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EL EGO INFLADO (Ego and Archetype, Edward F. Edinger, Cap 1.

)
Traducido por M. Amelia Herrera

1. - EGO Y SELF.
El descubrimiento más básico y trascendente de Jung es el inconsciente
colectivo o psiquis arquetípica. A través de sus investigaciones podemos saber
actualmente que la psiquis individual no es sólo producto de la experiencia
personal. Tiene también una dimensión pre-personal o transpersonal que se
manifiesta en patrones e imágenes universales que se encuentran en todas las
religiones y mitologías del mundo. El siguiente descubrimiento de Jung fue que
la psiquis arquetípica tiene un principio estructurador u ordenador que unifica
los distintos contenidos arquetípicos. Este es el arquetipo central o arquetipo
de la totalidad que él denominó Self.

El Self es el centro ordenador y unificador de la psiquis total (conciente e


inconsciente), así como el ego es el centro de la personalidad conciente. O,
dicho de otra manera, el ego es el asiento de la identidad subjetiva, mientras
que el Self es el asiento de la identidad objetiva. El Self es, entonces, la
autoridad psíquica suprema y subornida al ego. El Self se puede describir
sencillamente como la deidad empírica interior y es idéntica a la Imago Dei.
Jung ha demostrado que el Self tiene una fenomenología característica. Es
expresada por ciertas imágenes simbólicas típicas que se denominan mandalas.
Todas las imágenes que enfatizan un círculo con un centro y generalmente con la
figura adicional de un cuadrado, una cruz o alguna otra representación de la
cuaternidad, caen en esta categoría.

Existen también otros temas e imágenes asociados que se refieren al Self. Temas
tales como totalidad, completud, la unión de los opuestos, el punto central
generativo, la nave del mundo, el eje del universo, el punto creativo donde Dios
y el hombre se encuentran, el punto desde donde fluyen las energías
transpersonales hacia la vida personal, eternidad como opuesto al flujo
temporal, incorruptibilidad, lo inorgánico paradójicamente unido con lo
orgánico, estructuras protectoras capaces de lograr el orden dentro del caos, la
transformación de la energía, el elixir de la vida- todo se refiere al Self, la

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fuente central de energía de vida, el fundamento de nuestro ser que es mejor
descrito como Dios. Ciertamente, las fuentes más ricas para el estudio
fenomenológico del Self son las innumerables representaciones que el hombre ha
hecho de la deidad.

Ya que existen dos centros autónomos del ser psíquico, la relación entre los
dos centros tiene una importancia vital. La relación del ego con el Self es
altamente problemática y corresponde mucho a la relación del hombre con su
creador, como se muestra en los mitos religiosos. De hecho, el mito puede ser
visto como una expresión simbólica de la relación ego-Self. Muchas de las
vicisitudes del desarrollo psicológico pueden ser entendidas en términos de la
relación cambiante entre ego-Self en la distintas etapas de crecimiento
psíquico. Es esta evolución progresiva de la relación ego-Self lo que me
propongo examinar.

Jung primero describió la fenomenología del Self así como se da en el proceso


de individuación durante la segunda mitad de la vida. Más recientemente hemos
empezado a considerar el rol del Self en los primeros años de vida. Neuman,
basándose en material mitológico y etnográfico, ha representado simbólicamente
el estado psíquico original anterior al nacimiento del ego conciente, como el
uroboros, usando la imagen circular del que se muerde la cola para representar
al Self primordial, el estado de mandala original desde el cual nace el ego
individual. Fordham, basándose en observaciones clínicas de guaguas y niños,
también ha postulado que el Self es la totalidad original anterior al ego.

Generalmente es aceptado, entre los psicólogos analíticos, que la tarea de la


primera mitad de la vida implica el desarrollo del ego y una progresiva
separación entre ego y Self; mientras que la segunda mitad de la vida requiere
una capitulación, o al menos una relativización, del ego en la medida que
experimenta y se relaciona con el Self. La fórmula corriente, entonces, es:
primera mitad de la vida: separación ego-Self; segunda mitad de la vida:
unificación ego-Self. Esta fórmula, aunque como generalidad puede ser cierta,
niega muchas observaciones empíricas hechas en la psicología infantil y en la
psicoterapia de adultos. De acuerdo con esas observaciones, una fórmula más

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correcta sería una circular que se podría diagramas así:

El proceso de alternancia entre la unión ego-Self y la separación ego-Self


parece darse repetidas veces a lo largo de la vida del individuo, tanto en la
infancia como en la madurez. De hecho, esta fórmula cíclica (o, mejor dicho,
espiral) parece expresar el proceso básico del desarrollo psicológico desde el
nacimiento y hasta la muerte.

De acuerdo con este punto de vista, la relación entre el ego y el Self en las
distintas etapas del desarrollo podrían ser representadas en los siguientes
diagramas:

Estos diagramas representan las etapas progresivas de la separación ego-Self


que aparecen en el curso del desarrollo psicológico. Las áreas sombreadas del
ego designan la identidad ego-Self residual. La línea que conecta el centro del
ego con el centro del Self representa el eje ego-Self, la conexión vital entre
el ego y el Self que asegura la integridad del ego. Debe entenderse que estos
diagramas fueron hechos para ilustrar un punto particular y son, por lo tanto,
inadecuados para otras explicaciones. Por ejemplo, generalmente definimos el
Self como la totalidad de la psiquis, lo cual necesariamente incluiría al ego.
De acuerdo con estos diagramas y con el método de esta presentación, parecería
como si el ego y el Self llegaran a ser dos entidades separadas, siendo el ego

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el trozo más pequeño y el Self el trozo más grande de la totalidad. Esta
dificultad es inherente en este tema. Si hablamos racionalmente, inevitablemente
tenemos que hacer una distinción entre el ego y el Self, la cual contradice
nuestra definición de Self. El hecho es que la concepción del Self es una
paradoja. Es al mismo tiempo el centro y la circunferencia del círculo de la
totalidad. Considerar al ego y al Self como dos entidades separadas es
solamente un recurso racional necesario para distinguir estas cosas.

La figura 1 corresponde al estado urobórico original de Neuman. No existe nada


más que el mandala Self. El germen del ego está presente sólo como una
potencialidad. Ego y Self son uno, lo cual significa que no existe ego. Este es
el estado total de la identidad primaria ego-Self.
La figura 2 muestra un ego emergente que está empezando a separarse del Self,
pero que todavía tiene la mayor parte de sí y su centro en la identidad primaria
con el Self.
La figura 3 presenta un estado más avanzado de desarrollo, sin embargo todavía
queda un resto de identidad ego-Self. El eje ego-Self, que en los dos primeros
diagramas era completamente inconsciente y, por lo tanto, no distinguible de la
identidad ego-Self, ahora empieza a ser en parte conciente.
La figura 4 es un límite teórico ideal que probablemente no existe en la
realidad. Representa una separación total del ego y el Self y una conciencia
plena del eje ego-Self.

Estos diagramas se han hecho para ilustrar la tesis de que el desarrollo


psicológico se caracteriza por dos procesos que ocurren simultáneamente, a
saber, la progresiva separación del ego-Self y también la creciente emergencia
del eje ego-Self en la conciencia. Si esta es una representación correcta de
los hechos, significa que la separación ego-Self y la conciencia creciente del
ego de su dependencia del Self, son, de hecho, dos aspectos de un solo proceso
emergente que es continuo desde el nacimiento hasta la muerte. Por otra parte,
nuestros diagramas también demuestran la validez general que tiene el atribuirle
el conocimiento de la relatividad del ego a la segunda mitad de la vida. Si
pensamos que la figura 3 corresponde a la mitad de la vida, vemos que sólo en
esta etapa ha empezado a emerger a la conciencia la porción superior del eje

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ego-Self.

El proceso por medio del cual se despliegan estas etapas del desarrollo
constituye un ciclo alternado que se representa en el diagrama Nº 5 (que no
aparece en este texto, si puedo se los copio del libro original). En la medida
en que este ciclo se repite una y otra vez a lo largo del desarrollo psíquico,
produce una diferenciación progresiva del ego y del Self. En las primeras
fases, que representan aproximadamente la primera mitad de la vida, el ciclo es
experimentado como una alternancia entre dos estados: inflación y alienación.
Más adelante aparece un tercer estado, cuando el eje ego-Self logra la
conciencia (figura 3), el cual se caracteriza por una relación dialéctica
conciente entre el ego y el Self. Este estado es la individuación. En este
capítulo se considerará la primera etapa: inflación.

2.- INFLACIÓN Y TOTALIDAD ORIGINAL.

La definición de inflación dada por el diccionario es: “inflado, dilatado con


aire, irrealmente grande e irrealmente importante, más allá de los límites del
tamaño propio; de eso se desprende: ser vano, pomposo, orgulloso, presuntuoso”.
Uso el término inflación para describir la actitud y el estado que acompaña la
identificación del ego con el Self. Es un estado en el cual algo pequeño (el
ego) se ha arrogado a sí mismo las cualidades de algo más grande (el Self) y de
ahí que está inflado más allá de los límites de su propio tamaño.

Nacemos en estado de inflación. En la primera infancia no existen ni el ego ni


la conciencia. Todo está en el inconsciente. El ego potencial está completamente
identificado con el Self. El Self nace, pero el ego se hace; y al comienzo todo
es Self. Neuman describe este estado como el uroboros (la serpiente que se
muerde la cola). Ya que el Self es el centro y la totalidad del ser, el ego,
totalmente identificado con el Self, se vivencia a sí mismo como una deidad.
Podemos describir la situación en estos términos, retrospectivamente, sin
embargo, es claro que el niño no piensa así. Él aún no puede pensar, pero todo
su ser y experiencias están ordenados alrededor de un supuesto a priori, que él

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es una deidad. Este es el estado original de totalidad y perfección inconsciente
que es responsable de la nostalgia que todos tenemos de nuestros orígenes, tanto
personal como histórico.

Muchos mitos muestran el estado original del hombre como un estado circular, de
totalidad, de perfección o paradisíaco. Por ejemplo, está el mito Griego
registrado por Hesíodo, de las cuatro edades del hombre. La primera, la edad
original, era la edad de oro, un paraíso. La segunda era la edad de plata, un
periodo matriarcal donde los hombres obedecían a las madres. La tercera edad
era la edad de bronce, un periodo de guerras. Y la cuarta edad era la edad de
hierro, el periodo en el que él estaba escribiendo, el cual era completamente
degenerado.

En relación a la edad dorada del paraíso, Hesíodo dice:


(La raza dorada de hombres) vivía como dioses sin penas del corazón, lejanos y
libres de afanes y pesares… Tenían todas las cosas buenas, porque la tierra
pródiga, les ofrecía espontáneamente fruta en abundancia y sin restricción.
Habitaban con tranquilidad y paz en sus tierras con muchas cosas buenas, rica en
rebaños y amados por sus dioses benditos.

En la edad de paraíso la gente está unida con los dioses. Esto representa el
estado del ego que está aún como no nacido, que no se ha separado todavía del
útero del inconsciente y que, por lo tanto, todavía participa de la completud y
totalidad divina.

Otro ejemplo es el mito platónico del hombre original. De acuerdo al mito, el


hombre original era redondo, con la forma de un mandala. En el Simposio, Platón
dice:

El hombre primitivo era redondo, su espalda y sus costados formaban un círculo…


Su poder y fuerza eran terribles, y los pensamientos de sus corazones eran
grandiosos, y atacaron a los dioses… y les habrían echado las manos a los
dioses… los dioses no podían aceptar que su insolencia quedara sin control.

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Aquí es especialmente evidente la actitud inflada, arrogante. Ser redondo en el
periodo inicial de la existencia es equivalente a asumirse como un ser total y
completo y, por lo tanto, un dios que puede hacer todas las cosas. Existe un
interesante paralelo entre el mito del hombre original redondo y los estudios
del arte pre-escolar hechos por Rhoda Kellog. Ella ha observado que el mandala
o imagen circular parece ser la figura predominante en los niños pequeños que
están recién aprendiendo a dibujar. Al comienzo, un niño de dos años con un
lápiz en la mano sólo garabatea, pero pronto parece interesarse en la
intersección de las líneas y empieza a hacer cruces. Luego la cruz está
encerrada por un círculo y tenemos el patrón básico del mandala. Cuando el niño
intenta dibujar figuras humanas, ésta primero emerge como un círculo,
contraviniendo a toda experiencia visual, con los brazos y piernas representados
como extensión del círculo en forma de rayos (cuadro 1 pág. 29). Estos estudios
entregan datos empíricos claros que indican que el niño vivencia al ser humano
como redondo, una construcción como un mandala, y verifica de manera
impresionante la verdad psicológica del mito platónico del hombre original
redondo. Los terapeutas infantiles también encuentran que el mandala es una
imagen operativa, sanadora en los niños pequeños (cuadro 2, pag. 30). Todo esto
indica que, hablando simbólicamente, la psiquis humana fue originalmente
redonda, total, completa; en un estado de unicidad y auto suficiencia que es
equivalente a la deidad misma.

La misma idea arquetípica que conecta la infancia con la cercanía a la


divinidad está presente en la oda de Wordsworth: “Ode on Intimations of
Inmortality”
Our birth is but a sleep and a forgetting:
The soul that rises with us, our life’s Star,
Hath had elsewhere its setting,
And cometh from afar:
Not in entire forgetfulness,
And not in utter nakedness,
But trailing clouds of glory do we come
From God, who is our home:
Heaven lies about us in our infancy!

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Desde el punto de vista de los años posteriores, la conexión cercana del ego
del niño con la divinidad es vista como un estado de inflación. Muchas
dificultades psicológicas posteriores se deben a los residuos de esa
identificación con la deidad. Considere, por ejemplo, la psicología del niño en
los primeros cinco años aproximadamente. Por un lado es un tiempo de gran
naturalidad de percepción y respuesta; el niño está en contacto inmediato con
las realidades arquetípicas de la vida. Está en la etapa poética original;
poderes transpersonales magníficos y terroríficos están acechando en cada evento
común y diario. Pero, por otra parte, el niño puede ser una pequeña bestia
egoísta, lleno de crueldad y codicia. Freud describió la etapa infantil como
una etapa perversa polimorfa. Es una descripción brutal, pero en parte es
verdad. La infancia es inocente, pero también es irresponsable. Por lo tanto,
tiene todas las ambigüedades de estar firmemente conectada con la psiquis
arquetípica y su energía extrapersonal; y, al mismo tiempo, estar
inconscientemente identificada con ella e irrealmente relacionada a ella.

Los niños comparten con el hombre primitivo la identificación del ego con la
psiquis arquetípica y del ego con el mundo externo. En los primitivos no se
distingue claramente el adentro y el afuera. Para la mente civilizada, los
primitivos están más espontáneamente relacionados con la naturaleza y sintonizan
con los procesos de la vida; pero ellos son salvajes y caen, al igual que los
niños, en las mismas faltas de inflación. El hombre moderno, alienado de la
fuente del significado de la vida, percibe la imagen del primitivo como un
objeto de deseo. Esto da cuenta del concepto de Rousseau del “noble salvaje” y
otros trabajos más recientes que expresan la nostalgia de la mente civilizada
por la comunión mística con la naturaleza que han perdido. Esta es una
perspectiva, pero también existe un lado negativo. La vida real del primitivo
es sucia, degradante y obsesionada por el terror. No quisiéramos esa realidad
ni por un minuto. Es al primitivo simbólico al cual añoramos.

Cuando uno mira hacia atrás, hacia su origen psicológico, éste tiene una
connotación doble: primero, es visto como una condición del paraíso, de
totalidad, un estado de ser uno mismo con la naturaleza y los dioses, un estado
infinitamente deseable; pero luego, debido a nuestros estándares humanos

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concientes que están relacionados con la realidad témporo espacial, éste es
considerado un estado inflado, una condición de irresponsabilidad, de lujuria,
arrogancia y deseo puro. El problema básico para el adulto es cómo lograr la
unión con la naturaleza y con los dioses, unión que el niño tiene, sin que se
produzca una inflación por identificación con ellos.

Se pueden hacer las mismas preguntas en relación al problema de la crianza de


los niños. ¿Cómo podemos sacar exitosamente al niño de su estado de inflación y
darle una noción realista y responsable de su relación con el mundo y, al mismo
tiempo, mantener esa ligazón viva con la psiquis arquetípica que se necesita
para formar una personalidad fuerte y flexible? El asunto es mantener la
integridad del eje ego-self mientras se desvanece la identificación del ego con
el Self. Sobre este punto versan todas las disputas, de si permisividad o
disciplina, en la crianza de los niños.

La permisividad enfatiza la aceptación y el incentivo de la espontaneidad del


niño y nutre su contacto con la fuente de energía vital con la cual ha nacido.
Pero también mantiene e incentiva la inflación del niño, inflación que es poco
realista con respecto a las demandas del mundo externo. Por su parte, la
disciplina enfatiza los límites estrictos del comportamiento, incentiva la
disolución de la identidad ego-Self y maneja la inflación con éxito; pero, al
mismo tiempo, tiende a dañar la conexión vital necesaria entre el ego que está
creciendo y sus raíces en el inconsciente. No existe elección entre ambos, son
un par de opuestos y deben operar juntos.

El niño se vivencia a sí mismo, literalmente, como el centro del universo. Al


comienzo la madre satisface esa demanda, de ahí que esa relación inicial tiende
a aumentar el sentimiento infantil de que su deseo es orden; y es absolutamente
necesario que sea así. Si el niño no experimenta la constante y total dedicación
de la madre hacia sus necesidades, no puede desarrollarse psicológicamente. Sin
embargo, al poco tiempo el mundo necesariamente empieza a rechazar las demandas
del niño. Es este el momento cuando se empieza a disolver la inflación
original, porque es insostenible frente a la experiencia. Pero también empieza
la alienación; se daña el eje ego-Self. Se crea una especie de herida psíquica

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incurable en este proceso que vive el niño de aprender que él no es el dios que
creía ser. Está exiliado del paraíso, y se produce una herida y separación
permanente.
Las experiencias de alienación continúan de manera progresiva hasta la vida
adulta. Uno siempre está enfrentando un proceso doble. Por una parte nos
enfrentamos con los encuentros reales que nos da la vida, los cuales están
permanentemente contradiciendo los supuestos inconscientes del ego. Así es como
el ego crece y se separa de su identidad inconsciente con el Self. Al mismo
tiempo, debemos mantener una constante cercanía entre el ego y el Self para
mantener la integridad de la personalidad total, de otra manera existe un
peligro real de que, cuando el ego se está separando del Self, se dañe la
conexión vital que se da entre ellos. Si esto sucede de manera significativa,
nos alienamos de las profundidades de nosotros mismos y estamos listos para
sufrir una enfermedad psicológica.

La forma original de percibirnos –experimentándonos como centro del universo-


puede persistir más allá de la infancia. Por ejemplo, recuerdo un hombre joven
que ingenuamente pensaba: “El mundo es mi libro de dibujos”. Pensaba que todas
las cosas que él encontraba estaban ahí para satisfacer sus necesidades, para
entretenerlo o para instruirlo. Literalmente consideraba que el mundo era su
concha. Las experiencias externas no tenían ningún significado o realidad en sí
mismas, a menos que se relacionaran con él. Otro paciente pensaba que cuando él
se muriera el mundo se iba a acabar! En este estado mental, que permite tales
ideas, la identificación con el Self es también una identificación con el mundo.
Self y mundo se extienden en el mismo espacio y tiempo. Esta forma de
experimentar las cosas sí tiene una cierta verdad, una validez genuina; pero es
un verdadero veneno en las primeras fases del desarrollo cuando el ego está
tratando de emerger de su totalidad original. Mucho más tarde en la vida puede
tener un efecto sanador el darse cuenta que existe una continuidad entre los
mundos interno y externo. Este es otro ejemplo del Mercurio de los alquimistas
que puede ser una panacea para algunos y un veneno para otros.

Muchas psicosis ilustran la identificación del ego con el Self como


centro del universo, o como el principio supremo. Por ejemplo, la ilusión común

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entre los locos de que son Cristo o Napoleón, se explica mejor como una
regresión al estado original infantil donde el ego está identificado con el
Self. Las ideas de referencia son también síntomas de una fuerte identidad
ego-Self. En tales casos el individuo se imagina que ciertos hechos objetivos
tiene una relación escondida con él. Si es paranoide, la fantasía será
persecutoria. Por ejemplo, recuerdo una paciente que vio a unos hombres
arreglando los cables de teléfono en un poste justo delante de su ventana. Ella
interpretó este hecho como que le estaban poniendo un micrófono para espiar sus
conversaciones telefónicas y así obtener evidencias en contra de ella. Otro
paciente pensaba que el relator de noticias de televisión le estaba mandando un
mensaje privado a él. Tales fantasías surgen de un estado de identidad ego-Self
que supone que uno es el centro del universo y desde ahí le agrega un
significado particular a los hechos externos que son, de facto, absolutamente
indiferente a la propia existencia.

Un ejemplo común del estado inflado de la identidad ego-Self se aprecia en lo


que H.G. Baynes ha denominado “la vida provisoria”. Baynes describe este estado
de la siguiente manera:

(La vida provisoria) muestra una actitud que es inocente de toda responsabilidad
en relación a los hechos circunstanciales de la realidad, como si los padres, el
estado o la Providencia se encargaran de ellos… Es un estado de
irresponsabilidad y dependencia infantil.

M.L. Von Franz describe la misma condición como una identificación con la
imagen del puer aeternus. Esa persona lo que está haciendo:
… no es lo que realmente quiere, y existe la fantasía de que alguna vez en el
futuro la cosa real va a aparecer. Si esta actitud se prolonga, implica una
constante negación interna a comprometerse con el momento presente. Junto a
esto, a menudo se presenta, en menor o mayor grado, un complejo de salvador, o
mesiánico, con la secreta esperanza de que un día será capaz de salvar al mundo;
que encontrará la última palabra en filosofía, o religión, o política, o arte, o
en algo. Esto puede ir tan lejos como para llegar a ser una típica megalomanía
patológica, o pueden aparecer rasgos de ella en la idea de que el tiempo propio

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“aún no ha llegado”. Lo más temido para ese tipo de persona es sentirse
amarrado en lo que sea. Existe un temor muy fuerte de ser atado, de entrar
completamente a un tiempo y espacio, y de ser el mero ser humano que uno es.

Los psicoterapeutas generalmente ven casos así. Esa persona se considera un


individuo que promete. Está lleno de potencialidades y talentos. Una de sus
quejas a menudo es que sus capacidades e intereses son demasiado amplios. Está
maldito con una plétora de riquezas. Podría hacer cualquier cosa, pero no puede
decidirse por una en particular. El problema es que es sólo promesas y ningún
logro. Para poder hacer un logro real debe sacrificar muchas otras
potencialidades. Debe dejar de lado su identificación con la totalidad
inconsciente original y voluntariamente aceptar que en realidad es sólo un
fragmento, en vez de una totalidad irreal. Para ser algo en la realidad debe
dejar de lado el ser todo en potencia. El arquetipo del puer aeternus es una de
las imágenes del Self, pero identificarse con él significa que uno jamás permite
que la realidad sea.

Existen muchos otros ejemplos menores de inflación, que podríamos llamar la


inflación del diario vivir. Podemos identificar un estado de inflación cada vez
que vemos a alguien (incluyéndonos a nosotros mismos) que está viviendo un
atributo de la deidad, por ejemplo, cada vez que uno trasciende los límites
humanos. Los destellos de ira son ejemplos de estados inflados. El intento de
forzar y ejercer coerción en el medio ambiente propio es la motivación
predominante de la ira. Es un tipo de complejo de Yahvé. La necesidad de
vengarse también es una identificación con la deidad. En esos momentos uno
debería recordar el mandato, “ ‘La venganza es mía’, dijo el Señor”, es decir,
no es tuya. Toda la trama de la tragedia Griega muestra las consecuencias
fatales que surgen cuando el hombre toma en sus manos la venganza de Dios.

Cualquier motivación de poder es un síntoma de inflación. Cada vez que uno


funciona con una motivación de poder surge la omnipotencia. Pero la
omnipotencia es un atributo sólo de Dios. La rigidez intelectual que intenta
igualar su propia opinión o verdad con la verdad universal, también es
inflación. Es asumir la omnisciencia. El deseo y todas las actuaciones del

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puro principio del placer también son inflación. Cualquier deseo que considere
que su propia satisfacción es el valor central, trasciende los límites reales
del ego y, por lo tanto, está asumiendo atributos de poderes transpersonales.

Prácticamente todos nosotros, en nuestra profundidad, tenemos un residuo de


inflación que se manifiesta como una ilusión de inmortalidad. No existe casi
nadie que esté profunda y totalmente desidentificado de este aspecto de la
inflación. De ahí que una experiencia cercana a la muerte es siempre una
experiencia que despierta la conciencia. En esa experiencia se produce
repentinamente un darse cuenta de cuan precioso es el tiempo porque es limitado.
Generalmente esa experiencia da una nueva orientación a la vida, haciéndonos más
productivos y más humanos. Puede iniciar un nuevo paso hacia delante en el
desarrollo personal, porque se ha deshecho un área de identidad ego-Self,
liberando una nueva cantidad de energía psíquica hacia la conciencia.

Existe también una inflación negativa. Esta puede ser descrita como una
identificación con la víctima divina, un sentimiento excesivo y desatado de
culpa y sufrimiento. Vemos esto en los casos de melancolía que expresan el
sentimiento de que “nadie en el mundo es tan culpable como yo.” Esto es
demasiada culpa. De hecho, el hacerse cargo de “demasiado” de cualquier cosa es
indicativo de inflación porque trasciende los límites propiamente humanos.
Demasiada humildad como también demasiada arrogancia. Demasiado amor y altruismo
como demasiada lucha por el poder y egoísmo, todos son síntomas de inflación.

Los estados de identificación del anima y del animus también pueden ser vistos
como inflación. Los pronunciamientos arbitrarios del animus equivalen a un dios
hablando, y también lo son los hoscos resentimientos del hombre poseído por el
anima que dice “Sé como yo te digo que seas, o me voy; y sin mí tú te vas a
morir”.

Existe todo un sistema filosófico basado en el estado de identidad ego-Self.


Este sistema ve todo en el mundo como derivado de y relacionado con el yo
individual. Es el solipsismo, palabra que viene de solus ipse, yo solo.
F.H.Bradley presenta los puntos de vista del solipsismo en estas palabras:

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No puedo trascender la experiencia y la experiencia es mi experiencia. De esto
se desprende que no existe nada más allá de mí; porque lo que es experimentado
es su (del Self) estado.

Schiller define el solipsismo de una manera más colorida, “como la doctrina de


que toda la existencia es experimentada y que existe sólo un experimentador. El
solipsista piensa que él es.”

3.- ADAN Y PROMETEO

Lo que sigue al estado de inflación original está vívidamente presentado por la


mitología. Un ejemplo excelente es el mito del Jardín del Edén, que es
significativamente llamado La Caída del Hombre. Jung escribe lo siguiente
sobre este mito:

Existe una doctrina profunda en la leyenda de la caída; es la expresión de un


oscuro presentimiento de que la emancipación de la conciencia del ego fue un
acto de Lucifer. Toda la historia del hombre consiste, desde el comienzo mismo,
en un conflicto entre sus sentimientos de inferioridad y su arrogancia.

De acuerdo al relato del génesis, Dios puso al hombre en el Jardín del Edén y
le dijo: “Puedes libremente comer de cualquier árbol del jardín, pero no comerás
del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque el día que comas de él
morirás”. Luego sigue la creación de Eva de la costilla de Adán y la tentación
de Eva hecha por la serpiente, quien le dijo: “No morirás. Porque Dios sabe que
cuando comas de ese árbol se abrirán tus ojos y serás como Dios, y conocerás el
bien y el mal.” Entonces Adán y Eva comieron del fruto. “Entonces sus ojos se
abrieron y supieron que estaban desnudos; cosieron hojas de higueras y se
taparon con ellas.” Dios descubrió su desobediencia y los maldijo, después de
lo cual se encuentran estas significativas palabras. “Entonces el Señor Dios
dijo, ‘He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conocedor
del bien y el mal; ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del

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árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre’; por lo tanto, el Señor
Dios lo expulsó del Jardín del Edén a labrar la tierra de la cual había salido.
Sacó al hombre, y al este del jardín puso a un querubín con una espada en llamas
que giraba en todas direcciones, para proteger el camino hacia el árbol de la
vida.”

Este es el mito que está a la base de la rama Hebrea de nuestra tradición


cultural, mito que es rico en significado psicológico. El Jardín del Edén es
comparable con el mito Griego de la edad dorada del hombre redondo original de
Platón. El Jardín del Edén tiene ciertos rasgos de un mandala con cuatro ríos
manando de él y el árbol de la vida como su centro. El jardín-mandala es una
imagen del Self, en este caso representando la unicidad original del ego con la
naturaleza y la deidad. Es el estado animal inicial, inconsciente, de ser uno
con el propio Self. Es paradisíaco porque la conciencia no ha aparecido aún y,
por lo tanto, no hay conflicto. El ego está contenido en el útero del Self.

Otro rasgo que indica la totalidad original es la creación de Eva desde Adán.
Claramente Adán fue originalmente hermafrodita, de otra manera no se habría
podido hacer una mujer de él. Es posible que tengamos aquí vestigios de un mito
anterior en el cual el hombre original era definitivamente hermafrodita. Sin
duda este mito anterior fue modificado por la actitud patriarcal parcial de los
hebreos, la cual despreciaba el componente femenino de la psiquis, reduciéndolo
a no más que una costilla de Adán. La separación de Adán en componentes
masculinos y femeninos es un proceso paralelo y equivalente a su separación del
Jardín del paraíso. En cualquier caso, el efecto es que el hombre queda
separado y alienado de su totalidad original.

El drama de la tentación y de la caída empieza cuando el estado original de la


inflación pasiva se transforma en una inflación activa de un hecho específico.
Todo el acercamiento y atracción de la serpiente está expresado en términos de
inflación: cuando coman de este fruto, sus ojos se abrirán y serán como Dios.
Entonces se comen la fruta y aparecen las consecuencias inevitables. Todo
empieza porque Adán y Eva se atreven a actuar su deseo de ser como Dios.

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El mito representa el nacimiento de la conciencia como un crimen que aliena al
hombre de Dios y de su totalidad original pre-conciente. La fruta es claramente
simbólica de la conciencia. Es la fruta del árbol del conocimiento del bien y el
mal, lo cual significa que permite el conocimiento de los opuestos, siendo ésta
una característica específica de la conciencia. Así, de acuerdo con este mito y
con las doctrinas teológicas que se apoyan en él, la conciencia es el pecado
original, el hybris original, y la causa básica de todo el mal en la naturaleza
humana. Sin embargo, otros han entendido esto de manera diferente. Los Ofitas,
una secta gnóstica, veneraban la serpiente. Esencialmente tenían el mismo punto
de vista que la psicología moderna. Para ellos la serpiente representaba el
principio espiritual que simboliza la redención de la esclavitud al demiurgo
que creó el Jardín del Edén y que quería mantener al hombre en la ignorancia.
Consideraban buena a la serpiente y malo a Yahvé. Psicológicamente la serpiente
es el principio de gnosis, conocimiento o conciencia emergente. La tentación de
la serpiente representa el impulso a la auto realización en el hombre, y
simboliza el principio de individuación. Algunas sectas gnósticas aun
identificaban la serpiente en el Jardín del Edén con Cristo.

Comer el fruto prohibido marca la transición desde el eterno estado de unidad


inconsciente con el Self (el estado animal descuidado, negligente) hacia una
vida real y conciente en el espacio y el tiempo. En resumen, el mito simboliza
el nacimiento del ego. El efecto de este proceso de nacimiento es que aliena al
ego de sus orígenes. Desde ese momento éste se mueve hacia un mundo de
sufrimiento, conflicto e incerteza. No hay duda de por que somos renuentes a
dar el paso hacia una mayor conciencia.

Otro rasgo de la “caída” hacia la conciencia es que Adán y Eva se dieron cuenta
de su desnudez. La sexualidad y los instintos en general se vuelven, entonces,
tabú y objetos vergonzosos. La conciencia como principio espiritual ha creado
un contrapunto a la función animal natural e instintiva. La dualidad, la
disociación y la represión nacieron en la psiquis humana junto con el nacimiento
de la conciencia. Esto significa simplemente que la conciencia, para existir
por derecho propio, debe, inicialmente al menos, ser antagónica con el
inconsciente. Este conocimiento nos enseña que todas las teorías psicológicas

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utópicas que asumen que la personalidad humana puede ser completa y saludable
sólo si no está sujeta a represión sexual e instintiva en la infancia, están
equivocadas. Las etapas necesarias e innatas del desarrollo psíquico requieren
una polarización de los opuestos, conciente versus inconsciente, espíritu versus
naturaleza.

Pero nuestra investigación del mito de la caída no es completa si nos quedamos


con la imagen de Adán y Eva haciéndose cargo con tristeza de su dura vida en el
mundo de la realidad, ganándose el pan con el sudor de la frente y pariendo
hijos con dolor. Había dos árboles en el Jardín del Edén, no sólo el árbol del
conocimiento del bien y el mal, sino también el árbol de la vida. Y ciertamente
Yahvé demostró cierta ansiedad de que el hombre pudiera descubrir el segundo
árbol y participara de sus bendiciones. ¿Qué puede significar esto? Existe una
interesante leyenda relacionada con el árbol de la vida, contada por Ginsberg en
Leyendas de los Judíos, la cual ofrece alguna explicación sobre este asunto:

En el paraíso están el árbol de la vida y el árbol del conocimiento, este último


forma un seto alrededor del primero. Sólo aquel que ha despejado un camino para
sí mismo a través del árbol del conocimiento puede acercarse al árbol de la
vida, el cual es tan inmenso que le tomaría quinientos años a un hombre para
atravesar una distancia igual al diámetro del tronco, y no es menos vasto el
espacio sombreado por su copa. Desde abajo fluye el agua que riega toda la
tierra dividiéndose en cuatro ríos, el Ganges, el Nilo, el Tigres y el Eufrates.

Las leyendas que surgen alrededor de un mito generalmente amplifican y elaboran


aspectos dejados de lado en la historia original, como si la psiquis colectiva
necesitara redondear el cuadro y clarificar todo el significado simbólico. Creo
que ese es el caso de la leyenda anterior. El relato bíblico entrega un cuadro
bastante ambiguo con respecto a la relación entre el árbol del conocimiento y el
árbol de la vida. Esta leyenda presenta una imagen mucho más clara y
satisfactoria. La leyenda presenta el árbol de la vida como un omphalos u
ombligo del mundo, análogo al árbol del mundo Yggdrasil. La Biblia nos dice que
el fruto del árbol de la vida produce la inmortalidad. Adán y Eva eran
inmortales antes de la caída, pero también eran inconscientes. Si ellos pueden

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comer el fruto del árbol de la vida después de la caída, ellos han logrado ambas
cosas, la conciencia y la inmortalidad. Yahvé se opone a cualquiera de esas
violaciones en sus dominios y pone al querubín con la espada flameando como un
obstáculo. Sin embargo, la leyenda Judía antes mencionada nos da algunas claves
de cómo se puede encontrar el árbol de la vida. Se puede llegar a él abriendo
un camino a través del seto del árbol del conocimiento del bien y el mal. Es
decir, uno debe repetidamente aceptar la tentación de la serpiente,
repetidamente comer la fruta del conocimiento y de esa manera hacerse el camino
hacia el árbol de la vida. En otras palabras, sólo se puede lograr la
recuperación de nuestra totalidad perdida probando y asimilando los frutos de la
conciencia por completo.

El mito de la caída expresa un patrón y un proceso no sólo del nacimiento


original de la conciencia desde el inconsciente, sino también el proceso que uno
atraviesa, de una manera u otra, con cada nuevo incremento de conciencia. Creo,
al igual que los Ofitas, que es parcial mostrar a Adán y Eva sólo como unos
avergonzados ladrones de huerto. Su acción podría igualmente ser descrita como
una acción heroica. Ellos sacrifican el tranquilo bienestar de la obediencia
por lograr una mayor conciencia. La serpiente sí prueba ser un benefactor a
largo plazo, si es que le otorgamos mayor valor a la conciencia que al
bienestar.

Vemos fragmentos de este tema de la caída original del hombre en muchos sueños
a lo largo del tratamiento analítico. Son muy comunes en los momentos cuando
están surgiendo nuevos discernimientos (insights) de conciencia. Es común en
los sueños el tema de encontrar o ser mordido por una serpiente. Esto último
generalmente tiene el mismo significado que tuvo para Adán y Eva sucumbir a la
tentación de la serpiente en el Jardín del Edén; es decir; que la manera antigua
de estar se está perdiendo y que un nuevo discernimiento de conciencia está
naciendo. Esto es, a menudo, experimentado como algo alienante y peligroso, por
lo que nunca es un sueño agradable. Pero, al mismo tiempo, esa mordedura
generalmente inicia una actitud y orientación totalmente nueva. Casi siempre
es un sueño de transición muy importante. También los sueños en que uno ha
cometido un crimen pueden tener el mismo significado que el crimen original:

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robarse la fruta. Aquello que es un crimen en una etapa de desarrollo
psicológico, es algo legal y adecuado en otra etapa, y uno no puede acceder a
una nueva etapa de desarrollo psicológico sin atreverse a desafiar el código de
la etapa anterior. De esto se puede desprender que cada nuevo paso es
experimentado como un crimen y es acompañado de culpa, porque los viejos
estándares, las viejas maneras de ser aún no han sido trascendidas. Por lo
tanto, el primer paso conlleva el sentimiento de ser un criminal. Los sueños en
que a uno le dan frutas para comer –manzanas, cerezas, tomates- pueden tener el
mismo significado. Son alusiones al tema de comer la fruta prohibida y
representan una introducción a una nueva área de “darse cuenta” con conciencia,
con muchas de las mismas consecuencias del hecho original de haber comido la
fruta.

El siguiente es un ejemplo de un sueño moderno que toca el viejo tema de la


tentación en el Jardín del paraíso. Fue soñado por un hombre que andaba en los
cuarenta. Vino a verme con la queja del “escritor bloqueado” y por ataques de
ansiedad. Era un hombre talentoso, lleno de ideas e inspiraciones creativas.
Podía tener los sueños más impresionantes, obras completas hasta el último
detalle en vestimenta y música, con salidas y entradas; pero nunca podía darse
el trabajo de escribirlos. Parecía como si el sueño mismo fuera una realidad
adecuada, como si por el hecho de tener esas composiciones magníficas en la
fantasía, estas fueran una realidad suficiente para liberarlo de cualquier
obligación de transformarlas en verdadera realidad. Esa actitud es una
identificación con la totalidad inconsciente original, la vida provisoria, que
evita el trabajo duro necesario para hacer que el potencial sea un hecho real.
Aunque él pensaba que quería escribir, las fantasías eran inconscientemente
consideradas como una realidad suficiente en si misma. Esa persona está
asustada de hacer el compromiso necesario para crear algo real. Así él perdería
la seguridad del anonimato y se expondría a la desaprobación. Está asustado de
exponerse a ser enjuiciado al ser algo definido. Esto equivale a vivir en el
estado de “Jardín del Edén” y a no atreverse a comer el fruto de la conciencia.

Este es el sueño: Estoy en un lugar y atmósfera que me recuerda a Kierkegard.


Voy a una librería a buscar un libro especial, lo encuentro y lo compro. El

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título es Un Hombre Entre Espinas.
Luego la escena cambia. Mi hermana me ha hecho una inmensa torta negra de
chocolate. Está cubierta con una delgada capa de azúcar roja que parece una
malla roja. Aunque el chocolate siempre me ha estado prohibido porque soy
alérgico a él, me como la torta y no tengo ningún efecto negativo.
Algunas de las asociaciones del soñante fueron las siguientes: Vio a Kierkegard
como una figura complicada, un hombre en conflicto entre los opuestos,
especialmente el conflicto entre las actitudes estéticas y religiosas. Su libro
O/O representa todo el problema de los opuestos. El título del libro, Un Hombre
Entre Espinas, le recordó a Cristo y su corona de espinas. En cuanto a la torta
de chocolate, el soñante dijo que él siempre la consideró un veneno porque lo
enfermaría. La cubierta de azúcar roja, como “malla roja” le recordó como “algo
que el demonio podría usar”.

Este sueño, aunque expresado en imaginería moderna y personal tiene un paralelo


cercano con el antiguo mito de la caída de Adán del paraíso. Basándonos en este
paralelo arquetípico podemos hipotetizar que representa una transición potencial
en el desarrollo personal de este hombre. El rasgo más sorprendente del sueño
es comerse la torta. Es negra y tiene una cubierta roja que se asocia al
demonio. El negro, como antítesis del blanco, conlleva el significado de
maldad y oscuridad. En el caso del soñante, la torta de chocolate era
considerada veneno, lo cual mostraba su temor conciente de lo inconsciente.
Comer la torta que envenena es simbólicamente equivalente a ser mordido por una
serpiente o a comer el fruto prohibido. La consecuencia es el darse cuenta de
los opuestos (conocer el mal y el bien), y esto significa ser arrojado a un
estado de conflicto conciente. Con cada nuevo incremento de conciencia aparece
un conflicto también. Así es como una mayor conciencia anuncia su presencia, a
través del conflicto.

Aunque el soñante afirme que se comió la torta sin tener efectos negativos, las
consecuencias se presentan simbólicamente en la primera escena del sueño. No
importa que esta escena presida a la del comerse la torta. La secuencia
temporal y la causalidad no se aplican en los sueños. Cuando un sueño tiene
varias escenas, éstas generalmente representan distintas maneras de describir la

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misma idea central. En otras palabras, la corriente de imágenes en los sueños
circunvoluciona ciertos núcleos centrales, más que avanzar en línea recta como
lo hace el pensamiento racional. Así, estar en una atmósfera de Kierkegard y
comprara un libre llamado “Un Hombre Entre Espinas” es sólo una variante
simbólica de la imagen de comer una torta negra venenosa. Comer la torta
significa entra en la experiencia de conflicto de Kierkegard y comprender al
hombre entre espinas, sea éste Cristo que soportó la tensión más extrema de los
opuestos al ser Dios y hombre al mismo tiempo, o Adán que al ser expulsado del
paraíso fue obligado a arar la tierra que producía espinas y abrojos.

¿Qué significó en la práctica este sueño para el soñador? No lo condujo a un


repentino cambio o insight. No tuvo conciencia de estar distinto después del
sueño. Pero la discusión del sueño, junto a otros sueños que siguieron, sí
pavimentó el camino para un progresivo aumento de conciencia.

Cuando esta persona recién empezó psicoterapia tenía síntomas, pero no


conflictos. Poco a poco los síntomas desaparecieron y fueron reemplazados por un
darse cuenta conciente del conflicto dentro de él. Se dio cuenta que él no
escribía porque parte de él no quería escribir. Se dio cuenta que su ansiedad
no era un síntoma sin sentido, sino una señal de peligro que trataba de
advertirle que su prolongada residencia en el Jardín del Edén podría tener
consecuencias psicológicas fatales. Como el sueño lo sugería era tiempo de
comer la fruta del árbol del conocimiento del bien y el mal y aceptar los
conflictos inevitables de ser un individuo conciente. Y esta transición no es
sólo dolor y sufrimiento. El mito es parcial en esto. El estado paradisíaco,
mantenido por demasiado tiempo, llega a ser una prisión; y la expulsión no es
entonces vivida como algo indeseable, sino como un alivio.

En la mitología Griega existe un mito paralelo al drama del Jardín del Edén.
Me refiero al mito de Prometeo. De manera simple se puede describir así:
Prometeo presidía la acción de dividir la carne de las víctimas del sacrificio
entre los dioses y los hombres. Anteriormente no había habido necesidad de
dividirlas porque los dioses y los hombres comían juntos (identidad ego-Self).
Prometeo le hizo trampa a Zeus ofreciéndole sólo los huesos del animal cubiertos

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por una capa de tentadora grasa. Para el hombre reservó toda la carne comible.
Zeus, furioso por esta trampa, retiró el fuego del hombre. Pero Prometeo se
introdujo al cielo, robó el fuego de los dioses y se lo dio a la humanidad. En
castigo por este crimen, Prometeo fue encadenado a una roca donde cada día un
buitre desgarraba su hígado y cada noche era sanado nuevamente. El castigo
también fue enviado a su hermano Epimeteo. Zeus hizo una mujer, Pandora, a
quien envió con una caja donde Epimeteo. Desde la caja de Pandora salieron
todas las enfermedades y sufrimientos que asolan la humanidad: vejez, trabajo
duro, enfermedad, vicio y pasión.

El proceso de dividir la carne del animal de sacrificio entre los dioses y los
hombres, representa la separación del ego de la psiquis arquetípica o Self. El
ego, para establecerse como entidad autónoma, debe apropiarse de comida
(energía). El robo del fuego es una imagen análoga para el mismo proceso.
Prometeo es la figura Luciférica cuyas osadías inician el desarrollo del ego al
precio del sufrimiento.

Si consideramos a Prometeo y a Epitemeo como dos aspectos de la misma imagen,


notamos muchos paralelos entre los mitos de Prometeo y del Jardín del Edén. Zeus
retiene (o aparta) el fuego. Yahvé retiene la fruta del árbol del conocimiento.
Tanto el fuego como la fruta simbolizan la conciencia que permite medir la
autonomía e independencia humana de Dios. Al igual como Prometeo se roba el
fuego, Adán y Eva se roban la fruta desobedeciendo a Dios. En cada uno de estos
casos se cometen actos voluntariosos en contra de la autoridad reinante. Este
acto voluntarioso es el apresamiento de la conciencia, lo cual está simbolizado
en cada mito como un crimen seguido de castigo. Prometeo es maldecido con una
herida incurable y Epitemeo es maldecido por Pandora y todos los contenidos de
su caja. La herida incurable es análoga a la expulsión del Jardín del Edén, que
también es un tipo de herida. El dolor, el trabajo y el sufrimiento que Pandora
dejó salir son paralelos al trabajo, sufrimiento y muerte que encontraron Adán y
Eva después que dejaron el Jardín del Edén.

Todo esto se refiere a las consecuencias inevitables que se dan por llegar a
ser conciente. El dolor y el sufrimiento y la muerte son previos al nacimiento

22
de la conciencia, pero si no existe un estado de conciencia para
experimentarlos, no existen psicológicamente. La desgracia se anula si la
conciencia no está presente para darse cuenta de ella. Esto explica la tremenda
nostalgia por el estado inconsciente original. En ese estado uno está libre de
todo sufrimiento que inevitablemente trae el estado de conciencia. El hecho de
que el hígado de Prometeo sea comido durante el día por un buitre y restaurado
en las noches transmite una comprensión significativa. El día es el tiempo de
la luz, conciencia. La noche es la oscuridad, inconciencia. Durante la noche
cada uno de nosotros regresa a esa totalidad original de la cual nacimos. Y
esto es sanador. Es como si la influencia que hiere no estuviera activa. Esto
indica que el estado de conciencia es el productor-de-heridas. La herida
eternamente no sanada de Prometeo simboliza las consecuencias del quiebre en la
totalidad inconsciente original, la alienación de la unidad original. Es la
espina constante en la carne. (humana)

Estos dos mitos dicen esencialmente lo mismo porque expresan una realidad
arquetípica de la psiquis y su camino de desarrollo. La adquisición de la
conciencia es un crimen, un acto de hybris en contra de los poderes-que-son;
pero es un crimen necesario, que conduce a una alienación necesaria del estado
natural de totalidad inconsciente. Si vamos a mantener cualquier lealtad con el
desarrollo de la conciencia, debemos considerarla un crimen necesario. Es mejor
ser conciente que permanecer en el estado animal. Pero, para poder salir
totalmente el ego está obligado a erigirse en contra del inconsciente del cual
proviene y asegurar su autonomía relativa por medio de un acto inflado.
Existen muchos diferentes niveles en los cuales podemos aplicar esta
comprensión. En el nivel más profundo es un crimen en contra de los poderes
universales, los poderes de la naturaleza, o de Dios. Pero finalmente en la
vida diaria, este crimen generalmente no es experimentado en tales categorías
religiosas, sino en formas muy personales. En el nivel personal, el acto de
atreverse a adquirir una nueva conciencia se experimenta como un crimen o
rebelión en contra de las autoridades que existen en el medio ambiente personal,
en contra de nuestros padres, y más tarde en contra de autoridades externas.
Cualquier paso de individuación es experimentado como un crimen en contra del
colectivo, porque desafía la identificación individual con algún representante

23
del colectivo, sea este familia, partido, iglesia o nación. Al mismo tiempo,
cada paso, en cuanto un verdadero acto inflado, es acompañado no sólo por culpa,
sino que también corre el peligro real de verse capturado por una inflación que
tenga las consecuencias de una caída.

Encontramos a mucha gente en psicoterapia cuyo desarrollo ha sido detenido


justo en el punto donde debe actuarse el crimen necesario. Algunos dicen, “no
puedo defraudar a mis padres o a mi familia”. El hombre que vive con su madre
dice, “me gustaría casarme, pero eso mataría a mi pobre madre anciana”. Y
realmente podría pasar eso, porque la relación simbiótica que puede existir
entre ambos puede ser, literalmente, un tipo de alimento psíquico; si se le
quita la comida, el compañero puede muy bien morir! En tal caso las
obligaciones con la madre son vistas como tan fuertes que no permiten vislumbrar
ningún otro patrón de vida. El sentido de responsabilidad hacia el propio
desarrollo individual simplemente no ha nacido aún.

Vemos que este mismo tema funciona a veces en la relación terapéutica. Talvez
surge una reacción negativa o rebelde hacia el analista. Esa reacción puede
estar acompañada por una gran cantidad de culpa y ansiedad, especialmente si el
analista ha recibido la proyección de una autoridad arquetípica. Expresar una
reacción negativa con afecto genuino en estas circunstancias es sentido como muy
parecido al crimen en contra de los dioses. Parecerá ser un acto de inflación
peligroso seguro de traer retribución. Pero, a menos que se coma la fruta
prohibida, a menos que uno se atreva a robar el fuego de los dioses, en algún
punto uno se quedará pegado en una transferencia dependiente y el desarrollo no
continuará

4-Hybris y Némesis.-

Hay muchos otros mitos que muestran el estado de inflación, por ejemplo el Mito de Icaro:
Deadalus y su hijo Icaro fueron hechos prisioneros en Creta. El padre les hizo a cada uno
un par de alas, y con ellas pudieron escapar. Pero Deadalus previno a su hijo, “no vueles
muy alto o el sol derretirá la cera y caerás. Sígueme de cerca. No te pongas tu propia

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ruta”. Pero Icaro se volvió tan alborozado, se le olvidó y tomó su propio curso. Fue muy
alto, se derritió la cera y cayó en el mar.

En este mito se pone énfasis en los aspectos peligrosos de la inflación. Aunque hay
momentos en los cuales es necesario un acto inflado para lograr un nuevo nivel de
conciencia, en otros momentos esto es torpe y desastroso. Uno no puede presumir de
tomar su propio curso en forma segura hasta saber que se está haciendo. Depender de la
sabiduría superior de otros es a menudo una evaluación eficiente de la situación real.
Como Nietsche dijo: Muchos han arrojado su valía final cuando han arrojado su
servidumbre”. He hablado de un crimen necesario de inflación, pero es un crimen real e
involucra consecuencias reales. Si uno juzga mal la situación sufre el destino de Icaro.

Creo que todos los sueños de volar tienen alguna alusión al mito de Icaro; esto es
particularmente cierto de los sueños de volar sin ningún tipo de apoyo mecánico. Cuando
uno está fuera del suelo el peligro es caer. Un impacto abrupto con la realidad,
simbolizada por la tierra, puede ser peligroso. Sueños o imágenes-síntomas de aviones
chocando, cayendo de lugares altos, temor fóbico a las alturas etc. todos derivan del set
up psíquico básico representado por el mito de Icaro.

El siguiente es un ejemplo de un sueño Icaro. Lo soñó un hombre joven que estaba


identificado con un pariente famoso. El había pedido prestado alas construidas por otro
hombre y voló con ellas: Estaba con gente en la orilla de un alto farellón. Personas se
estaban tirando en una agua angosta mas abajo y yo estaba seguro que se matarían.
Mientras en el sueño o inmediatamente al despertar, pensé en la pintura de Breughel, “La
caída de Icaro”.

Este es un cuadro de un lugar de campo en Italia. A la izquierda los campesinos están


arando y en sus asuntos. A la derecha hay mar con unos pocos botes. En la esquina
abajo uno ve las piernas de Icaro desapareciendo en el agua. Uno de los aspectos
significativos de la pintura es que el destino de Icaro al lado derecho es completamente
desconsiderado por las figuras del lado izquierdo, quienes no se dan cuenta que un

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suceso arquetípico esta siendo presentado ante sus ojos. El soñador comentó este
aspecto del cuadro y le sugiere que el mismo es inconsciente del significado de lo que le
está sucediendo. Estaba en un proceso de caer de las alturas de la irrealidad pero esto
insight lo percibió mas tarde.

Otro ejemplo de un sueño Icaro es el siguiente soñado por una señora: Estoy viajando
por una calle y veo a un hombre, como Icaro, en el cielo. Está sosteniendo una antorcha.
Súbitamente sus alas cogen fuego y todo se hace llamas. Bombas de incendio del suelo
tratan de apagar el fuego, pero cae pesadamente a su muerte, aun sujetando la antorcha.
Lo veo caer cerca de mí y estoy aterrada, grito “Oh Dios, Oh Dios”.

La soñante era una víctima de proyecciones frecuentes, intensas, idealistas de animus.


Este sueño marcó la muerte de tales proyecciones que la habían llevado a una actitud
inflada acerca de si misma.

Otro mito relacionado con la inflación es el de Phaeton: Su madre le dijo a Phaeton que
Su padre era Helios el dios sol. Para asegurarse viajó al lugar del sol y preguntó a Helios
“¿Eres tu realmente mi padre?”, Helios le aseguró que lo era y cometió el error de decirle,
“ para probarlo te daré lo que sea que tu pidas”. Phaeton pidió que se le permitiera
manejar el carro del sol a través del cielo. Inmediatamente Helios se arrepintió de su
rápida promesa, pero Phaeton insistió y contra su buen juicio su padre accedió. Phaeton
manejó el carro sol pero, debido a que esta tarea es muy superior a las capacidades de
un joven, se estrelló en llamas.

Nuevamente el mito nos dice que la inflación tiene como consecuencia inevitable la caída.
Phaeton es el prototipo del moderno hot rodder. Y tal vez el mito tiene algo que decirle al
indulgente padre quien contra su buen juicio le entrega mucho poder, demasiado
temprano en las manos de su hijo, ya sea, el auto de la familia o derechos excesivos de
autodeterminación, antes que esté equilibrado por un sentido de responsabilidad.

Recuerdo a un paciente con un “complejo Phaeton” la impresión inicial que daba era la de
una actitud vistoso caballero. Las reglas que los otros seguían no aplicaban a él. Tenía un
padre débil al cual no respetaba y consistentemente ridiculizaba las figuras de autoridad
sobre el. Tuvo muchos sueños de estar en lugares altos. En el curso de la discusión de

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uno de estos sueños el terapeuta le contó el mito de Phaeton. Por primera vez durante la
psicoterapia el paciente estaba profundamente tocado. Nunca había escuchado el mito
antes pero inmediatamente lo reconoció como su mito. Vio su vida retratada en el mito y
repentinamente se dio cuanta del drama arquetípico que estaba viviendo.

Sin embargo, todas las imágenes míticas con ambiguas. Nunca podemos estar seguros
de antemano si interpretalas positiva o negativamente. Por ejemplo aquí hay un sueño
Phaeton positivo soñado por el mismo hombre que tuvo el sueño del queque de chocolate.
Tuvo esta sueño la noche antes que vivió una experiencia significativa en la cual por
primera vez fue capas de afirmarse efectivamente contra una intimidante y arbitraria figura
de autoridad en su lugar de trabajo. Si este sueño hubiera ocurrido después del evento
podríamos haberlo considerado como causado de la experiencia exterior. Pero dado que
el sueño vino primero y el valiente encuentro segundo, justamente podemos pensar que el
sueño causó el suceso externo, o por lo menos creó la actitud psicológica que lo hizo
posible.

Este es el sueño Yo soy Phaeton y recién he tenido éxito en manejar el carro de sol a
través del cielo. Es una escena magnífica, cielo azul brillante y nubes blancas. Tengo un
sentimiento intenso de gozo y de logro. Mi primer pensamiento fue, “Después de todo
Joung tenía razón acerca de los arquetipos”.

Aquí el mito de Phaeton es incorporado al sueño pero se cambia para ayudar al propósito
del soñante. El Phaeton del soñante tiene éxito donde el Phaeton mítico había fracasado
obviamente el soñante estaba dando un paso que no estaba mas allá de lo que el podía.
Lo que hace es riesgoso. Involucra alguna medida de inflación. Sin embargo, viniendo
después del sueño anterior, yo entiendo que se refiere a una inflación heroica y necesaria
que llevaría al soñante sa un nuevo nivel de efectividad dentro de si, como ciertamente lo
hizo. Seguramente es evidente en este momento que todo el asunto de la inflación es
ambiguo. Por un lado riesgoso y por otro muy necesario. Cual aspecto debe enfatizarse
depende del individuo y de la situación particular en la cual el está.

Otro mito de inflación es el mito de Ixion. El acto inflado de Ixion fue el intento de seducir a
Hera. Zeus frusto en intento dando forma en una nube a una falsa Hera, con la cual Ixion

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se tomo el gozo. Zeus lo sorprendió en el acto y lo castigó amarrándolo a una rueda que
rodaba sin fin por el cielo. En este caso la inflación se manifiesta en búsqueda de lujuria y
placer. Ixion representa el intento de ego inflado de apropiarse de aquello que pertenece a
los poderes suprapersonales. El intento está condenado antes de empezar. Lo mas que
Ixion puede contactar es una fantasía una Hera nube. Su castigo, estar atado a una
rueda, representa una idea muy interesante. La rueda es básicamente un mandala
contiene al Self y la totalidad que pertenece al Self, pero en este caso se ha transformado
en un instrumento de tortura. Esto representa lo que puede suceder cuando la
identificación ego con el Self dura demasiado. La identificación entonces se hace una
tortura, y las fuerte pasiones de los instintos se transforman en fuego del infierno que lo
atan a la rueda, hasta que el ego pueda separarse del Self y pueda haber su energía
instintiva como un dinamismo suprapersonal. Mientras el ego considere la energía
instintiva su placer personal, permanece atado a la rueda

Los griegos tenían un temor tremendo a lo que llamaban hybris. En su uso original este
término significa violencia desenfrenada o pasión surgiendo de orgullo. Es un sinónimo
con un aspecto de lo que estoy llamando inflación. Hybris es la arrogancia humana que
hace al hombre apropiarse a lo que pertenece a los dioses. Es el trascender los límites de
lo propio humano. Gilbert Murray lo expresa bien:

Hay barreras que no se ven las cuales un hombre que tiene aidos (reverencia) no desea
cruzar. Hybris las cruza todas. Hybris no ve que el pobre hombre o el exilio viene de Zeus:
Hybris es la insolencia irreverente, la fuerza de la brutalidad. De alguna manera es un
pecado de la irreverencia baja y débil la ausencia de Aidos en la presencia de algo
superior. Pero casi siempre es un pecado del fuerte y orgulloso. Nace de Koros, o
saciedad “estar demasiado bien”. Desprecia lo débil y desamparado fuera de su camino
desprecia el gran altar de Dike. Hybris es el pecado típico condenado por la Grecia
temprana. Otro pecados, exceptuando algunos conectados con religiones, tabúes, y
algunos derivados de las palabras feo e inadecuado, parecen ser todas formas de Hybris.

Murria considera que Haidos y Nemesis son los conceptos centrales de la experiencia
emocional de los griegos. Haidos significa reverencia a los poderes suprapersonales y

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también sentimiento de vergüenza cuando estos se han transgredido. Nemesis es la
reacción provocada por la carencia de Haidos, por ejemplo Hybris.
Un buen ejemplo del temor griego de ir mas allá de los límites humanos razonables es
presentada en la historia de Polycrates escrita por Herodotus. Polycrates era un tirano de
Samos en el siglo VI a.c. era un hombre increíblemente exitoso, todo lo que hacia le
resultaba perfecto. Su buena suerte parecía infalible. Herodoto escribe:

La excesiva buena fortuna de Polycrates no se le escapó a Amassis (su amigo el rey de


Egipto) quien se perturbó mucho por esto. Cuando sus éxitos continuaron aumentando
Amassis les escribió la siguiente carta y se la mandó a Samos “Amassis a Polycrates le
habla así: es un placer escuchar de un amigo y aliado prosperando pero tu excesiva
prosperidad no me causa gozo porque por lo que se los dioses están envidiosos. El deseo
para mi mismo y para aquellos que yo amo es ser exitoso y la vez encontrarse con un
cobro; así pasar por la vida alternando bien y mal mas que con buena fortuna perpetua.
Porque nunca hasta ahora escuche de nadie exitoso en todos sus proyectos que no
encontrara al final la calamidad y llegara a la ruina completa, por lo tanto escucha mis
palabras y enfrenta tu buena fortuna de esta manera. Piensa cual de tus tesoros tu
valoras mas y del cual te cuesta mas separarte; tómalo lo que sea y tíralo lejos de modo
que te asegures que nunca volverá a la vista del hombre. Entonces, si tu buena fortuna
no se mezcla con la mala, sálvate a ti mismo del daño haciendo de nuevo lo que te he
aconsejado.

Polycrates tomó su consejo y arrojó al mar un anillo de esmeralda que atesoraba. Sin
embargo, dias mas tarde un pescador pescó un pescado tan grande y hermoso que
pensó no podía venderlo y debía presentarlo como un regalo al Rey Polycrates. Cuando
se abrió el pescado, en su pansa yacía el anillo de esmeralda que el rey había arrojado.
Cuando Amasis escucho lo que había pasado se asusté tanto que terminó su amistad con
Polycrates temiendo que podría verse envuelto en el desastre final que de seguro vendría
después de tan extrema buena fortuna. De hecho Polycrates murió eventualmente,
crucificado después de un exitoso levantamiento y rebelión.

El temor a la excesiva buena fortuna esta profundamente enraizado en el hombre. Hay un


sentido instintivo que los dioses envidian el éxito humano. Psicológicamente esto significa
que la personalidad conciente no puede ir demasiado lejos sin considerar lo inconsciente.

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El temor de la envidia de Dios es un darse cuenta que la inflación será corregida. Límites
existen en la naturaleza de las cosas y en la naturaleza de la estructura psíquica misma.
Por supuesto a veces el temor a la envidia de Dios puede ser llevada a extremos
excesivos. Algunos individuos no se atreven a aceptar cualquier éxito o suceso positivo
por temor que les traerá un oscuro castigo. Como regla esto parece ser el resultado de
una condición de niñez adversa que necesita ser re-evaluada. Pero mas allá de este
condicionamiento personal hay una realidad arquetípica involucrada. Todo lo que sube
debe bajar. Oscar Wilde dijo una ves, “Hay solo una cosa peor que no obtener lo que
quieres, y esa es obtenerla”. Polycrates sería un ejemplo de eso.

Emerson expresa la misma idea. Lo discute en su ensayo Compensación el cual es una


exposición literaria de lo que Jung desarrolló mas adelante acerca de la relación
compensatoria entre el conciente e inconsciente. Aquí hay algunos pasajes del ensayo.
Emerson estaba describiendo como cada aparición de bién y mal tiene su compensación
en la naturaleza de las cosas. El continúa:
Un hombre sabio extenderá su lección a todos los aspectos de su vida, y sabe que es
prudencia enfrentar cada reclamo y darle una justa atención a tu tiempo, tus talentos y tu
corazón. Siempre paga; porque temprano o tarde debes pagar tu deuda completa.
Personas y eventos pueden interponerse por un tiempo entre tu y la justicias, pero solo es
una postergación. Al final debes pagar tu propia deuda. Si eres sabio temerás la
prosperidad que solo te carga con mas...por cada beneficio que recibes un impuesto se
cobra.

El terror de una tarde sin nubes, la esmeralda de Polycrates, la maravilla de la


prosperidad, el instinto que lleva a cada alma generosa a imponerse una tarea de noble
ascetismo y virtud, son los estremecimientos de la balanza de la justicia a través del
corazón y la mente del hombre.

Encontramos mas expresiones de la idea de inflación en el concepto teológico de pecado


Hebreo y Cristiano. El concepto de pecado en la escritura Hebrea aparentemente surgió
de psicología del tabú. Lo que es tabú es considerado sucio, pero tiene también la
implicancia original de ser sagrado, santo y cargado con un exceso de energía peligrosa.
Inicialmente el pecado era la violación de un tabú, tocando algo que no debía ser tocado
porque el objeto tabú acarreaba energía suprapersonal. Tocar o apropiarse de tal objeto

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era un peligro para el ego porque estaba trascendiendo sus propios límites humanos. Así
el tabú puede ser visto como una protección contra la inflación. Mas adelante la idea tabú
fue reformulada en términos de la voluntad de Dios y lo inevitable del castigo si Su
voluntad era trasgredida. Pero la idea del tabú y del temor a la inflación aun se esconde
en esta nueva formulación.

La Cristiandad prácticamente iguala el pecado con la inflación del ego. Las


Bienaventuranzas, en una aproximación psicológica, pueden ser comprendidas como
una alabanza al ego no inflado. En la Teología Cristiana el concepto de pecado como una
inflación está hermosamente presentado por Agustín. En sus Confesiones entrega una
descripción viva de la naturaleza de la inflación. Recordando sus motivaciones de niño
para robar fruta de un peral de un vecino, anota que no quería las peras mismas sino
gozaba el pecado en si, a saber, el sentimiento de omnipotencia. Entonces describe la
naturaleza del pecado como una imitación de la deidad.

Porque asi el orgullo imita, exalta; Ya que solo tu eres Dios exaltado por sobre todos.
¿La Ambición que busca sino honor y gloria? Ya que solo Tu debes ser honrado por sobre
todos y glorioso por siempre. La crueldad del grande debe temerse resignadamente;
pero a quien debe temerse sino solo a Dios... La Curiosidad se disfraza de deseo de
conocimiento; donde Tu solo supremamente sabes todo...la flojera simula ser descanso.....
La traductora dice...me aburrí con San Agustín, el que se interese está en p´g. 34.

La misma idea de inflación está implícita en la noción Budista de avidya, “no sabiendo” o
inconsciencia.. De acuerdo al punto de vista Budista el sufrimiento humano es causado
por el deseo y anhelo personal que emerge de la ignorancia de la realidad. Este estado
está representado pictóricamente por la imagen del hombre atado a la rueda de la vida,
empujado por el chancho, el gallo y la serpiente representado varias formas de
concupiscencia . La rueda de la vida Indú es paralela a la de Ixion; ambas significan el
sufrimiento que acompaña la identificación del Ego con el Self cuando trata de apropiarse
para su uso las energías transpersonales de este ultimo. La rueda es el Self, el estado
de plenitud, pero es una rueda de tortura mientras el ego permanezca inconscientemente
identificado con el.

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Varios estados de inflación debido a residuos de identidad ego-Self son lugares comunes
en la práctica psicoterapéutica. Actitudes grandiosas e irreales y un asumir de todo tipo
emergen mientras el proceso terapéutico descubre material inconsciente. Es a estas
asunciones infantiles-omnipotentes a las que Freud y Adler le han dado su exclusiva
atención. Los métodos reduccionistas de estas aproximaciones es válido en tratar
síntomas de identidad ego-Self. Aunque aun ahí uno nunca debe olvidarse de mantener el
eje ego-Self. El método reductivo es experimentado como una critica y depreciación por el
paciente. Y ciertamente estos aspectos están objetivamente presentes. Una
interpretación que reduce un contenido psíquico a su fuente infantil es un rechazo de su
significado conciente y por lo tanto causa que el paciente se sienta rechazado y
disminuido. Este método puede ser necesario para promover la separación ego-Self, pero
es una espada afilada que debe usarse con cuidado. El propósito es desinflar y es por
este propósito subyacente que en idioma coloquial al psiquiatra se le dice “head
shrinker”.

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