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YOGA COGNITIVO.

Autor: Yeshayahu (Jesaiah) Ben-Aharon

Titulo: Cognitive Yoga. Making Yourself a new Etheric Body and individuality.

Editoria: Temple Lodge —www.templelodge.com—

Año de publicación: 2016

ISBN 978 1 906999 96 4

Este trabajo no pretende ser una sustitución de la lectura del libro, porque el libro es mucho más
rico y profundo… y ocurre como con la Filosofía de la Libertad… que su lectura ha de venir
acompañada de una actividad interior. Así pues, este trabajo es mi esfuerzo personal por penetrar
en el libro, nada más. Albert Llorca.


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INDICE DE MATERIAS

El Ciclo vital de la respiración etérica. 5

Los componentes de la cognición ordinaria. 6

Los componentes básicos de la cognición: La representación. 6

El deseo de conocer. 6

Conocer es aniquilar. 7

Los componentes de una representación. 7

Descubriendo el cerebro. 7

Inhalación y exhalación etérica. 7

Inhalación corporal. 7

El mecanismo cognitivo-emotivo-metabólico (MCEM) 8

Exhalación etérica. 8

El tesoro más preciado: la individuación. 8

Eterización de la vista. 9

Respiración del color. 9

Primera Etapa: separando la cualidad “rojo” del objeto. 9

Segunda Etapa: “enamorándose del rojo” 10

Tercera Etapa: la cualidad se convierte en intensidad. 11

Cuarta Etapa: la intensidad deviene revelación del mundo etérico 11

Algunas observaciones científico-espirituales 12

Quinta Etapa: intercambio esencial cuerpo-mundo. 12

Sexta Etapa: el impenetrable umbral del cuerpo. 13

Eterización del Pensar. 14

La lección espiritual de la Muerte. 15

El Hecho del pensar cósmico. 16

La metamorfosis tri-partita del pensar cósmico. 16

De vuelta a nuestros sentidos. 17

Eterización del Olfato. 18

Primer paso: De la cualidad a la Intensidad. 19

Segundo paso: de la intensidad a la fuerza del mundo etérico. 19

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Tercer paso: Uniendo las dos corrientes etéricas. 20

Cuarto paso: Resonar de las fuerzas etéricas. 21

Quinto paso: Actividad etérica cerebral. 21

Sexto paso: Imaginación en la actividad etérica cerebral. 22

Séptimo paso: La actividad etérica del corazón. 23

Nacimiento de un nuevo cuerpo etérico. 24

Atravesando el umbral inferior. 24

Fecundación mutua entre el cuerpo etérico y el mundo etérico. 26

El cuerpo etérico Hombre-Mundo. 27

Reverso de la Pubertad. 27

Reverso de la Separación de los sexos. 27

Nacimiento de una individualidad etérica. 28

Erigiendo el Yo Espiritual. 29

Morir y Devenir. 31

Construyendo un Hogar. 32

La Herida 32

Propagación Espiritual. 32

Nacimiento Etérico ígneo. 32

Infancia de la Individualidad Etérica. 33

La encarnación inversa. 33

En el Jardín de Infancia. 34

Primer año: Aprehendiendo el pensar cósmico. 34

Segundo año: Aprendiendo el lenguaje cósmico. 34

Tercer año: La postura erguida cósmica encarnada. 35

Cuarto año: creación de la gravedad moral y su soporte. 36

Intercambio de esencia con el origen cósmico. 37

Intercambio mutuo de esencias. 37

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El Ciclo vital de la respiración etérica.
En nuestra vida cotidiana, no somos conscientes del “acto de conocer”. La representación es la
sedimentación de las fluyentes fuerzas formativas libres que circulan por el extenso mundo
etérico. Para conocer, primero debemos “representar”. Somos inconscientes del proceso de
“sedimentación” o por decirlo con otras palabras, no somos conscientes del “acto de conocer”.
Pensamos que la realidad que conocemos y que nos representamos, es TODA la realidad, la
realidad completa… y no somos conscientes de que nuestra representación es una sombra de la
fluyentes fuerzas etéricas libres, plenas de vida. “Lo que experimentamos no lo conocemos y
conocemos lo que ya no experimentamos”.

Un punto crucial, sin el cual no podremos avanzar, es la experiencia del PENSAR como actividad
espiritual: “El pensar es producido en la mente humana como un proceso del mundo y no está
separado de él… Nuestra organización espiritual es tal que para cada cosa de la realidad, los
elementos correspondientes, nos llegan por dos lados: el percibir y el pensar… Esta separación es
un acto subjetivo, condicionado por el hecho de que nosotros no somos idénticos al proceso
universal, sino un ser entre otros seres… el pensar no es subjetivo; ni subjetivo ni objetivo. El
pensar crea estos dos conceptos. El sujeto no es sujeto porque piensa, sino que se aparece a sí
mismo como sujeto gracias al pensar.” Filosofía de la Libertad, Cap.5

El Yoga Cognitivo consiste en descomponer la “representación” en sus elementos básicos


polares: el pensar y la percepción sensorial. Podemos separar la inhalación de nuestras
percepciones sensoriales de la exhalación de nuestro pensar, así como el Yogui separa la
inhalación física de la exhalación física que le encadena al cuerpo y de esta forma experimenta la
esencia anímica espiritual e imperecedera. La intensificación de cada uno de estos dos
elementos nos conducirán al “pensar puro” y a la “percepción pura”.

La práctica del Yoga cognitivo consiste en esto: intensificar la percepción y el pensar de forma
que aprendamos a “respirarlos”, a inhalarlos y exhalarlos según lo requiera nuestra investigación
científico espiritual.

Esto tiene una implicación ulterior: El Pensar Puro es un proceso del mundo —no separado de él,
que impregnado de la actividad espiritual humana adquiere un aspecto superior NUEVO que
antes no tenía y que el mundo necesita: las fuerzas auto-conscientes del Yo. Estas fuerzas auto-
conscientes del Yo residen en la cognición humana y fluyen como fuerza etérica desde la
voluntad, armonizadas en el corazón con las fuerzas del pensar, hacia el ser esencial de la tierra,
aportando luz, vida y calor. Mediante la intensificación de todas las fuerzas anímicas y actuando a
través del ser humano, la vida se hace auto-consciente como libre actividad rítmico-creativa.

La práctica del Yoga cognitivo tiene sus raíces en el Hecho del Gólgota. Pues la unión de Cristo
con la Tierra es la fuente de luz, calor y vida que fluye e impregnan la atención amorosa, la
entrega desinteresada y la verdadera actividad creativa en los hechos humanos. Las fuerzas de
cognición humana espiritual, que fluyen de la voluntad, del corazón y del pensar eterizados y
armonizados, se unen con el ser solar espiritual de la misma tierra, para llegar a ser fuente de
recursos y contribuir con renovadas fuerzas vitales, que reemplazarán los ahora decadentes
recursos naturales terrestres.

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Los componentes de la cognición ordinaria.
¿Qué ocurriría si dejáramos penetrar a las corrientes sensoriales
externas de percepción en nosotros; a la luz como color en el ojo, como
calor en nuestro sentido del calor? ¿Qué pasaría entonces en nosotros?
Debemos tenerlo claro, en nuestro estado de consciencia despierta no
permitimos al mundo penetrarnos tal cual. Aunque de forma ingenua
elaboremos ideas en nuestro pensar, oponemos dicho mundo de ideas
contra las corrientes de sonidos, colores, olores, gustos… que intentan
penetrar. Ya ven, si nos abriéramos totalmente al mundo de las
percepciones sensoriales, habríamos vivido como seres humanos en
nuestro cuerpo etérico y con el cuerpo etérico en un mundo etérico, si
viviéramos en un océano etérico como seres etéricos, nunca
habríamos adquirido la consistencia que actualmente tenemos en el
mundo entre nacimiento y muerte. … ¿Cómo adquirimos dicha
consistencia? Porque estamos organizados para suprimir y matar la vida
etérica. ¿Con qué la suprimimos? ¿Con qué la aniquilamos? ¡Con la
contra-corriente de ideas! … Habríamos vivido rodeados de un mundo
etérico si no lo hubiéramos aniquilado y degradado a la forma física por
medio del mundo de las ideas. (GA 198, 10 Julio 1920)

Los componentes básicos de la cognición: La representación.


Constantemente elaboramos representaciones a partir de nuestras experiencias. Combinamos y
sintetizamos experiencias por medio de nuestro pensar, y nuestro pensar selecciona imágenes de
la memoria, asociaciones y recuerdos para aplicar a lo que experimentamos en ese momento.
Nuestro pensar nos revela de forma íntima lo que experimentamos en el mundo. Pero la propia
actividad de “representar” se nos escapa, no puede ser representada, pues “es” verdadera
actividad espiritual y como tal, forma parte del mundo real. El pensar vivo, creativo, pertenece al
mundo real y no al mundo de representación.

La representación es la unidad básica de nuestra vida consciente, mientras permanecemos


inconscientes (dormidos) en la elaboración de dicha representación. Si intensificamos la atención
sobre la actividad del pensar, ralentizando conscientemente la elaboración de la representación,
advertimos la vertiginosa actividad tejedora que la subyace. No poseemos la suficiente fuerza de
cognición para mantener la consciencia despierta y atenta a dicha actividad.

El Yoga Cognitivo refuerza la intensidad de la atención para “despertar” a la verdadera


experiencia consciente de las fuerzas formativas del mundo espiritual que operan detrás de
nuestras representaciones.

El deseo de conocer.
Cuanto más practicamos la observación atenta más nos damos cuenta de que la representación
construye un mundo coherente en el que podemos despertar a la personalidad, al Yo. Pero la
elaboración de la representación es inconsciente y está motivada por un “ardiente” deseo por
conocer, explicar, fijar y poseer todas y cada una de las experiencias que realizamos en el mundo.

Para intentar penetrar “conscientemente” despiertos en dicha actividad, abrimos y ampliamos el


intervalo entre la experiencia y la necesidad instintiva a usar el pensar para nombrar, reconocer y
representar cualquier conocimiento al que aspiramos. Podemos estirar y alargar la pausa entre
experiencia y representación hasta convertirla en “tiempo puro” real y experimental.

Este ensanchamiento libera y dilata al alma en sus funciones básicas: pensar, percibir, sentir y
querer. Y de esta forma hacemos conscientes de que lo que da coherencia a nuestra
personalidad, lo que hace que el alma se unifique como persona es la actividad cognitiva.
Nuestra cognición ordinaria nos separa como seres individuales en devenir etérico-vivo del
verdadero devenir etérico-vivo del mundo y nos aísla del verdadero mundo cósmico en perpetuo
cambio, crecimiento y metamorfosis que nos rodea y penetra en todo momento.

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Conocer es aniquilar.
Para elaborar la representación y hacerla consciente condensamos dos actividades etéricas
reales (actividad sensorial y actividad pensante) y las degradamos, comprimiéndolas,
contrayéndolas y desvitalizándolas en una representación sólida, rígida y manejable. Somos
alquimistas en toda representación que realizamos a partir de cualquier experiencia, sea
sensorial, emotiva o factual.

Antes nos dimos cuenta de la incapacidad de tomar consciencia despierta de la incesante


actividad tejedora del pensar, y ahora también nos damos cuenta de nuestra incapacidad para
tomar consciencia de la incesante actividad tejedora detrás de las sensaciones perceptivas. El
cadáver de la actividad sensorial es lo que forma la representación. Porque la sensación como
actividad etérica es un verdadero ser cósmico y vivo en el mundo real etérico-vivo.

Los componentes de una representación.


En el momento en que relajamos la actividad representativa del pensar, éste deviene más vivo, y
así mismo, la sensación también deviene más viva. Centrar la atención sobre estas dos
actividades en su estado liberado de la representación es el siguiente paso del Yoga-Cognitivo.
Sin embargo, aun es importante balancear entre la cognición ordinaria representativa y la nueva
cognición en ciernes para no perdernos en el mar inconsciente de fuerzas etéricas vivas.

Descubriendo el cerebro.
En cuanto ensanchamos la brecha entre la actividad sensorial libre y el pensar puro libre, éste
último deja de estar ligado al cerebro físico. Esta actividad, liberada de la formación de
representaciones, puede unirse a la corriente de actividad sensorial externa fuera del cerebro, y
experimentar la vida cósmica etérica en la que estamos sumergidos inconscientemente todo el
tiempo. Y de esta forma descubrimos que en el mundo físico, los procesos corporales y mentales
están íntimamente ligados: la parte muerta del cerebro produce las representaciones mentales
abstractas con las que nos individualizamos como personalidad en el mundo físico de materia y
energía que podemos manejar y utilizar.

Descubrimos que las fuerzas formativas etéricas que crean el cerebro, que actúan en él, no están
localizadas en el organismo físico, sino en el entorno cósmico, a la vez, tan cerca y tan lejos. Un
descubrimiento más profundo sería: los seres divinos y las fuerzas más sublimes han creado el
instrumento más perfecto para el conocimiento terrenal, que a su vez, ha de destruir esas mismas
fuerzas creativas para permitir la libertad humana.

Inhalación y exhalación etérica.


Como dijimos antes, la actividad cognitiva representativa proporciona el suelo firme sobre el que
edificamos nuestra personalidad frente al mundo. Si descomponemos la actividad cognitiva en
viva actividad sensorial y actividad pura del pensar descubrimos la resistencia que oponen las
fuerzas de cohesión de la personalidad que no quiere perder dicho suelo firme.

El cuerpo físico (sistema neuro-sensorio) es el responsable de la paralización y aniquilación de las


fuerzas cósmicas que proviene desde tres direcciones distintas: las alturas cósmicas, las
profundidades corporal y terrenal; y la rítmica trayectoria expansiva de las vastedades
planetarias. Por una parte experimentamos conscientemente lo inferior, cuando profundizamos en
lo corporal, en las emociones, deseos e inclinaciones o instintos corporales, y por otro lado
experimentamos la tentación que proveniente de la liberación y eterización del pensar y de la
sensación, que nos eleva a lo superior. Este proceso de inhalación y exhalación anímico espiritual
expande nuestro ser en todas direcciones.

Inhalación corporal.
En la medida en que abrimos y ampliamos la distancia entre la experiencia y el pensar, por dicha
brecha van apareciendo la oculta necesidad de aniquilar al mundo espiritual para poder
“conocer” y consolidar nuestra realidad. Y enfrentarnos a la fuente de estos instintos requiere
coraje moral.

Experimentamos una poderosa fuerza corporal, semejante a la fuerza eléctrica, que controla
nuestro cerebro y sistema neuro-sensorio sin cooperación alguna de nuestra voluntad consciente.
Si somos lo suficientemente fuertes como para mantenernos despiertos en la esfera de la cabeza,

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podremos experimentar conscientemente las fuerzas de deseo-astral que controlan la vida
corporal de nuestro metabolismo.

El mecanismo cognitivo-emotivo-metabólico (MCEM)


El mecanismo cognitivo-emotivo-metabólico (MCEM) es la verdadera naturaleza instintiva de la
fuerza anímico-corporal que atrapa, destruye y asimila las fuerzas y los seres del mundo
espiritual.

Un verdadero auto-conocimiento destaparía la otra cara del aniquilamiento: el disfrute ilimitado


de auto-gratificación, intensificación desmesurada de auto-disfrute y endurecimiento del propio
ego que produce el placer de comer y consumir el mundo para enriquecernos y ser más fuertes.
Debemos hacer nuestro este conocimiento descorazonador para adquirir la fuerza necesaria para
superar esta situación desde nuestra libertad.

Exhalación etérica.
En la medida en que surfeamos sobre la ola de exhalación de la actividad sensorial libre y el
pensar puro, nos adentramos en el verdadero mundo de continuo cambio y devenir, de continua
transformación y metamórfosis, que es el viviente mundo etérico-espiritual. Ambas corrientes —la
actividad sensorial libre y la actividad cognitiva pura— tienen el mismo origen. Nuestro cerebro
las separa en dos corrientes, una que fluye a través de los órganos sensoriales y otra a través del
pensar ligado al cerebro. Pero fuera del cerebro, ambas confluyen y devienen una. El origen
pulsante y rítmico de la vida cósmica se sincroniza así con el corazón humano en armonía.

Y surge la tentación de expandirnos en dicha vida que nos llena de gozo. Sólo si moralmente
intensificamos nuestro amor y responsabilidad por los valores y la belleza de la vida terrenal y
corporal, estaremos en posición de resistir dicha tentación. Porque la Tierra esconde un precioso
tesoro: la libertad y el amor que sólo podemos alcanzar si extraemos, eterizamos y hacemos
nuestro lo que significa ser verdaderamente humano. Esto es lo que podremos llevar con
nosotros en la exhalación de la actividad humana en los espacios cósmicos.

Y en la misma medida que inhalamos y descendemos en lo corporal, por otra parte, exhalamos y
nos expandimos fuera del cuerpo. Son ambas caras de un mismo proceso espiritual de
crecimiento y desarrollo. Cuanto más profundo penetramos en la inhalación de nuestras
percepciones y podemos alojar su esencia eterizada en el interior del cuerpo, más podemos
expandirnos en la exhalación del pensar fuera del cuerpo, y viceversa.

Es más, advertimos que lo que encontramos en el interior del cuerpo no es más que la
metamorfosis invertida, condensada, contraída y reflejada de lo que está expandido en el mundo
cósmico-etérico, y vice versa.

En esto consiste el respirar etérico, una respiración de devenir, conscientemente inhalar y


encarnar mas profundamente en el cuerpo por una parte, conscientemente exhalar y excarnar en
el mundo tejedor espiritual. Y en tanto que más intensificamos dicha polaridad, el punto medio de
los espacios etéricos reverbera con los ecos sutiles del mundo del corazón.

El tesoro más preciado: la individuación.


En el mundo espiritual no existe nada parecido a la individualidad. Esto significa que no existe la
“libertad” tal y como la conocemos en el mundo físico. La libertad es una conquista insólita en el
devenir cósmico, que sólo es alcanzable en la Tierra. Y con la libertad, el amor adopta una
significación superior.

El proceso de individuación limita la vida cósmica del mundo y del ser humano, permitiendo
distinguir así un mundo lleno de seres y objetos claramente bien delimitados; y a su vez,
permitiéndonos desarrollar la capacidad consciente de conocer el mundo y otros seres; y de ser
conocidos, y lo más importante de ser auto-conscientes.

La individualidad es una conquista en el devenir cósmico que deja una gran deuda en su
acontecer. La deuda, por otros acarreada, de auto-gratificación como consecuencia del
desarrollo egoico del Yo (o EGO). Ser un verdadero ser humano significa tomar plena
responsabilidad moral sobre las fuerzas que han hecho posible este egoísmo.

Existe la posibilidad de rechazar las fuerzas que han hecho posible este egísmo, negándolas y
adentrándonos más en ellas, o huir de nuestra responsabilidad de transformarlas alejándonos de
forma naive de todo lo que implique ego o egoísmo.

No podemos transformar aquello que rechazamos. El Impulso de Cristo consiste en encontrar al


Verdadero Yo transubstanciando las fuerzas caídas en el proceso de construcción del Ego. No
adentrarse en ellas, ni huir de ellas, sino espiritualizarlas y elevarlas.

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Comenzamos con la espiritualización de las fuerzas formativas del Yo extraídas del proceso de la
cognición humana para adentrarnos después en las fuerzas más profundas del MECM
(Mecanismo Emotivo-Cognitivo-Metabólico). Con ello pretendemos “dar la vuelta” al proceso de
individuación y llevar sus frutos al mundo espiritual. Esto significa aprehender las fuerzas de
encarnación y de excarnación. Las fuerzas que llevan a la encarnación son las fuerzas del Karma.

Eterización de la vista.
La eterización de la sensación (o la capacidad de inhalar en el cuerpo la fuerza formativa viva
sensorial exterior) y la eterización del pensar (o la capacidad de exhalar la fuerza formativa
cognitiva, responsable de la formación del Yo, fuera del cuerpo) son las siguientes etapas del
Yoga Cognitivo.

Se oponen fuerzas inconscientes que tienen su origen en sentimientos y deseos ocultos en lo


profundo de la voluntad. Si con una verdadera disposición y devoción nos iniciamos en las
siguientes etapas del Yoga Cognitivo, las fuerzas liberadas del MECM1 ocultas en lo profundo de
nuestro organismo volitivo, se pondrán a nuestra disposición para avanzar en la purificación,
liberación, intensificación y espiritualización de las cualidades sensoriales exteriores.

Comenzamos con la eterización de la sensación. La primera etapa consiste en la separación de


una “cualidad sensorial pura” asociada a un objeto. Estas cualidades sensoriales pueden ser
colores, olores, sabores, sonidos, sensaciones táctiles, así como grados de calor o frío. Una vez
separada, nos centramos en dicha cualidad sensorial pura... accediendo a la fuerza subyacente
que la forma. La cualidad pura de las percepción sensorial deviene transparente a la verdadera
fuerza formativa del mundo que actúa a través de ella en nuestro cuerpo, moldeando, dando
forma, y nutriéndolo, principalmente hasta la pubertad. Si dejamos penetrar la fuerza formativa
del mundo en las profundidades de nuestro cuerpo, las potenciales fuerzas formativas latentes en
lo profundo de lo corporal responden en resonancia. Estas fuerzas formativas latentes en lo
profundo de lo corporal son las fuerzas etéricas formativas más puras de la infancia humana
custodiadas en lo profundo del cuerpo, inaccesibles a las influencias ahrimánicas o luciféricas.
(Fuerzas natánicas). Estas fuerzas son el fundamento etérico de nuestra existencia espiritual
separada del cuerpo físico.

Respiración del color.


Comenzamos con la respiración de los colores y de la luz porque entre todos los órganos de
percepción, la vista es intermedia entre los órganos propioceptivos más inconscientes y los
super-conscientes órganos de percepción del otro.

Todos los demás órganos de percepción son mucho más difícil de liberar de la influencia de la
representación, emoción, hábitos e instintos. El MCEM inhibe la poderosa influencia sensorial que
anularía la consciencia humana en el momento en que impactara contra nuestro organismo. En el
caso de la luz y el color es distinto. Vivimos rodeados de luz y color pero en la vida diaria nos
movemos por el espacio ejerciendo nuestra libertad. Cuando oigo un sonido, por ejemplo, pierdo
inmediatamente mi —relativa— libertad. Sin darnos cuenta, el MCEM elabora un nucleolo
cohesionado de elementos anímicos y cognitivos que elabora una representación más o menos
consciente. Y esto ocurre con todos los sentidos, siendo la vista el mas liberado de ello.

Al mismo tiempo, los órganos de percepción superiores, del Yo ajeno, la palabra ajena y el
pensamiento ajeno; son tan difícil de bajar hacia la cognición ordinaria, como difícil es el subir a la
consciencia los órganos de propiocepción más corporales.

Primera Etapa: separando la cualidad “rojo” del objeto.


La primera etapa en el desmontaje de la representación es concentrar nuestra atención en el
color, y descartar el objeto al que se asocia. Requiere gran fuerza cognitiva separar la cualidad
pura sensoria del objeto y superar así las representaciones y asociaciones que el objeto nos
sugiere.

Resulta difícil mantener la atención en la cualidad sensoria pura “rojo” sin que nuestra mente se
retrotraiga al objeto que la aloja, apareciendo así representaciones y asociaciones con objetos
similares o de la categoría “rojo”. Mantener activa la atención sobre la cualidad pura sensoria
requiere un constante esfuerzo (fuerza vital) por nuestra parte. La duda que se plantea ahora es:

1 ¿Se refiere aquí a los ejercicios del Octuplo sendero del Budha?
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si se requiere un constante esfuerzo de mi propio sujeto para mantener la atención sobre la
cualidad sensoria pura… ¿Qué relación hay entre dicha atención y la esencia pura sensoria
exterior? Y la respuesta la encontramos en La Filosofía de la Libertad: la fuerza vital propia que
donamos en mantener la atención devuelve al ser del otro (al ser del “rojo”) su propio ser
esencial.

¿Cómo es posible que Yo pueda devolver la esencia al Otro? Según Ben-Aharon el Otro —el
“rojo”— se ha dado a sí mismo desde el inicio de mi existencia en el mundo —donación que yo
“utilizo” para mi propio beneficio— y que cuando a través de mi atención desinteresada fluye
desde mí hacia el objeto —el Otro, éste recupera su esencialidad, no la original, sino intensificada
por mi atención amorosa. Esta es la unión moral cognitiva entre el Otro —el rojo— y Yo. Hacer
consciente que “gracias al Otro, nosotros Somos”, y como resultado de la interiorización de este
conocimiento, devolver lo recibido a través de nuestra “atención amorosa” o devoción hacia la
verdad y esencia del Otro, es el fundamento cognitivo moral de toda experiencia espiritual.
Experimentamos que nuestra atención consciente ya no reside en la imagen reflejada alojada en
nuestro interior auto-consciente —utilitarista, sino que vive en el Otro —en el ser rojo.

Según la FdL, el pensar es una actividad espiritual “real” y universal. El pensar es producido en la
mente del ser humano como un proceso del mundo, y no está separado de él. En el mundo, la
cosa y su esencia no están separadas… pero para nuestra percepción están separados —
liberados— del acontecer universal y por ello debemos de aprender a conocer la esfera que se
halla fuera de nuestro propio ser por medio del pensar que, desde el universo, penetra en
nosotros. El concepto —la esencia—es lo que percibimos —gracias al pensar— desde dentro, no
desde de afuera —percepción sensoria.

Segunda Etapa: “enamorándose del rojo”


Nuestra consciencia ordinaria está ligada a las representaciones que hemos elaborado a o largo
de nuestra biografía, en nuestra experiencia con el mundo exterior. Estas representaciones están
ligadas a nuestro cuerpo físico, al momento histórico y al lugar en el que habitamos. Cuando
pronunciamos la palabra “Yo” amasamos todo este conjunto de experiencias y representaciones
en una identidad unitaria, separada del mundo. Nuestra identidad, que antes de nacer estaba
ligada por completo al mundo del espíritu, se separa después de nacer al establecer contacto
entre “nuestro” cuerpo y el mundo. Y el mundo, que como vimos antes, no está separado del
espíritu, nos aparece a la percepción como un mundo de seres, objetos y fuerzas, independientes
de mí.

Este mundo exterior realiza un gran sacrificio ante nuestra presencia. Se nos presenta a la
percepción como vacío de sí para que seamos nosotros los que, a través del acto de conocer, les
devolvamos su propia esencia. Como explica Ben-Aharon, se presentan “vacíos de sí” porque al
enfrentarnos al mundo por primera vez (al nacer) ellos nos han investido, desde adentro, con su
propia esencia. Este regalo nos permite “utilizar” el mundo a nuestra conveniencia, porque el
mundo ha derramado su esencia en nuestro ser. Pero si intensificamos el conocimiento (el acto
de conocer) hasta el punto de desarrollar las fuerzas de devoción y amor por la verdad,
devolveremos al mundo su propia esencia, intensificada (potenciada) por nuestra propia esencia.

“… las fuerzas interiores que extraemos de nuestro propio ser para iniciar e
impulsar este proceso de donación voluntario, ofrecen al rojo algo que con
anterioridad él mismo nos regaló. Nuestro mas puro amor y devoción hacia
este regalo nos permite ofrendar al rojo nuestras propias fuerzas como
presente libre e individualizado; y ahora el rojo, habiendo asimilado y
potenciado nuestro presente, se configura nuevamente. La clave es
experimentar la intensificación de este ritmo en espiral, la intensificación del
intercambio muto entre el rojo objetivo dado por el mundo, nuestra devoción
objetiva hacia el regalo del mundo, y nuestra potenciación del presente a través
de nuestro amor a lo recibido a lo largo de nuestra biografía. Como
continuación a nuestra ofrenda de gratitud, no perdemos de vista su recepción
y posterior intensificación por el mundo; aquí hacemos presente al rojo como
un ser real del mundo real. El rojo revela su ser ante nosotros, una vez mas,
como donación, pero ahora “nosotros” estamos unidos en este ciclo de
intercambio mutuo, hemos devenido uno con las fuerzas del rojo y nuestra
experiencia del rojo.”
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Este devenir uno con las fuerzas de rojo expande mi auto-conciencia fuera de los límites de mi
cuerpo, y libera las representaciones asociadas a él.

Tercera Etapa: la cualidad se convierte en intensidad.


El ser humano se ha separado del devenir cósmico. Puede “usar” el mundo a su conveniencia.
Con ello, es libre de satisfacer deseos y pasiones distintos a las intenciones originales de lo que
significa ser humano. Las fuerzas originales puramente humanas son las fuerzas de devoción y
amor que puentean el abismo entre el devenir humano y el devenir cósmico.

Traduzco una referencia a Rudolf Steiner:

Cuando la capacidad perceptiva sea nuevamente devuelta a lo anímico,


debemos haber establecido un punto de encuentro, y en dicho punto de
encuentro emergerá la voluntad humana… Entonces habremos, al mismo
tiempo, alcanzado el elemento objetivo-subjetivo que Goethe tanto añoró.
Tendremos la posibilidad de aprehender, de forma sensoria, la naturaleza
peculiar del proceso sensorio humano en su relación con el mundo exterior…
En realidad, tiene lugar un proceso del alma desde fuera hacia adentro, que se
aloja en lo anímico profundo subconsciente, de forma que ambos procesos se
solapan. Desde afuera, los pensamientos cósmicos actúan en nosotros, desde
adentro, la voluntad humana emerge hacia el exterior. La voluntad humana y el
pensamiento cósmico se encuentran en este punto intermedio, de la misma
forma que el elemento objetivo y subjetivo se encontraron una vez en la
respiración. Debemos aprender a sentir cómo nuestra voluntad actúa en
nuestros ojos y cómo la actividad de los sentidos se mezcla sutilmente con ella,
estableciendo el encuentro entre los pensamientos cósmicos y la voluntad
humana. Debemos desarrollar este nuevo Yoga de la voluntad…. Esta será la
tarea del quinto período Post-Atlante; la tarea de encontrar algo en la vida
interior del ser humano que desencadene al mismo tiempo un proceso exterior.
(“La misión de la cultura de Micael y el nuevo Yoga de la voluntad, 30
noviembre de 1919)

Mi yo ordinario se desvanece (devoción y entrega) en este punto de encuentro real con el devenir
cósmico en la confianza de ser acogidos por la fuerza cósmica del mundo, que se ha revestido
de lo anímico, que siente, que quiere y que conoce a través nuestro. En el encuentro con el ser
del rojo, todo lo que tiene relación con la representación que hago de mí o de la cualidad rojo se
desvanece. El “color” del rojo deviene el color “incoloro” de la pura fuerza, intensidad y devenir
del mundo.

Cuarta Etapa: la intensidad deviene revelación del mundo


etérico
La experiencia anímica de la cualidad pura del “rojo” se localiza entre la representación subjetiva
de rojo y su intensidad objetiva real como fuerza espiritual del mundo. Goethe alcanzó la
experiencia fenomenológica-cualitativa del color en el propio alma. Rudolf Steiner la avanza a la
experiencia puramente suprasensible del ser espiritual del color. No es el alma quien aloja al color
inhalado y lo experimenta con sus propias fuerzas ordinarias, sino que el color nos exhala como
alma en la corriente externa del devenir cósmico. Ahora formo parte de la vida espiritual universal.
El alma se une al devenir del pensamiento cósmico como inicio del conocimiento suprasensible.

Así como la representación se transparentó en la cualidad del color; y la cualidad se transparentó


en intensidad del color; ahora las fuerzas del mundo espiritual comienzan a hablar a través de la
pura intensidad incolora. Hacemos consciente el fluir de las fuerzas formativas cósmicas en el
mundo y a través de nuestro cuerpo físico.

Las fuerzas externas del mundo etérico son las mismas fuerzas que moldearon y formaron
nuestro cuerpo. Esta experiencia sensible-suprasensible es a la vez espiritual y físico-corporal.

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Algunas observaciones científico-espirituales
El cerebro es un “mecanismo letal” por el que las fuerzas formativas cósmicas son aniquiladas y
transformadas en fuerzas de consciencia despierta cotidiana. Estas mismas fuerzas formativas
son las que moldearon y formaron nuestro cerebro físico durante la fase embrionaria y la primera
infancia hasta la pubertad. Cuantas más células cerebrales mueren y no se multiplican o
regeneran, más fuerzas formativas son liberadas para servir a la creciente auto-consciencia
despierta. La consciencia despierta surge allí donde está presente el tejido nervioso y sensorio a
través de la desvitalización y aniquilación de las fuerzas etéricas cósmicas.

Podemos distinguir tres corrientes etéricas:

1. la corriente etérica cósmica, puramente espiritual, inconsciente o supra-consciente que


actúa completamente fuera y alrededor de nuestro cuerpo y de nuestra cognición ordinaria.

2. La corriente polar opuesta que consiste en las exhaustas fuerzas etéricas muertas
liberadas del cerebro físico por la muerte de cada célula cerebral y tejido nervioso, para
convertirse en el componente básico de la representación mental y sensoria ordinaria. La
verdadera función del proceso físico neuro-sensorio es desvitalizar y aniquilar la intensa
vitalidad cósmica exterior en el proceso perceptivo, que tras pasar desde los ojos hacia el
nervio óptico y ser procesada en la parte posterior del cerebro, deja como remanente lo que
surge en nuestra consciencia como imagen de representación. Es el cadáver sombrío de la
fuerza creadora y formativa cósmica desvitalizada por las fuerzas aniquiladoras del cerebro
físico. Lo mismo ocurre en la experiencia pensante (porque el pensar es también un acto
perceptivo)

3. Y la corriente de fuerzas etéricas formativas responsable de la perpetua regeneración del


sistema neuro-sensorio que actúa principalmente en la sangre. Cuando la sangre aporta las
fuerzas de nutrición y regeneración, enriquecidas con los nutrientes y el oxígeno fresco de los
pulmones, y fluye hacia el cerebro, constantemente emana substancia etérica que fluye
también al cerebro. Si seguimos esta corriente sanguínea interior, descubrimos que lo que
hemos experimentado en nuestra alma como ardiente devoción y amor por la verdad, tiene un
sutil correlato físico-etérico. Libera y espiritualiza la auténtica fuerza etérica potencial en la
sangre. La corriente de fuerzas etéricas de la luz y del color en el mundo, penetrando en
nuestro organismo —por nuestra cognición activa y devoción hacia ellas — se unen con estas
fuerzas etéricas que suben hacia el cerebro desde el corazón. Este es el aspecto fisiológico-
etérico del proceso de construcción del puente descrito antes, desde el punto de vista
puramente suprasensible. En este proceso, las actividades del cuerpo, de la vida, del alma y
del Yo se unifican de la forma más íntima. A este proceso se le denomina “eterización de la
sangre”. Esta corriente “calienta e ilumina” el proceso de eterización de la percepción a
través de la purificación de nuestros sentidos, que de otra forma resultaría de algún modo
más sombría.

El fundamento para la conciencia imaginativa (la primera etapa de la investigación científico


espiritual) se basa en la reflexión de las experiencias vivas en el mundo etérico en el espejo de
nuestro cerebro físico, que ahora deviene consciente de los procesos etéricos vivos que subyace
detrás de los fenómenos físico sensorios —tal y como se describen en el Yoga Cognitivo. Ahora
el cerebro (etérico) no representa el mundo exterior a través de los sentidos como hace el cerebro
físico. El cerebro etérico refleja las experiencias que procedente desde arriba aportan una
cognición etérica despierta.

Quinta Etapa: intercambio esencial cuerpo-mundo.


Cuando dejamos que la fuerza purificada e intensificada de la luz y del color fluya a través de la
cabeza, ésta estimula la corriente eterizada de la sangre que asciende hacia el cerebro
respondiendo de forma peculiar. Estimula y despierta una latente fuerza potencial aun superior en
la sangre eterizada. Las fuerzas espirituales inconscientes alojadas en los procesos de calor de la
sangre a través de los cuales vive el Yo humano en un cuerpo físico.

La corriente de fuerzas del mundo que fluyen a través de los sentidos eterizados, de los nervios y
del cerebro (también a través de toda la piel) impacta en la corriente eterizada de la sangre que
asciende desde el corazón y una chispa del Yo intensificado enciende e ilumina las fuerzas
etéricas del mundo, y en este encender, el propio mundo etérico experimenta su propio Yo de
forma renovada. Lo que resulta es un intercambio entre el Yo humano y el Yo del mundo. Una
respiración de Yoes. El Yo humano deviene no egoico y deviene un Yo del mundo autoconsciente

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a través de las fuerzas humanas eterizadas del Yo que fluyen del corazón hacia la cabeza y a
través de los sentidos hacia el mundo. Nuestro cuerpo deviene Mundo y lo experimentamos
desde la periferia del Yo-Mundo.

Sexta Etapa: el impenetrable umbral del cuerpo.


Bajo las profundas regiones psico-somáticas (sistema nervioso autónomo) en las que se
depositan los estratos astrales biográficos correspondientes al sentido del tacto, del olfato y del
gusto, residen fuerzas vitales puras retraídas en la primera infancia de un origen altamente
espiritual.

Debemos aprender a deshacer las experiencias biográficas relacionadas con los sentidos del
gusto, del olfato y del tacto que desde nuestra primera infancia se han endurecido y conectado
de forma inconsciente, de la forma más variada con esquemas de nuestra vida ordinaria
cognitiva, emocional y conductual; con nuestros deseos y motivaciones; instintos e inclinaciones;
hábitos, reacciones y traumas.

Estos sentidos crean una zona impenetrable debido a una doble acción succionadora: desde
arriba succionan y engullen toda percepción sensoria y proceso cognitivo y la consciencia de la
formación de la representación, y desde abajo succionan las impresiones corporales puras y
transparentes provenientes de los sentidos de la Vida, del movimiento y del equilibrio. Las
amalgama y crean la apariencia del mundo físico poblado con objetos externos físicos
perceptibles por nuestros sentidos; deja inconsciente la actividad interior del cuerpo, la compacta
y la impermeabiliza. Esto provoca la representación del mundo sensorio externo como material,
de objetos separados, y también la experiencia del propio cuerpo como denso, pesado e
impenetrable.

El objetivo del Yoga Cognitivo es individuar y luego eterizar la misma individuación, el núcleo
mismo de fuerzas formativas de Yo (Fuerzas astrales de individuación). Sólo podemos alcanzar
este objetivo si conseguimos unir conscientemente las fuerzas etéricas del mundo, fluyente en
cada percepción sensoria, con las puras fuerzas etéricas de nuestro propio cuerpo, cuya
existencia y operatividad son constantemente inhibidas, individualizadas y suprimidas por las
fuerzas astrales de individuación dominantes.

De forma totalmente impersonal y a la vez íntima, debemos esforzarnos en eterizar los sentidos
del olfato, gusto y tacto y las sensaciones relacionadas, los deseos, impulsos e instintos que
vienen amalgamados en el núcleo completo del complejo MCEM.

La eterización del pensar aporta fuerzas corporales sutiles y plena consciencia perceptiva que
ayudan a aclarar las densas y profundas regiones corporales.

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Eterización del Pensar.

Resumen de lo visto hasta ahora.

Ya describimos: la descomposición de la representación en pensar y percepción sensoria, y las


primeras etapas de la purificación y eterización del sentido de la vista.

Hemos mostrado lo que ocurre cuando salimos del cuerpo y nos unificamos con las fuerzas
etéricas del color y las “inhalamos” directamente en nuestro cuerpo, sin la intercesión del pensar.
Hemos mostrado cómo hacemos conscientes la corriente de fuerzas formativas vitales que fluyen
del mundo etérico exterior directamente en, y a través, de la cabeza, esquivando los procesos
relacionados con el pensar, el representar, reflexionar, analizar, combinar, interpretar y nombrar.

Como resultado de la inhalación directa en el cuerpo de las fuerzas del mundo intensificadas, se
produce la gradual eterización de los procesos cognitivos asociados al sistema neuro-sensorio,
centralizados en el cerebro. Alcanzamos así la cognición imaginativa como primera experiencia
suprasensible del mundo etérico con el que iniciamos nuestra investigación científico-espiritual.

Pero la dificultad aumenta en la medida en que descendemos más profundamente en las zonas
intermedias e inferiores del cuerpo, y se detiene completamente cuando intentamos cruzar la
barrera del umbral diafragmático. Ese umbral está formado por la densa amalgama de
experiencias biográficas tanto conscientes como inconscientes anímico-corporales.

Y por debajo de este umbral se esconde la región alejada de cualquier experiencia consciente
donde se alojan las fuerzas de vida prístinas y puras preservadas en lo profundo, no tocadas por
ninguna experiencia personal, deseo o interés o memoria. Podemos presentir que si
perseveramos en la purificación e intensa eterización de nuestra cognición consciente,
atravesando dicha barrera, seremos merecedores de encontrar y despertar a esta “bella
durmiente” en nosotros, y estimular su potencial productivo. Sin embargo, este sueño es
profundo y, como dice la leyenda, también inducido —y protegido— por encantamientos
poderosos.

De esta forma, para alcanzar esto en la presente etapa del Yoga cognitivo, como dijimos antes,
necesitaremos ayuda desde dos fuentes:

• Primero, de la intensificación del proceso de eterización del pensar,

• y segundo, de la eterización de los sentidos medios-inferiores del olfato, del gusto y del tacto,
que son co-responsables de la creación de la barrera corporal inferior.

Por tanto, comenzaremos describiendo cómo el pensar es eterizado cuando se libera de la tarea
de formar una representación ligada a los sentidos y al cerebro y luego continuaremos
profundizando con la eterización de la percepción.

El campo de fuerzas polares creado por el entrelazado rítmico entre los procesos de eterización
de la percepción y del pensar, en continua renovación y revitalización, produce constantemente la
tensión que intensifica nuestra consciencia y la espiritualiza. Se trata de enfocar la atención
consciente alternativamente en la inhalación sensorial y la exhalación pensante.

Introducción.

¿Qué ocurre cuando centramos nuestra atención en la propia actividad de pensar en vez de
ejercer dicha actividad para sintetizar, reflexionar, representar, etiquetar o definir un objeto o
proceso tanto externo como interno? Experimentamos el etérico devenir del pensar, la fuerza
potencial que subyace y lo pone en movimiento. Nuestra vida del pensar centrada en el Yo
ordinario se libera y emerge como corriente de devenir que “exhala” más allá de los estrechos
límites del cuerpo. Esta exhalación produce en nosotros una gozosa liberación que nos incita a
buscar la fuente de la vida en las lejanías cósmicas guiados por las atrayentes fuerzas lumínicas
del cosmos. Pero no encontraremos allí la esencia de lo humano a menos que equilibremos las
fuerzas gravitatorias que vinculan el pensar al cuerpo y las fuerzas de levedad que nos expanden
en el universo. Sólo desde ahí, desde ese punto en constante calibración podemos “mirar atrás”
hacia el cuerpo y comprender otros aspectos de las fuerzas formativas que moldean y condensan
nuestros cuerpo físico y etéricos. Solo así comprenderemos el verdadero significado de la
encarnación y la individualización.

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La lección espiritual de la Muerte.
Una atención consciente centrada sobre la propia actividad del pensar revela que:

• Sin los estímulos externos o internos que constantemente alimentan nuestro pensar, éste
deviene vacío de toda fuerza o substancia.

• Nos damos cuenta de la debilidad de nuestra fuerza de atención. Con tendencia al sueño, al
letargo, incluso a la parálisis.

• Y descubrimos que en realidad, la atención está ausente hasta que cualquier estímulo la
despierte, porque la atención está ávida de estímulos. Y el mundo físico puede suministrar
dichos estímulos con fuerzas y sustancias sólo porque la atención ha sido previamente
vaciada de su propia fuerza vital cósmica.

• Podemos decir que la atención, antes de estar asociada a lo corpóreo personal, debe aniquilar
su propia vida cósmica para alojar una representación en el cerebro físico. Resulta paradójico
que el mismo estímulo que despierta el pensar a la vida externa, aniquila su vida cósmica.

• Y concluimos que el pensar, el representar, se edifica con las fuerzas muertas del pensar
cósmico, que antes estaba vivo y potencialmente creativo.

¿Es posible ejercer un pensar vivo y a la vez personal? Para que sea personal debe tocar el
cuerpo, pero cuando toque el cuerpo deviene vacío de vida cósmica. ¿Tenemos la capacidad de
resucitar a la vida cósmica un pensar que ha devenido personal?

Realicemos el siguiente ejercicio: centremos nuestra atención en la actividad pensante


cancelando toda FUTURA entrada de corriente de estímulos sensoriales externos. Para mantener
nuestra atención sobre la actividad pensante; debemos cancelar también toda elaboración
interna de asociaciones y representaciones PASADAS. Permanecemos en este PRESENTE
atemporal vacío de lo corporal que deviene “plenitud etérica”. Desde este espacio vivo
elaboramos todas nuestras primeras representaciones. Una representación es el cadáver de una
fuerza que estuvo viva y que ahora yace en la tumba de nuestra representación. Nuestro cuerpo,
nuestra persona, queda ligada a dicha representación con una capacidad limitada para
renovarse. Es lo que llamamos “individualización”. Podemos ser capaces de mantener la atención
en el presente atemporal donde por primera vez una representación aniquiló las fuerzas vitales
para incorporarse a nuestra personalidad. Podemos observar de forma suprasensible la
aniquilación del pensar. Sólo desde esta experiencia podremos generar las fuerzas necesarias
para rescatarla de la muerte.

Debemos penetrar en el sepulcro de nuestro pensar con serenidad y asir las fuerzas de muerte.
Ser capaces de permanecer lúcidos, templados y objetivos —cualidades generadas en la
práctica de la Filosofía de la Libertad. Permanecer enteros y compuestos en el “lugar de la
calavera”, sin desear, debido a la angustia y la asfixia, que nueva vida la penetre renovándola de
nuevo para nuestra salvación. Si ha de aparecer nueva vida, somos nosotros quien la debemos
crear. Si alcanzamos este estado, emerge ante nosotros una presencia desde el interior del
sepulcro que se auto-genera, auto-reviste e individualiza con lo que queda del pensar.

Quedan al descubierto las fuerzas formativas encargadas de la desvitalización de la vida cósmica


y la formación de nuevas representaciones. Avida de nuevos estímulos externos e internos, es
forzada a abstener su actividad formadora de nuevas representaciones. Esta fuerza del intelecto
(cuyo origen se separó de la propia vida cósmica) no deviene consciente pues actúa
constantemente en la elaboración de la representación y queda así amortiguada y oculta detrás
de ésta. Está oculta detrás de nuestro deseo por conocer y explicar todo desde el punto de vista
materialista. El pensar cotidiano sólo está interesado en la representación y su utilidad para el
desenvolvimiento óptimo en la vida exterior. Las fuerzas que la hacen posible permanecen
ocultas detrás de la imagen acabada que dirige nuestro deseo y nuestra voluntad hacia el objeto
que necesitamos y utilizamos. Estas fuerzas formativas sostienen y forman nuestra consciencia y
nuestra cognición ordinaria pero no se muestran a la propia cognición. Se entrelazan en el
producto mental y la elaboración de la representación, permaneciendo así invisibles.

Ahora que no poseen ninguna esencia ni substancia tanto mental como sensorial, su ardiente
deseo astral por aniquilar toda vida cósmica con el afán del conocer materialista, queda
suspendido en la oscuridad, desnudo, como fuerzas de muerte en el cerebro. Queda el esqueleto
de un pensamiento. Es el Golgotha de todo ser humano individual.

En medio de estos dos mundos, entre la moribunda luz de la cognición sensorial basada en la
representación cristalina y muerta; y la luminosa corriente vital de cognición cósmica, todavía en
un estado potencial, las fuerzas de muerte (fuerzas de aniquilación) devienen re-animadas y
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revitalizadas por nuestra propia actividad. Esta nueva vida en las fuerzas aniquiladoras tienen un
sello muy especial, el sello personal de nuestro proceso de individuación, o de muerte. Por
medio de nuestra propia actividad, las fuerzas cósmicas originales robadas y convertidas
en fuerzas de aniquilación, son resucitadas pero ahora con el sello de nuestra
individualidad. Es el origen de la actividad espiritual del Yo; el origen del “Yo Espiritual”.

Esta nueva vida del esqueleto del pensamiento etérico muerto que hemos experimentado con el
cerebro etérico será el punto de anclaje con los mundos espirituales. Realizará en los mundos
espirituales la misma tarea que el sistema nervioso y óseo realiza para la vida física. De hecho el
hueso y el sistema nervioso tiene el mismo origen embrionario; el proceso de muerte en los
nervios puede continuar hasta una osificación y muerte final, proceso que en el propio nervio
queda una paso atrás.

Este esqueleto etérico actúa como fundamento para la cognición imaginativa. Incorporar las
fuerzas de aniquilación en la actividad cognitiva espiritualizada significa revestirlas de auto-
consciencia etérica viva y cálida de luz humana; asunto que con la mayor ansiedad intenta
esquivar. Este es el proceso de revitalización de las fuerzas de intelecto y de la fuerzas formativas
en los reinos de la naturaleza pues ambos tienen el mismo origen.

Debido a que hemos liberado y redimido las fuerzas aniquiladoras de las garras del angel de la
muerte, en forma humana individualizada, esto nos servirá también para transformar en
beneficiosas las tentadoras fuerzas cósmicas de Lucifer. (Ahriman es el “angel de la muerte”).

Ahora podemos comprender cómo la misión de la muerte ha sido ayudarnos a intensificar el


proceso de individuación hasta conseguir transformarlo en el Yo Superior o Yo Soy (en el sentido
del Cristo) a través de muchas muertes y nacimientos en cuerpos orgánicos. El Angel de la
Muerte opera en ambos lados, guiando tanto el nacimiento como la muerte, crea los límites en el
espacio y el tiempo que constituye este proceso de individuación sin el cual nadie ni nada en el
cosmos habría alcanzado la auto-consciencia individual humana que hacen posible la libertad y el
amor. En realidad, no nacemos para aniquilar la vida cósmica, ni morimos para aniquilar la vida
terrestre; son en realidad inhalación y exhalación de un único proceso de devenir.

El Hecho del pensar cósmico.


A esto lo llama Ben-Aharon el “Hecho del Golgotha individualizado” al evento de la re-vitalización
de las fuerzas de aniquilación en la cognición humana individual, a su liberación de las garras del
“angel de la muerte” y a su expresión “con sello humano” en los espacios cósmicos llenos de luz,
calor y vida. Estas fuerzas de aniquilación “revitalizadas” son portadoras de las fuerzas formativas
que causan la individualidad humana: entre otras, las fuerzas de encarnación y materialización.
Este extracto de fuerzas formativas de encarnación y materialización puede unirse con las fuerzas
cósmicas del sol (luz,vida y calor) que dan orientación tanto a la vida después de la muerte como
a la vida antes de nacer. Estas fuerzas en coherencia con las fuerzas del Sol (el sol cósmico y el
futuro sol en la Tierra) por ambas partes —encarnación y excarnación— será ahora auto-
consciente y guiaran los procesos de substanciación y materialización que actúan en la
formación del cuerpo humano.

La metamorfosis tri-partita del pensar cósmico.


Las fuerzas formadoras y constitutivas del cuerpo son elevadas fuerzas del Pensar Cósmico que
han dado forma a nuestro cuerpo desde la concepción hasta aproximadamente la aparición de la
segunda dentición, quedando después liberadas de su tarea, posibilitan las etapas posteriores de
desarrollo del pensar lógico y matemático. La fuerza que deviene consciente como pensar (y
también como experiencia consciente del sentir y de la voluntad) es una fuerza cósmica, viva,
formativa que ha completado su tarea corporal orgánica. Como fuerza espiritual real opera
inconscientemente. Sólo deviene consciente cuando se despoja de toda potencial fuerza
espiritual creativa capaz de dar forma y condensar materia real y cuerpos reales. Solo podemos
reflejar ideas abstractas de cuerpos creados por el cosmos. Y sólo podemos crear estas ideas
por medio de los restos espirituales de fuerzas cósmicas que, en primer lugar, crearon
estos cuerpos. La misma vida creadora que produce la sustancia y le da forma se convierte en
imagen mental (representación).

Nos damos cuenta, por tanto, que nuestra fuerza del intelecto auto-consciente constituye la
etapa intermedia del proceso de metamorfosis de una única corriente espiritual de fuerzas
creativas cósmicas. Por una parte edifica y da forma a nuestros cuerpos (astral, etérico y físico)
de forma totalmente inconsciente durante la primera infancia y por otra, podemos desarrollarla
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hasta convertirla en fuerza auto-consciente fuera del cuerpo. En la etapa intermedia entre los
polos inconsciente y supra-consciente del pensar creativo cósmico, tiene lugar el común pensar
intelectual. Este pensar está también en el potencial punto intermedio de las fuerzas formativas
espirituales del pasado y del futuro. Es el residuo metamorfoseado de las fuerzas espirituales
superiores de encarnación, que han quedado exhaustas en el crecimiento y formación del
cuerpo, y a la vez es semilla de la futura cognición cósmica espiritualizada y auto-consciente. Si
sólo miramos al contenido de nuestra consciencia intelectual experimentamos el reflejo, la
representación, el resto cadavérico, de lo que es el pensamiento cósmico auto-consciente
experimentado fuera del cuerpo o lo que fue la fuerza formativa incosnciente que elaboró y formó
nuestros cuerpos. Pero esta forma cadavérica nos proporciona el pensar lógico, exacto y
cristalino... auto-consciente, que en todo el universo, sólo el pensar intelectual proporciona. Esto
sólo puede ser alcanzado en la etapa intermedia, porque sin la etapa intermedia no podría haber
una tercera etapa del pensar espiritualizado auto-consciente.

Si separamos el pensar de la percepción sensoria, descomponemos la representación,


experimentamos y resucitamos las fuerzas muertas de la cognición y del pensar, entonces
experimentaremos la metamorfosis del pensar en un pensar vivo, en la misma fuerza espiritual
que creó la tierra física y todos los seres encarnados físicamente en ella, incluidos los cuerpos
celestes, el sol y los cielos estrellados.

En cada instante en la práctica del Yoga Cognitivo realizamos a nivel microcósmico el completo
drama cósmico de la vida humana a nivel macrocósmico. En el mismo momento en que ponemos
en actividad el pensar y resucitamos sus fuerzas potenciales obtenemos una semilla que contiene
en cada etapa y suceso, conscientemente, todo el movimiento y desarrollo que el ser humano
transita inconscientemente a través de toda la vida. Arroja luz a nuestra existencia antes de nacer,
a nuestro descenso a la tierra en la formación y encarnación en nuestros cuerpos, el desarrollo
gradual de nuestra auto-consciencia terrenal durante la primera infancia y la pubertad, y la etapa
de atravesar conscientemente por el portal de la muerte portando la cognición espiritual auto-
consciente. Esto es, en nuestra vida mental cotidiana recapitulamos el mismo proceso formador
de corporalidad en cada representación. Cada representación es una pequeña encarnación en
una formación corpórea tanto de las fuerzas cósmicas libres de la percepción sensoria como del
pensar; estas fuerzas capturadas por el cerebro, son contraídas, condensadas y endurecidas. La
cantidad total de todas nuestras representaciones constituye nuestro “cuerpo mental” o
idiosincracia. Unicamente cuando completamos inconscientemente el proceso de formación de
una representación despertamos a nuestra auto-consciencia ordinaria diciendo: eso de allí es un
árbol y yo estoy aquí. Cada sensación perceptiva y pensar asociado, cada conocer, nombrar, o
formación de representación es como un pequeño nacimiento mental subjetivo, por un lado, y la
muerte de una corriente de vida cósmica por otro. Y cada representación formada es un
cadáver de vida cósmica que se comporta como suelo para nuestros pies, donde podemos
erguir nuestra identidad auto-consciente independiente e individualizada.

Por medio de la espiritualización de la cognición (Yoga Cognitivo) ponemos en actividad todos lo


niveles de la existencia y devenir humano: el nacimiento, la muerte y la resurrección. Así
participamos desde la Tierra en la actividad co-creadora junto con lo Dioses.

De vuelta a nuestros sentidos.


Ahora bien, si no espiritualizamos nuestra individualidad, o sea, si no somos capaces de dar
solidez a un cuerpo etérico capaz de albergar nuestra individualidad espiritual creativa
independiente, si carecemos de las fuerzas cognitivas “morales” necesarias para ello, entonces o
bien quedamos atascados en nuestra consciencia ordinaria ligada al cuerpo físico o disueltos en
un éter inconsciente. Para adquirir la fuerza moral suficiente debemos continuar con la eterización
de las percepciones de los sentidos medio-inferiores.

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Eterización del Olfato.
Las experiencias con los sentidos del olfato, gusto y tacto están estratificadas,
por decirlo así, sobre lo que experimentaríamos por medio de los sentidos del
equilibrio, del movimiento y de la vida… por el hecho de que se superponen
unas sobre otras, surge una sólida auto-consciencia en el ser humano; de esta
manera se siente como un Yo real. …Uno buscando la Imaginación se adentra
en la senda de las sensaciones olfativas, gustativas y del tacto, penetrando en
lo interior, de forma que sin dejarse perturbar por olores, sabores o
sensaciones del tacto, las experiencias de equilibrio, movimiento y vida vienen
a nuestro encuentro. Es conmovedor penetrar la tríada de los sentidos del
gusto, olfato y tacto y confrontar la esencia desnuda del movimiento, equilibrio
y vida …alcanzamos algo que al principio experimentamos como el verdadero
ser interior del ser humano debido a su transparencia… Vislumbramos una
verdadera Organología, y sobre todo, la esencia de aquello que está en
equilibrio, de aquello que está en movimiento, de aquello que está lleno de vida
…experimentamos lo que por una parte es Inspiración obtenida desde el
pensar puro —la vida que a un nivel inferior es el pensar, y que se eleva a
pensar inspirado— y por otro lado lo que experimentamos en los ámbitos del
equilibrio, movimiento y vida. Ahora podemos unificar estas experiencias.
Podemos unificar lo interior con lo exterior. La fusión de Imaginación [creada
por la espiritualización de la percepción] y la Inspiración [creada por la
Espíritu Intensidad pura

Alma Cualidad pura

Cuerpo Aire

espiritualización del pensar] nos conducirá hacia la Intuición. (GA 322, 3 de


octubre de 1920)

Consideraciones previas: el Olfato está considerado como uno de los sentidos mas antiguos en
los vertebrados y el único que establece una conexión directa entre el cerebro y su entorno.
También usa las regiones cerebrales directamente responsables del procesamiento de la
emoción, de la motivación, del miedo, la memoria, el placer y la atracción. Los neuro-científicos
denomina “función superior olfatoria” a aquellas funciones cerebrales que combinan cognición
(memoria, intuición, percepción, juicio) con el olfato.

Introducción: Cuando inhalamos el dulce perfume de una rosa, lo primero que debemos hacer es
separar el elemento cualitativo del aroma del
aire que la transporta. Esta separación se
produce en el recorrido de los nervios olfatorios
en la zona entre los ojos. Para purificar la cualidad
del aroma debemos renunciar a cualquier
emoción, deseo o placer asociado al aroma que
estamos experimentando. Es una tarea muy difícil
pues la experiencia de la cualidad pura del aroma
es muy cercana la experiencia instintiva-emotiva
inconsciente que continuamente llama nuestra
atención impidiendo el acceso a la percepción y
cognición etérica. Si tenemos éxito,
descubriremos una tercera corriente que se
separa de las otras dos. Una corriente más sutil
NERVIOS OLFATIVOS
que la pura cualidad del aroma, de la misma
manera que ésta última es más fina que el aire. Se
trata de la corriente de pura intensidad etérica.

Veamos los pasos a realizar para conseguir esto.

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Primer paso: De la cualidad a la Intensidad.
Tras adquirir la capacidad de centrarnos en la experiencia de la cualidad pura del olor, lo que no
es nada fácil y requiere mucha práctica en largos períodos de tiempo, debemos ser capaces de
permitir su desaparición de nuevo. No resulta fácil deshacernos de este logro cognitivo y anímico.
El dulzor puro del aroma de la rosa nos satura y su separación del resto del aire lo hace más
poderoso e íntimamente persuasivo que la experiencia ordinaria del olor. No sólo se fija en las
zonas interiores del cerebro, sino también en los órganos internos del resto del cuerpo. Su sutil
dulzor es fuente de un profundo placer. Aparece un vacío allí donde la cualidad pura del olor
desparece… una sensación de carencia y una gran necesidad de volver a satisfacerla. En este
punto debemos admitir que estamos “enganchados” al olor. El “cuerpo sensible o de
sensaciones” es el que produce y fundamenta la experiencia de pertenencia del cuerpo individual
y el sentimiento de existencia en dicho cuerpo. Capturamos constantemente las sensaciones
más sutiles de las radiaciones cósmicas y las condensamos en un cuerpo sensible
individualizado, y nos incorporamos en esta “carne astral” de sensaciones, placeres y
displaceres, deseos y gustos. Descubrimos nuestra madriguera sensual-sensible segura,
calentada por la digestión y la sangre, que se ama a sí misma, que nos arropa y nos protege. Es
nuestro hogar, sólo nuestro. Cada mañana, al levantar, y de hecho en cada instante de nuestra
vida despierta, nos enamoramos de nuestro cuerpo anímico-sensible. Nos olemos por dentro
todo el tiempo, nos gustamos y nos tocamos internamente, y este constante olerse, gustarse y
tocarse que nunca cesa, en la profunda inconsciencia, nos enraíza en nuestro cuerpo y alma
sensible. Gracias al proceso astral inconsciente de auto-percepción, sensación y disfrute, en el
que las fuerzas del olfato juegan un papel central, obtenemos un cuerpo que amamos en el
sentido más egoísta, más que ningún otro cuerpo entre el infinito número de cuerpos cósmicos y
terrestres. Intentar deshacerse de las cálidas y formadoras sensaciones corporales internas y
externas del tacto, gusto, olor es como decidir morir; abandonar el hogar terrenal privado, oculto,
seguro y confortable. Sólo cuando superemos el miedo a soltar, podremos liberar la esencia y
sustancia del olor. Lo liberamos de su encarcelamiento en nuestro cuerpo sensible —cuerpo de
sensación— y de los procesos constituyentes de lo anímico, devolviéndolo a la verdadera
corriente de devenir cósmico. Y ahora, como pura fuerza objetiva del mundo nos revela su
verdadero ser y devenir.

Cuando dejamos de resistirnos a la desaparición de la cualidad pura del olor y mantenemos la


consciencia despierta, algo nos invita a “salir” con las ondas expansivas del olor hacia todas las
direcciones. Nos transparentamos hacia la periferia infinita mientras el centro queda vaciado de
sí, pura física vacuidad. Esta pura física vacuidad se convierte en el vehículo para incorporar
nueva existencia etérica. Todo queda invertido en todas dimensiones: lo de arriba se convierte en
lo de abajo, lo de dentro ahora es afuera y simultáneamente al contrario. Nuestro cuerpo se
experimenta como pura intensidad insustancial, inversa a lo físico. El que experimentaba la
cualidad del aroma es experimentado por su opuesta nada etérica y atraído hacia ella hasta que
deja de experimentar totalmente para ser totalmente experimentado. Se produce un Umstülpung
completo. Esto requiere la disposición a dejar expandir la existencia y la confianza de que su
esencia más íntima nos guiará sano y salvos.

Segundo paso: de la intensidad a la fuerza del mundo etérico.


En este punto es importante enfatizar, en aras de una exactitud científica, que la anteriormente
descrita “fundirse en la rosa” no surge de ningún centro o periferia en nuestra atención, pues
cuando esto ocurre, no existe ni centro ni periferia; ni tampoco lo somos ni lo gestionamos. Esta
nueva situación no cuadra con nuestras percepciones y conceptos cotidianos de centro, periferia,
movimiento de expansión o contracción… Para hablar con más precisión nos convertimos en el
aspecto interior de la intensidad de rarefacción, disolución, eterización y desaparición. En tanto
en cuanto experimentemos el centro vacío y las ondas expansivas en la periferia, nos situamos
aun en el centro y experimentamos el elemento cualitativo como proceso interior, enganchados al
centro/periferia, dentro/fuera de la cognición cotidiana. Cuando transcendemos esto, viene como
“de atrás” una corriente de devenir cósmico etérico que nos cobija sutilmente y nos transporta en
su trayectoria.

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Cuando de forma veraz hemos rendido nuestro cuerpo de sensación y nuestra alma sensible por
medio del proceso de eterización del sentido del olfato, sin abandonar lo más mínimo nuestra
consciencia etérica despierta previamente obtenida, devenimos uno con el ser y devenir etérico
del aroma puro. Obviamente, como seres humanos contemporáneos, nos inquieta la idea de que
para conocer algo debemos ser ése algo. Actualmente queremos conocerlo todo desde una
observación externa y permanecer como espectadores sin ningún cambio por nuestra parte.

En este primer paso es absolutamente necesario retener una completa libertad y dignidad
humana, viviendo, respirando y conociendo con precisión mientras nuestro completo ser se
metamorfosea completamente en el otro ser. La libertad de aceptar una amable invitación a
devenir otro ser significa abandonar el propio ser, sin perderse uno mismo. No se experimenta
como una pérdida de la libertad, sino muy al contrario, como enaltecimiento sin medida y
espiritualización de la libertad por medio de la verdadera devoción y amor hacia el otro ser con el
que devenimos uno. Esta experiencia de metamorfosis, de llegar a ser acogido por el verdadero
ser del otro, a través del amor propiciado por la más elevada libertad, será la experiencia mas
bella que la humanidad obtendrá por medio del correcto desarrollo. Por tanto, en el futuro
comprenderemos mejor que: cualquier conocimiento verdadero nos requerirá ser uno con la
“materia” que indagamos, que ya no será materia sino un ser espiritual real, pues todo, incluido
todo aquello que parece inanimado o material, es en realidad un ser espiritual.

Ya no respiramos desde adentro a fuera y de afuera a dentro como el pensar o la percepción


ordinaria nos muestra, pues el centro ya no se sitúa en nuestro cuerpo. Somos exhalados desde
el cuerpo hacia el interior del otro ser, para después fluir desde afuera hacia el interior de nuestro
cuerpo y experimentar lo que las fuerzas reales del mundo, actuando a través de lo que
denominamos aroma de la rosa, experimentan cuando actúan dentro del cuerpo, dando forma y
modelando, nutriendo y dándole el sustento.

Así como purificamos la representación cotidiana del olor de la rosa y extraíamos la cualidad pura
separándola del aire, y continuamos purificando la cualidad pura del aroma hasta alcanzar la
fuerza intensificada pura, ahora la intensificación se revela como fuerza del mundo etérico
objetivo que nos transporta en su flujo y corriente de devenir. Descubrimos que la corriente de
puro devenir intensivo que nos sostiene está tejida de fuerzas del mundo a modo de sutil
“espíritu” etérico desde la periferia cósmica.

Tercer paso: Uniendo las dos corrientes etéricas.


Debemos reunir las fuerzas generadas en la espiritualización de la percepción olfativa y del color
para aumentar e intensificar nuestra cognición. Esto significa un volver a concentrar las fuerzas
etéricas extraídas de la percepción y concentrarlas en los centros localizados en el cerebro para
penetrar más profundamente en nuestros órganos inferiores. La barrera corporal inferior, o el
umbral diafragmático (MCEM), envía sus fuerzas inhibitorias desde abajo y construye sus centros
también en el cerebro, y debemos encararlos antes de penetrar más profundamente en el cuerpo.
Cuanto más elevadas sean las fuerzas de cognición, más profundo el descenso en los recovecos
del cuerpo.

Debemos tener presente que aquí nos limitamos a los seis sentidos medios: vista, oído, calor,
olfato, gusto y tacto. Y como representativo de los sentidos medios superiores la vista y de los
sentidos medios inferiores el olfato. Los sentidos superiores son el Yo Ajeno, el Pensamiento
Ajeno y la Palabra Ajena; y los sentidos inferiores son Equilibrio, Movimiento Propio y Vital. La
unificación de las dos corrientes etéricas están circunscrita a los seis sentidos medios en su
totalidad.

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Otra cosa a tener en cuenta es que esta
“vuelta atrás” en espiral hacia los centros
localizados en el cerebro expresan la
necesidad de un ritmo de expansión y
concentración necesario en toda
investigación espiritual. Sólo así podemos
intensificar la fuerza que necesitamos para
penetrar en la materia que estamos
investigando.

Cuarto paso: Resonar de las


fuerzas etéricas.
En este paso observamos la actividad
creativa de las fuerzas etéricas sutiles en el
cuerpo humano. Comenzamos observando
el resultado de la unificación de las fuerzas
creativas del mundo que penetran por los
sentidos medios superiores e inferiores.

Esta fuerza unificada penetra en los órganos


del cuerpo estimulándolos y éstos
comienzan a irradiar en resonancia,
activándose de forma observable.

Partimos del punto en la cavidad nasal, entre


los ojos, donde concentramos las fuerzas
procedentes de los sentidos medios
superiores e inferiores. Irradiando, ilumina la
frente y el resto del cerebro, y se derrama
llenando la totalidad del cuerpo. En su
recorrido, observamos cómo ciertos órganos tienen más afinidad, o retienen más, al paso de
dicha corriente. Una rama fluye desde la cavidad nasal y circula por dentro y alrededor de la parte
media de nuestro cuerpo (el pecho), entrando y saliendo de la región del corazón y del pulmón.
Desde aquí penetra más profundamente del plexo solar y el diafragma alcanzando el sistema
metabólico-reproductivo y también las extremidades. Otra rama asciende desde el pecho hacia la
cabeza y concentra sus fuerzas en la parte frontal del cerebro y en concreto en la glándula pineal,
irradiando desde ahí hacia todo el resto del cerebro. Una tercera rama permanece en la zona
media del cuerpo, pulsante con la dinámica interna del corazón de sístole y diástole y el ritmo del
pulmón de inhalación y exhalación. Desde aquí desarrolla una cierta afinidad con la sangre roja
rica en oxígeno que asciende al cerebro y desciende a la parte inferior del cuerpo.

El corazón se vuelve cognitivo e irradia hacia la cabeza intensificando el proceso de eterización, y


hacia la parte inferior del cuerpo sistema metabólico reproductivo.

Quinto paso: Actividad etérica cerebral.


Por medio de la eterización de la vista y de los sentidos medio-superiores conseguimos una
primera penetración de las Fuerzas del Mundo a través del cerebro físico, produciendo la
separación incipientemente el cerebro etérico (fuerzas etérico-cognitivas). Sumando ahora las
fuerzas de las corrientes etéricas del resto del cuerpo, recapitulamos en el cerebro dicha
separación para detectar aquellas partes y funciones que aun permanecen unidas al cuerpo
físico, para desde ahí tratar de desbloquear el MCEM con las fuerzas extraídas de la eterización
de los sentidos medio-inferiores. Dejamos actuar estas fuerzas en un movimiento desde el córtex
pre-frontal hasta la parte posterior del cerebro. De esta forma experimentamos el “cerebro
corporal” encargado de conectar las funcionas básicas del sistema metabólico-motor con
aquellas funciones superiores del sistema cognitivo-emotivo. Es la parte más densa del cerebro
medio y posterior donde se amalgama las funciones cognitivas, emotivas, rítmicas e instintivas.
Veamos cómo.

Centramos nuestra atención en la región detrás de los ojos y del proceso olfatorio. Concentramos
en este punto la fuerza extraída de la dinámica etérica anterior. Esta dinámica muestra afinidad
por los procesos cognitivos etéricos conectados con la irradiación de la sangre eterizada que
actuó en la inhalación etérica de la luz y del color. Lo que como eterización de la sangre iluminó
en la vacuidad del cerebro físico como “auto-consciencia del mundo” nos ofreció la capacidad
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cognitiva de obtener y sostener una “conciencia_en_el_mundo etérico. Pero ahora, enriquecidos
con las fuerzas etéricas de los sentidos medio-inferiores, nos conectamos con aquellas partes del
cerebro etérico que todavía están unidas con el cerebro físico. Estos puntos son el fundamento
del MCEM en el cerebro. Es importante destacar la observación de cómo el cosmos crea un
cuerpo inhibitorio de individuación para nuestra necesidad evolutiva de elaborar un ego separado
y libre. Existen fuerzas activas en los mundos etéricos y astrales que interactúan en el cerebro y el
cuerpo humano para crear el MCEM de arriba abajo, desde el cerebro a través del recorrido del
sistema nervioso (simpático y parasimpático) hasta el plexo solar y los ganglios del las áreas
metabólico-reproductivas de las regiones inferiores del cuerpo. En última instancia, esta
inhibición está causada por las fuerzas luciférico-ahrimánicas activas en la total constitución
humana. La eterización de esta zona media y posterior del cerebro produce una liberación de los
centros y funciones psicosomáticas, instintivas y autónomas (y fuertemente inhibidas)
desencadenando una fuerte respuesta emocional-libidinosa-erógena.

La liberación de la corriente inhalada de la percepción sensorial de nuestros anhelos y deseos


personales y su purificación de toda necesidad subjetiva humana, la convierte en la mejor
herramienta para completar el proceso de reversión de la individuación anímico-corporal.
Concentra sus fuerzas en la flor de loto de dos pétalos, o chakra, en la zona de los ojos alrededor
de la glándula pineal (esta glándula es una especie de diminuta condensación física, localizada,
de cristalización y expresión de la inmensa corriente etérica activa hombre-mundo y no su causa).
La síntesis de amígdala e hipotálamo es el mayor centro de individuación corporal, responsable
de la inhibición básica, existencial u ontológica y por tanto de la separación de nuestro ser de la
totalidad del universo vivo.

Sexto paso: Imaginación en la actividad etérica cerebral.


En este paso, Ben-Aharon explica la “técnica moral” que Rudolf Steiner refiere en el capítulo XII
de la Filosofía de la Libertad.

Comenzamos centrando nuestra actividad cognitiva intensificada en el punto entre los ojos
donde acumulamos la mayor intensidad de las fuerzas del mundo extraídas y ahora enriquecidas
con las fuerzas etéricas liberadas de todos los órganos del cuerpo. Esta acumulación quiere
penetrar desde la parte anterior hasta la parte posterior del cerebro. Pero esta penetración es
descrita como un proceso de reversión de la actividad cognitiva en su recorrido desde la parte
anterior hasta la parte posterior del cerebro y de ahí, derramándose hacia la espina dorsal, hasta
lo más profundo del cuerpo, alcanzando los fundamentos etéricos corporales… y liberando ahí —
como si de un estallido lumínico se tratara— las potenciales fuerzas prístinas de vida
acumuladas. Este estallido lumínico hace el recorrido inverso, hasta el punto entre los ojos,
derramando luz hacia el mundo etérico alrededor, perdiéndose en las vastedades etéricas. Lo
descrito hasta aquí se consolida en un movimiento rítmico, una corriente en espiral, que fluye en
reciprocidad entre el mundo etérico externo, el cerebro etérico y la espina dorsal hasta la parte
inferior del cuerpo etérico y su recorrido inverso hasta alcanzar el exterior mundo etérico de
nuevo.

Esta corriente etérica que fluye en movimientos rítmicos activa la visión imaginativa en el punto
de mayor intensidad entre los ojos, alcanzando mayor claridad en tanto que adquiere mas
intensidad. Esto se denomina la apertura del “tercer ojo” o chakra de dos pétalos.

Características de la visión imaginativa.

• Visión etérica panorámica simultánea: puede ver todos los procesos del cerebro etérico, así
como sus conexiones con el entorno etérico circundante y el cosmos, desde todas las
direcciones a la vez.

• Todo movimiento de la visión etérica imaginativa es consciente y se orienta en el espacio


etérico según la actuación consciente de la interacción mundo-hombre… que ahora no puede
ser descrita en detalle.

• La visión etérica imaginativa ha de producir primero la esencia y las fuerzas formativas


necesarias para la formación de la visión imaginativa usando las fuerzas mundo-hombre —
hombre-mundo descritas con anterioridad. Es un proceso objetivo, creativo, activo; cuya
sustancia y fuerza formativa consiste en las percepciones conscientemente eterizadas y
cognitivamente transformadas (revertidas) del mundo etérico y del cuerpo humano etérico. Es
una creación artística cognitiva usando los colores, sonidos y fuerzas calóricas activamente

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purificadas y eterizadas, activadas por la intensificación de fuerzas extraídas del olfato, gusto y
tacto.

Imaginación del proceso de apertura del cerebro.

El proceso consta de tres pasos: Primero muestra el resultado de la liberación de las fuerzas
etéricas de su fuerte anclaje a los centros MCEM en el cerebro físico. Segundo su apertura al
cosmos etérico en su totalidad. Tercero la unificación e integración de las fuerzas etéricas del
cuerpo etérico individual con las fuerzas etéricas del mundo.

De forma imaginativa podemos decir que el cerebro etérico deviene un cáliz colmado de luz
interior que despierta e irradia hacia el cosmos iluminado; así como una flor se abre hacia la luz
del sol. Su luz se expande uniéndose con la luz del sol, de la luna y de los otros planetas y
estrellas, comunicándose con las fuerzas formativas de todo ser natural terrestre. El cerebro
etérico se convierte en un órgano rítmico de respiración cognitiva que produce y regula el
intercambio vital del devenir etérico entre el ser humano, el mundo y el cosmos.

Como proceso rítmico-respiratorio etérico extrae del mundo etérico externo las fuerzas
formativas vivas de los sentidos eterizados, inhalándolas directamente hacia el cerebro y resto del
cuerpo etérico; y exhala las correspondientes fuerzas etéricas del cuerpo hacia el mundo etérico
exterior. Es un proceso imaginativo-cognitivo que expresa cómo el mundo etérico deviene
consciente del Yo (auto-consciente) y el ser humano consciente del Mundo (Mundo-consciente).
En realidad en una única corriente cognitiva de respiración Hombre-Mundo.

La humanidad se irá espiritualizando de forma incremental y la tierra se unirá con los mundos
espirituales; y los mundo espirituales devendrán cada vez más humano.

Séptimo paso: La actividad etérica del corazón.


Es principalmente con la liberación del cerebro etérico del cerebro físico que la consciencia del Yo
del mundo y la auto-consciencia humana en el Mundo se alumbran en la intensificación del
intercambio de sus esencias etéricas. La flor de loto de dos pétalos se convierte en el centro del
nuevo cerebro etérico hombre-mundo, en el que la Yoidad unificada Hombre-Mundo se alumbra
como la mas lúcida auto-conciencia cósmica. Por el intercambio de las esencias etéricas, el
mundo deviene auto-consciente a través del hombre y el hombre deviene consciente en el
Mundo a través del Mundo. La repetición rítmica del intercambio de dichas esencias hacen del
cerebro etérico un órgano de respiración cognitiva etérico rítmica: el órgano del conocimiento-
vivo del nuevo Yoga.

Cuando este órgano madura y está totalmente operativo, con el tercer ojo como centro de
cognición, interactúa y conversa con las corrientes de irradiación ascendentes del cuerpo en su
totalidad por una parte y el mundo etérico, por otra. Colma las irradiaciones corporales
conectándolas con la corriente etérica macro-cósmica y permite a la corriente macro-cósmica su
descenso más profundo en el cuerpo, y en dicho descenso, a medio camino, concentra su
actividad en la región del corazón. Ahí, en el interior y al rededor del corazón físico y de los
pulmones y del pecho en general, una nueva función rítmica se estable en el cuerpo etérico. Este
órgano conecta y regula la inhalación y exhalación de las corriente vitales Hombre-Mundo por
medio de sus movimiento rítmicos, corrientes e irradiaciones.

En tanto que la rítmica actividad cognitiva etérica se incremente y se traslade a la zona del
corazón, tanto más podemos usar el corazón como órgano de cognición imaginativa. En ciertos
momentos de gracia podemos experimentar, en el corazón etérico, cómo el pulso y la respiración
del mundo etérico deviene Hombre: el mundo etérico de fuerzas cósmicas vivas y formativas nos
inhala y nos sostiene, en tanto que al exhalar, incorpora en nuestros cuerpo sutiles su pulso
etérico de corazón y su rítmico respirar cósmico. Así podemos experimentar en el pulsar y
respirar humano, una vez liberados de las influencias luciférico-ahrimánicas, la sincronía y
armonía con el pulso y la respiración del cosmos, y podemos sentir que nos acercamos a la
fuente del corazón espiritual (el Cristo etérico) de la vida universal. Hacemos así consciente
nuestra capacidad real de unión con las fuerzas de vida y Resurrección activas en las profundas
regiones inconscientes de nuestra alma y de nuestro cuerpo, mediante la unión con las fuerzas de
Cristo en la periferia cósmica.

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Nacimiento de un nuevo cuerpo etérico.
Aquí vienen unas citas de Steiner…

Recapitulación de lo visto hasta ahora.

El Yoga Cognitivo ha recorrido el siguiente camino para llegar a la situación actual:

✓ Purificación y eterización de los sentidos medio-superiores: vista, oído y calor.

✓ Purificación y eterización de los sentidos medio-inferiores: olfato, gusto y tacto. Debemos


recordar que se trata de corrientes objetivas del Mundo, que se derraman en nuestro cuerpo
como fuerzas formativas del Cosmos etérico en su totalidad.

✓ Al mismo tiempo, pero a otro nivel, el pensar se ha eterizado de forma gradual, ejerciendo una
poderosa influencia en la eterización de los procesos de endurecimiento y las fuerzas de
muerte de nuestro organismo.

✓ Después unificamos las dos corrientes de fuerzas etéricas de los seis sentidos. Esta unión
produce la sinergia que transforma el cuerpo etérico en el cerebro, y después desciende
desde la cabeza hasta el corazón. Las fuerzas de amor y devoción por la verdad alojadas en
el corazón activan la eterización de la sangre, que ascendiendo a la cabeza, estimula y
alimenta los procesos de eterización de la percepción y del pensar.

✓ Activación de las fuerzas en los sentidos corporales de equilibrio, vida y movimiento.

✓ Activación de los sentidos superiores: “Yo ajeno”, “pensamiento ajeno” y “palabra ajena”.
Comienza así una eterización de los nueve sentidos que comienzan a operar al unísono.

✓ Al descender al corazón el centro etérico-cognitivo adquiere una completa consciencia etérica


como resultado del rítmico intercambio Hombre-Mundo.2

✓ Cuando la parte del cuerpo etérico que controla los centros de individuación e inhibición en el
cerebro han sido liberados del cerebro físico, las fuerzas corporales inferiores puras y
prístinas comienzan a resonar y vibrar en armonía con las fuerzas cósmicas. Al principio de
forma inconsciente, pero ahora responden activamente a la inhalación de las fuerzas etéricas
del mundo que se derraman a través de los sentidos purificados y a través del cerebro y
corazón eterizados. Comienzan así a “conversar” entre ellas.

✓ Los órganos y procesos físico-etéreos de la parte inferior del cuerpo despiertan del sueño
profundo en eras; y son estimulados a su actividad productiva y generadora de sustancia.

✓ Esta conversación debe ser consentida mutuamente por ambas partes. Para ello se requiere
un posicionamiento interior moral.

Atravesando el umbral inferior.


El Umbral Diafragmático es la barrera corporal de individuación egótica. Descrito con un lenguaje
imaginativo, podemos decir que el guardián del mundo inferior (el vigilante dragón siempre
despierto que protege la durmiente joven, fuente de vida eterna) nos pide un salvoconducto que
sólo podemos obtener mediante la profundización del proceso de eterización que desciende
desde la cabeza hacia el corazón. No sólo protege las fuerzas más puras y elevadas de la
humanidad y del cosmos del posible mal uso que podamos realizar de ellas, sino que también
nos protege a nosotros mismos, de nuestros deseos más salvajes —animales, de nuestra
inclinación al mal que acecha en las profundidades mismas de nuestra consciencia cotidiana.
Cuando pacificamos al dragón, puede dormir por primera vez, habiendo cumplido su misión,
mientras que la bella durmiente (las fuerzas de vida vírgenes y paradisíacas) y la fuente de eterna
juventud (fuerzas de resurrección), pueden despertar a una nueva vida etérica ahora consciente.

2 Mediante la actividad etérica llevada a cabo en la cabeza y el corazón, y el intercambio esencial con las
correspondientes fuerzas del mundo etérico, se crea un sistema rítmico de consciencia. Este sistema
cognitivo y creativo es el resultado de la actividad conjunta de las fuerzas vitales macro-cósmicas y micro-
cósmicas. Se trata de una corriente unificada de devenir etérico Hombre-Mundo, intensificada por el
rítmico inhalar y exhalar etérico-cognitivos. Usando las fuerzas eterizadas de los sistemas rítmicos del
corazón y del pulmón, separadas ahora de sus fundamentos físico-orgánicos, la práctica del Yoga
Cognitivo genera un órgano flexible y móvil de fuerzas rítmicas que puede moverse con libertad por todo el
cuerpo etérico. Podemos así regular, armonizar y percibir la respiración etérica y la inspiración entre el
mundo y las fuerzas humanas en cualquier parte del cuerpo etérico.
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La parte inferior del cuerpo se suma como tercer sistema funcional a las fuerzas de la cabeza y
del corazón. Aporta el potencial productivo-creativo de las mas puras fuerzas etérico-físicas, esto
es, fuerzas de vida prístina y de resurrección, el origen de la más elevada producción de vida y
sustancia. La unificación de los tres deviene un único “sistema etérico Cognitivo-Rítmico-
Productivo” (como inversión del MCEM).

Así pues, los procesos de devenir creativos del Mundo etérico, derramándose en el cuerpo e
inhalados por las corrientes eterizadas de los sentidos, se unen con las fuerzas puras y creativas
del propio ser y devenir Corporal. Ambas corrientes se intensifican mutuamente de forma
consciente. De esta forma, elaboramos un correlato de la parte más inferior del cuerpo que aloje
el devenir mutuo del mundo y del ser humano como ya ocurrió con la cabeza y el corazón.

El tripartito cuerpo etérico Hombre-Mundo tiene las siguientes características:

• Como ya vimos, en la zona de la cabeza, por medio de la eterización e inhalación de la luz,


del color, de los sonidos y de las impresiones de calor, tuvo lugar la experiencia de
individuación auto-consciente del intercambio mutuo entre el ser humano y el mundo. El
mundo devino auto-consciente a través del ser humano y el ser humano devino Mundo-
Consciente a través del Mundo.

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• Con la ayuda de las fuerzas extraídas de la eterización del olfato, gusto y tacto, se produjo el
rítmico descenso del centro funcional y se alojó en el corazón -con la ayuda del proceso de
eterización de la espina dorsal en la zona anterior y de la laringe en la zona frontal. El pulsar
de corazón del Mundo etérico y su respiración devino humana, y el corazón humano pulsó y
respiró como parte del puso y la respiración Cósmica.

• En la parte inferior del cuerpo, mediante la continua intensificación de la inhalación sensorial


de todos los sentidos y con el soporte del pensar eterizado, se estimula los órganos inferiores
y devienen creativos, uniéndose con la corriente productiva y formativa de las fuerzas del
Mundo. Esta unión libera nuevas sustancias, fuerzas y órganos físico-espirituales y etéricos.

A través de la práctica del Yoga Cognitivo nos convertimos en manantial de nueva vida etérica en
continuo devenir. En la CABEZA un auto-consciente Hombre-Mundo mediante el respirar rítmico
cognitivo de la percepción y el pensar, en el CORAZÓN un órgano de vida cósmico-etérica que
regula el intercambio de pulso y aliento del Hombre-Mundo y en el ABDOMEN un formador de
sustancia, fuerzas formativas y materia del Hombre-Mundo.

En la cabeza, la cognición adquiere vida y movimiento por medio del latir del corazón Cósmico-
Humano y se forma y adquiere substancia por las fuerzas de reproducción y regeneración de la
parte inferior del cuerpo. En el corazón, el pulsar y respirar del corazón Cosmico-Humano
deviene cognitivo y creativo, y en el abdomen, las fuerzas de reproducción, regeneración y
crecimiento son ahora rítmicas y cognoscentes.

Fecundación mutua entre el cuerpo etérico y el mundo etérico.


El antiguo MacroCosmos que antaño dio a luz a la Tierra y al Ser Humano, queda anquilosado en
la muerte con la que el Hombre actual elabora su individualidad: podemos ahora insuflar nueva
vida si con plena consciencia y libertad revitalizamos nuestro cuerpo etérico (mediante la
fecundación de las fuerzas formativas cósmicas —eterización de la percepción), como la joven
madre se une con las fuerzas del Hijo nacido en eternidad.

En la medida que la parte inferior del cuerpo —abdomen— incrementa su resonancia con las
fuerzas cósmicas inhaladas, surge la necesidad de respirar de nuevo y más profundamente el
cosmos entero. El rítmico respirar y pulsar de la actividad triple del cuerpo etérico fluye en
resonancia ascendiendo desde las profundidades del cuerpo, en sentido inverso al proceso de
eterización que llevamos a cabo descendiendo desde la cabeza —a través de los sentidos—
hacia las profundidades del cuerpo. El ascenso se produce ahora por la cara anterior del cuerpo:
a través de una sutil espina dorsal eterizada —y no por la parte posterior de la espina dorsal—
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hacia el corazón, la laringe y el cerebro. Mediante las mas puras fuerzas etéricas metabólicas,
regenerativa y de reproducción, el cuerpo etérico alrededor de la laringe se activa y “pronuncia” la
palabra Hombre-Mundo creativa. Así en vocales, consonantes, sílabas, sintaxis y vocabulario;
articulamos, formamos, el mundo etérico que ahora es Hombre-Mundo.

El cuerpo etérico Hombre-Mundo.


Somos conscientes de nuestro cuerpo físico separado del mundo físico circundante, pero cuando
comenzamos a hacer consciente el cuerpo etérico, nos damos cuenta justo de lo contrario. Por
una parte el cuerpo etérico está ligado a nuestro cuerpo físico al que nutre, regenera, forma… y
así, el cuerpo etérico se “adapta” a nuestro cuerpo físico. Pero por otra parte el cuerpo etérico
está abierto a todo el mundo etérico, astral y espiritual, desde donde recibe la fuerza vital.
También nuestro cuerpo etérico, asociado a nuestro cuerpo, intercambia fuerzas con el cosmos,
son las fuerzas generadas durante nuestra encarnación física. Pero hacemos consciente que en
la realidad espiritual, el espacio “interior” del cuerpo, en el que se alojan nuestros órganos, tejidos
y los sistemas funcionales, no está localizado “dentro” del espacio acotado de nuestra piel en el
cuerpo físico. El espacio interior del cuerpo es la “invaginación” del espacio externo del mundo y,
en correspondencia, el mundo externo es un cuerpo “dado la vuelta” e infinitamente multiplicado.
“Nuestro” cuerpo es una singularidad, síntesis micro-macro, una individuación de la composición
planetaria y cósmica. Nos damos cuenta que el mundo físico externo que nuestros sentidos
perciben y nuestro pensar representa es la reversión e inversión exacta y profundamente
significativa de todo acontecer real etérico, astral y espiritual. Este acontecer regula el
crecimiento de “nuestro” cuerpo, la nutrición, el metabolismo y la reproducción, la respiración y la
circulación, mediante los ritmos pulsantes y el aliento cósmico vivo, creativo y artístico. Y también
regula todos los demás cuerpos terrenales, naturales y cósmicos. Nuestro cuerpo y el cuerpo de
la tierra y de todos sus reinos y criaturas, son un cuerpo etérico Hombre-Mundo infinitamente
multiplicado y multiplicador. Así podemos comprender las palabras del excelso ser cósmico-solar
que se unió a la corriente de devenir humano y de la Tierra y pronunció: “Este es mi cuerpo”

Reverso de la Pubertad.
La resonancia de las más puras fuerzas de vida alojadas en lo profundo de nuestro cuerpo -por
debajo del umbral del diafragma — al impactar sobre ellas las fuerzas eterizadas de la inhalación
sensorial y del pensar, crean una tercera corriente ascendente con un potencial productivo
singular. Experimentamos el reverso de lo que de forma inconsciente ocurre durante la pubertad.
Durante la pubertad actúan fuerzas del cuerpo astral que penetran y transforman las fuerzas de
los cuerpos físico y etérico causando el desarrollo anímico y la madurez sexual. Estas fuerzas
astrales son en sí mismas las puras fuerzas de amor cósmico, y bajo toda afección consciente
y deseo, se unen únicamente con las fuerzas físico-etéricas más puras en el cuerpo humano. Lo
que deviene consciente, sin embargo, son precisamente las fuerzas luciférico-ahrimánicas de
individuación egoístas que causan una excesiva “encarnación” y endurecimiento de estas fuerzas
puras de amor. Este es el origen del complejo físico-etérico-astral denominado MCEM y su
sedimentación entre la fecundante corriente de fuerzas del mundo y los órganos físicos
luciféricamente infestados y ahrimánicamente endurecidos y fuerzas de reproducción y
sexualidad.

Las fuerzas de amor reproductivo, ligadas al cuerpo físico, son purificadas a través de la
eterización de la sangre, de la percepción y del pensar, que eteriza y trae a la consciencia el
reverso de las más puras fuerzas de la infancia pre-luciférica de la humanidad. Son estas las
fuerzas despertadas, liberadas y resurrectas en lo más profundo de nuestro cuerpo. Este proceso
se puede describir imaginativamente como la inmaculada concepción de las fuerzas de amor
cósmicas y la más puras fuerzas de la humanidad sin influencia luciférico-ahrimánica,
germinando y concibiendo una nueva vida etérica cósmico-humana (Hombre-Mundo).

Reverso de la Separación de los sexos.


Como ya vimos antes, el “sistema etérico Cognitivo-Rítmico-Productivo” es un órgano de
producción cognitivo-creativa. Esto significa que el intercambio entre las fuerzas vitales del
cuerpo humano eterizado (órganos sensorios) y el mundo etérico se convierte en un ritual
sagrado de fertilización e impregnación. Conecta las más profundas fuerzas de reproducción
espiritualizadas, que ascendiendo por el corazón etérico, se articula y forma mediante las fuerzas
formativas creativas de la laringe. Alcanza el carácter imaginativo en el chakra de dos pétalos y

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nutre y activa su expresión físico-etérica en la glándula pineal.
Esta es la expresión micro-cósmica del ciclo de reproducción
del mundo etérico macro-cósmico en el que los dioses recrean
constantemente los mundos.

Así como el Logos, el Verbo cósmico se encarnó como ser


humano físico, desde ahora, la carne volverá a ser Verbo: esto
es, eterizada y espiritualizada de nuevo. Porque en las más
profunda inconsciencia de nuestro cuerpo actúan las fuerzas
primordiales y paradisíacas de Cristo junto con las fuerzas de
resurrección, que resuenan al impacto de las fuerzas del
mundo etérico que penetran por los sentidos purificados y
nuestros más elevados impulsos morales.

Cada ser humano individual es portador de una semilla


cristificada de la revelación de un nuevo cosmos.

Los órganos sensoriales físicos que fueron abiertos tras comer


del fruto del conocimiento, como resultado de la intervención
de Lucifer en la antigua Lemuria, tras lo que los seres
humanos hicieron consciente su sexualidad, individualidad y
mortalidad, ahora deviene el umbral puro a través del que las
fuerzas del árbol de la Vida son individualizadas como nuevo
germen etérico Hombre-Mundo. La entrada de la inhalación
sensorial se convierte ahora en el fluir de nueva corriente de
exhalación vital, formada, articulada, revelada mediante el
centro de la laringe eterizada, pues las fuerza prístina y virginal
del cuerpo, tras ser fertilizada por la pura fuerza del mundo etérico, comienza a ser operativa en
el Mundo. Impregna al mundo con fuerzas renovadoras. Tiene lugar una “impregnación mútua”
entre las fuerzas de reproducción más puras del mundo como origen “Padre”, actuando a través
del “Hijo”, las fuerzas de amor libre individualizadas en nosotros, y a través de nuestro cuerpo
como el origen “Madre”.

Nacimiento de una individualidad etérica.


Partimos de un cuerpo físico dado como fruto sublime de las sabiduría creativa de billones de
años de evolución espiritual para nuestro proceso inconsciente de individuación en el mundo
físico. Con la ayuda del cuerpo desarrollamos nuestra libre personalidad. De esta forma, el
cuerpo físico individualizado precede y es requisito para el proceso gradual de maduración de la
personalidad anímica y espiritual humana en el mundo físico.

En el mundo etérico tenemos que aprender conscientemente a crear de forma independiente


nuestra propia individualidad espiritual y alojarla en un cuerpo etérico adecuado. Es un proceso
inverso al que tiene lugar en el mundo físico. Primero tenemos que “leer” e “interpretar” nuestra
situación en el mundo espiritual, mediante el desarrollo de nuestra cognición. Solo así podremos
ser activos en el mundo espiritual para tomar libre iniciativa en la consecución de las tareas
asumidas de forma independiente.

En la práctica del Yoga Cognitivo, la inhalación de las sensaciones perceptivas produjo el “hecho
del nacimiento del cuerpo” debido a la mutua fertilización entre las fuerzas puras de vida del
Mundo y las fuerzas prístinas, inmaculadas del cuerpo etérico humano. Esta nueva corriente es el
origen de las fuerzas vitales necesarias para crear y formar una individualidad espiritual en el
mundo etérico. Creamos una segunda corriente de fuerzas vitales eterizadas por medio de la
eterización del pensar. Por el “hecho del pensar cósmico” obtenemos dos facultades: somos
capaces de percibir, espiritualizar y condensar las fuerzas etéricas que crean lo que
denominamos materia “física” o “inanimada” —superación de la muerte Ahrimánica; y tenemos
la capacidad de aproximarnos a la fuente cósmica de vida —si superamos la tentación Luciférica.

La práctica de la inhalación sensorial de las percepciones sensoriales y la exhalación del pensar


espiritualiza las fuerzas formativas que crea toda representación y por tanto, espiritualiza las
fuerzas que dan forma a la representación del Ego. Podríamos denominar a este proceso rítmico
respiratorio de “polarización e intensificación”: la “reversión de la individuación” o la
“espiritualización de la individuación”. Un “Yo Espiritual” auto-consciente que percibe, conoce y

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puede actuar —crear artístico— en el mundo etérico así como en el mundo físico tiene la
capacidad consciente y voluntaria de encarnar en un organismo corporal y salir de él.

Las primeras dos tareas en el mundo etérico están revertidas con respecto a las dos primeras
tareas del mundo físico:

1. Comprender el lenguaje del mundo etérico con nuestra capacidad cognitiva despierta.

2. Por libre decisión y con nuestras propias fuerzas, realizar actos en el mundo etérico.

Para poder llevar a cabo estas dos tareas tenemos que generar una individualidad etérica (Yo
Espiritual) que pueda habitar el cuerpo etérico y que, en los tres primeros años de existencia,
desarrolle conscientemente las habilidades anímico-espirituales y corporales en el mundo del
espíritu.

Tenemos a nuestra disposición fuerzas operantes de cognición como resultado de la integración


de las dos corrientes etéricas purificadas de fuerzas formativas del CUERPO/MUNDO.

1. La primera de estas corrientes constituye la inhalación de las sensaciones perceptivas que


crea la aparición del cuerpo etérico como fruto de la germinación de las fuerzas vitales
puras del Mundo y las más prítinas fuerzas inmaculadas del Cuerpo Humano.

2. La segunda de estas corrientes, en paralelo con la eterización de la percepción, se produce


por la eterización del pensar. Se crea una segunda corriente de fuerzas vitales a través de la
exhalación del pensar liberado ahora del cuerpo físico. Aquí entramos en contacto con el
Pensar Cósmico, que desvela dos retos con sus respectivas consecuencias: a través del
encuentro con la escuela de la muerte de Ahriman desvelamos las fuerzas necesarias para
detectar, espiritualizar y condensar fuerzas etéricas para crear lo que se conoce (con
términos ahrimánicos) la aparición de la materia “física” e “inanimada”. A través de la
superación del encuentro seductor con Lúcifer, desarrollamos la humildad que nos aproxima
a la fuente cósmica de la vida —Cristo.

Estas fuerzas operantes de cognición despliegan y mantienen la Individualidad en el Mundo


Etérico.

El Yo ordinario asociado a la vida ordinaria en el cuerpo físico es transformado poco a poco a


través de la aparición de la nueva individualidad etérica. El Yo ordinario está sustentado por las
puras fuerzas espirituales vivas de la voluntad que operan ocultas y protegidas en lo más
profundo de los órganos inferiores del cuerpo físico humano y que están encargadas de la
reproducción y los instintos. Poco a poco, esta voluntad espiritual pura del cuerpo es
metamorfoseada como resultado de la polarización e intensificación del proceso rítmico de
respiración entre la percepción y el pensar del Yoga Cognitivo individualizándose como Yo
Espiritual en el Mundo Etérico.

Estas fuerzas operantes de cognición asociadas al Yo Espiritual auto consciente crean lo que
conocemos como Mundo-Cuerpo o Cuerpo-Mundo, la capacidad de encarnar y desencarnar,
sintiéndose uno y el mismo en el Cuerpo y en el Mundo, como artista de lo físico-espiritual.

Erigiendo el Yo Espiritual.
En la vida física, nuestro cuerpo etérico está condenado a luchar contra las fuerzas de muerte
para mantener la vida orgánica metabólica, de crecimiento y reproducción. En la vida física
ordinaria nos experimentamos y sentimos como una personalidad, un ser real substanciado y
encarnado en lo físico real gracias a que la infinitamente más poderosa vida cósmica es
inconscientemente sometida, suprimida, y exhausta en la formación y edificación de nuestro
cuerpo físico orgánico.

En la vida física nuestro cuerpo etérico está inmerso en la tarea incesante de procurar los
procesos orgánicos vitales del metabolismo, del crecimiento y de la reproducción; luchando
contra las fuerzas de muerte en la medida de sus posibilidades. En la práctica del Yoga Cognitivo,
hemos manejado las fuerzas de nacimiento y muerte de lo orgánico de forma similar, para
espiritualizar las fuerzas de crecimiento y de muerte de los cuerpos físico y etérico.

En el mundo etérico, por el contrario, debemos incorporar las fuerzas que se utilizaron para los
procesos de excarnación terrenales. Esta es la paradoja fundamental de la existencia humana: en
la vida cotidiana física obtenemos el sentimiento real y la experiencia de lo físico real, como
personalidad substanciada y encarnada, debido a que sometemos, surprimimos y agotamos la
vida cósmica infinitamente poderosa de forma inconsciente en la construcción y formación de
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nuestro cuerpo físico orgánico. Nos experimentamos más substanciados, vivos y sólidos cuanto
menos devenimos verdaderamente espirituales, y menos experimentamos el verdadero mundo
espiritual. Esta es nuestra existencial experiencia humana dada. Es nuestra realidad física
cotidiana más fundamental de nuestra época actual.

La respiración del Yoga Cognitivo entre el polo de la inhalación sensorial y la eterización de los
senidos y el polo de la exhalación del pensar o a la eterización del pensar, nos cualifica para
transformar estas fuerzas de muerte y nacimiento en fuerzas verdaderas del mundo. Al hacerlo no
debilitamos o abandonamos nuestra identidad autoconsciente, sino que por el contrario, la
intensificamos al máximo. Transportamos la auto-consciencia espiritual y sus facultades
intuitivas, inspirativas e imaginativas al mundo etérico. Pero así también nos exponemos a las
inconmensurables fuerzas cósmicas. Si no estamos investidos de un Yo espiritual podemos sufrir
enormemente por el impacto de dichas fuerzas cósmicas de vida. Su poder anti-gravitatorio nos
succionaría dispersándonos en la periferia cósmica llena de luz perdiendo así todo rasgo de
identidad o auto-consciencia. Durante el sueño estamos protegidos por seres espirituales que
nos mantienen unidos a nuestro cuerpo físico y etérico mientras nosotros perdemos la
consciencia en el periodo de tiempo mientras dormimos.

Pero para no perder nuestra identidad y nuestra auto-conciencia, debemos de realizar el camino
inverso una vez que entramos correctamente en los mundos espirituales. Debemos a aprender a
contener, contraer, desvitalizar y condensar la vida cósmica para poder crear una individualidad
auto-consciente espiritual genuina, con la solidez suficiente y la “consistencia etérica, masa y
gravedad” suficiente. Esto sólo es posible usando las fuerzas de muerte eterizadas y
espiritualizadas que hemos extraído de la transformación consciente resultado del trabajo con el
Yoga Cognitivo.

La fuerza necesaria para las siguientes etapas de la práctica del Yoga Cognitivo sólo pueden
obtenerse de la reserva de fuerzas producidas y acumuladas mientras nos hemos ocupado en la
eterización del pensar y de la percepción. Y esta reserva se abastece siempre en el punto de
intersección entre la inhalación y la exhalación, entre el interior y el exterior, en el lugar donde
ambas corrientes eterizadas de
percepción y pensar intercambian su
esencia espiritual una con otra, formando
una unidad, potente de sinergia espiritual.

Cuando tenemos a disposición las


intensas fuerzas del Yo Espiritual extraídas
en el punto intermedio entre la
espiritualización de la percepción y del
pensar, el Yo motriz inamovible ,
individualizado, se regenera. Es el
resultado de la intensa y potente fuente de
verdadera fuerza volitiva que crea y
substancia nuestro cuerpo físico y
provoca la encarnación física, y que
después destruye dicho cuerpo para
reconducirnos nuevamente a los mundos
espirituales a través de la muerte.
Podemos decir verazmente que este Yo
Verdadero, el Yo Superior, deviene de la
muerte y resurrección de Cristo. Desde
ahora, en el mundo etérico, debemos de
construir de forma activa nuestra auto-
consciencia en la existencia del Mundo. Y
así como en la Tierra usamos las fuerzas
vitales de Cristo para recapitular la
superación de la muerte, así también en el
mundo etérico debemos aprender a
revertirlas para usar las fuerzas de
resurrección en principio para desvitalizar
las extraordinariamente vivas fuerzas
cósmicas y dar a luz así al Yo Espiritual individualizado e incorporarlo a la individualidad
independiente que hemos generado en el mundo etérico.

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Pero, al contrario que en el mundo físico,
donde las fuerzas de muerte enajenan un
mundo de cosas sin espíritu, ahora, en el
Mundo Etérico, las nuevas fuerzas que
usamos para desvitalizar la irradiante vida
cósmica son nuestras propias fuerzas,
somos nosotros mismos. Desvitalizamos
nuestra propia corriente de nueva vida,
auto-producida, por las fuerzas de
resurrección generadas en el Yoga
Cognitivo, para obtener así un sentimiento
de Yo en el Mundo Etérico. Es una tarea
difícil, ya que la generación de las nuevas
fuerzas de resurrección están tentadas de
expandirse en el espacio etérico irradiante
de luz luciferina… y es necesario una gran
contra-fuerza moral producida por nuestro
conocimiento del significado cósmico y las futuras tareas del proceso de individuación del Yo
Espiritual.

El verdadero Yo Espiritual Cristificado es la meta futura de auto-consciencia humana fruto del


esfuerzo de co-creación con las jerarquías y los seres de la naturaleza. Las cicatrices producidas
por las heridas provocadas en la desvitalización de nuestras propias fuerzas vitales devienen la
marca que nos distingue como “Yo Espiritual Cristificado” (que ha superado la tentación luciferina
y ahrimánica) en el plano etérico.

Mediante la respiración del Yoga Cognitivo alcanzamos una metamorfosis perpetua que
transforma la muerte terrenal en vida eterna e individualizamos dicha vida eterna a través de la
muerte auto-consciente en los mundos espirituales.

Morir y Devenir.
Por extraño que resulte, la verdad es que en el mundo físico, en el que predomina la muerte,
debemos impregnarnos de las fuerzas de vida del Cristo generadas mediante la superación de
las fuerzas terrenales de muerte, para transformar nuestras fuerzas individuales de muerte en
fuerzas generadores de abundante vida. En el mundo etérico, donde sólo hay infinita vida y
abundante luz y belleza (que en principio se experimenta perteneciente al reino de Lucifer)
debemos, al principio, transformar en muerte consciente espiritual esta irresistible tentación de
vitalidad, para así, alcanzar la plena auto-consciencia en el mundo etérico.

Para producir una representación muerta, previamente y de manera inconsciente como parte del
proceso objetivo del mundo, hemos aniquilado la vida espiritual de la percepción sensoria y del
pensar. En el mundo físico, cuando “encendemos las corrientes que fluyen del corazón a la
cabeza” y practicamos el Yoga Cognitivo en la vida física, resucitamos la representación muerta a
una nueva vida espiritual. Pero la existencia en sí, en el mundo etérico, es vida abundante, no
muerte, como en el caso de la existencia física. Y esto significa que en el mundo etérico debemos
ahora actualizar este proceso de aniquilación —que en la tierra tiene lugar de forma
inconscientemente— con plena consciencia y voluntad. Debemos contraer, condensar y dar
consistencia a la vida cósmica en forma de egoidad individualizada si queremos generar y
mantener la suficiente auto-consciencia en el mundo etérico. Si queremos conocer cualquier
cosa en el mundo etérico, desde lo más ínfimo hasta lo más excelso, debemos contraer y
condensar nuestra percepción, y hacer su contenido consciente como imaginación cognoscitiva
verdadera.

Para individualizar nuestra alma y construir nuestra vida mental personal y nuestra identidad
debemos aniquilar la vida espiritual de las percepciones sensoriales y del pensar, al igual que
matamos y consumimos seres naturales para edificar nuestro cuerpo físico individual.

El Yo espiritual que alcanzamos en el mundo físico por medio de la superación de la muerte debe
ahora convertirse en un aniquilador plenamente consciente así como en un consciente generador
de nueva vida. Debe someter y contraer cualquier parte de la vida cósmica, que pueda encontrar
en cualquier momento del desarrollo etérico, para integrarlo conscientemente en su ser etérico
liberado. Y así, de nuevo exhalar vida en él y resucitarlo, por medio de su cognición etérica auto-
consciente. Es la única forma en que podremos formar parte de —y por tanto conocer— la vida

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cósmica. Resulta una contradicción existencial el hecho de utilizar las fuerzas individualizadas de
resurrección, como resultado de la muerte de Cristo en la tierra, para re-actualizar las fuerzas de
muerte y sus procesos en el mundo etérico. Pero si queremos llegar a ser una verdadera
individualidad en el mundo etérico, debemos aprender a producir, partiendo de una sutil corriente
etérica luminosa pero intensa, una auto-limitada corporeidad consistentemente sólida y
sostenible.

La auto-aniquilación infringida en el mundo etérico causa dolor, así como anteriormente, la nueva
vida exhalada causaba gozo… como el mundo astral está más cerca del mundo etérico que del
mundo físico, este dolor, este gozo, se experimenta con mucha mayor fuerza y reverberación.
Debemos adquirir con gran esfuerzo el equilibrio activo que permita la auto-consciencia en la vida
de nuestro sentir en el mundo etérico.

Construyendo un Hogar.
No olvidemos que estamos hablando de pura actividad espiritual: de un devenir o “llegar a ser”,
de un proceso etérico. Por la práctica del Yoga Cognitivo co-creamos, en cooperación con el
mundo, una corriente de vida en devenir, auto-producida e íntima que aloja nuestro ser hombre-
mundo —como denominamos anteriormente. Esta actividad está íntimamente conectada con el
Mundo porque en realidad nuestro Yo Espiritual es el Mundo. Este proceso de creación es un
nacimiento gozoso y como tal nos incita a expandirnos en un universo luciférico. Pero un Yo
Espiritual Cristificado comprende que el futuro de la humanidad —y del cosmos— pasa por la
espiritualización de la Tierra. Esta es la verdadera sangre del cuerpo cósmico Hombre-Mundo.
Debemos demostrar la capacidad de desmembrar nuestro Hombre-Mundo conscientemente y
voluntariamente para localizar, separar e individalizar dentro de este Yo Hombre-Mundo un
territorio etérico “privado”, un lugar etérico auto-creado que podamos usar como zona segura en
la que edificar un hogar, una identidad o una Yoidad. Tenemos que “actualizar” el ciclo completo
de nacer, crecer, morir y volver a nacer… con plena consciencia, el cual se produce en la
actualidad de forma inconsciente.

La Herida
Este proceso de morir y renacer de nuestro Yo Espiritual, Hombre-Mundo / Mundo-Hombre es un
ritual sagrado oficiado en compañía de nuestros amados maestros espirituales y compañeros
angélicos. Este proceso de auto-cicatrización, de producir una herida y sanarla de nuevo es la
firma que nos distingue de la individualidad luciférico-ahrimánica. La individuación en el plano
etérico es un incesante proceso vivo y sustancial de herir y sanar.

Propagación Espiritual.
Aquí parece describir una nueva inversión a la comentada en el párrafo titulado Fecundación
mútua entre el cuerpo etérico y el Mundo etérico. La “Madre” es aquel aspecto de nuestro Yo
Espiritual que es uno con todo el mundo espiritual3, mientras que “Padre” es la actividad del “Yo”
creada en la tierra en la superación de las fuerzas de muerte en la cognición ordinaria. El “hijo” es
nuestro propio ser futuro que se somete al proceso para el que realmente no existe comparación
en el mundo físico. Ningún proceso en el mundo físico puede compararse con la desmembración
consciente, mediante la mutilación de de nuestro aspecto Madre. El “padre” en nosotros debe
“herir” a la “madre” en nosotros, y así separar, aislar y por tanto “aniquilar” nuestra nueva
existencia cósmica, y así hacemos de forma consciente lo que en la vida física natural ocurre de
forma inconsciente cuando nace un bebé.

Nacimiento Etérico ígneo.


Cuando mutilamos, separamos y aislamos parte de nuestra existencia cósmica, la sangre viva
que brota de la herida del Yo-Cósmico puede ser comparada al fuego ardiente que consume la
sustancia viva del mundo etérico separada del cuerpo cósmico para transformarla en cenizas.
Estas cenizas son germen de resurrección para el cuerpo etérico capaz de alojar a un ser del
rango del Yo Espiritual. Nosotros hemos causado, interiorizado y asimilado esta mutilación y
aislamiento como verdaderos destructores de la vida cósmica en su esencia y origen. Como

3 ¿Se refiere a la parte no encarnada o “reservada” de nuestro Yo Superior?


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resultado de esta muerte ígnea, de este devenir en ceniza, nos experimentamos por primera vez
como Yo Espiritual independiente, con existencia sustancial y sólida.

Debemos recordar que este nacimiento ha sido concebido y alimentado con las fuerzas
terrenales espirituales más puras producidas por la superación de la muerte del cuerpo y del
alma; procurada mediante la eterización de la percepción y del pensar, previamente liberada de
las garras con que Ahriman somete el cerebro y el cuerpo físico.

Para el verdadero Yo Espiritual humano este fuego auto-ignito es de hecho muerte espiritual en el
fuego cósmico; y también renacer, crecer, madurar: el proceso de fortalecimiento espiritual. Se
crea así un puente consciente entre la muerte resurrecta de la cognición humana descrita
anteriormente4 y el nacimiento en el fuego de la individualidad etérica. Esta actividad
espiritualizada es la transformación del Yo en Yo Espiritual como proceso de intercambio mutuo
de esencialidad continúa, ininterrumpida y siempre despierta. Mediante la maestría de las fuerzas
de la respiración etérica, devenimos perpetua metamorfosis que transforma la muerte terrenal en
vida eterna e individualiza la vida eterna mediante la muerte auto-consciente en los mundos
espirituales.

En este punto constatamos la verdad inherente en las leyendas sobre el Fénix y la Orden del
Fénix. Es un hecho que en los mundos espirituales reconocemos a nuestros maestros, colegas y
amigos en primer lugar porque, como seres puramente espirituales, llevan la marca etericamente
inscrita en el proceso de muerte y renacer por el fuego. El Fénix recién nacido debe aprender a
generar su propia piel, plumas y alas… las primeras facultades y fuerzas básicas de un cuerpo y
de un alma en el mundo etérico.

Infancia de la Individualidad Etérica.


Para describir los primeros pasos en el desarrollo de una individualidad etérica, usa la analogía
del desarrollo humano terrenal, especialmente lo relacionado con los tres primeros años de vida.
Sin embargo, tal comparación no debe causar confusión si tenemos presente que describe
procesos puramente espirituales. Yo presento aquí un extracto del capítulo, de mi esfuerzo,
primero de comprender lo leído y asimilarlo, para luego escribir este extracto. No obstante, la
lectura del libro es obligatoria, porque tengo la sensación que no expreso todo lo que el autor
quiere reflejar.

La encarnación inversa.
El recién nacido Yo Espiritual es una fuerza activa y un agente creador de vida, forjado en fuego
cósmico. La incipiente individualidad espiritual creará su cuerpo etérico mediante las fuerzas
generadas por su propio esfuerzo creativo consciente. Y es que la “encarnación etérica” tiene
lugar en orden inverso a la encarnación física. Primero devenimos un Yo auto-consciente en el
mundo etérico para después individualizar el pensar cósmico que nos ayude a desarrollar el
siguiente paso que es aprender a “hablar” el nuevo lenguaje espiritual, a la vez que aprendemos a
mantener un equilibrio “inverso”, no a mantenernos “de pie” sino a mantenernos “de cabeza” en
el mundo etérico. Finalmente aprendemos a caminar, o lo que podemos caracterizar como volar,
más o menos en libertad, en el mundo etérico.

El proceso de “crecimiento” en el cuerpo etérico es descendente, no ascendente; elaboramos


conscientemente nuestro cuerpo y lo capacitamos y le proporcionamos un suelo y una gravedad.

En el mundo físico, el recién nacido aprende, por imitación de los adultos que le rodean, cómo
ponerse de pie y andar en el primer año, a hablar su lengua materna en el segundo, a pensar en
el tercero, y así, experimentar la primera chispa de Yoidad. Pero en la vida física, el bebé tiene
primero que aprender a manejar el sistema sensorio-motor a la vez que a superar la gravedad. Al
ponerse de pie, encuentra equilibrio en el espacio a la vez que eleva la cabeza (la parte más
pesada del cuerpo) liberando manos, los órganos del habla y el cerebro… y así andar, hablar y
pensar.

Así como el bebé alimenta su cuerpo físico a partir de la leche materna y después de los frutos de
la tierra, en el mundo etérico son los seres espirituales (aquellos seres espirituales que de forma
invisible proveen y nutren a la naturaleza y la vida de los padres) los que aparecen en primer
lugar; se hacen visibles como “jardín etérico”. Y el recién nacido Yo Espiritual se relaciona con
estos cuidadores y maestros.

4 En el párrafo “La lección espiritual de la Muerte”.


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También, así como del infante crece bajo la presencia física de seres humanos maduros a los que
imita inconscientemente, podemos decir que en el mundo espiritual, nuestros maestros nos
“imitan”, lo que significa que sólo se muestran en la medida en que nos acercamos, como
impulso libre de devenir.

En el Jardín de Infancia.
Todo lo que encontramos en este jardín etérico es el fruto de la fuerza de nuestros ideales que
albergamos en la tierra: el amor que hemos derramado, la creatividad y la belleza que hemos
practicado, la vida religiosa devota y la vida social moral, sincera y verdadera. Nuestro cuerpo
etérico se nutre del terrenal amor humano por la verdad, la belleza y la bondad. De forma similar,
toda acción realizada en los mundos espirituales devuelve potencialidad de vida para la acción
humana. De esta forma:

• Todo pensar verdadero (pensar vivo) y todos los ideales que están llenos de devoción por la
verdad, nutren al Yo Espiritual en el mundo etérico para alcanzar el “pensar cósmico”.
Aprende a individualizar y encarnar el pensamiento cósmico usando los frutos terrenales
espiritualizados de la ciencia y la filosofía.

• Toda obra de creación artística, todo aquello que embellece la tierra nutre al Yo Espiritual para
aprender a hablar el lenguaje espiritual individualizado. Aprende a individualizar y encarnar el
lenguaje cósmico como resultado de las creaciones espiritualizadas del arte en la tierra y de la
belleza.

• Toda expresión de devoción religiosa, de reverencia ante las ceremonias religiosas y


sacramentales nutre al Yo Espiritual con la capacidad de “ponerse de cabeza” (al contrario de
ponerse de pie”) y superar la levedad etérica alcanzando un equilibrio moral verdadero entre
la gravedad y la levedad en el mundo etérico. Aprende a individualizar los frutos de la vida
religiosa en la tierra y a erguirse y moverse con su propia fuerza.

• Todo hecho de bondad, de compasión y de amor a otro ser humano y a los seres de la
naturaleza nutre al Yo Espiritual y le capacita para crear sustancia moral espiritual y fuerza de
gravedad moral etérica en la que poder desenvolverse. Aprende a individualizar y encarnar las
fuerzas productoras de la sustancia etérica y el fundamento donde germinar, florecer en el
mundo etérico como resultado de la moralidad humana.

Primer año: Aprehendiendo el pensar cósmico.


En el centro de jardín del Edén crece el arquetípico Arbol de la Vida, que aquí, en el mundo
etérico, deviene uno y el mismo con el Árbol del Conocimiento. Es la revelación espiritualizada de
todo pensar verdadero humano en la Tierra. La intervención Luciférica separó en el ser humano
ambos árboles. El pensar espiritualizado, el pensar vivo tal y como se adquiere en “La Filosofía de
la Libertad” e intensificado con la práctica del Yoga Cognitivo, unifica ambos árboles en un único
Arbol de Vida eterna, enraizado en la tierra y dando frutos en los cielos. El Yo Espiritual puede
aprehender el pensar cósmico nutriéndose así del Árbol de la Creación, de la evolución pasada,
presente y futura.

Segundo año: Aprendiendo el lenguaje cósmico.


Hacerse una idea del lenguaje cósmico es ya un trabajo meditativo. No resulta fácil comprender
en qué consiste escuchar/hablar el lenguaje cósmico y para ello, requiere de fuerza de
imaginación activa. Escuchar el lenguaje cósmico significa aprehender las fuerzas espiritualizadas
extraídas de una obra de arte. Extraer las fuerzas espiritualizadas de una obra de arte requiere
“salir de uno mismo” —apartar el ego— y una actividad cognitiva basada en el asombro, en la
devoción, en la entrega y en el amor. Las fuerzas espiritualizadas de una obra de arte no sólo nos
aporta los nutrientes necesarios para la vida del alma, sino que además nos enseña a escuchar y
poder hablar el lenguaje espiritual. Si aprendemos a leer y a escribir, individualizando conceptos
espirituales (aquí concepto se refiere a una corriente de fuerzas formativas etéricas) aprendemos
a elaborar de forma consciente nuestro cuerpo etérico como “cuerpo de palabra” o “verbo”.
Porque escuchamos, asimilamos, procesamos y articulamos un “cuerpo verbal” a través del
lenguaje formativo. Aprendemos a “hablar” espiritualmente si, al escuchar, nos unimos con dicho
lenguaje y comenzamos a tomar forma y articularnos mediante dichas fuerzas formativas. Porque
al hablar somos y devenimos mundo, y el mundo habla y deviene en nosotros.

La fuerza formativa de este lenguaje cósmico tiene las siguientes características:

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• Fuerza formativa extraída cuando la muerte terrenal deviene vida cósmica. Estas fuerzas
están latentes en “La última cena” de Leonardo Da Vinci y las individualizamos mediante la
espiritualización e intensificación de dicha obra de arte. Cristo se unió al ser y devenir de la
tierra a través del “hecho ahrimánico de Judas” y convirtió la muerte en fuente de nueva vida,
transformando para siempre la esencia íntima de la Tierra. Conduce a la vida eterna cósmica
mediante la transformación de la muerte terrenal.

• Fuerza formativa extraída cuando la corriente de vida eterna, que fluye desde el cosmos hacia
la tierra en el nacimiento a la vida terrenal, deja de ser muerte cósmica para ser continuación
de la vida eterna a través de la encarnación terrenal… y esta fuerza formativa se extrae de la
espiritualización e intensificación de las fuerzas latentes en la Madonna Sixtina de Raphael.

Toda obra de arte en la tierra se transforma en lenguaje espiritual. Esta habilidad ha de ser activa
e incesantemente creada, como toda capacidad en el mundo suprasensible. Por ejemplo, cada
uno de los 12 apóstoles de “La última Cena” constituye un filamento formativo espiritual único en
la completa composición espiritual del lenguaje espiritual que aprendemos. Aprendemos cómo
diferenciar, asimilar, asir de forma independiente cada uno de ellos y colocarlos en múltiples
combinaciones entre ellos. A través de esta práctica llegamos a conocer y poder utilizar aspectos
y constelaciones de dicho lenguaje espiritual. “La última Cena” junto con la “Madonna” son
nuestra partitura viva, animada, audio-visual articulada del lenguaje espiritual. Hablando
cósmicamente, cuanto más aprendemos a oír y hablar este lenguaje espiritual, más podemos
descifrar y articular a los seres espirituales activos en el sol, en los planetas y en las doce
constelaciones del zodiaco, y la infinitamente diversa conexión con la Tierra.

Tercer año: La postura erguida cósmica encarnada.


En el mundo físico, ponerse de pie supone superar las fuerzas de gravedad y adquirir equilibrio
para desplazarnos sin caernos. En el mundo etérico debemos superar las fuerzas de levedad que
nos expanden hacia el universo, esto supone substanciar el cuerpo etérico lo suficiente como
para crear la contra fuerza que impida que desaparezcamos en el espacio cósmico. Esta fuerza
de substanciación que nos permite ponernos de pie en el mundo etérico (o en modo inverso
“ponernos de cabeza”) son las fuerzas formativas que se extraen, no sólo de las ciencias y la
filosofía, no sólo del arte, sino también, y sobre todo, de la práctica de una verdadera vida
religiosa, de sus sacramentos y sus rituales.

En el sacramento terrenal, las fuerzas formativas del vino y del pan (fuerzas condensadas en lo
físico procedentes de lo espiritual) son nuevamente espiritualizadas: y el fruto de la
transubstanciación deviene, en el mundo espiritual, la fuerza que sustancia y condensa materia
etérica, cuerpo etérico y vida etérica no sometida a las fuerzas de gravedad terrestre ahrimánicas.

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El nuevo plumaje del Fénix.

Sigue siendo difícil entender lo que quiere decir aquí por “caminar” en el mundo etérico. Lo
asemeja a “volar” y los órganos para desplazarse son “alas”. El desplazamiento en el mundo
etérico no es un desplazamiento físico, sino un “devenir” y “ser”. No hay separación, el
movimiento, en realidad volar, es un “llegar a ser” aquello a lo que quieres llegar… y llegas
cuando “eres”. Pero este “ser” no es algo que se alcanza y ya está, se “es” constantemente, en
constante actividad (como fuerza formativa). Por eso las alas tienen ojos en el arte religioso que
representa a los seres espirituales, porque ver algo es llegar a ser ese algo y cuando “vuelas
hacia ese algo” el lugar al que llegas es el estado actual de tu devenir etérico.

Cuarto año: creación de la gravedad moral y su soporte.


En el mundo etérico, la única fuerza que puede crear gravedad es la esencia espiritual de lo que
en la tierra es verdadera moral. Sin esta gravedad nos dispersaríamos en las vastedades de las
alturas cósmicas irradiadas de luz luciferina. En medio del jardín se erige el templo “de la Tierra
como futuro Sol”; y en medio del templo, en el lugar más sagrado de su núcleo espiritual
encontramos los frutos de todos lo hechos de verdadero amor, compasión y sacrificio de los
seres humanos a lo largo de todos los tiempos. En su interior se condensa y preserva la esencia
espiritual de todos los hechos de los seres humanos que han individualizado la vida y el amor de
Cristo en los últimos 2000 años. Esta es la sustancia (generadora de gravedad) que nos
mantienen “despiertos” y “cohesionados” en el mundo etérico.

Aquellas almas humanas capaces de oficiar en este templo, son capaces del mayor sacrificio de
amor, encarnando nuevamente en la Tierra con la misión de transformar el mal. Con tesón y
templanza, son portadores de la “herida del mal” que ofrecen en el altar del templo Tierra-Sol
para su redención, espiritualización y transformación en un futuro bien superior.

Porque el objetivo de toda escuela espiritual es el encuentro cara a cara, la reunificación e


individualización con el Yo Superior de la Humanidad y de la Tierra, el ser de Cristo fuente de
verdadera luz y de amor infinito.

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Intercambio de esencia con el origen cósmico.
¿Podría ser que algo de suma importancia tenga lugar en la actualidad y que
los seres humanos no sean conscientes?¿Podría esta ocurriendo algo de
tremenda importancia para el mundo, justo ahora, de lo que nadie tiene el más
mínimo presentimiento? Así es. Algo sumamente importante está teniendo
lugar y es perceptible, aunque sólo para la visión espiritual.
La ciencia espiritual adquiere así un sentido totalmente distinto. Adquirimos
una gran responsabilidad, pues nos prepara para el hecho concreto de la
reaparición de Cristo. Cristo se hará nuevamente visible porque los seres
humanos se elevarán hacia El en visión etérica. Cuando seamos conscientes
de esto, la ciencia espiritual se convertirá en una preparación para los seres
humanos en el retorno de Cristo, de forma que no tengan la desgracia de
dejarlo pasar este gran evento sino ser maduros para captar el gran momento
que podemos describir como la segunda venida de Cristo. El ser humano será
capaz de ver cuerpos etéricos, y de entre estos cuerpos etéricos será capaz de
distinguir el cuerpo de Cristo; esto es, amanecerá a un mundo en el que Cristo
será visible a sus facultades despiertas recién adquiridas.
Que la ciencia espiritual no sólo satisfaga nuestra curiosidad, sino que sea
preparación para las grandes tareas, las grandes misiones de la humanidad
para las que debemos capacitarnos de forma cada vez más plena. (25 de enero
de 1910, GA118)

Una vez que el Yo Espiritual ha encarnado completamente en un cuerpo etérico independiente,


habiendo desarrollado la auto-consciencia espiritual y habiendo aprendido a “pensar”, “hablar”, y
“erguirse” y moverse con mayor o menor libertad en el mundo etérico, puede experimentarse
como una individualidad adulta en el mundo etérico. Una individualidad etérica, como una planta
cuya raíz se encuentra en los mundos espirituales superiores, que comienza a crecer y abrir
ramas y hojas y frutos descendentes, hacia el calor, la luz y la fuente de vida del sol humano
terrestre. Mientras que las plantas en la tierra crecen hacia arriba hacia la luz solar exterior, en el
mundo etérico las almas humanas que permanecen fieles al verdadero significado de la evolución
terrenal, crecen hacia el medio del sol humano terrenal. El Yo Superior de la Humanidad es
nuestro Yo Superior individual compartido universalmente. Es el sol y la luz hacia el que nuestro
yo inferior se orienta y crece, se esfuerza y madura. Y nos acercamos a su núcleo espiritual
cuanto más penetramos en nuestro propio corazón espiritualizado.

Es la fuente de toda creatividad cognitiva, estética y moral humana en la tierra. Recordemos que
nuestro cuerpo etérico toma sustancia y cuerpo mediante los hechos de amor y sacrificio
humanos. Constituye el puente que conecta el cielo con la tierra y con la vida por debajo de lo
físico.

Intercambio mutuo de esencias.


Este evento es la experiencia más íntima del alma en el mundo etérico, y no resulta fácil el
describirlo con lenguaje común. Es una necesidad de nuestra época que esta experiencia sea
compartida de forma pública para despertar a tanta gente como sea posible. Es la única razón
por la que se comunica aunque sea en forma imperfecta y con medios no apropiados, y así se
confía al lector con la máxima humildad y respeto.

El Yo Superior etéricamente “encarnado” y substanciado con los frutos terrenales de verdadera


creatividad humana e íntimamente marcado por las heridas espiritualizadas de la humanidad y de
la tierra, se acerca al ser solar humano-terrenal produciéndose un encuentro. Un intercambio
mutuo. Aportamos como ofrenda todos los logros humanos alcanzados, el fruto del pensar, del
sentir y de los hechos humanos espiritualizados en su conjunto, aquellos que hemos incorporado
en nuestro cuerpo etérico en el proceso de individuación. Nos acercamos al Yo Superior de la
Tierra y de la humanidad, al Cristo y le decimos: “Yo he conseguido todo esto gracias a tus
fuerzas operantes en mí. No soy verdaderamente “Yo” —un “Yo” independiente de tí— quien
ofrece estos frutos, sino que todo es tuyo —tu actividad, tu productividad, tu amor y gracia— que
se me ha permitido actualizar en mi vida terrenal”. Y con la mayor humildad y gratitud vemos
(recordemos que ver en el mundo etérico es devenir… y llegar a ser es a la vez ver) que nuestra
ofrenda es aceptada por el ser solar y espiritualizada mediante su infinito amor. Y entonces
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podemos decir: “Ofrezco estos dones, pero no soy “Yo” quien los procura, ni es este “Yo” quien
los pone a disposición, sino el YO SOY, el Cristo, que vive, opera, se mueve y ofrenda en mí”.

Debemos tener en cuenta que un “encuentro” en el mundo espiritual es “comunión”. El otro ser
verdaderamente está en mí, y yo estoy dentro del otro ser. Cuando me hago consciente de su ser,
es su esencia y devenir en mí y a través mío. Podemos intentar humildemente ser la afirmación
del YO SOY; pero sólo podemos devenir YO SOY, en primer lugar, si derrama en mí Sus fuerzas
desde lo más íntimo de Su corazón espiritual. Es YO SOY puro que atrae a todo Yo hacia sí para
Ser verdaderamente. Por tanto, podremos devenir palabra, o tan sólo sílaba, o incluso simple
movimiento sólo tras recibir la “invitación” a SER. Las fuerzas necesarias para llegar a YO SOY se
obtiene a través de la gracia y debemos esperar con humildad y paciencia a que se nos conceda.
Y cuando esto ocurre… podremos “hablar” la palabra verdadera que esta gracia conlleva. Y esta
palabra es: “Tú Eres”. Y sólo tras este acto de devenir podremos añadir: No “Yo” sino “Tú”, el
Otro —el YO SOY— en mí. Esta asimilación y auto-transformación, este devenir en la semejanza
íntima de la Imaginación de la fuente es la esencia de la comunión espiritual —comunicación. Las
fuerzas de devenir-Otro, de metamorfosis, fluyen hacia nosotros desde el ser del Cristo y sólo
podemos articular y pronunciar en tanto que Él es nuestro devenir-transformador de la
Imaginación de Su semejanza. Y al pronunciar la palabra “Tú eres” devenimos pura esencia de
DEVENIR. O sea, el hecho de que devenimos la semejanza de la Imaginación de la esencia del
“Tú eres” significa que devenimos aquello que primero hemos recibido, y que ahora devolvemos.
O sea, devolvemos la fuerza del devenir eterno, el don del ser eterno de Cristo hacia la tierra y
hacia la humanidad de nuestra época.

Pone el ejemplo de de la meditación que Mabel Collins nos dejó en su libro “Luz en el Camino”.

Explica que si meditamos con la suficiente intensidad el contenido de esta meditación, y la


asimos con nuestro Yo y nuestro Cuerpo Astral, podremos inscribirla en nuestro Cuerpo Etérico y
así llevarla hacia el mundo espiritual, donde podemos intentar articular como “palabra etérica”:

Más radiante que el sol



más puro que la nieve

más sutil que el éter;

es el Yo

el espíritu en mi corazón.

Yo soy este Yo,



este Yo soy Yo.

Ahora, en el mundo etérico, cuando nos situamos cara a cara frente al Yo Superior, pronunciamos
el “Tú Eres” mientras experimentamos el ser espiritual verdadero del Yo Superior. Y su verdadero
ser es “devenir” y Su gracia es para nosotros el don de “devenir”.

Tú eres,

mi “Yo” deviene más radiante que el Sol

Tú eres,

Mi “Yo” deviene más puro que la nieve,

Tú eres,

Mi “Yo” deviene más sutil que el éter:

Tú eres,

Mi “Yo” deviene YO

Tú eres,

el Espíritu en mi corazón.

Y ahora, encarnando, deviniendo la fuerza de devenir, experimentando el ser del Yo Superior


Solar como nuestro íntimo yo, articulamos la metamorfosis de nuestro yo inferior en Yo Superior:

Yo soy devenir de YO;

Este YO deviene mi “Yo”;

Sentimos honestamente que mediante la Imaginación de Cristo en nuestro “Yo”, el “YO SOY”
deviene en nosotros el devenir de nueva vida solar, luz y amor. Y ofrecemos esta esencia al ser
del Cristo como el fruto del sacrificio de Su vida, sembrada en nuestra vida y devenir humano-
terrestre como gracia, como don.

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Y ahora sentimos cómo Cristo acepta nuestra ofrenda, cómo deviene nuestro yo inferior y al
hacerlo penetra y redime todas nuestras fuerzas humanas, y por Él nada en nosotros —incluso
nuestros vicios más básicos y repugnantes y nuestras tendencias y maldades— pueden ser
transformados mediante Sus fuerzas en futura semilla de vida solar. Así comprendemos que
cualquier vida inferior es tierra fértil donde sembrar la semilla de Su futura vida solar. Somos
compost de una tierra fértil y El es quien planta Su semilla que dará increíbles frutos de vida
superior, abundantes frutos de belleza, bondad y verdad, si seguimos los pasos de Su ejemplo.

Así, como respuesta a nuestra palabra, y si Él lo elige así, podremos escuchar:

YO SOY devenir más oscuro que la tierra



YO SOY devenir más sucio que el barro

YO SOY devenir más compacto que la materia



tu yo inferior

el espíritu en mi corazón.

YO SOY este yo: Este yo es YO SOY

Cuando el Yo Superior deviene yo inferior, y el yo inferior deviene las fuerzas de devenir del Yo
Superior, ambos convergen e intercambian su mutua esencia como el ritmo de la respiración y
circulación. En el mundo etérico usamos estas fuerzas de intercambio mutuo para devenir,
etéricamente hablando, un cáliz etérico terrenal que pueda albergar los extractos solares más
puros de esta gracia. Podemos volver ahora a nuestra vida terrenal, a sus responsabilidades y
tareas, con la fuerza de la semilla de la esperanza, el amor y la fe. Y rogar que seamos dignos de
cultivarla correctamente en nuestros corazones humanos, en nuestras mentes y en nuestros
hechos; deviniendo compost en un suelo fértil humano; y cuidadores de la nueva semilla solar en
las tareas más pequeñas y más grandes de la humanidad de nuestra época.

____

Fin del documento.

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