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CURSO DE ANÁLISIS E IDENTIFICACIÓN DE RIESGOS TECNOLÓGICOS ONLINE

UNIDAD DIDÁCTICA 3.
RIESGO RADIOLÓGICO Y RIESGO NUCLEAR

Tema 5

Elementos técnicos comunes del análisis y


planificación de las emergencias radiológicas y
nucleares
CURSO DE ANÁLISIS E IDENTIFICACIÓN DE RIESGOS TECNOLÓGICOS ONLINE
U. D. 3. Riesgo radiológico y riesgo nuclear · Tema 5. Elementos Técnicos comunes del análisis y planificación de las emergencias radiológicas y
nucleares.

Autor: Carlos García Vegas Dirección General de Protección Civil y Emergencias

Elaborado para el Curso de análisis e identificación de riesgos tecnológicos online


organizado por la Dirección General de Protección Civil y Emergencias en 2021.

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U. D. 3. Riesgo radiológico y riesgo nuclear · Tema 5. Elementos Técnicos comunes del análisis y planificación de las emergencias radiológicas y
nucleares

PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD DIDÁCTICA

Introducción
La legislación de protección civil considera que las emergencias nucleares y radiológicas
serán aquellas que pudieran originarse derivadas de accidentes en el funcionamiento de
las instalaciones nucleares y radiactivas ubicadas en nuestro país o por incidentes o
sucesos en las que pudieran aparecer fuentes de radiación de manera inadvertida o
incluso por la ocurrencia de sucesos excepcionales de naturaleza malévola o ilícita.
La naturaleza específica del riesgo radiológico, requiere de una metodología técnico-
científica, tanto para el análisis como para la actuación para hacerle frente para la que
son necesarios una serie de conocimientos previos en una serie de materia técnicas
bastante específicas que no siempre has estado al alcance de la programación formativa
de aquellas personas encargadas de enfrentar estos riesgos.
Se ha considerado, por tanto, necesario, establecer para el correcto desarrollo de los
contenidos de la Unidad Didáctica referida a la gestión de los riesgos nuclear y
radiológico, un tema previo en el que se incorporen y expliquen –de la menor manera
que, humildemente, el autor ha conseguido trasmitir- algunas nociones y terminología
que pueden resultar desconocidas inicialmente.

Objetivos
Además de permitir al alumno familiarizarse y comprender todos los conceptos
mencionados cara a la mejor asimilación de los temas venideros, se pretende que este
capítulo pueda servir como referencia futura y consulta en el desarrollo laboral futuro del
alumno.

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nucleares.

CONTENIDO
1. FISICA DE LAS RADIACIONES. ......................................................................................... 5
1.1. Átomos. Isótopos. Estabilidad nuclear. Radiaciones. ............................................. 5
1.2. Magnitudes y Unidades. ....................................................................................... 12
1.3. Efectos de las radiaciones ionizantes. .................................................................. 15
1.4. Efectos biológicos de las radiaciones ionizantes. ................................................. 18
2. INSTALACIONES CON RIESGO RADIOLÓGICO Y FUENTES RADIACTIVAS. .................... 22
2.1. Centrales nucleares. Tipos. Parque nuclear español. ........................................... 22
2.2. Instalaciones radiactivas reguladas. Tipos. ........................................................... 27
2.3. Fuentes radiactivas ............................................................................................... 31
2.4. Instalaciones no reguladas.................................................................................... 33
3. PROTECCIÓN RADIOLÓGICA. ........................................................................................ 34
3.1. Seguridad Nuclear. ................................................................................................ 34
3.2. Principios de Protección Radiológica. ................................................................... 36
3.3. Medidas de protección. ........................................................................................ 40
3.4. Medidas de protección en emergencias nucleares y radiactivas. ........................ 47
4. CRITERIOS RADIOLÓGICOS. .......................................................................................... 51
4.1. Niveles de intervención para medidas de protección. ......................................... 51
4.2. Niveles de Dosis de Emergencia para el personal de intervención. ..................... 54
4.3. Concepto y uso de niveles de referencia. ............................................................. 55

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1. FISICA DE LAS RADIACIONES.

1.1. Átomos. Isótopos. Estabilidad nuclear. Radiaciones.


El átomo es la unidad constituyente más pequeña de la materia tiene propiedades de un
elemento químico. Cada sólido, líquido, gas y plasma se compone de átomos neutros o
ionizados. Cada átomo se compone de un núcleo y uno o más electrones unidos al núcleo.
El núcleo está compuesto de uno o más protones y típicamente un número similar de
neutrones. Los protones y los neutrones son llamados nucleones. Más del 99,94 % de la
masa del átomo está en el núcleo. Los protones tienen una carga eléctrica positiva, los
electrones tienen una carga eléctrica negativa y los neutrones no tienen carga eléctrica. Si
el número de protones y electrones son iguales, ese átomo es eléctricamente neutro. Si
un átomo tiene más o menos electrones que protones, entonces tiene una carga global
negativa o positiva, respectivamente, y se denomina ion.

Los electrones de un átomo son atraídos por los protones en un núcleo atómico por la
fuerza electromagnética. Los protones y los neutrones en el núcleo son atraídos el uno al
otro por una fuerza diferente, la fuerza nuclear, que es generalmente más fuerte que la
fuerza electromagnética que repele los protones cargados positivamente entre sí. Bajo
ciertas circunstancias, más acentuado cuanto mayor número de protones tenga el átomo,
la fuerza electromagnética repelente se vuelve más fuerte que la fuerza nuclear y los
nucleones pueden ser expulsados o desechados del núcleo, dejando tras de sí un
elemento diferente. El número de protones en el núcleo define a qué elemento
químico pertenece el átomo: por ejemplo, todos los átomos de cobre contienen 29
protones. El número de neutrones define el isótopo del elemento, siendo la suma de
ambos lo que determina la masa de cada átomo (el peso atómico). El número de
electrones influye en las propiedades magnéticas de un átomo. Los átomos pueden unirse
a otro u otros átomos por enlaces químicos (en los cuales se comparten los electrones de
dichos átomos) para formar compuestos químicos tales como moléculas y redes
cristalinas. La capacidad de los átomos de asociarse y disociarse es responsable de la
mayor parte de los cambios físicos observados en la naturaleza y es el tema de la
disciplina de la química.
La tabla periódica de los elementos es una disposición de los elementos químicos en
forma de tabla, ordenados por su número atómico (número de protones), por su
configuración de electrones y sus propiedades químicas. Este ordenamiento muestra

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tendencias periódicas como elementos con comportamiento similar en la misma


columna. En las tablas periódicas convencionales se muestra diferente información para
cada elemento. A efectos de este curso nos va a interesar el nombre y símbolo del
elemento, el número atómico (que equivale al número de protones) y la masa atómica
(que se corresponde (aproximadamente)- a la suma de número de protones y neutrones
del átomo).

En estos ejemplos podemos comprobar que los átomos de hierro neutros tendrán por
tanto 26 electrones en su corteza y, en su núcleo, 26 protones y (aproximadamente) 30
neutrones; mientras que en un átomo neutro de carbono (“carbon” en inglés) habrá 6
electrones en la corteza, y, en el núcleo, 6 protones y 6 (aproximadamente) neutrones.

Otra cosa interesante que podemos ver si nos fijamos en la tabla periódica, nos
encontramos que las masas de todos los elementos no se corresponden con números
enteros lo que parece una contradicción con la idea de que sean la suma del número de
neutrones y protones. ¿Cuál es la razón la esto?: La existencia de isótopos.

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Se denomina isótopos a los átomos de un mismo elemento, cuyos núcleos tienen una
cantidad diferente de neutrones, y por lo tanto, difieren en número másico.
Normalmente se escriben indicando el número másico característico de cada uno en
superíndice a la izquierda del elemento (235U) o separado con un guión a la derecha del
símbolo del elemento (U-235).
Cabe señalar que dado que las reacciones químicas vienen determinadas por las
interacciones de los electrones de la corteza de los átomos y el número y características
de los mismos no varía entre los distintos isótopos, las propiedades químicas de estos son
por tanto completamente idénticas.
En primer lugar es necesario distinguir dos tipos de isótopos, los isótopos naturales que
son aquellos que se encuentran en la naturaleza. Y los isótopos artificiales que pueden
generarse en diversos procesos físicos (por ejemplo, laboratorios de bombardeo de
partículas o en centrales nucleares). Por ejemplo, el hidrógeno tiene tres isótopos
naturales, el protio (cuyo núcleo no tiene neutrones), el deuterio (que tiene un neutrón –
y por tanto una masa atómica de dos) y el tritio (que tiene dos neutrones –y, por tanto,
una masa atómica de 3). La mayoría de los elementos químicos tienen más de un isótopo.
Solamente 8 elementos (por ejemplo berilio o sodio) poseen un solo isótopo natural. En
contraste, el estaño es el elemento con más isótopos estables, 10.
Esta es la explicación de que, en la tabla periódica al Hidrógeno se le asigne un peso
atómico de 1,008. En su estado natural, el 99,992% de sus isótopos son de protio y el
0,008% de deuterio (siendo la cantidad de tritio residual). Haciendo la proporción entre
cantidades y masas obtenemos (99,992*1+0,008*2)/100 = 1,008.
Igualmente, como vimos antes el carbono tiene una masa atómica de 12,01. Existen dos
isótopos estables de carbono, el Carbono-12 (con 6 neutrones y 6 protones) que supone
el 98,89% del total y el carbono 13 (con 7 neutrones) que supone el 1,11%. Repitiendo la
cuenta anterior obtenemos una masa promedio de (98,89*12+1,11*13)/100= 12,01.
Es decir, cuando anteriormente dijimos que “en un átomo neutro de carbono habrá 6
electrones en la corteza, y, en el núcleo, 6 protones y 6 (aproximadamente) neutrones”,
en realidad lo que quiere decir esa frase es que en la inmensa mayoría de los átomos
neutros de carbono habrá 6 protones y 6 neutrones…..y en unos pocos 7 neutrones.
Haciendo el mismo ejercicio para el hierro (masa atómica de 55,845) encontramos que,
en la naturaleza, existen cuatro isótopos: 54Fe, 56Fe, 57Fe y 58Fe, todos ellos con 26
protones (y electrones), pero que tienen respectivamente, 28, 30, 31 y 32 neutrones. Su
abundancia relativa en la naturaleza es, respectivamente de 5,8%, 91,7%, 2,2% y 0,3%. De
este modo la masa promedio de un conjunto natural de átomos de hierro será
5,8*54+91,7*56+2,2*57+0,3*58)/100=55,845. Nuevamente vemos que la proporción que
señalamos anteriormente como “aproximada” es en realidad la mayoritaria.
En una primera aproximación, las agregaciones de protones y neutrones en los núcleos (y
de electrones en la corteza del átomo correspondiente) podrían extenderse infinitamente
en agregaciones cada vez más complicadas de electrones, protones y neutrones. Sin
entrar en física cuántica, puede entenderse de forma intuitiva que, si el átomo “existe”
por la atracción eléctrica entre los electrones (de carga negativa) y los protones (de carga

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positiva) esta atracción, ya que es menor según aumenta la distancia entre estas
partículas, llegará un momento en que el átomo sea lo bastante grande como para que
no sea estable y se descomponga de alguna manera. Igualmente, en los núcleos atómicos
tendremos un proceso similar (aunque algo más complicado) pero con una situación
“peor”. En principio, por la fuera electromagnética los protones (todos de carga positiva)
deberían repelerse y los núcleos no serían estables (y no existirían en la naturaleza).
Nuevamente sin entrar en física cuántica, puede modelizarse de forma relativamente
sencilla la existencia de una “fuerza nuclear” que mantiene a las partículas unidas. Se
trata de una fuerza de magnitud superior a la electromagnética, pero de muy corto
alcance y que depende de la configuración de protones y neutrones en los núcleos de
forma que sólo determinadas proporciones adecuadas entre ambos son estables. Esta
proporción comienza siendo con un número similar de neutrones y protones y, según va
aumentando el número atómico del elemento, van siendo “necesarios” más neutrones
para “estabilizar” los núcleos. Esto se puede apreciar a lo largo de toda la tabla periódica,
como en los siguientes ejemplos:

Elemento Nº Atómico Isótopos Nº Másico Número de


(número de Estables neutrones
protones)
Hidrógeno 1 H-1 1 0
H-2 2 1
H-3 3 2
Carbono 6 C-12 12 6
C-13 13 7
Azufre 16 S-32 32 16
S-33 33 17
S-34 34 18
S-36 36 19
Hierro 26 Fe-54 54 28
Fe-56 56 30
Fe-57 57 31
Fe-58 58 32
Plata 47 Ag-107 107 60
Ag-109 109 62
Plomo 82 Pb-204 204 122
Pb-206 206 124

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Pb-207 207 125


Pb-208 208 126
Uranio 92 U-235 235 143
U-238 238 146

Al final del todo, es precisamente el uranio el elemento de mayor peso atómico de los
que se encuentran en la naturaleza. Esto no quiere decir que no existan núcleos (y
átomos) mayores que el Uranio, pero ninguno de ellos es estable, es decir, que los que
pudiera haber en el momento de la creación del universo (o que se crean en
determinadas reacciones nucleares naturales -como las provocadas por loa rayos
cósmicos-) tienden a desintegrarse o se han desintegrado ya de forma natural (aunque
pueden crearse artificialmente). Cabe señalar que, en ocasiones, se puede confundir que
un elemento sea estable con que sea radiactivo con un tiempo de desintegración tan
largo que sea comparable con la edad estimada del universo, como por ejemplo en el
caso del isótopo U-235 que tiene un periodo de semidesintegración superior a 700
millones de años.
Existen tablas de isótopos que recogen los isótopos conocidos (naturales o artificiales) e
incluso los de existencia postulada que no han podido “fabricarse” todavía en un
laboratorio. Tienen este aspecto (cada “cuadrito” es un isótopo):

Una tabla similar detallada (demasiado grande para transcribirla en papel) puede
encontrarse, por ejemplo, en este enlace de la Wikipedia (con los elementos estables
marcados en rojo y los ejes horizontal y vertical cambiados):
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/8/83/Isotope_Table.Png

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Es una tabla (además de bonita, útil). Fijémonos en algunas cosas que nos dice:

 Cada casilla que se sube se aumenta en un protón, es decir, Z. Esto significa que
cambiamos de elemento.
 Cada casilla que pasemos a la derecha o izquierda, variamos A. Esto significa que
estamos en el mismo elemento pero tratando con distintos isótopos.
 Las casillas negras muestran átomos estables. Cada elemento suele tener más de
un átomo estable.
 Los números mágicos (también marcados) son un número concreto de número
másico que proporciona al átomo una estabilidad especial por razones de física
nuclear cuántica (que están fuera del alcance de este curso). Estos son: 2, 8, 20, 28,
50 y 82.
 Los átomos no serán estables si contienen demasiados neutrones o muy pocos,
momento en que ocurren las desintegraciones, la fisión o la fusión.

Cuando un isótopo no es estable tenderá a producir de forma espontánea o artificial


(normalmente mediante la colisión de otras partículas) las reacciones nucleares
necesarias para alcanzar un estado de mayor estabilidad, que produzca un ajuste en el
número de protones y neutrones de su núcleo. En ese proceso se emitirá energía en
forma de radiación que, en transformaciones nucleares será generalmente de muy alta
energía. Los distintos tipos de radiación estarán asociados a los distintos tipos de reacción
que se producen en los núcleos:

-En la desintegración alfa se liberan dos protones y dos neutrones (un núcleo de He-4),
por eso el número atómico baja en dos unidades (cambia el elemento) y ocurre un
desplazamiento de dos unidades a la izquierda. Ocurre en átomos muy pesados. Ejemplo:
U-238 (92 protones y 146 neutrones) se convierte en Th-234 (90 protones y 144
neutrones). En la tabla del ejemplo son los isótopos marcados con color amarillo.
-En la desintegración b– un neutrón libera un protón, un electrón y un antineutrino
electrónico. Esto hace que el número atómico ascienda en una unidad (cambia el
elemento) y el número másico se mantenga constante. Ocurre en átomos con
demasiados neutrones. Le sucede a los isótopos que está a la derecha de la zona de
estabilidad (los marcados con color azul).
-En la desintegración b+ un protón da lugar a un neutrón, un positrón (antielectrón) y un
neutrino electrónico. Sucede cuando el núcleo tiene pocos neutrones, aunque también se
puede dar el caso de captura electrónica, es decir, un protón captura un electrón y se
forman un neutrón y un neutrino electrónico. En nuestra tabla, le sucede a los isótopos
que están a la izquierda (marcados en rojo), el átomo se transforma en otro elemento con
número atómico una unidad inferior.
-Fusión nuclear. Dos núcleos ligeros se fusionan para forma un núcleo más pesado.
Ocurre con los primeros elementos y es lo que sucede en las estrellas.

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-Fisión nuclear. Es la rotura de un núcleo en dos núcleos de distintos elementos. Ocurre


en el caso de los elementos muy pesados (los marcados en verde). En un proceso de
fisión, los núcleos resultantes no suelen ser estables, por lo que, a su vez, sufrirán más
transformaciones nucleares que darán lugar a emisiones sucesivas de más radiación de
distintos tipos. Respecto a la fusión existen elementos llamados “fisionables” (el ejemplo
paradigmático y único presente en la naturaleza es el U-235) que, si bien pueden
considerarse estables (o de desintegración muy lenta), pueden, con relativa facilidad -
mediante el bombardeo con neutrones- dar lugar a esas reacciones de fisión con una
liberación de energía que ha permitido desarrollar una tecnología viable de
aprovechamiento de esa energía para la obtención de energía eléctrica, que es lo que
conocemos como “energía nuclear” y que desarrollaremos en el punto siguiente.
Todos los procesos de transformación nuclear también implican la emisión de radiación
electromagnética (fotones) como elemento que permite equilibrar las transformaciones
energéticas entre los distintos estados de los isótopos resultantes.
De esto modo, definiremos radiación como la propagación de energía en forma de ondas
electromagnéticas (fotones) o partículas subatómicas a través del vacío o de un medio
material. A efectos prácticos se distinguen los siguientes tipos de radiaciones:
-Radiación α: Núcleos de He-4. Partículas muy pesadas, capaces de depositar gran
cantidad de energía en muy poco espacio y muy poco penetrantes.
-Radiación β: Electrones (o positrones). Menos energéticas y más penetrantes.
-Radiación γ (y rayos X): Radiación electromagnética (fotones) de alta energía
(frecuencia). La radiación más penetrante.
-Neutrones

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1.2. Magnitudes y Unidades.


Desintegración radiactiva. Actividad:
Si una muestra de material radiactivo tiene N0 núcleos, éstos se irán desintegrando de
forma espontánea. Al cabo de un tiempo habrá N núcleos. Se puede demostrar que:
N = N0·e-λt

Para cada sustancia radiactiva el valor de λ (constante de desintegración) será


característico. Cuanto mayor sea ese valor, más radiactivo será la muestra.
Es decir, que la cantidad de núcleos radiactivos sigue una ley exponencial, lo que nos
permite distinguir las siguientes magnitudes.
Periodo de semidesintegración T1/2:
Es el tiempo que tarda una muestra de núcleos radiactivos en que se desintegra la mitad
de ellos. Se cumple T1/2=ln2/λ. Es decir, cuanto mayor sea el valor de la constante de
desintegración, menor será el tiempo de semidesintegración.
Ejemplos:
-O-15 122 segundos
-C-14 5760 años
-Co-60 5,27 años
-Cs-137 30,07 años
-I-131 8,02 días
-Sr-90 28,90 años
-U-235 70380000 años

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Actividad:
La actividad o velocidad de desintegración, de una sustancia radiactiva que contiene N
núcleos es A=λ·N. La unidad del Sistema Internacional es el becquerel (bequerelio) que
equivale a 1 desintegración/segundo. Como la actividad depende de la cantidad de
núcleos radiactivos presentes (es decir, de la masa de la sustancia) y éstos van decayendo
con el tiempo, la actividad de cualquier fuente también decae en la misma proporción
siguiendo la misma ley exponencial A = A0·e-λt ya que m= m0·e-λt.
Originalmente, cuando Marie Curie descubrió la radiactividad, basó la magnitud de la
misma en sus observaciones, definiendo “su” unidad de radiactividad como la cantidad de
radiactividad que detectó en 1 gr del elemento Radio (el que ella estudió). Esta unidad,
sigue en uso y se llama “curio”. La equivalencia al sistema internacional es:
1 Cu = 3,7 · 1010 Bq
Exposición radiactiva.
La actividad es una unidad que nos sirve para conocer parcialmente la intensidad de una
fuente radiactiva ya que vamos a saber con cuantas partículas nos encontramos. Pero lo
que determina el efecto de las partículas no es sólo eso, sino el tipo de partículas y la
energía individual de cada una de ellas.
El efecto de las radiaciones ionizantes (como veremos más adelante) el producir cargas
eléctricas sobre los materiales, por lo que midiendo la cantidad de carga eléctrica que una
fuente produce en una masa de aire conocida, tendremos un método para definir la
intensidad de la radiación o dosis de exposición. Utilizando unidades del sistema
internacional, por lo tanto, la exposición se medirá en culombios/kilogramo –unidad que
no tiene un nombre especial-.
La unidad usada tradicionalmente se llama roentgen o röntgen.
Aunque relativamente fácil de medir (se trata de recoger una carga inducida) esta
magnitud se ha ido abandonando y depende de muchos factores (las condiciones de
presión y temperatura del “aire” sobre el que se mide) que la hacen poco práctica para
establecer equivalencias. Inicialmente la magnitud que se medía en röntgen se denominó
"dosis de radiación", y fue la más utilizada para cuantificar la cantidad de radiación
ionizante y para relacionarla con sus efectos, especialmente con los biológicos. Cuando se
comprendieron mejor los detalles de la interacción de la radiación con los medios
materiales, se vio que la exposición sólo podía definirse de forma precisa para fotones
(rayos X o gamma) que interaccionen con el aire. Su utilidad, por lo tanto, es limitada, ya
que no es aplicable a otros tipos de radiación (partículas alfa, electrones, etc.) ni a otros
materiales. Por eso se han definido posteriormente otras magnitudes más generales, que
cuantifican la energía depositada por la radiación en cualquier medio. No obstante, se da
el hecho de que un haz de rayos X que produce una exposición de 1 roentgen depositará
en el tejido humano una dosis de 0,96 rads; esta casi igualdad numérica hace que a veces
se confundan estas dos unidades. El decir, que, en ocasiones, se establecerá la
equivalencia (no del todo correcta) 1 Gy = 100 rads ≈ 100 R.

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Dosis.
Como hemos visto, las radiaciones ionizantes tienen efectos sobre los materiales o tejidos
contra los que inciden. Para englobar todos estos efectos, se define una magnitud que se
refiere a cualquier deposición de energía (independientemente del método) sobre una
cantidad de material o tejido, que se denomina “dosis absorbida”. La unidad del Sistema
Internacional para medirla se llama “gray” (Gy) y será por tanto de 1 julio/1 kg. Es la
unidad que se usa para definir los efectos sobre materiales inanimados (como pueden ser
aparatos de medición o dispositivos electrónicos). En tiempos pasados, y cada vez más en
desuso, se utilizaba la unidad “rad” que es la centésima parte de un Gy.
Sin embargo, la magnitud de dosis absorbida no es todavía, un buen medidor de los
efectos de las radiaciones sobre los seres vivos, porque el método y los efectos de la
energía depositada sobre éstos pueden variar mucho aunque la energía sea la misma (1
Gy de radiación alfa puede ser mucho más nociva que 1 Gy de fotones en forma de Rayos
X, por ejemplo).
Para definir de una forma útil los efectos de las radiaciones sobre los seres vivos la
magnitud que se utiliza es la “dosis equivalente” que es un valor con mayor significado
biológico de dosis absorbida. La unidad que se utiliza es el “sievert” (Sv) y, nuevamente,
equivale a 1 Julio (“con significado biólógico”) / 1 kg.
La Dosis Equivalente, se utiliza multiplicando la Dosis absorbida por un “factor de
evaluación” (en inglés radiation weighting factor) que depende del tipo de radiación y de
la forma en la que se produce la exposición (si son fuentes externas o internas, por
ejemplo).
Algunos valores de este factor (para fuentes externas de radiación) son:
-Rayos X: 1
-Rayos γ: 1
-Electrones: 1
-Protones: 2
-Partículas α: 20
-Núcleos provenientes de fisión nuclear: 20
-Neutrones: 5- 20 (en función de su energía)
La dosis equivalente, al final, es la magnitud utilizada y existen unos medidores
específicos llamados dosímetros a partir de los cuales se obtienen valores directamente
en esta unidad a partir de la cual se definen los términos legales de límite y se calculan los
efectos.
Es importante recordar que “debajo” de estas mediciones en realidad que lo se está
detectando es una energía en alguna clase de mecanismo detector (es decir, una
exposición) que será convertida mediante cálculos y modelos matemáticos que integren
los distintos tipos de radiación en una medida de “dosis absorbida” que, a su vez,
mediante nuevos cálculos y modelos de absorción de radiación en tejido biológico dan
una medida de “dosis equivalente” que es lo que el medidor muestra.

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Resulta también de mucha utilidad, a la hora de determinar situaciones puntuales de


exposición a la radiación la utilización de las unidades de dosis en forma de “tasa de
dosis”, es decir, la dosis dividida por unidad de tiempo que nos permitirás conocer la
dosis que se absorbería en un periodo determinado de exposición (por ejemplo, hablar de
una zona de “150 µSv/hora” querrá decir que, permaneciendo en esa zona durante un
periodo de una hora, la dosis que se absorberá será de 150 µSv).

1.3. Efectos de las radiaciones ionizantes.


A la hora de distinguir los efectos de las radiaciones es importante, en primer lugar
distinguir entre radiación que transporta energía suficiente como para provocar
ionización (separación de los electrones de los átomos dando lugar a cargas eléctricas y
transmisión de energía) en el medio que atraviesa (radiación ionizante) o radiación no
ionizante. Son radiaciones ionizantes los rayos X, rayos γ, partículas α y parte del espectro
de la radiación UV entre otros. Por otro lado, radiaciones como los rayos de luz visible, las
ondas de radio, TV o de telefonía móvil, son algunos ejemplos de radiaciones no
ionizantes. En el caso de la radiación electromagnética (fotones) el límite entre considerar
la radiación ionizante o no estará aproximadamente en valores de frecuencia de 10 17 Hz y
longitudes de onda de 10-8 m.

Las radiaciones no ionizantes no tienen efectos significativos (fuera de cierta capacidad de


transmisión de calor) sobre los materiales o tejidos que atraviesan.

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Una de las características esenciales de las radiaciones ionizantes (fotones, neutrones,


partículas cargadas, etc.) es su capacidad de penetrar en la materia e interaccionar con
ella. En estas interacciones, la radiación pierde parte o toda su energía cediéndola al
medio que atraviesa mediante distintos mecanismos de interacción que dependen
esencialmente del tipo de radiación, de su energía y de las propiedades del medio
material con el que interaccionan. Estos procesos de interacción de la radiación con la
materia son la causa de los efectos producidos por las radiaciones (en particular, los
efectos biológicos producidos en seres vivos) y determinan las condiciones de
propagación de la radiación en un medio material así como el diseño de los blindajes
apropiados para cada tipo de radiación. La interacción de la radiación con un material
determinado depende fundamentalmente de su carga eléctrica y su masa. Por lo que es
necesario distinguir entre:
-Partículas sin carga y sin masa (fotones, es decir: radiación gamma y rayos X)
-Partículas cargadas “ligeras” (radiación beta, es decir: electrones y positrones)
-Partículas cargadas “pesadas” (radiación alfa)
-Partículas con masa y sin carga (neutrones).
Los principales mecanismos de interacción de la radiación con la materia son:
Fotones:
-Efecto fotoeléctrico. El fotón incide en el átomo y provoca la emisión de uno de sus
electrones que, al adquirir energía suficiente para abandonar su orbital, es emitido. Esta
emisión sólo se produce de forma “cuantizada”, es decir, en valores determinados de
energía que corresponden a las características energéticas de los orbitales en que se
encuentra el electrón.
-Efecto Compton: El fotón incide sobre un electrón débilmente ligado al átomo y se
produce una colisión “elástica” en la que el fotón cede parte de su energía a dicho
electrón que se emite.
-Creación de pares: El fotón (de alta energía) realiza un proceso de materialización de la
energía que produce la desaparición del fotón y la creación de un par electrón-positrón.
Partículas cargadas (electrones y positrones):
Cuando una partícula cargada penetra en un medio material, experimenta una serie de
colisiones con los átomos constituyentes. Sin embargo, dado el "vacío" relativo existente
en el interior del átomo, las colisiones mecánicas por choque directo entre la partícula y
los electrones o núcleos, son muy improbables. En realidad el proceso predominante es la
interacción debida a las fuerzas eléctricas producidas entre la partícula incidente, y los
electrones y núcleos del medio absorbente. Esta interacción produce una pérdida casi
continua de la energía cinética de la partícula, hasta llegar a su detención. Los resultados
principales de esta interacción electromagnética son:
-Ionización. Cuando la energía depositada en los electrones de los átomos que reciben la
radiación es superior a su energía de enlace, el electrón es emitido y se crea un ión
positivo. A lo largo de la trayectoria de la partícula se irán creando pares ión-electrón.

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Puede suceder que los electrones emitidos a su vez tengan suficiente energía para
provocar ionizaciones secundarias.
-Excitación. Cuando la energía depositada en los electrones no es superior a la energía de
enlace pero si es suficiente para que el electrón acceda a un orbital “superior” de su
átomo. En ese caso, el electrón acabará volviendo a su estado original de energía
normalmente emitiendo radiación electromagnética.
-Disociación. Cuando o la energía cedida a una molécula por una partícula alcanza cierto
valor crítico, puede producirse el fenómeno de disociación o radiólisis. Este proceso
consiste en la ruptura de enlaces químicos moleculares y produce transformaciones
químicas en las sustancias irradiadas dando lugar a la formación de radicales libres. Un
ejemplo común es la radiólisis del agua. En general, los procesos químicos que ocasiona la
radiólisis de la materia, conducen a reacciones de descomposición, procesos de
oxidación, como los sufridos por las sales ferrosas disueltas en agua, reducciones como
las experimentadas por haluros de plata, o polimerizaciones como las experimentadas
por el etileno o el acetileno.
Partículas alfa:
Cuando una partícula pesada cargada, tal como la partícula alfa, penetra en un medio
material, interacciona fundamentalmente con los electrones atómicos. Como la masa de
estas partículas es miles de veces mayor que los electrones colisionados, sus trayectorias
son prácticamente rectilíneas. Si el medio absorbente es un gas monoatómico, el proceso
fundamental de pérdida de energía es la ionización, y en menor escala, la excitación En
todos los casos, las partículas van perdiendo paulatinamente su energía, hasta que se
detienen y capturan dos electrones del entorno, convirtiéndose en átomos de helio. Las
partículas alfa producen una ionización específica muy elevada, ya que pierden la
totalidad de su energía en un recorrido muy corto.
Neutrones:
Los neutrones al carecer de carga eléctrica aparente, no producen directamente
ionización ni radiación de frenado. La interacción neutrónica, a diferencia de las partículas
cargadas, se produce con los núcleos del medio absorbente y no con los electrones
corticales. Por lo tanto, los neutrones son partículas de una gran eficacia para la
producción de reacciones nucleares, pues como carecen de carga eléctrica, no están
sujetos a efectos de repulsión electrostática, y penetran en el núcleo sin la dificultad que
la barrera de potencial opone a otras partículas cargadas, No sólo los neutrones de
energía media o elevada son capaces de producir reacciones nucleares, los neutrones
llamados “térmicos” han demostrado ser de una gran eficacia, en ocasiones superior.
Las interacciones de los neutrones entonces pueden ser:
-Colisiones elásticas e inelásticas:
Los neutrones pueden experimentar colisiones elásticas con núcleos, en las cuales el
neutrón mantiene su entidad y el núcleo colisionado queda en su nivel energético
fundamental. Tecnológicamente, es importante para el llamado proceso de
“moderación”, consistente en que los neutrones rápidos y energéticos, por colisiones
sucesivas, van perdiendo energía, hasta llegar a la correspondiente al valor medio de los

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átomos o moléculas que integran el medio moderador, y se convierten en neutrones


mucho más susceptibles de provocar reacciones nucleares (como la fisión del U-235 que
se da en los reactores nucleares).
-Captura neutrónica:
En los casos en los que en una colisión, penetre el neutrón en el núcleo blanco, tienen
lugar reacciones nucleares de diversos tipos, como captura radiativa, emisión de
partículas, o fisión nuclear. En casi todos los casos, un núcleo determinado, “captura” el
neutrón y, después de un estado intermedio más o menos estable, tiene una reacción
nuclear con su correspondiente emisión de partículas.
Ejemplo:
10
B (n,α) 7Li
Esta es una reacción nuclear en la que un núcleo de B-10 (5 protones y 5 neutrones)
absorbe un neutrón, dando lugar a una partícula alfa (2 protones y 2 neutrones) y a un
núcleo de Litio-7 (3 protones y 4 neutrones)
-Fisión:
Se trata de un caso particular de captura neutrónica en la que el neutrón capturado por
algún determinado núcleo pesado provoca la división del nuevo núcleo en 2 fragmentos
liberándose una gran cantidad de energía. La aplicación tecnológica de este proceso es lo
que da lugar a la energía nuclear y, por tanto, al riesgo nuclear.

1.4. Efectos biológicos de las radiaciones ionizantes.


Las radiaciones ionizantes presentes en la naturaleza o utilizadas en aplicaciones
artificiales pueden tener efectos sobre los seres vivos que serán generalmente dañinos y
de los que es necesario protegerse.
Los efectos biológicos de las radiaciones ionizantes derivan del daño que éstas producen
en la estructura química de las células, fundamentalmente en la molécula de ADN (ácido
desoxirribonucleico) En el ADN se encuentra toda la información necesaria para controlar
funciones celulares como el crecimiento, la proliferación y la diferenciación. Las células,
como consecuencia de la exposición a radiación, pueden sufrir un daño severo que les
conducirá a la muerte o bien pueden sufrir daños menos severos (subletales), que si bien
no provocan la muerte de la célula sí alteran su composición genética (ADN). La respuesta
de las células frente a la exposición a radiación está influida por un gran número de
factores físicos, químicos y biológicos. Entre los factores físicos se incluyen la dosis, la tasa
de dosis y la calidad de la radiación (transferencia lineal de energía). Los factores químicos
son sustancias que bien aumentan o disminuyen la radiosensibilidad celular. Dentro de
los múltiples factores biológicos que intervienen en la respuesta celular a la radiación
cabe destacar la fase del ciclo celular en el que se encuentre la célula en el momento de
la irradiación (si está activamente proliferando o está en reposo) o la eficacia de los
mecanismos de reparación para reparar las lesiones en la molécula de ADN.

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Atendiendo a la naturaleza del daño recibido por la radiación en las células los efectos
biológicos se distinguen entre estocásticos y deterministas. Las principales características
y diferencias entre ambos se resumen en la siguiente tabla:

Efectos estotcásticos Efectos Deterministas


Mecanismo Lesión subletal Lesión letal
(una o pocas céluas) (muchas células)
Naturaleza Somática o hereditaria Somática
Gravedad Independiente de la dosis Dependiente de la dosis
Dosis umbral No Sí
Relación Dosis-Efecto Lineal-cuadrática; lineal Lineal
Aparición Tardía Inmediata o a corto plazo

Efectos deterministas:
Si como consecuencia de la irradiación, se produce la muerte de un número de células
suficientemente elevado de un órgano o tejido, habrá una pérdida de función del órgano,
lo que supone un efecto determinista Estos efectos ocurren tras exposición a dosis
relativamente altas, poniéndose de manifiesto a medio-corto plazo. Puesto que para que
tenga lugar un efecto determinista tiene que producirse la muerte de un número
sustancial de células, existe una dosis umbral de radiación por debajo de la cual el

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número de células afectadas es insignificante para que se ponga de manifiesto efecto


alguno. El número de células afectadas se relaciona con la dosis, por lo que en este tipo
de efectos la gravedad resulta proporcional a la dosis recibida. Igualmente, debido a la
cinética de curación del propio cuerpo, la velocidad con la que se reciba la misma
cantidad de radiación, también influirá en la letalidad de la misma. Por tanto, esta
propiedad y la existencia de una dosis umbral son las características más notables de los
efectos deterministas. Los efectos deterministas ocurren tras exposición a dosis
relativamente altas de radiación, y su aparición suele ser inmediata o tras un corto
periodo desde la irradiación. Así, para dosis recibidas a lo largo de un día (en periodos
más largos los efectos serían progresivamente menores), en humanos se estiman los
siguientes efectos deterministas:
-Hasta 0,25 Sv: Ningún efecto
-0,25 a 1 Sv Nauseas, pérdida de apetito, posibles daños en médula ósea,
ganglios linfáticos o bazo.
-1 a 3 Sv: Los anteriores con daños en ganglios, bazo o médula ósea con
recuperación sólo probable
-3 a 6 Sv: Los anteriores y hemorragias, diarrea, esterilidad, riesgo de muerte
-6 a 10 Sv: Los anteriores y deterioro del sistema nervioso central. Muerte
probable.
-Más de 10 Sv: Parálisis y muerte

Efectos estocásticos:
Si como consecuencia de la irradiación la célula no muere sino que sufre una modificación
en la molécula de ADN, podrán producirse los denominados efectos estocásticos. Estos
efectos tienen lugar tras exposiciones a dosis o tasas de dosis bajas de radiación y la
probabilidad de que ocurran, pero no su gravedad, aumenta al aumentar la dosis de
radiación recibida. La gravedad de estos efectos depende de factores como el tipo de
célula afectado y el mecanismo de acción del agente agresor que interviene. Los efectos
estocásticos pueden ser hereditarios y somáticos. Si la célula que ha sido modificada tras
la irradiación es una célula somática, el efecto se pondrá de manifiesto en el individuo
que ha sido expuesto a la radiación, hablándose en este caso de efectos estocásticos
somáticos. Si por el contrario la célula que se ha visto modificada tras la irradiación es una
célula reproductiva, el efecto biológico podrá no ponerse de manifiesto en el individuo
expuesto sino en su descendencia, hablándose en este caso de efectos estocásticos
hereditarios.

-Efectos estocásticos somáticos. Desarrollo de cáncer:


El potencial carcinogénico de la radiación ionizante fue reconocido poco tiempo después
de que Roentgen descubriera los rayos-X en 1895. En 1902, se describió el primer cáncer
inducido por radiación, el cual se caracterizó por un área ulcerada en la piel. En pocos

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años, se observaron un elevado número de tumores de piel, y la primera leucemia se


describió en 1911 en cinco trabajadores expuestos a radiación. Marie Curie y su hija se
piensa que murieron por complicaciones de una leucemia inducida por la radiación.
Hoy día se sabe que el efecto estocástico somático de mayor relevancia tras exposición a
dosis bajas de radiación es el desarrollo de cáncer, lo que ha podido comprobarse a nivel
poblacional al detectar el aumento en la incidencia de esta enfermedad en los casos en
los que se han producido exposiciones a la radiación significativas a nivel poblacional
(bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y accidente de Chernobyl). La transición
desde una célula normal a una célula maligna es un proceso complejo que implica
diversos cambios cuya naturaleza exacta dependerá del tipo de célula, del mecanismo de
acción del carcinógeno implicado y del tipo de cáncer que se origine. En medicina se
emplea la palabra cáncer para referirse genéricamente a un conjunto de enfermedades
con más de cien formas clínicas diferenciables, de comportamiento biológico y
manifestaciones clínicas muy distintas, y que abarcan a su vez más de un millar de
variedades histopatológicas.
-Efectos estocásticos hereditarios:
Además de inducir la parición de tumores en tejidos somáticos, la radiación ionizante
puede producir efectos transmisibles (hereditarios) en poblaciones irradiadas, a través de
la inducción de mutaciones en el ADN de las células germinales masculinas o femeninas.
Estas mutaciones, aunque no tienen consecuencias directas en el individuo expuesto,
pueden expresarse en generaciones posteriores como desórdenes genéticos de muy
diverso tipo y severidad. Hasta el momento, contrariamente al caso de los efectos
somáticos, no se ha demostrado la inducción por radiación de enfermedades genéticas
(hereditarias) en poblaciones humanas expuestas a radiación ionizante. Sin embrago, la
radiación ionizante es un mutágeno universal y estudios experimentales realizados en
plantas y animales demuestran claramente que la radiación puede inducir efectos
genéticos; por tanto parece poco probable que los humanos sean una excepción.

Estimación del riesgo de efectos estocásticos tras la exposición a la radiación ionizante:


Para poder desarrollar un sistema de protección radiológica es necesario un conocimiento
cuantitativo de cómo la probabilidad de los efectos estocásticos y la gravedad de los
efectos deterministas varían con la dosis. La información más adecuada es la que se
obtiene directamente de estudios epidemiológicos sobre los efectos de la radiación en el
hombre. En lo que respecta al riesgo de desarrollar cáncer tras exposición a radiación
ionizante, se dispone de información directa procedente de estudios epidemiológicos
realizados en diversas poblaciones entre las que se incluyen los supervivientes de las
bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki y personas expuestas a radiación externa o a
radionucleidos por motivos médicos u ocupacionales. Estos estudios aportan información
cuantitativa sobre el riesgo de cáncer a dosis intermedias y altas. El estudio de los
supervivientes de Hiroshima y Nagasaki ha mostrado un aumento significativo en el
número de tumores sólidos en personas expuestas a 200-500 mSv de radiación. La forma
de la curva dosis respuesta para los tumores sólidos considerados en su conjunto, se

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ajusta a una función lineal para dosis de hasta 3 Sv. En el caso de las leucemias, los datos
se ajustan mejor a una función lineal-cuadrática.

2. INSTALACIONES CON RIESGO RADIOLÓGICO Y FUENTES RADIACTIVAS.

2.1. Centrales nucleares. Tipos. Parque nuclear español.


Tal y como hemos visto anteriormente, la fisión nuclear es una reacción de “captura
neutrónica” atípica, en la que un núcleo, normalmente pesado se escinde en dos
fragmentos, liberándose de 2 a 3 neutrones, y desprendiéndose una gran cantidad de
energía (unos 200 MeV en cada fisión). Los neutrones térmicos (de baja energía) son
capaces de inducir fisión en nucleidos pesados de número másico impar, tales como el U-
235 o el Pu-239. Los fragmentos en que se escinde un núcleo al fisionarse, llamados
fragmentos de fisión, por ser muy ricos en neutrones (al tratarse de núcleos más
pequeños, necesitan de menos neutrones para su estabilidad) son eslabones primarios de
cadenas de desintegración beta negativa. El hecho de que en cada proceso de fisión
inducido por la absorción de un neutrón, se liberen de 2 a 3 neutrones, sugiere la
posibilidad de establecer una reacción en cadena. Una masa de un nucleido fisionable, en
la que al producirse reacciones de fisión exista equilibrio entre los neutrones generados y
los perdidos en la superficie, recibe el nombre de masa crítica. En una masa fisible
supercrítica, se produce un aumento exponencial de reacciones de fisión. Si se permite
este crecimiento de la tasa de reacciones, se liberará con carácter explosivo una gran
cantidad de energía en un tiempo muy corto, lo que constituye el fundamento de las
bombas atómicas. Si por el contrario, se produce una liberación pausada de energía, ésta
se puede utilizar en los reactores nucleares para la producción de energía eléctrica.

De este modo se puede definir un reactor nuclear como un dispositivo en el que se


produce una reacción nuclear en cadena controlada y automantenida (en el sentido en el
que no es necesario aportar ninguna clase de combustible al mismo mientras se está
produciendo la reacción). Intuitivamente se puede entender que si, de cada 2-3
neutrones liberados en cada fisión, exactamente 1 de ellos provoca a su vez una fisión
estaremos hablando de un reactor crítico en el que la reacción se automantiene siempre
liberando la misma cantidad de energía a lo largo del tiempo. Si ese número es inferior a
1, hablaremos de un reactor subcrítico en el que la reacción en cadena tiende a

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desaparecer, y si es mayor que 1, se tratará de un reactor supercrítico. Estos dispositivos


tienen diversas aplicaciones (producción de materiales fisionable para obtención de
armamento nuclear, propulsión de buques y submarinos, producción de haces
neutrónicos para investigación o aplicaciones médicas) siendo con gran diferencia la más
importante la producción de energía eléctrica a gran escala en las centrales nucleares.
Las partes fundamentales de un reactor nuclear serán:
-Combustible. Formado por un material fisionable, generalmente un compuesto de uranio
“enriquecido”, en el que tienen lugar las reacciones de fisión, y por tanto es la fuente de
generación de calor. El uranio enriquecido es un compuesto de Uranio en el que se ha
aumentado de forma artificial la proporción natural del isótopo fisionable U-235 (0,7% en
el uranio natural) hasta valores del 2-3%.
-Moderador. Hace disminuir la velocidad de los neutrones rápidos producidos en la fisión
nuclear, convirtiéndolos en neutrones lentos o térmicos mediante colisiones elásticas e
inelásticas. Existe un tipo de reactores llamados “rápidos” en los que se aprovechan los
neutrones con la energía en la que son liberados que, por tanto, no necesitan este
elemento. Se emplean como materiales moderadores con diferentes niveles de eficacia
materiales como el agua, el grafito y el agua pesada.
-Refrigerante. Extrae y transporta a la turbina (mediante algún proceso de intercambio
previo) el calor generado por el combustible del reactor. Generalmente se usan
refrigerantes líquidos, como el agua ligera y el agua pesada, o gases como el anhídrido
carbónico y el helio.
-Elementos de control. Actúan como absorbentes de neutrones, permiten controlar en
todo momento la población de neutrones, y por tanto, la reactividad del reactor,
haciendo que sea crítico durante su funcionamiento, subcrítico durante las paradas y muy
ligeramente supercrítico durante los arranques y las subidas de potencia. Los elementos
de control instantáneo tienen forma de barras que se introducen entre los elementos
combustibles, utilizando absorbente diluido en el refrigerante para el control de la
criticidad a lo largo de los ciclos de operación.
-Blindaje. Evita el escape de radiación gamma y de neutrones del reactor. Los materiales
usados como blindaje son el hormigón, el agua y el plomo.
[….]
CIENTÍFICO: Un simple átomo de Uranio libera 202 MeV en cada fisión nuclear. La
reacción en cadena es capaz de liberar tal cantidad de energía que puede hacer
desaparecer una ciudad de un plumazo. Después de años y años de experimentos, hemos
encontrado la forma de controlarla. Ahora, queridos ingenieros, tenéis que encontrar la
forma de aprovechar esa energía para su uso comercial.
INGENIERO: Hummmm……¿sabes qué?
CIENTÍFICO: No, por favor….no…por favor.
INGENIERO: Vamos a hervir agua mediante la fisión nuclear.
CIENTÍFICO: Me lo temía….

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INGENIERO: El agua hierve. El vapor mueve una turbina. Brrrrrrmmmm


[….]
Efectivamente, una central nuclear es la instalación industrial destinada a la producción
de energía eléctrica a partir de la energía nuclear. En esencia es una central
termoeléctrica normal (calentando agua se genera vapor que se utiliza para mover una
turbina que acciona un generador) que utiliza energía nuclear como fuente primaria de
calor. Las particularidades de la central nuclear se encuentran en la escala de la central
(para que sean económicamente rentables los tamaños son considerables teniendo los
mayores tamaños desarrollados comercialmente de turbinas, generadores y
condensadores) y en la presencia de muchos sistemas de seguridad destinados a la
prevención y mitigación de accidentes.
De este modo, en una central nuclear encontraremos los siguientes elementos:

-Reactor nuclear y circuito primario (lo veremos con más detalle en los diseños
específicos de la CC.NN. en España)
-Turbina. Instalación a la que llega el vapor de agua proveniente de los generadores de
vapor, cuya energía se transforma, a través de los álabes, en energía mecánica de
rotación. Existen varias secciones para la expansión del vapor. Su eje está solidariamente
unido al eje del alternador.
-Alternador. Equipo que produce la electricidad al convertir la energía mecánica de
rotación de la turbina en energía eléctrica de media tensión y alta intensidad.
-Transformador Equipo que eleva la tensión de la electricidad producida en el alternador
para minimizar las pérdidas en su transporte hasta los puntos de consumo.
-Condensador. Intercambiador de calor formado por un conjunto de tubos por los que
circula el agua de refrigeración. El vapor de agua que entra en el condensador procedente

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de la turbina se licúa pasando a fase líquida. Esta conversión produce un vacío que mejora
el rendimiento de la turbina.
-Agua de refrigeración. Agua que se toma de un río, un embalse o el mar y que se utiliza
para licuar el vapor de agua en el condensador. Puede ser devuelta directamente al
origen o refrigerarse a través de torres de refrigeración de tiro natural o forzado.
-Edificio de contención. Recinto específico de las centrales nucleares (y no de todos los
diseños). Alberga el sistema de refrigeración del reactor y diversos sistemas auxiliares y,
en general, toda la parte “radiactiva” de la central. Sirve de blindaje en operación normal
e impide la fuga de productos contaminantes al exterior. Tiene la responsabilidad
funcional, junto con otros sistemas de salvaguardias, de impedir la liberación, en último
término, de productos de fisión a la atmósfera en caso de accidente.
El programa nuclear español se diseñó en su momento con una finalidad de adquisición
de experiencia para el desarrollo de una industria y tecnología propias, por lo que se optó
por “importar” una relativa variedad de diseños de forma que cada central nuclear tiene
sus particularidades sin un intento de estandarización. En todo caso, se pueden agrupar
en dos grandes diseños genéricos (dejando fuera a la central de Vandellós-1, en fase de
latencia tras su desmantelamiento, que era de un diseño distinto refrigerado por gas con
uranio natural de combustible y grafito como moderador):
-Centrales de agua a presión (PWR, pressurized wáter reactor).
Almaráz I y II, Ascó I y II, Vandellós-2, Trillo y Zorita (desmantelada)
-Centrales de agua en ebullición (BWR, boiling wáter reactor)
Cofrentes y Sta. María de Garoña (en fase inicial de desmantelamiento)

PWR:

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Se trata de un diseño de la empresa norteamericana Westinghouse (con la excepción en


España de la central nuclear de Trillo de diseño de la empresa alemana KWU, aunque de
características similares) que es el más empleado del mundo (el 64% de los reactores
comerciales en el mundo). Emplea óxido de uranio enriquecido en U-235 como
combustible y agua como moderador y refrigerante. El refrigerante discurre por el
circuito primario a una presión tal (unos 150 kg/cm2) que no se produce la ebullición de la
misma pese a alcanzar temperaturas de 310 ºC. Las barras de control están situadas en la
parte superior de la tapa de la vasija del reactor y se insertan (penetran) en el núcleo por
la acción de la gravedad. El agua circula gracias a unas bombas que la impulsan hacia el
núcleo del reactor donde se calienta y, mediante el uso de un presionador, se mantiene a
la presión adecuada. En las centrales nucleares de agua a presión existen tres circuitos de
agua aislados entre si: el circuito primario, que es el que está en contacto con el
combustible. En este circuito el agua llena la vasija donde se encuentra el combustible
nuclear y se calienta como consecuencia de la energía liberada en la fisión nuclear. Este
agua se mueve impulsada por una bomba fuera de la vasija hacia los tubos de un
cambiador de calor –llamado generador de vapor-, donde cede parte de su calor a otro
agua (circuito secundario) y retorna de nuevo a la vasija para volver a calentarse; el
circuito secundario (agua-vapor), en el que, el agua allí contenida recoge el calor cedido
por el agua del circuito primario en el cambiador de calor, y se vaporiza.
Ese vapor pone en funcionamiento una turbina, que a su vez hace girar un alternador
produciendo energía eléctrica, enfriándose y perdiendo presión para entrar en el
condensador, donde se convierte en agua que es recogida por bombas e impulsada de
nuevo al cambiador de calor; y el circuito de refrigeración exterior cuya misión es
condensar el vapor procedente de la turbina y para ello se suele utilizar agua de mares,
ríos, embalses, lagos o torres de refrigeración.
La potencia del reactor se regula mediante la inserción de las barras de control
(normalmente de una aleación de cadmio) y principalmente, mediante la dilución de
ácido bórico en el refrigerante del circuito primario. Al ser el boro y el cadmio sustancias
con gran capacidad de absorción neutrónica, se afecta a la población neutrónica y a la
reacción en cadena.

BWR:

Se trata de un diseño de la empresa norteamericana General Electric que supone


aproximadamente el 15% de todos los reactores que existen en el mundo. Este diseño
utiliza óxido de uranio enriquecido en U-235 como combustible y agua ligera (es decir,
agua normal) como moderador, refrigerante y fluido de trabajo. En un reactor de agua en
ebullición se aprovecha la energía térmica desprendida por la fisión para hacer hervir el
agua contenida en la propia vasija del reactor y que está en contacto con las barras de
combustible. El calor producido en el núcleo del reactor produce vapor (a
aproximadamente 280ºC con una presión de 70 atm) que, hace girar la turbina que
mueve un alternador que produce la electricidad. El vapor, al salir de la turbina, pasa a un
condensador que lo vuelve a convertir en agua (agua de condensado) y que, una vez

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nucleares

calentada a temperatura adecuada, se vuelve a bombear a la vasija del reactor. En


resumen, en las centrales con reactor de agua en ebullición (BWR), el vapor necesario
para mover las turbinas se produce directamente en la vasija del reactor. Una
consecuencia fundamental de este diseño es que (al contrario que en el PWR), el vapor de
agua que pasa por la turbina ha pasado por el reactor y ha estado sometido al campo de
neutrones, lo que provoca la aparición masiva del isótopo N-16 (a partir de los átomos de
oxígeno de las moléculas de agua) que, a pesar de tener un tiempo de semidesintegración
muy corto (7 segundos), mientras el agua está circulando provoca un nivel de dosis de
radiación en el entorno de la turbina muy alto, lo que obliga a situar esta en zona
controlada.

Debido a que en la parte superior de la vasija se encuentran los dispositivos encargados


de la separación de humedad del vapor antes de su paso a la turbina, en este diseño las
barras de control se insertan desde la parte inferior de la vasija.
El control de la potencia del reactor se realiza mediante la inserción de las barras de
control y con la regulación del caudal que pasa por la vasija del reactor ya que, gracias a
esto, los neutrones se encuentran una mezcla diferente de vapor y agua líquida, lo que
influye en la cantidad de átomos de agua que se encuentran los neutrones cambiando su
capacidad de “moderación” y la eficacia de la reacción en cadena.

2.2. Instalaciones radiactivas reguladas. Tipos.


Se entiende por instalaciones radiactivas las de cualquier clase que contengan una fuente
de radiación ionizante, los aparatos productores de radiaciones ionizantes que funcionen
a una diferencia de potencial superior a 5 kilovoltios o los locales, laboratorios, fábricas e
instalaciones donde se produzcan, utilicen, posean, traten, manipulen o almacenen
materiales radiactivos, excepto el almacenamiento incidental durante su transporte.
Las instalaciones radiactivas se clasifican en tres categorías en función del riesgo
radiológico asociado a los equipos o materiales radiactivos que utilizan o almacenan. Las

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nucleares.

instalaciones radiactivas del ciclo del combustible nuclear y otro tipo de instalaciones que
manejan inventarios muy elevados de sustancias radiactivas o haces de radiación muy
intensos corresponden a instalaciones radiactivas de primera categoría, mientras que son
instalaciones radiactivas de segunda y tercera categoría aquellas donde se manipulen o
almacenen nucleidos radiactivos que puedan utilizarse con fines científicos, médicos,
agrícolas, comerciales o industriales o las instalaciones que utilicen aparatos generadores
de rayos X, en los que a la categoría es establece los valores de actividad de los
radioucleidos o la tensión del aparato generador de radiaciones ionizantes.
La base de la clasificación en distintas categorías se encuentra en los llamados “niveles de
exención”. Estos son niveles establecidos por el organismo regulador (en España el CSN)
expresados en forma de concentración de actividad o de actividad total, que cuando no
son sobrepasados por una fuente de radiación (y la instalación que la contiene) puede
concedérseles la exención del control regulador sin que sean necesarias otras
consideraciones.
Estos niveles se encuentras establecidos en la Instrucción IS-05, de26 de febrero de 2003
del Consejo de Seguridad para todos los nucleidos que se espera puedan ser susceptibles
de alguna clase de uso o almacenamiento. Los valores transponen los establecidos en la
Directiva europea 96/29/EURATOM.
En los casos en que se utilice una mezcla de radionucleidos, se usará la suma de los
cocientes entre la actividad presente de cada isótopo y la de exención.
Todas las instalaciones radiactivas requieren ser autorizadas por el Ejecutivo
correspondiente, previo informe del Consejo de Seguridad Nuclear y son objeto de
inscripción en el «Registro de Instalaciones Radiactivas» adscrito a la Dirección General de
la Energía. Igualmente, a efectos de planificación contra emergencias radiológicas se
dispone de El Catálogo Nacional de Instalaciones o Actividades que puedan dar lugar a
situaciones de emergencia por riesgo radiológico (CNARR) en cumplimiento con lo
establecido en la Directriz Básica de Planificación ante el Riesgo Radiológico.
Instalaciones radiactivas de primera categoría:
-Las fábricas de producción de uranio, torio y sus compuestos.
-Las fábricas de producción de elementos combustibles de uranio natural.
-Las instalaciones que utilicen fuentes radiactivas con fines de irradiación industrial.
-Las instalaciones complejas en las que se manejen inventarios muy elevados de
sustancias radiactivas o se produzcan haces de irradiación de muy elevada frecuencia de
energía, de forma que el potencial impacto radiológico de la instalación sea significativo.
Instalaciones radiactivas de segunda categoría:
-Las instalaciones donde se manipulen o almacenen nucleidos radiactivos que puedan
utilizarse con fines científicos, médicos, agrícolas, comerciales o industriales, cuya
actividad total sea igual o mayor de 1000 veces el nivel de exención.
-Las instalaciones que utilicen aparatos de rayos X que puedan funcionar con una tensión
de pico superior a 200 kilovoltios.

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-Los aceleradores de partículas y las instalaciones donde se almacenen fuentes de


neutrones siempre que no proceda su clasificación como de 1ª categoría.
Instalaciones radiactivas de tercera categoría:
-Las instalaciones donde se manipulen o almacenen nucleidos radiactivos cuya actividad
total sea superior al nivel de exención e inferior a 1000 veces éste..
-Las instalaciones que utilicen aparatos generadores de rayos X cuya tensión de pico sea
inferior a 200 kv.
En cuanto a sus fines, las instalaciones radiactivas reguladas se pueden clasificar en:
Instalaciones radiodiagnóstico médico: Dentro de los usos de las radiaciones ionizantes
en medicina, el radiodiagnóstico médico es sin duda el más extendido. Desde el
descubrimiento de los rayos X a finales del siglo XIX, ha sido objeto de un constante
desarrollo gracias a los beneficios que supone para la población siendo, por otro lado, la
práctica que contribuye en mayor medida a la exposición a radiaciones de la población
mundial. El radiodiagnóstico es el conjunto de procedimientos de exploración y
visualización de las estructuras anatómicas del interior del cuerpo humano mediante la
utilización de rayos X. Las principales técnicas y procedimientos que se llevan a cabo en
este campo consisten en la radiología convencional; fluoroscopia, mamografía,
exploraciones dentales; intraoral y ortopantomografía; y la radiología digital; tomografía
computarizada (TC), angiografía digital, radiografía digital convencional y, además, toda la
radiología intervencionista. Las instalaciones de rayos X de diagnóstico médico están
reguladas mediante un Real Decreto que establece para estas instalaciones un régimen
de declaración y registro específico diferente al sistema de autorizaciones requerido para
el resto de las instalaciones radiactivas. En el proceso de declaración se establece la
obligación de que el proyecto y montaje de la instalación sea certificado por un Servicio o
Unidad Técnica de protección radiológica (SPR o UTPR). Así mismo, el reglamento incluye
los requisitos de formación en materia de protección radiológica del personal encargado
de dirigir el funcionamiento de las instalaciones y operar los equipos, estableciéndose un
régimen de concesión de acreditaciones
Instalaciones médicas:

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La utilización de las radiaciones ionizantes en medicina se lleva a cabo tanto en el


diagnóstico como en la terapia o tratamiento. Se pueden irradiar tumores malignos y
esterilizar (radioterapia), controlando así su capacidad de generar tumores, alargando y
mejorando la calidad de vida de los pacientes oncológicos, mediante el empleo de
aceleradores de partículas (Radioterapia externa) y fuentes radiactivas encapsuladas de
alta actividad (Braquiterapia). Además, el empleo de fármacos marcados con
radioisótopos emisores de radiación permite el seguimiento de la actividad celular
(Medicina Nuclear, Tomografía por emisión de positrones-PET) e incluso su metabolismo
(terapia metabólica), mediante el empleo de fuentes radiactivas no encapsuladas de
periodo de semidesintegración relativamente corto que se inyectan en el cuerpo
humano. Estas técnicas se desarrollan en instalaciones radiactivas, normalmente de 2ª
categoría y 3º categoría.

Instalaciones industriales: En las aplicaciones industriales se utilizan emisores radiactivos


que pueden ser fuentes radiactivas (encapsuladas o no), o bien equipos generadores de
rayos X o aceleradores de partículas. Los principales campos de aplicación de las
radiaciones en la industria son los siguientes:
-Control de procesos industriales. En función del principio de funcionamiento en que se
basan se establecen dos grupos, uno con los equipos medidores (de nivel, densidad,
espesor, gramaje, caudal etc.) y otro con los equipos analizadores de materiales (como
cemento, minerales, carbón, explosivos, etc.,).
-Medida de densidad y humedad en suelos y en sondeos. La medida “in situ” de la
densidad o la humedad en suelos se realiza bien mediante sondas de testificación a las
que se incorporan fuentes radiactivas encapsuladas o utilizando equipos que ya las llevan
incorporadas en su interior.
-Radiografía de tuberías y equipos. Se utilizan las radiaciones ionizantes para la obtención
de imágenes en forma de placas radiográficas (grafía) o mediante escopia (imagen
dinámica obtenida con intensificador de imagen y que se recibe en un monitor de TV).
Para realizar radiografía industrial se pueden utilizar tres tipos de equipos: o
Gammágrafos, que incorporan una fuente radiactiva gamma o Equipos convencionales
generadores de rayos X o Aceleradores partículas (electrones, protones...).

-Irradiación industrial. Sus aplicaciones más usuales o demandadas son la esterilización,


higienización y conservación de productos médicos-quirúrgicos, farmacéuticos, de

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laboratorio y cosmética, así como, conservación de alimentos, mejora de las propiedades


térmicas y mecánicas de plásticos, corchos y coloración de vidrios.
-Otros campos de aplicación, tales como trazadores (El trazador es una sustancia que se
añade a un sistema para estudiar su comportamiento dinámico), Detectores de humo
(DIH) y Lámparas HID.
Instalaciones de investigación: Las instalaciones de investigación son instalaciones
radiactivas de 1ª, 2ª o 3ª categoría encuadradas dentro del grupo de “instalaciones donde
se manipulen o almacenen radionucleidos o equipos generadores de radiación, que
puedan utilizarse con fines científicos, médicos, agrícolas, comerciales o industriales”. Se
clasificarán como de 2ª o 3ª categoría dependiendo de la actividad total existente en la
instalación, la cual está fijada en la reglamentación correspondiente y en la normativa del
CSN en la que se definen los valores de exención para radionucleidos recogidos en el
Reglamento sobre Instalaciones Nucleares y Radiactivas. Las instalaciones que utilizan
generadores de rayos X o aceleradores de partículas también están muy extendidas en
investigación para análisis de materiales, espectrometría, fluorescencia y difracción de
rayos X. Existe una única instalación de 1ª categoría en España en la que se generan,
aceleran y almacenan haces de electrones para emitir luz sincrotrón con fines de
investigación.
Una última clasificación de las instalaciones radiactivas reguladas a nivel de planificación
de riesgos se encuentra en el Anexo I de la Directriz Básica de Riesgo Radiológico, en la
que se establecen una serie de ”grupos” estableciendo una relación entre las categorías y
tipos de instalaciones con un nivel de riesgo basado en las hipotéticas consecuencias de
un accidente radiológico.

2.3. Fuentes radiactivas


Una fuente radiactiva es una sustancia, material u objeto que contiene un elemento
químico que emite radiación ya sea por exposición o bien por liberación de material
radiactivo. La primera clasificación estará en distinguir entre las fuentes radiactivas
encapsuladas (en las que el material radiactivo se encuentra dentro de un contenedor
herméticamente cerrado y sellado) y las no encapsuladas (en las que las sustancias
radiactivas pueden ser extraídas total o parcialmente y manipuladas fuera de sus
contenedores).

En todo el mundo se utilizan fuentes radiactivas en medicina, industria, agricultura,


investigación, enseñanza o aplicaciones militares. Muchas consisten en fuentes selladas
cuyos materiales radiactivos están firmemente confinados o agregados dentro de una
cápsula o caja protectora apropiada. Los riesgos que esas fuentes representan varían
enormemente, dependiendo de factores como los radionucleidos que se utilicen, la forma
física y química y la actividad.

Las fuentes selladas, salvo que hayan sido rotas o que tengan fugas, sólo ofrecen un
riesgo de exposición a radiaciones externas. Ahora bien, las fuentes selladas rotas o con
fugas, al igual que los materiales radiactivos no sellados, pueden causar la contaminación
del medio ambiente o incluso la ingesta de materiales radiactivos en el organismo

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humano. Hasta el decenio de 1950, por lo general sólo había disponibles radionucleidos
de origen natural, sobre todo Ra 226, desde entonces, se ha generalizado la utilización de
radionucleidos producidos artificialmente en instalaciones nucleares y aceleradores de
partículas, entre ellos Co 60, Sr 90, Cs 137 e Ir 192.

Las fuentes radiactivas selladas y no selladas se utilizan para fines muy variados y
contienen una amplia gama de radionucleidos y de cantidades de materiales radiactivos.
Las fuentes de actividad alta, si no se manejan en condiciones de seguridad física y
tecnológica, pueden causar graves efectos deterministas a las personas en períodos
breves en cambio, no es probable que las fuentes de actividad baja causen exposiciones
que tengan consecuencias dañinas.

Puede suceder que estas fuentes radiactivas sean abandonadas, perdidas, desplazadas o
retiradas sin autorización (en cuyo caso se denominan «fuentes huérfanas», que son
aquellas que aparecen fuera del sistema de control del regulador establecido). Estas
fuentes incontroladas o huérfanas pueden ser descubiertas por personas que no son
conscientes de los riesgos que suponen. Para evitar las pérdidas de las fuentes
radiactivas, todas deberán llevar un número único y deberán marcarse y etiquetarse con
un signo apropiado para advertir del peligro de radiación.

La protección física de las fuentes radiactivas se incluye dentro del régimen regulador
español como consecuencia de la publicación de la Directiva 2003/122/EURATOM del
Consejo, de 22 de diciembre cuyo objetivo es evitar la exposición de los trabajadores y del
público a las radiaciones ionizantes como consecuencia de un control inadecuado de
dichas fuentes radiactivas que se realizó mediante el Real Decreto 229/2006 de 24 de
febrero, sobre el control de fuentes radiactivas encapsuladas de alta actividad y fuentes
huérfanas. Las obligaciones generales que incluye este decreto a los titulares autorizados
a utilizar fuentes radiactivas son:

-Llevar un inventario de cada fuente en una hoja con formato electrónico, en la que
consten, entre otros datos, el número de identificación, localización, características, datos
de la autorización y transferencias, etc
-Presentar información detallada sobre las medidas de seguridad física previstas para
prevenir, asegurar la pronta detección y evitar situaciones de pérdida, sustracción y
utilización no autorizada.
-Realizar periódicamente pruebas de hermeticidad.
-Notificar inmediatamente cualquier pérdida o robo.
-Establecer una garantía financiera para su gestión o cualquier contingencia.
Formar a los trabajadores
-Gestionar su devolución al fin de su vida útil.

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2.4. Instalaciones no reguladas.


En principio las instalaciones radiactivas no reguladas serán aquellas cuya peligrosidad
potencial se considera lo bastante baja como para que no sea necesario que se
encuentren sometida a supervisión reguladora. El Reglamento sobre Instalaciones
Nucleares y Radiactivas (RNIR) –RD 1836/99 de 3 de diciembre- establece el régimen de
autorizaciones administrativas para las instalaciones nucleares y radiactivas y también
señala aquellas instalaciones radiactivas que se encuentran exentas de dicha regulación.
De este modo, no tendrán consideración como instalación radiactiva:
-Instalaciones o equipos en los que la actividad o la actividad específica de las sustancias
radiactivas no superen los niveles de exención.
-Sistemas de imagen con tubos catódicos cuya diferencia de potencial sea menor o igual a
30 kV, siempre que la tasa de dosis no supere 1 Sv/h en ningún punto a 0,1 m de la
superficie.
-Aparatos con sustancias radiactivas o generadores de radiación, previamente
autorizados, con suficiente seguridad contra fuga tanto en operación normal de uso,
como en accidentes, o con fuentes encapsuladas en los que el material radiactivo está
protegido contra todo contacto o fuga. Debe imperar que en todo punto accesible a 0.1
metros de la superficie del aparato y en condiciones normales de funcionamiento, la tasa
de dosis no sobrepase 1 Sv/h.
-Material contaminado procedente de evacuaciones autorizadas.
Estas instalaciones no se espera que supongan ninguna clase de riesgo particular que sea
necesario controlar desde el enfoque del riesgo nuclear o radiológico. Al estar fuera del
control regulador, no tienen plan de emergencia interior conforme lo exigido por los
procesos de licenciamiento recogidos en el RINR, aunque sí podrían disponer de Planes de
Autoprotección por exigencia de la Norma Básica de Autoprotección.

El concepto de instalaciones no reguladas, a efectos prácticos en la planificación frente al


riesgo radiológico se reserva para los escenarios de posibles apariciones de fuentes
huérfanas fuera de instalaciones reguladas o actos ilícitos.
En los planes especiales de riesgo radiológico se establecen consideraciones sobre
instalaciones de transporte de materiales (puertos, aeropuertos, estaciones….) e
instalaciones adheridas al protocolo de vigilancia radiológica de materiales metálicos (un
protocolo que establece una serie de compromisos y actuaciones a llevar a cabo por cada
una de las partes firmantes y por todas aquellas empresas que a él se adhieran, con el fin
de garantizar la vigilancia radiológica de los materiales metálicos y la gestión de los
materiales radiactivos que sean detectados en éstos, o que se puedan generar como
consecuencia de un incidente).

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3. PROTECCIÓN RADIOLÓGICA.

3.1. Seguridad Nuclear.


Aunque, en puridad, la Seguridad Nuclear es una disciplina aparte de la Protección
Radiológica que es la base de la gestión del riesgo nuclear y radiológico, a efectos de este
curso, se considera necesario aportar unas pequeñas nociones al respecto ya que el
objetivo de ésta es la prevención y mitigación de accidentes suponiendo en sí misma, la
defensa más importante cara a la gestión del riesgo nuclear.
La base fundamental de la seguridad nuclear recae en la aplicación del principio de defensa
en profundidad, en el cual se enmarcan otros conceptos y elementos: protección por
barreras, seguridad intrínseca, mediante sistemas y mediante procedimientos, redundancia,
diversidad, separación, etc.
La defensa en profundidad consiste en la utilización de diversos niveles de equipos y
procedimientos que permitan mantener la eficacia de las diversas barreras físicas
dispuestas entre el material radiactivo y los trabajadores, público y medio ambiente,
tanto en operación normal como ante sucesos operacionales previstos o accidentes en la
instalación. El principio se implanta a través del diseño y la operación de una serie de
protecciones graduales contra las consecuencias de un conjunto amplio de transitorios,
incidentes y accidentes que incluyen fallos de equipos, errores humanos, y sucesos
externos a la planta. En el caso de las centrales nucleares, en primera instancia, el público
y el ambiente resultan protegidos a través de estas barreras sucesivas, que pueden
desempeñar funciones tanto operativas como de seguridad. En el caso de los reactores de
agua estas barreras que confinan los productos de fisión son típicamente:

-La propia matriz de material combustible,


-La vaina del elemento combustible,
-El sistema de refrigeración del reactor, y
-El edificio de la contención.

La defensa en profundidad se aplica mediante la implementación de una serie de


conceptos que garantizan, en el caso de mantenerse que el producto de la probabilidad
de producirse un daño y los efectos de ese daño se mantienen por debajo de unos límites
aceptables. Los más importantes son:

Seguridad Intrínseca:

El primer nivel corresponde al diseño de la instalación para que su régimen de trabajo se sitúe
en regiones donde los procesos físicos presenten características intrínsecamente estables, de
forma que la evolución del sistema tienda a auto-amortiguar las desviaciones respecto de los
puntos de equilibrio de funcionamiento sin necesidad de intervención automática o manual
de ninguna clase.

Un ejemplo ilustrativo de este concepto se da en los reactores de agua ligera que hemos
estudiado. En ellos, un aumento de la potencia en el núcleo motivado por algún problema en
los sistemas de control, daría lugar a un aumento de temperatura que provocaría la eventual

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disminución de densidad o incluso ebullición del agua que actúa como refrigerante y
moderador de los neutrones que mantienen la reacción en cadena. Esa disminución de
densidad provoca por sí misma una disminución de la capacidad de moderación del agua que
a su vez disminuye la eficacia de los neutrones liberados en las fisiones de provocar otras
nuevas y, por tanto, disminuye la cantidad de éstas y la potencia generada.

Seguridad mediante sistemas:

Los mecanismos intrínsecos no son en general suficientes para controlar la evolución de las
posibles secuencias accidentales. Por ello, se instalan sistemas automáticos de protección que
atajan la evolución del accidente y conducen la planta a una situación segura. Estos sistemas
se diseñan de forma que su intervención sea conmensurada con la magnitud del accidente
que protegen. La simulación y el análisis de esos accidentes permiten diseñar la actuación de
las distintas protecciones. Asumiendo un límite de daño admisible para cada transitorio
accidental postulado se establecen criterios tanto para la intensidad de la protección como
para el tiempo esperado de respuesta en la mitigación del accidente. Las protecciones
automáticas se diseñan para controlar la evolución de los transitorios accidentales que
ocurren en una escala de tiempos tal que los operadores no tendrían ocasión de analizar y
tomar acciones oportunas. Un criterio común en los diseños americanos es que los sistemas
automáticos deben ser capaces de mitigar los accidentes sin necesidad de intervención
humana al menos durante los primeros 10 minutos.

Seguridad mediante procedimientos:

El correcto diseño de las protecciones automáticas puede no garantizar la seguridad de la


instalación de forma total. Pueden ocurrir fallos múltiples, incluyendo fallos en los
sistemas de protección o situaciones anormales que requieran maniobras de
recuperación de la planta más complejas y que tengan que ser realizadas por los
operadores. Además, como se ha visto, los sistemas automáticos se diseñan para
controlar los posibles transitorios accidentales durante los primeros instantes; son los
operadores los que deben llevar finalmente la planta a condición segura.

La complejidad de las operaciones que se llevan a cabo en una central nuclear, incluso
para las operaciones normales, y la necesidad de garantizar que se lleven a cabo con una
muy baja probabilidad de error ha llevado a implantar un sistema muy amplio de
procedimientos. Todas las actividades de operación de sistemas, de calibración, pruebas y
mantenimiento, de recuperación de fallos y de operación en emergencias se realizan
siguiendo procedimientos detallados que guían al personal de la planta en estas
actuaciones.

El accidente de Three Mile Island (TMI), ocurrido en 1979, puso de manifiesto entre otras
cosas la necesidad de disponer de instrucciones detalladas para la recuperación de un
transitorio accidental. Se rediseñaron entonces los Procedimientos de Operación en
Emergencia (POE) existentes, de forma que fueran capaces de cubrir las situaciones
accidentales posibles, apoyándose en la actuación de los sistemas automáticos de protección,
pero teniendo en cuenta también sus posibles fallos y circunstancias agravantes del
accidente.

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Criterios de diseño:

Puesto que los sistemas y características de seguridad pueden fallar también cuando son
demandados, su efectividad depende de su fiabilidad, es decir, de la probabilidad de que
actúen cuando son demandados y de que cumplan con su función durante el tiempo
requerido. Por tanto, un elemento esencial para conseguir un nivel de seguridad
adecuado es que la indisponibilidad de las protecciones, entendida como probabilidad de
no realizar su función, sea lo suficientemente baja para garantizar el cumplimiento de los
criterios de aceptación del daño en cada zona de la curva del riesgo.
Para desacoplar el proceso de diseño de un estudio detallado de la fiabilidad de los
sistemas, que lo haría demasiado complicado, se aplican principios generales de diseño
que aseguran la alta disponibilidad de las protecciones diseñadas.

-Criterio de fallo único, según el cual ninguna función de seguridad debe quedar impedida
por un único fallo de un componente dentro del sistema, o por ninguna acción de
mantenimiento ni acción humana sobre componentes del sistema.
-Criterio de redundancia, por el cual cada función de seguridad se debe asegurar con
sistemas redundantes. Se puede considerar como una consecuencia del criterio anterior.
-Criterio de diversidad o redundancia funcional, que consiste en la utilización, en la
medida de lo posible, de métodos independientes, basados en principios físicos
diferentes, para lograr análogos resultados. La aplicación de este criterio minimiza la
posibilidad de fallos en modo común.
-Criterio de separación, también tendente a minimizar los fallos en modo común,
mediante la separación física adecuada entre componentes o subsistemas redundantes.
-Criterio de fallo seguro, por el cual y cuando sea factible, el fallo de cada componente del
sistema (caso de producirse) debe llevar a dicho sistema al estado más seguro posible.

3.2. Principios de Protección Radiológica.


La protección radiológica es la disciplina cuya finalidad es la protección de los individuos,
de sus descendientes y de la humanidad en su conjunto, de los riesgos derivados de
aquellas actividades que debido a los equipos o materiales que utilizan suponen la
exposición a radiaciones ionizantes. El principal problema de la protección radiológica se
encuentra en que necesariamente tiene que incluir valoraciones tanto de tipo social
como científicas, porque la finalidad principal de la protección radiológica es proporcionar
un nivel apropiado de protección para las personas y el medio ambiente, sin limitar
indebidamente los beneficios que se obtienen del uso de la radiación, especialmente
teniendo en cuenta que esta valoración ha de hacerse teniendo en cuenta que incluso
dosis pequeñas de radiación pueden producir algún efecto perjudicial.
Dado que existen umbrales (valores de la dosis por debajo de los cuales no se producen)
para los efectos deterministas, es posible evitar dichos efectos limitando las dosis
recibidas por las personas. Sin embargo, no es posible evitar del todo los efectos
estocásticos porque según el conocimiento actual sobre los efectos biológicos de las

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radiaciones, no existe evidencia científica de un umbral para ellos, de forma que


limitando las dosis sólo podemos reducir su probabilidad de aparición.
Por todo ello, el organismo internacional que se ocupa de la protección radiológica, la
Comisión Internacional de Protección Radiológica (ICRP) considera que el objetivo
principal de la protección radiológica es evitar la aparición de efectos biológicos
deterministas y limitar al máximo la probabilidad de aparición de los estocásticos. Este
organismo tiene como función emitir recomendaciones que son adoptadas con valor legal
por los países. Los tres principios básicos de las recomendaciones actuales de la ICRP que
en España recoge legalmente el Reglamento sobre Protección Sanitaria contra
Radiaciones Ionizantes (RPSRI) –RD 783/2001 de 6 de julio- son:

Justificación
No debe adoptarse ninguna práctica que signifique exposición a la radiación ionizante si
su introducción no produce un beneficio neto positivo. Naturalmente, la práctica que
implique la exposición a las radiaciones ionizantes debe suponer un beneficio para la
sociedad. Deben considerarse los efectos negativos y las alternativas posibles. Esto afecta
a importantes cuestiones que requieren ser resueltas por los correspondientes gobiernos,
como, por ejemplo, el uso de la energía nuclear para producir electricidad.

Optimización
Este principio se resume en el concepto ALARA que son las siglas en inglés de la expresión
“tan bajo como sea razonablemente posible” (as low as reasonably achievable). El
concepto se traduce en que todas las exposiciones a la radiación deben ser mantenidas a
niveles tan bajos como sea razonablemente posible, teniendo en cuenta factores sociales
y económicos. Toda dosis de radiación implica algún tipo de riesgo; por ello no es
suficiente cumplir con los límites de dosis que están fijados en la normativa nacional. Las
dosis deben reducirse aún más, siempre que sea razonadamente posible, esta reducción
de dosis no puede llevarse a cabo indefinidamente, sino que se deben considerar los
costes económicos, sociales, etc. asociados.

Límite de dosis
Las dosis de radiación recibidas por las personas no deben superar los límites establecidos
en la normativa nacional, siguiendo las recomendaciones, para cada circunstancia, de la
ICRP. Los límites de dosis establecidos en la legislación española garantizan que las
personas no sean expuestas a un nivel de riesgo inaceptable. Estos han de ser respetados
siempre sin tener en cuenta consideraciones económicas. El uso del criterio ALARA está
también exigido legalmente y en España las recomendaciones de la ICRP están contenidas
en el RPSRI. La ICRP revisó algunos de los límites de dosis en noviembre de 1990, y como
consecuencia de ello, los nuevos límites han sido incorporados en la Directiva de
Protección Radiológica de la Unión Europea y en las reglamentaciones de los Estados
Miembros (es España está pendiente de trasponer).

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Aplicación práctica:
Para la aplicación práctica de los principios de protección radiológica es necesario
distinguir 3 diferentes circunstancias en las que se pueden producir exposiciones a la
radiación.
Su utiliza el término “prácticas” para referirse a aquellas actividades que aumentan la
exposición a la radiación, ya sea porque introducen nuevas fuentes de radiación o nuevas
vías de exposición, o porque aumentan el número de individuos expuestos. Estas
actividades corresponden a situaciones planificadas, que se pueden considerar siempre
bajo control. Las medidas de protección radiológica necesarias para controlar el aumento
de la exposición se pueden aplicar sobre la fuente, sobre los individuos expuestos o sobre
las vías de exposición, aunque, en el ámbito de las prácticas suelen prevalecer las
medidas aplicadas sobre la fuente, que son más efectivas y menos problemáticas que las
que se aplican sobre los individuos expuestos o sobre las vías de exposición (que
normalmente involucran problemas sociales, no todos previsibles).

Se utiliza el término “intervenciones” para referirse a aquellas actividades que disminuyen


la exposición a la radiación, ya sea porque se eliminan fuentes de radiación ya existentes,
o porque disminuyen las vías de exposición o el número de individuos expuestos. Estas
actividades corresponden a “situaciones de facto” en que las fuentes, las vías de
exposición y los individuos expuestos ya existen antes de aplicar cualquier medida de
protección como, por ejemplo, sucede con la exposición a la contaminación residual
resultante de un accidente acaecido en el pasado que se dará en cualquier clase de
actuación relacionada con la gestión de las emergencias. Las medidas de protección
radiológica necesarias para controlar la disminución de la exposición también se pueden
aplicar sobre la fuente, sobre los individuos o sobre las vías de exposición. Sin embargo, a
diferencia de lo que sucede en las prácticas, en las intervenciones (especialmente cuando
están asociadas a situaciones de accidente) es bastante habitual que resulte necesario
aplicar medidas de protección sobre los individuos expuestos (por ejemplo, mediante
evacuación) o sobre las vías de exposición (por ejemplo, mediante control de alimentos).

Se utiliza el término “exposiciones potenciales” para referirse a aquellas actividades en las


que existe una posibilidad de exposición a radiaciones, aunque no existe certeza de que
dicha exposición se produzca. Estas actividades llevan asociadas un riesgo
(matemáticamente hablado), que vendrá determinado por la probabilidad de ocurrencia
del suceso iniciador de la exposición y por la magnitud de las dosis que resultarían en el
caso que la exposición finalmente se produzca. Por tanto, en cierta manera, las
exposiciones potenciales son susceptibles de ser controladas ya sea mediante la
aplicación de medidas de prevención, destinadas a reducir su probabilidad de ocurrencia
(por ejemplo asegurando la fiabilidad de los sistemas de seguridad); o mediante la
aplicación de medidas de mitigación, destinadas a limitar la magnitud de las dosis
resultantes de la exposición en caso que se produzca (por ejemplo mediante la
evacuación del personal de la instalación).

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En el caso de las prácticas, resultan aplicables los tres principios básicos que se formulan
de la siguiente manera:

-Justificación: No se deberá adoptar ninguna práctica que suponga la exposición a


radiaciones salvo que dicha práctica implique un beneficio para la sociedad (o para los
individuos expuestos) que sea suficiente como compensar el riesgo radiológico asociado.
- Optimización: La magnitud de las dosis individuales y el número de personas expuestas
asociadas a una práctica se mantendrán en niveles tan bajos como sea razonablemente
posible, teniendo en cuenta factores económicos y sociales.
- Limitación: La dosis total recibida por un individuo como consecuencia de su exposición
a todas las prácticas por las que pueda resultar afectado será inferior a los límites de dosis
establecidos.

La justificación de la introducción de una nueva práctica (o continuación de una ya


existente) requiere sopesar los beneficios que dicha práctica proporciona y los perjuicios
a ella inherentes, entre los que se incluyen los asociados a los efectos nocivos para la
salud que pudiera ocasionar de forma que la práctica estará justificada si los beneficios
prevalecen sobre los perjuicios.

Una vez que la práctica ha sido justificada (y adoptada) hay que asegurar que los recursos
invertidos para reducir las dosis resultan equilibrados con la disminución del riesgo
radiológico que se consigue con dichos recursos; esto es lo que se persigue con el
principio de optimización. Como elemento de ayuda para decidir sobre si se han invertido
(o no) suficientes recursos en protección radiológica se hace uso de distintos métodos,
que van desde el simple sentido común, hasta complejas técnicas de análisis coste-
beneficio en las que, en general, se utiliza la dosis colectiva a modo de indicador
cuantitativo del riesgo radiológico.

El principio de optimización solo tiene en cuenta la dosis colectiva y sucede que, en


general, esa dosis colectiva no se distribuye de forma uniforme entre todas los individuos
afectados por una práctica. Hay por tanto asegurar que la dosis colectiva que resulta de
aplicar el principio de optimización no va a suponer unas dosis inaceptables en alguno de
los individuos expuestos. Los límites de dosis vienen a representar el techo inferior de
esas dosis inaceptables y, por tanto, suponen un condicionante para las dosis individuales
que resultan de la optimización.

En el caso de las intervenciones no resulta aplicable el principio de limitación y, aunque sí


lo son los principios de justificación y optimización, su formulación presenta importantes
diferencias con respecto a las prácticas:

-Justificación: La intervención debe reportar más beneficios que perjuicios, es decir, las
dosis evitadas con la intervención deben compensar los perjuicios y costes que entraña
dicha intervención.

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-Optimización: Las acciones de intervención deben optimizarse de forma que su alcance y


su duración sean tales que el beneficio derivado de las dosis evitadas con la intervención
sea el máximo posible.

A la hora de la aplicación práctica de estos principios hay que tener en cuenta que, en
general, las medidas de intervención entrañan costes sociales que resultan muy difíciles
de cuantificar.

En el caso de las exposiciones potenciales resultan aplicables los mismos principios


básicos que en el ámbito de las prácticas, pero considerando el riesgo (es decir el
producto de la probabilidad de la exposición por la dosis que resulta de dicha exposición),
en lugar de la dosis. De esta forma:

-Justificación: Para justificar una práctica hay que tener en cuenta las exposiciones
potenciales que puedan producirse como resultado de la práctica.
-Optimización: Se establece que la probabilidad de ocurrencia de exposiciones
potenciales se debe mantener en niveles tan bajos como razonablemente sea posible y
que en el proceso de optimización se deben considerar restricciones del riesgo.
-Límite de dosis: Se establece que, igual que se definen límites de dosis para las prácticas,
hay que definir límites de riesgo para las exposiciones potenciales.

Por tanto, las exposiciones potenciales tienen cierta interfase con las prácticas (puesto
que les aplican los mismos principios básicos), pero también con las intervenciones,
puesto que si la exposición llegara finalmente a producirse puede resultar necesario
actuar vía intervención.

3.3. Medidas de protección.


Las medidas necesarias para limitar la exposición de los individuos se pueden tomar
mediante la aplicación de acciones en cualquier punto del sistema que vincula las fuentes
con los individuos, es decir, sobre la fuente emisora de radiación ionizante, sobre el
medio ambiente (los caminos por los que las radiaciones de las fuentes pueden llegar a
los individuos) o sobre los propios individuos expuestos. Las medidas de control sobre la
fuente se consideran como medidas prioritarias, mientras que las medidas aplicables al
medio ambiente y a los individuos son más difíciles de aplicar y, a veces, introducen más
trabas en la operatividad de las instalaciones. En general, y donde sea posible, se
recomienda aplicar en la fuente las medidas de protección y control de la exposición. El
control de la exposición al público conviene realizarlo mediante la aplicación de medidas
a la fuente y sólo, en el caso de que puedan no ser efectivas, se aplicarán al medio
ambiente o a los individuos.
Cuando se habla de exposición a las radiaciones es conveniente entender el concepto de
“contaminación radiactiva”, que, si bien, no deja de ser una vía de exposición, se suele
considerar paralelo al de “exposición externa”, en el que la fuente emisora de radiación
se encuentra alejada del individuo. De esta forma, a efectos de protección radiológica,
consideraremos que existe contaminación cuando el individuo esté directamente en

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contacto con la sustancia emisora de radiación y distinguiremos entre contaminación


externa (cuando ropa o piel presentan cierta cantidad de material radiactivo adherido) o
interna (cuando se ha producido la ingestión, inhalación, absorción o cualquier otro
proceso que lleve a que el material radiactivo termine en el interior del organismo). En el
primero de los casos la contaminación permanece en el exterior de la persona, con lo que
dosis recibida procede de las radiaciones emitidas que depositan parte o toda su energía
en el organismo. En el segundo de los casos el material entra al organismo, y durante su
recorrido hasta que es excretado (por el sudor, la orina o las heces) deposita a su vez la
energía emitida por esas radiaciones en los órganos por los que se transfiere. Es útil
pensar en términos de suciedad cuando se habla de contaminación.
Como principio general los riesgos de irradiación a que están sometidos los individuos se
reducen aplicando las siguientes medidas generales de protección:
-Distancia: aumentando la distancia entre el operador y la fuente de radiaciones
ionizantes, la exposición disminuye en la misma proporción en que aumenta el cuadrado
de la distancia. En muchos casos bastará con alejarse suficientemente de la fuente de
radiación para que las condiciones de trabajo sean aceptables.
-Tiempo: disminuyendo el tiempo de exposición todo lo posible, se reducirán las dosis. Es
importante que las personas que vayan a realizar operaciones con fuentes de radiación
estén bien adiestradas, con el fin de invertir el menor tiempo posible en ellas.
-Blindaje: en los casos en que los dos factores anteriores no sean suficientes, será
necesario interponer un espesor de material absorbente, blindaje, entre el operador y la
fuente de radiación. Según sea la energía y tipo de la radiación, será conveniente utilizar
distintos materiales y espesores de blindaje.

Tanto en las instalaciones nucleares como las radiactivas, las medidas de protección de
los trabajadores se encuentran recogidas en un documento obligatorio en la concesión de
la licencia de operación del emplazamiento llamado Manual de Protección Radiológica
(MPR), mientras que el Programa de Vigilancia Radiológica Ambiental (PVRA) -que es el
conjunto de estudios, procedimientos de muestreo, análisis y medida, encaminados a
determinar la presencia de los radionucleidos procedentes de la instalación que se vigila, en
los diferentes compartimentos de los ecosistemas en los que vierte sus efluentes- se
encargaría de la protección del público durante el funcionamiento de la instalación
asegurando que los niveles de exposición del individuo más desfavorable expuesto a ellas se
mantienen por debajo de los límites legales definidos para el público no expuesto.

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En esta parte desarrollaremos las medidas de protección más centradas en la operación


que son aquellas destinadas a la protección de trabajadores e intervinientes.
El planteamiento general de dichas medidas se basa en que en cualquier zona radiológica
de una instalación siempre va a existir cierto riesgo de irradiación externa; además, en
aquellas zonas en las que pueda haber material radiactivo disperso en el ambiente,
también existirá riesgo de contaminación externa y/o interna. Con objeto de
contrarrestar estos riesgos, se contemplan tres tipos de medidas; medidas de prevención
que tratan de prevenir la ocurrencia de exposiciones ocupacionales que no resulten
estrictamente necesarias (clasificación radiológica de zonas, clasificación de los
trabajadores expuestos y establecimiento de normas de trabajo); medidas de control que
tratan de controlar (dentro de lo posible) la magnitud de los riesgos (control de los
factores –distancia, tiempo, blindaje- que condicionan las dosis externas, uso de vestuario
de protección y disposición de zonas de tránsito para prevenir la contaminación externa y
uso de equipos de protección respiratoria para prevenir la contaminación interna); y
medidas de vigilancia con las que se trata de verificar que tanto las medidas de
prevención como las medidas de control resultan adecuadas a los objetivos perseguidos
con su implantación (dosímetros individuales, instrumentos de vigilancia de áreas,
detectores portátiles, detectores tipo pórtico o contadores de radiactividad corporal y
medidas de vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos).
Clasificación radiológica de zonas:
Se realiza en función del riesgo de exposición y la probabilidad de exposiciones
potenciales:
-Zona Controlada: Es aquella en la que existe posibilidad de recibir una dosis efectiva
superior a 6 mSv por año, o una dosis equivalente superior a 3/10 de los límites
establecidos para los distintos órganos y tejidos. La zona controlada se puede subdividir a
su vez en:
- Zona de permanencia limitada: En la que se podrían superar los límites de dosis
reglamentarios en caso de una exposición continuada.

- Zona de permanencia reglamentada: En la que se podrían superar los límites de


dosis reglamentarios en caso de una exposición de corta duración.

- Zona de acceso prohibido: En la que se podrían superar los límites de dosis


reglamentarios en caso de una exposición instantánea.

-Zona Vigilada: Es aquella en la que, no siendo zona controlada, existe posibilidad de


recibir una dosis efectiva superior a 1 mSv por año, o una dosis equivalente superior a
1/10 de los límites establecidos para los distintos órganos y tejidos.

Teniendo en cuenta la complejidad radiológica de las instalaciones, en general no resulta


sencillo evaluar la probabilidad de que se exceda cierta dosis en determinada zona por lo
que, a la hora de clasificar las zonas, se suele usar un criterio práctico basado en que, a
partir de los niveles reales de radiación que hay en una zona se asume que un trabajador

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se encuentra en ella una jornada laboral de 2000 horas al año y se pueden clasificar las
zonas en función de su tasa de dosis:
- Una zona en que la tasa de dosis se mantenga en valores superiores a 0.5 µSv/h se
clasificaría como zona vigilada (0,5*2000 = 1 mSv).

- Una zona en que la tasa de dosis se mantenga en valores superiores a 3 µSv/h se


clasificaría como zona controlada (3*2000 = 6 mSv).

- Una zona en que la tasa de dosis se mantenga en valores superiores a 25 µSv/h se


clasificaría como zona controlada de permanencia limitada (25*2000 = 50 mSv).

Señalización de zonas:

La señalización de zonas se realiza mediante el trébol que constituye el símbolo


internacional de la exposición a radiaciones. El trébol se coloca sobre fondo blanco, con
un ribete rectangular del mismo color que el trébol que:

- Es de color gris azulado en zona vigilada.


- Es de color verde en zona controlada de permanencia no limitada.
- Es de color amarillo en zona controlada de permanencia limitada.
- Es de color naranja en zona controlada de permanencia reglamentada.
- Es de color rojo en zona controlada de acceso prohibido.

El trébol se complementa con una leyenda, en su parte superior, que informa sobre la
clasificación de la zona y con otra, en su parte inferior, que informa sobre el tipo de riesgo
existente en la zona. Cuando en una zona de la instalación sólo existe riesgo de
irradiación externa, el trébol se rodea de puntas radiales; en el caso que únicamente
exista riesgo de contaminación, y el riego de irradiación externa fuera despreciable, el
trébol se colocará sobre fondo punteado. Cuando en una misma zona exista riesgo de
irradiación y de contaminación se utilizará un trébol con puntas radiales sobre campo
punteado.

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Clasificación de los trabajadores expuestos:

Los trabajadores expuestos se clasifican en dos categorías: Tipo A que incluye a los
trabajadores que, por las condiciones en las que se desarrolla su trabajo, pueden recibir
una dosis efectiva superior a 6 mSv por año o una dosis equivalente superior a 3/10 de los
límites establecidos para los distintos órganos y tejidos; y tipo B que son aquellos que, por
las condiciones en las que se desarrolla su trabajo, es muy improbable que reciban una
dosis efectiva superior a 6 mSv por año o una dosis equivalente superior a 3/10 de los
límites establecidos para los distintos órganos y tejidos.

A efectos prácticos, como no resulta sencillo evaluar la probabilidad de que un trabajador


supere determinada dosis, se suelen clasificar en la categoría A a los trabajadores que
acceden de forma sistemática a zona controlada, mientras que se clasifican en la
categoría B a los que acceden de forma ocasional. Dado que los permisos y requisitos de
vigilancia pueden variar entre los dos tipos de trabajadores, también se pueden clasificar
no tanto por la frecuencia sino por la naturaleza y especificidad del trabajo a realizar y de
las zonas a las que deben acceder.

Control de los factores de la dosis externa:

Las acciones para la reducción del término origen de la dosis se deberían adoptar
preferentemente en la fase de diseño, pero en la fase de operación también resulta
factible desarrollar actuaciones con ese mismo objetivo como la instalación de blindajes
temporales o la realización de trabajos de descontaminación como paso previo a la
realización de trabajos; mientras que las acciones destinadas a reducir el tiempo y
aumentar la distancia a las fuentes en los son más típicas en la fase de operación
destacando la adecuada planificación de los trabajos que se desarrollen en zonas de alta
radiación, la implantación de programas de formación y entrenamiento específicos (con
ejercicios de simulación en maqueta) para los trabajadores involucrados en tareas que
resulten especialmente relevantes desde el punto de vista radiológico o la utilización de
herramientas de control remoto y de técnicas robóticas durante la realización de
actividades en zonas en que los campos de radiación sean especialmente elevados. Como
norma general, se procura que en la realización de trabajos en zonas con campos de
radiación elevados, el trabajador no tenga que gastar su tiempo en reflexionar o tomar
decisiones, sino que todo ha de estar planificado.

Vestuario de protección:
El vestuario de protección sirve para prevenir la contaminación externa y, eventualmente,
la interna. Por ello es preceptivo el uso de un vestuario especial siempre que se vaya a
acceder a zonas en las que se pueda existir material radiactivo disperso en el ambiente.
El vestuario de protección básico, que se utiliza siempre que se accede a zona controlada,
está constituido por un buzo (o bata) de algodón, con cubrecabeza y guantes del mismo
material. Para acceder a zonas en que la contaminación es significativa este vestuario
básico no resulta suficiente para prevenir la contaminación y, por ello, hay que utilizar

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(encima del vestuario básico) un vestuario adicional constituido por un buzo y


cubrecabeza de tejido tyvek, que es un tejido con una textura similar a un papel
plastificado, con guantes de plástico y cubrecalzado de tela; mientras que para zonas en
que exista mucha humedad en el ambiente o en las que exista contaminación radiactiva
en forma líquida (o de vapor) se utiliza un vestuario adicional constituido por un buzo y
cubrecabeza de plástico o PVC, con guantes y cubrecalzado de goma.
En el caso de que exista riesgo de contaminación interna también se recurre a la
protección respiratoria con máscaras faciales con filtros de aire o incluso equipos
presurizados con suministro de aire portátil o mediante mangueras.

Vigilancia radiológica de las zonas de trabajo:

La medición permanente de los niveles de irradiación y contaminación de las distintas


zonas de una instalación permite confirmar que los niveles de radiación y contaminación
son acordes a la clasificación de la zona (o, si no fuera así, proceder a actualizar dicha
clasificación) y detectar cualquier aumento significativo en los niveles de radiación y de
contaminación en la zona para poder adoptar acciones correctoras. para evitar que los
trabajadores puedan verse afectados por tal aumento). Esta vigilancia suele hacerse
mediante detectores fijos que miden sin interrupción los niveles de radiación y
contaminación normalmente provistos de alarmas ópticas y acústicas.

Vigilancia radiológica de los trabajadores:


Con objeto de cuantificar las dosis que los trabajadores o intervinientes puedan recibir
durante el desarrollo de su actividad, la reglamentación establece la obligatoriedad de la
vigilancia y registro de las dosis que han podido recibir.

Las dosis resultantes de la radiación externa se determinan mediante dosímetros de


termoluminiscencia que constituyen la denominada “dosimetría oficial”, debido a que su
lectura, se debe realizar por servicios de dosimetría específicamente autorizados por el
CSN a tal fin. Estas dosis se registran en un documento específico creado a tal efecto por
el Consejo de Seguridad nuclear llamado “Carnet Radiológico” que las empresas están
obligadas a proveer a cada trabajador radiológicamente expuesto.

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Además de esta dosimetría oficial, para el seguimiento de las dosis en los trabajos que se
desarrollan en zona controlada, las instalaciones nucleares disponen de una “dosimetría
operacional”, mediante dosímetros de lectura directa que informan de las dosis en
tiempo real, a medida que se reciben. Dichos dosímetros son del tipo electrónico y
disponen de alarmas ópticas y acústicas, que proporcionan un aviso cuando la dosis o la
tasa de dosis superan un valor prefijado.

A efectos prácticos eso implica la necesidad de todo trabajador o interviniente de llevar


consigo ambos dosímetros mientras dura su intervención.

Las dosis resultantes de la contaminación interna se determinan mediante contadores de


radiactividad corporal o, cuando resulta necesario, porque los radionucleidos implicados
no se pueden detectar con dichos contadores (como sucede con los emisores alfa),
mediante técnicas de bioensayo.

Vigilancia médica de los trabajadores expuestos:

Como elemento adicional para verificar la efectividad de las medidas de prevención,


control y vigilancia implantadas en el programa de protección radiológica operacional, las
instalaciones nucleares realizan una vigilancia de la salud de los trabajadores expuestos
con objeto de comprobar que dichos trabajadores están médicamente aptos para
desarrollar la actividad laboral (en presencia de radiaciones) que tienen asignada y que no
presentan patologías en su salud que pudieran ser atribuibles a su exposición a las
radiaciones o a una falta de eficacia en las medidas de protección implantadas.

En el caso de trabajadores expuestos Tipo A, además de los principios generales de la


Medicina del Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales; se establecen unos
requerimientos adicionales:
-Deben someterse a un examen de salud previo al inicio de la actividad laboral que
determina su clasificación radiológica.

-Deben someterse, anualmente, a un examen de salud con objeto de acreditar su aptitud


médica para el trabajo que desarrollan.

-Deben someterse a exámenes de salud especiales en caso de sospecha (o evidencia) de


superación de los límites de dosis.

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-Deben disponer de un historial médico en el que se recojan los resultados de los


exámenes a que han sido sometidos.

3.4. Medidas de protección en emergencias nucleares y radiactivas.


Como hemos visto, en condiciones normales de explotación, las dosis causadas a la
población local por la operación de las instalaciones nucleares y radiactivas se mantienen
reducidas a los valores más bajos que puedan razonablemente alcanzarse y sujetas a los
límites de dosis establecidos. Sin embargo, en caso de accidente nuclear o radiológico, la
cantidad de sustancias radiactivas emitidas al medio ambiente queda fuera de control y
las dosis a los individuos de la población solo pueden reducirse por medio de una
intervención, es decir, por la imposición de medidas protectoras.

Se consideran medidas de protección todas las acciones encaminadas a evitar o atenuar


las consecuencias inmediatas y diferidas sobre la salud de la población afectada y del
personal de intervención en caso de un accidente nuclear o radiológico.

Las consecuencias de este tipo de accidentes están relacionadas con las vías de
exposición de las personas a la radiación, pudiendo ser externa (causada por los
radionucleidos en forma de aerosol presentes en la nube y por los radionucleidos de la
nube que se depositen en el suelo y en la ropa y piel de las personas ) o interna (causada
por la inhalación de sustancias radiactivas procedentes de la nube o de la resuspensión a
partir de superficies contaminadas, y por la ingestión de alimentos contaminados).

En función de la urgencia con la que han de aplicarse y del tiempo que durará su
aplicación, las medidas de protección de clasifican en medidas urgentes y medidas de
larga duración.

Medidas urgentes:
El término "urgente" se utiliza para describir aquellas acciones de protección que hay que
adoptar de forma rápida para que sean eficaces y cuya eficacia disminuiría de manera
significativa en caso de demora por lo que la toma de decisiones sobre la adopción de
estas medidas ha de realizarse en poco tiempo y en base a predicciones sobre la
evolución del accidente ya que, generalmente, la información sobre la magnitud y la
naturaleza del accidente en esos momentos es escasa. Esta premura de tiempo para las
decisiones sobre la puesta en marcha de una acción protectora, y la importancia de su
adopción, es la razón fundamental por la que conviene contar con planes de emergencia
lo más detallados posible.

Estas acciones encaminadas a proteger a la población que pudiera resultar afectada por el
accidente y al personal de intervención tienen como objetivo prevenir efectos
deterministas para la salud y reducir la probabilidad de efectos estocásticos tanto como

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sea razonable conseguir. Son medidas que, en principio, se conciben para ser aplicadas
durante un periodo de tiempo corto.

Confinamiento:

Consiste en la permanencia de la población bien en sus domicilios o en edificios próximos


a los lugares en donde se encuentre en el momento de anunciarse la adopción de la
medida de forma que se evite o minimice la exposición externa originada por la nube
radiactiva y por el material depositado en el suelo, y la exposición interna por inhalación
de las sustancias radiactivas. Además, esta medida sirve como medio para controlar a la
población y facilitar la aplicación de otras medidas protectoras.

La efectividad del confinamiento depende del tipo de construcción de los edificios, y se


puede mejorar si se aplica conjuntamente con alguna de las de protección personal como
tapar las rendijas de puertas y ventanas, aumentando de esta manera la estanqueidad de
los edificios.

Profilaxis radiológica:

Consiste en la ingestión de compuestos químicos estables que tienen un efecto reductor


sobre la absorción selectiva de ciertos radionucleidos por determinados órganos. La toma
de yodo estable es una medida destinada a reducir la absorción por la glándula tiroides
del yodo radiactivo (esencialmente el isótopo I-131) inhalado o ingerido. Para conseguir la
reducción máxima de la dosis de radiación al tiroides, el yodo estable debe suministrarse
antes de toda incorporación de yodo radiactivo o inmediatamente después de la
exposición.

Evacuación:

La evacuación consiste en el traslado de la población que pudiera verse afectada por el


paso de la nube radiactiva, reuniéndola y albergándola en lugares apropiados no
expuestos, durante un periodo corto de tiempo. Esta medida tiene su máxima eficacia,
para evitar la exposición a la radiación, cuando es posible adoptarla como medida
precautoria antes de que haya habido una emisión de sustancias radiactivas o, si la
emisión ya ha comenzado, cuando la evacuación se realiza dentro de zonas no afectadas.

Si la emisión de productos radiactivos resultante de un accidente es tan rápida que no hay


tiempo suficiente para la evacuación antes del vertido, pudiera causar que algunas
personas fueran transportadas a través de la nube y recibieran dosis más altas que si
hubieran permanecido en un edificio.

Control de accesos:

El establecimiento de mecanismos de control de accesos a zonas afectadas por una


emergencia radiológica está siempre justificado y es la primera medida contemplada por

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las planes interiores y exteriores de emergencia radiológica y nuclear. La adopción de esta


medida permite disminuir la dosis colectiva, reducir la propagación de una posible
contaminación y vigilar y controlar dosimétricamente al personal que participe en la
emergencia y que deba entrar o salir de la zona de control.

Descontaminación de personas y equipos:

Cuando se produzca dispersión de material radiactivo, será necesaria la


descontaminación de las personas o equipos que resulten contaminados con el fin de
evitar el incremento de la dosis individual debido a las sustancias radiactivas depositadas,
la propagación de la contaminación a otras personas y las posibilidades de resuspensión y
dispersión de sustancias radiactivas.

Existen diversos niveles y métodos de descontaminación de personas, que van desde el


simple despojo de la vestimenta, pasando por lavados más o menos profundos, hasta la
intervención sanitaria cuando la contaminación sea interna. Los riesgos asociados a la
descontaminación por simple cambio de ropas o lavado son nulos; únicamente podrían
ser considerados los que conllevan un tratamiento sanitario en caso de contaminaciones
profundas o internas. En el caso de emergencias nucleares, para la realización de esta
medida, están previstas en los planes de emergencia exterior unas instalaciones
específicas llamadas Estaciones de Clasificación y Descontaminación (ECD).

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Estabulación de animales:

Esta medida tiene por objeto la protección de las personas y sus bienes mediante el
confinamiento y control alimenticio de los animales que de alguna manera entren en la
cadena alimentaria, con el fin de reducir la propagación de una posible contaminación.
La adopción de esta medida no es prioritaria cuando su ejecución pueda ocasionar el
retraso en la aplicación de otras medidas (confinamiento, evacuación, etc.).

Medidas de larga duración:


Cuando se trata de acciones protectoras de mayor duración, una eventual penalización
radiológica a causa de demoras para realizar mediciones y determinar más exactamente
el impacto del accidente, sería más pequeña que en el caso de medidas de protección
urgentes. Sin embargo, las penalizaciones sociales y económicas por la adopción de
criterios erróneos pueden ser muy elevadas a causa del tiempo relativamente largo que
permanezcan vigentes dichas medidas. Por consiguiente, en el caso de medidas
protectoras de larga duración, es importante que el proceso de justificación y
optimización se realice con la mayor información posible, adoptando las estimaciones
más correctas sobre las consecuencias de las diferentes opciones de protección.
La finalidad de las medidas protectoras de larga duración es, en general, reducir el riesgo
de efectos estocásticos en la salud de la población expuesta y de efectos genéticos en las
generaciones posteriores.

Control de alimentos y agua:

Cuando una zona ha resultado afectada por la deposición de material radiactivo o bien ha
sido regado con aguas contaminadas, es recomendable, como primera medida, prohibir el
consumo de alimentos y agua, así como de piensos, y sustituirlos por otros procedentes
de zonas no afectadas, hasta que se tengan los resultados del análisis de los mismos.
Después de conocer tales resultados, puede decidirse el consumo normal, el consumo
restringido o diferido, el tratamiento, la mezcla con otros alimentos o la prohibición total.
La dificultad en la aplicación de esta medida radica en el abastecimiento a las poblaciones
afectadas en la cantidad y premura de tiempo necesarias. Puede haber dificultades en la
aceptación de esta medida por temor psicológico.
Existen contramedidas distintas de la prohibición de alimentos y que son técnicas simples
pero muy eficaces como lavar la fruta y las hortalizas y quitar las hojas exteriores o pelar
los productos para eliminar la contaminación superficial.

Descontaminación de áreas:

La descontaminación puede considerarse una medida protectora tanto como una medida
de recuperación. Las medidas protectoras se destinan a la población afectada y al

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personal de intervención, mientras que las medidas de recuperación se dirigen


principalmente hacia el ambiente físico y el restablecimiento de condiciones de vida
normales. El nivel óptimo de intervención se deberá establecer haciendo un balance
entre el valor de la dosis colectiva evitada gracias a la descontaminación y los costos de la
misma, entre los que se incluirán los de la gestión de los residuos y los correspondientes a
las dosis recibidas por el personal que lleve a cabo esta medida.

Traslado temporal y traslado permanente:

Se distingue entre traslado temporal (albergue de media duración) y traslado permanente


(realojamiento) en función del carácter provisional o definitivo del nuevo asentamiento.
La decisión acerca de la necesidad de un traslado temporal requiere menos urgencia que
cuando se trata de una evacuación. La medida de traslado temporal se aplica para evitar
que se reciban dosis elevadas durante un periodo de meses; en general, es posible
justificar demoras limitadas en su aplicación mientras se efectúan mediciones y se evalúa
la situación. En el momento de decidir entre traslado temporal y permanente es
importante considerar factores radiológicos, económicos y sociales.

4. CRITERIOS RADIOLÓGICOS.

4.1. Niveles de intervención para medidas de protección.

La aplicación práctica de las medidas de protección a la población conlleva siempre una


serie de perturbaciones, riesgos y costos para el público afectado que, además, van a ser
muy diferentes según la medida de protección de que se trate. El riesgo y el costo social
de la evacuación va a ser muy superior al de aplicar la medida de confinamiento. Por ello,
la decisión de aplicar una medida de intervención requiere una cuidadosa evaluación de
los riesgos asociados, de modo que tal decisión solo será apropiada si el riesgo y costo
social resultante de aplicar tal medida es inferior al que resultaría en caso de que no se
aplicase, es decir, de que continuase la exposición. Es obvio pensar que no puede dejarse
para el momento en que ocurra el accidente la realización de tal evaluación, ya que la
experiencia demuestra que la eficacia en la aplicación de medidas de intervención
depende en gran parte de su planificación y preparación previa. Surge así la necesidad
práctica de establecer los denominados niveles de intervención, entendiendo como tales
“los valores de las dosis proyectadas a las que deben implantarse una determinada
medida de intervención”.

Así pues, en todo plan de emergencia nuclear deben quedar perfectamente definidos de
antemano aquellos niveles de intervención que definen la conveniencia o la necesidad de
decidir la implantación de cada una de las medidas de protección aplicables al caso.

En teoría, en la fase de planificación y preparación, anterior a cualquier accidente, se


debería estudiar una optimización genérica de las acciones protectoras, basada en el
cálculo genérico para el escenario del accidente (con inclusión del término fuente, las

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condiciones ambientales, y el valor típico de la eficiencia de las medidas protectoras), lo


que debería dar por resultado, para cada medida protectora y cada escenario
seleccionado, un nivel de intervención genérico optimizado, que debería ser el primer
criterio de actuación a seguir inmediatamente y durante breve tiempo después de que
ocurra un accidente. Con posteridad al comienzo del accidente, y una vez que se disponga
de información concreta sobre su naturaleza, consecuencias y evolución probables, se
debería realizar un análisis de optimización más preciso y específico basado en datos
reales y en la eficacia real de las medidas protectoras. El resultado debería ser un nivel de
intervención específico para cada medida protectora, que se adoptaría como criterio a
medio y largo plazo.

En realidad, la adopción de un criterio totalmente riguroso para la selección de niveles de


intervención genéricos exigiría llevar a cabo una optimización, probablemente aplicando
una técnica de análisis por atributos múltiples, para cada emplazamiento e instalación
distintos y para una gama completa de escenarios de accidente que caracterizaran la
naturaleza y magnitud de la emisión radiactiva, así como las condiciones meteorológicas y
otras circunstancias locales posibles. El resultado de estos cálculos sería una serie de
posibles niveles de intervención, partiendo del cual podría seleccionarse un conjunto
representativo. Ahora bien, teniendo en cuenta la premura de tiempo y la necesidad de
incorporar en las decisiones factores sociopolíticos que no se pueden recoger en estos
cálculos y obligan a cierta flexibilidad, se ha optado por seleccionar los valores en base a
los niveles de intervención recomendados por la Unión Europea, la Comisión
Internacional de Protección Radiológica y el OIEA (que son los que se encuentran
incluidos en la legislación) y especificar en esta que éstos pueden ser modificados en
función de las circunstancias.

El concepto de niveles de intervención para medidas de protección es,por tanto el


referente legal en vigor utilizado en la normativa en vigor tanto para emergencias
nucleares (PLABEN) como para emergencias radiológicas (Directriz Básica de Riesgo
Radiológico).

En el PLABEN se indica que “los niveles de intervención son valores de referencia de


determinadas magnitudes radiológicas a partir de los cuales se considera que es
adecuada la aplicación de una medida de protección”. Por lo tanto “la decisión de aplicar
una medida de protección se basará en la comparación entre el resultado de la evaluación
de la evolución previsible del accidente o de las consecuencias radiológicas generadas por
éste en cada una de las zonas afectadas, y los niveles de intervención establecidos”, que
se incluyen en una tabla en el Anexo II del mismo (con el matiz de que para la medida de
protección de control de accesos no se establece dicho nivel ya que se considera siempre
justificada en cuanto se declara una emergencia exterior a la instalación nuclear). Por su
parte, la Directriz Básica de Riesgo Radiológico incluye algo muy parecido incorporando
en su Anexo IV las mismas los mismos niveles.
Los niveles de intervención están dirigidos principalmente a la fase inicial del accidente,
es decir, al periodo de tiempo comprendido entre los primeros momentos en que se
detecta la amenaza de una posible liberación y las horas posteriores a la emisión del

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material radiactivo. Es importante señalar que los niveles de intervención no son límites y
se expresan en términos de dosis evitable.

Aplicación práctica (Niveles Derivados de Intervención):

¿Qué sucede en la práctica cuando se identifica o sospecha la posibilidad de un accidente


con implicaciones radiológicas en el exterior del emplazamiento?. En una emisión
accidental típica de sustancias radiactivas a la atmósfera, la tasa de dosis a la población
expuesta será al principio relativamente alta a causa de la inhalación de las sustancias
presentes en la nube y de la irradiación externa, pero una vez que la nube haya pasado, la
tasa de dosis disminuirá considerablemente. En esa fase, la exposición será externa,
debida a las sustancias depositadas, e interna, debida a las sustancias resuspendidas
inhaladas y a la contaminación de los alimentos. Por lo general, esta tasa de dosis
decrecerá con bastante rapidez al principio y más lentamente después, a causa de la
desintegración radiactiva y de otros procesos ambientales.

Como es lógico, en los primeros momentos, una vez que se detecta la posibilidad de
accidente, las primeras previsiones de las dosis que pueda recibir la población se
realizarán en base a consideraciones de tipo teórico, como son la tasa prevista de emisión
y las condiciones meteorológicas. Por tanto, en estos primeros momentos de la fase
inicial, la utilización de los niveles de intervención expresados en términos de dosis
resultará plenamente efectiva.

Sin embargo, ya en esta fase inicial es norma habitual que se envíen a la zona afectada
equipos de vigilancia radiológica a fin de realizar aquellas mediciones necesarias para:
1. Obtener una evidencia real de la magnitud de la emisión
2. Contrastar la validez de las estimaciones teóricas

Los resultados que se obtengan en esta vigilancia (mSv/h en aire, Bq/m3 en aire, Bq/m2
en suelo, Bq/l en agua o leche, etc.) se podrán correlacionar siempre, mediante la
aplicación de modelos físico-matemáticos, con las dosis que puedan recibir los individuos
afectados y una vez conocidas estas se podrán compara con los Niveles de Intervención
establecidos para decidir así la adopción de las correspondientes medidas de protección.

Puesto que, en caso de emergencia la rapidez en la toma de decisiones juega un papel


clave, resulta de gran utilidad en la práctica expresar los Niveles de Intervención en
términos de Niveles de Actividad en Muestras Ambientales (o de tasa de dosis en aire);
estos son los denominados Niveles Derivados de Intervención (en adelante NDI). Su
razón de ser radica pues en la dificultad práctica que presenta la verificación sobre la
superación o no de los niveles de intervención que, por expresarse en términos de dosis,
no son magnitudes de medición directa. Mediante el establecimiento de estos niveles
derivados que se refieren a magnitudes de medición física directa, se permite un mejor
control y seguimiento de la situación y una mayor agilidad en la toma de decisiones.

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Estos niveles derivados podrán utilizarse sea cual sea la fase del accidente, con las
precauciones de que, en los primeros momentos de la fase inicial su uso puede quedar
muy restringido, particularmente si las medidas de protección se adoptan con carácter
preventivo, antes de la emisión; mientras que en la fase final, los aspectos relativos a la
toma de decisiones se hacen menos críticos y hay por tanto menos necesidad de
planificar a priori todas las actuaciones y el establecimiento de niveles derivados no tiene
tanto sentido (es decir que su uso queda restringido a las fases inicial e intermedia de la
emergencia).

Los NDI, por tanto vendrán expresados en valores numéricos de las siguientes magnitudes
que poder comparar directamente con las mediciones obtenidas por los equipos de
vigilancia radiológica:

-Para la fase inicial:


-Tasa de dosis ambiental (mSv/h)
-Concentración o actividad en aire (Bq/m3 o Bq·s/m3)
-Concentración de actividad en suelo ((Bq/m2)
-Para la fase intermedia:
-Concentración de actividad en alimentos (Bq/kg)

4.2. Niveles de Dosis de Emergencia para el personal de intervención.


En el caso de emergencias nucleares y radiológicas pueden existir intervenciones en las
que esté justificada la exposición de individuos a niveles de dosis superiores a los límites
establecidos legalmente en la legislación al respecto (Reglamento de Protección Sanitaria
contra las Radiaciones Ionizantes). Para dar amparo legal a dicha situación, la legislación
relacionada con las emergencias (PLABEN y Directriz Básica de Riesgo Radiológico)
definen una serie de “grupos de intervención” y establece unos niveles de dosis umbrales
para los que “el director de la emergencia realizará todos los esfuerzos razonables para
mantener las dosis por debajo de ese umbral”. La diferencia en este caso, por tanto, es
que, esos niveles que se señalan dejan de ser límites absolutos (con consecuencias legales
por su incumplimiento) para convertirse en referencias de uso práctico.
De este modo tendremos los siguientes grupos:
-Grupo 1: Personal que deba realizar acciones urgentes para salvar vidas, prevenir
lesiones graves o para evitar un agravamiento de las consecuencias del accidente que
pudieran ocasionar dosis considerables al público, en lugares en los que pudiera resultar
irradiado o contaminado significativamente. El nivel de dosis umbral será el de aparición
de efectos deterministas graves para la salud (1 Gy para todo el organismo, 6 Gy en
pulmón, 3 Gy en piel, 5 Gy en tiroides, 2 Gy en cristalino o 3 Gy en gónadas) que, con
carácter excepcional y para salvar vidas humanas podrá ser superado. Estas personas
podrían recibir dosis superiores a los límites de dosis individuales para trabajadores
expuestos establecidos en el Reglamento sobre protección sanitaria contra radiaciones
ionizantes, por lo que deberán ser voluntarios, y no podrán ser mujeres embarazadas.
-Grupo 2: Personal involucrado en la aplicación de medidas de protección urgentes y
otras actuaciones de emergencia. El nivel de dosis umbral será el límite de dosis máximo

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anual para la exposición en un solo año, establecido en el Reglamento sobre protección


sanitaria contra radiaciones ionizantes en 50 mSv de dosis efectiva.
-Grupo 3: Personal que realice operaciones de recuperación, una vez se haya controlado
plenamente la situación tras el accidente y se hayan restablecido los servicios esenciales
en la zona afectada. Para proteger a este personal, se aplicará el sistema de protección
radiológica asociada a las prácticas, y las dosis deberán mantenerse por debajo de los
límites de dosis para los trabajadores expuestos establecidos en el Reglamento sobre
protección sanitaria contra radiaciones ionizantes (es decir, serán considerados
trabajadores radiológicamente expuestos “normales”).

4.3. Concepto y uso de niveles de referencia.

En el año 2013, la Unión Europea aprobó la Directiva EURATOM/2013/59 que revisa y


modifica los criterios radiológicos de la directiva que deroga (EURATOM 96/29) que es en
base a la que están hechos los reales decretos de planificación ante el riesgo nuclear y
radiológico en vigor. Esta directiva establece una modificación en los criterios radiológicos
para las exposiciones de emergencia que han de ser traspuestos. Uno de ellos consiste en
establecer la sistemática en torno al concepto de Niveles de Referencia, tanto en lo
referido al riesgo nuclear como al radiológico. Por tanto, pese a ser un concepto que no
está en vigor en la planificación, esta trasposición ha de realizarse por parte del estado
español y en algún momento futuro será la que esté en vigor, ya que la Directiva 13/59
pide específicamente en sus considerandos previos número 41 y 42 lo siguiente:

(41)Con respecto a la gestión de situaciones de exposición de emergencia, el enfoque


actual basado en niveles de intervención debe sustituirse por un sistema más
exhaustivo que comprenda una evaluación de las posibles situaciones de exposición de
emergencia, un sistema global de gestión de emergencias, planes de respuesta ante
emergencias y estrategias planificadas de antemano para la gestión de cada evento
contemplado.

(42)La introducción de niveles de referencia en situaciones de exposición de emergencia y


existentes permite proteger a las personas, además de tener en cuenta otros criterios
sociales de igual forma que los límites de dosis y las restricciones de dosis en
situaciones de exposición planificadas.

Los niveles de referencia se definen de la siguiente manera: “Aquél o aquellos niveles de


dosis efectiva, de dosis equivalente, o de actividad por unidad de masa o de volumen en
una situación de exposición de emergencia o existente, por encima del cual se considera
inapropiado permitir que se produzcan exposiciones, aun cuando no se trate de un límite
que no pueda rebasarse, sino de una herramienta para la optimización de la protección
radiológica”. Este nivel se preestablece para situaciones de exposición de emergencia en
un valor de 20 mSv de dosis profunda efectiva tanto recibida durante la intervención
como la acumulada a lo largo de una emergencia que requiera varia intervenciones, y de
1 mSv por año para situaciones de exposición existentes.

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La aplicación práctica de este principio (un nivel de referencia –y sus derivados- que
comparar con los cálculos y mediciones que se obtienen durante la emergencia de forma
que se pueda facilitar la toma de decisiones para conseguir la optimización de la
protección radiológica) parece idéntica al concepto que pretende sustituir de “niveles de
intervención”. La diferencia entre los dos conceptos es relativamente sutil, y se encuentra
en que, en la planificación y gestión de las emergencias, además de tener en cuenta unos
niveles de dosis a evitar -en una situación de exposición de emergencia-, se han de tener
en cuenta otros factores con un enfoque más amplio que comprenda también todas las
fases de la emergencia (especialmente la fase de recuperación posterior a esta) –en una
situación de exposición existente posterior a la emergencia denominada “exposición
planificada”- y las consecuencias que las decisiones inmediatas puedan tener en la
gestión integral de la emergencia. A efectos iniciales, y hasta no entrar en procedimientos
de actuación muy detallados, las consecuencias prácticas de esta modificación son
mínimas, sobre todo a nivel de las normas más generales de planificación (tanto PLABEN
como Directriz Básica de Riesgo Radiológico) cuya función –pendiente de transponer-
sería recoger la obligatoriedad de abordar este enfoque en los documentos que de ellas
se derivaran, encargados de desarrollarla.

Con la introducción del concepto de “niveles de referencia” se incluyen también unas


nuevas definiciones que lo desarrollan en los conceptos de “niveles de intervención
operacional (NIOs)”, que se definen como aquel nivel, medido por instrumentos, o
determinado mediante análisis en el laboratorio, que corresponde a un nivel de
intervención o nivel de actuación. Se expresan típicamente en tasa de dosis, actividad de
material radiológico liberado, concentración en el ambiente, aire, suelo, comida o agua.
Un NIO normalmente puede usarse de manera inmediata y directa (sin análisis o
evaluaciones adicionales) para determinar unas acciones de protección adecuadas a
partir de las medidas obtenidas. El concepto es idéntico al de Niveles Derivados de
Intervención utilizado en la legislación en vigor.

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AUTOEVALUACIÓN

CUESTIONARIO
1.- Cuando un isótopo se aleja de la curva de estabilidad por exceso de neutrones, ¿qué
tipo de transformación nuclear es más probable que se produzca?

A. Desintegración α
B. Desintegración β+
C. Desintegración β-

2.- Indicar cuál de los siguientes tipos de radiación No es Ionizante:

A. Radiación Infrarroja
B. Neutrones
C. Rayos X

3.- ¿Cuál es el umbral de aparición en los seres vivos de efectos estocásticos debidos a
la exposición a las radiaciones ionizantes?

A. 0,25 Sv
B. 0 Sv
C. 200 mSv

4.- ¿Cuál de los siguientes elementos no forma parte de un reactor nuclear?

Moderador
Refrigerante
Contención
Combustible

5.- ¿Por qué factor hay que multiplicar la actividad del nivel de exención de un
determinado radionucleido para considerar la instalación en la que se utiliza de
segunda categoría?:

A. 10
B. 100
C. 1000

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6.- ¿Qué riesgos presentan las fuentes radiactivas no selladas?

A. Irradiación
B. Contaminación
C. Ambos

7.- ¿En cuál de las circunstancias previstas de exposición a radiaciones ionizantes no se


puede aplicar el principio de limitación de dosis?

A. Prácticas
B. Intervenciones
C. Exposiciones potenciales

8.- ¿Qué trabajadores radiológicamente expuestos están sometidos a una vigilancia


médica incrementada respecto de la estandarizada para la Medicina de Trabajo y
Prevención de Riesgos Laborales?:

A. Tipo A
B. Tipo B
C. Ambos

9.- ¿Qué medida de protección urgente en caso de emergencia nuclear está siempre
jusitficada?:

A. Confinamiento
B. Control de accesos
C. Control de alimentos y agua

10.- ¿Para qué grupo de intervención en emergencias radiológicas y nucleares es


necesario que esté conformado exclusivamente por personal expresamente voluntario?

A. Grupo 1
B. Grupo 2
C. Ambos

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SOLUCIONES
1.- C
2.- A
3.- B
4.- Contención
5.- C
6.- C
7.- B
8.- A
9.- B
10.- A

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