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El Apocalipsis
Anoto una serie de vaticinios de muerte: Nietzsche proclamó la muerte de Dios. Marx
se refirió a la caída del capitalismo. Foucault anunció la muerte del hombre. Fukuyama
vociferó la muerte de la historia.
En una narración memorable, un hombre llega a una plaza, desaforado, anunciando que
Dios ha muerto. El hombre parece estar loco y grita en la plaza desierta que no sabe quién
ha portado la esponja para borrar el horizonte. Esta escena fue escrita por Nietzsche en La
gaya ciencia. Después de renegar de su maestro Schopenhauer, Nietzsche proclamó, a
viva voz, la muerte de Dios. Esa idea, lo sabemos, indica la caída de los valores
superiores. La filosofía de Nietzsche tiene su centro, o uno de sus centros, en la caída de
la moral cristiana y en el surgimiento de una nueva moral: la moral del superhombre.
Pero la afirmación de una nueva moral tuvo, quizás, menos repercusión que la idea
negativa: es decir, la idea de la muerte de Dios.
Foucault anunció la muerte del hombre. En un ensayo célebre, Las palabras y las
cosas, propuso que la idea del hombre, forjada en el renacimiento, había dejado de ser
válida para las nuevas disciplinas que se ocupaban de lo humano. Según Foucault, el
hombre había sido una invención, y esa invención había dejado de ser válida para la
comunidad científica. Para Foucault, era necesario que se forjara una nueva concepción
de lo humano. Por eso había muerto el hombre y a partir de esa episteme era necesario
que se forjara una nueva idea de lo humano.
El caso de Fukuyama es más conocido. Basado en la concepción neoliberal de la
historia, Fukuyama sostuvo que después de la caída del muro de Berlín había triunfado la
concepción neoliberal de la economía y la política. Por esa razón se había terminado la
lucha de clases y, por tanto, la historia había dejado de tener el principal motor que la
animaba. Obviamente, Fukuyama, tenía como presupuesto para su filosofía la teoría
marxista de la historia y, además, la idea marxista del fin del capitalismo. Con su teoría,
Fukuyama le contestaba a Marx y a los marxistas y proclamaba la muerte de esa filosofía
y de la historia.
Si revisamos estas filosofías notaremos que abundaron en Occidente la proclamación de
las muertes: muerte de Dios, del hombre, de la historia, del sujeto (anunciada por
Barthes) y, también, Hegel había anunciado en el siglo XIX la muerte del arte.
A estas proclamas apocalípticas, se ha sumado desde hace un tiempo, la idea de la
muerte del cine. Parece, por momentos, que los filósofos, animados por un afán de
difusión o motivados por una depresión incurable, han debido anunciar la idea de la
muerte para provocar cierta conmoción. Quiero decir: comunicar la muerte de alguien o
de algo, causa una conmoción inmediata. Sobre todo si esa muerte tiene relación con un
pariente cercano o con un ser querido. Y si la muerte implica al género humano o a Dios
o a la historia, imaginemos la turbación que puede provocar. Ahora bien, no podemos no
notar que esos anuncios -la muerte de Dios, del hombre y de la historia- poseen, detrás,
una exageración en los términos. Es decir, hay un tono melodramático o un afán
publicitario. Y también podemos suponer que esos pensadores saben que esa idea -la de
la muerte- generará en los lectores un llamado de atención. Los filósofos saben que cada
vez que se anuncie la muerte de algún sistema o teoría va a generar una atención
inusitada. Y creo que ese espíritu está detrás o por delante del anuncio de la muerte del
cine. ¿Acaso puede morir el cine? ¿Puede desaparecer, en un momento súbito, el arte del
siglo veinte?
La cuestión de la muerte del cine es una sombra terrible que ya aparece en los inicios
del cine. Louis Lumiere dijo aquella famosa frase: el cine es un invento sin futuro. De
modo que la idea de la muerte acompaña al cine desde su nacimiento.
1- Al referirse al nuevo cine argentino de los noventa, Emilio Bernini sostiene que la
formación de los jóvenes directores se ha dado, a diferencia de los directores de los años
60, en las universidades. No es casual la forma diferente de entender la narración y el
modo de plantear las cuestiones formales. Para Bernini, las universidades de cine han
forjado una manera diferente de disfrutar el cine pero también una circulación de un saber
académico en torno al cine. Y este saber construye una mirada con un patrón simbólico
altamente ordenado y preestablecido por el saber universitario. Los estudiantes de cine
tienen, además, la historia del cine en la mano. Internet y la tecnología multimedia les
permiten acceder a las películas y a la visualización de las mismas de una manera más
rápida. Este hecho no es una cuestión menor ya que el acceso democrático genera una
discusión y una estipulación de un canon cinematográfico individual o privado paralelo al
canon estipulado en la academia. De manera que la formación de los estudiantes es
compleja y diferente.
2- La muerte del cine se ha dado o parece haberse producido de manera palmaria en los
países europeos (estoy pensando en Francia e Italia) y en EEUU. Y, al mismo tiempo, no
parece haber sido un golpe fatal en países periféricos (para la industria del cine) como
Argentina o Bolivia. Es decir: en Argentina se produjo un surgimiento de escuelas de cine
y una difusión de las películas a través de medios alternativos como el DVD, el cine club,
el video club, las mesas paneles sobre el tema. En Tucumán, mientras Susan Sontag
lanzaba el canto del cisne o del cine, se abrían cinco cine clubs y se inauguraba la Escuela
Universitaria del Cine, TV y video. Evidentemente, está sucediendo un fenómeno
perturbador. O bien las autoridades de la universidad no se percataron de la muerte del
cine o no les importa o es que son personas necias y voluntariosas que quieren librar una
batalla inerte contra la muerte y, además, piensan que pueden vencer. O la muerte del cine
es una bandera ridícula que sirve para vender libros y películas y ayuda a sembrar el
pánico y eso está bien si se trata de la difusión de una campaña publicitaria.
Creo que ninguna de las opciones contenidas en las disyunciones es acertada. Creo, más
bien, que la muerte del cine es relativa. No hay tal muerte del cine. Lo que ha sucedido es
la caída de ciertos valores -como diría Nietzsche, uno de mis asesinos preferidos-, han
caído ciertas ideas del cine o de la manera de entender la cinefilia y la circulación del
cine.
Fabián Soberón
Octubre de 2009
1-¿A qué se llama la muerte del cine? Distinga la muerte de la cinefilia de la muerte del
cine en su totalidad.
2-Explique qué es el cine como máquina, el cine como arte y el cine en su dimensión
social y cultural.
3-¿Por qué el cine no puede morir? Exponga su opinión.