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Titulo: Cognitive Yoga. Making Yourself a new Etheric Body and individuality.
Este trabajo no pretende ser una sustitución de la lectura del libro, porque el libro es mucho más
rico y profundo… y ocurre como con la Filosofía de la Libertad… que su lectura ha de venir
acompañada de una actividad interior. Así pues, este trabajo es mi esfuerzo personal por penetrar
en el libro, nada más. Albert Llorca.
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INDICE DE MATERIAS
El deseo de conocer. 6
Conocer es aniquilar. 7
Descubriendo el cerebro. 7
Inhalación corporal. 7
Exhalación etérica. 8
Eterización de la vista. 9
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Tercer paso: Uniendo las dos corrientes etéricas. 20
Reverso de la Pubertad. 27
Erigiendo el Yo Espiritual. 29
Morir y Devenir. 31
Construyendo un Hogar. 32
La Herida 32
Propagación Espiritual. 32
La encarnación inversa. 33
En el Jardín de Infancia. 34
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El Ciclo vital de la respiración etérica.
En nuestra vida cotidiana, no somos conscientes del “acto de conocer”. La representación es la
sedimentación de las fluyentes fuerzas formativas libres que circulan por el extenso mundo
etérico. Para conocer, primero debemos “representar”. Somos inconscientes del proceso de
“sedimentación” o por decirlo con otras palabras, no somos conscientes del “acto de conocer”.
Pensamos que la realidad que conocemos y que nos representamos, es TODA la realidad, la
realidad completa… y no somos conscientes de que nuestra representación es una sombra de la
fluyentes fuerzas etéricas libres, plenas de vida. “Lo que experimentamos no lo conocemos y
conocemos lo que ya no experimentamos”.
Un punto crucial, sin el cual no podremos avanzar, es la experiencia del PENSAR como actividad
espiritual: “El pensar es producido en la mente humana como un proceso del mundo y no está
separado de él… Nuestra organización espiritual es tal que para cada cosa de la realidad, los
elementos correspondientes, nos llegan por dos lados: el percibir y el pensar… Esta separación es
un acto subjetivo, condicionado por el hecho de que nosotros no somos idénticos al proceso
universal, sino un ser entre otros seres… el pensar no es subjetivo; ni subjetivo ni objetivo. El
pensar crea estos dos conceptos. El sujeto no es sujeto porque piensa, sino que se aparece a sí
mismo como sujeto gracias al pensar.” Filosofía de la Libertad, Cap.5
La práctica del Yoga cognitivo consiste en esto: intensificar la percepción y el pensar de forma
que aprendamos a “respirarlos”, a inhalarlos y exhalarlos según lo requiera nuestra investigación
científico espiritual.
Esto tiene una implicación ulterior: El Pensar Puro es un proceso del mundo —no separado de él,
que impregnado de la actividad espiritual humana adquiere un aspecto superior NUEVO que
antes no tenía y que el mundo necesita: las fuerzas auto-conscientes del Yo. Estas fuerzas auto-
conscientes del Yo residen en la cognición humana y fluyen como fuerza etérica desde la
voluntad, armonizadas en el corazón con las fuerzas del pensar, hacia el ser esencial de la tierra,
aportando luz, vida y calor. Mediante la intensificación de todas las fuerzas anímicas y actuando a
través del ser humano, la vida se hace auto-consciente como libre actividad rítmico-creativa.
La práctica del Yoga cognitivo tiene sus raíces en el Hecho del Gólgota. Pues la unión de Cristo
con la Tierra es la fuente de luz, calor y vida que fluye e impregnan la atención amorosa, la
entrega desinteresada y la verdadera actividad creativa en los hechos humanos. Las fuerzas de
cognición humana espiritual, que fluyen de la voluntad, del corazón y del pensar eterizados y
armonizados, se unen con el ser solar espiritual de la misma tierra, para llegar a ser fuente de
recursos y contribuir con renovadas fuerzas vitales, que reemplazarán los ahora decadentes
recursos naturales terrestres.
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Los componentes de la cognición ordinaria.
¿Qué ocurriría si dejáramos penetrar a las corrientes sensoriales
externas de percepción en nosotros; a la luz como color en el ojo, como
calor en nuestro sentido del calor? ¿Qué pasaría entonces en nosotros?
Debemos tenerlo claro, en nuestro estado de consciencia despierta no
permitimos al mundo penetrarnos tal cual. Aunque de forma ingenua
elaboremos ideas en nuestro pensar, oponemos dicho mundo de ideas
contra las corrientes de sonidos, colores, olores, gustos… que intentan
penetrar. Ya ven, si nos abriéramos totalmente al mundo de las
percepciones sensoriales, habríamos vivido como seres humanos en
nuestro cuerpo etérico y con el cuerpo etérico en un mundo etérico, si
viviéramos en un océano etérico como seres etéricos, nunca
habríamos adquirido la consistencia que actualmente tenemos en el
mundo entre nacimiento y muerte. … ¿Cómo adquirimos dicha
consistencia? Porque estamos organizados para suprimir y matar la vida
etérica. ¿Con qué la suprimimos? ¿Con qué la aniquilamos? ¡Con la
contra-corriente de ideas! … Habríamos vivido rodeados de un mundo
etérico si no lo hubiéramos aniquilado y degradado a la forma física por
medio del mundo de las ideas. (GA 198, 10 Julio 1920)
El deseo de conocer.
Cuanto más practicamos la observación atenta más nos damos cuenta de que la representación
construye un mundo coherente en el que podemos despertar a la personalidad, al Yo. Pero la
elaboración de la representación es inconsciente y está motivada por un “ardiente” deseo por
conocer, explicar, fijar y poseer todas y cada una de las experiencias que realizamos en el mundo.
Este ensanchamiento libera y dilata al alma en sus funciones básicas: pensar, percibir, sentir y
querer. Y de esta forma hacemos conscientes de que lo que da coherencia a nuestra
personalidad, lo que hace que el alma se unifique como persona es la actividad cognitiva.
Nuestra cognición ordinaria nos separa como seres individuales en devenir etérico-vivo del
verdadero devenir etérico-vivo del mundo y nos aísla del verdadero mundo cósmico en perpetuo
cambio, crecimiento y metamorfosis que nos rodea y penetra en todo momento.
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Conocer es aniquilar.
Para elaborar la representación y hacerla consciente condensamos dos actividades etéricas
reales (actividad sensorial y actividad pensante) y las degradamos, comprimiéndolas,
contrayéndolas y desvitalizándolas en una representación sólida, rígida y manejable. Somos
alquimistas en toda representación que realizamos a partir de cualquier experiencia, sea
sensorial, emotiva o factual.
Descubriendo el cerebro.
En cuanto ensanchamos la brecha entre la actividad sensorial libre y el pensar puro libre, éste
último deja de estar ligado al cerebro físico. Esta actividad, liberada de la formación de
representaciones, puede unirse a la corriente de actividad sensorial externa fuera del cerebro, y
experimentar la vida cósmica etérica en la que estamos sumergidos inconscientemente todo el
tiempo. Y de esta forma descubrimos que en el mundo físico, los procesos corporales y mentales
están íntimamente ligados: la parte muerta del cerebro produce las representaciones mentales
abstractas con las que nos individualizamos como personalidad en el mundo físico de materia y
energía que podemos manejar y utilizar.
Descubrimos que las fuerzas formativas etéricas que crean el cerebro, que actúan en él, no están
localizadas en el organismo físico, sino en el entorno cósmico, a la vez, tan cerca y tan lejos. Un
descubrimiento más profundo sería: los seres divinos y las fuerzas más sublimes han creado el
instrumento más perfecto para el conocimiento terrenal, que a su vez, ha de destruir esas mismas
fuerzas creativas para permitir la libertad humana.
Inhalación corporal.
En la medida en que abrimos y ampliamos la distancia entre la experiencia y el pensar, por dicha
brecha van apareciendo la oculta necesidad de aniquilar al mundo espiritual para poder
“conocer” y consolidar nuestra realidad. Y enfrentarnos a la fuente de estos instintos requiere
coraje moral.
Experimentamos una poderosa fuerza corporal, semejante a la fuerza eléctrica, que controla
nuestro cerebro y sistema neuro-sensorio sin cooperación alguna de nuestra voluntad consciente.
Si somos lo suficientemente fuertes como para mantenernos despiertos en la esfera de la cabeza,
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podremos experimentar conscientemente las fuerzas de deseo-astral que controlan la vida
corporal de nuestro metabolismo.
Exhalación etérica.
En la medida en que surfeamos sobre la ola de exhalación de la actividad sensorial libre y el
pensar puro, nos adentramos en el verdadero mundo de continuo cambio y devenir, de continua
transformación y metamórfosis, que es el viviente mundo etérico-espiritual. Ambas corrientes —la
actividad sensorial libre y la actividad cognitiva pura— tienen el mismo origen. Nuestro cerebro
las separa en dos corrientes, una que fluye a través de los órganos sensoriales y otra a través del
pensar ligado al cerebro. Pero fuera del cerebro, ambas confluyen y devienen una. El origen
pulsante y rítmico de la vida cósmica se sincroniza así con el corazón humano en armonía.
Y surge la tentación de expandirnos en dicha vida que nos llena de gozo. Sólo si moralmente
intensificamos nuestro amor y responsabilidad por los valores y la belleza de la vida terrenal y
corporal, estaremos en posición de resistir dicha tentación. Porque la Tierra esconde un precioso
tesoro: la libertad y el amor que sólo podemos alcanzar si extraemos, eterizamos y hacemos
nuestro lo que significa ser verdaderamente humano. Esto es lo que podremos llevar con
nosotros en la exhalación de la actividad humana en los espacios cósmicos.
Y en la misma medida que inhalamos y descendemos en lo corporal, por otra parte, exhalamos y
nos expandimos fuera del cuerpo. Son ambas caras de un mismo proceso espiritual de
crecimiento y desarrollo. Cuanto más profundo penetramos en la inhalación de nuestras
percepciones y podemos alojar su esencia eterizada en el interior del cuerpo, más podemos
expandirnos en la exhalación del pensar fuera del cuerpo, y viceversa.
Es más, advertimos que lo que encontramos en el interior del cuerpo no es más que la
metamorfosis invertida, condensada, contraída y reflejada de lo que está expandido en el mundo
cósmico-etérico, y vice versa.
El proceso de individuación limita la vida cósmica del mundo y del ser humano, permitiendo
distinguir así un mundo lleno de seres y objetos claramente bien delimitados; y a su vez,
permitiéndonos desarrollar la capacidad consciente de conocer el mundo y otros seres; y de ser
conocidos, y lo más importante de ser auto-conscientes.
La individualidad es una conquista en el devenir cósmico que deja una gran deuda en su
acontecer. La deuda, por otros acarreada, de auto-gratificación como consecuencia del
desarrollo egoico del Yo (o EGO). Ser un verdadero ser humano significa tomar plena
responsabilidad moral sobre las fuerzas que han hecho posible este egoísmo.
Existe la posibilidad de rechazar las fuerzas que han hecho posible este egísmo, negándolas y
adentrándonos más en ellas, o huir de nuestra responsabilidad de transformarlas alejándonos de
forma naive de todo lo que implique ego o egoísmo.
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Comenzamos con la espiritualización de las fuerzas formativas del Yo extraídas del proceso de la
cognición humana para adentrarnos después en las fuerzas más profundas del MECM
(Mecanismo Emotivo-Cognitivo-Metabólico). Con ello pretendemos “dar la vuelta” al proceso de
individuación y llevar sus frutos al mundo espiritual. Esto significa aprehender las fuerzas de
encarnación y de excarnación. Las fuerzas que llevan a la encarnación son las fuerzas del Karma.
Eterización de la vista.
La eterización de la sensación (o la capacidad de inhalar en el cuerpo la fuerza formativa viva
sensorial exterior) y la eterización del pensar (o la capacidad de exhalar la fuerza formativa
cognitiva, responsable de la formación del Yo, fuera del cuerpo) son las siguientes etapas del
Yoga Cognitivo.
Todos los demás órganos de percepción son mucho más difícil de liberar de la influencia de la
representación, emoción, hábitos e instintos. El MCEM inhibe la poderosa influencia sensorial que
anularía la consciencia humana en el momento en que impactara contra nuestro organismo. En el
caso de la luz y el color es distinto. Vivimos rodeados de luz y color pero en la vida diaria nos
movemos por el espacio ejerciendo nuestra libertad. Cuando oigo un sonido, por ejemplo, pierdo
inmediatamente mi —relativa— libertad. Sin darnos cuenta, el MCEM elabora un nucleolo
cohesionado de elementos anímicos y cognitivos que elabora una representación más o menos
consciente. Y esto ocurre con todos los sentidos, siendo la vista el mas liberado de ello.
Al mismo tiempo, los órganos de percepción superiores, del Yo ajeno, la palabra ajena y el
pensamiento ajeno; son tan difícil de bajar hacia la cognición ordinaria, como difícil es el subir a la
consciencia los órganos de propiocepción más corporales.
Resulta difícil mantener la atención en la cualidad sensoria pura “rojo” sin que nuestra mente se
retrotraiga al objeto que la aloja, apareciendo así representaciones y asociaciones con objetos
similares o de la categoría “rojo”. Mantener activa la atención sobre la cualidad pura sensoria
requiere un constante esfuerzo (fuerza vital) por nuestra parte. La duda que se plantea ahora es:
1 ¿Se refiere aquí a los ejercicios del Octuplo sendero del Budha?
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si se requiere un constante esfuerzo de mi propio sujeto para mantener la atención sobre la
cualidad sensoria pura… ¿Qué relación hay entre dicha atención y la esencia pura sensoria
exterior? Y la respuesta la encontramos en La Filosofía de la Libertad: la fuerza vital propia que
donamos en mantener la atención devuelve al ser del otro (al ser del “rojo”) su propio ser
esencial.
¿Cómo es posible que Yo pueda devolver la esencia al Otro? Según Ben-Aharon el Otro —el
“rojo”— se ha dado a sí mismo desde el inicio de mi existencia en el mundo —donación que yo
“utilizo” para mi propio beneficio— y que cuando a través de mi atención desinteresada fluye
desde mí hacia el objeto —el Otro, éste recupera su esencialidad, no la original, sino intensificada
por mi atención amorosa. Esta es la unión moral cognitiva entre el Otro —el rojo— y Yo. Hacer
consciente que “gracias al Otro, nosotros Somos”, y como resultado de la interiorización de este
conocimiento, devolver lo recibido a través de nuestra “atención amorosa” o devoción hacia la
verdad y esencia del Otro, es el fundamento cognitivo moral de toda experiencia espiritual.
Experimentamos que nuestra atención consciente ya no reside en la imagen reflejada alojada en
nuestro interior auto-consciente —utilitarista, sino que vive en el Otro —en el ser rojo.
Según la FdL, el pensar es una actividad espiritual “real” y universal. El pensar es producido en la
mente del ser humano como un proceso del mundo, y no está separado de él. En el mundo, la
cosa y su esencia no están separadas… pero para nuestra percepción están separados —
liberados— del acontecer universal y por ello debemos de aprender a conocer la esfera que se
halla fuera de nuestro propio ser por medio del pensar que, desde el universo, penetra en
nosotros. El concepto —la esencia—es lo que percibimos —gracias al pensar— desde dentro, no
desde de afuera —percepción sensoria.
Este mundo exterior realiza un gran sacrificio ante nuestra presencia. Se nos presenta a la
percepción como vacío de sí para que seamos nosotros los que, a través del acto de conocer, les
devolvamos su propia esencia. Como explica Ben-Aharon, se presentan “vacíos de sí” porque al
enfrentarnos al mundo por primera vez (al nacer) ellos nos han investido, desde adentro, con su
propia esencia. Este regalo nos permite “utilizar” el mundo a nuestra conveniencia, porque el
mundo ha derramado su esencia en nuestro ser. Pero si intensificamos el conocimiento (el acto
de conocer) hasta el punto de desarrollar las fuerzas de devoción y amor por la verdad,
devolveremos al mundo su propia esencia, intensificada (potenciada) por nuestra propia esencia.
“… las fuerzas interiores que extraemos de nuestro propio ser para iniciar e
impulsar este proceso de donación voluntario, ofrecen al rojo algo que con
anterioridad él mismo nos regaló. Nuestro mas puro amor y devoción hacia
este regalo nos permite ofrendar al rojo nuestras propias fuerzas como
presente libre e individualizado; y ahora el rojo, habiendo asimilado y
potenciado nuestro presente, se configura nuevamente. La clave es
experimentar la intensificación de este ritmo en espiral, la intensificación del
intercambio muto entre el rojo objetivo dado por el mundo, nuestra devoción
objetiva hacia el regalo del mundo, y nuestra potenciación del presente a través
de nuestro amor a lo recibido a lo largo de nuestra biografía. Como
continuación a nuestra ofrenda de gratitud, no perdemos de vista su recepción
y posterior intensificación por el mundo; aquí hacemos presente al rojo como
un ser real del mundo real. El rojo revela su ser ante nosotros, una vez mas,
como donación, pero ahora “nosotros” estamos unidos en este ciclo de
intercambio mutuo, hemos devenido uno con las fuerzas del rojo y nuestra
experiencia del rojo.”
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Este devenir uno con las fuerzas de rojo expande mi auto-conciencia fuera de los límites de mi
cuerpo, y libera las representaciones asociadas a él.
Mi yo ordinario se desvanece (devoción y entrega) en este punto de encuentro real con el devenir
cósmico en la confianza de ser acogidos por la fuerza cósmica del mundo, que se ha revestido
de lo anímico, que siente, que quiere y que conoce a través nuestro. En el encuentro con el ser
del rojo, todo lo que tiene relación con la representación que hago de mí o de la cualidad rojo se
desvanece. El “color” del rojo deviene el color “incoloro” de la pura fuerza, intensidad y devenir
del mundo.
Las fuerzas externas del mundo etérico son las mismas fuerzas que moldearon y formaron
nuestro cuerpo. Esta experiencia sensible-suprasensible es a la vez espiritual y físico-corporal.
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Algunas observaciones científico-espirituales
El cerebro es un “mecanismo letal” por el que las fuerzas formativas cósmicas son aniquiladas y
transformadas en fuerzas de consciencia despierta cotidiana. Estas mismas fuerzas formativas
son las que moldearon y formaron nuestro cerebro físico durante la fase embrionaria y la primera
infancia hasta la pubertad. Cuantas más células cerebrales mueren y no se multiplican o
regeneran, más fuerzas formativas son liberadas para servir a la creciente auto-consciencia
despierta. La consciencia despierta surge allí donde está presente el tejido nervioso y sensorio a
través de la desvitalización y aniquilación de las fuerzas etéricas cósmicas.
2. La corriente polar opuesta que consiste en las exhaustas fuerzas etéricas muertas
liberadas del cerebro físico por la muerte de cada célula cerebral y tejido nervioso, para
convertirse en el componente básico de la representación mental y sensoria ordinaria. La
verdadera función del proceso físico neuro-sensorio es desvitalizar y aniquilar la intensa
vitalidad cósmica exterior en el proceso perceptivo, que tras pasar desde los ojos hacia el
nervio óptico y ser procesada en la parte posterior del cerebro, deja como remanente lo que
surge en nuestra consciencia como imagen de representación. Es el cadáver sombrío de la
fuerza creadora y formativa cósmica desvitalizada por las fuerzas aniquiladoras del cerebro
físico. Lo mismo ocurre en la experiencia pensante (porque el pensar es también un acto
perceptivo)
La corriente de fuerzas del mundo que fluyen a través de los sentidos eterizados, de los nervios y
del cerebro (también a través de toda la piel) impacta en la corriente eterizada de la sangre que
asciende desde el corazón y una chispa del Yo intensificado enciende e ilumina las fuerzas
etéricas del mundo, y en este encender, el propio mundo etérico experimenta su propio Yo de
forma renovada. Lo que resulta es un intercambio entre el Yo humano y el Yo del mundo. Una
respiración de Yoes. El Yo humano deviene no egoico y deviene un Yo del mundo autoconsciente
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a través de las fuerzas humanas eterizadas del Yo que fluyen del corazón hacia la cabeza y a
través de los sentidos hacia el mundo. Nuestro cuerpo deviene Mundo y lo experimentamos
desde la periferia del Yo-Mundo.
Debemos aprender a deshacer las experiencias biográficas relacionadas con los sentidos del
gusto, del olfato y del tacto que desde nuestra primera infancia se han endurecido y conectado
de forma inconsciente, de la forma más variada con esquemas de nuestra vida ordinaria
cognitiva, emocional y conductual; con nuestros deseos y motivaciones; instintos e inclinaciones;
hábitos, reacciones y traumas.
Estos sentidos crean una zona impenetrable debido a una doble acción succionadora: desde
arriba succionan y engullen toda percepción sensoria y proceso cognitivo y la consciencia de la
formación de la representación, y desde abajo succionan las impresiones corporales puras y
transparentes provenientes de los sentidos de la Vida, del movimiento y del equilibrio. Las
amalgama y crean la apariencia del mundo físico poblado con objetos externos físicos
perceptibles por nuestros sentidos; deja inconsciente la actividad interior del cuerpo, la compacta
y la impermeabiliza. Esto provoca la representación del mundo sensorio externo como material,
de objetos separados, y también la experiencia del propio cuerpo como denso, pesado e
impenetrable.
El objetivo del Yoga Cognitivo es individuar y luego eterizar la misma individuación, el núcleo
mismo de fuerzas formativas de Yo (Fuerzas astrales de individuación). Sólo podemos alcanzar
este objetivo si conseguimos unir conscientemente las fuerzas etéricas del mundo, fluyente en
cada percepción sensoria, con las puras fuerzas etéricas de nuestro propio cuerpo, cuya
existencia y operatividad son constantemente inhibidas, individualizadas y suprimidas por las
fuerzas astrales de individuación dominantes.
De forma totalmente impersonal y a la vez íntima, debemos esforzarnos en eterizar los sentidos
del olfato, gusto y tacto y las sensaciones relacionadas, los deseos, impulsos e instintos que
vienen amalgamados en el núcleo completo del complejo MCEM.
La eterización del pensar aporta fuerzas corporales sutiles y plena consciencia perceptiva que
ayudan a aclarar las densas y profundas regiones corporales.
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Eterización del Pensar.
Hemos mostrado lo que ocurre cuando salimos del cuerpo y nos unificamos con las fuerzas
etéricas del color y las “inhalamos” directamente en nuestro cuerpo, sin la intercesión del pensar.
Hemos mostrado cómo hacemos conscientes la corriente de fuerzas formativas vitales que fluyen
del mundo etérico exterior directamente en, y a través, de la cabeza, esquivando los procesos
relacionados con el pensar, el representar, reflexionar, analizar, combinar, interpretar y nombrar.
Como resultado de la inhalación directa en el cuerpo de las fuerzas del mundo intensificadas, se
produce la gradual eterización de los procesos cognitivos asociados al sistema neuro-sensorio,
centralizados en el cerebro. Alcanzamos así la cognición imaginativa como primera experiencia
suprasensible del mundo etérico con el que iniciamos nuestra investigación científico-espiritual.
Pero la dificultad aumenta en la medida en que descendemos más profundamente en las zonas
intermedias e inferiores del cuerpo, y se detiene completamente cuando intentamos cruzar la
barrera del umbral diafragmático. Ese umbral está formado por la densa amalgama de
experiencias biográficas tanto conscientes como inconscientes anímico-corporales.
Y por debajo de este umbral se esconde la región alejada de cualquier experiencia consciente
donde se alojan las fuerzas de vida prístinas y puras preservadas en lo profundo, no tocadas por
ninguna experiencia personal, deseo o interés o memoria. Podemos presentir que si
perseveramos en la purificación e intensa eterización de nuestra cognición consciente,
atravesando dicha barrera, seremos merecedores de encontrar y despertar a esta “bella
durmiente” en nosotros, y estimular su potencial productivo. Sin embargo, este sueño es
profundo y, como dice la leyenda, también inducido —y protegido— por encantamientos
poderosos.
De esta forma, para alcanzar esto en la presente etapa del Yoga cognitivo, como dijimos antes,
necesitaremos ayuda desde dos fuentes:
• y segundo, de la eterización de los sentidos medios-inferiores del olfato, del gusto y del tacto,
que son co-responsables de la creación de la barrera corporal inferior.
Por tanto, comenzaremos describiendo cómo el pensar es eterizado cuando se libera de la tarea
de formar una representación ligada a los sentidos y al cerebro y luego continuaremos
profundizando con la eterización de la percepción.
El campo de fuerzas polares creado por el entrelazado rítmico entre los procesos de eterización
de la percepción y del pensar, en continua renovación y revitalización, produce constantemente la
tensión que intensifica nuestra consciencia y la espiritualiza. Se trata de enfocar la atención
consciente alternativamente en la inhalación sensorial y la exhalación pensante.
Introducción.
¿Qué ocurre cuando centramos nuestra atención en la propia actividad de pensar en vez de
ejercer dicha actividad para sintetizar, reflexionar, representar, etiquetar o definir un objeto o
proceso tanto externo como interno? Experimentamos el etérico devenir del pensar, la fuerza
potencial que subyace y lo pone en movimiento. Nuestra vida del pensar centrada en el Yo
ordinario se libera y emerge como corriente de devenir que “exhala” más allá de los estrechos
límites del cuerpo. Esta exhalación produce en nosotros una gozosa liberación que nos incita a
buscar la fuente de la vida en las lejanías cósmicas guiados por las atrayentes fuerzas lumínicas
del cosmos. Pero no encontraremos allí la esencia de lo humano a menos que equilibremos las
fuerzas gravitatorias que vinculan el pensar al cuerpo y las fuerzas de levedad que nos expanden
en el universo. Sólo desde ahí, desde ese punto en constante calibración podemos “mirar atrás”
hacia el cuerpo y comprender otros aspectos de las fuerzas formativas que moldean y condensan
nuestros cuerpo físico y etéricos. Solo así comprenderemos el verdadero significado de la
encarnación y la individualización.
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La lección espiritual de la Muerte.
Una atención consciente centrada sobre la propia actividad del pensar revela que:
• Sin los estímulos externos o internos que constantemente alimentan nuestro pensar, éste
deviene vacío de toda fuerza o substancia.
• Nos damos cuenta de la debilidad de nuestra fuerza de atención. Con tendencia al sueño, al
letargo, incluso a la parálisis.
• Y descubrimos que en realidad, la atención está ausente hasta que cualquier estímulo la
despierte, porque la atención está ávida de estímulos. Y el mundo físico puede suministrar
dichos estímulos con fuerzas y sustancias sólo porque la atención ha sido previamente
vaciada de su propia fuerza vital cósmica.
• Podemos decir que la atención, antes de estar asociada a lo corpóreo personal, debe aniquilar
su propia vida cósmica para alojar una representación en el cerebro físico. Resulta paradójico
que el mismo estímulo que despierta el pensar a la vida externa, aniquila su vida cósmica.
• Y concluimos que el pensar, el representar, se edifica con las fuerzas muertas del pensar
cósmico, que antes estaba vivo y potencialmente creativo.
¿Es posible ejercer un pensar vivo y a la vez personal? Para que sea personal debe tocar el
cuerpo, pero cuando toque el cuerpo deviene vacío de vida cósmica. ¿Tenemos la capacidad de
resucitar a la vida cósmica un pensar que ha devenido personal?
Debemos penetrar en el sepulcro de nuestro pensar con serenidad y asir las fuerzas de muerte.
Ser capaces de permanecer lúcidos, templados y objetivos —cualidades generadas en la
práctica de la Filosofía de la Libertad. Permanecer enteros y compuestos en el “lugar de la
calavera”, sin desear, debido a la angustia y la asfixia, que nueva vida la penetre renovándola de
nuevo para nuestra salvación. Si ha de aparecer nueva vida, somos nosotros quien la debemos
crear. Si alcanzamos este estado, emerge ante nosotros una presencia desde el interior del
sepulcro que se auto-genera, auto-reviste e individualiza con lo que queda del pensar.
Ahora que no poseen ninguna esencia ni substancia tanto mental como sensorial, su ardiente
deseo astral por aniquilar toda vida cósmica con el afán del conocer materialista, queda
suspendido en la oscuridad, desnudo, como fuerzas de muerte en el cerebro. Queda el esqueleto
de un pensamiento. Es el Golgotha de todo ser humano individual.
En medio de estos dos mundos, entre la moribunda luz de la cognición sensorial basada en la
representación cristalina y muerta; y la luminosa corriente vital de cognición cósmica, todavía en
un estado potencial, las fuerzas de muerte (fuerzas de aniquilación) devienen re-animadas y
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revitalizadas por nuestra propia actividad. Esta nueva vida en las fuerzas aniquiladoras tienen un
sello muy especial, el sello personal de nuestro proceso de individuación, o de muerte. Por
medio de nuestra propia actividad, las fuerzas cósmicas originales robadas y convertidas
en fuerzas de aniquilación, son resucitadas pero ahora con el sello de nuestra
individualidad. Es el origen de la actividad espiritual del Yo; el origen del “Yo Espiritual”.
Esta nueva vida del esqueleto del pensamiento etérico muerto que hemos experimentado con el
cerebro etérico será el punto de anclaje con los mundos espirituales. Realizará en los mundos
espirituales la misma tarea que el sistema nervioso y óseo realiza para la vida física. De hecho el
hueso y el sistema nervioso tiene el mismo origen embrionario; el proceso de muerte en los
nervios puede continuar hasta una osificación y muerte final, proceso que en el propio nervio
queda una paso atrás.
Este esqueleto etérico actúa como fundamento para la cognición imaginativa. Incorporar las
fuerzas de aniquilación en la actividad cognitiva espiritualizada significa revestirlas de auto-
consciencia etérica viva y cálida de luz humana; asunto que con la mayor ansiedad intenta
esquivar. Este es el proceso de revitalización de las fuerzas de intelecto y de la fuerzas formativas
en los reinos de la naturaleza pues ambos tienen el mismo origen.
Debido a que hemos liberado y redimido las fuerzas aniquiladoras de las garras del angel de la
muerte, en forma humana individualizada, esto nos servirá también para transformar en
beneficiosas las tentadoras fuerzas cósmicas de Lucifer. (Ahriman es el “angel de la muerte”).
Nos damos cuenta, por tanto, que nuestra fuerza del intelecto auto-consciente constituye la
etapa intermedia del proceso de metamorfosis de una única corriente espiritual de fuerzas
creativas cósmicas. Por una parte edifica y da forma a nuestros cuerpos (astral, etérico y físico)
de forma totalmente inconsciente durante la primera infancia y por otra, podemos desarrollarla
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hasta convertirla en fuerza auto-consciente fuera del cuerpo. En la etapa intermedia entre los
polos inconsciente y supra-consciente del pensar creativo cósmico, tiene lugar el común pensar
intelectual. Este pensar está también en el potencial punto intermedio de las fuerzas formativas
espirituales del pasado y del futuro. Es el residuo metamorfoseado de las fuerzas espirituales
superiores de encarnación, que han quedado exhaustas en el crecimiento y formación del
cuerpo, y a la vez es semilla de la futura cognición cósmica espiritualizada y auto-consciente. Si
sólo miramos al contenido de nuestra consciencia intelectual experimentamos el reflejo, la
representación, el resto cadavérico, de lo que es el pensamiento cósmico auto-consciente
experimentado fuera del cuerpo o lo que fue la fuerza formativa incosnciente que elaboró y formó
nuestros cuerpos. Pero esta forma cadavérica nos proporciona el pensar lógico, exacto y
cristalino... auto-consciente, que en todo el universo, sólo el pensar intelectual proporciona. Esto
sólo puede ser alcanzado en la etapa intermedia, porque sin la etapa intermedia no podría haber
una tercera etapa del pensar espiritualizado auto-consciente.
En cada instante en la práctica del Yoga Cognitivo realizamos a nivel microcósmico el completo
drama cósmico de la vida humana a nivel macrocósmico. En el mismo momento en que ponemos
en actividad el pensar y resucitamos sus fuerzas potenciales obtenemos una semilla que contiene
en cada etapa y suceso, conscientemente, todo el movimiento y desarrollo que el ser humano
transita inconscientemente a través de toda la vida. Arroja luz a nuestra existencia antes de nacer,
a nuestro descenso a la tierra en la formación y encarnación en nuestros cuerpos, el desarrollo
gradual de nuestra auto-consciencia terrenal durante la primera infancia y la pubertad, y la etapa
de atravesar conscientemente por el portal de la muerte portando la cognición espiritual auto-
consciente. Esto es, en nuestra vida mental cotidiana recapitulamos el mismo proceso formador
de corporalidad en cada representación. Cada representación es una pequeña encarnación en
una formación corpórea tanto de las fuerzas cósmicas libres de la percepción sensoria como del
pensar; estas fuerzas capturadas por el cerebro, son contraídas, condensadas y endurecidas. La
cantidad total de todas nuestras representaciones constituye nuestro “cuerpo mental” o
idiosincracia. Unicamente cuando completamos inconscientemente el proceso de formación de
una representación despertamos a nuestra auto-consciencia ordinaria diciendo: eso de allí es un
árbol y yo estoy aquí. Cada sensación perceptiva y pensar asociado, cada conocer, nombrar, o
formación de representación es como un pequeño nacimiento mental subjetivo, por un lado, y la
muerte de una corriente de vida cósmica por otro. Y cada representación formada es un
cadáver de vida cósmica que se comporta como suelo para nuestros pies, donde podemos
erguir nuestra identidad auto-consciente independiente e individualizada.
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Eterización del Olfato.
Las experiencias con los sentidos del olfato, gusto y tacto están estratificadas,
por decirlo así, sobre lo que experimentaríamos por medio de los sentidos del
equilibrio, del movimiento y de la vida… por el hecho de que se superponen
unas sobre otras, surge una sólida auto-consciencia en el ser humano; de esta
manera se siente como un Yo real. …Uno buscando la Imaginación se adentra
en la senda de las sensaciones olfativas, gustativas y del tacto, penetrando en
lo interior, de forma que sin dejarse perturbar por olores, sabores o
sensaciones del tacto, las experiencias de equilibrio, movimiento y vida vienen
a nuestro encuentro. Es conmovedor penetrar la tríada de los sentidos del
gusto, olfato y tacto y confrontar la esencia desnuda del movimiento, equilibrio
y vida …alcanzamos algo que al principio experimentamos como el verdadero
ser interior del ser humano debido a su transparencia… Vislumbramos una
verdadera Organología, y sobre todo, la esencia de aquello que está en
equilibrio, de aquello que está en movimiento, de aquello que está lleno de vida
…experimentamos lo que por una parte es Inspiración obtenida desde el
pensar puro —la vida que a un nivel inferior es el pensar, y que se eleva a
pensar inspirado— y por otro lado lo que experimentamos en los ámbitos del
equilibrio, movimiento y vida. Ahora podemos unificar estas experiencias.
Podemos unificar lo interior con lo exterior. La fusión de Imaginación [creada
por la espiritualización de la percepción] y la Inspiración [creada por la
Espíritu Intensidad pura
Cuerpo Aire
Consideraciones previas: el Olfato está considerado como uno de los sentidos mas antiguos en
los vertebrados y el único que establece una conexión directa entre el cerebro y su entorno.
También usa las regiones cerebrales directamente responsables del procesamiento de la
emoción, de la motivación, del miedo, la memoria, el placer y la atracción. Los neuro-científicos
denomina “función superior olfatoria” a aquellas funciones cerebrales que combinan cognición
(memoria, intuición, percepción, juicio) con el olfato.
Introducción: Cuando inhalamos el dulce perfume de una rosa, lo primero que debemos hacer es
separar el elemento cualitativo del aroma del
aire que la transporta. Esta separación se
produce en el recorrido de los nervios olfatorios
en la zona entre los ojos. Para purificar la cualidad
del aroma debemos renunciar a cualquier
emoción, deseo o placer asociado al aroma que
estamos experimentando. Es una tarea muy difícil
pues la experiencia de la cualidad pura del aroma
es muy cercana la experiencia instintiva-emotiva
inconsciente que continuamente llama nuestra
atención impidiendo el acceso a la percepción y
cognición etérica. Si tenemos éxito,
descubriremos una tercera corriente que se
separa de las otras dos. Una corriente más sutil
NERVIOS OLFATIVOS
que la pura cualidad del aroma, de la misma
manera que ésta última es más fina que el aire. Se
trata de la corriente de pura intensidad etérica.
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Primer paso: De la cualidad a la Intensidad.
Tras adquirir la capacidad de centrarnos en la experiencia de la cualidad pura del olor, lo que no
es nada fácil y requiere mucha práctica en largos períodos de tiempo, debemos ser capaces de
permitir su desaparición de nuevo. No resulta fácil deshacernos de este logro cognitivo y anímico.
El dulzor puro del aroma de la rosa nos satura y su separación del resto del aire lo hace más
poderoso e íntimamente persuasivo que la experiencia ordinaria del olor. No sólo se fija en las
zonas interiores del cerebro, sino también en los órganos internos del resto del cuerpo. Su sutil
dulzor es fuente de un profundo placer. Aparece un vacío allí donde la cualidad pura del olor
desparece… una sensación de carencia y una gran necesidad de volver a satisfacerla. En este
punto debemos admitir que estamos “enganchados” al olor. El “cuerpo sensible o de
sensaciones” es el que produce y fundamenta la experiencia de pertenencia del cuerpo individual
y el sentimiento de existencia en dicho cuerpo. Capturamos constantemente las sensaciones
más sutiles de las radiaciones cósmicas y las condensamos en un cuerpo sensible
individualizado, y nos incorporamos en esta “carne astral” de sensaciones, placeres y
displaceres, deseos y gustos. Descubrimos nuestra madriguera sensual-sensible segura,
calentada por la digestión y la sangre, que se ama a sí misma, que nos arropa y nos protege. Es
nuestro hogar, sólo nuestro. Cada mañana, al levantar, y de hecho en cada instante de nuestra
vida despierta, nos enamoramos de nuestro cuerpo anímico-sensible. Nos olemos por dentro
todo el tiempo, nos gustamos y nos tocamos internamente, y este constante olerse, gustarse y
tocarse que nunca cesa, en la profunda inconsciencia, nos enraíza en nuestro cuerpo y alma
sensible. Gracias al proceso astral inconsciente de auto-percepción, sensación y disfrute, en el
que las fuerzas del olfato juegan un papel central, obtenemos un cuerpo que amamos en el
sentido más egoísta, más que ningún otro cuerpo entre el infinito número de cuerpos cósmicos y
terrestres. Intentar deshacerse de las cálidas y formadoras sensaciones corporales internas y
externas del tacto, gusto, olor es como decidir morir; abandonar el hogar terrenal privado, oculto,
seguro y confortable. Sólo cuando superemos el miedo a soltar, podremos liberar la esencia y
sustancia del olor. Lo liberamos de su encarcelamiento en nuestro cuerpo sensible —cuerpo de
sensación— y de los procesos constituyentes de lo anímico, devolviéndolo a la verdadera
corriente de devenir cósmico. Y ahora, como pura fuerza objetiva del mundo nos revela su
verdadero ser y devenir.
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Cuando de forma veraz hemos rendido nuestro cuerpo de sensación y nuestra alma sensible por
medio del proceso de eterización del sentido del olfato, sin abandonar lo más mínimo nuestra
consciencia etérica despierta previamente obtenida, devenimos uno con el ser y devenir etérico
del aroma puro. Obviamente, como seres humanos contemporáneos, nos inquieta la idea de que
para conocer algo debemos ser ése algo. Actualmente queremos conocerlo todo desde una
observación externa y permanecer como espectadores sin ningún cambio por nuestra parte.
En este primer paso es absolutamente necesario retener una completa libertad y dignidad
humana, viviendo, respirando y conociendo con precisión mientras nuestro completo ser se
metamorfosea completamente en el otro ser. La libertad de aceptar una amable invitación a
devenir otro ser significa abandonar el propio ser, sin perderse uno mismo. No se experimenta
como una pérdida de la libertad, sino muy al contrario, como enaltecimiento sin medida y
espiritualización de la libertad por medio de la verdadera devoción y amor hacia el otro ser con el
que devenimos uno. Esta experiencia de metamorfosis, de llegar a ser acogido por el verdadero
ser del otro, a través del amor propiciado por la más elevada libertad, será la experiencia mas
bella que la humanidad obtendrá por medio del correcto desarrollo. Por tanto, en el futuro
comprenderemos mejor que: cualquier conocimiento verdadero nos requerirá ser uno con la
“materia” que indagamos, que ya no será materia sino un ser espiritual real, pues todo, incluido
todo aquello que parece inanimado o material, es en realidad un ser espiritual.
Así como purificamos la representación cotidiana del olor de la rosa y extraíamos la cualidad pura
separándola del aire, y continuamos purificando la cualidad pura del aroma hasta alcanzar la
fuerza intensificada pura, ahora la intensificación se revela como fuerza del mundo etérico
objetivo que nos transporta en su flujo y corriente de devenir. Descubrimos que la corriente de
puro devenir intensivo que nos sostiene está tejida de fuerzas del mundo a modo de sutil
“espíritu” etérico desde la periferia cósmica.
Debemos tener presente que aquí nos limitamos a los seis sentidos medios: vista, oído, calor,
olfato, gusto y tacto. Y como representativo de los sentidos medios superiores la vista y de los
sentidos medios inferiores el olfato. Los sentidos superiores son el Yo Ajeno, el Pensamiento
Ajeno y la Palabra Ajena; y los sentidos inferiores son Equilibrio, Movimiento Propio y Vital. La
unificación de las dos corrientes etéricas están circunscrita a los seis sentidos medios en su
totalidad.
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Otra cosa a tener en cuenta es que esta
“vuelta atrás” en espiral hacia los centros
localizados en el cerebro expresan la
necesidad de un ritmo de expansión y
concentración necesario en toda
investigación espiritual. Sólo así podemos
intensificar la fuerza que necesitamos para
penetrar en la materia que estamos
investigando.
Centramos nuestra atención en la región detrás de los ojos y del proceso olfatorio. Concentramos
en este punto la fuerza extraída de la dinámica etérica anterior. Esta dinámica muestra afinidad
por los procesos cognitivos etéricos conectados con la irradiación de la sangre eterizada que
actuó en la inhalación etérica de la luz y del color. Lo que como eterización de la sangre iluminó
en la vacuidad del cerebro físico como “auto-consciencia del mundo” nos ofreció la capacidad
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cognitiva de obtener y sostener una “conciencia_en_el_mundo etérico. Pero ahora, enriquecidos
con las fuerzas etéricas de los sentidos medio-inferiores, nos conectamos con aquellas partes del
cerebro etérico que todavía están unidas con el cerebro físico. Estos puntos son el fundamento
del MCEM en el cerebro. Es importante destacar la observación de cómo el cosmos crea un
cuerpo inhibitorio de individuación para nuestra necesidad evolutiva de elaborar un ego separado
y libre. Existen fuerzas activas en los mundos etéricos y astrales que interactúan en el cerebro y el
cuerpo humano para crear el MCEM de arriba abajo, desde el cerebro a través del recorrido del
sistema nervioso (simpático y parasimpático) hasta el plexo solar y los ganglios del las áreas
metabólico-reproductivas de las regiones inferiores del cuerpo. En última instancia, esta
inhibición está causada por las fuerzas luciférico-ahrimánicas activas en la total constitución
humana. La eterización de esta zona media y posterior del cerebro produce una liberación de los
centros y funciones psicosomáticas, instintivas y autónomas (y fuertemente inhibidas)
desencadenando una fuerte respuesta emocional-libidinosa-erógena.
Comenzamos centrando nuestra actividad cognitiva intensificada en el punto entre los ojos
donde acumulamos la mayor intensidad de las fuerzas del mundo extraídas y ahora enriquecidas
con las fuerzas etéricas liberadas de todos los órganos del cuerpo. Esta acumulación quiere
penetrar desde la parte anterior hasta la parte posterior del cerebro. Pero esta penetración es
descrita como un proceso de reversión de la actividad cognitiva en su recorrido desde la parte
anterior hasta la parte posterior del cerebro y de ahí, derramándose hacia la espina dorsal, hasta
lo más profundo del cuerpo, alcanzando los fundamentos etéricos corporales… y liberando ahí —
como si de un estallido lumínico se tratara— las potenciales fuerzas prístinas de vida
acumuladas. Este estallido lumínico hace el recorrido inverso, hasta el punto entre los ojos,
derramando luz hacia el mundo etérico alrededor, perdiéndose en las vastedades etéricas. Lo
descrito hasta aquí se consolida en un movimiento rítmico, una corriente en espiral, que fluye en
reciprocidad entre el mundo etérico externo, el cerebro etérico y la espina dorsal hasta la parte
inferior del cuerpo etérico y su recorrido inverso hasta alcanzar el exterior mundo etérico de
nuevo.
Esta corriente etérica que fluye en movimientos rítmicos activa la visión imaginativa en el punto
de mayor intensidad entre los ojos, alcanzando mayor claridad en tanto que adquiere mas
intensidad. Esto se denomina la apertura del “tercer ojo” o chakra de dos pétalos.
• Visión etérica panorámica simultánea: puede ver todos los procesos del cerebro etérico, así
como sus conexiones con el entorno etérico circundante y el cosmos, desde todas las
direcciones a la vez.
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purificadas y eterizadas, activadas por la intensificación de fuerzas extraídas del olfato, gusto y
tacto.
El proceso consta de tres pasos: Primero muestra el resultado de la liberación de las fuerzas
etéricas de su fuerte anclaje a los centros MCEM en el cerebro físico. Segundo su apertura al
cosmos etérico en su totalidad. Tercero la unificación e integración de las fuerzas etéricas del
cuerpo etérico individual con las fuerzas etéricas del mundo.
De forma imaginativa podemos decir que el cerebro etérico deviene un cáliz colmado de luz
interior que despierta e irradia hacia el cosmos iluminado; así como una flor se abre hacia la luz
del sol. Su luz se expande uniéndose con la luz del sol, de la luna y de los otros planetas y
estrellas, comunicándose con las fuerzas formativas de todo ser natural terrestre. El cerebro
etérico se convierte en un órgano rítmico de respiración cognitiva que produce y regula el
intercambio vital del devenir etérico entre el ser humano, el mundo y el cosmos.
Como proceso rítmico-respiratorio etérico extrae del mundo etérico externo las fuerzas
formativas vivas de los sentidos eterizados, inhalándolas directamente hacia el cerebro y resto del
cuerpo etérico; y exhala las correspondientes fuerzas etéricas del cuerpo hacia el mundo etérico
exterior. Es un proceso imaginativo-cognitivo que expresa cómo el mundo etérico deviene
consciente del Yo (auto-consciente) y el ser humano consciente del Mundo (Mundo-consciente).
En realidad en una única corriente cognitiva de respiración Hombre-Mundo.
La humanidad se irá espiritualizando de forma incremental y la tierra se unirá con los mundos
espirituales; y los mundo espirituales devendrán cada vez más humano.
Cuando este órgano madura y está totalmente operativo, con el tercer ojo como centro de
cognición, interactúa y conversa con las corrientes de irradiación ascendentes del cuerpo en su
totalidad por una parte y el mundo etérico, por otra. Colma las irradiaciones corporales
conectándolas con la corriente etérica macro-cósmica y permite a la corriente macro-cósmica su
descenso más profundo en el cuerpo, y en dicho descenso, a medio camino, concentra su
actividad en la región del corazón. Ahí, en el interior y al rededor del corazón físico y de los
pulmones y del pecho en general, una nueva función rítmica se estable en el cuerpo etérico. Este
órgano conecta y regula la inhalación y exhalación de las corriente vitales Hombre-Mundo por
medio de sus movimiento rítmicos, corrientes e irradiaciones.
En tanto que la rítmica actividad cognitiva etérica se incremente y se traslade a la zona del
corazón, tanto más podemos usar el corazón como órgano de cognición imaginativa. En ciertos
momentos de gracia podemos experimentar, en el corazón etérico, cómo el pulso y la respiración
del mundo etérico deviene Hombre: el mundo etérico de fuerzas cósmicas vivas y formativas nos
inhala y nos sostiene, en tanto que al exhalar, incorpora en nuestros cuerpo sutiles su pulso
etérico de corazón y su rítmico respirar cósmico. Así podemos experimentar en el pulsar y
respirar humano, una vez liberados de las influencias luciférico-ahrimánicas, la sincronía y
armonía con el pulso y la respiración del cosmos, y podemos sentir que nos acercamos a la
fuente del corazón espiritual (el Cristo etérico) de la vida universal. Hacemos así consciente
nuestra capacidad real de unión con las fuerzas de vida y Resurrección activas en las profundas
regiones inconscientes de nuestra alma y de nuestro cuerpo, mediante la unión con las fuerzas de
Cristo en la periferia cósmica.
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Nacimiento de un nuevo cuerpo etérico.
Aquí vienen unas citas de Steiner…
✓ Al mismo tiempo, pero a otro nivel, el pensar se ha eterizado de forma gradual, ejerciendo una
poderosa influencia en la eterización de los procesos de endurecimiento y las fuerzas de
muerte de nuestro organismo.
✓ Después unificamos las dos corrientes de fuerzas etéricas de los seis sentidos. Esta unión
produce la sinergia que transforma el cuerpo etérico en el cerebro, y después desciende
desde la cabeza hasta el corazón. Las fuerzas de amor y devoción por la verdad alojadas en
el corazón activan la eterización de la sangre, que ascendiendo a la cabeza, estimula y
alimenta los procesos de eterización de la percepción y del pensar.
✓ Activación de los sentidos superiores: “Yo ajeno”, “pensamiento ajeno” y “palabra ajena”.
Comienza así una eterización de los nueve sentidos que comienzan a operar al unísono.
✓ Cuando la parte del cuerpo etérico que controla los centros de individuación e inhibición en el
cerebro han sido liberados del cerebro físico, las fuerzas corporales inferiores puras y
prístinas comienzan a resonar y vibrar en armonía con las fuerzas cósmicas. Al principio de
forma inconsciente, pero ahora responden activamente a la inhalación de las fuerzas etéricas
del mundo que se derraman a través de los sentidos purificados y a través del cerebro y
corazón eterizados. Comienzan así a “conversar” entre ellas.
✓ Los órganos y procesos físico-etéreos de la parte inferior del cuerpo despiertan del sueño
profundo en eras; y son estimulados a su actividad productiva y generadora de sustancia.
✓ Esta conversación debe ser consentida mutuamente por ambas partes. Para ello se requiere
un posicionamiento interior moral.
2 Mediante la actividad etérica llevada a cabo en la cabeza y el corazón, y el intercambio esencial con las
correspondientes fuerzas del mundo etérico, se crea un sistema rítmico de consciencia. Este sistema
cognitivo y creativo es el resultado de la actividad conjunta de las fuerzas vitales macro-cósmicas y micro-
cósmicas. Se trata de una corriente unificada de devenir etérico Hombre-Mundo, intensificada por el
rítmico inhalar y exhalar etérico-cognitivos. Usando las fuerzas eterizadas de los sistemas rítmicos del
corazón y del pulmón, separadas ahora de sus fundamentos físico-orgánicos, la práctica del Yoga
Cognitivo genera un órgano flexible y móvil de fuerzas rítmicas que puede moverse con libertad por todo el
cuerpo etérico. Podemos así regular, armonizar y percibir la respiración etérica y la inspiración entre el
mundo y las fuerzas humanas en cualquier parte del cuerpo etérico.
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La parte inferior del cuerpo se suma como tercer sistema funcional a las fuerzas de la cabeza y
del corazón. Aporta el potencial productivo-creativo de las mas puras fuerzas etérico-físicas, esto
es, fuerzas de vida prístina y de resurrección, el origen de la más elevada producción de vida y
sustancia. La unificación de los tres deviene un único “sistema etérico Cognitivo-Rítmico-
Productivo” (como inversión del MCEM).
Así pues, los procesos de devenir creativos del Mundo etérico, derramándose en el cuerpo e
inhalados por las corrientes eterizadas de los sentidos, se unen con las fuerzas puras y creativas
del propio ser y devenir Corporal. Ambas corrientes se intensifican mutuamente de forma
consciente. De esta forma, elaboramos un correlato de la parte más inferior del cuerpo que aloje
el devenir mutuo del mundo y del ser humano como ya ocurrió con la cabeza y el corazón.
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• Con la ayuda de las fuerzas extraídas de la eterización del olfato, gusto y tacto, se produjo el
rítmico descenso del centro funcional y se alojó en el corazón -con la ayuda del proceso de
eterización de la espina dorsal en la zona anterior y de la laringe en la zona frontal. El pulsar
de corazón del Mundo etérico y su respiración devino humana, y el corazón humano pulsó y
respiró como parte del puso y la respiración Cósmica.
A través de la práctica del Yoga Cognitivo nos convertimos en manantial de nueva vida etérica en
continuo devenir. En la CABEZA un auto-consciente Hombre-Mundo mediante el respirar rítmico
cognitivo de la percepción y el pensar, en el CORAZÓN un órgano de vida cósmico-etérica que
regula el intercambio de pulso y aliento del Hombre-Mundo y en el ABDOMEN un formador de
sustancia, fuerzas formativas y materia del Hombre-Mundo.
En la cabeza, la cognición adquiere vida y movimiento por medio del latir del corazón Cósmico-
Humano y se forma y adquiere substancia por las fuerzas de reproducción y regeneración de la
parte inferior del cuerpo. En el corazón, el pulsar y respirar del corazón Cosmico-Humano
deviene cognitivo y creativo, y en el abdomen, las fuerzas de reproducción, regeneración y
crecimiento son ahora rítmicas y cognoscentes.
En la medida que la parte inferior del cuerpo —abdomen— incrementa su resonancia con las
fuerzas cósmicas inhaladas, surge la necesidad de respirar de nuevo y más profundamente el
cosmos entero. El rítmico respirar y pulsar de la actividad triple del cuerpo etérico fluye en
resonancia ascendiendo desde las profundidades del cuerpo, en sentido inverso al proceso de
eterización que llevamos a cabo descendiendo desde la cabeza —a través de los sentidos—
hacia las profundidades del cuerpo. El ascenso se produce ahora por la cara anterior del cuerpo:
a través de una sutil espina dorsal eterizada —y no por la parte posterior de la espina dorsal—
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hacia el corazón, la laringe y el cerebro. Mediante las mas puras fuerzas etéricas metabólicas,
regenerativa y de reproducción, el cuerpo etérico alrededor de la laringe se activa y “pronuncia” la
palabra Hombre-Mundo creativa. Así en vocales, consonantes, sílabas, sintaxis y vocabulario;
articulamos, formamos, el mundo etérico que ahora es Hombre-Mundo.
Reverso de la Pubertad.
La resonancia de las más puras fuerzas de vida alojadas en lo profundo de nuestro cuerpo -por
debajo del umbral del diafragma — al impactar sobre ellas las fuerzas eterizadas de la inhalación
sensorial y del pensar, crean una tercera corriente ascendente con un potencial productivo
singular. Experimentamos el reverso de lo que de forma inconsciente ocurre durante la pubertad.
Durante la pubertad actúan fuerzas del cuerpo astral que penetran y transforman las fuerzas de
los cuerpos físico y etérico causando el desarrollo anímico y la madurez sexual. Estas fuerzas
astrales son en sí mismas las puras fuerzas de amor cósmico, y bajo toda afección consciente
y deseo, se unen únicamente con las fuerzas físico-etéricas más puras en el cuerpo humano. Lo
que deviene consciente, sin embargo, son precisamente las fuerzas luciférico-ahrimánicas de
individuación egoístas que causan una excesiva “encarnación” y endurecimiento de estas fuerzas
puras de amor. Este es el origen del complejo físico-etérico-astral denominado MCEM y su
sedimentación entre la fecundante corriente de fuerzas del mundo y los órganos físicos
luciféricamente infestados y ahrimánicamente endurecidos y fuerzas de reproducción y
sexualidad.
Las fuerzas de amor reproductivo, ligadas al cuerpo físico, son purificadas a través de la
eterización de la sangre, de la percepción y del pensar, que eteriza y trae a la consciencia el
reverso de las más puras fuerzas de la infancia pre-luciférica de la humanidad. Son estas las
fuerzas despertadas, liberadas y resurrectas en lo más profundo de nuestro cuerpo. Este proceso
se puede describir imaginativamente como la inmaculada concepción de las fuerzas de amor
cósmicas y la más puras fuerzas de la humanidad sin influencia luciférico-ahrimánica,
germinando y concibiendo una nueva vida etérica cósmico-humana (Hombre-Mundo).
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nutre y activa su expresión físico-etérica en la glándula pineal.
Esta es la expresión micro-cósmica del ciclo de reproducción
del mundo etérico macro-cósmico en el que los dioses recrean
constantemente los mundos.
En la práctica del Yoga Cognitivo, la inhalación de las sensaciones perceptivas produjo el “hecho
del nacimiento del cuerpo” debido a la mutua fertilización entre las fuerzas puras de vida del
Mundo y las fuerzas prístinas, inmaculadas del cuerpo etérico humano. Esta nueva corriente es el
origen de las fuerzas vitales necesarias para crear y formar una individualidad espiritual en el
mundo etérico. Creamos una segunda corriente de fuerzas vitales eterizadas por medio de la
eterización del pensar. Por el “hecho del pensar cósmico” obtenemos dos facultades: somos
capaces de percibir, espiritualizar y condensar las fuerzas etéricas que crean lo que
denominamos materia “física” o “inanimada” —superación de la muerte Ahrimánica; y tenemos
la capacidad de aproximarnos a la fuente cósmica de vida —si superamos la tentación Luciférica.
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puede actuar —crear artístico— en el mundo etérico así como en el mundo físico tiene la
capacidad consciente y voluntaria de encarnar en un organismo corporal y salir de él.
Las primeras dos tareas en el mundo etérico están revertidas con respecto a las dos primeras
tareas del mundo físico:
1. Comprender el lenguaje del mundo etérico con nuestra capacidad cognitiva despierta.
2. Por libre decisión y con nuestras propias fuerzas, realizar actos en el mundo etérico.
Para poder llevar a cabo estas dos tareas tenemos que generar una individualidad etérica (Yo
Espiritual) que pueda habitar el cuerpo etérico y que, en los tres primeros años de existencia,
desarrolle conscientemente las habilidades anímico-espirituales y corporales en el mundo del
espíritu.
Estas fuerzas operantes de cognición asociadas al Yo Espiritual auto consciente crean lo que
conocemos como Mundo-Cuerpo o Cuerpo-Mundo, la capacidad de encarnar y desencarnar,
sintiéndose uno y el mismo en el Cuerpo y en el Mundo, como artista de lo físico-espiritual.
Erigiendo el Yo Espiritual.
En la vida física, nuestro cuerpo etérico está condenado a luchar contra las fuerzas de muerte
para mantener la vida orgánica metabólica, de crecimiento y reproducción. En la vida física
ordinaria nos experimentamos y sentimos como una personalidad, un ser real substanciado y
encarnado en lo físico real gracias a que la infinitamente más poderosa vida cósmica es
inconscientemente sometida, suprimida, y exhausta en la formación y edificación de nuestro
cuerpo físico orgánico.
En la vida física nuestro cuerpo etérico está inmerso en la tarea incesante de procurar los
procesos orgánicos vitales del metabolismo, del crecimiento y de la reproducción; luchando
contra las fuerzas de muerte en la medida de sus posibilidades. En la práctica del Yoga Cognitivo,
hemos manejado las fuerzas de nacimiento y muerte de lo orgánico de forma similar, para
espiritualizar las fuerzas de crecimiento y de muerte de los cuerpos físico y etérico.
En el mundo etérico, por el contrario, debemos incorporar las fuerzas que se utilizaron para los
procesos de excarnación terrenales. Esta es la paradoja fundamental de la existencia humana: en
la vida cotidiana física obtenemos el sentimiento real y la experiencia de lo físico real, como
personalidad substanciada y encarnada, debido a que sometemos, surprimimos y agotamos la
vida cósmica infinitamente poderosa de forma inconsciente en la construcción y formación de
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nuestro cuerpo físico orgánico. Nos experimentamos más substanciados, vivos y sólidos cuanto
menos devenimos verdaderamente espirituales, y menos experimentamos el verdadero mundo
espiritual. Esta es nuestra existencial experiencia humana dada. Es nuestra realidad física
cotidiana más fundamental de nuestra época actual.
La respiración del Yoga Cognitivo entre el polo de la inhalación sensorial y la eterización de los
senidos y el polo de la exhalación del pensar o a la eterización del pensar, nos cualifica para
transformar estas fuerzas de muerte y nacimiento en fuerzas verdaderas del mundo. Al hacerlo no
debilitamos o abandonamos nuestra identidad autoconsciente, sino que por el contrario, la
intensificamos al máximo. Transportamos la auto-consciencia espiritual y sus facultades
intuitivas, inspirativas e imaginativas al mundo etérico. Pero así también nos exponemos a las
inconmensurables fuerzas cósmicas. Si no estamos investidos de un Yo espiritual podemos sufrir
enormemente por el impacto de dichas fuerzas cósmicas de vida. Su poder anti-gravitatorio nos
succionaría dispersándonos en la periferia cósmica llena de luz perdiendo así todo rasgo de
identidad o auto-consciencia. Durante el sueño estamos protegidos por seres espirituales que
nos mantienen unidos a nuestro cuerpo físico y etérico mientras nosotros perdemos la
consciencia en el periodo de tiempo mientras dormimos.
Pero para no perder nuestra identidad y nuestra auto-conciencia, debemos de realizar el camino
inverso una vez que entramos correctamente en los mundos espirituales. Debemos a aprender a
contener, contraer, desvitalizar y condensar la vida cósmica para poder crear una individualidad
auto-consciente espiritual genuina, con la solidez suficiente y la “consistencia etérica, masa y
gravedad” suficiente. Esto sólo es posible usando las fuerzas de muerte eterizadas y
espiritualizadas que hemos extraído de la transformación consciente resultado del trabajo con el
Yoga Cognitivo.
La fuerza necesaria para las siguientes etapas de la práctica del Yoga Cognitivo sólo pueden
obtenerse de la reserva de fuerzas producidas y acumuladas mientras nos hemos ocupado en la
eterización del pensar y de la percepción. Y esta reserva se abastece siempre en el punto de
intersección entre la inhalación y la exhalación, entre el interior y el exterior, en el lugar donde
ambas corrientes eterizadas de
percepción y pensar intercambian su
esencia espiritual una con otra, formando
una unidad, potente de sinergia espiritual.
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Pero, al contrario que en el mundo físico,
donde las fuerzas de muerte enajenan un
mundo de cosas sin espíritu, ahora, en el
Mundo Etérico, las nuevas fuerzas que
usamos para desvitalizar la irradiante vida
cósmica son nuestras propias fuerzas,
somos nosotros mismos. Desvitalizamos
nuestra propia corriente de nueva vida,
auto-producida, por las fuerzas de
resurrección generadas en el Yoga
Cognitivo, para obtener así un sentimiento
de Yo en el Mundo Etérico. Es una tarea
difícil, ya que la generación de las nuevas
fuerzas de resurrección están tentadas de
expandirse en el espacio etérico irradiante
de luz luciferina… y es necesario una gran
contra-fuerza moral producida por nuestro
conocimiento del significado cósmico y las futuras tareas del proceso de individuación del Yo
Espiritual.
Mediante la respiración del Yoga Cognitivo alcanzamos una metamorfosis perpetua que
transforma la muerte terrenal en vida eterna e individualizamos dicha vida eterna a través de la
muerte auto-consciente en los mundos espirituales.
Morir y Devenir.
Por extraño que resulte, la verdad es que en el mundo físico, en el que predomina la muerte,
debemos impregnarnos de las fuerzas de vida del Cristo generadas mediante la superación de
las fuerzas terrenales de muerte, para transformar nuestras fuerzas individuales de muerte en
fuerzas generadores de abundante vida. En el mundo etérico, donde sólo hay infinita vida y
abundante luz y belleza (que en principio se experimenta perteneciente al reino de Lucifer)
debemos, al principio, transformar en muerte consciente espiritual esta irresistible tentación de
vitalidad, para así, alcanzar la plena auto-consciencia en el mundo etérico.
Para producir una representación muerta, previamente y de manera inconsciente como parte del
proceso objetivo del mundo, hemos aniquilado la vida espiritual de la percepción sensoria y del
pensar. En el mundo físico, cuando “encendemos las corrientes que fluyen del corazón a la
cabeza” y practicamos el Yoga Cognitivo en la vida física, resucitamos la representación muerta a
una nueva vida espiritual. Pero la existencia en sí, en el mundo etérico, es vida abundante, no
muerte, como en el caso de la existencia física. Y esto significa que en el mundo etérico debemos
ahora actualizar este proceso de aniquilación —que en la tierra tiene lugar de forma
inconscientemente— con plena consciencia y voluntad. Debemos contraer, condensar y dar
consistencia a la vida cósmica en forma de egoidad individualizada si queremos generar y
mantener la suficiente auto-consciencia en el mundo etérico. Si queremos conocer cualquier
cosa en el mundo etérico, desde lo más ínfimo hasta lo más excelso, debemos contraer y
condensar nuestra percepción, y hacer su contenido consciente como imaginación cognoscitiva
verdadera.
Para individualizar nuestra alma y construir nuestra vida mental personal y nuestra identidad
debemos aniquilar la vida espiritual de las percepciones sensoriales y del pensar, al igual que
matamos y consumimos seres naturales para edificar nuestro cuerpo físico individual.
El Yo espiritual que alcanzamos en el mundo físico por medio de la superación de la muerte debe
ahora convertirse en un aniquilador plenamente consciente así como en un consciente generador
de nueva vida. Debe someter y contraer cualquier parte de la vida cósmica, que pueda encontrar
en cualquier momento del desarrollo etérico, para integrarlo conscientemente en su ser etérico
liberado. Y así, de nuevo exhalar vida en él y resucitarlo, por medio de su cognición etérica auto-
consciente. Es la única forma en que podremos formar parte de —y por tanto conocer— la vida
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cósmica. Resulta una contradicción existencial el hecho de utilizar las fuerzas individualizadas de
resurrección, como resultado de la muerte de Cristo en la tierra, para re-actualizar las fuerzas de
muerte y sus procesos en el mundo etérico. Pero si queremos llegar a ser una verdadera
individualidad en el mundo etérico, debemos aprender a producir, partiendo de una sutil corriente
etérica luminosa pero intensa, una auto-limitada corporeidad consistentemente sólida y
sostenible.
La auto-aniquilación infringida en el mundo etérico causa dolor, así como anteriormente, la nueva
vida exhalada causaba gozo… como el mundo astral está más cerca del mundo etérico que del
mundo físico, este dolor, este gozo, se experimenta con mucha mayor fuerza y reverberación.
Debemos adquirir con gran esfuerzo el equilibrio activo que permita la auto-consciencia en la vida
de nuestro sentir en el mundo etérico.
Construyendo un Hogar.
No olvidemos que estamos hablando de pura actividad espiritual: de un devenir o “llegar a ser”,
de un proceso etérico. Por la práctica del Yoga Cognitivo co-creamos, en cooperación con el
mundo, una corriente de vida en devenir, auto-producida e íntima que aloja nuestro ser hombre-
mundo —como denominamos anteriormente. Esta actividad está íntimamente conectada con el
Mundo porque en realidad nuestro Yo Espiritual es el Mundo. Este proceso de creación es un
nacimiento gozoso y como tal nos incita a expandirnos en un universo luciférico. Pero un Yo
Espiritual Cristificado comprende que el futuro de la humanidad —y del cosmos— pasa por la
espiritualización de la Tierra. Esta es la verdadera sangre del cuerpo cósmico Hombre-Mundo.
Debemos demostrar la capacidad de desmembrar nuestro Hombre-Mundo conscientemente y
voluntariamente para localizar, separar e individalizar dentro de este Yo Hombre-Mundo un
territorio etérico “privado”, un lugar etérico auto-creado que podamos usar como zona segura en
la que edificar un hogar, una identidad o una Yoidad. Tenemos que “actualizar” el ciclo completo
de nacer, crecer, morir y volver a nacer… con plena consciencia, el cual se produce en la
actualidad de forma inconsciente.
La Herida
Este proceso de morir y renacer de nuestro Yo Espiritual, Hombre-Mundo / Mundo-Hombre es un
ritual sagrado oficiado en compañía de nuestros amados maestros espirituales y compañeros
angélicos. Este proceso de auto-cicatrización, de producir una herida y sanarla de nuevo es la
firma que nos distingue de la individualidad luciférico-ahrimánica. La individuación en el plano
etérico es un incesante proceso vivo y sustancial de herir y sanar.
Propagación Espiritual.
Aquí parece describir una nueva inversión a la comentada en el párrafo titulado Fecundación
mútua entre el cuerpo etérico y el Mundo etérico. La “Madre” es aquel aspecto de nuestro Yo
Espiritual que es uno con todo el mundo espiritual3, mientras que “Padre” es la actividad del “Yo”
creada en la tierra en la superación de las fuerzas de muerte en la cognición ordinaria. El “hijo” es
nuestro propio ser futuro que se somete al proceso para el que realmente no existe comparación
en el mundo físico. Ningún proceso en el mundo físico puede compararse con la desmembración
consciente, mediante la mutilación de de nuestro aspecto Madre. El “padre” en nosotros debe
“herir” a la “madre” en nosotros, y así separar, aislar y por tanto “aniquilar” nuestra nueva
existencia cósmica, y así hacemos de forma consciente lo que en la vida física natural ocurre de
forma inconsciente cuando nace un bebé.
Debemos recordar que este nacimiento ha sido concebido y alimentado con las fuerzas
terrenales espirituales más puras producidas por la superación de la muerte del cuerpo y del
alma; procurada mediante la eterización de la percepción y del pensar, previamente liberada de
las garras con que Ahriman somete el cerebro y el cuerpo físico.
Para el verdadero Yo Espiritual humano este fuego auto-ignito es de hecho muerte espiritual en el
fuego cósmico; y también renacer, crecer, madurar: el proceso de fortalecimiento espiritual. Se
crea así un puente consciente entre la muerte resurrecta de la cognición humana descrita
anteriormente4 y el nacimiento en el fuego de la individualidad etérica. Esta actividad
espiritualizada es la transformación del Yo en Yo Espiritual como proceso de intercambio mutuo
de esencialidad continúa, ininterrumpida y siempre despierta. Mediante la maestría de las fuerzas
de la respiración etérica, devenimos perpetua metamorfosis que transforma la muerte terrenal en
vida eterna e individualiza la vida eterna mediante la muerte auto-consciente en los mundos
espirituales.
En este punto constatamos la verdad inherente en las leyendas sobre el Fénix y la Orden del
Fénix. Es un hecho que en los mundos espirituales reconocemos a nuestros maestros, colegas y
amigos en primer lugar porque, como seres puramente espirituales, llevan la marca etericamente
inscrita en el proceso de muerte y renacer por el fuego. El Fénix recién nacido debe aprender a
generar su propia piel, plumas y alas… las primeras facultades y fuerzas básicas de un cuerpo y
de un alma en el mundo etérico.
La encarnación inversa.
El recién nacido Yo Espiritual es una fuerza activa y un agente creador de vida, forjado en fuego
cósmico. La incipiente individualidad espiritual creará su cuerpo etérico mediante las fuerzas
generadas por su propio esfuerzo creativo consciente. Y es que la “encarnación etérica” tiene
lugar en orden inverso a la encarnación física. Primero devenimos un Yo auto-consciente en el
mundo etérico para después individualizar el pensar cósmico que nos ayude a desarrollar el
siguiente paso que es aprender a “hablar” el nuevo lenguaje espiritual, a la vez que aprendemos a
mantener un equilibrio “inverso”, no a mantenernos “de pie” sino a mantenernos “de cabeza” en
el mundo etérico. Finalmente aprendemos a caminar, o lo que podemos caracterizar como volar,
más o menos en libertad, en el mundo etérico.
En el mundo físico, el recién nacido aprende, por imitación de los adultos que le rodean, cómo
ponerse de pie y andar en el primer año, a hablar su lengua materna en el segundo, a pensar en
el tercero, y así, experimentar la primera chispa de Yoidad. Pero en la vida física, el bebé tiene
primero que aprender a manejar el sistema sensorio-motor a la vez que a superar la gravedad. Al
ponerse de pie, encuentra equilibrio en el espacio a la vez que eleva la cabeza (la parte más
pesada del cuerpo) liberando manos, los órganos del habla y el cerebro… y así andar, hablar y
pensar.
Así como el bebé alimenta su cuerpo físico a partir de la leche materna y después de los frutos de
la tierra, en el mundo etérico son los seres espirituales (aquellos seres espirituales que de forma
invisible proveen y nutren a la naturaleza y la vida de los padres) los que aparecen en primer
lugar; se hacen visibles como “jardín etérico”. Y el recién nacido Yo Espiritual se relaciona con
estos cuidadores y maestros.
En el Jardín de Infancia.
Todo lo que encontramos en este jardín etérico es el fruto de la fuerza de nuestros ideales que
albergamos en la tierra: el amor que hemos derramado, la creatividad y la belleza que hemos
practicado, la vida religiosa devota y la vida social moral, sincera y verdadera. Nuestro cuerpo
etérico se nutre del terrenal amor humano por la verdad, la belleza y la bondad. De forma similar,
toda acción realizada en los mundos espirituales devuelve potencialidad de vida para la acción
humana. De esta forma:
• Todo pensar verdadero (pensar vivo) y todos los ideales que están llenos de devoción por la
verdad, nutren al Yo Espiritual en el mundo etérico para alcanzar el “pensar cósmico”.
Aprende a individualizar y encarnar el pensamiento cósmico usando los frutos terrenales
espiritualizados de la ciencia y la filosofía.
• Toda obra de creación artística, todo aquello que embellece la tierra nutre al Yo Espiritual para
aprender a hablar el lenguaje espiritual individualizado. Aprende a individualizar y encarnar el
lenguaje cósmico como resultado de las creaciones espiritualizadas del arte en la tierra y de la
belleza.
• Todo hecho de bondad, de compasión y de amor a otro ser humano y a los seres de la
naturaleza nutre al Yo Espiritual y le capacita para crear sustancia moral espiritual y fuerza de
gravedad moral etérica en la que poder desenvolverse. Aprende a individualizar y encarnar las
fuerzas productoras de la sustancia etérica y el fundamento donde germinar, florecer en el
mundo etérico como resultado de la moralidad humana.
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• Fuerza formativa extraída cuando la muerte terrenal deviene vida cósmica. Estas fuerzas
están latentes en “La última cena” de Leonardo Da Vinci y las individualizamos mediante la
espiritualización e intensificación de dicha obra de arte. Cristo se unió al ser y devenir de la
tierra a través del “hecho ahrimánico de Judas” y convirtió la muerte en fuente de nueva vida,
transformando para siempre la esencia íntima de la Tierra. Conduce a la vida eterna cósmica
mediante la transformación de la muerte terrenal.
• Fuerza formativa extraída cuando la corriente de vida eterna, que fluye desde el cosmos hacia
la tierra en el nacimiento a la vida terrenal, deja de ser muerte cósmica para ser continuación
de la vida eterna a través de la encarnación terrenal… y esta fuerza formativa se extrae de la
espiritualización e intensificación de las fuerzas latentes en la Madonna Sixtina de Raphael.
Toda obra de arte en la tierra se transforma en lenguaje espiritual. Esta habilidad ha de ser activa
e incesantemente creada, como toda capacidad en el mundo suprasensible. Por ejemplo, cada
uno de los 12 apóstoles de “La última Cena” constituye un filamento formativo espiritual único en
la completa composición espiritual del lenguaje espiritual que aprendemos. Aprendemos cómo
diferenciar, asimilar, asir de forma independiente cada uno de ellos y colocarlos en múltiples
combinaciones entre ellos. A través de esta práctica llegamos a conocer y poder utilizar aspectos
y constelaciones de dicho lenguaje espiritual. “La última Cena” junto con la “Madonna” son
nuestra partitura viva, animada, audio-visual articulada del lenguaje espiritual. Hablando
cósmicamente, cuanto más aprendemos a oír y hablar este lenguaje espiritual, más podemos
descifrar y articular a los seres espirituales activos en el sol, en los planetas y en las doce
constelaciones del zodiaco, y la infinitamente diversa conexión con la Tierra.
En el sacramento terrenal, las fuerzas formativas del vino y del pan (fuerzas condensadas en lo
físico procedentes de lo espiritual) son nuevamente espiritualizadas: y el fruto de la
transubstanciación deviene, en el mundo espiritual, la fuerza que sustancia y condensa materia
etérica, cuerpo etérico y vida etérica no sometida a las fuerzas de gravedad terrestre ahrimánicas.
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El nuevo plumaje del Fénix.
Sigue siendo difícil entender lo que quiere decir aquí por “caminar” en el mundo etérico. Lo
asemeja a “volar” y los órganos para desplazarse son “alas”. El desplazamiento en el mundo
etérico no es un desplazamiento físico, sino un “devenir” y “ser”. No hay separación, el
movimiento, en realidad volar, es un “llegar a ser” aquello a lo que quieres llegar… y llegas
cuando “eres”. Pero este “ser” no es algo que se alcanza y ya está, se “es” constantemente, en
constante actividad (como fuerza formativa). Por eso las alas tienen ojos en el arte religioso que
representa a los seres espirituales, porque ver algo es llegar a ser ese algo y cuando “vuelas
hacia ese algo” el lugar al que llegas es el estado actual de tu devenir etérico.
Aquellas almas humanas capaces de oficiar en este templo, son capaces del mayor sacrificio de
amor, encarnando nuevamente en la Tierra con la misión de transformar el mal. Con tesón y
templanza, son portadores de la “herida del mal” que ofrecen en el altar del templo Tierra-Sol
para su redención, espiritualización y transformación en un futuro bien superior.
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Intercambio de esencia con el origen cósmico.
¿Podría ser que algo de suma importancia tenga lugar en la actualidad y que
los seres humanos no sean conscientes?¿Podría esta ocurriendo algo de
tremenda importancia para el mundo, justo ahora, de lo que nadie tiene el más
mínimo presentimiento? Así es. Algo sumamente importante está teniendo
lugar y es perceptible, aunque sólo para la visión espiritual.
La ciencia espiritual adquiere así un sentido totalmente distinto. Adquirimos
una gran responsabilidad, pues nos prepara para el hecho concreto de la
reaparición de Cristo. Cristo se hará nuevamente visible porque los seres
humanos se elevarán hacia El en visión etérica. Cuando seamos conscientes
de esto, la ciencia espiritual se convertirá en una preparación para los seres
humanos en el retorno de Cristo, de forma que no tengan la desgracia de
dejarlo pasar este gran evento sino ser maduros para captar el gran momento
que podemos describir como la segunda venida de Cristo. El ser humano será
capaz de ver cuerpos etéricos, y de entre estos cuerpos etéricos será capaz de
distinguir el cuerpo de Cristo; esto es, amanecerá a un mundo en el que Cristo
será visible a sus facultades despiertas recién adquiridas.
Que la ciencia espiritual no sólo satisfaga nuestra curiosidad, sino que sea
preparación para las grandes tareas, las grandes misiones de la humanidad
para las que debemos capacitarnos de forma cada vez más plena. (25 de enero
de 1910, GA118)
Es la fuente de toda creatividad cognitiva, estética y moral humana en la tierra. Recordemos que
nuestro cuerpo etérico toma sustancia y cuerpo mediante los hechos de amor y sacrificio
humanos. Constituye el puente que conecta el cielo con la tierra y con la vida por debajo de lo
físico.
Debemos tener en cuenta que un “encuentro” en el mundo espiritual es “comunión”. El otro ser
verdaderamente está en mí, y yo estoy dentro del otro ser. Cuando me hago consciente de su ser,
es su esencia y devenir en mí y a través mío. Podemos intentar humildemente ser la afirmación
del YO SOY; pero sólo podemos devenir YO SOY, en primer lugar, si derrama en mí Sus fuerzas
desde lo más íntimo de Su corazón espiritual. Es YO SOY puro que atrae a todo Yo hacia sí para
Ser verdaderamente. Por tanto, podremos devenir palabra, o tan sólo sílaba, o incluso simple
movimiento sólo tras recibir la “invitación” a SER. Las fuerzas necesarias para llegar a YO SOY se
obtiene a través de la gracia y debemos esperar con humildad y paciencia a que se nos conceda.
Y cuando esto ocurre… podremos “hablar” la palabra verdadera que esta gracia conlleva. Y esta
palabra es: “Tú Eres”. Y sólo tras este acto de devenir podremos añadir: No “Yo” sino “Tú”, el
Otro —el YO SOY— en mí. Esta asimilación y auto-transformación, este devenir en la semejanza
íntima de la Imaginación de la fuente es la esencia de la comunión espiritual —comunicación. Las
fuerzas de devenir-Otro, de metamorfosis, fluyen hacia nosotros desde el ser del Cristo y sólo
podemos articular y pronunciar en tanto que Él es nuestro devenir-transformador de la
Imaginación de Su semejanza. Y al pronunciar la palabra “Tú eres” devenimos pura esencia de
DEVENIR. O sea, el hecho de que devenimos la semejanza de la Imaginación de la esencia del
“Tú eres” significa que devenimos aquello que primero hemos recibido, y que ahora devolvemos.
O sea, devolvemos la fuerza del devenir eterno, el don del ser eterno de Cristo hacia la tierra y
hacia la humanidad de nuestra época.
Pone el ejemplo de de la meditación que Mabel Collins nos dejó en su libro “Luz en el Camino”.
Ahora, en el mundo etérico, cuando nos situamos cara a cara frente al Yo Superior, pronunciamos
el “Tú Eres” mientras experimentamos el ser espiritual verdadero del Yo Superior. Y su verdadero
ser es “devenir” y Su gracia es para nosotros el don de “devenir”.
Tú eres,
mi “Yo” deviene más radiante que el Sol
Tú eres,
Mi “Yo” deviene más puro que la nieve,
Tú eres,
Mi “Yo” deviene más sutil que el éter:
Tú eres,
Mi “Yo” deviene YO
Tú eres,
el Espíritu en mi corazón.
Sentimos honestamente que mediante la Imaginación de Cristo en nuestro “Yo”, el “YO SOY”
deviene en nosotros el devenir de nueva vida solar, luz y amor. Y ofrecemos esta esencia al ser
del Cristo como el fruto del sacrificio de Su vida, sembrada en nuestra vida y devenir humano-
terrestre como gracia, como don.
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Y ahora sentimos cómo Cristo acepta nuestra ofrenda, cómo deviene nuestro yo inferior y al
hacerlo penetra y redime todas nuestras fuerzas humanas, y por Él nada en nosotros —incluso
nuestros vicios más básicos y repugnantes y nuestras tendencias y maldades— pueden ser
transformados mediante Sus fuerzas en futura semilla de vida solar. Así comprendemos que
cualquier vida inferior es tierra fértil donde sembrar la semilla de Su futura vida solar. Somos
compost de una tierra fértil y El es quien planta Su semilla que dará increíbles frutos de vida
superior, abundantes frutos de belleza, bondad y verdad, si seguimos los pasos de Su ejemplo.
Cuando el Yo Superior deviene yo inferior, y el yo inferior deviene las fuerzas de devenir del Yo
Superior, ambos convergen e intercambian su mutua esencia como el ritmo de la respiración y
circulación. En el mundo etérico usamos estas fuerzas de intercambio mutuo para devenir,
etéricamente hablando, un cáliz etérico terrenal que pueda albergar los extractos solares más
puros de esta gracia. Podemos volver ahora a nuestra vida terrenal, a sus responsabilidades y
tareas, con la fuerza de la semilla de la esperanza, el amor y la fe. Y rogar que seamos dignos de
cultivarla correctamente en nuestros corazones humanos, en nuestras mentes y en nuestros
hechos; deviniendo compost en un suelo fértil humano; y cuidadores de la nueva semilla solar en
las tareas más pequeñas y más grandes de la humanidad de nuestra época.
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