros
Centı́me-
tro

Figura 3.1

en cada una de las 9 filas o (si se observa lateralmente) 9 secciones cuadradas


en cada una de las 6 columnas. En el primer caso el número de centı́metros
cuadrados es: 6 + 6 + 6 + 6 + 6 + 6 + 6 + 6 + 6 y en el segundo caso es:
9 + 9 + 9 + 9 + 9 + 9. No importa cuál sea el caso que elija porque ambos
suman 54.
En general, la obtención de superficies de planos o figuras comprende esta
especie de suma repetida.
En los cuadrados y los cuadrilongos el asunto es bastante sencillo. Pero
se hace un poco más complicado en los triángulos y los cı́rculos, y más com-
plicado aún en las superficies de forma irregular. Sin embargo, esta clase de
cálculos ha tenido que hacerse continuamente, aun en las primitivas civiliza-
ciones agrı́colas (mas aún en la nuestra altamente tecnológica). Las granjas
o haciendas tenı́an que ser medidas, calculando las superficies, aun cuando
sólo fuera a efecto de fijar los impuestos. (Algunas veces pienso que fueron
los impuestos, más que cualquier otra cosa, lo que alentó el desarrollo de la
aritmética.)
Sin embargo, ası́ como la necesidad de contar repetidamente forzó el de-
sarrollo de un sistema de sumas, la necesidad de sumas repetidas forzó el
desarrollo de un nuevo tipo de manipulación de los números.
Para empezar, adoptemos una nueva anotación y escribamos 6 × 9 (“seis
veces nueve”, siendo × el “signo de multiplicación” cuando queramos sig-
nificar nueve seises sumados conjuntamente, o seis nueves en igual forma).
27

Figura 3.2
28 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

Como he demostrado en este caso particular (y el lector podrá verificar en


otros ejemplos) no importa cuál sea el caso: 6 × 9 = 9 × 6.
Podemos usar esta nueva anotación manifestando, como regla general, el
hecho de que la superficie de cualquier cuadrado o cuadrilongo es igual a su
largo multiplicado por su ancho. El siguiente paso es encontrar una forma
sencilla para el manejo de la multiplicación. Por supuesto, siempre tendremos
la alternativa de sumar repetidamente, como en el caso de 6 × 9, pero esto
podrı́a resultar complicado.
Si estuviéramos interesados en obtener la superficie de un lote de forma
cuadrilonga que tuviera 129 metros de largo y 54 metros de ancho, tendrı́amos
que multiplicar 129 por 54 para conocer la respuesta (en metros cuadrados,
naturalmente, no en centı́metros cuadrados). Esto significarı́a sumar 129 cin-
cuenta y cuatro veces o 54 ciento veintinueve veces. En cualquier caso, serı́a
una tarea agotadora.
O, si en una transacción comercial, fueran compradas 254 docenas de
artı́culos a 72 centavos la docena, el pago total serı́a (en centavos) 254 × 72.
Haciendo esta operación por sumas, tendrı́amos que sumar 254 setenta y dos
veces, o 72 doscientos cincuenta y cuatro veces. Esta clase de problemas se
presentan constantemente en la vida diaria y, por lo tanto, valdrı́a la pena
idear un modo abreviado que eliminara la repetición de sumas.

Todos por todos


Nuevamente el secreto radica en el memorismo. Es necesario aprender de
memoria la “tabla de multiplicar”, que consta de todas las combinaciones
posibles de dos dı́gitos hasta 9 × 9. El niño tiene que recitar en la escuela
5 × 2 = 10, y 8 × 7 = 56, hasta que parecen estar saliendo de sus oı́dos. Sin
embargo, una vez que se han grabado dichas tablas en su mente encuentra
que es todo lo que necesitará para multiplicar dos números cualesquiera, sin
importar lo grandes que sean.
Una cosa que es particularmente importante recordar es que la multi-
plicación por cero da una respuesta que siempre es cero. Ası́, 5 × 0 = 0;
155 × 0 = 0; 148273695 × 0 = 0; y, naturalmente 0 × 0 = 0.
Puede verse que todos estos ejemplos representan la suma de 5 ceros, 155
ceros, y ası́ sucesivamente. Naturalmente, no importa cuantos ceros sume uno
en conjunto; el resultado siempre es cero.
Esto significa que habiendo aprendido que 3 × 7 = 21, es evidente que
29

30 × 7 = 210 y 3 × 70 = 210. El cero en ningún caso es afectado por la


multiplicación. Si multiplica uno 30X70, el resultado es 2100, ambos ceros
permanecen inafectados por el procedimiento.
En seguida, si se quiere multiplicar un número que contenga diversos
dı́gitos que no sean ceros, solamente es necesario fraccionarlo en la forma
usual. Por ejemplo, ¿Cuál es el producto de 3965 × 7? (El resultado de una
multiplicación se llama “producto”, ası́, como el resultado de una adición se
llama “suma”). La posición de la anotación nos permite fraccionar 3965 en
3000 y 900 y 60 y 5. Esto nos da números que constan de un solo dı́gito y
varios ceros; ası́ pues todo lo que necesitamos es nuestra tabla de multiplicar.
Cada número se multiplica por 7; los productos parciales se suman y se
obtiene el producto completo, como sigue:

3000 y 900 y 60 y 5
X 7
35
420
6300
21000
27755

No importa el orden en el cual llevemos a cabo las multiplicaciones: de


izquierda a derecha, de derecha a izquierda, o saltando alrededor. Aquı́ se
ha hecho de derecha a izquierda, por ser ésta la forma que generalmente se
enseña en los cursos elementales. Es más, se nos enseña a dejar el número
sin fraccionar y a ignorar los ceros. Por lo tanto, el problema, al ser resuelto,
aparece como sigue:
3965
x 7
35
42
63
21
27755
Se nos enseña, además, a llevar mentalmente unos números, para agre-
garlos a los productos parciales en cada ocasión. Todo esto es un asunto de
mecánicas que no afecta al principio de la multiplicación. La ventaja de estas
30 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

mecánicas radica en que el joven aprende a multiplicar rápidamente y con un


mı́nimo de reflexión. La desventaja es que, algunas veces, nunca encuentra
la razón por la cual hace lo que le enseñaron; por ejemplo, por qué aplica los
productos parciales.
Cuando en un problema de multiplicación, ambos números son mayo-
res de 10, existe una ligera complicación adicional. Los dos números pueden
ser fraccionados, y entonces, cada una de las partes del número superior se
multiplica por cada una de las partes del número inferior, sumándose poste-
riormente los productos parciales. Ası́, 35 × 28 se fracciona como sigue (?? y
es la presencia de las lı́neas cruzadas indicando la forma de multiplicación la
que puede haber originado la × como signo de la multiplicación):

Figura 3.3

A pesar de todo, los números mayores son tratados en igual forma. El sis-
tema de multiplicación de todo lo de arriba por todo lo de abajo se hace
complicado, y aun cuando usamos el método mecánico enseñado en la escue-
la, es posible perderse, como podrá cualquiera observar si trata de seguir la
siguiente multiplicación:
3965
x 2197
27755
35685
3965
7930
8711105
31

Sin embargo, habrá que admitir que esto es un adelanto sobre la necesidad
de sumar 3965 + 3965 + 3965 + 3965 + 3965 ... 2197 veces.

Multiplicación invertida
Ası́ como la suma tiene su contrario en la resta, también la multiplicación
lo tiene en un tipo de manipulación de números llamado “división”. Mientras
que la multiplicación es una especie de suma repetida, la división es una
especie de resta repetida.
Por ejemplo, supongamos que quiere uno dividir 15 entre 3, un procedi-
miento que puede ser simbolizado como 15÷3, siendo ÷ el signo de “división”
(de origen incierto). Una forma de hacerlo es restar 3 una vez y otra. Ası́,
15 − 3 = 12; 12 − 3 = 9; 9 − 3 = 6; 6 − 3 = 3 y 3–3 = 0. O sea, condensando,
15 − 3 − 3 − 3 − 3 − 3 = 0. Obsérvese que se han hecho cinco restas; por lo
tanto, 15 ÷ 3 = 5.
Sin embargo, nunca se hace en esta forma. En lugar de eso, se hace uso
del avanzado conocimiento de los resultados de la multiplicación. Después de
todo, si 15 es dividido entre 3 para dar un número, ese número multiplicado
por 3 debe dar nuevamente 15. Se ha ido hacia adelante, y luego hacia atrás,
y debe terminarse en lugar original. (Esta es una situación semejante a la de
la suma y la resta: también invierte el procedimiento. Si 7 − 4 = 3, entonces
3 + 4 = 7).
Consecuentemente, cuando confronta uno un problema como 15 ÷ 3, lo
que le fue enseñado debe preguntarse es: ¿Qué número multiplicado por 3
dará 15? Por la tabla de multiplicar (que se aprendió de memoria a fuerza de
machacar) sabe uno que el número es 5 y ésa es su respuesta. En realidad,
se sabe uno tan bien sus tablas de multiplicar que automáticamente dice
“cinco” en respuesta a este problema, sin dar al mismo mayor consideración.
Como 5×3 es igual a 3×5 y, en ambos casos, el resultado es 15, se deduce
que 15 ÷ 5 = 3 y 15 ÷ 3 = 5. El mismo número en la tabla de multiplicar
sirve para dar la respuesta a ambos problemas de división 1
1
Obsérvese que en la división, como en la resta, es importante el orden de los números.
Aun cuando 5 × 3 es igual a 3 × 5, 15 ÷ 5 no es, por ningún motivo, igual a 5 ÷ 15. El
número a la izquierda del signo de la división es el dividendo (de una palabra latina que
significa “eso que es dividido”), mientras que el número a la derecha es el “divisor ” (“eso
que está dividiendo”). El resultado de una división – es decir, la respuesta a la pregunta
“¿Cuántas veces cabe un número dentro de otro?” – es el cociente (de una palabra latina
32 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

Sin embargo, el hecho de que la división trabaje hacia atrás la hace más
difı́cil que las otras operaciones aritméticas; ésta es una realidad que el joven
escolar de grado elemental conoce muy bien.
Supongamos, por ejemplo, que fuera necesario dividir 7715 entre 5. El
contar el número de veces que tendrı́a uno que restar 5 de 7715 para llegar
a 0 serı́a tedioso y la tabla de multiplicar no le dice que número debe ser
multiplicado por 5 para darle 7715.
Pero aquı́ es donde la multiplicación por 0 es nuevamente útil. Se sabe que
1 × 5 = 5; por lo tanto, 1000 × 5 = 5000. Esta es la cifra mas cercana a 7715
a que puede uno llegar usando solamente dı́gitos y ceros; pero aún le quedan
2715, cantidad que se divide entre 5. La tabla de multiplicar dice 5 × 5 son
25 por lo que 500 × 5 = 2500, y sólo quedan ya 215. Pruébese esta última
cifra. Como 4 × 5 = 20, entonces 40 × 5 = 200. Ası́, quedan únicamente 15,
y dividir esto entre 5 es fácil. Sabemos que el resultado es 3.
En total, 5 ha sido multiplicado, primero por 1000, luego por 500, después
por 40, y finalmente por 3. Súmese esto y se encontrará que, en total, el 5
ha sido multiplicado por 1543 × 5 = 7715, entonces 7715 ÷ 5 = 1543, siendo
ésta nuestra respuesta o cociente.
En este caso, también, los jóvenes son enseñados a hacer la división por
orden, y el problema arriba citado, que acabamos de terminar, aparecerı́a,
usando el método escolar, en la forma siguiente:

1543
5 7715
5
27
25
21
20
15
15
0

La división por números mayores de 10 es más complicada, aunque el


principio es el mismo. Como la tabla de multiplicar no va arriba de 10,
que significa “¿Cuántas veces?”). En el ejemplo 15 ÷ 5 = 3, 15 es el dividendo, 5 el divisor
y 3 el cociente.
33

tenemos que conjeturar algunas de las respuestas y “probarlas”, para ver


como resultan. Esa es la dificultad real con ese espantajo de la “gran división”.
(No obstante, en realidad, los estudiantes deben considerarse afortunados.
Antes de la adopción de los números arábigos, la “gran división” era materia
de matemáticas muy avanzadas que solamente unos cuantos matemáticos
podı́an dominar.)

La norma de los signos


Hasta ahora, en este capı́tulo, no se han mencionado los números negati-
vos. Como ellos encajan tan sutilmente en la suma y la resta, serı́a agradable
encontrarles también un lugar en la multiplicación y la división.
Supongamos, por ejemplo, que se desea multiplicar (+3) y (−4). ¿Cómo
funcionarı́a esto?
Consideremos a tres personas, cada una de las cuales tiene una deuda
de 4 dólares. Para saber el total de la deuda debemos sumar 4 + 4 + 4, y
encontrar que conjuntamente, nuestros tres amigos tienen una deuda de 12
dólares.
Ahora bien, la suma de 3 cuatros es exactamente lo que hemos decidido
llamar 3 × 4. Como el 4, en este caso que estamos considerando, es una
deuda de 4 dólares realmente representa un −4, por lo que nuestro problema
se reduce a (+3) × (−4), y puesto que hemos decidido que la respuesta es
una deuda de 12 dólares, encontramos que (+3) × (−4) = (−12).
El mismo resultado se hubiera obtenido si estuviéramos considerando a 4
personas que debieran 3 dólares cada una. En otras palabras (+4) × (−3) =
(−12). Y como no importa el orden en que se multipliquen los números,
(−4) × (+3) = (−12) y (−3) × (+4) = (−12).
Podemos generalizar. Cuando se multiplican dos números, uno positivo y
otro negativo, la respuesta es siempre negativa. Numéricamente, la respuesta
es la misma, como si ambos números fueran positivos. Ası́, el producto de
(+4) y (+3) es (+12). La presencia de un negativo no afecta el valor numérico
del producto; solamente su signo.
Pero, ¿Qué sucede si ambos números son negativos? Desgraciadamente,
es difı́cil pensar en un caso práctico que pudiera comprender dos números
negativos. Son fáciles de imaginar deudas individuales de 3 y 4 dólares, pero,
¿Cómo podrı́a uno encontrar −4 o −3 hombres que las tuvieran?
En vez de eso, vamos a atacar el problema por otro camino. Hasta aquı́,
34 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

en la multiplicación, el cambio de un signo de dos números que están siendo


multiplicados ha servido para cambiar el signo de la respuesta. El cambio de
los signos de ambos números debe cambiar el signo de la respuesta doble-
mente: de positivo a negativo y, después, de negativo nuevamente a positivo.
(Después de todo, si uno da media vuelta dos veces, se encontrará mirando
en la dirección original).
En consecuencia, es lógico (aunque un poco extraño) manifestar que
(−3) × (−4) = (+12).
Por lo tanto, en la multiplicación, la norma de los signos es como sigue:

positivo × positivo = positivo


negativo × positivo = negativo
positivo × negativo = negativo
negativo × negativo = positivo

Abreviando, la multiplicación de signos iguales da resultados positivos; la


multiplicación de signos desiguales da resultados negativos.
Es más, estas mismas reglas rigen para lo contrario de la multiplicación: la
división. Ası́ (+12)÷(+4) = (+3); (+12)÷(−4) = (−3); (−12)÷(+4) = (−3)
y (−12) ÷ (−4) = (+3).
Se puede verificar lo anterior invirtiendo las divisiones nuevamente a mul-
tiplicación. Si en cada una de las divisiones arriba citadas se multiplica el
cociente por el número más pequeño de la izquierda (el divisor), se obtendrá
el número más grande (el dividendo) completo, con el signo propio. Si, por
ejemplo, se invierte la segunda división, se obtendrá (−3) × (−4) = (+12).

Dividir o no dividir
Cuando se define la división como resta repetida hasta llegar a cero resulta
a veces que esta operación es imposible. Por ejemplo, ¿Qué es 7 ÷ 2?
Por resta repetida podemos decir que 7 − 2 − 2 − 2 = 1, pero ahı́ tenemos
que detenernos. Si restamos un cuarto 2, nos vamos abajo de cero. Aun si
reconocemos la existencia de los números negativos (lo cual los antiguos no
hacı́an) no podemos permitir que la resta se vaya abajo de cero. La resta
siguiente llegarı́a a -1, la otra llegarı́a a - 3, después a -5 y ası́ sucesivamente.
¿Dónde nos detendrı́amos? El sistema se romperı́a totalmente.
Supongamos que lo vemos en otra forma. Para resolver 7 ÷ 2 podı́amos
pensar en la tabla de multiplicar y preguntarnos: ¿Qué número, multiplicado
35

por 2 da 7? Resulta que no existe tal número en dicha tabla, si tomamos


en cuenta el tipo de número que hemos venido considerando. Sabemos que
3×2 = 6 y 4×2 = 8, pero no existe ningún número que pueda ser multiplicado
por 2 y de 7.
De donde se concluye que, mientras definamos la división de esta manera,
serán posibles algunas divisiones, pero otras serán imposibles. Los antiguos,
especialmente los griegos, estaban positivamente fascinados con este proble-
ma y buscaban normas en el mismo.
Por ejemplo, ¿Qué números pueden ser divididos por 2? Resulta que uno
sı́ y otro no pueden serlo. El número 1 no puede, el 2 sı́, el 3 no puede, el 4
sı́, el 5 no puede, y ası́ sucesivamente.
Los números, primitivamente, se clasificaban en dos grupos: los que podı́an
ser divididos por 2 y aquellos que no podı́an serlo. Los primeros matemáticos
griegos se deleitaban encontrando en esto un misterioso significado. Algunos
consideraban que los números divisibles por 2 pertenecı́an al genero femenino
y eran desgraciados, mientras que los otros eran del género masculino y afor-
tunados. (Hay que recordar que todos los matemáticos griegos eran hombres
y estaban predispuestos en favor de los hombres.)
En la vida diaria, el asunto de la divisibilidad por 2 impresionaba al
público en general, especialmente cuando se hacı́a necesario repartir un de-
terminado numero de objetos entre dos personas. La repartición por partes
iguales, frecuentemente, es la mejor forma de evitar pleitos.
La forma más sencilla de repartición –en las épocas en que el conocimien-
to de la división entre la mayorı́a de la gente debe de haber sido bastante
débil– ha de haber consistido en la formación de dos pilas, colocando alter-
nativamente un objeto en cada una. Si hubiéramos empezado con 16 fichas
(??), habrı́a 8 en cada pila. Las dos filas, colocadas lado a lado, tendrı́an la
misma altura, de aquı́ que 16 (o cualquier número divisible por 2) sea un
número “par”.
Sin embargo, si hubiéramos empezado con 17 fichas (??), las dos pilas
no tendrı́an la misma altura. Para cuando hubieran quedado repartidas 16
fichas, encontrarı́amos dos pilas iguales, pero sobrarı́a una ficha. Cualquier
fila donde escogiéramos colocarla se verı́a mas alta que la otra. Formarı́a un
saliente, por decir ası́.
Una antigua palabra teutónica, significando “un saliente” era “oddi”, por
lo tanto, 17 (o cualquier número no divisible por 2) es un número “impar”
(“odd” en inglés).
La divisibilidad o indivisibilidad de números también forma normas. Sin
36 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

(a) Par (b) Impar

Figura 3.4
37

embargo, ninguna norma es tan sencilla y se graba con mayor facilidad que
la alternación “par o impar”.

Los griegos se entretienen


Otro de los primeros descubrimientos en torno a la división fue el hecho de
que algunos números pudieran ser divididos por más de un número pequeño.
Por ejemplo 60 puede ser dividido por 2, 3, 4, 5, 6, 10, 12, 15, 20 y 30. Cada
uno de estos números es capaz de dividir al 60 por partes iguales, y se llama
un “factor” de 60, de donde se deduce que el 60 tiene diez factores diferentes.
Sin duda, existen otros factores que no se han mencionado. Uno es el
mismo 60. Después de todo 60 ÷ 60 = 1. En realidad, cualquier número
dividido por sı́ mismo es igual a 1, por lo cual cualquier número es uno de
sus propios factores. El factor restante es el 1, puesto que 60 ÷ 1 = 60. Como
cualquier número puede ser dividido por 1, quedando intacto en sı́ mismo,
puede considerarse que el 1 es una especie de factor universal.
Debido a que cualquier número puede ser dividido por sı́ mismo y por
1, los griegos (a quienes encantaba jugar con los factores) generalmente des-
cartaban esos dos números como factores. Después de todo, no existe una
norma interesante en algo que acontece a todos los números sin distinción.
(Incidentalmente, por cada factor que un número tiene, existe otro que es el
negativo del primero. Por ejemplo, el 60 puede ser dividido por −2, −3, −4
y ası́ sucesivamente. Sin embargo, los griegos no reconocı́an los números ne-
gativos y como realmente, no introducen nada nuevo, generalmente también
los descartamos como factores).
Ahora bien, aun cuando el 60 tiene diez factores, los números cercanos al
mismo no son tan afortunados. El número 58 solamente tiene dos factores 2
y 29; y el 62 también tiene únicamente dos factores, 2 y 31.
No obstante, sin importar lo escasos que sean los factores que pueda tener
un número, por el solo hecho de que existan se llama al mismo un “número
compuesto” ya que puede verse que está compuesto de números más pequeños
que pueden multiplicarse juntos. El número 58 puede ser visto como 2 × 29,
y el número 62 como 2 × 31.
El número 60 es más complicado porque tiene varios factores. Podrı́a,
por ejemplo, expresarse como 2 × 30, pero el 30 por sı́ mismo es un número
compuesto que puede expresarse como 2 × 15, siendo a la vez el 15 un núme-
ro compuesto que puede expresarse como 3 × 5. La descomposición final,
38 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

entonces expresa al 60 como 2 × 2 × 3 × 5.


En los dos párrafos anteriores no se ha intentado descomponer por factores
los números 2, 3 y 5 o, para el caso el 29 y el 31. La razón está en que no
tienen ninguno (fuera del propio y, naturalmente, del 1). En otras palabras,
no existe ningún número, fuera de los propios y el 1, que puedan dividirlos
por partes iguales.
Los números sin factores, tales como 2, 3, 5, 7, 11, 13, 17, 19 y ası́ su-
cesivamente, son llamados “números primos”, o simplemente “primos”, de-
rivándose este nombre de una palabra latina que significa “primero”. Para
la gente que se ve valores misteriosos en los números, parecerı́a como si los
números primos pudieran haber existido primero, mientras que los números
compuestos pudieran haber sido construidos después, sacándolos de los pri-
mos. En otras palabras, una vez que existieron los números 2, 3 y 5, pudo
formarse el número 60 por multiplicación de 2 × 2 × 3 × 5.
Podrı́a parecer que conforme iba uno ascendiendo en la escala de los núme-
ros, desaparecerı́a la posibilidad de los números primos, puesto que habrı́an
cada vez más números pequeños para escogerlos como factores posibles.
Sin embargo, esto no es cierto. Euclides, matemático griego, demostró
hace 2200 años que no hay tal cosa como el número primo más alto. Sin
importar lo alto que fuera un numero primo, él demostró como podrı́a uno
idear un número más alto aún, que también fuera primo.
Los griegos se entretenı́an jugando con los factores. Por ejemplo, suma-
ban los factores de los números (incluyendo el número 1 en esta ocasión,
pero excluyendo el propio número), para ver qué pasaba. Algunas veces, los
factores de un número sumaban menos que el propio número. Por ejemplo,
los factores de 10 (1, 2 y 5) suman solamente 8. Al numero 10, por lo tanto,
lo llamaban un “número deficiente”. Los factores del 12 (1, 2, 3, 4, y 6),
en cambio, suman 16; o sea más que el valor del número mismo y, por esta
razón, llamaban al 12 un “número abundante”.
Sin embargo, los factores del 6 (1, 2 y 3) suman 6 y los del 28 (1, 2, 4, 7
y 14) suman 28. Los griegos llamaban a éstos “números perfectos”.
Más aún, los factores de 220 (1, 2, 4, 5, 10, 11 20, 22, 44, 55 y 110) suman
284, mientras que los factores de 284 (1, 2, 4, 71 y 142) suman 220. y dice
que éstos son “números amigos”.
Esta división entre números primos, perfectos, amigos, etc., nunca ha sido
de mucha importancia práctica, pero ha fascinado durante miles de años a
los matemáticos, y todavı́a lo sigue haciendo.
39

Cuenta y medición
Hasta ahora, se ha venido hablando de los números que obtenemos al
contar; 1, 2, 3 y ası́ sucesivamente. Esos números y las operaciones que com-
prenden (hasta donde las hemos expuesto) son, a veces, todo lo que necesi-
tamos.
Por ejemplo, los niños en un salón de clases pueden ser representados
por un número. Hay 4 niños, 5 niños, o algún otro número. Sin embargo,
siempre es un número definido. Uno no puede decir, después de un meticuloso
escrutinio: “Hay más de cuatro niños, eso es manifiesto, pero, definitivamente,
son menos de cinco. Supongo que el número está entre cuatro y cinco niños”.
No existe un número intermedio entre 4 y 5, si está uno contando objetos.
Son 4 o 5 niños. Más aún, si uno empieza con 4 niños y llegan 2 más, el
resultado es 6 niños. Ni un poco más de 6 ni un pelo menos de 6. Son
exactamente 6.
No obstante, supongamos que se hace una pregunta como ésta: ¿Cuántas
horas han estado estudiando esos niños? En tal caso podrı́a uno contestar
fácilmente: “Estoy seguro de que han estudiado más de una hora, pero, desde
luego, menos de dos horas”.
Aquı́, tal respuesta tendrı́a sentido. Existe un lapso, un concepto de “du-
ración del tiempo”, que es más de 1 hora y menos de 2 horas. El tiempo es
algo que no se puede contar, sino algo que se mide.
La cuenta y la medición deben ser manejadas diferentemente. Al contar,
está uno tratando con objetos separados o “discretos”. Los números que
hemos venido discutiendo son, en sı́ mismos, separados y discretos, y como
tales, pueden equipararse muy bien con los objetos. Son ellos todo lo que
necesitamos.
Sin embargo, el acto de medir algo que no consta de objetos separados es
realmente otro asunto. Aquı́ estamos tratando con algo que es “continuo”.
Tenemos que tratar, por ejemplo, con un espacio de tiempo o con la longitud
de una lı́nea continua.
Los números ordinarios, que son discretos, no pueden equipararse –sin
el peligro de encontrar dificultades– con algo que es continuo, como el caso
del problema arriba mencionado, en relación con el número de horas que los
niños habı́an estado estudiando.
Para evitar tales problemas, los números deben ser continuos. El espa-
cio entre números ordinarios debe llenarse con números intermedios. Cuando
esto se ha hecho, los números 1, 2, 3 y ası́ sucesivamente, se convierten, sim-
40 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA

plemente, en una pequeña parte de un sistema continuo, que puede entonces


equipararse con el tiempo, la longitud o cualquier otro fenómeno continuo
que deba medirse.
A partir del siguiente capı́tulo veremos como surgieron estos números
intermedios y cómo son manejados.
Capı́tulo 4

Números quebrados

Dividiendo la unidad
En un sentido práctico, la humanidad no podı́a reconocer limitaciones
en la división. Supongamos que fuera necesario dividir dos manzanas entre
cuatro niños. Es inútil decir que 2 no puede dividirse entre 4 porque no existe
ningún número en la tabla de multiplicar que, al multiplicarse por 4, dé 2. Lo
que hace una madre práctica, en este caso, es dividir cada manzana en dos
partes iguales y dar a cada uno de los cuatro niños un pedazo de la misma
(o tal vez hacer una compota de manzanas).
Siguiendo este sistema, la humanidad rompió sus unidades generales de
medición en partes más pequeñas, dándoles nombres también a éstas. Por
ejemplo, en nuestro sistema de medidas, medio litro de cualquier lı́quido
puede ser dividido en dos partes iguales llamados cuartos y éstos a su vez en
octavos. Si un comerciante tiene dos cuartos de litro y cuatro clientes, cada
uno de ellos se lleva un octavo.
También puede dividir las unidades en mayor número de subunidades. Un
kilogramo puede dividirse en cuatro cuartos y éstos en ocho octavos, los que,
a su vez, pueden dividirse en 16 dieciseisavos y éstos en 32 treintaidosavos.
Todas estas cifras son el resultado de la división de algo en dos partes;
después, cada parte en dos más y, posteriormente, cada pequeña parte, en
dos más, y ası́ sucesivamente.
Por ejemplo, se podrı́a dividir un cuarto de litro entre dos hombres, dando
a cada uno de ellos un octavo de litro de lı́quido, o podrı́a darse a 4 hombres un
dieciseisavo de litro, o a 8 hombres un treintaidosavo de litro, o a 16 hombres

41
42 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS

un sesentaicuatroavo de litro, o a 32 hombres un ciento veintiochavo de litro.


Esto suena muy bien. Pero, ¿Qué hace uno si tiene tres clientes en fila?
Un cuarto de litro no puede dividirse entre 3 hombres de manera que cada
uno obtenga una cantidad igual, puesto que 3 no es factor de ninguna de las
subunidades. Sin embargo, es más probable que 3 hombres estén dispuestos
a compartir un cuarto de litro, que 16 o 32.
Es útil, por lo tanto, escoger una subunidad entre los números bajos que
comprenda tantos factores como sea posible. Por ejemplo, tomemos el 12.
Podemos formar con cualquier conjunto de cosas una docena. Y observamos
cuán útil es la docena. Si se tiene una docena de manzanas, puede uno divi-
dirlas equitativamente en dos grupos de 6 o en 3 grupos de 4, o en 4 grupos de
3, o en 6 grupos de 2, o en doce grupos de 1 para cada grupo. Lo importante
es que no solamente el 2 y el 4 son factores de 12, sino que también lo es el
3.
Para un fabricante que vende por docena, también le es fácil vender en
lotes más pequeños, sin gran dificultad en el ajuste de precios, debido a que
dispone de muchas formas para dividir la docena por partes iguales. También
existe la docena de docenas o la “gruesa” que representa 12 × 12 o sea 144
artı́culos. Los factores de 144 son: 2, 3, 4, 6, 8, 9, 12, 16, 18, 24, 36, 48 y 72.
En la aritmética práctica es muy importante disponer de tales factores,
y aun existen personas que desearı́an que hubiéramos usado el 12 en vez del
10 como base de nuestro sistema numérico. El número 10 solamente tiene 2
factores, el 2 y el 5, y no puede dividirse en partes iguales ya sea entre 3
o entre 4. La única razón por la cual el 10 ganó al 12 es, probablemente, el
accidente anatómico que nos hace tener 5 dedos en cada mano. Si hubiéramos
tenido 6 en cada mano...
Sin embargo, el 10 tiene una ventaja sobre el 12. El número 5 es un
factor del 10, pero no del 12. Los antiguos babilonios trataron de combinar
los caracteres distintivos del 10 y del 12, encontrando un número para el cual
no solamente fueran factores el 2, el 3 y el 4, sino también el 5. El número
más pequeño que fue encontrado es el 60.
La astronomı́a se unió a los babilonios en este aspecto. El año tiene una
duración de 365 dı́as (y unas cuantas horas), que es el lapso requerido por
el Sol para hacer su circuito (aparente) alrededor del firmamento contra los
astros fijos. Si este circuito total fuera dividido en “jornadas diarias” del sol,
existirı́an 365 partes de un circulo.
43

Figura 4.1: La hora de 60 minutos

Ahora bien, o los babilonios tenı́an el numero de dı́as ligeramente equivocado,


o, con mayor probabilidad, redondearon el número a 360. En su sistema, era
mas fácil manejar 360, que es el resultado de 60 × 6. Ası́ pues, dividieron la
esfera celeste en 360 partes iguales, a los cuales en la actualidad llamamos
“grados”. Más aún, dividieron cada grado en 60 partes iguales a las cuales
llamamos “minutos” y cada minuto en otras 60 partes iguales a las cuales
llamamos “segundos”(??).1
Todavı́a empleamos este sistema babilonico. Además, como el tiempo
se mide por el movimiento de los cuerpos celestes del firmamento, nuestra
hora está dividida en 60 minutos, los cuales, a su vez, están divididos en 60

1
La palabra latina “degradus” significa“escalonar” y por tantos refiere a algo ası́ como
una escalera o escalinata por la cual puede usted bajar. Las divisiones regulares –que se
asemejan a los escalones de una escalera o escalinata– pueden ser llamadas “gradas”siendo
esta palabra una corrupción de “degradus”. Ası́ tenemos no solamente grados de un circulo,
sino también grados de temperatura. Las sesenta divisiones de un grado fueron primiti-
vamente llamadas “pars minute prima” y las 60 divisiones de cada uno de estos “pars
minus secunda” significando “pequeña parte primera” y “pequeña parte segunda” res-
pectivamente. Las frases anteriores con el tiempo se acortaron a “minuto” y “segundo”,
respectivamente.
44 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS

segundos.
Un indicio del sistema de 12 también se demuestra en la forma en que
decimos la hora. Nuestros tiempos diurnos y nocturnos están divididos en 12
horas. Originalmente, antes de que los relojes fueran inventados, estas horas
variaban de acuerdo con los cambios de duración del dı́a y la noche, según
las estaciones del año. En invierno, las horas del dı́a y la noche, según las
estaciones del año. En invierno, las horas del dı́a eran cortas y largas las de
la noche, mientras que en verano era al contrario. En la actualidad nuestras
horas tienen la misma duración en toda época; en verano el dı́a dura más de
12 horas y menos la noche y, en el invierno, acontece lo contrario.
No obstante, nuestros relojes siguen teniendo todavı́a solamente 12 núme-
ros y estamos obligados a distinguir entre la 1 A.M. y la 1 P.M.(Las fuerzas
armadas han continuado de las 12 del mediodı́a en adelante, y hablan de las
13:00, las 14:00 y ası́ sucesivamente; pero, aparentemente, no ha arraigado la
costumbre, al menos entre los civiles.)

Partes de uno
Lo que puede ser hecho por el hombre promedio con las unidades comunes
de medición, puede ser hecho por los matemáticos con los números puros.
¿Por qué no dividir número 1, o cualquier otro número, en dos, tres, o cuatro
partes iguales? A fin de hacer eso debidamente es necesario, primero, dar un
nombre de esas “partes de uno”: segundo, encontrar un sı́mbolo apropiado
para las partes y, tercero, desarrollar un sistema para manejar esas partes
dentro de las operaciones aritméticas.
Después de todo, si las partes de los números pueden manejarse como
los números comunes, pueden también considerarse como números comunes
para todos los objetos, tanto teóricos como prácticos.
Los nombres son fáciles y provienen del lenguaje común. Dos partes igua-
les de cualquier cosa son “mitades”. Los resultados de la división de un
numero en varias partes son llamados de acuerdo con la forma “ordinal” de
esos números, Es decir, las tres partes de uno son “tercios”, cuatro partes
son “cuartos”, “quintos”, “sextos” y ası́ sucesivamente, hasta donde se quiera
llegar.
Una mitad es el resultado de la división de una unidad en dos partes.
En otras palabras, es 1 ÷ 2. Esto no da origen a ningún número común y
no hay necesidad de buscarlo. La operación es suficientemente sencilla para
45

indicarla en la forma mas directa posible y se reduce a escribir 12 o 1/2. Esto


puede leerse como “uno dividido por dos”, a menudo “uno sobre dos” o, más
frecuentemente aún, sencillamente, “una mitad”.
En forma similar, 13 es “un tercio”, 15 es un quinto y ası́ sucesivamente.
No existe intención de resolver la división; sencillamente manifiesta usted la
división. El decir que 1 ÷ 3 es igual a 31 , no es decir mas que “uno dividido
por tres es igual a uno dividido por tres”.
Esto puede sonar a frustración. El lector puede preguntar: Pero, ¿Qué es
uno dividido por tres? La respuesta es: ¿Cuál es la diferencia? Si 13 puede ser
manejado como si fuera la respuesta, ¿A qué buscar más?
A estas partes de la unidad se les llama “fracciones” o “quebrados” (del
latı́n “quebrar”) puesto que se obtienen al “quebrar” 1 en partes. Los números
comunes son llamados por contraste “enteros” (de una palabra latina que
significa “integro”). Las fracciones o quebrados pueden, también, ser vistas
como partes de números enteros o de un total de cosas en general.
Y, ahora, vamos a considerar el manejo de los quebrados.
Empezaremos por preguntar si pueden sumarse los quebrados y, si es
ası́, cómo puede hacerse la operación. Supongamos que queremos sumar 13
y 13 . Si cambiamos el problema a palabras parece bastante sencillo. Aquı́
hay un tercio y allá otro tercio. Sumando ambos, obviamente tendrá usted
dos tercios. (Exactamente como una manzana más otra manzana son dos
manzanas.)
La siguiente pregunta es: ¿Cómo simbolizar dos tercios? Si un tercio se
escribe 13 , es lógico suponer que dos tercios deberán escribirse 23 . Eso lo pode-
mos comprobar. El sı́mbolo 13 significa “uno dividido por tres”; por lo tanto,
el sı́mbolo 23 debe significar “dos dividido por tres”.
Pero, ¿Cómo hacemos para dividir dos entre tres? Si tuviéramos dos pe-
queños pasteles y tres niños, podrı́amos hacerlo dividiendo cada pastel en
tres partes iguales que nos darı́an 6 partes iguales, cada una igual a un tercio
de pastel. Estas 6 partes podrı́an ser divididas entre los 3 niños dando a cada
uno 2 pedazos, con lo cual acabarı́an recibiendo dos tercios de pastel. (??)
En consecuencia, dos tercios pueden considerarse como el cociente de 2÷3
y pueden representarse como 23 .
Usando el mismo tipo de razonamiento, se puede demostrar que cualquier
división puede representarse en forma de quebrado. Cuarenta y tres paste-
les divididos por partes iguales entre setenta y tres personas darán como
resultado el que cada persona reciba 43 73
de pastel.
Pero volviendo a nuestra suma y resta. En la misma forma en que razo-
46 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS

Figura 4.2

namos con 13 + 13 , podemos razonar que 51 + 15 + 15 = 35 y que 35 − 25 = 15 .


Podemos fijar una regla general. Al sumar o restar quebrados con “de-
nominadores” (nombre dado al número del quebrado que se encuentra abajo
de la lı́nea o a la derecha de la diagonal que se usa algunas veces) iguales
solamente es necesario sumar o restar los “numeradores” (nombre dado al
número superior del quebrado, o al de la izquierda de la diagonal).
Lo mismo sucede con la multiplicación y división de quebrados por ente-
ros; solamente se afecta el numerador del quebrado. El producto de 17 con 6
es igual a 67 . El cociente de 18
23
2
divididos entre 9 es 23 . Exactamente como, si
multiplicara 1 manzana por 6, el resultado serı́a 6 manzanas, o si dividiera
18 manzanas entre 9, el cociente serı́a de 2 manzanas. Puede suceder que
47

durante las sumas o multiplicaciones de los quebrados el numerador resulte


tan grande o cuando menos más grande que el denominador. Por ejemplo, en
la suma de 13 + 31 + 13 la respuesta es 33 , ası́ como en 13 × 3 . ¿Qué significan
3
3
? Evidentemente, si se divide una unidad en tres partes iguales y después
se suman las partes, volverá a tener su unidad original. En otras palabras, 33
equivalen a 1 entero; y está de acuerdo con la definición que hemos hecho de
un quebrado, puesto que 3 ÷ 3 = 1.
En la misma forma 22 , 44 , 2727
109476
o 109476 son todos, equivalentes a 1.
1
Pero, ¿Qué sucede si 3 es multiplicado por 4 para que la respuesta sea 34 ?
¿Cuál es la significación de 34 ? Bueno, 43 pueden considerarse como 33 + 13 . Ya
sabemos que 33 son iguales a 1, por lo tanto, 34 deben ser iguales a 1 + 31 y, en
1
esa forma, se escribe 13 o 1 1/3, leyéndose “uno un tercio”.
Generalmente, en la escuela nos enseñan a cambiar en enteros tanto como
sea posible de un quebrado. Por ese motivo, estamos habituados a cambiar
4
3 1
a 13 , 27
5 5
a 25 y ası́ sucesivamente. No existe una razón real para hacer
esto. En realidad, es más fácil manejar 34 y 27 5 1 5
que 13 y 25 . Es solamente el
conservatismo natural de un mundo que ha tenido que aceptar las fracciones,
habiendo estado acostumbrado a manejar durante años únicamente enteros.
Realmente, los quebrados con valores menores de 1 (esto es, con el nume-
rador numéricamente menor que el denominador) son llamados “quebrados
propios”. Aquellos iguales o mayores de 1 (es decir, aquellos con el numera-
dor igual o mayor que el denominador) son llamados, no obstante, con débil
desaprobación “quebrados impropios”.
Sin embargo, es importante recordar que todos los quebrados pueden
manejarse de igual manera. Desde el punto de vista matemático, todos son
igualmente “propios”.

El denominador se una al juego


Supongamos que consideramos la fracción 36 . En valor es igual a 2, como
podrá verse al convertir 63 en 6 ÷ 3.
Ahora bien, ¿Qué sucede si multiplicamos tanto el numerador como el
denominador por 2, cambiando 36 a 12 6
? Evidentemente, nada le sucede al
valor del quebrado puesto que 12÷6 siguen siendo 2. O podrı́amos multiplicar
el numerador y el denominador de 63 por 3 para obtener 18 9
; o por 27 para
obtener 162
81
; o por 101 para obtener 606
303
. En todos los casos, el valor del
quebrado, como si se obtuviera por división, sigue siendo 2 y, por lo tanto,
48 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS

permanece intacto.
Lo mismo acontecerı́a si hubiéramos empezado con 120 60
(igual a 2) y divi-
60
diéramos tanto el numerador como el denominador entre 2 (para obtener 30 )
40
o entre 3 (para obtener 20 ) o entre 4 (para obtener 30 15
) y ası́ sucesivamente.
En todos los casos, el valor permanecerı́a igual.
Ni serı́an diferentes las cosas si estuviéramos tratando con un quebrado
que no fuera igual en valor a un entero. Si 13 es multiplicado superior e
inferiormente por 2, para formar 26 , no hay cambio.
Si se dividió un pastel en 3 partes iguales y se tomó una parte, o se dividió
en 6 partes iguales y se tomaron 2, se terminará con la misma cantidad de
pastel en cada ocasión. Consecuentemente, 31 y 26 son idénticos.
Entonces, la regla general es que pueden multiplicarse o dividirse el nu-
merador y el denominador de cualquier quebrado por un mismo número sin
que se altere su valor. Esta puede ser una regla útil en diversas formas. Por
ejemplo, permite prescindir algunas veces (no siempre) de los números altos.
126
Por ejemplo, el quebrado 189 puede ser dividido superior e inferiormente,
entre 63 y se convierte en el familiar 23 .
También 155
31
divididos superior e inferiormente entre 31, se convierten en
5
1
que equivalen a 5, puesto que 5 ÷ 1 = 5.
Esta es la primera vez que menciono quebrados con un denominador del 1
y éstos son excepcionalmente importantes. Recuérdese que cualquier número
dividido por 1 permanece sin cambio alguno en su valor. Esto significa que
cualquier quebrado con denominador de 1 es igual en valor a su numerador.
En esta forma, 273 1
= 273; 50993
1
= 50993, y ası́ sucesivamente. Por esta razón,
no tenemos que dividir los números como quebrados, convirtiendo todos los
enteros en quebrados y poniendo al mismo entero como numerador y a 1
como denominador.
Los quebrados con denominador de 1 pueden manejarse en igual forma
que los demás:
15 15 30 4 3 12
+ = ; × =
1 1 1 1 1 1
El lector preguntará que cuál es la ventaja de agregar una lı́nea y un deno-
minador aparentemente innecesarios a enteros perfectamente satisfactorios.
La respuesta es que, en esa forma se permite a los enteros y los quebrados
tomar parte conjuntamente y con mayor facilidad en las operaciones aritméti-
cas.
Por ejemplo, ¿Cómo sumar 13 y 15 ? Hasta ahora, sólo hemos venido suman-
do quebrados con los mismos denominadores, pero parece necesario encontrar
49

la forma de convertir estos quebrados en otros que tengan los mismos deno-
minadores. Aquı́ es donde la multiplicación superior e inferior es nuevamente
útil.
Primero multiplicamos 13 × 5, superior e inferiormente. Esto nos permite
5
obtener 15 sin cambiar el valor del quebrado. Después, multiplicamos 51 ×3, en
3
la misma forma anterior, para obtener 15 , nuevamente sin cambiar su valor.
1 1 5 3
Por lo tanto, 3 + 5 son iguales que 15 + 15 , y estos últimos son mas fáciles
8
de manejar. La respuesta, obvia, es: 15 .
Ahora bien, podemos seguir el mismo sistema en las sumas que compren-
dan tanto enteros como quebrados, si cambiamos los enteros a quebrados
1
de “denominador uno”. Para sumar 3 + 13 + 14 , primero convertimos todo
a quebrados: 31 + 13 + 45 . Después, multiplicamos cada quebrado superior e
inferiormente, en forma tal que terminemos con quebrados de igual denomi-
nador; el primer quebrado por 12, el segundo por 4 y el tercero por 3. Esto
nos da: 36 12
4 15
+ 12 12
, que suman 55
12
.
55
Si el lector desaprueba los quebrados impropios, 12 pueden ser convertidos
en 4812
+ 7
12
, que suman 4.

Quebrados bajo cero


Todo lo que hasta ahora he dicho sobre los quebrados tiene perfecta vali-
dez en los números negativos. Ası́ −1 ÷ 3 puede escribirse −1 3
y, 1 ÷ −3 puede
1
escribirse −3 . En cualquier caso (puesto que negativo dividido entre positivo
y viceversa dan cada uno cociente negativo) la totalidad del quebrado puede
considerarse negativa y sencillamente escribir − 13 . Aquı́ el signo de menos se
aplica a todo el quebrado y no en particular al numerador o al denominador.
−1
Por otro lado, −1÷−3 puede escribirse −3 y puesto que negativo dividido
−1
entre negativo da un cociente positivo, −3 puede considerarse como + 31 .
Los quebrados negativos se manejan en la suma y la resta sobre las mismas
bases que los quebrados positivos.
1
Por ejemplo, ¿Qué significa 1 − 13 ? Transformando ambos a quebrados
tenemos 13 − 43 . Para obtener denominadores semejantes, multiplicamos 11 por
3, superior e inferiormente. Ası́ obtenemos 33 − 43 siendo la respuesta − 31 .
50 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS
Capı́tulo 5

Fraccionando por dieces

Evitando la división
Por ningún motivo hemos terminado con los quebrados. Hasta ahora sólo
hemos multiplicado y divido a los quebrados por los enteros. ¿Es posible
multiplicar y dividir quebrados por quebrados? Y si ası́ es, ¿Cuál es la forma?
Supongamos que partimos 13 en dos partes iguales. Tres tercios, tomados
en conjunto, equivalen a 1 entero. Si partimos cada tercio en dos, se nece-
sitarán 6 pequeñas partes para hacer un entero. Por lo tanto, cada una de
estas pequeñas partes equivale a un sexto y, por ende, podemos decir que la
mitad de un tercio es un sexto.
Siguiendo el mismo razonamiento, la mitad de un cuarto es un octavo y
un tercio de un cuarto es un doceavo.
Una forma conveniente de simbolizar esto es escribir:
1 1 1 1 1 1 1 1 1
× = ; × = ; × =
3 2 6 4 2 8 3 4 12
Se usa el signo de multiplicación, porque parece que obtenemos la res-
puesta correcta en cada caso si multiplicamos los dos denominadores. Sin
embargo, ¿Qué diremos de los numeradores? El 1 parece no haberse tocado,
pero, por otro lado, 1 × 1 = 1. La respuesta a la pregunta es: vamos a ensayar
quebrados con numeradores distintos a 1.
Supongamos que partimos el 10 en 5 partes iguales. Cada parte equivale a
un quinto de 10. Como 10÷5 = 2, ese quinto de diez es igual a 2. La frase “un
quinto de diez” puede escribirse 51 × 10 , pero vamos a fraccionarlo. Primero,
1 2
5
puede convertirse en 10 al multiplicarlo por 2, superior e inferiormente,

51
52 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

a fin de cambiar el numerador de 1. Después, el 10 puede convertirse en


10
1
y multiplicando tanto el numerador como el denominador por 3, puede
transformarse en 30 3
.
Entonces, podemos decir que 15 ×10 es lo mismo que 10 2
× 30
3
. Si multiplica-
mos estos dos últimos quebrados, numerador por numerador y denominador
por denominador, obtenemos 2×30 10×3
60
o sea 30 , o 2 enteros. Este es el resultado
que esperábamos.
O supongamos que en la multiplicación 13 × 21 habı́amos convertido los
4 6
quebrados en 12 y 12 –como podı́amos haberlo hecho– multiplicando el pri-
4 6
mero superior e inferior por 4 y el segundo por 6. Ahora bien, 12 × 12 es
24
igual a 144 , si seguimos el sistema de multiplicación de numerador por nu-
24
merador y denominador por denominador. Dividiendo la respuesta 144 ÷ 24
1 1
(24 ÷ 24 = 1) y (144 ÷ 24 = 6) obtenemos 6 , que hemos decidido es el
resultado correcto de 31 × 21 .
La división opera en forma semejante. Los numeradores deben ser dividi-
dos por los numeradores y los denominadores por los denominadores.
Ası́, 10
21
÷ 75 es igual a 10÷5
11÷7
o 23 . Sin embargo, aquı́ se presenta una complica-
ción. ¿Qué sucede cuando al dividir un numerador por otro o un denominador
por otro (o ambos) el cociente no da una cifra cerrada? Supongamos que se
trata de dividir 27 por 23 . Tanto el numerador como el denominador arrojarán
fracciones; existirı́an fracciones dentro de las fracciones.
Afortunadamente, puede evitarse tal división.
Volvamos a nuestro problema de fraccionar el 10 en 5 partes iguales.
Obtendremos la misma respuesta, 2, bien sea que escribamos 10 ÷ 5, o 10 × 15 .
Ahora bien, 5 puede escribirse 51 , y 51 , por decirlo ası́, es 15 al revés.
Dos fracciones semejantes una a la otra, excepto que el numerador de una
es el denominador de otra y viceversa, se dice que son “fracciones o quebrados
inversos”. La palabra “inverso” viene de un término latino que significa “al
contrario”. Ciertamente 51 son 51 “al contrario”. Ası́, 5 es el inverso de 15 y 51
es el inverso de 5. Más aún, 23 son los inversos de 32 ; 126 55
son los inversos de
126
55
, y ası́ sucesivamente.
Entonces, cuando decimos que 10 ÷ 5 da el mismo resultado que 10 × 15 ,
parece que fuera igual dividir por un número que multiplicar por su inverso.
(Téngase presente que, en este procedimiento, el inverso es siempre el divisor
y nunca el dividendo.) Probemos otro caso. Arriba acabo de manifestar que
10
21
÷ 57 era igual a 32 . Supongamos que, en vez de esto, tenemos 21 10
× 75 . La
70
respuesta serı́a de 105 . Dividiendo esa fracción –superior e inferiormente–
entre 35, obtenemos 23 o sea la misma respuesta.
53

Ahora podemos dividir 57 entre 23 , sin el peligro de las fracciones dentro


de las fracciones, multiplicando 75 × 32 . El resultado es 14 15
.
Más aún, al multiplicar fracciones, debemos recordar que no tiene im-
portancia el orden en que se hagan las operaciones. Por ejemplo, multiplicar
10
21
× 75 es lo mismo que multiplicar 10 5
7
× 21 . En el primer caso, la operación
10×7 10×7 70
es 21×5 y en el segundo 5×21 . En cualquiera de los casos, obtenemos 105 ,o
2
(dividiendo numeradores y denominadores entre 35) 3 .
10
Pero existe una ventaja en la segunda operación. Los quebrados 21 y 75
10
no pueden ser reducidos en forma más sencilla, pero 5 pueden convertirse,
a simple vista, en 12 y 217
que, como fácilmente se ve, equivalen a 13 .
El problema de 10 5
× 217
es cambiado a 21 × 31 , obteniendo ası́ 23 .
La utilidad de trabajar, siempre que sea posible, con numeros mas pe-
queños, conduce a la rutina de la división superior e inferior de los quebrados,
sin siquiera molestarse en cambiar el orden de los mismos. Ası́, en el proble-
7 17
ma 10 × 49 , el numerador de uno de los quebrados y el denominador del otro
1
son divididos entre 7, con lo cual queda cambiado el problema a 10 × 177
. En
17
cualquier caso, la respuesta es la misma: 70 , pero es más fácil obtenerla por
medio de la segunda versión.
La conveniencia de reducir “a los términos más bajos” o buscar los “fac-
tores” cuando se multiplican los quebrados, conduce al confiado estudiante
a intentar el mismo ardid al efectuar sumas de quebrados. Nada más que en
7 17 1
la suma no opera. La suma de 10 + 49 no es la misma que la de 10 + 177
. La
513 1239
primera suma llega a 490 y la segunda a 490 .
La dificultad estriba aquı́ en que, antes de que pueda uno hacer cualquier
cosa, en la suma de quebrados, debe igualar los denominadores. En el ca-
7
so de 10 + 1749
, puede hacerse multiplicando el primer quebrado –superior e
inferiormente– por 49 y el segundo por 10, a fin de obtener 343 490
+ 170
490
. Una
vez que se haya hecho esto, se verá la inutilidad de buscar factores porque el
resultado será que los denominadores quedarán nuevamente fuera de lı́nea.
Por lo tanto, en la suma de quebrados, hay que olvidarse de los factores.

Forzando los quebrados a alinearse


Sin embargo, debe admitirse que hay algo que no es muy bueno en los
1
quebrados. Ya sea que “uno y medio” se escriba 1 1/2, o 12 , la fracción rompe
la corriente uniforme y la hermosa lógica de la anotación de posiciones.
54 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

El número 3184 3
4
significa, de acuerdo con nuestros valores de posi-
ciones, 3 “miles” más 1 “ciento” más 8 “docenas” más 4 “unidades” más 3
“cuartos de unidad”. Hasta que nos encontramos con esa miserable fracción
hemos dejado que cada lugar tenga un valor decuplicado con respecto al lugar
a su izquierda. ¿Por qué no pasamos el lugar de las “unidades”?
1 1 1
En otras palabras, 1000 × 10 = 100; 100 × 10 = 10 y 10 × 10 = 1. Hasta
1 1
aquı́ eso está muy bien, pero, ¿Por qué no continuar como sigue: 1 × 10 = 10 ;
1 1 1 1 1 1
10
× 10 = 100 ; 100 × 10 = 1000 , y ası́ sucesivamente? En esta forma, usando un
sistema constantemente, podemos pasar la posición de las “unidades”, con-
virtiéndolas en “décimos”, “centésimos”, “milésimos”, y ası́ sucesivamente.
Vamos a considerar la fracción 12 . Multiplicando tanto el numerador como
5
el denominador por 5, resulta que podemos expresarla también diciendo 10
Un número como 55 1
2
puede cambiarse a 55 5
10
o a 55.5, leyéndose este
último como “cincuenta y cinco punto cinco”, colocándose el punto inme-
diatamente después del lugar de las unidades, para separar los enteros de
las fracciones. Entonces, la situación de los números puede leerse como 5
“decenas” más “unidades” más 5 “décimos”.
La fracción 34 puede ser convertida –multiplicando tanto el numerador
75 70 5 7 5
como el denominador por 25– en 100 . Estos son iguales a 100 + 100 o a 10 + 100 .
Por lo tanto, el número 55 3
4
puede escribirse como 55.75 (5 “decenas” más
5 “unidades” más 7 “décimos” más 5 “centésimos”).
Las fracciones en forma de “décimos”, “centésimos” o “milésimos”, son
llamadas fracciones decimales (de una palabra latina para “diez”). Cuan-
do las fracciones decimales están unidas a una cifra, como resultado de una
operación aritmética, los productos como 55.5 y 55.75 son llamados decima-
les y el punto usado para separar los enteros de las fracciones es el “punto
decimal”.
7
Una fracción decimal que sea menor que uno, tal como 10 , debe escribirse
siempre como .7 poniendo a la derecha de la misma el punto decimal. El
peligro de perder el lugar del punto decimal es considerable y la equivocación
de poner .7 en vez de 7 puede producir un gran error. Se acostumbra, por esta
razón, escribir .7 como 0.7 (cero “unidades” más 7 “décimos”, que es lo mismo
que decir simplemente 7 “décimos”) con el único objeto de proteger el punto
7
decimal. Podrı́a uno escribir también 10 como 0.70, 0.700, o 0.700000000. El
aumento de 0 “centésimos” más 0 “milésimos”, no cambia el valor original
numérico de 0.7.
La gran ventaja del sistema decimal consiste en que, al sumar y restar,
uno puede olvidarse de las fracciones y operar como si solamente se tratara de
55

enteros. En el ábaco, por ejemplo, no se necesita hacer que el barrote inferior


sea el de las “unidades”. Puede hacerse que el barrote de en medio sea el
correspondiente a las unidades, dejando que los barrotes que siguen hacia
arriba sean “decenas”, “centenas”, “millares” y ası́ sucesivamente, mientras
que los que van hacia abajo sean “décimos”, “centésimos”, “milésimos”, y
ası́ sucesivamente. Las operaciones en el ábaco común y corriente trabajarán
bien sea en millares o en operaciones con papel y lápiz.
56 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

1 1
Supongamos que deseamos sumar 12 + 34 , conservando las fracciones.
Primero, cambiarı́amos los números a 32 + 74 , después a 64 + 74 , para obtener
13
4
, los cuales cambiarı́amos posteriormente a 14 . 3
1
Pero supóngase que, en vez de eso, usamos decimales. El 12 se convierte
1
en 1.5 y el 34 a 1.75. Los sumamos como sigue:

1.50
+ 1.75
3.25

(Adviértase que he escrito 1.5 como 1.50 con objeto de tener algo en la
columna de los centésimos, puesto que hay un número en esa columna co-
rrespondiente al otro decimal.) El dejar fuera ese 0 aumentarı́a la posibilidad
de que los principiantes escribieran:

1.50
+1.75

lo cual ocasionarı́a dificultades.


2 5
La respuesta a la versión decimal es 3.25, la cual es 3 más 10 más 100 .
1
3
Esto, por si desea el lector verificarlo, es igual a 4 , respuesta que sabemos
es correcta.
En realidad no hay necesidad de estar cambiando de quebrados a decima-
les. Una vez que la anotación decimal se fija en la mente, es posible trabajar
totalmente con decimales y sentirse a gusto con ellos.

Atinos y desatinos norteamericanos


Un ejemplo del cómodo uso del método decimal se encuentra en el sistema
monetario norteamericano. Las monedas son decimales por decimales por
naturaleza, ya que 10 milésimos equivalen a 1 centavo; 10 centavos equivalen
a un décimo de dólar; (1 dime), 10 décimos (diez dimes) equivalen a 1 dólar.
(Con toda seguridad podemos afirmar que nunca se han usado los milésimos
y las águilas, pero se ha conservado el principio de ley). 1
1
El término “águila” se aplicaba en los Estados Unidos especı́ficamente a la moneda
de oro de 10 dolares. Obtuvo su nombre del hecho de que el águila, emblema familiar
de los Estados Unidos, aparezca a su reverso. (En forma semejante, la libra oro acuñada
57

Por la anterior explicación, siempre podemos referirnos al dinero en de-


cimales. Ejemplificando, si uno tiene 13.26 dólares en su bolsillo, en total,
éstos pueden estar divididos en 1 billete de diez dólares, 3 billetes de 1 dólar,
dos décimos de dolar (dimes) y 6 centésimos de dólar (centavos).
Claro que puede no tenerlos en esa forma, sino tener, en lugar de eso l
billete de 1 dólar, 5 monedas de medio dólar, 9 cuartos de dólar, 4 décimos
(dimes), 2 nı́queles (0.05 centavos) y 1 centavo(penny). Sin embargo, estas
monedas fraccionarias siempre se escriben conforme al sistema decimal. Nun-
ca se escribe 21 dólar, sino 0.50. En igual forma, un cuarto de dólar se escribe
0.25; un décimo (dime), 0.10; un nı́quel, 0.05 y un centavo (penny) 0.01.
Como alternativa, las monedas pueden expresarse como 1, 5, 10, 25 y 50,
pero se conserva el sistema decimal.
Estamos tan acostumbrados a este sistema, que nunca nos ponemos a
pensar en las muchas ventajas que tiene. Sin embargo, reflexionemos durante
un momento sobre el sistema monetario británico, en el cual 4 cuartos de
penique hacen 1 penique (penny), 12 peniques (pence), un chelı́n (schilling);
y 10 chelines, una libra. Ciertamente, un inglés se enfrenta a una ardua tarea
para sumar 4 libras, 8 chelines, 2 peniques; más 15 libras, 19 chelines y 11
peniques. (El resultado es 20 libras, 8 chelines y 1 penique; pero dejaré que
el lector trate de encontrar como se llegó al mismo).
En realidad, un joven inglés dedica un tiempo considerable a aprender a
sumar las cantidades de dinero, contrariamente al joven norteamericano, o al
de otras nacionalidades donde prevalece el sistema monetario decimal, que no
requiere emplear tanto tiempo para ese objeto. Tan pronto como aprenden
aritmética, pueden manejar el sistema monetario.
Sin embargo, los Estados Unidos y la Gran Bretaña conservan aún el
desordenado extremo de la batuta en lo que a medidas comunes se refiere.
El sistema normal de medidas que se usa en todo el mundo, excepto en los
paı́ses de habla inglesa, es el “sistema métrico”, que fue inventado en Francia

por Inglaterra es llamada “un soberano” debido a que aparece en la misma la cabeza del
monarca inglés.) Habiéndose retirado la circulación las monedas de oro en los Estados
Unidos, se ha olvidado el término “águila”, pero en el pasado, la moneda de oro de 20
dólares era un “águila doble”, la de 5 dólares, una “media águila” y la de 2.50 dólares, un
“cuarto de águila”.
El sistema monetario norteamericano a base de decimales, puede continuar hacia arriba
si usamos algunos de los términos vulgares con los cuales se designan los billetes de mayor
valor. Por ejemplo, diez águilas equivalen a un billete de 100 dólares y diez billetes de 100
dolares a un “grande”, o sea un billete de 1000 dólares.
58 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

en 1791.
El sistema métrico es decimal. Para poner un ejemplo, podemos conside-
rar las unidades de longitud. La unidad métrica de longitud es el “metro”
(que tiene 39.37 pulgadas de longitud y de donde toma su nombre el sis-
tema.) Diez metros equivalen a un “decámetro”, diez decámetros equivalen
a un “hectómetro” y diez hectómetros son un “kilómetro”. En forma des-
cendente, un décimo de metro es un “decı́metro,” un décimo de éste es un
“centı́metro”, y un décimo de éste es un “milı́metro”. 2
Esto significa que algo que tiene 2 kilómetros, 5 hectometros, 1 decáme-
tro, 7 metros, 8 decı́metros, 2 centı́metros y 9 milı́metros de longitud, mide
2517.829 metros. Ası́ de sencillo es reunirlos. Si tiene uno dos objetos, uno
de los cuales mide 2 metros 8 decı́metros y 9 centı́metros y el otro 5 metros 5
decı́metros y 5 centı́metros, la longitud combinada de ambos es de 2.89+5.55,
o sea 8.44 metros, pudiéndose leer también como 8 metros 4 decı́metros y 4
centı́metros (o, simplemente, 8 metros 44 centı́metros, como se prefiera.)
Compárese esto con el sistema británico y norteamericano de medición
de longitudes, empezando por la pulgada, como vamos a demostrarlo.

12 pulgadas = 1 pie
3 pies = 1 yarda
5 1
2
yardas = 1 pértica ( 1
2 16
pies)
1
40 pérticas = 1 estadio ( 18 de milla)
8 estadios = 1 milla

Evidentemente, esto es demasiado complicado. En la práctica nunca se


usan la pértica y los estadios. En vez de ellos se supone que 1760 yardas (
5 1
2
× 8) hacen una milla.
Pero aun ası́, ¿Cuánto suman 1 milla y 1632 yardas, más 2 millas con 854
yardas? La respuesta es: 4 millas 726 yardas, pero, ¿Cómo la obtuve y cómo
podrı́a el lector resolver el problema?
Utilizando unidades más pequeñas, ¿Cuánto suman 3 yardas, 2 pies 8 pul-
gadas, y 5 yardas, 2 pies, 7 pulgadas? Respuesta: 9 yardas 2 pies 3 pulgadas.
¿Cómo se obtuvo?
2
La palabra “metro” (métre en francés) viene del latı́n “metrum” que significa “medir”.
Los prefijos para los múltiplos del metro vienen de palabras griegas, mientras que los
correspondientes a las subdivisiones del metro vienen de palabras latinas. Por tanto, los
prefijos “deca-”, “hecto-” y “kilo-” vienen de las palabras griegas “deka” (diez). “hekaton”
(cien), y “kilo” (mil). Los prefijos “deci-” “centi-”, y “mili-”, vienen de las latinas “decem”
(diez). “centum” (ciem) y “mille” (mil).
59

Los niños norteamericanos tienen que dedicar gran cantidad de tiempo


al aprender como manejar tales unidades. Tienen que aprender, asimismo,
y entendérselas con las unidades de volumen, peso y superficie, y ası́ su-
cesivamente, cada una de las cuales tiene su propia variedad tradicional de
desatino. Generalmente, nunca aprenden completamente tal manejo. En cam-
bio, los niños soviéticos (la Unión Soviética ha adoptado el sistema métrico)
no tienen ninguna dificultad. Manejan todo tipo de unidades por medio de
sumas comunes y corrientes.
¿Por qué se apegan los norteamericanos a este sistema de medidas tan
complicado, en vez de adoptar el sistema métrico? En parte, porque signifi-
carı́a una gran inversión inicial, ya que todos los instrumentos y herrramientas
tendrı́an que desecharse y rediseñarse para adaptarlos a las nuevas medidas,
pero, principalmente, porque se respeta la tradición. Las gentes están acos-
tumbradas a los métodos antiguos y los cambian solamente a regañadientes.
En un caso como éste, tendrı́an que ser forzadas por el Gobierno, y la Gran
Bretaña y los Estados Unidos también tienen una tradición: no forzar a las
personas.
Entre paréntesis, los cientı́ficos norteamericanos y británicos, que valúan
la simplicidad de operación aun sobre la comodidad de una rutina, han adop-
tado uniformemente el sistema métrico. En realidad, los cientı́ficos norteame-
ricanos lo usan con frecuencia en forma casi irreverente. Por ejemplo, los que
trabajan para el gobierno y tienen algunas veces que tratar con grandes cifras
de dinero, se refieren jocosamente a mil dólares como “Kilodólares” (Kilo-
buck). (Buck, como se sabe, es la forma vulgar de designar al dólar, tal vez
porque “buck” era la expresión vulgar para designar a una ficha de póquer).
Igualmente, se refieren a un millón de dólares como “megadólares”, puesto
que el prefijo “mega-” (del griego “megas”, que significa “grande”) es usado
en el sistema métrico para denotar un millón de algo.

Localización del punto decimal


Hasta aquı́ el sistema decimal puede parecer como el cielo en la tierra,
comparado con las fracciones ordinarias; pero, efectivamente, como todos
los cielos en la tierra, tiene sus desventajas. Por ejemplo, siempre existe el
problema de poner el punto decimal en la posición correcta.
Como ejemplo, consideremos el problema 0.2 × 0.2
Uno podrı́a tratar de resolver esta multiplicación razonando como sigue:
60 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

2 + 2 = 4 y 2 × 2 = 4; por lo tanto, como 0.2 + 0.2 = 0.4, ¿no deben ser


0.2 × 0.2 = 0.4?
Bueno, pues no deben serlo, y vamos a ver cuál es la razón. Si cambiamos a
quebrados (que ya hemos aprendido a manejar), el decimal 0.2 se convierte en
2
10
Ahora bien si multiplicamos numerador y denominador de ambos números,
2 2 4 4
tenemos 10 × 10 = 100 ; y 100 en decimales es igual a 0.04. En consecuencia,
0.2 × 0.2 no es igual a 0.4, sino a 0.04.
Podemos ensayar otras multiplicaciones de decimales, verificando los re-
sultados por medio de los quebrados equivalentes y conducirán, por ejemplo,
a que 0.82 × 0.21 = 0.1722, mientras que 0.82 × 2.1 = 1.722(Después de todo,
82 21 1722 82 21
100
× 100 = 10000 mientras que, 100 × 10 = 1722
1000
)
Al final es posible decidir sobre una regla general: al multiplicar decimales,
en la respuesta, el número de cifras a la derecha del punto decimal es igual
al número total de cifras a la derecha de los puntos decimales de los números
que se están multiplicando.
Ası́ 0.2 × 0.2, entre los dos, tienen un total de dos cifras a la derecha del
punto decimal, lo mismo que, 0.04 (se cuenta el cero a la derecha del decimal
como una cifra).
Naturalmente, si uno de los números que esta siendo multiplicado es un
entero, esto no afecta la posición del punto decimal. En ese caso el punto
decimal ocupa el mismo lugar en la respuesta que el que tiene en el número
decimal que está siendo multiplicado. De donde, 0.2 × 2 = 0.4; 1.5 × 5 = 7.5 y
1.1×154 = 169.4. Esto, como puede verse, va de acuerdo con la regla. En cada
caso, el número de cifras a la derecha del punto decimal en la respuesta es
igual al número total de cifras a la derecha del punto decimal en los números
que están siendo multiplicados.
La colocación del punto decimal en la división de decimales puede hacerse
en forma semejante, aun cuando al contrario. En realidad se acostumbra sim-
plificar el asunto quitando el punto decimal del divisor (o del denominador,
cuando la división se escribe en forma de quebrado). Por ejemplo, suponga-
mos que se desea dividir 1.82 entre 0.2. Esto puede expresarse como 1.82 0.2
y,
como quebrado, retendrá su valor si tanto el numerador como el denominador
son multiplicados por 10. Ahora 1.82 × 10 (siguiendo nuestra regla decimal)
se convierte en 18.20 o 18.2 puesto que el último cero no agrega nada al valor
numérico y puede eliminarse. De igual manera 0.2 × 10 = 2.0 y es justamente
2 (puesto que 2 más 0 décimos, no es diferente a decir simplemente 2).
En consecuencia, el quebrado puede escribirse como 18.2 2
convirtiéndose
el denominador en un entero. Y puesto que es un entero, puede llevarse a
61

cabo la división sin cambiar en el numerador la posición del punto decimal


(como en los casos semejantes mencionados en relación con la multiplicación).
Existiendo una cifra a la derecha del punto decimal en el numerador, debe
existir una cifra a la derecha en el cociente y 18.2
2
= 9.1.
Esto nos da un método para la conversión de fracciones ordinarias a de-
cimales usando la división. Supongamos que deseamos obtener el equivalente
1
decimal de 40 . Podrı́amos escribirlo como 1.000
40
y como estamos dividiendo
entre un entero, la posición del punto decimal no cambiará. La división pro-
seguirá como se indica a continuación:

0.025
40 1.000
80
200
200
0

1
Se demuestra que el equivalente decimal de 40 es 0.025.
Se puede verificar esto convirtiendo 0.025 en quebrados ordinarios. Es
2 5 20 5 25
100
+ 1000
, o 1000 + 1000 , o 1000 y si este último es dividido el numerador como
1
el denominador entre 25, ciertamente demuestra ser 40 .

Moviendo el punto decimal


Vamos a efectuar un examen más concienzudo al asunto de la multiplica-
ción por 10. En un párrafo anterior multiplicamos 1.82 por 10 y obtuvimos
18.2. Obsérvese que la multiplicación no tuvo más efecto que mover el punto
decimal un lugar a la derecha. En igual forma lo moverı́a dos lugares a la
derecha si la multiplicación fuera por 100 y tres lugares a la derecha si fuera
por 1000. (Trate el lector de hacerlo y se convencerá.)
A la inversa, la división por 10, simplemente comprenderı́a mover a la
izquierda el punto decimal. Ası́ 1.82 ÷ 10 serı́a equivalente, por regla inversa,
1
a 1.82 × 10 . Esto serı́a, en decimales, 1.82 × 0.1, y si estos fueran llevados con
atención a la regla para localizar el punto decimal en las multiplicaciones, la
respuesta serı́a 0.182. Como puede verse el punto decimal, verdaderamente
es movido un lugar a la izquierda.
62 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

Dividiendo por 100, el punto decimal se moverı́a, en la misma forma,


dos lugares a la izquierda; dividiendo por 1000, se moverı́a tres lugares a la
izquierda, y ası́ sucesivamente.
Y puesto que el cambio de una cifra por multiplicación o división de 10 da
como resultado el conservar los números y nada más mover el punto decimal,
es particularmente conveniente que nos familiaricemos con el “porcentaje”.
Generalmente, se acostumbra, con las personas o instituciones que por
negocio prestan dinero pagarles determinada cantidad como “intereses”, adi-
cionados al valor del préstamo cuando se efectúa la devolución del mismo.
Esto se hace para compensarlos de la inconveniencia de no disponer de su
dinero durante un periodo determinado de tiempo, y también por el riesgo
que asumieron de la posible no recuperación del mismo. Como un ejemplo,
la persona o institución que presta, puede pedir 6 dólares al año por cada
100 dólares prestados.
Como el interés, usualmente, se calcula por unidades de cien (es decir,
tantos dólares, o pesos, o bolı́vares por año por cada 100 prestados), y como
la palabra latina es “per centum” de ésta deriva nuestro “por ciento” el
cual se simboliza como tanto por ciento (que en realidad es una forma del
signo de división) y, al hablar de un ingreso de 6 dólares por año por cada
100 prestados, realmente estamos expresando un “interés de seis por ciento
anual.”
Por lo general, en los negocios, las utilidades, márgenes de ganancia, co-
misiones, derechos de autor y otros asuntos semejantes, se calculan a base de
porcentaje.
Ahora bien, 1 por ciento significa 1 dólar o 1 peso o 1 de cualquier otra
1
moneda por cada 100 unidades de la misma, y se representa como 100 .Para
sacar el 1 por ciento de cualquier cifra, únicamente se requiere mover el
punto decimal dos lugares a la izquierda. Ası́, el 1 por ciento de 1350 dólares
es 13.50. La cantidad representada por el 6 por ciento de 1350 dólares serı́a
1
6 × 100 , o 6 × 13.50 = 81.00 dólares.
10 1
Una comisión de 10 por ciento serı́a 100 de la cifra original o 10 . En este
caso, el punto decimal se mueve un lugar a la izquierda. Una comisión de 10
por ciento sobre 1350 dólares equivaldrı́a a 135.
A veces se presentan dificultades. Una comisión de 1 por ciento sobre
675.37 dólares serı́a de 6.7537. En los negocios se ha adoptado, como solución
práctica, la norma de que las cifras con más de dos números a la derecha
del punto decimal, en lo referente a dinero, se redondeen, y en este caso la
comisión se considerarı́a ser de 6.75.
63

Todo esto opera muy bien en los sistemas monetarios decimales, pero no
tanto en el sistema británico. Un 10 por ciento sobre 135 libras y 10 chelines
resulta ser 13 libras y 11 chelines. (¿Puede al lector resolver eso?)

Decimales sinfin
En el sistema decimal, una incomodidad más seria que el mismo problema
de encontrar la colocación del punto, es el hecho de que algunas fracciones
no pueden expresarse como decimales en forma ordinaria.
Por ejemplo, ¿como podemos expresar 13 como decimal?
Para encontrar la forma escribiremos 31 como 1.00000000
3
y procederemos a
dividir como sigue:

0.33333333
3 1.00000000
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
1

Pero no tiene objeto continuar. Puede verse que continuarı́amos hasta


el infinito. El equivalente decimal de 13 es 0.333333333, y ası́ sucesivamente
tanto como queramos continuar.
Tomemos 17 como ejemplo siguiente. Si se convierte a 1.00000000
7
y se lleva a
cabo la división (lo dejo al arbitrio del lector), encontrará que el equivalente
64 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES

decimal de 17 es 0.142857142857142857 y ası́ sucesivamente, hasta donde quie-


ra uno llegar. Obsérvese la inacabable repetición de 142857 en la equivalencia
decimal de 71 .
No hay fin en la equivalencia decimal de 17 como no lo hay en la de 13 .
En la equivalencia decimal de 13 el número 3 continúa repitiéndose siempre,
mientras que en la de 17 el grupo de cifras 142857 se repite hasta el infinito.
Estos son ejemplos de “decimales repetidos”.
En cierto aspecto, todos los decimales pueden ser considerarse como “de-
cimales repetidos.” Aún el equivalente de 21 que es precisa y limpiamente
0.5, puede considerarse realmente ser 0.50000000000... con una interminable
repetición de ceros.
Algunas veces se coloca un punto sobre un numero decimal, para significar
que el número se repite. Ası́ 13 puede escribirse 0.3̇ y 21 puede escribirse como
0.50̇.
Si se trata de un grupo de números que se está repitiendo, ese grupo
puede incluirse en un paréntesis, colocando un punto sobre el mismo, por lo
˙
cual 17 puede escribirse como 0.(142857). 3

En realidad, cualquier fracción que tenga uno posibilidad de escribir,


tendrá un decimal que repite como su equivalente (aun cuando la unidad
que repita sea solamente un cero) y cualquier decimal que uno quiera hacer
y que repite, tiene como equivalente una fracción definida.
El lector puede preguntarse como manejar un decimal que repite, tal como
0.333333... en una operación aritmética. Una forma es usar el quebrado 13 .
En los problemas prácticos de la ciencia y la ingenierı́a, extrañamente, este
problema no existe, pero llegaré a eso posteriormente, al tratar lo relativo a
los decimales que son mas incómodos aún que estos repetidores que acabo
de exponer.

3
N. del Transcriptor se puede también representar de forma alterna con una barra sobre
los números, esto es 13 puede escribirse 0.3̄ y 17 puede escribirse como 0.142857
Capı́tulo 6

La forma de los números

Más entretenimientos griegos


Los matemáticos griegos eran esencialmente geómetras y dedicaban mu-
cho tiempo a arreglar los puntos en formas geométricas y a contar los mismos.
Por ejemplo, los puntos pueden arreglarse en forma de triángulo o de cuadra-
dos, según se puede observar en (??) y (??) respectivamente. Ası́, un número
de puntos que forme exactamente un triángulo, es un “número triangular”.
Puede imaginarse un solo punto como un triángulo ultra-microscópico en
sı́ mismo. Tres puntos formarán un triángulo, poniendo dos de ellos a los
lados y uno al centro arriba de los mismo. Seis puntos formarán un triángulo
más grande (tres puntos por lado) y ası́ sucesivamente.
Se pueden escribir todos los números triangulares en una lı́nea: 1, 3, 6, 10,
15, 21, 28, 36, 45, 55, y ası́ sucesivamente, representando cada uno de ellos
un triángulo con un punto más por lado que el número representado a la

Figura 6.1: Números triangulares

65
66 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

Figura 6.2: Números cuadrados

izquierda. La lista de números puede continuarse indefinidamente. Observese


que estos números muestran una cierta regularidad. El primer número es
sencillamente 1.
El siguiente, aun cuando es 3, es 1 + 2; después 6, que es 1 + 2 + 3; después
10, que es 1+2+3+4; después 15, que es 1+2+3+4+5; y ası́ sucesivamente.
Teniendo presente esta relación, se puede hacer la lista de números triangu-
lares indefinidamente, sin siquiera tener que hacer el triángulo y contar los
puntos. También se puede decir si un número es triangular o no, dividiéndo-
lo en una serie de sumas como las arriba indicadas. Si se tiene éxito, es un
número triangular.
Cualquier grupo de números que pueda construirse sucesivamente por
medio de un sistema como éste es llamado “serie”.
Los números que representan los puntos y forman un cuadrado también
forman una serie. Nuevamente, un solo punto puede considerarse por sı́ mismo
como un cuadrado ultra-microscópico.
A pesar de todo, se necesitan cuatro puntos para hacer un cuadrado con
dos puntos en cada lado; nueve puntos, para hacer uno con tres puntos en
cada lado, y ası́ sucesivamente. La serie de números cuadrados es: 1, 4, 9, 16,
25, 36, 49, 64, y ası́ sucesivamente, hasta donde se quiera llegar.
Si se observa esta serie cuidadosamente, se podrá notar que cada número
está formado de la suma sucesiva de números impares. Para empezar, 1 es 1;
pero 4 es 1 + 3; 9 es 1 + 3 + 5; 16 es 1 + 3 + 5 + 7, y ası́ sucesivamente.
La relación entre números en las series triangulares y en las series de
cuadrados puede también demostrarse diagramáticamente, como se observa
en (??) .
Los griegos también tenı́an números pentagonales, como puede verse en
(??). Estos son una especie de fusión de números triangulares y cuadrados.
67

(a) (b)

Figura 6.3: Relación entre números triangulares y números cuadrados

Figura 6.4: Números pentagonales


68 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

Figura 6.5: Cubos

Si se construye un pentágono a base de puntos, se encontrará que forman


una serie de números como sigue: 1, 5, 12, 22, 35, 51, 70, y ası́ sucesivamente.

Estos números se forman sumando a intervalos de 3. Por ejemplo, 1 es 1;


5 es 1 + 4; 12 es 1 + 4 + 7; 22 es 1 + 4 + 7 + 10, y ası́ sucesivamente.

Los griegos todavı́a tenı́an otras figuras geométricas, las cuales hacı́an
a base de puntos y, en general, los números resultantes de tal garrapateo
matemático son llamados “números figurativos”. Algunas de sus figuras eran
sólidas. Por ejemplo, pueden formarse cubos a base de puntos. Tales cubos
son difı́ciles de mostrar en la presente hoja, pero puede captarse la idea
observando (??).

La serie de números cúbicos es: 1,8, 27, 64, 125, y ası́ sucesivamente.

También aquı́ existe una relación que comprende la suma de números


impares, como en el caso de los números cuadrados, pero la suma no empieza
en cada caso con el 1. 1 es 1, pero 8 es 3 + 5; 27 es 7 + 9 + 11; 64 es
13 + 15 + 17 + 19, y ası́ sucesivamente. Cada grupo de números que se esté
sumando conjuntamente empieza donde terminó el anterior, y cada grupo
contiene un número más que el grupo anterior.
69

¡Punto de exclamación!

Hasta ahora, las series de números que he presentado pueden formarse


por medio de repetición de sumas. Sin embargo, también pueden incluir mul-
tiplicaciones. Una de las series que comprenden multiplicaciones surge como
sigue:

Supongamos que se dispone de 4 cuentas de colores diferentes, que tra-


tamos de ensartar, ¿Cuantas combinaciones de colores se pueden crear con
esas cuatro cuentas?

Si las cuentas son rojas, negras, azules y verdes (cualquier otro color
servirá para el objeto que tratamos de explicar) podrı́a empezarse ensar-
tando cualquiera de las cuatro. Ya tenemos aquı́ 4 posibilidades. Habiendo
ensartado una, se puede ensartar cualquiera de las tres restantes, con lo que
alcanzamos 4 × 3, o sea 12 posibilidades hasta ahora. Ya ensartados dos co-
lores podemos poner cualquiera de las dos restantes, y eso nos da 4 × 3 × 2,
o sea 24 posibilidades. Finalmente, con tres cuentas ensartadas, queda sola-
mente una, y se tiene 4 × 3 × 2 × 1, o sea 24 posibilidades. La siguiente tabla
demuestra lo anterior y cataloga las 24 combinaciones de colores.
70 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

azul verde RCAV (1)


café
verde azul RCVA (2)
café verde RACV (3)
rojo azul
verde café RAVC (4)
café azul RVCA (5)
verde
azul café RVAC (6)
azul verde CRAV (7)
rojo
verde azul CRVA (8)
rojo verde CARV (9)
café azul
verde rojo CAVR (10)
rojo azul CVRA (11)
verde
azul rojo CVAR (12)
café verde ARCV (13)
rojo
verde café ARVC (14)
rojo verde ACRV (15)
azul café
verde rojo ACVR (16)
rojo café AVRC (17)
verde
café rojo AVCR (18)
café azul VRCA (19)
rojo
azul café VRAC (20)
rojo azul VCRA (21)
verde café
azul rojo VCAR (22)
rojo café VARC (23)
azul
café rojo VACR (24)

Como puede verse, el número 24 fue formado como producto de la mul-


tiplicación de 4 × 3 × 2 × 1. Usando el mismo argumento, puede demostrarse
que las combinaciones posibles de 7 cuentas de diferentes colores equivalen
a 7 × 6 × 5 × 4 × 3 × 2 × 1, o sea 5040, y en forma similar para cualquier
número de cuentas.
Los números formados por la multiplicación de varios dı́gitos sucesivamen-
te, empezando por el 1, son llamados “factoriales”. El producto de 4×3×2×1
es llamado “factorial de 4” por ser el número mas alto comprendido en la mul-
tiplicación. Igualmente, es “factorial de 7” el producto de 7×6×5×4×3×2×1.
Los factoriales generalmente se simbolizan usando el punto de exclamación.
Ası́ el “factorial de 4” puede representarse como 4!
El punto de exclamación tal vez esté justificado, puesto que las series
aumentan muy rápidamente. Las series de factoriales representados por 1!,
71

2!, 3! , 4! ası́ sucesivamente son, respectivamente, 1, 2, 6, 24, 120, 720, 5040,


40320, 362880, y ası́ cada vez más. El veintavo número en la serie (20!) serı́a
2432932008176640000.

Cuadrados, cubos y más allá


En realidad, si retrocedemos a los números cuadrados y a los números
cúbicos, podemos fácilmente ver que, aun cuando existe una relación regular
que incluye la suma, también existe una relación regular que comprende la
multiplicación.
Al principio del Capı́tulo 3 se habló de la superficie de los cuadrados. Se
recordará que un cuadrado con un lado igual de 1 unidad (ya sea centı́metro
y milı́metro o cualquier otra medida) tiene una superficie de 1 × 1, o sea 1
unidad cuadrada. Un cuadrado con un lado igual a 2, tiene una superficie
igual de 2×2, o sea 4. Realmente, si consideramos una serie de cuadrados con
lados iguales a 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 unidades (y ası́ sucesivamente) las superficies
en los cuadrados resultan respectivamente 1, 4, 9, 16, 25, 36, 49, etc.
Esta es, como se ve, la serie de números cuadrados que se mencionó al
principio de este capı́tulo. En vez de escribir la misma como 1, 1+3, 1+3+5,
1 + 3 + 5 + 7, y ası́ sucesivamente, podemos escribir 1 × 1, 2 × 2, 3 × 3, 4 × 4,
5 × 5, etc.
Ahora bien, un cubo es un sólido regular limitado por seis cuadrados
iguales y que, por lo tanto, tienen también iguales sus tres dimensiones. Un
par de dados son, en realidad, un par de cubos. El volumen de un cubo se
obtiene multiplicando el ancho de uno de los lados, la altura y la longitud.
Esto puede demostrarse con el mismo razonamiento usado en el Capı́tulo
3, respecto a que la superficie de un cuadrado (o de cualquier cuadrilongo)
puede obtenerse multiplicando su ancho por su largo.
Un cubo que mida 1 unidad en cada lado tiene un volumen de 1 × 1 × 1, o
sea 1 unidad cúbica. Un cubo que mida 2 en cada lado, tiene un volumen de
2 × 2 × 2 o sea 8. Continuando esto, se ve inmediatamente que los volúmenes
de los cubos que midan en los lados 1, 2, 3, 4, 5, 6, etc., darán las Series
de números cúbicos 1, 8, 27, 64, 125, 216 y ası́ sucesivamente. Por lo tanto,
pueden representarse como 1 × 1 × 1; 2 × 2 × 2; 3 × 3 × 3 ; 4 × 4 × 4; 5 × 5 × 5;
etc.
Los nombres de los cuadrados y los cubos están bien puestos, pero dejando
a un lado las actuales figuras geométricas, podemos imaginarnos la formación
72 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

de otras series de números, en las cuales cada número es el producto de cuatro


o más números multiplicados de continuo.
Las multiplicaciones sucesivas del mismo número resultan ser infinitamen-
te útiles en las matemáticas y se necesitan nuevos sı́mbolos. Recuérdese que
el uso frecuente de operaciones tales como 6 + 6 + 6 + 6 originó la invención
de la corta y más fácilmente grabable multiplicación de 6 × 4. En la misma
forma, el uso frecuente de operaciones tales como 6 × 6 × 6 × 6, dio como
resultado el uso de un nuevo tipo de sı́mbolo: 64 .
Al principio, 64 simplemente significaba “cuatro seises multiplicados de
continuo”; igualmente 105 significarı́a “cinco dieces multiplicados de conti-
nuo” mientras que 32 significarı́a “dos treses multiplicados entre sı́”.
Las series de números cuadrados pueden escribirse como sigue: 12 , 22 , 32 ,
42 , 52 y ası́ sucesivamente. Las series de números cúbicos pueden escribirse
13 , 23 , 33 , 43 , 53 , etc.
El número pequeño en la parte superior derecha del número es llamado
“exponente” y un número que contiene un exponente como 64 es un “número
exponencial”. El número multiplicado, en este caso el 6 del 64 , es la “base”
del número exponencial.
La multiplicación de continuo de un número se denomina “elevación de
ese número a una determinada potencia” . Ası́ 64 es “seis elevado a la cuarta
potencia” o, más sencillamente, “seis a la cuarta”. Igualmente, 105 es “diez
a la quinta.” Se puede, si se desea, hablar de 32 o 33 como “tres a la segun-
da” o “tres a la tercera” sin incurrir, en realidad, en una incorrección. Sin
embargo, es más inclinarse a la antigua costumbre griega y referirse a estas
dos expresiones como “tres al cuadrado” y “tres al cubo.”

Evitando la multiplicación
La utilidad de los números exponenciales radica en esto: nos ofrecen un
método para convertir la multiplicación en una suma (y es mas fácil sumar
que multiplicar).
Por ejemplo, supóngase que se multiplicó 16 × 64. El producto es 1024.
Pero 16 es 4 × 4 y 64 es 4 × 4 × 4. Si hacemos estos cambios, entonces 16 × 64
se convierte en 4 × 4 × 4 × 4 × 4, que ciertamente, nos da 1024, como puede
verificarse.
También 16 puede considerarse como 2×2×2×2, y 64 como 2×2×2×2×
2×2. No obstante, 16×64 puede expresarse como 2×2×2×2×2×2×2×2×2×2
73

que, como puede verificarse, nos da también 1024.


Usando números exponenciales podemos saber que 16 es 42 o 24 ; 64 es
43 ó 26 y 1024 es 45 ó 210 . Podemos escribir el problema 16 x 64 =1024,
exponencialmente, en cualquiera de las dos formas: 42 × 43 = 45 , ó 24 × 26 =
210 . Obsérvese que en cada caso el exponente de la respuesta es la suma de
los exponentes de los dos números que están siendo multiplicados.
Si se ensaya con otros números que puedan expresarse en forma exponen-
cial, se encontrará que generalmente, esta relación se mantendrá, siempre que
todos los exponentes comprendidos eleven el mismo número. En esta forma,
sin tener que recurrir realmente a las multiplicaciones, podemos estar seguros
de que 24 × 22 × 214 = 220 y que 84 × 87 = 811 .
El sistema también opera para la división, con la salvedad de que en ésta
los exponentes deben restarse. Ası́ 25 ÷ 23 = 22 , que en números ordinarios
es 32 ÷ 8 = 4, según puede verificarse.
Esto puede parecer un ardid bastante restringido, para ser de gran utili-
dad. Pero, en primer lugar, los números deben ser capaces de ser expresados
como exponenciales. El multiplicar 8 y 16 es magnı́fico, puesto que equivale
a 23 × 24 , pero, ¿Qué diremos de la multiplicación de 7 y 17? Incluso si los
números son capaces de ser expresados como exponenciales, pueden no tener
la misma base. Por ejemplo, 8 × 9 es 23 × 32 y aquı́ no se puede usar el ardid
de sumar los exponentes. La respuesta no es ni 25 ni 35 , ni se encuentra en
medio de estas dos cifras.
Entonces, ¿Para que preocuparse con esto? En realidad, cualquier ardid
que convierte en suma la multiplicación serı́a tan valioso que valdrı́a la pena
estudiarlo. Para hacerlos trabajar en forma general, debemos generalizar el
conocimiento de los exponentes.
Hasta ahora, hemos considerado que un número exponente representa
“tanto” de un número multiplicado de continuo. En esas condiciones, el ex-
ponente más pequeño posible es el 2, puesto que no se puede tener menos
de 2 cifras para ser multiplicadas entre sı́. Sin embargo, podemos considerar
que esa definición ha servido ya su propósito y podemos, por medio de lo que
hasta ahora hemos aprendido de los exponentes, ir mas allá del 2.

A cero y más allá ... nuevamente


Por ejemplo 16 ÷ 8 = 2. Como 16 = 24 y 8 = 23 , puede expresarse la
división como 24 ÷ 23 = 21 . Solamente podemos decidir que 21 y 2 son la
74 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

misma cosa; en otras palabras 21 = 2.


La misma lógica operarı́a para los exponenciales que elevaran a una po-
tencia cualquier número base. Por lo tanto, podemos fijar la regla general de
que cualquier número elevado a la primera potencia permanece inalterado.
Ası́ 51 = 5; 271 = 27, etc. Pero las cosas se harán mas extraordinarias. Por
ejemplo, ¿Qué es 8 ÷ 8? Evidentemente es 1. Pero 8 es 23 y ası́ 23 ÷ 23 = 1. Si,
por supuesto, pero por resta de exponentes resulta que 23 ÷23 = 20 ¿Significa
esto que 20 = 1? Parece que ası́ debe ser.
Esto puede sorprender al lector. Tal vez acepte el que 21 sea igual a 2
puesto que, aun cuando la expresión de “un dos multiplicado de continuo”
suene rara, puede imaginarse al 2 allı́ solo y realmente es igual a 2. Sin embar-
go, 20 parece significar “ningún 2 multiplicado de continuo” y, seguramente,
sólo puede significar que 20 es igual a cero. Esto no puede parecer ciertamen-
te lógico, pero los matemáticos no están en realidad interesados en la lógica
diaria (¿No se horroriza el lector?) sino en la consistencia interna.
En otras palabras, los matemáticos están anuentes a fijar cualesquier re-
glas – sin importar cuán locas parezcan a la forma ordinaria de pensar –
siempre que esas reglas no se contradigan entre si en cualquier cosa que re-
sulte. El ardid de sumar y restar exponentes opera tan bien, que si termina
demostrándonos que 20 es igual a 1, lo definimos como igual a 1 y terminamos
la controversia.
Si en vez de 23 ÷ 23 ensayamos con 63 ÷ 63 , encontraremos que 60 es
también igual a 1. En realidad, si ensayamos número tras número, pronto
empezaremos a comprender que cualquier número elevado a la potencia cero
es igual a 1.
Ahora vamos a ir más adelante. Si dividimos 64 entre 128, el resultado es
64 1
o sea . Exponencialmente el problema es 26 ÷ 27 y la respuesta es 2−1 .
128 2
1
Esto significa que 2−1 debe ser igual a o, poniéndolo también en forma
2
1
exponencial, ( )1 .
2
1
Igualmente, 32 ÷ 128 = ( ). Esto, poniéndolo en forma exponencial, es
4
−2 −2 1 1
2 ÷2 = 2 , por lo que 2 . debe ser igual a , que, a su vez, es igual a ( )2 .
5 7
4 2
Si el lector ensaya otros ejemplos, encontrará que, en general, un exponente
negativo puede ser convertido en exponente positivo tomando el inverso del
número.
75

1 1
En otras palabras, 4−7 = ( )7 y 10−3 = ( )3 . Para ese asunto opera en
4 10
1
forma contraria. El exponencial 64 es igual a ( )−4 .
6
Podemos dar ejemplos ahora mismo, demostrando que es consistente este
1
punto de vista sobre los exponentes. Por ejemplo, ¿Es ( )4 realmente igual
6
−4 1 4
a 6 ? Vamos a ver. La expresión ( ) puede ponerse en esta forma: 1 ÷ 64 .
6
Pero como 1 es igual a 60 la expresión se convierte en 60 ÷ 64 , por lo que,
restando los exponentes, el resultado prueba ser ciertamente 6−4 .
Nuevamente surge la pregunta, ¿Es realmente 60 igual a 1? Bueno, 36 ×
1
= 1, como sin duda el lector está dispuesto a conceder. Como 36 = 62 ,
36
1 1 1
entonces = ( )2 o sea 6−2 . La expresión 36 × se convierte, por tanto,
36 6 36
en 62 × 6−2 que, por suma, se convierte en 60 , que es igual a 1.
En realidad, nada de esto prueba algo, puesto que comprende lo que los
matemáticos llaman “razonamiento circular”. (Es lo que pasa cuando uno
dice: “Un gato es cualquier animal que hace miau”. Luego, “ese animal que
hace miau es, por tanto, un gato”). No obstante, lo anteriormente expuesto
demuestra que el sistema de exponentes si opera.
También podemos demostrarlo en otra forma, listando algunas cifras ex-
ponenciales. Podemos empezar con la antigua definición de los números mul-
tiplicados de continuo, por lo que:

26 = 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2 = 64
25 = 2 × 2 × 2 × 2 × 2 = 32
24 = 2 × 2 × 2 × 2 = 16
23 = 2 × 2 × 2 = 8
22 = 2 × 2 = 4
Ahora bien, si uno ignora el número de 2 que se está multiplicando de
continuo, y solamente considera las cifras finales, notará que cada vez que el
exponente disminuye uno, la cifra final se reduce a la mitad.
Vamos a continuar eso:
21 = 2
20 = 1
76 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS

1
2−1 =
2
1
2−2 =
4
1
2−3 =
8
Si continuamos, se verá que los exponentes menores de 2 significan jus-
tamente lo que hemos decidido que deban significar. Esto puede operar con
cualquier número base. Se encontrará que los exponentes del número base
1
3 incluirán valores que se reducen cada vez que exponente disminuye una
3
1
unidad. Los exponentes del número base 6 se reducirán cada vez, y ası́
6
sucesivamente. Pero, en cada caso, el sistema operará.
Todo esto significa que hemos aumentado las oportunidades de cambiar
1
una multiplicación a una suma. Ahora podemos multiplicar y 1024 por
8
exponentes. Sin embargo, aun no hemos decidido cómo multiplicar 7 y 17.
¿Podemos ampliar aún más los exponentes? Ahora, que tenemos lo mis-
mo exponentes negativos que positivos, ¿Qué diremos sobre los exponentes
fraccionarios? Antes de que podamos considerar lo que puedan significar los
exponentes fraccionarios, debemos considerar lo contrario de la “elevación a
una potencia”.
Capı́tulo 7

Buscando raı́ces

Descendiendo de una potencia


Hasta ahora, cada forma de operación matemática que se ha expuesto
tiene su contraria. Para la suma existe la resta y para la multiplicación la
división. Ya que hemos considerado la elevación a una potencia, es natural
preguntar cuál es su contraria. Como la elevación a una potencia consiste
en multiplicar un número de continuo, su contraria debe ser la división de
continuo.
Por ejemplo, 32 puede ser dividido por 2 para dar 16, que puede ser
dividido por 2 para dar 8, que puede dividirse por 2 para dar 4, que puede
dividirse por 2 para dar 2 y que, a su vez, puede dividirse por 2 para dar
1. (Como en la división, que expuse en el Capı́tulo 3, el ardid es terminar
exactamente en 1.) Como esta división por 2 fue repetida 5 veces, puede
hablarse de ella como “la quinta raı́z de 32”.
Por otra parte, siendo 81 ÷ 3 ÷ 3 ÷ 3 ÷ 3 = 1, es entonces 3 “la cuarta raı́z
de 81”, (¿Por qué raı́z? Porque 32 se desarrolla en base a los números 2, y 81
en base a los números 3, tal y como una planta se desarrolla de sus raı́ces.)

El sı́mbolo de una raı́z es . La variedad de la raı́z es indicada por medio
de un pequeño número en la√parte superior izquierda del sı́mbolo.√Ası́, la
quinta raı́z de 32 se escribe 5 32 y la cuarta raı́z de 81 se escribe 4 81. Al

signo se le llama “signo radical” y los números que contienen raı́ces son
llamados “radicales”, viniendo este término de la palabra latina “radix” que
significa “raı́z”. Las raı́ces más altas solamente se encuentran ocasionalmen-
te. El tipo mas común de raı́z es aquel que es el inverso del cuadrado. En

77
78 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

otras palabras, 25 es√el cuadrado de 5 y por lo tanto 5 es la 2 25 . Estricta-
mente hablando la 2 25 deberı́a ser llamada la “segunda raı́z de 25” puesto
que 25 ÷ 5 ÷ 5 = 1. Sin embargo, la familiaridad del término “cuadrado”
se sobrepuso a la consistencia. La “segunda raı́z de un número cuadrado” se
acortó convirtiéndose en “raı́z cuadrada”, y ası́ ha sido adoptada universal-
mente. La “segunda raı́z de 25” es siempre llamada “la raı́z cuadrada de 25”.
(En igual forma, las “terceras raı́ces” son llamadas “raı́ces cúbicas”).
Es tan familiar la raı́z cuadrada que incluso se acostumbra universalmen-
te olvidarse del pequeño
√ 2 y escribir, por ejemplo, la raı́z cuadrada de 25
simplemente como 25.
La siguiente pregunta que surge es cómo determinar cuál es la raı́z de un
número. Hasta ahora se ha venido trabajando hacia atrás. Se conoce que 25
es 32, por lo que, si se divide 32 entre 2 cinco veces, se llegará a 1. (Después
de todo, habiendo elevado un número a una potencia es sencillo invertir los
pasos y descender de la potencia una vez más).
En realidad, el método para determinar aritméticamente las raı́ces utiliza
este sistema de trabajar “hacia atrás”, más que en las grandes divisiones. Por
ejemplo, para extraer la raı́z cuadrada de 625 el problema serı́a como sigue:

Se pone el primer 2 de la respuesta trabajando hacia atrás y sabiendo que


2 × 2 son 4, que es lo más cerca que se puede llegar a 6. Si se prueba con el
3 se llega a 3 × 3 = 9, que se pasa de la cifra marcada. Luego, hay que restar
y bajar dos cifras, en vez de una, como se hace en la división, operación a la
cual se parece un poco. (Si se estuviera extrayendo raı́ces cúbicas, habrı́a que
bajar tres cifras; extrayendo cuatro raı́ces, habrı́a que bajar cuatro cifras, y
ası́ sucesivamente). Para obtener la siguiente cifra en la respuesta, hay que
dividir 225 entre 45. Si llega a 45 doblando la primera cifra de su respuesta,
lo cual da 4. La segunda cifra debe ser igual a la segunda cifra en la respuesta
79

y hay que probar varias cifras para ver cual dará el número más cercano a
225. El número 5 lo es, puesto que 5 × 45 hace exactamente 225.
Esto puede parecer sumamente complicado, y lo es, no hay que negarlo,
pero el proceso da lugar a algunos resultados vitales. √
Por ejemplo, ¿cuál es la raı́z cuadrada de 2, o, en sı́mbolos, 2 ? ¿Qué
número multiplicado por sı́ mismo da como respuesta 2?
Para empezar, podemos ver, desde luego, que ningún entero servirá para
la respuesta pues 1 × 1 = 1 y 2 × 2 = 4. El primero es muy pequeño y el
segundo muy grande. La respuesta debe estar entre 1 y 2 y, por tanto, ser
una fracción.
¿Podemos hablar de una raı́z cuadrada fraccionaria? ¿Por qué no? Según
1 1 1
nuestra definición original de cifras exponenciales, ( 25 )2 significarı́a 25 × 25
y el resultado serı́a 241
q 25
, si uno quiere tomarse la molestia de obtenerlo.
Esto significa que 1 24
25 1
= 25 . No solamente tenemos una raı́z cuadrada
fraccionaria, sino que también tenemos una fracción en el papel de un número
cuadrado, y ambos encajan dentro de las reglas que rigen a los enteros.
1
Inicialmente, 25 multiplicada por sı́ mismo, da un número que se apro-

1
xima bastante a 2, por lo cual 25 debe aproximarse bastante a la 2. So-
lamente nos falta 25 1
1
para llegar a la meta, puesto que el cuadrado de 25 es
1 24
25 1
en vez de 25 25
que seria 2.
1
Podemos acercarnos más. La fracción 100 41
, si se multiplica por si misma,
1 9881
da como respuesta 10000 que se acerca más a 2. Podrı́a ser que si ajustáramos
lo suficiente las cosas, obtendrı́amos en realidad una fracción (tal vez muy
complicada) que fuera exactamente la raı́z cuadrada de 2.
Pero, ¿lo haremos?

Comparando lı́neas
Este problema de encontrar la raı́z cuadrada de 2 se les presentó prime-
ramente a los griegos. Como eran geómetras ante todo, como ya se expuso
anteriormente, se preocupaban mucho más en comparar en cifras las lon-
gitudes de las lı́neas. Por ejemplo, supongamos que estamos considerando
un cuadrilongo que tiene una diagonal en la forma indicada en el siguiente
dibujo.(??) ¿Cómo se compararı́a la longitud de la diagonal con la longitud
de los lados del cuadrilongo? Evidentemente, la diagonal es más larga que
cualquiera de los lados. Pero, ¿cuánto más? Los griegos deseaban saberlo.
80 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

Figura 7.1: Cuadrilongo con diagonal

Ahora bien, cuando comparamos las longitudes de dos lineas una de las
cuales tiene 2 centı́metros de longitud y la otra 1, decimos que “las longitudes
son como 2 es a 1”. Si una tiene 4 centı́metros de longitud y la otra 2, podemos
decir que “las longitudes son como 4 es a 2”. Sin embargo, en ambos casos, la
lı́nea más larga es exactamente el doble de la longitud de la más corta. Para
el matemático, el hecho de que una lı́nea sea lo doble de longitud que la otra
es de mayor interés y significación que el de que una lı́nea mida 2 centı́metros
y la otra 4, o que una mida 24 centı́metros y la otra 48. El prefiere decir en
todos los casos que “las longitudes son como 2 es a 1”.
La mejor manera de atender esto automáticamente es representar la dife-
rencia de longitudes como una fracción. En otras palabras, si una lı́nea mide
2
2 centı́metros y la otra 1 podemos decir que las longitudes son . Y si nues-
1
tras lı́neas miden 48 centı́metros por 24 centı́metros la fracción se convierte
48
en que, como fracción, puede cambiarse al dividir entre 24 el numerador
24
2
y convertirse ası́ en
1
La fracción que representa una comparación de dos medidas similares (las
longitudes de dos lı́neas, los volúmenes de dos recipientes, los pesos de dos
hombres) es llamada “razón”.
Por supuesto, dos longitudes pueden no estar tan relacionadas como para
dar una razón tan simple como 2 a 1. Supongamos que una linea tiene 1
2
centı́metro de longitud y la otra 101
9
. La razón no es precisamente . Es
1
81

1 9
10
.
1
Sin embargo, las fracciones dentro de las fracciones son una innecesa-
ria complicación, que puede evitarse, en este caso, multiplicando por 10 el
19
numerador y el denominador y ası́ terminaremos con una razón igual a .
10
En esta forma, dos números cualesquiera expresados como fracción pue-
den convertirse a una razón de números enteros. Por ejemplo, si una lı́nea
mide 1724
centı́metros de longitud y la otra 13
151, la razón de las dos longitudes
serı́a 2
4
17
13 . Si multiplicamos –superior e inferiormente– esta aparentemente
1 15
285
complicada fracción por 127 1
2
, la razón se convierte en
238
comprendiendo
solamente enteros.
(Esto serı́a más sencillo usando una anotación decimal, pero los griegos no
la tenı́an y la historia se hace más apasionante si seguimos el procedimiento
usado por ellos para este objeto.)
Ya estamos listos para volver a nuestro cuadrilongo, donde dejamos a
nuestros griegos tratando de descubrir la razón de las longitudes de la diago-
nal y de los lados. Para simplificar las cosas, diremos que como las dos partes
del cuadrilongo, a cada lado de la diagonal, son perfectamente simétricas,
podemos dejar fuera una de esas partes. La que queda, como se puede ver en
la imagen (??) es llamada “triángulo recto” y lo que en el cuadrilongo era
una diagonal se llama ahora la “hipotenusa”.

Figura 7.2: Triángulo recto con hipotenusa

Los egipcios sabı́an, de muchos siglos atrás y simplemente por experiencia


real, que si un lado de un triángulo recto medı́a 3 unidades de longitud y el
82 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

otro lado 4, la hipotenusa medı́a exactamente 5 unidades . En un caso como


3
ese la razón de la hipotenusa al lado más largo era de y al lado más corto
4
5
de .
3
Los griegos generalizaban más. Deseaban conocer la razón de cualquier
triángulo recto. Uno en el cual los lados tuvieran 8 y 23 centı́metros de
longitud, o 1 y 7, o 28377 y 309621 ... cualquiera. De acuerdo con la historia,
Pitágoras, el matemático griego descubrió que, en cualquier triángulo recto,
el cuadrado de uno de sus lados más el cuadrado del otro lado igualaban al
cuadrado de la hipotenusa. En su honor, a esto se le ha llamado el teorema
de Pitágoras, aun cuando en realidad los chinos parecen haberlo conocido
600 años antes de Pitágoras.

Figura 7.3: Teorema de Pitágoras

Esta es la forma en que opera el teorema de Pitágoras. Supongamos que


un triángulo recto tiene una longitud de 3 centı́metros en uno de sus lados y
4 centı́metros en el otro (??). El cuadrado del primer lado es 3 × 3 o sea 9;
el cuadrado del segundo lado es 4 × 4 o sea 16. El cuadrado de la hipotenusa
83

es la suma de los cuadrados de los lados, o sea 9 + 16 = 25. Si el cuadrado


de la hipotenusa es 25, entonces la hipotenusa tiene una longitud igual a la
raı́z cuadrada de 25 que, naturalmente, es 5.
He aquı́ otro caso. Un lado de un triángulo recto mide 5 centı́metros y el
otro 12. El cuadrado del primero es 5 × 5, o sea 25 y el del segundo 12 × 12, o
sea 144. Sumando 25 y 144 tenemos 169 que es el√cuadrado de la hipotenusa.
La longitud de la hipotenusa es, por lo tanto, 169, o sea 13 centı́metros,
puesto que 13 × 13 = 169. En este triángulo, la razón de la hipotenusa al
13 13
lado más largo es de y al lado mas corto de .
12 15
Usando el teorema de Pitágoras ciertamente parecerı́a que la razón de
la hipotenusa y los lados podrı́a operar para cualquier triángulo recto, con
lo cual estarı́an felices los matemáticos griegos. Especialmente debe operar
para el más sencillo de todos los triángulos rectos, aquel en el cual dos de sus
lados tienen la misma longitud (el triángulo isósceles).
Dicho triángulo aparece dibujado a continuación (??). Para simplificar lo
más posible, vamos a suponer que cada lado mide 1 centı́metro de longitud.
El cuadrado de cada lado es 1 × 1, o sea 1. Sumando los dos cuadrados
tenemos 2 como √ cuadrado de la hipotenusa. La longitud de la hipotenusa
seria entonces 2, cualquiera que sea.

Figura 7.4: Triángulo isósceles

Todo lo que los griegos


√ tenı́an que hacer era obtener una fracción que
pudier representar la 2 y ası́ estar capacitados para decir que la razón de
la hipotenusa al lado de un triángulo isósceles era esa fracción. Y por medio
de un ajuste adecuado, podrı́an haber convertido esa razón a una que sólo
comprendiera enteros... y podrı́an haberse ido a celebrar su descubrimiento.
84 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

La inexistencia de fracciones

Al principio del capı́tulo, dije que 1 2
5
era casi el valor de 2. Si fuera
el valor exacto, la razón serı́a 1 2
5
que podrı́a convertirse a números enteros
1
multiplicando por 5 el numerador y el denominador para que se convirtiera
7
en .
5
1
Pero, ¡ay!, 25 no es exactamente el valor. La fracción 100 141
se acerca más
1 41
y darı́a una razón de 100 ó
141
en números enteros. La fracción 207 1
500
es
1 100
mas cercana aun, y nos darı́a una razón de 500 o 1
207
707
en números enteros.
1 500
1
Pero 207 500
tampoco es exacta. Durante una época, las matemáticos grie-
gos dedicaron su tiempo a buscar y tratar de encontrar la fracción exacta √
√ 2
que representara a la 2, a fin de estar en posibilidad de poner la razón
1
en números enteros. Se estuvieron acercando bastante, pero nunca llegaron
a obtener la fracción exacta.
Finalmente, el matemático griego Euclides demostró que por mucho que
deseara uno esforzarse, serı́a inútil tratar de obtener la fracción. No existı́a tal
fracción. (Se cuenta, aun cuando probablemente la historia no es verı́dica, que
Pitágoras ya habı́a descubierto esto, pero que habı́a quedado tan horrorizado
ante hecho tan extraordinario, que habı́a hecho jurar a sus discı́pulos que no
reveları́an
√ el secreto, y él mismo nunca lo comentó).
2
Si no puede expresarse como una razón que solamente comprenda
1
enteros, entonces tampoco puede√ hacerlo ninguna de las otras fracciones que
√ 2 4
contengan 2, tales como o √ ya que todas estas fracciones pueden
√ 2 2 √ √
2 2 2
ser convertidas en al multiplicarlas por algo. Por ejemplo, = ×
1
√ √ 2 1
1 2 2 2
. Por otra parte, ×2 = o, si se multiplican el numerador y el
2 1 1
√ 4 √
denominado por 2, es igual a √ .(Debe recordarse que 2 cualquiera que
√ 2
sea multiplicada
√ por 2 es igual a 2).
Como la 2 no puede formar parte de una razón que pueda expresar-
se solamente en enteros, se considera que es un “número irracional”. Por
85

otro lado, los números que pueden formar parte de una razón que solamente
pueda expresarse en enteros, son “números racionales”. Todos los enteros y
fracciones, sean positivos o negativos, son números racionales.
Sucede que casi todas las raı́ces cuadradas son irracionales. En realidad,
los únicos números que tiene raı́ces cuadradas racionales son los enteros que
forman la serie de cuadrados mencionados al principio del capı́tulo 6 (lla-
mados “cuadrados perfectos”, debido a que las raı́ces cuadradas resultan
ser enteros exactos), o fracciones compuestas de esos números. Por ejemplo,
q 16
1 7
9 1
es un número racional, porque 79 =
9
que es una fracción compues-
4
1
ta de cuadrados perfectos. La raı́z cuadrada de 79 es, por lo tanto, (siendo
3
1
4 la raı́z cuadrada de 16 y 3 la raı́z cuadrada de 9), o sea 13 .
El hecho de que la mayorı́a de las raı́ces cuadradas sean irracionales√, por
ningún motivo las hace inútiles. Con frecuencia es necesario usar la 2 en
alguna fórmula cientı́fica o de ingenierı́a. Su valor puede desarrollarse, por
medio del método descrito al principio de este capı́tulo, hasta tantos puntos
decimales como tenga uno la paciencia de calcular.

Por ejemplo, la 2 puede calcularse hasta seis puntos decimales y en-
contrar que es igual a 1.414214. Esta cifra no está muy alejada del valor
verdadero, puesto que 1.414214 × 1.414214 = 2.000001237796. Este resulta-
do difiere de 2 solamente por ser un poco más alto en una millonésima parte.
Por esa razón, 1.414214 es una cifra suficientemente
√ buena para casi cual-
quier problema en que esté involucrada la 2. Y aun si no lo estuviera, un
pequeño esfuerzo adicional proporcionará un mayor número de decimales...
en realidad, tantos como uno quiera.
Sin embargo, si se desea, tercamente, insistir en obtener la raı́z cuadrada
(se llama “extraer la raı́z”) hasta que se acaben los decimales, se encontrará
que eso no es posible. No hay término. No importa cuántos decimales se
calculen para la raı́z cuadrada de 2, siempre habrá más.
Esto puede sorprender al lector , como lo hizo la situación ocurrida con la
1
versión decimal de , la cual, como se recordará, es igual a 0.33333333.... y ası́
3
1
sucesivamente, sin tener fin; o la versión decimal de que es 0.142857142857142857....
7
sin tener tampoco fin y sin que sea completa.
Esos decimales sinfı́n tienen
√ un equivalente fraccionario, mientras que el
decimal que representa a la 2 no lo tiene. ¿Por qué? Bueno, los equivalentes
86 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

1 1
decimales de y de , y un número indefinido de otras fracciones de la mis-
3 7
ma especie son fracciones decimales periódicas. Los decimales sinfı́n pueden
convertirse a fracciones solamente si son decimales periódicos.

El punto es que el decimal uno, que opera para la 2, no es periódico.
Sin√importar cuán lejos se llegue, no se encontrará ninguna norma, ya sea en
la 2, o en el equivalente de cualquier número irracional. Si se encontrara
cualquier norma, por pequeña que fuera, podrı́a hacerse una fracción del
decimal. Si existieran un millón de dı́gitos no periódicos y sin norma alguna,
y después ese millón se repitiera una y otra vez, podrı́a formarse una fracción.
O si existiera un millón de dı́gitos periódicos (o un billón o un trillón) y, de
pronto, una infinita serie de ...555555555... o cualquiera otra, entonces podrı́a
formarse una fracción.
Sin embargo, en los números irracionales los equivalentes decimales no
repiten con periodicidad y ni siquiera aparece una ligera norma, ni puede
aparecer.
(Por supuesto, podrı́a el lector preguntar cómo puede saberse lo que su-
cede después de haber llegado al trillanesimo punto decimal si nadie lo ha
intentado. La carencia de normas de los decimales irracionales ha sido de-
ducida a través de ciertas premisas fundamentales de las matemáticas. Si
apareciera cualquier norma en tales decimales, aun la mas ligera, tendrı́a
que revisarse toda la estructura de las matemáticas. Sin embargo, no es de
esperarse que esto acontezca).

La existencia de las fracciones


Vamos a considerar ahora una expresión que, digamos, sea (24 )2 . Esto
significa que la expresión 24 tiene que elevarse a la cuarta potencia. El valor
de 24 es 2 × 2 × 2 × 2, o sea 16. El cuadrado de 16 es 16 × 16, o sea 256, de
donde (24 )2 = 256. Pero 256 es también 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2,o 28 .
Por lo tanto, (24 )2 = 28 .
Si uno prueba estos problemas varias veces con diferentes números y ex-
ponentes parecerá, en general, que al elevar un número exponencial a cierta
potencia la respuesta incluirá la multiplicación de dos exponentes. Ası́, sin ne-
cesidad de hacer ningún cálculo, podemos saber que (35 )2 = 310 y (78 )7 = 756 .
Si ése es el caso, ¿por qué no podemos idear un numero que pueda ser
1
representado, digamos, como (24 ) 2 ? Siguiendo el sistema de multiplicar dos
87

1
exponentes, en tales condiciones parecerı́a que (24 ) 2 es igual a 22 . Si ası́ es,
como 24 = 16 y 22 = 4, lo que estamos diciendo es que 16 = 4. Parecerı́a
1
entonces que un exponente de es equivalente a extraer la raı́z cuadrada.
1 √ 2
En otras palabras 16 2 = 16.
1
Más aún,
√ siguiendo el mismo razonamiento, puede √ demostrarse que 16 3
1
es igual a 3 16 (es decir, la raı́z cúbica de 16); 16 4 = 4 16 y ası́ sucesivamente.
Aquı́ tenemos la introducción a los exponentes fraccionarios que prometı́ √ al
final del capitulo 6. Obsérvese, también, como caso curioso, que la 2 que no
puede expresarse como fracción, puede expresarse por medio de un número
sencillo incluya un exponente fraccionario, a saber, 2.
3
También es posible obtener el significado de un número como 16 2 de
3 1
la siguiente manera. El número 16 2 puede convertirse a (163 ) 2 puesto que
1 3 3 1 √
3× = . Por lo tanto, 16 2 siendo igual a (163 ) 2 es igual a 163 . En general,
2 2
cualquier exponente fraccionario eleva el número base a la potencia indicada
por el numerador y extrae la raı́z al numero indicado por el denominador.
567
Ası́ 2 235 serı́a la
√ 235ava. raı́z de la 567ava. potencia de 2, pudiéndose
235
simbolizar como 2567 .
Naturalmente, tales exponentes fraccionarios son difı́ciles de manejar.
[TEXTO FALTANTE]1
Debe dársele especial significado a cualquier exponente decimal. Por ejem-
207 207
plo, 25.175 equivale a decir 2 40 puesto que 5.175 es igual a 207 40
. A su vez, 2 40
es una cifra obtenida por elevación del 2 a la 207ava. potencia y extracción
de la cuadragésima potencia ( o extracción de la cuadragésima potencia de 2
elevando el resultado a la 207ava. potencia, sin importar el orden en que se
lleven a cabo las dos operaciones. Lo puede uno √ ver por sı́ mismo si lo prueba

3
con 4. La raı́z cuadrada de 4 es igual a la 64 que es 8. El cubo de 4 es
23 , que también es 8).
207
El valor de 2 40 (o el de cualquier número base elevado a cualquier po-
tencia, entero, fraccionario o decimal, positivo o negativo) puede obtenerse
aproximadamente por medio de técnicas matemáticas apropiadas. Estas no
comprenden, en realidad, la multiplicación de 207 doses, o encontrar una
cuadragésima raı́z de cualquier cosa. El valor llega a casi 36.126.
207
El valor es aproximado, porque 2 40 es irracional (como lo son casi todos
los números que contienen un exponente fraccionario o decimal). Por lo tanto,
el equivalente decimal es infinito, y no periodico, pero pueden aproximarse
1
N. del Transcriptor: al transcribir se ve hace falta un párrafo del libro transcrito
88 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES

tantos puntos como sea necesario a la utilización requerida.


Usando cualquier número como base, podemos expresar cualquier otro
número en forma exponencial. Por ejemplo, yo me fijé el problema de 7 × 17
al final del capı́tulo 6. Ahora bien, 7 puede expresarse como 22.81 , o 31.77 , o
51.21 , (existiendo formas de calcular estos equivalentes exponenciales) y 17 es
24.08 , o 32.58 , o 51.76 .
El problema es de 7 × 17 puede entonces expresarse como 22.81 × 24.08 =
26.89 ; o 31.77 × 32.58 = 34.35 ; o 51.21 × 51.76 = 52.97 . Los números 26.89 , 34.35 y
52.97 son casi iguales entre sı́, como lo son a 119, que es el resultado.
Es de suponer, por principio, que parezca más sencillo multiplicar 7 × 17
que trabajar para encontrar en decimales los equivalentes exponenciales (los
cuales, de cualquier manera, son solamente aproximados: obsérvese que los
resultados son casi iguales a 119).
Sin embargo, vamos a seguir adelante para ver dónde terminamos. Pero
una cosa. Al escoger un número base, ¿por qué escoger el 2, el 3 o el 5? ¿Por
qué no escoger el 10, que es el número clave en nuestro sistema númerico?
Capı́tulo 8

Los muy grandes y muy


pequeños

Una nueva conveniencia del diez


Una de las razones que obligaron a los cientı́ficos a usar los exponentes
fue la frecuencia con que los encontraron necesarios para trabajar con cifras
muy grandes y muy pequeñas. La masa del globo terráqueo tiene alrededor
de 6000000000000000000000000000 de gramos. Por otro lado, el átomo de
hidrógeno tiene alrededor de 0.00000000000000000000000166 gramos.
Como puede observarse, es muy fácil perderse en los ceros. Tratando
de simplificar su tarea, los cientı́ficos usan una forma de expresión de los
números que es, en parte, la ordinaria y, en parte, la exponencial. Y la parte
exponencial comprende al 10 como base (una insinuación que se hizo al final
del capı́tulo anterior).
Las potencias de 10 permiten expresar fácilmente las cifras grandes o
las pequeñas, en forma tal que realmente se ajustan a nuestro sistema de
numeración, cuya base es el diez. Puede verificarse lo anterior, en la tabla
siguiente, efectuando las multiplicaciones adecuadas:
Naturalmente, esta tabla puede ampliarse, hacia arriba o hacia abajo,
tanto como lo deseemos.

1000000 = 106
100000 = 105
10000 = 104

89
90 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

1000 = 103
100 = 102
10 = 101
1 = 100
0.1 = 10−1
0.01 = 10−2
0.001 = 10−3
0.0001 = 10−4
0.00001 = 10−5
0.000001 = 10−6
Para demostrar cómo la base del 10 encaja dentro de nuestro sistema
numérico, consideremos el número 4372.654. Hemos dividido esta cifra en 4
“millares”, 3 “centenas”, 7 “decenas”, 2 “unidades”, 6 “décimos”, 5 “centési-
mos” y 4 “milésimos”. También podı́amos escribirla como 4000 + 300 + 70 +
2 + 0.6 + 0.05 + 0.004.
Sin embargo, si usamos las potencias de 10, recordando que 1000 es 103 ,
100 es 102 y ası́ sucesivamente, podemos escribir 4372.654 como: (4 × 103 ) +
(3 × 102 ) + (7 × 101 ) + (2 × 100 ) + (6 × 10−1 ) + (5 × 10−2 ) + (4 × 10−3 ).
Esto, efectivamente, pone en papel lo que el ábaco ha estado haciendo
durante millares de años. Si el barrote de las “unidades” es clasificado como
“cero” y los que siguen hacia arriba son clasificados como 1, 2, 3 y ası́ sucesi-
vamente, y los siguientes hacia abajo como -1, -2, -3, realmente están siendo
clasificados por la potencia de diez que ese barrote representa (??).
Aun cuando esto nunca se hace en la escuela primaria, toda la aritmética
que aprendemos, usando números arábigos, puede ser explicada estudiando
el comportamiento de estas potencias.
Pero ahora dedicaremos aquı́ algún tiempo a estudiar estos exponenciales
y ver qué ventajas ofrecen.
Primero consideraremos las potencias positivas de 10. Obsérvese que, en
ellas, el exponente es igual al número de ceros en el número ordinario. Ası́,
siendo 6 el numero de ceros en 1000000, en forma exponencial por lo tanto,
106 .
Ahora bien, a fin de convertir un número formado por dı́gitos que no sean
1 y 0, a un exponencial con base de 10, es más fácil convertir ese número en
91

Figura 8.1: Ábaco clasificado por potencias de 10

una expresión que incluya una potencia igual de 10. Por ejemplo, la masa del
globo terráqueo puede escribirse como 6 × 1000000000000000000000000000
gramos. El número grande es ahora una potencia exacta de 10, puesto que
consiste en un 1 seguido de un número de ceros, como es propio de todas las
potencias de 10. Como el número de ceros en esta potencia particularmente
grande es de 27, puede expresarse exponencialmente como 1027 . La masa de
la Tierra es 6 veces este número, o 6 × 1027 gramos.
Existen dos ventajas obvias en esta forma exponencial de números gran-
des. Primera, se ocupa menos espacio. Segunda, es más clara puesto que no
tenemos que contar los ceros cada vez que nos encontramos con ellos.
Los números muy pequeños comprenden las potencias negativas de 10.
Estas potencias negativas, como puede verse por la tabla anterior, forman
números ordinarios que consisten en una serie de ceros a la derecha del pun-
92 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

to decimal y terminan con un 1. El valor numérico del exponente negativo


es igual a uno más que el número de ceros en la derecha del punto decimal.
Por ejemplo, el número 0.000001, tiene cinco ceros a la derecha del punto
decimal y, exponencialmente, es 10−6 La masa del átomo de hidrógeno pue-
de expresarse como 1.66 × 0.000000000000000000000001. (Si se efectúa la
multiplicación, ciertamente se obtendrá el número dado originalmente). El
número pequeño es una potencia de 10, consistente en ceros y un 1. Tiene
23 ceros a la derecha del punto decimal, por lo cual es 10−24 . La masa del
átomo de hidrógeno es 1.66 veces esto y, por lo tanto, puede representarse
como 1.66 × 10−24 gramos.

Otros números aparte del diez


Una vez que hemos comenzado a colocar nuestro sistema numérico en
forma exponencial con base al 10, se hace más fácil entender un sistema
basado en otro número. Por ejemplo, mencioné al principio de este libro la
conveniencia de usar el 12 como base, en vez del 10, debido a que el 12 tiene
mas factores que el 10.1
Para usar el 12 como base necesitarı́amos doce dı́gitos separados (inclu-
yendo el cero). Estos serian 0, 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, @, y #. Estoy usando
los sı́mbolos @ y # para representar los números que, en el sistema basado
en el 10, son representados como 10 y 11.
Ahora bien, un número como el 222, en el sistema basado en el 10, es
(2×102 )+(2×101 )+(2×100 ). El mismo número, en el sistema basado, en el 12,
podrı́a convertirse al sistema basado en el diez, escribiéndolo, análogamente,
como (2 × 122 ) + (2 × 121 ) + (2 × 120 ), que nos da como resultado 288 + 24 + 2,
o sea 314. En otras palabras, 222 en el sistema basado en el 12 (duodecimal),
es igual a 314 en el sistema basado en el 10 (decimal).
Podrı́a tenerse también un número como 3#4 en el sistema duodecimal.
Este serı́a equivalente a (3 × 122 ) + (# × 121 ) + (4 × 120 ). Como he fijado el
1
El doce tiene otras ventajas, además del número de sus factores. Los antiguos median
el tiempo por la Luna. Cada 20 o 30 dı́as habı́a una Luna nueva y consecuentemente, un
“mes nuevo”. Sucedió que existı́an justamente 12 de tales meses (en realidad 12 meses
y 11 dı́as) en el ciclo de las estaciones, esto es, en el lapso de primavera a primavera.
Esto dio al 12 una especie de valor mágico. Se hizo importante para el hombre primitivo.
Debido a ello, este ideó 12 signos del zodiaco, permaneciendo el Sol un mes en cada signo
su aparente recorrido alrededor de la Tierra. Los doce signos del zodiaco, probablemente,
se reflejaran en cosas más terrenales, como las doce tribus de Israel y los doce apóstoles.
93

sı́mbolo # como igual al 11 en el sistema decimal, la expresión anterior da


como resultado 432 + 132 + 4, o sea 568, en ese último sistema.
Podrı́a usarse también un número menor que el 10 para basar un sistema:
tal vez el 7. Entonces se necesitarı́a solamente 7 sı́mbolos: 0, 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
El número 435 en el sistema basado en el 7 puede ser cambiado a (4 × 72 ) +
(3 × 71 ) + (5 × 70 ), que dan como resultado 196 + 21 + 5, o sea 222 en el
sistema decimal.
De este modo, el sı́mbolo para un número en cualquier sistema puede ser
convertido al sı́mbolo equivalente para ese número en cualquier otro sistema.
Aun los decimales pueden ser manejados ası́. En el sistema duodecimal puede
representarse la expresión 0.15 como (1 × 12−1 ) + (5 × 12−2 ), o en el sistema
1 5 17
decimal como + , que nos dan como resultado .
12 144 144
En el sistema basado en el siete, la misma expresión serı́a (1 × 7−2 ) + (5 ×
1 5 12
7−2 ) o, en el sistema decimal, + , o sea .
7 49 49
Sin embargo, ¿cómo podemos decir cuántos sı́mbolos separados se necesi-
tan para cualquier sistema en particular? Veamos, El primer número que (en
cualquier sistema) requiere dos sı́mbolos es el 10. Todos los números menores
de 10 requieren un sı́mbolo distinto y separado. Todos los números mayores
de 10 pueden formarse de combinaciones de los sı́mbolos de los números me-
nores de 10. Esto es verdaderamente cierto en el sistema decimal, con el cual
ya estamos familiarizados, y debe esperarse que otros sistemas se comporten
en forma semejante (y, al examinarlos, en realidad se ha encontrado que ası́
lo hacen).
Entonces, por ejemplo, ¿cuál es el significado de la expresión 10 en el
sistema duodecimal? Es (1 × 121 ) + (0 × 120 ), o 12 + 0, o sea 12, en el
sistema decimal. Análogamente, en el sistema basado en el 7, la expresión
10 es (1 × 71 ) + (0 × 70 ), o 7 + 0, o sea 7. Si se verifica el asunto en otros
sistemas, rápidamente se convencerá uno de que, en un sistema basado en
un número particular, la expresión 10 es igual a ese número. (En el sistema
decimal, naturalmente 10 es igual a 10.)
En el sistema duodecimal, entonces, necesitamos separar dı́gitos para ca-
da número menor de 12. Esto significa 12 dı́gitos separados, incluyendo el
cero. En el sistema basado en el siete, necesitamos separar dı́gitos para cada
número menor de 7, o sea 7 dı́gitos separados, incluyendo el cero. Esto ope-
rarı́a en forma análoga para cualquier otro sistema. Un sistema basado en el
número 28 requerirı́a 28 dı́gitos separados, incluyendo el cero.
94 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

Para dar una idea mas clara de lo que esto significa a continuación apa-
recen los sı́mbolos para los primeros treinta números de los sistemas basados
en el doce, en el siete y en nuestro ya familiar diez.

Sistema basado en el siete Sistema basado en el diez Sistema basado en el doce


1 1 1
2 2 2
3 3 3
4 4 4
5 5 5
6 6 6
10 7 7
11 8 8
12 9 9
13 10 @

Sistema basado en el siete Sistema basado en el diez Sistema basado en el doce


14 11 #
15 12 10
16 13 11
20 14 12
21 15 13
22 16 14
23 17 15
24 18 16
25 19 17
26 20 18
95

Sistema basado en el siete Sistema basado en el diez Sistema basado en el doce


30 21 19
31 22 1@
32 23 1#
33 24 20
34 25 21
35 26 22
36 27 23
40 28 24
41 29 25
42 30 26

Contando en unos y ceros

Para cada sistema basado en un número particular se puede confeccionar


tablas para la suma, la multiplicación y otras operaciones. En el sistema
duodecimal 5 + 8 = 11 y 3 × 4 = 10. En el sistema basado en el siete
3 + 6 = 12, mientras que 5 × 3 = 21. Esto puede parecernos raro porque
no estamos acostumbrados a tales sistemas. Sin embargo, si tuviéramos que
estar dentro de uno u otro sistema, encontrarı́amos que servirı́an a nuestras
finalidades en forma satisfactoria. Hemos adoptado el sistema basado en el
diez porque tenemos diez dedos, no porque sea más lógico que cualquier otro.

Sin embargo, para un fin particular, un sistema un particular puede re-


sultar mas útil que otro, aun cuando no sea más lógico. Esto es cierto, por
ejemplo, en el sistema binario, el cual es un sistema compuesto de dos gua-
rismos.

En un sistema binario, la expresión 10 es igual al 2 en el sistema decimal.


En consecuencia, sólo existen dos dı́gitos en tal sistema, 0 y 1. Los sı́mbolos
para los primeros treinta números de ese sistema aparecen a continuación,
ası́ como los equivalentes en el sistema decimal.
96 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

Sistema binario Sistema decimal


1 1
10 2
11 3
100 4
101 5
110 6
111 7
1000 8
1001 9
1010 10

Sistema binario Sistema decimal


1011 11
1100 12
1101 13
1110 14
1111 15
10000 16
10001 17
10010 18
10011 19
10100 20

Sistema binario Sistema decimal


10101 21
10110 22
10111 23
11000 24
11001 25
11010 26
11011 27
11100 28
11101 29
11110 30

Es bastante fácil convertir una expresión binaria a la expresión equivalente


en el sistema decimal. Por ejemplo, consideremos la expresión binaria 11001.
97

Esta es equivalente a: (1 × 24 ) + (1 × 23 ) + (0 × 22 ) + (0 × 21 ) + (1 × 20 ) o,
16 + 8 + 0 + 0 + 1, o 25, que es efectivamente el equivalente mostrado en la
tabla.
Este procedimiento puede simplificarse al notar que las potencias de 2
son multiplicadas ya sea por 0 o por 1. No existen otros dı́gitos en el sistema
binario que puedan ser usados. Si la potencia es multiplicada por 0 es cero y
puede ignorarse en la suma. Si es multiplicada por 1, es la potencia misma.
Por lo tanto, podemos contar los lugares, en un número como 11001, de de-
1 1 0 0 1
recha a izquierda, empezando con cero, en la forma siguiente: .
4 3 2 1 0
Cada número pequeño representa la potencia particular de 2, significada
por esa posición en el numero. Solamente necesitan considerarse aquellas
potencias en las cuales aparece un 1. Usando este sistema, 11001 es 24 +23 +20 ,
ó 16 + 8 + 1, ó 25.
Un número más grande, como 1110010100001001 puede cambiarse en la
misma forma. Como existen unos en las posiciones 0, 3,8 10, 13, 14 y 15, los
números representan 215 + 214 + 213 + 210 + 28 + 23 + 20 , o sea 58, 633.
Cambiar en la otra forma es mas tedioso, pero muy difı́cil. Supongamos
que hemos considerado el expresado 1562 en sistema decimal. Puede cam-
biarse al sistema binario como sigue:
La potencia más grande de 2 que es más pequeña que 1562, es 210 (que
es igual a 1024). Si se deduce esta cifra de 1562 quedan 538. La potencia
más grande de 2 que es más pequeña que esa cantidad, es 29 (que es igual
a 512 quedando 26). Entonces tenemos 24 (que es igual a 16 y quedan 10),
23 (que es igual a 8 y quedan 2) y 21 (que es igual a 2 y no queda nada). En
potencias de 2, por lo tanto 1562 = 210 + 29 + 24 + 23 + 21 .
Ahora solamente es necesario numerar los espacios de derecha a izquier-
da, empezando del cero. Colocamos los 1 en las posiciones 1, 3, 4, 9 y 10
(correspondientes a las potencias de 2 que forman el número) y los 0 en las
demás. Haciendo esto, tenemos 11000011010. Este es el equivalente binario
de 1562 en el sistema decimal.
En el sistema binario tenemos una tabla muy sencilla de sumas y multi-
plicaciones:
Esta es la lista completa.

0+0=0 0+1=1 1 + 1 = 10

0×0=0 0×1=0 1×1=1


98 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

Ası́, en el sistema binario:


1 1 1 1
+ 1 1 x 1 1
1 0 1 1
1 0 1 1
1 1 0 1 0 0 1

Si se desea, puede comprobarse esto tomando en cuenta que los binarios


11, 110 y 1001 son iguales a 3, 6 y 9, respectivamente, en el sistema decimal.
Ahora supongamos que disponemos de una máquina computadora, con
una hilera d interruptores electrónicos (tales como tubos o transistores). Cada
interruptor puede tener una de dos posiciones. Puede estar ENCENDIDO
(dejando pasar corriente).
Supongamos que la posición de ENCENDIDO es llamada a representar
al número 1 y la posición de APAGADO representa al 0. En ese caso, la
computadora puede ser proyectada en forma tal que la operación eléctrica
de los ENCENDIDOS Y APAGADOS en los diversos interruptores siga las
reglas que gobiernan las sumas, multiplicaciones y otras operaciones de los
unos y los ceros en el sistema binario.
Tales computadoras cambiarán las normas (de acuerdo con las reglas
binarias) tan rápidamente que los cálculos que a los matemáticos les tomarı́an
meses efectuar podrı́an llevarse a cabo en cuestión de minutos.
Sin embargo, nos hemos desviado de la dirección de esta discusión sobre
los diversos sistemas numéricos. Volvamos al sistema decimal y permanezca-
mos allı́ de aquı́ en adelante.

Juegos malabares con los exponentes


Para ver como pueden manejarse estos números exponenciales decimales,
será más fácil (y más claro) usar números más pequeños, en vez del número
tan grande con el cual se inició este capı́tulo.
Supongamos, por ejemplo, que estamos tratando con el número 3200 y
deseamos expresarlo en exponenciales decimales. Podemos usar solamente
enteros y entonces 3200 se convertirı́a en (3 × 1000) + (2 × 100), o (3 ×
103 ) + (2 × 102 ). Sin embargo, es mucho más conveniente, cuando sea posible,
usar un solo exponencial y esto puede hacerse utilizando los decimales. Ası́,
se puede expresar 3200 como 3.2 × 1000 (haga el lector la multiplicación y
99

compruébelo si lo desea), o 3.2 × 103 . Por supuesto, es posible representar


3200 como 32 × 100, que exponencialmente puede expresarse como 32 × 102 .
También puede escribirse como 0.32 × 10000 y entonces seria 0.32 × 104 .
Los tres exponenciales 32 × 102 , 3.2 × 103 y 0.32 × 104 son efectivamente
idénticos. Esto puede demostrarse efectuando las multiplicaciones indicadas,
con las cuales se obtendrá en cada caso 3200. También puede demostrarse
sin llevar a cabo las multiplicaciones.
Ahora consideremos, por ejemplo, 40 × 50 que nos da 2000. Supongamos
que se divide entre 2 uno de los números comprendidos en la multiplicación y
se multiplica el otro por 2. Esto darı́a o 20×100, u 80×25. En cualquier caso,
el resultado también serı́a 2000. O bien se multiplica uno de los números por
10 y se divide el otro también entre 10. El problema se convertirı́a en 4 × 500,
o en 400 × 5. El resultado serı́a igualmente 2000.
En otras palabras, cuando se multiplican dos números, el valor total no
cambia si uno de los números es multiplicado y el otro dividido por el mismo
número. Lo que se toma de uno es dado por el otro.
Consideremos ahora nuevamente el número 3.2 × 103 . Supongamos que
se multiplica 3.2 por 10 y se divide 103 entre 10; esto, como se acaba de
indicar, no cambiará el valor total del número. Multiplicando 3.2 por 10,
naturalmente obtenemos 32. Dividiendo entre 10 (en realidad 101 , hablando
exponencialmente) obtenemos 102 puesto que al dividir restamos exponentes.
El número, por lo tanto, se convierte en 32 × 102 sin ningún cambio en valor.
Podemos hacerlo en la otra forma y dividir 3.2 entre 10 (obteniendo 0.32)
y multiplicando además por 10 (obteniendo 104 ). El número se convertirı́a
en 0.32 × 104 , permaneciendo sin cambio en valor.
Pero como 32 × 102 , 3.2 × 103 y 0.32 × 104 son el mismo número, ¿existe
alguna razón para que debamos escoger una forma u otra? Matemáticamente,
no. Sin embargo, por motivos de conveniencia, se acostumbra escoger la forma
del número en la cual la parte no exponencial se encuentra entre 1 y 10. En
32×102 , la parte no exponencial (32) es mayor de 10 mientras que en 0.32×104
la parte no exponencial (0.32) es menor de 1. Por lo tanto, 3.2 × 103 , con 3.2
entre el 1 y el 10, es la forma de números ordinariamente usada.
Excepto por el detalle del exponente negativo, todo esto opera lo mis-
mo para los números menores de 1. Tomemos, por ejemplo, 0.0054. Puede
expresarse como 54 × 0.0001, o como 5.4 × 0.001 o como 0.54 × 0.01. Cada
una de estas multiplicaciones dará 0.0054. Exponencialmente, éstas pueden
escribirse como: 54 × 10−4 , 5.4 × 10−3 ,o 0.54 × 10−2 .
Nuevamente estos números son equivalentes. Empezando con 5.4 × 10−3
100 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

puede multiplicarse 5.4 por 10 y dividir 10−3 entre 10. Por supuesto, 5.4×10 =
54; y 10−3 ÷ 101 es 10−4 puesto que, propiamente, la división comprende la
resta de exponentes y −3 − 1 es −4 por lo que el número es cambiado a
54 × 10−4 sin ningún cambio en valor.
En la misma forma, dividiendo 5.4 entre 10 y multiplicando 10−3 por
10 obtendremos 0.54 × 10−2 sin cambio en valor. Y, nuevamente, la forma
preferida es 5.4 × 10−3 , porque es en la cual la parte no exponencial del
número está entre 1 y 10.

Más juegos malabares con los exponenciales


Todas las operaciones a las cuales están sujetos los números ordinarios
pueden ser aplicadas también a los números exponenciales.
En la suma y la resta solamente están comprendidas las partes no ex-
ponenciales del número. Por ejemplo, la suma de 2.3 × 104 y 4.2 × 104 es
6.5 × 104 . (Puede el lector comprobar esto convirtiendo los exponenciales que
están siendo sumados a números ordinarios –23, 000 y 42, 000– sumándolos
para obtener 65, 000 y cambiándolos nuevamente a un exponencial. Puede
hacer lo mismo en todos los ejemplos que doy. Le dará práctica y le hará no
creer necesariamente en lo que se le dice, aun cuando esté impreso).
La suma de 8.7 × 104 y 3.9 × 104 resulta ser 12.6 × 104 . Dicho resultado
puede dejarse en esta forma. Sin embargo, la parte no exponencial es mayor de
10. Por medio de la apropiada división-multiplicación discutida en la sección
anterior, se puede convertir el número a 1.26 × 105 , que es una respuesta
correcta y está en la forma preferible.
Sin embargo, ¿qué sucede si las partes exponenciales de dos números que
están siendo sumados no son iguales? ¿Cuál es la suma de 1.87×104 y 9×102 ?
A fin de obtener la suma es necesario igualar las partes exponenciales de los
números. Por ejemplo, 1.87 × 104 puede convertirse, por el método usual, a
187 × 102 . Una vez hecho esto, la suma se convierte en (187 × 102 ) + (9 × 102 )
y el resultado, evidentemente, es 196 × 102 .
La otra posibilidad es que 9×102 pueda convertirse a 0.09×104 (ya ahora
se espera que no necesite el lector los detalles) y la suma resulta (1.87×104 )+
(0.09 × 104 ) = 1.96 × 104 .
Ası́ se tienen dos respuestas posibles: 196 × 102 y 1.96 × 104 . Pero siendo
éstas idénticas en valor, es la segunda forma la preferible.
101

Las operaciones para la resta son iguales que para la suma, excepto que
trabajan al contrario.
En realidad, los exponenciales raramente son usados para las sumas y las
restas. No es más fácil manejar éstos en estas operaciones que los números
ordinarios. En realidad, son más difı́ciles puesto que hay que ir convirtiéndolos
de una potencia a otra.
La multiplicación y la división son otro asunto.
Supongamos que se desea multiplicar 60000 por 0.008. Parece bastante
fácil y puede hacerse como sigue:

6 0 0 0 0
x 0 . 0 0 8
4 8 0 . 0 0 0

La única dificultad consiste en que hay que llevar la cuenta de los ceros
y asegurarse uno de que tiene el punto decimal en el lugar correcto. (Es fácil
equivocarse a este respecto.)
Vamos convertir ahora ambos números a exponenciales. Primero, 60000
es 6×104 , mientras que 0.008 es 8×10−3 . Multiplicando son: 6×104 ×8×10−3 .
Como no importa el orden en que sean multiplicados los números, esto puede
escribirse como 6 × 8 × 104 × 10−3 . Ahora bien, 6 × 8 evidentemente son 48,
mientras que 104 ×10−3 resulta 101 . Se suman los exponentes, y 4+(−3) = 1.
El resultado es 48 × 101 , o escribiéndolo en la forma preferible, 4.8 × 102 . En
cualquier caso, el exponente tiene el valor de 480 en números ordinarios que,
por supuesto, es correcto.
Pero la operación exponencial se ha encargado de los ceros y de la posición
del punto decimal. Además, la tarea de llevar la cuenta de los ceros y de los
puntos decimales se hace más tediosa conforme las cifras son más grandes
o más pequeñas, cosa que los exponenciales pueden manejar con sin igual
facilidad en cifras de cualquier magnitud.
Supongamos, por ejemplo, que se preguntara al lector lo siguiente. Si la
Tierra estuviera compuesta exclusivamente de átomos de hidrógeno, ¿cuántos
de éstos contendrı́a?
La masa del globo terráqueo, como ya hemos visto, tiene 6000000000000000000000000000
gramos y la masa de átomos de hidrógeno 0.00000000000000000000000166
gramos. Para obtener la respuesta a la pregunta anterior hay que dividir la
masa de la Tierra entre la masa de átomos de hidrógeno; es decir, 6000000000000000000000000000÷
0.00000000000000000000000166. Puede hacerse si se desea.
102 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

Sin embargo, si se utilizan exponenciales, el problema se convierte simple-


mente en (6 × 1027 ) ÷ (1.66 × 10−24 ). Como en la multiplicación, puede usted
cambiar esto a una división de una parte no exponencial entre la otra y de una
parte exponencial entre la otra. El cociente de 6÷1.66 es 3.6 (no exactamente,
pero bastante aproximado); mientras que 1027 ÷ 10−24 = 1051 . El número de
átomos de hidrógeno en la Tierra serı́a, por lo tanto, (si ésta estuviera com-
puesta totalmente de hidrógeno) igual a 3.6×1051 , que en números ordinarios
llegarı́a a 3600000000000000000000000000000000000000000000000000, cifra
que habrı́a usted obtenido si hubiera llevado a cabo la división mencionada
en el párrafo anterior.
Las potencias y las raı́ces de los números exponenciales no presentan
2 4 2
particular dificultad. Ası́ (9 × 104 ) es igual a 92 × (10√ ) , que resulta ser
8 9 4
81 × 10
√ √ , o preferiblemente 8.1 × 10 . Por otro lado, la 9 × 10 es igual a
9 × 104 , o 3 × 102 .

Los exponentes se hacen cargo totalmente del


asunto
Todavı́a hay lugar para impacientarse con el uso de los exponenciales en la
multiplicación y la división. Como hemos visto, funcionan perfectamente con
los números con muchos ceros, pero supongamos que deseamos multiplicar
6837 X 1822. Si convertimos estas cifras a exponenciales, se transforman en
6.837 × 103 y 1.822 × 103 . La multiplicación de las partes exponenciales es
relativamente fácil, pero, ¿qué decir de las no exponenciales, como son 6.837
y 1.822? Es nuevamente nuestro problema, nada más que aumentado con la
complicación de un punto decimal que hay que tomar en cuenta.
Lo que queremos, en otras palabras, es un número basado en el diez y
en el cual la fácilmente manejable parte exponencial trabaje tanto como sea
posible y la importuna parte no exponencial lo menos posible. Lo ideal seria
contar con un número basado en el diez que fuera totalmente exponencial y
que eliminara completamente la parte no exponencial. Esto nos conduce al
asunto de los exponentes decimales, de los que se habló al final del capı́tulo
7.
Veamos con más detalle los exponenciales basados en diez. Para empezar,
100 = 1 y 101 = 10.
¿Qué hay en cuanto a los exponentes entre 0 y 1? Por ejemplo, 100.5 es
103

1 √
igual a 10 2 , o a 10, siendo aproximadamente 3.162278. En igual forma (pero
más complicadamente), pueden obtenerse los valores de 10 a otras potencias
decimales. Existen tablas detalladas de tales valores en diversos libros de
consulta. Daré a continuación una pequeña tabla de valores de las potencias
decimales de 10.
Pequeña tabla antilogaritmica
exponencial logaritmo antilogaritmo
100.0 0.0 1.000
0.1
10 0.1 1.259
100.2 0.2 1.585
0.3
10 0.3 1.995
0.4
10 0.4 2.512
100.5 0.5 3.162
0.6
10 0.6 3.981
0.7
10 0.7 5.012
100.8 0.8 6.310
0.9
10 0.9 7.943
101.0 1.0 10.000
Como se presupone la base de 10, generalmente aparece solamente el
exponente en dichas tablas. El exponente que debemos elevar es llamado
“logaritmo”. El valor del exponencial en cifras ordinarias es el “antilogarit-
mo”. Como ejemplo, en la expresión 102 = 100, el 2 es el logaritmo de 100
y el 100 el antilogaritmo de 2. Una tabla como la anterior que, proporciona
los antilogaritmos para una serie regular de logaritmos, es llamada “tabla
antilogaritmica.”
Por supuesto, los antilogaritmos que figuran en la tabla son inexactos, no
pudiéndose esperar que sean exactos puesto que, excepto los valores iguales de
las potencias del diez, como 100.0 y 101.0 todas las potencias son irracionales
(es decir, no pueden expresarse como fracciones exactas). Sin embargo, los
antilogaritmos pueden llevarse a tantos puntos decimales como sea útil y
necesario.
Si tomamos esto al contrario, podemos expresar cualquier número entre
1 y 10 como alguna potencia decimal de diez. En otras palabras, es posible
desarrollar el logaritmo equivalente de cada número por medio de cálculos
que no necesitamos mencionar en este libro.
Aquı́, por ejemplo, se presenta una pequeña tabla de logaritmos para
una serie regular de números ordinarios. Unas tablas mucho más detalladas,
104 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

que dan los valores de muchos números más, podrán encontrarse en diversos
libros de consulta.
Como resultado de lo anterior, ya nadie calcula los logaritmos. El trabajo
ya ha sido hecho. Ahora solamente es necesario buscar en las tablas. Por
ejemplo, usando la pequeña tabla logarı́tmica que se presenta a continuación,
se puede ver que el logaritmo de 3.2 (para tomar un número al azar) es 0.5051,
mientras que el logaritmo de 2.4 (tomándolo igualmente al azar) es 0.3802.
(Estos valores son, por supuesto, solamente aproximados, como son todos los
logaritmos, excepto aquellos de las potencias integrales del diez.)
Ahora, aquı́ está el valor de los logaritmos. Siendo realmente exponentes,
al multiplicar los números únicamente necesitamos sumar los exponentes.
Para multiplicar 3.2 y 2.4, sólo necesitamos sumar 0.5051 y 0.3802 para
obtener 0.8853. Esta cifra aún es un exponente, por supuesto, y solamente
nos dice que debemos encontrar el valor de 100.8883 . Para tal valor, debemos
buscar una tabla antilogarı́tmica suficientemente detallada a fin de encontrar
que el antilogaritmo de 0.8853 es 7.68. Ese es el resultado de 3.2 × 2.4.

número logaritmo número logaritmo número logaritmo


1.6 0.2041 2.1 0.3222 2.6 0.4150
1.7 0.2304 2.2 0.3424 2.7 0.4314
1.8 0.2553 2.3 0.3617 2.8 0.4472
1.9 0.2788 2.4 0.3802 2.9 0.4624
2.0 0.3010 2.5 0.3979 3.0 0.4771
número logaritmo número logaritmo número logaritmo
3.1 0.4914 3.6 0.5563 4.1 0.6128
3.2 0.5051 3.7 0.5682 4.2 0.6232
3.3 0.5185 3.8 0.5798 4.3 0.6335
3.4 0.5315 3.9 0.5911 4.4 0.6435
3.5 0.5441 4.0 0.6021 4.5 0.6532
número logaritmo número logaritmo número logaritmo
4.6 0.6628 5.1 0.7076 5.6 0.7482
4.7 0.6721 5.2 0.7160 5.7 0.7559
4.8 0.6812 5.3 0.7243 5.8 0.7634
4.9 0.6902 5.4 0.7324 5.9 0.7709
5.0 0.6990 5.5 0.7404 6.0 0.7782
105

número logaritmo número logaritmo número logaritmo


6.1 0.7853 6.6 0.8195 7.1 0.8513
6.2 0.7924 6.7 0.8261 7.2 0.8573
6.3 0.7993 6.8 0.8325 7.3 0.8633
6.4 0.8062 6.9 0.8388 7.4 0.8692
6.5 0.8129 7.0 0.8451 7.5 0.8751
número logaritmo número logaritmo número logaritmo
7.6 0.8808 8.1 0.9085 8.6 0.9345
7.7 0.8865 8.2 0.9138 8.7 0.9395
7.8 0.8921 8.3 0.9191 8.8 0.9445
7.9 0.8976 8.4 0.9243 8.9 0.9494
8.0 0.9031 8.5 0.9294 9.0 0.9542
número logaritmo número logaritmo
9.1 0.9590 9.6 0.9823
9.2 0.9638 9.7 0.9868
9.3 0.9685 9.8 0.9912
9.4 0.9731 9.9 0.9956
9.5 0.9777 10.0 1.0000

Por otro lado, para dividir 3.2 entre 24, únicamente necesitamos restar
0.3802 de 0.5051 y obtener 0.1249. El antilogaritmo de esta última cifra es
1.333 que es la respuesta.
Ahora volvamos al problema con el cual empezamos esta sección: 6837 +
1822. Convirtiendo estos números a exponenciales, tenemos 6.837 × 103 y
1.822 × 103 . El logaritmo de 103 es sencillamente 3, puesto que un logaritmo
es tan sólo el exponente de 10 que da el valor de un número determinado.
El exponente de 10 que da el valor de 103 es evidentemente 3. En la misma
forma, el logaritmo de 1012 es 12 y el logaritmo de 10−14 es −14.
El logaritmo de 6.837 debe buscarse en una tabla más detallada que la que
se presenta en este libro y resulta ser 0.83487. El logaritmo de 6.837 × 103 es,
por lo tanto, 0.83487 + 3 (recuérdese que cuando multiplicamos los números
sumamos los logaritmos) o 3.83487.
En la misma forma, el logaritmo de 1.822 resulta ser 0.26055, por lo que
el logaritmo de 1.822 × 103 es 0.26055 + 3, o sea 3.26055.
La multiplicación de 6837 y 1822 queda entonces hecha al sumar los lo-
garitmos 3.83487 + 3.26055 obteniendo un resultado de 7.09542. Vamos a
cambiar eso a 0.09542 + 7 y a encontrare antilogaritmo. (La parte decimal
de un logaritmo [0.09542 en este caso] es llamada “mantisa”, el entero [7 en
106 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

este caso] la “caracterı́stica”).


El antologaritmo de un número entero es simplemente la potencia de 10
a ese número. Ası́, el antilogaritmo de 7 es 107 . El antilogaritmo de 0.09542
es 1.246, (según aparece en una tabla). El antilogaritmo de 7.09542 es, por lo
tanto, 1.246 × 107 ( al ir de logaritmo a antilogaritmo, naturalmente la suma
debe reconvertirse a multiplicación) o, en números ordinarios, 12, 460, 000.
Si se efectúa la multiplicación de 6837 por 1822 obtendrá como resultado
12, 457, 014. Sin embargo, hay que recordar que los logaritmos no son exactos,
por lo cual su resultado solamente puede ser aproximado.
La división de 6837 entre 1922 significa que hay que restar los logaritmos.
Como 3.83487 − 3.26055 = 0.57432 para cuya cifra el antilogaritmo es 3.752,
ésta es su respuesta. La división efectiva dará a usted un resultado de 3.75192
pero, repetimos nuevamente, los logaritmos tan sólo aproximados.
El lector puede encontrarse impaciente con un método que solamente rin-
de resultados aproximados y que requiere consultar dos tablas diferentes,
todo esto en lugar de las operaciones de multiplicación y división que nos
son tan familiares. Pero hay que considerar que los problemas cientı́ficos y
de ingenierı́a frecuentemente comprenden una serie continua de multiplica-
ciones y divisiones. Se puede confrontar la resolución de un problema como
(194.768 × 0.045 × 19.22 ) ÷ (1.558 × 35.4) . Tomarı́a gran cantidad de tiempo
el resolverlo por los métodos ordinarios de multiplicación y división mientras
que una persona hábil en el manejo de los logaritmos, todo lo que tiene que
hacer es ver unas cuantas cifras en una tabla (y con práctica, esto puede
hacerse rápidamente) sumar, restar, ver otra cifra y obtener la respuesta.
Más aún, si uno está satisfecho con las respuestas que son casi, pero no
totalmente exactas –y muchas veces tales respuestas “casi exactas” pueden
ser muy útiles– encontrará en este método una ganancia adicional en tiempo.

El nuevo ábaco
La guı́a al método abreviado puede encontrarse viendo detenidamente la
forma en que los logaritmos aumentan. Obsérvese que el logaritmo de 1.0 es
0.000, que e de 2.0 es 0.3010 y que el de 3.0 es 0.4771. Al pasar de 1 a 2
el valor del logaritmo es aumentado en 0.3010; al pasar de 2 a 3, aumenta
adicionalmente, pero sólo en 0.1761.
Continuando, el logaritmo de 4.0 es 0.6020, que significa solamente un
aumento adicional de 0.1249. Y al pasar de 9.0 a 10.0, el logaritmo cambia
107

de 0.9542 a 1.0000, un aumento de 0.0458, mientras que al pasar de 19.0


a 20.0, el logaritmo cambia de 1.2788 a 1.3010, un aumento solamente de
0.0222.
Si uno fuera a trazar una escala en una regla poniendo imparcialmente
espaciados los valores logarı́tmicos, y en la parte opuesta se colocaran los
números ordinarios (antilogaritmos) en la posición correspondiente a los lo-
garitmos, los números ordinarios parecerı́an estrecharse mutuamente en el
extremo más alto de la misma. Se puede ver esto en la ilustración (??). Esta
es una reflexión del hecho de que, con números mas altos, baja la proporción
de aumento en los logaritmos.

Figura 8.2: Antilogaritmos y Logarittmos

A tal escala de apretujados números, correspondientes a una serie igual


de logaritmos, se le llama “escala logarı́tmica”. Matemáticamente, la escala
logarı́tmica constituye un instrumento muy útil. Pueden utilizarse dos esca-
las logarı́tmicas al mismo tiempo, en forma tal que una pueda moverse con
respecto a la otra como se observa en la ilustración (??).

Figura 8.3: Escala logarı́tmica movible

Moviendo las dos escalas podemos sumar números que, en la forma en


que están arreglados en una escala logarı́tmica, equivale en realidad a sumar
los logaritmos de los números indicados. Esto a su vez significa que estamos
multiplicando los mismos números.
Por ejemplo, para multiplicar 2 y 3, colóquese el 1 de la escala movible
sobre el 2 de la escala estacionaria. Si se corre la vista al número 3 de la
escala movible, se suma automáticamente el logaritmo de 2 al de 3 y, con
108 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS

absoluta seguridad, se encontrará, debajo del 3 de la escala movible, el 6 en


la escala estacionaria. Y, como puede verse, 2 × 3 = 6.
Tales piezas de madera, rayadas con lineas (de aquı́ que se llamen “re-
glas”), una de las cuales puede deslizarse con respecto a la otra, son conocidas
como “reglas de cálculo”.
Una regla de cálculo elaborada como la que se muestra en el dibujo (??),
tiene un número diferente de escalas –todas sutil y exactamente divididas–
las cuales pueden usarse para la resolución de una variedad de problemas,
tan fácilmente como el de 2 × 3.

Figura 8.4: Regla de cálculo

Como una regla de cálculo es, en realidad, una tabla logarı́tmica fijamente
colocada en un pedazo de madera, puede resolver cualquier problema que los
logaritmos puedan resolver. Su exactitud depende de cuán estrechamente
puedan leerse las divisiones que contiene la misma.
Cada ganancia tiene su pérdida compensatoria. Una regla de cálculo hace
innecesarias las tablas logarı́tmicas, sı́, pero una de las virtudes del manejo
del logaritmo en la forma ordinaria es que automáticamente se encarga del
punto decimal. La regla de cálculo no lo hace.
Para localizar el punto decimal, trabajando con la regla de cálculo, es pri-
meramente necesario hacer un calculo rápido de la resolución de su problema.
Por ejemplo, considérese el problema que presenté en una de las páginas an-
teriores:
(194.768 × 0.045 × 19.22 ) ÷ (1.558 × 35.4)
Cambiando las  cifras a los mas
 cercanos “números redondos” este puede
1
1 1

transformarse a 200 × × 202 ÷ 2
× 35 , resultando 4000 ÷ 50 = 80.
20
El resultado, ası́ lo sabemos, debe estar más cerca de 80 que de 8 o de 800,
y eso fija el punto decimal (o, como decimos algunas veces, fija el “orden de
magnitud”).
Ahora bien, usando mi propia regla de cálculo, puedo manejar la escala
movible de una parte a otra, sumando y restando logaritmos, y encontrar
que la cifra de la respuesta es 587. Como sé que la respuesta debe estar más
109

cerca de 80 que de 8 u 800, coloco el punto decimal para hacer que el número
sea leı́do como 58.7. La ejecución del cálculo total me tomó 35 segundos, y
debo manifestar que lo hice despacio, con objeto de no equivocarme.
La resolución del problema por medios aritméticos comunes me darı́a
una respuesta más exacta. La llevé a cabo para obtener 58.6 pero durante
el proceso de la operación cometı́ dos errores que hube de corregir. En total
ocupé 20 minutos, pero hice trampas. En primer lugar, descubrı́ que habı́a
cometido un error, porque mi resultado aritmético no concordaba con el
resultado obtenido por medio de mi regla de cálculo. Y después, localicé mis
demás errores y evité tener que repetir todo el problema, verificando cada
paso individual con la regla de cálculo.
Las computadoras modernas, por supuesto, operan más exacta y rápida-
mente que las reglas de cálculo, pero no son portátiles. Pasará mucho tiempo
antes de que el ingeniero o el cientı́fico se sientan a gusto sin tener a su alcan-
ce una regla de cálculo. Algunas veces, pienso que el cientı́fico moderno es la
reencarnación del antiguo amanuense, y su regla de cálculo la reencarnación
del antiguo ábaco.
110 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
Capı́tulo 9

De números de lı́nea a números


de superficie

Entra i
Hasta ahora, en todas mis exposiciones sobre las raı́ces cuadradas he
evitado
√ cuidadosamente mencionar los números negativos. Por ejemplo, √ digo
que 4 es igual a 2, porque 2 × 2 = 4. Pero, por la misma prueba, 4 debe
también ser –2 puesto que −2 × −2 = 4. (Recuérdese que la multiplicación
de números negativos por números negativos da como resultado números
positivos).
De lo anterior se desprende que en realidad existen dos raı́ces√ posibles de
4 y, hablando apropiadamente, esto es lo que debı́a escribirse: 4 = ±2. El
sı́mbolo ± debe interpretarse como “más o menos”.
Ahora bien, si 2 y −2 son ambos la raı́z cuadrada de +4, ¿cuál es la raı́z
cuadrada de −4? ¿Que numero multiplicado por sı́ mismo es igual a −4?
Estamos seguros de que +2 × −2 = −4, pero +2 y −2 no son el mismo
número, ası́ que, al multiplicarlos, ninguno multiplica por sı́ mismo.
Tal parece como si en ninguna parte existiera un número, positivo o ne-
gativo, que pudiera ser tal vez la raı́z cuadrada de −4 o de cualquier número
negativo. Sin embargo, por terquedad, vamos a considerar un poco el proble-
ma.
Primero
√ que todo, hagamos éste tan sencillo como podamos. Un número
como
√ 64 puede fraccionarse en factores, de manera
√ √que pueda escribirse
16 × 4. A su vez, éste puede transformarse en 16 × 4. Su separación en

111
112CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE
√ √ √
dos raı́ces cuadradas no afecta su valor, puesto que la 64 es 8 y 16 × 4
es 4 × 2, que es 8.
La repetición de pruebas demostrará que si un número es fraccionado
en factores, la raı́z cuadrada del mismo es igual al producto de las raı́ces
cuadradas de los factores. Esto también puede√ ser aplicado
√ a los números

irracionales. Por ejemplo, consideremos la 15 y la de 5 × 3. Se pueden
buscar
√ en las tablas las√raı́ces cuadradas apropiadas,
√ y encontrar que la de
15, es 3.872983, la de 5 es 2.236068 y la de 3 es 1.732051 (cifras natural-
mente aproximadas).
√ √ Como √ 2.236068 × 1.732051 resulta ser igual a 3.872983,
entonces, 15 = 5 × 3.
Ahora bien. Cualquier número negativo puede considerarse como el pro-
ducto del número positivo correspondiente −1. En otras palabras, −64 =
64 × −1; −276 = 276 × −1; −1.98 = 1.98 × −1 y ası́ sucesivamente.)
La raı́z cuadrada de cualquier número negativo, digamos −172, puede,
por lo tanto, fraccionarse como sigue:
√ √ √ √
−172 = 127 × −1 = 172 × −1

√ Para abreviar, si solamente supiéramos la raı́z cuadrada de menos uno


( −1) podrı́amos desarrollar la raı́z cuadrada de cualquier número negativo.
Pero aquı́ nos encontramos ante el dilema mencionado: 1×1 = 1 y −1×−1 =
1. Ninguno de estos números, multiplicados entre sı́, darán −1.
La única cosa que podemos hacer es inventar una respuesta. Podrı́amos,
por ejemplo, fijar un signo como # y decir que # × # da una respuesta
negativa. Entonces serı́a #1 × #1 = −1. Eso serı́a cierto como definición
y, si no se opusiera con cualquier otra cosa ya establecida en el esquema
matemático, no habrı́a razón para que no nos saliéramos con la nuestra en
este aspecto.
Por supuesto, un número como ése tendrı́a que ser imaginario. Sabemos
lo que es +$1 y −$1. El primero es un dólar (o cualquier otra unidad mone-
taria) de capital, y el último un dólar (o cualquier otra unidad monetaria) de
adeudo. ¿Que cosa serı́a #$1? Los primeros matemáticos que trabajaron con
las raı́ces cuadradas de los números negativos los llamaron “números imagi-
narios”, y aun en la actualidad persiste ese nombre. A diferencia de éstos, los
números ordinarios, ya sean positivos o negativos, racionales o irracionales,
son llamados “números reales”.
Sin embargo, hasta la fecha, los matemáticos no han confeccionado un
nuevo signo correspondiente a + o −. (Yo desearı́a que lo hubieran hecho,
113

serı́a más natural). En cambio, idearon el sı́mbolo i (para “imaginario”) y


permitieron
√ que se tomara como la raı́z cuadrada de −1. En otras palabras,
−1 = i, además, y por supuesto, esto significa que i×i = i2 = −1. Sin duda,
−i × −i√es también igual a i2 o −1 y, por esta razón, realmente, debemos
escribir −1 = −i. Y, para redondear el asunto, i × −i = −i2 = −(−1) = 1.
Y ahora ya tenemos la respuesta
√ para todas las √ raı́ces
√ cuadradas de los
números negativos. El valor de −4, es igual a 4 × −1, o a 2 × i, que
puede simplemente√escribirse 2i, o más adecuadamente, ±2i. √ En la misma

forma, el valor de −64 es ±8i, mientras que el valor de −15 es ± 15i,
o, aproximadamente, ±3.872983i.

Números y puntos de la brújula


Sin embargo, ya para ahora puede el lector estar rabiando de indignación.
Puede estar pensando Dejemos esta plática respecto a i. ¿Qué significa i?
En realidad, puede significar lo que a elección nuestra deseemos que sig-
nifique. Debe recordarse que los números son solamente creación del hombre
para ayudarlo a entender al universo que lo rodea. Podemos hacer lo que
queramos con nuestras propias creaciones en tanto nos ayuden a entender.
√ no podı́an ver qué significaba −1: les era
Por ejemplo, los antiguos griegos
misterioso como lo habrı́a sido la −1. Traté de explicar en el capitulo 2 lo
que es −1 usando una linea vertical en la que coloqué los números positivos
encima del cero y los números negativos abajo del cero.
Como esto parece funcionar, volvamos a ello. Supongamos que trazamos
otra lı́nea horizontal a través del punto cero de esa primera lı́nea, marcando
la lı́nea horizontal a espacios iguales a los ya usados en la lı́nea vertical. A la
derecha marcaremos los espacios como +i, +2i, +3i, +4i y ası́ sucesivamente.
A la izquierda, como −i, −2i, −3i, −4i, etc. La ilustración (??) muestra esto.
Ahora podemos ver lo que significa el término i. Por ejemplo, estuvimos
de acuerdo en que +1 significa un kilómetro al norte de una población (por
ejemplo) y −1 un kilómetro al sur de una población. Entonces +i significa
un kilómetro este de una población y −i, un kilómetro al oeste de una po-
blación. (Esto no es lo que “realmente” significan los números. No tienen un
significado “real”. Es solamente una ilustración para ayudarnos a captar la
relación abstracta en términos de algo concreto.)
Por ejemplo, en vez de usar sı́mbolos como + y −, podrı́amos haber
decidido marcar los números con las iniciales de los puntos de la brújula.
114CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE

Figura 9.1: Lı́neas para números reales e imaginarios

Podrı́amos haber decidido llamar a los números reales positivos, “números


N” (por el norte), a los números reales negativos “números S” (por el sur),
los números imaginarios positivos “números E” (por el este), y a los números
imaginarios negativos “números O” (por el oeste).
Sobre estas bases, no existirı́a razón para llamar “reales” a los números
N y S, e “imaginarios” a los números E y O. Los cuatro puntos de la brújula
son todos igualmente reales. Sin embargo, el nombre “imaginario” surgió por
razones históricas y actualmente es ya muy tarde para cambiarlo.
Usando estos “números de brújula” para desarrollar unas matemáticas
autoconsistentes (que es lo que los matemáticos en realidad están tratando
de hacer) podrı́a ser necesario decir que:
115

N ×N =N S×N =S E×N =E W ×N =W
N ×S =S S×S =N E×S =W W ×S =E
N ×E =E S×E =W E×E =S W ×E =N
N ×W =W S×W =E E×W =N W ×W =W

Este orden (una especie de tabla de multiplicar para signos) es con el


que efectivamente trabajamos en las matemáticas que han sido inventadas
por la humanidad. Puede parecer rara esta tabla de multiplicar, pero tiene
una sencilla significación geométrica que el lector descubrirá al estudiar la
ilustración (??)
Esto no quiere significar que las nuestras sean las únicas “verdaderas”
matemáticas o que algún otro orden pudiera no ser igualmente “verdadero”.
Sucede que éste ha sido el orden que nos ha demostrado ser útil y ha sido el
que hemos usado.

Más puntos de la brújula


Ya que estamos hablando de norte, sur, este y oeste, ¿qué hay en cuanto a
una dirección como nordeste y sudeste? Hasta ahora, en nuestras multiplica-
ciones de números reales e imaginarios, las respuestas han resultado siempre
en una de las dos lineas, norte sur oeste oeste. Sin embargo, ¿qué decir de la
suma? ¿Cuál es la suma de 1 más i?
Los matemáticos no han encontrado necesario inventar sı́mbolos que re-
presenten una suma tal y la han dejado simplemente como 1+i. No obstante,
puede hacerse que esta suma tenga significado en nuestro sistema numérico
direccional. Vamos a trazar nuevamente las lı́neas norte-sur y este-oeste y, en
vez de poner notas numeradas en las lineas, tracemos nuevas lı́neas a través
de cada nota.
Supongamos que, a través de cada nota en la lı́nea vertical de números
reales, trazamos una leve linea horizontal. La lı́nea que pasa a través de +1 es
+1 en toda su longitud en cada punto. La linea horizontal que pasa a través
de +2 es +2 en toda su longitud, mientras que la que pasa a través de −3 es
−3 a lo largo de toda la lı́nea, y ası́ sucesivamente.
Hagamos lo mismo con la lı́nea horizontal de números imaginarios, tra-
zando leves lı́neas verticales a través de cada nota. Nuevamente, la lı́nea
vertical a través de +2i será +2i en toda su longitud, la que través de −5i
será −5i en toda su longitud, y ası́ sucesivamente.
116CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE

(a) (b)

(c) (d)

Figura 9.2:
N=Números reales positivos, tales como +1
E=Números imaginarios positivos, tales como +i
S=Números reales negativos, tales como −1
0=Números imaginarios negativos, tales como −i
117

Cuando esto haya sido hecho, como se muestra en la ilustración(??),


tendremos un modelo de tablero de damas con la lı́nea de cada número
imaginario cruzando la lı́nea de cada número real y viceversa.

Figura 9.3

Ahora podemos obtener la respuesta al asunto referente a la suma de


1 + i. Un número como 1 + i representarı́a un punto que es a la vez +1 y +i y
ese punto sólo puede existir donde las lineas se cruzan en el tablero modelo.
Como los espacios son iguales en ambas lı́neas, 1 + i representa un número
en dirección nordeste. Ası́ ocurre, también en 2 + 2i, 3 + 3i, 4 + 4i, etc.
Un número como 1 − i puede escribirse como +1 + (−i) y el punto que lo
representa estarı́a donde cruzan las lı́neas de +1 y −i ubicado en dirección
noroeste. Semejantemente −1+i estarı́a en el sudeste y −1−i, en el sudoeste.
Otras direcciones pueden ser representadas por números tales como 5+2i,
−7 − 3i, etc. En realidad, cada posición en el tablero modelo (que puede
imaginarse se extiende indefinidamente en cada dirección) puede considerarse
como un punto que representa algún número que es la suma de número real
y uno imaginario. Es más, la posición puede tener valores decimales, o aun
irracionales,
√ √ y estar situada entre las lı́neas del tablero como 9.54 + 0.015i, o
2 7 − 5 2i.
Los números de este tipo, que incluyen una parte real y otra imaginaria,
118CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE

son llamados “números complejos”.


En realidad, los números que son enteramente reales o enteramente ima-
ginarios también podrı́a considerarse como números complejos. El número
42, por ejemplo, puede escribirse como 42 + 0i, mientras que el número −5i
puede escribirse como 0 − 5i.
La importancia de los números complejos en los asuntos prácticos está en
que éstos no solamente denotan la magnitud como números ordinarios, sino
también la dirección.
Para dar un ejemplo, en fı́sica e ingenierı́a los “esfuerzos” juegan un pa-
pel importante. Los esfuerzos son empujes y tracciones. Existen esfuerzos
resistentes, intermedios y poco resistentes. Los esfuerzos pueden ser medidos
solamente en números reales, con empujes positivos, por ejemplo, y tracciones
negativas.
Pero los esfuerzos también tienen dirección. Un empuje o una tracción
puede ser superior, inferior, lateral o intermedio. Y para ambos, número y
dirección, se necesitan los números complejos. En esta forma, el número i,
que para muchas personas ajenas a las matemáticas parece completamen-
te misterioso e inútil, es positivamente útil. En electrónica, por ejemplo, no
existirı́a posibilidad de tratamiento matemático sin contar con i. Las corrien-
tes alternas cambian constantemente, tanto en cantidad como en dirección
y, para expresar estos cambios matemáticamente en ambos aspectos, deben
usarse los números complejos.
Los números complejos pueden sumarse y restarse como los números or-
dinarios, sumándose y restándose separadamente las partes reales y las ima-
ginarias. Ası́, si +2 − 4i se suman a −5 + 7i, el resultado es −3 + 3i, pero
si se restan, el resultado es −7 + 11i. (Esto puede demostrarse en el tablero
modelo, como pueden demostrarse la suma y la resta ordinarias en la lı́nea
norte-sur pero tal vez ya a estas alturas pueda el lector mismo hacerlo.)
La multiplicación es más complicada, pero en realidad no más complicada
que la de números ordinarios. Al multiplicar 35 × 28, como se explicó en el
capı́tulo 3, se fracciona el número 35 en 30 + 5 y el 28 en 20 + 8. Cada parte
de un número es entonces multiplicado por cada parte del otro, sumándose
los submúltiplos.
Exactamente igual se procede con los números complejos. Para multiplicar
3 + 5i × 6 + i, se plantea la operación en la forma siguiente (??)
Siguiendo las flechas y multiplicando cada cifra superior por cada cifra
inferior vemos que: 3 × 6 = 18; 3 × i = 3i; 5i × 6 = 30i; y 5i × i = 5i2 . Como
i2 = −1, 5i2 = −5.
119

Figura 9.4

Dos de los submúltiplos son reales. Estos, 18 y −5, si se suman hacen 13.
Los otros dos, 30i y 3i, son imaginarios y si se suman hacen 33i. Entonces el
resultado de nuestra multiplicación de números complejos es 13 + 33i.
Otros tipos de operaciones aritméticas pueden demostrarse también en
forma semejante. Para abreviar, los números complejos pueden manejarse
por los mismos medios que los números ordinarios y, por lo tanto, nada
tienen de misteriosos.

Buscando raı́ces más profundamente


El campo de los números complejos abre la posibilidad de considerar
algunos hechos respecto a las raı́ces mas elevadas.
Ya me he permitido explicar que
√ la raı́z cuadrada de cualquier
√ número
tiene dos soluciones, por lo que la +1 es o bien +1 o −1 y la −1 es o bien
+i o −i. √
¿Qué decir de la 4 +1? Evidente, +1 × +1 × +1 × +1 = +1, por lo
que +1 es una de las cuatro raı́ces de +1. Entonces, supongamos considerar
−1 × −1 × −1 × −1. Los dos primeros términos multiplicados entre sı́ dan
+1, y lo mismo los dos últimos; por lo tanto, −1 × −1 × −1 × −1 es lo mismo
que +1 × +1. En consecuencia, −1 es una segunda cuarta raı́z de +1.
Pero no hemos terminado. ¿Qué hay respecto a +i × +i × +i × +i?
El producto de +i y +i es −1, por lo cual la multiplicación cuádruple es
equivalente a −1 × −1, que es +1. En consecuencia, +i es una cuarta raı́z1
de +1. Por el mismo razonamiento puede demostrarse que −i es una cuarta
raı́z de +1. √
La conclusión es que la 4 +1 tiene cuatro
√ respuestas: +1, −1, +i y√−i.
4
Similarmente
√ √ se puede
√ demostrar que la −1 tiene cuatro respuestas:
√ + +i,
− +i, + −i y − −i. Podrı́a el lector preguntar qué es +i. A eso la res-
puesta es: es un número que al multiplicarse por sı́ mismo da como resultado
1
N. del Transcriptor: En el sentido de ser una “raı́z cuartica”
120CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE
√ √ √ √ √ √
i. Por esa razón, + +i×+ +i es igual a +i y + +i×+ +i×+ +i×+ +i
√ transformarse en +i × +i, que a su vez es igual a −1. De aquı́ que
puede
+ +i sea √ una de √ las cuartas√ raı́ces de −1 y, por igual razonamiento, lo son
también − +i, + −i y − −i.
En la misma forma puede demostrarse que todos los números, tienen
cuatro cuartas raı́ces.
Pero si todos los números tienen dos raı́ces cuadradas y cuatro cuartas
raı́ces, ¿tendrá también tres raı́ces cúbicas, cinco quintas raı́ces, cuarenta
y dos cuadragésimas raı́ces, y ası́ sucesivamente? En realidad, ası́ es. Pero
se requerirı́a el uso de matemáticas más elevadas para demostrarlo, cosa
imposible en este libro.
Sin embargo, podemos comprobar de√cualquier manera la teorı́a sobre las
raı́ces cúbicas. ¿Qué es. por ejemplo, la 3 +1? Para empezar, +1×+1×+1 =
+1; por tanto, +1 es una de las raı́ces cúbicas de +1.
Pero, ¿dónde están las otras dos? Si vamos a los negativos, podrı́amos
ensayar −1×−1×−1. Sin embargo, −1×−1 = +1; por lo tanto, −1×−1×−1
puede transformarse a +1 × −1 y eso es igual a −1. En consecuencia, −1 no
es una de las raı́ces cúbicas de +1. Además, cualquier número real distinto
a +1 o −1, o cualquier número imaginario distinto a +i o −i, no darı́a la
cantidad de 1 (de cualquier signo) si se eleva al cubo.
¿Dónde están, entonces, las dos raı́ces cúbicas faltantes de +1? ¿Existen?
Si, existen; pero en el campo de los números complejos. Sin describir
el método para encontrarlas, simplemente ofreceré los números complejos
1 1√ 1 1√
− + 3i y − − 3i, como las raı́ces faltantes. Esto también lo podemos
2 2 2 2
comprobar.
3
1 1√ 1 1√

Si − + 3i, es una de las raı́ces cúbicas de +1, entonces − + 3i
2 2   2 2
1 1√ 1 1√ 1 1√
   
o − + 3i × − + 3i × − + 3i deben ser iguales a +1.
2 2 2 2 2 2
Podemos efectuar la primera multiplicación en la forma descrita en páginas
anteriores (??)
1√ 1√
Los dos submúltiplos imaginarios, − 3i, suman, po supuesto, − 3i.
4 2
3
En lo referente a + i2 , es efectivamente un numero real, puesto que i2 =
4
3 2 3 1 1
−1, por lo que + i = − . Ese y el otro submúltiplo real, + , suman − .
4 4 4 2
121

Figura 9.5

1 1√
El producto de esta multiplicación resulta ser: − − 3i.
2 2
1 1√
En seguida es necesario multiplicar una vez más, por − + 3i, en la
2 2
forma que se detalla (??).

Figura 9.6

1√ 1√
Los dos submúltiplos imaginarios, + 3i, y − 3i, suman 0, por lo
4 4
3
que pueden olvidarse. El número − i2 es efectivamente real y, puesto que
4
2 3 1
i = −1, resulta ser . Súmese esto al submúltiplo restante + , y el gran
4 4
total de la cubicación resulta ser +1.
1 1√
El mismo procedimiento puede llevarse a cabo a través de − − 3i, y
2 2
1 1√
ambos y − + 3i son, por lo tanto, raı́ces cúbicas de +1.
2 2
122CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE

También puede demostrarse que −1 tiene tres raı́ces cúbicas, como asimis-
mo las tienen i y −i. En cada caso, dos de las raı́ces son números complejos.

Más allá de i
También es posible idear una tercera lı́nea en nuestro tablero modelo, a
fin de tener no solamente norte, sur, este y oeste, sino, asimismo, pormenores
minuciosos. Esto nos permitirá tener una cifra sólida y, en vez de formar un
tablero de cuadrados, podemos formar un mosaico de cubos.
El tercer eje consta de “hiperimaginarios”, que son simbolizados como j.
En otras palabras, los números a lo largo del tercer eje son: +1j, +2j, +3j,
ası́ sucesivamente en una dirección, y, −1j, −2j, −3j, y as sucesivamente, en
la otra.
Es entonces posible localizar cualquier número en el espacio, por medio
del punto de cruce de un plano norte-sur, un plano este-oeste y un plano
de pormenores minuciosos. (Los cubos se forman de las intersecciones de los
planos, ası́ como los cuadrados del tablero se formaron de las intersecciones de
las lineas.) Un punto en el espacio podrı́a ser representado como +5 + 2i − 4j,
siendo este número un “número hipercomplejo”.
Aun cuando no más de tres ejes pueden ser visualizados en el mundo
que conocemos, puesto que existen solamente tres dimensiones en nuestra
forma ordinaria de pensar, los matemáticos pueden idear más dimensiones.
Es más, pueden trabajar con sistemas de ejes donde el número exacto no esté
especificado. Después nos hablan de “espacio dimensional n”, fijando n para
“cualquier número.”
Capı́tulo 10

Perpetuidad

El “no número”
Toda persona que se dedica a pensar sobre los números llega a la conclu-
sión de que existe una gran cantidad de ellos y se siente incapaz de expresar
exactamente cuántos. En poesı́a puede uno usar algún sı́mil: “tantas como las
arenas del mar”; “tan numerosas como las estrellas que brillan y parpadean
en la Vı́a Láctea”.
Pero para el matemático, los sı́miles carecen de utilidad. Para él, sola-
mente existe la certeza de que los enteros se forman empezando con el uno,
el cual sumado a otro uno forma otro número, que a su vez, si se le agrega
otro uno forma también otro número, ası́ sucesivamente. Como las reglas ma-
temáticas no fijan ningún lı́mite a la suma (dos números cualesquiera pueden
ser sumados) no puede tener fin este procedimiento.
Además, sin importar cuán largo sea el nombre que se asigne a un número,
ni cuán elevado sea éste –aunque se alargue en una linea interminable de
pequeñas cifras desde aquı́ hasta la estrella más remota– siempre es posible
decir “ese número más uno” y obtener una cifra aún más elevada.
La serie de enteros, si se escriben en orden, 1, 2, 3... es “infinita”, palabra
que se deriva del latı́n y significa “que no tiene ni puede tener fin.” En
consecuencia, cuando podemos escribir la serie de números como 1, 2, 3... lo
que queremos manifestar es “1, 2, 3 y ası́ sucesivamente sinfı́n”.
En igual forma, si consideramos los números negativos, −1, −2, −3, y
ası́ sucesivamente, podemos ver que también son infinitos y pueden escri-
birse como −1, −2, −3... Semejantemente, las series de imaginarios positi-

123
124 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD

vos pueden escribirse como +1i, +2i, +3i... y los imaginarios negativos como
−1i, −2i, −3i...
Consideremos ahora otras series de enteros. Pensemos en los números
pares: 2, 4, 6, 8 y ası́ sucesivamente. ¿Cuántos números pares existen?
Una forma de discutir este asunto serı́a decir: Bueno, los enteros pueden
dividirse alternativamente en números impares y en números pares, por lo
tanto, en los primeros diez números existen cinco impares y cinco pares;
en los primeros cien números, cincuenta impares y cincuenta pares, y ası́
sucesivamente. Esta cuenta seguirı́a sin importar cuántos enteros se tomaran.
Consecuentemente, el total de números pares es igual a la mitad del total de
todos los números enteros.
Pero no es ası́. El número es infinito y no puede uno hablar de “una mitad
del infinito.”
En lugar de eso, consideremos los pares en esta forma: No existe “el núme-
ro par más grande”, como no existe el “número más grande”. Pues aunque
se escriba un número par con cifras muy pequenas y lleguen éstas desde aquı́
hasta el astro más remoto, siempre habrá la posibilidad de decir “ese número
más dos”. De aquı́ que las series de números pares deban escribirse: 2, 4, 6...
En igual forma, los números impares son 1, 3, 5...; las series de números,
contando de cinco en cinco son: 5, 10, 15...; y las series de números contando
por millones son 1000000, 2000000, 3000000... Todas estas series no tienen
fin y es eso lo que infinito (o número infinito) significa.

Contando sin contar


Pero esto no puede satisfacer. Seguramente, se puede pensar que aun
cuando las series de números pares son infinitas y lo mismo las series de todos
los enteros, subsiste el hecho de que solamente existe la mitad de números
pares que de números enteros y que únicamente existe la millonésima parte
de números que representen pares de millones. ¡Es lógico!
(Nunca confı́e en un razonamiento sólo porque sea lógico. Es lógico que
si un hombre está mirando hacia el norte, su espalda esté hacia el sur. Sin
embargo, si está parado en el Polo Sur y está mirando hacia el norte, su
espalda está también hacia el norte.)
Terminemos, entonces, el asunto, encontrando cuántos números pares
existen en comparación con todos los enteros. ¿Cómo, si la cantidad es infi-
nita? Bien, contaremos.
125

Veamos, primero, lo que queremos decir por contar. En el significado


común de la palabra, contamos los objetos asignándole a cada uno un número
sucesivo. Este objeto es el número uno, aquél es el número dos, el otro el
número tres, y ası́ sucesivamente. Cuando terminamos, si al último objeto se
le asignó el número diez, existen diez objetos.
Pero, ¿podemos contar sin números? Estamos tan acostumbrados a los
números para tal objeto que suena como si estuviéramos preguntando: ¿po-
demos contar sin contar? Y, sin embargo, lo podemos hacer.
Supongamos que tiene el lector una cantidad de caramelos (ignora cuántos),
y una ruidosa muchedumbre de chiquillos que anhelan se los reparta (no sabe
cuántos). Distribuye los caramelos dando uno a cada chiquillo y cuando ha
terminado, todos los chiquillos tienen caramelos, pero al lector le sobran al-
gunos. Entonces, evidentemente, y aun sin contar en la forma usual, él sabe
que habı́a más caramelos que chiquillos. Si, por otro lado, se le acabaran los
caramelos y todavı́a hubiera chiquillos esperando a que les diera, sabrı́a que
habı́a más chiquillos que caramelos.
Pero, si al terminar la distribución, cada chiquillo tiene un caramelo sin
faltarle a ninguno y al lector no le sobra ninguno, éste sabrá, fuera de toda
duda y aun sin haber contado en la forma usual, que el número de chiquillos
era igual al número de caramelos.
Entonces, esta forma de contar, que consiste en alinear separadamente
dos series (una de chiquillos y una de caramelos; o una de todos los enteros
y una de los números pares), indicará al lector si las dos series son iguales o
desiguales y, si son desiguales, cuál es mayor.
Pongamos por caso que formamos dos lı́neas con las series de todos los
enteros y todos los números pares, como se indica a continuación:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 . . .
l l l l l l l l l l
2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 . . .

Como puede verse, existe un número par por cada entero imaginable,
pudiéndose obtener el número par, simplemente, duplicando el entero. Sin
importar cuán lejos se llegue en este asunto, ningún entero necesita omitirse
y no faltará ningún número par. (Cada chiquillo, en otras palabras, ha sido
satisfecho con un caramelo). En ningún caso, por mucho que la lista se pro-
longue, se encontrará un entero para el cual no se pueda escribir un número
par, y cada entero (cualquiera) tiene su número par diferente.
126 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD

¿Significa esto que existen en conjunto tantos números pares como ente-
ros? En realidad, la expresión “tantos como” no tiene, en realidad, el sentido
general que le aplicamos diariamente cuando estamos hablando de cosas que
son infinitas. Es más propio decir, en su lugar, que las series de números pa-
res están “correspondiendo parte a parte” con las series de todos los enteros;
significando que los números pares pueden alinearse sistemáticamente con los
enteros, de manera que exista una lı́nea de la primera serie por cada una de
la segunda, y viceversa.
También puede uno formar una serie de números contando por millones,
y compararla, en igual forma, con las series de todos los enteros. Por cada
entero existe un número igual en millones, obtenido al multiplicar éste por
un millón. Para 1, existe 1000000, para 6, 6000000, para 2873, 2873000000, y
ası́ sucesivamente. Por lo tanto, en total hay “tantos” números contando por
millón, como hay enteros. O, cuando menos, las dos series están “correspon-
diendo parte a parte”. Todas las series de números que s encuentran en la
citada situación con los enteros, dı́cense ser “desnumerables1 ”. Y, el conjunto
de enteros, también es llamado “desnumerable”.

El infinito en su más simple expresión


El “infinito”, por supuesto, da a uno la noción de inmensidad y eternidad.
Al lector puede parecerle que no tiene utilidad. Sin embargo, aun cuando
sólo estuviéramos interesados en los números pequeños, se dejarı́an ver las
nociones del “infinito”.
1
Por ejemplo, supongamos tener que dividir 1 entre . Recordando la
10
1
regla sobre los números inversos, es igual a 1 × 10 y por lo tanto 1 ÷ = 10.
10
1 1
En forma semejante, 1 ÷ = 100 y 1 ÷ = 1000.
100 1000
En realidad, cuanto más pequeño sea el divisor, más grande será el co-
ciente.
En verdad, cuando se divide 1 (o cualquier número) entre una serie de
números que van haciéndose cada vez más pequeños, su cociente se va hacien-
do cada vez mas grande, y conforme el divisor se hace infinitamente pequeño,
la respuesta se hace infinitamente grande.
1
N. del Transcriptor: También se les puede llamar numerables
127

Sin embargo, puede uno preguntarse: ¿qué se quiere decir por “infinita-
mente pequeño”? Indudablemente la pequeñez termina en cero. ¡Ah! pero la
pequeñez puede expresarse en forma de fracción. Ası́, es un número pequeño,
es más pequeño, es más pequeño aún; no existiendo lı́mite a la pequeñez
conforme aumente uno el número de ceros a .... ya que, sin importar cuántos
aumente, nunca llegará totalmente a cero.
Podemos decir, por lo tanto: cuando se divide 1 (o cualquier número)
entre una serie de números que van haciéndose cada vez más grandes, su
cociente va haciéndose cada vez más pequeño, mientras que si el divisor se
hace infinitamente grande, el cociente se hace infinitamente pequeño.
Sin embargo, observese que nunca podemos dividir entre 0. Esta operación
está excluida de las matemáticas. Y por una muy buena razón ¿Qué número,
por ejemplo, serı́a el cociente si tratáramos de dividir, digamos 6 entre 0?
6
Tendrı́amos =? No existe ese número, ya que todo número multiplicado
0
por 0 es igual a 0. Por lo tanto, no podemos dividir ningún número entre 0.
El espacio existente entre dos números cualesquiera, digamos entre 1 y 2,
puede dividirse en cualquier número de fracciones, por conversión a millonési-
mos, o trillonésimos y cada trillonésimo en trillonésimos, y ası́ sucesivamente.
Esto también puede hacerse para cualquier espacio más pequeño, como el que
1 1
existe entre y , o entre 0.000000 y 0.000001.
4 2
Y, a pesar de todo, los matemáticos han procurado demostrar que todas
las fracciones imaginables (es decir, todos los números racionales) pueden
colocarse en forma tal, que una correspondencia de parte a parte pueda fi-
jarse con las series de los enteros. Sin excepción, para todo entero habrá una
fracción, y viceversa y, por lo tanto, todas las series posibles de fracciones
son desnumerables.
Más cerca, más cerca y más cerca.
1 1 1 1 1 1
Consideremos una serie de fracciones como ésta: , , , , , ,
2 4 8 16 32 64
1 1 1
, , , y ası́ sucesivamente, hasta el infinito.
128 256 512
Obsérvese que cada fracción es justamente la mitad de la fracción anterior,
puesto que el denominador se duplica en cada ocasión. (Después de todo, si se
toma cualquiera de las fracciones y se divide entre 2, equivale a multiplicarla
1 1 1 1
por . Ası́ × = , duplicándose en esta forma el denominador).
2 128 2 256
Aun cuando las fracciones se hacen continuamente más pequeñas, las se-
ries pueden considerarse como infinitas, puesto que, sin importar lo pequeñas
128 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD

que se hagan las fracciones, siempre es posible multiplicar el denominador por


2 y obtener una fracción más pequeña aún y siguiente en la serie. Además,
las fracciones nunca llegan a cero, porque el denominador puede hacerse cada
vez más grande, hasta el infinito, y solamente si se pudiera alcanzar un fin
(cosa que no puede ocurrir) podrı́a llegar a cero la fracción.
El asunto es: ¿cuál es la suma de todas esas fracciones? Podrı́a parecer
que la suma de una serie infinita de números debiera ser infinitamente grande
(“es lógico”) pero, de cualquier manera, empecemos a sumar.
1 1 3 1 7 1
Primero más son . Agreguemos y tendremos agregando la
2 4 4 8 8 16
15 1 31
suma será de a la cual, si le agregamos nos dará , y ası́ sucesiva-
16 32 32
31 1 63
mente, de a la cual, si le agregamos nos dará , y ası́ sucesivamente.
32 64 64
Obsérvese que, una vez que han sido sumadas las dos primeras fracciones,
3 1
a la cantidad de solamente le falta para llegar a 1. Agregando la tercera,
4 4
1
encontramos que solamente falta para llegar a 1. La siguiente fracción da
8
1 1 1
una cantidad a la que solamente le falta para llegar a 1; después , ,
16 32 64
y ası́ sucesivamete.
En otras palabras, conforme va uno sumando más fracciones de esa serie,
más se acerca a 1: tan cerca como lo desee, hasta un millonésimo de uno, un
trillonésimo de uno, un trillonésimo de trilonésimo de uno. Se acerca cada
vez más, pero nunca llega a 1.
Los matemáticos expresan esto diciendo que la suma de la serie de frac-
1 1 1
ciones infinitas , , , ... “se aproxima a 1 como lı́mite.”
2 4 8
Este es un ejemplo de una “serie convergente”, es decir, una serie con un
número infinito de términos, pero cuya suma total se aproxima a un número
ordinario (un número “finito”) como lı́mite.
Los griegos descubrieron esas series convergentes, pero quedaron tan im-
presionados con lo infinito de los términos de las mismas que no se dieron
cuenta de que la suma podrı́a no ser infinita. En consecuencia, un griego
llamado Zenón estableció un número de problemas llamados “paradojas” los
cuales parecı́an refutar cosas evidentemente ciertas. Zenón “refutaba”, por
ejemplo, que fuera posible el movimiento. Estas paradojas fueron famosas du-
rante miles de años, pero todas se desvanecieron tan pronto como se confirmó
la verdad sobre las series convergentes.
129

La paradoja mas famosa de Zenón es la conocida como “Aquiles y la


tortuga”. Aquiles fue un héroe homérico famoso por su rapidez, y la tortuga
es un animal famoso por su lentitud. Sin embargo, Zenón se empeño en
demostrar que en una carrera en la cual se le diera ventaja a la tortuga,
Aquiles nunca podrı́a alcanzarla.
Supongamos, por ejemplo, que Aquiles puede correr diez veces más veloz-
mente que la tortuga y que a ésta se le concede una ventaja de cien metros
al iniciarse la carrera. Aquiles recobra esos cien metros de ventaja en unas
cuantas zancadas, pero, cuando lo ha logrado, la tortuga, corriendo a un
décimo de la velocidad de Aquiles (demasiado aprisa para una tortuga) ha
adelantado diez metros. En seguida, Aquiles cubre esos diez metros; pero,
durante ese tiempo, la tortuga ha avanzado un metro más. Aquiles cubre ese
metro, pero la tortuga ha recorrido diez centı́metros más. Aquiles ...
Pero vea el lector como es esto, Aquiles continua avanzando, pero también
lo hace la tortuga, y Aquiles nunca se empareja. Más aún, como el lector
podrı́a argüir en la misma forma sin importar cuán pequeña sea la ventaja
que tenga la tortuga en la salida –diez o treinta centı́metros– en base a la
paradoja de Zenón, Aquiles nunca podrı́a recuperar esa ventaja, por pequeña
que fuera. Y esto significa que el movimiento es imposible.
Por supuesto, el lector sabe que Aquiles podı́a alcanzar a la tortuga y que
el movimiento sı́ es posible. Por lo tanto, la demostración de Zenón es una
paradoja.
Ahora bien, ¿qué tiene de errónea la demostración de Zenón? Veamos.
Supongamos que Aquiles podı́a recorrer diez metros por segundo. En ese
caso, Aquiles recorre la ventaja de cien metros dada a la tortuga en diez
segundos, durante cuyo tiempo la tortuga recorre diez metros. Aquiles recorre
los diez metros en 1 segundo, durante cuyo tiempo la tortuga recorre un
metro. Aquiles a su vez recorre ese metro en 0.1 de segundo, durante cuyo
tiempo la tortuga recorre un décimo de metro.
En otras palabras, el tiempo requerido por Aquiles para cubrir cada uno
de los avances sucesivos de la tortuga, forma una serie que tiende a ser como
ésta: 10, 1, 0.1, 0.01, 0.001, 0.0001, 0.00001, y ası́ sucesivamente.
¿Cuánto tiempo le toma a Aquiles recuperar todas las ventajas? Como
hay un número infinito de términos en esta serie de Zenón, el mismo supuso
que la suma total era infinita. No comprendió que algunas series de términos
de números infinitos “convergı́an” y tenı́an una suma finita.
Por ejemplo, la suma de los dos primeros términos en la serie de Zenón
es 11; la suma de los primeros tres es 11.1: de los primeros cuatro 11.11; de
130 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD

los primeros cinco 11.111, y ası́ sucesivamente. Como puede observarse, si se


suman todas las series infinitas de términos, se obtiene un decimal infinito,
como lo es la cantidad de 11.1111... y ası́ sucesivamente, hasta el infinito.
Pero si se obtiene el decimal equivalente del número 11, se encuentra que
es también el infinitamente repetido decimal 11.111111... y ası́ indefinida-
mente. Es, por lo tanto, la suma de las series Zenón 11 1
9
de segundos y ése
es el tiempo en el cual Aquiles alcanzará y pasará a la tortuga, aun cuando
tenga que competir a través de una infinita serie de continuas y más pequeñas
ventajas que conserva la tortuga. A pesar de todo, alcanzará a la tortuga; el
movimiento es posible y todos podemos descansar.
Con las series se pueden aproximar decimales infinitos, que no sean frac-
ciones decimales periódicas, como una suma lı́mite. Esas series pueden hacer-
se para expresar un número irracional, y por medio de ir sumando cada vez
más términos de tales series, podrı́amos acercarnos cada vez más al valor del
número irracional, aun cuando, por supuesto, nunca podrı́amos llegar exac-
tamente al mismo. Esas series convergentes son utilizadas para determinar
números irracionales como, por ejemplo, los logaritmos.

Más que infinito


Pero, ¿son infinitas todas las cosas e infinitas en la misma forma? ¿Puede
uno idear una serie infinita de cualquier ı́ndole, que no sea desnumerable con
la serie de enteros?
En realidad, sı́. Consideremos la lı́nea que he venido exponiendo en di-
versas secciones de este libro: la de los números anotados a espacios iguales.
Supongamos que el espacio entre cada número fuera ocupado con todas las
fracciones imaginables. Todos los espacios entre enteros aparecerı́an total-
mente llenos con tercios, séptimos, millonésimos y trillonésimos.
Ası́ y todo, habrı́a puntos en la lı́nea que no tendrı́an fracciones repre-
sentativas, aun cuando hubiera un número infinito de fracciones incluidas.
Recuérdense los números
√ irracionales.
Por ejemplo, la 2 no tiene un punto que represente en la “lı́nea de
fracciones”, porque no puede expresarse como fracción. Sin embargo, existe
en la lı́nea. Imagı́nese un cuadrado, como el que figura en la ilustración, que
extendiera lateralmente de un entero √ a otro.
La diagonal del cuadrado es 2 y si esa diagonal fuera medida √ en la
lı́nea desde el punto cero, terminarı́a en un punto correspondiente a 2 y, a
131

pesar de todo, no habrı́a una fracción en ese punto. No podrı́a haberla. Todo
otro número irracional podrı́a ser anotado en la lı́nea, en un punto donde no
pudiera existir una fracción. (1.1)

Figura 10.1

Todo esto equivale a lo siguiente: si los puntos que representan todos los
números racionales son anotados en una lı́nea, todavı́a existirán puntos deja-
dos fuera: en realidad, un número infinito de puntos dejados fuera. Lo que es
más, no existirán dos puntos adyacentes que representen números racionales.
Los matemáticos han demostrado que, entre dos números racionales cuales-
quiera, no importa lo aproximados que estén en valor, siempre debe existir,
cuando menos, un número irracional, y viceversa, entre dos números irracio-
nales cualesquiera, sin importar cuán aproximados estén en valor, siempre
debe existir, cuando menos, un número racional.
Si, a pesar de todo, están anotados todos los números racionales e irra-
cionales como puntos en la lı́nea, eso quiere decir que han sido usados todos
los puntos. La serie de números reales, por lo tanto, (que incluye ambos,
números racionales irracionales) forma un “continuo”.
Pero, ¿qué decir respecto a todos los números reales? ¿Son desnumera-
bles con las series de enteros, como lo son todos los números racionales? En
132 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD

realidad, no lo son. Ha quedado demostrado que, sin importar la forma en


que trate uno de arreglar los números reales para que puedan igualarse uno
por uno con los enteros, siempre deben quedar fuera un número infinito de
números reales.
La perpetuidad de los números reales es significada por el sı́mbolo C
(por “continuo”). C es una especie de perpetuidad más avanzada que las
perpetuidades desnumerables, ya que ni aun las series infinitas de enteros
son suficientes para contar las series infinitas de números reales.
Pueden llevarse a cabo verificaciones con otras clases de series infinitas, en
busca de desnumerabilidad, con las series de números reales. Por ejemplo, las
series de todos los números complejos (que representarı́an todos los puntos
en un plano, en vez de solamente una lı́nea) o las series de todos los números
hipercomplejos (que representarı́an todos los puntos en un sólido, es decir en
el universo entero, considerando el universo como infinito en todas direcciones
para este objeto) son desnumerables con las series de números reales.

Perpetuidad infinita
En 1896, el matemático Georg Cantor desarrolló una teorı́a de “números
transfinitos”, de acuerdo con la cual existe un número infinito de diferentes
clases de perpetuidades.
Cantor representó estas perpetuidades por medio de la letra hebrea “aleph”
(ℵ), y las diferentes perpetuidades fueron marcadas por “subscritos” (núme-
ros pequeños escritos abajo de la lı́nea) en la forma siguiente:

ℵ0 , ℵ1 , ℵ2 , ℵ3 ...

La primera en la serie es llamada “aleph nula”, y corresponde a la perpe-


tuidad de las series de enteros. Esto significa que la inmensa perpetuidad con
la cual inicié este capı́tulo, puede ser la más pequeña perpetuidad que tal vez
pueda existir. Nadie, en otras palabras, ha descubierto una serie infinita de
cualquier ı́ndole que no sea desnumerable con las series de enteros, porque
algunos de los enteros se dejan fuera.
Se piensa que “aleph uno” (ℵ1 ) representa a C, “el infinito de la cosa
continua,” pero hasta ahora no quedado demostrado. Nadie ha encontrado
una serie infinita de cosas que se encuentre entre ℵ0 y C, pero tampoco nadie
ha demostrado que esto sea imposible.
133

La perpetuidad del número de curvas diferentes que pueden ser trazadas


en un plano, puede ser “aleph dos” (ℵ2 ).
Respecto a las alephs más elevadas de aleph dos, no han sido encontradas
series definidas que les correspondan.
No obstante, subsiste el concepto de las variedades infinitas de perpetui-
dades, empezando con el “infinito” ordinario como la variedad más pequeña
de las mismas.
Y ası́, la mente humana, que penosamente trabajó para encontrar la di-
ferencia entre 1 y 2, se ha elevado hasta donde, sin temor, trata de encontrar
la diferencia entre la variedad de perpetuidades.
Entonces, en libro que trate sobre las realizaciones de la mente humana,
no debe uno escribir FIN, puesto que éste no existe. Solamente debe uno
escribir

También podría gustarte