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LECCIÓN 6 Compactación con explosivos

La compactación de un suelo mediante explosivos se considera


una técnica de mejora del terreno de carácter permanente y que no
precisa de adición de materiales. Se trata de colocar cargas explosivas
en profundidad que, en suelos granulares poco densos -con menos del
20% de limos o del 5% de arcillas-, provocan su licuación y posterior
consolidación. Con ello se consiguen asientos generalizados en su
superficie y, por tanto, un aumento de su peso específico. Fue en
Rusia, en 1936, donde tuvieron lugar las primeras compactaciones
mediante explosivos, incluso bajo el agua. En España se han utilizado
en el puerto de Valencia para consolidar rellenos hidráulicos,
resolviendo el tratamiento del terreno en solo dos meses (Romana y
Ronda, 1997). Como es lógico, este procedimiento no es utilizable en
zonas urbanas.

Figura 1. Compactación con explosivos con cargas confinadas.


Este procedimiento es más eficiente que la vibrocompactación, por
el empleo de mayor energía, pero siempre que se domine la técnica.
También es muy aplicable en suelos con grandes bolos, suelos finos o
con niveles superiores más rígidos, donde otras técnicas no son útiles.
Los resultados son muy buenos, pudiéndose incrementar la densidad
relativa de una arena floja en un 15-30%. Son típicos cambios de
volumen entre el 3 y el 8%. Se trata de un procedimiento rápido y
económico, no siendo necesario el empleo de una maquinaria
especial. Suele terminarse el tratamiento con una compactación final
de tipo superficial mediante rodillos vibrantes.

Como inconvenientes a este método cabría destacar el efecto de


las explosiones sobre estructuras próximas al radio de acción, la falta
de uniformidad en el terreno tratado, el factor psicológico negativo
asociado al uso de explosivos y el cumplimiento de la normativa
relacionada con los explosivos, especialmente en áreas pobladas. A
veces se pueden utilizar productos expansivos no explosivos para
evitar algunos de estos problemas. Por otra parte, el control de
resultados requiere una exploración geotécnica posterior para evaluar
el efecto del tratamiento.

En función de la situación donde se aloje la carga del explosivo, las


voladuras pueden ser confinadas (la carga se coloca dentro de la capa
del suelo, Figura 1), superficiales (en la superficie del terreno, Figura
2) o subacúaticas (pero por encima del nivel del terreno a compactar,
Figura 3). Lo más normal es usar voladuras confinadas.
Figura 2. Voladuras superficiales.

Figura 3. Voladuras subacuáticas.


Se puede definir el radio de influencia del tratamiento como la
superficie cuyo asiento es mayor a 1 cm. La fórmula empírica que
define dicha zona (López Jimeno et al., 1995) es

Rmin = K · Q1/3

donde Q es la carga del explosivo en kg y K un coeficiente


adimensional que depende del tipo de suelo, según la Tabla siguiente:

Tabla 1. Coeficiente K para definir el radio de influencia de la


compactación con explosivos (López Jimeno et al., 1995)

De forma aproximada, las cargas se suelen colocar a una


profundidad en torno al 75% de la profundidad del estrato a
compactar, con una separación entre cargas entre 5 y 15 m. Suelen
utilizarse cargas del orden de 10 a 30 g de dinamita (o TNT, o
amonita) por m3 de suelo. Para mayor detalle en el cálculo y diseño de
la cantidad de explosivo, el radio de acción de la carga efectiva, el
espesor de la carga efectiva, el espesor de la capa compactada, la
profundidad a la que debe situarse la carga y el radio del dren de
arena creado, pueden consultarse textos especializados. Hemos
dejado un artículo al respecto al final del artículo.

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