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a) El iusnaturalismo
b) El positivismo jurídico
a) Positivismo filosófico
“Se trata de una filosofía que, rechazando toda metafísica, pretende fundamentarse
solamente en los hechos "positivos", conocidos exclusivamente por medio de la observación
y de la experiencia, intentando llegar a un conocimiento no universal, absoluto, sino general,
resumiendo, coordinando y sistematizando las leyes descubiertas y formuladas por las
distintas ciencias (...) entre las que se incluyen la ciencia del hombre y de la sociedad, de cuya
aplicación a las mismas del método positivo se esperaban los resultados más importantes”.
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En suma, el positivismo defiende:
Es decir, para este otro iuspositivismo, el OBJETO de estudio (el dato, lo dado, lo
puesto o "positum") no son en realidad hechos sociales (conductas humanas externas y
observables), sino normas "positivas" en el sentido de formalmente válidas, puestas por el
legislador siguiendo los procedimientos prescritos por el propio Derecho (típicamente, textos
legales: el "Derecho en los libros", independientemente de su eficacia y de sus causas y
efectos sociales). Esas normas formalmente válidas se asimilan a los hechos o "fenómenos" a
los que se refería el positivismo filosófico, pero obviamente no se trata de hechos o conductas
sociales observables, sino de enunciados con su significado normativo (que se toman aislados
de su contexto social, histórico, "real"). Y, en cuanto al METODO de estudio del Derecho,
este iuspositivismo formalista no utiliza los métodos sociológicos empíricos, sino que analiza
lingüísticamente los enunciados de las normas, extrae su significado (o significados),
construye conceptos jurídicos, analiza las relaciones lógicas entre las normas, las sistematiza,
etc., siguiendo un "método jurídico" (el tradicional de la dogmática jurídica) que es bien
distinto del de las ciencias sociales empíricas. Aquí impera la lógica y los métodos de
interpretación lingüística y del análisis conceptual, y no el método científico empírico que
veíamos a propósito del positivismo filosófico o "general". La ciencia jurídica "positivista" en
este segundo sentido se aproxima más a las "ciencias formales" (como la lógica) que a las
"ciencias empíricas o materiales" (como la sociología); es decir, se aleja del modelo
genuinamente positivista de ciencia.
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El contraste entre estas dos grandes corrientes del positivismo jurídico (sociologista
vs. formalista) parece claro, ya que, como dice Fassó, "una cosa es la positividad de un
efectivo, concreto comportamiento humano" (iuspositivismo sociologista), "y otra es la
positividad constituida en base a la existencia formal de una norma" (iuspositivismo
formalista). El positivismo filosófico (y el positivismo jurídico sociologista, que lo sigue)
"aparece unido al dato histórico, si bien realizando una función generalizadora". El
positivismo jurídico formalista, en cambio, "prescinde de la historia, y llevado por su
formalismo, termina por asumir un carácter ahistórico".
De todo lo anterior se desprende pues que el positivismo jurídico "formalista" es en
realidad mucho menos "positivista" (en el sentido del positivismo filosófico, del positivismo
"en general" tal y como es entendido en sociología y en el resto de las ciencias sociales) que
el positivismo jurídico "sociologista" o "realista". Lo curioso es que, paradójicamente, la
etiqueta "positivismo jurídico" ha acabado por identificarse a menudo únicamente con la
versión formalista (la menos positivista) del iuspositivismo, probablemente debido a que
históricamente el formalismo triunfó antes que el realismo (el positivismo jurídico
"tradicional" ha sido más bien el formalista). Así, es frecuente referirse a las tres grandes
tendencias, "paradigmas" o "tradiciones" del pensamiento jurídico con las etiquetas de
"iusnaturalismo", "positivismo jurídico", y "realismo jurídico". En realidad sería mejor hablar
de "iusnaturalismo", "positivismo jurídico formalista" y "positivismo jurídico realista (o
sociológico)". Precisamente la historia del pensamiento jurídico que se estudiará en los temas
posteriores comienza con la implantación, frente al iusnaturalismo, del positivismo jurídico.
Un iuspositivismo que en sus inicios tiende -en grados de intensidad diferentes- hacia el polo
"formalista" (escuela de la exégesis; jurisprudencia analítica inglesa de Bentham y Austin;
jurisprudencia de conceptos del primer Ihering) (la ambivalente "Escuela Histórica del
Derecho" de Savigny parecería tender más hacia el sociologismo en sus orígenes pero
evolucionará hacia el formalismo). Después vendrá la "revuelta contra el formalismo" y la
aparición de la tendencia "sociologista" del iuspositivismo (jurisprudencia finalista del
segundo Ihering; realismo jurídico americano; realismo jurídico escandinavo; marxismo). La
Teoría Pura del Derecho de Kelsen correspondería en muchos aspectos con la corriente
formalista, pero tiene peculiaridaes que la distinguen claramente del formalismo del siglo
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XIX. La teoría de Hart representa un sensato equilibrio entre los polos formalista y realista
(equilibrio quizá escorado hacia una visión más sociológica); Bobbio evolucionará desde
posturas más bien formalistas hacia otras más sociologistas; por último, la teoría de Dworkin
puede interpretarse como una cierta recuperación de la vieja tradición iusnaturalista, aunque en
una versión contemporánea y muy peculiar.
-Es, como hemos visto, la tesis central que comparten todos los diversos
iuspositivismos (tanto formalistas como realistas) y que les diferencia del iusnaturalismo: la
segunda tesis del iuspositivismo, la de la separación conceptual entre Derecho y moral.
-Es una tesis acerca del concepto de Derecho (acerca de la definición o delimitación o
del ámbito de lo jurídico)
-Esta tesis sostiene que no existe una conexión necesaria o conceptual entre el
Derecho y la moral: distingue conceptualmente el Derecho de la moral, distingue entre el
"Derecho que es" y el "Derecho que debe ser". Que una norma (o un ordenamiento) jurídico-
positivo sea inmoral no significa que sólo por ello deje de ser Derecho (y si es moralmente
justa, no significa que sólo por ello sea jurídica). El juicio sobre la "juridicidad" de las normas
es independiente del juicio sobre su "moralidad". Porque lo jurídico se define e identifica no
atendiendo a un juicio moral acerca de su justicia o injusticia, sino mediante la constatación
de ciertos hechos verificables: que la norma emane de ciertos órganos jurídicamente
competentes, mediante cierto procedimiento jurídicamente regulado, y su contenido no
infrinja normas jurídicas jerárquicamente superiores; los iuspositivistas sociologistas exigen,
además, que la norma sea generalmente obedecida y aplicada, o sea, eficaz).
-Por supuesto, el positivista "como enfoque" o "conceptual", cuando niega la conexión
conceptual entre Derecho y moral (entre las propiedades que definen el concepto de
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Derecho él no incluye la de su corrección moral), no está sosteniendo que entre Derecho y
moral no exista relación alguna. El positivista "conceptual" puede admitir -y de hecho lo
hace- conexiones CAUSALES entre Derecho y moral: la causa que de hecho explica que el
legislador dicte ciertas normas jurídicas es a menudo que considera que existe una exigencia
moral -del propio legislador o de la sociedad- que conviene proteger mediante el Derecho;
pero lo que constituye o define a esas normas como jurídicas no es el que sean exigencias
morales, sino el hecho de que el legislador las ha dictado; si no lo hubiera hecho seguirían
siendo exigencias morales, pero no serían normas jurídicas. El positivista conceptual, por otro
lado, admite -como no podía ser menos- la obviedad de que existen múltiples conexiones DE
CONTENIDO entre el Derecho y la moral: muchas normas jurídicas (p.e., la prohibición de
matar) coinciden en su contenido con normas morales, dicen lo mismo; pero, de nuevo, lo que
las hace jurídicas no es esa coincidencia de contenidos (que la prohibición de matar sea
moralmente correcta), sino los criterios propiamente jurídicos (que esa prohibición esté
recogida en una norma jurídica válida según los criterios de validez del propio Derecho).