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UNIDAD DIDÁCTICA 3.
RIESGO RADIOLÓGICO Y RIESGO NUCLEAR
Tema 5
Introducción
La legislación de protección civil considera que las emergencias nucleares y radiológicas
serán aquellas que pudieran originarse derivadas de accidentes en el funcionamiento de
las instalaciones nucleares y radiactivas ubicadas en nuestro país o por incidentes o
sucesos en las que pudieran aparecer fuentes de radiación de manera inadvertida o
incluso por la ocurrencia de sucesos excepcionales de naturaleza malévola o ilícita.
La naturaleza específica del riesgo radiológico, requiere de una metodología técnico-
científica, tanto para el análisis como para la actuación para hacerle frente para la que
son necesarios una serie de conocimientos previos en una serie de materia técnicas
bastante específicas que no siempre has estado al alcance de la programación formativa
de aquellas personas encargadas de enfrentar estos riesgos.
Se ha considerado, por tanto, necesario, establecer para el correcto desarrollo de los
contenidos de la Unidad Didáctica referida a la gestión de los riesgos nuclear y
radiológico, un tema previo en el que se incorporen y expliquen –de la menor manera
que, humildemente, el autor ha conseguido trasmitir- algunas nociones y terminología
que pueden resultar desconocidas inicialmente.
Objetivos
Además de permitir al alumno familiarizarse y comprender todos los conceptos
mencionados cara a la mejor asimilación de los temas venideros, se pretende que este
capítulo pueda servir como referencia futura y consulta en el desarrollo laboral futuro del
alumno.
CONTENIDO
1. FISICA DE LAS RADIACIONES. ......................................................................................... 5
1.1. Átomos. Isótopos. Estabilidad nuclear. Radiaciones. ............................................. 5
1.2. Magnitudes y Unidades. ....................................................................................... 12
1.3. Efectos de las radiaciones ionizantes. .................................................................. 15
1.4. Efectos biológicos de las radiaciones ionizantes. ................................................. 18
2. INSTALACIONES CON RIESGO RADIOLÓGICO Y FUENTES RADIACTIVAS. .................... 22
2.1. Centrales nucleares. Tipos. Parque nuclear español. ........................................... 22
2.2. Instalaciones radiactivas reguladas. Tipos. ........................................................... 27
2.3. Fuentes radiactivas ............................................................................................... 31
2.4. Instalaciones no reguladas.................................................................................... 33
3. PROTECCIÓN RADIOLÓGICA. ........................................................................................ 34
3.1. Seguridad Nuclear. ................................................................................................ 34
3.2. Principios de Protección Radiológica. ................................................................... 36
3.3. Medidas de protección. ........................................................................................ 40
3.4. Medidas de protección en emergencias nucleares y radiactivas. ........................ 47
4. CRITERIOS RADIOLÓGICOS. .......................................................................................... 51
4.1. Niveles de intervención para medidas de protección. ......................................... 51
4.2. Niveles de Dosis de Emergencia para el personal de intervención. ..................... 54
4.3. Concepto y uso de niveles de referencia. ............................................................. 55
Los electrones de un átomo son atraídos por los protones en un núcleo atómico por la
fuerza electromagnética. Los protones y los neutrones en el núcleo son atraídos el uno al
otro por una fuerza diferente, la fuerza nuclear, que es generalmente más fuerte que la
fuerza electromagnética que repele los protones cargados positivamente entre sí. Bajo
ciertas circunstancias, más acentuado cuanto mayor número de protones tenga el átomo,
la fuerza electromagnética repelente se vuelve más fuerte que la fuerza nuclear y los
nucleones pueden ser expulsados o desechados del núcleo, dejando tras de sí un
elemento diferente. El número de protones en el núcleo define a qué elemento
químico pertenece el átomo: por ejemplo, todos los átomos de cobre contienen 29
protones. El número de neutrones define el isótopo del elemento, siendo la suma de
ambos lo que determina la masa de cada átomo (el peso atómico). El número de
electrones influye en las propiedades magnéticas de un átomo. Los átomos pueden unirse
a otro u otros átomos por enlaces químicos (en los cuales se comparten los electrones de
dichos átomos) para formar compuestos químicos tales como moléculas y redes
cristalinas. La capacidad de los átomos de asociarse y disociarse es responsable de la
mayor parte de los cambios físicos observados en la naturaleza y es el tema de la
disciplina de la química.
La tabla periódica de los elementos es una disposición de los elementos químicos en
forma de tabla, ordenados por su número atómico (número de protones), por su
configuración de electrones y sus propiedades químicas. Este ordenamiento muestra
En estos ejemplos podemos comprobar que los átomos de hierro neutros tendrán por
tanto 26 electrones en su corteza y, en su núcleo, 26 protones y (aproximadamente) 30
neutrones; mientras que en un átomo neutro de carbono (“carbon” en inglés) habrá 6
electrones en la corteza, y, en el núcleo, 6 protones y 6 (aproximadamente) neutrones.
Otra cosa interesante que podemos ver si nos fijamos en la tabla periódica, nos
encontramos que las masas de todos los elementos no se corresponden con números
enteros lo que parece una contradicción con la idea de que sean la suma del número de
neutrones y protones. ¿Cuál es la razón la esto?: La existencia de isótopos.
Se denomina isótopos a los átomos de un mismo elemento, cuyos núcleos tienen una
cantidad diferente de neutrones, y por lo tanto, difieren en número másico.
Normalmente se escriben indicando el número másico característico de cada uno en
superíndice a la izquierda del elemento (235U) o separado con un guión a la derecha del
símbolo del elemento (U-235).
Cabe señalar que dado que las reacciones químicas vienen determinadas por las
interacciones de los electrones de la corteza de los átomos y el número y características
de los mismos no varía entre los distintos isótopos, las propiedades químicas de estos son
por tanto completamente idénticas.
En primer lugar es necesario distinguir dos tipos de isótopos, los isótopos naturales que
son aquellos que se encuentran en la naturaleza. Y los isótopos artificiales que pueden
generarse en diversos procesos físicos (por ejemplo, laboratorios de bombardeo de
partículas o en centrales nucleares). Por ejemplo, el hidrógeno tiene tres isótopos
naturales, el protio (cuyo núcleo no tiene neutrones), el deuterio (que tiene un neutrón –
y por tanto una masa atómica de dos) y el tritio (que tiene dos neutrones –y, por tanto,
una masa atómica de 3). La mayoría de los elementos químicos tienen más de un isótopo.
Solamente 8 elementos (por ejemplo berilio o sodio) poseen un solo isótopo natural. En
contraste, el estaño es el elemento con más isótopos estables, 10.
Esta es la explicación de que, en la tabla periódica al Hidrógeno se le asigne un peso
atómico de 1,008. En su estado natural, el 99,992% de sus isótopos son de protio y el
0,008% de deuterio (siendo la cantidad de tritio residual). Haciendo la proporción entre
cantidades y masas obtenemos (99,992*1+0,008*2)/100 = 1,008.
Igualmente, como vimos antes el carbono tiene una masa atómica de 12,01. Existen dos
isótopos estables de carbono, el Carbono-12 (con 6 neutrones y 6 protones) que supone
el 98,89% del total y el carbono 13 (con 7 neutrones) que supone el 1,11%. Repitiendo la
cuenta anterior obtenemos una masa promedio de (98,89*12+1,11*13)/100= 12,01.
Es decir, cuando anteriormente dijimos que “en un átomo neutro de carbono habrá 6
electrones en la corteza, y, en el núcleo, 6 protones y 6 (aproximadamente) neutrones”,
en realidad lo que quiere decir esa frase es que en la inmensa mayoría de los átomos
neutros de carbono habrá 6 protones y 6 neutrones…..y en unos pocos 7 neutrones.
Haciendo el mismo ejercicio para el hierro (masa atómica de 55,845) encontramos que,
en la naturaleza, existen cuatro isótopos: 54Fe, 56Fe, 57Fe y 58Fe, todos ellos con 26
protones (y electrones), pero que tienen respectivamente, 28, 30, 31 y 32 neutrones. Su
abundancia relativa en la naturaleza es, respectivamente de 5,8%, 91,7%, 2,2% y 0,3%. De
este modo la masa promedio de un conjunto natural de átomos de hierro será
5,8*54+91,7*56+2,2*57+0,3*58)/100=55,845. Nuevamente vemos que la proporción que
señalamos anteriormente como “aproximada” es en realidad la mayoritaria.
En una primera aproximación, las agregaciones de protones y neutrones en los núcleos (y
de electrones en la corteza del átomo correspondiente) podrían extenderse infinitamente
en agregaciones cada vez más complicadas de electrones, protones y neutrones. Sin
entrar en física cuántica, puede entenderse de forma intuitiva que, si el átomo “existe”
por la atracción eléctrica entre los electrones (de carga negativa) y los protones (de carga
positiva) esta atracción, ya que es menor según aumenta la distancia entre estas
partículas, llegará un momento en que el átomo sea lo bastante grande como para que
no sea estable y se descomponga de alguna manera. Igualmente, en los núcleos atómicos
tendremos un proceso similar (aunque algo más complicado) pero con una situación
“peor”. En principio, por la fuera electromagnética los protones (todos de carga positiva)
deberían repelerse y los núcleos no serían estables (y no existirían en la naturaleza).
Nuevamente sin entrar en física cuántica, puede modelizarse de forma relativamente
sencilla la existencia de una “fuerza nuclear” que mantiene a las partículas unidas. Se
trata de una fuerza de magnitud superior a la electromagnética, pero de muy corto
alcance y que depende de la configuración de protones y neutrones en los núcleos de
forma que sólo determinadas proporciones adecuadas entre ambos son estables. Esta
proporción comienza siendo con un número similar de neutrones y protones y, según va
aumentando el número atómico del elemento, van siendo “necesarios” más neutrones
para “estabilizar” los núcleos. Esto se puede apreciar a lo largo de toda la tabla periódica,
como en los siguientes ejemplos:
Al final del todo, es precisamente el uranio el elemento de mayor peso atómico de los
que se encuentran en la naturaleza. Esto no quiere decir que no existan núcleos (y
átomos) mayores que el Uranio, pero ninguno de ellos es estable, es decir, que los que
pudiera haber en el momento de la creación del universo (o que se crean en
determinadas reacciones nucleares naturales -como las provocadas por loa rayos
cósmicos-) tienden a desintegrarse o se han desintegrado ya de forma natural (aunque
pueden crearse artificialmente). Cabe señalar que, en ocasiones, se puede confundir que
un elemento sea estable con que sea radiactivo con un tiempo de desintegración tan
largo que sea comparable con la edad estimada del universo, como por ejemplo en el
caso del isótopo U-235 que tiene un periodo de semidesintegración superior a 700
millones de años.
Existen tablas de isótopos que recogen los isótopos conocidos (naturales o artificiales) e
incluso los de existencia postulada que no han podido “fabricarse” todavía en un
laboratorio. Tienen este aspecto (cada “cuadrito” es un isótopo):
Una tabla similar detallada (demasiado grande para transcribirla en papel) puede
encontrarse, por ejemplo, en este enlace de la Wikipedia (con los elementos estables
marcados en rojo y los ejes horizontal y vertical cambiados):
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/83/Isotope_Table.Png
Es una tabla (además de bonita, útil). Fijémonos en algunas cosas que nos dice:
Cada casilla que se sube se aumenta en un protón, es decir, Z. Esto significa que
cambiamos de elemento.
Cada casilla que pasemos a la derecha o izquierda, variamos A. Esto significa que
estamos en el mismo elemento pero tratando con distintos isótopos.
Las casillas negras muestran átomos estables. Cada elemento suele tener más de
un átomo estable.
Los números mágicos (también marcados) son un número concreto de número
másico que proporciona al átomo una estabilidad especial por razones de física
nuclear cuántica (que están fuera del alcance de este curso). Estos son: 2, 8, 20, 28,
50 y 82.
Los átomos no serán estables si contienen demasiados neutrones o muy pocos,
momento en que ocurren las desintegraciones, la fisión o la fusión.
-En la desintegración alfa se liberan dos protones y dos neutrones (un núcleo de He-4),
por eso el número atómico baja en dos unidades (cambia el elemento) y ocurre un
desplazamiento de dos unidades a la izquierda. Ocurre en átomos muy pesados. Ejemplo:
U-238 (92 protones y 146 neutrones) se convierte en Th-234 (90 protones y 144
neutrones). En la tabla del ejemplo son los isótopos marcados con color amarillo.
-En la desintegración b– un neutrón libera un protón, un electrón y un antineutrino
electrónico. Esto hace que el número atómico ascienda en una unidad (cambia el
elemento) y el número másico se mantenga constante. Ocurre en átomos con
demasiados neutrones. Le sucede a los isótopos que está a la derecha de la zona de
estabilidad (los marcados con color azul).
-En la desintegración b+ un protón da lugar a un neutrón, un positrón (antielectrón) y un
neutrino electrónico. Sucede cuando el núcleo tiene pocos neutrones, aunque también se
puede dar el caso de captura electrónica, es decir, un protón captura un electrón y se
forman un neutrón y un neutrino electrónico. En nuestra tabla, le sucede a los isótopos
que están a la izquierda (marcados en rojo), el átomo se transforma en otro elemento con
número atómico una unidad inferior.
-Fusión nuclear. Dos núcleos ligeros se fusionan para forma un núcleo más pesado.
Ocurre con los primeros elementos y es lo que sucede en las estrellas.
Actividad:
La actividad o velocidad de desintegración, de una sustancia radiactiva que contiene N
núcleos es A=λ·N. La unidad del Sistema Internacional es el becquerel (bequerelio) que
equivale a 1 desintegración/segundo. Como la actividad depende de la cantidad de
núcleos radiactivos presentes (es decir, de la masa de la sustancia) y éstos van decayendo
con el tiempo, la actividad de cualquier fuente también decae en la misma proporción
siguiendo la misma ley exponencial A = A0·e-λt ya que m= m0·e-λt.
Originalmente, cuando Marie Curie descubrió la radiactividad, basó la magnitud de la
misma en sus observaciones, definiendo “su” unidad de radiactividad como la cantidad de
radiactividad que detectó en 1 gr del elemento Radio (el que ella estudió). Esta unidad,
sigue en uso y se llama “curio”. La equivalencia al sistema internacional es:
1 Cu = 3,7 · 1010 Bq
Exposición radiactiva.
La actividad es una unidad que nos sirve para conocer parcialmente la intensidad de una
fuente radiactiva ya que vamos a saber con cuantas partículas nos encontramos. Pero lo
que determina el efecto de las partículas no es sólo eso, sino el tipo de partículas y la
energía individual de cada una de ellas.
El efecto de las radiaciones ionizantes (como veremos más adelante) el producir cargas
eléctricas sobre los materiales, por lo que midiendo la cantidad de carga eléctrica que una
fuente produce en una masa de aire conocida, tendremos un método para definir la
intensidad de la radiación o dosis de exposición. Utilizando unidades del sistema
internacional, por lo tanto, la exposición se medirá en culombios/kilogramo –unidad que
no tiene un nombre especial-.
La unidad usada tradicionalmente se llama roentgen o röntgen.
Aunque relativamente fácil de medir (se trata de recoger una carga inducida) esta
magnitud se ha ido abandonando y depende de muchos factores (las condiciones de
presión y temperatura del “aire” sobre el que se mide) que la hacen poco práctica para
establecer equivalencias. Inicialmente la magnitud que se medía en röntgen se denominó
"dosis de radiación", y fue la más utilizada para cuantificar la cantidad de radiación
ionizante y para relacionarla con sus efectos, especialmente con los biológicos. Cuando se
comprendieron mejor los detalles de la interacción de la radiación con los medios
materiales, se vio que la exposición sólo podía definirse de forma precisa para fotones
(rayos X o gamma) que interaccionen con el aire. Su utilidad, por lo tanto, es limitada, ya
que no es aplicable a otros tipos de radiación (partículas alfa, electrones, etc.) ni a otros
materiales. Por eso se han definido posteriormente otras magnitudes más generales, que
cuantifican la energía depositada por la radiación en cualquier medio. No obstante, se da
el hecho de que un haz de rayos X que produce una exposición de 1 roentgen depositará
en el tejido humano una dosis de 0,96 rads; esta casi igualdad numérica hace que a veces
se confundan estas dos unidades. El decir, que, en ocasiones, se establecerá la
equivalencia (no del todo correcta) 1 Gy = 100 rads ≈ 100 R.
Dosis.
Como hemos visto, las radiaciones ionizantes tienen efectos sobre los materiales o tejidos
contra los que inciden. Para englobar todos estos efectos, se define una magnitud que se
refiere a cualquier deposición de energía (independientemente del método) sobre una
cantidad de material o tejido, que se denomina “dosis absorbida”. La unidad del Sistema
Internacional para medirla se llama “gray” (Gy) y será por tanto de 1 julio/1 kg. Es la
unidad que se usa para definir los efectos sobre materiales inanimados (como pueden ser
aparatos de medición o dispositivos electrónicos). En tiempos pasados, y cada vez más en
desuso, se utilizaba la unidad “rad” que es la centésima parte de un Gy.
Sin embargo, la magnitud de dosis absorbida no es todavía, un buen medidor de los
efectos de las radiaciones sobre los seres vivos, porque el método y los efectos de la
energía depositada sobre éstos pueden variar mucho aunque la energía sea la misma (1
Gy de radiación alfa puede ser mucho más nociva que 1 Gy de fotones en forma de Rayos
X, por ejemplo).
Para definir de una forma útil los efectos de las radiaciones sobre los seres vivos la
magnitud que se utiliza es la “dosis equivalente” que es un valor con mayor significado
biológico de dosis absorbida. La unidad que se utiliza es el “sievert” (Sv) y, nuevamente,
equivale a 1 Julio (“con significado biólógico”) / 1 kg.
La Dosis Equivalente, se utiliza multiplicando la Dosis absorbida por un “factor de
evaluación” (en inglés radiation weighting factor) que depende del tipo de radiación y de
la forma en la que se produce la exposición (si son fuentes externas o internas, por
ejemplo).
Algunos valores de este factor (para fuentes externas de radiación) son:
-Rayos X: 1
-Rayos γ: 1
-Electrones: 1
-Protones: 2
-Partículas α: 20
-Núcleos provenientes de fisión nuclear: 20
-Neutrones: 5- 20 (en función de su energía)
La dosis equivalente, al final, es la magnitud utilizada y existen unos medidores
específicos llamados dosímetros a partir de los cuales se obtienen valores directamente
en esta unidad a partir de la cual se definen los términos legales de límite y se calculan los
efectos.
Es importante recordar que “debajo” de estas mediciones en realidad que lo se está
detectando es una energía en alguna clase de mecanismo detector (es decir, una
exposición) que será convertida mediante cálculos y modelos matemáticos que integren
los distintos tipos de radiación en una medida de “dosis absorbida” que, a su vez,
mediante nuevos cálculos y modelos de absorción de radiación en tejido biológico dan
una medida de “dosis equivalente” que es lo que el medidor muestra.
Puede suceder que los electrones emitidos a su vez tengan suficiente energía para
provocar ionizaciones secundarias.
-Excitación. Cuando la energía depositada en los electrones no es superior a la energía de
enlace pero si es suficiente para que el electrón acceda a un orbital “superior” de su
átomo. En ese caso, el electrón acabará volviendo a su estado original de energía
normalmente emitiendo radiación electromagnética.
-Disociación. Cuando o la energía cedida a una molécula por una partícula alcanza cierto
valor crítico, puede producirse el fenómeno de disociación o radiólisis. Este proceso
consiste en la ruptura de enlaces químicos moleculares y produce transformaciones
químicas en las sustancias irradiadas dando lugar a la formación de radicales libres. Un
ejemplo común es la radiólisis del agua. En general, los procesos químicos que ocasiona la
radiólisis de la materia, conducen a reacciones de descomposición, procesos de
oxidación, como los sufridos por las sales ferrosas disueltas en agua, reducciones como
las experimentadas por haluros de plata, o polimerizaciones como las experimentadas
por el etileno o el acetileno.
Partículas alfa:
Cuando una partícula pesada cargada, tal como la partícula alfa, penetra en un medio
material, interacciona fundamentalmente con los electrones atómicos. Como la masa de
estas partículas es miles de veces mayor que los electrones colisionados, sus trayectorias
son prácticamente rectilíneas. Si el medio absorbente es un gas monoatómico, el proceso
fundamental de pérdida de energía es la ionización, y en menor escala, la excitación En
todos los casos, las partículas van perdiendo paulatinamente su energía, hasta que se
detienen y capturan dos electrones del entorno, convirtiéndose en átomos de helio. Las
partículas alfa producen una ionización específica muy elevada, ya que pierden la
totalidad de su energía en un recorrido muy corto.
Neutrones:
Los neutrones al carecer de carga eléctrica aparente, no producen directamente
ionización ni radiación de frenado. La interacción neutrónica, a diferencia de las partículas
cargadas, se produce con los núcleos del medio absorbente y no con los electrones
corticales. Por lo tanto, los neutrones son partículas de una gran eficacia para la
producción de reacciones nucleares, pues como carecen de carga eléctrica, no están
sujetos a efectos de repulsión electrostática, y penetran en el núcleo sin la dificultad que
la barrera de potencial opone a otras partículas cargadas, No sólo los neutrones de
energía media o elevada son capaces de producir reacciones nucleares, los neutrones
llamados “térmicos” han demostrado ser de una gran eficacia, en ocasiones superior.
Las interacciones de los neutrones entonces pueden ser:
-Colisiones elásticas e inelásticas:
Los neutrones pueden experimentar colisiones elásticas con núcleos, en las cuales el
neutrón mantiene su entidad y el núcleo colisionado queda en su nivel energético
fundamental. Tecnológicamente, es importante para el llamado proceso de
“moderación”, consistente en que los neutrones rápidos y energéticos, por colisiones
sucesivas, van perdiendo energía, hasta llegar a la correspondiente al valor medio de los
Atendiendo a la naturaleza del daño recibido por la radiación en las células los efectos
biológicos se distinguen entre estocásticos y deterministas. Las principales características
y diferencias entre ambos se resumen en la siguiente tabla:
Efectos deterministas:
Si como consecuencia de la irradiación, se produce la muerte de un número de células
suficientemente elevado de un órgano o tejido, habrá una pérdida de función del órgano,
lo que supone un efecto determinista Estos efectos ocurren tras exposición a dosis
relativamente altas, poniéndose de manifiesto a medio-corto plazo. Puesto que para que
tenga lugar un efecto determinista tiene que producirse la muerte de un número
sustancial de células, existe una dosis umbral de radiación por debajo de la cual el
Efectos estocásticos:
Si como consecuencia de la irradiación la célula no muere sino que sufre una modificación
en la molécula de ADN, podrán producirse los denominados efectos estocásticos. Estos
efectos tienen lugar tras exposiciones a dosis o tasas de dosis bajas de radiación y la
probabilidad de que ocurran, pero no su gravedad, aumenta al aumentar la dosis de
radiación recibida. La gravedad de estos efectos depende de factores como el tipo de
célula afectado y el mecanismo de acción del agente agresor que interviene. Los efectos
estocásticos pueden ser hereditarios y somáticos. Si la célula que ha sido modificada tras
la irradiación es una célula somática, el efecto se pondrá de manifiesto en el individuo
que ha sido expuesto a la radiación, hablándose en este caso de efectos estocásticos
somáticos. Si por el contrario la célula que se ha visto modificada tras la irradiación es una
célula reproductiva, el efecto biológico podrá no ponerse de manifiesto en el individuo
expuesto sino en su descendencia, hablándose en este caso de efectos estocásticos
hereditarios.
ajusta a una función lineal para dosis de hasta 3 Sv. En el caso de las leucemias, los datos
se ajustan mejor a una función lineal-cuadrática.
-Reactor nuclear y circuito primario (lo veremos con más detalle en los diseños
específicos de la CC.NN. en España)
-Turbina. Instalación a la que llega el vapor de agua proveniente de los generadores de
vapor, cuya energía se transforma, a través de los álabes, en energía mecánica de
rotación. Existen varias secciones para la expansión del vapor. Su eje está solidariamente
unido al eje del alternador.
-Alternador. Equipo que produce la electricidad al convertir la energía mecánica de
rotación de la turbina en energía eléctrica de media tensión y alta intensidad.
-Transformador Equipo que eleva la tensión de la electricidad producida en el alternador
para minimizar las pérdidas en su transporte hasta los puntos de consumo.
-Condensador. Intercambiador de calor formado por un conjunto de tubos por los que
circula el agua de refrigeración. El vapor de agua que entra en el condensador procedente
de la turbina se licúa pasando a fase líquida. Esta conversión produce un vacío que mejora
el rendimiento de la turbina.
-Agua de refrigeración. Agua que se toma de un río, un embalse o el mar y que se utiliza
para licuar el vapor de agua en el condensador. Puede ser devuelta directamente al
origen o refrigerarse a través de torres de refrigeración de tiro natural o forzado.
-Edificio de contención. Recinto específico de las centrales nucleares (y no de todos los
diseños). Alberga el sistema de refrigeración del reactor y diversos sistemas auxiliares y,
en general, toda la parte “radiactiva” de la central. Sirve de blindaje en operación normal
e impide la fuga de productos contaminantes al exterior. Tiene la responsabilidad
funcional, junto con otros sistemas de salvaguardias, de impedir la liberación, en último
término, de productos de fisión a la atmósfera en caso de accidente.
El programa nuclear español se diseñó en su momento con una finalidad de adquisición
de experiencia para el desarrollo de una industria y tecnología propias, por lo que se optó
por “importar” una relativa variedad de diseños de forma que cada central nuclear tiene
sus particularidades sin un intento de estandarización. En todo caso, se pueden agrupar
en dos grandes diseños genéricos (dejando fuera a la central de Vandellós-1, en fase de
latencia tras su desmantelamiento, que era de un diseño distinto refrigerado por gas con
uranio natural de combustible y grafito como moderador):
-Centrales de agua a presión (PWR, pressurized wáter reactor).
Almaráz I y II, Ascó I y II, Vandellós-2, Trillo y Zorita (desmantelada)
-Centrales de agua en ebullición (BWR, boiling wáter reactor)
Cofrentes y Sta. María de Garoña (en fase inicial de desmantelamiento)
PWR:
BWR:
instalaciones radiactivas del ciclo del combustible nuclear y otro tipo de instalaciones que
manejan inventarios muy elevados de sustancias radiactivas o haces de radiación muy
intensos corresponden a instalaciones radiactivas de primera categoría, mientras que son
instalaciones radiactivas de segunda y tercera categoría aquellas donde se manipulen o
almacenen nucleidos radiactivos que puedan utilizarse con fines científicos, médicos,
agrícolas, comerciales o industriales o las instalaciones que utilicen aparatos generadores
de rayos X, en los que a la categoría es establece los valores de actividad de los
radioucleidos o la tensión del aparato generador de radiaciones ionizantes.
La base de la clasificación en distintas categorías se encuentra en los llamados “niveles de
exención”. Estos son niveles establecidos por el organismo regulador (en España el CSN)
expresados en forma de concentración de actividad o de actividad total, que cuando no
son sobrepasados por una fuente de radiación (y la instalación que la contiene) puede
concedérseles la exención del control regulador sin que sean necesarias otras
consideraciones.
Estos niveles se encuentras establecidos en la Instrucción IS-05, de26 de febrero de 2003
del Consejo de Seguridad para todos los nucleidos que se espera puedan ser susceptibles
de alguna clase de uso o almacenamiento. Los valores transponen los establecidos en la
Directiva europea 96/29/EURATOM.
En los casos en que se utilice una mezcla de radionucleidos, se usará la suma de los
cocientes entre la actividad presente de cada isótopo y la de exención.
Todas las instalaciones radiactivas requieren ser autorizadas por el Ejecutivo
correspondiente, previo informe del Consejo de Seguridad Nuclear y son objeto de
inscripción en el «Registro de Instalaciones Radiactivas» adscrito a la Dirección General de
la Energía. Igualmente, a efectos de planificación contra emergencias radiológicas se
dispone de El Catálogo Nacional de Instalaciones o Actividades que puedan dar lugar a
situaciones de emergencia por riesgo radiológico (CNARR) en cumplimiento con lo
establecido en la Directriz Básica de Planificación ante el Riesgo Radiológico.
Instalaciones radiactivas de primera categoría:
-Las fábricas de producción de uranio, torio y sus compuestos.
-Las fábricas de producción de elementos combustibles de uranio natural.
-Las instalaciones que utilicen fuentes radiactivas con fines de irradiación industrial.
-Las instalaciones complejas en las que se manejen inventarios muy elevados de
sustancias radiactivas o se produzcan haces de irradiación de muy elevada frecuencia de
energía, de forma que el potencial impacto radiológico de la instalación sea significativo.
Instalaciones radiactivas de segunda categoría:
-Las instalaciones donde se manipulen o almacenen nucleidos radiactivos que puedan
utilizarse con fines científicos, médicos, agrícolas, comerciales o industriales, cuya
actividad total sea igual o mayor de 1000 veces el nivel de exención.
-Las instalaciones que utilicen aparatos de rayos X que puedan funcionar con una tensión
de pico superior a 200 kilovoltios.
Las fuentes selladas, salvo que hayan sido rotas o que tengan fugas, sólo ofrecen un
riesgo de exposición a radiaciones externas. Ahora bien, las fuentes selladas rotas o con
fugas, al igual que los materiales radiactivos no sellados, pueden causar la contaminación
del medio ambiente o incluso la ingesta de materiales radiactivos en el organismo
humano. Hasta el decenio de 1950, por lo general sólo había disponibles radionucleidos
de origen natural, sobre todo Ra 226, desde entonces, se ha generalizado la utilización de
radionucleidos producidos artificialmente en instalaciones nucleares y aceleradores de
partículas, entre ellos Co 60, Sr 90, Cs 137 e Ir 192.
Las fuentes radiactivas selladas y no selladas se utilizan para fines muy variados y
contienen una amplia gama de radionucleidos y de cantidades de materiales radiactivos.
Las fuentes de actividad alta, si no se manejan en condiciones de seguridad física y
tecnológica, pueden causar graves efectos deterministas a las personas en períodos
breves en cambio, no es probable que las fuentes de actividad baja causen exposiciones
que tengan consecuencias dañinas.
Puede suceder que estas fuentes radiactivas sean abandonadas, perdidas, desplazadas o
retiradas sin autorización (en cuyo caso se denominan «fuentes huérfanas», que son
aquellas que aparecen fuera del sistema de control del regulador establecido). Estas
fuentes incontroladas o huérfanas pueden ser descubiertas por personas que no son
conscientes de los riesgos que suponen. Para evitar las pérdidas de las fuentes
radiactivas, todas deberán llevar un número único y deberán marcarse y etiquetarse con
un signo apropiado para advertir del peligro de radiación.
La protección física de las fuentes radiactivas se incluye dentro del régimen regulador
español como consecuencia de la publicación de la Directiva 2003/122/EURATOM del
Consejo, de 22 de diciembre cuyo objetivo es evitar la exposición de los trabajadores y del
público a las radiaciones ionizantes como consecuencia de un control inadecuado de
dichas fuentes radiactivas que se realizó mediante el Real Decreto 229/2006 de 24 de
febrero, sobre el control de fuentes radiactivas encapsuladas de alta actividad y fuentes
huérfanas. Las obligaciones generales que incluye este decreto a los titulares autorizados
a utilizar fuentes radiactivas son:
-Llevar un inventario de cada fuente en una hoja con formato electrónico, en la que
consten, entre otros datos, el número de identificación, localización, características, datos
de la autorización y transferencias, etc
-Presentar información detallada sobre las medidas de seguridad física previstas para
prevenir, asegurar la pronta detección y evitar situaciones de pérdida, sustracción y
utilización no autorizada.
-Realizar periódicamente pruebas de hermeticidad.
-Notificar inmediatamente cualquier pérdida o robo.
-Establecer una garantía financiera para su gestión o cualquier contingencia.
Formar a los trabajadores
-Gestionar su devolución al fin de su vida útil.
3. PROTECCIÓN RADIOLÓGICA.
Seguridad Intrínseca:
El primer nivel corresponde al diseño de la instalación para que su régimen de trabajo se sitúe
en regiones donde los procesos físicos presenten características intrínsecamente estables, de
forma que la evolución del sistema tienda a auto-amortiguar las desviaciones respecto de los
puntos de equilibrio de funcionamiento sin necesidad de intervención automática o manual
de ninguna clase.
Un ejemplo ilustrativo de este concepto se da en los reactores de agua ligera que hemos
estudiado. En ellos, un aumento de la potencia en el núcleo motivado por algún problema en
los sistemas de control, daría lugar a un aumento de temperatura que provocaría la eventual
disminución de densidad o incluso ebullición del agua que actúa como refrigerante y
moderador de los neutrones que mantienen la reacción en cadena. Esa disminución de
densidad provoca por sí misma una disminución de la capacidad de moderación del agua que
a su vez disminuye la eficacia de los neutrones liberados en las fisiones de provocar otras
nuevas y, por tanto, disminuye la cantidad de éstas y la potencia generada.
Los mecanismos intrínsecos no son en general suficientes para controlar la evolución de las
posibles secuencias accidentales. Por ello, se instalan sistemas automáticos de protección que
atajan la evolución del accidente y conducen la planta a una situación segura. Estos sistemas
se diseñan de forma que su intervención sea conmensurada con la magnitud del accidente
que protegen. La simulación y el análisis de esos accidentes permiten diseñar la actuación de
las distintas protecciones. Asumiendo un límite de daño admisible para cada transitorio
accidental postulado se establecen criterios tanto para la intensidad de la protección como
para el tiempo esperado de respuesta en la mitigación del accidente. Las protecciones
automáticas se diseñan para controlar la evolución de los transitorios accidentales que
ocurren en una escala de tiempos tal que los operadores no tendrían ocasión de analizar y
tomar acciones oportunas. Un criterio común en los diseños americanos es que los sistemas
automáticos deben ser capaces de mitigar los accidentes sin necesidad de intervención
humana al menos durante los primeros 10 minutos.
La complejidad de las operaciones que se llevan a cabo en una central nuclear, incluso
para las operaciones normales, y la necesidad de garantizar que se lleven a cabo con una
muy baja probabilidad de error ha llevado a implantar un sistema muy amplio de
procedimientos. Todas las actividades de operación de sistemas, de calibración, pruebas y
mantenimiento, de recuperación de fallos y de operación en emergencias se realizan
siguiendo procedimientos detallados que guían al personal de la planta en estas
actuaciones.
El accidente de Three Mile Island (TMI), ocurrido en 1979, puso de manifiesto entre otras
cosas la necesidad de disponer de instrucciones detalladas para la recuperación de un
transitorio accidental. Se rediseñaron entonces los Procedimientos de Operación en
Emergencia (POE) existentes, de forma que fueran capaces de cubrir las situaciones
accidentales posibles, apoyándose en la actuación de los sistemas automáticos de protección,
pero teniendo en cuenta también sus posibles fallos y circunstancias agravantes del
accidente.
Criterios de diseño:
Puesto que los sistemas y características de seguridad pueden fallar también cuando son
demandados, su efectividad depende de su fiabilidad, es decir, de la probabilidad de que
actúen cuando son demandados y de que cumplan con su función durante el tiempo
requerido. Por tanto, un elemento esencial para conseguir un nivel de seguridad
adecuado es que la indisponibilidad de las protecciones, entendida como probabilidad de
no realizar su función, sea lo suficientemente baja para garantizar el cumplimiento de los
criterios de aceptación del daño en cada zona de la curva del riesgo.
Para desacoplar el proceso de diseño de un estudio detallado de la fiabilidad de los
sistemas, que lo haría demasiado complicado, se aplican principios generales de diseño
que aseguran la alta disponibilidad de las protecciones diseñadas.
-Criterio de fallo único, según el cual ninguna función de seguridad debe quedar impedida
por un único fallo de un componente dentro del sistema, o por ninguna acción de
mantenimiento ni acción humana sobre componentes del sistema.
-Criterio de redundancia, por el cual cada función de seguridad se debe asegurar con
sistemas redundantes. Se puede considerar como una consecuencia del criterio anterior.
-Criterio de diversidad o redundancia funcional, que consiste en la utilización, en la
medida de lo posible, de métodos independientes, basados en principios físicos
diferentes, para lograr análogos resultados. La aplicación de este criterio minimiza la
posibilidad de fallos en modo común.
-Criterio de separación, también tendente a minimizar los fallos en modo común,
mediante la separación física adecuada entre componentes o subsistemas redundantes.
-Criterio de fallo seguro, por el cual y cuando sea factible, el fallo de cada componente del
sistema (caso de producirse) debe llevar a dicho sistema al estado más seguro posible.
Justificación
No debe adoptarse ninguna práctica que signifique exposición a la radiación ionizante si
su introducción no produce un beneficio neto positivo. Naturalmente, la práctica que
implique la exposición a las radiaciones ionizantes debe suponer un beneficio para la
sociedad. Deben considerarse los efectos negativos y las alternativas posibles. Esto afecta
a importantes cuestiones que requieren ser resueltas por los correspondientes gobiernos,
como, por ejemplo, el uso de la energía nuclear para producir electricidad.
Optimización
Este principio se resume en el concepto ALARA que son las siglas en inglés de la expresión
“tan bajo como sea razonablemente posible” (as low as reasonably achievable). El
concepto se traduce en que todas las exposiciones a la radiación deben ser mantenidas a
niveles tan bajos como sea razonablemente posible, teniendo en cuenta factores sociales
y económicos. Toda dosis de radiación implica algún tipo de riesgo; por ello no es
suficiente cumplir con los límites de dosis que están fijados en la normativa nacional. Las
dosis deben reducirse aún más, siempre que sea razonadamente posible, esta reducción
de dosis no puede llevarse a cabo indefinidamente, sino que se deben considerar los
costes económicos, sociales, etc. asociados.
Límite de dosis
Las dosis de radiación recibidas por las personas no deben superar los límites establecidos
en la normativa nacional, siguiendo las recomendaciones, para cada circunstancia, de la
ICRP. Los límites de dosis establecidos en la legislación española garantizan que las
personas no sean expuestas a un nivel de riesgo inaceptable. Estos han de ser respetados
siempre sin tener en cuenta consideraciones económicas. El uso del criterio ALARA está
también exigido legalmente y en España las recomendaciones de la ICRP están contenidas
en el RPSRI. La ICRP revisó algunos de los límites de dosis en noviembre de 1990, y como
consecuencia de ello, los nuevos límites han sido incorporados en la Directiva de
Protección Radiológica de la Unión Europea y en las reglamentaciones de los Estados
Miembros (es España está pendiente de trasponer).
Aplicación práctica:
Para la aplicación práctica de los principios de protección radiológica es necesario
distinguir 3 diferentes circunstancias en las que se pueden producir exposiciones a la
radiación.
Su utiliza el término “prácticas” para referirse a aquellas actividades que aumentan la
exposición a la radiación, ya sea porque introducen nuevas fuentes de radiación o nuevas
vías de exposición, o porque aumentan el número de individuos expuestos. Estas
actividades corresponden a situaciones planificadas, que se pueden considerar siempre
bajo control. Las medidas de protección radiológica necesarias para controlar el aumento
de la exposición se pueden aplicar sobre la fuente, sobre los individuos expuestos o sobre
las vías de exposición, aunque, en el ámbito de las prácticas suelen prevalecer las
medidas aplicadas sobre la fuente, que son más efectivas y menos problemáticas que las
que se aplican sobre los individuos expuestos o sobre las vías de exposición (que
normalmente involucran problemas sociales, no todos previsibles).
En el caso de las prácticas, resultan aplicables los tres principios básicos que se formulan
de la siguiente manera:
Una vez que la práctica ha sido justificada (y adoptada) hay que asegurar que los recursos
invertidos para reducir las dosis resultan equilibrados con la disminución del riesgo
radiológico que se consigue con dichos recursos; esto es lo que se persigue con el
principio de optimización. Como elemento de ayuda para decidir sobre si se han invertido
(o no) suficientes recursos en protección radiológica se hace uso de distintos métodos,
que van desde el simple sentido común, hasta complejas técnicas de análisis coste-
beneficio en las que, en general, se utiliza la dosis colectiva a modo de indicador
cuantitativo del riesgo radiológico.
-Justificación: La intervención debe reportar más beneficios que perjuicios, es decir, las
dosis evitadas con la intervención deben compensar los perjuicios y costes que entraña
dicha intervención.
A la hora de la aplicación práctica de estos principios hay que tener en cuenta que, en
general, las medidas de intervención entrañan costes sociales que resultan muy difíciles
de cuantificar.
-Justificación: Para justificar una práctica hay que tener en cuenta las exposiciones
potenciales que puedan producirse como resultado de la práctica.
-Optimización: Se establece que la probabilidad de ocurrencia de exposiciones
potenciales se debe mantener en niveles tan bajos como razonablemente sea posible y
que en el proceso de optimización se deben considerar restricciones del riesgo.
-Límite de dosis: Se establece que, igual que se definen límites de dosis para las prácticas,
hay que definir límites de riesgo para las exposiciones potenciales.
Por tanto, las exposiciones potenciales tienen cierta interfase con las prácticas (puesto
que les aplican los mismos principios básicos), pero también con las intervenciones,
puesto que si la exposición llegara finalmente a producirse puede resultar necesario
actuar vía intervención.
Tanto en las instalaciones nucleares como las radiactivas, las medidas de protección de
los trabajadores se encuentran recogidas en un documento obligatorio en la concesión de
la licencia de operación del emplazamiento llamado Manual de Protección Radiológica
(MPR), mientras que el Programa de Vigilancia Radiológica Ambiental (PVRA) -que es el
conjunto de estudios, procedimientos de muestreo, análisis y medida, encaminados a
determinar la presencia de los radionucleidos procedentes de la instalación que se vigila, en
los diferentes compartimentos de los ecosistemas en los que vierte sus efluentes- se
encargaría de la protección del público durante el funcionamiento de la instalación
asegurando que los niveles de exposición del individuo más desfavorable expuesto a ellas se
mantienen por debajo de los límites legales definidos para el público no expuesto.
se encuentra en ella una jornada laboral de 2000 horas al año y se pueden clasificar las
zonas en función de su tasa de dosis:
- Una zona en que la tasa de dosis se mantenga en valores superiores a 0.5 µSv/h se
clasificaría como zona vigilada (0,5*2000 = 1 mSv).
Señalización de zonas:
El trébol se complementa con una leyenda, en su parte superior, que informa sobre la
clasificación de la zona y con otra, en su parte inferior, que informa sobre el tipo de riesgo
existente en la zona. Cuando en una zona de la instalación sólo existe riesgo de
irradiación externa, el trébol se rodea de puntas radiales; en el caso que únicamente
exista riesgo de contaminación, y el riego de irradiación externa fuera despreciable, el
trébol se colocará sobre fondo punteado. Cuando en una misma zona exista riesgo de
irradiación y de contaminación se utilizará un trébol con puntas radiales sobre campo
punteado.
Los trabajadores expuestos se clasifican en dos categorías: Tipo A que incluye a los
trabajadores que, por las condiciones en las que se desarrolla su trabajo, pueden recibir
una dosis efectiva superior a 6 mSv por año o una dosis equivalente superior a 3/10 de los
límites establecidos para los distintos órganos y tejidos; y tipo B que son aquellos que, por
las condiciones en las que se desarrolla su trabajo, es muy improbable que reciban una
dosis efectiva superior a 6 mSv por año o una dosis equivalente superior a 3/10 de los
límites establecidos para los distintos órganos y tejidos.
Las acciones para la reducción del término origen de la dosis se deberían adoptar
preferentemente en la fase de diseño, pero en la fase de operación también resulta
factible desarrollar actuaciones con ese mismo objetivo como la instalación de blindajes
temporales o la realización de trabajos de descontaminación como paso previo a la
realización de trabajos; mientras que las acciones destinadas a reducir el tiempo y
aumentar la distancia a las fuentes en los son más típicas en la fase de operación
destacando la adecuada planificación de los trabajos que se desarrollen en zonas de alta
radiación, la implantación de programas de formación y entrenamiento específicos (con
ejercicios de simulación en maqueta) para los trabajadores involucrados en tareas que
resulten especialmente relevantes desde el punto de vista radiológico o la utilización de
herramientas de control remoto y de técnicas robóticas durante la realización de
actividades en zonas en que los campos de radiación sean especialmente elevados. Como
norma general, se procura que en la realización de trabajos en zonas con campos de
radiación elevados, el trabajador no tenga que gastar su tiempo en reflexionar o tomar
decisiones, sino que todo ha de estar planificado.
Vestuario de protección:
El vestuario de protección sirve para prevenir la contaminación externa y, eventualmente,
la interna. Por ello es preceptivo el uso de un vestuario especial siempre que se vaya a
acceder a zonas en las que se pueda existir material radiactivo disperso en el ambiente.
El vestuario de protección básico, que se utiliza siempre que se accede a zona controlada,
está constituido por un buzo (o bata) de algodón, con cubrecabeza y guantes del mismo
material. Para acceder a zonas en que la contaminación es significativa este vestuario
básico no resulta suficiente para prevenir la contaminación y, por ello, hay que utilizar
Además de esta dosimetría oficial, para el seguimiento de las dosis en los trabajos que se
desarrollan en zona controlada, las instalaciones nucleares disponen de una “dosimetría
operacional”, mediante dosímetros de lectura directa que informan de las dosis en
tiempo real, a medida que se reciben. Dichos dosímetros son del tipo electrónico y
disponen de alarmas ópticas y acústicas, que proporcionan un aviso cuando la dosis o la
tasa de dosis superan un valor prefijado.
Las consecuencias de este tipo de accidentes están relacionadas con las vías de
exposición de las personas a la radiación, pudiendo ser externa (causada por los
radionucleidos en forma de aerosol presentes en la nube y por los radionucleidos de la
nube que se depositen en el suelo y en la ropa y piel de las personas ) o interna (causada
por la inhalación de sustancias radiactivas procedentes de la nube o de la resuspensión a
partir de superficies contaminadas, y por la ingestión de alimentos contaminados).
En función de la urgencia con la que han de aplicarse y del tiempo que durará su
aplicación, las medidas de protección de clasifican en medidas urgentes y medidas de
larga duración.
Medidas urgentes:
El término "urgente" se utiliza para describir aquellas acciones de protección que hay que
adoptar de forma rápida para que sean eficaces y cuya eficacia disminuiría de manera
significativa en caso de demora por lo que la toma de decisiones sobre la adopción de
estas medidas ha de realizarse en poco tiempo y en base a predicciones sobre la
evolución del accidente ya que, generalmente, la información sobre la magnitud y la
naturaleza del accidente en esos momentos es escasa. Esta premura de tiempo para las
decisiones sobre la puesta en marcha de una acción protectora, y la importancia de su
adopción, es la razón fundamental por la que conviene contar con planes de emergencia
lo más detallados posible.
Estas acciones encaminadas a proteger a la población que pudiera resultar afectada por el
accidente y al personal de intervención tienen como objetivo prevenir efectos
deterministas para la salud y reducir la probabilidad de efectos estocásticos tanto como
sea razonable conseguir. Son medidas que, en principio, se conciben para ser aplicadas
durante un periodo de tiempo corto.
Confinamiento:
Profilaxis radiológica:
Evacuación:
Control de accesos:
Estabulación de animales:
Esta medida tiene por objeto la protección de las personas y sus bienes mediante el
confinamiento y control alimenticio de los animales que de alguna manera entren en la
cadena alimentaria, con el fin de reducir la propagación de una posible contaminación.
La adopción de esta medida no es prioritaria cuando su ejecución pueda ocasionar el
retraso en la aplicación de otras medidas (confinamiento, evacuación, etc.).
Cuando una zona ha resultado afectada por la deposición de material radiactivo o bien ha
sido regado con aguas contaminadas, es recomendable, como primera medida, prohibir el
consumo de alimentos y agua, así como de piensos, y sustituirlos por otros procedentes
de zonas no afectadas, hasta que se tengan los resultados del análisis de los mismos.
Después de conocer tales resultados, puede decidirse el consumo normal, el consumo
restringido o diferido, el tratamiento, la mezcla con otros alimentos o la prohibición total.
La dificultad en la aplicación de esta medida radica en el abastecimiento a las poblaciones
afectadas en la cantidad y premura de tiempo necesarias. Puede haber dificultades en la
aceptación de esta medida por temor psicológico.
Existen contramedidas distintas de la prohibición de alimentos y que son técnicas simples
pero muy eficaces como lavar la fruta y las hortalizas y quitar las hojas exteriores o pelar
los productos para eliminar la contaminación superficial.
Descontaminación de áreas:
La descontaminación puede considerarse una medida protectora tanto como una medida
de recuperación. Las medidas protectoras se destinan a la población afectada y al
4. CRITERIOS RADIOLÓGICOS.
Así pues, en todo plan de emergencia nuclear deben quedar perfectamente definidos de
antemano aquellos niveles de intervención que definen la conveniencia o la necesidad de
decidir la implantación de cada una de las medidas de protección aplicables al caso.
material radiactivo. Es importante señalar que los niveles de intervención no son límites y
se expresan en términos de dosis evitable.
Como es lógico, en los primeros momentos, una vez que se detecta la posibilidad de
accidente, las primeras previsiones de las dosis que pueda recibir la población se
realizarán en base a consideraciones de tipo teórico, como son la tasa prevista de emisión
y las condiciones meteorológicas. Por tanto, en estos primeros momentos de la fase
inicial, la utilización de los niveles de intervención expresados en términos de dosis
resultará plenamente efectiva.
Sin embargo, ya en esta fase inicial es norma habitual que se envíen a la zona afectada
equipos de vigilancia radiológica a fin de realizar aquellas mediciones necesarias para:
1. Obtener una evidencia real de la magnitud de la emisión
2. Contrastar la validez de las estimaciones teóricas
Los resultados que se obtengan en esta vigilancia (mSv/h en aire, Bq/m3 en aire, Bq/m2
en suelo, Bq/l en agua o leche, etc.) se podrán correlacionar siempre, mediante la
aplicación de modelos físico-matemáticos, con las dosis que puedan recibir los individuos
afectados y una vez conocidas estas se podrán compara con los Niveles de Intervención
establecidos para decidir así la adopción de las correspondientes medidas de protección.
Estos niveles derivados podrán utilizarse sea cual sea la fase del accidente, con las
precauciones de que, en los primeros momentos de la fase inicial su uso puede quedar
muy restringido, particularmente si las medidas de protección se adoptan con carácter
preventivo, antes de la emisión; mientras que en la fase final, los aspectos relativos a la
toma de decisiones se hacen menos críticos y hay por tanto menos necesidad de
planificar a priori todas las actuaciones y el establecimiento de niveles derivados no tiene
tanto sentido (es decir que su uso queda restringido a las fases inicial e intermedia de la
emergencia).
Los NDI, por tanto vendrán expresados en valores numéricos de las siguientes magnitudes
que poder comparar directamente con las mediciones obtenidas por los equipos de
vigilancia radiológica:
La aplicación práctica de este principio (un nivel de referencia –y sus derivados- que
comparar con los cálculos y mediciones que se obtienen durante la emergencia de forma
que se pueda facilitar la toma de decisiones para conseguir la optimización de la
protección radiológica) parece idéntica al concepto que pretende sustituir de “niveles de
intervención”. La diferencia entre los dos conceptos es relativamente sutil, y se encuentra
en que, en la planificación y gestión de las emergencias, además de tener en cuenta unos
niveles de dosis a evitar -en una situación de exposición de emergencia-, se han de tener
en cuenta otros factores con un enfoque más amplio que comprenda también todas las
fases de la emergencia (especialmente la fase de recuperación posterior a esta) –en una
situación de exposición existente posterior a la emergencia denominada “exposición
planificada”- y las consecuencias que las decisiones inmediatas puedan tener en la
gestión integral de la emergencia. A efectos iniciales, y hasta no entrar en procedimientos
de actuación muy detallados, las consecuencias prácticas de esta modificación son
mínimas, sobre todo a nivel de las normas más generales de planificación (tanto PLABEN
como Directriz Básica de Riesgo Radiológico) cuya función –pendiente de transponer-
sería recoger la obligatoriedad de abordar este enfoque en los documentos que de ellas
se derivaran, encargados de desarrollarla.
AUTOEVALUACIÓN
CUESTIONARIO
1.- Cuando un isótopo se aleja de la curva de estabilidad por exceso de neutrones, ¿qué
tipo de transformación nuclear es más probable que se produzca?
A. Desintegración α
B. Desintegración β+
C. Desintegración β-
A. Radiación Infrarroja
B. Neutrones
C. Rayos X
3.- ¿Cuál es el umbral de aparición en los seres vivos de efectos estocásticos debidos a
la exposición a las radiaciones ionizantes?
A. 0,25 Sv
B. 0 Sv
C. 200 mSv
Moderador
Refrigerante
Contención
Combustible
5.- ¿Por qué factor hay que multiplicar la actividad del nivel de exención de un
determinado radionucleido para considerar la instalación en la que se utiliza de
segunda categoría?:
A. 10
B. 100
C. 1000
A. Irradiación
B. Contaminación
C. Ambos
A. Prácticas
B. Intervenciones
C. Exposiciones potenciales
A. Tipo A
B. Tipo B
C. Ambos
9.- ¿Qué medida de protección urgente en caso de emergencia nuclear está siempre
jusitficada?:
A. Confinamiento
B. Control de accesos
C. Control de alimentos y agua
A. Grupo 1
B. Grupo 2
C. Ambos
SOLUCIONES
1.- C
2.- A
3.- B
4.- Contención
5.- C
6.- C
7.- B
8.- A
9.- B
10.- A