Está en la página 1de 27

Pró logo

“Poesía, ¿qué es poesía? poesía es más que palabras, oraciones y rimas. Poesía es hablar
con el corazón en la mano, poesía es expresar los sentimientos al máximo, hacer que la
corriente de sentimientos se apodere de tu corazón, haciendo que poco a poco tu pluma se
mueva mas rápido y haga que las palabras no sean palabras, sean sentimientos y hagan
sentir a quien las lee el sentimiento que transmites al papel; el papel que absorbe todo,
que gentilmente se presta como medio para bien o para mal, ése, el que puedes borrar y
borrar pero siempre dejarás una mancha. Pero la poesía no está escrita en papel, está
escrita en el corazón de quien la escribe y de quien la lee, y deja huellas en los corazones,
tanto o más que en el papel, los corazones son como una hoja de papel, se escriben
historias y se dejan recuerdos, se escriben promesas y se dejan angustias; se alimenta de
palabras, haciéndolo más grande cada vez que le dicen un te quiero, cada vez que le hacen
palpitar con fuerza. La poesía nace y crece de dos formas, cuando estás muy feliz tan feliz
que piensas que no estás en ese momento, o cuando estás tan triste que quieres olvidar los
amargos recuerdos. Así lo logro, dejando que el suave papel se impregne de sentimientos y
causen un raro efecto en quien lo lee.. porque el papel siempre será papel y los
sentimientos siempre se harán poemas...”

Daniel Reni-Anzola

La poesía (del latin poēsis que a su vez deriva de un vocablo griego que significa
“creación”o “crear”) es un género literario el cual trata de la manifestación de la belleza o
del sentimiento estético a través de la palabra, ya sea en verso o en prosa. De todas
formas, su uso más usual se refiere a los poemas y composiciones en verso.

Aunque es difícil establecer el origen de la poesía, se han hallado inscripciones jeroglíficas


egipcias del año 2.600 A.C., que se consideran la primera manifestación poética de la que
se tenga registro. Son canciones, de las que se desconoce la música, que poseen
significación religiosa y que aparecen desarrolladas en distintos géneros, como odas,
himnos y elegías.

En la antigüedad, la poesía tuvo un carácter ritual y comunitario, en especial en pueblos


como los sumerios, los asirio-babilónicos y los judíos. Además de la religión, fueron
surgiendo otras temáticas, como el tiempo, las labores cotidianas y los juegos.

Existen ciertas normas formales que hacen que un texto sea considerado como parte de la
poesía, como los versos, las estrofas y el ritmo. Este tipo de características forman parte
de la métrica de la poesía, donde los poetas aplican sus recursos literarios y estilísticos.
Cuando un grupo de autores comparten las mismas características en sus poesías, suele
hablarse de la conformación de un movimiento literario.

1
Entre las principales características de la poesía, puede mencionarse el uso de elementos
de valor simbólico y de imágenes literarias como la metáfora, que necesitan de una
actitud activa por parte de quien lee los poemas para poder decodificar el mensaje.

Períodos o movimientos en la Poesía

Un movimiento literario está conformado por un grupo de autores, los cuales presentan
características que los identifican en un periodo histórico. La poesía ha tenido diversos
cambios durante varias etapas. Se ha dividido en siete movimientos poéticos los cuales
tienen sus propias características, la mayoría de ellas están relacionadas con lo que
estaban viviendo en ese tiempo pues en esto también se basas sus temas. La mayoría de
estos movimientos tienen en común el tema del AMOR. A pesar de ver este tema de una
forma diferente en cada siglo, terminan llamándolo del mismo modo.

A continuación conoceremos algunos de los principales movimientos de la poesía:

Barroco, romanticismo, modernismo y contemporáneo.

2
BARROCO
Sus temas están basados principalmente en intentar describir los estados de ánimo. Su
principal sentimiento es el desengaño. Sus principales representantes son Luis E Góngora,
Santa Teresa de Jesús y Francisco de Quevedo.

El barroco trae consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y sobre todo en
España la Contrarreforma influye en gran medida sobre este movimiento; las expresiones
italianas que llegaban desde el Renacimiento se asimilan pero al mismo tiempo se
españolizan. Las técnicas y estilos se adaptan aún más a la tradición española .

1. Mayo (Fragmento)

Sale el mayo hermoso


con los frescos vientos
que le ha dado marzo
de céfiros bellos.
Las lluvias de abril
flores le trujeron:
púsose guirnaldas
en los rojos cabellos.
Los que eran amantes
amaron de nuevo
y los que no amaban
a buscarlo fueron.
Y luego que vieron
mañanas de mayo,
cantan los ruiseñores,
retumba el campo.
Lope de Vega
2. Soneto XXIII

En tanto que de rosa y de azucena


Se muestra el color en vuestro gesto,
Y que vuestro mirar ardiente, honesto,
Enciende al corazón y lo refrena;
Y en tanto que el cabello, que en la vena
Del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

3
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcilaso de la Vega
3. A una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado, 
érase una nariz superlativa, 
érase una alquitara medio viva, 
érase un peje espada mal barbado. 
Era un reloj de sol mal encarado, 
érase un elefante boca arriba, 
érase una nariz sayón y escriba, 
un Ovidio Nasón mál narigado. 
Érase un espolón de una galera, 
érase una pirámide de Egito, 
las doce tribus de narices era. 
Érase un naricísimo infinito, 
frisón archinariz, caratulera, 
sabañón garrafal, morado y frito. 
Francisco de Quevedo

4. A una Rosa
Rosa divina, que en gentil cultura
Eres con tu fragante sutileza
Magisterio purpúreo en la belleza,
Enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
Ejemplo de la vana gentileza,
En cuyo ser unió naturaleza
La cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida.
De tu caduco ser das mustias señas!
Con que con docta muerte y necia vida,
Viviendo engañas y muriendo enseñas.
Sor Juana Inés de la Cruz
4
Romanticismo
La poesía romántica comparte con otros géneros los temas y ambientes que caracterizan a
este movimiento: el amor, la soledad, los motivos sobrenaturales, la libertad, etc.

El Romanticismo cultiva tanto la poesía narrativa como la poesía lírica, aunque es en esta
última en la que el sentimiento romántico encuentra su mejor medio de expresión.

En cuanto al LENGUAJE, los poetas románticos muestran una clara preferencia por los
sustantivos procedentes de los campos semánticos del sentimiento, el dolor, la
insatis¬facción, la muerte, etc (frenesí, arrebato, quimera, ilusión, deli¬rio, sombra,
tumba, etc.), así como por los adjetivos de parecido sig¬nificado (misterioso, lánguido,
tétrico, mágico, horrendo, som¬brío,...). También recurren con mucha frecuencia al uso de
arcaísmos

1. Rima VII
Del salón en un ángulo oscuro, 
de su dueño tal vez olvidada, 
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 


como el pájaro duerme en las ramas, 
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarla!

¡Ay!, pensé;¡cuántas veces el genio


así duerme en el fondo del alma, 
y una voz, como Lázaro espera
que le diga:¡Levántate y anda!

Gustavo Adolfo Bécquer

2. A un ruiseñor
Canta en la noche, canta en la mañana, 
ruiseñor, en el bosque tus amores
canta, que llorará cuando tú llores
el alba perlas en la flor temprana.

Teñido el cielo de amaranto y grana,


la brisa de la tarde entre las flores

5
suspirará también a los rigores 
de tu amor triste y tu esperanza vana.

Y en la noche serena, al puro rayo


dela callada luna, tus cantares
los ecos sonarán del bosque umbrío

y vertiendo dulcísimo desmayo


cual bálsamo suave en mis pesares 
endulzará tu acento el llanto mío.

José de Espronceda

3. Amor Eterno
Podrá nublarse el sol eternamente; 
Podrá secarse en un instante el mar; 
Podrá romperse el eje de la tierra 
Como un débil cristal. 
¡Todo sucederá! 
Podrá la muerte 
cubrirme con su fúnebre crespón; 
pero jamás en mí podrá apagarse 
la llama de tu amor. 

Gustavo Adolfo Bécquer

4. Te vi llorar
¡Yo te vi llorar! Tu lágrima, mía, 
en tu pupila azul brillaba inquieta, 
como la blanca gota de rocío 
sobre el tallo delicado de la violeta. 

¡Te vi reír! Y un fértil mayo, 


las rosas deshojadas por la brisa 
no pudieron dibujar en su desmayo 
la inefable expresión de tu sonrisa. 

Así como las nubes en el cielo 


del sol reciben una luz tan bella, 
que la noche no borra con su beso, 
ni eclipsa con su luz la clara estrella. 

6
Tu sonrisa transmite la fortuna 
al alma triste, y tu mirada incierta, 
deja una dulce claridad tan pura 
que llega al corazón después de muerta. 

Lord Byron

5. Caricia
Madre, madre, tú me besas, 
pero yo te beso más, 
y el enjambre de mis besos 
no te deja ni mirar... 

Si la abeja se entra al lirio, 


no se siente su aletear. 
Cuando escondes a tu hijito 
ni se le oye respirar... 

Yo te miro, yo te miro 
sin cansarme de mirar, 
y qué lindo niño veo 
a tus ojos asomar... 

El estanque copia todo 


lo que tú mirando estás; 
pero tú en las niñas tienes 
a tu hijo y nada más. 

Los ojitos que me diste 


me los tengo de gastar 
en seguirte por los valles, 
por el cielo y por el mar...

Gabriela Mistral 

6. Rima IX
Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
7
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.

Gustavo Adolfo Bécquer

7. A Rosario
Esta hoja arrebatada a una corona
que la fortuna colocó en mi frente
entre el aplauso fácil e indulgente
con que el primer ensayo se perdona.

Esta hoja de un laurel que aún me emociona


como en aquella noche, dulcemente,
por más que mi razón comprende y siente
que es un laurel que el mérito no abona.

Tú la viste nacer, y dulce y buena


te estremeciste como yo al encanto
que produjo al rodar sobre la escena;
Guárdala y de la ausencia en el quebranto,
que te recuerde de mis besos, llena,
al buen amigo que te quiere tanto.
Manuel Acuña
8. Pasión
¡Háblame! Que tu voz, eco del cielo,
sobre la tierra por doquier me siga...
con tal de oír tu voz, nada me importa
que el desdén en tu labio me maldiga.

¡Mírame!... Tus miradas me quemaron, 


y tengo sed de ese mirar, eterno...
por ver tus ojos, que se abrase mi alma
de esa mirada en el celeste infierno.
¡Ámame!... Nada soy... pero tu diestra
sobre mi frente pálida un instante,
puede hacer del esclavo arrodillado
el hombre rey de corazón gigante.

Manuel M. Flores

8
9. La Ausencia (Fragmento)
Cubrióse todo 
de oscuro velo, 
el bello cielo, 
que me alumbró; 
y el astro hermoso 
de mi destino, 
en su camino 
se oscureció. 

Perdió su hechizo 
la melodía, 
que apetecía 
mi corazón. 
Fúnebre canto 
sólo serena 
la esquiva pena 
de mi pasión. 

Doquiera llevo 
mis tristes ojos, 
hallo despojos 
del dulce amor; 
doquier vestigios 
de fugaz gloria, 
cuya memoria 
me da dolor.

Vuelve a mis brazos 


querido dueño, 
sol halagüeño 
me alumbrará; 
vuelve tu vista, 
que todo alegra, 
mi noche negra 
disipará. 

Esteban Echeverría

9
10. Tu cabellera
Déjame ver tus ojos de paloma
cerca, tan cerca que me mire en ellos;       
déjame respirar el blando aroma
que esparcen destrenzados tus cabellos.

Déjame así, sin voz ni pensamiento,


juntas las manos y a tus pies de hinojos,
embriagarme, en el néctar de tu aliento,
abrasarme en el fuego de tus ojos.

Pero te inclinas... La cascada entera


cae de tus rizos óndulos y espesos.
¡Escóndeme en tu negra cabellera
y déjame morir bajo tus besos!
Manuel M. Flores

11. El Nuevo Remordimiento


El pecado era mío; yo no lo entendía, 
Ahora en su cueva yace la melodía, 
A salvo donde en vano agita la marea 
Los inquietos y escasos remolinos. 
Y en el hueco marchito de esta tierra 
El verano ha cavado tan profundo su tumba, 
Que apenas los sauces plomizos pueden desear 
Un dorado capullo en manos del invierno. 

¿Pero quién es aquel que viene por la costa? 


(No, Amor, mira hacia allí y maravíllate) 
¿Quién es este que llega con prendas teñidas del sur? 
Es tu nuevo Señor, y él habrá de besar 
Las encadenadas rosas de tus labios; 
Yo te adoraré en mi llanto, como lo hice antes. 

Oscar Wilde

12. Oración 
Señor, yo te amo 
porque juegas limpio; 
sin trampas —sin milagros—; 
porque dejas que salga, 
paso a paso, 
10
sin trucos —sin utopías—, 
carta a carta, 
sin cambios, 
tu formidable 
solitario.

León Felipe

11
MODERNISMO
El modernismo en las letras tiene las siguientes características:
Se puede escribir sobre todos los temas a condición de que no sean vulgares, feos o
grotescos.
Se prefiere hablar de palacios suntuosos, jardines franceses y lugares maravillosos.
La poesía modernista está llena de exotismo (mención de países extraños, palabras
extranjeras, extravagantes y hasta chocantes).
Toma el cisne como símbolo del modernismo.
Refiere temas cosmopolitas (de gente que ha residido en muchos países) y afrancesados.

1. Deseo
¿No ves cual prende la flexible yedra
entre las grietas del altar sombrío?
Puesto como enlaza a la marmórea piedra
quiero enlazar tu corazón bien mío.

¿Ves cual penetra el rayo de la luna


las quietas ondas sin turbar la calma?
Pues tal como se interna en la laguna
quiero bajar al fondo de tu alma.

Quiero en tu corazón, sencillo y tierno,


acurrucar mis sueños entumidos
como al llegar la noche del invierno
se acurrucan las aves en sus nidos
Manuel Gutiérrez Nájera
2. Espinelas

Que como el perro que lame 


la mano de su señor, 
el miedo ablande el rigor
con el llanto que derrame;
que la ignorancia reclame
al cielo el bien que le falta.

Yo, con la frente muy alta,


cual retando al rayo a herirme
soportaré sin rendirme
la tempestad que me asalta.
12
No esperes en tu piedad
que no inflexible se tuerza:
yo seré esclavo por fuerza
pero no por voluntad.

Mi indomable vanidad
no se aviene a ruin papel.
¿Humillarme? Ni ante aquel
que enciende y apaga el día.

Si yo fuera ángel, sería


el soberbio ángel Luzbel.
El hombre de corazón
nunca cede a la malicia.

¡No hay más Dios que la justicia


ni más ley que la razón!
¿Sujetarme a la presión
del levita o el escriba?

¿Doblegar la frente altiva


ante torpes soberanos?
Yo no acepto a los tiranos
ni aquí abajo ni allá arriba

Salvador Díaz Mirón

3. Hermana, hazme llorar…


Fuensanta:
dame todas las lágrimas del mar.
Mis ojos están secos y yo sufro
unas inmensas ganas de llorar.
Yo no sé si estoy triste por el alma
de mis fieles difuntos
o porque nuestros mustios corazones
nunca estarán sobre la tierra juntos.

Hazme llorar hermana,


y la piedad cristiana
de tu mano inconsútil
enjúgueme los llantos con que llore
el tiempo amargo de mi vida inútil.
Fuensanta:
¿tú conoces el mar?

13
Dicen que es menos grande y menos hondo
que el pesar.
Yo no sé ni por qué quiero llorar:
será tal vez por el pesar que escondo,
tal vez por mi infinita sed de amar.
Hermana:
dame todas las lágrimas del mar…
Ramón López Velarde

4. Sonatina

La princesa está triste… ¿qué tendrá la princesa?


Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro;
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.


Parlanchina la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
La princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.

¿Piensa acaso en el príncipe de Golconda o de China,


o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos de dulzura de luz,
o en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay! la pobre princesa de la boca de rosa


quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al Sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar.

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,


ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte;
los jazmines de Oriente, los nelumbros de Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

14
¡Pobrecita princesa de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal.

¡Oh, quién fuera Hipsipila que dejó la crisálida!


(La princesa está triste. La princesa está pálida.).
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quien volara a la tierra donde un príncipe existe
(La princesa está pálida. La princesa está triste.).
Más brillante, que el alba, más hermoso que abril!

—Calla, calla, princesa —dice el hada madrina;


en caballo con alas hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con su beso de amor.

Rubén Darío
5. Mi prima Águeda

Mi Madrina invitaba a mi prima Águeda


a que pasara el día con nosotros,
y mi prima llegaba
con un contradictorio
prestigio de almidón y de temible
luto ceremonioso.

Águeda aparecía, resonante


de almidón, y sus ojos
verdes y sus mejillas rubicundas
me protegían contra el pavoroso
luto…

Yo era rapaz
y conocía la o por lo redondo,
y Águeda que tejía
mansa y perseverante en el sonoro
corredor, me acusaba
calosfrío ingnotos…

15
(Creo que hasta le debo la costumbre
heroicamente insana de hablar solo.).

A la hora de comer, en la penumbra


quieta del refectorio,
me iba embelesando un quebradizo
sonar intermitente de vajilla
y el timbre caricioso
de la voz de mi prima
Águeda era
(luto, pupilas verdes y mejillas
rubicundas) un cesto policromo
de manzanas y uvas
en el ébano de un armario añoso.
Ramón López Velarde
6. El Ruiseñor
Oid la campanita, cómo suena,
el toque del clarín, cómo arrebata,
las quejas en que el viento se desata
y del agua el rodar sobre la arena.

Escuchad la amorosa cantilena


de Favonio rendido a Flora ingrata
y la inmensa y divina serenata
que Pan modula en la silvestre avena.

Todo eso hay en mis cantos. Me enamora


la noche; de los hombres soy delicia
y paz, y entre los árboles cubierto,

sólo yo alcé mi voz consoladora,


como una blanda y celestial caricia,
cuando Jesús agonizó en el huerto.

Manuel José Othón

16
7. El himno de los bosques I
En este sosegado apartamiento
lejos de cortesanas ambiciones,
libre curso dejando al pensamiento,
quiero escuchar suspiros y canciones.

¡El himno de los bosques! Lo acompaña


con su apacible susurrar el viento,
el coro de las aves con su acento,
con su rumor eterno la montaña.

El torrente caudal se precipita


a la honda sima, con furor azota
las piedras de su lecho, y la infinita

estrofa ardiente de los antros brota.


¡Del gigante salterio en cada nota
el salmo inmenso del amor palpita!

Manuel José Othón

8. Ojos Verdes (Fragmento)


Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!

Ojos en que reverbera


la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
17
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí!
¡Ojos verdes como el mar!

Salvador Díaz Mirón

9. A Margarita
¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
bajo el dosel de tu melena blonda!
¡Qué abismo tan profundo tu pupila,
pérfida y azulada como la onda!

El fulgor soñoliento que destella


en tus ojos donde hay siempre un reproche
viene cual la mirada de la estrella
de un cielo ennegrecido por la noche.

Tu rojo labio en que la abeja sacia


su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
más para la oración que para el beso.

Tu voz que ora es aguda y ora grave,


llena de gratitud suena en mi oído,
como el saludo arrullador del ave
al sol naciente que despierta el nido.

Salvador Díaz Mirón

10. Rosario
En ti pensaba, en tus cabellos 
Que el mundo de la sombra envidiaría, 
Y puse un punto de mi vida en ellos 
Y quise yo soñar que tú eras mía. 

Ando yo por la tierra con los ojos, 


Alzados ?¡oh mi afán!? a tanta altura 
Que en ira altiva o míseros sonrojos 
Encendiólos la humana criatura. 

18
Vivir: ?Saber morir; así me aqueja 
Este infausto buscar, este bien fiero, 
Y todo el Ser en mi alma se refleja, 
¡Y buscando sin fe, de fe me muero!
José Martí

11. Claro de luna


Como un cisne espectral, la luna blanca
en el espacio transparente riela,
y en el follaje espeso, Filomela
melifluas notas de su buche arranca.

Brilla en el fondo oscuro de la banca


tu peinador de vaporosa tela,
y por las frondas de satín se cuela
o en los claros la nívea luz se estanca.

Después de recorrer el mármol frío


de tu pulida tez, toco una rosa
que se abre mojada de rocío;
todo enmudece, y al sentir el grato
calor de tus caricias, mi ardorosa
virilidad se enarca como un gato.

Efrén Rebolledo

12. Salomé
Son cual dos mariposas sus ligeros
pies, y arrojando el velo que la escuda,
aparece magnífica y desnuda
al fulgor de los rojos reverberos.

Sobre su oscura tez lucen regueros


de extrañas gemas, se abre su menuda
boca, y prodigan su fragancia cruda
frescas flores y raros pebeteros.

Todavía anhelante y sudorosa


de la danza sensual, la abierta rosa
de su virginidad brinda al tetrarca,

19
y contemplando el lívido trofeo
de Yokanán, el nubil cuerpo enarca
sacudida de horror y de deseo.
Efrén Rebolledo

20
CONTEMPORANEO
Hay muchos poemas de contenido ideológico y también de tinte social, preocupación por
la injusticia, la pobreza, la exclusión del hombre.

Sobre los temas: se nota una gran apertura ya que a los poemas de amor, soledad y
muerte se agregan temas de la vida cotidiana, de la naturaleza, de utensilios caseros.

la literatura contemporánea plantea interrogantes y busca la experimentación; desea


manifestar libremente la expresividad de los autores, es de este modo que nacen las
vanguardias artísticas y literarias (Cubismo, Futurismo, Dadaísmo, Surrealismo y
Creacionismo).

1. Del pueblo natal


Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
desahuciada por todos, iré por los caminos
por donde vais cantando los más sonoros trinos
y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.
A la hora del Angelus, cuando vais por la calle,
enredados al busto los chales blanquecinos,
decora vuestros rostros —¡oh rostros peregrinos!—
la luz de los mejores crepúsculos del valle.
De pecho en los balcones de vetusta madera,
platicáis en las tardes tibias de primavera
que Rosa tiene novio, que Virginia se casa;
y oyendo los poetas vuestros discursos sanos
para siempre se curan de males ciudadanos,
y en la aldea la vida buenamente se pasa.
Ramón López Velarde

2. Soneto del Amor Victorioso


Ni el tiempo que al pasar me repetía
Que no tendría fin mi desventura
Será capaz con su palabra obscura
De resistir la luz de mi alegría,
Ni el espacio que un día y otro día
Convertía distancia en amargura
Me apartará de la persona pura
Que se confunde con mi poesía.

21
Porque para el amor que se prolonga
Por encima de cada sepultura
No existe tiempo donde el sol se ponga.
Porque para el amor omnipotente,
Que todo lo transforma y transfigura,
No existe espacio que no esté presente.
Francisco Luis Bernárdez

3. Ulteriores Instrucciones

VAMOS, cantos míos, expresemos nuestras más bajas pasiones,


expresemos nuestras envidia por los hombres con empleo
permanente y ninguna preocupación por el futuro.

Sois muy ociosos, cantos míos,


temo que vais a acabar mal.
Os plantáis por las calles.
Haraganeáis en las esquinas y en las paradas de los autobuses,
no hacéis nada del todo.
Ni siquiera expresáis nuestras noble cualidades internas;
acabaréis muy mal.

¿Y yo? Me he vuelto medio loco.


Tanto os he hablado que casi ya os veo alrededor mío,
¡insolentes bestezuelas! ¡Sinvergüenzas! ¡Faltas de atavío!
Pero tú, canto, el más nuevo de todos,
aún no tienes edad para haber hecho mucho daño.
Te conseguiré una casaca verde en China
con dragones bordados en ella.
Te conseguiré los calzones de seda escarlata
de la estatua del Niño Jesús en Santa María Novella;
no vaya a se que digan que no tengo gusto
o que no hay sangre azul en la familia.
Ezra Pound

4. Bajo mis manos crece


Bajo mis manos crece, dulce, todas las noches.
Tu vientre manso, suave, infinito.

22
Bajo mis manos que pasan y repasan midiéndolo, besándolo;
Bajo mis ojos que lo quedan viendo toda la noche.
Me doy cuenta de que tus pechos crecen también,
Llenos de ti, redondos y cayendo.
Tú tienes algo. Ríes, miras distinto, lejos.
Mi hijo te está haciendo más dulce, te hace frágil.
Suenas como la pata de la paloma al quebrarse.
Guardadora, te amparo contra todos los fantasmas;
Te abrazo para que madures en paz.
Jaime Sabines
5. No tengas nada en las manos

No tengas nada en las manos


Ni una memoria en el alma,
Que -cuando un día tus manos
Pongan el óbolo último,
Cuando las manos te abran-,
Nada se te caiga de ellas.
¿Qué trono te quieren dar
Que Átropos no te lo quite?
¿Qué laurel que no se mustie
En los arbitrios de Minos?
¿Qué horas que no te conviertan
En la estatua de sombra?
¿Que serás cuando, de noche,
Estés al fin del camino?
Coge las flores, mas déjalas luego
Caer, apenas miradas.
Al sol siéntate. Y abdica
Para ser el rey de ti mismo
Fernando Pessoa
6. Las bodas vienesas

En la casa de las bagatelas,


Vi un mágico verde de rostro cenceño,
Y las cincidelas
Vistosas le cubren la barba de sueño.

Dos infantes oblongos deliran


Y al cielo levantan sus rápidas manos,

23
Y dos rubias gigantes suspiran,
Y el coro preludian cretinos ancianos.

Que es la hora de la maravilla;


La música rompe de canes y leones
Y bajo chinesca pantalla amarilla
Se tuercen guineos con sus acordeones.

Y al compás de los címbalos suaves,


Del hijo del Rino comienzan las bodas;
Con sus basquiñas enormes y graves
Preséntase mustias las primeras beodas.

Y margraves de añeja Germania,


Y el rútilo extraño de blonda melena,
Y llega con flores azules de insania
La bárbara y dulce princesa de Viena.

Y al dulzor de las virgíneas camelias


Van pos del cortejo la banda macrobia,
Y rígidas, fuertes, las tías Amelias;
Y luego cojeando, cojeando la novia.
José María Eguren

7. Música envasada

Cumbia Chicha sonando hacia el pasaje.


No es costumbre derribar el calor de la tarde con un baile sudado en el living.
¡Wendy Sulca! ¡Los Ronisch!
¡Nadie va a taparse los oídos, nadie va a salir a mear en medio del sonidero!
A todo volumen el sonido va escogiendo su ruta,
las niñas miran mosqueadas las cervezas caídas junto al parlante,
ellas aun no chorrean.
El abuelo boliviano mastica coca en la intemperie,
algo frío siente el corto punzante rayo de sol,
como si su flashback de cabecera
fuese incendiar los pastizales quebrados por la camanchaca andina.
Sólo las muchachas piensan
que el verano es un recurso para incidir en las mismas travesuras;
en braceos con olor a ruda entre las piernas,

24
una paja bien hecha a las 3 de la madrugada,
una divina partusa a pleno sol bajo camiones aljibes,
dejándose chorritos blancos en la lengua,
como la droga tambaleándose en el filo de una navaja
Rodrigo Rojas Terán
8. Enamorarse y no

Cuando uno se enamora


las cuadrillas del tiempo
hacen escala en el olvido,
la desdicha se llena de milagros
el miedo se convierte en osadía,

y la muerte no sale de su cueva


enamorarse es un presagio gratis
una ventana abierta al árbol nuevo
una proeza de los sentimientos,

una bonanza casi insoportable


y un ejercicio contra el infortunio
por el contrario desenamorarse;

es ver el cuerpo como es


y no como la otra mirada lo inventaba,
es regresar más pobre al viejo enigma
y dar con la tristeza en el espejo.
Mario Benedetti

9. La diosa blanca
Porque sabe cuánto la quiero y cómo hablo de ella en su ausencia,
la nieve vino a despedirme.
Pintó de Brueghel los árboles.
Hizo dibujo de Hosukai el campo sombrío.

Imposible dar gusto a todos.


La nieve que para mí es la diosa, la novia,
Astarté, Diana, la eterna muchacha,
para otros es la enemiga, la bruja, la condenable a la hoguera.
Estorba sus labores y sus ganancias.
La odian por verla tanto y haber crecido con ella.
La relacionan con el sudario y la muerte.

25
A mis ojos en cambio es la joven vida, la Diosa Blanca
que abre los brazos y nos envuelve por un segundo y se marcha.
Le digo adiós, hasta luego, espero volver a verte algún día.
Adiós, espuma del aire, isla que dura un instante.
José Emilio Pacheco

10. Revolución
Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.

Y siempre habrá un sol también


—un sol verdugo y amigo—
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río.
León Felipe

11. Cuando estés vieja y cansada, y vencida por el sueño


Cuando estés vieja y cansada, y vencida por el sueño,
Y dormitando junto al fuego tomes este papel,
Y lentamente leas, y sueñes con la dulce belleza
Que tus ojos tuvieron antaño, y también con sus sombras profundas.
Cuántos amaron tus momentos de alegre dulzura,
Y amaron tu belleza con amor sincero o falso,
Pero sólo un hombre amó en ti tu alma peregrina
Y también las tristezas de tu rostro cambiante.
Y cuando, inclinada junto a las barras candentes,
Murmures, con cierta tristeza, cómo el amor huyó
Y escapó allí arriba por los montes,
Y escondió su rostro entre un tropel de estrellas
William B. Yeats

26
12. Momentos felices
Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente


—el pitillo en los labios, el alma disponible—
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican la alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que se siente?
Gabriel Celaya

27

También podría gustarte