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Una de las tantas conferencias de Rudolf Steiner en las que esclarece acerca de la

práctica del yoga y de lo que es lo necesario para la humanidad en la época del alma
consciente.

GA 305: “ Las fuerzas anímico-espirituales fundamentales en el arte de la educación. Valores


espirituales en la educación y en la vida social.” Doce conferencias dadas en Oxford del 16 al
29 de agosto 1922, con una conferencia extraordinaria del 20 de agosto, dos alocuciones en
representaciones de euritmia y una palabra final.

Segunda conferencia
Oxford, 17 de agosto 1922

El fundamento espiritual de la educación (II)

Ayer me fue comunicado, que en las contemplaciones que había expuesto hubieron varias
cosas difíciles para la comprensión, y que se debieron porque se originaron dificultades con
respecto a la aplicación del uso de la palabra “espiritual” y “conocimiento espiritual”. Esto me
motiva a modificar algo el tema que me había propuesto para hoy y de hacer primeramente
algunos análisis sobre el uso de las palabras “espíritu” y “vida espiritual” que nos alejarán del
tema sobre enseñanza y educación. Sólo que por los comentarios que me fueron hechos ayer,
puedo deducir que en los próximos días nos entenderemos mejor si hoy doy estas
exposiciones sobre espíritu, alma y cuerpo. Ya se me dará la oportunidad en los próximos días
de exponer lo que en realidad hubiera querido decir hoy.

Pero al mismo tiempo, un examen tal como el que tiene que ser dado hoy, trae consigo que
uno se haga más teórico y hable en ideas y conceptos. Esto les ruego de tolerarlo por hoy; en
los próximos días volverá a ser mejor. Ahí no seré tan draconiano de torturarlos con ideas y
conceptos, sino de poder quizás serles más complaciente con hechos.

La palabra “espíritu” dentro de aquella cosmovisión y comprensión de vida a partir de cuyos


puntos de vista se está hablando aquí y también la palabra “espiritual”, habitualmente no se
toman con la suficiente profundidad. Se busca, cuando se pronuncia la palabra “espíritu”, algo
que es parecido a “intelectualidad”, o se busca algo para lo que en inglés se aplica la palabra
“mind” (sería equivalente a mente,intelecto, sentido, opinión, inclinación) . Sólo que todo aquello a lo que me
refiero con “espiritual” y “espíritu” es algo totalmente diferente. Pero no ha de ser confundido
en absoluto con todas aquellas cosas que se consideran como “espiritual” o “espíritu” en los
movimientos por ejemplo místicos, exaltados, soñadores o supersticiosos; pero es algo
completamente diferente con respecto al intelecto y de lo que se designa como “mind”.

Si podemos procurarnos una comprensión verdadera, un conocimiento real y directo de


aquello que así actúa interiormente en el niño muy pequeño hasta el cambio de dentición,
pero que no se puede percibir directamente sino que sólo se puede observar por las
manifestaciones de la esencia del niño por más primitivas que nos parezcan, eso es “espíritu”
y eso es “alma”.

Habitualmente, cuando observamos la naturaleza y la vida humana, nunca tenemos a


espíritu y alma ante nosotros en el sentido como cuando estamos observando únicamente
aquello que son las manifestaciones vitales del niño muy pequeño. Ahí trabajan, como dije
ayer, en la modelación del cerebro, en la conformación de todo el organismo, las fuerzas
espirituales en su interior, ahí adentro trabajan las esencias anímicas. Lo que vemos son las

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manifestaciones vitales del niño; las percibimos a través de los sentidos. Pero aquello que
actúa a través del velo de lo sensorialmente perceptible, es espíritu, es alma; así, como en la
vida nunca sino los podemos percibir sin un desarrollo anímico interior. De modo que
tenemos que decir: Espíritu por lo pronto es algo totalmente desconocido para la percepción
ordinaria. Alma a lo sumo se manifiesta en las percepciones habituales. Pero nosotros
tenemos que sentirlos, percibirlos yendo más allá a través de los sentidos.

Si puedo utilizar una imagen, sólo para aclaración, no para explicación, entonces podría
decir: Cuando hablamos, hablamos de tal modo que tenemos las palabras, los sonidos por
medio de vocales y consonantes. Pongan atención a la gran diferencia entre las vocales y las
consonantes en el habla (Sprache: el habla, o el lenguaje, el idioma.; proviene de sprechen=hablar, y no de
Zunge=lengua). Las consonantes redondean, completan el sonido, lo hacen puntiagudo, lo
convierten en un labiodental, en un fricativo según que formemos el sonido con uno u otro
órgano, con los labios, con los dientes.

Las vocales se originan muy diferentemente. Las vocales se originan de tal manera que
dirigimos la corriente de aire a través de los órganos del habla de una manera determinada.
No redondeamos, no completamos; formamos la sustancia del sonido por medio de las
vocales. Si queremos hacer una comparación, entonces podemos decir: las vocales nos dan la
substancia. Las consonantes modelan lo que las vocales entregan como substancia.

Si nosotros hablamos ahora de espíritu y alma en el sentido como ha de ser entendido aquí,
entonces tenemos que decir: Espíritu está en las consonantes del habla, alma está en las
vocales del habla. Cuando el niño comienza a decir A, tiene en sí algo como un asombro, un
contenido anímico. Directamente vive ante nosotros este contenido anímico. Fluye en la A.

Si en niño lanza un sonido de E, tiene en sí algo así como una leve antipatía en el alma. Se
aparta, queda perplejo, da un respingo ante aquello que está haciendo una impresión. Hay
algo de antipatía en lo anímico que se expresa en la E. Asombro: A - antipatía: E - el
vocalismo es anímico.

Si formo alguna consonante, entonces redondeo, completo, le doy forma a lo vocal. Cuando
el niño dice Ma-Ma, dos veces A, entonces vive aquello que por medio de este gesto de la
búsqueda de algo amorosamente servicial se exterioriza por parte de la madre. A sería lo que
el niño siente y experimenta frente a la madre, M es aquello que quisiera que la madre haga. Y
así tenemos en el Ma-Ma toda la relación del niño hacia la madre según alma y espíritu. Así
oímos el habla, así oímos lo sensorio en él, pero no llegamos a estar atentos a cómo alma y
espíritu están ocultos en el habla. En el habla uno a veces llega a percibirlos. En el ser humano
íntegro ya no se lo tiene en cuenta. Uno ve la figura (Gestalt: figura, forma, talla, aspecto) exterior. Allí
igualmente está contenido lo anímico y lo espiritual como en el habla. Pero no se lo tiene más
en cuenta.

Pero se lo había tenido muy en cuenta antaño en tiempos inmemoriales de la humanidad,


cuando no se decía: Al principio, al inicio primigenio era el espíritu - eso hubiera parecido
demasiado abstracto - , sino que se decía: En el inicio primigenio era la Palabra -, porque
todavía se tenía la sensación, el sentimiento de que el espíritu se mueve sobre las ondas del
habla. Este espíritu, esto es lo que de acuerdo a su cualidad se designa aquí como lo espiritual,
como aquello que no aparece en nuestro intelecto, tampoco en eso que se dice “mind”.
“Mind” y “spirit” son diferentes entre sí, tan diferentes entre sí como lo es mi personalidad,
cuando al estar aquí parado, tengo un espejo y me veo en el espejo; allí está mi imagen
reflejada. Esta imagen reflejada, hace los mismos movimientos que hago yo, es parecida a mí,
pero no es yo; se diferencia de mí debido a que ella es imagen, yo la realidad. El espíritu reina

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en lo oculto, en lo escondido. El intelecto tiene al espíritu sólo en la imagen reflejada. “Mind”
es la imagen reflejada del espíritu. “Mind” puede mostrar lo que hace el espíritu, “mind”
puede hacer los movimientos del espíritu, pero “mind” es pasivo. “Mind” puede reflejar si
alguien me da un golpe, “mind” no puede él mismo dar un golpe. El espíritu es creador. El
espíritu es lo absolutamente productivo. “Mind”, el intelecto, es la copia, la imagen, lo
absolutamente pasivo, aquello que portamos en nosotros en la vida más tarde para entender
el mundo. Si el intelecto, si el “mind” fuera activo, nosotros no podríamos entender al mundo,
pues “mind” tiene que ser pasivo para que el mundo pueda ser entendido a través de él. Él
estaría modificando constantemente el mundo, palpándolo, si fuese activo. Él es la imagen
pasiva del espíritu.

Y así nos tenemos que decir: Así como nosotros tenemos que mirar de la imagen reflejada
hacia el ser humano si queremos llegar a la realidad, así tenemos que intentar de acercarnos -
cuando queremos buscar espíritu y alma concorde a la realidad - de lo pasivo improductivo a
lo activo productivo.

Esto han buscado los seres humanos desde que hay una evolución de la humanidad. Y hoy
quisiera hablarles de algunos caminos de este buscar para que nos entendamos sobre lo que
en realidad significa espíritu y alma cuando estoy aquí hablando de ellos.

Al espíritu, nosotros como seres humanos adultos, lo percibimos por de pronto solamente
en su imagen reflejada como intelecto, como “mind”, como razón, como juicio. Al alma la
percibimos solamente en sus exteriorizaciones, en sus manifestaciones. Estamos más cerca
del alma que del espíritu, pero a ella tampoco la percibimos en su íntegra actividad interior. La
percibimos en sus manifestaciones; al espíritu solamente en imagen - la imagen no contiene
más nada de la realidad -, al alma en sus manifestaciones. Lo que vivenciamos como
sentimiento, sensación, como antipatía, como simpatía, lo que vivenciamos como deseo, como
pasión, esto descansa en lo anímico; pero nosotros no percibimos lo que es el alma en
nosotros.

¿Qué es el alma en nosotros? Pues bien, quizás pueda aludir a lo que es alma en nosotros si
diferencio entre lo que nosotros mismos vivenciamos y lo que se hace dentro de nosotros
para que vivenciemos algo.

Si caminamos sobre un suelo blando quedan en él las huellas de nuestros pies. Viene
alguien, ve las huellas de nuestros pies - ¿y acaso diría: ahí debajo de la tierra, hay ciertas
fuerzas que han conformado el suelo de tal modo que toma ese aspecto cóncavo? Nadie dirá
eso. Todos saben: ahí pasó caminando alguien.

La concepción anímica materialista dice: Encuentro surcos en el cerebro, el cerebro tiene


impresiones. - ¡El suelo de la Tierra también tiene impresiones si yo he pasado caminando!
- Ahora viene la concepción materialista y dice: Ahí adentro en el cerebro hay fuerzas que
hacen los surcos. - ¡Incorrecto! El alma hace los surcos como yo los hago en el suelo, y debido
a que ahí adentro hay surcos, yo puedo recién percibir lo anímico. Yo percibo en el alma un
sentimiento. El alma por de pronto está en lo oculto. Ella ha hecho los surcos en mi cuerpo. Si
hago un surco muy tosco, entonces me duele, es doloroso. Yo no percibo lo que ahí he hecho
por de pronto; eso lo puedo hacer también más tarde. Pero aunque yo no vea lo que hago,
percibo el dolor. Así en cierto modo el alma graba una impresión en mi cuerpo, a escondidas.
El efecto lo percibo en pasiones, en simpatía y así sucesivamente, el efecto es la manifestación
de lo que hace el alma. Con el espíritu la imagen; con el alma la manifestación.

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Nosotros estamos más cercarnos al alma, pero tenemos que retener que espíritu o alma
tienen que ser buscados más profundamente que el “mind” o intelecto o razón o juicio.

Esto quizás pueda contribuir en algo a la comprensión de espíritu y alma.

Para aclarar algo más todavía el concepto de espíritu y alma me permitirán que aborde algo
histórico - a este respecto se me malinterpreta muy frecuentemente y yo les ruego de no
malinterpretarme hoy - para explicar, no para afirmar por ejemplo que para llegar al espíritu,
para llegar al alma, hoy en día lo tenemos que hacer del mismo modo como se había hecho en
épocas anteriores. Pero el método moderno para llegar a espíritu y alma se entenderá mejor
si entramos en lo histórico.

Nosotros en el siglo XX, para llegar al espíritu, ya no podemos absolutamente más hacerlo
así como se había hecho hace siglos y hasta milenios en la antigua India. Tampoco podemos
hacerlo así como se había hecho antes del acontecimiento del Misterio del Gólgota. Nosotros
estamos viviendo en la evolución del cristianismo. Pero podemos ponernos de acuerdo sobre
espíritu y alma si miramos la modalidad más antigua, principalmente cuando percibimos cuán
diferente era el camino para el ser humano espiritual a como lo es para el ser humano
meramente intelectual.

Si queremos ponernos en claro con respecto a nosotros mismos a partir de la consciencia


general de nuestra época ¿qué hacemos entonces? Reflexionamos, activamos nuestro
intelecto. También cuando queremos llegar a tener claridad sobre la naturaleza ¿qué
hacemos? Hacemos experimentos y accionamos en los experimentos a nuestro intelecto. Por
todas partes actividad intelectual. En épocas antiguas se intentaba llegar de un modo
totalmente diferente a espíritu y alma. Se intentaba - sólo quiero tomar dos ejemplos de lo
mucho que podría mencionar - de llegar a espíritu y alma en tiempos antiquísimos, en el
Oriente, por medio del así denominado método del yoga. Yoga - provoca en muchas personas,
cuando se pronuncia este nombre, un vago recelo, pues históricamente se conocen en
realidad solamente los métodos tardíos del yoga, que en gran parte se basan en el egoísmo
de los seres humanos que quieren poseer algo poderoso en el mundo exterior. Los métodos
más antiguos del yoga, que en realidad hoy sólo se pueden encontrar a través de la ciencia
espiritual, no por la ciencia exterior, eran caminos que el ser humano tomaba hacia el
espíritu. ¿En qué se basaban? Se basaban en que el ser humano a partir de un cierto instinto
se decía: Por medio del mero reflexionar no podemos llegar al espíritu. Tenemos que hacer
algo que nos indique mucho más una actividad, una actividad dentro de nosotros mismos
que el mero reflexionar. Podemos estar en cualquier lugar alejados del mundo, tomar el rol
del espectador, el pensar acaece dentro de nosotros. No llevamos a cabo ningún cambio en
nosotros mismos que nos sea perceptible.

El yogui, él buscaba un proceso mucho más real dentro suyo a lo que nosotros buscamos hoy
cuando queremos conocer el espíritu. Cuando nosotros con nuestros conocimientos
fisiológicos modernos nos preguntamos: ¿qué sucede entonces cuando intelectualizamos? -
Pues bien, sucede algo en nuestro sistema nervioso, en nuestro cerebro y en lo que a través
de los nervios pertenece al cerebro en nuestro organismo restante. Pero lo que está
sucediendo en los nervios, nunca podría suceder si con los procesos de nuestro cerebro no se
mezclara una actividad mucho más perceptible. Incesantemente desde el nacimiento hasta la
muerte inspiramos, retenemos el aliento, espiramos. Cuando inspiramos pasa el aire
respiratorio a todo nuestro organismo. El impulso respiratorio es enviado a través del canal de
la médula espinal al cerebro. Nosotros no respiramos únicamente con el pulmón sino que
respiramos también con el cerebro. Constantemente está en movimiento nuestro cerebro. El
aliento, el inhalar, retener el aliento, espirar, ondula y vive en nuestro cerebro. Eso está

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sucediendo - totalmente inconsciente para nosotros hoy. El yogui decía: ahí está sucediendo
algo en el ser humano, quiero hacerme consciente de eso. Entonces él no respiraba
inconscientemente del modo habitual, sino que respiraba anormalmente; él inhalaba
diferentemente, retenía diferentemente el aliento, espiraba diferentemente. Con eso él
tomaba consciencia del proceso respiratorio. Y lo que a nosotros nos queda completamente
inconsciente, eso transcurría íntegramente en su consciencia en tanto que lo reconocía, lo
experimentaba. Y así experimentaba paulatinamente, cómo en el cerebro el aliento se
enlazaba con aquello que subyace como la actividad material del pensar, del intelectualizar. Él
buscaba este enlace entre pensar y respirar, y finalmente experimentaba cómo el
pensamiento - que para nosotros es algo abstracto - se mueve sobre las ondas del aliento a
través de todo el cuerpo. Ahí el pensamiento no estaba solamente en el cerebro, no sólo en el
pulmón, no sólo en el corazón, ahí el pensamiento estaba en la punta de cada dedo. Ahí se
vivenciaba, en tanto que se sentía pulsar realmente el aliento a través de uno mismo, cómo el
espíritu es creador en el ser humano a través del aliento: “Y Dios insufló al hombre el aliento
viviente, y él fue un alma.” No solamente en el inicio insufló el aliento, sino que
constantemente insufla en el respirar. Y en el proceso respiratorio, no en el pensar, no en el
proceso intelectual, nosotros nos hacemos alma. Sentimos nuestro ser en tanto que sentimos
pulsar el pensamiento sobre las ondas del aliento a través de todo nuestro cuerpo. Vean
ustedes, ahí uno tenía entonces al pensamiento, al espíritu ya no más como algo intelectual,
como algo abstracto aislado; ahí uno lo experimentaba, lo sentía en todo el cuerpo; ahí uno
sentía a su ser humano como creatura del espíritu. Ustedes ven, uno tenía al espíritu activo.

Nosotros en la intelectualidad tenemos al espíritu pasivo, no al activo. Nosotros hoy en día,


porque estamos organizados diferentemente, no podemos más imitar a este proceso del yoga,
tampoco lo debemos hacer. Pues ¿qué es lo que perseguía el yogui? Él tenía por objetivo que
sintiese cómo su proceso pensante se anudaba con el proceso respiratorio, y él
experimentaba su ser humano en el proceso respiratorio que entonces tenía como
conocimiento. Él enlazaba el pensamiento mucho más íntimamente con el ser humano a como
lo hacemos nosotros hoy. Pero nuestro progreso humano se basa en que hemos soltado
mucho más al pensamiento mismo, lo hemos hecho mucho más intelectual a como
antiguamente era el caso cuando florecía el método del yoga. Nunca - con un tal sistema
pensante como lo habían desarrollado los antiguos en la India cuando eran yoguis - se
hubieran podido hacer los descubrimientos de Copérnico, Galileo, Faraday, Darwin y tantos
otros. Para eso se necesitaba al pensamiento como mera imagen, como intelectualidad. Y
toda nuestra civilización se basa en que no somos más como aquellos que habían elaborado la
filosofía yoga. Esto se malinterpreta habitualmente cuando yo expongo estas cosas. Se cree
que quiero conducir a la gente de nuevo a la filosofía yoga. ¡¡¡Ni qué hablar!!! Sino que
quiero tomar las cosas íntegramente del modo como tienen que ser tomados en la época de
un Copérnico, un Galileo, un Faraday. Tenemos que contar con que nuestra civilización
occidental se ha hecho grande debido a la intelectualidad. Pero al mismo tiempo tenemos que
experimentar de otro modo que aquellos que han experimentado en la antigua India, también
tenemos que experimentar de otro modo que aquellos que hoy en día quieren practicar el
yoga. Nosotros tenemos que proceder completamente de otro modo, incluso más espiritual a
como se ha procedido en la antigua India. Y porque ha de ser más espiritual, y porque al
espíritu no se lo ama más, entonces no se ama al método más actual. Hoy es cómodo, al
menos parece cómodo hacer respiración yoga a fin de encontrar el camino para entrar en el
mundo espiritual. Pero ese no es el camino por medio del cual el ser humano moderno ha de
entrar en lo espiritual. No, ahí el ser humano moderno primero tiene que haber vivenciado
todo aquello que en el mero intelectualismo se puede percibir sin realidad, como imagen, ahí
el ser humano tiene que haber pasado una vez por todo el padecimiento que reside en que
uno se diga: En tanto que pienso, en tanto que estoy sólo intelectualmente activo en el

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experimento o en otras observaciones, estoy viviendo únicamente en lo vacío, lo vacuo, en la
mera imagen. Yo me he alejado de lo real.

Lo que aquí pronuncio, parece poco; es grande en relación a la vivencia interior. Si una vez
se ha vivenciado que todo pensar que transcurre en lo intelectual es irreal, que es meramente
imagen, entonces en el alma se vivencia lo mismo que se vivencia físicamente como desmayo.
Desmayo frente a la realidad. Conocimiento en la realidad no parte de que uno se proponga:
puedo pensar y por lo tanto puedo pensar, reflexionar sobre todas las cosas; el
conocimiento toma su punto de partida en que uno se diga: Y si pensara sobre todas las cosas
con los pensamientos figurativos (Bildgedanken: pensamientos de/en imagen, pensamiento figurativo) que tengo,
entonces yo no sería más que un ser desmayado, impotente. El yogui buscaba su ser en la
respiración. Nosotros seres humanos modernos tenemos que perder a nuestro ser en un
desmayo que experimentamos frente a la imagen del pensamiento (Gedanken-Bild), lo intelectual.
Entonces tenemos que poder decirnos: Ahora no vamos hacia lo interior como el yogui
siguiendo el proceso respiratorio, ahora nosotros vamos hacia lo exterior, miramos cada
planta, miramos cada animal, miramos cada persona y co-vivenciamos (miterleben= con-vivenciar:
presenciar) lo exterior.

En mi libro “¿Cómo se alcanzan conocimientos de mundos superiores?” he descrito cómo se


hace eso, cómo a la planta no se la mira solamente por afuera, sino que se observan y siguen
cada uno de sus procesos, de modo que el pensar abandona completamente la mera
naturaleza figurativa (Bild-Natur) y participa de la vida real del mundo exterior. Uno se sumerge
en la planta, de modo que se siente cómo la fuerza de gravedad en la raíz va hacia abajo a la
Tierra, cómo la fuerza del florecer se desarrolla hacia arriba. Se con-vivencia, se presencia
(miterleben: presenciar . con-vivenciar) el florecer, el fructificar. Uno se zambulle totalmente en el
mundo exterior. Ahí, uno es llevado, es aceptado por el mundo exterior. Uno vuelve a
despertarse como de un desmayo, pero ahora ya no se adquieren pensamientos abstractos, se
reciben imaginaciones. Se adquieren cuadros, imágenes. Y en estas imágenes que se reciben,
desde el punto de vista del materialismo no se ve más ningún conocimiento. Se dice:
Conocimiento tiene que transcurrir en conceptos abstractos, lógicos. Sí, ¡pero si el mundo no
es así que se entrega a los conceptos abstractos de la lógica! - Si el mundo fuera una obra de
arte, por ejemplo, entonces tendríamos que concebirlo artísticamente, no lógicamente,
entonces ahí la lógica estaría meramente para que nos disciplinemos. Pero del mundo no
entenderíamos nada con la lógica.

Así tenemos que sumergirnos en las cosas. Donde el yogui había entrado dentro de sí,
nosotros salimos afuera, intentamos enlazarnos de este modo con todas las cosas y
conseguimos entonces efectivamente lo mismo, sólo que de una manera más anímica, más
espiritual. En tanto que nosotros a nuestros conceptos, ideas, aquello que representa la mera
intelectualidad lo hemos impregnado con realidad, sentimos por otra parte cómo el espíritu
en nosotros es creador.

Entonces podemos sentir lo mismo (nachfühlen) que lo que actúa realmente en el niño. No
actúa eso que ejecutamos como “mind” en nosotros. Eso no sería creador en el niño muy
pequeño. Eso sólo llevaría a que nos perdamos. Pero aquello a lo que llegamos de la manera
creadora recién descrita, eso es lo que actúa en el niño, lo que conforma los segundos dientes
según los primeros, los de leche, y que termina de obrar plásticamente con el 7º año de vida.

Vean ustedes, ustedes entonces podrían decir: Sí, pero el maestro no puede ciertamente
llegar enseguida a ser una persona clarividente. ¡No puede cultivar así todos los métodos!
¿Cómo nos arreglamos con la escuela y con la enseñanza si presuponemos un camino tan
complicado para llegar a entrar en el espíritu?

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No se necesita eso. Puede haber algunas personas en el mundo que de esta manera cultivan
el conocimiento superior. Los otros sólo necesitan un sano entendimiento y una
contemplación sana. Lo que cada uno de ustedes descubra, lo encontrará por el sano
entendimiento y por la sana contemplación. Así como no cualquiera puede observar los
tránsitos de Venus, ya que raras veces son visibles, los astrónomos los pueden observar
justamente en los períodos en que son visibles, pero ¿sería por eso insensato hablar de los
tránsitos de Venus porque no todos los han observado? Aquello que se observa, cómo se
observa, puede ser comprendido. Así es también con el mundo espiritual. Es solamente un
poco el actual egoísmo el que siempre quiere saber enseguida todo por sí mismo.

Pero hay otro camino para hacer fructífero, hacer útil lo que es espiritual. Y nuevamente
quisiera demostrarlo por medio de un ejemplo. Supongamos por ejemplo, que estoy
enseñando a un niño quizás de 9 o 10 años de edad. Quiero hacerle comprender lo que es la
inmortalidad, la inmortalidad del alma humana. Por más hermosas que sean las explicaciones
filosóficas que haga, el niño no entenderá nada por de pronto. Quedará intocado por lo que le
ofrezco. Pero si ahora le digo: Niño querido, mira cómo la mariposa sale de la crisálida, cómo
sale volando de la crisálida, entonces tienes una imagen que puedes aplicar al ser humano.
Mira el cuerpo humano, él es como la crisálida de la mariposa. Y así como sale volando la
mariposa de la crisálida, así sale volando el alma del cuerpo cuando llega la muerte. Sólo que la
mariposa es visible, el alma es invisible.

Pues bien, sólo quiero esbozar esta imagen. Pero esta imagen la seguiré exponiendo ante el
niño. Puedo hacer dos tipos de experiencias cuando la aplico. Puedo encontrar a un maestro,
una maestra que explican detalladamente esta imagen al niño y el niño no gana nada con eso.
Quizás tenga una imagen muy linda pero para su alma, para aquello a lo que se ha de llegar, no
obtiene nada. Otro maestro u otra maestra también explican esta imagen, quizás con las
mismas palabras supongamos, y el niño toma inmensamente mucho de eso. El niño en su alma
se abre completamente.

¿Dónde está la diferencia? La diferencia estriba en que el primer maestro o la primer


maestra son tremendamente inteligentes (gescheit , inteligente, intelectual, puede ser también sesudo)
infinitamente sesudos, intelectuales. Por eso se dicen: sí, una persona inteligente no cree en
eso que la crisálida y la mariposa sean una imagen; lo hago porque el niño es tonto. El niño es
tonto, yo soy inteligente. Hago una imagen para el niño. El maestro inteligentemente sesudo
que tiene a su lado al niño tonto y que para el niño tonto hizo una imagen inteligente, no será
comprendido por el niño. ¡Ustedes pueden estar seguros que no comprenderá! Pero ahí hay
otro maestro u otra maestra que ellos mismos creen en su imagen. Se dicen: el divino orden
universal mismo ha colocado esta imagen en la naturaleza para que nosotros podamos
comprender la inmortalidad. La espiritualidad creadora en la naturaleza nos crea esta imagen
para que podamos ver la inmortalidad en una imagen. Dios mismo ha pintado esta imagen
ante nosotros. Nosotros creemos en esta imagen como el niño ha de creer también. Y el niño
tiene todo lo que necesita meramente debido a que nosotros mismos no decimos: Nosotros
somos inteligentes y el niño es tonto -, sino que decimos: El niño ha traído al mundo su
espíritu inteligente por medio del nacimiento. El niño es inteligente. Sólo que el espíritu aún no
se ha despertado. Si nosotros no podemos despertarlo, somos nosotros los tontos, no el niño.

Si sólo una vez podemos tener el pensamiento, que el niño en realidad es secretamente
inteligente y nosotros manifiestamente tontos, y que ahora frente al niño precisamente
tenemos la tarea de aprender del niño, de convertirnos recién en inteligentes, entonces con
nuestra enseñanza haremos impresión en el niño.

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Y entonces, cuando eso es el caso, entonces en el primer ejemplo hemos visto el efecto, el
resultado del intelecto a través del maestro, de la maestra que se consideraban inteligentes, y
en el segundo ejemplo el efecto, el actuar del espíritu, de lo espiritual, de aquello que está
interiormente viviente, vivo, que se conecta con las cosas y que también puede obrar si no se
tiene una visión clarividente del espíritu. Ahí el espíritu es el activo. Ahí se obra en el espíritu
cuando uno mismo cree en su cuadro, en su imagen. Si no se cree en él, sino que de pura
inteligencia, de pura intelectualidad uno forma la imagen, entonces con intelectualidad y
“mind” uno está fuera de la realidad, solamente se tiene una imagen reflejada. Imágenes
reflejadas no actúan, imágenes reflejadas son inactivas. Imágenes reflejadas son meramente
pasivas. El espíritu es productivo, el espíritu es creador. Y nosotros ante todo para obrar en el
espíritu tenemos que adentrarnos en lo creador.

Y así por el sendero del trabajar anímico en tanto que nosotros mismos nos adentramos en
las imaginaciones, nos acercamos al espíritu, entramos paulatinamente en el espíritu, en
aquello que es lo espiritual. Primeramente tenemos que sentir el desmayo, la impotencia de lo
intelectual, entonces entramos en lo espiritual.

El tiempo ya ha avanzado tanto que esto ha de ser por hoy el cierre. Mañana me permitiré
caracterizar otro camino más para entrar en el espíritu y después seguiremos con nuestras
contemplaciones. Por la exigencia de ayer hubo una razón para explicar más detalladamente
estos conceptos. Les ruego de acogerlo a partir de la necesidad para que nos podamos
entender. Muy pronto, cuando haya explicado todavía el otro camino, el del ascetismo frente
al del método del yoga, se terminará este juego draconiano y nos sumergiremos entonces de
hecho en los senderos de la vida educativa.

* * *

Traducido (sin pulir) por Norma Priemer en Rosario (Argentina) en la primer semana de julio del 2021, pensado como de uso
interno entre amigos de la antroposofía e intentando que en la traducción pueda reflejarse todavía el estilo característico propio
del lenguaje de Rudolf Steiner, del cual la Dra. Martina María Sam señaló que contribuye a la transformación aspirada en el
camino del aprendizaje espiritual. (Véase: Martina Sam: “Im Ringen um eine neue Sprache. Rudolf Steiners Sprachstil als
Herausforderung” = “En el lidiar por un habla nuevo. El estilo lingüístico de Rudolf Steiner como desafío” ISBN 978-3-7235-1203,
2004-Dornach, y cuya versión en español la agradecemos a la Editorial Dorothea)

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