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El Prisma de Newton

Newton, el científico más creativo y completo que ha dado la Historia, no


escapó a esa fascinación. En 1667 presentó ante la Royal Society su
experimento sobre la descomposición de la luz solar. Newton empleó un par
de prismas de vidrio que, por entonces, eran populares como juguetes
infantiles. Así que fue un experimento muy barato. Preparó una estancia en
total oscuridad. Sólo a través de un agujero en la ventana entraba un rayo de
luz solar. Colocó el prisma delante del rayo de luz, de modo que lo
atravesara y reflejara la luz en la pared opuesta, a 7 metros de distancia. En
la pared aparecían los colores del arco iris de forma alargada, uno sobre
otro.

El físico inglés Robert Hooke criticó


los trabajos de Newton sobre la
naturaleza de la luz, lo que desató
una ira en Newton que parecía
desproporcionada en relación a los
comentarios de Hooke. En
consecuencia, Newton demoró la
publicación de su monumental libro
«Óptica» hasta después de la muerte
de Hooke.

“La luz descompuesta en el primer prisma, se


vuelve a juntar en el segundo invertido, para
formar el haz de luz blanco de nuevo”.
Los prismas actúan de este modo
gracias a que la luz cambia de
velocidad cuando pasa del aire al
cristal del prisma. Una vez
separados los colores, Newton
utilizó un segundo prisma para
volver a refractarlos y que formaran
de nuevo luz blanca. El
experimento demostraba que el
prisma no añadía el color a la luz,
como muchos creían. Newton
también hizo pasar solo al color
rojo obtenido con un prisma por un
segundo prisma, descubriendo así
que el color no se alteraba. Era una
prueba más de que el prisma no
creaba los colores, sino que sólo
separaba los que estaban
presentes en el haz de luz original.

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