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PROGRAMA DE FORMACIÓN INICIAL

En mediación de seguros privados Nivel 3

MÓDULO 1
TEMA 3
NORMATIVA APLICABLE EN MATERIA DE CONTRATO DE
SEGURO Y REASEGURO
Adaptado a la Ley 262011, de 1 de agosto, de adaptación a la
Convención Internacional sobre los derechos de las personas
con Discapacidad, regulado en el Real Decreto Legislativo
1/2013, de 29 de noviembre por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley General de derechos de las personas con
discapacidad y de su inclusión social y a la ley 20/2015, de 14
de julio, de ordenación, supervisión y solvencia de las
entidades aseguradoras y reaseguradoras, en lo que afecta a
la Ley de Contrato de Seguro Regulado.
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En mediación de seguros privados NIVEL 3

MÓDULO 1 – TEMA 3 – NORMATIVA APLICABLE EN MATERIA DE CONTRATO DE SEGURO Y REASEGURO

ÍNDICE

I.-Introducción: Un entorno incierto y búsqueda de la seguridad.

II.-El por qué de todos los Seguros. El Riesgo.

1.- Elementos del riesgo.


• Posibilidad e incertidumbre
• Azar
• Pérdidas pecuniarias

2.- Clasificación de los riesgos


– Por sus circunstancias
– Por su regularidad estadística
– Por su objeto
– Por su naturaleza
– Por su intensidad
– Por sus causas
– Por su tiempo de realización
– Desde un punto de vista técnico

3.-El Riesgo como base del Seguro

III.-Concepto de Seguro.

1.-El Seguro es un contrato

2.-Las Partes del contrato de seguro


• Asegurador
• Tomador
• Asegurado
• Beneficiario

3.-Naturaleza del Contrato de Seguro.


• Indemnización
• Ahorro o capitalización
IV.-Documentos del Contrato de Seguro.

1.- Solicitud
2.- Proposición
3.- Carta de Garantía y certificado provisional de cobertura
4.- Póliza
5.- Apéndices o suplementos
6.- Escrito de rescisión
V.-Casos Prácticos.

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I. INTRODUCCIÓN:

La institución del Seguro es casi tan antigua como la civilización misma. De hecho, existen
antecedentes en las culturas griega y romana, e incluso entre los aztecas. Todas ellas otorgaban a los
ancianos más destacados un estipendio que bien podría asimilarse al concepto que hoy conocemos
como de concesión de una pensión.

La Ley de Contrato de Seguro (LCS), de 8 de octubre de 1980, supuso la sustitución y derogación de


todas aquellas normas que se encontraban recogidas tanto en el Código Civil (artículos 1791 a 1797),
como en el Código de Comercio (artículos 389 a 438), dando lugar a una normativa única aplicable.
No obstante, esta aparente unificación no derogó las normas relativas a los seguros marítimos
(artículos 737 a 805 del Código de Comercio), ni a los seguros aéreos, agrarios o de crédito a la
exportación, respecto a los que se mantiene una aplicación subsidiaria o supletoria.

El seguro y, en general, la actividad aseguradora, persiguen la cobertura de los riesgos que puedan
sufrir personas, cosas o derechos ante la posibilidad de que les afecte la realización de determinados
eventos dañosos futuros e inciertos.

La tendencia natural es la de liberarnos de las consecuencias de esos daños transfiriendo el riesgo


individual hacia una entidad aseguradora.

Cabe destacar, cómo la actividad aseguradora también es permeable a satisfacer y cubrir las
necesidades de los consumidores que tienen un grado de discapacidad reconocido (igual o superior
al 33%), los pensionistas de la seguridad social que tienen reconocida una pensión de incapacidad
(permanente, total, absoluta o gran invalidez) y los pensionistas de clases pasivas que tienen
reconocida una pensión de jubilación o retiro por una incapacidad para el servicio.

Para ello las aseguradoras, no sólo han ido asumiendo nuevas coberturas o servicios específicos
adaptados a sus necesidades en hogar, autos, etc.; sino también desde el punto de vista de su
integración en el ámbito laboral, accesibilidad a los espacios y un extenso catálogo de adaptación de
sus necesidades.

Pese a que la asociación de las entidades aseguradoras (UNESPA) ha elaborado una Guía de Buenas
Prácticas para tratar esta cuestión, en la que se recogen unas recomendaciones generales, en la
realidad, para saber las nuevas coberturas para estas personas habrá que estar a los riesgos que
estén dispuestos a asumir cada aseguradora en cada tipo de seguro en concreto.

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II. EL POR QUÉ DE TODOS LOS SEGUROS:

El riesgo

El riesgo es consustancial al hombre, toda actividad humana comporta algún riesgo. El riesgo es el
origen indispensable de todas las operaciones de seguro que se puedan dar y siempre deberá estar
presente mientras dure la vigencia del contrato. Es un elemento esencial, sin riesgo no hay seguro.

Desde un punto de vista técnico, cabe definir al riesgo como aquel suceso que pudiera ocurrir en el
futuro, independiente de la voluntad del asegurado, incierto en cuanto a su posible acaecimiento y
que si llegara a producirse acarrearía unas consecuencias económicamente desfavorables.

Desarrollemos esta definición estudiando particularmente cada uno de los elementos esenciales del
riesgo.

1. Elementos del riesgo

A) POSIBILIDAD E INCERTIDUMBRE.- Para que se de la existencia del riesgo es necesario que el


suceso temido pueda suceder (posible) y además desconozcamos sus probabilidades y características
(incierto). Si fuera imposible que el hecho perjudicial sucediera o se hubiera producido ya,
desaparecería toda expectativa de hablar de riesgo.

De igual manera, si el hecho en cuestión fuese cierto y hubiera de producirse necesariamente sin que
exista ninguna incertidumbre sobre su acaecimiento, tampoco estaríamos en condiciones de hablar
de la existencia de un riesgo.

No obstante, esta incertidumbre será absoluta cuando desconocemos si va a suceder un hecho y,


además tampoco sabemos ni cuándo podría ocurrir, ni sus posibles consecuencias. Ejemplos claros
de esta incertidumbre absoluta serían un robo o un incendio.

En otros casos la incertidumbre del riesgo es relativa, puesto que sabemos que el siniestro ocurrirá
(muerte en un seguro de vida) pero ignoramos cuando y como se producirá.

Otro ejemplo de incertidumbre relativa es el caso de un seguro de accidentes contratado para un


determinado viaje. Aquí se tiene perfecta información sobre cuándo puede acaecer el siniestro
(horario del trayecto) pero desconocemos totalmente si se producirá o no, el hecho cubierto.

Alguna de las dos incertidumbres, absoluta y relativa, deben estar presentes a la hora de hablar de la
cobertura de un riesgo por parte de un asegurador.

B) EL AZAR.- Definamos el azar como alguna circunstancia que sucede ajena a la voluntad del
individuo, pero nunca como un hecho totalmente independiente a él mismo.

La ocurrencia del evento dañoso ha de ser fortuito en sentido relativo, porque si manejásemos un
concepto absoluto de fortuito, tan solo podríamos incluir en él, aquellos sucesos producidos
por situaciones completamente independientes a las personas, como pueden ser todos los

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fenómenos meteorológicos (inundaciones, huracanes etc.), sobre los que el hombre no tiene ningún
control.

El concepto que aquí nos ocupa no es tan restrictivo, es un suceso fortuito en sentido relativo,
bastando que la persona amenazada por el riesgo no realice intencionadamente el hecho temido,
produciéndose éste de forma ajena a su voluntad, aunque pueda ser el causante él mismo.

Pongamos un ejemplo clarificador, si el riesgo fuese de incendio y el interesado lo provocase a


propósito no se podría calificar de riesgo cubierto puesto que falta un elemento esencial, el
azar. Ahora, si el interesado quemase el bien por descuido, sin intención, aunque se pueda imputar
el siniestro a su falta de cuidado, estaríamos ante un hecho fortuito constitutivo de azar, y por lo
tanto, el riesgo quedaría cubierto.

C) NECESIDAD PECUNIARIA COMO CONSECUENCIA.- El riesgo es temido porque sus consecuencias


siempre repercutirán directamente en una reducción de nuestro patrimonio. Nadie teme a una
subida de salario o a acertar catorce en las quinielas.

Es obligado, para hablar de riesgo, que el suceso, en caso de ocurrir, provoque siempre unas
consecuencias económicamente desfavorables. Sin posibles pérdidas patrimoniales no estaríamos
ante un verdadero riesgo.

Existen tres clases distintas de perjuicios económicos que pueden llegar sufrir los individuos si
acaeciese el siniestro. Son:

• Pérdida patrimonial directa- Algunos de los bienes que forman nuestro patrimonio salen
directamente perjudicados parcial o totalmente (destrucción de una casa, sustracción de un
coche etc.) por el acaecimiento del siniestro.

• Pérdida patrimonial indirecta- En este caso, los bienes de nuestro patrimonio resultan
intactos, no se produce ningún deterioro físico en nuestras cosas. Sin embargo, se produce
un gasto no previsto al que el individuo debe hacer frente. El ejemplo más claro sería una
responsabilidad civil. Una persona causa un daño a otro sujeto y la Legislación obliga al
responsable del perjuicio a reparar el mal realmente producido. Lo cual llevará acabo
pagando una indemnización. Sus bienes están en perfecto estado, pero tendrá que abonar
los desperfectos causados al perjudicado.

• Pérdida de adquisición- Es evidente que también serán consideradas pérdidas económicas


todo aquello que se deja de ganar por la ocurrencia de los daños materiales o personales. Si
un incendio tuviera lugar en nuestra empresa, no sólo serían perjuicios económicos los
bienes quemados, sino que también lo serían los días que no se pudo trabajar a
consecuencia de estar cerrada la industria por motivos de la reparación de la misma. Durante
ese periodo estamos dejando de obtener los ingresos correspondientes (lucro cesante).

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2. Clasificación de los riesgos

• Por sus circunstancias:

- Riesgo objetivo- Es aquel que viene descrito en sus aspectos básicos en términos apropiados,
medibles, comprobables y que se puede conocer con exactitud. En un seguro de incendios serían
riesgo objetivo cuantos pisos tiene un edificio, el material de construcción o su antigüedad; en un
seguro de autos la edad del conductor o sus años de experiencia con el carné. El asegurador
conocerá el riesgo objetivo haciendo todas estas preguntas en el cuestionario que deberá rellenar el
tomador al solicitar el seguro.

- Riesgo subjetivo- Es el conjunto de circunstancias relativas al asegurado, difícilmente objetivables, y


que normalmente sólo conoce él mismo, pudiendo llegar incluso a ignorarlas. Ejemplos de riesgos
subjetivos serían la prudencia o imprudencia del asegurado al volante de un vehículo; si es una
persona atenta o despistada al encender la alarma antirrobo cuando abandona su empresa, etc.

El riesgo subjetivo es muy difícil de valorar, e incluso de identificar por parte de una compañía de
seguros. Basaran el conocimiento del seguro en el riesgo objetivo.

• Por su regularidad estadística

-Riesgos ordinarios- Son los que están basados en la estadística habitual en cuanto a su nivel de
siniestralidad y sus posibles consecuencias dañosas. Existen estudios muy fiables de cuantos
incendios y robos se producen en una determinada población a lo largo de un preciso periodo de
tiempo, y de cuáles son sus efectos. Los riesgos ordinarios constituyen la inmensa mayoría de los que
se contratan diariamente, y la ocurrencia del siniestro de uno de ellos, no supone un grave riesgo
para la cartera del asegurador.

-Riesgos extraordinarios- Nos referimos a los que, por el tamaño y naturaleza de sus causas y
efectos, no pueden ser objeto de un seguro normal. También se suelen llamar riesgos catastróficos
(terremotos, huracanes, etc.). No pueden estar basados en la estadística. Un suceso de estas
características podría desequilibrar los fondos de cualquier asegurador.

En España existe un organismo público que es el encargado de cubrir, en algunos casos, este tipo de
riesgos. Nos referimos al Consorcio de Compensación de Seguros institución dependiente del
Ministerio de Economía.

• Por su objeto

-Riesgos sobre las personas- Son los que afectan a la salud, integridad física o mental, capacidad para
el trabajo, vejez y supervivencia de las personas (accidentes, muerte, jubilación, etc.).

-Riesgos sobre las cosas- Son los que recaen sobre bienes materiales y la posibilidad de su
desaparición, destrucción total o parcial, o pérdida de estos (robo de una moto, rotura de un cristal,
etc.).

-Riesgos patrimoniales- Esta clase de riesgos conllevan una disminución pecuniaria en el patrimonio
del asegurado sin que se produzca ningún daño en los bienes materiales propios, ni en su persona.

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Por algún motivo determinado se produce un gasto no previsto y al hay que hacer frente (un servicio
jurídico, un comprador no nos paga una venta que le hicimos a corto plazo, dañamos a otra persona
y hay que indemnizarle…)

• Por su naturaleza

-Riesgos constantes- Estos riesgos se mantienen inalterables durante todo el tiempo que dure la
vigencia del contrato de seguro. Tanto riesgo existe de que se sustraiga un cuadro de un museo, hoy
como dentro de dos años, siempre y cuando, no sufran modificaciones las medidas de seguridad.

-Riesgos variables- En este caso según va transcurriendo el tiempo de la cobertura, se irá


incrementando o disminuyendo la posibilidad de que se ocasione el siniestro. Existen dos supuestos:

-Regresivos o decrecientes- El paso del tiempo hace que la probabilidad de que


ocurra el hecho vaya siendo menor. Un exponente sería, en el seguro de crédito,
como decrece el riesgo a no cobrar del deudor de un crédito cuando éste se va
reembolsando en plazos periódicos.

-Progresivos o crecientes- El paso de los años aumenta la posibilidad del


acaecimiento del daño previsto. En los seguros de vida, para caso de muerte, según
va aumentando la edad del asegurado más cerca se está del siniestro.

• Por su intensidad

-Riesgo homógrado- En este tipo de riesgos, la ocurrencia del daño sólo tiene un grado de
intensidad, es decir sucede o no sucede, pero no hay más posibilidades cuantitativas. En un seguro
de vida para caso de muerte el asegurado fallece o vive, sin que hayan más opciones.

-Riesgos heterógrados- Tienen diversos grados de intensidad los posibles daños que puedan llegar a
producirse. En el incendio de un chalet de dos pisos, el inmueble puede arder completamente, sólo
quemarse el piso de arriba o que las llamas simplemente alcancen a las puertas de un pequeño
armario empotrado.

• Por sus causas

-Riesgos naturales- Siempre se originan por efecto de la acción de la naturaleza. Son fenómenos
como un terremoto o un volcán, en los cuales el hombre no tiene posibilidad de evitarlos.

-Riesgos humanos- La causa de estos riesgos está basada en alguna actividad de las personas como
fumar, robar o, incluso, trabajar, dando lugar a incendios, pérdidas materiales y accidentes laborales
respectivamente.

-Riesgos materiales- Son hechos que surgen sin la intervención directa del hombre pero sí bajo su
responsabilidad puesto que es él quien instaló o construyó algún artefacto o mecanismo. Un ejemplo
que nos ayudará a comprender es la ocurrencia de un incendio debido a un cortocircuito por la
presencia de unos cables mal diseñados.

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-Riesgos jurídicos- Es el propio Derecho el que hace recaer sobre una persona la probabilidad del
riesgo. Anteriormente se mencionó la existencia del artículo 1902 del Código Civil que obliga a
reparar el daño causado a otro individuo (responsabilidad civil). Si no estuviera legislado de esta
manera no habría obligación alguna de arreglar esos desperfectos y desaparecería el riesgo de
indemnizar para el causante del daño.
Afortunadamente no es así y la normativa legal regula todos estos casos.

• Por su tiempo de realización

-Riesgos instantáneos- Las causa y los efectos de un posible siniestro coinciden en el tiempo y son de
corta duración. El cortocircuito y el posterior incendio se dan prácticamente a la vez y en condiciones
normales no suelen ser muy prolongados.

-Riesgos de tracto sucesivo- Son riesgos que perduran en el tiempo y que sus efectos no se producen
inmediatamente después de la ocurrencia de las causas que lo provocan (causas separadas de los
efectos del siniestro). Se puede comer hoy un alimento en mal estado y empezar a notar la
enfermedad dos días después prolongándose ésta durante una semana o más.
• Desde un punto de vista técnico

-Riesgos asegurables- Para que una compañía de seguros de la oportuna cobertura a un riesgo, con
un mínimo de garantía, ese riesgo deberá cumplir una serie de requisitos, algunos ya conocidos:

◼ Posible, incierto y que no se haya producido ya.

◼ Independiente de voluntad del asegurado.

◼ Que acarree consecuencias económicamente desfavorables.

◼ Nunca pueda ser causa de beneficio pecuniario para el asegurado (principio


indemnizatorio).

◼ Que no sea una actividad ilícita.

◼ Tiene que poder ser valorado en términos monetarios.

◼ No tener carácter extraordinario ni catastrófico.

◼ Debe poder ser tratado normalmente por la estadística.

◼ Que las coberturas sean permitidas por la Ley. Un ejemplo de prohibición legal se da
en los seguros de vida para los menores de catorce años.

-Riesgos no asegurables- Las aseguradoras tienen la posibilidad de rechazar riesgos, precisamente,


por no cumplir alguno de los requisitos anteriormente indicados, o simplemente porque consideren
que no es una buena opción para su negocio.

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3. El riesgo como base del seguro

Los cimientos de un contrato de seguro están construidos sobre la especificación y el conocimiento


del riesgo por parte de la compañía aseguradora. Esta afirmación se basa en dos razonamientos:

A) El asegurador tiene que valorar económicamente el riesgo para ver si lo acepta o rechaza,
y en caso de aceptación, determinar el precio del seguro a pagar por parte del tomador
(prima).

B) La aseguradora tiene una necesidad de información, en caso de ocurrencia del siniestro,


para desarrollar toda la actividad reparadora de los daños, de una forma objetivamente
correcta y que no se den desequilibrios por uno u otro lado, es decir, se satisfaga la cobertura
del seguro teniendo en cuenta lo realmente acaecido y pactado.

Como vemos el riesgo es el auténtico fundamento del contrato de seguro, no sólo al principio de
este, sino durante toda su vigencia. Por eso, la Ley del Contrato de Seguro lo regula específicamente
en su artículo 4: “El contrato de seguro será nulo si en el momento de su conclusión no existía el
riesgo o había ocurrido el siniestro”.

Queda constancia, con lo anteriormente expuesto, de la importancia de que el riesgo esté


perfectamente identificado, medido y valorado económicamente en cada póliza. ¿Cómo se realiza
este proceso? La solución la encontramos en el artículo 10 de la L.C.S. donde se regula la obligación
legal que tiene el tomador, antes de firmar el contrato, de comunicar al asegurador todas las
circunstancias por él conocidas sobre el riesgo que va a ser objeto de cobertura. Pero en el mismo
artículo también encontramos una obligación para el asegurador, que es la de preguntar al futuro
tomador todo aquello que crea oportuno para la perfecta especificación del riesgo. Si la compañía
aseguradora no cumpliera con esa obligación, el tomador quedaría liberado de aportar cualquier
dato al respecto.

En la práctica, todo este proceso se da siempre dentro de un documento denominado solicitud. Es el


documento que utiliza el tomador para expresar el deseo de requerir los servicios de una compañía
aseguradora para hacer frente a la cobertura de un riesgo. Una buena parte de la solicitud está
integrada por un cuestionario, y es aquí precisamente donde el asegurador hace todas las cuestiones
referentes a las circunstancias del riesgo. A su vez, ese cuestionario, es lo que el tomador está
obligado a rellenar, contestando a todo aquello que se le pregunte y hasta donde él tenga
conocimiento.

Las cuestiones planteadas en el cuestionario variarán notablemente teniendo en cuenta el ramo de


seguro del que se trate y la aseguradora que lo confecciona. Son ejemplos típicos, preguntas acerca
de la salud del asegurado o de los antecedentes familiares en un seguro de vida; si se tratara de un
seguro de incendios, el material de construcción del edificio, número de plantas o la distancia al
parque de bomberos más cercano.

Sobre este documento se estructura toda la arquitectura técnica del seguro. Una mala declaración
del riesgo, en el cuestionario, acarreará inmediatamente un desequilibrio importante para alguna de
las partes, que deberá ser subsanado.

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La Ley del Contrato de Seguro no sólo impone la obligación de declarar el riesgo antes del nacimiento
del contrato, sino que, además, por su artículo 11, el asegurado o tomador quedan obligados a
comunicar al asegurador todas aquellas agravaciones del riesgo, que se vayan produciendo a lo
largo de toda la vida del seguro (el asegurado de 43 años va a permitir que el coche cubierto, a partir
de una fecha, lo conduzca su hijo de 19 años).

A su vez, el artículo 13 de la L.C.S., faculta a estas mismas personas a declarar el hecho contrario, es
decir las posibles disminuciones del riesgo acaecidas a lo largo del tiempo, (instalación de una alarma
antirrobo en una empresa).

Después del estudio detallado del riesgo pasemos al proceso de su cobertura: El seguro.

III. CONCEPTO DE SEGURO.

Ha sido muy difícil, a lo largo de los años, exponer una buena definición del contrato de seguro desde
un punto de vista legal, debido a la complejidad de este y a las numerosas clases que existen.

Antes de 1980, el seguro venía regulado jurídicamente en el Código Civil y en el Código de Comercio,
pero de una forma muy vaga e incompleta. Toda esta situación cambia en ese mismo año con la
entrada en vigor de la Ley del Contrato de Seguro, la cual deroga toda la legislación anterior en
materia de seguros (exceptuando el seguro marítimo que sigue estando regulado por el Código de
comercio).

En su artículo 1, la L.C.S. da una satisfactoria definición legal sobre el contrato de seguro:

“El contrato de seguro es aquel por el cual el asegurador se obliga, mediante el cobro de una prima
y para el caso de que se produzca el evento cuyo riesgo es objeto de cobertura, a indemnizar,
dentro de los límites pactados, el daño producido al asegurado o a satisfacer un capital, una renta
u otras prestaciones convenidas”.

Basándonos en esta definición legal del seguro, vamos a profundizar, en las siguientes páginas, en
todos sus componentes.

1. El seguro es un contrato

Conviene dejar clarísimo, que el seguro, ante todo, es un contrato, es decir, un acuerdo que
mediante la prestación del correspondiente consentimiento, vincula a dos partes a dar alguna cosa o
prestar algún servicio.

- En primer lugar, vemos que las partes llegan a un pacto manifestando su consentimiento en
el momento de la firma de la póliza, expresando, así, su compromiso de cumplir lo allí
descrito.

- En segundo lugar, de un contrato siempre debe nacer alguna obligación para alguna de las
partes o para las dos. En el caso que nos ocupa ambas partes van a quedar obligadas a hacer
algo. El asegurador cubrirá el riesgo descrito en la póliza y el tomador hará frente al pago del
precio del seguro, la denominada prima.

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- En tercer lugar, en el momento del nacimiento del contrato, este adquirirá fuerza de
Ley para las partes, lo que significa que existen mecanismos jurídicos que obligan a
cumplir lo pactado o a reparar los posibles incumplimientos de cualquiera de ambas
partes.

Pasemos a analizar el carácter jurídico del contrato de seguro, detallando cada una de sus
cualidades:

- Contrato aleatorio. La principal obligación del contrato está inmersa en la incertidumbre.


No sabemos si el asegurador tendrá que realizar la prestación porque se desconoce si el
hecho previsto en la póliza va a ocurrir o no. ¿Habrá incendio?, ¿sucederá el robo?, ¿El
asegurado fallecerá a final de mes o dentro de veinte años?
Además, se ignora, en muchos seguros, el alcance de la intensidad del siniestro. ¿Se quemará
sólo la cocina o todo el inmueble?

Para incidir más en el tema, en el resto de los contratos sabemos cuándo se cumplirá la obligación,
(la segunda letra del coche vence el 12 de marzo), pero en materia de seguros el asegurado no puede
hacer nada para provocar el suceso, éste debe ser ajeno totalmente a su voluntad. Recordemos que
esta incertidumbre es uno de los pilares del seguro.

- Contrato formal. Para conseguir que un contrato de seguro esté correctamente


perfeccionado, la L.C.S. en su artículo 5 exige un requisito de forma, ambas partes deberán
firmar un documento escrito denominado póliza. No permite la Legislación un seguro
convenido de forma verbal, aunque, a veces, en la práctica profesional se dé este caso, pero
en un breve periodo de tiempo se hará constar, lo pactado y las correspondientes, firmas por
escrito, quedando, así, constancia de su formalización.

- Contrato de buena fe. Se exigirá a las partes contratantes una especial buena fe, quedando
remarcada esta obligación a la hora de rellenar el cuestionario de la descripción del riesgo
por parte del futuro tomador. Esto es así debido a que el asegurador desconoce por
completo las características del riesgo y se pone en las manos de lo que le declare el
tomador, a la hora de confeccionar la base de todo el contrato de seguro.

- Contrato bilateral. En este tipo de contratos siempre intervienen dos partes, la


aseguradora y la asegurada. Pudiera ocurrir que en cada parte hubiera varias personas. Si el
seguro se realiza con dos compañías a la vez, estaremos en presencia de un coaseguro. Un
caso más frecuente es que el asegurado y el tomador sean personas diferentes, es decir, en
la parte asegurada habría dos personas. Pero, por muchos individuos que pudiera haber en
cada parte, sólo tendríamos dos partes contratantes.

- Contrato oneroso. Es un caso similar a lo anterior descrito, pero con algún matiz. Por ser
bilateral hablamos de dos partes, al ser oneroso se nos indica que cada una de esas partes
tienen, por lo menos, una obligación. Existen contratos en los que sólo una de las partes
tiene obligaciones, como puede ser una donación. Sin embargo, en seguros el asegurador
debe cubrir el riesgo especificado en la póliza y, a su vez, el tomador deberá pagar la prima.

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- Contrato en masa. El seguro es el típico contrato en masa, puesto que está confeccionado,
no para hacer uno y nada más, sino que se ofrece a una colectividad y cuantas más pólizas se
consigan mejor funcionará toda la técnica aseguradora, basada en la Ley de grandes
números.

- Contrato de adhesión. Directamente relacionado con lo anterior. Al ser el seguro un


contrato ofrecido a una gran colectividad, el asegurador no podrá estar negociando
individualmente cada uno de los contratos que firma. Cada compañía realiza unas
condiciones generales, impresas ya de antemano y todas exactamente iguales. Así se
comercializan los seguros y al asegurado no le queda más remedio que adherirse a las
condiciones impresas o rechazarlas, pero sin la posibilidad de cambiar cada una de ellas a su
gusto. Cuando se trata de grandes riesgos esta circunstancia se flexibiliza y si cabe algún tipo
de negociaciones sobre el tipo de coberturas, las exclusiones, etc.

Como la redacción de las condiciones generales está siempre en manos del asegurador, se puede
pensar en una clara indefensión por parte de los asegurados. Esto no es así porque el Ordenamiento
Jurídico controla como deben ser esas condiciones. La Norma que realiza esa función vital de
equilibrio es la Ley de Contrato de Seguro.

- Contrato duradero. Muchos de los contratos cotidianos nacen, se ejecutan y terminan en


un muy breve periodo de tiempo (comprar el periódico, viajar en autobús, etc.). Sin embargo,
la mayoría de los contratos de seguro están destinados a perdurar en el tiempo durante
muchos años, ya sea porque se pacta una larga duración (jubilación, vida), o porque se
pactan por un año, pero se van prorrogando sucesivamente al terminar cada anualidad (
multirriesgos, autos).

- Contrato único. Como acabamos de comentar, muchos de los seguros existentes tienen
regulada la denominada prorroga tácita, que da la potestad a ambos contratantes para, dos
meses antes de terminar la vigencia del seguro, comunicar a la otra parte su intención de dar
por finalizado el contrato. Si ninguno de ellos se acogiera a ese derecho, el contrato se
entiende prolongado por otra anualidad más y así iría ocurriendo sucesivamente al término
de cada una de ellas.

El seguro es un contrato único porque, aunque se pueda prorrogar tantas veces como quieran las
partes, el contrato siempre será el mismo y no habrá de hacerse uno nuevo cada vez.

Todo lo hasta aquí expuesto se refiere al seguro en su calidad de contrato. Pasemos a detallar
quienes son las partes intervinientes en dicho contrato.

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2. Las partes del contrato de seguro

• El asegurador.

Es la persona jurídica, constituida bajo la normativa aseguradora, que se dedica a cubrir riesgos,
ajenos a sí misma, a cambio de una contraprestación económica por sus servicios, denominada
prima.
Desarrollemos esta definición en todos sus componentes.

1º. Nuestra Legislación obliga taxativamente a que se trate, siempre, de una persona jurídica si se
quiere actuar como asegurador. Queda totalmente prohibida la asunción de riesgos ajenos a
cualquier persona física que lo así lo pretenda.

2º. Para poder llevar a cabo la actividad aseguradora se debe haber obtenido la autorización previa
de la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (D.G.S.F.P.), y, para ello, cumplir los
siguientes requisitos:

a) Limitar el objeto social de la compañía a la actividad aseguradora y a las operaciones


previstas en la Ley.

b) Presentar y atenerse a un programa de actividades. Ramos en los que se va a trabajar,


número de empleados previstos y su formación a cargo de la aseguradora, medios económicos,
locales etc.

c) Adoptar una de las formas jurídicas previstas en la Ley. Las personas jurídicas que
pretendan ser aseguradoras tendrán que acogerse a alguna de las siguientes posibilidades:

• Sociedad anónima
• Sociedad mutua a prima fija o variable
• Sociedad cooperativa a prima fija o variable
• Mutualidad de previsión social o montepío a prima fija o variable
• Entidades extranjeras que cumplan los requisitos legales
• Organismos públicos. (Consorcio de Compensación de Seguros)

d) Tener el capital social o fondo mutual previsto en la Ley, así como el denominado Fondo
de Garantía, (requisitos de tipo económico para dar seguridad al mercado).

e) Indicar las aportaciones y participaciones en el capital social o fondo mutual de los socios o
mutualistas.

f) Las personas que se encarguen de la dirección de la compañía deberán reunir las


condiciones de honorabilidad y de cualificación o experiencia profesional que marque la Ley.

Una vez cumplimentados todos esos requisitos ante la D.G.S.F.P. ésta decidirá en un plazo máximo
de 6 meses si concede o no la autorización administrativa para ejercer como asegurador.

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MÓDULO 1 – TEMA 3 – NORMATIVA APLICABLE EN MATERIA DE CONTRATO DE SEGURO Y REASEGURO

3º. Toda la actuación de la compañía de seguros estará sujeta a la Legislación específica en materia
de seguros vigente en España.

4º. Además toda esta actividad se encuentra controlada en todo momento por la D.G.S., que podrá
inspeccionar, cuando estime oportuno, a las aseguradoras. Esta inspección se llevará a cabo
cumpliendo a expresamente lo legislado por la Ley de Ordenación, Supervisión y Solvencia de las
entidades aseguradoras y reaseguradoras (LOSSEAR); Ley 20/2015, de 14 de Julio. Esta es la norma
reguladora del debido funcionamiento de la actividad aseguradora.

Desarrollada la definición, repasemos las principales obligaciones que tiene una entidad
aseguradora a la hora de cumplir con su parte del contrato:

- Indemnizar el daño producido o satisfacer la prestación convenida. Esta es la obligación


básica y viene regulada en el artículo 18 L.C.S.

- En caso de retrasarse el pago de la indemnización injustificadamente por parte del


asegurador, el artículo 20 L.C.S. impone el pago de unos intereses en concepto de demora.

- La compañía aseguradora deberá entregar la póliza al tomador del seguro, artículo 5 L.C.S.

- Cuando se produce una disminución del riesgo, el asegurador viene obligado a reducir la
prima a partir del siguiente vencimiento, siempre en proporción a la reducción del riesgo
realmente sufrida, artículo 13 L.C.S.

- En caso de transmisión del objeto asegurado, y cuando el asegurador haga uso de su


facultad de rescisión por ese motivo, deberá restituir la parte de prima al tomador por el
periodo de riesgo que estará sin cobertura, artículo 35 L.C.S.

• El tomador.

Empecemos por dar una definición de esta figura crucial del contrato de seguro: es la persona física
o jurídica que contrata y suscribe la póliza, por cuenta propia o la de un tercero, asumiendo las
obligaciones principales del seguro.

En otras palabras, es la persona que firma el seguro y se va a hacer cargo del pago de las
correspondientes primas. Cuando la figura del tomador y del asegurado coincide estamos ante un
seguro por cuenta propia, sin embargo, si fuesen personas diferentes nos encontramos en presencia
de uno por cuenta ajena. Si no quedase claro si coinciden o no, se presume siempre que es por
cuenta propia.

El tomador es el sujeto jurídico activo que hace nacer el contrato, justo en el momento de la firma de
la póliza. Sin embargo, los efectos del contrato, o sea, la cobertura del riesgo, no entran en vigor
hasta que paga la primera o única prima. Si firmara, pero no abonara el precio del seguro, el contrato
existiría, pero no así sus efectos de cobertura.

El tomador es la figura que tiene las obligaciones fundamentales en la parte asegurada, veamos las
más importantes.

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- Declarar antes de la perfección del contrato, de acuerdo con el cuestionario que el


asegurador incluye en el documento denominado solicitud, todas las circunstancias que
conozca sobre el riesgo que va a ser objeto de cobertura. Como sabemos esta declaración es
la base del contrato y la L.C.S. lo regula en su artículo 10.

- La obligación principal del tomador, una vez que el contrato ha nacido, es el hacer frente al
pago estipulado en la póliza, el abono de la prima. Como hemos comentado anteriormente,
sólo cuando se realiza el pago de la primera o única prima, surgen de verdad los efectos de
cobertura de un riesgo por parte del asegurador. Esto no significa que haya que pagarse
exclusivamente la primera, sino que habrán de abonarse las sucesivas primas que vayan
surgiendo con cada anualidad, y siempre mientras el seguro esté en vigor, artículo 14 L.C.S.

- Debido precisamente a que el seguro se prolongará en el tiempo, puede ocurrir que en el


riesgo declarado en el cuestionario se produzca una agravación. Si esa circunstancia fuera de
una magnitud importante surge para el tomador la obligación de comunicar la nueva
situación al asegurador, para que pueda adecuar la póliza a la agravación surgida, sino
desequilibraríamos el contrato, artículo 11 L.C.S.

- Junto con el asegurado o el beneficiario, el tomador es una de las personas obligadas a


comunicar el acaecimiento del siniestro al asegurador. El plazo para esta declaración es de 7
días desde que se conozca el hecho y este periodo de tiempo puede ser ampliado si así lo
pactan las partes, pero nunca reducido. La comunicación del siniestro por cualquiera de las
tres personas libera a las otras dos de esta obligación, artículo 16 L.C.S.

- El tomador o el asegurado deberán comunicar al asegurador los demás seguros


contratados con otra compañía, sobre el mismo objeto asegurado, riesgo y periodo de
cobertura, artículo 32 L.C.S.

- El tomador deberá declarar al asegurador la constitución de hipotecas, prendas o


privilegios sobre cualquiera de los bienes asegurados, artículo 40 L.C.S.

Esta nueva ley ha introducido una modificación que se considera importantísima, dado que supone
una mayor garantía y protección para el asegurado, en la medida en que en los seguros de personas
el tomador o el asegurado no tienen obligación de comunicar la variación de las circunstancias
relativas al estado de salud del asegurado, que en ningún caso se considerarán agravación del
riesgo.”

• El asegurado.
Para un mejor entendimiento de esta figura desarrollaremos sus dos principales características:

1º - Es la persona física o jurídica a quien el acaecimiento del siniestro va a afectarle más


directamente porque es el titular de los intereses cubiertos por el seguro. Solamente puede ser
asegurado la persona que mantenga una relación jurídica con el objeto asegurado, (propietario,
inquilino, usufructuario...). Si no existe ninguna relación jurídica con ese bien, la Ley prohíbe
contratar un seguro como asegurado.

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La L.C.S. en su artículo 25 expone la nulidad de un seguro en el que el asegurado no tenga ningún


interés a la indemnización.
Esto en cuanto a los seguros de daños, en lo que se refiere a los de personas no existen intereses
jurídicos, sino querer proteger la propia vida, la de los seres queridos o la de con quién se tengan
intereses económicos, como por ejemplo un banco sobre sus prestatarios.

2º - Por todo lo que acabamos de ver, es el asegurado el que tiene todo el derecho a recibir del
asegurador la prestación pactada por la ocurrencia del siniestro. No cabe pensar en la existencia de
una póliza de seguro en la que no haya uno o varios destinatarios finales de la garantía contratada y
esa persona es siempre el asegurado, (salvo cuando se nombro beneficiario).
Cuando el tomador y el asegurado sean personas distintas, es decir, un seguro por cuenta ajena, será
el tomador el que firme el seguro y pague la prima, mientras que el asegurado tendrá el interés
jurídico sobre el objeto asegurado y será quien reciba la prestación pactada en caso de siniestro.

Aunque el asegurado es sobre todo poseedor de derechos, vamos a exponer sus obligaciones más
relevantes:

- Deberá emplear todos los medios a su alcance para tratar de aminorar, en lo posible, las
consecuencias dañosas del siniestro. Así queda regulado en el artículo 17 L.C.S.

- En caso de que se produzca la transmisión del bien objeto del seguro, el asegurado deberá
comunicar al asegurador tal circunstancia en un plazo de 15 días. En ese mismo plazo,
también comunicará al nuevo adquirente del bien la existencia del seguro, artículo 34 L.C.S.

- En los seguros contra daños, el asegurado está obligado a probar la preexistencia de los
objetos asegurados, artículo 38 L.C.S.

• El beneficiario.

Es una persona física o jurídica que aparece en los seguros de vida o accidentes para el caso de
muerte. En estos supuestos el asegurado tiene interés en proteger su propia vida y la de los que le
rodean. Se confirma la figura del asegurado como la que tiene derecho a recibir la prestación
pactada, pero como es la persona que va a fallecer en el siniestro no podrá hacer suyo ese derecho.
Hay que nombrar a alguien para que sea el destinatario de esa cantidad de dinero y ese es el
beneficiario.

El beneficiario es, pues, el sujeto que tiene todo el derecho a recibir los derechos económicos de
un seguro en el que se cubre la vida del asegurado, una vez ocurrido el siniestro.

En este tipo de seguros el beneficiario es totalmente ajeno al contrato hasta el momento en el que
fallece el asegurado. Es justo ahí cuando traduce todas esas expectativas en un derecho consolidado
a percibir la prestación garantizada. Ahora bien, hasta que no ocurra el siniestro no tiene ningún tipo
de derecho, pudiendo, incluso, ser eliminado de la póliza, perdiendo, así, la mencionada expectativa
a recibir algún dinero en ese contrato.

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Regula la L.C.S. en su artículo 84 que será el tomador el sujeto que designará al beneficiario en la
póliza y que además tiene el derecho de modificar esa designación posteriormente, si lo estimara
oportuno.

Existe una excepción a esa norma. Se trata de los seguros colectivos o de grupo, en los cuales será el
propio asegurado el que tenga la potestad de nombrar y modificar al beneficiario.

La designación de beneficiario podrá hacerse en la póliza, en una posterior declaración escrita y


enviada al asegurador o en testamento notarial. El nombramiento podrá ser de tipo nominativo (con
nombre y apellidos del beneficiario) o genérico (a mi hijo, a mi cónyuge, etc).

El beneficiario no tiene obligaciones salvo la de declarar la ocurrencia del siniestro. Lo que si tiene es
el derecho, una vez acaecida la muerte del asegurado, a recibir el capital o renta pactados en
cumplimiento del contrato, aún en contra de reclamaciones de herederos legítimos y acreedores del
tomador del seguro. Unos y otros podrán, sin embargo, exigir al beneficiario el reembolso del
importe de las primas abonadas por el contratante en fraude de sus derechos, artículo 88 L.C.S.

3. Naturaleza del contrato de seguro

Cuando el artículo 1 L.C.S. expone “... el asegurador indemnizará el daño producido o satisfará un
capital, una renta u oras prestaciones convenidas”, la norma deja claro que el contrato de seguro
tiene dos naturalezas bien distintas en cuanto a su estructura de funcionamiento. Veamos cuales
son:

A) Naturaleza indemnizatoria.

El mencionado artículo 1 comenta “... se indemnizará el daño producido”. Es en este párrafo donde
surge el principio indemnizatorio que va a regir todo lo relacionado con los seguros de daños o
cosas.
Este principio argumenta que el seguro está concebido como un contrato cuyos fines son puramente
reparadores del daño realmente sufrido por el asegurado. Exige una relación directa entre la garantía
cubierta y el daño experimentado.

La L.C.S. deja definido claramente el principio indemnizatorio en su artículo 26 “El seguro no puede
ser objeto de enriquecimiento injusto para el asegurado”, es decir, un asegurado en un seguro de
daños sólo puede aspirar a restablecer su situación al momento justo antes de la ocurrencia del
siniestro, como máximo, pero nunca obtener beneficio alguno.

La L.C.S. se sirve de varios artículos para instrumentalizar esa imposibilidad de lucrarse con un
seguro, exponemos a continuación los más importantes:

- 25 L.C.S. Interés asegurado- Si un asegurado no mantiene ninguna relación con el bien cubierto por
el seguro (interés asegurado), el contrato es nulo, puesto que en caso de siniestro el asegurado no
sufriría ningún tipo de perjuicio económico. No se puede reparar el daño a alguien que no lo ha
sufrido.

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- 27 L.C.S. Suma asegurada- La suma asegurada será el montante máximo que indemnizará una
compañía de seguros. Existen, pues, dos límites, valor de los daños producidos y suma asegurada. El
asegurador abonará la cantidad inferior entre esos dos límites.

- 30 L.C.S. Infraseguro- Se produce un infraseguro cuando el capital asegurado es menor de lo que


realmente vale el bien objeto del seguro. Si se diera este caso, al producirse el siniestro se
indemnizaría el máximo de la suma asegurada, pero si el siniestro es parcial, el asegurador pagará
solamente en proporción al capital asegurado. Esta norma es la denominada Regla Proporcional,
cuya fórmula es la siguiente:

SUMA ASEGURADA X VALOR DAÑOS


VALOR REAL DEL BIEN

- 31 L.C.S. Sobreseguro- Es el supuesto contrario, la suma asegurada supera el valor del interés
asegurado. La L.C.S. deja a esta situación sin ningún sentido puesto que el asegurador sólo
indemnizará el valor del daño realmente producido, sin que esta cantidad se pueda sobrepasar, por
mucho capital asegurado que se haya pactado. La parte de prima que se pagó de más será devuelta
por el asegurador al tomador.

- 32 L.C.S. Coaseguro- Estamos ante un coaseguro cuando el objeto asegurado queda garantizado,
en vez de por un asegurador, por varios. Es una situación perfectamente legal siempre y cuando la
suma de todos los capitales asegurados no supere el valor real del bien cubierto por el seguro.
Si se superase dicha cantidad, entraríamos de lleno en el artículo 31 L.C.S. (sobreseguro) y el proceso
sería el mismo del apartado anterior.

- 43 L.C.S. Subrogación- Este mecanismo jurídico actúa como una cesión de derechos del asegurado
hacia el asegurador, cuando existe una tercera persona responsable del siniestro. Esta cesión supone
que la compañía de seguros va a poder reclamar al causante del siniestro lo que previamente haya
indemnizado a su asegurado, así se evita que éste pueda ser resarcido dos veces por el mismo
perjuicio, lo que supondría beneficiarse con un seguro.

Con todos estos artículos la L.C.S. pone realmente complicado a la figura del asegurado obtener
alguna ganancia extra a causa de un siniestro en un seguro de daños. Sin embargo, el funcionamiento
de los seguros de personas es muy distinto.

B) Naturaleza de capitalización o ahorro.

Todo lo expuesto anteriormente cambia por completo al introducirnos en los seguros personales,
puesto que los capitales asegurados no guardan necesariamente una relación directa con el perjuicio
experimentado por el asegurado. Aquí no se puede colocar al asegurado en la exacta situación
anterior al momento del siniestro, como ocurría en los seguros de daños. Un ejemplo clarificador
sería el fallecimiento del asegurado o la amputación de un miembro. Como vemos no es posible
reparar el daño, pero los seguros de personas lo que hacen es poner a disposición del asegurado o
beneficiario una cantidad de dinero previamente convenida, paro el caso de que acaeciera el hecho
previsto en la póliza.

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En estos contratos donde la persona es el objeto del seguro no se debe emplear la palabra
indemnizar, sino que lo que procede es realizar la prestación pactada o pagar un capital o renta.
Estas cantidades no guardan una proporción exacta con el daño acontecido (¿Cuánto vale una vida
humana o la pérdida de un brazo?), puesto que son imposibles de valorar. Para calcular el montante
de la suma asegurada, el propio asegurado estudiará sus necesidades y disponibilidad económica
para pactar con el asegurador la cantidad que mejor le convenga. Por este motivo hablamos de
naturaleza de ahorro o capitalización, y no de indemnización, puesto que es el asegurado el que irá
pagando primas, a modo de ahorro, para crear ese capital que prevea las consecuencias económicas
de posibles futuros sucesos. Ese capital será una gran ventaja para el asegurado, pero nunca reparará
el daño realmente causado.

Por todo lo dicho, en los seguros de personas no existen ni infraseguro, ni sobreseguro, ni regla
proporcional, y además el artículo 82 L.C.S. prohíbe expresamente la subrogación en este tipo de
seguros, con la única excepción del seguro de asistencia sanitaria.

IV. DOCUMENTOS DEL CONTRATO DE SEGURO.

1. La solicitud

Es el primer documento desde un punto de vista cronológico. Se podría definir como aquel que
suscribe el futuro tomador, dirigido a la entidad aseguradora, exponiéndole su intención de realizar
un seguro y facilitándole todos los datos necesarios para establecer las coberturas de la póliza y la
cuantía de la prima.

¿Cuál es la utilidad de la solicitud?:

1º.- Preparación del contrato. El seguro todavía no existe. Las partes deben ponerse de acuerdo en
cómo va a ser el futuro contrato.

2º.- Compromiso moral de contratar. El contratante al firmar una solicitud muestra su expreso
deseo de convenir un seguro, aunque esto no significa que tenga que llegarse obligatoriamente a un
acuerdo.

3º.- Trasladar información al asegurador. Es en este documento donde el futuro tomador va a


comunicar todas las circunstancias por él conocidas sobre el riesgo a asegurar, para que el
asegurador, basándose en esta declaración, haga una proposición de seguro, (coberturas y primas).

4º.- Incitar la respuesta del asegurador. Una vez firmada y enviada la solicitud, es el turno del
asegurador para que el proceso siga adelante y se alcance un acuerdo.

5º.- En una mutua se solicita ser mutualista. En estos casos la solicitud sirve para intentar
perfeccionar el contrato y además ser socio de la compañía de seguros pasando a ser mutualista.
¿Qué requisitos de forma se exigen a una solicitud?:

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Lo único que requiere la L.C.S. es que las solicitudes sean formalizadas por escrito, dejando total
libertad a las partes sobre el contenido de las mismas.

En la práctica, casi siempre, el asegurador hace llegar al futuro tomador un impreso (confeccionado
por la propia compañía), para que sea el solicitante quien lo rellene. Es aquí donde aparece el
cuestionario para dejar perfectamente descrito el riesgo objeto de la cobertura. Ya hemos
comentado que esta declaración del riesgo es la que sirve de base para toda la estructura del seguro.

Cada compañía realizará cuestionarios distintos según los ramos a los que se dedique ya que la L.C.S.
no regula nada sobre el contenido del mismo.

¿A qué se obligan las partes por firmar o recibir formalmente una solicitud de seguro?

Regula el artículo 6 L.C.S. que las partes no quedan vinculadas a nada, jurídicamente hablando, por la
firma de una solicitud. Ambas tienen un compromiso moral, pero sin ningún tipo de responsabilidad
por no llegar a un acuerdo final.

En el supuesto de que la solicitud sea de un seguro de automóviles, la compañía que la reciba


formalmente quedará obligada a cubrir el riesgo de responsabilidad civil de suscripción obligatoria
por un periodo de 15 días.

2. La proposición

Es el documento redactado y firmado por el asegurador, dirigido al futuro tomador, formulándole


una oferta de seguro, y concretando todas las condiciones del contrato. Dicho de otra forma, es la
contestación que hace el asegurador que ha recibido una solicitud y la parece conveniente llegar a
formalizar el contrato.

¿Cuál es el cometido que cumple una proposición de seguro?:

1º.- Seguimos inmersos en la preparación del contrato. Las partes siguen exponiendo cuáles
son sus circunstancias al respecto e intentan llegar a un acuerdo final.

2º.- Traslado de información al futuro tomador. Al igual que en la solicitud, se trata de


informar a la otra parte de las condiciones contractuales para que pueda tomar una
decisión. Pero en este documento la información dada es mucho más completa y
tecnificada, puesto que la persona que confecciona la proposición es un profesional en el
sector del seguro, que además de sus conocimientos trata de dar una buena imagen en el
mercado.

3º.- Provocar un acuerdo posterior y definitivo: el seguro. Si ambas partes están de acuerdo
en todo lo que se expuso en la proposición se llegará a la firma de la póliza, quedando
formalizado el contrato.

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¿Qué requisitos formales se exigen a una proposición?:

Como ocurría con la solicitud, la L.C.S. exige que sea formalizada siempre por escrito. Además, en su
artículo 3 se obliga al asegurador a incluir en la proposición las condiciones generales, para que el
futuro tomador conozca todas las características del contrato y pueda decidir si firma o no la póliza.

¿A qué se obligan las partes suscribiendo una proposición?:

El futuro tomador no va a quedar vinculado a nada por recibir una proposición. La examinará, si está
conforme la aceptará y si no le satisface tiene plena libertad para no firmar la póliza.

Sin embargo, la compañía de seguros quedará obligada a mantener las condiciones expuestas en la
proposición durante un periodo de 15 días, lo que significa que, si el tomador acepta en ese
plazo, todo lo que venga ofertado en la proposición deberá ser idéntico a la hora de redactar la
póliza.

Si el tomador en la póliza observara divergencias con respecto a lo descrito en la proposición, tiene el


plazo de un mes para reclamar la subsanación de las mismas. Si transcurriera dicho plazo sin ejercer
la reclamación, se estará a lo dispuesto en la póliza, artículo 8 L.C.S.

En el seguro de automóviles se sigue el mismo procedimiento que en la solicitud. La proposición


firmada por la compañía aseguradora dará lugar a una cobertura real de 15 días para el riesgo de
Responsabilidad Civil de Suscripción Obligatoria.

3. La carta de garantía y el certificado de cobertura provisional

Ambos son documentos que se dan sólo en algunas situaciones, sobre todo por motivos de agilidad
mercantil, y que preceden cronológicamente a la emisión de la póliza. El certificado de cobertura
provisional es el documento que demuestra que tomador y asegurador han llegado a un acuerdo
para la realización de un seguro, pero, que, por alguna circunstancia de falta de tiempo, no se ha
formalizado todavía la póliza, dando paso a la formalización del documento provisional que pruebe
que el contrato existe.

La póliza se firmará en un breve periodo de tiempo desde la suscripción del certificado provisional de
cobertura.

La carta de garantía es similar, pero, en vez de ser un documento sustituto y circunstancial, como el
anterior, ahora nos encontramos frente a un auténtico contrato de seguro, aunque con una duración
muy limitada, que puede acabar con la firma de una póliza o finalizar en el breve plazo de tiempo
estipulado en la propia carta de garantía.

En sendos documentos, el artículo 5 L.C.S. regula la obligación de que sean formalizados por escrito.

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Tanto en uno como en otro caso, si llegase a ocurrir el siniestro, el daño producido estaría cubierto
por la compañía de seguros, que se responsabilizó de ello en la firma de cualquiera de los dos
documentos. Esto debe significar, a su vez, que el tomador habrá abonado el total o parte de la
prima correspondiente.

4. La póliza

En el momento que tomador y asegurador han llegado a un acuerdo en las correspondientes


solicitud y proposición, se debe perfeccionar el contrato con la impresión y suscripción de una póliza.

La póliza puede ser definida como aquel documento de contrato de seguro firmado por ambas
partes, que regula sus derechos y obligaciones.

El artículo 5 L.C.S. exige que la póliza sea siempre por escrito y obliga al asegurador a entregar al
tomador uno de los originales.

Como ya expusimos anteriormente, el seguro es un contrato de adhesión. Para proteger al


asegurado, la L.C.S. deja muy poco margen a la creatividad de las partes, a la hora de introducir
cláusulas en la póliza, teniendo ésta que ceñirse estrictamente a lo allí regulado. El artículo 2 L.C.S.
declara el carácter imperativo de esta ley en el momento de redactar los condicionados.

No siendo esto suficiente, el artículo 3 L.C.S. da capacidad a la Administración Pública (Dirección


General de Seguros y Fondos de Pensiones) para llevar el control y supervisión del contenido
contractual de las pólizas, siempre buscando la defensa de los derechos de los asegurados.

Las funciones principales de una póliza son:

1º.- Nacimiento del contrato. En el momento exacto en que las partes suscriben la póliza, el seguro
queda perfeccionado. Si además se paga la correspondiente prima, en ese instante nacen, también
los efectos del mismo.

2º.- Elemento probatorio. La póliza sirve como instrumento para dejar constancia de que el seguro
existe. Si lo que queremos es probar que el contrato sigue en vigor hoy en día, nada mejor que el
recibo pagado de la anualidad en curso.

3º.- Función normativa. El contenido de la póliza cumple una misión reguladora de todos los
derechos y obligaciones que surgen para las partes en el momento del nacimiento del contrato.
Todas las cláusulas incluidas en la póliza tienen fuerza de ley para tomador, asegurado y
asegurador, quedando obligados a cumplirlas.

4º.- Presunción de la preexistencia de los objetos asegurados. El artículo 38 L.C.S. nos dice “...
incumbe al asegurado la prueba de la preexistencia de los objetos. No obstante, el contenido de la
póliza constituirá una presunción a favor del asegurado cuando razonablemente no puedan
aportarse pruebas más eficaces.”

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5º.- Socio de la mutua. Cuando la compañía aseguradora tenga la forma jurídica de mutua, la póliza
da la condición de mutualista al tomador salvo que se refleje, en la misma, que el socio sea el
asegurado. Siempre que existan dudas se entiende que el socio es el tomador.

Analicemos, ahora, el contenido mínimo que el artículo 8 L.C.S. pide a una póliza para que está
legalmente formalizada.

1º.- Identificación de las partes. Se debe dejar constancia de quienes son los intervinientes en el
contrato, así como sus domicilios y calidad en que actúan (asegurado, asegurador, etc).

2º.- El concepto en el que se asegura. Esto tiene dos significados:

• Es aquí donde la póliza debe reflejar la relación jurídica del asegurado con el objeto
cubierto por el seguro, es decir el interés asegurado, que como vimos podrá ser de
propiedad, usufructo, etc.

• Además, en este apartado, se especificará si el tomador y el asegurado son la misma


persona (seguro por cuenta propia) o son distintas (seguro por cuenta ajena).

3º.- Naturaleza del riesgo. Se redactarán claramente cuáles van a ser las coberturas y exclusiones
pactadas para evitar cualquier tipo de duda en caso de siniestro; habiéndose ampliado su contenido
a que se deben describir de forma clara y comprensible, las garantías y coberturas otorgadas en el
contrato, así como respecto a cada una de ellas, las exclusiones y limitaciones que les afecten
destacadas tipográficamente.”

4º.- Identificación del objeto asegurado y de su situación. Habrá que especificar cuáles son los bienes
cubiertos por el contrato y donde van a estar localizados durante toda la vigencia del mismo. Estos
datos básicos para el seguro se obtendrán de la declaración hecha por el tomador en el cuestionario
de la solicitud. En seguros como el de robo o incendio, el acaecimiento del siniestro estando los
bienes asegurados fuera del lugar descrito en la póliza, puede dar lugar a que no se pague la
indemnización por parte del asegurador.

5º.- Suma asegurada o alcance de la cobertura. La póliza debe reflejar el límite máximo al que va a
tener que hacer frente el asegurador en caso de siniestro. La Ley también habla de alcance de la
cobertura puesto que en algunos seguros no se abonan cantidades de dinero, sino que la prestación
es un determinado servicio, jurídico, médico, etc.

6º.- Prima, recargos e impuestos. El tomador debe conocer con exactitud el importe total del precio a
pagar a cambio de la cobertura del riesgo. Por eso en la póliza deberán incluirse, especificados, todos
los conceptos y cantidades que deberán ser abonados.

7º.- Vencimiento, lugar y forma de pago de la prima. Relacionado con lo anterior, en la póliza
aparecerá la fecha del vencimiento de la prima, día en que nace la obligación de pagar la de la
siguiente anualidad, en caso de prorroga tácita. Si no existe dicha prorroga ese día terminaría la
cobertura del riesgo.

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También constará como va a ser efectuado ese pago (hoy mayoritariamente en domiciliación
bancaria), y el lugar donde deberá producirse. Si en la póliza no se aclarara este último punto, se
abonará la prima en el domicilio del tomador, artículo 14 L.C.S.

8º.- Duración exacta del contrato y sus efectos. Se debe reflejar en la póliza el día y hora en que
comienzan los efectos de la cobertura del asegurador, así, como la de cuando finalizan.
Los seguros tienen la duración que las partes fijen en la póliza, pero, lo más habitual es que se
convengan por anualidades prorrogables tácitamente, si ninguno de ellos lo denuncia con una
antelación de dos meses antes del vencimiento del seguro, artículo 22 L.C.S.

9º.- Nombre del mediador. El mediador de seguros (agente o corredor) tiene derecho a que su
nombre o clave aparezca impresa en la póliza, para estar siempre identificado a la hora de su
remuneración, y para asesorar a las partes cuando fuere necesario, sobre todo en caso de siniestro.

10º.- Plazos de oposición a la prórroga del contrato y modificaciones en la póliza. Han de incluirse
necesariamente, de forma que tomador/asegurado tenga conocimiento de estos plazos desde el
primer momento.

Estos diez apartados, que el artículo 8 L.C.S. ordena que se describan en la póliza, siempre vendrán
expuestos en las condiciones particulares. Estas condiciones particulares son indefectiblemente
realizadas por algún medio mecánico (ordenador, etc) y van a ser distintas en cada seguro, puesto
que se refieren individualmente al contrato redactado a ese particular.

Junto a las particulares, y formando también parte de la póliza, se encuentran las condiciones
generales, que son las que han sido impresas anteriormente por el asegurador, y son exactamente
idénticas para todos sus asegurados en un mismo ramo. Tienen un carácter general y uniforme. Son
la estructura jurídica básica del contrato de seguro, donde se regulan todos los derechos y
obligaciones de las partes.

Son las citadas condiciones generales las que van a estar sometidas al imperio de la L.C.S. y a la
supervisión de la Dirección General de Seguros.

Las cláusulas más habituales en los condicionados generales suelen ser todas las coberturas y
exclusiones que ofrece el asegurador, las normas de actuación en caso de siniestro, el ámbito
territorial en el que queda garantizado el riesgo, como se extingue el contrato, la actuación del
Consorcio de Compensación de Seguros en los riesgos extraordinarios, las cláusulas de revalorización
automática de capitales, etc.

Insistir en que todas las exclusiones y limitaciones que pueda haber en un contrato de seguro deben
ser redactadas de forma que sean fácilmente identificables por el tomador, de forma que es
obligatorio que sean destacadas en negrilla y con una tipografía diferente a la empleada en el resto
de la póliza.

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5. Apéndices o suplementos

Es el primer documento que vamos a estudiar, una vez que el contrato ya está en vigor. La póliza
empezó a funcionar con todos sus efectos y ha ido transcurriendo el tiempo. Por este motivo surge
alguna circunstancia que hace variar las condiciones del seguro (queremos aumentar o disminuir el
capital asegurado, se han reducido las medidas antirrobo de nuestro comercio, etc.). Esta nueva
situación dada produce un desequilibrio en la vida del seguro.

Los apéndices o suplementos son los documentos firmados por ambas partes, que pasan a formar
parte de la póliza para adaptar su contenido a los cambios sucedidos en la vida real. Es decir, con un
apéndice corregimos ese desequilibrio producido e incluimos dentro de las condiciones
particulares el nuevo estado del contrato.

El artículo 5 L.C.S. obliga a que los apéndices o suplementos queden incorporados a la póliza siempre
por escrito.

¿Cuáles son las principales funciones de un suplemento?:

1º.- Instrumento equilibrador del contrato. Esa es su utilidad principal, reparar el desajuste
ocurrido entre la póliza y la vida cotidiana.

Una empresa que deja de tener una alarma antirrobo, por el motivo que sea, ha introducido en
el seguro una agravación del riesgo. Esto se comunicará al asegurador para que lo incluya en el
condicionado, y lo más probable es que acarree una subida en la prima, que se reflejará,
también, en la póliza.

2º.- Elemento probatorio. Como el apéndice deberá ser formalizado por escrito, dejará
constancia y probará el cambio de situación producido en el contrato, a partir de ese momento.
Los suplementos, indefectiblemente, van fechados.

3º.- Supremacía del apéndice. La póliza y el suplemento nunca coincidirán en el aspecto


modificado. Lo que está en vigor a partir de la fecha del apéndice es el propio apéndice. Hoy en
día, este problema ha casi desaparecido puesto que los ordenadores no dejan indicio alguno de
la situación anterior a la modificación. No hay una póliza y un apéndice posterior, sino que ahora
el apéndice borra lo modificado sobre la misma póliza.

4º.- Modificaciones más habituales. Lo que se suele variar en los suplementos es el cambio de
titularidad del bien asegurado, pactar más o menos coberturas, un cambio de beneficiario,
aumentar o disminuir el capital o el riesgo.
Lo que la L.C.S. prohíbe sea modificado en un apéndice son las condiciones generales.

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6. Escrito de rescisión

Hemos visto como el seguro se preparó, se perfeccionó, se modificó y ahora llega el turno para
extinguirlo.

El escrito de rescisión es el documento donde se manifiesta la intención de terminar el contrato de


una forma unilateral (cualquiera de ambas partes), basándose en una causa legal y cumpliendo los
plazos estipulados en cada caso.

Analicemos las causas legales a las que se pueden acoger las partes del seguro para presentar un
escrito de rescisión y dar por finalizado el seguro:

a) Las partes pueden oponerse a la prórroga del contrato mediante una notificación escrita
a la otra parte, efectuada con un plazo de, al menos, UN MES de anticipación a la
conclusión del período del seguro en curso cuando quien se oponga a la prórroga sea el
tomador, y de DOS MESES cuando sea el asegurador.

El asegurador deberá comunicar al tomador, al menos con dos meses de antelación a la


conclusión del período en curso, cualquier modificación del contrato de seguro.

Las condiciones y plazos de la oposición a la prórroga de cada parte, o su imposibilidad,


deberán destacarse en la póliza.

Los mismos plazos rigen igualmente para comunicar los cambios que pretenda realizar
en la póliza.

b) La oposición a la prórroga del contrato sólo podrá ser ejercida por el tomador.

c) Lo dispuesto en los apartados precedentes no será de aplicación en cuanto sea


incompatible con la regulación del seguro sobre la vida.”

d) Por impago de la prima el asegurador podrá rescindir la póliza según el artículo 15 L.C.S.

e) Una incorrecta declaración del riesgo en el cuestionario, da la posibilidad al asegurador de


poder rescindir en el plazo de un mes desde el conocimiento de la incorrección, artículo 10
L.C.S.

f) La transmisión del objeto asegurado capacita al nuevo adquirente y al asegurador para dar
por finalizado el seguro en el plazo legal de 15 días, artículo 35 L.C.S.

g) En caso de agravación del riesgo, la compañía tendrá dos meses de plazo para presentar
modificaciones al tomador, y un periodo de un mes para rescindir el contrato, artículo 12
L.C.S. Si se cumplen los plazos y causas legales expuestas, el escrito de rescisión dará por
extinguido el contrato de seguro.

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V. CASOS PRÁCTICOS.

NUMERO 1

Isabel Martínez tiene suscrito un contrato de seguro de multirriesgo hogar con la aseguradora
SEGUROS 567889 S.A.

CONSULTA: Ha comprado hace unos días un cuadro de un pintor muy cotizado para poner en el
salón de su vivienda y quiere saber cómo tiene que proceder para que ese cuadro se encuentre
asegurado. Desconoce si tiene que hacer un nuevo contrato específico para ello o el contrato que
tiene suscrito le cubrirá ese riesgo.

RESPUESTA: Le decimos que no es necesario que suscriba un nuevo contrato, sino que es preciso
hacer un APENDICE al contrato que ya tiene suscrito, en el que se hará constar el riesgo de ese nuevo
cuadro y el valor por el que se asegura y se le dirá también las coberturas o exclusiones que pueda
haber, así como la prima a abonar. En ese mismo apéndice, que dependerá siempre de la póliza
original, se numerará a medida que se vayan produciendo las modificaciones que se vean oportunas.

NUMERO 2

Paula Casado ha suscrito un contrato de seguro con fecha de efecto del mismo día, 3 de Mayo de
2021, y ha facilitado todos los datos bancarios para el cobro de la prima. El día 4 de mayo se produce
un siniestro que tiene cobertura en la póliza, pero todavía no la ha abonado efectivamente, porque
no se le ha pasado el cargo a Banco.

CONSULTA: Al no estar abonada la prima ¿está cubierto el siniestro?

RESPUESTA: Si está cubierto, con independencia de que se hay hecho efectivo el pago, en la medida
en que entregó todos sus datos bancarios a la aseguradora, lo que se asimila qa que se hubiese
realizado el pago ya mismo. De lo que le advertimos es de que se atenderá el siniestro, pero se
cobrará primero la prima por la aseguradora.

NUMERO 3

Marcos Esteban sufrió un accidente de tráfico cuando iba de ocupante en el coche de un amigo.
Además su maleta sufrió daños y se le rompieron unas gafas.

PREGUNTA: ¿Qué plazo tiene para reclamar a la aseguradora? y ¿A qué aseguradora debe reclamar?
A la de su amigo o a la del vehículo contrario.

RESPUESTA: Para los daños personales que él ha sufrido 5 años y para la indemnización por los
daños de la maleta y la rotura de las gafas 2 años; pero le aconsejamos que dé el parte de siniestro
ya, indicando su situación médica, sin esperar a curar y que lo ponga en conocimiento de la
aseguradora y que, además reclame ya los daños de la maleta y de las gafas.

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En cuanto a qué compañía reclamar, dependerá de quien ha sido el causante del accidente; es decir,
una vez resuelto quien es el causante, será a esta compañía a la que tenga que hacer la reclamación.

NUMERO 4

Inés Rosales aseguró su chalet indicando que tenía rejas en la planta baja, pensando que en breve las
instalaría, pero ha pasado el tiempo y todavía no lo ha hecho. Se he producido un robo en el chalet y
los ladrones han causado varios destrozos

CONSULTA: Da el parte de siniestro en nuestra oficina.

RESPUESTA: Explicamos que a ella para poder hacerle una propuesta del seguro multirriesgo hogar,
seguro que le dieron un cuestionario en el que se hacían constar todas las circunstancias que la
aseguradora consideraba necesarias para valorar si asumía el riesgo, en qué condiciones y con que
prima.

El contrato, como todos, es un contrato basado en la buena fe y por eso el tomador del seguro tiene
el deber, antes de la conclusión del contrato, de declarar a la aseguradora, de acuerdo con el
cuestionario que éste le someta, todas las circunstancias por él conocidas que puedan influir en la
valoración del riesgo.

Debido a que dijo que habría rejas y no las hay, supone una agravación del riesgo que, de haberse
conocido por la aseguradora, seguro que habría dado una prima superior a la que está abonando en
la actualidad, como mínimo, e incluso no haber asumido ese riesgo y no haber asegurado la vivienda.

Ahora, producido el siniestro y solicitada la indemnización, si consigue demostrar la aseguradora que


hubo dolo en el momento de la declaración, no abonará ninguna indemnización, y si no lo consigue,
abonará proporcional a la prima pagada y no indemnizará el siniestro al 100%.

NUMERO 5

Su amiga, Lourdes Peña compró el chalet de al lado al de Inés y ambos son idénticos. También
suscribió un seguro multirriesgo hogar y, a diferencia de Inés no le preguntaron en ningún momento
en el cuestionario si la vivienda teñía rejas, por lo que ella no dijo nada y no las tiene instaladas
todavía. El mismo día que a Inés, entraron en su chalet y también robaron causando graves destrozos
en el mobiliario.

PREGUNTA: Da el parte de siniestro en nuestra oficina.

RESPUESTA: Puesto que en su cuestionario no figuraba la pregunta de las rejas y ella no hizo
manifestación alguna al respecto, la aseguradora, al no haberlo incluido, debe pagar la totalidad de
los daños causados.

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NUMERO 6

Mariano Rivera

PREGUNTA:

1ª.- ¿Desde cuándo comienza el plazo del abono de intereses para la aseguradora?

2ª.- ¿Cuándo se considera término final?

3ª.- ¿En qué plazo debe abonar la aseguradora la indemnización?

RESPUESTA:

A la 1ª.- Será término inicial del cómputo de dichos intereses la fecha del siniestro.

No obstante, si por el tomador del seguro, el asegurado o el beneficiario no se ha cumplido el deber


de comunicar el siniestro dentro del plazo fijado en la póliza o, subsidiariamente, en el de siete días
de haberlo conocido, el término inicial del cómputo será el día de la comunicación del siniestro.

Respecto del tercero perjudicado o sus herederos lo dispuesto en el párrafo primero de este número
quedará exceptuado cuando el asegurador pruebe que no tuvo conocimiento del siniestro con
anterioridad a la reclamación o al ejercicio de la acción directa por el perjudicado o sus herederos, en
cuyo caso será término inicial la fecha de dicha reclamación o la del citado ejercicio de la acción
directa.

A la 2ª.- Será término final del cómputo de intereses en los casos de falta de pago del importe
mínimo de lo que el asegurador pueda deber, el día en que con arreglo al número precedente
comiencen a devengarse intereses por el importe total de la indemnización, salvo que con
anterioridad sea pagado por el asegurador dicho importe mínimo, en cuyo caso será término final la
fecha de este pago.

Será término final del plazo de la obligación de abono de intereses de demora por la aseguradora en
los restantes supuestos el día en que efectivamente satisfaga la indemnización, mediante pago,
reparación o reposición, al asegurado, beneficiario o perjudicado.

A la 3ª.- La aseguradora está obligada a satisfacer la indemnización al término de las investigaciones


y peritaciones necesarias para establecer la existencia del siniestro y, en su caso, el importe de los
daños que resulten del mismo.

En cualquier supuesto, el asegurador deberá efectuar, dentro de los cuarenta días, a partir de la
recepción de la declaración del siniestro, el pago del importe mínimo de lo que el asegurador pueda
deber, según las circunstancias por él conocidas.

Pero es importante tener en cuenta que NO habrá lugar a la indemnización por mora del asegurador
cuando la falta de satisfacción de la indemnización o de pago del importe mínimo esté fundada en
una causa justificada o que no le fuere imputable.

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NUMERO 7

Esther Mansilla está preocupada porque a 200 metros de su vivienda han instalado una gasolinera y
está preocupada por si hubiese algún accidente y eso afectase a su seguro.

PREGUNTA: ¿Debo comunicar este hecho a la aseguradora?

RESPUESTA: Si. Supone una grabación del riesgo y, según la Ley de Contrato de Seguro, si tras haber
declarado el asegurado una agravación del riesgo y después de que haya vencido el plazo en que
debía aceptar/rechazar una modificación del contrato del seguro, el asegurado puede rescindir el
contrato previo aviso al tomar, que dispondrá de un plazo de: 10 días para responder la nueva
propuesta 15 días para responder la nueva propuesta 20 días para responder la nueva propuesta 1
mes para responder la nueva propuesta.

NUMERO 8

Al producirse varios robos en la misma urbanización y tener la aseguradora bastantes contratos de


seguros de esa zona, decide hacer una revisión para comprobar quienes tienen instaladas las rejas y
las medidas de seguridad y quienes no, para adaptar las pólizas a la realidad.

PREGUNTA: ¿Qué ocurrirá con aquellos chalets que no tengan puestas las rejas?

RESPUESTA: El asegurador podrá rescindir el contrato mediante declaración dirigida al tomador del
seguro en el plazo de un mes, a contar del conocimiento de la reserva o inexactitud del tomador del
seguro.

Corresponderán al asegurador, salvo que concurra dolo o culpa grave por su parte, las primas
relativas al período en curso en el momento que haga esta declaración.

Si el siniestro sobreviene antes de que el asegurador haga la declaración a la que se refiere el párrafo
anterior, la prestación de éste se reducirá proporcionalmente a la diferencia entre la prima
convenida y la que se hubiese aplicado de haberse conocido la verdadera entidad del riesgo.

Si medió dolo o culpa grave del tomador del seguro quedará el asegurador liberado del pago de la
prestación.

NUMERO 9

Luis Llanos tiene suscrito un contrato de seguro con nuestra intermediación, que somos corredores
de seguros y ha tenido un siniestro.

PREGUNTA: Si nos comunica al siniestro a nosotros, que somos correduría ¿es igual que si se lo
hubiese comunicado a la aseguradora?

RESPUESTA: Las comunicaciones de un siniestro a un corredor, implica que éste tenga que comunicar
el siniestro a la aseguradora (hasta entonces no se tendrá por comunicado el siniestro). Y ello

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teniendo claro que las comunicaciones que efectúa un corredor de seguros a la aseguradora en
nombre del tomador del seguro surtirán los mismos efectos que si la realizara el propio tomador,
salvo indicación en contrario de éste.

El que se comunique a un agente tendrá el mismo valor que si lo hubiese comunicado directamente a
la compañía aseguradora.

NUMERO 10

Nuestro cliente no entiende la finalidad de que exista un recargo en la prima que sea para el
consorcio

PREGUNTA: ¿Influye el Consorcio de compensación de Seguros en el reaseguro?

RESPUESTA: Si, debido a que, al asumir la mayor parte de los eventuales riesgos catastróficos locales,
proporciona una particular estabilidad a sector asegurador. De ahí la importancia de las primas y
recargos del Consorcio que hacen posible que el sector pueda responder

NUMERO 11

PREGUNTA: ¿Por qué existe el reaseguro y para qué sirve?

RESPUESTA: A los asegurados les indemnizan las aseguradoras ya las entidades aseguradoras les
indemnizan o resarcen las reaseguradoras de las obligaciones que resulten a su cargo frente a
terceros por razón de aquellos contratos de seguro que tengan concertados y que sean objeto de
reaseguro.
De una forma sencilla las reaseguradoras ayudan a asumir riesgos a las aseguradoras que por ellas
mismas ni pueden o no tienen capacidad para ello.

La actividad reaseguradora en España la ejercen las empresas reaseguradoras españolas (objeto


social exclusivo la contratación de reaseguros), las propias entidades aseguradoras (especto de los
ramos de seguro en que estén autorizadas) y las entidades extranjeras de reaseguro (que estén
domiciliadas en otro Estado del Espacio Económico Europeo, bien en régimen de libre prestación de
servicios, bien a través de sucursales en España o en terceros países: En este último caso, bien a
través de su sucursal establecida en España o bien desde el país en el que tengan su domicilio social.

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NUMERO 12

Pilar Ayala sabe que el contrato de seguro de una escultura de gran valor está en coaseguro, pues así
se lo dijo su mediador

PREGUNTA: La han robado el cuadro y no sabe a cuál de las aseguradoras debe reclamar la
indemnización.

RESPUESTA: Coaseguro significa la concurrencia de seguros, somo su nombre indica y son varios
seguros contratados en compañías distintas para un solo riesgo.

Viene a ser lo mismo que la concurrencia de seguros sobre un mismo bien, pero. manteniendo su
vigencia y con distintos porcentajes de participación. EL coaseguro es muy útil para que las
aseguradoras asuman menos riesgos.

En el contrato queda perfectamente detallada la participación porcentual de cada empresa, con el fin
de que todo sea un proceso transparente.

Con el fin de que el asegurado no tenga que realizar muchas gestiones es la compañía que más riesgo
asume la encargada de gestionar toda la contratación, así como la gestión del siniestro. A esta
aseguradora se la denomina abridora.

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