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2005
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2005.03.017
www.pasosonline.org
Jeremy Boissevain ‡
Universidad de Amsterdam (Holanda)
§
Traducción de Ramón Hernandez Armas
Universidad de La Laguna (Tenerife, España)
Resumen: El turismo cultural está en auge y con él una nueva subjetividad turística que tiende a buscar
cada vez más los ámbitos más ‘auténticos’ de las culturas visitadas. Sin embargo, estos deseos violentan
frecuentemente las fronteras que establecen las sociedades receptoras entre lo que desean exponer al
visitante y lo que no. Este artículo abordará las respuestas locales a esta situación, especialmente ilustra-
tivas en relación a sus representaciones festivas.
Palabras clave: Turismo cultural; Ritual; Impacto sociocultural; Identidad; Mercantilización cultural
Abstract: The cultural tourism is at its very peak and creating a new on look of the cultural visits. How-
ever, these wishes are frequently debated by the receiving societies between what they want to display
and not to the visitors. This article tackles the local answers to this situation and is especially illustrative
on the behalf of their holidays.
†
Este texto fue publicado en inglés bajo el título “Hidden rituals. Protecting culture from the tourist gaze” en T.
Dekker, J. Helsloot y C. Wijers. (2000) Roots & Rituals: The Constructin of Ethnicidenti-ties. Amsterdam: Het Spi-
nhuis. pp: 733-747.
‡
• Jeremy Boissevain es Catedrático Emérito de Antropología Social de la Universidad de Amsterdam. Consulting
Editor de las revistas: Ethnologia Europaea, Mast, Annals of Tourism Research, Anthropological Journal on Europe-
na Cultures, Focaal. Journal of Mediterranean Studies . E-mail: boissevain@pscw.uva.nl
§
• Ramón Hernández Armas es profesor de antropología social en la Universidad de La Laguna y desarrolla su tesis
doctoral en antropología del turismo. E-mail: ramonha@ya.com
cero, los veraneantes domésticos, los visi- carado que proporciona el anonimato. Las
tantes extranjeros, solos o en grupos, que se personas que son visitadas no conocen la
quedan durante una semana o más, hasta persona normal del turista. Los turistas
los propietarios de casas de fin de semana o pueden mudar fácilmente su estatus coti-
de vacaciones e inmigrantes ociosos que se diano y, temporalmente, convertirse en
han establecido más o menos lo que antes otras personas y dedicarse a conductas
era su casa de vacaciones. ‘extravagantes’ si no ‘ilícitas’. Este cambio
Ciertas características generales de los normalmente se señala poniéndose la ropa
turistas y del turismo afectan a todas las ‘de ocio’. Estos extraños trajes, a menudo
comunidades de destino de una manera u chillones y ligeros, inequívocamente mar-
otra. Éstas incluyen la naturaleza transe- can al usuario como turista. Este vestir
únte del turista y las relaciones desiguales emblemático a menudo divierte pero tam-
entre turistas y locales. Porque ellos pue- bién puede ofender a locales que hacen sus
den permitirse el lujo de comprar los servi- actividades diarias, en el banco, la tienda o
cios de los que la economía local depende y la iglesia (Boissevain, 1996c: 227; Dubisch,
a menudo vienen de sociedades tecnológi- 1995: 184). El vestir extraño y las inhibi-
camente más avanzadas, los turistas a ve- ciones debilitadas son acompañadas fre-
ces patrocinan e incluso abusan de los loca- cuentemente por conductas que serían bas-
les. Éstos, por otro lado, al monopolizar el tante inaceptables en casa. Algunos turis-
conocimiento y los servicios locales, pueden tas, afortunadamente una minoría, pueden
estafar y aprovecharse de los turistas. La ser chillones, lujuriosos, ebrios y rudos;
relación visitante-anfitrión está así poten- para abreviar, invitados de lo más desagra-
cialmente cargada de la ambivalencia y la dables. Sin embargo, personas cuyo susten-
tensión que, a su vez, pueden exacerbar las to depende de su presencia deben aceptar
relaciones entre el estado y la sociedad civil de algún modo su conducta difícil y abaste-
(ver también van den Berghe & Keyes, cer sus a menudo raras necesidades.
1984: 347; MacCannell, 1984: 387; Wood, Cada vez más, las masas turísticas de
1984). hoy, como otros consumidores modernos,
Otro factor que afecta las relaciones en- están exigiendo productos más variados y
tre locales y turistas es el deseo de los visi- personalizados que satisfagan sus necesi-
tantes de cambiar temporalmente su situa- dades individuales para la auto-
ción de vida. Ellos buscan escapar de las mejoramiento y alivio de la presión y polu-
rutinas establecidas, de los constreñimien- ción de su sobre-reglamentado medio urba-
tos de tiempo y lugar, y de los códigos de nizado (Boissevain, 1994: 51-52; Feathers-
comportamiento que gobiernan sus vidas tone, 1991: 18-19; Urry, 1990: 11-14). Cada
diarias. Ellos creen que este cambio recar- vez más los turistas están buscando vaca-
gará sus baterías mentales y físicas para ciones que respondan a su deseo de apren-
estar en mejor disposición de afrontar las der, de nostalgia, de autenticidad, de tradi-
presiones de sus compromisos diarios (ver ción, de simulación, de tranquilidad, de un
Graburn, 1983 y 1989; Urry, 1990). Conver- ambiente libre de contaminación, acción,
tirse en turista, aunque sea brevemente, y/o una mirada más íntima al Otro. La cul-
significa mudar parte de la vieja identidad tura, cada vez más, se ha convertido en el
y el comportamiento normal. Esto supone objeto del turista postmoderno (ver Urry,
adoptar una nueva identidad temporal que 1990).
necesariamente incorpora algunos elemen-
tos que son lo opuesto de la personalidad y Turismo cultural
el comportamiento habituales (ver Gra-
burn, 1983; Lett, 1983; Boissevain, 1989 y Una de las consecuencias más llamati-
1996a). Como observó Víctor Turner, “cog- vas del turismo, especialmente del turismo
noscitivamente, nada subraya tan bien la cultural, es la manera en que inicialmente
regularidad como el absurdo o la paradoja. promueve el auto-conocimiento, el orgullo,
Emocionalmente, nada satisface tanto como la auto-confianza y la solidaridad entre
el comportamiento excéntrico o ilícito tem- aquéllos que son visitados (ver Boissevain,
poralmente permitido” (1969: 176). Este 1996a: 6; van Ginkel, 1974: 73; Nogués
proceso se facilita por la función de enmas- Pedregal, 1996). Este auto-conocimiento es
220 Rituales ocultos. Protegiendo la cultura de la mirada turística
público y la atención de los medios de co- dad escenificada pueden proteger a menudo
municación que la celebración atraiga. Las las regiones traseras1 y la privacidad de los
autoridades turísticas nacionales y locales, habitantes locales al mantener a los turis-
pero también organizadores locales como tas centrados en la región frontal mercanti-
los concilios de la parroquia y comités de lizada6. No obstante, la manipulación del
carnaval, han promovido consecuentemente espacio privado y de la comunidad, de la
las festividades populares. Han agrandado cultura y, sobre todo, de rituales sin el con-
las fiestas tradicionales, han reintroducido sentimiento de los residentes afectados,
eventos que no se celebraban e incluso in- como señaló Greenwood, puede provocar
ventado nuevas celebraciones. indignación, incluso el escándalo7.
La promoción del turismo en todas par- Hay otras fuentes de conflicto entre ‘an-
tes implica mercantilizar la cultura. A fitriones’ e ‘invitados’. El deseo de examinar
principios de los años 70 Greenwood sostu- las actividades de las regiones traseras,
vo provocativamente que esa venta ‘cultura generalmente consideradas más genuinas
a la libra’ la rebaja y “roba a las personas que las regiones frontales donde se escenifi-
los propios significados por los que organi- can los eventos para los turistas, en busca
zan sus vidas” (1989: 179). La condena de de la cultura ‘auténtica’ es inherente a la
Greenwood estaba basada en la comerciali- estructura del turismo (MacCannel, 1976:
zación de un ritual público, el Alarde, en la 94-96). Los turistas buscan a menudo sis-
comunidad vasca de Fuenterrabía. El Mi- temáticamente las áreas domésticas o par-
nisterio de Turismo español y los empresa- ticipar en los eventos privados, para la des-
rios privados promocionaron este desfile gracia de sus ‘involuntarios’ anfitriones.
colorista. El gobierno municipal por consi-
guiente decidió que el Alarde debería tener Escondiendo rituales
lugar dos veces en el mismo día para per-
mitir que lo vieran más espectadores. De Al hacerse más familiares con el turismo
una representación para los participantes, y lograr más pericia en las ganancias, los
se transformó en un espectáculo público a habitantes de destinos turísticos se hacen
ser realizado para los forasteros. Argumen- más activos en la protección de sus inter-
tos similares al de Greenwood son a veces eses (ver Cohen, 1989: 24; Pi-Sunyer, 1989).
anticipados por los intelectuales locales Ellos desarrollan estrategias para prote-
(ver Boissevain, 1984). Pero su condena es gerse de la manipulación tanto de las agen-
demasiado dramática (ver Stott, 1979; cias y empresarios turísticos como de turis-
Abram, 1996). tas empeñados en mercantilizar su cultura
Aunque la mercantilización puede des- y/o penetrar en sus áreas privadas para
truir la naturaleza y la cultura, los estudios mirar, tener experiencias auténticas y foto-
también muestran que al comercializar su grafiar. Los medios que usan para hacer
cultura la gente (re)descubre sus propias frente a este ataque anual incluye la resis-
tradiciones (Cohen, 1988). Los museos
montados para entretener a turistas se 1
NOTA DEL TRADUCTOR: Con estos conceptos de
hacen populares para los residentes locales, región frontal y región trasera se hace referencia a los
que aprenden sobre su propia historia y trabajos de Irving Goffman, posteriormente aplicados a
cultura (Urry, 1990; Abram, 1996). Lo los estudios de turismo por Dean MacCannell, en donde
mismo ocurre con los parques patrimonia- se establecía esa distinción para dos ámbitos diferencia-
les, fiestas y desfiles inventados y la recu- dos de las relaciones sociales, uno más formal (el pri-
mero), de carácter abierto y público donde se escenifica
peración de celebraciones abandonadas el encuentro entre anfitriones y huéspedes o entre clien-
hace mucho tiempo. Todos se escenifican en tes y prestadores de servicios, y otro más informal (el
parte para atraer a los forasteros, a menu- segundo), de carácter restringido y privado, cerrado a
do con la ayuda financiera de las autorida- audiencias y a ‘extraños’, donde tienen lugar las rela-
des turísticas. La mayoría asistidos por ciones más distendidas y espontáneas entre los anfitrio-
locales que están más interesados en diver- nes o prestadores de servicios, así como todas las acti-
vidades organizativas que sirven de soporte a la región
tir y educar a sus hijos sobre su pasado y en
frontal. Desde este punto de vista, y por extensión, las
entretener a familias emigradas que están propias sociedades o culturas ofrecerían estas dos caras
de vacaciones, que en proveer a los turistas. en su dinámica cotidiana y los turistas al visitarlas sólo
Es más, la mercantilización y la autentici- tendrían experiencia de la frontal, y muy difícilmente
podrían tenerla de la trasera.
222 Rituales ocultos. Protegiendo la cultura de la mirada turística
jar juntos con castañas, vino dulce y refres- gobierno hasta la llegada de los Caballeros
cos (Nogués Pedregal, 1996). Estas comidas de San Juan en 1530. Ahora es una de las
comunales introducidas recientemente se principales atracciones turísticas, fuerte-
diseñaron explícitamente para convertirse mente promovida por la Organización Na-
en parte del calendario social de una comu- cional de Turismo de Malta (ONTM). Con-
nidad de vecinos. En palabras de un infor- tiene los palacios de muchos nobles de Mal-
mante zahareño, ellos crearon la Castañá ta, la catedral y un panorama espectacular.
“para acercar a las personas unas a otras” Hay también unas 25 atracciones comercia-
(también ver Cruces y Díaz de Rada, 1992). les que sacian los apetitos turísticos de té,
Otros rituales de grupo ‘nosotros’ escon- comida, antigüedades, joyería, recuerdos,
didos de los turistas son los que tienen lu- historia y horror. La historia se imparte por
gar antes de que los forasteros lleguen o medio de libros guía, grabaciones en case-
después de que se hayan ido. Los habitan- tes que se alquilan, la Catedral y los mu-
tes de la isla griega de Skyros, por ejemplo, seos. Las experiencias ‘culturales’ son soli-
esperan hasta última hora de la tarde, des- citadas por medio de folletos entregados a
pués de que las guaguas turísticas salgan, la entrada del pueblo. Éstos impulsan a
para celebrar la ‘fiesta real’ de sus santos. visitar, entre otros, la ‘Experiencia de la
Los miembros de la cofradía y sus amigos Mdina’ (‘Viaje a través de tiempo y revivir
entonces se relajan, comen, beben, y cantan las tragedias y triunfos de Mdina’), los ‘Ca-
juntos hasta la mañana (Zarkia, 1996). En labozos de la Mdina’ (‘Vague a su propio
Malta, demostraciones salvajes de juventu- paso y descubra el Horror, el Drama y los
des parroquiales tienen lugar antes de la Misterios del oscuro pasado’) y la ‘exhibi-
llegada de los turistas para la celebración ción de la Época Medieval’ (‘Una recreación
formal al aire libre de la festa de los santos espectacular la vida de los siglos XIV y XV
patrones del pueblo y después de que se en Malta. La Época Medieval es una aven-
hayan ido. Los turistas simplemente no tura entretenida y educativa —es diverti-
están informados de estos eventos especta- do—’).
culares (Boissevain, 1996b). Para el maltés, Mdina se ha vuelto la
Incluso en medio de celebraciones exu- encarnación de su historia nacional. Se usa
berantes hay escenarios escondidos a los cada vez más para bodas, exposiciones,
turistas, aunque no de ellos. Por ejemplo, grupos de oración, conciertos y cabalgatas
las celebraciones litúrgicas que tienen lu- históricas reinventadas. Ya no es la ‘ciudad
gar en la iglesia son una parte esencial de silenciosa’ de los folletos turísticos. Los
una festa maltesa para los celebrantes loca- efectos de la exposición constante a las hor-
les. Éstas son en esencia eventos que ocu- das de visitantes curiosos han creado hosti-
rren entre bastidores. Porque aunque los lidad tanto a los turistas extranjeros como
espectadores extranjeros pueden ver y oír lo a los locales entre un sector cada vez más
que está ocurriendo, ellos no comparten su numeroso de los residentes de Mdina. Ellos
significado y por lo tanto no pueden parti- sienten que son obligados a sacrificar su
cipar en el rito con locales que celebran su privacidad y tranquilidad por el bien nacio-
santo patrón. nal. Muchos se quejan de que los turistas
De vez en cuando las personas recurren constantemente se asoman y a veces inclu-
a estrategias agresivas para proteger sus so se cuelan en sus casas sin ser invitados,
festividades de la intrusión turística. Algu- obligándolos a señalizar sus casas como de
nas medidas extremas han sido registra- propiedad privada; de que dejen un desas-
das. Los habitantes del pueblo mexicano de tre detrás; de que bloqueen las estrechas
San Juan Chamula apedrearon a un turista carreteras cuando los residentes intentan
francés hasta morir por fotografiar su Car- volver a casa; de que se vistan a menudo
naval (van den Berghe 1994:124). Las tácti- indecentemente; y de que el comercialismo
cas adoptadas por el pequeño pueblo maltés invasivo esté estropeando el carácter del
amurallado de Mdina (pop. 350), visitado pueblo.
anualmente por casi un millón de turistas, Aunque están orgullosos de que su pue-
fueron menos violentas y más típicas (Bois- blo sea tan popular, les irrita la conducta
sevain y Sammut, 1994; Boissevain, 1996c). de los turistas, de los turoperadores, de los
Mdina era la capital de la Isla y sede del guías y de los visitantes locales. Todos los
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Por ejemplo, en 1871 el ayuntamiento de Amster-
dam decidió suprimir el gran (feria) kermis de
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