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incorporar a la vida social y laboral a personas con algún tipo de minusvalía, lo que
repercute de una forma directa y positiva en su integración social y desarrollo personal.
La tendencia del impacto de cada una de las fuentes de diversidad es variable. Como
puede observarse en el cuadro 1, en Estados Unidos, los conflictos generados por
diversidad con origen en religión o nacionalidad han aumentado a un ritmo superior al
resto de causas, mientras que los referentes a discapacidad se han reducido de forma
sensible.
Cuadro 1. Denuncias de Discriminación Registradas por la EEOC
(U.S. Equal Employment Opportunity Commission)
Una encuesta de 1992 realizada por Hay Group mostró que sólo el 5% de una muestra de
1,405 compañías consideraba que estaba haciendo un buen trabajo en la gestión de la
diversidad de su fuerza de trabajo (Robinson y Dechant, 1997). De esta forma, parece que
los directivos no tienen claro hacia dónde dirigir sus esfuerzos.
Básicamente, el trabajo principal de la dirección de recursos humanos suele girar en torno
a la capacitación de los directivos acerca de la importancia de la diversidad y las nuevas
necesidades de liderazgo y en torno a la mejora del sistema de desarrollo de carreras para
aumentar el atractivo de las empresas a las personas que tienen necesidades diferentes.
Así por ejemplo, la flexibilidad en horario y jornada suele ser positivamente valorada por
las mujeres trabajadoras.
¿Pero quién mide los efectos de los programas de diversidad?
Durante años, la industria de la consultoría orientada a la diversidad ha defendido que
estos programas conducían a un mayor rendimiento financiero y una mayor
productividad, pero la evidencia en que se basa es básicamente anecdótica o basada en
datos limitados recogidos a través de métodos cuestionables (Hansen, 2003).
Incluso en el nivel de la casuística, muchas compañías que se enorgullecen de sus
programas de diversidad, como Coca-Cola o Ford Motor Company, aún se encuentran en
los tribunales resolviendo demandas de discriminación racial. Incluso Wall-Mart, que
ocupa el primer lugar en el ranking 2003 de la revista Fortune en “Las Compañías más
Admiradas de América”, se enfrenta al mayor juicio sobre discriminación sexual en toda
la historia de los Estados Unidos, ya que recientemente un juez admitió a trámite una
demanda colectiva de casi 1.6 millones de mujeres, que trabajaron en sus tiendas
norteamericanas desde diciembre de 1998.
Quizás, parte de la explicación esté no sólo en que las empresas, a pesar de sus
declaraciones y programas de diversidad, siguen incurriendo en mayor número de casos
de discriminación, sino que los empleados son más conscientes que antes de sus derechos
y denuncian lo que ellos entienden que son situaciones de discriminación.
No obstante, parece claro que no existe homogeneidad en los logros obtenidos de las
acciones de diversidad.
Diversos estudios encontraron que los resultados conseguidos en la gestión de la
diversidad de género han sido más exitosos que la referente a aspectos raciales o étnicos.
Incluso, algunos estudios empíricos señalan que la diversidad étnica o racial puede llegar
a tener impacto negativo sobre los resultados. Si no se atiende suficientemente, o se
gestiona mal la diversidad, puede generar incomunicación, mayor nivel de conflicto,
mayores tasas de rotación y peor rendimiento.
Algunas compañías miden los resultados de la diversidad con tasas de reclutamiento,
promociones o rotación, pero pocas tratan de medir el impacto en los resultados
financieros de sus programas. El problema es cómo cuantificar todos los beneficios que
puede generar la diversidad.
Conclusión
Como bien destacan en su reciente trabajo los investigadores de la Diversity Research
Network (Kochan et al., 2003), no existe suficiente evidencia para soportar la idea de que
la diversidad en sí mismo ejerce efectos positivos o negativos sobre los resultados
empresariales.
Las acciones sobre gestión de la diversidad deben ser consideradas como una inversión
alineada con el planteamiento estratégico de la empresa. Las acciones antidiscriminación
son una responsabilidad social para la empresa, pero si la dirección es capaz de medir la
rentabilidad de sus programas, tendrán mayor respaldo para poder justificar la dedicación
de mayor cantidad de recursos.
La diversidad ha avanzado desde la débil base de unos principios de justicia social, pero
para avanzar, debería ir acompañado también de mayor evidencia científica.
Referencias
Cox, T.H. y Blake, S. (1991), “Managing Cultural Diversity: Implications for
Organizacional Competitiveness”, Academy of Management Executive, vol. 3, p. 45-56.
Hansen, F. (2003), “Diversity’s Business Case. Doesn’t Add Up”, Workforce, vol. 82 (4),
p. 28-32
Kochan, T.; Bezrukova, K.; Ely, R.; Jackson, S.; Joshi, A.; Jehn, K.; Leonard, J.; Levine,
D. y Thomas, D. (2003), “The Effects of Diversity on Business Performance: Report of
the Diversity Research Network”, Human Resource Management, vol. 42 (1), p. 3-21.
Richard, O.C. y Johnson, N.B. (2001), “Understanding the Impact of Human Resource
Diversity Practices on Firm Performance”, Journal of Managerial Issues, vol. 13 (2), p.
177-195.
Robinson, G. y Dechant, K. (1997), “Building a Business Case for Diversity”, The
Academy of Management Executive, vol. 11 (3), p. 21-31