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Año: 2020
Uno de los problemas centrales, ligado a esta cuestión social, era el de la disciplina de
trabajo. Como afirma Ricardo D. Salvatore, este problema acompaño el surgimiento y la
consolidación de la criminología positivista en Argentina, entre 1890 y 1920 (Salvatore, R.
2010: 1)1 Es en consecuencia, que por medio de su programa de defensa social, los
criminólogos positivistas se orientaron a interpretar e intentar solucionar este problema. Es
por esta razón que, las reformas penales y penitenciarias que estos criminólogos positivistas
llevaron adelante tuvieron esta función: identificar, interpretar y manejar, dentro del
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La numeración corresponde al archivo digital, a falta de la numeración original.
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contexto de las instituciones disciplinarias, el problema de una falta de ética del trabajo en
una gran parte de la población trabajadora inmigrante.
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para instalar un paisaje grisáceo en el que el cambio se centró solo en algunos puntos
asilados de las instituciones disciplinarias (Caimari, L. 2009: 110) Y es que en muchas
otras instituciones, el pasado penitenciario pre-higienista era todavía la regla. De esta
forma, para Caimari, la mayoría de estas instituciones traicionaban la concepción, para ese
entonces, equivalente a lo moderno y progresista. La razón por la cual los viajeros visitaban
la Penitenciaria Nacional, o era publicada en álbumes fotográficos, era porque se asimilaba
a un escaparate de modernidad punitiva (Caimari, L. 2009: 110) Sin embargo esta
institución solo albergaba al 10% de la población carcelaria, entonces la pregunta que
Caimari se formula es la de ¿Cuál es la realidad del 90% restante de dicha población?
Llegando a la conclusión de que esa realidad era bastante disímil al castigo meticuloso y
científico al que hacían referencia las revistas científicas.
Por otro lado, Caimari, plantea la idea de que las prisiones reflejan, de una forma
distorsionada, las ideas sobre las políticas punitivas (Caimari, L. 2009: 124) En ese sentido,
la precariedad de las cárceles podía servir de instrumento para moderar a los partidarios de
las políticas peligrosistas, y la práctica de la prisión política fue muy sostenida durante las
primeras décadas del siglo, como testimonian materiales anarquistas y socialistas. Otro
ejemplo de este tipo de control lo demuestra la utilización, con medios intimidatorios, del
artículo 52 del Código de procedimientos y la amenaza de pasar una reclusión perpetua en
la cárcel de Ushuaia, bajo la pretensión de la defensa de los libres contra los reincidentes
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criminales. Pero, por otro lado, las voces que se levantaron en contra de las penas que
requerían la privación de la libertad provinieron del mismo centro del mundo jurídico
(Caimari, L. 2009: 112) como es el ejemplo de Rodolfo Rivarola en su La justicia en lo
criminal (1899), quien exponía que el problema no era la falta de instituciones carcelarias,
sino el numero absurdo de presos, producto de las legislaciones perversas como la Ley de
Reformas de 1903, que impedía que las penas corporales fueran redimidas con dinero,
imposibilitando que la multa suplantara a la privación de la libertad para penas menores de
dos años (Caimari, L. 2009: 112)
Bibliografía
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