Árbol de problemas de la Crisis Política en Perú
La crisis política en Perú
La crisis política en Perú pone a prueba la fortaleza de su economía
Las protestas en las calles
de Lima
Miles de peruanos estuvieron
pendientes de la sesión del pleno
del Congreso en la que votaban el
presupuesto público para 2021 y
en el que estaban en juego
multimillonarios proyectos.
En abril, Perú acaparó los titulares
internacionales cuando anunció
un ambicioso paquete de estímulo
económico que rondaría el
equivalente al 12% de su
Producto Interno Bruto (PIB),
algo que especialistas aplaudieron
como medida contracíclica a la
parálisis económica que trajo la
pandemia del coronavirus. Ocho
meses después, los resultados han
sido decepcionantes. La
economía cayó un 30% en el
segundo trimestre del año, su peor
registro en la historia, y cayó de
nuevo en el tercer trimestre.
El Fondo Monetario Internacional
(FMI) predice que la economía se
contraerá casi un 14% este año.
En la pandemia de los últimos
meses, aunque la tasa de
mortalidad fue la más alta del
mundo, el Congreso votó dos
veces para destituir al entonces
presidente Martín Vizcarra hasta
que el presidente dejara el cargo.
En las dos semanas de noviembre
hubo tres presidentes en Perú, las
protestas estallaron en las calles
de la capital y fueron severamente
reprimidas por la policía.
Edmundo Beteta refirió que entre
2009 y 2019, el presupuesto en
salud creció de 7.000 millones
(2.000 millones de dólares) de
soles a 20.000 millones (5.500
millones de dólares), “pero no se
ejecutaba ni la mitad”. “Eso
generó problemas de
equipamiento y de recursos
humanos”.
Deuda a 100 años
Perú capitalizó su sólida posición
en los mercados financieros
internacionales y el 23 de
noviembre colocó bonos de
deuda por 4.000 millones de
dólares, 1.000 millones de los
cuales vencen en 100 años, una
clara señal de confianza por parte
de inversores extranjeros en el
futuro del país.
“La parte política y la parte
económica en Perú han ido ‘por
dos vías distintas”, dice Benito
Berber.
Este año, algunos miembros del
parlamento aprobaron leyes
populistas para promover la
disponibilidad inmediata de
efectivo retirando fondos de
compañías de seguros privadas o
pensiones estatales, incluso si las
personas aún no han alcanzado la
edad de liberación. En octubre, el
ministro de Economía y Finanzas
Waldo Mendoza (Waldo
Mendoza) manifestó al Congreso
que las medidas de estímulo
fiscal implementadas para paliar
la pandemia de gripe
representarán cerca del 20% del
PIB y pueden incrementar la
deuda pública en un 28%. Al
final del año, la proporción del
PIB alcanzará el 35%.
Corrupción estructural
La fallida implementación del
paquete no solo se debe a la
incapacidad del gobierno por
llegar al casi 70% de la
población económicamente
activa que trabaja en
informalidad, también hubo un
componente de corrupción e
irregularidades.
La Contraloría identificó, por
ejemplo, que las canastas de
alimentos que las
Municipalidades debieron
entregar -con fondos
proporcionados por el
Ejecutivo- a las personas más
pobres, llegaron indebidamente
a más de 12.000 funcionarios y
servidores públicos.
Además, hace un par de
semanas, el presidente de
transición Francisco Sagasti
reemplazó a la cúpula policial
no solo por recientes hechos de
violencia contra protestas
pacíficas, sino por la corrupción
-por sobrevaloración- en las
compras de insumos para
enfrentar la covid-19.
El Estado tiene un papel
fundamental para reactivar la
economía mediante la inversión
pública, argumenta Beteta, “y
en el fatídico segundo trimestre
de este año, mientras la
economía decrecía 30%
respecto del año anterior, la
inversión pública caía en 52% y,
en junio, estaba en un porcentaje
de ejecución de apenas 13%,
que es bajísimo, más aún
cuando el sector privado estaba
impedido de producir por el
confinamiento estricto”.
El Estado tiene que recuperar un
liderazgo en implementar
políticas responsables que
reactiven y contribuyan a
estimular fiscalmente la
economía en el contexto actual.