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HABERMAS
MARCUSE
Introducción
Psicólogo, Universidad de Valparaíso. Actualmente cursa estudios de posgrado en magíster en pensamiento
contemporáneo en el Instituto de Humanidades de la Universidad Diego Portales.
Jürgen Habermas y de Herbert Marcuse permiten dar cuenta de que el concepto dista
mucho de ser homogéneo; es por esto que el ensayo se plantea como un debate y no como
una análisis cerrado, acabado o monolítico del concepto.
Es interesante hacer notar que ambos autores provienen, aunque forman parte de diferentes
generaciones, de la misma escuela crítica, y pese a ello, las dos propuestas que se
desarrollarán respecto a la idea de tolerancia, distan mucho una de la otra. Es por esto que
estos autores han sido seleccionados para el análisis y no otros. Esta decisión de abordar
estos dos autores no debe excluir el desarrollo teórico de otros intelectuales que han
abordado el concepto ya sea con similitudes o discrepancias a las propuestas aquí
planteadas.
Podemos plantear, en primer lugar, que el proyecto político de Habermas es, sin duda,
ambicioso. Básicamente su propuesta consiste enun modelo normativo de democracia que
rescate e integre elementos tanto del republicanismo como del liberalismo en un contexto
histórico complejo de globalización transnacional y multiculturalismo.
Por otra parte este tipo de racionalidad procedimentalposee un carácter fáctico, es decir,
existe como hecho identificable en la práctica política como una razón ya existente. Este
carácter fáctico universal se concibe como la base del Estado de derecho democrático. Es
tarea del Estado mediar y resguardar su funcionamiento y a la vez, y acá se incorporan
elementos de la teoría liberal, es garante y legislador de determinados derechos universales,
que no son prepolíticos sino que existen ya fácticamente en el proceso político, asegurados
por la constitución (fundamentalmente los Derechos Humanos), que expresaría a su vez, la
soberanía popular institucionalizada. En otras palabras la Constitución, en una sociedad
pluralista, expresaría el “consenso formal” de los ciudadanos1. Este rol atribuido al Estado
de derecho lo inviste de validez tanto en su existencia como en su proceder en relación a los
desafíosde una sociedad globalizada y multicultural.
Quisiera distinguir, a partir de lo anterior, dos ámbitos en los cuales se puede concebir una
idea de tolerancia en la propuesta habermasiana. Uno corresponde al proceso mismo de
deliberación, a la razón comunicativa presente en los procesos políticos; y por otro lado, un
ámbito institucional-formal vinculado con el primero.
El concepto de Tolerancia Represiva elaborado por Marcuse es, claramente, uno de los
ataques más radicales a la idea de tolerancia que, según el autor, emerge y se materializa en
la sociedad industrial avanzada. Al igual que el autor anterior, intentaremos contextualizar
su noción de tolerancia en relación al contexto teórico más amplio en el cual fundamenta su
postura política.
3
Jürgen Habermas, “El concepto de dignidad humana y la utopía de los derechos humanos”, (Dianoia,
volumen IV, n° 64, 2010), p.16.
4
Jürgen Habermas, “Introducción”, en “Entre naturalismo y religión”, (Barcelona: Paidós, 2006), p.10.
5
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, en “Critica de la Tolerancia Pura”, Robert Paul Wolff, Barrington
Moore,Jr; Herbert Marcuse, (Madrid: Editora Nacional, 1969), p. 89
6
Herbert Marcuse, “El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial
avanzada”, (México: Ed. Joaquín Mortiz, 1969), p.12.
intercambiarse. En otras palabras, el potencial negativo de la dialéctica7, como negación del
presente, se ve anulado.
7
Herbert Marcuse, “El hombre unidimensional.”, p. 117. No es intención en este ensayo desarrollar una
explicación de la dialéctica como ontología de una totalidad histórica. La complejidad del tema implicaría
un capítulo aparte y una profundización en filosofía, que en este breve apartado, no va al caso.
8
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, p. 79.
3. Reflexiones para un debate
En este apartado se intentará debatir las implicancias, relaciones y consecuencias de los dos
conceptos de tolerancia analizados anteriormente. Se pondrá énfasis en explicitar las
posibles críticas que ambos autores pueden atribuirse mutuamente con el fin de contrastar
argumentativamente ambas propuestas. Esto con la intención de abrir un debate a un
concepto, que dado lo expuesto, dista mucho de materializarse, en las condiciones actuales,
en una forma monolítica.
Los alcances de la tolerancia en Habermas tienen que ver con dar solución a un problema
vinculado al ámbito político desligado completamente del económico (en el sentido que el
autor asume que la economía transnacional es una realidad improbable de ser resuelta en el
plano de la interacción humana basada en un tipo de racionalidad que el autor pretende
defender como marco normativo de la democracia). De esta manera, si se quiere considerar
la intervención en el plano económico como relevante o incluso clave en la legitimación de
cualquier tipo de normatividad democrática, la propuesta habermasiana resulta restrictiva.
En términos marcuseanos, ésta sería una faceta más de la unidimensionalidad de la
sociedad industrial avanzada que en base de una supuesta tolerancia, legitimaría el dominio
técnico en la totalidad social. Sin embargo, pese a esta crítica, la Tolerancia Deliberativa es
central para legitimar y promover cambios sociales dentro del sistema liberal, que sin duda,
hoy en día afectan a un gran número de seres humanos. Por otro lado la Tolerancia
Represiva de Marcuse puede derivar, si se toma en un sentido radical, en una negativa a
promover o legitimar procesos reformistas que apelen al menos a un mayor reconocimiento
social de los individuos que conforman el conjunto social (pese a que estén o no alienados
en él). Considero que este punto puede ser una de las mayores limitaciones, y por lo tanto
crítica, que se puede realizar a Marcuse en las problemáticas actuales respecto a la
tolerancia. Una muy posible lectura de su conceptualización que tienda a la deslegitimación
de cualquier proceso que promueva a la tolerancia dentro del sistema que no atente contra
su subversión puede ser una actitud poco propositiva a la solución de problemáticas
actuales, concretas y urgentes que requieren un mínimo de predisposición a aceptar ciertos
ámbitos de acción en un plano reformista.
Dentro de las limitaciones que podemos concebirle a Habermas tienen que ver, por un lado,
con la (in)traductibilidad de los argumentos comprensivos para la deliberación pública
como factor limitante a su noción de tolerancia, límites que en el caso de la religión, pueden
hacer peligrar su validez, en la medida que se ve afectado el carácter recíproco del proceso
deliberativo. En otras palabras, se asume una exigencia desmedida a los ciudadanos que
conforman una sociedad pluralista a identificarse con valores o principios abstractos.
Por otra parte podemos reconsiderar la crítica de Marcuse a Habermas en la medida que la
tolerancia promovida en la esfera política no asegura una reciprocidad entre las
instituciones representantes y la ciudadanía representada. Pareciera ser que en gran parte de
las democracias actuales las desigualdades estructurales, la farandulización de la política, la
crisis de los partidos políticos, la crítica falta de representatividad, los intereses económicos
en los asuntos políticos y ambientales, las limitaciones en el acceso a la información y la
cultura entre otros hechos, permiten concebir la Tolerancia Represiva como un concepto a
tener en cuenta en la reflexión política actual, a lo menos en el ámbito intelectual. Se vuelve
dudosa la “impregnación ética” de las instancias de poder cuando la política responde a
intereses particulares y donde existe una ciudadanía desarticulada para ejercer presión en
este sentido.
“Ninguno puede reclamar alguna prioridad política, por lo que la dominación societal de
clase desaparece del horizonte, o al menos pierde su importancia. ¿No es ésta la
quintaescencia de la ideología?”9
Siguiendo con el contraste entre ambos autores, quisiera hacer mención a una dicotomía
importante para el debate que puede ser expresada como “inmanencia/trascendencia”
referidas a la Tolerancia Deliberativa y a la Tolerancia Represiva, respectivamente. Lo que
para Habermas es ya un hecho fáctico, basado en una racionalidad comunicativa que de
hecho opera en los procesos políticos, o al menos que debiera tender a universalizarse en
las condiciones actuales, para Marcuse es una utopía, en el sentido que la tolerancia no se
ha materializado en el ámbito social y sólo podría hacerse posible como trascendencia en el
proceso dialéctico donde la superación de los opuestos (siendo la tolerancia la negación de
la represión existente y por lo tanto su potencialidad negativa) permita una subversión del
estado actual de las cosas. Para Marcuse la propuesta de Habermas es conformista y
9
Jorge Larraín, “Habermas: racionalidad comunicativa e ideología”, en “El concepto de ideología. Vol. 4.
Posestructuralismo, Postmodernismo y Posmarxismo”, (Santiago: LOM, 2010), P. 126.
responde a un estado de cultura afirmativa ya que “afirma” y legitima la estructura de
dominación.
Por último me interesa plantear un tema que se vincula a este punto de la inmanencia o
trascendencia social y tiene que ver con el uso de la violencia. Es en este término a primera
vista tan poco emparentado con el concepto de tolerancia que podemos notar más
claramente la radical diferencia entre ambas posturas. Para Habermas el uso de la violencia
sólo queda justificado a través del derecho positivo, cuando se afrentan los principios
normativos constitucionales. De hecho los procedimientos deliberativos debieran ser los
garantes primeros que eviten cualquier acción violenta:
“…yo creo que hay un “derecho natural” de resistencia para las minorías oprimidas y
subyugadas a emplear medios extralegales si se ha probado que los legales resultan
inadecuados. El derecho y el orden son siempre y en todas partes el derecho y el orden que
protegen a la jerarquía establecida; carece de sentido invocar la autoridad absoluta de
este derecho y este orden contra aquellos que sufren por ello y contra ello luchan, no por
conseguir beneficios personales o por venganza sino por principios de humanidad. No hay
otro juez para ellos que las autoridades constituidas, la policía y su propia conciencia. Si
recurren a la violencia no es para iniciar una serie de violencias sino para poner fin a las
oficialmente organizadas. Como los amenaza represión, ellos ya conocen el riesgo, y
cuando están dispuestos a correrlo, ninguna tercera persona, y menos que nadie el
educador y el intelectual, tienen derecho a predicarles la inacción.”11
10
Jürgen Habermas, “Política Deliberativa: Un concepto procedimental de democracia”, en “Facticidad y
validez. Sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso”, (Madrid:
Trotta, 2005), p. 388.
11
Herbert Marcuse, “Tolerancia Represiva”, p. 104.
4. Conclusión
Por último quiero señalar que se intentó mantener, por parte del autor, una postura
imparcial respecto a ambas, con el fin de plantearlas en sus respectivas potencialidades y
carencias. Lo relevante, vuelvo a repetirlo, fue dar cuenta que la idea de tolerancia es un
campo en conflicto, tanto en la realidad, como en su conceptualización en la filosofía
política contemporánea. Sin duda habrá que tomar una posición en dicha batalla.
Bibliografía
Habermas, Jürgen. “El concepto de dignidad humana y la utopía realista de los derechos
humanos” Diánoia, volumen LV, núm. 71 (mayo 2010): 3-25
Habermas, Jürgen. La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona: Madrid.
1999. Véase capítulo III. “Inclusión: ¿Incorporación o integración? Sobre la relación entre
nación, Estado de derecho y democracia.”
Habermas, Jürgen. La inclusión del otro. Estudios de teoría política. Barcelona: Madrid.
1999. Véase capítulo VI. “La lucha por el reconocimiento en el Estado democrático de
derecho.”
Marcuse, Herbert. et. al. Crítica de la Tolerancia Pura. Madrid: Editorial Nacional. 1969.
Véase Herbert Marcuse. “Tolerancia Represiva.”