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Derecho de Familia 17 Edicion 2020 - Troncoso
Derecho de Familia 17 Edicion 2020 - Troncoso
No puede negarse, eso sí, que presenta una serie de rasgos particulares; ya
Domat contraponía los compromisos contraídos como consecuencia de los
vínculos naturales del matrimonio y del nacimiento a todas las demás especies de
obligaciones provenientes de otras fuentes. Las peculiaridades del Derecho de
Familia, consistentes fundamentalmente en limitaciones importantes al principio de
la autonomía de la voluntad y en una ampliación sistemática y notable del orden
público en sus normas, se explica por el carácter natural y biológico de la familia.
g) El núcleo del Derecho de Familia son los deberes de cada uno de los
integrantes de la familia y no los derechos que le correspondan, con lo cual se
diferencia fundamentalmente del resto del Derecho Civil.
Las características reseñadas han ido variando con el correr del tiempo,
habiéndose dictado diversas leyes sobre la materia, siendo de especial
importancia las siguientes:
1º. Ley de Registro Civil, de 27 de julio de 1884; (hoy Ley Nº 4.808 de 1930).
2º. Ley Nº 5.521, de 19 de diciembre de 1934, que legisló sobre patria potestad
de la madre legítima, capacidad plena de la mujer divorciada perpetuamente o
separada totalmente de bienes; bienes reservados de la mujer casada en régimen
de sociedad conyugal; separación de bienes total en las capitulaciones
matrimoniales.
12º. Ley Nº 19.947 Ley de Matrimonio Civil (Reemplaza Ley de Matrimonio Civil
de 10 de enero de 1884).
Tanto por las modificaciones introducidas por las leyes señaladas como por
cambios en la interpretación de los textos legales por los Tribunales de Justicia, en
la actualidad la organización familiar en nuestro país presenta las siguientes
características:
d) La mujer casada que ejerce una profesión u oficio separado del de su marido
dispone de los llamados "bienes reservados" con la plena libertad y amplia
capacidad en los negocios jurídicos que se relacionen con ellos.
e) El marido, no obstante su calidad de jefe de la sociedad conyugal y
administrador exclusivo de los bienes sociales, requiere de autorización de la
mujer para disponer de los bienes raíces sociales, y de los bienes propios de la
mujer.
4. CONCEPTO DE FAMILIA
El Código Civil chileno no define la familia entre las normas referentes a ella,
posiblemente por estimar el legislador que toda persona tiene en claro lo que es
familia. Sin embargo, al tratar los derechos de uso y habitación hace referencia a
ella, no definiéndola, sino indicando sus componentes, y ello con suma amplitud,
ya que incluye en ella personas que no están vinculadas por lazos de sangre sino
de dependencia, art. 815 incs. 3º y 4º.
Desde otro punto de vista pueden distinguirse tres tipos de familia, atendiendo a
su fuente de origen, tales son:
5. CONCEPTO DE MATRIMONIO
Debe tenerse presente que el matrimonio no es sólo una institución jurídica, sino
también ética, social y política; no sólo el derecho influye en la estructuración y
organización del matrimonio y sus efectos, sino que también la costumbre y la re-
ligión.
El matrimonio no puede considerarse o concebirse sólo como una unión de
cuerpos, es mucho más que eso, es también una unión de almas que se origina
en el amor y se consolida con el afecto que excluye la pasión desordenada y la
mera atracción sensual, que reconoce por fin no sólo la procreación de hijos y la
perpetuación de la especie, sino que además la asistencia recíproca, la
prosperidad material, moral o intelectual y, especialmente, el apoyo efectivo entre
los cónyuges; que crea una comunidad de vida, la cual engendra deberes
recíprocos entre éstos y de ellos para con su prole. Estos, que son los caracteres
generales y casi indiscutidos del matrimonio los subrayaba Portalis en el curso de
los trabajos preparatorios del Código de Napoleón, al desarrollar la definición de
Modestino en el Digesto "consortium omnis vitas" —unión para toda la vida—: "El
matrimonio es la sociedad del hombre y de la mujer que se unen para perpetuar
su especie, para ayudarse, por el mutuo socorro, a llevar el peso de la vida, y para
compartir su común destino".
Pero fuera de las características señaladas hay una más, y que es justamente la
que ha sido objeto de las más grandes y enconadas controversias, ya que algunos
afirman que es un carácter de la esencia misma del matrimonio y otros, en
cambio, niegan rotundamente dicha calidad: tal es la indisolubilidad del
matrimonio.
6. DEFINICIÓN DE MATRIMONIO
Dicho artículo dice: "El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre
y una mujer se unen actual e indisolublemente, y por toda la vida, con el fin de vivir
juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente".
1º Es un contrato;
2º Es un contrato solemne;
4º La unión es actual;
II. Teoría del matrimonio institución: Las críticas a la concepción contractual del
matrimonio han conducido a algunos autores a buscar una explicación para la
naturaleza jurídica del matrimonio en la noción de institución.
Se insiste que los contrayentes, después del matrimonio, forman una institución,
una familia y en todo caso un grupo que tiene intereses propios, distintos de la
suma de los intereses personales.
1º Es un núcleo social, que por un acto de fundación originan una familia, la cual
tiene estabilidad y permanencia, ya que los cónyuges se perpetúan en los hijos.
III. Explicación propuesta por los profesores Gabriel Marty y Pierre Raynaud: En
relación con el problema que nos ocupa estos autores dicen: la oposición entre el
contrato y el estatuto institucional no debe ser exagerada y ella disminuye cada
vez más, a medida que la decadencia de la libertad contractual multiplica los
contratos imperativamente reglamentados, de suerte que la querella entre las dos
concepciones del matrimonio pierde su importancia.
Por una parte, en el origen del matrimonio hay un contrato. Si los cónyuges
adhieren a un estatuto, fundan una institución, y no lo hacen por actos aislados y
unilaterales, comienzan por constituir un contrato que los liga mutuamente y que
está sometido a reglas contractuales. Y no es sino después de este contrato o al
menos por su efecto, que se realiza la adhesión a la institución. La explicación
contractual, por consiguiente, no es inexacta.
Pero la tesis institucional la completa felizmente dando mejor cuenta del carácter
imperativo de la legislación del matrimonio.
Se puede decir que el matrimonio es un contrato por el cual las partes adhieren
a una institución cuyo estatuto ha sido elaborado por la autoridad pública.
IV. Teoría del matrimonio acto de Estado: Quienes participan de esta teoría
sostienen que es el Estado, a través del funcionario público (en Chile Oficial del
Registro Civil), el que une a las partes en matrimonio. La voluntad de los
contrayentes es sólo uno de los presupuestos necesarios para que el Estado los
una en matrimonio. Juegan aquí el interés de los contrayentes y el del Estado,
pero el primero es preponderante, en términos tales que si no hay impedimentos,
el Estado debe unir en matrimonio a los que así lo desean.
8. GENERALIDADES
9. ENUMERACIÓN
Para los redactores del Código de Napoleón, este requisito pareció tan evidente
que no consideraron necesario señalarlo entre los exigidos para el matrimonio.
En Francia, por leyes de los años 1942 y 1945 se estableció que los futuros
cónyuges deben someterse a un examen médico, el cual presenta las siguientes
características:
III. Existe absoluto secreto de los resultados, así por un lado los prometidos no
tienen obligación de comunicarse mutuamente las características del examen a
que han sido sometidos, y, por otra, el certificado médico, que debe remitirse a la
oficina del servicio civil, sólo acredita que el interesado fue examinado, sin añadir
indicación ninguna. Este secreto impide que un diagnóstico desfavorable pueda
ser obstáculo a la celebración del matrimonio. La ley se limita a invocar el sentido
ético del enfermo, el médico sólo debe aconsejar, la resolución final y definitiva
queda entregada a la conciencia de cada uno.
11. CONDICIONES DE ORDEN PSICOLÓGICO
Entre las medidas adoptadas con este fin, y especialmente para asegurar la
libertad del consentimiento en el período que precede al matrimonio, podemos
señalar las siguientes:
I. Libertad para contraer matrimonio: la ley asegura plena libertad para contraer
matrimonio, ej. art. 1074 C. Civil. Así, si en un contrato se coloca como condición
la de permanecer soltero, dicha cláusula debe ser declarada nula por ser
atentatoria contra un derecho fundamental de la personalidad. El artículo 2º de la
Ley de Matrimonio Civil establece expresamente que "La facultad de contraer
matrimonio es un derecho esencial inherente a la persona humana, si se tiene
edad para ello", y agrega en el inciso segundo "El juez tomará, a petición de
cualquier persona, todas las providencias que le parezcan convenientes para
posibilitar el ejercicio legítimo de este derecho cuando, por un acto de un particular
o de una autoridad, sea negado o restringido arbitrariamente".
Es justamente en torno a esta idea que se forma la concepción hostil, que hasta
cierto punto existe en contra del contrato de esponsales, los cuales incluso en
nuestro Código Civil tienen un tratamiento que los priva de consecuencias
jurídicas, ya que no genera obligación de contraer matrimonio, quedando sus
efectos entregados íntegramente a la conciencia y honor de los individuos, arts. 98
y siguientes del Código Civil.
12. CONDICIONES DE EXISTENCIA Y VALIDEZ
I. Consentimiento;
III. Presencia del funcionario o del ministro del culto de su confesión religiosa,
siempre que tenga personalidad jurídica de derecho público, art. 20 inc. 3º L.M.C.
En Chile, don Luis Claro Solar y otros autores, fundándose en el art. 1º de la Ley
de Matrimonio Civil, (antigua) sostienen que si un aparente matrimonio no se
celebra ante el oficial de Registro Civil, la sanción sería la inexistencia y extienden
esta sanción a los casos en que no hay diferencia de sexos o falta de
consentimiento.
Parece lógico concluir que si se realiza una unión entre personas del mismo
sexo, a la luz de los artículos 102 del Código Civil y 80 de la L.M.C. no hay
matrimonio, éste es inexistente; lo mismo sucede si no hay consentimiento, o si
falta el oficial del Registro Civil o el ministro del culto correspondiente.
Los requisitos de validez del matrimonio son los siguientes:
13. GENERALIDADES
En el campo contractual los vicios del consentimiento pueden ser: error, fuerza,
dolo y, en ciertos casos, la lesión; en materia de matrimonio, por la misma
naturaleza de éste, existe una concepción mucho más estricta de los vicios del
consentimiento.
c) Fuerza en los términos de los arts. 1456 y 1457 del Código Civil, ocasionada
por una persona o por una circunstancia externa, que hubiere sido determinante
para contraer el vínculo, art. 8º Nº 1º L.M.C.
14. EL ERROR
Estas son las cualidades que dan a la persona su valor humano, las que
distinguen, las que individualizan y confieren una personalidad profunda y
verdadera. Por consiguiente, el error sobre ellas puede adoptar las más variadas
formas: calidad de hijo legítimo, religión, estado civil, virginidad de la mujer,
nacionalidad, etc.
En Chile se ha resuelto que en este caso se trata del error en la identidad física
del otro contrayente. Situación que en realidad es muy difícil que se dé en la
práctica.
Hay que hacer presente que bajo la vigencia de la Ley de Matrimonio Civil de 10
de enero de 1884 ésta era la única clase de error que consagraba la ley, no
teniendo cabida las otras clases de error, como vicio del consentimiento en el
matrimonio.
En primer término hay que señalar que, en general, el error sobre las cualidades
de la persona del otro contrayente no vicia el consentimiento, es decir si uno de
ellos cree que el otro tiene ciertas cualidades que en realidad no posee, ello no
invalida el consentimiento, la razón está en que "se elige la persona" y no "sus
cualidades".
Pero hace excepción a esta regla el error sobre las cualidades que, atendida la
naturaleza o los fines del matrimonio, han sido determinantes para identificar al
otro contrayente y otorgar el consentimiento. Tal sería el caso por ejemplo del
error sobre la religión, desde que ella permita formar la familia y en especial a los
hijos dentro de ciertos principios que son fundamentales para quien incurre en el
error.
Estimamos que también puede incluirse aquí el error en que incurre aquel de los
contrayentes que se casa con una persona impotente o estéril.
Sin embargo, hay autores que estimaban que sólo producía la nulidad del
matrimonio la impotencia coeundi, en apoyo de su opinión dan los siguientes
argumentos:
2. La ley no establece una edad máxima para el matrimonio, y es sabido que las
personas de edad avanzada no pueden engendrar hijos porque han perdido esa
aptitud, o sea, padecen de impotencia generandi, no obstante lo cual la ley no les
ha impedido contraer matrimonio como debiera haberlo hecho si su intención
hubiera sido la de comprender como impedimento para él las dos formas de
impotencia.
3. Por último señalan que hay que tener presente que la procreación es sólo uno
de los fines del matrimonio, pero no el único.
Esta posición fue compartida por los Tribunales en algunas sentencias, como
por ejemplo la publicada en la Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 54,
segunda parte, sección segunda, pág. 55.
17. LA FUERZA
Por aplicación de las reglas generales, la fuerza puede ser física o moral, sólo
esta última, que consiste en amenazas, vicia el consentimiento, siempre que reúna
los siguientes requisitos: ser actual, esto es, debe existir al momento del negocio
jurídico; grave, es decir, capaz de producir una impresión fuerte en una persona
de sano juicio, teniendo en consideración su edad, sexo y condición; injusta,
requisito que no concurriría si se amenaza al contrayente con iniciar acciones
judiciales en su contra.
18. GENERALIDADES
Clasificación
1. Absolutos: son aquellos que impiden el matrimonio con toda persona, son:
vínculo matrimonial no disuelto, ser alguno de los contrayentes menor de 16 años,
privación de razón y trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente
diagnosticada, que incapacite de modo absoluto para formar la comunidad de vida
que implica el matrimonio, falta de suficiente juicio o discernimiento para
comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del
matrimonio, e incapacidad para expresar claramente la voluntad por cualquier
medio, ya sea en forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas, art. 5º Ley
de Matrimonio Civil.
Siempre que uno de los cónyuges se halle vinculado por un matrimonio anterior
no disuelto surge un impedimento insuperable para la celebración de una nueva
unión. Es decir, que para poder contraer matrimonio una persona debe ser soltera,
viuda, divorciada o haber anulado su anterior matrimonio.
Cuando se plantea el problema de la existencia de este impedimento, es
indispensable que el primer matrimonio sea válido para que se produzca la nulidad
del segundo.
Ahora bien ¿qué sucede si una persona se casa dos veces y el primer
matrimonio adolece de un vicio de nulidad?
Cabe hacer presente que si una persona está casada y contrae un nuevo
matrimonio, mientras subsiste el primero, el segundo no será nulo de pleno
derecho, sino que a su respecto será necesaria la declaración judicial de
la nulidad.
b) Los que se hallaren ligados por un acuerdo de unión civil vigente, a menos
que el matrimonio se celebre con en conviviente civil.
d.2.) Los que padecieren de un trastorno o anomalía psíquica que les impida
formar la comunidad de vida que implica el matrimonio. Esta es una nueva causal,
y ella no implica privación de razón, sino que es una inhabilidad psíquica para
formar la comunidad de vida en que consiste el matrimonio.
Esta causal está tomada del derecho canónico, específicamente del canon 1095
Nº 3 que dispone "quienes no pueden asumir las obligaciones esenciales del
matrimonio por causas de naturaleza psíquica". La norma canónica señalada es
más amplia que la de la L.M.C.
Se trata también de una nueva causal, tomada del Derecho Canónico, del canon
1095 Nº 2 que establece "que son incapaces para contraer matrimonio quienes
tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes
esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar".
La norma señalada es coincidente con la actual redacción del inciso primero del
artículo 1447, debida a la modificación introducida por la Ley Nº 19.904 que
reconoce plena capacidad de ejercicio a los sordomudos que pueden darse a
entender claramente.
b) Homicidio: art. 7º
de la Ley de Matrimonio Civil
b) Las guardas, y
Para que los menores de edad puedan contraer matrimonio la ley exige que
cuenten con el consentimiento de ciertas personas.
Se entiende que falta el padre, madre o los ascendientes en los casos que
señalan los arts. 109 y 110 del Código Civil, la última de estas disposiciones es
aplicable sólo al padre y la madre.
El art. 109 dispone: "Se entenderá faltar el padre o madre u otro ascendente, no
sólo por haber fallecido, sino por estar demente; o por hallarse ausente del
territorio de la República, y no esperarse su pronto regreso; o por ignorarse el
lugar de su residencia.
Por su parte el art. 110 señala "Se entenderá faltar asimismo el padre o madre
que estén privados de la patria potestad por sentencia judicial o que, por su mala
conducta, se hallen inhabilitados para intervenir en la educación de sus hijos".
a) El curador general.
26. EL DISENSO
Las causales de disenso que pueden ser invocadas por éstos están señaladas
en el art. 113 del Código Civil.
Luego, tanto el curador general como el Oficial de Registro Civil deben expresar
la razón por la que se oponen al matrimonio, teniendo el menor derecho a que la
causal invocada sea calificada por el Juez. El Oficial de Registro Civil debe
comunicar al Juzgado de Familia de la comuna o agrupación de comunas la
causal de disenso para su calificación, art. 8º Nº 5 Ley Nº 19.968. Esta obligación
no pesa sobre el curador general.
Los efectos de la falta de asenso no son otra cosa que las sanciones en que
incurre el menor que contrae matrimonio sin el consentimiento de la persona que
debe prestarlo. En ningún caso la falta de asenso afecta a la validez del
matrimonio.
A. Sanciones civiles
El art. 323 del Código Civil clasificaba los alimentos en congruos y necesarios, y
los definía en la forma siguiente: "Congruos son los que habilitan al alimentado
para subsistir modestamente de un modo correspondiente a su posición social" y
"Necesarios los que dan lo que basta para sustentar la vida".
Esta clasificación fue eliminada por la Ley Nº 19.585, y así el actual art. 323 se
refiere sólo a los alimentos.
El art. 124 del Código Civil exige que quien tenga hijos de un precedente
matrimonio, bajo su patria potestad o bajo tutela o curaduría, y desea volver a
casarse proceda a la facción de inventario solemne de los bienes que esté
administrando y que pertenezcan a dichos hijos como herederos del cónyuge
difunto o cualquier otro título. Para la confección de este inventario se dará a los
menores un curador especial, arts. 345 y 494, debiendo proceder a su designación
conforme al art. 125 aunque los hijos no tengan bienes.
Requisitos y pago por muerte presunta del padre o madre habiendo éste o ésta
aparecido posteriormente, art. 270 Nº 2; o en el caso de emancipación legal del
hijo menor por matrimonio de éste, art. 270 Nº 3;
La ley habla de inventario solemne, debe entenderse por tal el que reúne los
requisitos de los arts. 858 y 859 del Código de Procedimiento Civil. Además
aunque los hijos del viudo no tengan bien alguno debe procederse a la
designación del curador especial, del art. 125 del Código Civil.
El Oficial del Registro Civil no permitirá el matrimonio del que trata de volver a
casarse mientras no se exhibe el nombramiento del curador especial o que se le
acredite, mediante una información sumaria de testigos que no hay hijos del
precedente matrimonio que estén en las condiciones señaladas por la ley, art. 126
Código Civil.
Es menester tener presente que basta con el nombramiento del curador, aunque
el inventario no esté terminado. Así se desprende de los arts. 126 y 127 del
Código Civil que prescriben las sanciones que se imponen cuando el inventario no
se hace en tiempo oportuno, y la doctrina, principalmente Claro Solar y Somarriva,
entienden que la expresión tiempo oportuno quiere decir antes de que se opere la
confusión de patrimonios.
Sanción
Luego para los efectos de esta sanción hay que distinguir si el hijo muere
habiendo testado o intestado. Si muere abintestato no hay problema alguno y el
padre o la madre pierde su derecho; por el contrario si el hijo ha dejado
testamento hay que atender a lo que se diga en éste: si en él se instituye heredero
al padre o a la madre, en su caso, debe entenderse que el hijo lo ha perdonado y
debe darse pleno cumplimiento a la disposición testamentaria; en efecto, si el
padre o la madre había incurrido en una causal de indignidad para suceder, ésta
no puede hacerse valer en contra de disposiciones testamentarias posteriores a
los hechos que las producen, art. 973 Código Civil.
Según el art. 76 del Código Civil, el embarazo de la mujer tiene una duración
mínima de 180 días y una máxima de 300; concordando en parte con dicha
disposición el art. 184, relativo a la determinación de la filiación, que presume
como del marido a los hijos que nacen después de celebrado el matrimonio y a los
que nacen dentro de 300 días siguientes a la disolución del matrimonio. Si no se
estableciere este impedimento y nace un hijo antes de transcurridos 300 días de la
disolución del matrimonio, si la mujer ha contraído nuevo matrimonio, dicho hijo
podría ser tanto del primer marido como del segundo.
La sanción a las infracciones es que tanto la mujer como su nuevo marido son
solidariamente responsables a la indemnización de los perjuicios ocasionados a
terceros por la incertidumbre de la paternidad, art. 130.
En caso que una mujer cuyo matrimonio se disolvió o declaró nulo, contraiga un
nuevo matrimonio, y con posterioridad nace un hijo, y hay dudas sobre a cuál de
los matrimonios pertenece, y se invoca una decisión judicial fundada en una
acción de filiación, decidirá el juez tomando en consideración las circunstancias.
Las pruebas periciales biológicas y el dictamen de facultativo se decretarán si se
los solicita, art. 130 inc. 1º.
PÁRRAFO IV CUMPLIMIENTO DE LAS FORMALIDADES LEGALES PARA LA CELEBRACIÓN DEL
MATRIMONIO
33. GENERALIDADES
a) La manifestación
Las personas que deseen contraer matrimonio deben poner en conocimiento del
Oficial de Registro Civil su intención, y este aviso o informe es la manifestación.
b) La información
Presencia de testigos
La regla general en esta materia es que toda persona es capaz para servir de
testigo en el matrimonio, siendo sólo incapaces las personas que señala el art. 16,
de la Ley de Matrimonio Civil.
El matrimonio por poder está reglamentado en el art. 103 del Código Civil; el
análisis de la citada disposición permite comprobar que el poder para contraer
matrimonio debe reunir las siguientes características:
6º Su profesión u oficio;
8º Los nombres y apellidos de dos testigos, así como sus números de cédula de
identidad, y su testimonio, bajo juramente, sobre el hecho de no tener ninguno de
los contrayentes impedimento o prohibición legal para contraer matrimonio;
9º El nombre y los apellidos del ministro de culto, así como su número de cédula
de identidad;
B) El acta indicada deberá ser presentada por los contrayentes ante cualquier
Oficial de Registro Civil dentro de ocho días para su inscripción. Aun cuando la ley
no lo dice expresamente estimamos que dicho plazo se cuenta desde la
celebración del matrimonio. Si el acta no se inscribe dentro del plazo señalado, el
matrimonio no producirá efecto civil alguno.
Los efectos del matrimonio inscrito en la forma dicha se regirán en todo por lo
establecido en la Ley de Matrimonio Civil y en los demás cuerpos legales que se
refieren a la materia.
Hay quienes estiman que pueden hacerlo por medio de mandatario, pero
atendido lo que establece el actual artículo 15 de la Ley de Registro Civil
estimamos que deben comparecer personalmente los cónyuges para los efectos
de la ratificación e inscripción del matrimonio celebrado ante una entidad religiosa
de derecho público. El artículo 15 de la Ley de Registro Civil establece:
39. GENERALIDADES
Lo que la citada ley denominaba divorcio no era otra cosa que la simple
separación de cuerpos, ya que en conformidad al art. 19 de ella el divorcio no
disolvía el matrimonio sino que suspendía la vida en común de los cónyuges. Esta
separación podía ser temporal (divorcio temporal) o perpetua (divorcio perpetuo),
según la gravedad de la causal que motivaba el divorcio, art. 20 L.M.C.
Pero en lo que dice relación con la separación la ley distingue entre separación
de hecho y separación judicial, para lo cual atiende a la forma en que se origina la
separación: si emana de los hechos, como ser acuerdo de los cónyuges, o
abandono por uno de ellos del hogar común, o si ha sido declarada judicialmente.
Los acuerdos antes mencionados deberán respetar los derechos conferidos por
las leyes que tengan el carácter de irrenunciables:".
Pero un aspecto de gran importancia del acuerdo entre los cónyuges es que,
además de cumplir con la función que le es propia, si cumple con determinados
requisitos formales otorgan fecha cierta al cese de la convivencia, lo que tiene
gran importancia para los efectos de demandar el divorcio, ya que los plazos de
uno o tres años que la ley exige para ello se cuentan desde dicha fecha. El artículo
22 L.M.C. establece: "El acuerdo que conste por escrito en alguno de los
siguientes documentos otorgará fecha cierta al cese de la convivencia:
Si no hay acuerdo entre los cónyuges, la ley faculta a cualquiera de ellos para
solicitar que el procedimiento judicial que se sustancie para regular relaciones
mutuas, como los alimentos que se deban, los bienes familiares o las materias
vinculadas al régimen de bienes del matrimonio; o las relaciones con los hijos,
como los alimentos, el cuidado personal o la relación directa y regular que
mantendrá con ellos el padre o madre que no los tuviere bajo su cuidado, se
extienda a otras materias concernientes a sus relaciones mutuas o a sus
relaciones con los hijos, art. 23. El tribunal conocerá de estas materias en el juicio
en que se susciten y las resolverá en una sola sentencia. Hay que tener presente
que las acciones no dejan de ser lo que son, no se confunden en una sola, tal es
así que en la resolución que reciba la causa a prueba, el juez fijará
separadamente los puntos a que se refieren cada una de las materias sometidas a
su conocimiento, art. 24 inc. 2º.
Lo señalado presenta la gran ventaja que se permite que todos los asuntos que
se refieran a la relación de los cónyuges entre sí o con los hijos comunes, sean
tramitadas en un solo juicio, ante un mismo Tribunal y se fallen en conjunto, con lo
cual se evita la multiplicidad de juicio sobre diversas materias relativas a la
relación familiar y que sean tramitadas ante distintos tribunales con
procedimientos diversos.
Cabe destacar que el cese de la convivencia tendrá también fecha cierta a partir
de la notificación de la demanda en el caso del art. 23, art. 25 inc. 1º.
En caso que no haya acuerdo entre los cónyuges ni tampoco demanda judicial,
habrá fecha cierta del cese de la convivencia, cuando uno de los cónyuges
hubiere expresado su voluntad de ponerle fin a través de escritura pública, o acta
extendida y protocolizada ante notario público, o acta extendida ante un Oficial del
Registro Civil, o bien dejando constancia de su intención de poner fin a la
convivencia ante el juzgado correspondiente, lo que debe ser notificado al otro
cónyuge. Se trata de una gestión no contenciosa en la cual el interesado puede
comparecer personalmente. La notificación debe hacerse de acuerdo con las
reglas generales, art. 25.
Las causales por las cuales puede pedirse la separación judicial son:
A) Falta grave imputable a uno de los cónyuges, siempre que constituya una
violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio, o de
los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en
común.
Es decir no se trata de cualquier falta, sino que para que sirva de fundamento a
la acción de separación judicial debe reunir los siguientes requisitos: a) debe
constituir una violación grave de los derechos y obligaciones que impone el
matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos y b) debe hacer
intolerable la vida en común.
a) personalísima,
c) imprescriptible,
b) Debe liquidar el régimen matrimonial que hubiere existido entre los cónyuges
si se le hubiere solicitado y se hubiere rendido prueba al efecto. Esta norma sólo
tendrá aplicación si el régimen matrimonial es el de sociedad conyugal o el de
participación en los gananciales, art. 31. Este artículo es una excepción a la regla
según la cual la liquidación de la sociedad conyugal debe hacerse por un árbitro
de derecho, en conformidad a las normas de la partición.
El artículo 32 L.M.C. dispone "La separación judicial produce sus efectos desde
la fecha en que queda ejecutoriada la sentencia que la decreta.
En lo que dice relación con los efectos de la separación judicial cabe distinguir
entre los que se producen entre los cónyuges y los efectos respecto de los hijos:
e) Los cónyuges administran sus bienes con plena independencia, el art. 173
Código Civil dispone "Los cónyuges separados judicialmente administran sus
bienes con plena independencia uno del otro, en los términos del artículo 159" y el
artículo 159 dice "Los cónyuges separados de bienes administran, con plena
independencia el uno del otro, los bienes que tenían antes del matrimonio y los
que adquieran durante éste, a cualquier título.
Por otro lado, el hijo concebido durante la separación judicial de los cónyuges no
goza de la presunción de paternidad establecida en el art. 184, pero si concurre el
consentimiento de ambos cónyuges podrá ser inscrito como hijo de ambos, art. 37
L.M.C.
44. REANUDACIÓN DE LA VIDA EN COMÚN
El matrimonio termina por causales expresamente señaladas por la ley, que son
las siguientes:
b) Muerte presunta de uno de los cónyuges, cumplidos los plazos que indica la
ley;
En este caso la ley no exige una declaración especial para que opere la
disolución del matrimonio, basta que hayan transcurridos los plazos que para
dicho efecto establece la ley.
Terminará el matrimonio una vez transcurridos 10 años (antes eran 15 años)
desde la fecha de las últimas noticias del desaparecido, fijada en la sentencia que
declara la presunción de muerte.
En los casos de pérdida de nave o aeronave que no apareciere a los seis meses
de la fecha de las últimas noticias que de ella se tuvieron y del de sismo o
catástrofe que provoque o haya podido provocar la muerte de numerosas
personas en determinadas poblaciones o regiones (art. 81 Nºs. 8 y 9) el
matrimonio termina transcurrido un año desde el día presuntivo de la muerte.
Por el contrario, el divorcio vincular produce sus efectos para el porvenir. Sólo a
partir de la sentencia de divorcio cesarán de estar casados los cónyuges; todos los
efectos del matrimonio realizados con anterioridad al divorcio subsisten.
47. PRINCIPIOS QUE RIGEN EN MATERIA DE NULIDAD DE MATRIMONIO
c) Si ha habido fuerza en los términos de los artículos 1456 y 1457 del Código
Civil, ocasionada por una persona o por una circunstancia externa, que hubiere
sido determinante para contraer el vínculo:
3. Nulidad por falta de testigos hábiles:
El matrimonio debe celebrarse ante dos testigos por lo menos y éstos deben ser
hábiles. Las inhabilidades para ser testigo las señala el art. 16 de la Ley de
Matrimonio Civil.
Pero en relación con la incompetencia del oficial de Registro Civil ella no sólo se
producía en el caso del art. 31 de la L.M.C. de 1884, sino también cuando este
funcionario actúa fuera de su territorio jurisdiccional, lo cual le está prohibido por
el art. 34 Nº 1 de la Ley Orgánica del Servicio de Registro Civil e Identificación.
54. GENERALIDADES
Dicho matrimonio nulo se llama "putativo" (del latín "putare", creer, los esposos
creyeron que se casaban válidamente). En este caso la nulidad deja de ser una
verdadera nulidad y no rige la retroactividad, porque el matrimonio nulo produce,
respecto del cónyuge que lo contrajo de buena fe y con justa causa de error, los
mismos efectos que el matrimonio válido.
El derecho canónico exige tres condiciones para que un matrimonio pueda ser
considerado como putativo: la buena fe de uno de los cónyuges; un justo motivo
de error y la celebración solemne del matrimonio.
4º. Que exista una justa causa de error en cuanto a la validez del matrimonio.
Por aplicación de principios generales sobre nulidad se requiere que ésta sea
judicialmente declarada, ya que mientras ello no se haga, el matrimonio es
considerado válido y surte todos sus efectos normalmente. Por eso el primer
requisito del matrimonio putativo es que la nulidad del matrimonio se haya
declarado judicialmente (Rev. de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 40, sec. 1ª,
pág. 485, Tomo 45, sec. 1a, pág. 107).
Esto es que el matrimonio se haya celebrado ante quienes indican los artículos
18 y 20 L.M.C.
En el texto primitivo del Código se establecía que para que el matrimonio fuese
putativo era necesario que se hubiera celebrado con las "solemnidades legales",
expresiones que originaron una polémica sobre qué debía entenderse por tales.
Se estaba de acuerdo en que la presencia del Oficial Civil era solemnidad legal,
pero se discrepa en cuanto a si también lo eran la presencia de los testigos, la
habilidad de éstos y la competencia del Oficial de Registro Civil.
El problema tiene hoy sólo interés histórico porque la Ley Nº 10.271 modificó
el art. 122 estableciendo como requisito únicamente la presencia del Oficial de
Registro Civil.
A más de la buena fe para que exista matrimonio putativo debe haber "justa
causa de error".
Es sabido que el error puede ser de hecho o de derecho. En lo que dice relación
que el error de hecho no hay problema alguno, ya que es indudable de que es una
justa causa de error y por lo tanto da lugar a la putatividad; en cambio en lo que
respecta al error de derecho es bastante discutible si constituye o no justa causa
de error.
Una parte de la doctrina fundándose en los arts. 8º, 706 inc. final y 1452 de C.
Civil sostienen que el error de derecho no es una justa causa de error. Señala que
el error de derecho es inexcusable, especialmente cuando recae sobre un acto de
tal envergadura como el matrimonio; ignorar la ley en este caso importa una
negligencia que no puede ser calificada de justa causa de error.
Otros señalan que si bien es cierto que en base a los arts. 8º y 706 inc. final
puede concluirse que el error de derecho no es una justa causa de error, no lo es
menos que el art. 51 L.M.C. habla solamente de "justa causa de error", sin entrar a
distinguir si se trata de un error de hecho o de derecho, por lo cual ambas formas
de error tendrían dicha calidad.
La L.M.C. en su art. 52 establece que "se presume que los cónyuges han
contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de error, salvo que en el juicio
de nulidad se probare lo contrario y así se declara en la sentencia".
Lo anterior es efectivo en lo que dice relación con los cónyuges, ya que respecto
de los hijos la situación es diversa, si el hijo es de filiación matrimonial por haber
sido concebido o haber nacido durante el matrimonio putativo de sus padres
conserva dicha calidad aunque desaparezca la buena fe con que sus padres o uno
de ellos contrajo matrimonio.
Los efectos del matrimonio putativo se pueden dividir en los que se producen
respecto de los cónyuges y los que se originan respecto de los hijos.
a) Efectos respecto de los cónyuges
Finalmente, cabe observar que esta doctrina no significa que la persona cuyo
matrimonio anterior haya sido declarado putativo está imposibilitada para contraer
un nuevo matrimonio válido. Podría hacerlo, pero después de contestada la
demanda o declarada la nulidad, ya que a partir de esos momentos no cabe
distinguir entre matrimonios simplemente nulo o nulo putativo, pues la base de
éste es la buena fe, la que es incompatible con un fallo que declara la nulidad del
matrimonio. (Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 41, sec. 2ª, pág. 7
comentada por don Manuel Somarriva U.).
El inc. 2º del art. 51 L.M.C. viene a solucionar este problema en relación con la
disolución y liquidación del régimen de bienes, ya que establece que si uno solo
de los cónyuges contrajo matrimonio de buena fe, él podrá optar entre reclamar la
disolución y liquidación del régimen de bienes que hubieren tenido hasta ese
momento, o someterse a las reglas generales de la comunidad.
El inciso final del art. 51 L.M.C. dispone: "Con todo, la nulidad no afectará la
filiación ya determinada de los hijos, aunque no haya habido buena fe ni justa
causa de error por parte de ninguno de los cónyuges".
59. GENERALIDADES
Así la Corte Suprema definió el divorcio diciendo que "es la separación de los
cónyuges judicialmente declarada".
Se justifican señalando que al igual que con los impedimentos, con estas
causales se pretende obtener que el matrimonio que se celebre sea útil a la
sociedad, debiendo aceptarse que el vínculo se disuelva si las causas aparecen
con posterioridad a la celebración del matrimonio.
A más de todas las causales que se han señalado, en algunos países se acepta
también mutuo acuerdo de los cónyuges, para ello se fundan en que la
experiencia demuestra que la necesidad de tener que invocar una causal
determinada para obtener el divorcio vincular conduce a quienes desean
obtenerlo, y no se encuentran dentro de ninguna de ellas, a fingir la existencia de
la causal, lo cual es contrario a la moral y al derecho. Se agrega que la única
forma de evitar este vicio es admitiendo el mutuo consentimiento como causal de
divorcio vincular.
Las legislaciones que admiten esta causal ponen eso sí trabas para evitar el
abuso que podría hacerse de ella. Así por ejemplo en algunos países se cita a
quienes solicitan el divorcio por mutuo consentimiento a tres audiencias, que
demoran meses en llevarse a cabo, a objeto de que los cónyuges dispongan de
tiempo suficiente para reflexionar sobre la trascendencia de lo que están haciendo.
Si después de la tercera audiencia se mantienen en su propósito se decreta el
divorcio.
2. Divorcio por voluntad unilateral: cada uno de los cónyuges tiene la facultad
para disolver a su voluntad el matrimonio. Tal era el sistema del Código Civil
soviético de 1918, donde bastaba para romper la unión la declaración de uno de
los cónyuges ante el encargado del Registro Civil. En este sistema en realidad el
matrimonio no es tal, sino que una simple unión libre.
a) Esas causas deben ser las que tornan imposible, o por lo menos difícil, la vida
en común, provengan o no de culpa de uno de los cónyuges. La finalidad de este
divorcio es remediar esa dificultad o imposibilidad. Este es el llamado "divorcio
remedio".
Sostiene que afecta los valores que la familia representa, desde que él pone
término a la familia. Los valores que se ven afectados por el divorcio son:
Señala que, en lo que dice relación con el divorcio, hay que tener presente las
siguientes situaciones:
El artículo 54 establece que "el divorcio podrá ser demandado por uno de los
cónyuges, por falta imputable al otro, siempre que constituye una violación grave
de los deberes y obligaciones que le impone el matrimonio, o de los deberes y
obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida en común".
El artículo 54 L.M.C. agrega, además, que se incurre en esta causal entre otros
casos, cuando ocurre cualquiera de los siguientes hechos:
De acuerdo con el art. 55, se puede pedir el divorcio, además, en dos casos:
Por otro lado se entiende que es suficiente "si resguarda el interés superior de
los hijos, procurando aminorar el menoscabo económico que pudo causar la
ruptura y establece relaciones equitativas, hacia el futuro, entre los cónyuges cuyo
divorcio se solicita". Es decir para ser suficiente el acuerdo debe comprender tres
aspectos que son:
El inciso 3º del art. 55 dice textualmente "Habrá lugar también al divorcio cuando
se verifique un cese efectivo de la convivencia conyugal durante el transcurso de,
a lo menos, tres años, salvo que, a solicitud de la parte demandada, el juez
verifique que el demandante, durante el cese de la convivencia, no ha dado
cumplimiento, reiterado, a su obligación de alimentos respecto del cónyuge
demandado y de los hijos comunes, pudiendo hacerlo".
"Se transcribe esta norma por lo siguiente, se desprende de ella que los
requisitos para que pueda darse esta situación son: a) que se haya convenido o
exista una sentencia judicial que haya condenado al demandante al pago de una
pensión alimenticia, a su cónyuge o a los hijos comunes; b) que el demandante
haya tenido los medios para poder cumplir esa obligación alimenticia, y c) que a
pesar de ello, durante el cese de la convivencia, en forma reiterada haya
incumplido con el pago de la pensión respecto del cónyuge demandado y de los
hijos comunes.
Por otra parte ¿que debe entenderse por "a solicitud de parte demandada"?
¿Esta solicitud debe plantearse como una excepción a la demanda de divorcio o
se trata de un simple presupuesto procesal? Por otra parte llama la atención que
sea el juez quien tiene que verificar; la ley no indica por qué medios debe hacerlo
¿ Podrá el tribunal de oficio decretar pruebas? No es claro. ¿Quién tiene el peso
de la prueba en este caso?
Otra duda que se plantea con relación a esta situación es la siguiente: ¿qué
ocurre si se rechaza la demanda por no haber cumplido el demandante con la
obligación indicada? ¿Quiere decir que nunca más podrá intentar la acción de
divorcio? Algunos estiman que la solución podría ser que en esta situación, este
demandante, deberá expresar su voluntad de poner fin a la convivencia, en alguno
de los instrumentos que indica el artículo 22 letras a) o b), o bien dejando
constancia judicial en los términos señalados en el art. 25 inc. 2º, y a partir de ese
momento cumplir con sus obligaciones alimenticias, esperando que transcurra un
nuevo plazo de tres años."(R. Ramos, Aspectos destacados de la Ley Nº 19.947
sobre matrimonio civil").
Hay que señalar que por expresa disposición de la ley la reanudación de la vida
en común de los cónyuges, con ánimo de permanencia, interrumpe el cómputo de
los plazos indicados.
1º) Entre los cónyuges, el divorcio produce sus efectos desde que queda
ejecutoriada la sentencia que lo declare, art. 59.
3º) El divorcio pone fin a los derechos de carácter patrimonial, cuya titularidad se
funde en el matrimonio, como los de alimentos y sucesorios entre los
cónyuges, art. 60. Ello sin perjuicio de que se acuerde o se fije judicialmente una
compensación al cónyuge económicamente más débil, determinada en la forma
dispuesta en el párrafo 1 del Capítulo VII de la ley, arts. 61 y sgtes.
4º) La sentencia de divorcio firme autoriza para revocar todas las donaciones
que por causa de matrimonio se hubieren hecho al cónyuge que dio motivo al
divorcio por su culpa, con tal que la donación y su causa constare por escritura
pública, art. 1790 nuevo texto.
Esta materia está reglamentada por el artículo 83 L.M.C. que dispone: "El
divorcio estará sujeto a la ley aplicable a la relación matrimonial al momento de
interponerse la acción.
En ningún caso tendrá valor en Chile el divorcio que no haya sido declarado por
resolución judicial o que de otra manera se oponga al orden público chileno.
Si el divorcio se decreta en virtud del art. 54 (falta imputable al otro cónyuge que
constituya violación grave de los deberes y obligaciones que le impone el
matrimonio) el juez puede denegar la compensación económica que le habría
correspondido al cónyuge culpable o disminuir prudencialmente el monto de
ella, art. 62 inc. 2º L.M.C.
De acuerdo con el art. 66 inciso final L.M.C. estas cuotas si se han ofrecido otras
garantías para su efectivo y oportuno pago no se consideran alimentos, lo que
debe declararse en la sentencia.
Hay que aclarar que estas cuotas no constituyen una pensión alimenticia, así se
desprende de la historia fidedigna del establecimiento de la ley. Sólo se le
considera alimentos para los efectos del cumplimiento, y consecuencia de ello es
que el cónyuge deudor puede ser apremiado para su pago, se puede decretar
orden de arraigo en su contra, pero, además, y por no ser alimentos propiamente
tales sino considéraseles como tales, no rige al respecto la limitación del art. 7º de
la Ley Nº 14.908 (no pueden exceder del 50% de las rentas del alimentario), y una
vez fijadas las cuotas no pueden ser alteradas por causas sobrevinientes.
71. B) DE LA CONCILIACIÓN
Por su parte el art. 90 dispone que "En el llamado a conciliación a que se refiere
el artículo 67, se incluirán las materias señaladas en el inciso segundo de dicha
disposición, aun cuando no se hubieren solicitado en conformidad a lo dispuesto
en el artículo precedente, y se resolverán tan pronto queden en estado, de
acuerdo al procedimiento aplicable".
CAPÍTULO V EFECTOS DEL MATRIMONIO
74. GENERALIDADES
Los efectos del matrimonio son las consecuencias que de él derivan tanto para
las personas como para los bienes de los cónyuges, ellos son:
2. Genera el régimen matrimonial, esto es, estatuto que va a reglar los intereses
pecuniarios de los cónyuges entre sí y en sus relaciones con terceros.
1. Deber de fidelidad: Está contemplado en el art. 131 cuando dice que "los
cónyuges están obligados a guardarse fe". Consiste el deber de fidelidad en que
los cónyuges están obligados a cohabitar exclusivamente entre sí y no con
terceros. El incumplimiento o la infracción a este deber configura el adulterio, el
cual civilmente se comete por el solo hecho de yacer la mujer casada con varón
que no es su marido, y el varón casado con quien no es su mujer.
El art. 132 señala que el adulterio constituye una grave infracción al deber de
fidelidad y que da origen a las sanciones que la ley establece. El inc. 2º de esta
disposición define el adulterio en la siguiente forma: "Cometen adulterio la mujer
casada que yace con varón que no sea su marido y el varón casado que yace con
mujer que no sea su cónyuge".
Por su parte, el art. 172 establece una sanción aplicable a ambos cónyuges que
es la que el inocente puede revocar las donaciones que hubiere hecho al culpable
del divorcio por adulterio entre otras causales.
No señala el legislador cuáles son las razones graves que deben asistir a uno de
los cónyuges para no vivir en el hogar común, pero entendemos que deben ser
hechos de tal naturaleza que lleven a dejar sin cumplir uno de los fines del
matrimonio, cual es el de vivir juntos. Porque justamente este deber de los
cónyuges de vivir en el hogar común, tiene por fundamento el fin señalado.
En conformidad al art. 136 del Código Civil, los cónyuges están obligados a
suministrarse los auxilios que necesiten para sus acciones y defensas judiciales.
Creemos que la expresión "auxilios" está tomada en sentido amplio,
comprendiendo todos los elementos necesarios para el ejercicio de la acción o el
planteamiento y sustentación de la defensa, como serían, por ejemplo, los medios
probatorios.
Los casos en que el contrato entre cónyuges está prohibido son los siguientes:
A) contrato de compraventa y de permuta, arts. 1796 y 1899; B) donaciones
irrevocables, arts. 1137 y 1138; C) no puede alterar las capitulaciones
matrimoniales, salvo para adoptar el régimen de separación total de bienes o el de
participación en los gananciales, arts. 1716 inc. final y 1723.
79. GENERALIDADES
El art. 159, inciso primero del Código Civil dispone "Los cónyuges separados de
bienes administran con plena independencia el uno del otro los bienes que tenían
antes del matrimonio y los que adquieran durante éste, a cualquier título".
Pero no debe olvidarse que los cónyuges, aunque estén separados de bienes,
no pueden celebrar el contrato de compraventa, el de permuta ni el de donaciones
irrevocables.
PÁRRAFO I GENERALIDADES
80. CONCEPTO
Toda comunidad de vida, de cualquier naturaleza que ella sea, genera alguna
forma de relación de intereses y numerosas cuestiones relativas a ellos, que el
legislador debe prever y reglamentar. El matrimonio, por presentar precisamente
dicha característica, no escapa a esta regla, produciendo efectos respecto de los
bienes como consecuencia de la vida en común que origina. El legislador ha
tenido que reglamentar estos efectos del matrimonio respecto de los bienes y el
conjunto de normas relativas a ello constituyen lo que se llama régimen
matrimonial.
81. CARACTERÍSTICAS
Don Fernando Fueyo señala que el régimen matrimonial presenta las siguientes
características:
Los bienes comunes son administrados por el marido con amplias facultades, no
teniendo la mujer intervención en dicha administración, siendo ella además
relativamente incapaz.
Disuelta la comunidad, cada cónyuge retira sus aportes y sus bienes propios, y
el resto, lo que queda después de haberse retirado dichos bienes, que recibe el
nombre de gananciales, se divide por mitad entre ellos.
B. Régimen de separación
La separación puede ser total o parcial. Es total cuando comprende todos los
bienes de los cónyuges. Es parcial cuando se refiere a algunos solamente,
estableciéndose la comunidad sobre los demás.
E. Régimen dotal
A la disolución del matrimonio, el marido debe restituir la dote, por cuyo motivo
no puede enajenar los bienes que la forman, y está garantizada como una
hipoteca legal sobre los bienes de aquél.
Hoy día se permite que durante el matrimonio los cónyuges mayores de edad
puedan sustituir el régimen de sociedad conyugal por el de participación en los
gananciales o por el de separación total. También pueden sustituir el régimen de
separación total de bienes por el de participación en los gananciales, art. 1723. De
acuerdo al art. 1º inc. 3º de la Ley Nº 19.335, pueden, además, sustituir el régimen
de participación en los gananciales por el de separación total.
85. CONCEPTO
Don Arturo Alessandri R. las define diciendo que son "la convención por la cual
los esposos reglan sus intereses pecuniarios". Mediante ellas los esposos
determinan el régimen matrimonial a que dará origen el matrimonio, las facultades
que tendrán con respecto a los bienes y las concesiones y donaciones que
quieran hacerse mutualmente. Ver art. 1715 inc. 1º, Código Civil.
El principal objeto de las capitulaciones matrimoniales es de alterar el régimen
matrimonial, la gran mayoría de las que se pactan tienen por finalidad establecer
un régimen de separación de bienes o de participación en los gananciales.
2. Por regla general son inmutables, con excepción del art. 1723 que permite
sustituir el régimen de sociedad conyugal por el de separación total o por el de
participación en los gananciales, también pueden sustituir el régimen de
separación total por el de participación en los gananciales. Por su parte
el art. 1º inc. 3º de la Ley Nº 19.335, hoy art. 1792-1 del Código Civil, faculta para
sustituir el régimen de participación en los gananciales por el de separación total.
Las capitulaciones tendrán valor entre las partes y respecto de terceros desde la
fecha del matrimonio, aunque la subinscripción se efectúe con posterioridad, hay
por consiguiente una especie de efecto retroactivo cuando ésta es posterior al
matrimonio.
Por último, volveremos a insistir sobre el que estos pactos durante el matrimonio
sólo pueden celebrarse por los cónyuges mayores de edad, si los cónyuges son
menores de edad o si uno de ellos lo es y celebran un pacto de éstos, dicho pacto
será nulo absolutamente.
93. OBJETO DE LAS CAPITULACIONES MATRIMONIALES
En lo que dice relación con las estipulaciones que pueden pactarse en las
capitulaciones matrimoniales, cabe recordar que en aquellas que se pactan al
momento de la celebración del matrimonio sólo puede convenirse separación total
en bienes o régimen de participación en los gananciales son
los únicos acuerdos que pueden contenerse en este tipo de capitulaciones; en
tanto que en las celebradas antes del matrimonio pueden establecerse diversas
estipulaciones.
A. Estipulaciones permitidas
Esta relación tiene importancia por ser prueba preconstituida de los aportes de
los cónyuges para el caso de disolución de la sociedad conyugal.
B. Estipulaciones prohibidas
94. CONCEPTO
Puede decirse que es "la sociedad de bienes que se forma entre los cónyuges
por el hecho del matrimonio a falta de pacto en contrario".
Pero don Arturo Alessandri señala que esta teoría es inaceptable dentro de los
preceptos de nuestra legislación, ya que la copropiedad supone la existencia de
dos o más propietarios, de dos o más derechos de idéntica naturaleza, que se
ejercen sobre el bien común. Nada de esto ocurre en nuestra sociedad conyugal,
pues la mujer por sí sola no tiene derecho alguno sobre los bienes sociales
durante la sociedad, art. 1752. Mientras dura la sociedad conyugal, el marido es el
único y exclusivo propietario de los bienes sociales y la mujer, en cambio, no tiene
derecho alguno sobre ellos.
Como entre los cónyuges hay tres entidades distintas, el marido, la mujer, y la
sociedad, y siendo ésta una comunidad restringida a la que no entran todos los
bienes de aquellos, hay también tres patrimonios: el patrimonio común o social; el
patrimonio propio del marido y el patrimonio propio de la mujer, cada uno de estos
patrimonios tiene su activo y su pasivo.
La composición de cada uno de estos patrimonios está determinada
imperativamente por la ley. Los cónyuges pueden alterarla en las capitulaciones
matrimoniales solamente.
Estos tres patrimonios sólo existen entre marido y mujer para el efecto de
deslindar sus derechos y obligaciones. Respecto de terceros, no hay más que
bienes del marido y de la mujer. El patrimonio de la sociedad conyugal se
confunde con el del marido; los bienes sociales son, respecto de terceros, bienes
del marido.
Son aportes o bienes aportados los que los cónyuges poseen al tiempo de
contraer matrimonio e introducen en la sociedad. Son bienes adquiridos durante la
sociedad los que se adquieren durante su vigencia.
Así, el inmueble comprado por uno de los cónyuges antes del matrimonio, pero
cuya inscripción se efectúa durante la sociedad, es un bien aportado y no social.
En cambio, el inmueble comprado por el marido, durante la sociedad e inscrito a
su nombre después de la disolución de aquélla, producida por la muerte de la
mujer, es social. (Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo 21, sec. 1ª, pág.
129).
Pero si los bienes a que se refiere el art. 1736 son muebles, ellos ingresan al
haber de la sociedad conyugal, la que deberá al cónyuge adquirente la respectiva
recompensa. En consecuencia, sólo si se trata de bienes inmuebles no se produce
el ingreso de ellos a la sociedad conyugal cuando la causa o título de adquisición
es anterior a ella aunque ésta se produzca durante su vigencia.
b) Los frutos de los bienes sociales y de los bienes propios, art. 1725 Nº 2.
e) Las minas denunciadas por ambos cónyuges o por uno de ellos, art. 1730.
El único requisito que la ley exige para que el producto del trabajo de los
cónyuges ingrese a la sociedad conyugal, es que el trabajo o servicio que lo
origina se haya ejecutado o prestado durante la vigencia de la sociedad conyugal.
La ley habla de salarios o emolumentos devengados durante el matrimonio.
Devengar significa "adquirir derecho a alguna percepción o retribución por razón
de trabajo o servicio u otro título", y como el derecho a la remuneración se
adquiere por la realización del servicio o trabajo que lo genera, la sociedad sólo lo
adquirirá si éste se presta o ejecuta mientras ella dure.
Luego, pertenecerán a la sociedad los salarios y emolumentos de todo trabajo
ejecutado durante su vigencia, aunque se paguen después de su disolución, y al
cónyuge, si el trabajo se ejecutó o el servicio se prestó antes del matrimonio o
después de disuelta la sociedad, aunque en el primer caso, el pago se efectuó
durante ella.
Todas estas reglas son aplicables al trabajo del marido y al que ejecuten marido
y mujer conjuntamente. No se aplican, al producto del trabajo de la mujer
ejercitado separadamente del marido. Estos bienes quedan, durante la vigencia de
la sociedad conyugal, bajo la administración de la mujer, de manera que no entran
al haber de dicha sociedad. A su disolución podrán pasar a formar parte de los
gananciales si la mujer los acepta, si no lo hace serán propios, art. 150.
Son sociales, sin cargo de recompensa, todos los frutos naturales y civiles y, en
general, los lucros de cualquier naturaleza, que provengan de los bienes sociales
y de los bienes propios de cada uno de los cónyuges, y que se devenguen durante
la sociedad, art. 1725 Nº 2.
Los frutos de los bienes de los cónyuges ingresan a la sociedad a modo de
compensación por haberse hecho gravitar sobre la comunidad los gastos de
alimentación de los cónyuges y de la familia común.
Los frutos de los bienes propios de los cónyuges los adquiere la sociedad
conyugal, a título de usufructuario, o con mayor exactitud en su calidad de titular
de un derecho de goce sobre dichos bienes.
Si una persona hace una donación o deja una herencia o legado a cualquiera de
los cónyuges bajo la condición de que los frutos de las cosas donadas, dejadas en
herencia o legadas no pertenezcan a la sociedad conyugal, dicha condición será
válida, salvo que se trate de bienes donados o asignados a título de legítima
rigorosa, art. 1724, Código Civil.
Aquí se comprenden tanto los bienes muebles como los inmuebles, la ley no
hace distinción alguna, y aún más habla de "todos" los bienes.
De los arts. 1725, 1736 y 1737 se desprende que entran al haber absoluto de la
sociedad conyugal los bienes que adquieran los cónyuges siempre que se reúnan
los siguientes requisitos: a) que la adquisición se haya hecho a título oneroso y b)
que el título adquisitivo se haya producido durante la existencia de la sociedad
conyugal. Así, por ejemplo, si se compra un bien raíz antes del matrimonio, pero
se inscribe durante la vigencia de la sociedad conyugal, dicho bien será propio del
cónyuge que lo compró y no un bien social. Pero si los bienes a que se refiere
el art. 1736 fueren muebles, ingresarán al haber de la sociedad conyugal, al haber
relativo, aunque la causa o título sea anterior a ésta, debiéndose al cónyuge
adquirente la correspondiente recompensa.
Este art. se refiere al caso de que durante la sociedad el cónyuge que posee un
bien propio proindiviso con otras personas adquiera las cuotas de los demás
comuneros.
Si las adquiere a título gratuito son bienes propios y si por adquirirlas todas se
extingue la comunidad será dueño de todo el bien.
Está compuesto por aquellos bienes que si bien entran a formar parte del
patrimonio social, lo hacen en forma "aparente" porque el cónyuge dueño de ellos
adquiere un crédito contra la sociedad por la correspondiente recompensa.
En otras palabras, los bienes entran a formar parte del haber de la sociedad,
pero el cónyuge aportante o adquirente tiene un derecho personal o crédito para
que se le recompense, al tiempo de la disolución de la sociedad conyugal.
c) Los bienes muebles objeto de una donación remuneratoria, art. 1738 Código
Civil.
a) Dinero y bienes muebles que los cónyuges tengan al momento
de contraer matrimonio o que durante él adquieran
a título gratuito. Art. 1725 números 3 y 4
El principio es que los bienes muebles, cualquiera que sea su naturaleza, sean
aportados o adquiridos, ingresan al haber social. Pero mientras los muebles
adquiridos durante la sociedad a título oneroso ingresan al haber real o absoluto,
los aportados al matrimonio o adquiridos durante él a título gratuito ingresan al
haber relativo o aparente.
Para que los bienes que analizamos ingresen al haber relativo de la sociedad es
menester que se trate de bienes muebles y que su adquisición se haya hecho a
título gratuito o se hayan aportado al matrimonio.
La ley no dice expresamente en los números 3 y 4 del art. 1725 que se trate de
especies adquiridas a título gratuito, pero forzosamente se llega a dicha
conclusión, porque el número 5 del mismo artículo se refiere a todos los bienes,
inmuebles y muebles. Y las disposiciones legales deben entenderse de manera
que exista entre todas ellas la debida correspondencia y armonía, además esta
interpretación fluye de las notas de Bello al proyecto de 1853.
b) La parte del tesoro que corresponda
a uno de los cónyuges, art. 1731
La Ley Nº 18.802 introdujo algunas modificaciones al art. 1739 que tienen por
objeto proteger a los terceros que celebren contratos, que digan relación con
bienes muebles, con alguno de los cónyuges. Estos terceros quedan a salvo de
toda reclamación que los cónyuges pudieren intentar fundada en que el bien es
social o del otro cónyuge, siempre que concurran los siguientes requisitos:
1. Que el contrato celebrado por el tercero con el cónyuge sea a título oneroso,
no se comprenden por consiguiente los contratos a título gratuito;
Así, si en una herencia se adjudica un bien inmueble a uno de los cónyuges, ese
bien será propio del cónyuge y no ingresará al haber de la sociedad conyugal,
aunque por ser de mayor valor que la cuota que le correspondía en la herencia
resulte un saldo en su contra que deba pagar en dinero, sin perjuicio del derecho
de la sociedad conyugal para ser recompensada por este saldo si él ha sido
pagado con dineros sociales. Alessandri señala que el cónyuge adjudicatario
adquiere el inmueble por herencia, por sucesión por causa de muerte, el cual es
un título gratuito. El hecho de que exista un alcance en su contra, no significa una
modificación a la naturaleza del título, porque reputándose dueño único y
exclusivo de ese inmueble desde el momento mismo del fallecimiento del
causante, art. 1344, no cabe sostener que lo haya adquirido de sus coherederos,
éstos no han tenido jamás ningún derecho en él y nada han podido transferirle. La
partición es declarativa y no traslaticia de dominio, se limita a reconocer el derecho
existente del cónyuge que lo hubo por herencia.
Este principio tiene una excepción que está constituida por los bienes muebles
que los cónyuges excluyen de la comunidad designándolos en las capitulaciones
matrimoniales, art. 1725 Nº 4.
Los aumentos que experimenten estos bienes son de propiedad del cónyuge,
pero tiene interés determinar si el aumento se debe a obra de la naturaleza o a la
industria humana. Porque, si el aumento se debe a obra de la naturaleza nada
debe el cónyuge a la sociedad, art. 1771 inc. 2º en tanto que si se debe a la
industria humana, deberá recompensa a la sociedad conyugal, art. 1746.
Las recompensas son créditos que pueden hacerse valer por la sociedad y los
cónyuges recíprocamente al momento de la disolución de aquélla, a fin de evitar
que los unos a la otra tengan un enriquecimiento injustificado. Las recompensas
que la sociedad adeude a los cónyuges, en definitiva aumentan el haber de éste.
Es personal cuando una persona sustituye a otra, como acontece por ejemplo
en el pago con subrogación; y es real cuando una cosa sustituye a otra, en
términos tales que la nueva pasa a ocupar jurídicamente el mismo lugar de la
antigua.
105. UTILIDAD DE LA SUBROGACIÓN EN LA SOCIEDAD CONYUGAL
La subrogación se aplica tanto a los bienes de la mujer como a los del marido.
Es lógico suponer que los bienes entre los cuales opera la subrogación sean de
un valor equivalente, pero en la práctica generalmente habrá diferencia de valores
entre uno y otro, por ellos la ley dio la regla que se ha señalado.
Si el nuevo inmueble vale más que el precio de la finca propia del cónyuge o que
los valores destinados a ese efecto, resulta un saldo en contra del cónyuge, saldo
que pagará la sociedad conyugal, por lo cual el cónyuge deberá recompensa a la
sociedad conyugal, a menos que pague la diferencia con bienes propios.
Ejemplos:
I. Inmueble del cónyuge $ 1.000.000.
107. GENERALIDADES
Así como hay bienes sociales y bienes propios de cada cónyuge, hay también
deudas sociales y deudas personales del marido y de la mujer; todo patrimonio
supone un activo y un pasivo y aquí hay tres: el de la sociedad, el del marido y el
de la mujer.
"La obligación a las deudas se refiere a las relaciones del acreedor con los
cónyuges, a la determinación del patrimonio en que aquél puede perseguir su
crédito.
"La contribución a las deudas se refiere a las relaciones de los cónyuges entre
sí, a la determinación del patrimonio que en definitiva debe soportar su pago. Es
un problema que nace una vez satisfechas las deudas, a la disolución de la
sociedad para averiguar cuál de los tres patrimonios debe soportarlas, si el que las
pagó u otro, en cuyo caso aquél tiene derecho a que éste le abone lo que invirtió
en ellas.
"De aquí resulta que una misma deuda puede ser social desde el punto de vista
de la obligación, y personal en cuanto a la contribución. Así ocurre con las deudas
anteriores al matrimonio; son sociales, porque la sociedad está obligada a su pago
y el acreedor puede hacerlas efectivas en sus bienes, y son personales, porque en
definitiva, debe soportarlas el cónyuge deudor".
La regla general en esta materia es que todas las obligaciones contraídas por el
marido, o por la mujer en ciertos casos, aún con anterioridad al matrimonio son
sociales: la sociedad es obligada al pago de todas ellas y los acreedores pueden
perseguirlas sobre los bienes sociales.
Pero respecto de tercero la sociedad no existe y sus bienes y los del marido se
confunden formando un solo patrimonio, en realidad no hay deudas sociales. Sólo
hay deudas de la mujer y del marido. La deudas sociales son deudas del marido,
por cuyo motivo sus acreedores personales y los de la sociedad pueden perseguir
indistintamente sus bienes propios y los sociales, de donde resulta que, en el
hecho, toda deuda social es personal del marido y toda deuda suya es social.
Hay casos excepcionales en que sólo quedan obligados los bienes de la mujer,
mas no los del marido o de la sociedad. En conformidad al inc. 1º del art. 137 "Los
actos y contratos de la mujer casada en sociedad conyugal sólo la obligan en los
bienes que administre en conformidad a los arts. 150, 166 y 167". Es decir, que
por las obligaciones originadas en actos o contratos ejecutados o celebrados por
la mujer casada en régimen de sociedad conyugal, los acreedores no podrán
perseguir los bienes que administre el marido, sino sólo los bienes del patrimonio
reservado de la mujer o los que administre ésta como separada de bienes en
virtud de los arts. 166 y 167 del Código Civil.
112. RECOMPENSAS
1. Las pensiones e intereses que corren sea contra la sociedad, sea contra
cualquiera de los cónyuges y que se devenguen durante la sociedad
(Nº 1, art. 1740).
También son sociales las deudas contraídas por la mujer durante el matrimonio
con autorización del marido, o de la justicia en subsidio, y que no fueren
personales de ella. En esta parte la Ley Nº 18.802 no modificó el art. 1740 Nº 2,
manteniéndose la terminología empleada por el legislador antes de la reforma, así
se habla de "autorización del marido, o de la justicia en subsidio", formalidades
habilitantes que se exigían cuando la mujer casada en régimen de sociedad
conyugal era incapaz relativo, para que pudiera actuar válidamente. ¿Se trata de
un olvido del legislador? O debe entenderse esta norma en relación con
el art. 137, de manera que los actos que la mujer realiza por sí sola obligan los
bienes que administra en conformidad a los arts. 150, 166 y 167, es decir serán
deudas personales de la mujer, en tanto que si actúa autorizada por el marido las
deudas que contraiga serán sociales. También podría interpretarse esta norma
relacionándola con el art. 145 inc. 2º, esto es cuando por impedimento del marido
que no fuere de larga duración, la mujer con autorización judicial dada con
conocimiento de causa, cuando de la demora se siguiere perjuicio, actúan sobre
los bienes sociales.
Por otra parte, son también sociales las deudas contraídas por la mujer con
mandato general o especial del marido, y los acreedores no podrán perseguirlas
en los bienes propios de la mujer, a menos que probaren que han cedido en
utilidad personal de la mujer. Además, los contratos celebrados por marido y mujer
de consuno o en que la mujer se obligue solidaria o subsidiariamente con el
marido, no valen contra los bienes propios de la mujer, salvo que se pruebe que
han cedido en su utilidad personal, y sin perjuicio de lo dispuesto en
el art. 137 inc. 1º, art. 1751.
5. Cargas de familia
Estas cargas se satisfacen generalmente con los frutos de los bienes y con el
producto del trabajo y ambos pertenecen a la sociedad.
Las causadas antes del matrimonio son deudas personales del cónyuge, si las
paga la sociedad, tiene derecho a recompensa, art. 1740 Nº 3.
Los gastos extraordinarios de educación, esto es los que vayan más allá de lo
necesario para la educación normal, ej. estudios en el extranjero, se cubren en
primer lugar con los bienes del hijo, art. 1744 inc. final, pero sólo cuando cupieren
en ellos y le hubieren sido efectivamente útiles. Si el hijo no tiene bienes o si
teniéndolos ellos son insuficientes, se cubrirán estos gastos con los bienes
sociales o con los bienes propios de los cónyuges si los de ésta también fueren
insuficientes.
Los gastos de establecimientos son los necesarios para dar al hijo un estado o
situación estable que le permita satisfacer sus necesidades, se cubren en primer
lugar con los frutos de los bienes propios del hijo, y si ellos fueren insuficientes con
los capitales de esos bienes. Pero si el hijo carece de bienes se harán estos
gastos con los sociales o de los cónyuges si los primeros fueren insuficientes.
Está formado por aquellas deudas que si bien cancela la sociedad conyugal, por
la obligación que tiene respecto a ellas, no carga con su extinción de manera
definitiva, pues adquiere un derecho, una recompensa en contra del cónyuge que
es el verdadero deudor, la que se hará efectiva una vez disuelta la sociedad.
Este pasivo está formado por las deudas personales de los cónyuges, a las que
se refiere el art. 1740 Nº 3.
Tienen el carácter de deudas personales:
c) Las obligaciones que ceden en utilidad o interés de los cónyuges y han sido
contraídas durante la sociedad, entre otras.
En materia de sociedad conyugal hay tres patrimonios cada uno con su activo y
pasivo propios. La generalidad de los bienes que los cónyuges aportan al
matrimonio o que se adquieren durante la sociedad ingresan al haber social y la
sociedad es obligada aún al pago de las deudas personales del marido y la mujer.
Es posible, entonces, que entre estos tres patrimonios se establezcan relaciones
jurídicas que provienen, principalmente, del traslado directo o indirecto de un valor
de uno u otro, traspaso que origina un beneficio para uno y un empobrecimiento
para el otro. Estas vinculaciones deben liquidarse para que en definitiva cada
patrimonio reciba los aumentos y soporte las cargas que le corresponden. Ello se
obtiene con las recompensas.
Pero la teoría de las recompensas es más amplia que la del enriquecimiento sin
causa, porque hay lugar a recompensas en muchos casos en que no existe esta
forma de enriquecimiento, así sucede, por ejemplo, cuando el marido o la mujer
han causado perjuicio a la sociedad con dolo o culpa grave.
Con razón se dice que, durante la sociedad conyugal, hay una especie de
cuenta corriente entre ella y cada cónyuge. La caja social que hace suyos sus
capitales personales y los frutos de todos sus bienes, desempeña el papel de un
banquero con quien cada cónyuge tendrá abierta una cuenta corriente. Las
mutaciones de valores que se producen entre el patrimonio social y los
patrimonios de los cónyuges son las remesas de la cuenta, cuyo saldo definitivo
se fija una vez disuelta la sociedad. Entonces se hace el balance de las
recompensas y se determinan el saldo deudor o acreedor de cada cónyuge y de la
sociedad.
Cabe distinguir entre recompensas debidas por la sociedad a los cónyuges, por
los cónyuges a la sociedad y por los cónyuges entre sí.
8. Por último, la sociedad debe recompensa al cónyuge cada vez que obtenga
un provecho injustificado con los bienes de éste.
1. Cuando una deuda personal es pagada con bienes sociales, arts. 1740 Nº 3 y
1748;
5. Cuando con los bienes sociales se han adquirido los bienes de los
cónyuges, art. 1745;
1. Cuando con los bienes propios de uno de los cónyuges se pagan, voluntaria o
forzosamente, deudas personales del otro. Ello es muy posible sobre todo
tratándose de deudas personales de la mujer, las cuales pueden perseguirse en
los bienes del marido, que se confunden con los bienes sociales.
122. GENERALIDADES
La administración del marido se ejerce sobre los bienes sociales, sobre los
bienes de la mujer y sobre los que a él le pertenecen.
Pero si bien el marido vive como dueño de los bienes sociales, muere como
comunero.
Dicha reforma fue realizada por las Leyes Nºs. 10.271 y 18.802 que modificaron
el art. 1749.
d) Dar en arriendo o ceder la tenencia de los bienes raíces sociales urbanos por
más de 5 años, o la de los rústicos por más de 8. Incluidas las prórrogas que
hubiere pactado el marido;
h) Aceptar o repudiar una asignación deferida a la mujer, art. 1225 inc. final (se
estudiará en derecho sucesorio).
El marido tiene absoluta libertad para enajenar los bienes muebles sociales,
cualquiera que sea su valor, en tanto que para enajenar un inmueble social en
forma voluntaria requiere de la autorización de su mujer.
Cabe también hacer presente que la autorización se exige para el acto jurídico
que constituye el título traslaticio de dominio, es decir, para el negocio jurídico que
va a conducir a la tradición.
Para dar en arrendamiento un predio urbano social por más de cinco años o un
inmueble social rústico por más de ocho, el marido requiere de autorización de la
mujer. A contar de la reforma introducida por la Ley Nº 18.802 en dichos plazos
quedan incluidas las prórrogas que hubiere pactado el marido. Esto es, si se
convienen prórrogas automáticas del plazo de arrendamiento y con ellas se
exceden los términos de 5 u 8 años se requiere de autorización de la mujer.
Se entiende por predio rústico aquel que está destinado al cultivo agrícola y por
predio urbano, aquel cuyo destino es la habitación.
e) Garantizar o caucionar obligaciones contraídas por terceros
La autorización de la mujer puede ser expresa o tácita, art. 1749 inc. 4º.
Puede prestarse también la autorización por mandato especial que conste por
escrito o escritura pública, según el caso. Es decir, por regla general el mandato
podrá otorgarse solamente por escrito, pero deberá constar en escritura pública
cuando el acto que se autoriza deba cumplir con dicha solemnidad.
Se estima por algunos que la autorización dada por la mujer al marido para
realizar los actos mencionados precedentemente es una formalidad habilitante. La
mujer, señalan, en cuanto presta su autorización, sólo concurre al acto del marido
para posibilitar su realización, se limita a permitirle al marido que consienta. En
otros términos, la autorización de la mujer es un requisito exigido en consideración
a su calidad de posible codueña de los bienes sociales y de acreedora del marido
por las recompensas que éste pudiere adeudarle en razón de sus bienes propios,
y no un requisito exigido en atención a la naturaleza del acto o contrato.
Puede suceder que la mujer esté imposibilitada para dar su autorización o que la
niegue sin causa justificada, en tales casos, ella puede ser suplida por el
juez, art. 1749 inc. final.
a) La autorización del juez, que debe ser siempre supletoria de la mujer, procede
en primer lugar cuando la mujer niega la autorización sin justo motivo.
El único requisito en este caso es la negativa injustificada de la mujer, no
exigiéndose que de la negativa se siga perjuicio.
Algunos estiman que este perjuicio puede ser para la sociedad, el marido o la
mujer, ya que la ley no distingue al respecto. Pero, parece ser que el perjuicio
tiene que ser para la sociedad conyugal, ya que el art. 1749, señaladamente
su inc. final, se refieren a bienes sociales.
El plazo de cuatro años para hacer valer la nulidad, en este caso, se cuenta
desde la disolución de la sociedad conyugal, o desde que cesa la incapacidad de
la mujer o sus cesionarios, pero en ningún caso podrá pedirse la declaración de
nulidad una vez transcurridos diez años de la celebración del acto o contrato.
131. SITUACIÓN DE LA MUJER QUE SIENDO SOCIA DE UNA SOCIEDAD CIVIL O COMERCIAL
CONTRAE MATRIMONIO EN RÉGIMEN DE SOCIEDAD CONYUGAL
132. OTROS MEDIOS DE DEFENSA QUE TIENE LA MUJER PARA CAUTELAR SUS INTERESES
El legislador para cautelar los intereses de la mujer tuvo que conferirle a ésta
diversos derechos, tales son:
1. Los frutos de sus bienes propios son bienes sociales, art. 1725 Nº 2.
2. Los bienes propios del marido pueden ser perseguidos por los acreedores
sociales en conformidad a lo establecido en el art. 1750.
135. LAS FACULTADES DEL MARIDO COMO ADMINISTRADOR DE LOS BIENES SOCIALES Y
COMO ADMINISTRADOR DE LOS BIENES DE SU MUJER SON DISTINTAS
En primer término, las facultades del marido como administrador de los bienes
sociales son mucho más amplias que las que tienen como administrador de los
bienes propios de la mujer. El legislador considera al marido dueño de los bienes
sociales, como tal administra libremente dichos bienes, sólo con las limitaciones
que le impone la ley, a las que nos hemos referido en el número 112 y que dicen
relación principalmente con los bienes inmuebles, respecto de los bienes muebles
no tiene restricción alguna. Pero respecto de los bienes de la mujer, sus facultades
son mucho menores, es un simple administrador de ellos, sus facultades están
limitadas no sólo respecto de la disposición de inmuebles sino también de la de
bienes muebles, arts. 1754, 1755 y 1756.
137. ACTOS PARA LOS CUALES EL MARIDO REQUIERE DEL CONSENTIMIENTO DE SU MUJER
1º Para nombrar partidor, cuando en los bienes que vayan a partirse tenga
interés la mujer, pero no requiere de dicho consentimiento cuando el
nombramiento lo hace el juez, art. 1326 incs. 1º y 2º.
4º Para enajenar y gravar los bienes muebles de la mujer que el marido esté o
pueda estar obligado a restituir en especie, art. 1755.
5º Para arrendar los bienes raíces de la mujer, art. 1756.
De acuerdo con el art. 1755 el marido no puede enajenar ni gravar los bienes
muebles de su mujer que esté o pueda estar obligado a restituir en especie, sin
contar con el consentimiento de ésta, que puede ser suplido por el juez cuando
ella se encuentre imposibilitada de prestarlo.
Si bien el art. 1755 no dice expresamente bienes muebles, sino que habla
solamente de "otros bienes", no cabe duda que se está refiriendo a ellos,
conclusión a que se llega relacionando el art. 1755 con el art. 1754, ya que esta
disposición reglamenta la situación de los inmuebles.
La ley, en el art. 1755, alude a los bienes muebles que el marido esté o pueda
estar obligado a restituir en especie.
El art. 1754 comprende todos los inmuebles de la mujer, incluso aquellos en que
la mujer tengan un derecho cuotativo.
Cabe tener muy presente que el art. 1754 se refiere exclusivamente a las
enajenaciones voluntarias, y no a las forzadas; en esta última clase de
enajenaciones la ley presume el consentimiento de deudor y el juez es su
representante legal.
140. REQUISITO PARA PROCEDER A LA ENAJENACIÓN O GRAVAMEN DE LOS BIENES RAÍCES
DE LA MUJER
El inc. final del art. 1754 del Código Civil, en su redacción actual, establece: "La
mujer, por su parte, no podrá enajenar o gravar ni dar en arrendamiento o ceder la
tenencia de los bienes de su propiedad que administre el marido, sino en los
casos de los arts. 138 y 138 bis".
Se produce aquí una situación curiosa, pues con la reforma, por una parte se da
plena capacidad a la mujer casada en régimen de sociedad conyugal y por otra se
le priva de la facultad de disponer de sus propios bienes. Es decir, se le ha
otorgado una capacidad carente de contenido.
Esta autorización judicial procede sólo en caso de negativa del marido a realizar
un acto o celebrar un contrato respecto de un bien propio de la mujer. Pero no se
trata de cualquier negativa del marido, sino que ella debe ser injustificada para que
proceda la autorización judicial. Estimamos que la autorización judicial es especial
y sólo puede referirse a un negocio determinado, esto es a aquel que el marido
injustificadamente se negó a realizar. Creemos también que éste es un acto de
jurisdicción contenciosa, ya que será necesario que el juez califique si la negativa
del marido a realizar el acto o celebrar el contrato fue o no injustificada.
143. SANCIÓN POR LA OMISIÓN DE LOS REQUISITOS EXIGIDOS POR LOS ARTS. 1754, 1755
Y 1756
El art. 1757 establece para los actos que se realicen con omisión de los
requisitos establecidos en los arts. 1754, 1755 y 1756, dos clases de sanciones
según la naturaleza de ellos:
a) Cuando ella es curadora del marido demente, arts. 462 Nº 1, 563 y 1758;
d) Cuando es curadora del marido menor, debe tenerse presente que en este
caso le corresponde la guarda después de las personas señaladas en el art. 367.
b) La mujer se excusa;
No hay reglas especiales al respecto, por lo cual deben aplicarse las normas
generales relativas a la administración de tutores y curadores contenidas en
los arts. 390 y siguientes del Código Civil.
Las facultades con que administra la mujer son diversas según se trate de
bienes de la mujer, del marido o de la sociedad conyugal.
a) Bienes de la mujer
La mujer tiene plena libertad para la administración de sus bienes propios, esto
es, que puede disponer de ellos sin necesidad de autorización alguna, aun cuando
se trate de aquellos a que se refieren los arts. 1754 y 1755 del Código Civil.
Las normas relativas a las curadurías, especialmente los arts. 393 y 394,
establecen que para enajenar, gravar con hipoteca, censo o servidumbre los
inmuebles del pupilo, y para empeñar los bienes muebles preciosos o de gran
valor de afección de éste, se requiere de autorización judicial la cual sólo puede
darse por causa de utilidad o necesidad manifiesta, y, además, la venta debe
hacerse en pública subasta.
El actual art. 1759 establece que "la mujer que tenga la administración de la
sociedad, administrará con iguales facultades que el marido". No obstante ella
está sujeta a ciertas limitaciones para realizar algunos actos.
Se requiere decreto judicial, salvo si el marido fuere menor, por cuanto la menor
edad de éste no figura en los "artículos precedentes" los que sólo aluden a la
ausencia y la interdicción.
La mujer también puede optar por renunciar a los gananciales. De acuerdo con
los arts. 1781 y 1719, puede hacerlo en las capitulaciones matrimoniales o a la
disolución de la sociedad conyugal.
Esta es una medida de protección de la mujer, ya que mediante ella pierde todo
derecho sobre los bienes sociales pero, también, queda exenta de toda
responsabilidad por deudas sociales. Es una facultad que le compete
exclusivamente a la mujer, y después de disuelta la sociedad conyugal le
corresponde tanto a la mujer como a sus herederos, art. 1781.
De acuerdo con el art. 1781 una vez disuelta la sociedad conyugal pueden
renunciar a los gananciales la mujer mayor de edad y los herederos mayores, y si
fueren menores necesitan de autorización judicial.
Para que los herederos puedan renunciar es menester que previamente hayan
aceptado la herencia de la mujer.
Cabe tener presente que la renuncia a los gananciales una vez realizada es
irrevocable, así lo dice expresamente el art. 1782 inc. 2º. Sólo puede revocarse si
se acredita que la mujer o sus herederos fueron inducidos a renunciar a los
gananciales por dolo o engaño, o si incurrieron en un error justificable acerca del
verdadero estado de los negocios sociales.
El efecto que produce es que los bienes de la sociedad conyugal y los del
marido se confundan e identifiquen, aún respecto de la mujer.
Cuando se forma una comunidad, su activo está formado por los bienes
sociales, los bienes reservados si la mujer no renuncia a los gananciales y los
frutos de los bienes sociales.
Las reglas que se aplican son las del cuasicontrato de comunidad, el cual se
remite a las de la sociedad colectiva civil.
b) Los bienes reservados, el inc. 9º del art. 150 señala que disuelta la sociedad
conyugal, los bienes a que este artículo se refiere entran en la partición de
gananciales, luego deben ser inventariados;
c) Los frutos de las cosas que administra y todo lo que con ellos adquiera la
mujer casada separada parcialmente de bienes, arts. 166 y 167.
Acervo líquido
Formado el acervo bruto, general o común, con todos los bienes que se han
acumulado, debe formarse el acervo líquido, para ello se deduce del acervo bruto:
c) El pasivo común.
Conforme al art. 1770 cada cónyuge por sí o por sus herederos tendrá derecho
a sacar de la masa las especies o cuerpos ciertos que le pertenezcan y los
precios, saldos y recompensas que constituyan el saldo de su haber.
Las deducciones o retiros deben efectuarse en la forma que señala el art. 1773,
esto es, en primer lugar la mujer y después el marido; debiendo dirigirse ambos
primero sobre el dinero y cosas muebles, después sobre los inmuebles y, por
último, si los bienes sociales fueron insuficientes, la mujer se dirige contra los
bienes propios del marido, art. 1773.
2. Si los bienes sociales son insuficientes, puede dirigirse sobre los bienes del
marido, art. 1773 inc. 1º.
3. Para pagarse de las recompensas que le adeude la sociedad conyugal o el
marido la mujer goza de un crédito privilegiado de cuarta clase, art. 1481 Nº 3.
Pasivo común
Para formar el acervo líquido se han retirado los bienes propios y las
recompensas en favor de los cónyuges. La última deducción que hay que hacer es
el pasivo común, integrado especialmente por las deudas sociales y los gastos de
liquidación.
El residuo que queda después de deducirse del acervo bruto los bienes propios,
las recompensas adeudadas a los cónyuges y el pasivo común, forma los
gananciales, los que, de acuerdo con el art. 1774, se dividen por mitad entre los
cónyuges.
Se lo define que es "la facultad que tiene la mujer o sus herederos para limitar
su obligación y su contribución a las deudas de la sociedad conyugal, hasta
concurrencia de su mitad de gananciales, es decir, del provecho o emolumento
que obtienen de ella.
170. CONCEPTO
El art. 150 establece que la mujer casada, de cualquier edad, puede dedicarse
libremente al ejercicio de un empleo, oficio, profesión o industria y que debe
mirarse como separada de bienes respecto del ejercicio de ese empleo, oficio,
profesión o industria y de lo que con ellos adquiera.
d) Es una institución de orden público. Esto significa que no puede ser derogado
por la voluntad de las partes, así se desprende del inc. 2º de art. 150 cuando
establece que este patrimonio tendrá existencia "no obstante cualquier
estipulación en contrario".
3. Que el trabajo sea separado del que realiza el marido: El trabajo de la mujer
debe ser separado del de su marido, art. 150 inc. 2º. La calificación de la
separación de los trabajos no ofrece problemas en casos extremos, como de
profesiones o actividades comerciales diferentes. La duda puede presentarse
cuando el trabajo de la mujer puede implicar cierta labor en conjunto o
colaboración con el marido.
Integran el activo del patrimonio reservado todos los ingresos que la mujer
obtenga en su trabajo separado del de su marido, los bienes que con ellos
adquiera y los frutos de ambos.
c) Frutos del patrimonio reservado: los frutos naturales o civiles de los bienes del
patrimonio reservado, también ingresan a él en virtud del modo de adquirir
accesión.
El pasivo del patrimonio reservado está formado por las siguientes obligaciones:
El inc. 5º del art. 150 establece claramente que la responsabilidad por las
deudas contraídas por la mujer en la administración de su patrimonio reservado
sólo obligan los bienes que forman el activo de éste y los que ella administra en
conformidad a los arts. 166 y 167 y, por consiguiente, dichas obligaciones no
pueden perseguirse en los bienes propios de la mujer que administra el marido. Si
por dichas deudas se pudieran perseguir en estos últimos bienes se estaría
haciendo totalmente ilusoria la administración de ellos que la ley confiere al
marido.
Aún más, la ley dice "la mujer casada de cualquier edad" con lo cual se está
señalando que esta capacidad la tiene no sólo la mujer mayor de edad sino
también aquella que es menor de 18 años. De modo que la mujer menor de edad
no necesita de un curador para administrar sus bienes reservados, el fundamento
de ésto está en que la mujer casada menor por el hecho de desempeñar un
empleo o ejercer una industria, profesión, etc., revela tal discernimiento que el
legislador no ve peligro alguno en considerarla como plenamente capaz. Esto
concuerda con lo dispuesto en el art. 251.
Esta prueba es de interés tanto para la mujer como para terceros. Interesa a la
mujer acreditar la existencia de su patrimonio reservado cuando el marido
pretenda ejercer derechos que no le corresponden, sobre bienes que forman parte
de éste, y a lo terceros cuando siendo reservado un bien se pretende por el
marido o la mujer que es social.
Puede interesar producir esta prueba tanto a la mujer como a los terceros.
a) Interesará producirla a la mujer cuando se pretenda desconocer que tiene la
calidad de separada de bienes para estos efectos.
Para ello la mujer puede valerse de todos los medios de pruebas, incluso de la
testimonial. No hay limitaciones respecto de esta última porque se trata de probar
un hecho y no un acto o declaración de voluntad, art. 150 inc. 3º.
1. Que el bien materia del contrato no sea un bien propio de la mujer, es decir
que no sea de aquellos que se contemplan en los arts. 1754 y 1755 del C.C.,
art. 150 inc. 4º.
3. Que el acto o contrato en que interviene la mujer se otorgue por escrito y que
en el instrumento que se otorgue se haga referencia a los documentos públicos o
privados mencionados en el número precedente.
Esta prueba le corresponde a la mujer o a sus herederos, art. 150 inc. 3º. La
mujer puede tener interés en acreditar respecto de terceros que un bien pertenece
a su patrimonio reservado, por ejemplo, si se pretende por éstos que un bien
determinado es social para hacer valer sobre él una deuda contraída por el
marido. También puede interesarle esta prueba respecto del marido cuando éste
intente hacer valer derechos que no le corresponden sobre uno de estos bienes.
En esta prueba la mujer puede valerse de todos los medios probatorios, incluso
la testimonial, rigiendo eso sí la limitación que el art. 1739 establece para la
prueba confesional.
182. CONCEPTO
Don Fernando Fueyo dice que este es "el régimen matrimonial de alternativa
para los cónyuges, cuando no se encuentran en el caso normal de formar la
sociedad conyugal; y a pesar de su carácter marcadamente opuesto al de la
sociedad, puede subsistir paralelamente con él, si la separación de bienes es
parcial".
a) atendiendo a su origen, y
"Es la que tiene su origen en un acuerdo de voluntades de los esposos antes del
matrimonio, en el momento mismo de su celebración o en un acuerdo de los
cónyuges mayores de edad durante la vigencia de la sociedad conyugal".
c) Durante el matrimonio.
b) Mal estado de los negocios del marido o riesgo inminente de ello; contempla
la causal el art. 155 inc. 4º. Esta causal debe fundarse en especulaciones
aventuradas o en una administración errónea o descuidada.
El mal estado debe ser de los "negocios del marido" y no de los bienes, de
manera que puede traducirse éste tanto en los bienes sociales o del marido, como
en los propios de la mujer (Revista de D. y J. Tomo XXXV, sec. 1ª, pág. 248).
c) Insolvencia del marido. Basta con ella, porque, según el art. 155 no se
requiere que el marido esté en quiebra, en este caso el marido no puede oponerse
a la separación de bienes prestando cauciones.
Determinar la insolvencia del marido es cuestión de hecho y no de derecho.
Las medidas precautorias pueden ser pedidas por la mujer al juez una vez
demandada la separación judicial de bienes, art. 156. Concuerda esta norma con
el art. 758 inc. 2º del Código de Procedimiento Civil que contempla dichas
medidas en los juicios de nulidad de matrimonio y divorcio perpetuo.
No obstante, en el caso de ausencia del marido que haya durado un año o más,
el juez, a petición de la mujer, podrá tomar las medidas conducentes a la
protección de los intereses de ésta antes de demandarse la separación de bienes.
El juez deberá actuar a petición de la mujer, con conocimiento de causa y exigirá
caución de resultas si lo estimare conveniente.
En el juicio de separación de bienes "por mal estado de los negocios del marido"
la confesión de éste no hace prueba, art. 157.
La mujer obliga su propio patrimonio y no el del marido, art. 161 inc. 1º.
"Es la que fija la ley y comprende todos los bienes al igual de lo que pasa en la
separación judicial".
Hay separación legal total en los casos de separación judicial y de los que
contraen matrimonio en el extranjero, a menos que pacten sociedad conyugal o
régimen de participación en los gananciales al inscribir su matrimonio en el
Registro de la Primera Sección de la Comuna de Santiago.
a) Separación judicial, art. 34. L.M.C. que dispone "Por la separación judicial
termina la sociedad conyugal o el régimen de participación en los gananciales, que
hubieren existido entre los cónyuges, sin perjuicio de lo dispuesto en el art. 147 del
Código Civil".
b) Caso del art. 135 inc. 2º: Esta disposición origina un problema relativo a
quienes se aplica.
Otros estiman que por sobre la disposición del art. 135 inc. 2º, tratándose de
matrimonio entre chilenos, prevalece el art. 15. Por consiguiente, si los chilenos
que contraen matrimonio en el extranjero celebran capitulaciones matrimoniales,
pueden pactar en ellas solamente separación total o parcial de bienes o régimen
de participación en los gananciales, y que si nada convienen al respecto, se aplica
al inc. 1º del art. 135, es decir, que en el silencio de las partes ellas se entiende
casadas en régimen de sociedad conyugal (Claro Solar, F. Albónico).
Los casos de separación legal parcial son los contemplados en los arts. 166 y
150 del Código Civil.
Se refiere este caso a aquel en que la mujer casada se le haga una donación o
se le deje una herencia o legado con la condición precisa de que en las cosas
donadas, heredadas o legadas, no tenga administración el marido, y dicha
donación, herencia o legado fuere aceptada por la mujer.
Conforme al art. 166 para que se produzca la separación legal parcial de bienes
es necesario:
La separación legal parcial contemplada en el art. 166 del Código Civil produce
los siguientes efectos:
c) Los acreedores del marido no tendrán acción sobre los bienes que la mujer
administre en virtud del art. 166, a menos que probaren que el contrato celebrado
por él cedió en utilidad de la mujer o de la familia común.
d) "Pertenecerán a la mujer los frutos de las cosas que administra y todo lo que
con ella adquiera, pero disuelta la sociedad conyugal se aplicarán a dichos frutos y
adquisiciones las reglas del art. 150", art. 166 regla 3a.
Es necesario distinguir entre las cosas donadas, heredadas o legadas por una
parte y los frutos o adquisiciones hechas con estas cosas o sus frutos por otra.
Tratándose de las cosas, ellas siempre son de la mujer, acepte o renuncie a los
gananciales. Esa era la voluntad del donante o testador y ella originó, por
disposición de la ley, la separación parcial.
El art. 166 no estudia qué ocurre si la mujer enajena las cosas mismas que le
son donadas, legales o que hereda. Somarriva estima que si la mujer acepta los
gananciales las cosas adquiridas son gananciales, adeudando la sociedad
conyugal a la mujer recompensas por el valor de enajenación de los bienes
conforme al art. 1741.
207. ANTECEDENTES
208. CONCEPTO
A) Los bienes que forman los gananciales de ambos cónyuges pasan a formar
una comunidad de la cual éstos son titulares. Es decir los cónyuges, o el cónyuge
sobreviviente y los herederos del otro, son comuneros en dichos bienes debiendo
posteriormente procederse a la liquidación de dicha comunidad. A este régimen se
le denomina de "comunidad diferida".
En todos estos casos deberá cumplirse con las solemnidades que la ley
establece para las capitulaciones matrimoniales, celebradas antes o al momento
del matrimonio, o con las del pacto de sustitución del régimen matrimonial, que
señalan los arts. 1716 inc. 1º y 1723 inc. 2º del Código Civil.
Cabe señalar aquí que el inc. final del art. 1792-1 contempla la posibilidad de
sustituir el régimen de participación en los gananciales por el de separación total
de bienes, eventualidad que no está expresamente contemplada en el art. 1723,
que fuera sustituido por dicha ley.
Al respecto hay que señalar que el legislador no señala en forma expresa las
solemnidades a que está sujeto este pacto. Pero por la redacción de la norma
puede sostenerse que debe cumplir con las mismas que indica el art. 1723 inc. 2º
del Código Civil. Ello, porque después de señalar que los cónyuges, con sujeción
a lo dispuesto en el art. 1723 del Código Civil, puede sustituir el régimen de
sociedad conyugal o el de separación por el de participación en los gananciales,
añade "del mismo modo" podrán sustituir el régimen de participación en los
gananciales, por el de separación total.
210. ADMINISTRACIÓN
b) Para que uno de los cónyuges pueda otorgar una caución personal a una
obligación de terceros requiere del consentimiento del otro cónyuge. El art. 1792-3
señala que dicha autorización se sujetará a lo establecido en los arts. 142, inc. 2º
y 144 del Código Civil.
Luego, la autorización del otro cónyuge puede ser tácita o expresa. Tácita,
cuando interviene expresa y directamente en el acto. Expresa, cuando se hace
constar por escrito, o por escritura pública cuando el acto respectivo está sujeto a
la observancia de dicha solemnidad.
También puede prestarse dicha autorización por medio de mandato especial que
conste por escrito o por escritura pública. Estimamos que la intención del
legislador es que el mandato conste por escritura pública cuando ésta sea la
solemnidad del acto para el cual se requiere la autorización.
La autorización del otro cónyuge puede ser suplida por autorización judicial
cuando éste se encuentre imposibilitado de prestarla o cuando se niegue a darla
sin que ello se funde en el interés de la familia. El juez deberá proceder con
conocimiento de causa, y previa citación del cónyuge respectivo, en caso de
negativa de éste.
Esta limitación es similar a la que se establece en el art. 1749 del Código Civil
que exige la autorización de la mujer para que las cauciones otorgadas por el
marido respecto de obligaciones de terceros afecten los bienes sociales. El
objetivo de la limitación a la administración del patrimonio de los cónyuges que se
analiza tiene por finalidad proteger la integridad de los gananciales.
El plazo de cuatro años dentro del cual se puede hacer valer dicha nulidad se
cuenta desde que el cónyuge que alega la nulidad tuvo conocimiento del acto,
pero en caso alguno podrá demandarse la rescisión pasados que sean diez años
desde la celebración del acto o contrato. No cabe duda que el hecho de establecer
que el cuadrienio transcurrido durante el cual se sanea la nulidad relativa, se
cuenta desde que el cónyuge que la hace valer "tuvo conocimiento del acto"
introduce un factor de incertidumbre, ya que siempre será difícil determinar cuándo
se produjo dicha circunstancia. Pero se ha establecido como paliativo a ello el que
no pueda impetrarse la nulidad transcurridos diez años contados desde la fecha
del contrato o acto.
El legislador define los gananciales en el art. 1792-6 diciendo que son "la
diferencia de valor neto entre el patrimonio originario y el patrimonio final de cada
cónyuge".
Es decir se descuenta del activo del cónyuge su pasivo, todo ello a la fecha de
iniciarse el régimen de participación en los gananciales, y lo que resulte de ellos
es el "patrimonio originario". Ahora bien si el valor de sus deudas, esto es su
pasivo, excede del valor de sus bienes, es decir de su activo, el patrimonio
originario se estima carente de valor. En esta forma se elimina la posibilidad de
que al comenzar el régimen, el patrimonio originario de uno de los cónyuges tenga
un valor negativo, por el hecho de ser su pasivo superior a su activo, caso en el
cual sus gananciales deberían aplicarse en primer lugar a compensar dicha
pérdida, y hecho ello sólo lo que restase se incluiría en los gananciales que deben
considerarse en el reparto.
El art. 1792-8 establece una norma similar a la del art. 1736 del Código Civil.
Agrega el art. 1792-8, que: "Por consiguiente, y sin que la enumeración siguiente
sea taxativa, se agregarán al activo del patrimonio reservado:
1. Los bienes que uno de los cónyuges poseía antes del régimen de bienes,
aunque la prescripción o transacción con que los haya hecho suyos haya operado
o se haya convenido durante la vigencia del régimen de bienes.
2. Los bienes que se poseían antes del régimen de bienes por un título vicioso,
siempre que el vicio se haya purgado durante la vigencia del régimen de bienes,
por ratificación o por otro medio legal.
3. Los bienes que vuelven a uno de los cónyuges por la nulidad o resolución de
un contrato, o por haberse revocado una donación.
4. Los bienes litigiosos, cuya posesión pacífica haya adquirido cualquiera de los
cónyuges durante la vigencia del régimen.
7. La proporción del precio pagado con anterioridad al inicio del régimen por los
bienes adquiridos de resultas de contratos de promesa".
En el hecho es la misma enumeración que hace el art. 1736 del Código Civil.
Cabe destacar si algunas diferencias que se producen en el Nº 7 de ambas
disposiciones. Así el art. 1792-8 en su número 7 no exige, como lo hace el Nº 7
del art. 1736 del Código Civil, que "la promesa conste de un instrumento público, o
de instrumento privado cuya fecha sea oponible a terceros de acuerdo con
el art. 1703". Pero ello no tiene mayor trascendencia ya que por la aplicación de
las reglas generales se llega a la misma situación, dado que el art. 1554 Nº 1 del
Código Civil exige que la promesa conste por escrito y el art. 1703 señala cuando
el instrumento privado tiene fecha cierta respecto de terceros.
Las mismas reglas señaladas para la valoración del activo del patrimonio
originario se aplican al pasivo de éste.
El patrimonio final se determina descontando del valor total de los bienes de que
el cónyuge sea dueño al momento de terminar el régimen de participación en los
gananciales, el valor total de las obligaciones que tenga en esa misma fecha,
art. 1792-14.
Es decir primero se debe determinar el valor total de los bienes de que el
cónyuge respectivo sea dueño al momento de ponerse término al régimen de
participación en los gananciales, y a dicho valor se le deben descontar el valor
total de las obligaciones que sobre él pesen en dicho momento. El resultado que
así se obtenga es el patrimonio final.
Al patrimonio final de los cónyuges, de cada uno de ellos, se deben hacer ciertas
agregaciones. En efecto, a aquél se le agregan imaginariamente las disminuciones
de su activo que sean consecuencia de los siguientes actos, realizados durante la
vigencia del régimen de participación en los gananciales:
c) Pago de precios de rentas vitalicias u otros gastos que persigan asegurar una
renta futura al cónyuge que haya incurrido en ellos. Esto no rige respecto de las
rentas vitalicias convenidas al amparo de lo establecido en el D.L. Nº 3.500, de
1980, salvo la cotización adicional voluntaria en la cuenta de capitalización
individual y los depósitos en cuentas de ahorro voluntario, los que deberán
agregarse imaginariamente.
Pero si el acto respectivo hubiere sido autorizado por el otro cónyuge, no tendrá
aplicación la agregación imaginaria indicada.
221. INVENTARIO QUE DEBE REALIZAR CADA CÓNYUGE AL TÉRMINO DEL RÉGIMEN DE
PARTICIPACIÓN EN LOS GANANCIALES
La valoración de los bienes que componen el activo final puede ser hecha:
La ley establece para aquel de los cónyuges que con el objeto de disminuir los
gananciales, oculta o distrae bienes o simula obligaciones, una sanción similar a la
del art. 1768 del Código Civil, ya que dispone que se sumará a su patrimonio final
el doble del valor de los bienes ocultados o distraídos o de las deudas simuladas,
según el caso.
La expresión "compensan" que emplea la ley en este caso (art. 1792-2 inc. 1º)
no está tomada en su sentido técnico de modo de extinguir las obligaciones, sino
para significar que de los gananciales de mayor valor deben restarse los de menor
valor, y el saldo que resulte distribuirse por iguales partes entre quienes tengan
derecho a ello.
Esta prohibición tiene por objeto proteger el futuro crédito de participación en los
gananciales, impidiendo que el cónyuge sea privado de él.
Pero como ello pudiera originar un perjuicio al cónyuge que deba pagarlo o a los
hijos comunes, se faculta al juez para conceder un plazo de hasta un año para el
pago del crédito. Siempre que el pago al contado causare a las personas
indicadas un perjuicio grave y ello se probare debidamente. Además, para que el
juez pueda conceder el plazo es necesario que el cónyuge deudor o un tercero,
aseguren que el cónyuge acreedor quedará de todos modos indemne.
El legislador toma así providencias para evitar que la concesión de plazo por el
juez pueda ocasionar un perjuicio al cónyuge acreedor derivado de la
desvalorización monetaria, estableciendo que en tal caso el crédito deberá expre-
sarse en unidades tributarias mensuales.
El art. 1792-24 establece un orden de prelación de los bienes sobre los cuales
puede hacerse efectivo el crédito de participación. Este precepto es análogo
al art. 1773 del Código Civil.
De acuerdo con la norma mencionada el cónyuge acreedor hará efectivo su
crédito en primer lugar en el dinero del deudor, si éste no fuere suficiente para
cubrirlo, se dirigirá sobre los bienes muebles de éste y, en subsidio, hará efectivo
su crédito en los inmuebles.
Existe, también, una norma en favor de los terceros cuyos créditos sean
anteriores al de participación en los gananciales, al determinar que "los créditos
contra el cónyuge, cuya causa sea anterior al término del régimen de bienes,
preferirán al crédito de participación en los gananciales", art. 1792-25.
Estas causales son las mismas que el art. 1764 del Código Civil contempla para
el régimen de sociedad conyugal.
CAPÍTULO XII DE LOS BIENES FAMILIARES
231. GENERALIDADES
En relación con este aspecto hay que tener en cuenta que los regímenes
matrimoniales de separación total de bienes y de participación en los gananciales,
a diferencia del de sociedad conyugal, no generan ni permiten la creación de un
patrimonio común de la familia. Se trata de evitar el inconveniente que ello
representa mediante el establecimiento de los bienes familiares.
Se señala que los bienes familiares no son otra cosa que una manifestación de
lo que se denomina "Régimen Matrimonial Primario", el cual se define como "el
conjunto de normas de orden público matrimonial, aplicables a los cónyuges
casados bajo separación de bienes y que no pueden ser dejados sin efecto en las
capitulaciones matrimoniales" (Enrique Barros Bourie, Familia y personas, pág.
129).
Como indica don Eduardo Court Murasso en su trabajo "Los Bienes Familiares
en el Código Civil" (Cuadernos Jurídicos, Facultad de Derecho Universidad Adolfo
Ibáñez) la posibilidad de declarar bienes familiares persigue una triple finalidad:
El artículo 15 inciso final de la Ley Nº 20.830, que crea el acuerdo de unión civil,
dispone "cualquiera que sea el régimen de bienes que exista entre los
convivientes civiles, tendrá aplicación lo dispuesto en los artículos 141 a 149 del
Código Civil que son los que reglamentan los Bienes Fami-liares, es decir los
extiende a los convivientes civiles.
Luego, para que pueda hacerse la declaración de bien familiar tiene que haber
matrimonio o un acuerdo de unión civil. Ahora, si vigente el matrimonio o el
acuerdo de unión civil, se declaró familiar un bien, la sola circunstancia de
extinguirse el matrimonio o el acuerdo de unión civil, no pone fin a tal calidad, sino
que es necesario solicitar judicialmente la desafectación, art. 145 inc. final.
Las normas sobre los bienes familiares son de orden público, al igual que todas
las que protegen la familia. El art. 149 dispone expresamente "es nula cualquiera
estipulación que contravenga las disposiciones de este párrafo". Estimamos que
esta nulidad es absoluta por adolecer una estipulación de dicha naturaleza de
objeto ilícito, arts. 10, 1466 y 1682 del Código Civil.
De acuerdo a lo dispuesto en los arts. 141 y 146 del Código Civil sólo pueden
ser declarados familiares los siguientes bienes:
Para que un bien inmueble pueda ser declarado bien familiar es requisito
fundamental que sea "residencia principal de la familia". Al respecto hay que
señalar que solamente puede declararse bien familiar un solo inmueble, la ley así
lo señala cuando dice que "el" inmueble que sirve de residencia principal de la
familia, luego no es posible dicha declaración respecto de dos o más bienes
raíces. Por residencia principal de la familia, entendemos aquella que constituye el
hogar de ésta, esto es donde vive efectiva y permanentemente. Quedan por
consiguiente excluidos los inmuebles que no tengan dicho destino, como las casas
de veraneo o descanso, o las que tengan dadas en arriendo.
Se trata en este caso de los bienes que adornan o equipan la vivienda familiar,
debiendo quedar excluidos los que señala el art. 574.
Pero otros, como don René Ramos Pazos, y consideran que cuando la ley habla
de bienes familiares se está refiriendo a una universalidad de hecho, de tal suerte
que si los bienes originarios se enajenan, puedan ser reemplazados por los que el
cónyuge propietario vaya adquiriendo en su reemplazo, estima mejor esta
solución, pues habría que hacer un inventario de los bienes al producirse su
afectación, y con posterioridad tendría que estarse recurriendo a los tribunales de
justicia cada vez que se adquiera un nuevo bien, para pedir que se le considere
bien familiar. Indica el profesor Ramos que el mismo hecho que la ley no haya
establecido la obligación de hacer inventario induce a pensar que ella tomó las
expresiones "muebles que guarnecen el hogar" como una universalidad de hecho.
Además, que ésta es la interpretación que más favorece a la familia, que fue el
objetivo del establecimiento de los bienes familiares.
En relación con la constitución del bien familiar, hay que distinguir entre la
constitución provisoria y la definitiva:
Constitución provisoria: el art. 141 inciso 3º dispone que "con todo, la sola
interposición de la demanda transformará provisoriamente en familiar el bien de
que se trate. En su primera resolución el juez dispondrá que se anote al margen
de la inscripción respectiva la precedente circunstancia. El Conservador practicará
la subinscripción con el solo mérito del decreto que, de oficio, le notificará el
tribunal".
Parece, que no obstante la redacción de la norma, ello no puede ser así, ya que
respecto de terceros el bien tendrá la calidad de familiar, sólo desde la
correspondiente subinscripción al margen de la inscripción de dominio, y para el
cónyuge propietario, desde que se le notifique en forma legal la resolución que
tuvo por presentada la demanda y ordenó notificarla al Conservador respectivo.
En relación con esto hay que tener presente que la ley impone al juez la
obligación de ordenar la anotación al margen de la inscripción de dominio y
notificar de oficio al Conservador, y, además, el art. 143 inc. 2º presume de
derecho la mala fe de los adquirentes de derechos sobre un inmueble que tiene la
calidad de familiar, lo que no tendría justificación alguna si no se hubieren
cumplido las formalidades de publicidad que hagan tal calidad oponible a terceros.
Don René Ramos señala que en este caso el cónyuge propietario queda sujeto
a una doble limitación:
1. No puede disponer de los derechos o acciones en la sociedad, sino con la
autorización del otro cónyuge o de la justicia en subsidio, y
2. requiere de autorización del otro cónyuge para realizar los actos que deba
hacer como socio o accionista, siempre que recaigan sobre el bien familiar. Indica
que prueba de ello es la expresión "asimismo" que emplea el art. 146 inc. 2º.
Es menester hacer presente que el art. 144 señala que la autorización judicial
supletoria procede en los casos del art. 142, lo que lleva a la conclusión que ella
no es aplicable en el caso del art. 146.
La ley no indica desde cuándo se debe contar el cuadrienio para hacer valer la
acción de nulidad, pero parece ser que debe aplicarse la regla general en orden a
que se cuenta desde la fecha de celebración del acto o contrato que adolece del
vicio. No obstante, don Eduardo Court estima que debe aplicarse el art. 4º de la
Ley Nº 19.335, según el cual el cuadrienio debe contarse desde el día que el
cónyuge que alega la nulidad tuvo conocimiento del acto, siempre que se aplique
la limitación de diez años que establece el inciso final de dicha disposición.
239. EFECTOS DE LA NULIDAD DEL ACTO
Se establece en esta norma una presunción de derecho de mala fe, la cual sólo
es aplicable a la enajenación de bienes inmuebles declarados familiares. Respecto
de los bienes muebles se aplican las reglas generales (arts. 707 y 1687).
El art. 148 inc. 1º establece que "Los cónyuges reconvenidos gozan de beneficio
de excusión. En consecuencia, cualquiera de ellos podrá exigir que antes de
proceder contra los bienes familiares se persiga el crédito en otros bienes del
deudor...".
La ley exige que cada vez que en virtud del ejercicio de una acción ejecutiva en
contra del cónyuge propietario del bien familiar se disponga el embargo de éste, el
juez debe ordenar que se notifique personalmente el mandamiento correspon-
diente al cónyuge no propietario, art. 148 inc. 2º.
244. ANTECEDENTES
Por Ley Nº 20.830, publicada en el Diario Oficial del día 21 de abril de 2015, que
comenzará a regir seis meses después de dicha publicación, esto es el 21 de
octubre de 2015, se establece el denominado "acuerdo de unión civil".
245. DEFINICIÓN
Luego, el referido acuerdo es un contrato y tiene por objeto regular los efectos
de la vida afectiva en común de dos personas. No se exige que sean de sexo
diferente, por consiguiente, puede celebrarse este contrato entre personas del
mismo sexo.
246. CARACTERES
b) Este contrato es solemne, debe cumplir con las solemnidades que establece
la ley y que analizaremos más adelante.
d) Pueden celebrarlo personas de igual o distinto sexo, como queda en claro del
artículo primero de la ley al señalar que el acuerdo es "celebrado entre dos
personas", a diferencia de lo que señala el artículo 102 del Código Civil al definir el
matrimonio que exige que éste se celebre entre un hombre y una mujer. Cabe
señalar que esta disposición consagra también el carácter monogámico del
acuerdo al circunscribirlo a dos personas solamente.
Pero podrá rebajarse de este plazo todos los días que hayan precedido
inmediatamente a dicha expiración y en los cuales haya sido absolutamente
imposible el acceso del conviviente varón a la mujer.
b. Si ha habido fuerza, en los términos de los artículos 1456 y 1457 del Código
Civil".
Estos son los mismos vicios del consentimiento que se contemplan en los
números 1º y 3º del artículo 8º de la Ley de Matrimonio Civil, nos remitimos a lo
señalado precedentemente al respecto (supra 13, 15 y 17).
Al igual que en el matrimonio, y por las mismas razones, se excluye el dolo
como vicio del consentimiento en el acurdo de unión civil.
Quienes deseen celebrar el acuerdo de unión civil deben, en forma previa a ello,
solicitar una hora con cualquier oficial del Registro Civil, indicando sus nombres, el
lugar, día y hora de la celebración. Además, deberán señalar si es necesaria la
presencia de un interprete de señas, y si el acuerdo se celebrará por medio de
mandatario especialmente facultado al efecto, art. 4º del Reglamento de la Ley
Nº 20.830.
Por su parte, el Oficial del Registro Civil deberá exigir a los interesados que
estén afectados por el impedimento de guardas o el de nuevo acuerdo o nupcias,
que acrediten los requisitos exigidos para poder celebrar el acuerdo en forma
previa a la celebración de éste, art. 5º del Reglamento de la Ley Nº 20.830.
i) Firma del Acta por el Oficial del Registro Civil y por los convivientes civiles, si
supieren o pudieren hacerlo. Si alguno de los contrayentes no supiere o no
pudiere firmar, se dejará testimonio de esta circunstancia en el rubro
observaciones que contendrá el acta de celebración, expresando el motivo por el
cual no firma, y procederá a estampar la impresión digital del pulgar de su mano
derecha o en su defecto de cualquier otro dedo, y a falta de este miembro, sólo se
dejará constancia de ello;
El acta levantada por el Oficial del Registro Civil debe inscribirse en el Registro
Especial de Acuerdos de Unión Civil que lleva el Servicio de Registro Civil e
Identificación, para cuyo efecto el Oficial del Registro Civil que intervino en la
celebración del acuerdo debe remitir el acta a dicho Registro, art .11 del
Reglamento. Esta inscripción es una formalidad de publicidad, por lo que su
omisión produce la inoponibilidad al acuerdo de unión civil.
Atendido lo dispuesto en el artículo 185 del Código Civil, los hijos nacidos en
una unión civil tienen filiación no matrimonial.
E. El Acuerdo de Unión Civil produce efectos previsiones, así el art. 29 de la Ley
sobre Acuerdo de Unión Civil dispone: "Para los efectos del Régimen Público de
Salud y del Sistema Privado de Salud, contemplado en los Libros II y III,
respectivamente, del Decreto con Fuerza de Ley Nº 1, del Ministerio de Salud,
promulgado el año 2005 y publicado el año 2006, que fija el texto refundido,
coordinado y sistematizado del Decreto Ley Nº 2.763 y de las Leyes Nºs. 18.933 y
18.469, el acuerdo de unión civil celebrado en la forma establecida por la presente
ley permitirá a cualquiera de los convivientes civiles ser carga del otro".
b) Régimen de comunidad: para que la unión civil quede sujeta a este régimen
es necesario que los contrayentes se sometan expresamente a él al momento de
celebrarse el acuerdo de unión civil. Esta es la única oportunidad en que los
contrayentes de la unión civil tienen para convenir este régimen, una vez
celebrado el acuerdo de unión civil no puede acordarlo.
1ª. Los bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia del acuerdo se
considerarán indivisos por mitades entre los convivientes civiles, excepto los
muebles de uso personal y necesario del conviviente que los haya adquirido.
2ª. Para los efectos de esta ley, se tendrá por fecha de adquisición de los bienes
aquélla en que el título haya sido otorgado.
3ª. Se aplicarán a la comunidad formada por los bienes a que se refiere este
artículo las reglas del Párrafo 3º del Título XXXIV del Libro IV del Código Civil (Del
cuasicontrato de comunidad)".
También podrá ser desheredado por cualquiera de las tres primeras causas de
desheredamiento indicadas en el artículo 1208 del Código Civil.
Pero, para que el conviviente civil sobreviviente tenga los derechos hereditarios
y la condición de legitimario que le otorga esta ley, es necesario que el acuerdo de
unión civil celebrado con el conviviente civil difunto no haya expirado a la fecha de
la delación de la herencia, art. 18.
261. COMPENSACIÓN ECONÓMICA
1º. Que durante la existencia de la unión civil uno de los convivientes civiles se
haya dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias del hogar común;
2º. Que, como consecuencia de ello, no haya podido desarrollar una actividad
remunerada o lucrativa durante la vigencia del acuerdo de unión civil o lo hizo en
menor medida de lo que podía y quería.
d) Por mutuo acuerdo de los convivientes civiles, que deberá constar por
escritura pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil.
e) Por voluntad unilateral de uno de los convivientes civiles, que deberá constar
por escritura pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil.
En cualquiera de estos casos, deberá notificarse al otro conviviente civil,
mediante gestión voluntaria ante el tribunal con competencia en materia de familia,
en la que podrá comparecer personalmente.
Cuando el acuerdo haya sido celebrado por una persona menor de 18 años, la
acción de nulidad sólo podrá ser intentada por ella o por sus ascendientes. En
este caso, la acción de nulidad prescribirá al expirar el término de un año desde
que el menor hubiese alcanzado la mayoría de edad.
El término del acuerdo de unión civil por las causales señaladas en las letras d)
y e) producirá efecto desde que la respectiva escritura pública o el acta otorgada
ante el oficial del Registro Civil, según corresponda se anote al margen de la
inscripción del acuerdo de unión civil en el registro especial a que se hace
mención en el artículo 6º.
CAPÍTULO XIV LA FILIACIÓN
263. CONCEPTO
Todos estos convenios han sido ratificadas por Chile, y el Estado de Chile tiene
la obligación constitucional de respetar y promover los derechos contenidos en los
tratados internacionales que haya ratificado y que se encuentren
vigentes, art. 5º inc. 2º de la Constitución Política de la República.
En relación con esto hay que recordar que el actual art. 179 inc. 2º dispone "La
adopción. Los derechos entre adoptante y adoptado y la filiación que puede
establecerse entre ellos, se rigen por la ley respectiva.
El art. 180 nos indica que la filiación es matrimonial en los siguientes casos:
c) La del hijo cuya filiación se determine por reconocimiento realizado por ambos
padres en el acto del matrimonio o durante su vigencia, en la forma prescrita en
el art. 187.
Fuera de los casos que indica el art. 180, precedentemente señalados, hay otro
que se contempla en el inc. final del art. 185, según el cual "La filiación matrimonial
podrá también determinarse por sentencia dictada en juicio de filiación, que se
subinscribirá al margen de la inscripción de nacimiento del hijo". Esto se refiere al
caso en que los padres contraen matrimonio entre sí, y no reconocen al hijo ni en
el acto del matrimonio ni durante su vigencia, sino que la filiación de éste es
determinada por sentencia dictada en juicio de filiación.
1. El hecho del parto, esto es que la mujer haya dado a luz un hijo, y
2. Identidad del producto del parto, es decir, que el que pasa por hijo de la mujer
sea verdaderamente producto del parto.
Además, hay filiación matrimonial cuando los padres han contraído matrimonio y
se dicte en un juicio de filiación una sentencia que determine la filiación respecto
de ambos padres (paternidad y maternidad).
1. Por el nacimiento del hijo durante el matrimonio de sus padres, con tal que la
maternidad y la paternidad estén legalmente establecidas conforme a los arts. 183
y 184. El primero de éstos se refiere al establecimiento de la maternidad a lo cual
ya nos hemos referido (Nº 236), y el segundo lo analizaremos poco más adelante.
2. Por la celebración del matrimonio entre los padres cuando se trata de hijos
nacidos antes de casarse sus padres, y siempre que la maternidad y paternidad
estén ya determinadas con arreglo al artículo 186, esto es por reconocimiento de
padre y madre o por sentencia en juicio de filiación que la establezca respecto de
ambos.
Presunción de paternidad:
De acuerdo con esta norma se presume la paternidad del marido respecto de los
hijos nacidos dentro del matrimonio en cualquier tiempo, lo cual presenta una
notable diferencia con el art. 180 del Código Civil vigente hasta la Ley Nº 19.585,
el cual presumía como padre al marido respecto de los hijos nacidos después de
expirados los 180 días subsiguientes al matrimonio, norma que coincidía con
el art. 76, lo que no sucede con el actual art. 184.
La actual presunción no se funda en la determinación de la época de la
concepción por aplicación del art. 76 como lo hacía el primitivo art. 180, sino en la
circunstancia de que el marido al contraer matrimonio, tiene conocimiento del
embarazo de la mujer. Ello queda en claro del inc. 2º del art. 184 que dispone: "No
se aplicará esta presunción respecto del que nace antes de expirar los 180 días
subsiguientes al matrimonio, si el marido no tuvo conocimiento de la preñez al
tiempo de casarse y desconoce judicialmente su paternidad"; esta norma vuelve a
relacionarse con lo establecido en el art. 76.
De acuerdo a lo que dispone el art. 186 hay dos formas para determinar la
filiación no matrimonial:
b) Tácito o presunto.
Puede llamar la atención que el art. 187 Nº 1 disponga que se puede reconocer
al hijo en el acto del matrimonio de sus padres, siendo que esta norma está
situada en el párrafo relativo a la determinación de la filiación no matrimonial, pero
al respecto hay que tener presente que el art. 185 inc. 2º, referente a la
determinación de la filiación matrimonial se remite a estas normas.
d) En escritura pública, y
Se refiere a esta forma de reconocimiento el art. 188. Se puede decir que éste
es un reconocimiento presunto, porque el padre o la madre no declaran
expresamente que reconocen al hijo como tal, sino que cualquiera de ellos se
limita a pedir que se consigne el nombre del padre o la madre en la inscripción de
nacimiento del hijo, lo que la ley interpreta como un reconocimiento de paternidad
o maternidad.
No basta con que se solicite que se consigne el nombre del padre o la madre en
la inscripción de nacimiento del hijo, sino que es necesario el hecho de
consignarse dicho nombre o nombres en la inscripción para que haya
reconocimiento. Si se solicita que se deje constancia del nombre del padre o
madre en la inscripción, pero ello no se consigna en ella, no hay reconocimiento.
a) Que se consigne en la inscripción del nacimiento del hijo el nombre del padre
o de la madre,
En esto hay una diferencia notable con el antiguo art. 271 Nº 1 que establecía
una norma similar a ésta, con la diferencia que en él se producía esta forma de
reconocimiento, que era de hijo natural, por consignarse el nombre del padre o la
madre a petición de ellos en la inscripción de nacimiento del hijo, es decir, era el
padre quién pedía que se dejara constancia de su nombre, y la madre hacía lo
mismo respecto del suyo. La actual disposición señala que la petición de
consignar el nombre del padre o de la madre puede hacerla cualquiera de ellos,
con lo que podría entenderse habría reconocimiento si uno de los padres pide que
se deje constancia del nombre del otro, y este reconocimiento afectaría a este
último. Entendemos que ése no puede ser el sentido de la norma, que sólo se
trata de un problema de redacción, y que lo que se pretendió señalar era que se
producía el reconocimiento al consignarse el nombre del padre o la madre a
petición de él o ella según corresponda. No puede producirse un reconocimiento
voluntario sin que concurra la voluntad de quien reconoce.
A) Es un acto jurídico unilateral, ya que queda perfecto por la sola voluntad del
progenitor que reconoce (padre o madre), sin necesidad de aceptación del hijo
reconocido. Ello sin perjuicio del derecho del hijo a repudiar el reconocimiento en
la forma que establece la ley.
C) Es irrevocable, así lo establece expresamente el art. 189 inc. 2º, que como se
ha señalado con anterioridad soluciona el problema del reconocimiento contenido
en un testamento que es revocado por otro posterior, adoptando al respecto el
mismo criterio que había sustentado la doctrina nacional.
c) Es solemne, art. 191 inc. cuarto. La repudiación deberá hacerse por escritura
pública, la cual debe subinscribirse al margen de la inscripción de nacimiento del
hijo. La escritura pública debe otorgarse en el plazo señalado en el art. 191 inc. 1º,
y la subinscripción puede hacerse en cualquier plazo.
El inc. quinto del art. 191 establece que la repudiación opera con efecto
retroactivo respecto del hijo que repudia y sus descendientes, en términos tales
que debe considerarse que nunca ha existido tal filiación. Dice dicha norma que la
repudiación "privará retroactivamente al reconocimiento de todos los efectos que
beneficien exclusivamente al hijo o sus descendientes, pero no alterará los
derechos ya adquiridos por los padres y terceros, ni afectará los actos o contratos
válidamente ejecutados o celebrados con anterioridad a la subinscripción
correspondiente".
Por su parte el art. 194 regula los efectos de la repudiación de la filiación
matrimonial disponiendo: "la repudiación de cualquiera de los reconocimientos que
dan lugar a la filiación matrimonial de los nacidos antes del matrimonio de los
padres, que fuere otorgada en conformidad con las normas anteriores, impedirá
que se determine legalmente dicha filiación".
Don René Ramos Pazos dice al respecto "para entender este artículo debe
recordarse que en el caso del hijo que nace con anterioridad a la celebración del
matrimonio de sus padres, tiene filiación matrimonial "siempre que la paternidad y
maternidad hayan estado previamente determinadas por los medios que este
Código establece...". "Luego, si los padres reconocen al hijo y posteriormente se
casan, el hijo por ese solo hecho, tiene filiación matrimonial. Pero si con
posterioridad el hijo repudia los reconocimientos, deja de haber filiación
matrimonial".
El Código Civil regula esta materia en el Título antes mencionado, que fuera
incorporado por la Ley Nº 19.585, y en el cual se contemplan dos clases de
acciones:
El profesor René Ramos las define como "aquellas que la ley otorga al hijo en
contra de su padre o madre, o a éstos en contra de aquél, para que se resuelva
judicialmente que una persona es hijo de otra".
Entre las acciones de reclamación de filiación cabe hacer una distinción, según
se trata de la reclamación de filiación matrimonial o de filiación no matrimonial.
a) Acciones de reclamación de filiación matrimonial
El art. 208 se refiere a aquel caso en que teniendo el hijo una filiación
determinada respecto de una persona, el padre o la madre que demande
ejerciendo la acción de reclamación de filiación no matrimonial, deberá impugnar
la filiación que estaba determinada y solicitar se declare que el hijo es suyo. En
este caso se interponen dos acciones: una de impugnación de la filiación que
estaba determinada y otra de reclamación de filiación.
287. TITULARIDAD DE LA ACCIÓN DEL HIJO QUE FALLECE SIENDO INCAPAZ Y DEL HIJO
PÓSTUMO
En caso que el hijo hubiere fallecido siendo incapaz, pueden ejercer la acción de
reclamación de filiación sus herederos, pero deberán hacerlo dentro del plazo de
tres años contados desde su muerte, y si el hijo fallece antes de transcurridos tres
años desde que alcanzó la plena capacidad, la acción corresponde a sus
herederos por todo el lapso que falte para completar los tres años. Este plazo o su
residuo comenzará a correr para los herederos incapaces desde que alcancen la
plena capacidad, art. 207.
En el caso del hijo póstumo, o si alguno de los padres fallece dentro de los 180
días siguientes al parto, la acción puede dirigirse en contra de los herederos del
padre o madre fallecidos. En este caso la acción debe hacerse valer dentro del
plazo de tres años contados desde su muerte o, si el hijo es incapaz, desde que
éste haya alcanzado la plena capacidad, art. 206.
3. Reglas sobre materia de prueba. Uno de los aspectos más relevantes del
juicio en que se ejerce la acción de reclamación de filiación es el relativo a la
prueba, por dicha razón la Ley Nº 19.585 ha establecido precisas reglas al
respecto, que dicen relación con los siguientes aspectos:
Pero este principio tan amplio de admitir toda clase de pruebas, tiene algunas
limitaciones que establece el mismo Código Civil, ellas son:
— Las presunciones deben reunir los requisitos del art. 1712, esto es, deben ser
graves, precisas y concordantes.
Se planteaba en este punto un problema que dice relación con el sentido que
debe darse a la frase "toda clase de pruebas". Se refiere el legislador a ¿cualquier
medio de prueba, incluso los llamados representativos?, o, a ¿cualquiera dentro
de los que indica la ley en los arts. 1698 del Código Civil y 341 del de
Procedimiento Civil?
Además, hay que destacar que la apreciación de la prueba la harán los jueces
de acuerdo a las reglas de la sana crítica, art. 32 Ley Nº 19.968.
Por esta misma razón estimamos que es necesario precisar cuál es el examen
biológico que se solicita.
Para que la posesión notoria de la calidad de hijo sirva para tener por
suficientemente acreditada la filiación debe reunir los siguientes requisitos:
— Debe probarse los hechos que la constituyen (nombre, trato y fama) por un
conjunto de testimonios y antecedentes o circunstancias fidedignas que la
establezcan de un modo irrefragable.
d) Valor probatorio del concubinato de los padres. De acuerdo al art. 210 inc. 1º
"El concubinato de la madre con el supuesto padre, durante la época en que ha
podido producirse legalmente la concepción, servirá de base para una presunción
judicial de paternidad".
Para que se configure esta situación deben concurrir los siguientes requisitos:
El inc. 2º del art. 210 señala "Si el supuesto padre probare que la madre
cohabitó con otros durante el período legal de la concepción, esta sola
circunstancia no bastará para desechar la demanda, pero no podrá dictarse
sentencia en el juicio sin emplazamiento de aquél".
Parece extraño a primera vista que el Juez esté facultado para decretar
alimentos provisionales con el solo reclamo judicial de la filiación, y sin que ésta se
encuentre debidamente determinada, con lo cual existe el riesgo que se obligue a
pagar alimentos al actor, quien no es en realidad hijo del demandado.
b) Hay que recordar que los alimentos provisionales tienen por objeto asegurar
la subsistencia del alimentario mientras dura el juicio, si no se dieran ellos el
demandado podría recurrir al expediente de dilatar el juicio con evidente perjuicio
para el actor.
El art. 181 dispone: "La filiación produce efectos civiles cuando queda
legalmente determinada, pero éstos se retrotraen a la época de la concepción del
hijo.
Por su parte el art. 320 dice: "Ni prescripción ni fallo alguno, entre cualquiera
otras personas que se haya pronunciado podrá oponerse a quien se presente
como verdadero padre o madre del que pasa por hijo de otros, o como verdadero
hijo del padre o madre que le desconoce".
c) Impugnación de la maternidad.
Aquí hay que distinguir dos situaciones, una que más que una acción de
impugnación es de desconocimiento de la paternidad y otra que sí es de
impugnación, y que se refieren a:
Se ha hecho referencia a este caso en el Nº 237, ella dice relación con el que
nace antes de expirar los 180 días subsiguientes al matrimonio. Si el hijo nace
antes de expirar los 180 días subsiguientes a la celebración del matrimonio fue
concebido con anterioridad a éste, lo que resulta de aplicar la regla contenida en
el art. 76.
De acuerdo con el art. 184, en este caso el padre que no tuvo conocimiento de
la preñez al momento de casarse, puede desconocer judicialmente la paternidad.
Hay que tener presente además, que el art. 214 dispone que la paternidad a que
se refiere el art. 212, esto es la del hijo concebido o nacido durante el matrimonio,
también puede ser impugnada por el representante legal del hijo incapaz, en
interés de éste, durante el año siguiente al nacimiento, por su parte el hijo, por sí,
puede hacer valer la acción de impugnación dentro del plazo de un año contado
desde que llegó a la plena capacidad.
1. el hijo, y
En caso de que el hijo sea incapaz podrá ejercer esta acción su representante
legal, art. 216 inc. 2º, se plantea aquí una duda respecto a cuál es el plazo de que
dispone el representante legal para hacer valer esta acción, ¿el que indica
el art. 216 inc. 1º o el que señala el art. 214?
Por último, en este punto hay que señalar que el art. 216 inc. final dispone:
"También podrá impugnar la paternidad determinada por reconocimiento toda
persona que pruebe un interés actual en ello, en el plazo de dos años desde que
tuvo ese interés y pudo hacer valer su derecho". Debe entenderse que cuando el
legislador en esta norma habla de "interés actual", se está refiriendo a un interés
patrimonial, no siendo suficiente para este efecto un interés meramente moral.
De acuerdo al art. 219 los que han intervenido en el fraude del falso parto o
suplantación no aprovecharán en manera alguna del descubrimiento del fraude, ni
aun para ejercer sobre el hijo los derechos de patria potestad, o para exigirle
alimentos, o para suceder en sus bienes por causa de muerte.
2. La supuesta madre;
3. Los verdaderos padre o madre del hijo;
Los verdaderos padre o madre del hijo, el verdadero hijo o el que pasa por tal si
reclama conjuntamente la determinación de la auténtica filiación del hijo verdadero
o supuesto, podrán hacer valer esta acción en cualquier tiempo. Pero si la acción
de impugnación de la maternidad del pretendido hijo no se ejerce conjuntamente
con la de reclamación de determinación de la auténtica filiación, debe hacerse
valer dentro del año contado desde que el hijo alcanzó la plena capacidad.
Si han expirado los plazos establecidos en el art. 217 para hacer valer la acción
de impugnación de la maternidad, si sale inopinadamente a la luz algún hecho
incompatible con la maternidad aparente, puede subsistir o revivir la acción por un
año contado desde la revelación justificada del hecho.
Los efectos de la filiación, esto es, los que se producen entre padres e hijos, son
de cuatro órdenes:
3. El derecho de alimentos;
Cabe tener presente que las normas sobre autoridad paterna, más que reglas
jurídicas son normas de moral establecidas por el uso con anterioridad a la
vigencia de las normas legales que hoy las regulan.
El contenido de la autoridad paterna está formado por los deberes de los hijos
para con sus padres, y los derechos-deberes de los padres para con los hijos.
Los hijos tienen dos deberes respecto de sus padres, tales son:
Lo consagra el art. 222 inc. 2º, que dice: "Los hijos deben respeto y obediencia a
sus padres".
El Código español expresa claramente esta idea al decir en su art. 154 que los
hijos "tienen la obligación de obedecer a sus padres mientras permanezcan en su
potestad, y debe tributarles respeto y obediencia siempre".
b) Deber de cuidado
Las normas que regulan los aspectos señalados descansan sobre la base de
una declaración de principios que se consigna en el inc. 1º del art. 222, que
establece "La preocupación fundamental de los padres es en interés superior del
hijo, para lo cual procurará su mayor realización espiritual y material posible, y lo
guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la naturaleza
humana de modo conforme a la evolución de sus facultades".
Para determinar a quién le corresponde el cuidado del hijo, entendiendo por tal
el cuidado personal, hay que distinguir varias situaciones:
Si el hijo tiene filiación determinada, puede que la tenga sólo respecto de uno de
los padres, en cuyo caso el cuidado corresponderá a éste, o que la tenga respecto
de los dos padres, en tal caso si uno de ellos ha fallecido le corresponde al
sobreviviente, y si ambos están vivos y en condiciones de ejercer este derecho
deber, hay que volver a distinguir si viven juntos o no:
— En primer lugar hay que estarse a lo que los padres hayan convenido,
art. 225 inc. 1º. Este acuerdo presenta las siguientes características:
1º. Es solemne, debe constar por escritura pública o en acta extendida ante
Oficial del Registro Civil.
3º. Es revocable y modificable, debiendo para ello cumplirse con las mismas
solemnidad y formalidad de publicidad indicadas, art. 225 inc. 2º.
4º. Debe establecer la frecuencia y libertad con que el padre o la madre que no
tiene el cuidado personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos.
— En segundo lugar, si no hay acuerdo entre los padres el cuidado del hijo
corresponde al padre o la madre con quién estén conviviendo, art. 225 inc. 3º.
Pero, y en tercer lugar, y con preferencia a las reglas recién señaladas se aplica
el inc. 4º del art. 225 según el cual "En cualquiera de los casos establecidos en
este artículo, cuando las circunstancias lo requieran y el interés superior del hijo lo
haga conveniente, el juez podrá atribuir el cuidado personal del hijo al otro de los
padres, o radicarlo en uno solo de ellos, si por acuerdo existiere alguna forma de
ejercicio compartido. lo anterior debe entenderse sin perjuicio de lo establecido en
el artículo 226.
Siempre que el juez atribuya el cuidado personal del hijo a uno de los padres,
deberá establecer de oficio o a petición de parte, en la misma resolución, la
frecuencia y libertad con que el otro padre o madre que no tiene el cuidado
personal mantendrá una relación directa y regular con los hijos considerando su
interés superior, siempre que se cumplan los criterios dispuestos en el artículo
229.
d) La actitud de cada uno de los padres para cooperar con el otro, a fin de
asegurar la máxima estabilidad al hijo y garantizar la relación directa y regular,
para lo cual se considerará especialmente lo dispuesto en el inciso quinto del
artículo 229.
e) La dedicación efectiva que cada uno de los padres procuraba al hijo antes de
la separación, y especialmente, la que pueda seguir desarrollando de acuerdo con
sus posibilidades.
j) Cualquier otro antecedente que sea relevante atendido en interés superior del
hijo".
Ante esta situación el juez está facultado para confiar el cuidado personal de los
hijos a otra persona o personas competentes, velando primordialmente por el
interés superior del niño conforme a los criterios establecidos en el artículo 225-2.
En la elección de estas personas deberá preferirse a los consanguíneos de grado
más próximo, y especialmente a los ascendientes, al cónyuge o al conviviente civil
del padre o madre, según corresponda, art. 226 inciso segundo (este inciso fue
reemplazado por el art. 45 de la Ley Nº 20.830)
El art. 227 dispone que en las materias a que se refieren los artículos
precedentes, el juez oirá a los hijos y parientes".
Estas materias son de competencia de los tribunales de familia, art. 8º Nº 1 Ley
Nº 19.968 y se les aplica el procedimiento ordinario ante los juzgado de familia, ya
que la ley no señala otro distinto, art. 55 Ley Nº 19.968.
El inc. 2º del art. 227 dispone que la sentencia ejecutoriada debe subinscribirse
al margen de la inscripción de nacimiento del hijo dentro de los 30 días siguientes
a su dictación, siendo este un requisito de oponibilidad frente a terceros.
En el artículo 229 inciso segundo se señala que se entiende por relación directa
y regular "aquella que propende que el vinculo familiar entre el padre o madre que
no ejerce el cuidado personal y su hijo se mantenga a través de un contacto
periódico y estable".
En relación con esto se encuentra la autorización para que el menor pueda salir
al extranjero, ya que conforme al art. 49 de la Ley Nº 16.618 si la tuición del hijo no
ha sido confiada por el juez a alguno de sus padres ni a un tercero, aquel no podrá
salir sin la autorización de ambos padres, o de aquel que lo hubiera reconocido;
confiada la tuición a uno de los padres o a un tercero el hijo no podrá salir sino con
la autorización de aquel a quién se hubiere confiado y cuando se ha decretado
derecho de visitas, se requiere también la autorización del padre o madre que
tenga derecho a visitar al hijo.
El inc. 1º del art. 234 dispone: "Los padres tendrán la facultad de corregir a los
hijos, cuidando que ello no menoscabe su salud ni su desarrollo personal". Con
esta redacción se elimina la facultad de los padres de "castigar moderadamente al
hijo" que les concedía el antiguo art. 233. La modificación indicada tiene por objeto
adecuar la legislación chilena a la Convención de los Derechos del Niño.
Regulan esta materia los arts. 224 a 236 del Código Civil. Según la primera de
estas disposiciones "Toca de consuno a los padres, o al padre o madre
sobreviviente, el cuidado personal de la crianza y educación de sus hijos". El
derecho deber de educar a los hijos no se refiere solamente a la instrucción que
imparten los establecimientos de enseñanza, sino que tiene un sentido más
amplio, ya que se refiere a la formación del hijo para que éste logre "el pleno
desarrollo de las distintas etapas de su vida". El art. 19 número 10 de la
Constitución Política de la República establece que los padres tienen el derecho
preferente y el deber de educar a sus hijos".
La ley priva a los padres del derecho de educar a sus hijos en tres casos, que
son los siguientes:
1. cuando el cuidado del hijo haya sido confiado a otra persona, en cuyo caso a
ésta le corresponde ejercerlo, exigiéndose sí la anuencia del tutor o curador, si el
mismo no lo fuese, art. 237;
2. cuando el padre o madre hubiese abandonado al hijo, art. 238, y
La ley también regula quién y cómo se hace cargo de los gastos que irrogue la
educación y crianza del hijo, dando las siguientes reglas al respecto:
En el caso que el hijo haya sido abandonado por sus padres, encargándose de
su alimentación y crianza una tercera persona, y los padres quisieran sacarlo del
cuidado de éste, deben cumplirse dos condiciones:
Hay aquí una presunción de autorización del padre o madre al hijo para efectuar
las adquisiciones que haga en razón de alimentos, por lo que deben responder de
ellas a quien hubiere efectuado las suministraciones al hijo. Esta es una
presunción simplemente legal, que se configura por la concurrencia de los
siguientes requisitos:
Coincidente con las ideas igualitarias que informan la Ley Nº 19.585 se modificó
el concepto de patria potestad, la cual es definida en el art. 243 en la siguiente
forma: "La patria potestad es el conjunto de derechos y deberes que corresponden
al padre o a la madre sobre los bienes de sus hijos no emancipados". En la
legislación anterior la patria potestad correspondía al padre o madre legítimos. En
virtud de la reforma pasan a ser titulares de ella el padre o la madre, sin hacer
distinción alguna al respecto.
La patria potestad recae sobre los bienes del hijo no emancipado, y también
sobre los derechos eventuales del hijo que está por nacer, art. 243, esto es sobre
los derechos que se deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si
hubiese nacido y viviese, los que de acuerdo al art. 77 se encuentran en suspenso
hasta que el nacimiento se efectúe.
B) Legal: A falta del acuerdo antes señalado, la ley indica expresamente que el
ejercicio de la patria potestad corresponderá al padre y la madre en conjunto. No
obstante en los actos de mera conservación los padres podrán actuar
indistintamente. Para el resto de los actos se requiere actuación conjunta.
Además, si falta el padre o madre que era titular de la patria potestad, sea por
acuerdo entre los padres, disposición de la ley o resolución judicial, los derechos y
deberes que ella confiere corresponderán al otro de los padres, art. 244 inc. final.
En este caso, la patria potestad será ejercida por aquel de los padres que tenga
a su cargo el cuidado personal del hijo o por ambos, conforme
al art. 225, art. 245 inc. 1º.
Como este hijo no tiene filiación determinada de acuerdo con la ley, respecto de
ninguno de sus progenitores, y la patria potestad corresponde al padre o a la
madre, no hay quién pueda ejercerla a su respecto, razón por la cual debe
designársele un tutor o curador.
La ley señala expresamente, art. 247, que el régimen de bienes existente entre
los padres no obsta a las reglas sobre la titularidad de la patria potestad.
Estos derechos son de orden público, de manera que no pueden ser objeto de
derogaciones, renuncias o pactos.
Definición
De acuerdo con el art. 252 inc. 1º este derecho "consiste en la facultad de usar
los bienes del hijo y percibir sus frutos con cargo de conservar la forma y sustancia
de dichos bienes y de restituirlos, si no son fungibles; o con cargo de volver igual
cantidad y calidad del mismo género, o de pagar su valor, si son fungibles".
Basta una simple lectura para comprobar que esta definición es muy similar a la
que el art. 764 da del derecho de usufructo.
Características
El derecho legal de goce sobre los bienes del hijo presenta las siguientes
características:
En principio, y de acuerdo con lo que dispone el art. 250, este derecho se ejerce
sobre "todos los bienes del hijo", pero ello es sólo un principio, porque en la
práctica no es así, ya que quedan excluidos de él los siguientes bienes:
a) Los bienes que integran el peculio profesional o industrial, esto es los bienes
adquiridos por el hijo en el ejercicio de todo empleo, oficio, profesión o industria.
Aplicando por analogía el art. 150 debe concluirse que componen este peculio,
además, todos los bienes que con ellos adquiera, y los frutos que produzcan unos
y otros.
Aun cuando la ley no lo dice expresamente, es lógico concluir que sólo puede
tener peculio profesional o industrial el hijo que sea menor adulto, ya que si es
impúber es absolutamente incapaz.
De acuerdo con el Código de Minería, las minas que el hijo descubra o denuncie
ingresan a su peculio profesional. Pero si se trata de minas que el hijo ha
adquirido a cualquier título, sea gratuito u oneroso, quedan sometidas a un
régimen especial: el goce se limita a la mitad de los productos de la mina,
respondiéndose al hijo por la otra mitad. art. 250 inc. final. Ello porque de otra
manera el derecho de dominio del hijo sobre la mina sería ilusorio, ya que el titular
del derecho de goce podría incluso agotarla ejerciendo su derecho.
Respecto de peculio profesional o industrial el hijo tiene plena capacidad tanto
para actos judiciales como para los extrajudiciales, art. 251, con la sola salvedad
de las excepciones contempladas en el art. 254 que exige autorización judicial
para enajenar o gravar los bienes raíces del hijo aun pertenecientes a su peculio
profesional o industrial, y como también para la de sus derechos hereditarios.
c) Las herencias o legados que hayan pasado al hijo por incapacidad, indignidad
o desheredamiento del padre o madre que tiene la patria potestad.
La ley dispone expresamente, art. 253 inc. 2º, que si el padre o madre que tiene
la patria potestad no puede ejercer el derecho de goce sobre uno o más de los
bienes del hijo, éste pasará al otro; y si ambos estuviesen impedidos, la propiedad
plena pertenecerá al hijo y se le dará un curador para su administración.
La regla general en esta materia es que la administración de los bienes del hijo
corresponde al padre o madre que tenga el derecho legal de goce sobre ellos, y
en caso que ambos estuviesen impedidos, la administración corresponderá a un
curador, art. 253.
1. Enajenación y gravamen de los bienes raíces del hijo, para lo cual se requiere
previa autorización judicial otorgada con conocimiento de causa, aun cuando ellos
pertenezcan al peculio profesional o industrial de éste.
3. Donación de los bienes del hijo, ya que para ello hay que sujetarse a la forma
y limitaciones establecidas para los tutores y curadores, art. 255. En
consecuencia, no se pueden donar bienes raíces del hijo, ni aun con autorización
judicial, en cambio los bienes muebles de éste pueden donarse previa autorización
judicial conferida por razones graves, como la de socorrer a un consanguíneo
necesitado, contribuir a un objeto de beneficencia pública y otras semejantes, con
tal que la donación sea proporcionada a los bienes del hijo y no menoscabe sus
capitales productivos, arts. 255 y 402.
4. Arrendamiento de los bienes del hijo por largo tiempo, también aquí se está
sujeto a la forma y limitaciones impuestas a los tutores y curadores. Vale decir,
que los predios rústicos no pueden arrendarse por más de ocho años y los
urbanos por más de cinco, ni, en ningún caso, por más del número de años que le
falten al hijo para llegar a la mayoría de edad. Si el arrendamiento se hiciere por
plazos mayores será inoponible para el hijo en el tiempo que excediere de los
límites indicados, art. 407.
Cese de la administración
El hijo puede ser absoluta o relativamente incapaz, según sea impúber o menor
adulto. En el primer caso no puede actuar por sí mismo y sólo podrá celebrar
actos y contratos o comparecer en juicio a través de su representante legal, y en el
segundo, puede hacerlo personalmente autorizado por su representante legal o
representado por éste.
Sin embargo, esta incapacidad tiene algunas excepciones, ya que hay algunos
actos para los cuales el hijo, si es menor adulto, tiene capacidad propia, pudiendo
actuar en ellos por sí solo, tales son:
En lo que dice relación con la representación del hijo hay que distinguir entre
actos extrajudiciales y actos judiciales.
A. Actos extrajudiciales
Los actos jurídicos realizados por el hijo, que no hubieren sido autorizados o
ratificados por el titular de la patria potestad, o el curador en su caso, obligan al
hijo exclusivamente en su peculio profesional o industrial, art. 260 inc. 1º, pero
éste, en ningún caso, puede tomar dinero a interés ni comprar al fiado, sin
autorización escrita de dichas personas, y si lo hiciere sin dicho requisito sólo
resultará obligado hasta concurrencia del beneficio que haya reportado de
ellos, art. 260 inc. 2º.
Cabe destacar que en todos estos casos la ley exige que la ratificación hecha
por el padre o la madre sea por escrito.
B. Actos judiciales
c) Juicios entre el hijo y el padre o madre: El art. 263 regula la situación en que
el hijo litiga como actor en contra del padre o la madre que ejerce la patria
potestad, y establece que en tal caso le será necesario al hijo obtener la venia del
juez, y que si éste la otorga deberá darle un curador para la litis, arts. 263 inc. 1º.
En caso de juicios entre el padre o la madre, que tiene la patria potestad, con el
hijo, sea que el padre o la madre actúen como demandantes o demandados, éstos
deberán proveer al hijo de expensas para el juicio, las que regulará
incidentalmente el tribunal, tomado en consideración la cuantía e importancia de lo
debatido y la capacidad económica de las partes, art. 263 inc. 2º.
Esta norma es nueva y tiene gran importancia por la frecuencia con que se
presentan juicios entre padres e hijos, especialmente en materia de alimentos.
Antes de la dictación de la Ley Nº 19.585 esta materia era discutible, pues el
Código sólo establecía la obligación de otorgar expensas tratándose de los juicios
criminales seguidos en contra del hijo, norma que se mantiene en la actualidad en
el art. 266.
4. Por prolongada ausencia o impedimento físico del padre o madre que ejerce
la patria potestad, de los cuales se siga perjuicio grave para los intereses del hijo,
a que el padre ausente o impedido no provee.
Por otro lado, la ley faculta expresamente al juez para que en interés del hijo,
pueda decretar que el padre o la madre recupere la patria potestad cuando
hubiere cesado la causa que motivó la suspensión.
313. DE LA EMANCIPACIÓN
De acuerdo a lo que dispone el art. 269 "la emancipación es un hecho que pone
fin a la patria potestad del padre, de la madre o de ambos, según sea el caso".
Al clasificar la filiación se señaló que ésta podía ser natural o adoptiva (Nº 232) y
que existía una profunda diferencia entre ellas, ya que la primera se origina en un
hecho biológico —la procreación—, en tanto que la segunda es un vínculo
esencialmente legal, originado por una resolución judicial.
El Código Civil no contempló la adopción, por razones que aun hoy en día no se
logra establecer con claridad. Este vacío legal llevó a quienes deseaban adoptar a
recurrir a medios fraudulentos como el de reconocer como hijo natural al que se
deseaba adoptar, o lisa y llanamente a inscribirlo como hijo legítimo.
Esta situación hizo necesario que se llenara dicho vacío legal, y es así como en
el año 1943 se promulga la Ley Nº 5.343, que incorpora la adopción a la
legislación nacional.
Posteriormente dicha ley fue reemplazada por la Ley Nº 7.613. A su vez, y sin
derogar esta última, se establecen normas sobre adopción de menores en la
Ley Nº 16.346, la cual fue sustituida por la Ley Nº 18.703.
a) Hacerse parte en todos los asuntos que regula la ley de adopción en defensa
de los derechos del menor que esté comprendido en sus normas. Esto pueden
hacerlo hasta que surta efectos la adopción, e incluso después de ello, en los
juicios de nulidad de la adopción.
Por otra parte el Servicio Nacional de Menores debe llevar dos registros, que
son los que se indican a continuación:
En relación con los requisitos que debe reunir la persona que desea adoptar en
necesario distinguir entre la constitución de la adopción por personas residentes
en Chile, y por personas no residentes en Chile.
B. Si no existen cónyuges que tengan interés en adoptar que cumplan todas las
exigencias legales, o que sólo les falte la residencia en Chile, puede optar como
adoptante una persona soltera o viuda, la cual debe cumplir con los siguientes
requisitos:
a) Ser chilena, luego la nacionalidad chilena se exige para adoptar sólo cuando
no se trata de cónyuges;
Cabe destacar que si hay cónyuges interesados en adoptar pero que no tengan
residencia permanente en Chile, se da preferencia para ello a las personas
solteras o viudas de nacionalidad chilena con residencia permanente en este país.
En el caso de adopción por un viudo o viuda, ella se entenderá hecha por ambos
cónyuges desde la fecha de la inscripción de nacimiento ordenada en la sentencia
que constituye la adopción.
Por otra parte, el juez está facultado para acoger a tramitación la solicitud de
adopción de un menor presentada por un matrimonio no residente en Chile, no
obstante que haya personas interesadas que cumplan este requisito, si median
razones de mayor conveniencia para el interés superior del menor, las que deben
exponerse fundadamente en la misma resolución.
En el caso que uno de los cónyuges que desean adoptar al menor sea su padre
o madre, y sólo él o ella lo ha reconocido como hijo, se aplica directamente el
procedimiento de adopción.
En tanto que si el hijo ha sido reconocido por ambos padres o tiene filiación
matrimonial, es necesario, para la adopción por uno de ellos, el consentimiento del
otro padre o madre, aplicándose en lo que corresponda lo establecido en el art. 9º
de la Ley Nº 19.620, esto es lo analizado en el número precedente. Pero si falta el
otro padre o madre, o si éste se opusiere a la adopción, el juez, en el menor
tiempo posible, resolverá si el menor es susceptible de ser adoptado de acuerdo a
lo que se indicará en la letra c).
Estas reglas se aplican no sólo cuando uno de los cónyuges que desea adoptar
es el padre o madre del menor, sino que también cuando es otro ascendiente
consanguíneo del padre o madre del menor.
La sentencia que acoge la adopción debe ordenar las diligencias que indica
el art. 26 de la Ley Nº 19.620.
La ley dispone expresamente que para este efecto cualquier persona mayor de
edad y plenamente capaz que tenga antecedentes que le hagan presumir que fue
adaptado podrá solicitar personalmente al Servicio de Registro Civil e
Identificación que le informe si su filiación es originada en una adopción.
La adopción es irrevocable.
325. SANCIONES
La Ley Nº 19.620 en sus arts. 39, 40, 41, 42, 43 y 44 establece una serie de
sanciones, algunas de carácter penal.
CAPÍTULO XVI DERECHO DE ALIMENTOS
326. GENERALIDADES
Uno de los derechos más importantes que surgen de las relaciones de familia es
el derecho de alimentos.
Moral y legalmente existe una obligación que pesa sobre ciertas personas para
atender a las necesidades de otras cuando éstos no pueden hacerlo por sí
mismas, luego el derecho de alimentos es una obligación tanto moral como legal.
327. CONCEPTO
Los dos casos señalados son distintos, ya que cuando hay una convención
surge una obligación que puede exigirse judicialmente en su cumplimiento. En el
caso que se originen de la voluntad unilateral ello no es procedente.
Lo que la ley reglamenta son los alimentos legales o forzosos, así lo dice
el art. 337.
329. REQUISITOS QUE DEBEN CONCURRIR PARA QUE UNA PERSONA PUEDA EXIGIR
ALIMENTOS
En relación con este punto hay que tener presente el art. 330 que dispone: "Los
alimentos no se deben sino en la parte en que los medios de subsistencia del
alimentario no le alcancen para subsistir de un modo correspondiente a su
posición social".
c) Que exista una causa legal: esto es que haya un texto legal expreso que
confiera el derecho de alimentos, dicho texto es el art. 321 del Código Civil que
señala las personas que tienen derecho a pedir alimentos. Dispone esta norma:
1º. Al cónyuge;
El legislador tuvo que considerar el caso en que una persona reúna varios títulos
para pedir alimentos de distintas personas, como sería el caso de la mujer que
puede solicitarlos a su cónyuge, a sus hijos, padres, etc.
Aun más, los autores franceses, entre ellos los hermanos Mazeaud, ven en la
obligación alimenticia una obligación solidaria, en este caso, ya que existen varios
deudores respecto de una misma obligación. Reconocen que no existe un texto
legal expreso que señale esta particularidad, pero indican que cada uno de los
deudores de una obligación alimenticia está obligado a subvenir en todo a las
necesidades del acreedor, la solidaridad familiar lo fuerza a ello, existan o no otros
deudores, y sea cual sea su actitud o solvencia. Pero señalan que el deudor de
alimentos no está obligado sino dentro de los límites de sus recursos: más
exactamente según una proporción entre las necesidades del acreedor y
sus propios recursos.
Puede suceder que dentro de uno de los números del art. 321 haya varias
personas obligadas a la prestación alimenticia, en este caso el juez distribuirá la
obligación en proporción a sus facultades.
Todas las características señaladas, prácticamente rigen sólo para los alimentos
futuros, porque respecto de los alimentos ya devengados se aplica el art. 336.
El juez puede moderar el rigor de esta norma cuando la conducta del alimentario
fuere atenuada por circunstancias graves en la conducta del alimentante.
B) De acuerdo con el actual art. 332 inc. 1º "los alimentos que se deben por ley
se entienden concedidos para toda la vida del alimentario, continuando las
circunstancias que legitimaron la demanda", pero se agrega que "los alimentos
concedidos a los descendientes y hermanos se devengarán hasta que cumplan 21
años, salvo que estén estudiando una profesión u oficio, caso en el cual cesarán a
los 28 años; que les afecte una incapacidad física o mental que les impida
subsistir por sí mismos, o que, por circunstancias calificadas, el juez los considere
indispensables para su subsistencia".
333. CONCEPTO
El art. 304 define el estado civil diciendo "es la calidad de un individuo en cuanto
lo habilita para ejercer ciertos derechos o contraer ciertas obligaciones civiles".
Que sea indivisible, significa que es eficaz respecto de todos; el que es casado
lo es respecto de toda persona, es decir, el estado civil es oponible a todos.
2. El estado civil es inalienable. La persona puede disponer de todos sus bienes,
sean ellos corporales o incorporales, pero no puede disponer de su estado civil
porque no puede separarse de él, ya que se trata de un atributo de la
personalidad. Pero nada impide que se pueda disponer de los derechos derivados
del estado civil, como ser los derechos hereditarios.
a) La ley;
b) Un acto voluntario, tal cosa sucede por ejemplo con el estado civil de casado
y en el reconocimiento voluntario de hijo;
En la constitución del estado civil sirven de base todos los hechos que surgen de
las relaciones familiares y del parentesco, básicamente dichos hechos son tres:
nacimiento, muerte y matrimonio.
Pero además existen hechos que no siendo de tal importancia como los
anteriores modifican o influyen en el estado civil, como ocurre con el
reconocimiento de hijo.
336. EFECTOS DEL ESTADO CIVIL
1. Da origen al parentesco.
El estado civil está protegido por las llamadas acciones de estado las cuales se
intentan cuando se produce una cuestión de estado civil. Éstas pueden
presentarse:
En principio ellas no pasan a los herederos a menos que sirvan de base a una
acción de carácter patrimonial.
Las sentencias pueden ser de dos clases: declarativas, las cuales producen
efectos relativos, sólo respecto de quienes intervinieron en el juicio; y constitutivas,
las que tienen autoridad absoluta.
En doctrina, se estima que las sentencias sobre estado civil son constitutivas,
esto es oponible a todos; así por ejemplo la sentencia de divorcio vincular por la
cual se establece el estado civil de divorciado, es oponible a toda persona.
a) En la indivisibilidad de éste.
Sin embargo, existe una opinión contraria a la anterior, que no acepta las
argumentaciones señaladas y sostiene que las sentencias en esta materia tienen
efectos relativos, para ello se fundan:
En nuestro país el juicio sobre estado civil se tramita conforme a las reglas del
procedimiento ordinario ante los juzgados de familia, y en principio las sentencias
que al respecto se dicten tienen efectos relativos, obligando solamente a quienes
han sido partes en el proceso.
Este principio general tiene una importante excepción en el art. 315. Esta es una
norma de excepción y según ella sólo los fallos que se pronuncien conforme a lo
establecido en el Título VIII, sobre si es verdadera o falsa la paternidad o
maternidad, vale decir, aquellos fallos recaídos en juicios en que se discute la
paternidad o maternidad, tienen un valor absoluto, y fuera de dichos casos las
sentencias sobre cualquier otro estado civil, como ser el de casado, tienen efecto
relativo, aplicándose plenamente la norma general que al respecto da el art. 3º del
Código Civil.
Diversos fallos antiguos se han pronunciado en este sentido, así la Corte
Suprema (R. Tomo 31, sec. 1 a, pág. 229) estableció "En el título del Código Civil
denominado de las pruebas del estado civil, ni en ningún otro, se consigna pauta
alguna que haga extensiva a las resoluciones sobre el estado civil de casado lo
que el art. 315 prescribe acerca de las relacionadas con la legitimidad del hijo o
con la maternidad objetada".
342. REQUISITOS PARA QUE LOS FALLOS A QUE SE REFIERE EL ART. 315 PRODUZCAN
EFECTOS ABSOLUTOS
Los requisitos que deben concurrir los señala el art. 316 y son los siguientes:
Son también legítimos contradictores los herederos del padre o madre fallecidos
en contra de quienes el hijo podrá dirigir o continuar la acción y, también, los
herederos del fallecido cuando éstos se hagan cargo de la acción iniciada por
aquél o decidan entablarla".
3. Que no haya habido colusión en el juicio. Las partes no deben haberse puesto
de acuerdo, el fallo debe haberse obtenido legítimamente. En relación con este
elemento el art. 319 indica que la prueba de la colusión en el juicio no puede
alegarse sino dentro del plazo de 5 años que sigan a continuación de la dictación
de la sentencia.
343. ACTAS DE ESTADO CIVIL
Dichas inscripciones son practicadas por funcionarios que al igual que todos los
seres humanos pueden cometer errores, los cometidos en las inscripciones o
partidas dan lugar a su rectificación. Una vez que ella ha sido extendida por el fun-
cionario no puede ella enmendarse cualquiera que sea el error cometido, sólo
puede procederse a la rectificación de la partida por orden de la autoridad judicial,
o excepcionalmente por resolución administrativa.
En la prueba del estado civil el medio probatorio son las respectivas partidas,
pero en el caso del matrimonio a falta de partidas pueden emplearse medios
supletorios de prueba, que son otros documentos auténticos, declaraciones de
testigos que hayan presenciado la celebración del matrimonio, y en defecto de
estas pruebas, la posesión notoria del estado civil.
Respecto a la prueba del estado civil, el art. 305 dice "El estado civil de casado,
separado judicialmente, divorciado o viudo, y de padre, madre o hijo, se acreditará
frente a terceros y se probará por las respectivas partidas de matrimonio, de
muerte y de nacimiento o bautismo.
Las partidas son el asiento que consta en el libro o registro que lleva el
respectivo Oficial de Registro Civil. Ellas se mantienen inseparables de dicho libro
o registro. Por ello, en los litigios y también en otros casos, debe recurrirse a las
copias autorizadas o a las certificaciones que emite el Registro Civil de lo que
consta en sus Registros. La copia autorizada es la transcripción íntegra de la
partida, y la certificación se refiere a uno o más hechos contenidos en la
partida, arts. 19, 20 y 21 Ley Nº 4.808. Tanto las copias autorizadas como las
certificaciones son instrumentos públicos.
Hemos visto que el Registro Civil es una institución creada para dejar constancia
de los actos constitutivos de estado civil, en consecuencia es lógico que éste se
acredite con las partidas; son las inscripciones asentadas en los libros del Registro
Civil, por ello los Oficiales de Registro Civil deben dar las copias y certificados que
se pidieren de los actos que ante ellos han pasado, art. 84 Ley Nº 4.808. Por su
parte el art. 24, de la misma ley, señala que las partidas tienen el carácter de
instrumentos públicos, art. 1700.
Luego los estados civiles de casado o viudo, padre, madre o hijo se prueban con
las respectivas partidas, pero, también, y tratándose del estado civil de padre,
madre o hijo, se pueden probar con la inscripción o subinscripción del acto de
reconocimiento o del fallo judicial que determinó la filiación.
a) Por falta de autenticidad: art. 306, es decir por ser falsificadas; como por
ejemplo, si ella no ha sido firmada por el Oficial Civil que aparece suscribiéndola.
b) Por nulidad, como por ejemplo si las inscripciones fueron autorizadas por
Oficial de Registro Civil incompetente; si no están firmadas por el Oficial Civil.
c) la posesión notoria.
El art. 309 dice que si falta la partida de matrimonio, ella podrá suplirse en caso
necesario por otros documentos auténticos. La expresión "auténticos" aquí
empleada está tomada en su sentido legal de documentos públicos, arts. 20 y
1699.
1. Pública, art. 310: "La posesión notoria del estado de matrimonio consiste
principalmente en haberse tratado los supuestos cónyuges como marido y mujer
en sus relaciones domésticas y sociales; y en haber sido la mujer recibida en
carácter de tal por los deudos y amigos de su marido, y por el vecindario de su
domicilio en general".
2. Debe ser continua, art. 312: "Para que la posesión notoria del estado de
matrimonio se reciba como prueba del estado civil, deberá haber durado diez años
continuos, por lo menos".
La posesión notoria debe probarse de acuerdo con el art. 313, esto es, por un
conjunto de testimonios y antecedentes fidedignos que la establezcan de un modo
irrefragable; particularmente en el caso de no explicarse y probarse
satisfactoriamente la falta de la respectiva partida, o la pérdida o extravío del libro
o registro, en que debiera encontrarse.
346. GENERALIDADES
Esta materia es muy reglamentaria, ello se debe a que Bello siguió en esta parte
el Derecho Romano y a la Legislación de Partidas, que como toda la legislación
medieval es casuística.
La solución que se encontró a este problema figura en el actual art. 436. El tutor
de pleno derecho se transforma en curador al llegar el pupilo a la pubertad,
terminada la incapacidad del pupilo las cuentas de la tutela y de la curatela se
rinden juntas. Es decir, la diferencia entre tutor y curador es sólo de nomenclatura.
a) Generales.
b) De bienes.
c) Adjuntas.
d) Especiales.
1. Curaduría general
— al menor adulto, y
— al disipador en interdicción.
2. Curaduría de bienes
Son los que se dan a los bienes del ausente, la herencia yacente y los derechos
eventuales del que está por nacer, art. 343. Estos curadores se llaman con
bastante propiedad "curadores de bienes", pues sus facultades sólo inciden en los
bienes del patrimonio que administren.
3. Curadores adjuntos
Son los que se dan en ciertos casos a personas que están bajo potestad de
padre o madre, o bajo tutela o curaduría general, para que ejerzan una
administración separada, art. 344. La característica de este curador es que va
unido a otro representante legal. La ley en muchas oportunidades hace referencia
a este curador, ej. art. 351 inc. 1º.
4. Curadores especiales
— Testamentarias.
— Legítimas.
— Dativas.
El padre puede nombrar por testamento curador para el hijo disipador, según lo
dispone el art. 451.
También puede nombrar tutor al hijo que está por nacer, art. 354.
2º) La madre;
4º) Los hermanos de uno y otro sexo del pupilo, y los hermanos de uno y otro
sexo de los ascendientes del pupilo, art. 367.
— Hijo.
— Curadores especiales.
— Curadores interinos
Para designar al guardador se siguen las reglas de los arts. 840 y sgtes. del
C.P.C., la tramitación es simple: la regla general es que debe oírse a los parientes
y al defensor de menores.
Las fuentes de este título fueron el Febrero Novísimo y el Proyecto del Código
Español comentado por García Goyena.
Las guardas son verdaderos cargos públicos de protección a los incapaces, de
ahí que el legislador quiere rodearles de garantías sobre dos aspectos:
1. Discernimiento,
2. Caución,
3. Inventario.
356. EL DISCERNIMIENTO
Toda tutela o curaduría debe ser discernida, art. 373. Se llama discernimiento el
decreto judicial que autoriza el tutor o curador para ejercer su cargo.
357. CARACTERÍSTICAS
Esta caución que puede ser una fianza, podrá también constituirse en forma de
prenda o de hipoteca, según lo indica el art. 376.
La caución deberá ser anterior al discernimiento de la guarda y garantiza el
correcto desempeño del cargo, de manera que si con posterioridad al desempeño
de la misma el pupilo debe hacer algún cargo al guardador por mala
administración, podrá hacerle efectiva esa caución.
2. Los guardadores interinos, esto es los llamados por poco tiempo para servir el
cargo. Por "poco tiempo" se entiende tres meses según lo dispone el art. 856
C.P.C.
5. En el caso del art. 436, es decir, cuando el tutor de una persona pasa a ser
curador de la misma, llegada que sea ésta a la pubertad. No requiere rendir
caución puesto que la prestada anteriormente continúa garantizando sus
obligaciones de curador.
Sin embargo, existen ciertos actos que no pueden ser realizados por el
guardador en representación del pupilo, como sucede con las capitulaciones
matrimoniales, reconocimiento de hijo, el testamento, etc.
Sabemos que para que exista representación debe realizarse un acto a nombre
de otra persona, con poder suficiente, de la misma o de la ley, como en este caso,
y debe existir la llamada contemplatio domini de su representado. A ella alude
el art. 411.
a) Hay división de funciones: cada uno actúa en las que les corresponden.
1º Actos de administración
Estas exigencias rigen también para los muebles preciosos o de gran valor de
afección.
I. Para provocar la partición, arts. 397 y 1322 inc. 1º. Ello siempre que la
partición la provoque el pupilo, porque no reviste aplicación si es otro de los
indivisarios el que solicita la partición.
II. Aprobar el nombramiento de partidor hecho por el testador o por los
interesados, art. 1326 inc. 1º.
III. Aprobar la partición, arts. 1342 y 399. Esta aprobación es necesaria en todo
caso, art. 1325 inc. 2º, pero tratándose de particiones hechas de común acuerdo,
nadie está provocando la partición, de manera que no se requiere autorización
judicial para provocarla.
a) Actos de administración:
— Dar en arriendo los bienes raíces del pupilo siempre que sea por más de
cinco años para los urbanos y ocho para los rústicos, ni por más tiempo que el que
falte al pupilo para cumplir 18 años, art. 407 inc. 1º. Sanción, art. 407 inc. 2º.
b) Actos de disposición:
La situación del art. 416 es aquella en que hay varios guardadores y algunos de
ellos no están de acuerdo con lo que hacen los otros, la solución es rendir cuenta
al juez de los actos realizados por dichos guardadores.
364. OBLIGACIONES DEL GUARDADOR
— Facción de inventario y
El guardador debe rendir cuenta y como consecuencia de ello debe restituir los
bienes del pupilo y pagar los saldos que la cuenta arroje en su contra, art. 415.
Esta prescripción es de corto tiempo y dice relación con las acciones en razón
de tutela, por ejemplo la responsabilidad del guardador, pero no se aplica este
artículo a otras acciones que el pupilo tenga en contra del guardador y que no
digan relación con la guarda en manera directa.
Las acciones del guardador contra el pupilo prescriben según las reglas
generales.
366. GUARDADOR APARENTE
1. No hay discernimiento, pero el guardador está de buena fe: esta persona que
cree ser guardador tiene todas las obligaciones y responsabilidades del verdadero
guardador, pero sus actos no obligan al pupilo sino cuando le reportan verdadera
ventaja.
3. El guardador aparente está de mala fe: en este caso, éste debe ser removido
de la guarda, no tiene derecho a remuneración y ello sin perjuicio de la pena a que
haya lugar por la impostura.
El art. 514 señala las causales de excusas. Estas causales son de derecho
universal. A la enumeración que da la disposición señalada hay que agregar la
del art. 518.
Dice relación con esta materia el art. 517, que se refiere al caso en que hay una
persona que tiene bienes suficientes y no encuentra fiador, la ley no admite esto
como excusa y establece que en este caso dicha persona debe hipotecar sus
bienes. A contrario censu si no tiene bienes suficientes puede excusarse.
El juicio sobre excusa no tiene señalado por la ley un procedimiento, por ello
algunos estiman que es aplicable el procedimiento ordinario, se fundan en que de
acuerdo al art. 3º del C.P.C. este es un procedimiento de carácter supletorio. Pero
al parecer es más favorable la opinión de aquellos que estiman que debe aplicarse
el procedimiento sumario.
1. Si los frutos del patrimonio fueren tan escasos que apenas alcanzaron para la
mantención del pupilo, art. 534.
Pueden solicitarla los parientes del pupilo, su cónyuge o cualquiera del pueblo
conforme al art. 542.
Si una persona ejerce varias guardas y es removida de una por fraude o culpa
grave, para que se produzca la remoción de las otras es necesario que exista una
solicitud de las personas que pueden hacerlo, y resolución judicial, también puede
dictar dicha resolución el juez de oficio, es decir, que la remoción no se produce
automáticamente.