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CAPITULO VII

DEL DERECHO CIVIL EN GENERAL

A. EL DERECHO CIVIL

108. ETIMOLOGÍA

Civil es palabra que deriva del latín civilis, de civis: ciudadano. En consecuencia,
etimológicamente, derecho civil quiere decir derecho concerniente al ciudadano; traducido en el
lenguaje jurídico más exacto de hoy significa el derecho propio de los nacionales de un país o Estado.

109. DEFINICIONES

Sintéticamente, el Derecho Civil se define como el Derecho Privado común y general; en forma
descriptiva, como el conjunto de principios y preceptos jurídicos sobre la personalidad y las relaciones
patrimoniales y de familia.

110. CONTENIDO

El contenido del derecho civil moderno lo integran las normas sobre las instituciones
fundamentales del derecho privado que se refieren a todas las personas, sin distinción de su condición
social, profesión, etc. Estas instituciones son la personalidad, la familia y el patrimonio.
1) Las reglas sobre la personalidad miran a la persona en sí misma y no en sus relaciones
(patrimoniales o familiares) con los demás; disciplinan la existencia, individualización y capacidad de
las personas físicas y morales o jurídicas.
2) Las normas sobre la familia rigen la organización de ésta y dentro de ella definen el estado de
cada uno de sus miembros.
3) Las reglas sobre el patrimonio (conjunto de derechos y obligaciones valuables en dinero)
gobiernan los derechos siguientes.
a) Los derechos reales y los derechos sobre bienes inmateriales. Algunos autores agrupan ambas
clases de derechos bajo el nombre de derechos de exclusión, porque ellos excluyen del goce de las cosas
corporales o incorporales a toda otra persona que no sea el titular.
b) Los derechos de obligación, en virtud de los cuales una persona (el acreedor) está facultada para
exigir de otra (el deudor) una prestación en interés de la primera. La prestación se traduce en una acción
positiva (dar, hacer) o en una abstención (no hacer). Hay, pues, obligaciones de dar, de hacer y de no
hacer.
c) Los derechos de sucesión por causa de muerte, que regulan la transmisión de los bienes o
patrimonio de una persona a consecuencia de la muerte de ésta.
En las obras de Derecho Civil suelen incluirse, además, otras materias que propiamente no
corresponden a sus dominios. Tal ocurre con la teoría de la ley y de las fuentes del derecho. La
ampliación se justifica, según los casos, por razones tradicionales o prácticas.

111. UBICACIÓN DEL DERECHO CIVIL DENTRO DE LAS RAMAS DEL DERECHO

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EL DERECHO Y SUS NORMAS

Clásicamente, el Derecho objetivo se divide en dos grandes ramas: Derecho Público y Derecho
Privado. Pues bien, el Derecho Civil constituye el Derecho Privado general y común.
Es general, porque rige las relaciones jurídicas ordinarias y más generales del ser humano en
cuanto tal, con prescindencia de cualquiera otra circunstancia (nacionalidad, profesión).
Y es común, en primer lugar, porque todas las relaciones jurídicas privadas de los hombres que no
están disciplinadas por otra rama especial o autónoma del Derecho, son regidas por el Derecho Civil; y
es común, en segundo lugar, porque sus principios o normas generales suplen las lagunas o vacíos de las
demás ramas del Derecho Privado cuando ellas no aparecen inspiradas por principios singulares que
contradigan a los del común.
Con respecto al Civil, las otras ramas del Derecho Privado constituyen normas especiales porque,
en su ámbito respectivo, derogan las reglas civilistas o las modifican. Pero cuando el Derecho especial
carece de regulación propia sobre una materia o situación, mantiene su imperio general el Derecho
Civil. Así, por ejemplo, el Código especial llamado Comercial o Mercantil dispone que cuando sus
preceptos no resuelvan especialmente un caso se aplique el Código Civil (C. de Comercio, artículo 2º).
En síntesis, como anota un autor, el Derecho Civil no es sino el Derecho Privado despojado de las
reglas que pertenecen a los denominados Derechos Privados especiales o de excepción.

112. IMPORTANCIA DEL DERECHO CIVIL

La importancia de Derecho Civil deriva principalmente de la generalidad de su aplicación; sus


normas llegan a suplir los derechos especiales, mediata o inmediatamente, cuando éstos carecen de
preceptos adecuados sobre un asunto o materia propios de su competencia. Y, como se ha subrayado,
este carácter supletorio erige al Derecho Civil en el representante de la unidad del Derecho Privado que,
en su diverso fraccionamiento (derecho comercial, derecho de minas, derecho del trabajo, derecho
industrial) adquiere cierta cohesión unitaria a través de aquél.
La importancia del Derecho Civil también se revela en la técnica de sus principios, afinada durante
siglos; ella informa o sirve de pauta a la de los derechos especiales.

113. EL PRETENDIDO OCASO O LA CRISIS DEL DERECHO CIVIL

El Derecho Civil ha sido considerado siempre como el trasunto jurídico del individualismo. Y en
esta dirección su monumento legal más representativo es el Código Civil francés, el Código de
Napoléon, calificado como “la epopeya burguesa del Derecho Privado”. ¿Por qué? Porque en una parte
considerable de sus disposiciones se nota la ausencia del sentido de cooperación humana, y porque acusa
una preocupación desmedida por reglamentar la propiedad territorial; los escrupulosos de las cifras han
determinado que un tercio de las disposiciones del Código Civil francés está dedicado a la propiedad
raíz y, más o menos directamente, la mitad de los artículos restantes.
La fuerte intervención del Estado en las relaciones privadas, dominante en el mundo hasta hace
poco, llevó a muchos a proclamar la muerte a corto plazo del Derecho Civil. Sin embargo, la
condenación parecía exagerada, pues si bien era necesario poner cortapisas al abuso de los individuos,
negándoles derechos que antes se les reconocían, también es verdad, ayer como hoy, que hay esferas de
intereses personales que, compadeciéndose con los de la comunidad, merecen una tutela que evite su
burla por el poder público que, por estar en manos de hombres, cualesquiera que ellos sean, es
susceptible de esgrimirse con error o abuso. Las instituciones fundamentales del Derecho Civil, familia,
propiedad, contrato, no pueden desaparecer; sólo necesitan renovarse y estar en armonía con el bien
supremo del grupo social.
También se ha estimado como un signo revelador del ocaso del Derecho Civil el proceso de
disgregación o desintegración que ha sufrido a través del tiempo: materias que antes caían dentro de sus
dominios hoy se han independizado como disciplinas nuevas. Tal ha sucedido con el Derecho
Comercial, el Derecho de Minas, el Derecho del Trabajo, el Derecho Industrial, el Agrícola, el Derecho
Procesal, etc.
Discútese si estas disgregaciones son justificadas. En general, se piensa que sólo merecen

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TRATADO DE DERECHO CIVIL. PARTES PREELIMINAR Y GENERAL

autonomía las instituciones cuyos principios substanciales difieren de los de la rama madre de la cual se
han apartado. Y así, por ejemplo, es legítima la independencia del Derecho Procesal, que
originariamente era concebido como una materia privada e integrante del Derecho Civil y que hoy es
una disciplina con fisonomía propia y que, en el sentir de muchos, corresponde al Derecho Público. Pero
sobre otros abandonos existen polémicas: la más clásica de todas es, quizá, la relativa al Derecho
Comercial. Hay quienes sostienen que por sus fundamentos el Derecho Comercial forma parte del
Derecho Civil; otros, en cambio, justifican la separación, si no por razones de principios, al menos por
las exigencias del comercio o tráfico en masa que no se adapta a las normas del Derecho Civil.
El Código Civil italiano en 1942 comprende las relaciones de comercio, y sólo algunas de este
carácter están disciplinadas por leyes especiales.
No sólo las instituciones de carácter preponderantemente económico han tratado de escapar al
Derecho Civil, sino también otras en que resalta el aspecto moral. Así, la institución de la familia
tradicionalmente se ha considerado parte del Derecho Civil; pero hoy una gran corriente doctrinaria
opina que los principios de éste no le son naturalmente aplicables, dadas las características de la relación
familiar, muy afines a las de la relación de Derecho Público. Y aunque no se propugna la subsunción del
Derecho de Familia dentro del Derecho Público, ya que la familia no forma parte del Estado, sino que es
una institución típicamente privada, se piensa que tampoco el Derecho de Familia debe estar sometido a
los principios generales propios del Derecho Privado. Por consiguiente, el Derecho de Familia sería un
Derecho autónomo, sometido a principios generales peculiares. Estas ideas han encontrado eco en la
legislación de algunos países que, aparte del Código Civil, tienen un Código de la Familia, por ejemplo
Rusia y Bolivia.
Frente a los que creen que la desintegración creciente del Derecho Civil denota su decadencia,
otros responden que su contenido es todavía rico, capaz de dar vida al nacimiento de nuevas ramas
jurídicas sin quedar por eso estéril o agotado. Además, se agrega, muchos Derechos se han
independizado, no porque no encuadren en el sistema del Derecho Civil, sino por razones de
conveniencia práctica. Un autor ha llegado a decir: “todavía no se ha inventado en la ciencia jurídica un
modo de pensar las relaciones de carácter patrimonial entre particulares que no pueda encajar en las
categorías conservadas secularmente por el Derecho Civil”.
Por último, hasta hace poco se decía que empujaba a la agonía del Derecho Civil la fuerte
intervención del Estado en el campo privado. El individuo, afirmaba Savatier, tanto en su propiedad
como en las convenciones que celebra, tiende a ser tratado más como ciudadano, casi como funcionario,
que como un particular libre. El Derecho Público amenazaba absorber al Derecho Privado y,
melancólico, Ripert escribía que todo se transforma en Derecho Público: “Tout devient Droit Public”.
Las observaciones anteriores correspondían a la realidad; sin embargo, el pesimismo era
exagerado, porque hay sectores de la vida humana que siempre serán esferas privativas del individuo
particular y murallas inexpugnables del Derecho Civil.
En conclusión, el Derecho Civil ha restringido sus dominios y constantemente se renueva. Tiende
hoy, al compás del tiempo, a conciliar los intereses morales y materiales de los particulares con los
supremos e inclaudicables de la sociedad.

B. EL CODIGO CIVIL CHILENO

Su gestación

114. GENERALIDADES

Código es toda ordenación sistemática de normas legales relativas a una determinada rama del

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EL DERECHO Y SUS NORMAS

Derecho o a una parte orgánica de ella. El Derecho Civil chileno está contenido casi todo en el Código
Civil, que comenzó a regir el 1º de enero de 1857.
La gestación de nuestro Código Civil fue larga. Antes de su promulgación se aplicaron en Chile las
leyes españolas (la Novísima Recopilación, la Nueva Recopilación, las Leyes de Estilo, las Leyes de
Toro, el Fuero Real, el Fuero Juzgo, las Siete Partidas) y ciertas leyes especiales dictadas para América
o Chile. A esta legislación se agregaron, después de la Independencia, algunas leyes patrias. Entre éstas,
en materia civil, son dignas de recordarse las que se refieren a la habilitación de edad (14 de junio de
1814); al matrimonio de los no católicos (6 de septiembre de 1844); a la prelación de créditos (leyes de
31 de octubre de 1845 y de 25 de octubre de 1854, ambas redactadas por don Andrés Bello e
incorporadas más tarde, con pequeñas variantes, al Código Civil); a las sociedades anónimas (8 de
noviembre de 1854); a la exvinculación de bienes (14 de julio de 1852).
La idea de la codificación nació en Chile conjuntamente con la emancipación política, pues, aparte
de consideraciones filosóficas, sociales y económicas, la legislación española que se aplicaba era
anacrónica y confusa. En la esfera civil hubo numerosos intentos para lograr la dictación de un código;
pero, por una u otra causa, todos quedaron frustrados hasta que apareció en el escenario de nuestro suelo
don Andrés Bello, quien comenzó su trabajo en forma privada y silenciosa. El ilustre venezolano-
chileno tenía realizado en 1835 cerca de la tercera parte de un Proyecto de Código Civil; había
preparado ya un tratado completo sobre la “sucesión por causa de muerte”.

115. COMISIÓN DE LEGISLACIÓN DEL CONGRESO NACIONAL

En 1840 el Congreso Nacional creó una “Comisión de Legislación del Congreso Nacional” con el
objeto de que se consagrara a la “codificación de las leyes civiles, reduciéndolas a un cuerpo ordenado y
completo, descartando lo superfluo o lo que pugne con las instituciones republicanas del Estado, y
dirimiendo los puntos controvertidos entre los intérpretes del Derecho”.
La Comisión era mixta, compuesta de dos senadores y tres diputados, elegidos por las respectivas
ramas del cuerpo legislativo, y entre sus miembros figuró por el Senado el propio don Andrés Bello.
La Comisión se dedicó con celo a su trabajo y empezó desde el 21 de mayo de 1841 a publicar el
resultado de sus afanes en El Araucano. El primer objeto de sus labores fue la “sucesión por causa de
muerte”, a la cual se dio prioridad por ser la parte más defectuosa de la legislación civil vigente.
La publicación del trabajo se hacía con el fin de que quien quisiera formulara las observaciones
que creyera atinadas.

116. JUNTA REVISORA

El 29 de octubre de 1841 una ley estableció la “Junta Revisora”, compuesta de tres diputados y dos
senadores, elegidos, respectivamente por cada Cámara. Su misión consistía en examinar los títulos que
la Comisión presentara al Congreso, y en proponer las enmiendas, adiciones o supresiones que le
parecieran convenientes. Debía dar cuenta de su labor en cada legislatura ordinaria.

117. FUSIÓN DE LA COMISIÓN Y DE LA JUNTA EN UN SOLO CUERPO

La Junta Revisora comenzó su faena en forma muy activa. Después se atraso de día en día.
Funcionó “tan raras veces, que no pudo adelantar cosa alguna en la elaboración de esta obra”. Para
obviar las dificultades, a iniciativa del señor Bello se dictó la ley de 17 de julio de 1848 que refundió
esta Comisión y la Junta en un solo cuerpo, “autorizado para llevar adelante y revisar los trabajos
anteriores de ambas”, bastando para sus resoluciones la mayoría de tres de sus miembros.
Merced a esta providencia se revisaron algunos títulos y fueron transmitidos a las Cámaras a fines
de 1846.
En noviembre del mismo año, la nueva Comisión publicó un cuaderno del “Libro de la sucesión
por causa de muerte”.

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TRATADO DE DERECHO CIVIL. PARTES PREELIMINAR Y GENERAL

En agosto de 1847 se publicó el “Libro de los contratos y obligaciones convencionales”. Al final


del mismo se incluyeron los títulos de prelación de créditos, rescisión en favor de los acreedores del
insolvente, y prescripciones.
En 1848 y 1849 las sesiones se hicieron más y más raras y la Comisión, por diversas
circunstancias, quedó reducida a los señores Bello, Montt, Palma y Lira. El señor Egaña había muerto y
los demás miembros estaban ausentes de Santiago.
La Comisión dejó de reunirse y de hecho se extinguió.

118. PRESENTACIÓN DEL PROYECTO Y COMISIÓN REVISORA DEL MISMO

Don Andrés Bello, sin desmayar en su propósito de dar cima a la gran empresa, la continuó solo y
en silencio; logró presentar concluido el Proyecto en 1852.
En cumplimiento de una ley de 14 de septiembre de 1852, el Gobierno, por decreto de 26 de
octubre de 1852, nombró la Comisión Revisora del Proyecto, compuesta de los señores don Ramón Luis
Irarrázabal, Presidente interino de la Corte Suprema de Justicia; don Manuel José Cerda, Ministro del
mismo tribunal; don José Alejo Valenzuela, Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago; don Diego
Arriarán, don Antonio García Reyes y don Manuel Antonio Tocornal. El autor del proyecto, señor Bello,
formaba también parte de esta Comisión; más tarde se llamó a integrarla al doctor don Gabriel Ocampo,
jurisconsulto argentino (redactor, después, de nuestro Código de Comercio), y al Regente de la Corte de
Apelaciones de Concepción, que con el tiempo llegó a Ministro de la Corte Suprema, don José Miguel
Barriga.
El mismo decreto del Gobierno que nombró la Comisión Revisora dispuso que el trabajo
presentado por el señor Bello y conocido generalmente con el nombre de “Proyecto de 1853”, por
haberse publicado en esa fecha, se hiciera imprimir desde luego y se distribuyera a los Ministros de los
tribunales superiores de justicia, a los jueces letrados y a los miembros de la Facultad de Leyes de la
Universidad, para que informaran sobre él, haciendo las observaciones que su examen les sugiriera.
La Comisión Revisora, a cuya cabeza se puso el propio Presidente de la República, don Manuel
Montt, celebró más de trescientas sesiones e introdujo muchas innovaciones, gran parte de las cuales
fueron propuestas por el mismo señor Bello.
El proyecto de 1853 pasó por una doble revisión.
La forma en que quedó después del primer examen, fue consignada al margen del ejemplar del
Proyecto antedicho, que cada uno de los miembros de la Comisión tenía para su uso personal. 1
Este proyecto de 1853, con las innovaciones que la Comisión Revisora le introdujo después del
primer examen, es el llamado “Proyecto Inédito”, así calificado porque se mantuvo sin imprimir hasta
que en 1890 se incorporó en las Obras Completas de don Andrés Bello.
Concluido el primer examen del Proyecto, fue sometido a otro y, en seguida, se presentó, por
intermedio del Gobierno, a la deliberación del Congreso, a fines del año 1855. Es el llamado “Proyecto
Definitivo”.

119. EL PROYECTO ANTE EL CONGRESO. LEY APROBATORIA

El 22 de noviembre de 1855 el Presidente de la República, don Manuel Montt, presentó el Proyecto


definitivo a la aprobación del Congreso Nacional. El mensaje venía redactado por don Andrés Bello.
Después de algunos trámites, el Congreso aprobó el Código, no artículo por artículo, sino en globo.
La ley aprobatoria fue promulgada el 14 de diciembre de 1855, y se ordenó que el Código
comenzara a regir desde el 1º de enero de 1857.
Sobre el cumplimiento de dicha ley debemos manifestar: “1º, que el 10 de julio de 1856 se hizo el
depósito de los ejemplares auténticos en las secretarías del Congreso, y 2º, que esta edición auténtica no
está enteramente conforme con el Proyecto aprobado por las Cámaras, existiendo no sólo un número
considerable de correcciones gramaticales y literarias, sino también modificaciones de fondo. Si para
1
MIGUEL LUIS AMUNÁTEGUI, “Introducción” al tomo de los “Proyectos de Código Civil”, que trata del llamado “Proyecto
Inédito” y que corresponde al tomo V de las Obras Completas de don Andrés Bello, edición Nascimento, hecha bajo los auspicios de
la Universidad de Chile, p. 37.

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EL DERECHO Y SUS NORMAS

efectuar las primeras estaba autorizado el Gobierno en virtud del mandato de la ley, y ellas caían en la
expresión “edición correcta y esmerada” que ésta emplea, no es tan fácil justificar las segundas”.
“No obstante, dentro de las teorías constitucionales, de la práctica observada, y de la doctrina del
artículo 1º del Código Civil, debe tenerse por auténtica la edición oficial, bien que en otro orden de
consideraciones se pretendió, en los primeros tiempos de vigencia del Código Civil, hacer prevalecer en
los puntos disconformes la aprobada por el Congreso, y se suscitaron conflictos en los tribunales”.

120. PRETENDIDO PROYECTO DE DON MARIANO EGAÑA

En el año 1933, se publicó un “Proyecto no completo de Código Civil para Chile escrito por el
señor Mariano Egaña”. (Véase “Boletín del Seminario de Derecho Público de la Universidad de Chile”,
años 1933 y siguientes), pretendiéndose que tuvo una marcada influencia en los Proyectos de Bello.
Aunque el punto no está aclarado de un modo concluyente, la mayoría de los investigadores cree que ese
proyecto debe atribuirse a Bello y no a Egaña. Así lo estima, entre otros, el ex profesor de Derecho Civil
don Oscar Dávila que, al incorporarse como Miembro Académico de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad de Chile, presentó y leyó un trabajo sobre el punto que nos ocupa. Dicho
trabajo se titula “Un proyecto inédito de Código Civil” y puede verse en la Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo XXXVIII, año 1941, páginas 53 y siguientes de la primera parte, sección derecho.1

121. LOS DIVERSOS PROYECTOS DE CÓDIGO CIVIL Y SU CONSULTA

Hay proyectos que abarcan todas la materias del Código Civil aprobado en 1855 y otros que sólo se
limitan a algunas. Considerando unos y otros se tienen los siguientes.
a) Proyecto de 1841-1845 (lapso durante el cual se publicó en el diario El Araucano). Comprende:
“Título Preliminar”, “De la sucesión por causa de muerte” y “De los contratos y obligaciones
convencionales”.
b) Proyecto de 1846-1847. Limítase al libro “De la sucesión por causa de muerte” (impreso en
Santiago en 1846) y al “De los contratos y obligaciones convencionales” (impreso en Santiago en agosto
de 1847).
c) Proyecto de 1853, llamado así por la fecha de su publicación.
d) Proyecto Inédito.
e) Proyecto Definitivo o Aprobado.
Sobre estos dos últimos ya hemos dado explicaciones. Quedó en claro que el “Inédito” es el mismo
Proyecto de 1853 después de las enmiendas que le introdujo la Junta Revisora como resultado del primer
examen que practicó, y recordamos que el calificativo de “Inédito” deriva de la circunstancia de haber
permanecido en esa calidad hasta su publicación, en 1890, en las Obras Completas de don Andrés Bello.
Señalamos también que el Proyecto “Definitivo” o “Aprobado” es el de 1853 después de las
modificaciones que le introdujo la Comisión Revisora con motivo del segundo examen que hizo. En
otras palabras, es el Proyecto de Código Civil que se sometió a la consideración del Congreso Nacional
y que éste aprobó sin variaciones. Difiere del Código promulgado y publicado sólo en aquellas partes
que Bello enmendó por propia iniciativa al encargársele la edición “correcta y esmerada” a que ya nos
referimos.
Todos los proyectos, menos el llamado Definitivo o Aprobado, pueden consultarse en las Obras
Completas de don Andrés Bello; de ellas, hasta hoy, existen tres ediciones, dos hechas en Chile y otra en
Venezuela.
La primera edición patria fue prohijada por la Dirección del Consejo de Instrucción Pública que
existía en esa época; los proyectos de Código Civil se encuentran en los volúmenes XI, XII y XIII,
publicados en 1887, 1888 y 1890, respectivamente. La segunda edición, bajo el patrocinio de la
Universidad de Chile, la hizo en 1932 la Editorial Nascimento; los proyectos aparecen en los tomos III,
1
Véanse algunos datos sobre esta cuestión en el trabajo de don Sergio Vivanco Patri, “Génesis del Código Civil”, publicado en
los Anales de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile, tercera época, vol. II, enero a diciembre de
1955, Nº 4, pp. 22 a 47. En este mismo volumen hay otros estudios relacionados con el Código Civil chileno: “El Código Civil y su
época”, por Pedro Lira Urquieta; “La lengua del Código Civil”, por Carlos Vicuña Fuentes.

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TRATADO DE DERECHO CIVIL. PARTES PREELIMINAR Y GENERAL

IV y V.
La edición venezolana de las Obras Completas de don Andrés Bello contiene los proyectos de
Código Civil en los tomos 12 y 13 (Caracas, 1954 y 1955) y difiere por su método de las ediciones
chilenas. En estas últimas los diversos proyectos aparecen publicados independientemente; en la edición
caraqueña, en cambio, las disposiciones de todos ellos se reproducen en forma coordinada: se comienza
por transcribir el texto del artículo promulgado y luego, en nota, procúrase restablecer su historia, o sea,
se copian las diversas redacciones que tuvo el precepto desde el primer proyecto en que aparece hasta el
promulgado; también figuran, cuando las hay, las notas manuscritas de Bello a su ejemplar personal y
las que puso a los diferentes proyectos, indicándose en cada caso a cuál corresponden.
Es justo mencionar que el trabajo de Caracas, preparado por la Comisión Editora de las Obras
Completas de Andrés Bello del Ministerio de Educación de Venezuela, contó, en la parte relativa al
Código Civil, con la valiosa colaboración de dos juristas chilenos, Pedro Lira Urquieta y Gonzalo
Figueroa Yáñez.
Finalmente, señalemos una valiosa curiosidad. En la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
hay un ejemplar de nuestro Código Civil que forma parte de las “Leyes, decretos... de Chile”, Santiago,
1856, Imprenta Nacional, 641 páginas. Este ejemplar, que perteneció al gran profesor de Derecho Civil
don José Clemente Fabres, cuya firma autógrafa lleva, tiene anotaciones marginales manuscritas,
presumiblemente dictadas por don Andrés Bello a su hija.

122. CONSULTA DE LOS DEMÁS ANTECEDENTES LEGISLATIVOS DEL CÓDIGO CIVIL

Todos los antecedentes legislativos del Código Civil, desde el Proyecto de Constitución de 1911,
que contemplaba el establecimiento de una Comisión de Legislación, hasta la ley que concedió un
premio a don Andrés Bello y un voto de gracia a la Comisión Revisora, pueden consultarse en la obra
del ex profesor de la Universidad de Chile, don Enrique Cood, llamada Antecedentes legislativos y
trabajos preparatorios del Código Civil de Chile, editada en Santiago, en 1883; en 1958 la “Comisión
Nacional Organizadora del Centenario del Código Civil” publicó una nueva edición, dada a luz por la
Imprenta Hispano-Suiza. Se hizo otra en 1965.
Don Enrique Cood no alcanzó a escribir el tomo segundo, por lo que la obra quedó trunca.
El trabajo más completo que se ha hecho sobre la imponderable labor legislativa de Bello es el del
profesor Alejandro Guzmán Brito. Consta de dos volúmenes, uno de texto y otro de fuentes. Se titula
Andrés Bello, codificador. Historia de la fijación y consolidación del derecho civil en Chile, Santiago,
1982.
Debe subrayarse que la Comisión Revisora no dejó actas de sus sesiones, por lo cual no contamos
con un antecedente que hubiera sido de gran valor en la interpretación de los preceptos del Código.
Se dice que el Presidente de la República y de la Comisión, don Manuel Montt, había tomado la
decisión de que no se llevaran actas oficiales, entre otros motivos, para evitar que “el espíritu de
lucimiento y de nombradía ocupase el lugar del análisis y de la seria meditación”.
Sin embargo, don Andrés Bello formó privadamente algunas actas. Cuatro se han dado a conocer
en diversos trabajos, como el del historiador Guzmán Brito titulado “Algunas actas de sesiones de la
comisión revisora del Proyecto de Código Civil de 1853” (Revista de Estudios Histórico-Jurídicos,
Valparaíso, 1980, Nº 5, pp. 413 y ss.).

123. EL AGRADECIMIENTO DE CHILE A BELLO Y LA INMORTALIDAD DE ÉSTE

Por ley especial el Congreso de nuestro país concedió un voto de gracia al autor principal y casi
exclusivo del Código Civil Chileno, senador Andrés Bello; acordósele también la entrega de veinte mil
pesos, “por una sola vez”, y se le abonó el tiempo de servicio necesario para que pudiera jubilar del
empleo de oficial mayor del Ministerio de Relaciones con sueldo íntegro (ley de 14 de diciembre de
1855). Por gracia, en atención a sus eminentes servicios, se le otorgó la nacionalidad chilena.
Andrés Bello López (1781-1865), humanista y hombre de sabiduría casi imposible, también parece
ser “viva moneda” que difícilmente “se volverá a repetir”. No tuvo ningún título académico y fue,

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EL DERECHO Y SUS NORMAS

además de escritor, poeta y crítico literario, gran filólogo, especializado en literatura medieval europea,
eminente jurisconsulto, educador inmenso, latinista, filósofo y naturalista. En la vida intelectual de
Chile su influencia hasta hoy persiste, del mismo modo que en todo el mundo de habla española su
Gramática de la lengua castellana (con las notas de Rufino J. Cuervo) sigue siendo fundamental para los
estudios gramaticales de ese idioma.
Chile supo agradecer a este hombre que puso toda su ciencia, empuje e inteligencia al servicio de
su patria adoptiva. Con palabras muy expresivas dice uno de nuestros escritores: ”El cargo de Oficial
Mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores, de Senador de la República, la Rectoría de la
Universidad, un monumento frente a ella, calor, tibieza de hogar, materia donde modelar su necesidad
incontenible de crear una forma, fue lo que dio Chile al gran venezolano. El, en cambio, fijó el rumbo
de nuestro idioma, nos dio un Código Civil, una orientación cultural que aunque se prestara a
discrepancias, no disminuía por ello en su valor. Nos proyectó al extranjero con su Tratado de Derecho
Internacional y con sus actuaciones de árbitro en otros países, buscó en la inteligencia y en la cultura, en
la alianza de las letras y las actividades prácticas, esa correspondencia que ya resulta inherente a los
pueblos civilizados y al destino consciente y sensible del hombre”. 1
El homenaje de Chile a Bello no decae. Sería materia de erudición bibliográfica fatigosa señalar
cuánto se ha escrito sobre él2 y sigue escribiéndose. En estos últimos tiempos pueden citarse por vía de
ejemplo las decenas y decenas de artículos y ensayos que, en el centenario de su muerte, le dedicaron las
revistas Mapocho (tomo IV, Nº 3, 1965, vol. 12) de la Biblioteca Nacional y Atenea (octubre-diciembre
de 1965) de la Universidad de Concepción de Chile. En el año 1970 se publicó una nueva Antología de
Andrés Bello, prólogo y selección de Roque Esteban Scarpa.53

Fuentes, plan y estructura del Código Civil

124. FUENTES

El Código Civil tuvo como fuentes de inspiración el Derecho Romano, el Código Civil Francés,
ciertas leyes españolas derivadas de las Siete Partidas, la Novísima Recopilación y el Fuero Real, los
Códigos de Luisiana, Sardo, de Austria, de Prusia, de las Dos Sicilias, del Cantón Vaud, Holandés y
Bávaro.
La consulta de los códigos recién mencionados se vio facilitada por una obra de A. Saint Joseph
que contiene los textos de todos ellos, llamada Concordancias entre el Código Civil Francés y los
Códigos Civiles Extranjeros, traducida del francés al castellano por los abogados del Ilustre Colegio de
Madrid, F. Verlanga Huerta y J. Muñiz Miranda. El redactor de estas Explicaciones posee un ejemplar
de la segunda edición hecha en Madrid en 1847; la primera es de 1843.
A las anteriores fuentes de legislación positiva se unen otras doctrinarias, es decir, obras de autores
de distinta nacionalidad, como el alemán Savigny, los comentaristas franceses de su Código Civil
(Delvincourt, Rogron, Mourlon), algunos juristas ingleses (muy pocos), varios españoles, como Gregorio
López, Tapia, Molina, Gómez, Matienzo, Gutiérrez y, muy especialmente, Florencio García Goyena.
Sus Concordancias y Comentarios al Código Civil Español (proyecto), publicados en 1852, fueron en
muchas materias más seguidos de lo que generalmente se cree. Respecto del libro de las obligaciones y
los contratos el autor de cabecera es el gran jurisconsulto francés, anterior al “Code Civil”, pero
considerado como su padre espiritual, Roberto José Pothier (1699-1772).

1
LUIS MERINO REYES, Perfil humano de la literatura chilena, Santiago de Chile, Editorial Orbe, 1967, p. 23. Una buena
biografía de Bello es la escrita por EUGENIO ORREGO VICUÑA, titulada Andrés Bello, Empresa Editora Zig-Zag S.A., Santiago
de Chile, 1953, cuarta edición (texto definitivo). Otras biografías de mérito: PEDRO LIRA URQUIETA, Andrés Bello, Fondo de
Cultura Económica, México, 1948; ALAMIRO DE AVILA MARTEL, Andrés Bello, Edit. Universitaria, Santiago, 1981.
2
Véase, por ejemplo, Pedro Grases, “Bibliografía sumaria de Andrés Bello”, publicada en Mapocho, Santiago de Chile, 1965,
Nº 3, vol. 12, pp. 332 a 354. También puede mencionarse una bibliografía de las obras de Bello y de los libros y folletos que sobre él
se han escrito existente en la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. Dicha bibliografía fue realizada por Eliana Navarro y otras
funcionarias de aquel establecimiento. Edición a roneo, Santiago, 1981.
3
Fondo Andrés Bello, Talleres Imp. Camilo Henríquez Ltda., Santiago, 1970. Con anterioridad, fuera de otras editadas en Chile
y el extranjero, puede mencionarse la Antología de Andrés Bello, compuesta por Raúl Silva Castro, Santiago, Zig-Zag, 1965.

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