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2. Discriminación de género: Se menciona que la discriminación hacia las mujeres es percibida como
prevalente en las empresas. Aunque en la sociedad meritocrática se reconoce el acceso de las
mujeres a puestos de trabajos similares a los hombres, en la práctica, se mantienen estructuras
objetivas y cognitivas que limitan su desarrollo profesional. Se mencionan estereotipos que asocian a
las mujeres con ciertas áreas del cuidado y se argumenta que el embarazo puede afectar su desarrollo
profesional.
En general, se señala que las prácticas discriminatorias pueden estar presentes de manera encubierta,
a pesar de que en el discurso se alegue igualdad de oportunidades. Se plantea la necesidad de que las
empresas y sus líderes se involucren en políticas que promuevan la inclusión y la equidad, y se indica
que la discriminación en las empresas puede afectar su rentabilidad y su imagen corporativa.
2. Asimilación: En este modelo, se espera que los grupos marginados adopten la cultura dominante y
renuncien a su propia identidad cultural. Busca la homogeneización de la sociedad a través de la
adopción de los valores, costumbres y formas de vida de la mayoría dominante.
5. Integración social: Este modelo se centra en la interacción y participación activa de los grupos
marginados en la sociedad. Busca fomentar la integración y el reconocimiento de los derechos y la
dignidad de todos los individuos, independientemente de sus características.
Estos modelos tienen distintas implicaciones y pueden ser implementados de diferentes maneras
según las necesidades y contextos específicos. El objetivo principal es promover una sociedad
inclusiva donde todos los individuos puedan participar en igualdad de condiciones y disfrutar
plenamente de sus derechos y oportunidades.
En general, la endogamia es una práctica que limita las opciones matrimoniales y reproductivas de las
personas, y puede tener consecuencias negativas tanto genéticas como sociales. Promover el
matrimonio y las relaciones basadas en la libre elección y la diversidad puede contribuir a una
sociedad más inclusiva y equitativa.
En primer lugar, los derechos civiles se refieren a la protección de las libertades individuales, como la
libertad de expresión, la libertad de movimiento y la igualdad ante la ley. Estos derechos son
fundamentales para garantizar la igualdad y el trato justo a todos los ciudadanos.
En segundo lugar, los derechos políticos se basan en el derecho a participar en el proceso político,
como el derecho al voto y el derecho a formar partidos políticos. Estos derechos permiten a los
ciudadanos tener voz y voto en la toma de decisiones que afectan a la sociedad en su conjunto.
En tercer lugar, los derechos sociales se refieren a la protección del bienestar social y económico de
los ciudadanos. Estos derechos incluyen el acceso a la educación, la atención médica, la vivienda y la
seguridad social. Marshall argumenta que estos derechos son esenciales para garantizar una igualdad
real en la sociedad y para evitar la marginalización de determinados grupos sociales.
Además de estos tres tipos de derechos, Marshall también destaca la importancia de la clase social en
la ciudadanía. Argumenta que la pertenencia a una determinada clase social puede afectar el ejercicio
y la protección de los derechos de ciudadanía. Las desigualdades socioeconómicas pueden limitar el
acceso a ciertos derechos y dificultar la plena participación de los ciudadanos en la sociedad.
En resumen, el capítulo analiza la conexión entre la ciudadanía, los derechos civiles, políticos y
sociales, y la influencia de la clase social en la protección y el ejercicio de esos derechos. Marshall
destaca la importancia de alcanzar una ciudadanía plena e igualitaria para garantizar una sociedad
justa y equitativa.