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Universidad de San Buenaventura

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales


Licenciatura en Teología
Patrología
Presentado a: José Fernando Rubio
Presentado por: Hugo Andrés Sánchez Quintero

II Concilio de Constantinopla:
Como el anterior concilio de Calcedonia este concilio también está catalogado como
ecuménico, el cual ha contribuido a la construcción y al sostenimiento de la identidad
de la Iglesia frente a cismas que ponen en riesgo la doctrina cristiana y que a la vez
van en contravía a lo enseñado por los padres de la Iglesia y que a lo largo de la
historia se ha desarrollado en la profesión de la misma fe.
Como todos los concilios estos son convocados para responder a una necesidad en
particular y Constantinopla II no es la excepción, aunque presenta una particularidad
y es que aunque en calcedonia se había confirmado la doctrina de la doble
naturaleza de cristo, la humana y la divina, aun se seguía extendiendo en oriente y
parte de occidente una corriente teológica en la que se confirmaba una sola
naturaleza de Jesús y es la divina, la cual sostiene que la naturaleza humana es
absorbida por la divina.
Este concilio se desarrolló en el 553, va con la firme decisión de romper o detener
el cisma de una sola divinidad de cristo, se presenta en ocho sesiones, finaliza en
la profesión de fe de un único Dios, trino, presente en tres personas diferentes, en
cuanto al hijo sostiene su doble naturaleza, la divina y la humana, que tanto en el
concilio de calcedonia esta no se presenta como una unión o absorción de una a la
otra sino que se presenta de manera propia en la persona de Jesús. Por otro lado,
da como resultado un total de 14 anatemas, a quienes fuesen en contra de la
doctrina cristiana, estos anatemas se resumen en la confesión de la Trinidad,
maternidad divina de María, en la inseparabilidad de las dos naturalezas de Jesús,
en la existencia del alma racional en Jesús, en la confesión de un solo Señor, y por
último en la condena de algunos exponentes de cismas presentados en el
transcurso de la Iglesia.
En conclusión, este concilio sigue confirmando lo que se dictamino en Calcedonia,
la doctrina de la doble naturaleza de Cristo en un solo Señor, y el establecimiento
de 14 anatemas para la conservación de la sana doctrina.

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Concilio de Constantinopla III.

En este tercer concilio de Constantinopla que se desarrolló en los años 660 – 661,
convocado por el emperador Constantino IV, en donde aún en el siglo VII se puede
ver la influencia del poder político frente a los temas religiosos y en los que la
jerarquía eclesial de alguna manera dependía del emperador o eran de alguna
manera empleados o custodios del bienestar del imperio. También contó con la
participación del patriarca de Sergio y la del papa Agatón y León II.
Este concilio fue convocado con la intencionalidad de contrarrestar la “herejía” del
monotelismo la cual consistía en que Jesús tenía una sola voluntad argumentando
que la voluntad obtenida o contenida en la naturaleza humana era pasiva y a la vez
subordina por la voluntad de la naturaleza divina, dando como resultado un sin
querer propio del ser humano.
Ante esta situación en el transcurso de las sesiones se logra determinar que Cristo
tiene dos voluntades naturales las cuales no se contradicen, no se separan, no
generan división, sino que esa voluntad humana sigue a la divina sin ningún tipo de
oposición sino que se somete totalmente a ella, no desde una concepción de ser
pasiva sino al contrario en reconocer que él ha venido no hacer su voluntad sino la
voluntad del padre, esto con el reconocimiento de su voluntad humana en la libertad
que querer hacer la voluntad de quien lo ha enviado. Ante esta postura se hace
conveniente recordar que al reconocer la naturaleza divina de cristo y al aceptar la
naturaleza humana de Cristo, de manera implícita se habla de dos voluntades, en
cuanto a que es verdadero Dios y verdadero hombre, que al final están voluntades
no se contradicen, sino que desde el sometimiento de la voluntad humana a la divina
logra hacer la voluntad del Padre.
En conclusión, este concilio permitió reconocer las dos voluntades de Cristo desde
la perspectiva de la doble naturaleza de Jesús, la humana y la divina, que la primera
se somete a la segunda, no como un acto pasivo sino en un reconocimiento del
querer hacer la voluntad del Padre.

CONSTANTINOPLA (QUINISEXTO)

Este concilio fue realizado en Trullo para el año 692 y se le considera en gran
medida como el QUINISEXTO debido a que precede los anteriores, es decir, el
quinto y el sexto, en los por diversas controversias no lograban aprobar por
unanimidad los cánones disciplinarios. Dicho concilio fue realizado en el mismo
salón donde se había celebrado el sexto concilio general y fue liderado por
Justiniano II.

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Ahora bien, es importante señalar que mientras para algunas Iglesias ortodoxas
orientales lo consideraban como un concilio ecuménico; por otro lado, las Iglesias
de Occidente en cabeza de San Beda lo llama De sexta mundi aetate. Por otra parte,
a este concilio fueron convocados 215 obispos y todos ellos provenían de Oriente.
En lo que respecta a lo dogmático y doctrinal este Concilio se caracterizó porque en
la gran mayoría de sus cánones se destacaba su radicalidad con las Iglesias que
no estaban de acuerdo con Constantinopla que parecía una persecución, pues las
que no estaban de acuerdo las trataban de anatema sea.

Finalmente, gracias a este Concilio se logró renovar el canon III de Constantinopla


(381) y el cano XXVIII de Calcedonia (451), se condenó nuevamente la heterodoxia
de Honorio y se declaró invalido el matrimonio con un hereje por el hecho de que la
sede de Roma dijera que era ilegal. Simultáneamente, se conversó en este Concilio
sobre el celibato, los prelados griego que no se contentaron con dejar la Iglesia
Romano y seguir su disciplina, entre otros temas.

II. INVESTIGAR JUAN DE DAMASCENO Y MÁXIMO EL CONFESOR.


A lo largo de la historia de la Iglesia han surgido grandes personajes que con su
aporte teológico han marcado de manera significativa la defensa de la Iglesia frente
a la diversidad de temas controversiales los cuales iban en contra de la doctrina y
atentaban contra el dogma que la misma Iglesia profesaba, en este trabajo haremos
alusión a Juan Damasceno y a Maximo el Confesor quienes van a la defensa de
temas cristológicos como la doble naturaleza de Cristo (Divina y Humana), frente a
afirmaciones heterodoxas que se mantenían en el siglo VI y VII.

Juan Damasceno:
Un hombre que ha marcado la historia de la Iglesia Bizantina como la latina, hasta
el punto de convertirse en doctor de la Iglesia, su teología es bastante amplia la cual
se extienden por varios temas como la Trinidad, la creación visible e invisible, las
imágenes, veneración de la cruz, cristología, muerte de María, la resurrección, etc.
las cuales aportaron a la edificación y consolidación de la doctrina de la Iglesia. Juan
nació en Damasco hacia el año 675, su larga vida se basa en su consagración a la
enseñanza, a la misma predicación el cual se puede evidenciar en sus homilías y
en la composición de una gran cantidad de obras que a hoy se conocen.
Tuvo una gran participación en la Iglesia Bizantina y posteriormente en la Iglesia
latina, en la Iglesia de occidente, su pensamiento está muy enmarcado en la
tradición de los padres de la Iglesia, a la misma tradición de la Iglesia y por tanto
defensor de la ortodoxia de la misma.
Como lo mencionábamos anteriormente su teología es bastante amplia teniendo en
cuenta la gran variedad de temas que quiso exponer y a los cuales daba un sentido

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espiritual de manera especial a los monasterios o vida ascética, a la cual encamina
su sello personal. Aquí es importante resaltar que tenía una variedad de fuentes las
cuales exponía en su pensamiento como Juan Crisóstomo.
En cuanto a sus obras, se puede decir que representan para su época una gran
influencia en la iglesia, en los fieles y en aquellos opositores a la fe, en cuanto a
pensamientos o planteamientos diferentes de la ortodoxia de la Iglesia. Por ejemplo
el tema de la defensa del culto a las imágenes, tema que generaba dificultad en su
momento, ya temas muy trascendentales como la unión hipostática, las dos
voluntades de Cristo, temas que ya habían sido tratados, abordados y dejaos claros
en los concilios de calcedonia y Constantinopla, pero que pese a las conclusiones
de esos concilios, los partidarios de esas doctrinas contrarias a la doctrina de la
Iglesia se expandían por oriente y así crecía pensamientos contrarios a la fe, como
la negación de la doble naturaleza de cristo, en cuanto a afirmar que Cristo solo
tenía una voluntad, ya que la divina absorbía la humana, etc. es por eso que las
obras y la labor de Juan fue muy valiosa para su momento frente a estos
movimientos y los cuales han sido de base para la consolidación de la misma Iglesia
cristiana, teniendo como referente el II concilio de Nicea el cual se tuvo en cuenta
su pensamiento.
Frente a su teología defiende la postura de los padres de la Iglesia en cuanto a la
Unión Hipostática, un Dios Trino, presente en tres personas diferentes, las cuales
con la hipostasis era posible, por otro lado sostiene el tema de las dos voluntades
de Cristo, ya que si se dice creer en las dos naturalezas de cristo, así mismo se
debe comprender que tiene dos voluntades, respetando el principio que es
Verdadero Dios y verdadero Hombre, por tanto se debe mantener esa doble
voluntad, la cual no se contradice sino que de alguna manera la voluntad divina se
acoge a la divina sin que esta desaparezca sino que van en armonía frente al
cumplimiento de la misión de Jesús.
En conclusión este doctor de la Iglesia, fue un defensor de la doctrina cristiana, sus
aportes espirituales y su pensamiento frente a la Trinidad, la cristología, fueron de
gran aporte en el sostenimiento y fortalecimiento de la misma doctrina y dogma de
la Iglesia.

Maximo el confesor:
Un hombre que fue formado y criado desde la fe cristiana, desde muy temprana
edad fue encomendado a un abad del monasterio de San Caritón, el cual recibió
una formación de pensamiento de orígenes. Maximo que fue el nombre dado por el
Abad nació alrededor del año 579-580 en palestina. Por temas de invasiones se
desplazó de Jerusalén a Cízico sobre el 614, y posteriormente refugiado en África
hacia el año 626.

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Su llegada a África no pasó desapercibida, ya que Maximo declaraba abiertamente
su pensamiento y defensa sobre las dos voluntades de Cristo, teniendo en cuenta
que había unos partidarios en negar la voluntad humana de Cristo, entre los que se
encontraba el emperador Constante II, Sergio quien era el patriarca de
Constantinopla y por Pirro quien fue su sucesor, estos dos últimos personajes
promovieron el movimiento del monoenergismo y el movimiento monotelista,
quienes defendían la única voluntad de Cristo que es la Divina.
Es así que para el 249 se llevó a cabo un concilio Lateranense, el cual tenía como
fin la defensa de las dos voluntades de Cristo, la humana y la divina, ante este
concilio estaba la defensa del papa Martín I. Como era de esperarse este concilio
trajo consecuencias tanto para el papa como para Maximo quienes al ir en contra
del emperador fueron expulsados, aquí se puede evidenciar la influencia y el poder
político frente al tema religiosos, y muy seguramente el juego de intereses
personales. Frente a este exilio, el papa Martín muere hacia el 655 y Maximo queda
sin ninguna defensa, ya que los sucesores del papa no le prestaron su ayuda. Aquí
se puede pensar que se prefirió una amistad o una paz entre el emperador y la
Iglesia.
Si bien es cierto que ante las salidas de los países por tema de invasiones y más
adelante por el tema de los exilios, Maximo no siguió escribiendo obras, pero que
las que ya existían fueron de gran debate y discusión. Se dice que se tiene alrededor
de 90 escritos, entre los cuales hay cartas, breves tratados, etc.
La teología de Maximo está bajo un pensamiento aristotélico y patrístico, siempre
estuvo en la defensa y en el reconocimiento de las dos voluntades de Cristo, las
cuales están unidas y no generan división o confusión entre sí. Ante esta defensa
Maximo expone el ser ontológico de la persona, la relación de búsqueda del hombre
a Dios, de su encuentro, de su querer el dejar el pecado para estar en más íntima
unión con Dios, con lo anterior la voluntad humana de Cristo le permitió negarse al
pecado para estar en esa perfecta unión con Dios. Así mismo expone el tema del
amor (agápe) el cual permite el negarse el amor propio por ir en búsqueda de ese
amor por el prójimo, por el otro.
En conclusión, Maximo ante las adversidades de la vida, siempre sostuvo y defendió
las dos naturalezas de Cristo, ante lo cual expone el sentir ontológico del hombre y
su amor (agápe) de renuncia a su amor propio para ir por el amor de Dios, en otras
palabras como el hombre siempre en su voluntad de amar es capaz de negarse al
pecado, negarse al amor propio para ir en búsqueda de esa unión perfecta con Dios
el cual también se manifiesta en el prójimo.
Bibliografía:
Albérigo Giuseppe. Historia de los Concilio Ecuménicos. Segunda Edición.
Salamanca: Ediciones Sígueme, 2004.

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Jedin, Hubert. Manual de Historia de la Iglesia. Tomo I. Barcelona: Editorial Herder,
1980.
Ramos-Lisson, Domingo. Patrología. Pamplona (España): EUNSA, 2005.

Drobner, Hubertus. Manual de Patrología. Barcelona: Editorial Herder, 1999.

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