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PARA UN DEBATE SOBRE LA TOLERANCIA: UNA APROXIMACIÓN

CONCEPTUAL EN TORNO A JÜRGEN HABERMAS Y HERBERT MARCUSE.

Pablo Silva Chavalos

“En el marco de la constitución de un


Estado democrático de derecho pueden
coexistir en régimen de plena igualdad
múltiples formas de vida.”

HABERMAS

“Bajo el gobierno de una totalidad


represiva, la libertad se puede convertir en
un poderoso instrumento de dominación.”

MARCUSE

Introducción

La idea de tolerancia cobra relevancia, tanto mediática, práctica como teóricamente, en el


ámbito social de los últimos años. Dado los cambios y dinámicas de la sociedad
contemporánea ha sido ineludible al momento de pensar la vida en comunidad, en sus
características, tensiones y relaciones tanto internas como externas (vale decir con otras
comunidades, éstas sean dentro de un mismo Estado, o en el plano internacional). Por esta
razón, la idea de tolerancia se ha planteado, explícitamente, como un fundamento, o al
menos como un factor importante, para la convivencia social, siendo por tanto un elemento
clave en la reflexión de la filosofía política actual.

A partir de lo señalado, el presente ensayo se plantea como una aproximación al concepto


de tolerancia a través del desarrollo teórico de dos autores, que al menos respecto a esta
idea, podríamos catalogarlos, en gran medida, como contrapuestos. Las propuestas de


Psicólogo, Universidad de Valparaíso. Actualmente cursa estudios de posgrado en magíster en pensamiento
contemporáneo en el Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales.
Jürgen Habermas y de Herbert Marcuse permiten dar cuenta de que el concepto dista
mucho de ser homogéneo; es por esto que el ensayo se plantea como un debate y no como
una análisis cerrado, acabado o monolítico del concepto.

Es interesante hacer notar que ambos autores provienen, aunque forman parte de diferentes
generaciones, de la misma escuela crítica, y pese a ello, las dos propuestas que se
desarrollarán respecto a la idea de tolerancia, distan mucho una de la otra. Es por esto que
estos autores han sido seleccionados para el análisis y no otros. Esta decisión de abordar
estos dos autores no debe excluir el desarrollo teórico de otros intelectuales que han
abordado el concepto ya sea con similitudes o discrepancias a las propuestas aquí
planteadas.

El desarrollo del texto se centrará en un primer momento en una aproximación al concepto


de tolerancia que puede emerger del desarrollo teórico de Habermas en el contexto de su
propuesta de democracia deliberativa (1). En el siguiente apartado se profundizará en la
noción de Tolerancia Represiva de Marcuse (2) para dar paso a un debate reflexivo entre
ambas propuestas (3). Por último se comentarán algunas conclusiones de las ideas
desarrolladas en el ensayo (4).

1. Habermas: Tolerancia y Democracia Deliberativa

En el presente apartado se propondrá una conceptualización de la tolerancia que remita a la


propuesta teórica desarrollada por Habermas, Para ello será necesario centrarnos,
brevemente,en la fundamentación de su filosofía política.

Podemos plantear, en primer lugar, que el proyecto político de Habermas es, sin duda,
ambicioso. Básicamente su propuesta consiste enun modelo normativo de democracia que
rescate e integre elementos tanto del republicanismo como del liberalismo en un contexto
histórico complejo de globalización transnacional y multiculturalismo.

Para Habermas la democracia debe fundamentarse en un procedimiento de comunicación


racional; esto es, una forma de comunicación no coercitiva, informada, pluralista y que
pretenda un consenso discursivo por medio de razonamientos universales, vale decir,
expresados en un lenguaje público común, imparcial, que excluya a priori referencias
ideológicas o de carácter endogrupales, y que permita a la vez, la participaciónpolítica
efectiva o autolegislación de la ciudadanía por medio de la deliberación en temas de interés
público (este acento en la soberanía popular es uno de los elementos más representativos de
la tradición republicana).

Por otra parte este tipo de racionalidad procedimentalposee un carácter fáctico, es decir,
existe como hecho identificable en la práctica política como una razón ya existente. Este
carácter fáctico universal se concibe como la base del Estado de derecho democrático. Es
tarea del Estado mediar y resguardar su funcionamiento y a la vez, y acá se incorporan
elementos de la teoría liberal, es garante y legislador de determinados derechos universales,
que no son prepolíticos sino que existen ya fácticamente en el proceso político, asegurados
por la constitución (fundamentalmente los Derechos Humanos), que expresaría a su vez, la
soberanía popular institucionalizada. En otras palabras la Constitución, en una sociedad
pluralista, expresaría el “consenso formal” de los ciudadanos1. Este rol atribuido al Estado
de derecho lo inviste de validez tanto en su existencia como en su proceder en relación a los
desafíosde una sociedad globalizada y multicultural.

Quisiera distinguir, a partir de lo anterior, dos ámbitos en los cuales se puede concebir una
idea de tolerancia en la propuesta habermasiana. Uno corresponde al proceso mismo de
deliberación, a la razón comunicativa presente en los procesos políticos; y por otro lado, un
ámbito institucional-formal vinculado con el primero.

Respecto al ámbito del proceso de deliberación la tolerancia se vincula y se materializa en


la visión deliberativa junto con contraponerse a una visión substancialista de la democracia.
La deliberación democrática que considera una reciprocidad comunicacional entre quienes
la componen debe, como prerrequisito, poner como condición el acuerdo efectivo entre
extraños. La tolerancia en este caso se basa en la inclusión y reconocimiento legítimo del
otro, en la simetría de status como ciudadanos, así cualquier apelación etnopolítica, vale
decir aquel argumento que lo excluya por no pertenecer a una comunidad prepolítica, que
se funde ya sea en el pasado, un pueblo, la nación o cualquier procedencia común, queda
necesariamente excluída. En otras palabras, la tolerancia implicaría el reconocimiento de
miembros libres e iguales pertenecientes a una comunidad jurídica.

Por otra parte, en el ámbito institucional-formal, la tolerancia se expresa en un doble nivel


referido a derechos y deberes ciudadanos. En el primero ésta se expresa en principios
constitucionales formales y universales que regulan la vida de ciudadanos reconocidos en
igualdad de derechos. En los segundos, se expresa en la identificación, integración y
respeto a los principios fundamentales del Estado democrático por parte de los ciudadanos.
En ambos casos la tolerancia se expresa en el reconocimiento recíproco de derechos
(universales y formales) del status de ciudadano, lo que asegura un plano de integración en
la vida democrática mediada por el derecho2.

Expuesto lo anterior designaremos la tolerancia que se deriva de la propuesta política


habermasiana como “Tolerancia Deliberativa” cuyos elementos ya fueron señalados:
reconocimiento e integración en dos ámbitos: en los procedimientos deliberativos de
1
JürgenHabermas, “Ciudadanía e identidad nacional”, en “Facticidad y validez. Sobre el derecho y el Estado
democrático de derecho en términos de teoría del discurso”, (Madrid: Trotta, 2005), p. 624.
2
Jürgen Habermas, “Inclusión: ¿Incorporación o Integración? Sobre la relación entre nación, Estado de
derecho y democracia”, en “La inclusión del otro. Estudios de teoría política”, (Barcelona: Madrid, 1999),
p.111.
racionalidad comunicativa; y en los principios democráticos constitucionales del Estado de
derecho. El sujeto político de esta tolerancia es, por lo tanto, el ciudadano, en tanto status
que se ha logrado por la progresiva valorización (como un “valor único en cada persona”3)
e inclusión de los individuos en los procesos y espacios de deliberación en un orden
político pluralista constituido en forma de Estado de derecho. En palabras de Habermas:

“Sólo el ejercicio de un poder político laico, constituido en forma de Estado de derecho, y


que se mantenga neutral hacia las diversas cosmovisiones puede garantizar una
convivencia tolerante y en igualdad de derechos….”4

2. Marcuse: Tolerancia Represiva y la Dialéctica de la Subversión

El concepto de Tolerancia Represiva elaborado por Marcuse es, claramente, uno de los
ataques más radicales a la idea de tolerancia que, según el autor, emerge y se materializa en
la sociedad industrial avanzada. Al igual que el autor anterior, intentaremos contextualizar
su noción de tolerancia en relación al contexto teórico más amplio en el cual fundamenta su
postura política.

Marcuse está lejos de considerar la sociedad de su época como democrática, por el


contrario, tanto a los sistemas capitalistas como comunistas, vigentes durante gran parte del
siglo XX, los acusa de totalitarios.Estamos presentes ante una “democracia con
organización totalitaria”5. Esta sentencia se debe a que Marcuse considera que en la
sociedad industrial avanzada el progreso de la técnica (las capacidades intelectuales y
materiales de la sociedad) ha sido organizado y aplicado tanto para el dominio de la
naturaleza como del ámbito humano, limitando, si no anulando, las posibilidades de
liberación debido la promoción de un nivel de vida cada vez más alto, pero también, más
alienante que nunca6.

La creación y aceptación de un modo de vida, promovido por el progreso técnico, implica


reducir el carácter contradictorio de la sociedad que se desenvuelve en un sentido histórico,
a un plano unidimensional de carácter represivo, donde esas contradicciones parecen

3
Jürgen Habermas, “El concepto de dignidad humana y la utopía de los derechos humanos”, (Dianoia,
volumen IV, n° 64, 2010), p.16.
4
Jürgen Habermas, “Introducción”, en “Entre naturalismo y religión”, (Barcelona: Paidós, 2006), p.10.
5
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, en “Critica de la Tolerancia Pura”, Robert Paul Wolff, Barrington
Moore,Jr; Herbert Marcuse, (Madrid: Editora Nacional, 1969), p. 89
6
Herbert Marcuse, “El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial
avanzada”, (México: Ed. Joaquín Mortiz, 1969), p.12.
intercambiarse. En otras palabras, el potencial negativo de la dialéctica7, como negación del
presente, se ve anulado.

Profundizando en lo anterior, se plantea que en la sociedad unidimensional los opuestos se


han vuelto intercambiables (razón-sin razón, vida-muerte, paz-guerra, democracia-
totalitarismo, igualdad (constitucionalizada)- desigualdad (institucionalizada), tolerancia-
represión) negándoles su carácter bidimensional, contradictorio, dialéctico. Una antítesis se
define en términos de su tesis: la tolerancia de la pluralidad social (tesis) es defendida si, y
sólo si, permite administrar esa diversidad en base a los intereses dominantes, o sea, en la
medida que sea represiva, limitante a una verdadera autodeterminación de esa misma
pluralidad que dice tolerar (antítesis). Esta unificación de los opuestos en el plano del
concepto, implica que el lenguaje como medio de cualquier tipo de comunicación que
involucre deliberación u opinión pública, queda definido de antemano, excluyendo
cualquier significación o disenso radical que atente contra su fijación.

En este tipo de sociedad donde la autodeterminación de los individuos no se hace posible


debido a la imposibilidad de tomar el control social efectivo sobre la producción,
organización y distribución de los bienes materiales en pos de la satisfacción general de las
sociedad junto con la anulación de las contradicciones sociales en una ilusión de libertad, la
tolerancia no es lo opuesto a la represión. De hecho en este intercambio de los opuestos, la
tolerancia es represiva porque “la tolerancia misma aparece sujeta a los criterios
dominantes”8

De esta manera cabe hablar de Tolerancia Represiva, cuando la tolerancia promueve el


status quo y sirve como vehículo de dominación contra la liberación de la estructura de
clase de la sociedad, a través de la aceptación, administración y promoción de diversos
estilos de vida, el ejercicio de derechos políticos y otras libertades cívicas promovidas por
la sociedad industrial avanzada. La progresiva aceptación de esta realidad histórica, por
parte de los dominados, pareciera dejar a Marcuse en un callejón sin salida.

Pese a todo, Marcuse no abandona la alternativa de una tolerancia liberadora. Esta


verdadera tolerancia se lograría en la medida en que la sociedad tomara autoconciencia de
las contradicciones sociales (ya como opuestos y no en su unificación actual) y subvirtiera
el estado actual de las cosas hacia uno donde el ser humano sea capaz de tomar el control
de la técnica y se permita su autodeterminación. Dentro de esta perspectiva dialéctica, la
tolerancia se concretizaría como universal.

7
Herbert Marcuse, “El hombre unidimensional.”, p. 117. No es intención en este ensayo desarrollar una
explicación de la dialéctica como ontología de una totalidad histórica. La complejidad del tema implicaría
un capítulo aparte y una profundización en filosofía, que en este breve apartado, no va al caso.
8
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, p. 79.
3. Reflexiones para un debate

En este apartado se intentará debatir las implicancias, relaciones y consecuencias de los dos
conceptos de tolerancia analizados anteriormente. Se pondrá énfasis en explicitar las
posibles críticas que ambos autores pueden atribuirse mutuamente con el fin de contrastar
argumentativamente ambas propuestas. Esto con la intención de abrir un debate a un
concepto, que dado lo expuesto, dista mucho de materializarse, en las condiciones actuales,
en una forma monolítica.

En primer lugar quisiera explicitar un punto en común que poseen ambas


conceptualizaciones de la tolerancia. Las dos propuestas remiten a una suerte de
configuración presente en la realidad social, ya sea como elemento que promueve una
normatividad para la democracia; o como un factor estructural de la dominación social. En
otros términos, ambas se vinculan a un tipo particular de racionalidad(no entendida en
términos psicologicistas): racionalidad comunicativa en la Tolerancia Deliberativa;
racionalidad técnica en la Tolerancia Represiva. Por lo tanto ambos conceptos no pueden
atribuirse a nociones estrictamente psicológicas o morales (a pesar de que en la práctica se
manifiesten en las concepciones y comportamientos de individuos particulares).

Los alcances de la tolerancia en Habermas tienen que ver con dar solución a un problema
vinculado al ámbito político desligado completamente del económico (en el sentido que el
autor asume que la economía transnacional es una realidad improbable de ser resuelta en el
plano de la interacción humana basada en un tipo de racionalidad que el autor pretende
defender como marco normativo de la democracia). De esta manera, si se quiere considerar
la intervención en el plano económico como relevante o incluso clave en la legitimación de
cualquier tipo de normatividad democrática, la propuesta habermasiana resulta restrictiva.
En términos marcuseanos, ésta sería una faceta más de la unidimensionalidad de la
sociedad industrial avanzada que en base de una supuesta tolerancia, legitimaría el dominio
técnico en la totalidad social. Sin embargo, pese a esta crítica, la Tolerancia Deliberativa es
central para legitimar y promover cambios sociales dentro del sistema liberal, que sin duda,
hoy en día afectan a un gran número de seres humanos. Por otro lado la Tolerancia
Represiva de Marcuse puede derivar, si se toma en un sentido radical, en una negativa a
promover o legitimar procesos reformistas que apelen al menos a un mayor reconocimiento
social de los individuos que conforman el conjunto social (pese a que estén o no alienados
en él). Considero que este punto puede ser una de las mayores limitaciones, y por lo tanto
crítica, que se puede realizar a Marcuse en las problemáticas actuales respecto a la
tolerancia. Una muy posible lectura de su conceptualización que tienda a la deslegitimación
de cualquier proceso que promueva a la tolerancia dentro del sistema que no atente contra
su subversión puede ser una actitud poco propositiva a la solución de problemáticas
actuales, concretas y urgentes que requieren un mínimo de predisposición a aceptar ciertos
ámbitos de acción en un plano reformista.
Dentro de las limitaciones que podemos concebirle a Habermas tienen que ver, por un lado,
con la (in)traductibilidad de los argumentos comprensivos para la deliberación pública
como factor limitante a su noción de tolerancia, límites que en el caso de la religión, pueden
hacer peligrar su validez, en la medida que se ve afectado el carácter recíproco del proceso
deliberativo. En otras palabras, se asume una exigencia desmedida a los ciudadanos que
conforman una sociedad pluralista a identificarse con valores o principios abstractos.

Por otra parte podemos reconsiderar la crítica de Marcuse a Habermas en la medida que la
tolerancia promovida en la esfera política no asegura una reciprocidad entre las
instituciones representantes y la ciudadanía representada. Pareciera ser que en gran parte de
las democracias actuales las desigualdades estructurales, la farandulización de la política, la
crisis de los partidos políticos, la crítica falta de representatividad, los intereses económicos
en los asuntos políticos y ambientales, las limitaciones en el acceso a la información y la
cultura entre otros hechos, permiten concebir la Tolerancia Represiva como un concepto a
tener en cuenta en la reflexión política actual, a lo menos en el ámbito intelectual. Se vuelve
dudosa la “impregnación ética” de las instancias de poder cuando la política responde a
intereses particulares y donde existe una ciudadanía desarticulada para ejercer presión en
este sentido.

En este punto cabe preguntarse a partir de la crítica clásica de la ideología, si la propuesta


de Habermas no es, en sí misma, ideológica en el plano de la tolerancia:

“Ninguno puede reclamar alguna prioridad política, por lo que la dominación societal de
clase desaparece del horizonte, o al menos pierde su importancia. ¿No es ésta la
quintaescencia de la ideología?”9

Siguiendo con el contraste entre ambos autores, quisiera hacer mención a una dicotomía
importante para el debate que puede ser expresada como “inmanencia/trascendencia”
referidas a la Tolerancia Deliberativa y a la Tolerancia Represiva, respectivamente. Lo que
para Habermas es ya un hecho fáctico, basado en una racionalidad comunicativa que de
hecho opera en los procesos políticos, o al menos que debiera tender a universalizarse en
las condiciones actuales, para Marcuse es una utopía, en el sentido que la tolerancia no se
ha materializado en el ámbito social y sólo podría hacerse posible como trascendencia en el
proceso dialéctico donde la superación de los opuestos (siendo la tolerancia la negación de
la represión existente y por lo tanto su potencialidad negativa) permita una subversión del
estado actual de las cosas. Para Marcuse la propuesta de Habermas es conformista y

9
Jorge Larraín, “Habermas: racionalidad comunicativa e ideología”, en “El concepto de ideología. Vol. 4.
Posestructuralismo, Postmodernismo y Posmarxismo”, (Santiago: LOM, 2010), P. 126.
responde a un estado de cultura afirmativa ya que “afirma” y legitima la estructura de
dominación.

Por último me interesa plantear un tema que se vincula a este punto de la inmanencia o
trascendencia social y tiene que ver con el uso de la violencia. Es en este término a primera
vista tan poco emparentado con el concepto de tolerancia que podemos notar más
claramente la radical diferencia entre ambas posturas. Para Habermas el uso de la violencia
sólo queda justificado a través del derecho positivo, cuando se afrentan los principios
normativos constitucionales. De hecho los procedimientos deliberativos debieran ser los
garantes primeros que eviten cualquier acción violenta:

“Cuando nos vemos confrontados con cuestiones relativas a la regulación de conflictos o a


la persecución de objetivos colectivos y queremos evitar la alternativa que representarían
los enfrentamientos violentos, no tenemos más remedio que recurrir a una práctica de
entendimiento, de cuyos procedimientos y presupuestos comunicativos no podemos
disponer a voluntad.”10

Aquí la postura de Marcuse es diametralmente opuesta, en vez de promover su concepto de


tolerancia, su respuesta apunta a negarlo a partir de reposicionar la lógica de la
contradicción. Se finalizará este apartado con la cita directa, que resume explícitamente su
toma de posición:

“…yo creo que hay un “derecho natural” de resistencia para las minorías oprimidas y
subyugadas a emplear medios extralegales si se ha probado que los legales resultan
inadecuados. El derecho y el orden son siempre y en todas partes el derecho y el orden que
protegen a la jerarquía establecida; carece de sentido invocar la autoridad absoluta de
este derecho y este orden contra aquellos que sufren por ello y contra ello luchan, no por
conseguir beneficios personales o por venganza sino por principios de humanidad. No hay
otro juez para ellos que las autoridades constituidas, la policía y su propia conciencia. Si
recurren a la violencia no es para iniciar una serie de violencias sino para poner fin a las
oficialmente organizadas. Como los amenaza represión, ellos ya conocen el riesgo, y
cuando están dispuestos a correrlo, ninguna tercera persona, y menos que nadie el
educador y el intelectual, tienen derecho a predicarles la inacción.”11

10
Jürgen Habermas, “Política Deliberativa: Un concepto procedimental de democracia”, en “Facticidad y
validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso”, (Madrid:
Trotta, 2005), p. 388.
11
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, p. 104.
4. Conclusión

La exposición desarrollada en el presente ensayo dio cuenta de dos conceptos de tolerancia


en pugna, que a la vez responden, intrínsecamente, a dos proyectos y fundamentos políticos
radicalmente diferentes. La relevancia de esta contraposición conceptual fue concebir a la
tolerancia como un concepto no monolítico, debatible.

Los dos conceptos de tolerancia planteados correspondieron a la Tolerancia Deliberativa y


la Tolerancia Represiva. La primera fundamentada en una filosofía política que intenta
lidiar conceptualmente con los problemáticas transnacionales actuales de una manera
inmanente, o sea, concibiéndose como un concepto que fundamenta y aporta en la solución
a aquellas problemáticas derivadas de la interacción y comunicación dentro de un sistema
económico-social existente. La segunda, por su parte, se fundamenta en una filosofía
dialéctica centrada en las contradicciones de una totalidad que debe, aunque no
necesariamente se consiga, ser superada, lo que conlleva una complejidad mayor en dar
soluciones a las problemáticas actuales, en la medida que se quiera o no tranzar con una
realidad que le niega su carácter bidimensional, y por lo tanto, subversivo.

Se intentó por último dinamizar el debate a través de contraposiciones de ambas visiones en


diferentes ámbitos: sus proyecciones o alcances en la situación actual, sus limitaciones, sus
críticas recíprocas como el vínculo que se establece entre ellas con la violencia (temática
que puede plantearse y desarrollarse conceptualmente en otro momento).

Por último quiero señalar que se intentó mantener, por parte del autor, una postura
imparcial respecto a ambas, con el fin de plantearlas en sus respectivas potencialidades y
carencias. Lo relevante, vuelvo a repetirlo, fue dar cuenta que la idea de tolerancia es un
campo en conflicto, tanto en la realidad, como en su conceptualización en la filosofía
política contemporánea. Sin duda habrá que tomar una posición en dicha batalla.
Bibliografía

Habermas, Jürgen. “El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos
humanos” Diánoia, volumen LV, núm. 71 (mayo 2010): 3-25

Habermas, Jürgen. Entre naturalismo y religión. Barcelona: Paidós.2006. Véase capítulo


IV. “¿Fundamentos prepolíticos del Estado democrático de derecho?”

Habermas, Jürgen. Entre naturalismo y religión. Barcelona: Paidós.2006. Véase capítulo X.


“Tratamiento cultural igualitario y los límites del liberalismo posmoderno.”

Habermas, Jürgen. Entre naturalismo y religión. Barcelona: Paidós.2006. Véase


“Introducción.”

Habermas, Jürgen. Facticidad y Validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de


derecho en términos de teoría del discurso. Madrid: Trotta. 2005. Véase capítulo III.
“Ciudadanía e Identidad nacional.”

Habermas, Jürgen. Facticidad y Validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de


derecho en términos de teoría del discurso. Madrid: Trotta. 2005. Véase capítulo VII.
“Política deliberativa: Un concepto procedimental de democracia.”

Habermas, Jürgen. La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona: Madrid.
1999. Véase capítulo III. “Inclusión: ¿Incorporación o integración? Sobre la relación entre
nación, Estado de derecho y democracia.”

Habermas, Jürgen. La constelación posnacional. Ensayos políticos. Barcelona:


Paidós.2000. Véase capítulo V. “Acerca de la legitimación basada en los derechos
humanos.”

Habermas, Jürgen. La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona: Madrid.
1999. Véase capítulo VI. “La lucha por el reconocimiento en el Estado democrático de
derecho.”

Larraín, Jorge. El concepto de ideología. Vol. 4. Postestructuralismo, Postmodernismo y


Postmarxismo. Santiago: LOM. 2010. Véase capítulo V. “Habermas: racionalidad
comunicativa e ideología.”

Marcuse, Herbert. et. al. Crítica de la Tolerancia Pura. Madrid: Editorial Nacional. 1969.
Véase Herbert Marcuse. “Tolerancia Represiva.”

Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad


industrial avanzada. México: Editorial Joaquín Mortiz.1969.

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