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MATERIA: PATROLOGIA
Curso: 4°
ASUNCIÓN-PARAGUAY
2019
INTRODUCCIÓN
11
Nestorio, Segunda Carta a Cirilo en: S, BERNARD y J. WOLINSKI, Historia de los Dogmas, I, ed,
Secretariado Trinitario, 1995, pg 300.
Nestorio fue patriarca de Constantinopla y fue acusado de profesar la doctrina que
lleva su nombre (nestorianismo), consistente en una separación total entre la divinidad y la
humanidad de Cristo. Tal doctrina fue declarada herética por el Concilio de Éfeso, que
depuso a Nestorio del patriarcado en el 431.
Cabe destacar, que el Concilio de Éfeso dentro de todo no ha condenado la cristología
antioquena de una justa distinción entre las dos naturalezas en Cristo, sino la herejía
nestoriana la cual propone la división de las naturalezas en Cristo. Los mismos antioquenos
se opusieron a Nestorio.
El concilio de Éfeso declara:
“Así pues, confesamos que nuestro Señor Jesús, Cristo, Hijo de Dios, el Unigénito, Dios
perfecto y hombre perfecto, compuesto de un alma racional y de un cuerpo, engendrado
del Padre antes de todos los siglos, según la divinidad, el mismo que al final de los días,
por nosotros y por nuestra salvación, fue engendrado de la Virgen María según la
humanidad, y el mismo que es consustancial al Padre según la divinidad y consustancial
a nosotros según la humanidad. En efecto, una unión de dos naturalezas: por eso
confesamos un solo Cristo, un solo Hijo, un solo Señor. En virtud de esta noción de unión
sin mezcla, confesamos que la santa Virgen es madre de Dios, porque el Dios Verbo se
encarnó, se hizo hombre y desde el momento de su concepción unió a sí mismo al templo
que sacó de la Virgen. En cuanto a las expresiones evangélicas apostólicas sobre el
Señor, sabemos que los teólogos aplican algunas de ellas de manera común, porque se
refieren a una sola persona, mientras que dividen a las otras porque se refieren a las dos
naturalezas, y en ese caso atribuyen a la divinidad de Cristo las que convienen a Dios y
a su humanidad las que señalan su abajamiento”2.
2. Mono-energismo
Esta doctrina fue idea del patriarca Sergio de Constantinopla. La misma pone una
sola actividad o energía en Cristo. Esto lo realiza para entablar buenas relaciones con los
monofisitas, que venían de Alejandría, ya que había diferencias doctrinales con ellos y la
división teológica traía sus consecuencias en la unidad política, la cual estaba amenazada por
las invasiones persas y, posteriormente, las árabes. Esta doctrina también fue propagada por
Ciro, patriarca de Alejandría. También el papa Honorio apoyó esta doctrina. La cual con el
correr del tiempo sería condenada como herética.
Ahora bien, de esta doctrina se desprende el monotelismo, la cual, también para
entablar buenas relaciones con los monofisitas, se atribuyó a Cristo una sola energía, aunque
se siguió manteniendo, con Calcedonia en el 451, la duplicidad de naturalezas. Aquí podemos
notar cómo cuando se habla de energía o actividad, se refieren a la voluntad de Cristo.
2
“Acta de Unión” del concilio de Efeso del 433 en: S, BERNARD y J. WOLINSKI, o. c, 306.
Hubo dos monjes que intuyeron la ambigüedad de esta doctrina. Ellos son Sofronio,
que llegaría a ser obispo de Jerusalén, y luego Máximo el Confesor. Ambos sufrieron
persecuciones a causa de su postura contra el monoenergismo y el monotelismo.
3. Cristología de Máximo el Confesor
Ya tenemos un panorama del contexto histórico donde Máximo desarrolla su doctrina
cristológica. Es un ambiente bastante tensionado, tanto dentro del Imperio como fuera de él.
Las causas internas se deben a las posturas monofisitas ya mencionadas, y las causas externas
debido a las invasiones persas y, posteriormente, las árabes. Para salvar la unidad del Imperio
se sacrificó la verdad. Y es esta verdad la que viene a defender Máximo el Confesor.
En el 633 se realiza el Pacto de Unión de Alejandría, donde se admite patentemente
una sola operación en Cristo. Esto trae como consecuencia una sola voluntad, y casi se anula
de esta manera la naturaleza humana de Cristo, la cual, privada de operación propia queda
reducida a la pura pasividad.3
En el año 638 el emperador Heraclio sigue la línea monotelita y promulga un edicto
teológico denominado Exposición de la Fe, al cual se adhieren tanto Sergio de
Constantinopla como su sucesor Pirro, también lo hace Ciro de Alejandría, pero no así
Sofronio de Jerusalén. Todo esto se da en Oriente, y es a causa de este conflicto teológico
que Occidente reacciona con el papa Juan IV, quien convoca en el año 641 a un sínodo y
condena la herejía monotelita. Mientras tanto, Máximo seguía defendiendo la doctrina de las
dos voluntades en África. Aquí ocurre un cisma entre Oriente y Occidente.
Máximo expone su cristología mediante una reflexión acerca de la agonía de Jesús
(Mt 26,39). Es aquí donde se dejan ver las dos voluntades en Cristo. Máximo ve en el rechazo
momentáneo del cáliz la plena naturaleza humana de Cristo, la cual no puede dejar de temerle
a la muerte. Pero, es aquí donde su misma voluntad humana supera el temor y asiente la
voluntad divina, es decir, la voluntad que tiene en común con el Padre.
Al hacerse hombre, Jesús se apropió de todo lo que pertenece a la naturaleza humana,
también el dolor y el miedo a la muerte, pero recordemos que se hizo semejante en todo al
hombre menos en el pecado (Hb 4,15); por tanto, su voluntad humana es libre e independiente
y está en plena comunión con su voluntad divina.
San Máximo entiende la humanidad de Jesús como superior a la de todos los hombres.
Citamos textualmente sus palabras: “Aun habiéndose hecho verdaderamente hombre por los
hombres, y por amor a ellos de la substancia de los hombres, en lo que respecta al modo con
el que se hizo hombre sigue siendo impenetrable, porque se hizo hombre de un modo superior
al hombre”4.
En el año 648, el emperador Constante II promulga un edicto que prohíbe hablar del
tema de las dos voluntades en Cristo. Ahora bien, en el año 649, el papa Martín I quiere
3
Cfr. MÁXIMO EL CONFESOR, Tratados espirituales, ed, Ciudad Nueva, 1997, pg 12-13.
4
Escrito citado en Máximo el confesor, meditaciones sobre la agonía de Jesús, ed, Ciudad Nueva, 1990, pg
12.
solucionar el problema y convoca a un concilio en Roma, en el cual se afirma las dos
voluntades en Cristo. Este concilio es problemático ya que el papa lo realizó sin autorización
del emperador y además violando el edicto de Constante II. El emperador mandó arrestar al
papa, el cual fue despojado de sus vestiduras papales y desterrado. San Máximo también fue
arrestado en dos ocasiones. En la segunda fue desterrado, pero sufriendo la amputación de
las manos y de la lengua, muriendo en el año 6625.
5
Cfr. MAXIMO EL CONFESOR, Tratados espirituales, ed, Ciudad Nueva, 1997, pg 15-16.
CONCLUSION
San Máximo es un verdadero confesor de la fe. Ciertamente sus aportaciones para la
elaboración de una cristología auténtica son importantísimas, pero, más bien esto se da
gracias a un apasionado amor por la Verdad, es decir, por Cristo. No se puede realizar
ninguna teología auténtica si no se ama a Cristo.
Es un verdadero testimonio de la fe cristiana, ya que por defender la verdad fue
perseguido, arrestado, llevado a juicio, violentado y exiliado a causa de Cristo. Ese es un
verdadero discípulo de Cristo.
La investigación para la realización del trabajo ayudó en la profundización de la
historia de la Iglesia y del dogma. De esta manera, hoy, valoro mucho más las aportaciones
de san Máximo, ya que lo hizo en un momento donde la Iglesia perdía de vista su misión de
anunciar el Evangelio de Cristo, debido a que estaba más preocupada por gobernar un
Imperio. Los santos, gracias a su amor profundo y sincero a Cristo, ayudan en su misión a la
Iglesia universal, para que esta no se pierda en las cuestiones mundanas.
El trabajo, en síntesis, nos ayuda a ver cómo nosotros, como Iglesia local, no debemos
perder nunca de vista lo esencial de nuestra misión, la cual es de carácter universal: “Id y
anunciad la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15). Pero, no debe olvidarse que esta
misión se debe realizar en el amor, ya que todos conocerán que somos discípulos de Cristo
en una cosa: en que nos amamos los unos a los otros (Jn 13,35).
BIBLIOGRAFÍA
✓ B. SESBOUÉ Y J. WOLINSKI, Historia de los dogmas, Tomo I: El Dios de la
Salvación, ed. Secretariado Trinitario,1995.
✓ P. ARGÁRATE, Máximo el Confesor, Tratados Espirituales, ed. Ciudad Nueva,
1997.
✓ A. CERESA. Máximo el Confesor, Meditaciones sobre la Agonía de Jesús, ed,
Ciudad Nueva, 1997.
✓ Biblia de Jerusalén, ed, Desclée de Brouwer, 2009.