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LA MÁQUINA ANTROPOLÓGICA
UPF 2021/2022
UNBECOMING HUMAN
La obra de Felice Cimatti “Unbecoming human : animality after Deleuze” es una larga
reflexión sobre la animalidad en el humano, esto es, no pretende enfocarse en los
“animales “ en cuanto tales (sea un león, un delfín , una cebra , etc.) y sus diferentes
modalidades de ser o existir; antes bien, intenta pensar la animalidad en el humano, la
animalidad en el animal homo sapiens: aquí articula la paradoja fundamental que
acompañará todo el libro: la existencia de una animal cuya animalidad quizás consista
en negarse animal, incluso cuando afirma serlo. El homo sapiens, el humano, se define
por la exclusión misma de la animalidad, de su animalidad ( habría que pensar aquí cuál
sea esa animalidad ya siempre perdida en la constitución de este ser): esa expulsión
siempre operada de la animalidad por la máquina antropológica ( véase más adelante
cuando enfrentemos la obra de Agamben) está centralizada en la facultad del lenguaje ,
la capacidad de hablar , decir y responder traza una diferencia jerárquica entre lo animal
y lo humano.
Esta relación imposible entre animalidad y humanidad (Cimatti 2013 pág.1) es el objeto
mismo del libro enfocado desde diferentes perspectivas: literatura, psicoanálisis,
biología , etc. La imposibilidad radica en que la definición propia del ser humano es la
del “ser vivo que no es un animal” (ibídem) , un ser vivo que suprime de sí su propia
animalidad . Es esta misma contradicción la que ha de articular la totalidad del libro.
La paradoja reside en que el animal como tal, este o aquel animal , es siempre un
animal-hablado, un animal referido desde el campo del lenguaje; en tanto tal, lo que él
ya sea en sí se nos escapa , rehúye o resiste la aprehensibilidad lingüística del mismo.
Para referirse a este animal-ya-hablado usa el término animot , extraído de la obra de
Jacques Derrrida “l´animal que donc je suis” (véase más adelante).
Animot es un neologismo acuñado por Derrida para referirse a los animales: la palabra
es un compuesto de ani- y –mot, que suena igual en francés a “los animales”
( curiosamente él la refierer como l´animot en singular); en esta palabra vemos la
composición de animal y palabra, un compuesto de animal-hablado, animal-dicho y
referido en el lenguaje: el animal es en cuanto tiene relación con el humano, en cuanto
el humano no cesa de hablar de él , rastreándolo, cazándolo, analizándolo y
destruyéndolo. L´Animot es el reverso oscuro del Animal, la denuncia de la operación
estratégica que la palabra “animal” supone: una palabra única que reduce la
extraordinaria heterogeneidad de la vida en una sola expresión , unificándola por una
singular carencia que impone un abismo entre humano y animal, la capacidad o no de
hablar.
Por medio del término animot, vemos que Cimatti parte ya del pensamiento de Jacques
Derrida, en cuanto que el Animal no existe, esto es, Animal es un invención lingüística
con la que reducimos este animal singular aquí y ahora , remitiénndolo a un colectivo
homogéneo y universal , deshaciendo su singularidad para subordinarlo a una unidad
conceptual cuya única referencia común es una negatividad: la incapacidad de hablar, la
falta de logos o pensamiento; es en este punto donde se ve que el término “el animal “
habla más de lo humano que de lo animal , en tanto en cuanto éste se define por una
carencia que el humano poseería.
En este trabajo seguiremos , pues, la línea de investigación que ocupó a Felice Cimatti,
Giorgio Agamben y Jacques Derrida respecto a la animalidad. Para ello se enfocará la
descripción de la máquina antropogenética o antropológica , a saber, el proceso que
reconstituye una y otra vez históricamente la cesura o separación de lo humano y lo
animal; se habrá de elucidar las dificultades con las que se enfrentará este tipo nuevo de
pensamiento, e incluso si éste es posible, pues supone un pensamiento de la animalidad
más allá o más acá de lo humano, donde el animal no sea un polo de referencia negativo
para la autodefinición humana. Si ésta auto-posición o auto-definición es un presupuesto
básico de todo lenguaje y pensamiento , entonces en la cuestión de la animalidad el
pensamiento encara su propio límite , y volcando la mirada hacia ese objeto no
encuentra sino “el abismo donde se forja el umbral de la humanidad”
MÁQUINA ANTROPOLÓGICA
El medio por el que Cimatti afirma que el Animal no existe es através de la diferencia
en sí misma. En efecto, la obra entera transpira el pensamiento de Gilles Deleuze , y uno
de los elementos fundamentales es la idea de la diferencia como pura afirmación antes
que negación, o más bien, una afirmación sin negación. Según Cimatti (Cimatti 2013
pag.26) el Animal no es sólo diferente a otro (que sería el humano o la materia inerte),
antes bien, es diferente en sí mismo, es una pluralidad de diferencia no jerarquizable ,
que no se deja limitar en un borde específico y; el funcionamiento del concepto consiste
en establecer diferencia e identidades por comparación, podemos distinguir dos figuras
por un conjunto de diferencia que nos permiten establecer un identidad para cada parte
en base a aquéllas: color, figura, tamaño y demás. Sin embargo es imprescindible partir
de su comparación, del poner-una-junto-a-la-otra ambas formas: esto es, extraerlas de sí
para ponerlas en relación; en ese proceso la diferencia es un momento más que se
resuelve en identidad, la diferencia queda localizada, trazada y subsumida en un
concepto identitario. Por el contrario, la animalidad es una diferencia en sí misma, una
diferencia no entre dos , sino diferencia sola , indecible e inaprehensible , ilocalizable y
fuera del concepto “to think for a human being means to begin with a model and then
evaluate how much a singular example approaches and/or deviates from it. In such
schema, the animal disappears…” (Cimatti 2013 pag.26). En este breve fragmento ,
Cimatti condensa siguiendo a Deleuze su argumento contra el concepto Animal al
tiempo que expone la limitación del pensamiento , el lenguaje , el logos; en aprehender
el animal, el pensamiento diluye este animal aquí en carne, su absoluta singularidad.
Decir “yo”, asumir ese pronombre deíctico como forma de relación a sí , es sumergirse
en la red del lenguaje , es ser tomado por una estructura lingüística; asimismo, tener
nombre, hacerse llamar por un nombre que se te ha asignado, es un proceso de
subjetivación que permite una suerte de relación a sí que, como se verá, siempre
proviene del Otro. Ser “yo”, asumir la función “yo”, es ser tomado por el lenguaje , que
el lenguaje invada (y vacíe ) un cuerpo para que hable , instituyéndose así en humano;
es siempre un proceso de convertirse en un humano, de identificarse constante y
repetidamente en humano . El “yo” es capaz así de observarse a sí mismo, de juzgarse,
prohibirse y permitirse un comportamiento en base a esa asimilación simbólica del
cuerpo, merced a su quedar enredado en la red del lenguaje. Este proceso de acuñación
en el lenguaje, fraguado por la asunción de un “yo” ( por el uso del pronombre “yo”) es
lo que escinde el “mundo “ del “medio ambiente” , el que genera el dualismo metafísico
que ha de gobernar el conjunto de operación dicotómicas que estructuran la existencia
humana; en este caso concreto, el proceso de separación entre el pensar, la mente y el
lenguaje, por un lado, y la mera vida excluida, por el otro. A este paso Cimatti lo llama
antropogénesis, el paso de un cuerpo que yo soy a un cuerpo que yo tengo, del que
dispongo, “animalitas means being the body that one is, with nothing beyond it( the
inmanence of the body to itself). Humanitas on the other hand precisely consists in this
doubling: the body that once one was now becomes the body one owns , a thing-
body(bare life)…(Cimatti 2013 pag.54)
Decir “yo”, identificarse y devenir sujeto es , pues, poder verse desde fuera, asumir una
posición externa a uno mismo: decir yo es siempre olvida pues el cuerpo que uno es.
Así se configura una separación dentro del Homo sapiens entre humanitas y animalitas.
El ser humano es precisamente esta fractura recién nombrada, esta falta que divide y
separa el humano dentro de sí “witch Lacan we locate this fracture, this lack as he calls
it, within human subjectivity itself …this is the paradox of the animal who refers to
itself as an “I”…this very gesture condemns it to inmediately lose the “I” it just proudly
proclaimed: the body that says “I” loses it at once…”(Cimatti 2013 pag.56).
Aquí se perciben los efectos de la máquina antropogénica, por medio de este momento
del aburrimiento se esboza una diferencia con el animal, mientras éste es un estar
absorbido y aturdido por la cosa, tomado por el desinhibidor, es incapaz de poner en
suspenso su porpio comportamiento y de experimentar algo así como una potencia pura,
una potencia de no “aquello de lo cual el animal es incapaz es precisamente de
suspender y desactivar su relación con el círculo de los desinhibidores específicos”
(Agamben 2006 pg. 126). El aburrimiento, pues, hace las veces de puente entre la
animalidad y el ser humano, es el proceso diferenciador antropogenético que diferencia
dentro del hombre su propia animalidad, que hace humano desde su diferenciación con
respecto al animal.
ANTROPOMORFISMO EN MARCHESINI
En el texto de Derrida “l´animal que donc je suis”(2008) el autor francés expone una
crítica severa al antropocentrismo humano. Considera que historia humana supone
siempre ya una negación de la animalidad, es más, en el borrar el animal para ato-
constituirse , el animal autobiográfico humano intenta borrar la propia borradura en una
suerte de olvido, que no cesa de producir huellas de las cuales él se considera el
rastreador.
El texto retoma y gira alrededor de una experiencia que tuvo con su gato cuando éste le
vio desnudo en el lavabo. El punto fundamental es la sensación de vergüenza que
invade al autor, en el instante mismo en que tiene que reprimir un movimiento casi
impulsivo de taparse. Esta experiencia , quizás, habría de permitirnos elucidar una vez
más la tensión conceptual que el pensamiento soporta cuando intenta encarar la cuestión
de la animalidad sin recaer o someterse a “supuestas” evidencias que se obvian. Por
medio de este texto, quizás se pueda trazar o delinear un enfoque único sobre la
problemática de la animalidad por cuanto en él aparece la compasión.
Cuando el gato ve desnudo el cuerpo del autor, éste queda desnudado de su propio
logos, su identidad como ser humano, su nombre propio, quedan en entredicho y como
preguntas sin respuesta, que sin duda no puede dirigir al gato. Esta experiencia que
sacude a Derrida, que lo deja desnudo de logos ante la mirada del gato, no es una
experiencia ejemplar, figurativa o reducible a su exposición lingüística, el gato no es un
animal o el animal , ni un ejemplar de la especia “gato” , antes bien la singularísima
experiencia de este gato aquí y ahora, en palabras del propio Derrida “…el gato del que
hablo es un gato real, verdaderamente, creedme, un gatito. No es una figura del gato. No
entra en la habitación en silencio para alegorizar a todos los gatos de la tierra…”
Derrida pretende pues enfatizar la unicidad de esta experiencia y lo que en ella sucede
(si “suceder” es una palabra adecuada para ello).
El gato, ese gato en ese instante, es irremplazable , único y singular ; no por rasgo
alguno que podría tener o no, antes bien por no tenerlos , por si simple “ser asï” que
elude cualquier caracterización universal “nada podrá nunca hacer desaparecer en mí la
certeza de que se trata aquí de una existencia rebelde a todo concepto” una existencia
entregada a la mortalidad por el nombre que se le ha asignado ; el nombre supone la
muerte ya en vida, pues él es el recuerdo inolvidable (y tampoco a recordar) de la
muerte que ha de venir, el nombre nos sobrevive y por eso nos signa a la muerte. La
experiencia de la finitud articulará todo el texto de Derrida, junto a la palabra, el cuerpo
y la animalidad.
El gato es pues , en su mirada , en su punto de vista, que toda filosofía ha olvidado (que
constituye el núcleo quizás oculto de la filosofía) una alteridad absoluta; no el otro
humano, ni el pensamiento del ser, sino de que cada animal, cada ser vivo, tiene su
punto de vista y puede verme , no como ser racional o Dasein , sino como cuerpo. La
lcuah de Derrida es contra ese olvido, contra esa violencia siempre ejercida sobre el
animal, cuando se le substrae su punto de vista y se lo caracteriza por una falta que “no
le hace ninguna falta”. En este verse visto, Derrida se ve expuesto , como un objeto
pasivo, a la mirada del gato; es una experiencia involuntaria que precede al “hombre ,
que precede a “Derrida”, por cuanto su cuerpo, el eterno olvidado, precede al sujeto y lo
expone, en este caso, a la mirada del gato “yo le soy presentado antes incluso de
presentarme. No hay desnudez más que en esta pasividad, en esta exposición
involuntaria de sí”.
“Como toda mirada sin fondo… esa mirada así llamada animal me hace ver el límite
abisal de lo humano”, la mirada del gato es sin fondo, inescrutable, de ella no se puede
predicar nada , ni decir lo que es ni lo que no es , todos los dualismos metafísicos que
permiten a la humanidad auto-constituirse se sacuden y zarandean cuando Derrida se
expone a la mirada del gato. El momento, quizás más importante, es que Derrida no
practica zooteología, no somete el gato al silencio místico ni al mutismo irracional;
antes bien, en esa pasividad del cuerpo, en ese desamparo radical, siempre disponible a
ser borrado , domesticado o exterminado, emerge la compasión. Una forma de
compartir una radical finitud , un compartir que ni da ni recibe, sino que es la mutua
exposición de los cuerpos en su mortalidad signada. La compasión es una prescripción
émoral, ni un discurso ético ni una solución racional a un problema de justicia, la
compasión es la experiencia común de la mortalidad, de la siempre infinita posibilidad
de ser destruido.
Este giro de Derrida hacia la compasión a través de la vulnerabilidad, este salto hacia la
compasión como afecto que precede a toda ética o moral, no reducible a prescripción ni
a teoría de los valores alguna, es inseparable de la paradoja que Derrida ha ido
desarrollando a lo largo de su texto. En efecto, ante la animalidad impensable, o como
límite infranqueable donde el pensamiento se hace y deshace continuamente, donde el
logos queda desnudo de sí, Derrida se remite al “¿can they suffer?” de Bentham para no
olvidar que el fondo (podríamos decir, que siempre tiende al fondo) es la vulnerabilidad
y la compasión como formas de compartir el desamparo.
BIBLIOGRAFÍA
Derrida, Jacques. (2008). El animal que luego estoy si(gui)endo. Madrid: Editorial
Trotta.