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El ergotismo y Claviceps purpurea

El ergotismo, una micotoxicosis producida por la ingestión de cereales, habitualmente


centeno, contaminados con alcaloides del ergot, representa una enfermedad cuyos estragos
afectaron profundamente a las poblaciones prácticamente desde los inicios de la agricultura
hasta épocas relativamente recientes (Ayarragaray, 2014; Battin, 2010; Merhoff & Porter,
1974; Schardl et al., 2006; Schiff, 2006). La contaminación tiene lugar en primavera, cuando
hongos del género Claviceps colonizan las espigas de los cereales, creciendo y generando
unas estructuras denominadas esclerocios, que sirven para resistir el invierno y contienen
dichos alcaloides. De las 36 especies que aúna el género, C. purpurea ha sido la más
prevalente en Europa (Eadie, 2003; Schardl et al., 2006; Schiff, 2006; Tudzynski, 2004).

A nivel fisiológico, las consecuencias de la intoxicación se derivan de la unión de los


alcaloides a receptores 5-HT2A y 5-HT1B/1D para serotonina, receptores D2 para dopamina y
α-adrenérgicos, además de su actividad simpaticolítica. Debido a esto, vemos una
contracción de la musculatura lisa, tanto uterina como arterial, además de una importante
alteración de las funciones mentales y sensoriales (Ayarragaray, 2014; Eadie, 2003;
Merhoff & Porter, 1974). El ergotismo se manifiesta de dos formas diferenciadas: la
gangrenosa y la convulsiva. La primera es causada por la restricción del riego a las
extremidades, llevando a una dolorosa situación de isquemia y al desarrollo de gangrena
seca en el miembro afectado. La vasoconstricción también puede derivar en isquemia del
sistema esplácnico, infarto de miocardio o incluso ceguera por oclusión de la arteria
oftálmica. El tipo convulsivo cursa con dolorosas contracciones involuntarias de las
extremidades, que pueden durar hasta horas, además de alucinaciones, demencia y otras
alteraciones de la función nerviosa (Eadie, 2003; Merhoff & Porter, 1974; Schardl et al.,
2006; Schiff, 2006).

Con todo, pese a los estragos económicos y la lacra para la salud de las poblaciones
que supuso hasta finales del siglo XX, el ergot (en concreto sus esclerocios) también se
identificó de forma muy temprana como una fuente de sustancias útiles. Si bien se usaba ya
con estas funciones en el siglo VI a.C., a partir del 1918 se sistematizó el uso de los
alcaloides extraídos de C. purpurea para controlar las cefaleas y, especialmente, ayudar al
parto y frenar las hemorragias durante éste (Ayarragaray, 2014; Eadie, 2003; Merhoff &
Porter, 1974; Schiff, 2006).

Bibliografía
- Ayarragaray, J. E. F. (2014). Ergotism: a change of perspective. Annals of vascular surgery,
28(1), 265-268.

- Battin, J. (2010). Le feu Saint-Antoine ou ergotisme gangreneux et son iconographie


médiévale. Histoire des sciences médicales, 44(4), 373.

- Coufal-Majewski, S., Stanford, K., McAllister, T., Blakley, B., McKinnon, J., Chaves, A. V., &
Wang, Y. (2016). Impacts of cereal ergot in food animal production. Frontiers in veterinary
science, 3, 15.

- Eadie, M. J. (2003). Convulsive ergotism: epidemics of the serotonin syndrome?. The lancet
neurology, 2(7), 429-434.

- Merhoff, G. C., & Porter, J. M. (1974). Ergot intoxication: historical review and description of
unusual clinical manifestations. Annals of surgery, 180(5), 773.

- Schardl, C. L., Panaccione, D. G., & Tudzynski, P. (2006). Ergot alkaloids–biology and
molecular biology. The alkaloids: chemistry and biology, 63, 45-86.

- Schiff Jr, P. L. (2006). Ergot and its alkaloids. American journal of pharmaceutical
education, 70(5).

- Tudzynski, P., & Scheffer, J. A. N. (2004). Claviceps purpurea: molecular aspects of a


unique pathogenic lifestyle. Molecular Plant Pathology, 5(5), 377-388.

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