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Isaac Asimov
Índice general
1. Perpetuidad
ÍNDICE GENERAL
Capı́tulo 1
1
2 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS
Figura 1.1
seis dedos. Entonces, si su oyente observaba sus dedos, podı́a ver lo que uno
querı́a decir, en caso de que hubiera olvidado cuánto, exactamente, represen-
taban los sonidos “cuatro” y “seis”.
La palabra latina para “dedo” es “dı́gitus” y aun veces, en algunos idio-
mas, se llama a los dedos “dı́gitos”. No es accidental, por lo tanto, que los
primeros diez números sean también llamados dı́gitos. En un principio, los
dedos y los números fueron prácticamente la misma cosa.
Podrı́a parecer al lector que sı́ tenemos nombres para los números arriba
de diez; pero eso es sólo en apariencia. Los cambios en el lenguaje han defor-
mado tanto los nombres de los números que hemos olvidado su significado
original.
La palabra “once” no es realmente un nombre separado, sino que viene
de las palabras primitivas del teutónico que significaban “uno sobrante”.
En otras palabras, podemos imaginarnos a nuestro hombre levantando
sus diez dedos y diciendo “Y uno sobrante”.
Igualmente, “doce” significaba al principio “dos sobrantes”
De aquı́ en adelante, las cosas son más claras “Trece” es, evidentemente,
una mezcla rápida de “tres y diez”1 , y ası́ sucesivamente, con los números
que le siguen. Cuando llega uno a “veinte”, tiene ya una corrupción de “dos
dieces”, por lo que “veintitrés” significa “dos dieces y tres”, “treinta”, “cua-
renta”, “cincuenta” y el resto de las decenas se resuelven en forma similar, y
ası́ llegamos al “noventa y nueve”.
Figura 1.2
la palma para dentro (??) y, finalmente, cuatro dedos, también hacia arriba,
con la palma para fuera(??).
En condiciones primitivas, prácticamente nunca es necesario ir más allá
de los miles, y ası́ lo demuestra nuestro sistema numérico. Cuando se llega a
“diez mil” no existe nombre nuevo para esa cifra. Es solamente “diez mil”. y
después “once mil”, “veintitrés mil” y ası́ sucesivamente.
Los matemáticos griegos sı́ idearon un nombre especial para el número
diez mil. Lo llamaron “myrias” (del cual se deriva nuestra palabra “mirı́ada”2 ),
pero ese término era solamente usado por un pequeño grupo especializado
y nunca llegó al público general. En la actualidad, tenemos nombres para
números como “millón” y “billón” pero estos nombres fueron inventados en
las postrimerı́as de la Edad Media.
De todo esto resulta que, para la mayorı́a de los hombres en la historia,
las cuatro posiciones de los dedos habrán sido suficientes para casi todo.
Figura 1.3
Figura 1.4
cuarenta y tres. A pesar de eso, no habrı́a tenido que contar arriba de diez
en ninguna etapa de la suma.
Pero supóngase que tuvo necesidad de sumar ocho y siete. Aunque parezca
extraño, esto presenta un problema mayor que la suma de los cientos y miles
que se acaban de mencionar. Esta vez le hacen falta más contadores. Empieza
moviendo ocho contadores a la derecha (??). Su siguiente deseo serı́a mover
siete contadores más a la derecha, pero habiendo movido ya ocho, solamente
le quedan dos para mover. ¿Qué hacer?
No obstante, la respuesta es sencilla. Mueve uno los dos, y tiene ya a
la derecha los diez contadores del alambre de los “unos”. Puede entonces
cambiarlos, por decir ası́, por un contador en el alambre de los “dieces”, ya
que diez “unos” equivalen a un “diez”. Lleva uno hacia la izquierda sus diez
contadores de la hilera de los “unos” y, en su lugar, mueve hacia la derecha
un contador en la hilera de los “dieces” (??).
A continuación, completa su movimiento en la hilera de los “unos”. El
operador iba a mover siete contadores, pero solamente pudo mover dos, lo
que aún le dejaba cinco contadores por mover, los cuales debe mover (??).
El resultado final es: un contador a la derecha en la hilera de los “dieces”, y
cinco en la hilera de los “unos”; por lo tanto ocho más siete son quince.
Esta forma de cambiar diez contadores por uno, opera en todas las hileras.
Si uno necesita más de diez dieces, siempre puede cambiar diez dieces por un
ciento; como puede cambiar diez cientos por un millar, y ası́ sucesivamente.
A pesar de todo, nunca es necesario contar más de diez contadores en
cualquier ocasión. En realidad, no es necesario contar arriba de cinco, puesto
que si se ha empujado más de cinco a la derecha, solamente se necesita contar
los números sobrantes a la izquierda (que son siempre menos de cinco) para
saber cuántos hay a la derecha. Si hay únicamente un contador a la izquierda
9
Cifras en letras
El ábaco es bueno hasta cierto punto, pero aún presenta un problema.
¿Cómo escribir números para registros permanentes? Los babilonios y los
egipcios antiguos tuvieron copiosas oportunidades de escribir grandes cifras,
al calcular impuestos y tributos o al hacer listas de los artı́culos comprados
para la casa del rey.
Por supuesto, podrı́a uno escribir números como cualquier otra palabra,
y decir (como se expuso al principio del capı́tulo) doscientos cincuenta y
tres mil ciento doce, o el equivalente en babilonio o en egipcio. Esto, sin
embargo, serı́a muy tedioso y, por lo tanto, era conveniente una cierta forma
taquigráfica.
Y tal forma fue siempre adoptada. Los amanuenses usaban diversos sig-
nos y sı́mbolos (frecuentemente simples letras del alfabeto) para indicar los
números. Por ejemplo, consideremos el sistema romano, porque, aun en la
actualidad, se usa en los monumentos y edificios públicos, en los diplomas y
en las caratulas de los relojes, y, por lo tanto, nos es familiar.
Para indicar “uno”, los romanos escribı́an I, que probablemente significa-
ba un dedo.Dos, tres y cuatro eran II, III y IIII, lo cual es bastante sencillo.
Para cinco, el sı́mbolo es V. Nadie sabe por qué.La más favorecida de las in-
dicaciones es que representa una palma de la mano levantada, con el pulgar
separado de los otros dedos. A continuación tenemos VI, VII, VIII y VIIII.
10 CAPÍTULO 1. DÍGITOS Y ... DÍGITOS
El diez está representado por X (tal vez dos palmas, una arriba y otra abajo).
Más adelante tenemos que cincuenta es L; cien es C; quinientos es D; y mil
es M.
Para escribir mil novecientos cincuenta y ocho pondrı́a uno MDCCCCLVIII
(mil más quinientos, más cien, más cien, más cien, más cien, más cincuenta,
más cinco, más uno, más uno, más uno).
Nótese que en el sistema romano un sı́mbolo particular siempre tenı́a el
mismo valor numérico sin importar el lugar donde se colocara. Si en vez de
haber escrito MDCCCCLVIII hubiera escrito CLCDIIVCMCI, continuarı́a
siendo la misma cifra. La única razón para ponerlos en orden decreciente era
facilitar al amanuense el poder sumar los sı́mbolos rápidamente y obtener
su significado. (Es similar a levantar una mano de bridge. La mano tiene
el mismo valor sin importar la forma en que se arreglen los naipes, pero el
jugador los acomoda en series y de acuerdo con su valor decreciente, por su
propia conveniencia)4 .
El hecho de que los números romanos no tengan un valor determinado
de acuerdo con el lugar en que se coloquen, destruye el sistema que tan
satisfactoriamente trabaja en el ábaco. En éste, como es sabido, es importante
saber en que hilera se han movido los contadores puesto que cada una tiene
su propio valor.
Más aún, uno podrı́a, si lo deseara, hacer sumas usando números romanos.
Por ejemplo, si quisiera sumar mil novecientos cincuenta y ocho y dos mil cua-
trocientos setenta y dos, podrı́a escribir MDCCCCLVIII y MMCCCCLXXII
como equivalente de los dos números, y después escribir incorporando todos
los sı́mbolos: MMMDCCCCCCCCLLXXVIIIII. Ahora bien, para simplificar
esto: cinco I equivalen a V, y dos L equivalen a C, por lo cual se puede
escribir:
MMMDCCCCCCCCCXXVV
Los hindúes empezaron con nueve sı́mbolos diferentes, uno por cada núme-
ro del uno al nueve. Estos han cambiado con el tiempo, pero llegaron a Europa
en su forma actual en el siglo XVI y ahora se escriben 1, 2 ,3 ,4 ,5 ,6 ,7 ,8 y
9.
Esto, en sı́ mismo, no fue único. Los griegos y los hebreos, por ejem-
plo, usaron nueve sı́mbolos diferentes para estos números. En cada caso, los
sı́mbolos eran las primeras nueve letras de sus alfabetos. Sin embargo, am-
bos pueblos continuaron con las siguientes nueve letras de sus alfabetos para
designar los números diez, viente, treinta y ası́ sucesivamente, y con las nue-
ve letras posteriores para los números cien, doscientos, trescientos, etc. Si
el alfabeto era suficientemente grande para el objeto (se requieren veintio-
cho letras para llegar a mil por medio de este sistema) se agregaban letras
arcaicas o letras de forma especial.
El uso de letras por números dio lugar a confusión con las palabras. Por
ejemplo, el número hebreo “quince” hacı́a uso de dos letras con las cuales em-
pezaba el nombre de Dios (en lenguaje hebreo), por cuyo motivo fue necesario
usar otra combinación de letras.
Por otro lado, las palabras ordinarias podı́an ser convertidas en números,
sumando el valor numérico de las letras que las componı́an. Esto se hacı́a es-
pecialmente para las palabras y los nombres de la Biblia (un proceso llamado
“gematrı́a”) y mediante el mismo se leı́an toda clase de significados mı́sticos
y ocultos. El ejemplo más famoso y familiar es el pasaje, en la Revelación de
San Juan, donde el número de “bestias” se da como seiscientas sesenta y seis.
Esto indudablemente significaba que alguna cifra contemporánea, la cual era
peligroso mencionar abiertamente (probablemente se referı́a al emperador ro-
13
14 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA
mano Nerón) tenı́a un nombre que en letras hebreas o griegas sumaba esa
cifra. Sin embargo, desde entonces la gente ha estado tratando de colocar los
nombres de sus enemigos dentro de esa suma.
Donde los hindúes mejorar el sistema griego y el hebreo fue en el uso
de las mismas nueve cifras para las decenas, centenas, millares y, en verdad,
para cualquier barrote o alambre del ábaco. De esas nueve cifras derivaron
los hindúes todos los números. Todo lo que se necesitó fue dar a las cifras su
valor de posición.
El número veintitrés, por ejemplo, que en el ábaco consistı́a en tres con-
tadores movidos a la derecha en el barrote de los “unos” y dos contadores
en el barrote de los “dieces”, podı́a escribirse 23, siendo el número de la de-
recha el que representaba al barrote inferior del ábaco y el de la izquierda el
correspondiente al barrote inmediato superior.
Es obvio que treinta y dos se escribirı́a 32, y los valores de posición en los
barrotes ası́ lo indicarı́an, puesto que 23 y 32 no son el mismo número. Uno
es dos dieces mas tres unos y el otro es tres dieces más dos unos.
Es poco probable que los talentosos griegos no hubieran pensado en esto,
ya que pensaron en puntos mucho más sutiles. Lo que debe haberlos detenido
(y a todos hasta el dı́a del genio hindú desconocido) era el dilema del barrote
intacto en el ábaco.
Supongamos que una persona querı́a poner, en vez de veintitrés, doscien-
tos tres. En el ábaco moverı́a dos contadores en el barrote de los “cientos” y
tres en el barrote de los “unos”. El barrote de los “dieces” permanecerı́a sin
tocar. Usando el sistema hindú parecerı́a que esa persona tenı́a que escribir
23, solamente que en esta ocasión el dos significaba dos “cientos” no dos
“dieces”.
Para ese efecto, ¿Cómo escribirı́a dos mil tres, o dos mil treinta, o dos mil
trescientos? En cada caso tendrı́a que mover dos contadores en un barrote y
tres en el otro, lo cual podrı́a parecer 23.
Una solución podrı́a ser el usar sı́mbolos diferentes en cada barrote, pero
precisamente eso fue lo que hicieron los griegos, con resultados poco satisfac-
torios. O pondrı́a esa persona una especie de sı́mbolo encima de cada cifra,
para indicar el barrote. Podrı́a escribir 23 como 2̇˙ 3̇ y doscientos tres como
˙
2̇˙ 3̇, indicando que en el segundo caso el 2 estaba en el tercer barrote o sea
en el de los “cientos”, en vez de en el segundo, o sea el correspondiente a
los “dieces”. Esto harı́a bastante difı́cil la rápida lectura de los números, aun
cuando en teorı́a el sistema podrı́a funcionar.
15
Figura 2.1
16 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA
5000 y 800 y 90 y 4
más: 2000 y 500 y 70 y 8
hacen: 7000 y 1300 y 160 y 12
Ahora bien, si el número 1300 se divide en dos cifras, 1000 y 300, el 160
en 100 y 60, y el 12 en 10 y 2, es bastante sencillo sumar los millares, las
centenas, las decenas y las unidades para obtener:
8000 y 400 y 70 y 2
o sea 8472.
La forma en que todos hemos sido enseñados a sumar usa este princi-
pio,pero lo simplifica al omitir los ceros y “llevando” los unos, por lo cual el
problema queda ası́:
5894
2578
8472
500 y 30 y 1
menos: 200 y 90 y 8
400 y 120 y 11
menos: 200 y 90 y 8
200 y 30 y 3
por lo cual la respuesta es 233.
Nuestro método usual de resta no es ası́, ya que nos enseñan un método
mecánico que oscurece el principio; no obstante, el principio está en la forma
descrita anteriormente.
Un hábil operador de ábaco podrı́a resolver los problemas mencionados
usando los contadores en vez de los números con mucha mayor rapidez que
un empleado promedio dedicado a trabajar con esta clase de operaciones.
Sin embargo, el ábaco requiere de habilidad manual, cosa que los números
no exigen.
Más aún, en la computación numérica todas sus operaciones quedan a la
vista, por lo cual pueden verificarse en busca de algún error, mientras que
en el ábaco no puede uno saber dónde y por qué cometió el error. Lo que es
más, del mismo modo que el ábaco es más permanente que los ademanes con
los dedos, los números son más permanentes en un papel que en el ábaco.
Figura 2.2
21
temente tenı́an que indicar una especie de negación de que éstos “realmente”
existı́an.
Ya que tenemos marcada nuestra lı́nea vertical (y notamos que el 0 no
es positivo ni negativo), podemos hacer sumas y restas cobre ella. Como los
números positivos aumentan hacia arriba y la suma aumenta los números,
digamos que la suma significa mover la escala hacia arriba. Como la resta es
el reverso de la suma, debe significar mover la escala hacia abajo.
Supongamos, entonces, que queremos sumar +2 y +5. Esto puede escri-
birse como (+2) + (+5), siendo usados los paréntesis para indicar que el
signo + dentro de ellos pertenece al número y no es un signo de suma.
Sin embargo, estamos tan acostumbrados a los números positivos sólo
como números que es usual no poner el signo “más”, a menos que exista
una razón especial para llamar la atención respecto a su positividad1 . Ası́, la
suma simplemente se escribe 2+5.
En nuestra escala de números, esto significa que debemos empezar en el
punto +2 y (como estamos sumando) contar hacia arriba cinco intervalos.
Esto nos llevará al punto +7, de donde 2+5=7. (Nótese que si se hubiera em-
pezado en +5 y contado 2 intervalos hacia arriba, se hubiera llegado también
a +7. Nuevamente hay que hacer hincapié en que no importa el orden en el
cual sume uno los números: 2+5=5+2).
Ahora supongamos que lo que se quiere es restar +2 de +5, un problema
que puede escribirse (+5) - (+2) o, más sencillamente, 5-2. En esta ocasión
empezamos en el punto +5 y contamos dos intervalos hacia abajo (por que
estamos restando). Esto nos lleva al punto +3, ya que 5-2=3.
El punto importante ahora es descubrir sı́ los números negativos pueden
ser manejados por medio de las mismas técnicas usadas para los números
positivos. Si lo pueden ser, entonces, haciendo caso omiso de si “significado”
serı́an tan útiles como los números positivos. Esto resultarı́a de interés más
que teórico. Los números negativos no solamente son enormemente útiles en
la ciencia y la ingenierı́a, sino que también tienen aplicaciones prácticas en
los negocios diarios. Por ejemplo, en contabilidad los activos son manejados
como números positivos y los pasivos como números negativos.
1
Nuestros signos más y menos datan del siglo XVI. El signo más surgió probablemente
del hábito de escribir tal como “dos y tres” usando el signo & en afán de rapidez. El signo
(&) aparece en la forma escrita como | , y 2 3 rápidamente se convierte en 2 | 3. El origen
del signo menos es materia de controversia. Hay numerosas teorı́as, pero ninguna parece
ser particularmente buena
22 CAPÍTULO 2. NADA ... Y MENOS QUE NADA
25
26 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA
Figura 3.1
Figura 3.2
28 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA
3000 y 900 y 60 y 5
X 7
35
420
6300
21000
27755
Figura 3.3
A pesar de todo, los números mayores son tratados en igual forma. El sis-
tema de multiplicación de todo lo de arriba por todo lo de abajo se hace
complicado, y aun cuando usamos el método mecánico enseñado en la escue-
la, es posible perderse, como podrá cualquiera observar si trata de seguir la
siguiente multiplicación:
3965
x 2197
27755
35685
3965
7930
8711105
31
Sin embargo, habrá que admitir que esto es un adelanto sobre la necesidad
de sumar 3965 + 3965 + 3965 + 3965 + 3965 ... 2197 veces.
Multiplicación invertida
Ası́ como la suma tiene su contrario en la resta, también la multiplicación
lo tiene en un tipo de manipulación de números llamado “división”. Mientras
que la multiplicación es una especie de suma repetida, la división es una
especie de resta repetida.
Por ejemplo, supongamos que quiere uno dividir 15 entre 3, un procedi-
miento que puede ser simbolizado como 15÷3, siendo ÷ el signo de “división”
(de origen incierto). Una forma de hacerlo es restar 3 una vez y otra. Ası́,
15 − 3 = 12; 12 − 3 = 9; 9 − 3 = 6; 6 − 3 = 3 y 3–3 = 0. O sea, condensando,
15 − 3 − 3 − 3 − 3 − 3 = 0. Obsérvese que se han hecho cinco restas; por lo
tanto, 15 ÷ 3 = 5.
Sin embargo, nunca se hace en esta forma. En lugar de eso, se hace uso
del avanzado conocimiento de los resultados de la multiplicación. Después de
todo, si 15 es dividido entre 3 para dar un número, ese número multiplicado
por 3 debe dar nuevamente 15. Se ha ido hacia adelante, y luego hacia atrás,
y debe terminarse en lugar original. (Esta es una situación semejante a la de
la suma y la resta: también invierte el procedimiento. Si 7 − 4 = 3, entonces
3 + 4 = 7).
Consecuentemente, cuando confronta uno un problema como 15 ÷ 3, lo
que le fue enseñado debe preguntarse es: ¿Qué número multiplicado por 3
dará 15? Por la tabla de multiplicar (que se aprendió de memoria a fuerza de
machacar) sabe uno que el número es 5 y ésa es su respuesta. En realidad,
se sabe uno tan bien sus tablas de multiplicar que automáticamente dice
“cinco” en respuesta a este problema, sin dar al mismo mayor consideración.
Como 5×3 es igual a 3×5 y, en ambos casos, el resultado es 15, se deduce
que 15 ÷ 5 = 3 y 15 ÷ 3 = 5. El mismo número en la tabla de multiplicar
sirve para dar la respuesta a ambos problemas de división 1
1
Obsérvese que en la división, como en la resta, es importante el orden de los números.
Aun cuando 5 × 3 es igual a 3 × 5, 15 ÷ 5 no es, por ningún motivo, igual a 5 ÷ 15. El
número a la izquierda del signo de la división es el dividendo (de una palabra latina que
significa “eso que es dividido”), mientras que el número a la derecha es el “divisor ” (“eso
que está dividiendo”). El resultado de una división – es decir, la respuesta a la pregunta
“¿Cuántas veces cabe un número dentro de otro?” – es el cociente (de una palabra latina
32 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA
Sin embargo, el hecho de que la división trabaje hacia atrás la hace más
difı́cil que las otras operaciones aritméticas; ésta es una realidad que el joven
escolar de grado elemental conoce muy bien.
Supongamos, por ejemplo, que fuera necesario dividir 7715 entre 5. El
contar el número de veces que tendrı́a uno que restar 5 de 7715 para llegar
a 0 serı́a tedioso y la tabla de multiplicar no le dice que número debe ser
multiplicado por 5 para darle 7715.
Pero aquı́ es donde la multiplicación por 0 es nuevamente útil. Se sabe que
1 × 5 = 5; por lo tanto, 1000 × 5 = 5000. Esta es la cifra mas cercana a 7715
a que puede uno llegar usando solamente dı́gitos y ceros; pero aún le quedan
2715, cantidad que se divide entre 5. La tabla de multiplicar dice 5 × 5 son
25 por lo que 500 × 5 = 2500, y sólo quedan ya 215. Pruébese esta última
cifra. Como 4 × 5 = 20, entonces 40 × 5 = 200. Ası́, quedan únicamente 15,
y dividir esto entre 5 es fácil. Sabemos que el resultado es 3.
En total, 5 ha sido multiplicado, primero por 1000, luego por 500, después
por 40, y finalmente por 3. Súmese esto y se encontrará que, en total, el 5
ha sido multiplicado por 1543 × 5 = 7715, entonces 7715 ÷ 5 = 1543, siendo
ésta nuestra respuesta o cociente.
En este caso, también, los jóvenes son enseñados a hacer la división por
orden, y el problema arriba citado, que acabamos de terminar, aparecerı́a,
usando el método escolar, en la forma siguiente:
1543
5 7715
5
27
25
21
20
15
15
0
Dividir o no dividir
Cuando se define la división como resta repetida hasta llegar a cero resulta
a veces que esta operación es imposible. Por ejemplo, ¿Qué es 7 ÷ 2?
Por resta repetida podemos decir que 7 − 2 − 2 − 2 = 1, pero ahı́ tenemos
que detenernos. Si restamos un cuarto 2, nos vamos abajo de cero. Aun si
reconocemos la existencia de los números negativos (lo cual los antiguos no
hacı́an) no podemos permitir que la resta se vaya abajo de cero. La resta
siguiente llegarı́a a -1, la otra llegarı́a a - 3, después a -5 y ası́ sucesivamente.
¿Dónde nos detendrı́amos? El sistema se romperı́a totalmente.
Supongamos que lo vemos en otra forma. Para resolver 7 ÷ 2 podı́amos
pensar en la tabla de multiplicar y preguntarnos: ¿Qué número, multiplicado
35
Figura 3.4
37
embargo, ninguna norma es tan sencilla y se graba con mayor facilidad que
la alternación “par o impar”.
Cuenta y medición
Hasta ahora, se ha venido hablando de los números que obtenemos al
contar; 1, 2, 3 y ası́ sucesivamente. Esos números y las operaciones que com-
prenden (hasta donde las hemos expuesto) son, a veces, todo lo que necesi-
tamos.
Por ejemplo, los niños en un salón de clases pueden ser representados
por un número. Hay 4 niños, 5 niños, o algún otro número. Sin embargo,
siempre es un número definido. Uno no puede decir, después de un meticuloso
escrutinio: “Hay más de cuatro niños, eso es manifiesto, pero, definitivamente,
son menos de cinco. Supongo que el número está entre cuatro y cinco niños”.
No existe un número intermedio entre 4 y 5, si está uno contando objetos.
Son 4 o 5 niños. Más aún, si uno empieza con 4 niños y llegan 2 más, el
resultado es 6 niños. Ni un poco más de 6 ni un pelo menos de 6. Son
exactamente 6.
No obstante, supongamos que se hace una pregunta como ésta: ¿Cuántas
horas han estado estudiando esos niños? En tal caso podrı́a uno contestar
fácilmente: “Estoy seguro de que han estudiado más de una hora, pero, desde
luego, menos de dos horas”.
Aquı́, tal respuesta tendrı́a sentido. Existe un lapso, un concepto de “du-
ración del tiempo”, que es más de 1 hora y menos de 2 horas. El tiempo es
algo que no se puede contar, sino algo que se mide.
La cuenta y la medición deben ser manejadas diferentemente. Al contar,
está uno tratando con objetos separados o “discretos”. Los números que
hemos venido discutiendo son, en sı́ mismos, separados y discretos, y como
tales, pueden equipararse muy bien con los objetos. Son ellos todo lo que
necesitamos.
Sin embargo, el acto de medir algo que no consta de objetos separados es
realmente otro asunto. Aquı́ estamos tratando con algo que es “continuo”.
Tenemos que tratar, por ejemplo, con un espacio de tiempo o con la longitud
de una lı́nea continua.
Los números ordinarios, que son discretos, no pueden equipararse –sin
el peligro de encontrar dificultades– con algo que es continuo, como el caso
del problema arriba mencionado, en relación con el número de horas que los
niños habı́an estado estudiando.
Para evitar tales problemas, los números deben ser continuos. El espa-
cio entre números ordinarios debe llenarse con números intermedios. Cuando
esto se ha hecho, los números 1, 2, 3 y ası́ sucesivamente, se convierten, sim-
40 CAPÍTULO 3. PASANDO POR ALTO LA SUMA
Números quebrados
Dividiendo la unidad
En un sentido práctico, la humanidad no podı́a reconocer limitaciones
en la división. Supongamos que fuera necesario dividir dos manzanas entre
cuatro niños. Es inútil decir que 2 no puede dividirse entre 4 porque no existe
ningún número en la tabla de multiplicar que, al multiplicarse por 4, dé 2. Lo
que hace una madre práctica, en este caso, es dividir cada manzana en dos
partes iguales y dar a cada uno de los cuatro niños un pedazo de la misma
(o tal vez hacer una compota de manzanas).
Siguiendo este sistema, la humanidad rompió sus unidades generales de
medición en partes más pequeñas, dándoles nombres también a éstas. Por
ejemplo, en nuestro sistema de medidas, medio litro de cualquier lı́quido
puede ser dividido en dos partes iguales llamados cuartos y éstos a su vez en
octavos. Si un comerciante tiene dos cuartos de litro y cuatro clientes, cada
uno de ellos se lleva un octavo.
También puede dividir las unidades en mayor número de subunidades. Un
kilogramo puede dividirse en cuatro cuartos y éstos en ocho octavos, los que,
a su vez, pueden dividirse en 16 dieciseisavos y éstos en 32 treintaidosavos.
Todas estas cifras son el resultado de la división de algo en dos partes;
después, cada parte en dos más y, posteriormente, cada pequeña parte, en
dos más, y ası́ sucesivamente.
Por ejemplo, se podrı́a dividir un cuarto de litro entre dos hombres, dando
a cada uno de ellos un octavo de litro de lı́quido, o podrı́a darse a 4 hombres un
dieciseisavo de litro, o a 8 hombres un treintaidosavo de litro, o a 16 hombres
41
42 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS
1
La palabra latina “degradus” significa“escalonar” y por tantos refiere a algo ası́ como
una escalera o escalinata por la cual puede usted bajar. Las divisiones regulares –que se
asemejan a los escalones de una escalera o escalinata– pueden ser llamadas “gradas”siendo
esta palabra una corrupción de “degradus”. Ası́ tenemos no solamente grados de un circulo,
sino también grados de temperatura. Las sesenta divisiones de un grado fueron primiti-
vamente llamadas “pars minute prima” y las 60 divisiones de cada uno de estos “pars
minus secunda” significando “pequeña parte primera” y “pequeña parte segunda” res-
pectivamente. Las frases anteriores con el tiempo se acortaron a “minuto” y “segundo”,
respectivamente.
44 CAPÍTULO 4. NÚMEROS QUEBRADOS
segundos.
Un indicio del sistema de 12 también se demuestra en la forma en que
decimos la hora. Nuestros tiempos diurnos y nocturnos están divididos en 12
horas. Originalmente, antes de que los relojes fueran inventados, estas horas
variaban de acuerdo con los cambios de duración del dı́a y la noche, según
las estaciones del año. En invierno, las horas del dı́a y la noche, según las
estaciones del año. En invierno, las horas del dı́a eran cortas y largas las de
la noche, mientras que en verano era al contrario. En la actualidad nuestras
horas tienen la misma duración en toda época; en verano el dı́a dura más de
12 horas y menos la noche y, en el invierno, acontece lo contrario.
No obstante, nuestros relojes siguen teniendo todavı́a solamente 12 núme-
ros y estamos obligados a distinguir entre la 1 A.M. y la 1 P.M.(Las fuerzas
armadas han continuado de las 12 del mediodı́a en adelante, y hablan de las
13:00, las 14:00 y ası́ sucesivamente; pero, aparentemente, no ha arraigado la
costumbre, al menos entre los civiles.)
Partes de uno
Lo que puede ser hecho por el hombre promedio con las unidades comunes
de medición, puede ser hecho por los matemáticos con los números puros.
¿Por qué no dividir número 1, o cualquier otro número, en dos, tres, o cuatro
partes iguales? A fin de hacer eso debidamente es necesario, primero, dar un
nombre de esas “partes de uno”: segundo, encontrar un sı́mbolo apropiado
para las partes y, tercero, desarrollar un sistema para manejar esas partes
dentro de las operaciones aritméticas.
Después de todo, si las partes de los números pueden manejarse como
los números comunes, pueden también considerarse como números comunes
para todos los objetos, tanto teóricos como prácticos.
Los nombres son fáciles y provienen del lenguaje común. Dos partes igua-
les de cualquier cosa son “mitades”. Los resultados de la división de un
numero en varias partes son llamados de acuerdo con la forma “ordinal” de
esos números, Es decir, las tres partes de uno son “tercios”, cuatro partes
son “cuartos”, “quintos”, “sextos” y ası́ sucesivamente, hasta donde se quiera
llegar.
Una mitad es el resultado de la división de una unidad en dos partes.
En otras palabras, es 1 ÷ 2. Esto no da origen a ningún número común y
no hay necesidad de buscarlo. La operación es suficientemente sencilla para
45
Figura 4.2
permanece intacto.
Lo mismo acontecerı́a si hubiéramos empezado con 120 60
(igual a 2) y divi-
60
diéramos tanto el numerador como el denominador entre 2 (para obtener 30 )
40
o entre 3 (para obtener 20 ) o entre 4 (para obtener 30 15
) y ası́ sucesivamente.
En todos los casos, el valor permanecerı́a igual.
Ni serı́an diferentes las cosas si estuviéramos tratando con un quebrado
que no fuera igual en valor a un entero. Si 13 es multiplicado superior e
inferiormente por 2, para formar 26 , no hay cambio.
Si se dividió un pastel en 3 partes iguales y se tomó una parte, o se dividió
en 6 partes iguales y se tomaron 2, se terminará con la misma cantidad de
pastel en cada ocasión. Consecuentemente, 31 y 26 son idénticos.
Entonces, la regla general es que pueden multiplicarse o dividirse el nu-
merador y el denominador de cualquier quebrado por un mismo número sin
que se altere su valor. Esta puede ser una regla útil en diversas formas. Por
ejemplo, permite prescindir algunas veces (no siempre) de los números altos.
126
Por ejemplo, el quebrado 189 puede ser dividido superior e inferiormente,
entre 63 y se convierte en el familiar 23 .
También 155
31
divididos superior e inferiormente entre 31, se convierten en
5
1
que equivalen a 5, puesto que 5 ÷ 1 = 5.
Esta es la primera vez que menciono quebrados con un denominador del 1
y éstos son excepcionalmente importantes. Recuérdese que cualquier número
dividido por 1 permanece sin cambio alguno en su valor. Esto significa que
cualquier quebrado con denominador de 1 es igual en valor a su numerador.
En esta forma, 273 1
= 273; 50993
1
= 50993, y ası́ sucesivamente. Por esta razón,
no tenemos que dividir los números como quebrados, convirtiendo todos los
enteros en quebrados y poniendo al mismo entero como numerador y a 1
como denominador.
Los quebrados con denominador de 1 pueden manejarse en igual forma
que los demás:
15 15 30 4 3 12
+ = ; × =
1 1 1 1 1 1
El lector preguntará que cuál es la ventaja de agregar una lı́nea y un deno-
minador aparentemente innecesarios a enteros perfectamente satisfactorios.
La respuesta es que, en esa forma se permite a los enteros y los quebrados
tomar parte conjuntamente y con mayor facilidad en las operaciones aritméti-
cas.
Por ejemplo, ¿Cómo sumar 13 y 15 ? Hasta ahora, sólo hemos venido suman-
do quebrados con los mismos denominadores, pero parece necesario encontrar
49
la forma de convertir estos quebrados en otros que tengan los mismos deno-
minadores. Aquı́ es donde la multiplicación superior e inferior es nuevamente
útil.
Primero multiplicamos 13 × 5, superior e inferiormente. Esto nos permite
5
obtener 15 sin cambiar el valor del quebrado. Después, multiplicamos 51 ×3, en
3
la misma forma anterior, para obtener 15 , nuevamente sin cambiar su valor.
1 1 5 3
Por lo tanto, 3 + 5 son iguales que 15 + 15 , y estos últimos son mas fáciles
8
de manejar. La respuesta, obvia, es: 15 .
Ahora bien, podemos seguir el mismo sistema en las sumas que compren-
dan tanto enteros como quebrados, si cambiamos los enteros a quebrados
1
de “denominador uno”. Para sumar 3 + 13 + 14 , primero convertimos todo
a quebrados: 31 + 13 + 45 . Después, multiplicamos cada quebrado superior e
inferiormente, en forma tal que terminemos con quebrados de igual denomi-
nador; el primer quebrado por 12, el segundo por 4 y el tercero por 3. Esto
nos da: 36 12
4 15
+ 12 12
, que suman 55
12
.
55
Si el lector desaprueba los quebrados impropios, 12 pueden ser convertidos
en 4812
+ 7
12
, que suman 4.
Evitando la división
Por ningún motivo hemos terminado con los quebrados. Hasta ahora sólo
hemos multiplicado y divido a los quebrados por los enteros. ¿Es posible
multiplicar y dividir quebrados por quebrados? Y si ası́ es, ¿Cuál es la forma?
Supongamos que partimos 13 en dos partes iguales. Tres tercios, tomados
en conjunto, equivalen a 1 entero. Si partimos cada tercio en dos, se nece-
sitarán 6 pequeñas partes para hacer un entero. Por lo tanto, cada una de
estas pequeñas partes equivale a un sexto y, por ende, podemos decir que la
mitad de un tercio es un sexto.
Siguiendo el mismo razonamiento, la mitad de un cuarto es un octavo y
un tercio de un cuarto es un doceavo.
Una forma conveniente de simbolizar esto es escribir:
1 1 1 1 1 1 1 1 1
× = ; × = ; × =
3 2 6 4 2 8 3 4 12
Se usa el signo de multiplicación, porque parece que obtenemos la res-
puesta correcta en cada caso si multiplicamos los dos denominadores. Sin
embargo, ¿Qué diremos de los numeradores? El 1 parece no haberse tocado,
pero, por otro lado, 1 × 1 = 1. La respuesta a la pregunta es: vamos a ensayar
quebrados con numeradores distintos a 1.
Supongamos que partimos el 10 en 5 partes iguales. Cada parte equivale a
un quinto de 10. Como 10÷5 = 2, ese quinto de diez es igual a 2. La frase “un
quinto de diez” puede escribirse 51 × 10 , pero vamos a fraccionarlo. Primero,
1 2
5
puede convertirse en 10 al multiplicarlo por 2, superior e inferiormente,
51
52 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES
El número 3184 3
4
significa, de acuerdo con nuestros valores de posi-
ciones, 3 “miles” más 1 “ciento” más 8 “docenas” más 4 “unidades” más 3
“cuartos de unidad”. Hasta que nos encontramos con esa miserable fracción
hemos dejado que cada lugar tenga un valor decuplicado con respecto al lugar
a su izquierda. ¿Por qué no pasamos el lugar de las “unidades”?
1 1 1
En otras palabras, 1000 × 10 = 100; 100 × 10 = 10 y 10 × 10 = 1. Hasta
1 1
aquı́ eso está muy bien, pero, ¿Por qué no continuar como sigue: 1 × 10 = 10 ;
1 1 1 1 1 1
10
× 10 = 100 ; 100 × 10 = 1000 , y ası́ sucesivamente? En esta forma, usando un
sistema constantemente, podemos pasar la posición de las “unidades”, con-
virtiéndolas en “décimos”, “centésimos”, “milésimos”, y ası́ sucesivamente.
Vamos a considerar la fracción 12 . Multiplicando tanto el numerador como
5
el denominador por 5, resulta que podemos expresarla también diciendo 10
Un número como 55 1
2
puede cambiarse a 55 5
10
o a 55.5, leyéndose este
último como “cincuenta y cinco punto cinco”, colocándose el punto inme-
diatamente después del lugar de las unidades, para separar los enteros de
las fracciones. Entonces, la situación de los números puede leerse como 5
“decenas” más “unidades” más 5 “décimos”.
La fracción 34 puede ser convertida –multiplicando tanto el numerador
75 70 5 7 5
como el denominador por 25– en 100 . Estos son iguales a 100 + 100 o a 10 + 100 .
Por lo tanto, el número 55 3
4
puede escribirse como 55.75 (5 “decenas” más
5 “unidades” más 7 “décimos” más 5 “centésimos”).
Las fracciones en forma de “décimos”, “centésimos” o “milésimos”, son
llamadas fracciones decimales (de una palabra latina para “diez”). Cuan-
do las fracciones decimales están unidas a una cifra, como resultado de una
operación aritmética, los productos como 55.5 y 55.75 son llamados decima-
les y el punto usado para separar los enteros de las fracciones es el “punto
decimal”.
7
Una fracción decimal que sea menor que uno, tal como 10 , debe escribirse
siempre como .7 poniendo a la derecha de la misma el punto decimal. El
peligro de perder el lugar del punto decimal es considerable y la equivocación
de poner .7 en vez de 7 puede producir un gran error. Se acostumbra, por esta
razón, escribir .7 como 0.7 (cero “unidades” más 7 “décimos”, que es lo mismo
que decir simplemente 7 “décimos”) con el único objeto de proteger el punto
7
decimal. Podrı́a uno escribir también 10 como 0.70, 0.700, o 0.700000000. El
aumento de 0 “centésimos” más 0 “milésimos”, no cambia el valor original
numérico de 0.7.
La gran ventaja del sistema decimal consiste en que, al sumar y restar,
uno puede olvidarse de las fracciones y operar como si solamente se tratara de
55
1 1
Supongamos que deseamos sumar 12 + 34 , conservando las fracciones.
Primero, cambiarı́amos los números a 32 + 74 , después a 64 + 74 , para obtener
13
4
, los cuales cambiarı́amos posteriormente a 14 . 3
1
Pero supóngase que, en vez de eso, usamos decimales. El 12 se convierte
1
en 1.5 y el 34 a 1.75. Los sumamos como sigue:
1.50
+ 1.75
3.25
(Adviértase que he escrito 1.5 como 1.50 con objeto de tener algo en la
columna de los centésimos, puesto que hay un número en esa columna co-
rrespondiente al otro decimal.) El dejar fuera ese 0 aumentarı́a la posibilidad
de que los principiantes escribieran:
1.50
+1.75
por Inglaterra es llamada “un soberano” debido a que aparece en la misma la cabeza del
monarca inglés.) Habiéndose retirado la circulación las monedas de oro en los Estados
Unidos, se ha olvidado el término “águila”, pero en el pasado, la moneda de oro de 20
dólares era un “águila doble”, la de 5 dólares, una “media águila” y la de 2.50 dólares, un
“cuarto de águila”.
El sistema monetario norteamericano a base de decimales, puede continuar hacia arriba
si usamos algunos de los términos vulgares con los cuales se designan los billetes de mayor
valor. Por ejemplo, diez águilas equivalen a un billete de 100 dólares y diez billetes de 100
dolares a un “grande”, o sea un billete de 1000 dólares.
58 CAPÍTULO 5. FRACCIONANDO POR DIECES
en 1791.
El sistema métrico es decimal. Para poner un ejemplo, podemos conside-
rar las unidades de longitud. La unidad métrica de longitud es el “metro”
(que tiene 39.37 pulgadas de longitud y de donde toma su nombre el sis-
tema.) Diez metros equivalen a un “decámetro”, diez decámetros equivalen
a un “hectómetro” y diez hectómetros son un “kilómetro”. En forma des-
cendente, un décimo de metro es un “decı́metro,” un décimo de éste es un
“centı́metro”, y un décimo de éste es un “milı́metro”. 2
Esto significa que algo que tiene 2 kilómetros, 5 hectometros, 1 decáme-
tro, 7 metros, 8 decı́metros, 2 centı́metros y 9 milı́metros de longitud, mide
2517.829 metros. Ası́ de sencillo es reunirlos. Si tiene uno dos objetos, uno
de los cuales mide 2 metros 8 decı́metros y 9 centı́metros y el otro 5 metros 5
decı́metros y 5 centı́metros, la longitud combinada de ambos es de 2.89+5.55,
o sea 8.44 metros, pudiéndose leer también como 8 metros 4 decı́metros y 4
centı́metros (o, simplemente, 8 metros 44 centı́metros, como se prefiera.)
Compárese esto con el sistema británico y norteamericano de medición
de longitudes, empezando por la pulgada, como vamos a demostrarlo.
12 pulgadas = 1 pie
3 pies = 1 yarda
5 1
2
yardas = 1 pértica ( 1
2 16
pies)
1
40 pérticas = 1 estadio ( 18 de milla)
8 estadios = 1 milla
0.025
40 1.000
80
200
200
0
1
Se demuestra que el equivalente decimal de 40 es 0.025.
Se puede verificar esto convirtiendo 0.025 en quebrados ordinarios. Es
2 5 20 5 25
100
+ 1000
, o 1000 + 1000 , o 1000 y si este último es dividido el numerador como
1
el denominador entre 25, ciertamente demuestra ser 40 .
Todo esto opera muy bien en los sistemas monetarios decimales, pero no
tanto en el sistema británico. Un 10 por ciento sobre 135 libras y 10 chelines
resulta ser 13 libras y 11 chelines. (¿Puede al lector resolver eso?)
Decimales sinfin
En el sistema decimal, una incomodidad más seria que el mismo problema
de encontrar la colocación del punto, es el hecho de que algunas fracciones
no pueden expresarse como decimales en forma ordinaria.
Por ejemplo, ¿como podemos expresar 13 como decimal?
Para encontrar la forma escribiremos 31 como 1.00000000
3
y procederemos a
dividir como sigue:
0.33333333
3 1.00000000
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
10
9
1
3
N. del Transcriptor se puede también representar de forma alterna con una barra sobre
los números, esto es 13 puede escribirse 0.3̄ y 17 puede escribirse como 0.142857
Capı́tulo 6
65
66 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS
(a) (b)
Los griegos todavı́a tenı́an otras figuras geométricas, las cuales hacı́an
a base de puntos y, en general, los números resultantes de tal garrapateo
matemático son llamados “números figurativos”. Algunas de sus figuras eran
sólidas. Por ejemplo, pueden formarse cubos a base de puntos. Tales cubos
son difı́ciles de mostrar en la presente hoja, pero puede captarse la idea
observando (??).
La serie de números cúbicos es: 1,8, 27, 64, 125, y ası́ sucesivamente.
¡Punto de exclamación!
Si las cuentas son rojas, negras, azules y verdes (cualquier otro color
servirá para el objeto que tratamos de explicar) podrı́a empezarse ensar-
tando cualquiera de las cuatro. Ya tenemos aquı́ 4 posibilidades. Habiendo
ensartado una, se puede ensartar cualquiera de las tres restantes, con lo que
alcanzamos 4 × 3, o sea 12 posibilidades hasta ahora. Ya ensartados dos co-
lores podemos poner cualquiera de las dos restantes, y eso nos da 4 × 3 × 2,
o sea 24 posibilidades. Finalmente, con tres cuentas ensartadas, queda sola-
mente una, y se tiene 4 × 3 × 2 × 1, o sea 24 posibilidades. La siguiente tabla
demuestra lo anterior y cataloga las 24 combinaciones de colores.
70 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS
Evitando la multiplicación
La utilidad de los números exponenciales radica en esto: nos ofrecen un
método para convertir la multiplicación en una suma (y es mas fácil sumar
que multiplicar).
Por ejemplo, supóngase que se multiplicó 16 × 64. El producto es 1024.
Pero 16 es 4 × 4 y 64 es 4 × 4 × 4. Si hacemos estos cambios, entonces 16 × 64
se convierte en 4 × 4 × 4 × 4 × 4, que ciertamente, nos da 1024, como puede
verificarse.
También 16 puede considerarse como 2×2×2×2, y 64 como 2×2×2×2×
2×2. No obstante, 16×64 puede expresarse como 2×2×2×2×2×2×2×2×2×2
73
1 1
En otras palabras, 4−7 = ( )7 y 10−3 = ( )3 . Para ese asunto opera en
4 10
1
forma contraria. El exponencial 64 es igual a ( )−4 .
6
Podemos dar ejemplos ahora mismo, demostrando que es consistente este
1
punto de vista sobre los exponentes. Por ejemplo, ¿Es ( )4 realmente igual
6
−4 1 4
a 6 ? Vamos a ver. La expresión ( ) puede ponerse en esta forma: 1 ÷ 64 .
6
Pero como 1 es igual a 60 la expresión se convierte en 60 ÷ 64 , por lo que,
restando los exponentes, el resultado prueba ser ciertamente 6−4 .
Nuevamente surge la pregunta, ¿Es realmente 60 igual a 1? Bueno, 36 ×
1
= 1, como sin duda el lector está dispuesto a conceder. Como 36 = 62 ,
36
1 1 1
entonces = ( )2 o sea 6−2 . La expresión 36 × se convierte, por tanto,
36 6 36
en 62 × 6−2 que, por suma, se convierte en 60 , que es igual a 1.
En realidad, nada de esto prueba algo, puesto que comprende lo que los
matemáticos llaman “razonamiento circular”. (Es lo que pasa cuando uno
dice: “Un gato es cualquier animal que hace miau”. Luego, “ese animal que
hace miau es, por tanto, un gato”). No obstante, lo anteriormente expuesto
demuestra que el sistema de exponentes si opera.
También podemos demostrarlo en otra forma, listando algunas cifras ex-
ponenciales. Podemos empezar con la antigua definición de los números mul-
tiplicados de continuo, por lo que:
26 = 2 × 2 × 2 × 2 × 2 × 2 = 64
25 = 2 × 2 × 2 × 2 × 2 = 32
24 = 2 × 2 × 2 × 2 = 16
23 = 2 × 2 × 2 = 8
22 = 2 × 2 = 4
Ahora bien, si uno ignora el número de 2 que se está multiplicando de
continuo, y solamente considera las cifras finales, notará que cada vez que el
exponente disminuye uno, la cifra final se reduce a la mitad.
Vamos a continuar eso:
21 = 2
20 = 1
76 CAPÍTULO 6. LA FORMA DE LOS NÚMEROS
1
2−1 =
2
1
2−2 =
4
1
2−3 =
8
Si continuamos, se verá que los exponentes menores de 2 significan jus-
tamente lo que hemos decidido que deban significar. Esto puede operar con
cualquier número base. Se encontrará que los exponentes del número base
1
3 incluirán valores que se reducen cada vez que exponente disminuye una
3
1
unidad. Los exponentes del número base 6 se reducirán cada vez, y ası́
6
sucesivamente. Pero, en cada caso, el sistema operará.
Todo esto significa que hemos aumentado las oportunidades de cambiar
1
una multiplicación a una suma. Ahora podemos multiplicar y 1024 por
8
exponentes. Sin embargo, aun no hemos decidido cómo multiplicar 7 y 17.
¿Podemos ampliar aún más los exponentes? Ahora, que tenemos lo mis-
mo exponentes negativos que positivos, ¿Qué diremos sobre los exponentes
fraccionarios? Antes de que podamos considerar lo que puedan significar los
exponentes fraccionarios, debemos considerar lo contrario de la “elevación a
una potencia”.
Capı́tulo 7
Buscando raı́ces
77
78 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES
√
otras palabras, 25 es√el cuadrado de 5 y por lo tanto 5 es la 2 25 . Estricta-
mente hablando la 2 25 deberı́a ser llamada la “segunda raı́z de 25” puesto
que 25 ÷ 5 ÷ 5 = 1. Sin embargo, la familiaridad del término “cuadrado”
se sobrepuso a la consistencia. La “segunda raı́z de un número cuadrado” se
acortó convirtiéndose en “raı́z cuadrada”, y ası́ ha sido adoptada universal-
mente. La “segunda raı́z de 25” es siempre llamada “la raı́z cuadrada de 25”.
(En igual forma, las “terceras raı́ces” son llamadas “raı́ces cúbicas”).
Es tan familiar la raı́z cuadrada que incluso se acostumbra universalmen-
te olvidarse del pequeño
√ 2 y escribir, por ejemplo, la raı́z cuadrada de 25
simplemente como 25.
La siguiente pregunta que surge es cómo determinar cuál es la raı́z de un
número. Hasta ahora se ha venido trabajando hacia atrás. Se conoce que 25
es 32, por lo que, si se divide 32 entre 2 cinco veces, se llegará a 1. (Después
de todo, habiendo elevado un número a una potencia es sencillo invertir los
pasos y descender de la potencia una vez más).
En realidad, el método para determinar aritméticamente las raı́ces utiliza
este sistema de trabajar “hacia atrás”, más que en las grandes divisiones. Por
ejemplo, para extraer la raı́z cuadrada de 625 el problema serı́a como sigue:
y hay que probar varias cifras para ver cual dará el número más cercano a
225. El número 5 lo es, puesto que 5 × 45 hace exactamente 225.
Esto puede parecer sumamente complicado, y lo es, no hay que negarlo,
pero el proceso da lugar a algunos resultados vitales. √
Por ejemplo, ¿cuál es la raı́z cuadrada de 2, o, en sı́mbolos, 2 ? ¿Qué
número multiplicado por sı́ mismo da como respuesta 2?
Para empezar, podemos ver, desde luego, que ningún entero servirá para
la respuesta pues 1 × 1 = 1 y 2 × 2 = 4. El primero es muy pequeño y el
segundo muy grande. La respuesta debe estar entre 1 y 2 y, por tanto, ser
una fracción.
¿Podemos hablar de una raı́z cuadrada fraccionaria? ¿Por qué no? Según
1 1 1
nuestra definición original de cifras exponenciales, ( 25 )2 significarı́a 25 × 25
y el resultado serı́a 241
q 25
, si uno quiere tomarse la molestia de obtenerlo.
Esto significa que 1 24
25 1
= 25 . No solamente tenemos una raı́z cuadrada
fraccionaria, sino que también tenemos una fracción en el papel de un número
cuadrado, y ambos encajan dentro de las reglas que rigen a los enteros.
1
Inicialmente, 25 multiplicada por sı́ mismo, da un número que se apro-
√
1
xima bastante a 2, por lo cual 25 debe aproximarse bastante a la 2. So-
lamente nos falta 25 1
1
para llegar a la meta, puesto que el cuadrado de 25 es
1 24
25 1
en vez de 25 25
que seria 2.
1
Podemos acercarnos más. La fracción 100 41
, si se multiplica por si misma,
1 9881
da como respuesta 10000 que se acerca más a 2. Podrı́a ser que si ajustáramos
lo suficiente las cosas, obtendrı́amos en realidad una fracción (tal vez muy
complicada) que fuera exactamente la raı́z cuadrada de 2.
Pero, ¿lo haremos?
Comparando lı́neas
Este problema de encontrar la raı́z cuadrada de 2 se les presentó prime-
ramente a los griegos. Como eran geómetras ante todo, como ya se expuso
anteriormente, se preocupaban mucho más en comparar en cifras las lon-
gitudes de las lı́neas. Por ejemplo, supongamos que estamos considerando
un cuadrilongo que tiene una diagonal en la forma indicada en el siguiente
dibujo.(??) ¿Cómo se compararı́a la longitud de la diagonal con la longitud
de los lados del cuadrilongo? Evidentemente, la diagonal es más larga que
cualquiera de los lados. Pero, ¿cuánto más? Los griegos deseaban saberlo.
80 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES
Ahora bien, cuando comparamos las longitudes de dos lineas una de las
cuales tiene 2 centı́metros de longitud y la otra 1, decimos que “las longitudes
son como 2 es a 1”. Si una tiene 4 centı́metros de longitud y la otra 2, podemos
decir que “las longitudes son como 4 es a 2”. Sin embargo, en ambos casos, la
lı́nea más larga es exactamente el doble de la longitud de la más corta. Para
el matemático, el hecho de que una lı́nea sea lo doble de longitud que la otra
es de mayor interés y significación que el de que una lı́nea mida 2 centı́metros
y la otra 4, o que una mida 24 centı́metros y la otra 48. El prefiere decir en
todos los casos que “las longitudes son como 2 es a 1”.
La mejor manera de atender esto automáticamente es representar la dife-
rencia de longitudes como una fracción. En otras palabras, si una lı́nea mide
2
2 centı́metros y la otra 1 podemos decir que las longitudes son . Y si nues-
1
tras lı́neas miden 48 centı́metros por 24 centı́metros la fracción se convierte
48
en que, como fracción, puede cambiarse al dividir entre 24 el numerador
24
2
y convertirse ası́ en
1
La fracción que representa una comparación de dos medidas similares (las
longitudes de dos lı́neas, los volúmenes de dos recipientes, los pesos de dos
hombres) es llamada “razón”.
Por supuesto, dos longitudes pueden no estar tan relacionadas como para
dar una razón tan simple como 2 a 1. Supongamos que una linea tiene 1
2
centı́metro de longitud y la otra 101
9
. La razón no es precisamente . Es
1
81
1 9
10
.
1
Sin embargo, las fracciones dentro de las fracciones son una innecesa-
ria complicación, que puede evitarse, en este caso, multiplicando por 10 el
19
numerador y el denominador y ası́ terminaremos con una razón igual a .
10
En esta forma, dos números cualesquiera expresados como fracción pue-
den convertirse a una razón de números enteros. Por ejemplo, si una lı́nea
mide 1724
centı́metros de longitud y la otra 13
151, la razón de las dos longitudes
serı́a 2
4
17
13 . Si multiplicamos –superior e inferiormente– esta aparentemente
1 15
285
complicada fracción por 127 1
2
, la razón se convierte en
238
comprendiendo
solamente enteros.
(Esto serı́a más sencillo usando una anotación decimal, pero los griegos no
la tenı́an y la historia se hace más apasionante si seguimos el procedimiento
usado por ellos para este objeto.)
Ya estamos listos para volver a nuestro cuadrilongo, donde dejamos a
nuestros griegos tratando de descubrir la razón de las longitudes de la diago-
nal y de los lados. Para simplificar las cosas, diremos que como las dos partes
del cuadrilongo, a cada lado de la diagonal, son perfectamente simétricas,
podemos dejar fuera una de esas partes. La que queda, como se puede ver en
la imagen (??) es llamada “triángulo recto” y lo que en el cuadrilongo era
una diagonal se llama ahora la “hipotenusa”.
La inexistencia de fracciones
√
Al principio del capı́tulo, dije que 1 2
5
era casi el valor de 2. Si fuera
el valor exacto, la razón serı́a 1 2
5
que podrı́a convertirse a números enteros
1
multiplicando por 5 el numerador y el denominador para que se convirtiera
7
en .
5
1
Pero, ¡ay!, 25 no es exactamente el valor. La fracción 100 141
se acerca más
1 41
y darı́a una razón de 100 ó
141
en números enteros. La fracción 207 1
500
es
1 100
mas cercana aun, y nos darı́a una razón de 500 o 1
207
707
en números enteros.
1 500
1
Pero 207 500
tampoco es exacta. Durante una época, las matemáticos grie-
gos dedicaron su tiempo a buscar y tratar de encontrar la fracción exacta √
√ 2
que representara a la 2, a fin de estar en posibilidad de poner la razón
1
en números enteros. Se estuvieron acercando bastante, pero nunca llegaron
a obtener la fracción exacta.
Finalmente, el matemático griego Euclides demostró que por mucho que
deseara uno esforzarse, serı́a inútil tratar de obtener la fracción. No existı́a tal
fracción. (Se cuenta, aun cuando probablemente la historia no es verı́dica, que
Pitágoras ya habı́a descubierto esto, pero que habı́a quedado tan horrorizado
ante hecho tan extraordinario, que habı́a hecho jurar a sus discı́pulos que no
reveları́an
√ el secreto, y él mismo nunca lo comentó).
2
Si no puede expresarse como una razón que solamente comprenda
1
enteros, entonces tampoco puede√ hacerlo ninguna de las otras fracciones que
√ 2 4
contengan 2, tales como o √ ya que todas estas fracciones pueden
√ 2 2 √ √
2 2 2
ser convertidas en al multiplicarlas por algo. Por ejemplo, = ×
1
√ √ 2 1
1 2 2 2
. Por otra parte, ×2 = o, si se multiplican el numerador y el
2 1 1
√ 4 √
denominado por 2, es igual a √ .(Debe recordarse que 2 cualquiera que
√ 2
sea multiplicada
√ por 2 es igual a 2).
Como la 2 no puede formar parte de una razón que pueda expresar-
se solamente en enteros, se considera que es un “número irracional”. Por
85
otro lado, los números que pueden formar parte de una razón que solamente
pueda expresarse en enteros, son “números racionales”. Todos los enteros y
fracciones, sean positivos o negativos, son números racionales.
Sucede que casi todas las raı́ces cuadradas son irracionales. En realidad,
los únicos números que tiene raı́ces cuadradas racionales son los enteros que
forman la serie de cuadrados mencionados al principio del capı́tulo 6 (lla-
mados “cuadrados perfectos”, debido a que las raı́ces cuadradas resultan
ser enteros exactos), o fracciones compuestas de esos números. Por ejemplo,
q 16
1 7
9 1
es un número racional, porque 79 =
9
que es una fracción compues-
4
1
ta de cuadrados perfectos. La raı́z cuadrada de 79 es, por lo tanto, (siendo
3
1
4 la raı́z cuadrada de 16 y 3 la raı́z cuadrada de 9), o sea 13 .
El hecho de que la mayorı́a de las raı́ces cuadradas sean irracionales√, por
ningún motivo las hace inútiles. Con frecuencia es necesario usar la 2 en
alguna fórmula cientı́fica o de ingenierı́a. Su valor puede desarrollarse, por
medio del método descrito al principio de este capı́tulo, hasta tantos puntos
decimales como tenga uno la paciencia de calcular.
√
Por ejemplo, la 2 puede calcularse hasta seis puntos decimales y en-
contrar que es igual a 1.414214. Esta cifra no está muy alejada del valor
verdadero, puesto que 1.414214 × 1.414214 = 2.000001237796. Este resulta-
do difiere de 2 solamente por ser un poco más alto en una millonésima parte.
Por esa razón, 1.414214 es una cifra suficientemente
√ buena para casi cual-
quier problema en que esté involucrada la 2. Y aun si no lo estuviera, un
pequeño esfuerzo adicional proporcionará un mayor número de decimales...
en realidad, tantos como uno quiera.
Sin embargo, si se desea, tercamente, insistir en obtener la raı́z cuadrada
(se llama “extraer la raı́z”) hasta que se acaben los decimales, se encontrará
que eso no es posible. No hay término. No importa cuántos decimales se
calculen para la raı́z cuadrada de 2, siempre habrá más.
Esto puede sorprender al lector , como lo hizo la situación ocurrida con la
1
versión decimal de , la cual, como se recordará, es igual a 0.33333333.... y ası́
3
1
sucesivamente, sin tener fin; o la versión decimal de que es 0.142857142857142857....
7
sin tener tampoco fin y sin que sea completa.
Esos decimales sinfı́n tienen
√ un equivalente fraccionario, mientras que el
decimal que representa a la 2 no lo tiene. ¿Por qué? Bueno, los equivalentes
86 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES
1 1
decimales de y de , y un número indefinido de otras fracciones de la mis-
3 7
ma especie son fracciones decimales periódicas. Los decimales sinfı́n pueden
convertirse a fracciones solamente si son decimales periódicos.
√
El punto es que el decimal uno, que opera para la 2, no es periódico.
Sin√importar cuán lejos se llegue, no se encontrará ninguna norma, ya sea en
la 2, o en el equivalente de cualquier número irracional. Si se encontrara
cualquier norma, por pequeña que fuera, podrı́a hacerse una fracción del
decimal. Si existieran un millón de dı́gitos no periódicos y sin norma alguna,
y después ese millón se repitiera una y otra vez, podrı́a formarse una fracción.
O si existiera un millón de dı́gitos periódicos (o un billón o un trillón) y, de
pronto, una infinita serie de ...555555555... o cualquiera otra, entonces podrı́a
formarse una fracción.
Sin embargo, en los números irracionales los equivalentes decimales no
repiten con periodicidad y ni siquiera aparece una ligera norma, ni puede
aparecer.
(Por supuesto, podrı́a el lector preguntar cómo puede saberse lo que su-
cede después de haber llegado al trillanesimo punto decimal si nadie lo ha
intentado. La carencia de normas de los decimales irracionales ha sido de-
ducida a través de ciertas premisas fundamentales de las matemáticas. Si
apareciera cualquier norma en tales decimales, aun la mas ligera, tendrı́a
que revisarse toda la estructura de las matemáticas. Sin embargo, no es de
esperarse que esto acontezca).
1
exponentes, en tales condiciones parecerı́a que (24 ) 2 es igual a 22 . Si ası́ es,
como 24 = 16 y 22 = 4, lo que estamos diciendo es que 16 = 4. Parecerı́a
1
entonces que un exponente de es equivalente a extraer la raı́z cuadrada.
1 √ 2
En otras palabras 16 2 = 16.
1
Más aún,
√ siguiendo el mismo razonamiento, puede √ demostrarse que 16 3
1
es igual a 3 16 (es decir, la raı́z cúbica de 16); 16 4 = 4 16 y ası́ sucesivamente.
Aquı́ tenemos la introducción a los exponentes fraccionarios que prometı́ √ al
final del capitulo 6. Obsérvese, también, como caso curioso, que la 2 que no
puede expresarse como fracción, puede expresarse por medio de un número
sencillo incluya un exponente fraccionario, a saber, 2.
3
También es posible obtener el significado de un número como 16 2 de
3 1
la siguiente manera. El número 16 2 puede convertirse a (163 ) 2 puesto que
1 3 3 1 √
3× = . Por lo tanto, 16 2 siendo igual a (163 ) 2 es igual a 163 . En general,
2 2
cualquier exponente fraccionario eleva el número base a la potencia indicada
por el numerador y extrae la raı́z al numero indicado por el denominador.
567
Ası́ 2 235 serı́a la
√ 235ava. raı́z de la 567ava. potencia de 2, pudiéndose
235
simbolizar como 2567 .
Naturalmente, tales exponentes fraccionarios son difı́ciles de manejar.
[TEXTO FALTANTE]1
Debe dársele especial significado a cualquier exponente decimal. Por ejem-
207 207
plo, 25.175 equivale a decir 2 40 puesto que 5.175 es igual a 207 40
. A su vez, 2 40
es una cifra obtenida por elevación del 2 a la 207ava. potencia y extracción
de la cuadragésima potencia ( o extracción de la cuadragésima potencia de 2
elevando el resultado a la 207ava. potencia, sin importar el orden en que se
lleven a cabo las dos operaciones. Lo puede uno √ ver por sı́ mismo si lo prueba
√
3
con 4. La raı́z cuadrada de 4 es igual a la 64 que es 8. El cubo de 4 es
23 , que también es 8).
207
El valor de 2 40 (o el de cualquier número base elevado a cualquier po-
tencia, entero, fraccionario o decimal, positivo o negativo) puede obtenerse
aproximadamente por medio de técnicas matemáticas apropiadas. Estas no
comprenden, en realidad, la multiplicación de 207 doses, o encontrar una
cuadragésima raı́z de cualquier cosa. El valor llega a casi 36.126.
207
El valor es aproximado, porque 2 40 es irracional (como lo son casi todos
los números que contienen un exponente fraccionario o decimal). Por lo tanto,
el equivalente decimal es infinito, y no periodico, pero pueden aproximarse
1
N. del Transcriptor: al transcribir se ve hace falta un párrafo del libro transcrito
88 CAPÍTULO 7. BUSCANDO RAÍCES
1000000 = 106
100000 = 105
10000 = 104
89
90 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
1000 = 103
100 = 102
10 = 101
1 = 100
0.1 = 10−1
0.01 = 10−2
0.001 = 10−3
0.0001 = 10−4
0.00001 = 10−5
0.000001 = 10−6
Para demostrar cómo la base del 10 encaja dentro de nuestro sistema
numérico, consideremos el número 4372.654. Hemos dividido esta cifra en 4
“millares”, 3 “centenas”, 7 “decenas”, 2 “unidades”, 6 “décimos”, 5 “centési-
mos” y 4 “milésimos”. También podı́amos escribirla como 4000 + 300 + 70 +
2 + 0.6 + 0.05 + 0.004.
Sin embargo, si usamos las potencias de 10, recordando que 1000 es 103 ,
100 es 102 y ası́ sucesivamente, podemos escribir 4372.654 como: (4 × 103 ) +
(3 × 102 ) + (7 × 101 ) + (2 × 100 ) + (6 × 10−1 ) + (5 × 10−2 ) + (4 × 10−3 ).
Esto, efectivamente, pone en papel lo que el ábaco ha estado haciendo
durante millares de años. Si el barrote de las “unidades” es clasificado como
“cero” y los que siguen hacia arriba son clasificados como 1, 2, 3 y ası́ sucesi-
vamente, y los siguientes hacia abajo como -1, -2, -3, realmente están siendo
clasificados por la potencia de diez que ese barrote representa (??).
Aun cuando esto nunca se hace en la escuela primaria, toda la aritmética
que aprendemos, usando números arábigos, puede ser explicada estudiando
el comportamiento de estas potencias.
Pero ahora dedicaremos aquı́ algún tiempo a estudiar estos exponenciales
y ver qué ventajas ofrecen.
Primero consideraremos las potencias positivas de 10. Obsérvese que, en
ellas, el exponente es igual al número de ceros en el número ordinario. Ası́,
siendo 6 el numero de ceros en 1000000, en forma exponencial por lo tanto,
106 .
Ahora bien, a fin de convertir un número formado por dı́gitos que no sean
1 y 0, a un exponencial con base de 10, es más fácil convertir ese número en
91
una expresión que incluya una potencia igual de 10. Por ejemplo, la masa del
globo terráqueo puede escribirse como 6 × 1000000000000000000000000000
gramos. El número grande es ahora una potencia exacta de 10, puesto que
consiste en un 1 seguido de un número de ceros, como es propio de todas las
potencias de 10. Como el número de ceros en esta potencia particularmente
grande es de 27, puede expresarse exponencialmente como 1027 . La masa de
la Tierra es 6 veces este número, o 6 × 1027 gramos.
Existen dos ventajas obvias en esta forma exponencial de números gran-
des. Primera, se ocupa menos espacio. Segunda, es más clara puesto que no
tenemos que contar los ceros cada vez que nos encontramos con ellos.
Los números muy pequeños comprenden las potencias negativas de 10.
Estas potencias negativas, como puede verse por la tabla anterior, forman
números ordinarios que consisten en una serie de ceros a la derecha del pun-
92 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
Para dar una idea mas clara de lo que esto significa a continuación apa-
recen los sı́mbolos para los primeros treinta números de los sistemas basados
en el doce, en el siete y en nuestro ya familiar diez.
Esta es equivalente a: (1 × 24 ) + (1 × 23 ) + (0 × 22 ) + (0 × 21 ) + (1 × 20 ) o,
16 + 8 + 0 + 0 + 1, o 25, que es efectivamente el equivalente mostrado en la
tabla.
Este procedimiento puede simplificarse al notar que las potencias de 2
son multiplicadas ya sea por 0 o por 1. No existen otros dı́gitos en el sistema
binario que puedan ser usados. Si la potencia es multiplicada por 0 es cero y
puede ignorarse en la suma. Si es multiplicada por 1, es la potencia misma.
Por lo tanto, podemos contar los lugares, en un número como 11001, de de-
1 1 0 0 1
recha a izquierda, empezando con cero, en la forma siguiente: .
4 3 2 1 0
Cada número pequeño representa la potencia particular de 2, significada
por esa posición en el numero. Solamente necesitan considerarse aquellas
potencias en las cuales aparece un 1. Usando este sistema, 11001 es 24 +23 +20 ,
ó 16 + 8 + 1, ó 25.
Un número más grande, como 1110010100001001 puede cambiarse en la
misma forma. Como existen unos en las posiciones 0, 3,8 10, 13, 14 y 15, los
números representan 215 + 214 + 213 + 210 + 28 + 23 + 20 , o sea 58, 633.
Cambiar en la otra forma es mas tedioso, pero muy difı́cil. Supongamos
que hemos considerado el expresado 1562 en sistema decimal. Puede cam-
biarse al sistema binario como sigue:
La potencia más grande de 2 que es más pequeña que 1562, es 210 (que
es igual a 1024). Si se deduce esta cifra de 1562 quedan 538. La potencia
más grande de 2 que es más pequeña que esa cantidad, es 29 (que es igual
a 512 quedando 26). Entonces tenemos 24 (que es igual a 16 y quedan 10),
23 (que es igual a 8 y quedan 2) y 21 (que es igual a 2 y no queda nada). En
potencias de 2, por lo tanto 1562 = 210 + 29 + 24 + 23 + 21 .
Ahora solamente es necesario numerar los espacios de derecha a izquier-
da, empezando del cero. Colocamos los 1 en las posiciones 1, 3, 4, 9 y 10
(correspondientes a las potencias de 2 que forman el número) y los 0 en las
demás. Haciendo esto, tenemos 11000011010. Este es el equivalente binario
de 1562 en el sistema decimal.
En el sistema binario tenemos una tabla muy sencilla de sumas y multi-
plicaciones:
Esta es la lista completa.
0+0=0 0+1=1 1 + 1 = 10
puede multiplicarse 5.4 por 10 y dividir 10−3 entre 10. Por supuesto, 5.4×10 =
54; y 10−3 ÷ 101 es 10−4 puesto que, propiamente, la división comprende la
resta de exponentes y −3 − 1 es −4 por lo que el número es cambiado a
54 × 10−4 sin ningún cambio en valor.
En la misma forma, dividiendo 5.4 entre 10 y multiplicando 10−3 por
10 obtendremos 0.54 × 10−2 sin cambio en valor. Y, nuevamente, la forma
preferida es 5.4 × 10−3 , porque es en la cual la parte no exponencial del
número está entre 1 y 10.
Las operaciones para la resta son iguales que para la suma, excepto que
trabajan al contrario.
En realidad, los exponenciales raramente son usados para las sumas y las
restas. No es más fácil manejar éstos en estas operaciones que los números
ordinarios. En realidad, son más difı́ciles puesto que hay que ir convirtiéndolos
de una potencia a otra.
La multiplicación y la división son otro asunto.
Supongamos que se desea multiplicar 60000 por 0.008. Parece bastante
fácil y puede hacerse como sigue:
6 0 0 0 0
x 0 . 0 0 8
4 8 0 . 0 0 0
La única dificultad consiste en que hay que llevar la cuenta de los ceros
y asegurarse uno de que tiene el punto decimal en el lugar correcto. (Es fácil
equivocarse a este respecto.)
Vamos convertir ahora ambos números a exponenciales. Primero, 60000
es 6×104 , mientras que 0.008 es 8×10−3 . Multiplicando son: 6×104 ×8×10−3 .
Como no importa el orden en que sean multiplicados los números, esto puede
escribirse como 6 × 8 × 104 × 10−3 . Ahora bien, 6 × 8 evidentemente son 48,
mientras que 104 ×10−3 resulta 101 . Se suman los exponentes, y 4+(−3) = 1.
El resultado es 48 × 101 , o escribiéndolo en la forma preferible, 4.8 × 102 . En
cualquier caso, el exponente tiene el valor de 480 en números ordinarios que,
por supuesto, es correcto.
Pero la operación exponencial se ha encargado de los ceros y de la posición
del punto decimal. Además, la tarea de llevar la cuenta de los ceros y de los
puntos decimales se hace más tediosa conforme las cifras son más grandes
o más pequeñas, cosa que los exponenciales pueden manejar con sin igual
facilidad en cifras de cualquier magnitud.
Supongamos, por ejemplo, que se preguntara al lector lo siguiente. Si la
Tierra estuviera compuesta exclusivamente de átomos de hidrógeno, ¿cuántos
de éstos contendrı́a?
La masa del globo terráqueo, como ya hemos visto, tiene 6000000000000000000000000000
gramos y la masa de átomos de hidrógeno 0.00000000000000000000000166
gramos. Para obtener la respuesta a la pregunta anterior hay que dividir la
masa de la Tierra entre la masa de átomos de hidrógeno; es decir, 6000000000000000000000000000÷
0.00000000000000000000000166. Puede hacerse si se desea.
102 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
1 √
igual a 10 2 , o a 10, siendo aproximadamente 3.162278. En igual forma (pero
más complicadamente), pueden obtenerse los valores de 10 a otras potencias
decimales. Existen tablas detalladas de tales valores en diversos libros de
consulta. Daré a continuación una pequeña tabla de valores de las potencias
decimales de 10.
Pequeña tabla antilogaritmica
exponencial logaritmo antilogaritmo
100.0 0.0 1.000
0.1
10 0.1 1.259
100.2 0.2 1.585
0.3
10 0.3 1.995
0.4
10 0.4 2.512
100.5 0.5 3.162
0.6
10 0.6 3.981
0.7
10 0.7 5.012
100.8 0.8 6.310
0.9
10 0.9 7.943
101.0 1.0 10.000
Como se presupone la base de 10, generalmente aparece solamente el
exponente en dichas tablas. El exponente que debemos elevar es llamado
“logaritmo”. El valor del exponencial en cifras ordinarias es el “antilogarit-
mo”. Como ejemplo, en la expresión 102 = 100, el 2 es el logaritmo de 100
y el 100 el antilogaritmo de 2. Una tabla como la anterior que, proporciona
los antilogaritmos para una serie regular de logaritmos, es llamada “tabla
antilogaritmica.”
Por supuesto, los antilogaritmos que figuran en la tabla son inexactos, no
pudiéndose esperar que sean exactos puesto que, excepto los valores iguales de
las potencias del diez, como 100.0 y 101.0 todas las potencias son irracionales
(es decir, no pueden expresarse como fracciones exactas). Sin embargo, los
antilogaritmos pueden llevarse a tantos puntos decimales como sea útil y
necesario.
Si tomamos esto al contrario, podemos expresar cualquier número entre
1 y 10 como alguna potencia decimal de diez. En otras palabras, es posible
desarrollar el logaritmo equivalente de cada número por medio de cálculos
que no necesitamos mencionar en este libro.
Aquı́, por ejemplo, se presenta una pequeña tabla de logaritmos para
una serie regular de números ordinarios. Unas tablas mucho más detalladas,
104 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
que dan los valores de muchos números más, podrán encontrarse en diversos
libros de consulta.
Como resultado de lo anterior, ya nadie calcula los logaritmos. El trabajo
ya ha sido hecho. Ahora solamente es necesario buscar en las tablas. Por
ejemplo, usando la pequeña tabla logarı́tmica que se presenta a continuación,
se puede ver que el logaritmo de 3.2 (para tomar un número al azar) es 0.5051,
mientras que el logaritmo de 2.4 (tomándolo igualmente al azar) es 0.3802.
(Estos valores son, por supuesto, solamente aproximados, como son todos los
logaritmos, excepto aquellos de las potencias integrales del diez.)
Ahora, aquı́ está el valor de los logaritmos. Siendo realmente exponentes,
al multiplicar los números únicamente necesitamos sumar los exponentes.
Para multiplicar 3.2 y 2.4, sólo necesitamos sumar 0.5051 y 0.3802 para
obtener 0.8853. Esta cifra aún es un exponente, por supuesto, y solamente
nos dice que debemos encontrar el valor de 100.8883 . Para tal valor, debemos
buscar una tabla antilogarı́tmica suficientemente detallada a fin de encontrar
que el antilogaritmo de 0.8853 es 7.68. Ese es el resultado de 3.2 × 2.4.
Por otro lado, para dividir 3.2 entre 24, únicamente necesitamos restar
0.3802 de 0.5051 y obtener 0.1249. El antilogaritmo de esta última cifra es
1.333 que es la respuesta.
Ahora volvamos al problema con el cual empezamos esta sección: 6837 +
1822. Convirtiendo estos números a exponenciales, tenemos 6.837 × 103 y
1.822 × 103 . El logaritmo de 103 es sencillamente 3, puesto que un logaritmo
es tan sólo el exponente de 10 que da el valor de un número determinado.
El exponente de 10 que da el valor de 103 es evidentemente 3. En la misma
forma, el logaritmo de 1012 es 12 y el logaritmo de 10−14 es −14.
El logaritmo de 6.837 debe buscarse en una tabla más detallada que la que
se presenta en este libro y resulta ser 0.83487. El logaritmo de 6.837 × 103 es,
por lo tanto, 0.83487 + 3 (recuérdese que cuando multiplicamos los números
sumamos los logaritmos) o 3.83487.
En la misma forma, el logaritmo de 1.822 resulta ser 0.26055, por lo que
el logaritmo de 1.822 × 103 es 0.26055 + 3, o sea 3.26055.
La multiplicación de 6837 y 1822 queda entonces hecha al sumar los lo-
garitmos 3.83487 + 3.26055 obteniendo un resultado de 7.09542. Vamos a
cambiar eso a 0.09542 + 7 y a encontrare antilogaritmo. (La parte decimal
de un logaritmo [0.09542 en este caso] es llamada “mantisa”, el entero [7 en
106 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
El nuevo ábaco
La guı́a al método abreviado puede encontrarse viendo detenidamente la
forma en que los logaritmos aumentan. Obsérvese que el logaritmo de 1.0 es
0.000, que e de 2.0 es 0.3010 y que el de 3.0 es 0.4771. Al pasar de 1 a 2
el valor del logaritmo es aumentado en 0.3010; al pasar de 2 a 3, aumenta
adicionalmente, pero sólo en 0.1761.
Continuando, el logaritmo de 4.0 es 0.6020, que significa solamente un
aumento adicional de 0.1249. Y al pasar de 9.0 a 10.0, el logaritmo cambia
107
Como una regla de cálculo es, en realidad, una tabla logarı́tmica fijamente
colocada en un pedazo de madera, puede resolver cualquier problema que los
logaritmos puedan resolver. Su exactitud depende de cuán estrechamente
puedan leerse las divisiones que contiene la misma.
Cada ganancia tiene su pérdida compensatoria. Una regla de cálculo hace
innecesarias las tablas logarı́tmicas, sı́, pero una de las virtudes del manejo
del logaritmo en la forma ordinaria es que automáticamente se encarga del
punto decimal. La regla de cálculo no lo hace.
Para localizar el punto decimal, trabajando con la regla de cálculo, es pri-
meramente necesario hacer un calculo rápido de la resolución de su problema.
Por ejemplo, considérese el problema que presenté en una de las páginas an-
teriores:
(194.768 × 0.045 × 19.22 ) ÷ (1.558 × 35.4)
Cambiando las cifras a los mas
cercanos “números redondos” este puede
1
1 1
transformarse a 200 × × 202 ÷ 2
× 35 , resultando 4000 ÷ 50 = 80.
20
El resultado, ası́ lo sabemos, debe estar más cerca de 80 que de 8 o de 800,
y eso fija el punto decimal (o, como decimos algunas veces, fija el “orden de
magnitud”).
Ahora bien, usando mi propia regla de cálculo, puedo manejar la escala
movible de una parte a otra, sumando y restando logaritmos, y encontrar
que la cifra de la respuesta es 587. Como sé que la respuesta debe estar más
109
cerca de 80 que de 8 u 800, coloco el punto decimal para hacer que el número
sea leı́do como 58.7. La ejecución del cálculo total me tomó 35 segundos, y
debo manifestar que lo hice despacio, con objeto de no equivocarme.
La resolución del problema por medios aritméticos comunes me darı́a
una respuesta más exacta. La llevé a cabo para obtener 58.6 pero durante
el proceso de la operación cometı́ dos errores que hube de corregir. En total
ocupé 20 minutos, pero hice trampas. En primer lugar, descubrı́ que habı́a
cometido un error, porque mi resultado aritmético no concordaba con el
resultado obtenido por medio de mi regla de cálculo. Y después, localicé mis
demás errores y evité tener que repetir todo el problema, verificando cada
paso individual con la regla de cálculo.
Las computadoras modernas, por supuesto, operan más exacta y rápida-
mente que las reglas de cálculo, pero no son portátiles. Pasará mucho tiempo
antes de que el ingeniero o el cientı́fico se sientan a gusto sin tener a su alcan-
ce una regla de cálculo. Algunas veces, pienso que el cientı́fico moderno es la
reencarnación del antiguo amanuense, y su regla de cálculo la reencarnación
del antiguo ábaco.
110 CAPÍTULO 8. LOS MUY GRANDES Y MUY PEQUEÑOS
Capı́tulo 9
Entra i
Hasta ahora, en todas mis exposiciones sobre las raı́ces cuadradas he
evitado
√ cuidadosamente mencionar los números negativos. Por ejemplo, √ digo
que 4 es igual a 2, porque 2 × 2 = 4. Pero, por la misma prueba, 4 debe
también ser –2 puesto que −2 × −2 = 4. (Recuérdese que la multiplicación
de números negativos por números negativos da como resultado números
positivos).
De lo anterior se desprende que en realidad existen dos raı́ces√ posibles de
4 y, hablando apropiadamente, esto es lo que debı́a escribirse: 4 = ±2. El
sı́mbolo ± debe interpretarse como “más o menos”.
Ahora bien, si 2 y −2 son ambos la raı́z cuadrada de +4, ¿cuál es la raı́z
cuadrada de −4? ¿Que numero multiplicado por sı́ mismo es igual a −4?
Estamos seguros de que +2 × −2 = −4, pero +2 y −2 no son el mismo
número, ası́ que, al multiplicarlos, ninguno multiplica por sı́ mismo.
Tal parece como si en ninguna parte existiera un número, positivo o ne-
gativo, que pudiera ser tal vez la raı́z cuadrada de −4 o de cualquier número
negativo. Sin embargo, por terquedad, vamos a considerar un poco el proble-
ma.
Primero
√ que todo, hagamos éste tan sencillo como podamos. Un número
como
√ 64 puede fraccionarse en factores, de manera
√ √que pueda escribirse
16 × 4. A su vez, éste puede transformarse en 16 × 4. Su separación en
111
112CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE
√ √ √
dos raı́ces cuadradas no afecta su valor, puesto que la 64 es 8 y 16 × 4
es 4 × 2, que es 8.
La repetición de pruebas demostrará que si un número es fraccionado
en factores, la raı́z cuadrada del mismo es igual al producto de las raı́ces
cuadradas de los factores. Esto también puede√ ser aplicado
√ a los números
√
irracionales. Por ejemplo, consideremos la 15 y la de 5 × 3. Se pueden
buscar
√ en las tablas las√raı́ces cuadradas apropiadas,
√ y encontrar que la de
15, es 3.872983, la de 5 es 2.236068 y la de 3 es 1.732051 (cifras natural-
mente aproximadas).
√ √ Como √ 2.236068 × 1.732051 resulta ser igual a 3.872983,
entonces, 15 = 5 × 3.
Ahora bien. Cualquier número negativo puede considerarse como el pro-
ducto del número positivo correspondiente −1. En otras palabras, −64 =
64 × −1; −276 = 276 × −1; −1.98 = 1.98 × −1 y ası́ sucesivamente.)
La raı́z cuadrada de cualquier número negativo, digamos −172, puede,
por lo tanto, fraccionarse como sigue:
√ √ √ √
−172 = 127 × −1 = 172 × −1
N ×N =N S×N =S E×N =E W ×N =W
N ×S =S S×S =N E×S =W W ×S =E
N ×E =E S×E =W E×E =S W ×E =N
N ×W =W S×W =E E×W =N W ×W =W
(a) (b)
(c) (d)
Figura 9.2:
N=Números reales positivos, tales como +1
E=Números imaginarios positivos, tales como +i
S=Números reales negativos, tales como −1
0=Números imaginarios negativos, tales como −i
117
Figura 9.3
Figura 9.4
Dos de los submúltiplos son reales. Estos, 18 y −5, si se suman hacen 13.
Los otros dos, 30i y 3i, son imaginarios y si se suman hacen 33i. Entonces el
resultado de nuestra multiplicación de números complejos es 13 + 33i.
Otros tipos de operaciones aritméticas pueden demostrarse también en
forma semejante. Para abreviar, los números complejos pueden manejarse
por los mismos medios que los números ordinarios y, por lo tanto, nada
tienen de misteriosos.
Figura 9.5
1 1√
El producto de esta multiplicación resulta ser: − − 3i.
2 2
1 1√
En seguida es necesario multiplicar una vez más, por − + 3i, en la
2 2
forma que se detalla (??).
Figura 9.6
1√ 1√
Los dos submúltiplos imaginarios, + 3i, y − 3i, suman 0, por lo
4 4
3
que pueden olvidarse. El número − i2 es efectivamente real y, puesto que
4
2 3 1
i = −1, resulta ser . Súmese esto al submúltiplo restante + , y el gran
4 4
total de la cubicación resulta ser +1.
1 1√
El mismo procedimiento puede llevarse a cabo a través de − − 3i, y
2 2
1 1√
ambos y − + 3i son, por lo tanto, raı́ces cúbicas de +1.
2 2
122CAPÍTULO 9. DE NÚMEROS DE LÍNEA A NÚMEROS DE SUPERFICIE
También puede demostrarse que −1 tiene tres raı́ces cúbicas, como asimis-
mo las tienen i y −i. En cada caso, dos de las raı́ces son números complejos.
Más allá de i
También es posible idear una tercera lı́nea en nuestro tablero modelo, a
fin de tener no solamente norte, sur, este y oeste, sino, asimismo, pormenores
minuciosos. Esto nos permitirá tener una cifra sólida y, en vez de formar un
tablero de cuadrados, podemos formar un mosaico de cubos.
El tercer eje consta de “hiperimaginarios”, que son simbolizados como j.
En otras palabras, los números a lo largo del tercer eje son: +1j, +2j, +3j,
ası́ sucesivamente en una dirección, y, −1j, −2j, −3j, y as sucesivamente, en
la otra.
Es entonces posible localizar cualquier número en el espacio, por medio
del punto de cruce de un plano norte-sur, un plano este-oeste y un plano
de pormenores minuciosos. (Los cubos se forman de las intersecciones de los
planos, ası́ como los cuadrados del tablero se formaron de las intersecciones de
las lineas.) Un punto en el espacio podrı́a ser representado como +5 + 2i − 4j,
siendo este número un “número hipercomplejo”.
Aun cuando no más de tres ejes pueden ser visualizados en el mundo
que conocemos, puesto que existen solamente tres dimensiones en nuestra
forma ordinaria de pensar, los matemáticos pueden idear más dimensiones.
Es más, pueden trabajar con sistemas de ejes donde el número exacto no esté
especificado. Después nos hablan de “espacio dimensional n”, fijando n para
“cualquier número.”
Capı́tulo 10
Perpetuidad
El “no número”
Toda persona que se dedica a pensar sobre los números llega a la conclu-
sión de que existe una gran cantidad de ellos y se siente incapaz de expresar
exactamente cuántos. En poesı́a puede uno usar algún sı́mil: “tantas como las
arenas del mar”; “tan numerosas como las estrellas que brillan y parpadean
en la Vı́a Láctea”.
Pero para el matemático, los sı́miles carecen de utilidad. Para él, sola-
mente existe la certeza de que los enteros se forman empezando con el uno,
el cual sumado a otro uno forma otro número, que a su vez, si se le agrega
otro uno forma también otro número, ası́ sucesivamente. Como las reglas ma-
temáticas no fijan ningún lı́mite a la suma (dos números cualesquiera pueden
ser sumados) no puede tener fin este procedimiento.
Además, sin importar cuán largo sea el nombre que se asigne a un número,
ni cuán elevado sea éste –aunque se alargue en una linea interminable de
pequeñas cifras desde aquı́ hasta la estrella más remota– siempre es posible
decir “ese número más uno” y obtener una cifra aún más elevada.
La serie de enteros, si se escriben en orden, 1, 2, 3... es “infinita”, palabra
que se deriva del latı́n y significa “que no tiene ni puede tener fin.” En
consecuencia, cuando podemos escribir la serie de números como 1, 2, 3... lo
que queremos manifestar es “1, 2, 3 y ası́ sucesivamente sinfı́n”.
En igual forma, si consideramos los números negativos, −1, −2, −3, y
ası́ sucesivamente, podemos ver que también son infinitos y pueden escri-
birse como −1, −2, −3... Semejantemente, las series de imaginarios positi-
123
124 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD
vos pueden escribirse como +1i, +2i, +3i... y los imaginarios negativos como
−1i, −2i, −3i...
Consideremos ahora otras series de enteros. Pensemos en los números
pares: 2, 4, 6, 8 y ası́ sucesivamente. ¿Cuántos números pares existen?
Una forma de discutir este asunto serı́a decir: Bueno, los enteros pueden
dividirse alternativamente en números impares y en números pares, por lo
tanto, en los primeros diez números existen cinco impares y cinco pares;
en los primeros cien números, cincuenta impares y cincuenta pares, y ası́
sucesivamente. Esta cuenta seguirı́a sin importar cuántos enteros se tomaran.
Consecuentemente, el total de números pares es igual a la mitad del total de
todos los números enteros.
Pero no es ası́. El número es infinito y no puede uno hablar de “una mitad
del infinito.”
En lugar de eso, consideremos los pares en esta forma: No existe “el núme-
ro par más grande”, como no existe el “número más grande”. Pues aunque
se escriba un número par con cifras muy pequenas y lleguen éstas desde aquı́
hasta el astro más remoto, siempre habrá la posibilidad de decir “ese número
más dos”. De aquı́ que las series de números pares deban escribirse: 2, 4, 6...
En igual forma, los números impares son 1, 3, 5...; las series de números,
contando de cinco en cinco son: 5, 10, 15...; y las series de números contando
por millones son 1000000, 2000000, 3000000... Todas estas series no tienen
fin y es eso lo que infinito (o número infinito) significa.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 . . .
l l l l l l l l l l
2 4 6 8 10 12 14 16 18 20 . . .
Como puede verse, existe un número par por cada entero imaginable,
pudiéndose obtener el número par, simplemente, duplicando el entero. Sin
importar cuán lejos se llegue en este asunto, ningún entero necesita omitirse
y no faltará ningún número par. (Cada chiquillo, en otras palabras, ha sido
satisfecho con un caramelo). En ningún caso, por mucho que la lista se pro-
longue, se encontrará un entero para el cual no se pueda escribir un número
par, y cada entero (cualquiera) tiene su número par diferente.
126 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD
¿Significa esto que existen en conjunto tantos números pares como ente-
ros? En realidad, la expresión “tantos como” no tiene, en realidad, el sentido
general que le aplicamos diariamente cuando estamos hablando de cosas que
son infinitas. Es más propio decir, en su lugar, que las series de números pa-
res están “correspondiendo parte a parte” con las series de todos los enteros;
significando que los números pares pueden alinearse sistemáticamente con los
enteros, de manera que exista una lı́nea de la primera serie por cada una de
la segunda, y viceversa.
También puede uno formar una serie de números contando por millones,
y compararla, en igual forma, con las series de todos los enteros. Por cada
entero existe un número igual en millones, obtenido al multiplicar éste por
un millón. Para 1, existe 1000000, para 6, 6000000, para 2873, 2873000000, y
ası́ sucesivamente. Por lo tanto, en total hay “tantos” números contando por
millón, como hay enteros. O, cuando menos, las dos series están “correspon-
diendo parte a parte”. Todas las series de números que s encuentran en la
citada situación con los enteros, dı́cense ser “desnumerables1 ”. Y, el conjunto
de enteros, también es llamado “desnumerable”.
Sin embargo, puede uno preguntarse: ¿qué se quiere decir por “infinita-
mente pequeño”? Indudablemente la pequeñez termina en cero. ¡Ah! pero la
pequeñez puede expresarse en forma de fracción. Ası́, es un número pequeño,
es más pequeño, es más pequeño aún; no existiendo lı́mite a la pequeñez
conforme aumente uno el número de ceros a .... ya que, sin importar cuántos
aumente, nunca llegará totalmente a cero.
Podemos decir, por lo tanto: cuando se divide 1 (o cualquier número)
entre una serie de números que van haciéndose cada vez más grandes, su
cociente va haciéndose cada vez más pequeño, mientras que si el divisor se
hace infinitamente grande, el cociente se hace infinitamente pequeño.
Sin embargo, observese que nunca podemos dividir entre 0. Esta operación
está excluida de las matemáticas. Y por una muy buena razón ¿Qué número,
por ejemplo, serı́a el cociente si tratáramos de dividir, digamos 6 entre 0?
6
Tendrı́amos =? No existe ese número, ya que todo número multiplicado
0
por 0 es igual a 0. Por lo tanto, no podemos dividir ningún número entre 0.
El espacio existente entre dos números cualesquiera, digamos entre 1 y 2,
puede dividirse en cualquier número de fracciones, por conversión a millonési-
mos, o trillonésimos y cada trillonésimo en trillonésimos, y ası́ sucesivamente.
Esto también puede hacerse para cualquier espacio más pequeño, como el que
1 1
existe entre y , o entre 0.000000 y 0.000001.
4 2
Y, a pesar de todo, los matemáticos han procurado demostrar que todas
las fracciones imaginables (es decir, todos los números racionales) pueden
colocarse en forma tal, que una correspondencia de parte a parte pueda fi-
jarse con las series de los enteros. Sin excepción, para todo entero habrá una
fracción, y viceversa y, por lo tanto, todas las series posibles de fracciones
son desnumerables.
Más cerca, más cerca y más cerca.
1 1 1 1 1 1
Consideremos una serie de fracciones como ésta: , , , , , ,
2 4 8 16 32 64
1 1 1
, , , y ası́ sucesivamente, hasta el infinito.
128 256 512
Obsérvese que cada fracción es justamente la mitad de la fracción anterior,
puesto que el denominador se duplica en cada ocasión. (Después de todo, si se
toma cualquiera de las fracciones y se divide entre 2, equivale a multiplicarla
1 1 1 1
por . Ası́ × = , duplicándose en esta forma el denominador).
2 128 2 256
Aun cuando las fracciones se hacen continuamente más pequeñas, las se-
ries pueden considerarse como infinitas, puesto que, sin importar lo pequeñas
128 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD
pesar de todo, no habrı́a una fracción en ese punto. No podrı́a haberla. Todo
otro número irracional podrı́a ser anotado en la lı́nea, en un punto donde no
pudiera existir una fracción. (1.1)
Figura 10.1
Todo esto equivale a lo siguiente: si los puntos que representan todos los
números racionales son anotados en una lı́nea, todavı́a existirán puntos deja-
dos fuera: en realidad, un número infinito de puntos dejados fuera. Lo que es
más, no existirán dos puntos adyacentes que representen números racionales.
Los matemáticos han demostrado que, entre dos números racionales cuales-
quiera, no importa lo aproximados que estén en valor, siempre debe existir,
cuando menos, un número irracional, y viceversa, entre dos números irracio-
nales cualesquiera, sin importar cuán aproximados estén en valor, siempre
debe existir, cuando menos, un número racional.
Si, a pesar de todo, están anotados todos los números racionales e irra-
cionales como puntos en la lı́nea, eso quiere decir que han sido usados todos
los puntos. La serie de números reales, por lo tanto, (que incluye ambos,
números racionales irracionales) forma un “continuo”.
Pero, ¿qué decir respecto a todos los números reales? ¿Son desnumera-
bles con las series de enteros, como lo son todos los números racionales? En
132 CAPÍTULO 10. PERPETUIDAD
Perpetuidad infinita
En 1896, el matemático Georg Cantor desarrolló una teorı́a de “números
transfinitos”, de acuerdo con la cual existe un número infinito de diferentes
clases de perpetuidades.
Cantor representó estas perpetuidades por medio de la letra hebrea “aleph”
(ℵ), y las diferentes perpetuidades fueron marcadas por “subscritos” (núme-
ros pequeños escritos abajo de la lı́nea) en la forma siguiente:
ℵ0 , ℵ1 , ℵ2 , ℵ3 ...