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Universidad De Guayaquil

Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la


Educación

Carrera Educación Básica

MSc. Martha Guzmán Rugel

7 Semestre C1

González Franco Andreina Estefanía


Saberes Ancestrales

Se denominan conocimientos y saberes ancestrales


y tradicionales a todos aquellos saberes que poseen
los pueblos y comunidades indígenas, y que han
sido transmitidos de generación en generación por
siglos. Estos conocimientos, saberes y prácticas se
han conservado a lo largo del tiempo
principalmente por medio de la tradición oral de
los pueblos originarios, y también por medio de
prácticas y costumbres que han sido transmitidas
de padres a hijos en el marco de las dinámicas de
la convivencia comunitaria que caracterizan a
nuestros pueblos indígenas.
Cada pueblo tiene sus propios pensamientos, prácticas y costumbres que configuran la
particularidad de sus diversas identidades. Podemos ver esto reflejado en la diferencia
entre una artesanía de semillas silvestres de los Cofán, por ejemplo, y las conocidas
artesanías de tejido de los Otavalo, pertenecientes a la nacionalidad kichwa; o en la
diferencia entre la gastronomía, la música y la danza del pueblo amazónico shuar y la
gastronomía, danza y música de otras nacionalidades y pueblos de la Sierra o de la Costa.
A pesar de estas diferencias existen elementos comunes, puntos de encuentro que
constituyen ejes centrales dentro de sus cosmovisiones, hermanado sus formas de
concebir, interpretar y relacionarse con el mundo.
En la Declaración Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural de 2001 se
establece que los saberes tradicionales y ancestrales son un patrimonio cuyo valor no se
circunscribe únicamente a las comunidades originarias, sino que dichos saberes
constituyen un importante recurso para toda la humanidad, en tanto enriquecenc el
conocimiento mutuo por medio del diálogo, y permiten conservar el amplio espectro de
la diversidad cultural existente en un territorio dado. Según se afirma en la declaración,
la diversidad cultural es una fuente de creatividad y de innovación y su reconocimiento
fomenta la inclusión social y la participación.
Por tal motivo debe ser protegida y promovida, reconocida y consolidada en beneficio de
toda la humanidad, de las generaciones presentes y futuras. También se asegura que la
diversidad cultural amplía las posibilidades de elección que se brindan a todos, y que es
una fuente de desarrollo, entendido este no solamente en términos de crecimiento
económico, sino también como medio de acceso a una existencia intelectual, afectiva,
moral y espiritual satisfactoria.
La provincia de Manabí un paraíso turístico, dado que cuenta con 320 kilómetros de
playa, Desde el norte al sur cuenta con balnearios marítimos y balnearios de agua dulce,
con acantilados, desembocaduras, estuarios, islotes, islas, lajas y rocas. Es un lugar
privilegiado en donde el sector campesino utiliza el verde, el maíz, y el maní en su
producción agrícola, y en la preparación de múltiples platillos que hacen que su
gastronomía sea única, y se difunda de generación en generación.
Sus ancestros tenían la creencia de que, con una buena producción de sus alimentos
cultivados por ellos mismos, y usando utensilios hechos a mano con mate, o barro da un
sabor inigualable a sus comidas.

El maíz amarillo duro en el Ecuador es uno de los productos


agrícolas más importantes de la economía nacional.
Constituye la principal materia prima para la elaboración de
alimentos concentrados (balanceados) destinados a la
industria animal, especialmente a la avicultura comercial,
que es una de las actividades más dinámicas del sector
agropecuario. Es importante destacar que alrededor del 90%
de la siembra de maíz tiene lugar en la época lluviosa.

Durante la época lluviosa, el periodo de


siembra va del 15 de enero al 15 de febrero;
después de las dos o tres primeras lluvias,
cuando está entablado el invierno, en
terreno húmedo no encharcado, es el mejor
ambiente para sembrarlo. Durante la época
seca, para aprovechar la humedad
remanente de las lluvias, el mejor rango de
siembra es entre el 15 de mayo al 15 de
junio, la falta de humedad en el suelo y otros
factores estresantes, hacen que la planta
reduzca drásticamente su rendimiento.
Es un deleite emblemático de Manabí, que es realizado con
maíz amarillo, se seleccionan las mejores mazorcas, se lo
desgrana, luego se lo tosta en un comal de barro y lo muele
poco a poco, aparte se cosecha maní caramelo, se lo desgrana
y se lo tosta en el comal, se separa la cáscara, y también se lo muele, se mezclan seis
vasos de pasta de maní y seis vasos de polvo de maíz, se coloca esencia de achiote sin
aceite, se le pica ajo finito, media cebolla morada, cilantro de huerta, y se mezcla a la
masa, se agrega comino, sal y pimienta al gusto y se vuelve a moler toda la preparación,
y lista, queda la sal prieta que sirve para acompañar a los plátanos maduros o verdes
asados.
La natilla es preparada en la provincia de Manabí, desde el Tope San
Isidro realizan dos tipos de natillas, cocinada y horneada, es un proceso
que comienza desde la cosecha de los maíces amarillos, seleccionando
las mejores mazorcas, para luego cocinarlas en una olla con abundante
agua, dejándolas hervir por 20 minutos y luego remojarlas en agua al
ambiente hasta el día siguiente, para posteriormente ser rallado, a el
polvo que sale, se le vierte un litro de agua, y se lo cola tres veces, luego
en una olla de barro se pone medio litro de agua, canela, pimienta de olor,
clavo de olor y un kilo de panela, y lo mueve con una cuchara de mate, a
eso le vierte la mezcla de maíz y un litro de leche, luego que espesa se
pone poco a poco dos litros de leche, y remueve constantemente, luego
de dos horas, se realizan pruebas de compactación, cuando ya está listo
se lo deja enfriar y se procede a degustar, también lo saben hornear en
una base de hoja de plátano en horno de barro.

Es hecha con el maíz criollo, el proceso inicia un día antes, se ponen


a cocinar 5 mazorcas, se deja hervir por 1 minuto y se deja en
remojo, al día siguiente se rallan las mazorcas, y se cierne la harina
obtenida, en una olla de barro se pone un litro de agua, cebolla
blanca, medio pimiento, cebolla morada, achiote, a la harina de maíz
se le vierte leche poco a poco y sal al gusto, hasta que quede una
masa compacta y se procede a hacer masitas y se las aprieta, se le
pone un huevo criollo a la sopa, y una a una se vierten las masitas,
para que no se desbaraten. Una vez pasado quince minutos se vierte
leche y queso, y una vez que haya hervido se procede a servir.
En la Mocora, en San Vicente Manabí se celebran las festividades
brindando un banquete con fritada de cerdo, plátano y marabajas, es
un banquete que se sirve sobre hojas de plátanos, se vierten los
chifles, las marabajas, y sobre estas diferentes preparaciones de carne
de cerdo, como: chicharrón, fritada, asado, cuerito asado, entre otras
delicias todo esto preparado en recipientes de barro, se lo acompaña
con una ensalada, y con café recién pasado.

También conocidas como tortillas de yuca podrida, las preparan de


queso y de chicharrón, luego de la cosecha de la yuca, se pela,
trocea y desvena, se las guarda en un recipiente por dos días, para
fermentarlas, luego de los dos días se las saca del agua y se las
ralla, se las exprime en un lienzo, se reserva el almidón, luego a
la masa, se la pasa por el molino de mano, y se las hace en bolas
grandes y se las pre cocina sin sal, en una olla de agua, luego de
que han hervido se retiran las bolas de yuca y se las amasa, se le
vierte el agua del almidón, sal al gusto, mantequilla, una
cucharadita de azúcar, y manteca de cerdo, y se procede a formar
las tortillas y se pone el queso rallado o el chicharrón, y se las mete
al horno de leña.
Otra de las recetas ancestrales hechas en fogón de leña, son los panes
de almidón, se lo realiza en olla de barro, que se ha calentado con
una hora de antelación, se vierten 4 huevos, medio litro de leche, 2
cucharaditas de mantequilla, dos cucharaditas de sal, se pone dos
libras de almidón poco a poco y se mezcla, se amasa intensamente,
y se vierte media libra que queso rallado a la masa, y se sigue
amasando por 10 minutos más, se coge una porción de la masa, se
les da forma de manera ovalada, se le pone el queso, y se vuelve a
moldear, se verifica el calor del horno de leña, y se lo pone en el
horno, separados y se lo deja hornear por diez minutos.

Una receta milenaria que se originó en Manabí, como


parte de la alimentación del montubio, que caminaba a
diario largas distancias para realizar sus faenas agrícolas,
se comienza seleccionando los aliños que son cosechados
en la casa mismo, jengibre, oreganón, ajo, cebolla blanca,
cebolla colorada y sal, se hace un refrito en un sartén y se
colocan las presas de gallina criolla, se deja por 5 minutos,
y se le vierte una mezcla de extracto de zanahoria, y vino
blanco, se lo deja por treinta minutos, se prepara la salsa
de maní, con ajo, orégano, albahaca, jengibre, sal, se lo
muele y se lo refríe con cebolla blanca y morada, se licua
una libra de maní con leche y se mezcla con el refrito se
deja hervir por media hora, luego se limpia las hojas de plátano, poniéndolas al fuego,
una vez preparada las hojas, se pone una porción de arroz, se pone el jugo de la gallina,
encima dos cucharones del maní, y luego la presa, se pone dos maduros y listo, se lían las
hojas, y se deja lista la tonga.
Se lo realiza en el Tope, San Isidro, se empieza ordeñando las vacas, se cierne la leche,
se le vierte a la leche el suero, y se deja reposar hasta el día siguiente, se retira la nata, y
se la pone en otro recipiente, se le pone sal, y se deja acumular por 8 días, se comienza a
batir la masa por media hora, se le agrega un poco de leche fresca, se reserva la
mantequilla y se deja reposar al día siguiente, para ser lavado dos veces con suero fresco,
con un molinillo, y luego se lo lava con agua, y se cuela en un lienzo, hasta que queda
lista la mantequilla, y se la guarda en canutos de caña guadua.

Una tradición ancestral, que lleva años de prácticas, desde antes


de la invasión española, transmitida de generación en generación
y es la de hacer ollas y utensilios de barro, realizada en Cabello
Afuera, en Calceta-Manabí, se lo hace llegando a la mina del
barro, que debe estar íntegro sin nada de impurezas, caso contrario
se dañan los utensilios, y el trabajo es en vano, se deposita el barro
en tinas, se le agrega agua y se deja por 5 minutos, se escurre el
agua y se tiende una capa de arena de río, y se comienza a amasar
el barro, y se agrega poco a poco la arena hasta crear una mezcla
compacta, y de ahí se comienza a dar forma a los diferentes
utensilios, utilizando piedra fina de río y cuchara de mate se lo
deja secar al ambiente por 24 horas y se los lleva al fuego para su
acabado final.
El sombrero de paja toquilla (o simplemente jipijapa o
montecristi) es un tradicional sombrero con ala, que se
confecciona de las hojas trenzadas de la palmera
del sombrero de paja toquilla (Carludovica palmata).
La tradición de la elaboración de los sombreros de paja
toquilla se remonta a la época prehispánica, mucho más
allá de la historia reciente del territorio que actualmente
conocemos como Ecuador y en particular de la provincia
de Manabí. Los pueblos que habitaron la costa
ecuatoriana elaboraron figurinas de cerámica cuyos
tocados simulan sombreros que posiblemente se
realizaron con paja toquilla. En esta época también usaban fibras vegetales para la
confección de sogas, telas, cestas y peculiares objetos para cubrirse del sol, que en la
Colonia recibirían el nombre de sombreros.
Una vez seleccionada la palma, se siguen varios procesos para transformar la paja en las
finas hebras que se utilizarán en el tejido del sombrero. En muchos casos, estos procesos
los llevan a cabo artesanos que se especializan en una fase específica del ciclo de
elaboración. Por ejemplo, lo que se conoce como blanqueo es realizado casi
exclusivamente por artesanos de la parroquia portovejense de Picoazá aunque también lo
hacen en Pile.
Los tejedores recogen y preparan la paja para
iniciar el proceso de tejido. Comienzan con la
selección de la paja por el color, luego
proceden al rajado de la paja, tarea que puede
llevarles varios días, hasta obtener las
cantidades que se requieren para el tejido.
Para empezar a tejer, se realiza el paso
conocido como inicio de la corona. El hábil
artesano humedece sus manos y con ocho
hebras realiza la primera vuelta entrecruzando
una a una las pajas, de tal manera que unas
van quedando hacia arriba y otras hacia abajo.
El siguiente paso se conoce como el tejido de
la plantilla que permite dosificar la cantidad
exacta de hebras o pajas con la finalidad de que el sombrero no se vea ralo, es decir con
poco sustento. Luego, se realiza el paso denominado bajado de copa. Se lo ejecuta primero
comprobando si las plantillas están bien realizadas, mientras que con la ayuda de una
horma se ajusta el tejido general. Entre otras cosas, se vigila el grosor de cada hebra; si
alguna resulta más gruesa se la esquina, es decir se adelgaza la paja hasta dejarla como
las demás. Después, se procede a realizar el tejido de la mitad a la derecha, luego se
regresa a la izquierda; de la otra mitad hacia la derecha y luego hacia la izquierda; en cada
una se avanza una hebra del otro lado.

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