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Asumiendo al derecho de familia como una de las disciplinas más dinámicas del
derecho nacional, con el correr de los años y al completarse quince años desde la
reforma del año 2004, me pareció necesario cerrar el ciclo dedicado a esta
apasionante materia, con un trabajo que pudiera incorporar otros temas igualmente
relevantes, a saber, el cambio operado en la concepción del régimen civil de la pareja
luego de la aprobación del Acuerdo de Unión Civil en 2015, la avanzada discusión
sobre el matrimonio igualitario, la revisión de la afectividad y la sexualidad como
fuentes materiales del derecho civil referido a las relaciones de pareja y, las
consecuencias previsibles de la próxima entrada en vigor de la ley de identidad
personal y género.
Esta nueva obra, si bien toma como base el último libro indicado —con las
dificultades mayores que implica revisar completamente lo ya escrito— sigue un plan
distinto de aquel que orientó la elaboración de tales trabajos precedentes, arribando
en temas importantes a conclusiones diferentes, que se nutren no solo del rico debate
doctrinario suscitado estos últimos años sobre las materias aquí tratadas, sino
también del contexto material que, como ya hemos declarado, determina el contenido
prescriptivo de la norma, además de la oportunidad de su vigencia.
La obra que presentamos ha sido elaborada durante el año que antecedió a su
publicación, cubriendo la segunda mitad de 2018 y lo que va corrido de 2019 hasta el
momento de su entrada en prensa, a principios de septiembre. La investigación que la
ha precedido, la hemos podido realizar en universidades chilenas y españolas en el
marco de un período sabático concedido por la Universidad de Talca, a cuyas
autoridades manifiesto un primer y necesario agradecimiento.
En dicho marco y con el propósito ya indicado, fui acogido en primer término por el
Centro UC de la Familia, de la Pontificia Universidad Católica de Chile, a cuya
directora, la profesora Carmen Domínguez Hidalgo vaya dirigido un personal
agradecimiento, extensivo a quienes trabajan en su Facultad de Derecho y en su
Biblioteca. Posteriormente, ya radicado en España, pude realizar labores de
investigación y redacción teniendo como sedes a la Universidad Complutense de
Madrid y a la Universidad de Zaragoza, además de la Fundación Ciencia y Vida, en
Valencia. Por ello, debo expresar un sentido agradecimiento a todos quienes me
brindaron su hospitalidad como uno más de sus académicos, y en particular a los
catedráticos Javier Martínez Torrón, Javier Ferrer Ortiz y José Pérez Adán, por la
invitación que me cursaron para concretar las respectivas estadías de investigación.
Todas las materias respecto de las cuales pude conversar con los ilustres
académicos que me honraron con su hospitalidad, el intercambio de opiniones
producido, o las lecturas que me recomendaron, han enriquecido el trabajo que
presento, sin perjuicio de lo cual las opiniones que aquí emito son de mi exclusiva
responsabilidad, y no representan necesariamente sus opiniones, salvo que hayan
sido debidamente citadas en alguna parte del libro.
D F ,D M ,D C
"Pero apenas el alma infantil del hombre remoto se hubo enriquecido con los primeros
jugos de la madurez de la especie, ya no le bastaba la compañía colectiva, la de todos
los hombres; y hubo de buscar la compañía individual, la compañía exclusiva suya,
capaz de encajarse como dos ruedas del mismo engranaje en los altos y bajos de su
propia personalidad"1.
I. E
II. E :
En definitiva, la obra procura ofrecer una visión general, desde una perspectiva
jurídica en diálogo con otras disciplinas del saber humano, sobre el fenómeno social
de la unión afectiva y sexual de la pareja, así como la justificación y modo que adopta
la intervención del derecho en nuestra propia realidad. El enfoque aplicado informa
todo el análisis de las materias tratadas, considerando al matrimonio como un modelo
de unión afectiva y estado de convivencia institucionalmente privilegiado por nuestro
sistema legal, a la vez que asume la pérdida progresiva de su monopolio cultural,
social y jurídico reflejada en las tensiones advertidas y los cambios que se anuncian,
para esbozar sobre esta base los elementos configuradores de una nueva concepción
del régimen civil de la pareja, resaltando sus caracteres y delineando legalmente el
proceso de asentamiento de un nuevo modelo de la unión afectiva y sexual de la
pareja en nuestra sociedad6.
2"La conducta que el hombre acepta en su vida constituye una respuesta adecuada al proyecto que
cada uno ha hecho de su propia existencia. Se vive con un estilo característico o de una forma
determinada, porque así se consigue la meta propuesta. El camino que nos lleva a ese ideal exige un
comportamiento concreto. La ética no es nada más que un itinerario en nuestra aventura humana para
obtener lo que parece digno y deseable" (L A , Eduardo, Ética de la sexualidad y del
matrimonio, Ediciones Paulinas, Madrid, 1992, p. 11).
6Tal como ya se ha advertido, esta obra ha sido precedida por tres libros de nuestra autoría que
abordan las materias tratadas en ella, reiterando los conceptos y las valoraciones que originalmente
fueron contenidas en ellos, con una redacción similar salvo cuando se exprese en un sentido contrario.
El tratamiento de la unión de pareja entre personas del mismo sexo fue contenido en el capítulo
titulado "La pareja homosexual y su reconocimiento civil: tolerancia social, pactos jurídicos de
convivencia y matrimonio entre personas del mismo sexo", en M. G T y C. L
(coordinadores), Parejas homosexuales: ¿Unión Civil o Matrimonial?, Thomson Reuters/Abeledo
Perrot, Santiago de Chile, 2013, pp. 31-69.
El análisis de las fuentes materiales del derecho de familia chileno en "Las transformaciones al
derecho de familia. Perspectivas desde las fuentes materiales", en A. G B (editor científico),
Aportaciones adicionales a nuevos horizontes en el derecho privado, Universidad Católica del Norte,
2017, pp. 395-409.
Respecto de la evaluación del sistema matrimonial chileno, el tema fue abordado en el capítulo
titulado "La sustitución del sistema matrimonial como vía positiva para la recepción de los cambios en la
valoración social del matrimonio", en S. T y J. V (coordinadores), Estudios de Derecho Civil
IX, Thomson Reuters /Legal-Publishing, Santiago de Chile, 2014, pp. 31-39.
C IA ,
El logro del propósito indicado requiere conocer previamente los elementos que a
nuestro juicio determinan la comprensión social de la pareja humana, en particular el
afecto y la sexualidad, junto con la revisión de los caracteres modeladores de la
identidad personal que anteceden a la voluntad de interrelación personal con los
elementos señalados. Tales conceptos deberán ser analizados necesariamente en
una perspectiva multidisciplinar, que favorezca la comprensión de la integralidad del
tema abordado.
Ahora bien, una pareja puede formar una comunidad de personas, es decir, una
vida en común que se orienta hacia el logro de la plenitud de ambos sin aniquilar las
respectivas individualidades, pero ello requiere concordar y dar los pasos
conducentes a establecer un proyecto de pareja, entendido como un "conjunto de
ideales, valores, intenciones, virtudes y criterios de comportamiento que son
compartidos y que los dos miembros quieren llevar a cabo como tal pareja"18.
En cuanto a la naturaleza distintiva del tipo de prescripción que se ocupa del amor,
ha tenido relevancia histórica la pretensión de regular la experiencia del amor
mediante normas morales, lo que se ha conocido como moral puritana. En esta visión,
al igual como ocurre en algunas sociedades contemporáneas regidas por el derecho
islámico, las normas jurídicas se confunden con las normas morales y no pocas veces
con las religiosas, de modo tal que su disociación, particularmente en el caso de
sujetos con disparidad de creencias o derechamente sin religión, no es posible,
afectando sustantivamente el derecho de libertad de conciencia. En ellas también es
imposible discutir asuntos prácticos, pues se toman como asuntos accesorios de una
cuestión principal que siempre es religiosa y por tanto no sujeta a discusión alguna
que suponga poner en tela de juicio la veracidad del sustento religioso.
Los casos aquí contenidos no son pocos y más bien constituyen la habitualidad de
las causas presentes en las rupturas conyugales o de convivencia afectiva, y se
explican en un contexto marcado por la relatividad de los juicios morales, es decir, la
imposibilidad de imponer unos juicios de esta naturaleza sobre otros de igual entidad.
En todo caso, no debe confundirse en un mismo plano el eventual incumplimiento de
una supuesta falta moral por carencia o pérdida del afecto así declarado al inicio de
una relación interpersonal, con el incumplimiento de deberes u obligaciones de
naturaleza jurídica, como el de fidelidad, materia sujeta a amplio debate en la
actualidad y con pronunciamientos jurisdiccionales no coincidentes en sus
definiciones.
El amor de alguna forma está presente en la unión conyugal, toda vez que quienes
contraen el vínculo conyugal dicen amarse, lo proclaman y hacen de este sentimiento
"el motor de su decisión: el único causante de su decisión. Si no lo sienten, lo
disimulan: afirman su existencia, protestan de sus sentimientos amatorios y ocultan su
falta o su levedad. El matrimonio se convierte en el objeto de sus vidas, para lograr en
él la sublimación de tal amor, a través de la unión total de sus vidas: la comunión
física y espiritual —total— de sus existencias"25.
§ Distinciones básicas. El amor "no denota cualquiera ni todas las relaciones entre
los sexos, sino sólo una relación que implica considerable emoción y que es
psicológica tanto como física"31. A diferencia del afecto, posee una sola entrada en el
diccionario, pero admite igualmente varias acepciones.
En síntesis, el amor se puede definir como "un sentimiento intenso de una persona
hacia otra persona, con pretensión de reciprocidad en el deseo de unión, que busca
—a partir del encuentro interpersonal de carácter sexual— la energía necesaria para
convivir, comunicarse y crear".
En el campo particular del amor hacia otra persona con pretensión de reciprocidad,
cabe distinguir entre amor por un objeto y amor por un sujeto, en cuyo primer caso, un
individuo puede sentir el deseo por una relación estrictamente física hacia otra
persona, supuesto en el cual el otro es un objeto para satisfacer una necesidad y no
una persona. El amor que podría calificarse como personal, auténtico según algunos
autores, es aquel que se dirige a la persona en calidad de persona, respetando
totalmente la entidad del otro sin condición alguna referida a los cambios derivados de
circunstancias o coyunturas que eventualmente se produjeren36.
Abordar en sede jurídica una materia como la afectividad no es una empresa fácil ni
tampoco pacífica. Al igual como ocurre en general con los demás temas y problemas
que aborda el derecho de familia contemporáneo, su tratamiento en sede académica
debe enfrentar al menos dos dificultades: su fuerte carga valórica, que adquiere un
cariz contingente en el debate de la política jurídica, y, la persistencia de un prejuicio
en la comunidad jurídica que cuestiona el recurso a categorías ajenas a la visión
dogmática del derecho, pese a que la diversidad que exhibe la realidad social y su
creciente complejidad en el tema de las relaciones afectivas interpersonales exige
que la función del ordenamiento jurídico referida a los institutos familiares debe ser
igualmente diversa, tal como ya lo ha advertido parte de la doctrina civil52.
La naturaleza sentimental de la afectividad deja al margen a la racionalidad y a la
concurrencia de la voluntad humana en su inicio, impidiendo predeterminar el
nacimiento voluntario de la afectividad hacia una persona, pero dejando abierta la
posibilidad de cometer y condicionar a la voluntad del sujeto los efectos personales de
dicho sentimiento, tal como ocurre con el enamoramiento, que no se puede generar
voluntariamente pero sí encauzar mediante la voluntad una vez producido. Esto
permite sustentar, por ejemplo, la distinción entre convivencia natural y convivencia
civilmente formalizada, y particularmente la no exigencia del afecto recíproco como
requisito del matrimonio en el derecho civil de familia. Lo propio, si se profundiza aún
más en la idea en desarrollo, puede ser aplicado en el caso del divorcio civil,
entendido como certificación posterior a la extinción del sentimiento y/o afecto que
alguna vez originó el vínculo cuyos efectos civiles cesarán por medio de esta
declaración formal, sea jurisdiccional, notarial o administrativa.
Así, en primer lugar, se sostiene que la afectividad, entendida como una manera de
ser y un sentimiento fundamental e irreductible del ser humano60, es sin duda alguna
un factor determinante de la construcción de las relaciones interpersonales de
carácter no patrimonial, pero el reconocimiento de esta relevancia no alcanza para
constituir una justificación suficiente que permita explicar su trato legalmente
distintivo, toda vez que, "muchas amistades o asociaciones son emocionales o
afectivas, lo que no las hace ni necesariamente permanentes, ni tampoco exclusivas",
lo que otorgaría fuerza a la afirmación de quienes critican su actual preponderancia,
en el sentido que "una relación puede ser exclusiva o permanente, pero eso no basta
para fundar un matrimonio"61, o en la perspectiva utilitarista que remarca la
imposibilidad de fundar las instituciones civiles en "un sentimiento pasional que
cambia de forma irracional, tal como sucede con el entusiasmo"62, y que junto con
mutar en intensidad exige una correspondencia simétrica que es ajena a la realidad,
siendo fuente fecunda de desacuerdos más que de acuerdos que aspiran a la
permanencia. La sobrevaloración del amor como fuerza única o determinante de la
construcción de la pareja, o, más precisamente, el exceso en la valoración de las
cualidades personales, conspira contra la existencia de matrimonios más duraderos,
porque "las uniones son cada vez más frágiles, al partir únicamente del amor, cuando
hay muchos otros factores que también forman parte de la relación de pareja"63.
Entre los efectos que esta naturaleza sentimental de los afectos genera, destaca la
inexigibilidad del afecto recíproco como requisito del matrimonio legal, también
aplicable como oposición al divorcio civil, en cuanto tal acto civil formal es posterior a
la extinción del sentimiento y/o afecto que alguna vez originó el vínculo cuyos efectos
civiles cesan por medio de esta declaración formal, sea jurisdiccional, notarial o
administrativa. Ahora bien, ¿cuáles son los efectos jurídicos de la pérdida progresiva
del afecto? Usualmente la ausencia o extinción del afecto así expresada por uno o por
los dos integrantes de la pareja aparece reiteradamente como el factor determinante
de la resolución o desaparición del vínculo civil que los une, destacando
particularmente la situación que tiene lugar en el caso de los individuos que ponen
término al matrimonio en una edad madura, toda vez que algunos justifican la
voluntad de ruptura conyugal en un fundamento material basado ahora en el amor
propio, alegando en dicho marco el respeto a su propia dignidad personal, la que
consideran disminuida, lesionada o derechamente perdida por causa de una relación
destructiva o anuladora de la propia personalidad87. A su vez, las relaciones de
familia, concretamente las derivadas de la familia basada en el matrimonio, perderían
su carácter institucional ante la carencia de estabilidad derivada de la precariedad o
levedad del sustento temporal de los afectos que le dieron origen, quedando en los
hechos la filiación como el único vínculo protegido, ya que el proyecto de pareja
originalmente convencional tendrá un carácter eminentemente disponible y variable
en el tiempo.
La teoría matrimonial indica que este vínculo jurídico puede ser monógamo o
polígamo, siendo propia de la cultura de base cristiana la preferencia moral por la
monogamia y su traducción en normas jurídicas que así la consagran y protegen. Sin
embargo, dicha concepción puede variar jurídicamente al son de un cambio en las
preferencias sociales, las que pueden no solo provenir de una mayor liberalización de
las costumbres y de las valoraciones anexas, sino que también pueden estar unidas a
un postulado diferente, como ocurre con el principio de libertad religiosa, cuya
observancia plena podría implicar el reconocimiento de la unión polígama atendiendo
a la adscripción religiosa de un eventual contrayente perteneciente a la comunidad
musulmana, creencia amparada igualmente en su ejercicio en una norma de rango
legal. En este caso, la eventual concurrencia en un mismo estrato normativo legal
podría implicar una colisión y dar pie a la consiguiente necesidad de conciliación de
ambos preceptos.
§ Diferencia de sexo y afectividad. El artículo 102 del Código Civil dispone que el
matrimonio es un contrato solemne por el cual "un hombre y una mujer se unen actual
e indisolublemente...". Esta prescripción es reiterada en la LMC, particularmente en el
artículo 80 inciso primero, cuya parte final dispone que el matrimonio celebrado en
país extranjero producirá efectos en Chile, "siempre que se trate de la unión entre un
hombre y una mujer", no dejando en consecuencia duda alguna sobre la esencialidad
de la diferencia de sexo para la válida celebración del matrimonio y,
consecuencialmente la prohibición o, si se prefiere, la imposibilidad legal de la
celebración del matrimonio entre dos hombres o entre dos mujeres.
Ahora bien, es precisamente este último estatuto legal el que nos ha servido de
base para la consideración jurídica de la afectividad, toda vez que el legislador la
consideró como requisito para la válida celebración del Acuerdo de Unión Civil (AUC),
al prescribir la Ley Nº 20.83096 que el propósito de este pacto civil es "regular los
efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común", aludiendo a la pareja de
individuos que lo suscriben.
C II L
§ Identidad sexual. Distinción binaria. Cabe señalar también que los seres humanos
nacen con una identidad genética propia, heredada de sus padres, la cual no cambia
durante toda su vida101. Dicha información genética es la responsable del desarrollo
de características diferentes en el hombre y en la mujer, conocido como dimorfismo
sexual, conformando en cada caso una identidad personal marcada por la
coincidencia entre el sexo cerebral y psicológico con el corporal en cada individuo,
pero en la que también inciden factores sociales que contribuyen a definir a través del
tiempo una identidad —que llamaremos de género— marcada por acciones y
símbolos que la configuran y que se traduce en "un sentimiento de pertenecer a un
determinado sexo, biológica o sicológicamente"102. Debe, asimismo, distinguirse de
la noción de orientación sexual, que es la preferencia sexual del individuo establecida
principalmente en la adolescencia, la que puede ser homosexual, heterosexual,
bisexual y otras diversas expresiones contemporáneamente identificables
principalmente en la dimensión de género103.
De esa frontera entre lo público y lo privado emanarían todas las dicotomías y los
binomios sobre los que se alzará la experiencia histórica de la modernidad:
hombre/mujer, masculinidad/feminidad, viril/afeminado,
heterosexualidad/homosexualidad, verdad/mentira, secreto/revelación,
sensibilidad/insensibilidad, normalidad/anormalidad, social/asocial,
correcto/incorrecto, bueno/malo. Por lo tanto, según Vélez-Pellegrini, constituye "la
dicotomía a partir de la cual se construirán los mecanismos de inclusión y de
exclusión de los individuos en la comunidad política y la sociedad civil"106.
Los factores presentes en la fuerte valoración de este tema serían, en primer lugar,
la fuerte presencia del discurso neomarxista europeo, especialmente en la figura de
Marcuse, que resaltaba el presupuesto ideológico ya presente en la obra de Engels,
referido a la necesidad de la desaparición de la concepción de las relaciones de
pareja basadas en la definición matrimonial burguesa, monogámicas y defensora del
statu quo, para avanzar así en la supresión del orden normativo de dominación sobre
las mayorías por parte de minorías dominantes.
En segundo lugar, surgió con gran vigor una idea de la sexualidad y la afectividad,
incubada desde principios del siglo XX, que destacaba la presencia relevante de los
sentimientos, cuyo honesto reconocimiento determinaba las consecuentes conductas
basadas en la autenticidad y la sinceridad, por sobre marcos estructurales impuestos
por generaciones históricamente dominantes y que reprimían la libertad esencial del
ser humano para adoptar y seguir su propio derrotero.
En este punto, cabe destacar una de las afirmaciones centrales de la teoría sexual
de Freud, en el sentido que "los distintos individuos humanos realizan la imagen
general del ser humano en variedades de casi infinita multiformidad". La conclusión, a
partir de lo dicho, es la imposibilidad de la pretensión de normar jurídicamente las
conductas sexuales en la relación de pareja en función de una ilusoria normalidad
públicamente compartida, pues lo real es que la normalidad en términos de estándar
moralmente compartido no es posible, lo que unido a igual multiformidad de los
afectos impide establecerlo como requisito para la aceptación de su validez civil. De
aquí que, en definitiva, solo puede erigirse el vínculo civil sobre la base determinada
por alguna de las siguientes finalidades: la objetividad que brinda el compromiso de
unión para el propósito inmediato de la procreación y mediato de la formación de una
familia, o la voluntad de convivencia y ayuda mutua para la conformación social de la
pareja. En ambos casos, afecto y vida sexual deben permanecer resguardados en la
intimidad de los sujetos y con inmunidad de coacción frente al Estado.
§ Ideología de género. La noción de género tiene que ver con aspectos de origen
social, que refieren a lo que se espera de una persona por tener una determinada
forma corporal, y que involucra roles y pautas de comportamiento socialmente
condicionados111. La ideología de género sostiene que el modo de relación entre las
personas estaría basado no en el sexo biológico, sino en una "construcción" del sexo
psicológico que todo sujeto realiza en una sociedad y cultura determinadas,
identificada con las imágenes ideales formada de los demás. En esta perspectiva, el
sexo biológico adquiere la connotación de algo "puramente neutro, plasmable en
diferentes maneras, sin incidencia alguna en la identidad del género de la persona, el
cual viene a ser susceptible de recibir distintas modalidades de inclinación. Ser
hombre o mujer no depende en modo alguno del sexo, sino del modo como uno
quiera situarse en una sociedad concreta en relación a la cultura y educación
recibidas"112. Analizaremos en profundidad esta materia en el capítulo siguiente.
A partir de la concepción integral del estudio del derecho matrimonial, vale decir, del
análisis de las materias que lo integran y considerando la imbricación de las fuentes
formales y materiales, en el caso de esta obra la incidencia de la afectividad y la
sexualidad en los institutos del matrimonio, el acuerdo de unión civil y materias
anexas, se ha sostenido la existencia de una evolución de la juridificación de la vida
afectiva, centrada en el reconocimiento legal de las dos afirmaciones siguientes.
5. Homosexualidad116
Cabe destacar que, entre 1998 y 2004, a lo menos diez personas solicitaron que su
nombre y sexo registral fuera cambiado, todo ello motivado por sentencias que
marcaron tendencia en el sentido que para solicitar el cambio registral bastaba la
autopercepción de género de la persona solicitante, sin requerir obligadamente la
intervención quirúrgica. Posteriormente, un promedio de ocho personas anualmente
solicitaron dicho cambio, aumentando progresivamente a contar de 2013 hasta
alcanzar una cantidad extraordinaria el año 2018, con 193 casos145.
Esta normativa debe ser concordada con la Ley Nº 20.609151, conocida como Ley
Zamudio, que sanciona la discriminación basada en sexo, orientación sexual e
identidad de género, instaurando un mecanismo judicial que permita restablecer el
imperio del derecho toda vez que se cometa un acto de discriminación arbitraria,
entendiendo por tal toda distinción, exclusión o restricción que carezca de justificación
razonable, efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause privación,
perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales
establecidos en la CPR o en los tratados internacionales, incluyendo entre otros,
aquellos que se funden en motivos como el sexo, la orientación sexual y la identidad
de género152.
T II E -
C IP ,
1. La persona en pareja
2. Formas de convivencia
Todos los elementos anteriores han permitido confluir en una visión social
contemporánea muy compartida y valorada de la unión de pareja, cuyo sistema ideal
de consolidación es el matrimonio, con un núcleo constituido por una relación
personal e íntima entre los cónyuges, a la cual tiende a denominarse de forma muy
amplia como afecto o, específicamente, amor. Junto a esta modalidad idealizada y
privilegiada jurídicamente de unión de la pareja, coexisten otras realidades más o
menos formalizadas como las uniones civiles no matrimoniales y las meras uniones
de hecho, configurando una diversidad de modelos identitarios de pareja y de familia
que exigen un grado mayor de flexibilidad jurídica y el reconocimiento a los individuos
de la capacidad y la posibilidad legal de elegir entre distintas formas jurídicas que
tutelen la relación de pareja, que consideren también de un modo más natural las
formas familiares emergentes155.
C II L
1. Aspectos generales
Se pueden definir como la unión duradera, exclusiva y estable de dos personas, del
mismo o diferente sexo, que poseen capacidad suficiente, y que con ausencia de toda
formalidad y desarrollando un modelo de vida en comunidad como cónyuges,
cumplen espontánea y voluntariamente los deberes de responsabilidad y solidaridad
recíprocos, compartiendo con el matrimonio similitudes en los fines de auxilio mutuo y
convivencia, y, cuando se trata de convivientes de distinto sexo, también la finalidad
de procreación159.
Sin perjuicio de sus semejanzas, la diferencia esencial de las uniones de hecho con
el matrimonio y el acuerdo de unión civil, radica en la calidad del compromiso civil,
que en el matrimonio se orienta a consagrar social y jurídicamente una unión
perpetua, de por vida, caracterizada por la indisolubilidad del vínculo, que al menos
debe ser entendida como indisponibilidad de su término por parte de los cónyuges, en
tanto que en la unión de hecho y otras formas similares, la unión de la pareja tiene por
base de sustentación un compromiso externamente precario o el mero hecho de la
convivencia. Asimismo, el matrimonio goza de una legitimación social y jurídica que
nace en el momento de su celebración, amparando la realidad conyugal y familiar que
surge de dicho acto, en tanto que la unión de hecho surge en la marginalidad social y
jurídica y se desarrolla en la desprotección jurídica160.
§ Causas de las uniones de hecho. Respecto de las causas que provocan o facilitan
las uniones de hecho, existe un número apreciable de estudios que entregan variados
fundamentos para las distintas motivaciones que concurren en quienes se unen
fácticamente como pareja. Algunos son de carácter social, como el temor a disgustar
al entorno familiar o social inmediato, al elegir pareja en otra clase social, raza o
grupo religioso, en tanto que otros son de carácter legal, al existir matrimonio
precedente no disuelto. A estas causas se suman razones económicas e ideológicas,
sostenidas en este último caso por quienes sustentan la búsqueda del amor libre.
Parte importante de las parejas que conviven lo hacen por la imposibilidad legal o
económica de contraer matrimonio, siendo este factor cada vez menos incidente en la
magnitud del fenómeno, especialmente en las parejas jóvenes.
Otros casos cada vez más frecuentes, tal como ocurre en Europa, dan cuenta de
motivaciones de carácter económico, entre las que se cuenta el temor de perder
alguna prestación social del Estado, como ocurre por ejemplo en el caso de los
montepíos o asignaciones asistenciales, o la eventualidad de sufrir un perjuicio fiscal
derivado de mayores impuestos, originado en el cambio de su estado civil. O,
sencillamente, que la disposición de recursos financieros de la pareja es tan
insuficiente y precaria, que les impide enfrentar el estado matrimonial y sus
responsabilidades anexas.
Por tanto, son dos las situaciones posibles que es necesario distinguir: la regulación
de los efectos de la ruptura de una unión de hecho y el régimen legal de una unión
diferente al matrimonio.
C III U
1. Pactos de unión civil de la pareja. Aspectos generales
La tutela legal de las convivencias entre personas del mismo sexo se ha basado en
un triple presupuesto: en primer lugar, la posibilidad real de la existencia de una
comunidad de vida entre personas del mismo sexo, fundada en relaciones afectivas,
de asistencia y de solidaridad similares a las que se aprecian entre personas de sexo
contrario; en segundo lugar, y como su derivación lógica, se ha expuesto que la
ausencia de garantías para este tipo de convivientes se traduce en una discriminación
ilegítima fundada en la orientación sexual, incompatible con lo dispuesto en la Ley
Zamudio180; en tercer lugar, la licitud de la orientación homosexual del individuo
conduce necesariamente a la licitud de las acciones personales en tanto sujeto.
Sin embargo, una de las diferencias principales entre el derecho de familia chileno y
otros regímenes legales extranjeros que abordan las relaciones de pareja es el
reconocimiento jurídico restringido de las relaciones afectivas y de la convivencia
entre personas del mismo sexo, negando hasta el momento la posibilidad legal de
celebración del matrimonio en ausencia del requisito de diversidad de sexo de los
contrayentes. Esta imposibilidad legal se evidencia en la mantención intacta de la
definición contenida en el artículo 102 del Código Civil, el cual prescribe que el
matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual
e indisolublemente, y por toda la vida, impedimento reforzado por la norma contenida
en el artículo 80 de la LMC que prescribe que los requisitos de forma y fondo del
matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de su celebración. Así, el
matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del mismo
país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en territorio
chileno, "siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer". Tal
conclusión, además, es prácticamente unánime en la doctrina181.
C IV E .S
Sin perjuicio de lo dicho, una perspectiva con mayor profundidad obliga a efectuar
ciertas distinciones relevantes. Por lo pronto, cabe advertir que en el concepto de
matrimonio se cobijan dos nociones que, siendo usualmente confundidas o
sintetizadas por la doctrina, poseen una entidad diferenciada. Por una parte, el pacto
o alianza matrimonial, entendida como un acto recíproco de voluntad de los
contrayentes, es el punto de partida, producido en un instante, que da origen al
vínculo o estado matrimonial, el cual por su propia naturaleza perdura en el
tiempo183.
Si asumimos la distinción entre el acto que da origen al matrimonio y el estado que
se constituye a partir de dicha acción, tras la celebración matrimonial se origina un
estado de vida marcado por la convivencia conyugal, el cual se convierte en estado
civil cuando es regulado por el derecho. Constituye, por tanto, objeto de interés del
derecho de familia, del derecho sucesorio, del derecho de los contratos, de la
seguridad social y del derecho tributario, por citar perspectivas disciplinarias
propiamente jurídicas.
Pero, como sostiene Castilla Barea, en cuanto motivación, "es cierto que pueden ser
variados los intereses que muevan a dos personas a contraer matrimonio entre sí,
sobre todo cuando ya han alcanzado una cierta edad: estabilidad y suficiencia
económica, búsqueda de un concreto estatus social, mutua compañía, apoyo
psicológico y afectivo, etc. Pero de entre todas las causas que puedan contemplarse,
el enamoramiento continúa siendo el gran motor que impele a las personas a contraer
matrimonio"191.
Las críticas a esta concepción jurídica han centrado sus reparos en la profusa y
ramificada regulación del mismo, que constriñe en exceso la autonomía de la
voluntad, como principio de la contratación, en no tener un carácter estrictamente
patrimonial y por implicar una cierta manera de justificar la intervención del Estado en
el matrimonio. Se responde que no es el único contrato afectado por restricciones en
nombre del interés público, como algunas relaciones jurídicas respecto de cuya índole
contractual no se duda, y si aún subsistiera algún reparo, este puede ser definido
como un contrato de derecho de familia203.
Esta visión del matrimonio se ha mantenido hasta época muy reciente, expresado
en la actual noción de negocio jurídico bilateral, que entiende al contrato como
productor de relaciones jurídicas entre acreedor y deudor. Sin embargo, la adopción
cuando no recepción en el derecho canónico de la noción de contrato aplicado al
matrimonio tuvo un efecto no deseado al favorecer una visión excesivamente
objetivista del matrimonio, traducida muchas veces en la relatividad del contenido de
la relación matrimonial, lo que a su vez ha permitido el predominio de la ideología
dominante en el legislador o simplemente el reconocimiento tácito o expreso del
derecho de los contrayentes para integrarlo a voluntad. Esta situación, en definitiva,
determinaría el abandono de la terminología civil de contrato por el Código de
derecho canónico, sustituyéndola por la de consorcio, más cercana a la perspectiva
religiosa asumida luego de la realización del Concilio Vaticano II204.
Sobre esta base, el vínculo matrimonial deja de ser una relación contractual en
sentido estricto, para adquirir los caracteres de una extendida red de prerrogativas,
facultades, potestades, cargas y deberes. Como se ha sostenido, el matrimonio "es
un instituto de orden público, porque el interés que en él se tutela no es el particular o
individual de quienes lo forman, sino un interés superior. El de la familia; siendo ésta
la célula de la sociedad, el matrimonio es también de orden y trascendencia social y
ya no meramente privado"210. El matrimonio, en esta perspectiva, puede
considerarse un conjunto de reglas impuestas por el Estado, al que los individuos sólo
adhieren, sin posibilidad de modificarlas, y en que los efectos no dependen de su
voluntad sino del Estado. En este sentido, serían normas de derecho público y, por
tanto, no disponibles211. La justificación de la postulación del carácter institucional del
matrimonio radicaría en fundar con solidez la exigencia de indisolubilidad212.
Sin embargo, el estado matrimonial que tiene lugar entre el acto jurídico que
constituye jurídicamente el matrimonio y aquel que declara su extinción pierde las
características contractuales expresadas en la disponibilidad abierta a los cónyuges,
adquiriendo los caracteres propios de una institución, que apunta claramente a
sustentar y reforzar la función familiar que justifica el favor iuris del que goza el
matrimonio.
Respecto del adulterio, la ley judía considera como tal la acción de sostener
relaciones sexuales entre una mujer prometida o casada y un hombre que no es su
marido, excluyendo de esta figura la relación sexual entre un hombre casado y una
mujer soltera, pues no se la considera técnicamente adúltera. El adulterio se
encuentra prohibido en el decálogo, prescribiéndose como sanción en la antigüedad
la muerte, aunque parece que en la práctica el adúltero tenía la posibilidad de pagar
una compensación en su lugar247. Contemporáneamente, según la ley rabínica, a
una mujer que comete adulterio se le prohíbe tener relaciones sexuales tanto con su
marido como con el adúltero. Si se trata de la mujer de un sacerdote, se le prohíbe
también, aunque el acto sexual se haya cometido contra su voluntad. La ley judía
prescribe un elaborado procedimiento para determinar si una mujer sospechosa de
cometer adulterio es culpable. Los hijos de relaciones adúlteras "son considerados
mamzerim y como consecuencia sufren determinadas desventajas ante la ley
judía"248.
Los matrimonios que sean celebrados conforme a la ley judía sólo pueden ser
disueltos por la muerte de uno de los cónyuges o por el divorcio obtenido en
conformidad con el derecho judío. De esta manera, si un hombre y una mujer han
contraído matrimonio según la tradición judía y luego deciden disolver su matrimonio
conforme a ella, deberán acudir al divorcio religioso o repudio, en cuyo caso el marido
deberá entregar un documento a la mujer, denominado guet, y esta debe recibirlo. "Se
trata de un acto estrictamente personal y privado —como lo es también la celebración
del matrimonio judío— a diferencia del divorcio civil, en el que son el juez o la
autoridad competente los que disuelven el matrimonio"249.
El otorgamiento del guet solo corresponde al marido, sin expresión de causa, ya que
si bien en algunos periodos históricos se justificó en una causal, estas tenían
naturaleza moral y su ausencia no afectaba la validez del acta de repudio. Sin
perjuicio de lo anterior, sí concurren ciertas circunstancias que condicionan la
procedencia del divorcio, a saber, que el hombre haya acusado falsamente a la mujer
de tener relaciones sexuales antes de los esponsales o que haya sido obligado a
casarse por causa de una violación precedente al momento del matrimonio.
El derecho islámico, pese a tener una matriz común, admite múltiples diferencias
derivadas no solo de las distintas escuelas islámicas, sino también de la sociedad en
que impera, reflejadas igualmente en diferentes derechos nacionales, con caracteres
propios, como ocurre con el código marroquí —Mudawana— que se mantiene fiel a la
interpretación del derecho musulmán clásico de la escuela Malekita; o como el caso
de Argelia cuyo código de familia es fiel a la tradición y más apegado a la sharía; o el
caso de Túnez, que ha modernizado su legislación y el código del estatuto personal,
estableciendo la igualdad entre los cónyuges, prohibiendo la poligamia y consagrando
un divorcio obligatoriamente judicial a partir de la reinterpretación de la sharía. En
todos los casos la adopción no está permitida por razones fundamentalmente
religiosas256.
Los requisitos formales del matrimonio islámico implican que se debe manifestar el
consentimiento cumpliendo los requisitos formales prescritos por la ley (presencia de
dos testigos aptos: púberes, en uso de sus facultades mentales, musulmanes y
varones, o bien un varón y dos mujeres)272.
Esta transmisión valórica y, por sobre todo, la protección jurídica del soporte
económico que posibilita la continuidad temporal de los grupos cuya influencia es
socialmente dominante, es cuestionada recurrentemente, en especial cuando se
percibe que, muchas veces, se tiende por esta vía a la conservación de privilegios
individuales y grupales, como ocurre en el caso paradigmático de la transmisión de la
herencia a los hijos legítimos. A partir de esta base, se suceden críticas a las formas
jurídicas del matrimonio, a su privilegio jurídico correlativo e, incluso, al propio
reconocimiento de la institución matrimonial, la que requiere progresivamente ser
justificada, frente a la creciente aceptación y valoración social de las uniones de
hecho, revestidas de un hálito de compromiso libre que se liga en forma casi natural
al estado afectivo que les dio origen.
Asimismo, debe enfrentar por los flancos los intentos por privatizar el contenido del
contrato, que lo asimilan sin restricciones a los negocios patrimoniales y dejando en la
esfera del orden público, solo las formalidades que publicitan su existencia, sin
guardar un particular respeto a un contenido determinado.
Así, ante esta perspectiva liberal, susceptible de ser calificada como utilitarista, un
sector de la doctrina postula que la sociedad, legítimamente puede fijar las relaciones
entre sujetos de ambos sexos, con la finalidad de controlar la descendencia y la
producción de bienes, mediante la organización del matrimonio, el que ha tenido en
todas las épocas dos finalidades características: el de aseguramiento de la
descendencia, a la vez que el control de las relaciones sexuales, y el asistencial, para
todos los miembros que pertenecen a una misma familia281.
Los pactos prenupciales en prevención de una eventual ruptura futura, sin duda
constituyen un tema de alta complejidad que encierra la necesidad de una toma de
posición sobre cuestiones difíciles de consensuar, como la perspectiva ética de
suponer la posibilidad de una ruptura en el marco de una institución orientada hacia la
perpetuidad del compromiso, de anticipar a los contrayentes un escenario
objetivamente negativo y que, salvo una clara autorización judicial en reserva de los
principios informadores del derecho matrimonial, podría derivar ineludiblemente en
una afectación de la igualdad de los cónyuges. Por otra parte, los nuevos modelos de
familia y de la pareja que le sirve de base, dan cuenta de un potenciamiento de la
valoración de la autonomía de la voluntad y de la progresiva privatización de los
negocios, especialmente cuando se trata de una pareja de iguales y, finalmente, que
rompería el principio de libertad contractual y chocaría con toda la concepción
autonómica del derecho privado. Es sintomático, además, que toda la imposibilidad
histórica de pactos de esta naturaleza ha tenido como supuesto invariable el hecho de
la desigualdad jurídica de la mujer, situación prolongada latamente hasta las reformas
recién producidas a finales del siglo XX, que le han reconocido o restituido la
capacidad de obligarse por sí misma, sin depender del marido para cuestiones
consideradas como básicas en el campo de la vida jurídica.
Asumiendo hipotéticamente la libertad de pactar por parte de los cónyuges, con las
prevenciones y limitaciones ya indicadas, cabe preguntar si existe ahora posibilidad
legal de suscribir pactos referidos a la ruptura del matrimonio. Desde el punto de vista
teórico de la contratación, no habría impedimento en pactar en el momento de la
celebración, pero el legislador restringe dicha posibilidad meramente al régimen
económico y no las consecuencias de una futura ruptura. Sin embargo, ya el
legislador extendió la facultad de autorregulación de los cónyuges en el momento que
incluyó la posibilidad de pactar el régimen futuro entre ellos y respecto de los hijos
con ocasión del convenio regulador establecido en el artículo 21 de la LMC y también
de la compensación económica, aunque luego requiera la aprobación judicial. Se dirá
que la diferencia radica en que aquí la crisis ya se produjo, pero por lo mismo, en
contrario podría alegarse que es mejor enfrentar las consecuencias de la misma de
una manera prevista más racional y calmada, y no frente a la situación aguda de la
crisis y separación conyugal. En definitiva, superados estos escollos de admisibilidad
general, cabe preguntarnos sobre cuáles pactos o sobre que materias sería posible
plantearlos. Esto lleva a dilucidar cuáles materias exceden el campo de la
disponibilidad privada y transitan hacia el ámbito de lo público, en que la misma
noción de orden público impediría su existencia.
En tal sentido, podríamos considerar los pactos sobre las causas legales de
separación y divorcio, en que cabe no solo la posibilidad de reducción de plazos, que
afecta en todo caso el orden público, sino particularmente el equivalente al covenant
marriage, es decir el convenio en que se renuncia anticipadamente a la posibilidad del
divorcio civil o que se limitan las causales a circunstancias especialmente graves
como el adulterio flagrante, los abusos graves y el abandono, excluyendo por ejemplo
la posibilidad de demandar unilateralmente el divorcio, lo que en Chile, al ser
planteado en la discusión parlamentaria, fue rechazado por afectar la libertad futura
de los cónyuges y su correspondiente imposibilidad práctica,
Respecto de los pactos relativos a la vida futura de los cónyuges, su sola posibilidad
colisiona con el ius connubii, como ocurre en una eventual pretensión de prohibir un
matrimonio futuro con una determinada persona o en general, o con otra persona del
mismo sexo en el caso del pacto de unión civil. En cuanto a los pactos relativos a los
hijos, asumiendo el principio del interés superior del niño se podría plantear un
eventual derecho de los padres para velar por su futuro, más allá de los alimentos y
relación directa, además de temas como la educación básica y media (tanto religiosa
como laica), la prohibición del trabajo juvenil, el uso a los medios electrónicos, la
limitación de los traslados y residencia de los hijos, el tipo de convivencia o relación
con los acompañantes del progenitor que vive con ellos, la vida en una determinada
ciudad o país, los pactos relativos al uso de la vivienda familiar y en general los
pactos de orden económico —que son los que concitan una mayor aceptación en la
doctrina y la jurisprudencia comparada— en que regiría la libertad contractual siempre
que no afecte el orden público, como por ejemplo en la renuncia anticipada de la
compensación económica, expresamente vedada299.
8Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 19.
9Cfr. M M , Mercedes, Matrimonio y convivencia en pareja en el ámbito de la Unión
Europea, Dykinson, Madrid, 2006, p. 31.
10Según Hernán Corral, la tesis contractualista resurge de la mano de las corrientes filosóficas
románticas y del materialismo marxista, encontrándose el origen moderno de la concepción romántica
del matrimonio en la obra de Fichte, en 1796, quien sostuvo: "Llega a producirse un intercambio de
corazones y de voluntades". (C , Hernán, Familia y Derecho, Universidad de los Andes, Santiago
de Chile, 1994, p. 76).
12Cfr. R , Víctor y M , Josep, Curso de derecho matrimonial, Marcial Pons, Madrid, 1995,
pp. 13 y 17.
14Rawls, citado y comentado en R -T , Pablo, "Un lugar para el amor en el Estado liberal", en
Anuario de Filosofía Jurídica y Social. Homenaje a Norberto Bobbio, Edeval, Valparaíso, 1990, p. 31.
16Cfr. R -T , Pablo, "Un lugar para el amor en el Estado liberal", en Anuario de Filosofía
Jurídica y Social. Homenaje a Norberto Bobbio, Edeval, Valparaíso, 1990, p. 30.
18Ibidem, p. 30
20Cfr. José Noriega, siguiendo a J. Mourox y A. Scala, en N , José, El destino del eros.
Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid, 2005, p. 19.
21Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 20.
22Vide F , Erich, El arte de amar, trad. N. Rosenblatt, Paidós, Buenos Aires, 2011, pp. 27 y 28.
23Vide D -P , Luis, Familia y Derecho, Civitas, Madrid, 1984, p. 31. Asimismo, sobre la
interrelación e interacción entre la evolución de las concepciones sociales y el derecho de familia,
considérese M A , Carlos, "El Derecho de Familia en el mundo occidental: entre la
deconstrucción y la reconstrucción", en Acuña, Marcela y Del Picó, Jorge (ed.), Estudios de Derecho
Familiar III, Editorial Universidad de Talca, Talca, 2017, p. 19.
24Citado en G , Robert P., Entre el Derecho y la moral, trad. P. Izquierdo, Pontificia Universidad
Javeriana/Fundación Maiestas, Bogotá, 2009, p. 228.
25El afecto es definido por el Diccionario de la Lengua Española, en primer lugar, como "cualquiera
de las pasiones del ánimo, como ira, amor, odio, etc.", para añadir en seguida que "tómese más
particularmente por amor o cariño", siendo el cariño aquella "inclinación de amor o buen afecto que se
siente hacia una persona o cosa". Por su parte, el amor se define como "sentimiento que mueve a
desear que la realidad amada, otra persona, un grupo humano o alguna cosa, alcance lo que se juzga
su bien, a procurar que ese deseo se cumpla y a gozar como bien propio el hecho de saberlo
cumplido", con una segunda acepción de "atracción sexual". En el orden de las costumbres, estas tres
palabras, en su acepción semejante, representan prácticamente tres grados de intensidad, que van
desde el afecto, que sería el grado inferior, a cariño, grado medio, y termina en amor, que es el grado
de intensidad superior. La realidad es que, cuando de matrimonio se trata, se habla de amor y no
simplemente de cariño y mucho menos de afecto. Pero, en fin, la terminología latina ha venido en
auxilio de la timidez jurisprudencial y es el afecto el que ha cobrado carta de naturaleza de un
elemento, definido como tan consustancial con el matrimonio, que su ausencia o pérdida justificaba la
separación legal, bajo el imperio de los antiguos arts. 81 y 82.8 (Cfr. Z S -
E , Luis, El matrimonio y los nuevos modelos de familia, Wolters Kluwer/Bosch, Madrid, 2019,
pp. 153-154).
26En concordancia con lo expresado por Duch y Melich y consignado en nuestro artículo "La
motivación afectiva como elemento...", cit., p. 515.
27Cfr. R D , Leonardo, La primacía del amor. Estudios sobre la ética y ala antropología
de Max Scheler, Avarigani Editores, Madrid, 2019, pp. 19, 20, 32 y 37.
32S , José, Derecho matrimonial, Marcial Pons, Madrid, 2017, 3ª ed. p. 18.
33Su contenido, en la doctrina cristiana contemporánea, implica que "amar es considerar de manera
completa a la otra persona, apreciarla, cuidarla, estar pendiente de ella, alegrarse en las alegrías y
compartir sus tristezas para disminuirlas". Vide D I , Jokin et alii, "Relación afectiva y apego en el
noviazgo", en Bañares, Juan, y Bosch, Jordi (ed.), La formación de la voluntad matrimonial: anomalías,
patologías y normalidad, Eunsa, Pamplona, p. 134. Sin embargo, destaca sobremanera y da cuenta
integralmente de la visión cristiana sobre el amor de pareja, la de Benedicto XVI, quien, asumiendo el
problema de lenguaje y la variedad semántica del término, destaca como arquetipo por excelencia, "el
amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma, y en el
que se le abre al ser humano una promesa de felicidad que parece irresistible, en comparación del cual
palidecen, a primera vista, todos los demás tipos de amor". Carta Encíclica Deus Caritas Est, Librería
Editrice Vaticana, Ciudad del Vaticano, 2006, p. 2. Por su parte, también existe una recepción liberal
contemporánea, presente en Rawls y destacada entre nosotros por Ruiz Tagle, en la cual aquel autor
señala que el amor es el "deseo de desarrollar el bien de otra persona así como el amor propio de esa
persona puede requerirlo" (Rawls, en R T , cit., p. 30).
36Cfr. B , Jaime, El humanismo judío, AMIA, 1981, Buenos Aires, pp. 22-23.
37Cfr. F , Erich, El arte de..., cit., p. 13. En el mismo sentido, pero algunos años antes, Carlos
Marx resaltó que en otra dimensión el amor es dar más que recibir, concluyendo en la siguiente
afirmación: "Si amamos sin producir amor, es decir, si nuestro amor como tal no produce amor, si por
medio de una expresión de vida como personas que amamos, no nos convertimos en personas
amadas, entonces nuestro amor es impotente, una desgracia" (M , Carlos, Economía Nacional y
Filosofía, 1943, en F , Erich, cit., p. 43).
38Cfr. V , Marciano, Diccionario de ética teológica, Verbo Divino, Estella (Navarra), 1981, p. 122.
39En palabras de Martínez de Aguirre, "amor inicialmente referido al momento constitutivo del
matrimonio (el matrimonio ha de serlo por amor) pero que propaga más tarde su eficacia a toda la vida
del mismo, de forma que el fin —la desaparición— del amor vendría a justificar el fin —la desaparición
— del matrimonio" (M A , Carlos, Diagnóstico sobre el Derecho de Familia, Rialp,
Madrid, 1996, p. 35).
42R , Víctor y M , Josep, Curso de Derecho Matrimonial, Marcial Pons, Madrid, 1995,
p. 20.
44P , Octavio, La llama doble. Amor y erotismo, Seix Barral, Barcelona, 1993, pp. 12 y ss., en
concordancia con D , Lluís y M , Joan-Carles, Ambigüedades del amor, Trotta, Madrid, 2009,
p. 18.
45Esta condición ha supuesto que, históricamente, el erotismo haya sido perseguido en la sociedad
occidental, probablemente como herencia del culto a la castidad marcado por el cristianismo, como
mala heredera del platonismo antiguo (Cfr. D , cit., p. 225). El cristianismo ha sido considerado
"como el responsable de la represión de la sexualidad y de la imposición de una moral estricta que
demonizaba el placer y lo hacía pecado". Vide D , cit., p. 227. "En general se acostumbra a hacer
tres críticas al cristianismo: en primer lugar, se dice que fue el que impuso en las sociedades antiguas
la monogamia; en segundo lugar, fue el que asignó como función exclusiva de la sexualidad la
reproducción; finalmente, como consecuencia de los dos motivos anteriores, comenzó una
descalificación del placer sexual (y, por lo tanto, del erotismo)". Vide D , cit., nota 189, p. 227.
47N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 20.
48Cfr. Scheler, referido en R , Leonardo, La primacía del..., cit., pp. 109, 131, 135.
49N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 20.
50N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 20.
51En el Derecho matrimonial español, como fuente comparada, la motivación afectiva no se suele
tener en cuenta en la definición, ni entre las propiedades del matrimonio o sus fines, y su falta,
evidentemente, no determina la nulidad del acto, pese a lo cual durante la vigencia de la reforma legal
de 1981 —esto es, desde el 7 de julio de 1981 hasta el 8 de julio de 2005— ha ido cobrando una
trascendencia jurídica hasta entonces impensada. La ley exigía una causa para que los Tribunales
acordaran la separación conyugal, en defecto del mutuo acuerdo de los esposos, que, incluso,
inicialmente, debía venir acompañada del correspondiente convenio regulador. Sin ella, había que
denegarla, como así ocurrió, especialmente en los primeros años de la vigencia de la ley. Por otra
parte, este sistema era heredero del anterior —tanto el canónico como el civil— y en ella la separación
procedía cuando existía una infracción de la normativa matrimonial. Quizá fruto del sentimiento que fue
tomando cuerpo hasta desembocar en la reforma de 2005 —en el sentido de que debía accederse a la
separación, aunque no concurriera una de las causas establecidas en los artículos 81 y 82 CC—,
empezó implantarse la teoría de que concurría causa suficiente cuando no existía, se había perdido o
había desaparecido el afecto conyugal, o, mejor, en latín, el affectio maritalis, en recuerdo de sus raíces
romanas (Cfr. Z S -E , Luis, El matrimonio y los nuevos modelos de familia,
Wolters Kluwer/Bosch, Madrid, 2019, pp. 153-154).
52En tal sentido, Díez-Picazo destaca que "la función del ordenamiento jurídico en relación con los
institutos familiares puede ser muy diversa. Probablemente, tan diversa como lo sea en otros sectores
del ordenamiento, aunque esa diversidad se haga aquí más agudamente presente. Es posible hablar
por ello de un pluralismo funcional y de una serie de funciones asignadas al ordenamiento jurídico en
relación con la familia, que no guardan siempre la debida coordinación" (D -P , Luis, Familia y
Derecho, Civitas, Madrid, 1984, p. 31).
55R , George, y B , Jean, Tratado de Derecho Civil, tomo IV, Las Obligaciones primera
parte, según el tratado de Planiol, La Ley, Buenos Aires, 1964, p. 187.
57Cfr. S , Eduardo, Separación personal y divorcio, t. I, La Ley, Buenos Aires, 2004, segunda
edición, pp. 85 y 86.
63M. A. D P , "No hay ningún indicio que muestre que la defensa anti-divorcio frena la
transformación de la condición de la pareja", en C. F G -S , Debate sobre el divorcio,
Santiago de Chile 2001, Planeta, p. 51. En una aproximación desde la psicología, el amor exige una
preparación y una capacidad que no todo el mundo posee, porque puede que alguien ejerza su
capacidad amorosa con una persona mejor que con otra. Se da un acuerdo inconsciente en la pareja, a
veces muy complicado, que está compuesto de la fuerza que permite juntarse o separarse. Además, no
será realmente efectiva hasta la madurez. Entre los modelos de amor humano, pareciera estar
comprobado que "existe uno mediático que en lugar de romántico es impulsivo, infantil e inmaduro, en
el cual la elección de la pareja responde a una necesidad de juntarse y pasarlo bien en lugar del 'para
siempre'. Los separados dicen que es preferible no hablar nunca mal de tu ex pareja porque en algo se
parece a ti, que hay una parte tuya que dejaste en ella". M. A. D P , en C. F G -S ,
Debate sobre el divorcio, cit., p. 51. La inestabilidad del matrimonio basado en el amor, el modelo
actualmente dominante, es destacado por Coontz, quien acusa en su dominio cultural y social a contar
de los últimos treinta años, una de las causas de la crisis del matrimonio. Considérese al respecto L.
M V C , El concepto de matrimonio en el Código Civil, Pamplona 2008,
Aranzadi, pp. 20 y ss. Una cita crítica, muy gráfica, refiere a Puig Peña, quien señala: "No todo en el
matrimonio es el amor; aquel persigue algo más que la felicidad fácil de los cónyuges: subordina
nuestro afán personal a fines trascendentales y fija y asegura algo que de suyo puede ser débil y
efímero ante las contrariedades y desencantos de la vida" (M. L. M , Familia, matrimonio y
divorcio, cit., p. 157). Los temores envueltos en el recelo para reconocer relevancia jurídica al amor en
el matrimonio, también en perspectiva canónica, son descritos en M. L A y R. N -
V , Curso de Derecho Matrimonial canónico y concordado, Madrid, 2001, 6ª ed., Tecnos, pp. 92 y
93.
64Cfr. M. L. M , Familia, matrimonio y divorcio, cit., p. 157. Este autor, sobre la materia, remite a
L L , El derecho y el amor, pp. 131 a 134. Asimismo, en la nota de referencia, Mizrahi
refiere una interesante remisión al Anteproyecto de Reformas al Código Civil argentino, en cuyo artículo
450 se establecía que "el matrimonio impone a los cónyuges una comunidad de vida y afectos".
65Otros autores, sin embargo, sostienen que el amor se mantiene e incrementa durante el
matrimonio, pues la atracción física y el sentido romántico que existe cuando se contrae matrimonio
desaparece, para ser reemplazado con los años de matrimonio por una relación más profunda y
racional. Cfr. J. M. E G H , "Establecer la posibilidad del divorcio es
terminar con una de las bases fundamentales del matrimonio: su unidad e indisolubilidad", en C. F
G -S , Debate sobre el divorcio, Santiago de Chile 2001, p. 97.
66Jemolo destaca, a propósito de la eminencia formal del acto celebratorio, que "el oficial civil no
ejerce siquiera el mínimo de apreciación que ejercita el notario cuando considera si un acto cuya
estipulación se le pide es o no contrario al orden público o a las buenas costumbres, por lo que se
niegue a autorizarlo" (J , Carlo, El matrimonio, trad. S. Sentís y M. Ayerra, JEA, Buenos Aires,
1954, p. 44.
67Cfr. R -T , Pablo, "Un lugar para el amor en el Estado liberal", en Anuario de Filosofía
Jurídica y Social. Homenaje a Norberto Bobbio, Edeval, Valparaíso, 1990, p. 30.
68El Cristianismo ha integrado históricamente los elementos de sexualidad y amor personal en el
matrimonio, debiendo hacerse cargo del aporte positivo en materia de consentimiento, pero negativo en
la aceptación y valoración de la afectividad, en concreto, del amor como motivación conyugal
concurrente al momento del matrimonio entendido como acto, y como soporte del matrimonio entendido
como estado de vida. En la actualidad, especialmente a partir del Concilio Vaticano II, la relación
afectiva mutua es parte fundamental de la institución, influyéndola decisivamente, permitiendo distinguir
una modalidad que obtiene su fuerza del carácter institucional y de la estabilidad que le aportan "las
fuerzas sociales exteriores de validez general", en tanto que la segunda modalidad "existe sobre todo
por razón de la experiencia subjetiva, caracterizada por la "posibilidad y buena disposición interior de
los dos miembros de la pareja para unirse en matrimonio" (T , Cornelis, Convivencia en el
matrimonio y la familia, trad. F. Lorda, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1966, p. 108.
71R T , p. 32.
74Conforma este carácter del matrimonio su utilización como elemento básico a la hora de intentar
definir la unión de hecho, la pareja matrimonial o el paramatrimonio. Las diferentes normas vigentes en
esta materia hacen referencia, como criterios definidores, tanto a la afectividad (se usa indebidamente
afectividad que es la calidad de afectivo —perteneciente o relativo, a su vez, al afecto— cuando en
realidad se trata del afecto mismo) —exigiendo que sea análoga, asimilable o equivalente (arts. 219. 1º
y 391, respectivamente, LO 6/1981, de 1 de julio) a la conyugal— como a la convivencia marital
(artículos, 101 y 320.1) CC. Por lo tanto, quiere esto decir que, cuando se trata de buscar una
característica definitoria del matrimonio, se acude al afecto —al amor— para ello. Carrión Olmos hace
referencia a que, "junto al peso (por supuesto innegable) de la posibilidad misma de procreación
biológica, militan otros fundamentos sin duda consistentes (la necesaria "complementariedad afectiva"
entre cónyuges reclamaría, asimismo, que estos sean de distinto sexo) (Cfr. Z S -
E , Luis, El matrimonio y los nuevos modelos de familia, Wolters Kluwer/Bosch, Madrid, 2019,
pp. 153-154).
76Este capítulo continúa la línea trazada en la ponencia expuesta en las Terceras Jornadas
Nacionales de Derecho de Familia realizadas en el año 2017 en la Pontificia Universidad Católica de
Chile, así como en la exposición efectuada en las Cuartas Jornadas, llevadas a cabo el año 2018 en la
Facultad de Derecho de la Universidad Católica del Norte, en Antofagasta, referida al análisis del
concepto de afectividad y su tratamiento jurídico. Vide D P , Jorge, "La motivación afectiva como
elemento distintivo entre los institutos civiles de reconocimiento de la unión de pareja", en Domínguez,
Carmen (ed.), Estudios de Derecho de Familia III, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2018, pp. 503-
520. Asimismo, B , Jaime, El humanismo judío, AMIA, 1981, Buenos Aires, p. 21.
80Vide D P , Jorge, Derecho matrimonial chileno, segunda edición, Thomson Reuters, Santiago
de Chile, 2015, pp. 134-140.
82Cfr. L A y N -V , siguiendo a V. F , en M. L A y
R. N -V , Curso de Derecho matrimonial canónico y concordado, Madrid, 2001, 6ª ed.,
Tecnos, p. 91.
84Ibídem, p. 91.
85Cfr. D yM , consignado en nuestro artículo "La motivación afectiva como elemento...", cit.,
p. 515.
86Cfr. R -T , Pablo, "Un lugar para el amor en el Estado liberal", en Anuario de Filosofía
Jurídica y Social. Homenaje a Norberto Bobbio, Edeval, Valparaíso, 1990, p. 30.
88Cfr. F , Erich, El arte de amar, trad. de N. Rosenblatt, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 80.
89Cfr. R , Víctor y M , Josep, Curso de derecho matrimonial, Marcial Pons, Madrid, 1995,
pp. 13 y 17.
90Vide art. 102 del Código Civil chileno y el artículo 80 inciso primero de la Ley de Matrimonio Civil.
91En tal sentido se ha dicho que "la fidelidad entre amigos resiste mejor que la de los amantes las
pruebas de la separación, la vejez, los cambios físicos e intelectuales". (L , Ignacio, Psicoanálisis de
la..., cit., p. 58).
95Cfr. L , Ignacio, Psicoanálisis de la Amistad, Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1965, p. 55.
101Cfr. José López Guzmán, en relación con López Moratalla, Iraburu Elizalde y Camps Merlo, en
L G , José, Transexualismo y salud integral de la persona, Tirant lo Blanch, Valencia, 2016,
p. 9.
102Cfr. José López Guzmán, en relación con lo afirmado por Orozco, Ostrosky-Solis, Salin, Borja y
Castillo en "Bases biológicas de la orientación sexual: un estudio de las emociones en transexuales;
asimismo, en referencia a lo sustentado por López Moratalla (La identidad sexual: personas
transexuales y con trastornos del desarrollo gonadal), Camps (Identidad Sexual y Derecho) y Benjamin
(The Transsexual Phenomenon. En cuanto a la definición de género, considérese López Guzmán, en
referencia al concepto desarrollado por Money (L G , José, Transexualismo y salud integral
de la persona, Tirant lo Blanch, Valencia, 2016, pp. 9, 10 y 19).
103Ibídem.
104F , Sigmund, Tres ensayos sobre teoría sexual y otros escritos, traducción de Luis López-
Ballesteros y Ramón Rey, Alianza Editorial, Madrid, 2015, p. 11. Freud sostiene que esta progresión
lineal sería falsa, toda vez que respecto del objeto como del fin sexual existen múltiples desviaciones,
que requieren una permanente investigación para establecer las relaciones que dichas anormalidades
guardan con lo considerado normal (Cfr. F , Sigmund, Tres ensayos..., cit., p. 12). Véase también
la referencia a los tipos libidinales, ibídem, pp. 145-150.
107Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, pp. 31-32, en relación a la obra clásica de F. E , El origen de la familia, la propiedad privada
y el Estado, y la simbólica obra de H. M , Eros y civilización.
109Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 17.
112Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 32.
117Siguiendo a Camps, quien considera los estudios de Aardeweg y Freud, se denominan bisexuales
aquellos individuos con tendencias homosexuales y heterosexuales —estas de escasa intensidad—
simultáneamente. Por el contrario, los homosexuales exclusivos tienen sólo impulsos heterosexuales
de forma esporádica o carecen absolutamente de ellos. Dentro del fenómeno homosexual, hay que
distinguir entre la homosexualidad masculina y la femenina. Respecto de la masculina, el Informe
Kinsey puso de relieve que sólo el 4% de los entrevistados presenta como comportamiento exclusivo el
homosexual. Los demás son calificados como ocasionales o ambivalentes (Cfr. M. C M ,
Identidad sexual y Derecho. Estudio interdisciplinario del transexualismo, Pamplona, Eunsa p. 156).
Para una perspectiva histórica, vide J. A. S P , Derecho matrimonial, Madrid, 2002, 2ª ed.,
Marcial Pons, pp. 35-38, y L. M -C , La homosexualidad y el matrimonio, cit., pp. 47-
61 y 91-98. Sobre los antecedentes biológicos, considérese R. G , "Influencias biológicas sobre la
identidad sexual", en H. K , La sexualidad humana, Santiago de Chile, 1997, Fondo de
Cultura Económica, pp. 151-158.
120Camps pone como ejemplo el sobrepeso de una persona, frente al cual la tendencia es a
calificarlo también como determinante de una enfermedad. Ahora bien, ¿desde cuándo está enferma la
persona? ¿Es una cuestión de opción tener más o menos peso que la media, es decir, que la mayoría?
La respuesta a estas preguntas no exime, además, al descartar la enfermedad, decir que está todo
normal y saludable. Aplicado el ejemplo al tema en análisis, constituye un punto no menor determinar si
se puede considerar normalidad saludable tanto la heterosexualidad y la homosexualidad. Respecto de
las causas de la homosexualidad, los aspectos de salud involucrados, los aspectos biológicos de la
determinación y diferenciación sexual, vide M. C M , Identidad sexual y Derecho, cit., pp. 41-
189; J. D I , Comprendiendo la homosexualidad, Pamplona, 2005, Eunsa, pp. 21-41.
134Ibídem.
136Cfr. N , José, El destino del eros. Perspectivas de moral sexual, Ediciones Palabra, Madrid,
2005, p. 32.
139En la materia se ha consultado la obra de José López Guzmán, la que también se recomienda
para un acercamiento integral al tema. En los aspectos definitorios básicos, considérese en particular lo
indicado por este autor en su libro Transexualismo y salud integral de la persona, en concordancia con
lo sustentado por López Moratalla ("La identidad sexual: personas transexuales y con trastornos del
desarrollo gonadal"), Camps ("Identidad Sexual y Derecho") y Benjamin ("The Transsexual
Phenomenon"), así como con lo afirmado por Orozco, Ostrosky-Solis, Salin, Borja y Castillo ("Bases
biológicas de la orientación sexual: un estudio de las emociones en transexuales). Vide L G ,
José, Transexualismo y salud integral de la persona, Tirant lo Blanch, Valencia, 2016, pp. 9 y 10).
143Sobre la progresiva aceptación social y jurídica del transexualismo, cabe destacar una sentencia
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en 1992, que consideró innegable la evolución de las
mentalidades junto con el progreso de la ciencia sobre la realidad de la transexualidad, destacando las
complejidades de las relaciones jurídicas que se vinculan con aquel. Sobre la base de esta sentencia,
Rivero Hernández destaca el caso que motivó aquel fallo, en que un progenitor —persona transexual
que cambió de sexo durante la vigencia de unas relaciones de visita— alegó la imposición de
restricción al ejercicio de este derecho, obteniendo una decisión desfavorable a dicha pretensión
basada en la "existencia de un riesgo relevante de alteración efectiva de la salud emocional y del
desarrollo de la personalidad del menor, dada su edad (seis años) y la etapa evolutiva en que se
encuentra". Sin embargo, el fallo también entregó el siguiente fundamento: "...una decisión judicial que
suprima, suspenda o restrinja los derechos del progenitor en relación con sus hijos menores, cuya ratio
decidendi descanse de manera decisiva en la orientación sexual de dicho progenitor supone una
diferenciación discriminatoria proscrita por el artículo 14 CE, pues en ningún caso el mero dato de la
orientación sexual o, más específicamente, de la disforia de género puede erigirse en justificación
objetiva y razonable para dispensar un trato discriminatorio en perjuicio de ese progenitor en el marco
de sus relaciones paterno filiales (R H , Francisco, "Las relaciones personales de los
hijos tras las crisis matrimonial de los progenitores. Incidencias y protección", en Revista del Magíster y
Doctorado en Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), p. 69. La referencia del fallo comentado alude a
la sentencia del TC de España, Nº 176/2008, que remite a su vez a la sentencia del TEDH de 25 de
marzo de 1992).
145De un promedio de ocho casos anuales entre 2005 y 2012, período comprendido desde la
entrada en vigor de la LMC hasta el inicio de la discusión parlamentaria en 2013, las solicitudes se
elevan bruscamente a 23 casos en 2013, 45 en 2014 y así hasta 2018, año coincidente con la
exhibición de la película "Una mujer fantástica", en que la cifra de solicitudes anuales alcanzó 193
cambios solicitados, su punto máximo. En lo que va corrido de 2019, ya son 85 las solicitudes (Fuente:
Registro Civil, con base en la solicitud por Ley de Transparencia efectuada por Constanza Valdés y
publicada en El Mercurio de 29 de julio de 2019).
148En los términos dispuestos por el artículo 2º de la Ley Nº 20.609, que establece medidas contra la
discriminación.
149En los términos señalados por la letra g) del artículo 2º de la Ley Nº 19.628, sobre protección de
la vida privada.
150En los términos del artículo 3 de la Convención sobre los Derechos del Niño.
157Las uniones matrimoniales de hecho, en la visión de Reina y Martinell, constituyen una unión
more uxorio, es decir, dotada de unas características que las tienden a asimilar al matrimonio (ibídem,
p. 68). En opinión de Guzmán Brito, las uniones de hecho "están al servicio de los intereses privados y
particulares de los unidos, que son variables, cambiantes y contingentes, y no se ordenan a un servicio
supraindividual, social y colectivo, de guisa que cada particular usa dichas uniones en función de esos
intereses individuales y los adapta a ellos" (A. G B , "La especificidad del matrimonio entre
los otros tipos de unión sexual", en A. V O , El nuevo Derecho chileno del matrimonio,
Santiago de Chile, 2006, Editorial Jurídica de Chile, p. 25).
160Vide, además, A. G B , La especificidad del matrimonio entre los otros tipos de unión
sexual, en A. V O , El nuevo Derecho chileno del matrimonio, Santiago de Chile 2006,
Editorial Jurídica de Chile, p. 25.
161Referida al tipo de vínculo que responde únicamente a la afectividad de los sujetos involucrados y
no a las estructuras institucionales tradicionales. Cfr. Svensson y Siles, en concordancia con Giddens,
en M. S y C. S , Vivir juntos. Reflexiones sobre la convivencia en Chile, Santiago de Chile,
2014, Instituto de Estudios de la Sociedad, p. 11.
Para una revisión general de las uniones de hecho en la doctrina chilena, considérese C
M , Eduardo, Curso de derecho de familia, Legal Publishing, Santiago de Chile, 2009, pp. 227-
237; R L , Gonzalo, Explicaciones de Derecho Civil, tomo V, Abeledo Perrot Thomson Reuters,
Santiago de Chile, 2012, pp. 187-202 (Uniones de hecho. Proyectos de ley (199-202)); F
Y , Gonzalo, "El pacto de convivencia: una alternativa al pacto de matrimonio", en Corral Talciani et
alii (coord.), Estudios de Derecho Civil, tomo V, Familia y Derecho sucesorio, Abeledo
Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011 (Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009),
pp. 75-77.
Respecto del tratamiento en profundidad del tema y como referencia principal tenida a la vista,
considérese E. E A , Las uniones extramatrimoniales en el Derecho civil español, Madrid,
1986, Civitas y V. R y J. M , Curso de Derecho matrimonial, Madrid, 1995, Marcial Pons,
pp. 65 y ss. Asimismo, S. G L , Fundamento y utilidad de la regulación legal de las uniones no
matrimoniales, en W. H et alii, Factores y contenidos de la evolución del Derecho de familia,
Montevideo, 2008, Universidad de Montevideo, pp. 89-131; C. M A , Diagnóstico del
Derecho de familia, Madrid, 1996, Rialp, pp. 115-158, y J. L G , Matrimonio y uniones de
hecho, en "Derecho y opinión", 7 (1999), pp. 123-149.
En el derecho chileno, vide Corral Talciani, con influencia de García Cantero y Castán Tobeñas (H.
C T , Familia y Derecho, Santiago de Chile, 1994, Universidad de los Andes, pp. 31-72), y
Guzmán Brito (A. G B , La especificidad del matrimonio entre los otros tipos de unión sexual,
en A. V O , El nuevo Derecho Chileno del matrimonio, Santiago de Chile, 2006, Editorial
Jurídica de Chile). Una sintética noticia histórica sobre las familias no matrimoniales en el Derecho
Chileno es aportada por Barrientos y Novales, en la cual revisan desde la barraganía en la época
indiana, pasando por el período regido por el CC, hasta llegar a la vigencia de la Ley de 1884, en
relación con la cual estiman que surge el problema de las uniones no matrimoniales, derivadas de
celebración de matrimonios religiosos al margen del ordenamiento civil imperante en forma obligatoria
(Cfr. J. B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial Chileno, Santiago
de Chile, 2004, 2ª ed., LexisNexis, pp. 45 y ss.). En los trabajos previos a la entrada en vigor de la
LMC, considérese, D. M G y G. W W , "Nuevas tendencias de las
uniones conyugales de hecho", en C. Schmidt Hott y D. Martinic Galetovic (coord.), Instituciones de
Derecho de familia, Santiago de Chile, 2004, LexisNexis, pp. 13-33, y D. M G , "El
concubinato y figuras afines: un caso de marginalidad jurídica", en E. Barros Bourie (coord.), Familia y
persona, Santiago de Chile, 1991, Editorial Jurídica de Chile, pp. 67-81.
Finalmente, una experiencia muy citada en el derecho comparado, que no debe confundirse con las
uniones de hecho, pues en la especie se trata de un matrimonio a prueba o matrimonio
consuetudinario, es el servinacuy, de arraigada aplicación en zonas indígenas del área andina
americana, consistente en un matrimonio a prueba con duración de un año o incluso más tiempo, tras
el cual, si la unión tenía frutos, se iba derechamente al casamiento que, en todo caso, se remitía en su
consideración social al inicio del período cubierto por el servinacuy (Cfr. H. C C , "Derecho
familiar peruano", Lima, 1999, 10ª ed., Gaceta Jurídica, pp. 74-81).
Un reciente estudio sobre la magnitud del fenómeno y sus causas diferencia la caracterización actual
de las convivencias de su antecedente histórico, antes explicadas en contextos socioeconómicos
precarios y ahora extendidas como un fenómeno social transversal, que ya puede incluso ser
distinguido como un "estilo de vida" (Vide M. S y C. S , Vivir juntos, cit., p. 15).
170La materia fue discutida sobre la base de dos indicaciones, presentadas por los senadores Núñez
y Viera-Gallo, respectivamente.
La primera indicación, la Nº 244 del senador Núñez, proponía agregar un capítulo nuevo al proyecto
en estudio, el que regularía las uniones de hecho y los pactos de convivencia, definiendo aquellas
como la relación de afectividad entre un hombre y una mujer que conviven en pareja, de forma libre,
pública y notoria, vinculadas de forma estable, al menos durante un período ininterrumpido de doce
meses. Los miembros de la unión de hecho podrían establecer, mediante escritura pública subinscrita
al margen de la respectiva inscripción de la unión, los pactos que consideren convenientes para regir
sus relaciones económicas durante la convivencia y para liquidarla tras su cese.
171El senador socialista Núñez, a quien se sumó posteriormente el senador Viera-Gallo, del mismo
partido, propuso incorporar en la Ley de Matrimonio Civil, un capítulo que, refiriéndose a las uniones de
hecho, las regulara, especialmente para aquellos casos en que la convivencia se rompiera, afectando
social y económicamente a los convivientes. El intento de inclusión es también mencionado por
Vodanovic, quien concuerda en la improcedencia de la propuesta, señalando que: "la complejidad de
las relaciones que surgen de esas uniones, sobre todo las de carácter económico, merece un estatuto
legal completo y propio". Cfr. A. V , Leyes de Derecho de familia y de menores, Santiago de
Chile, 2005, Editorial Jurídica de Chile, p. 62.
172C C , L , J R S , Segundo
Informe, cit., pp. 95-97.
173El artículo 983 del Código Civil prescribe que "son llamados a la sucesión intestada los
descendientes del difunto, sus ascendientes, el cónyuge sobreviviente, sus colaterales, el adoptado, en
su caso, y el Fisco".
177Vide art. 515-1, CC, Ley Nº 99-994 de 1999, que consagró en Francia el Pacto civil de
solidaridad.
178Vide art. 2, Ley de Sociedad de Convivencia, Gaceta Oficial del Gobierno del Distrito Federal de
16 de noviembre de 2006.
184El debate abierto sobre el derecho de opción entre sistemas matrimoniales tuvo un antecedente
relevante en la legislación de Luisiana, que en vista de aminorar los efectos sociales perniciosos que
ocasiona la introducción del divorcio, ha permitido mediante la figura jurídica de convenios
matrimoniales una suerte de reinstitucionalización del matrimonio tradicional, en forma voluntaria y
paralela al sistema común divorcista, que se mantiene. Bajo estos convenios matrimoniales, los
contrayentes pueden acordar no recurrir al divorcio por mutuo consentimiento o por voluntad unilateral,
dejando solo abierta la opción en caso de falta imputable al futuro otro cónyuge o mediando a lo menos
dos años de separación. El sistema convencional complementario también incluye la posibilidad de
solicitar o recurrir al consejo de un ministro de culto religioso o a un consejero familiar en el período
previo al matrimonio. Vide Lousiana House Hill 756 (1997).
Para una lectura crítica de los efectos actuales de la resolución jurídicos, sociales, políticos y
culturales de las controversias actuales, enunciadas en el texto, vide H. C T , Familia y
Derecho, Santiago de Chile, 1994, Universidad de los Andes, pp. 73-102; C. M A ,
Diagnóstico sobre el Derecho de familia, Madrid, 1996, Rialp, pp. 13 y ss.; C. L , La cultura del
narcisismo, Madrid, 1999, Andrés Bello, pp. 229-250; J. B , Las concepciones de la familia
en las Terceras vías, en J. Pérez Adán (ed.), Las terceras vías, Madrid, 2001, Eiunsa, pp. 249-268.
188Expresa Van de Velde, en un texto de notable significación, lo siguiente: "Es indudable que
reconocerán la importancia que tiene el matrimonio para los hijos y la de los hijos para éste; muchos
confesarán que cuando pensaron en casarse desempeñaba cierto papel de importancia el deseo de
tener hijos, que a veces puede tener una importancia enorme; pero el fin que han buscado y que siguen
buscando en su unión matrimonial, si es que aun conservan alguna esperanza, es en primer lugar,
hallar la dicha matrimonial; y ni pueden alcanzarlo ni conservarlo si lo poseen, sin aquello que hemos
expresado con la palabra amor" (T. V V T , La erótica en el matrimonio, Santiago de
Chile, 1933, Ercilla, p. 15).
189Mizrahi, siguiendo a Malaurie, destaca la preeminencia social de la concepción cultural de la
libertad sexual, que en el caso de la mujer se expresa en el hecho de que, al no estar el sexo ligado a
la reproducción, la mujer aspirará legítimamente a no ser más objeto, sino sujeto del placer. Sin
embargo, expresa Mizrahi, "por la coexistencia pacífica de los contrarios que caracteriza al
postmodernismo, se verifican al mismo tiempo resultados inversos: la mengua de los afectos y una
suerte de confiscación de la vida erótica" (M. L. M , Familia, matrimonio y divorcio, cit., p. 161).
190Señala Martínez Ballesteros que, si bien el amor podía estar presente en el origen de la relación o
surgir después, lo cierto es que el matrimonio no era fundamentalmente una cuestión de amor, ya que
una institución política y económicamente tan vital no podía ser decidida únicamente en virtud de una
insensatez como el amor. A la vista de esta consideración, parientes, vecinos, amigos, jueces,
sacerdotes y autoridades se involucraban activamente en las negociaciones, teniendo en cuenta las
ventajas económicas y políticas previsibles como efectos del vínculo en ciernes (Cfr. L. M
V C , El concepto de matrimonio en el Código Civil, cit., p. 22). La intervención de los
jefes de clan se manifestaba en las sociedades tradicionales en la celebración de matrimonios de
conveniencia, con intervención directa de los padres, asumida como un ejercicio de poder natural de
estos y, simétricamente, el acatar la decisión era el cumplimiento de un deber natural de los hijos (Cfr.
M. L. Mizrahi, siguiendo a Legaz y Lacambra, en M. L. M , Familia, matrimonio y divorcio, cit.,
p. 157).
192Cfr. C , Jean, Derecho flexible. Para una sociología rigurosa del Derecho, prólogo y
traducción de Luis Díez-Picazo de la segunda edición francesa, revisada y ampliada, Madrid, Tecnos,
1974, pp. 169-17; E M , Susana, "El reconocimiento de derechos sucesorios a las
parejas de hecho en España", Revista Chilena de Derecho, 12 (2009), pp. 9-67. Asimismo, considérese
B G , Javier, Derecho de las personas. El Derecho Matrimonial, Abeledo
Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011, pp. 155-158.
198Corral resalta que Lutero, "en su afán por negar la naturaleza sacramental del matrimonio, lo
calificaría de negocio mundano (Cfr. H. C T , "Naturaleza del vínculo matrimonial y
legislación propuesta sobre nulidad y divorcio", en Estudios Humanísticos, 1 (2002), p. 102). Asimismo,
Watkins indica que también contribuye a reforzar el movimiento reformista la teoría teológico-jurídica de
la Iglesia anglicana, según la cual el matrimonio tiene a la vez el carácter de sacramento y de contrato
civil, por lo que debe estar sometido a la Iglesia en el primer aspecto y al Estado en el segundo; y la
teoría del Derecho natural de los siglos XVII y XVIII, que afirma que el matrimonio es un contrato civil y
no un sacramento, sin perjuicio de las ideas o sentimientos religiosos de cada uno, que quedan
entregados a su conciencia. Tras lo anterior, y pese al intento del Concilio de Trento por fijar criterios de
unidad homogéneos frente a la concepción del matrimonio, lo cierto es que el avance secular en
materia matrimonial ya no tendría vuelta atrás (A. W , ¿Divorcio o hipocresía legal?, Santiago de
Chile, 1991, Alborada, p. 44).
199Cfr. Martínez Ballesteros, quien sigue en el punto a Carreras del Rincón, destaca que "si había
que lograr que prevaleciera la voluntad marital de la mujer por encima de los planes y pactos
esponsales realizados por la familia, y si el consentimiento de los cónyuges se hacía depender de su
expresión mediante palabras de presente, es lógico deducir que la figura del contrato hacía un gran
servicio a la idea del consentimiento como nervio del matrimonio en el s. XII" (L. M V
C , El concepto de matrimonio en el Código Civil, Pamplona, 2008, Aranzadi, p. 178, y J.
C R , Las bodas: sexo, fiesta y Derecho, Madrid, 1994, Rialp, pp. 66-71).
207Una institución se caracteriza por la existencia de dos personas, una idea directriz en
consecución de un bien común, una autoridad, estabilidad y una individualidad objetiva propia,
perdiendo las partes su poder e independencia (Cfr. H. L R , Divorcio, cit., p. 16).
213Matrimonio in fieri y matrimonio in facto esse, aludiendo al momento fundacional del pacto y el
pacto mismo, al matrimonio que se hace y al matrimonio hecho.
215La naturaleza institucional del matrimonio es reflejada fielmente en una cita de Lord Robertson,
contenida en el comentario al capítulo sobre el matrimonio del Código Civil argentino de 1869, la cual
expresa que siendo el matrimonio un contrato consensual, "puede juzgarse que la Lex loci es la que
debe resolver toda cuestión que respecto a él nazca; pero debe observarse, que el matrimonio es un
contrato sui generis, diferente en muchos respectos de todos los otros contratos, y tanto, que las reglas
de derecho aplicables a los otros contratos, no pueden aplicarse a éste, ni en su constitución, ni en los
medios de ejecución. El matrimonio es la más importante de todas las transacciones humanas. Es la
base de toda la constitución de la sociedad civilizada. Se diferencia de los otros contratos, en que los
derechos, las obligaciones y los deberes de los esposos no son reglados por las convenciones de las
partes, sino que son materia de la ley civil, la cual los interesados, sea cual fuera la declaración de su
voluntad, no pueden alterar en cosa alguna". Vide J. N F (ed.), Digesto de Derecho
eclesiástico argentino, Buenos Aires, 2001, Secretaría de Culto, p. 183. Asimismo, en la doctrina
jurídica chilena, E. V L , De la disolución del matrimonio, Santiago de Chile, 1973,
Editorial Jurídica de Chile, p. 47, y A. M. W , ¿Divorcio o hipocresía legal?, cit., pp. 55 y 57.
216En la doctrina chilena, esta posición puede advertirse tempranamente en la obra de Claro Solar,
quien distingue entre el contrato matrimonial, que constituye el matrimonio, de la sociedad conyugal o
capitulaciones matrimoniales, "que es el verdadero contrato referente a la administración y
disposiciones de los bienes que los esposos aportan al matrimonio (C S , Luis, Explicaciones
de Derecho civil chileno y comparado, reimpresión de la primera edición, imprenta Cervantes, Santiago
de Chile, 1931, p. 294). Para la distinción respecto del matrimonio como estado, vide P. J. V ,
Agonía del matrimonio legal, cit., p. 42. Otra perspectiva, en el mismo sentido, manifiesta Rodrigo
Barcia, quien concluye que el matrimonio "nace como un contrato, pero una vez celebrado, conforme a
la legislación vigente, pasa a configurar un estatuto jurídico especial, que se separa de la lógica del
derecho patrimonial y del derecho contractual" (vide R. B L , Fundamentos, cit., p. 47).
Martínez Ballesteros, repudiando la noción de negocio jurídico y en línea más cercana con Hervada y
Viladrich, promueve la utilización del concepto de contrato, como supraconcepto que se aplicaría a
todos los acuerdos bilaterales de Derecho privado, entre los que incluye los propios del Derecho de
familia y en particular el contrato de matrimonio (L. M V C , El concepto de
matrimonio, cit., p. 182).
Por su parte, las dificultades para aceptar una recepción armoniosa por el Derecho canónico de la
idea misma de negocio jurídico, en relación con la relevancia esencial asignada al consentimiento, tanto
en su significado como en su expresión terminológica, es señalada por Serrano, indicando que "la
doctrina concede sin dificultad que el matrimonio como instituto difiere de cualquier negocio jurídico",
pero ello no evita que se siga usando indiscriminadamente la figura del contrato como objeto del
consentimiento. En este punto, según Serrano, quien en este punto afirma sus dichos en Resigna, la
doctrina en general, en forma expresa o equivalente, realiza una distinción sutil entre consentimiento y
negocio jurídico, entendido como contrato, sorprendiendo el consentimiento en la génesis del negocio y
aplicándolo con mayor importancia en los casos en que la ausencia o vicio del consentimiento "vaya a
llevar consigo la frustración o la irregularidad del momento fundante del negocio y con él del negocio
mismo" (J. M. S R , "El consentimiento matrimonial canónico: cuestiones de dogmática
jurídica general y especificidad del matrimonio", en C. Salinas Araneda (coord.), Actas del Primer
Congreso Latinoamericano de Derecho canónico, Valparaíso, 1994, Ediciones Universitarias de
Valparaíso, p. 211).
Cabe destacar también la tendencia a ubicar la regulación del matrimonio en el campo propio del
Derecho público, la que es expuesta en particular por Jusdado (M. A. J R -C , El
matrimonio en occidente, en A. Jusdado Ruiz Capillas (coord.), Derecho matrimonial canónico y
eclesiástico del Estado, Madrid, 2006, Colex, p. 49). Finalmente, una visión sintética de las corrientes
sobre la naturaleza jurídica del matrimonio, puede apreciarse en J. C T , Derecho civil
español, común y foral, Madrid, 1994, Reus, pp. 126-131.
220Claro Solar cita sobre el punto a Savigny, quien expresa: "Se ha querido colocar el matrimonio al
lado de la venta y de la sociedad como un nuevo contrato consensual, que por una singular
inadvertencia habrían olvidado los Romanos. Pero de éste modo el carácter esencial del matrimonio se
desfigura y envilece. Cuando el sacerdote pregunta a los esposos si quieren prometerse amor y
fidelidad hasta la muerte, y los esposos hacen esta promesa, esta declaración no implica la promesa de
ciertos actos determinados, ni el sometimiento a un apremio jurídico en el caso en que tales actos no se
cumplan; ella significa, al contrario, que los esposos conocen los preceptos del cristianismo sobre el
matrimonio y que tienen la intención de conformar a ellos su vida". Vide F. K. S , citado por Claro
Solar, en L. C S , Explicaciones de Derecho civil, cit., p. 294.
222S R , Felipe, Estudios de derecho civil V, vol. 1º, Madrid, 1912, p. 380, como, por
ejemplo, un negocio jurídico familiar bilateral. Z S -E , Luis, El matrimonio y
los nuevos modelos de familia, Bosch/Wolters Kluwer, Madrid, 2019, pp. 141-147.
226El debate sobre la naturaleza jurídica del matrimonio ha permanecido sin solución de continuidad
en la doctrina chilena, manifestándose todas las posiciones. Claro Solar expresa que es un contrato en
el sentido más general que puede darse a la palabra, pues es el resultado del concurso o declaración
de las voluntades de dos personas, pero no se trataría de un contrato específico, nominado, dejado al
olvido por el Derecho romano (Cfr. L. C S , Explicaciones de Derecho civil, cit., p. 295). Rossel
considera que el matrimonio "es un contrato tan especial que sólo tiene de tal su origen (E. R
S , Derecho de familia, cit., p. 18). Por su parte, Troncoso sostiene que, en el matrimonio, el
consentimiento inicial constituye el acto de adhesión a la institución, tras lo cual el ordenamiento y fines
del matrimonio escapan a los contrayentes, no pudiendo ser alterados en manera alguna por las partes.
Asimismo, advierte Troncoso las siguientes características institucionales presentes en el matrimonio:
1º Es un núcleo social, que por un acto de fundación origina una familia, la cual tiene estabilidad y
permanencia, ya que los cónyuges se perpetúan en los hijos; 2º Hay en él una clara idea directriz de
bien común: constituir, organizar y educar una familia; 3º Hay una autoridad, lo que se manifiesta en la
patria potestad; 4º Hay estabilidad, ya que si bien algunos de los sostenedores de esta teoría aceptan
el divorcio vincular lo consideran como un remedio no una sanción, pero en ningún caso admiten que
quede entregado al libre arbitrio de los cónyuges (Cfr. H. T L , Derecho de familia,
cit., p. 14). Pablo Rodríguez, recientemente, ha reiterado su posición en orden a afirmar que el
matrimonio no es un mero contrato, sino una institución, toda vez que si se define en el Código Civil
como un contrato solemne, este no puede asimilarse a los contratos patrimoniales sino a lo más a una
convención de familia, con caracteres que le imprimen rasgos peculiares y específicos (P. R
G , "Ley de Matrimonio Civil: interpretación, efectos e insuficiencias", en Actualidad Jurídica, 20
(2009), p. 366. Otras vertientes aluden a su carácter de contrato de derecho público, convenio de
Derecho privado, convenio de Derecho de familia, convención indisoluble, acto de estado, institución
sui generis o, sencillamente, un estatuto enteramente nuevo. Cfr. A. M. W , ¿Divorcio o
hipocresía legal?, cit., pp. 53 y ss.; J. B G , Código de la, cit., p. 82, y R. R
P , Derecho de Familia, t. I, 6ª ed., Santiago de Chile, 2007, Editorial Jurídica de Chile. Finalmente,
Davor Harasic propuso una nueva definición de matrimonio que no incluyese la palabra contrato, pese
a ser jurídicamente exacto, pues resultaría "un tanto frío e inadecuado dentro de una nueva concepción
de familia" (D. H , en G. F Y et alii, El divorcio, cit., p. 21.
228El nexo entre matrimonio y religión, o la significación religiosa del matrimonio, es destacado por
su vinculación con la transmisión de la vida, la crianza y educación de las nuevas generaciones y la
continuidad de los grupos sociales y sus valores (Cfr. T. K y M. W , Derecho de familia (trad. C.
Tobeñas, B. Pérez y J. Alguer), Barcelona, 1947, Bosch, p. 12). Esta significación es tutelada
jurídicamente como una manifestación de la libertad religiosa, tanto en Chile como en España,
consideración que se expresa en el reconocimiento de las normas confesionales que regulan el
matrimonio, con los requisitos, limitaciones y casos legalmente previstos (Cfr. M A ,
Curso de Derecho civil, Madrid, 2008, Colex, p. 17, y M. R B , "Manifestaciones del
Derecho fundamental de libertad religiosa", en A. Álvarez Cortina y M. Rodríguez Blanco [coord.], La
libertad religiosa en España, Granada, 2006, Comares, p. 69.).
Finalmente, Ferrari ofrece una notable perspectiva del Derecho, apreciado desde la secularización y
la recuperación de lo religioso en las sociedades occidentales contemporáneas, que sirve de base para
un estudio comparado de las categorías de Derecho y religión en la tradición judía, cristiana y
musulmana (S. F , El espíritu de los derechos religiosos, Barcelona, 2004, Herder, pp. 21-128).
230Vide B. G G (dir.), 350 años de la Paz de Westfalia, Madrid 1999, Biblioteca Nacional y
Fundación Carlos de Amberes. Según Lombardía y Fornés, la Paz de Westfalia cerró las guerras de
religión sin que la división religiosa se hubiere superado, estableciéndose un equilibrio europeo sobre la
base del principio cuius regio illius religio, en virtud del cual cada príncipe imponía su religión a los
súbditos de su reino. Este contexto, según los autores, permite comprender "el histórico nexo entre
confesionalidad e intolerancia —represión estatal— de los ciudadanos disidentes en materia de religión,
y también las reclamaciones y concesiones de tolerancia; ésta se concibe como una fórmula jurídica
que proteja de algún modo la posición de los ciudadanos que practican religiones distintas de la del
príncipe" (P. L y J. F , El Derecho eclesiástico, en J. Ferrer Ortiz (coord.), Derecho
eclesiástico del Estado español, Pamplona, 2004, 5ª ed., Eunsa, p. 36).
Los aspectos referidos a nulidad y disolución, en N V , Rafael et alii, "El momento crítico
de los matrimonios religiosos", en Yzquierdo Tolsada, Mariano y Cuena Casas, Matilde (directores),
Tratado de Derecho de la Familia, volumen II, (2ª ed.), Las crisis matrimoniales, Thomson
Reuters/Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2017, pp. 894-943.
Una completa revisión de la recepción o influjo de las normas del Derecho canónico en la Ley de
Matrimonio Civil, específicamente en las nuevas causales de nulidad, en S A , Carlos, "La
incapacidad para consentir en matrimonio por causas de naturaleza psíquica: del matrimonio canónico
al matrimonio civil" (235-255), en T S , Susan y V B , Juan Andrés, Estudios de
Derecho Civil IX, LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2014.
234P , Fernando, La esencia del matrimonio a la luz del realismo jurídico, Navarra Gráfica
Ediciones, Pamplona, 2004, p. 169.
238Cfr. Mt. 19, 3-12. Sobre el particular, Mons. Errázuriz, siguiendo las palabras de SS. Juan Pablo II,
sintetizó lo siguiente: "Jesús supera radicalmente las discusiones de entonces sobre los motivos que
podían autorizar el divorcio, afirmando: 'Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón, os
permitió repudiar a vuestras mujeres; pero al principio no fue así' (Mt 19, 8). Poco antes Cristo había
dicho: '¿No habéis leído que el Creador desde el comienzo les hizo varón y mujer y dijo: 'a causa de
esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán los dos () una sola carne'?
Lo que Dios, pues, unió no lo separe el hombre (v. 4-6)" (F. J. E O , "Carta Pastoral sobre
la estabilidad e indisolubilidad del matrimonio", en Estudios Humanísticos, 1 (2002), p. 223.
239Cfr. C V II, "Gaudium et Spes", en Concilio Ecuménico Vaticano II, Buenos Aires
1999, 4ª ed., Paulinas, pp. 229-238. Para analizar la materia en la perspectiva del Magisterio del Papa
Juan Pablo II, vide J P II, Familiaris Consortio, Exhortación Apostólica sobre la misión de la
familia cristiana en el mundo actual, 22 de noviembre de 1981, y Discursos al Tribunal de la Rota
Romana (para causas matrimoniales), 28 de enero de 2002, en "http://www.vatican.va". para otras
perspectivas en relación con la materia, en la doctrina católica, considérese M. L A y R.
N -V , Curso de Derecho matrimonial, cit., p. 86, y J. B A , Elementos de Derecho
matrimonial canónico, Buenos Aires, 2000, Educa, pp. 30-38. Bonet proporciona una propuesta de
líneas argumentales para fundamentar la indisolubilidad y responder las objeciones, con vistas al
debate público, desarrollándolas a partir del amor conyugal, el consentimiento matrimonial, la
consumación del matrimonio, el bien de los hijos, el bien de los esposos y el bien de la sociedad.
241Vide P , Fernando, La esencia del matrimonio a la luz del realismo jurídico, Navarra Gráfica
Ediciones, Pamplona, 2004, p. 122.
243C . V . II, GS, en Concilio Ecuménico Vaticano II, Buenos Aires, 1999, 4ª ed., Paulinas,
p. 235.
244C -S , Dan, Breve Enciclopedia del Judaísmo (A Concise Encyclopedia of
Judaism/1998), traducción de Ángeles Navarro Peiró, Istmo, Madrid, 2003, p. 92.
249G M , María del Carmen, El divorcio judío en Estados Unidos, Grupo Difusión,
Madrid, 2008, p. 27.
250G M , María del Carmen, El divorcio judío en Estados Unidos, Grupo Difusión,
Madrid, 2008, p. 19.
251Tal es el caso de defecto físico del marido desconocido por ella al momento del matrimonio que
impida la cohabitación, impotencia o esterilidad, negativa a proveer o a cohabitar; lepra, enfermedad u
ocupación pestilente; crueldad; malos tratos; limitar la libertad personal de la mujer; obligarle a vulnerar
preceptos religiosos; intento de abandonar el país de manera definitiva; infidelidad habitual, y
apostasía.
253La excepción está constituida por los regímenes teocráticos integristas de Arabia Saudita y otros
estados del Golfo Pérsico, en los cuales todo el sistema legal es igualmente integrista y basado en la
religión. Véase R A , Caridad (edición y traducción), Códigos de Estatuto Personal. El
Derecho privado en los países árabes, EUG /Fundación Euro árabe, Granada, 2005, p. 7 y M ,
Agustín, y L , Paloma, Derecho de Familia Islámico, Colex, Madrid, 2002, p. 30.
256M , Agustín, y L , Paloma, Derecho de Familia Islámico, Colex, Madrid, 2002, p. 23.
257M , Agustín, y L , Paloma, Derecho de Familia Islámico, Colex, Madrid, 2002, p. 30.
259"Is a contract of civil law, and it shows traces of having developed out of the purchase of the bride;
the bridegroom concludes the contract with the legal guardian (wali) of the bride, and he undertakes to
pay the nupcial gift or dower (in the sense in which the term is used in the Old Testament), not to the
wali as was customary in the pre-islamic period, but to the wife herself". (S , Joseph, An
Introduction to Islamic Law, Clarendon/Oxford University Press, New York, 1982, p. 161).
262Cfr. M , Marcel, Etudes de Droit musulman-algerien, Alger, 1910, pp. 115-127, referido en
M y L , Derecho de Familia islámico..., cit., p. 32. Morand, decano de la Facultad de
Derecho de Argel, es el autor del anteproyecto de codificación del Derecho musulmán de la Escuela
Malekita, que se convertiría en la base de la jurisprudencia musulmana argelina.
263"Entonces, casaos con las mujeres que os gusten: dos, tres o cuatro. Pero, si teméis no obrar con
justicia, entonces con una sola o con vuestras esclavas. Así evitaréis mejor el obrar mal" (Sura IV, 3).
264"La mujer puede imponer al marido la condición de que no le sean impuestas otras esposas. En el
supuesto de que se produjera el incumplimiento de la misma, la esposa podrá exigir al marido que se
comprometa a no tener más de una esposa y a reconocerle el derecho a exigir la anulación del
matrimonio en el caso de que se viole el compromiso asumido" (artículo 30 del Código de Familia de
Marruecos).
265Código sobre el Estatuto personal de Túnez, artículo 18.1º. Asimismo, véase L , María, La
familia polígama..., cit., p. 282.
269Vide A -Q , Ibn Abí Zayd, [Risala] Compendio de Derecho Islámico, edición de Jesús
Riosalido, con traducción propia sobre la base de la traducción del árabe al francés de León Bercher,
1945), Trotta, Madrid, 1993, p. 110; C , Zoila, "Mujer y matrimonio en el derecho islámico",
Revista Conciencia y Libertad, 13 (2001), pp. 36-37. Señala Combalía que "en virtud del carácter
inseparablemente religioso que tiene la ley islámica, la prohibición de los matrimonios mixtos no solo es
religiosa, sino también civil. De este modo, el hipotético matrimonio que una mujer musulmana pudiera
contraer en el extranjero con un no musulmán nunca sería reconocido, tampoco civilmente, en un
Estado islámico por razones de orden público". De este modo, prosigue la autora, "Esto hace que, en
algunas ocasiones, cuando una mujer musulmana ha querido contraer matrimonio con un no musulmán
se haya recurrido a una conversión más o menos sincera del varón al Islam (ibídem, p. 37).
271A , Vincenzo, Il Matrimonio nell´Islam, Edizioni Scientifiche Italiane, Napoli, 1996, pp. 26-
28.
275Cfr. A -Q , Ibn Abí Zayd, [Risala] Compendio de Derecho Islámico, edición de Jesús
Riosalido, con traducción propia sobre la base de la traducción del árabe al francés de León Bercher,
1945, Trotta, Madrid, 1993, pp. 112-114), y A , Vincenzo, Il Matrimonio nell´Islam, Edizioni
Scientifiche Italiane, Napoli, 1996, pp. 93-106. Motilla, p. 33.
277Según Viladrich, la privatización es el proceso en virtud del cual las normas, que definen la
institución matrimonial y la familia y las que regulan sus conflictos, dejan de responder a valores
públicos, objetivos, no disponibles por las partes —Derecho público-ius cogens— y pasan a inspirarse
en criterios y valores del estado fáctico de la afectividad y sentimiento de felicidad subjetivas de cada
cónyuge o familiar, considerado singular y unilateralmente (Cfr. P. J. V , El modelo
antropológico del matrimonio, Madrid, 2001, Universidad de Navarra, pp. 28 y ss.; L. M
V C , El concepto de matrimonio en el Código Civil, cit., p. 22, y R. N -V ,
Matrimonio y Derecho, Colex, Madrid, pp. 56-64). En forma previa, la Iglesia había ya resaltado que el
matrimonio y la familia no son algo privado que cada uno pueda configurar a su propio arbitrio. Al
efecto, vide P C T L , "Instrucción Dignitas connubii" (trad.
de J. Bogarín), en R. Rodríguez Chacón y L. Ruano Espina (coord.), Los procesos de nulidad del
matrimonio canónico hoy, Madrid, 2006, Dykinson, p. 123.
283Ibídem, p. 163.
284Cfr. E. R T , Derecho de familia, Valencia, 1997, Tirant lo Blanch, p. 291. Ídem, "Nuevos
modelos de familia", en Teoría y Derecho. Revista de Pensamiento Jurídico, 2 (2007). Como fuente de
influencia en las concepciones liberales, vide J. D W et alii, Understanding Family Law, San
Francisco, 2005, LexisNexis, pp. 23 y ss. Como reflejo de las concepciones reseñadas, vide X. V
et alii, "Entre la reinvención y la tradición selectiva: familia, conyugalidad, parentalidad y sujeto en
Santiago de Chile", en X. Valdés y T. Valdés (edits.), Familia y vida privada. ¿Transformaciones,
tensiones, resistencias o nuevos sentidos?, Santiago de Chile, 2005, Flacso, pp. 163 y ss.
288Entre otros países, Bélgica, Holanda, Canadá, España, República Checa, Sudáfrica y el Estado
de Massachusetts en Estados Unidos, admiten el matrimonio homosexual, si bien existen otros muchos
países occidentales que admiten la unión civil, con efectos similares al matrimonio, de este tipo de
parejas. A partir de esta realidad, afirma que hay en marcha un proceso evolutivo que tiene como punto
de convergencia la normalización jurídica del matrimonio homosexual, incluido en el marco mayor de la
acentuación progresiva del proceso generalizado de secularización del matrimonio y la sociedad (Cfr.
D. L F , "El matrimonio homosexual", en J. A. S P , El nuevo régimen legal
del matrimonio civil en España, Granada 2008, Comares, pp. 8 y 9). Una perspectiva de cierto
escepticismo sobre la aceptación legal del matrimonio homosexual, y de defensa del matrimonio
heterosexual, puede ser apreciada en R. N -V , "Estabilidad del matrimonio y defensa legal
de la heterosexualidad", en J. A. S P , El nuevo régimen legal del matrimonio civil en España,
Granada, 2008, Comares, pp. 45-50. Para la recepción en América de los argumentos a favor de la
regulación estatal de las uniones homosexuales, considérese en particular G. M , Uniones de
hecho. Homosexuales, Buenos Aires, 2001, Rubinzal-Culzoni. Para una lectura profundizada de las
posiciones encontradas sobre la materia, considérese R. N V , "Estabilidad del matrimonio y
defensa legal de la heterosexualidad", en J. A. S P , El nuevo régimen legal del matrimonio civil
en España, Granada 2008, Comares, pp. 45-50 y G. M , Uniones de hecho: Homosexuales,
Buenos Aires 2001, Rubinzal-Culzoni.
290M M , Alexis, "Reflexiones sobre uno de los desafíos que la inmigración plantea al
derecho de familia: los así denominados matrimonios por conveniencia" (41-54), en Elorriaga de Bonis,
Fabián (coordinador), Estudios de Derecho Civil VII (Jornadas Nacionales de Derecho Civil Viña del
Mar 2011), Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2012.
291M M , Alexis, "La tutela del deber de fidelidad en las leyes de matrimonio civil
chilenas, ¿Un reforzamiento de la misma?, en T R , Mauricio; G R , María
Paz, y V T , Javiera, Estudios de Derecho Civil en Homenaje a Gonzalo Figueroa Yáñez,
LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2014, pp. 441-457.
294Vide B G , Javier, "Observación general al Título III del Libro I del Código Civil",
en B G , Javier, Código Civil, tomo I, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de
Chile, 2012, p. 193.
298En tal sentido, en Aragón, el Decreto Legislativo 1/2011, de 22 de marzo, que aprueba el Código
del Derecho Foral de Aragón, dentro de la sucesión voluntaria admite que prevalezcan los pactos
sucesorios respecto del testamento; en Cataluña, lo propio en la Ley Nº 25/2010, de 29 de julio, en su
art. 231-19, referido a los capítulos matrimoniales señala que "puede determinarse el régimen
económico matrimonial, convenir pactos sucesorios, hacer donaciones y establecer las estipulaciones y
pactos lícitos que se consideren convenientes, incluso en previsión de una ruptura matrimonial"; en el
País Vasco, aplicando los artículos 10 y 9.8 CC a los que ostenten vecindad en dicha comunidad, se
puede disponer de la sucesión en bienes, bien a título universal o particular, mediante capitulaciones
matrimoniales, donación o pacto otorgado en escritura pública, con la modalidad, reservas,
sustituciones, cláusulas de reversión, cargas y obligaciones que se acuerden" (art. 74). La designación
de sucesor por pacto sucesorio deja sin efecto cualquier disposición testamentaria anterior sobre los
propios bienes y sólo podrá modificarse o resolverse mediante nuevo pacto entre los otorgantes o sus
sucesores, además de por las causas que hayan establecido las partes (art. 75). Cfr. Z
S -E , Luis, El matrimonio y los nuevos modelos de familia, Wolters Kluwer/Bosch,
Madrid, 2019, pp. 29-33.
C IA
Avanzado el siglo XX, tiene importancia jurídica la práctica judicial que, por la vía de
la declaración de la nulidad matrimonial, permitió la disolución de matrimonios
válidamente celebrados, posibilitando la realización de segundas nupcias para
aquellos individuos que dispusieran de los recursos suficientes para financiar el
procedimiento. El método tenía su base de sustentación en la exigencia legal, en
carácter de formalidad esencial, que determinaba que el matrimonio se realizara ante
un Oficial de Registro Civil competente y ante dos testigos hábiles. Era competente el
Oficial civil de la comuna que correspondiera al domicilio o residencia de al menos
uno de los contrayentes. En todo momento esta práctica tuvo un carácter
notoriamente fraudulento, que afectó la dignidad de la función jurisdiccional, pero por
otra parte fue una solución práctica con anuencia de parte de la judicatura y apoyo en
el mundo académico, que la entendió como una válvula de descompresión para una
realidad que, como es tradicional, se adelanta a su respuesta normativa309. Su
aplicación reiterada llevó a algunos autores a sostener la existencia en Chile de un
divorcio vincular convencional, introducido por vía no legislativa, sino jurisprudencial,
por lo que no correspondería hablar de nulidad matrimonial, sino directa o
indirectamente de divorcio vincular310.
En los veinte años que antecedieron a la aprobación de la LMC hoy vigente, los
fundamentos de las propuestas fueron contradictoria unas con otras, alineadas con la
defensa de valores fundamentales que aparecían en abierta contradicción con los que
sustentaban otros grupos. Tal es el caso de la defensa irrestricta de la familia fundada
en el matrimonio —por un lado— y la valoración de la libertad individual como una
garantía ciudadana básica, por el otro313.
La norma del inciso segundo del artículo 5º de la CPR, que otorga validez en rango
legal a los tratados internacionales suscritos y que hubieran sido ratificados por Chile,
también fue interpretada en uno u otro sentido. Asumiendo su calidad limitadora de la
soberanía nacional en función del respeto de los derechos esenciales de la persona
humana, algunos legisladores y parte de la doctrina apreciaron la norma como un
fundamento favorable a una mirada amplia sobre la familia. En tal perspectiva, se
consideró como un marco favorable para las personas que hubieren formado una
segunda familia, aplicando el principio de igualdad ante la ley, contemplado no solo en
el ordenamiento nacional sino también en los tratados internacionales como el Pacto
de San José de Costa Rica. Sin embargo, también se interpretó en un sentido
radicalmente contrario, extendiendo el marco jurídico indicado al amparo de la libertad
de contraer un vínculo matrimonial indisoluble, entendido como una proyección
igualmente válida del respeto de los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana319.
§ Código Civil. El Código Civil constituye la fuente principal del derecho conyugal o
matrimonial, complementado por la Ley de Matrimonio Civil y la ley que crea el AUC.
En términos generales, el Título Preliminar y el Libro Primero, al igual que en todas
las materias civiles, brindan el marco normativo común, a lo cual se suma lo
pertinente del Libro Cuarto referido a los actos y declaraciones de voluntad. En
términos particulares, el Código contiene en el Título IV del Libro I la definición legal
de matrimonio y diversas normas anexas que constituyen la base del régimen del
matrimonio, a lo cual se suma la regulación de las segundas nupcias en el Título V, y,
especialmente, el régimen de las obligaciones y derechos entre los cónyuges, en el
Título VI. Se completa el tratamiento de la pareja matrimonial con la regulación de los
regímenes económicos matrimoniales y los esponsales.
En términos históricos, cabe destacar que ninguno de los proyectos que antecedió a
la LMC consideró la modificación de la definición legal de matrimonio contenida en el
artículo 102, así como tampoco se propuso la introducción del divorcio en el articulado
permanente del Código, quizás evaluando acertadamente que la misma actividad que
motivó la reforma, podría renovarse periódicamente tras su aprobación, dando lugar a
una serie ininterrumpida de reformas que, al estar dirigidas en ese caso al derecho
común, sería causa de permanentes problemas de adecuación y concordancia
normativa.
§ Ley Nº 20.830. El 21 de abril de 2015 fue publicada esta ley, que crea el Acuerdo
de Unión Civil, estableciendo una figura contractual que posibilita la formalización
jurídica de parejas formadas por personas del mismo sexo, aunque también permite
lo mismo a parejas heterosexuales. En el marco de esta obra, es la razón por la cual
hemos estimado de rigor utilizar la denominación "derecho conyugal", en vez de la
restrictiva "derecho matrimonial", para incluir precisamente las dos formas de unión
de pareja civilmente reguladas.
§ Noción introductoria a los tipos de fuentes. Las fuentes del derecho positivo, en
una perspectiva general, refieren a los hechos o formas mediante las cuales la
sociedad establece o exterioriza sus normas jurídicas, comprendiendo así tanto la
apreciación del elemento formal como material de la noción de fuentes. El elemento
material, en particular, considera los factores que contribuyen a fijar el contenido de la
norma jurídica y aquellos que determinan la precisa oportunidad de su aprobación y
entrada en vigor330.
§ Breve referencia al contexto material del AUC. Finalmente, en el caso del AUC,
tanto su oportunidad histórica como su específico contenido se encuentran
claramente determinados por el contexto que rodeó su discusión social y la
tramitación legislativa. A diferencia de la LMC, el proceso que condujo a la aprobación
de la ley que dio vida al AUC fue relativamente breve y rápido, lo que se explica en
gran medida no solo por el apoyo social amplio a una forma de reconocimiento civil de
las uniones entre personas del mismo sexo —su propósito principal— sino también en
sentido contrario, por la oposición igualmente importante a la reforma del matrimonio
que excluyera la diversidad de sexo como requisito esencial para celebrar
válidamente el matrimonio entre personas homosexuales.
T II P
C IP
§ Noción introductoria a los principios jurídicos. Los principios jurídicos son ideas
rectoras de una regulación existente o posible331, pudiendo materializarse en una
clase o tipo de normas, que no exige necesariamente la denominación expresa de
principios. Su utilidad jurídica dentro del ordenamiento, además del sentido
programático que expresa el legislador, se encuentra en evidenciar públicamente el
orden de valores en que descansa un determinado sistema jurídico nacional. Dicho
orden, por cierto, lleva consigo ínsita una prioridad sustantiva útil al momento de
enfrentar una colisión normativa332. Las fuentes materiales permiten una visión
comprensiva de los principios informadores o criterios fundamentales valóricos de
interpretación del sentido de las instituciones del derecho matrimonial.
§ Función de los principios. Los principios cumplen una función como fuente y como
elemento de interpretación de la ley. En el primer sentido son fuentes en tanto se
recurre a ellos en la resolución de cuestiones que no tienen solución en las fuentes
formales prioritarias, como la ley. Esta remisión, legalmente contemplada, solo
proporciona una noticia remota para inspirar una decisión judicial o, al menos, limitada
al ámbito judicial. Por ello, la utilidad práctica será apreciada en su consideración
como elemento de interpretación, que permitirá o posibilitará resolver las posibles
contradicciones suscitadas entre disposiciones positivas concretas, brindando una
clave de apreciación y solución para los casos dudosos.
El artículo 3º, junto con incorporar los principios del interés superior de los hijos y el
cónyuge más débil, enuncia criterios de resolución judicial para las causas sobre
materias de familia, en los siguientes términos:
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando proteger
siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil. Conociendo de estas
materias, el juez procurará preservar y recomponer la vida en común en la unión
matrimonial válidamente contraída, cuando ésta se vea amenazada, dificultada o
quebrantada. Asimismo, el juez resolverá las cuestiones atinentes a la nulidad, la
separación o el divorcio, conciliándolas con los derechos y deberes provenientes de las
relaciones de filiación y con la subsistencia de una vida familiar compatible con la ruptura o
la vida separada de los cónyuges"340.
C II P
Una familia puede ser analizada bajo un modelo orgánico o bajo un modelo
individualista. El modelo orgánico pone el acento en la preservación del bienestar de
la unidad familiar por sobre el interés estrictamente individual de sus integrantes y
frecuentemente se asocia a formas tradicionales de familia, ordenadas
jerárquicamente356. Por el contrario, un modelo de carácter individualista visualiza la
familia como un compuesto de individualidades separadas que es preciso considerar
en forma separada del grupo familiar. El legislador, en nuestro medio, asume a la
familia como una comunidad, un núcleo, que obviamente supera su consideración
como un conjunto de individualidades unidas por intereses comunes.
La segunda situación tiene lugar en el caso de una pareja, en que uno de ellos tiene
un hijo o hija de una precedente relación, al cual lleva al seno de su presente relación,
generando una relación natural de afecto de su pareja sobre aquel niño o niña, hijo de
su pareja. Se producen aquí, entre otros, el problema del rol asignado y reconocido a
este otro padre o madre, y, especialmente, la existencia o inexistencia de derechos de
aquel respecto del niño o niña al cual se ha querido también como hijo no biológico en
el eventual caso de ruptura de la relación entre los miembros de dicha pareja.
Una tercera situación se desprende del caso de la pareja formada por dos personas
homosexuales, que decide que uno de los o las integrantes participe de la gestación
de un hijo, ya sea por maternidad subrogada o, en el caso de dos mujeres, por
inseminación artificial o relación sexual convenida a tales efectos con un hombre, o
derechamente sin su consentimiento, para luego asumirlo como hijo común de ambos
convivientes. Sin duda, este es el caso de mayor complejidad conceptual, pues exige
determinar la naturaleza de la filiación en el caso de la madre sustituta, especialmente
en aquellos casos en que se encuentre legalizado el matrimonio entre personas del
mismo sexo, toda vez que con base en la legislación civil chilena, una persona puede
tener solamente un padre y una madre366.
La unidad y fortaleza de las familias, por las razones ya citadas en forma extensa en
los párrafos precedentes, constituye un objetivo que supera las visiones particulares
de personas o las misiones estrictamente institucionales. En consonancia con dicho
propósito, el legislador ha acogido la obligación de involucrar de un modo activo y
responsable a las organizaciones de la sociedad civil, entidades religiosas e
instituciones de relevancia moral de la República, en los esfuerzos conducentes a
facilitar el éxito de los matrimonios, previniendo la ocurrencia de hechos críticos
graves en la vida de la pareja, o preparándolos de la mejor manera posible para
enfrentar constructivamente esas circunstancias en el momento en que ocurren.
3. Principio de matrimonialidad
El principio tiene dos implicancias: la primera referida al privilegio que la ley concede
al matrimonio sobre otras formas de unión de pareja. La segunda, consecuencia de lo
anterior, se relaciona con la necesidad de proteger el vínculo matrimonial. La fuente
legal radica en el artículo 102 del Código Civil y en el artículo 3º inciso tercero de la
LMC.
§ Privilegio del matrimonio sobre otras formas de unión jurídica o de hecho. En
cuanto a lo primero, la Ley de Matrimonio Civil recoge una clara opción del legislador
en orden a privilegiar el matrimonio por sobre otras formas civiles de reconocimiento
de la unión de pareja, como el AUC, y por cierto respecto de uniones jurídicamente
desformalizadas. Por la integralidad de los aspectos regulados y su vinculación
finalista con la formación de una familia, el matrimonio goza de este favor iuris que,
entre otras consecuencias, implica precisamente la obligación del juez, que conoce de
una causa derivada de la ruptura de la pareja, de realizar las acciones que procuren
preservar el vínculo matrimonial, comprometiendo así el interés social tanto en el
privilegio institucional que persiste a favor del matrimonio como en la intervención en
el evento de ocurrencia de una fase crítica378.
En dicha línea, el senador Larraín sostuvo que "ella señala cual es el espíritu con el
cual debe actuar el juez en cualquier procedimiento de conciliación y mediación y en
todos los momentos en que se encuentre en entredicho la unidad familiar, es darle el
justo sentido que pretenden quienes defienden el matrimonio que es decir: esta es
una Ley de Matrimonio Civil y, por lo tanto, lo que el juez debe procurar siempre es la
unidad [familiar]"381.
Sin perjuicio del intenso debate, el precepto fue aprobado previa clarificación de su
naturaleza como norma de contexto por parte del Ministro de Justicia de la época,
Luis Bates, presente en la Sala durante la discusión del mencionado precepto. La
norma se traduce en la intervención activa del juez, dirigida al propósito conectado
con el interés social de preservación de la familia, la que tendrá lugar cuando conozca
las materias de familia reguladas por la LMC, por lo que sólo le es posible
pronunciarse en un sentido activo en dicha dirección, a través de una providencia
cuando asuma un caso particular sometido a su conocimiento judicial. No puede
intervenir en una situación, por muy cercana a su conocimiento que ella sea, cuando
se encuentre fuera de la sede judicial o en competencia distinta. De igual modo, en un
carácter restrictivo, el incentivo al abandono de una actitud pasiva en el juez se
restringe a la unión matrimonial válidamente contraída, razón por la cual no puede
activar gestiones de reconciliación en una convivencia civil (AUC) o en una unión de
hecho, enfatizando por tanto la defensa del matrimonio.
La ley no especifica las amenazas y dificultades que afectan la vida en común, pero
se entiende que el carácter eminentemente declarativo de la norma comentada obliga
al juez a extremar la prudencia, evitando afectar la esfera de intimidad de las
personas. En este correcto sentido, no podría efectuar una sugerencia que apunte a
terminar una relación sentimental extramatrimonial sostenida por uno de los
cónyuges.
La norma ha sido valorada de modos muy diversos, ya que mientras una parte de la
doctrina le asigna importancia en la prevención de las rupturas matrimoniales, otro
sector le ha restado toda eficacia en la consecución de tal propósito. Así, Baraona ha
señalado, en apoyo de la primera apreciación, que la ley no ha configurado un
derecho al divorcio, que pudiera establecer una preeminencia de la pretensión de uno
de los cónyuges de instar al divorcio respecto de la aspiración del otro de mantener la
indisolubilidad de su vínculo, sino que, por el contrario, "la más importante valoración
que puede extraerse de la ley en estudio es que ella insta por la estabilidad familiar",
como queda probado precisamente en la redacción del artículo 3º de la LMC. Lo
anterior, afirmando que, antes del supuesto interés de un cónyuge por el divorcio,
están otros bienes que para la ley aparecen como superiores, tales como el interés
superior de los hijos, la protección del cónyuge más débil y la preservación de la vida
en común de un matrimonio válidamente contraído, cuando se vea amenazada,
dificultada o quebrantada. En contrario, Hübner la ha calificado como "una mera
declaración de principios, de carácter programático, donde se advierte la lucha interna
que existió en el trámite legislativo de la ley, toda vez que en las diversas instituciones
que se consagran difícilmente el juez va a tener la posibilidad de recomponer el
vínculo"382.
4. Ius connubii
"El juez tomará, a petición de cualquier persona, todas las providencias que le parezcan
convenientes para posibilitar el ejercicio legítimo de este derecho cuando, por acto de un
particular o de una autoridad, sea negado o restringido arbitrariamente".
§ Extensión del principio a la estabilidad del vínculo. La recepción legal del ius
connubii ha generado críticas, principalmente por estimar ineficaz, algunos autores, la
consagración del derecho en lo que respecta a sus consecuencias, ya que no
consideró su aplicación también a la decisión de mantener la estabilidad del vínculo,
elemento del matrimonio considerado esencial por los contrayentes al momento de su
celebración, permitiendo así entrar y salir libremente de la institución, facilitando que
los que no creen en el matrimonio vuelvan a casarse libremente395. En contrario,
pueden revisarse en esta obra los argumentos expuestos, al tratar el principio de
matrimonialidad.
§ Limitaciones al ius connubii. De conformidad a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, a lo dispuesto en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos396 y en el Pacto de San José de Costa Rica, las limitaciones se refieren a la
exigencia de una edad mínima y a la consagración legal de procedimientos que
permitan asegurar el libre y pleno consentimiento de los cónyuges.
La LMC, en forma concordante con este marco, establece como límites al ius
connubii, caracterizados por su excepcionalidad en relación al principio de libertad
nupcial, la acreditación de una edad suficiente y la diferencia de sexo397.
Fundamenta la regulación de los requisitos para celebrar matrimonio en el propósito
de asegurar el consentimiento libre de los contrayentes, estableciendo para ello la
edad mínima para contraer matrimonio en dieciséis años, variando de un
requerimiento mínimo basado en la capacidad de sostener relaciones sexuales y en la
potencialidad de engendrar hijos, a una exigencia de carácter más difuso, menos
objetivo e incluso arbitrario, como es la adolescencia tardía. Sin embargo, si el
objetivo era procurar mayor madurez de los eventuales contrayentes frente a las
consecuencias sociales de los actos individuales, la opción lógica habría sido
establecer en los dieciocho años de edad el umbral de la capacidad ciudadana, penal
y civil.
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando proteger
siempre el interés superior de los hijos y del cónyuge más débil".
En el caso específico de los hijos, como se verá más adelante, la amplia recepción
jurídica del principio del interés superior del niño se ha traducido en el reconocimiento
de un nuevo paradigma en el derecho de familia, que se impone como base y medida
de las relaciones familiares deseadas por la sociedad, morigerando o incluso
desplazando la tendencia precedente que colocaba a los niños y adolescentes en una
situación de absoluta subordinación respecto a quienes tenían derechos, obligaciones
y responsabilidades frente a ellos. Tal predominio del nuevo paradigma ha
determinado que el menor quede situado "en una posición de protagonismo y —en
tanto su desarrollo y madurez lo permitan— como gestor de su propia vida e
intereses"401. Todo lo anteriormente expuesto se tuvo en vista, de manera explícita o
implícita, por parte del legislador al decidir su inclusión en la LMC, en un precepto
expreso bajo la forma de una declaración principal que brinda contenido a las normas
que se refieren a él, debiendo ser considerado, por tanto, como criterio de resolución
judicial. Recordemos, al efecto, que la Convención sobre los Derechos del Niño
establece que el interés superior del menor es el principio general que debe regir la
adopción de cualquier medida en el ámbito judicial y administrativo con relación a las
personas menores de edad402.
§ Concepto de interés superior del niño y la niña. El interés superior del niño y la
niña, o interés superior del menor como es también conocido en el derecho
comparado, es un concepto jurídico indeterminado citado o incorporado en diversos
textos normativos nacionales e internacionales, y que enmarca de modo general las
políticas públicas y las leyes especiales que se ocupan de la infancia y la
adolescencia.
En conclusión, el principio del interés superior del niño es una declaración principial
del ordenamiento jurídico, en virtud de la cual los agentes de los poderes públicos
deben cautelar de un modo imperativo el respeto de los derechos fundamentales del
niño y la niña, como persona que no ha alcanzado la adultez, debiendo entenderse
que tales derechos están basados y determinados por el desarrollo equilibrado de su
personalidad408.
§ Recepción legal del principio del interés superior de los hijos y ámbito de
aplicación. El art. 3º inc. 1º de la LMC dispone en su primera parte lo siguiente:
"Las materias de familia reguladas por esta ley deberán ser resueltas cuidando proteger
siempre el interés superior de los hijos...".
§ Políticas públicas sobre infancia. Lo dicho a propósito del papel relevante del juez
es sin perjuicio de su extensión amplia a quienes por mandato legal en el marco de
las políticas públicas de amparo a la infancia deben cumplir también con deberes
específicos, como ocurre a modo ejemplar con quienes dirigen establecimientos en
que se brinda educación a los menores o que son responsables de los recintos en
que permanecen menores transgresores en régimen cerrado o abierto. Siguiendo a
Griesbach, la pauta de la obligación del Estado está basada en la necesidad del
niño(a) y no en la capacidad o facultad de un actor público, lo que tiene "implicaciones
importantes en cuanto al grado de acción oficiosa que se hace exigible a todo servidor
público, al grado de establecer obligaciones adicionales a las estipuladas en las
facultades concedidas por ley para dar vista y accionar todo aquello necesario para el
resguardo integral de los derechos de un niño o niña"420.
En tercer término, en aplicación del principio se debe asegurar a los hijos el derecho
a mantener un trato directo y permanente, dentro de las limitaciones de la nueva
realidad de convivencia, con su padre o madre con el cual no viven cotidianamente,
tal como lo dispone el art. 9º de la Convención de los Derechos del Niño y recoge el
inciso final del art. 3º de la LMC al disponer que las cuestiones atinentes a la
terminación del matrimonio deben conciliarse "con los derechos y deberes
provenientes de las relaciones de filiación y con la subsistencia de una vida familiar
compatible con la ruptura o la vida separada de los cónyuges"424.
En quinto término, algunas de las aplicaciones del principio tienen lugar con ocasión
del convenio regulador, en la promoción del cuidado personal compartido, alternado o
sucesivo y al momento en que se requiera escuchar la opinión de los hijos con motivo
del término de la vida familiar conjunta o del régimen futuro que les asistirá en su vida
futura en forma separada de cada uno de sus padres, aunque "lo manifestado por el
niño ante el juez no determina la decisión judicial, sino que solamente la informa,
como cualquier elemento de juicio. De ahí que existan resoluciones judiciales
diametralmente opuestas al deseo expresado por el hijo, con respecto a su cuidado
personal"426.
Finalmente, cabe destacar que algunos autores han extendido la aplicación de este
principio al eventual derecho de los hijos para exigir la continuidad del vínculo
matrimonial entre sus padres, entendiendo que esta situación deseable e ideal es la
única que se condice con el respeto pleno del interés superior del menor. No es
posible compartir esta postura, en tanto se basa en la subjetiva apreciación de un
niño, que confunde el afecto de sus padres hacia él con la subsistencia de la
comunidad de vida entre ellos, más allá incluso de la realidad objetiva que, en
muchos casos, constituye evidencia palpable del mejor cumplimiento de los deberes
paterno filiales cuando los padres no están juntos permanentemente. Además, sería
un contrasentido evidente, que sí se considerara en los casos de nulidad, y no en los
de divorcio, aun cuando el efecto previsible en los hijos sea similar427.
7. Principio del interés superior del cónyuge más débil
§ Noción introductoria. El principio del interés superior del cónyuge más débil,
establecido por la ley de 2004428, se erige a partir de la especial atención que el juez
procurará brindar al cónyuge que, al momento de la ruptura, se encuentre en una
condición de mayor vulnerabilidad por desequilibrio de sus posibilidades económicas,
laborales, sociales y de salud, al momento de enfrentar las consecuencias de la
separación en ciernes429.
§ Determinación del cónyuge más débil. La ley no señala lo que deberá entenderse
por "cónyuge más débil", abriendo el terreno a la interpretación doctrinal y
jurisprudencial, especialmente en este último caso, si se entiende que la ley remite a
la realidad concreta de cada caso, como propone Gómez de la Torre430. Buscando
mayor precisión, Rodríguez entiende por cónyuge más débil, "al que se encuentre en
una posición económica, psíquica, emocional o fisiológica desmedrada"431, en tanto
que Barcia agrega que la debilidad debe ser evidente y obedecer a una causa
objetiva, como una enfermedad432. Sin embargo, la interpretación de la ley y su
historia permiten concluir que la protección al cónyuge más débil está determinada
por la situación económica y la desigualdad que se pueda apreciar al momento de la
terminación del vínculo civil. No es por tanto sinónimo de estado de necesidad,
situación propia de las pensiones de alimentos, sino que se trata de evitar el
menoscabo económico.
La ley no precisa lo que deberá entenderse por debilidad relativa, por lo que
corresponderá al criterio del juez determinarlo, quien deberá considerar los principios
generales en la materia, las normas de contexto y otras referencias prescriptivas o
declarativas aplicables. Asimismo, tampoco establece a cuál cónyuge se aplica la
calificación, por lo que se entiende que puede ser cualquiera de los dos y no sólo la
mujer. Cabe indicar que el principio general aplicable en la materia, en la situación de
normalidad de la convivencia matrimonial, es el de igualdad de los cónyuges,
plenamente vigente en el Código Civil.
C III P A U
C
1. Principio de igualdad jurídica
§ Igualdad de los hijos. La Ley Nº 19.585, conocida como Ley de Filiación, consagró
la igualdad legal de todos los hijos, independientemente del hecho de haber nacido
dentro o fuera del matrimonio de sus progenitores.
A su vez, dentro del derecho matrimonial, el legislador optó por consagrar un solo
régimen legal del matrimonio aplicable en todo el país: el matrimonio civil con dos
formas de celebración. De este modo excluyó cualquier posibilidad de hacer valer
jurídicamente un matrimonio celebrado en conformidad a los requisitos establecidos
por otro ordenamiento jurídico, como la frustrada propuesta de opción entre dos
sistemas matrimoniales con vigencia en el mismo territorio, en virtud del cual podría
celebrarse un matrimonio sujeto a los requisitos establecidos en el derecho canónico,
derivándose en consecuencia la sujeción de ese matrimonio a las normas
establecidas en dicho ordenamiento y no al derecho nacional, por ejemplo, en materia
de disolución del vínculo y sus efectos.
301El artículo 103, en su inciso primero, disponía: "toca a la autoridad eclesiástica decidir sobre la
validez del matrimonio que se trata de contraer o se ha contraído". El inciso segundo, a su vez,
disponía que, "la ley civil reconoce como impedimentos para el matrimonio los que han sido declarados
tales por la Iglesia Católica; y toca a la autoridad eclesiástica decidir sobre su existencia y conceder
dispensa de ellos". El art. 117, por su parte, establece que, "el matrimonio entre personas católicas se
celebrará con las solemnidades prevenidas por la Iglesia, y compete a la autoridad eclesiástica velar
sobre el cumplimiento de ellas".
302La Ley de 1844 ordenaba a los sacerdotes extender en los libros parroquiales las respectivas
partidas de matrimonio y las partidas de nacimiento de los hijos que nacieran de estos matrimonios. Sin
perjuicio de la enorme dificultad que entrañaba su cumplimiento, al menos constituía un intento de
avance en materia de matrimonio civil. El Código, en vez de avanzar en el camino correcto, opta por
guardar silencio, complicando aún más las cosas. El artículo 118 original del Código Civil, establecía a
su vez que aquellos que profesaran una religión diferente de la católica, podían contraer matrimonio en
territorio chileno, "con tal que se sujeten a lo prevenido en las leyes civiles y canónicas sobre
impedimentos dirimentes, permiso de ascendientes o curadores, y demás requisitos; y que declaren
ante el competente sacerdote católico y dos testigos, que su ánimo es contraer matrimonio, o que se
reconocen el uno al otro como marido y mujer; y haciéndolo así no estarán obligados a ninguna otra
solemnidad o rito". Asimismo, considérese el art. 117 del Código Civil original. El CC, salvo la
confirmación efectuada por su art. 118 de las disposiciones de la ley de 1844, no reformó la legislación
canónica, sino más bien, "afirmó su jurisdicción y le dio nueva fuerza" (B L , Origen y
desarrollo del..., cit., p. 21).
303Indica el Mensaje: "Se conserva a la autoridad eclesiástica el derecho de decisión sobre la validez
del matrimonio y se reconocen como impedimentos para contraerlo los que han sido declarados tales
por la iglesia católica. El matrimonio que es válido a los ojos de la iglesia, lo es también ante la ley civil;
sin que por eso saliese de sus límites racionales el poder temporal cuando negase los efectos civiles a
un matrimonio que le pareciese de perniciosas consecuencias sociales y domésticas, aunque la
autoridad eclesiástica hubiese tenido a bien permitirlo, por consideraciones de otro orden, relajando a
su pesar las reglas ordinarias en circunstancias excepcionales".
El Código Civil también había hecho reconocimiento del Derecho canónico en diversas normas, como
las contenidas en los artículos 586 y 1105, lo que aludían en el primer caso a las cosas consagradas
para el culto divino y en el segundo al legado de cosas consagradas, validando el acto cuando el
Derecho canónico así lo autorizara (Vide A. A R , Curso de Derecho civil, I, p. 71).
Claro Solar, igualmente crítico, había referido a una suerte de explicación entregada por Bello, al ser
requerido por esta situación: "¿a qué poner como leyes las que no dirigían a la autoridad eclesiástica,
única competente en materia de matrimonio? Esta autoridad se regiría siempre por las disposiciones
del Derecho canónico y el texto del Código Civil sería para ella letra muerta". Esta explicación
provocaría en el insigne civilista el siguiente comentario: "¡Extrañas ideas del distinguido redactor de
nuestro Código, que no eran por cierto, las de Pothier, Merlín y tantos otros jurisconsultos católicos!" (L.
C S , Explicaciones de Derecho civil, cit., p. 291). En contrario, a favor de la opción de Bello,
vide M. S U , Evolución del Código Civil Chileno, Nascimento, Santiago, 1955,
citado en C. S A , El fracasado intento, cit., p. 92). La cita seleccionada por Salinas es
contradictoria, pues el argumento esgrimido por Somarriva se ajusta también a la actual justificación
social e histórica de la NLMC, al afirmar este autor: "creemos que Bello estuvo acertado al mantener el
matrimonio religioso [católico], porque la primera virtud de un precepto legislativo es estar de acuerdo
con el medio social en que va a regir".
304Cfr. J. P P , Derecho eclesiástico del Estado de Chile, Santiago de Chile 2003,
Pontificia Universidad Católica de Chile, pp. 18-19 y 185.
Prescribe el artículo 1º: "El matrimonio que no se celebre con arreglo a las disposiciones de esta ley,
no produce efectos civiles. Es libre para los contrayentes sujetarse o no a los requisitos y formalidades
que prescribe la religión a que pertenecieren. Pero no se tomarán en cuenta esos requisitos y
formalidades para decidir sobre la validez del matrimonio, ni para reglar sus efectos civiles".
308El primer proyecto de divorcio fue presentado el 26 de octubre de 1917, por un grupo de
diputados del Partido Radical liderados por Ramón Briones Luco el cual fue discutido en la sala de la
Cámara sólo siete años después, en 1924. En junio de 1927, el diputado Santiago Rubio, presentó otro
proyecto que contemplaba la procedencia del divorcio por falta imputable al otro cónyuge, por mutuo
consentimiento y por voluntad unilateral de la mujer, además de una forma de compensación
económica a la mujer inocente en las causas de la ruptura, el que es rechazado, junto con un proyecto
de Pedro Enrique Alfonso en 1933. Este primer período culminaría con el proyecto presentado por los
senadores Luis Álamos, Hernán Figueroa, Octavio Señoret, Darío Barrueto y Rodolfo Michels el 26 de
noviembre de 1934. Parte de estas iniciativas fueron coetáneas a un período de ajuste institucional, que
culminaría con la dictación de la Constitución Política de 1925, que consagró la separación entre el
Estado de Chile y la Iglesia católica, poniendo fin al sistema de patronato y garantizando la libre
manifestación de todas las creencias.
309Así, por ejemplo, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de Chile en el caso "Sabioncello
con Haussman", que vino a confirmar la tendencia iniciada en 1925 de acoger la comprobación de la
falta de competencia del Oficial del Registro Civil mediante la prueba testimonial rendida en el proceso
de nulidad, motivó la opinión favorable de Alessandri, uno de los más destacados e influyentes civilistas
chilenos, quien comentando la mencionada sentencia, alabó su decisión, por venir a suplir lo que
denominó: "la deficiencia de nuestra legislación que, inspirada todavía en un criterio estrecho y
atrasado, impropio del siglo en que vivimos, rechaza el divorcio con disolución de vínculo". En su
opinión, "es la ley la que debe plegarse a la necesidad y no ésta a aquélla". Vide A. A
R , citado por Corral, en H. C T , Ley de Divorcio, cit., p. 97.
313Un análisis de los proyectos de ley presentados en el Congreso Nacional desde 1884, en C
T , Hernán, Ley de Divorcio: las razones de un no, Santiago de Chile, 2001, pp. 111-114.
Asimismo, en relación con las discusiones parlamentarias sobre el divorcio en la primera mitad del siglo
XX, vide F. B S , "Discusión parlamentaria sobre la Ley de Matrimonio Civil y el
divorcio en Chile", en Finis Terrae, 11 (2003), pp. 119-128.
314La reapertura del Congreso Nacional se realizó el 11 de marzo de 1990, en tanto que la iniciativa
de reforma a la LMC fue presentada a tramitación el 14 de mayo de 1991.
315La iniciativa fue promovida por los diputados Carlos Dupré, Hernán Bosselin y Zarko Luksic, entre
otros. La institución de la familia reconocida, según sus autores, sería esencialmente distinta al contrato
de matrimonio, en los siguientes aspectos: a) se originaría en una situación de hecho sancionada por
una sentencia judicial y no en el libre consentimiento; b) se requeriría la prueba de haber vivido como
familia durante al menos cinco años; c) legitimaría a los padres o progenitores y no a la pareja; d) sólo
admitiría comunidad de bienes, pues su fundamento no es el acuerdo de voluntades sino la vida en
común; e) no extinguiría las obligaciones debidas al cónyuge e hijos del matrimonio vigente; f) se
extinguiría judicialmente si no subsiste la convivencia real y efectiva. Vide P. M C , Los
proyectos de familia y divorcio. Análisis antropológico, en P. Morandé Court (coord.), Controversia sobre
familia y divorcio, cit., p. 25.
316Los diputados Ferrada y Bombal defendieron la idea de que no debía imponerse el modelo de
matrimonio disoluble por divorcio, proponiendo para ello modificar la norma incluida en el proyecto, que
propiciaba la irrenunciabilidad de la acción de divorcio, lo que fue rechazado, tanto en el Segundo
informe de la Comisiones de Constitución y Familia unidas, el 25 de agosto de 1997, como en la Sala,
el 8 de septiembre de 1997 (H. C T , "La estabilidad matrimonial como objeto de
protección convencional. Un análisis de la discusión sobre la 'indisolubilidad opcional' en la nueva Ley
de Matrimonio Civil", en Revista de Derecho y Jurisprudencia, 1 [2005], p. 5).
317La Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, luego de un intenso
y profundo debate, aprobó un nuevo texto para el proyecto de ley en trámite, el 9 de julio de 2003,
decisión que fue ratificada por la Sala del Senado, luego de ocho sesiones de trabajo, el 13 de agosto
del mismo año.
320El antiguo art. 35 del CC. disponía: "Son hijos legítimos los concebidos durante el matrimonio
verdadero de sus padres o durante el matrimonio nulo en los casos del artículo 122. Son también
legítimos los legitimados por el matrimonio de los padres posterior a la concepción. Todos los demás
son ilegítimos".
Complementando la norma anterior, el art. 36 del CC, prescribía: "Los hijos ilegítimos son o naturales
o simplemente ilegítimos". La distinción entre hijos naturales y simplemente ilegítimos obedecía, en el
caso de los primeros, al acto de reconocimiento por parte del padre o madre que los haya reconocido o
cuya paternidad o maternidad hubiere sido establecida en conformidad a las reglas del antiguo Título
XII del CC, arts. 270 y ss. El hijo ilegítimo que no tenía la calidad de natural sólo tenía derecho a pedir
alimentos del padre o madre, o de ambos según el caso. Vide art. 280 CC.
323T R , Mauricio, "Del Derecho de Familia hacia un derecho de las familias", en Corral
Talciani et alii (coord.), Estudios de Derecho Civil, t. V, Familia y Derecho sucesorio, Abeledo
Perrot/Legal Publishing, Santiago de Chile, 2011 (Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009),
p. 39.
332En un sentido más restrictivo, Alcalde Rodríguez, distinguiendo la noción de principio respecto de
la norma, afirma que el principio al carecer de una descripción precisa del 'hecho típico' destinado a
regular, llevaría en sí mismo envuelta su indeterminación, constituyendo más bien una guía, pauta,
criterio o, incluso, la causa y justificación de una norma o precepto en particular, pero en caso alguno
'una instrucción' exhaustivamente acabada (Cfr. E. A R , Los principios generales del
Derecho, Santiago de Chile, 2003, Ediciones Universidad Católica de Chile, p. 55). Gordillo Cañas, por
su parte, refiere que el principio expresa la inmediata y no desarrollada derivación normativa de los
valores jurídicos, siendo su presupuesto muy general y su contenido normativo tan evidente en su
justificación como inconcreto en su aplicación. Asimismo, Betti, citado por Quintana Bravo, designa
como principio al pensamiento, la idea germinal, el criterio valorativo que la norma pone en ejecución, lo
que guarda relación con el problema práctico resuelto por la norma, inspirando su ratio, en sentido
teleológico, en cuanto suministra el criterio de solución (ibídem, p. 55).
333Cfr. L. P S , Apuntes de teoría del Derecho, Madrid, 2005, Trotta, pp. 205 y ss. El
autor refiere a una abundante literatura que tiene como centro de interés a los principios, destacando
entre las ideas discutidas aquella que separa a los principios del resto de las normas, denominando a
estas últimas como reglas, para entender la naturaleza de las primeras ligada a su carácter abierto y a
su carácter de mandato de optimización.
334Prieto Sanchís alude al carácter "principial" (sic) de la Constitución española de 1978, en cuyo
cuerpo advierte un número amplísimo de principios explícitos, cuyo reconocimiento como normas no
encierran dificultad especial. Entre estos, con su correspondiente expresión dispositiva, cita el principio
de libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político (art. 1.1), la autonomía y la solidaridad
territorial (art. 2º), la legalidad, la responsabilidad jurídica y la interdicción de la arbitrariedad (art. 9.3),
entre otros, caracterizados además por ser constantemente invocados por la jurisprudencia y de cuya
fuerza normativa, incluso derogatoria e invalidante, no cabría dudar. Los principios, además, no se
reducen en su consagración al nivel constitucional, pues también el Cce los incluye, como el de
autonomía de la voluntad (1255 Cce) (Cfr. L. P S , Apuntes de teoría del Derecho, cit.
p. 206).
335J. M. F M (coord.), Diccionario jurídico, Cizur Menor (Navarra) 2006, 47ª ed.,
Thomson-Aranzadi, p. 648.
Otra arista interesante de la aplicación de los principios y sus efectos, esta vez a propósito de la
consideración de los principios en el derecho privado, requiere la previa distinción entre eficacia
inmediata y mediata, reconociéndose esta última como distintiva de los principios. Según esta teoría, el
orden de los valores que está inserto en los derechos fundamentales debe ser tenido en cuenta en la
interpretación del derecho privado, sobre todo a través de las cláusulas generales.
337Considérese sobre la materia la opinión de Lepin, quien realiza un juicio sobre la evolución de los
principios en materia de filiación (C. L , "Autonomía de la voluntad y los acuerdos conyugales", en
C. Domínguez Hidalgo et alii (coord.), Estudios de Derecho Civil VIII, Santiago de Chile, 2013, Thomson
Reuters, pp. 93-96.
341En la primera opinión, vide A. H G , "La nueva Ley de Matrimonio Civil: panorama y
estructura general", en A. Assimakópulos Figueroa y H. Corral Talciani (ed.), Matrimonio civil y divorcio,
Santiago de Chile 2005, Universidad de los Andes, p. 22. En contra, J. B G ,
"Estrategias para enfrentar una demanda de divorcio", en A. A F y H. C
T , Matrimonio civil y divorcio, cit., p. 184.
Asimismo, el Ministro de Justicia de la época, Luis Bates Hidalgo, las calificó como normas de
contexto, que sirven para ilustrar el sentido de cada una de las partes de la ley, que ayudan al juez en
la interpretación de la ley frente a hechos determinados que se hayan establecido en el desarrollo de la
causa (Diario de Sesiones del Senado, sesión 22, 6 de enero de 2004). Galván, por su parte, las
califica como criterios que sustituyen a las enumeraciones cerradas de requisitos, considerando que en
su concepción legislativa recurre el legislador a la técnica legislativa de las cláusulas generales, cuyo
rasgo más característico es la prescindencia de enumeraciones cerradas de requisitos (J. A. G
B , El nuevo sistema matrimonial de la Ley Nº 19.947, en A. Vidal Olivares [coord.], El nuevo
Derecho chileno del matrimonio, Santiago, 2006, Editorial Jurídica de Chile, p. 16).
342Otros principios reconocibles son destacados por Marcela Acuña, quien menciona como tales la
interdependencia de la autonomía de la voluntad y la actuación judicial, la influencia de la culpabilidad
conyugal y la variabilidad de los efectos del divorcio (Cfr. M. A S M , Efectos del divorcio,
Santiago de Chile 2011, Abeledo Perrot, pp. 127-131, 137-140, 144-148).
344O E , Yasna, "La protección del interés de la familia en la resolución de los asuntos
vinculados a las crisis matrimoniales a 10 años de la Ley Nº 19.947", en L M , Cristián, y
G T , Maricruz, Estudios de Derecho Familiar I, actas de las Primeras Jornadas
Nacionales de Derecho de Familia, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2016, pp. 98-99.
348Para una apreciación de los diversos aspectos involucrados en dicha discusión, vide H. C
T , Familia y Derecho, cit., pp. 15-23. Asimismo, S. T S , Tendencias
constitucionales relativas a la protección de la familia, en C. Pizarro Wilson (coord.), Estudios de
Derecho Civil IV, Santiago de Chile, 2009, LegalPublishing.
354Al respecto, a modo ejemplar, considérese la relación prácticamente absoluta de la familia con el
matrimonio que efectúa Claro Solar, quien tras declarar que "el matrimonio, base de la familia, es el
fundamento sobre que reposan las sociedades humanas", hace suya la definición de D'Aguanno, para
quien la familia, como fenómeno natural, tiene su origen en la unión de los sexos y como institución
jurídica deriva del matrimonio, que es la unión sancionada por la ley. De esta visión fundacional de la
interpretación sobre la familia y su relación con el matrimonio, se nutre ampliamente la doctrina durante
más de un siglo (Cfr. L. C S , Explicaciones de Derecho civil chileno, cit., p. 285; A.
A R et alii, Tratado de Derecho civil, I, Santiago de Chile 2005, 7ª ed., Editorial
Jurídica de Chile, p. 436; E. R S , Manual de Derecho de familia, Santiago de Chile,
1992, Editorial Jurídica de Chile, p. 9; M. S U , Derecho de familia, Santiago de
Chile, 1963, Nascimento, p. 10; R. R P , Derecho de familia, Santiago de Chile, 2000, 3ª ed.,
Editorial Jurídica de Chile, p. 9).
355En su obra Breve estudio sobre la familia, publicada en 1954, Rossel escribió: "el hecho de
pertenecer a una familia es casi un atributo inherente a toda persona. No puede decirse, sin embargo,
que todo ser humano tenga familia, pues los hijos ilegítimos, según lo diremos más adelante, no la
tienen; jurídicamente son seres solitarios, no tienen ni padre, ni madre, ni hermanos, ni otros parientes"
(E. R S , Breve estudio sobre la familia, Santiago de Chile, 1954, Editorial Jurídica de
Chile, p. 15).
362Vide R H , Francisco, "Las relaciones personales de los hijos tras las crisis
matrimonial de los progenitores. Incidencias y protección", en Revista del Magíster y Doctorado en
Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011).
363Véase también sobre otra arista del tema tratado, R H , Francisco, "De la relación
fáctica a la categoría jurídica: la figura del padrastro y madrastra", en Revista del Magíster y Doctorado
en Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), pp. 163-188.
365I V , Alejandra, "Derecho del niño a vivir en familia en el contexto del Acuerdo de
Unión Civil", en Revista Universitaria de Investigación Jurídica Ad Libitum, Número especial: Nuevas
perspectivas del Derecho de Familia. Régimen de Responsabilidad y Acuerdo de Unión Civil (2019),
p. 73.
366Illanes sostiene que "un niño que nace o se cría en el contexto de una familia homoparental, la
igualdad proclamada en el artículo 3º del Código Civil resulte insuficiente para garantizarle la igualdad
en dignidad y derechos que merece en su condición de persona, y que proclama nuestra propia
Constitución Política en su artículo 1º" (I V , Alejandra, "Derecho del niño a vivir en familia
en el contexto del Acuerdo de Unión Civil", en Revista Universitaria de Investigación Jurídica Ad
Libitum, Número especial: Nuevas perspectivas del Derecho de Familia. Régimen de Responsabilidad y
Acuerdo de Unión Civil (2019), p. 74).
368En esta perspectiva, Otero manifiesta que la complementariedad entre el hombre y la mujer
constituye la base para la permanencia del modelo de familia clásico, ya que no todos los tipos de
familia tienen igual validez ante la sociedad ni amparan del mismo modo a sus miembros. En términos
categóricos, califica de irresponsable al gobierno que pretenda asegurar la igual consideración de los
distintos modelos de familia, pues a partir de esta igualación pública se puede amparar la errónea
concepción de que cualquier tipo de unión es igualmente conveniente. El matrimonio, prosigue la
autora, sobrevivirá porque demostrará ser la unión que mejor ampara a sus miembros,
proporcionándoles mayor estabilidad emocional y posibilidades de prosperidad. El nacimiento en el
seno de una familia matrimonial —concluye— se convertirá en la principal ventaja comparativa para la
felicidad del ser humano en las próximas décadas. (F. Otero, en C. F G -S , Debate sobre el
divorcio, Planeta, Santiago de Chile, 2001, p. 49).
En similar perspectiva, Raczinsky señala que el matrimonio y la familia sufren de inseguridad y falta
de conciencia de su identidad, pese a que la familia y el matrimonio como proyecto de realización
humana estarían inscritos en la propia naturaleza humana, siendo por tanto anteriores a cualquier otra
organización social. Esta apreciación se aceptó tradicionalmente como un hecho dado e indiscutible,
sin perjuicio de lo cual en las últimas décadas, la familia ha sido objeto de muchos estudios y análisis,
los que han contribuido más bien a aumentar la confusión que reina, como cuando se habla de
matrimonio mostrando las diversas maneras de formar pareja, o asumiendo como verdades evidentes
que las situaciones desordenadas que aquejan a muchas familias constituyen auténticos modelos a
seguir (Cfr. C. R , en C. F G -S , Debate sobre el divorcio, cit., p. 61.
Un tratamiento en profundidad de la materia, cuyo orden seguiremos, ha sido realizado por Alexis
Mondaca en diversos trabajos. En ellos destaca —entre otros temas que requieren atención— el de la
afectación de los vínculos de familia de los inmigrantes en los casos en que se adoptan medidas
administrativas como la expulsión, sobre cuyo procedimiento manifiesta un juicio muy crítico y advierte
sobre la necesidad de actualizar las normas y concordarlas con el sistema internacional de derechos
humanos al cual adscribe nuestro país (M M , Alexis, "La relevancia de los vínculos de
familia como medio de defensa respecto de la anacrónica legislación chilena de extranjería basada en
el control del inmigrante", en Revista Universitaria de Investigación Jurídica Ad Libitum, Número
especial: Nuevas perspectivas del Derecho de Familia. Régimen de Responsabilidad y Acuerdo de
Unión Civil (2019), pp. 79-97; M M , Alexis, "Reflexiones sobre uno de los desafíos que la
inmigración plantea al derecho de familia: los así denominados matrimonios por conveniencia", en
Elorriaga de Bonis, Fabián (coordinador), Estudios de Derecho Civil VII (Jornadas Nacionales de
Derecho Civil Viña del Mar 2011), Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2012, pp. 41-
54.
375Vide M M , Alexis, "La relevancia de los vínculos de familia como medio de defensa
respecto de la anacrónica legislación chilena de extranjería basada en el control del inmigrante", en
Revista Universitaria de Investigación Jurídica Ad Libitum, Número especial: Nuevas perspectivas del
Derecho de Familia. Régimen de Responsabilidad y Acuerdo de Unión Civil (2019), pp. 88-93.
376Andrea Muñoz, asesora de los redactores del proyecto de ley que daría origen a la LMC, señaló
que se asumía el tema "muy lejos de las posturas individualistas y neo liberales que proclaman y
reivindican el divorcio como un derecho fundamental que en ningún momento puede ser anulado y sí
garantizado por el Estado (A. M , Divorcio vincular y nulidad, en M. A O et alii, La
Familia en Chile: aspiraciones, realidades y desafíos, Santiago de Chile, 1992, CERC/ICHEH, p. 120).
En el mismo sentido, Watkins sostiene que: "defender la existencia de una ley de divorcio no significa
ser partidario de que los matrimonios se disuelvan, sino de aceptar una solución digna para poner atajo
a un mal aún mayor" (A. M. W , ¿Divorcio o hipocresía legal?, cit., 11).
378En el mismo sentido, Pablo Rodríguez manifiesta que "se visualiza claramente una cierta
propensión del legislador por conservar el vínculo matrimonial y preservarlo de las crisis que puedan
producirse con el correr del tiempo, haciendo realidad la aspiración del "matrimonio para toda la vida"
(Vide P. R G , "Ley de Matrimonio Civil: interpretación, efectos e insuficiencias", en
Actualidad Jurídica, 20 (2009), p. 365). Hernán Corral asume derechamente su existencia como un
principio de matrimonialidad, definiéndolo como: "un principio de nuestra legislación civil en materia de
familia, que consagra una opción valorativa preferente y favorable hacia la unión matrimonial como la
forma jurídica y social de fundar y organizar una familia", que no es una obligación toda vez que el
mismo principio consagra la libertad nupcial y tampoco es una mera norma que pueda ser objeto del
método de la subsunción, sino "un principio al que se aplican los métodos de optimización y
proporcionalidad" (Cfr. H. C T , "El principio de matrimonialidad y las acciones
concurrentes de nulidad, divorcio y separación en los procesos de familia", en J. A. Varas Braun
(coord.), Estudios de Derecho Civil, t. V, Santiago de Chile, 2010, Thomson Reuters, p. 97).
379Prescribe el artículo 3º inc. tercero de la Ley Nº 19.947: Conociendo de estas materias, el juez
procurará preservar y recomponer la vida en común en la unión matrimonial válidamente contraída,
cuando ésta se vea amenazada, dificultada o quebrantada.
383Intervención en la Comisión de estudios del proyecto de Ley de Matrimonio Civil, creada por el
Servicio Nacional de la Mujer (Sernam). Menciona el ejemplo de extranjeros expulsados en países de la
Unión Europea, en que se ha hecho valer frecuentemente en tribunales, obteniendo a su favor, que no
se ha respetado el Derecho de familia en virtud de que tal expulsado tiene hijos o cónyuge en el país y
con la decisión administrativa se ha atentado contra la unidad familiar.
385El art. 32.1 de la Constitución española dispone: "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer
matrimonio con plena igualdad jurídica". Por su parte, el art. 44 del CC español, en concordancia con el
citado precepto constitucional, dispone: "El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio
conforme a las disposiciones de este Código".
386La expresión ius connubii fue acuñada por los romanos, expresando, en opinión de Hervada, "un
complejo unitario de situaciones jurídicas: 1º la capacidad para contraer matrimonio que es a la vez
derecho a contraerlo; 2º el poder de hacer surgir el vínculo (virtus contrahendi)" (cit. en T. R -
P , El matrimonio cristiano, Pamplona, 1997, Eunsa, p. 354).
387La Declaración Universal de los Derechos Humanos, en su artículo 16, declara: "Los hombres y
las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derecho, sin restricción por motivos de raza, nacionalidad o
religión, a casarse y fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio,
durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio". Vide, además, los artículos 12 y 14 de la
Convención Europea de los Derechos del Hombre y el artículo 23 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos.
389La remisión histórica de la expresión ius connubii, especialmente al Derecho canónico y, en algún
sentido al precedente romano, puede ser apreciado también en J. B G y A. N
A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, cit., pp. 143 y ss.
391Troncoso, además del caso de desheredamiento contemplado en el art. 1074 del CC chileno,
menciona el caso de un contrato en el cual se inserta la condición de permanecer soltero/a, cláusula
que debe ser declarada nula por ser atentatoria contra un derecho fundamental de la personalidad
(ibídem, p. 21).
394Vide artículo 20 inciso tercero de la Ley Nº 19.947 y el artículo 28 parte final del D.S. Nº 673, que
Aprueba Normas Reglamentarias sobre Matrimonio Civil y Registro de Mediadores.
395Ibídem, p. 18. En particular, Eduardo Aldunate considera que la consagración de la facultad de
contraer matrimonio en el art. 2º de la NLMC "es inconsistente con el uso de la expresión en el orden
constitucional", además de inútil como garantía de la respectiva facultad, ya protegida en los pactos
internacionales (Cfr. E. A L , "El derecho esencial a contraer matrimonio", en A. Vidal
Olivares (coord.), El nuevo Derecho chileno del matrimonio, Santiago de Chile, 2006, Editorial Jurídica
de Chile, p. 47).
397Este último carácter diferencia la recepción del principio de libertad nupcial en el Derecho español
y en el chileno, al acoger el primer sistema el matrimonio entre personas del mismo sexo.
400Pablo Rodríguez incorpora la prioridad asignada por el legislador en el principio de protección que
"constituye un mandato excepcional que jerarquiza los intereses en juego, haciendo prevalecer, en
caso de conflicto, el interés superior de los hijos y del cónyuge desfavorecido (más débil) en la relación
matrimonial" (Cfr. R G , Pablo. Ley de Matrimonio Civil, Colegio de Abogados de Chile,
Santiago de Chile, 2005, p. 3).
401Cfr. W. H , "El interés del niño y adolescente en las crisis familiares", en W. H et alii,
Factores y contenidos de la evolución, cit., p. 18.
402Art. 3.1 de la Convención de las Naciones Unidas de 20 de noviembre de 1989, sobre los
Derechos del Niño. El mismo sentido es aplicado en España en el art. 2º de la LO 1/1996, sobre
Protección jurídica del menor.
403Cfr. R H , Francisco, "Las relaciones personales de los hijos tras las crisis
matrimonial de los progenitores. Incidencias y protección", en Revista del Magíster y Doctorado en
Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), p. 65.
407Cfr. M. G G , Bienes públicos regionales, cit., p. 19. Tal ha sido, por ejemplo, la
perspectiva que ha asumido el Código de la Infancia y Adolescencia de Colombia que entiende por
interés superior del niño, niña y adolescente, "el imperativo que obliga a todas las personas, a
garantizar la satisfacción integral y simultánea de todos sus Derechos Humanos, que son universales,
prevalentes e interdependientes" (vide artículo 8º de la Ley Nº 1.098, Código de la Infancia y
Adolescencia de Colombia).
408La orientación al desarrollo de la personalidad ha sido considerada en fallos recientes, entre los
cuales destaca la sentencia de la CS recaída en la causa rol Nº 7545-2011, de 30 de abril de 2012, en
el que aludiendo a la indeterminación del concepto de interés superior del niño, afirma que el mismo se
refiere al aseguramiento del ejercicio y protección de los derechos fundamentales de los menores y
posibilitar la satisfacción de todos los aspectos de su vida, orientados al desarrollo de su personalidad
(Vide considerandos 3º y 6º, SCS de 30 de abril de 2012, rol Nº 7545-2011, en L. C V (dir.),
¿Qué pasó en la semana? Fallos destacados de la Corte Suprema (2012-2013), Santiago de Chile,
2013, LegalPublishing/Thomson Reuters, pp. 16 y 17. Cita on line disponible en CL/JUR/857/2012;
60583).
411F. Rivero Hernández, cit., en A. G L , "La custodia compartida, el interés del menor y
la neutralidad de género", en Aequalitas, 16 (2005), p. 52.
412La génesis del principio puede situarse, aunque sin carácter vinculante, en dos declaraciones
internacionales: la Declaración de Ginebra, de 24 de septiembre de 1924, la cual expresa que "la
Humanidad debe dar al Niño lo que ella tiene de mejor", y posteriormente, la Declaración de los
Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989, que postulaba que el niño gozará de una protección
especial (Principio 2º), y que el interés de este es el principio rector de quienes tienen la
responsabilidad de su educación y orientación (Principio 7º, 2). El texto contenido en el art. 3.1 de la
Convención, señala: "En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las autoridades administrativas o los órganos
legislativos, una consideración primordial a que se atenderá será el interés superior del niño".
Según Royal, citada por Howard, la Convención de 1989 se encuentra ya presente en una propuesta
formulada por Polonia a la ONU en 1978, que planteaba redactar un texto sobre la base de la
Declaración de 1959, incluyendo además la recomendación de Korczak, tendiente a unificar los
diversos textos existentes en la materia y que fuera vinculante para los Estados (Cfr. W. H , "El
interés del niño y adolescente en las crisis familiares", en W. H et alii, Factores y contenidos de
la evolución del Derecho de familia, Montevideo, 2008, Universidad de Montevideo, p. 17).
Sobre el antecedente de la Convención en la Declaración de Derechos del Niño de 1924, sin negar la
relación, Barcia no comparte que se trate de una mera reedición de dicho acuerdo, toda vez que la
Convención, entre otras diferencias fundamentales, otorga una serie de garantías como la
confidencialidad y la posibilidad abierta a cualquier persona para presentar una demanda basada en el
resguardo de los derechos del niño y la niña (R. B L , Fundamentos del Derecho de
Familia y de la Infancia, Santiago de Chile, 2011, Thomson Reuters, p. 29). Sobre este punto, y ligado
al análisis de la condición del menor de edad en relación con las respectivas competencias de
intervención de los ámbitos público y privado, considérese M. S , Derecho de familia italiano,
¿Hacia nuevas transformaciones?, Bogotá, 2003, Universidad Externado de Colombia, pp. 63-70.
Finalmente, en la revisión de otros instrumentos internacionales, cabe consignar la relevancia
alcanzada por el Sistema europeo de derechos humanos y en particular por la Convención Europea
para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, de 14 de noviembre de
1950, la cual reconoció el derecho a niños y adolescentes a presentar una queja por violación a sus
derechos (Cfr. R. B L , Fundamentos, cit., p. 29).
413Para profundizar en las normas y los distintos rangos de fuerza que rigen la aplicación de la
Convención por los Estados Partes, considérese R. B , Fundamentos, cit., pp. 32 y 33.
417Vide arts. 3º inc. 1º y 85 inciso 2º de la LMC, en concordancia con los arts. 222 inc. 2º, 234 y 242
del CC, y del art. 16 de la Ley de Tribunales de Familia. La naturaleza jurídica de la invocación al
interés superior del niño no es precisamente un campo pacífico. Así, una sentencia de 2006 niega su
carácter de derecho, afirmando en cambio que se trata de "un interés social amparado por el derecho"
(SCS de 2/12/2006, en LegalPublishing 35511).
422Dispone el art. 242 inciso 2º del CC: "En todo caso, para adoptar sus resoluciones el juez
atenderá, como consideración primordial, al interés superior del hijo, y tendrá debidamente en cuenta
sus opiniones, en función de su edad y madurez". Asimismo, el art. 85 inciso 2º de la LMC prescribe:
"Cuando existieren menores de edad comprometidos, el juez deberá considerar especialmente el
interés superior del niño, y oirá a aquél que esté en condiciones de formarse un juicio propio,
teniéndose debidamente en cuenta sus opiniones, en función de su edad y madurez, al resolver todos
los asuntos relacionados con su persona o sus bienes".
Una aplicación práctica del principio se contiene en un interesante fallo de los tribunales argentinos,
el que en lo medular dispone lo siguiente: "La relación padres-hijos es independiente de los avatares de
la pareja, diferenciándose entre 'pareja' y 'dos padres', y que, ante ello, hoy en día es indudable que un
niño necesita continuar el contacto que tenía 'cuando su familia se encontraba intacta' con ambos
padres. Ello, no sólo porque mitiga el sentimiento de abandono y la presión sobre el niño —quien no
debe elegir entre sus padres, intentándose eliminar, o eliminándose, los 'conflictos de lealdad' de buena
medida— sino porque también le garantiza la permanencia de los cuidados parentales y con ello el
mejor cumplimiento de las funciones afectivas y formativas". En la misma línea, Makianich señala que
"cuando exista colisión entre los intereses de los padres y los del niño, deberá priorizarse el interés de
éste, en la medida en que es la parte más débil y necesitada de protección, cuya vulnerabilidad puede
acarrearle graves daños imposibles de ser remediados posteriormente" (M , R , Autoridad
Parental, en Aequitas 5 (2011), pp. 66 y 67). Finalmente, una aplicación preferente del principio del
interés superior del niño, en una eventual situación de colisión con el principio de igualdad entre varón y
mujer, con motivo de la demanda de tuición compartida o alternada en el caso de padres separados, es
desarrollada en S. R P , "La tuición compartida o alternada en Chile. Conflictos entre el
interés superior del niño y los intereses de padres separados", en C. Pizarro Wilson (coord.), Estudios
de Derecho Civil IV, Santiago de Chile 2009, LegalPublishing, pp. 233-240.
426L G , Fabiola, Cuidado personal de los hijos, PuntoLex, Santiago de Chile, 2005,
p. 108. Además, considérese pp. 46-77 y 71-11.
427Cfr. M. L. M , Familia, matrimonio y divorcio, Buenos Aires 2001, Astrea, pp. 150- 152.
428Carolina Riveros sostiene que si bien el principio ha tenido mayor relevancia con la promulgación
de la LMC, con su reconocimiento expreso en el art. 3º inc. 1º, "no es menos cierto que, la existencia de
un régimen patrimonial en el matrimonio, implica sin duda alguna la protección del cónyuge más débil"
(C. R F , Carolina, "La relevancia del régimen patrimonial de los cónyuges para efectos
de la determinación de la compensación económica", en Revista de Derecho Universidad Católica del
Norte, 1 [2012], pp. 421-422). En igual sentido, J. O A , Análisis de la Nueva Ley de
Matrimonio Civil, Santiago de Chile 2004, Editorial Metropolitana, pp. 20 y 21.
429Para una revisión en profundidad de la protección del cónyuge más débil en el derecho
comparado y en el derecho de familia nacional, considérese C. L M , "El principio de
protección del cónyuge más débil en el moderno Derecho de Familia", en Revista Chilena de Derecho,
2 (2013), pp. 520-527.
437Para una visión sintética de la institución, infra, capítulo decimoprimero, número 2, letra h.
Asimismo, para un análisis en profundidad del estatuto de la compensación económica en la LMC,
considérese P. R G , "Ley de Matrimonio Civil: interpretación, efectos e insuficiencias", en
Actualidad jurídica, 20 (2009), pp. 377-420; C. D H , Compensación económica en la
Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2005, Colegio de Abogados de Chile. Ídem, "El
convenio regulador y la compensación económica: una visión de conjunto", en A. Assimakópulos
Figueroa y H. Corral Talciani (ed.), Matrimonio civil y divorcio, Santiago de Chile, 2005, Universidad de
los Andes, pp. 91-122 y L M , Cristián, El principio de protección, cit., pp. 527-534). Asimismo,
vide SCS rol Nº 3897-2012, de 13 de noviembre de 2012 (CL/JUR/2584/2012; 63154).
440Vide Revista de Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, t. CIII, 2 (2006), pp. 745-
747.
444La CPR consagra el principio en sus artículos 1º y 19 Nº 2º. En particular, el art. 1º, luego de la
modificación introducida por la Ley Nº 19.611 de 16 de junio de 1999, alude a "personas" en vez del
término "hombres", en tanto que el art. 19 Nº 2 contiene la frase: "Hombres y mujeres son iguales ante
la ley".
446Afirma al respecto Peña que un Estado no respeta este principio cuando sostiene o mantiene una
legislación que atribuye consecuencias desfavorables a las personas en razón, por ejemplo, del género
sexual al que pertenecen, o sea, le atribuye consecuencias desfavorables en razón de ser mujer, o
cuando también le atribuye consecuencias desfavorables a las personas o les reprocha las
circunstancias en que fueron concebidas (Cfr. C. P "Una propuesta de régimen patrimonial del
matrimonio", en M. A O et alii, La Familia en Chile: aspiraciones, realidades y desafíos,
Santiago de Chile, 1992, CERC/ICHEH, pp. 100-101).
En una perspectiva teológica cristiana, respecto de la igualdad, se han hecho impropias alusiones
sobre la responsabilidad del Cristianismo en la situación históricamente desmejorada de la mujer frente
al varón. Existiendo, sin embargo, dicha percepción en la visión de una parte de la doctrina, a diferencia
del Sermón de la Montaña, el cual no presenta una ética elaborada para regular la vida de los hombres
en sociedad pues más bien prepara a los creyentes para asumir una nueva mentalidad, las cartas del
Nuevo Testamento, en cambio, sí entregan reglas para la vida diaria de los cristianos, dentro de las
cuales se encuentra la igualdad. En esta línea, Schillebeeckx sostiene que la Iglesia aceptó lo mejor de
la ética de aquel tiempo, pero no combatió la esclavitud, el orden político ni la postración de la mujer,
aceptando la conciencia ética de tipo humano universal a que había llegado la sociedad judía y
grecorromana del siglo primero, pero, sin perjuicio de ello, introdujo el principio de igualdad reflejado en
Gal. 3:28: "Ya no hay judío o griego, ni esclavos ni hombres libres, ni hombre ni mujer, sino que todos
son uno en Jesucristo" (Cfr. V , El matrimonio. Realidad terrena y misterio de Salvación,
Salamanca, 1968, Sígueme, p. 135). Finalmente, en la perspectiva magisterial latinoamericana, se
afirma, sin espacio a dudas, que en el mito del génesis, no hay ninguna revelación de una primacía
ontológica del hombre sobre la mujer, concluyendo que puede afirmarse la existencia de dos sexos,
pero no de un segundo sexo (Cfr. C , Fe cristiana y compromiso social, Santiago de Chile, 1983,
CIDE, p. 234).
448Sobre la materia, ver entre otros autores, I V , Alejandra, "Derecho del niño a vivir en
familia en el contexto del Acuerdo de Unión Civil", en Revista Universitaria de Investigación Jurídica Ad
Libitum, Número especial: Nuevas perspectivas del Derecho de Familia. Régimen de Responsabilidad y
Acuerdo de Unión Civil (2019), pp. 63-67. Asimismo, G T , Maricruz, "El elemento
fundamental de la determinación de la filiación es la voluntad", en Revista Universitaria de Investigación
Jurídica Ad Libitum, Número especial: Nuevas perspectivas del Derecho de Familia. Régimen de
Responsabilidad y Acuerdo de Unión Civil (2019).
450V R , Víctor y L P , Alberto, Derecho Civil. Teoría General de los Actos Jurídicos
y de las Personas, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 1985, p. 35.
452Barcia considera que la concepción del derecho de familia que desarrolla los derechos del
individuo, desde su infancia hasta su edad adulta, haciéndolos responsables de sus propias decisiones
y evitando una intervención excesiva del derecho en el seno de la familia, está configurada claramente
por el principio de la autonomía privada (B L , Rodrigo, Acuerdos Conyugales en el Marco
de la Justicia Chilena, Colegio de Abogados de Chile, Santiago de Chile, 2009, p. 4). Asimismo,
B , Rodrigo, "La autonomía privada en el derecho de familia", en Revista de Derecho de la
Universidad Finis Terrae, 13 (2009), pp. 107-127. Véase, además, B G , Javier,
Derecho de las personas. El Derecho Matrimonial, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de
Chile, 2011, pp. 60-102.
456Cfr. C , Hernán, Familia y Derecho, Universidad de los Andes, Santiago de Chile, 1994,
pp. 76 y 77.
C IE
1. Concepto de matrimonio
Los problemas surgen, sin embargo, cuando se analiza el contenido del instituto
matrimonial, los requisitos para celebrarlo y las formas de su extinción. En esta
materia, ha ganado terreno la tendencia que promueve la consideración del
matrimonio como un derecho universal, de todas las personas independientemente de
su condición sexual, asumiendo que las limitaciones históricas que lo han
caracterizado han tenido un sentido religioso, que ya no podría ser impetrado
válidamente en Estados que se definen como no confesionales. La virtualidad de su
predominio cultural, en todo caso, debe ser relativizada y discutida en sus
fundamentos466.
El artículo 102 del Código Civil señala que el matrimonio es un contrato "actual",
queriendo expresar con ello que el matrimonio no admite modalidades, las que de
acuerdo al derecho civil pueden ser plazo, condición o modo472. Respecto del plazo,
no se puede establecer en el acto de celebración un plazo a partir del cual se
producirían los efectos y consecuencialmente se tornarían exigibles los derechos y
deberes del matrimonio, no sólo por la naturaleza del instituto matrimonial, sino por
contrariar las bases de estabilidad y seguridad del sistema jurídico. En cuanto a las
cláusulas modales aplicadas al matrimonio, estas son de difícil ocurrencia, pues el
supuesto debiera asumir que ninguno de los contrayentes puede sostener la
pretensión de que se realicen unas ciertas prestaciones por el consentimiento que
presta y, en otros casos, como en el matrimonio religioso, el modo no puede ser
asimilado al rito. Veremos con más detalle la referencia a la condición.
"El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen actual e
indisolublemente, y por toda la vida con el fin de vivir juntos, de procrear, y de auxiliarse
mutuamente".
En tal sentido, ¿es relevante para el derecho civil la motivación que induce a una
persona a unirse en matrimonio? ¿Es la misma la motivación que induce a establecer
una relación de pareja informal, a la convivencia y al matrimonio? ¿Es posible hablar
de causa? ¿Existe un motivo que induce a celebrar el acto o contrato, en este caso, el
matrimonial?
C II C
A partir del mutuo afecto de los integrantes de la pareja y por medio del pacto
conyugal, se da lugar a una realidad de justicia, traducible inmediatamente en
términos jurídicos tales como la relación jurídica matrimonial, el vínculo jurídico, los
sujetos, el objeto y la especificidad de los derechos y deberes conyugales487.
El término unión asume una significación más clara con la entrada en vigor de la
LMC de 2004, que incorpora el concepto de comunidad de vida a propósito del
impedimento contemplado en el artículo 5º Nº 4º, derivado a su vez de la doctrina
canonística, remite a la "vinculación social y de justicia entre dos "yo" personales y a
la unidad en los aspectos conyugales de su naturaleza"488. De aquí se desprende
que, lo esencial de la unión pactada, vale decir, del vínculo que se genera, es que su
constitución atienda al propósito rector de formar la comunidad de vida que implica el
estado matrimonial, legalmente privilegiado por su funcionalidad eficiente en la
constitución y desarrollo de la familia, definiéndolo como actual, indisoluble y
perpetuo, lo que distingue al instituto matrimonial de otras uniones asimilables, como
la convivencia de facto. Asimismo, la unión tiene un carácter matrimonial,
desechando, por tanto, otras uniones, como las que persiguen un interés patrimonial.
2. La diferencia de sexo como elemento del matrimonio legal
Las relaciones sexuales entre un hombre y una mujer de modo humano son, por
tanto, la base de la consideración jurídica de la institución matrimonial civil, en
coherencia con las razones que justifican la valoración social del matrimonio,
fundamento a su vez de la comunidad familiar, en tanto que, con las características y
finalidades previstas en la norma, se generan las condiciones óptimas para facilitar la
procreación, unida indisolublemente al propósito de asegurar la reproducción de la
especie humana489. La diferenciación sexual explica la atracción física y psíquica
entre un hombre y una mujer, de modo tal que se considera natural que ambos, como
resultado de esa atracción mutua, decidan vivir juntos y fundar una familia490.
"El matrimonio es un contrato solemne por el cual un hombre y una mujer se unen...".
"Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán lo que establezca la ley del lugar de
su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las
leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en
territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer".
Por tanto, el sentido de la ley es claro cuando exige para la producción de efectos
en Chile de un matrimonio celebrado en el extranjero, que este se lleve a efecto entre
un hombre y una mujer. La consecuencia jurídica es la prohibición de la poligamia y,
en prevención de su ocurrencia, el establecimiento del impedimento de vínculo
matrimonial no disuelto, contemplado en el artículo 5º Nº 1º de la LMC.
"El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio
y da origen a las sanciones que la ley prevé.
Cometen adulterio la mujer casada que yace con varón que no sea su marido y el varón
casado que yace con mujer que no sea su cónyuge" (art. 132 CC).
En primer lugar, que respecto de los deberes matrimoniales subsiste una lectura
moral de su naturaleza normativa, que incluso niega su carácter obligacional. Esto ha
conducido a que la infidelidad como en general las causales de divorcio se deroguen
progresivamente como normas prescriptivas en la mayoría de los ordenamientos
jurídicos occidentales514.
Estimamos que no, toda vez que el matrimonio admite la necesaria distinción entre
disolubilidad interna y disolubilidad externa, debiendo, por tanto, colegirse que el
legislador acepta la disolubilidad extrínseca, prohíbe la disolubilidad intrínseca y no se
pronuncia respecto de la indisolubilidad natural, por corresponder a un orden
normativo no jurídico. La disolubilidad interna, referida a la posibilidad de que los
cónyuges por su mera voluntad puedan disolver el vínculo matrimonial válidamente
contraído, no es posible, en tanto el matrimonio es de acuerdo a su esencia un
vínculo con proyección social y comunitaria, objetivo que orienta la función normativa
como una necesidad determinada por la consecución del bien común en la
concepción institucional del matrimonio. La comunidad asume la importancia de este
vínculo y le asigna a la unión consentida la propiedad de soportar la institución
familiar. Si se asume como fuente del derecho matrimonial la necesidad social de
regulación de las uniones de personas —libres por tanto— orientada a la procreación
y la educación de la prole y el perfeccionamiento y ayuda mutua, la respuesta
normativa puede excluir la posibilidad de ruptura por el simple consentimiento de
ambos, y con mayor razón en el supuesto de que solo uno de los cónyuges lo solicite.
La situación varía si se atiende a la disolubilidad extrínseca del matrimonio, es decir, a
la posibilidad reconocida legalmente para que una persona constituida en autoridad
—un juez en este caso— pueda declarar disuelto el matrimonio. Es decir, no basta la
mera voluntad de los cónyuges, sino que se exige la concurrencia de un tercero que,
aplicando los criterios recogidos en la ley, procede a disolver el vínculo en su
apreciación externa, es decir, el matrimonio.
C III F
Cabe destacar que la relevancia de los fines en los tratamientos doctrinarios del
derecho nacional es reciente, toda vez que históricamente los autores solo se
remitían a consignarlos al momento de analizar la definición legal de matrimonio. En
la actualidad, su estudio particular y la importancia que ha adquirido en el análisis
dogmático, se asienta en dos bases. La primera, derivada de la inclusión de la
ausencia de consentimiento libre y espontáneo entre las causales de nulidad de la
LMC, cuando ha "...habido error acerca de alguna sus cualidades personales que,
atendida la naturaleza o los fines del matrimonio, ha de ser estimada como
determinante para otorgar el consentimiento..."529. La segunda dice relación con la
justificación de la diferencia cualitativa entre los institutos del matrimonio y del
acuerdo de unión civil, en que la finalidad procreativa del matrimonio le imprime la
distinción diferenciadora530.
En síntesis, siguiendo fielmente la definición tradicional del artículo 102 del CC, la
doctrina había asumido naturalmente las tres finalidades positivamente normadas,
probablemente por la coincidencia con cierta noción de derecho natural imperante, o
derechamente por aceptar la derivación desde el derecho canónico, según se ha visto
en la primera parte de este trabajo. En tal sentido, el derecho civil chileno reconoce
como fines del matrimonio la vivencia en común o convivencia, entendiendo
enmarcada en ella la ordenada realización de la sexualidad conyugal; la procreación,
incluyendo aquí la educación de la prole, y el auxilio mutuo, apreciados
consistentemente los tres como elementos básicos y esenciales del matrimonio, sin
una jerarquización preestablecida.
En la actualidad, uno de los cambios más relevantes en torno a los fines del
matrimonio es la apreciación valorizada de la existencia del vínculo afectivo, tanto
para constituirlo, si se acepta la aplicación de la noción de causa, como para asegurar
su permanencia, derivándose a partir de ello, según parte de la doctrina, la finalidad
de satisfacción en mayor o menor grado de las expectativas ligadas a la
afectividad536. Sobre esta base, tanto la inexistencia de afecto como su
insatisfacción plena, se han considerado causales suficientes para demandar la
disolución del vínculo537.
Junto con lo anterior, nos detendremos en dos aspectos que ameritan mayor
análisis.
El segundo se relaciona con la procreación, finalidad que había sido asegurada con
la consideración legal de la impotencia perpetua e incurable, como una causal válida
para impetrar la nulidad del matrimonio. El legislador optó por derogar la causal
respectiva, atendiendo primordialmente a la evidencia aportada por los avances
experimentados por la ciencia y la tecnología en materia de sexualidad humana y
fecundación y, principalmente, a la desvalorización pública del ligamen entre
matrimonio y procreación, en claro beneficio de la prioridad asignada a la afectividad
como fundamento del vínculo conyugal, independientemente de la posibilidad efectiva
de consumar relaciones sexuales.
Sin perjuicio de lo anterior, la LMC brinda gran importancia a los fines del
matrimonio.
La unión conyugal regulada por la Ley de Matrimonio Civil tiene por finalidad la
constitución de una comunidad de vida que, orientada a la procreación y el bienestar
de los cónyuges, implica la ayuda mutua de sus integrantes, generando las mejores
condiciones para la crianza de los hijos y para proveer el auxilio mutuo en las
circunstancias adversas de la vida555.
"No podrán contraer matrimonio: [...] 3º Los que se hallaren privados del uso de razón; y los
que por un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces
de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio".
Retomando el sentido civil del concepto para precisar algunos efectos, la vida en
común implica vivir juntos, cuando ello es posible de un modo racional y con una
prudente consideración de las dificultades cotidianas de la convivencia. La vida en
viviendas separadas por mera voluntad de uno o ambos cónyuges viola este principio.
La ayuda mutua es una consecuencia directa de la vida en común y del afecto mutuo.
Los regímenes económicos matrimoniales, en particular la comunidad de bienes y la
sociedad de gananciales, brindan el necesario soporte económico al compromiso de
vida asumido por la pareja, lo que explica la reticencia de parte importante de la
doctrina nacional para eliminar la sociedad conyugal, privilegiando la perspectiva
individual de los intereses involucrados, pues se ha entendido que constituye un
menoscabo evidente al concepto de comunidad de vida que el legislador intentó
promover en la Ley de Matrimonio Civil.
T II E .R
C IR
"La celebración del matrimonio exige que ambos contrayentes sean legalmente capaces,
que hayan consentido libre y espontáneamente en contraerlo y que se hayan cumplido las
formalidades que establece la ley"563.
Por tanto, los requisitos legales de validez son la capacidad legal de los
contrayentes, la manifestación del consentimiento en forma libre y espontánea y el
cumplimiento de las formalidades prescritas por la ley564.
§ Noción general del requisito legal de capacidad. Los requisitos legales de
capacidad se encuentran establecidos en los artículos 5º, 6º y 7º del párrafo 1º del
capítulo II. El régimen de la incapacidad para contraer matrimonio, siguiendo la matriz
desarrollada por el derecho canónico, mantiene la expresión negativa de las causales.
"No podrán contraer matrimonio:1º Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no
disuelto; 2º Los que se hallaren ligados por un Acuerdo de Unión Civil vigente, a menos que
el matrimonio lo celebre con su conviviente civil567; 3º Los menores de dieciséis años; 4º
Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un trastorno o anomalía
psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la
comunidad de vida que implica el matrimonio; 5º Los que carecieren de suficiente juicio o
discernimiento para comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales
del matrimonio, y 6º Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier
medio, ya sea en forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas".
Por su parte, el artículo 7º, que regula los casos de indignidad, dispone:
"El cónyuge sobreviviente no podrá contraer matrimonio con el imputado contra quien se
hubiere formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer, o con quien
hubiere sido condenado como autor, cómplice o encubridor de ese delito".
§ Noción general del requisito legal referido a las formalidades del matrimonio. Los
requisitos referidos a la forma que debe revestir al matrimonio se encuentran
establecidos en los artículos 9º, 10, 11, 12, 13, 14, 15 y 16 del párrafo 2º del capítulo
II; en los artículos 17, 18 y 19 del párrafo 3º del capítulo II y, en el artículo 20 del
párrafo 4º del capítulo II, todos de la Ley Nº 19.947.
El capítulo II, en sus párrafos 1º y 2º dispone los requisitos comunes para proceder
a la celebración en las dos formas legales previstas. El párrafo primero fija los
requisitos de validez del matrimonio, estableciendo las normas relativas a capacidad y
consentimiento. El párrafo segundo, por su parte, prescribe las diligencias comunes
preparatorias para la celebración del matrimonio. El carácter común de ambos
párrafos determina que, por ejemplo, las normas de manifestación e información
deben cumplirlas tanto las personas que deseen contraer matrimonio en la forma civil
general, como también quienes opten por la forma religiosa especial. De igual modo,
aplican todas las normas referidas a la exigencia de cursos de preparación para el
matrimonio, el asenso, las normas especiales de celebración del matrimonio de
sordomudos que no puedan darse a entender por escrito, de extranjeros y minorías
étnicas, así como el plazo para celebrar el matrimonio tras rendir la información y las
exigencias de testigos hábiles.
El párrafo 3º establece los requisitos propios del matrimonio civil, de carácter común
y genérico. En este caso, el matrimonio se celebrará ante el Oficial del Registro Civil
que intervino en la realización de las diligencias de manifestación e información. El
párrafo 4º, finalmente, regula especialmente a los matrimonios celebrados ante
entidades religiosas de Derecho público. Esta modalidad exige que los contrayentes
presenten el acta que otorga la entidad religiosa en que se acredite la celebración del
matrimonio y el cumplimiento de las exigencias legales ante cualquier Oficial del
Registro Civil. Aquí los comparecientes deberán ratificar el consentimiento prestado
ante el ministro de culto respectivo, para que el matrimonio celebrado en sede
eclesiástica tenga eficacia civil.
C II E
Elaborada inicialmente con motivo del planteamiento hipotético del matrimonio entre
personas del mismo sexo —sin impedimento explícito en el Derecho civil clásico— se
ha aplicado regularmente a propósito de la carencia de consentimiento o de la
celebración del matrimonio sin la presencia de una autoridad, trátese ya de un
funcionario estatal o del ministro de un culto religioso reconocido, cuando procediere
esta modalidad, o para calificar un matrimonio celebrado en país extranjero, tras
haber sido celebrado válidamente un matrimonio en el propio. Con base en esta
doctrina, los requisitos para que el matrimonio exista —o requisitos de existencia—
son la diferencia de sexo de los contrayentes, el consentimiento de las partes
contrayentes y la solemnidad que debe revestir al acto.
"El matrimonio que no se celebre con arreglo a las disposiciones de esta ley, no produce
efectos civiles. [...] los requisitos o formalidades prescritas por la religión a que pertenezcan
los contrayentes no se tomarán en cuenta para decidir sobre la validez del matrimonio ni
para reglar sus efectos civiles".
Dicha norma puede ser interpretada, según Claro Solar, estableciendo que los
matrimonios religiosos, léase matrimonio católico, no eran matrimonios ante la ley civil
y, por tanto, no podían haber sido declarados nulos.
Cabe sin embargo analizar una situación derivada del planteamiento precedente, en
especial porque está basado en la aplicación de una concepción procedimental de
democracia. Esta dice relación con la aceptación del supuesto democrático
procedimental por todos los actores comprometidos en el juego político, vale decir, los
acuerdos adoptados parlamentariamente son vinculantes, en la medida que
constituyen el orden público democrático, erigido sobre la base del mínimo común
denominador que representa la Constitución política y, dentro de ella de un modo
privilegiado, los derechos fundamentales. El sustento valórico particular de las
visiones políticas que persiguen sanción legal, siendo respetables, no deben constituir
el eje de legitimidad de las propuestas, pero, una vez alcanzada dicha sanción, no
pueden ser criticadas por esa misma razón.
Las normas generales del derecho civil chileno no establecen que la identidad de
sexo sea causa de nulidad, pero tanto la permanencia de la definición del artículo 102
del Código Civil como asimismo todo el sentido de las normas que regulan el
matrimonio está concebido y orientado por la consideración de la unión estable entre
personas de distinto sexo como requisito ineludible.
"Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de
su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las
leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en
territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer".
3. Existencia de consentimiento
Atendidas las normas citadas, existe matrimonio inválido cuando este se celebra
ante un funcionario estatal que no tenga la calidad de Oficial del Registro Civil o ante
un ministro de culto no designado en conformidad a lo establecido por los
procedimientos internos de la entidad, o pertenecientes a una entidad religiosa con
personalidad jurídica de derecho público. Un matrimonio celebrado por los propios
contrayentes, sin presencia de un tercero revestido de alguna autoridad o que sea un
simple testigo del hecho, es inexistente. Nadie podrá afirmar que hubo un acto,
aunque sea inválido, en que dos personas manifestaron mutuamente su voluntad de
casarse. Podrá ser un acto de gran significación religiosa, moral o social para quienes
intervienen en él, pero no producirá efecto alguno en el campo civil, ni siquiera en
caso de existir ignorancia y buena fe de parte de uno de ellos. Sólo será un suceso
romántico, como otros en el seno de la intimidad de una pareja.
C III L
1. Capacidad jurídica para contraer matrimonio
Para celebrar válidamente un matrimonio, la ley exige que ambos contrayentes sean
legalmente capaces, vale decir, que gocen de capacidad jurídica para contraer
matrimonio. Esta capacidad jurídica especial, identificada con la noción de ius
connubii, es supuesta por el ordenamiento, que la expresa en una regla general que
asume que todas las personas son capaces, excepto aquellas que la misma ley
declara incapaces. Las incapacidades, tradicionalmente denominadas impedimentos
en el derecho matrimonial canónico, así como por la doctrina chilena tributaria de la
Ley de Matrimonio Civil de 1884, son absolutas o relativas, dependiendo si impiden
contraer matrimonio con cualquier persona o solamente entre sí, concibiéndose como
circunstancias o situaciones que, por disposición del legislador, inhabilitan para
ejercer el ius connubii. Los impedimentos absolutos se detallan en el artículo 5º y los
impedimentos relativos en los artículos 6º y 7º.
3º Los que se hallaren privados del uso de razón; y los que por un trastorno o anomalía
psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo absoluto para formar la
comunidad de vida que implica el matrimonio;
5º Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en
forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas".
Sobre los requisitos de orden físico, Troncoso recuerda que el legislador civil, en
general, no es proclive a esta concepción, toda vez que valora especialmente la
voluntad y secundariamente el aspecto fisiológico, expresado en condiciones mínimas
relacionadas con el sexo y la edad, sin llegar a extremos en la experiencia
comparada, que dan cuenta de la exigencia de un certificado prenupcial de salud de
los posibles contrayentes614.
Sin embargo, habría base para concordar que el umbral establecido se funda y
expresa en un acuerdo social que relaciona la capacidad para celebrar el matrimonio
con un cierto desarrollo de la persona, que es variable, al estar unido a una visión de
la naturaleza humana que es esencialmente histórica618. En este sentido, la edad
legal es el mecanismo jurídico central que aglutina positivamente la mínima y
suficiente capacidad para contraer matrimonio619.
Sin embargo, cabe una reflexión sobre la actual pertinencia de establecer en ese
rango etáreo la presunción de una madurez mínima suficiente, para el consentimiento
matrimonial, asumiendo no el criterio de vigor legal sino el de racionalidad psicológica,
científica y social. En efecto, en lo que respecta particularmente a las condiciones
psíquicas de la adolescencia, la ciencia psiquiátrica moderna coincide en señalar los
factores negativos y deficitarios que concurren en dicha edad, llegando a la
conclusión de que el adolescente, por las condiciones precarias y las deficiencias
propias de su edad, no dispone de una madurez de juicio o afectiva proporcionada al
matrimonio, porque el principal defecto, constituido por la inestabilidad del espíritu,
excluye la posibilidad de asumir obligaciones estables y de futuro permanentes627. A
partir de lo anterior, se puede concluir que la edad puede servir de base para fundar
una presunción de madurez, pero nunca será en sí misma una demostración
concluyente de madurez, por cuanto no es la edad, sino la condición psicológica, lo
que determina la capacidad628.
Igual complicación, por discrepancia real de las dos regulaciones, anticipa Salinas,
pero en un sentido contrario, toda vez que considerando la facultad canónica
concedida a las conferencias episcopales para establecer una edad superior para la
celebración lícita del matrimonio, la que fue ejercida por la Conferencia Episcopal de
Chile630, estableciéndola en dieciocho años, podría llevar a la necesidad de aceptar
con criterio de generalidad la adecuación a un umbral menor de edad, para evitar que,
ante la dificultad expuesta, las parejas de jóvenes opten sólo por el matrimonio
civil631.
"Los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier medio, ya sea en
forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas"638.
En estos casos, se debe recurrir al concurso de un tercer sujeto, el que tendrá sobre
sí la responsabilidad de servir de vehículo de transmisión de la voluntad interna del
discapacitado. Se genera, por tanto, la necesidad de confiar de buena fe en el
contenido de la declaración del intérprete, para entender que la voluntad manifestada
es la del sujeto interpretado y no una voluntad distinta.
"No podrán contraer matrimonio: 3º Los que se hallaren privados del uso de razón; y los
que por un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces
de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio".
Cabe destacar, por tanto, que la norma contempla dos situaciones absolutamente
distintas, unidas por el carácter mental de la patología, las que desarrollaremos a
continuación645.
§ Privación del uso de razón. El primer caso de incapacidad contemplado en la ley
corresponde a la privación del uso de razón, supuesto que procede cuando se
acredita la concurrencia de patologías que constituyen enajenación mental absoluta,
en el momento de contraer matrimonio. Toda vez que el legislador recurre al término
"privación", se debe entender que alude tanto al supuesto expresado en la amencia, o
privación total del uso de razón, como a la demencia, que incluye casos de afectación
parcial, con igual efecto, vale decir, la privación del uso de razón.
Asimismo, cabe incluir tanto la demencia global, vale decir, aquella que afecta a
todas las funciones y habilidades cognitivas, incluyendo el deterioro de los
mecanismos cognitivos como consecuencia de lesión o trauma cerebral, como la
demencia lacunar o desigual, que es aquella en que se conservan parcialmente
algunas funciones y habilidades cognitivas. Ambos grados de demencia caben, a
nuestro juicio, en la noción de privación de razón que emplea la ley sin incurrir en
distinción alguna647.
Las causas que provocan o generan la privación del uso de razón, cuya
determinación es de competencia médica, pueden tener su origen en diversas
patologías, funcionales u orgánicas, vale decir, originadas en malformaciones
congénitas que generan la privación absoluta y permanente del uso de razón, en
enfermedades o como consecuencia de conductas de riesgo, tales como el consumo
de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, o la embriaguez plena. Estas dos
últimas causas aplican en este impedimento cuando el efecto es absoluto, y en la
insuficiencia de discernimiento cuando es parcial. Por ello, la causa no es relevante,
sino el efecto producido, vale decir, la privación del uso de razón651.
Su inclusión aparece obviamente justificada, por cuanto quien está privado de las
facultades mínimas para ser sujeto responsable de actos humanos, de ningún modo
podría realizar un acto humano calificado, como es el de contraer matrimonio654.
Al igual como acontece respecto del primer supuesto de hecho previsto por la
norma, la concurrencia de las causas que originan el trastorno o anomalía psíquica
que constituyen la incapacidad, así como su precisa determinación, corresponden
necesariamente al ámbito médico, lo que determina que su existencia debe constar
en un informe de un facultativo autorizado, basado en los exámenes y demás
antecedentes que habitualmente se requieran para la fundamentación del diagnóstico
respectivo, en el ejercicio de la profesión médica. Asimismo, tampoco es
jurídicamente relevante en este supuesto, la causa que genera el trastorno o
anomalía psíquica, pero el efecto considerado es de mayor complejidad, pues
requiere que las personas a quienes afecta el impedimento no puedan formar la
comunidad de vida que implica el matrimonio, de un modo absoluto, total, sin
excepciones.
El trastorno o anomalía psíquica, exigido por la causal de incapacidad legal, permite
asumir que en estos casos se trata de un sujeto que goza del uso de razón, pero que
por diversas causas, también originadas en una patología, sufre o es afectado por un
trastorno, una anomalía, la ocurrencia de una circunstancia excepcional, que rompe la
normalidad que caracteriza su vida personal. Este trastorno puede ser temporal o
permanente, supuesto que remite al impedimento anterior, vale decir, el de privación
del uso de razón.
Algunos autores han planteado una duda sobre la incidencia de estas causales en
la formación del consentimiento, radicándolas más bien en circunstancias personales
de los contrayentes que les vuelven ineptos para aportar los elementos esenciales del
matrimonio. No coincidimos con esta visión, toda vez que el legislador la consideró
como causal de nulidad por incapacidad consensual, siguiendo su correcta
interpretación que refiere a anomalías síquicas, "que afectan a la estructura personal
del sujeto, quizás sin privarle del suficiente uso de razón, ni impedirle directa y
claramente su discreción de juicio o discernimiento acerca del objeto del
consentimiento, aunque sí produciendo en él una imposibilidad psicopatológica de
asumir, haciéndose cargo en forma realmente comprometida y responsable, las
obligaciones esenciales del matrimonio"657.
Por tanto, además del uso de la razón o de la plenitud de las facultades mentales,
es necesario que los contrayentes posean la suficiente discreción de juicio, entendida
como madurez de juicio y capacidad crítica, para consentir matrimonialmente. Vale
decir, la celebración del matrimonio, a ojos del legislador, requiere tener un grado de
madurez superior al que se exige normalmente para muchos negocios habituales en
la vida de las personas y, en términos de comprensión y calificación de la voluntad
necesaria, el requerimiento es claramente mayor que el usualmente exigido en los
actos patrimoniales659. Esta mayor exigencia se justifica por cuanto el matrimonio es
una opción básica de la existencia humana, que da lugar a una situación
especialmente comprometedora de toda la persona, a la cual se debe acceder
conscientemente, en forma libre y responsable, y con unas aptitudes psico-físicas
necesariamente proporcionadas a su valor y trascendencia660.
Las deficiencias de las funciones emotiva y volitiva refieren a las funciones que
contribuyen a predisponer a la acción y a la conducta intencional. En tal sentido, se
incluyen las deficiencias de los impulsos, como los que manifiestan falta de interés
por la relación o contacto sexual, la incapacidad para perseguir objetivos y la
deficiencia de motivación. Asimismo, se incluyen las deficiencias de emoción, afecto y
humor, como la gran excitación propia de los maníacos, la irritabilidad extrema, la
inestabilidad extrema de humor, la incongruencia de afecto (manifestación emotiva
incongruente con el motivo y afecto ambivalente), la inmadurez emocional.
Finalmente, cabe también incluir algunas deficiencias de volición, como la deficiencia
del control de impulsos y, principalmente, la deficiencia de adaptabilidad y otras
deficiencias de cooperación, como, por ejemplo, respuestas engañosas tales como
respuestas consistentemente negativas y frecuentes autocontradicciones o apariencia
de engañar conscientemente.
Otras críticas apuntan a una forzada inclusión de impedimentos que no serían tales,
sino meramente causales de divorcio. En este aspecto, se ha tendido a considerar
que la aplicación práctica las asimila, por desconocimiento o por sentido de
oportunidad, como vicios del comportamiento conyugal expresados en el
incumplimiento de los deberes matrimoniales, antes que en causales de nulidad en
sentido estricto. Asimismo, se indica que no es posible asegurar que se considerará
con fuerza la defensa del estado matrimonial, si este interés colisiona con el del otro
cónyuge, que puede pretender precisamente la disolución del vínculo o la declaración
de su nulidad. Esto último, atendiendo la realidad apreciable en los juicios civiles de
familia, en que son dos partes las que intervienen exponiendo sus legítimas
pretensiones, sin participación de un tercero en defensa del vínculo, como ocurre en
los juicios canónicos. Court formula explícitos reparos a la inclusión de normas
trasplantadas del derecho canónico a la legislación civil, sin pensar en las
consecuencias del traspaso, como ocurre precisamente en las causales de nulidad
agregadas, las que por tener esta calidad, deben concurrir al momento de la
celebración del matrimonio, siendo aquí imposible determinar su existencia al tiempo
de celebrarse el matrimonio, ya que "normalmente se sabrá del trastorno o de la
anomalía psíquica, o se determinará si el contrayente tenía o no el juicio y
discernimiento suficientes, después de varios años de matrimonio, cuando el cónyuge
'enfermo' o 'inmaduro' demuestre su incapacidad absoluta para formar la comunidad
de vida o para comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales
del matrimonio. Al hacer una analogía con el Derecho civil patrimonial, podríamos
decir que la ley establece una suerte de "resolución del contrato de matrimonio por
incumplimiento contractual", es decir, una verdadera condición resolutoria tácita
establecida para el matrimonio679.
"No podrán contraer matrimonio: 1º Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no
disuelto".
Por tanto, pueden volver a contraer matrimonio aquellas personas cuyo cónyuge ha
fallecido, respecto del cual se ha declarado judicialmente su muerte presunta, o en
que haya sido dictada sentencia declarando la nulidad del matrimonio686, o su
disolución por divorcio. La verificación de las condiciones que determinan la libertad
para contraer matrimonio implica acreditar, para el caso de un vínculo nulo o disuelto,
la correspondiente sentencia que declara la nulidad o el divorcio, respectivamente. Si
la sentencia se ha pronunciado declarando la separación judicial, el impedimento
subsiste y el sujeto interesado no podrá celebrar matrimonio. Finalmente, si el
matrimonio ha terminado por alguna de las causales legales contempladas en el
artículo 42, muerte natural, declaración de muerte presunta o sentencia de divorcio,
ya ha dejado de existir el vínculo que unía legalmente a los cónyuges y, por tanto, han
recuperado su libertad.
Las razones que remiten a un fundamento de tipo eugenésico, otrora citadas como
reiterativo argumento695, son actualmente discutidas en su radicalidad y también en
su consideración como criterio susceptible de aplicación válida.
En una perspectiva liberal, la apertura de un debate sin límites morales da pie para
que la derogación del incesto referido a la unión civil entre hermanos constituya una
realidad plausible en un lapso no tan lejano. El debate que ha conducido a relativizar
o eliminar progresivamente las propiedades esenciales del matrimonio, como ocurre
en el caso de la unidad, la heterosexualidad y la desvinculación de la procreación, por
la vía de reducir su significación social a los preceptos religiosos, y por tanto
susceptible de ser calificado como innecesario o improcedente en una sociedad
pluralista, en que la religión sólo tendría un carácter privado, ha constituido las bases
para instalar el tema en la agenda de discusión pública697.
"El cónyuge sobreviviente no podrá contraer matrimonio con el imputado contra quien se
hubiere formalizado investigación por el homicidio de su marido o mujer, o con quien
hubiere sido condenado como autor, cómplice o encubridor de ese delito".
C IV E
"...cuando es obra de una de las partes, y cuando además aparece claramente que sin él
no hubieran contratado".
§ Error de identidad. Respecto del error de identidad, prescribe la ley que falta el
consentimiento libre y espontáneo, según dispone el artículo 8º número 1º de la LMC,
"Si ha habido error acerca de la identidad de la persona del otro contrayente".
Esta norma debe concordarse con la prescripción establecida en el artículo 1455 del
Código Civil, que señala lo siguiente:
"El error acerca de la persona con quien se tiene intención de contratar no vicia el
consentimiento, salvo que la consideración de esta persona sea la causa principal del
contrato".
La regla general establece que el error acerca de la persona con quien se tiene
intención de contratar no vicia el consentimiento, como ocurre en una venta al
contado de una mercadería, en que al vendedor no importa quien compró, en tanto
pague el precio convenido.
Sin embargo, esta no es la situación que acontece en los actos jurídicos que se
celebran en consideración a la persona con la cual se pacta un contrato, pues el
hecho de tratarse de un sujeto con sus características personales distintivas es el
factor determinante, tenido a la vista para establecer la vinculación o relación jurídica.
Este es el caso del matrimonio, que claramente es un contrato personalísimo, intuitu
personae, en que las personas que celebran el matrimonio lo hacen basadas en el
supuesto esencial de la identidad propia y diferenciada, que lo distingue y le otorga la
individualidad percibida por el otro. Excepcionalmente, puede presentarse una
situación de error en la identidad de la persona del otro contrayente, lo que puede
ocurrir en los matrimonios por medio de poder, en que un mandatario concurre en
nombre y representación de otra, pudiendo eventualmente producirse una
suplantación de personas. En todo caso se trata de la aceptación del error de hecho,
como es el caso de un contrayente que no conoce personalmente al otro721.
"Si ha habido error acerca de alguna de sus cualidades personales726 que, atendida la
naturaleza o los fines del matrimonio, ha de ser estimada como determinante para otorgar
el consentimiento".
Esta norma ha sido fuente de abundante polémica, primero, por la novedad que
implica su introducción en el ordenamiento chileno, pues, tal como se ha advertido en
el número precedente, el error acerca de la identidad de la persona del otro
contrayente era la única clase de error aceptado por la ley hasta entonces vigente. En
el supuesto regulado por la ley vigente, se exige que se trate de una cualidad
personal, que pueda ser juzgada objetivamente para poder atender si esa cualidad ha
sido determinante para conceder el consentimiento, dados la naturaleza o los fines
del matrimonio727.
Asimismo, han sido temas de debate doctrinario tanto la fuente de la norma legal
como los criterios aplicables para la apreciación de las cualidades sobre las que recae
el error.
"Es nulo, cualquiera que sea la forma de su celebración: 4º El celebrado por error en la
identidad de la persona del otro contrayente o en aquellas cualidades personales que, por
su entidad, hubieren sido determinantes de la prestación del consentimiento"731.
Sin embargo, el legislador amplió la procedencia del error, sumando el error en las
cualidades personales del otro contrayente, norma proveniente, como ya se indicó,
del canon 1097 del Código de Derecho Canónico y no del artículo 73 Nº 4 del Código
Civil español, como algunos autores han sustentado.
El supuesto de ocurrencia tiene base en la consideración tradicional del
consentimiento como "intercambio interpersonal realizado por las personas y sin otro
contenido que ellos mismos", a partir de lo cual es necesario asumir que dicho
acuerdo se realiza a través de la imagen intencional que cada persona transmite de sí
misma, con el ánimo de provocar en la otra una aceptación de su persona íntegra por
medio de aquella imagen, que el otro debe aceptar. Si la imagen está viciada, sin
culpa en el caso del error y deliberadamente en el caso de existir dolo, la relación es
irreal en su mismo origen732.
2º. El error debe recaer en alguna cualidad inherente a la persona del otro
contrayente, vale decir, radicada en la persona del otro contrayente y no fuera de ella;
4º. La cualidad deberá ser suficientemente grave, para que genere el mismo efecto
de determinar objetivamente al contrayente para prestar el consentimiento
matrimonial;
5º. Los criterios para calificar lo determinante de la cualidad personal, deben estar
referidos a la naturaleza o los fines del matrimonio.
Por tanto, además de la existencia del error, que es la causal que vicia el
consentimiento, es preciso que sea inherente a la personalidad, que sea permanente
y que sea tan serio y grave que determine el consentimiento.
Nuestra opinión comparte con quienes así lo han sostenido735, que el criterio
aplicado por el legislador es de carácter objetivo, toda vez que exige que el error
cualidad personal ha de ser permanente y grave para que determine objetivamente la
prestación del consentimiento por parte del contrayente que da lugar a la cuestión
debatida.
A la luz de la naturaleza y los fines del matrimonio, procede examinar algunos casos
ilustrativos del sentido de la norma, toda vez que el legislador no ha enumerado las
cualidades personales que pueden originar el error. Respecto de los casos de error
comprendidos, se rechazan de plano algunos, como el error sobre el patrimonio o
posición social del otro contrayente, lo que parece a todas luces acertado, toda vez
que los bienes que tenga una persona no constituyen una cualidad personal radicada
en su persona740. Por el contrario, se deben considerar a lo menos como contenido
de los fines matrimoniales susceptibles del tipo de error en análisis, la impotencia en
relación con el fin de procreación, el auxilio mutuo y la comunidad de vida, ya vista
con ocasión de la naturaleza del matrimonio.
Así, por ejemplo, el matrimonio meramente civil entre una mujer cristiana y un varón
musulmán, pertenecientes a una misma comunidad nacional, como podría ocurrir con
la comunidad de origen palestino en Chile, probablemente redundará en diferencias
inconciliables cuando se manifieste la propensión a la aceptación de la poligamia por
parte del marido, aunque sea en el plano de las normas de trato social y no en el
marco jurídico legal vigente. En forma similar debería interpretarse el error en que ha
incurrido un cristiano católico romano, que desposa a una cristiana protestante que no
concibe al matrimonio ni como sacramento ni como indisoluble, lo cual es advertido
luego de celebrado el matrimonio en su forma civil.
§ Extensión impropia del error con la ignorancia del derecho. Finalmente, debe
rechazarse toda extensión de la consideración del error, al supuesto de hecho de la
ignorancia del instituto matrimonial, descartado civilmente por la presunción de
derecho referida al conocimiento de la ley, contemplada en el art. 8º del Código Civil y
excéntrico respecto de los supuestos contenidos en el art. 5º número 4º de la LMC.
"La fuerza no vicia el consentimiento, sino cuando es capaz de producir una impresión
fuerte en una persona de sano juicio, tomando en cuenta su edad, sexo y condición. Se
mira como una fuerza de este género todo acto que infunde a una persona un justo temor
de verse expuesta ella, su consorte o alguno de sus ascendientes o descendientes a un
mal irreparable y grave.
El temor reverencial, esto es, el solo temor de desagradar a las personas a quienes se
debe sumisión y respeto, no basta para viciar el consentimiento".
"Para que la fuerza vicie el consentimiento no es necesario que la ejerza aquel que es
beneficiado por ella; basta que se haya empleado la fuerza por cualquiera persona con el
objeto de obtener el consentimiento".
Para que vicie la voluntad del sujeto, por tanto, la fuerza debe ser actual, grave,
determinante y obra de cualquier persona o de una circunstancia externa. La
actualidad o inminencia de la fuerza implica que debe ser concurrente en el momento
de la celebración del matrimonio. La fuerza no impide el consentimiento, ya que en
última instancia, frente a la violencia que se le aplica, el sujeto opta por consentir
antes que por sufrir la acción violenta en su contra, ante lo cual, como el
consentimiento no se da en condiciones de libertad, puede ser declarada la nulidad
del acto consentido en esta anómala forma. Asimismo, la fuerza que vicia el
consentimiento debe ser injusta, en el sentido de constituir una coacción marginal o
contraria a la ley749.
La norma considera dos figuras de distinta entidad y frecuencia, a saber, la coacción
o violencia física y, en segundo lugar, el miedo grave o violencia moral. En los dos
casos, la fuerza debe ser ejercida sobre el sujeto de modo tal que se contraiga o se
obligue contra su voluntad a contraer el matrimonio.
La fuerza aplicada sobre el contrayente o sobre ambos, debe ser grave, siendo
suficiente que sea relativamente grave, esto es, que el mal que intimida a la persona
afectada considera para su calificación su edad, carácter, sexo, y teniendo en cuenta
también a la persona que lo infiere y el modo en que el sujeto paciente lo percibe.
C IL
1. Concepto e importancia
El matrimonio civil, por su parte, afirmó la forma civil con un claro propósito de
establecer la competencia estatal sobre la celebración del matrimonio, evitando la
subsistencia de matrimonios meramente religiosos celebrados en este carácter como
rebeldía a la sucesión de reformas laicas suscitadas a fines del siglo XIX en
Occidente.
§ Forma del acto y forma de la declaración. Se puede diferenciar la forma del acto o
forma de recepción, de la forma de la declaración del consentimiento o forma de
emisión, permitiendo definir la forma del acto como un instrumento receptivo del
consentimiento manifestado, en tanto que la forma de la declaración es el medio de
emisión del consentimiento.
Por tanto, la forma, como elemento específico del negocio jurídico diferenciado del
consentimiento, "es un instrumento receptivo del consentimiento declarado de las
partes, encaminado a dar una noticia objetiva del acto realizado para su relevancia en
el orden jurídico"757.
En esta perspectiva, la forma constituye principalmente un medio de publicidad del
acto que, además de brindar seguridad jurídica, tanto entre las partes como respecto
de terceros, "sustrae la suerte jurídica ulterior del acto y sus efectos, del arbitrio de
una de las partes frente a la otra y de ambos frente a terceros".
2. Funciones de la forma
C II S
1. Concepto e importancia
§ Sistema facultativo de tipo latino o católico. Este sistema es una variante del
anterior, y consiste en que junto al matrimonio civil sometido en todo a su jurisdicción,
el Estado reconoce el derecho sustantivo matrimonial de la Iglesia católica, lo que
incluye las normas canónicas sobre capacidad, impedimentos y requisitos de validez,
así como los efectos civiles de las decisiones eclesiásticas de separación, nulidad y
disolución de dicho matrimonio. No es, por tanto, una mera opción de formas de
celebración. Los sistemas facultativos tienen lugar en países que han separado
formalmente la Iglesia del Estado, generalmente en el marco de procesos de
secularización producidos durante la segunda mitad del siglo XX, pero con gran
arraigo social de sus religiones principales: España (católica), Portugal (católica),
Grecia (ortodoxa), Italia (católica). En América es el caso de Brasil, Colombia y
República Dominicana. En forma dual se aplica en Portugal y República Dominicana,
entre el matrimonio civil y el matrimonio canónico católico. En Argentina, se ha dado
ya inicio a un incipiente debate sobre la adopción del sistema facultativo, centrándose
en la posibilidad de reconocimiento de efectos civiles al acto de celebración del
matrimonio.
§ Sistema pluralista mixto. Este sistema tiene lugar en Italia, donde los ciudadanos
pueden optar por la celebración del matrimonio bajo las normas propias de la Iglesia
católica complementadas con algunos requisitos civiles, el matrimonio religioso de
otras confesiones a las cuales se les reconoce las formas o ritualidades de
celebración y el matrimonio civil. En algunos países se otorga relevancia a las
decisiones de tribunales eclesiásticos766 y, en general, el reconocimiento de las
normas de derecho eclesiástico particular se encuentra regulado en un concordato.
§ Sistema de matrimonio civil con forma optativa civil o religiosa. Llamado también
sistema facultativo de tipo anglosajón o protestante, corresponde al establecido
principalmente en países de Europa del norte como Suecia (luterana), Gran Bretaña
(anglicana), Irlanda (católica), Dinamarca (luterana), en Grecia desde 1982 y, en
nuestra opinión, al que rige actualmente en Chile. El sistema permite a los ciudadanos
optar por una de las formas religiosas de celebración del matrimonio previstas en la
ley, o por la forma civil, asumiendo en todo caso que la regulación de las condiciones
necesarias y los efectos civiles del matrimonio en ambos casos (civil y religioso) es
competencia de la legislación estatal767. No existe reconocimiento del derecho
matrimonial sustantivo de las iglesias o confesiones religiosas. En los países de
mayoría religiosa protestante, el sistema permite la opción del ciudadano entre la
alternativa religiosa —que aparece en los hechos favorecida— y la meramente civil,
que reviste un carácter supletorio. En algunos casos, se exige una licencia o
autorización civil previa para contraer un matrimonio religioso. Esta situación se
puede entender, explicando que comprende los casos de países en que la Iglesia
principal y el Estado han tenido y tienen una vinculación fuerte. Sin embargo, en los
hechos, existe un único matrimonio, de carácter civil, que comprende una dualidad de
formas de celebración, quedando reducida la libertad de los contrayentes a la
elección entre una y otra forma de celebración768.
El Senado optó finalmente por la fórmula de un sistema de matrimonio civil con dos
formas de celebración válida, la estrictamente civil, general y común para todos los
ciudadanos y la forma religiosa, abierta a la consideración voluntaria de cualquier
individuo que estime necesaria esta vía para la observancia fiel de los requerimientos
de sus creencias religiosas. Es del caso señalar que, parte de la doctrina, estima que
el sistema matrimonial chileno sería facultativo de tipo latino, lo que a nuestro juicio es
erróneo, en tanto implica implícitamente la noción de opción entre sistemas, lo que no
ocurre en Chile771.
Por tanto, atendida la tradición laica chilena y la valoración social del hecho
religioso, el sistema matrimonial finalmente adoptado es el más adecuado a la
realidad que pretende regular, puesto que "se trata de una ley civil que obliga a todos
por igual, sin pretensiones de satisfacer las distintas posiciones ideológicas,
filosóficas o religiosas que existen sobre el matrimonio"772.
C III F
1. Aspectos generales
El sistema de matrimonio civil chileno, aplicando las normas vigentes, dispone que
los trámites de manifestación e información son comunes y obligatorios para toda
persona que desee celebrar matrimonio civil válido en Chile. Respecto de la etapa o
trámite de celebración en sentido estricto, es decir, aquel momento en el cual, ante un
funcionario autorizado y testigos habilitados, dos individuos capaces, hombre y mujer
respectivamente, manifiestan libremente su consentimiento para contraer matrimonio,
la ley acepta la posibilidad de que los ritos específicos que acompañan dicho acto y la
autoridad ante la cual lo efectúan puedan ser los propios de una determinada religión,
reconocida en el país con el carácter de entidad religiosa de derecho público.
"Los que quisieren contraer matrimonio, lo comunicarán por escrito, oralmente o por medio
de lenguaje de señas, ante cualquier Oficial del Registro Civil, indicando sus nombres y
apellidos; el lugar y la fecha de su nacimiento; su estado de solteros, viudos o divorciados
y, en estos dos últimos casos, el nombre del cónyuge fallecido o de aquel con quien
contrajo matrimonio anterior, y el lugar y la fecha de la muerte o sentencia de divorcio,
respectivamente; su profesión u oficio; los nombres y apellidos de los padres, si fueren
conocidos; los de las personas cuyo consentimiento fuere necesario, y el hecho de no tener
incapacidad o prohibición legal para contraer matrimonio".
Los cursos tienen por objetivo promover la libertad y seriedad del consentimiento
matrimonial, es decir, deben enfatizar que se trata del acto de una persona libre y
que, por lo tanto, no debe existir fuerza alguna que la tergiverse en un sentido
opuesto al interés de los contrayentes. El contenido específico de los cursos incluirá
una prevención sobre la seriedad y la libertad exigida al consentimiento matrimonial,
en especial ligada a los derechos y deberes que este trae consigo. Sobre esta base,
las instituciones que los dicten, determinarán libremente otros contenidos y el formato
pedagógico que juzguen más adecuado, cuidando que se ajusten a los principios y
normas constitucionales y legales782.
Los cursos podrán ser dictados por el Servicio de Registro Civil e Identificación, por
entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de derecho público783, por
instituciones de educación públicas o privadas con reconocimiento del Estado o por
personas jurídicas sin fines de lucro cuyos estatutos comprendan la realización de
actividades de promoción y apoyo familiar784. Estas instituciones deben registrar el
contenido y formato pedagógicos de los cursos ofrecidos, en el SRCeI, para facilitar la
entrega de la información necesaria respectiva en aquellos casos en que los novios
manifiesten su interés en realizarlos.
Aun cuando los cursos son voluntarios, adquieren el carácter de obligatorios para
ambos contrayentes si uno de ellos manifiesta al Oficial Civil su interés en realizarlos.
Es decir, la oposición del otro contrayente a la realización de los cursos impide
proseguir los trámites previos a la celebración del matrimonio, tanto en la forma civil
como religiosa785.
La ley prescribe que la ceremonia civil se llevará a efecto ante el Oficial del Registro
Civil que intervino en la realización de las diligencias de manifestación e información,
por lo que los contrayentes, si eligieron una determinada sede para concurrir a
manifestar su voluntad de contraer matrimonio, por ejemplo la ciudad de Valparaíso,
en la misma sede y ciudad deberá realizarse la ceremonia de celebración, situación
que difiere de lo que acontece en el caso de la ceremonia religiosa, como se verá
más adelante. La ceremonia puede realizarse en el recinto que ocupe el Registro Civil
en la ciudad o localidad en que tengan su residencia los contrayentes u otra, si así lo
desean, salvo que la manifestación e información hayan sido realizadas ante otro
oficial, en cuyo caso deberá celebrarse ante el oficial del Registro Civil que intervino
en la realización de las diligencias de manifestación e información. La celebración
tendrá lugar ante dos testigos, parientes o extraños. También podrá efectuarse en el
lugar que señalaren los futuros contrayentes, como la vivienda de uno de ellos,
siempre que se hallare ubicado dentro de su territorio jurisdiccional. El matrimonio en
artículo de muerte podrá celebrarse ante el Oficial del Registro Civil, sin los trámites
previos de la manifestación e información.
Toda la ceremonia ha de celebrarse en una unidad de acto, sin que sea posible
realizarla en momentos sucesivos. Es importante resaltar que la ausencia del
funcionario determina la inexistencia del matrimonio, y la celebración por un
funcionario no competente, como por ejemplo un juez, determina la nulidad del acto.
En ningún caso valdrá como consentimiento el silencio de un contrayente. Otros
actos, como por ejemplo la lectura de los artículos del Código Civil referidos al
matrimonio por un funcionario distinto al Oficial, o cuando este ministro de fe olvida
declararlos unidos en matrimonio, serán considerados meras formalidades.
Una vez concluida la ceremonia y por tanto celebrado el matrimonio, el Oficial del
Registro Civil en el caso del matrimonio celebrado bajo formas civiles, deberá levantar
un acta de todo lo obrado, con la firma suya, de los testigos y de los contrayentes, si
supieren y pudieren hacerlo. Si se trata de matrimonio en artículo de muerte, se
especificará en el acta el cónyuge afectado y el peligro que le amenazaba.
§ Celebración del matrimonio en forma religiosa. La ley reconoce eficacia civil a los
matrimonios celebrados ante entidades religiosas en el artículo 20 de la LMC791,
admitiendo la celebración precedente del matrimonio religioso y derogando las
normas prohibitivas vigentes desde 1930 sobre la materia792. Los ritos mediante los
cuales se canalice y valide el matrimonio en su significación religiosa, son
determinados y regulados en forma libre por cada entidad religiosa, en directa
aplicación de las normas que cautelan el principio de autonomía eclesiástica
reconocido por la Ley de Cultos793. Estos ritos, formas y procedimientos con
significación religiosa son regulados por normas de derecho eclesiástico particular, sin
intromisión del Estado, salvo en cuanto tales actos configuren un atentado al orden
público, la moral y las buenas costumbres. Además del cumplimiento de los requisitos
legales para contraer matrimonio con efectos civiles, la entidad religiosa podrá
agregar el cumplimiento de otras exigencias correspondientes a la fe religiosa
respectiva, como por ejemplo exhibir copia de la partida de bautismo en el caso de los
católicos.
• Presentación personal del acta ante un Oficial Civil para su inscripción, por los
propios contrayentes ante cualquier oficial del Registro Civil, dentro de ocho días,
para su inscripción. Si no se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá
efecto civil alguno, es decir, jurídicamente no habrá existido matrimonio, aun cuando
la comunidad religiosa a la que pertenecen los contrayentes le reconozca efectos de
naturaleza religiosa o moral798. El acta debe ser presentada en forma personal por
los interesados, ya que no procede en este caso el mandato por expreso impedimento
del art. 4º de la LMC, la cual entre las modificaciones introducidas en la Ley Nº 4.808
sobre Registro Civil, en su número 2, agrega un segundo inciso nuevo al artículo 15
de dicha ley, a propósito precisamente del matrimonio por mandato o poder que, en
su tenor literal, expresa:
• Inscripción del matrimonio por el Oficial Civil. Tras sucederse consecutivamente las
actuaciones precedentes, el Oficial del Registro Civil debe proceder a realizar la
inscripción dejando constancia de lo obrado, con lo cual el matrimonio producirá
efectos civiles desde dicho momento. Sin embargo, debe entenderse perfeccionado
desde la prestación del consentimiento, sin perjuicio de la sede civil o eclesiástica, en
la cual se exprese.
Cabe enfatizar que la diligencia ante el oficial Civil no se reduce a la mera recepción
del acta emitida por la entidad religiosa y suscrita por el ministro de culto, sino que
conlleva actos de gran importancia para el reconocimiento del vínculo. En efecto,
primero que todo, el oficial verificará el cumplimiento de los requisitos legales, en
particular la capacidad de los contrayentes al momento de celebrar el vínculo y que el
consentimiento prestado haya sido libre y espontáneo, por lo que si detecta y
establece, por ejemplo, que uno de los contrayentes era menor de 16 años al
momento de celebrar el matrimonio, puede negar el registro. Acto seguido, les dará a
conocer los derechos y deberes que corresponden a los cónyuges de acuerdo a la
ley, suponiendo el legislador en esta parte que pudiera haberse omitido esta
información en algún momento de las diligencias previas a la celebración o que en la
ceremonia religiosa se hubiera dicho algo en contrario, afectando el interés de la
sociedad de promover vínculos serios y estables y contraídos libremente814.
§ Naturaleza y efectos del acto registral. Los efectos del matrimonio así inscrito se
regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley y en los demás cuerpos legales que se
refieren a la materia. Ahora bien, siendo relevante el momento registral dentro del
proceso de formalización jurídica y publicidad del matrimonio, y por tanto el
cumplimiento de todos los actos requeridos por la ley y los reglamentos, el matrimonio
existe desde el momento constitutivo, es decir, a partir del intercambio de
consentimiento sobre el matrimonio. La inscripción, en tanto trámite administrativo, no
otorga efectos civiles en sentido estricto, sino que sienta las bases para el pleno
reconocimiento. Los efectos civiles admiten una diferencia respecto del momento en
que se producen, ya que, en el caso del matrimonio celebrado en sede civil, estos son
producidos inmediatamente al sucederse los actos de celebración e inscripción dentro
de una misma ceremonia, en tanto que en el caso del matrimonio religioso tales
efectos pueden quedar suspendidos, toda vez que la celebración se realiza en un
acto y la inscripción en otro, pudiendo entre ambos actos mediar un lapso hasta de
ocho días. Por cierto, el problema no se suscita en el caso de producirse la sucesión
inmediata de los actos de celebración e inscripción, según la posibilidad contemplada
legalmente.
§ Inscripción del matrimonio religioso por mandato ante el Oficial del Servicio de
Registro Civil. A diferencia de lo que ocurre en la legislación común817, en el caso del
matrimonio religioso con efectos civiles no procede el mandato, ya sea que se
pretenda para requerir la inscripción por poder del matrimonio celebrado en la forma
religiosa legalmente aceptada o para ratificar de igual manera el consentimiento
prestado precedentemente en sede eclesiástica. Lo anterior tiene lugar, porque
expresamente la LMC lo ha impedido en su artículo 4º, la cual entre las
modificaciones introducidas en la Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, en su número 2,
agrega un segundo inciso nuevo al artículo 15 de dicha ley, a propósito precisamente
del matrimonio por mandato o poder, que en su tenor literal expresa:
Por tanto, el acta extendida por el ministro de culto debe ser presentada en forma
personal por los interesados.
La solución definitiva al problema pasa sin duda por la reforma legal, en la cual se
debe remediar también la ineficacia del mandato para ratificar el consentimiento, ya
visto. Ahora bien, sin perjuicio de la necesidad de presionar por su modificación a la
brevedad mediante una reforma legal, en lo que respecta a medidas posibles para
prevenir los problemas que presenta el interregno de los ocho días que pueden
mediar entre la ceremonia religiosa y la ratificación del consentimiento e inscripción
en el Registro Civil del matrimonio, es posible solucionarlo por la vía de la celebración
de actos sucesivos, en que aquellos contrayentes, que por motivos religiosos deseen
celebrar la ceremonia religiosa en forma previa a la civil, podrán hacerlo en
ceremonias sucesivas, en un mismo lugar, requiriendo la inscripción y ratificando el
consentimiento, toda vez que no existe disposición legal en contrario820.
§ Matrimonio celebrado por entidades religiosas que cuenten solo con personalidad
jurídica de derecho privado. Respecto del matrimonio celebrado por entidades
religiosas que cuenten sólo con personalidad jurídica de Derecho privado, nada obsta
para que estas entidades puedan celebrar matrimonios con validez meramente
eclesiástica, es decir, regidos por normas religiosas y no por normas jurídicas, y por
tanto sin efectos civiles legalmente exigibles.
§ Oficial del Servicio de Registro Civil competente para realizar la inscripción del
matrimonio religioso. El problema se suscita por entender el Servicio de Registro Civil
e Identificación que la norma, contenida en el artículo 16 inciso 1º del Reglamento de
la LMC, debía ser observada en el caso del matrimonio religioso. La norma en
cuestión dispone lo siguiente:
"El matrimonio se celebrará ante el Oficial civil que intervino en la realización de las
diligencias de manifestación e información, dentro del plazo contemplado en el artículo
anterior [90 días siguientes a la rendición de la información]".
Sin embargo, confundió el Servicio dos instituciones diferentes, pues la norma del
artículo 16 fija la competencia del Oficial del Registro Civil, en aquellos casos
probablemente mayoritarios, en los cuales los contrayentes opten por celebrar el
matrimonio en la tradicional forma civil, disponiendo que tal celebración debe
efectuarse necesariamente en presencia del Oficial civil que intervino en la realización
de las diligencias preliminares de manifestación e información.
"El acta que otorgue la entidad religiosa en que se acredite la celebración del matrimonio y
el cumplimiento de las exigencias que la ley establece para su validez, como el nombre y la
edad de los contrayentes y los testigos, y la fecha de su celebración, deberá ser presentada
por aquellos ante cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para su
inscripción".
"Para la inscripción del matrimonio celebrado ante entidades religiosas, los contrayentes
deberán presentar ante cualquier Oficial Civil, dentro de ocho días contados desde la fecha
de celebración del mismo, el acta que otorgue la entidad religiosa de acuerdo con el
artículo 20 de la Ley Nº 19.947. Si el matrimonio no se inscribiere en el plazo fijado, no
producirá efecto civil alguno".
"El Servicio de Registro Civil e Identificación contará en su base de datos con una nómina
de las entidades religiosas con personalidad jurídica de Derecho público a que se refiere el
artículo precedente [...aquellas que gozan de personalidad jurídica de derecho público de
acuerdo a la Ley Nº 19.638]. Esta nómina se formará y mantendrá actualizada mediante la
información que periódicamente entregará el Ministerio de Justicia al Servicio de Registro
Civil e Identificación".
La nómina a la cual se refiere la norma es integrada con los datos de las entidades
religiosas que han culminado su proceso de reconocimiento en conformidad a la Ley
Nº 19.638 y que elabora periódicamente la Unidad de Registro de entidades religiosas
de derecho público, dependiente del Departamento de Personas Jurídicas del
Ministerio de Justicia, para ser remitidas al Servicio de Registro Civil e
Identificación. No procede el envío de una copia del registro de entidades religiosas
de derecho público, ya que en él se incluyen entidades que aún no han cumplido
plenamente con las exigencias legales conducentes al reconocimiento de la
personalidad jurídica de derecho público.
C IV R C
1. Régimen legal
Por tanto, las solemnidades se rigen por la ley del país en el cual se celebra el
matrimonio. En cuanto a los requisitos de fondo, deberán respetarse los que
establecen las incapacidades y la emisión del consentimiento en forma libre y
espontánea. En razón de lo anterior, tendrán validez en Chile los requisitos
establecidos por la ley extranjera, en tanto cautelen como mínimo las normas
sustantivas indicadas. Asimismo, tendrá valor en Chile el matrimonio celebrado en
forma religiosa en país extranjero, cuando así lo establezca la ley respectiva.
Finalmente, se le reconocerán los mismos efectos que si se hubiere contraído en
Chile, con la significativa limitación de haber sido celebrado entre un hombre y una
mujer, rechazando por tanto los matrimonios homosexuales830.
"Los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los que establezca la ley del lugar de
su celebración. Así, el matrimonio celebrado en país extranjero, en conformidad con las
leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en
territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer.
Sin embargo, podrá ser declarado nulo de conformidad a la ley chilena, el matrimonio
celebrado en país extranjero que se haya contraído en contravención a lo dispuesto en los
artículos 5º, 6º y 7º de esta ley.
La norma vigente, por tanto, no deja lugar a dudas en lo principal, esto es, que la ley
chilena es aplicable tanto a la celebración del matrimonio por parte de chilenos como
de extranjeros, si la celebración tiene lugar en el territorio nacional. En el caso del
matrimonio celebrado en el extranjero, las formalidades que lo rigen son las
dispuestas en la ley del país respectivo, de lo cual se deriva que un matrimonio
celebrado en el extranjero, que no cumpla con los requisitos formales de la ley
aplicable en dicho país, no tendrá validez en Chile, aunque aquí el defecto de forma
no sea considerado como causal de nulidad del acto.
Dos situaciones, sin embargo, merecen ser comentadas. En primer lugar, en el caso
de un matrimonio meramente consensual celebrado en el extranjero, en conformidad
a las normas locales vigentes, siendo definido en nuestro derecho el matrimonio como
un contrato solemne, no tendrá validez civil en Chile en esta modalidad832. En
segundo lugar, los matrimonios celebrados en el marco de sistemas matrimoniales
que reconocen validez a la celebración del matrimonio religioso, aun cuando se trate
de sistemas facultativos latinos e, incluso, de carácter exclusivamente religioso,
tendrán validez en Chile siempre que las legislaciones estatales respectivas le
reconozcan este carácter y consiguiente efecto833.
La primera excepción, contenida al final del inciso primero del art. 80 de la LMC,
cautela la vigencia de la diferencia de sexo de los contrayentes, presente como
elemento esencial del matrimonio en la definición legal contenida en el artículo 102
del CC. El carácter explícito de la disposición no deja lugar a dudas sobre la invalidez
del vínculo matrimonial celebrado entre dos personas del mismo sexo, en la
perspectiva de nuestro ordenamiento civil, aun cuando el ordenamiento de origen sí lo
reconozca.
"Los efectos de los matrimonios celebrados en Chile se regirán por la ley chilena, aunque
los contrayentes sean extranjeros y no residan en Chile".
"El cónyuge domiciliado en Chile podrá exigir alimentos del otro cónyuge ante los tribunales
chilenos y de conformidad con la ley chilena.
Del mismo modo, el cónyuge residente en el extranjero podrá reclamar alimentos del
cónyuge domiciliado en Chile".
En ningún caso tendrá valor en Chile el divorcio que no haya sido declarado por resolución
judicial o que de otra manera se oponga al orden público chileno.
"La ley que rija el divorcio y la nulidad del matrimonio se aplicará también a sus efectos".
§ Supuesto de muerte. Respecto del supuesto de muerte, en caso que uno de los
cónyuges fuera chileno, aplica el criterio general que remite a las leyes patrias, en
concordancia con lo dispuesto por el art. 15 del Código Civil. En el caso de dos
extranjeros, la ley chilena será aplicable sólo en aquellos casos en que la disolución
del matrimonio sea sometida a la consideración de un juez nacional, ya que, en un
sentido opuesto, la ley competente será la extranjera, debiendo los tribunales
reconocer valor a la terminación que se declare en conformidad a ella, por un juez
extranjero838.
La primera regla aplicable se contiene en el ya citado art. 83, en su inciso 1º, el cual
dispone que el divorcio esté sujeto a la ley aplicable a la relación matrimonial al
momento de interponerse la acción. En consecuencia, tratándose tanto de chilenos
como de extranjeros, si han contraído matrimonio en Chile, su relación matrimonial en
lo que respecta al divorcio se rige por la ley chilena, siempre que se encuentren en el
territorio nacional al momento de deducirse la acción. La redacción de la norma no es
del todo afortunada, ya que solo se entendería cabalmente en el supuesto que
hubiera permanecido la propuesta original evacuada por la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, puesto que la frase "la ley aplicable a
la relación matrimonial" alude a la determinación compleja allí prevista. En su actual
ubicación, deberá entenderse como una referencia a la ley chilena, que es la ley
aplicable a los efectos del matrimonio según el art. 81840.
La regla general determina que las sentencias de divorcio, dictadas por tribunales
extranjeros, deben ser reconocidas en Chile. Para lograr tal efecto, el divorcio deberá
haber sido declarado por sentencia judicial, no deberá haber sido obtenida en fraude
de la ley y no podrá oponerse al orden público chileno841.
La exigencia de resolución judicial niega valor civil a toda otra decisión de carácter
no jurisdiccional, como ocurriría en el supuesto de una decisión contenida o fundada
en un acto administrativo, en una resolución de Derecho eclesiástico particular o en
un acuerdo extrajudicial y en toda forma convencional. Se entenderá que se ha
actuado en fraude a la ley, "cuando el divorcio ha sido declarado bajo una jurisdicción
distinta a la chilena, a pesar de que los cónyuges hubieren tenido domicilio en Chile
durante cualquiera de los tres años anteriores a la sentencia que se pretende
ejecutar, si ambos cónyuges aceptan que su convivencia ha cesado a lo menos ese
lapso, o durante cualquiera de los cinco años anteriores a la sentencia, si discrepan
acerca del plazo de cese de la convivencia", pudiendo constar el acuerdo o la
discrepancia observada entre los cónyuges, en la propia sentencia o ser alegado
durante la tramitación del exequátur844. Finalmente, la referencia al orden público
considera el respeto a las normas jurídicas esenciales para la organización y
funcionamiento armónico de la sociedad democrática, que se concreta en la
especificidad analizada, en la protección del derecho de los ciudadanos al ejercicio de
sus libertades públicas y derechos fundamentales, entre los cuales se cuentan la
seguridad y la moralidad públicas845.
§ Efectos del divorcio. Los efectos del divorcio estarán sometidos a la misma ley
que rija el divorcio.
C IE
Primero, crea entre las personas unidas por el vínculo matrimonial un conjunto de
derechos y obligaciones recíprocas, de índole personal, que determina la realización
de ciertas conductas y la abstención de otras. En palabras de Troncoso, "crea entre
los cónyuges un conjunto de derechos y obligaciones, cuyo objeto no es una
prestación de índole pecuniaria, sino la observancia de ciertas normas de conducta
necesarias para la realización práctica de los fines del matrimonio"848.
§ Deber de fidelidad. Este deber está consagrado en el artículo 131 del Código Civil,
el cual prescribe que "los cónyuges están obligados a guardarse fe". Su transgresión,
entendida como adulterio, se regula en el artículo 132, estableciendo que los actos
que la constituyen son similares para cualquiera de los cónyuges, con este tenor a
partir de las reformas legales de 1989 y 1995.
Una perspectiva diferente es sostenida por Mondaca, quien recuerda que el deber
de fidelidad —que Ramos Pazos consideraba la obligación principal del matrimonio—
con la dictación de la nueva LMC habría afirmado un sentido contrario, apreciable en
la nueva prescripción del divorcio sanción y de la nulidad, que permitiría "la
fundamentación de la alegación de dichas causales de disolución matrimonial (sic) en
conductas que lesionen el deber de fidelidad, entendido éste en un sentido amplio, no
limitado al adulterio ni exclusivamente vinculado a un contenido de índole sexual"857.
Para ello, diferencia las nociones de infidelidad y adulterio, entendiendo entre ellos
una relación de género a especie —siendo el género el primero y la especie el
segundo— en que la infidelidad es más amplia que el adulterio al quedar este
circunscrito a la cópula, mientras que la infidelidad es un concepto comprensivo de
distintas conductas, "sean sexuales (en este caso sin llegar necesariamente a la
penetración) o no, pero que son igualmente reveladoras de la falta de la debida fe que
deben guardarse los cónyuges en atención al vínculo contraído"858. El deber de
fidelidad no se reduce, concluye, "sólo a las relaciones físicas que finalizan en la
unión carnal, sino que alcanza también a prohibir cualesquiera actos que la
conciencia social repute con infidelidad conyugal, lo mismo sean con personas de
distinto sexo, que actos de homosexualidad, bestialidad, etc., e igual supongan que
no, realización completa de cópula o ayuntamiento sexual"859.
"El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio
y da origen a las sanciones que la ley prevé. Cometen adulterio la mujer casada que yace
con varón que no sea su marido y el varón casado que yace con mujer que no sea su
cónyuge".
La transgresión a este deber puede ser estimado como el más relevante de los
deberes que contempla la segunda causal del art. 54 de la LMC, toda vez que
configura un supuesto en el que se niega los bienes básicos para la vida conyugal
normal, consistente en alimentación, vestuario y vivienda. La calificación de la
gravedad se debe basar tanto en la ocurrencia del incumplimiento, que no medie
justificada causa como la cesantía prolongada del demandado y, de manera especial,
las carencias y necesidades vitales del demandante derivadas del incumplimiento del
deber865.
§ Deber de ayuda mutua. Deriva del art. 131 del Código Civil, que dispone que
además de fe y socorro, los cónyuges estén obligados a "ayudarse mutuamente".
Esta disposición está en consonancia con la comunidad de vida a la cual alude la
LMC, refiriéndose a todas las ayudas mutuas que las personas que viven juntas
unidas por un vínculo afectivo deben prodigarse, en todas las circunstancias de la
vida, que comprenden las dificultades, desencuentros y vicisitudes, no
necesariamente de naturaleza patrimonial, como el cuidado personal mutuo en caso
de enfermedades, la asistencia en la enfermedad o pérdida de un ser querido, el
apoyo moral en la desventura y el fracaso o el consejo en decisiones difíciles.
Podría también comprenderse como ayuda mutua el auxilio para las acciones y
defensa judicial consagrada en el art. 136 del CC, salvo que se tratare de un litigio
dirigido en su contra por el otro cónyuge, en cuyo caso aplica la segunda parte del
artículo, referido al caso del marido casado en régimen de sociedad conyugal, cuando
no tenga bienes suficientes o en las situaciones regidas por los artículos 150, 166 y
167, en cuyo caso deberá proveer a la mujer para cubrir las expensas de la litis que
esta siga en su contra.
En torno a dicha afirmación cabe efectuar dos comentarios. El primero, que tiene
razón Corral al sostener que en la actualidad se ha producido progresivamente una
desjuridificación del deber, lo que se traduce en un relajamiento de la exigibilidad
social de la conducta, quedando en los hechos ubicada en el espacio de la moral
compartida de los cónyuges y de su comunidad de referencia, que asume el
abandono como la acción natural en caso de conflicto en el seno de la pareja, visto
además con buenos ojos si ello evita su profundización o la eventual ocurrencia de
actos que afecten la dignidad física y psíquica de los cónyuges. El segundo, que la
actual apreciación más neutra de lo que históricamente se incluyó dentro de la figura
del abandono de hogar está ligada directamente al aumento de las crisis conyugales y
su resolución mediante los canales de la separación o el divorcio, en donde se ha
aceptado socialmente la separación de cuerpos y el fin de la cohabitación como la
consecuencia normal de la crisis de convivencia conyugal, reservando la noción de
abandono para aquellos casos en que el alejamiento del cónyuge actor implique
también un incumplimiento de sus obligaciones de contribución económica para con
su cónyuge e hijos.
Los efectos del incumplimiento del deber se aprecian directamente a partir de las
crisis conyugales. Así entendido, el deber de cohabitación no es exigible en el caso
de la separación, incluso unilateral, toda vez que no es posible conciliar
armónicamente las disposiciones legales que validan y regulan el cese de la
convivencia con el deber de cohabitar, precisamente suspendido por el hecho de la
separación jurídicamente regulada869. Asimismo, la gravedad de las razones que
admite el legislador para justificar el incumplimiento del deber brinda también
fundamento al reconocimiento jurídico del cese de la convivencia, aun cuando la
justificación última de la decisión personal permanece en al ámbito de la moral.
Finalmente, el deber de convivencia se traduce en la obligación de los cónyuges de
vivir en el hogar común, por lo que se ha sostenido que uno de los efectos de la
transgresión de este deber sería la denegación de la compensación económica,
particularmente cuando además se infringen otros deberes, como la fidelidad870.
El incumplimiento del deber por parte de uno de los cónyuges abre un interrogante
sobre la subsistencia del derecho de alimentos para aquel que realiza el abandono.
Sobre el punto, y dejando a salvo que exista razón justificada para ello, como en el
caso de malos tratos o violencia física o psíquica o la negación del derecho de
socorro o ayuda mutua (es dudoso el de fidelidad) respecto del cónyuge o sus hijos,
sostenemos la opinión de que el cónyuge no mantiene el derecho a alimentos, al
abandonar voluntariamente el hogar común e incumplir el deber legal, no mediando
causa justificada.
Finalmente, una variable en esta posición es planteada por Severin, quien considera
inadmisible una indemnización de perjuicios entre los cónyuges por los hechos
constitutivos de causales de divorcio sanción, salvo que se trate de ofensas o
atentados a la vida o a la integridad física y psíquica, dejando abierta la posibilidad de
obtener una reparación en los casos de violencia intrafamiliar, pero cerrándola en el
adulterio, el alcoholismo y la conducta homosexual, por citar ejemplos880.
3. Efectos patrimoniales
En el primer caso, en los sistemas legales que así lo contemplan, permite a los
cónyuges, en el pleno ejercicio de su autonomía privada, proceder a ordenar
pactadamente sus bienes y a establecer las relaciones jurídicas que mejor les
parezcan para alcanzar los objetivos de administración e incremento de los bienes
libremente trazados. Los pactos indicados pueden celebrarse antes de la celebración
del matrimonio, durante la celebración o con posterioridad a ella. Su limitación es el
orden público.
C II M
Entre las principales causas que afectan la convivencia tranquila y normal, propia de
la vida conyugal, se mencionan las dificultades económicas, las diferencias de
carácter, la existencia de intereses divergentes, las percepciones discordantes
respecto de la reciprocidad afectiva, la relación con los hijos, la infidelidad de uno de
ellos e incluso la rutina y la desconsideración en el trato cotidiano, circunstancias que
pueden terminar destruyendo las expectativas trazadas en el momento constitutivo
del matrimonio.
Las situaciones que dificultan la convivencia, más o menos críticas, son habituales y
normales en la relación de pareja, pese a lo cual algunas personas no poseen la
capacidad o, simplemente, no tienen la voluntad de perseverar en la búsqueda de
soluciones adecuadas a dichos problemas, generando episodios de aguda
conflictividad que, muchas veces, no tienen otra vía de solución que no sea la
separación, es decir, el fin temporal o definitivo de la convivencia entre los cónyuges.
2. La separación de hecho
Sin perjuicio de ello, debe destacarse que el alejamiento físico no siempre refleja la
existencia de una separación de hecho, ya que por razones económicas, de
conveniencia de los hijos, imposibilidad física o cualquier otra razón que permanece
en el fuero interno de quien adopta la decisión de separación o por causas que los
cónyuges mantienen en su intimidad, puede producirse la separación de cuerpos o,
derechamente, el cese material de la vida marital sexual y afectiva, sin producirse el
abandono del hogar común. En síntesis, "mantener el domicilio común no excluye la
separación de hecho"897.
En términos generales, cuando una situación se califica en el ámbito jurídico-civil
como "de hecho", se enfatiza la circunstancia de que el cese efectivo de la
convivencia entre los cónyuges se produce y desarrolla al margen de todo proceso
jurídico formalmente establecido, vale decir, sin haber obtenido "un concreto refrendo
legal o judicial a través del cual esa misma situación puede alcanzar un
reconocimiento jurídico pleno"898.
"...podrán, de común acuerdo, regular sus relaciones mutuas, especialmente los alimentos
que se deban y las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio"909.
"...dicho acuerdo deberá regular también, a lo menos, el régimen aplicable a los alimentos,
al cuidado personal y a la relación directa y regular que mantendrá con los hijos aquél de
los padres que no los tuviere bajo su cuidado".
Los acuerdos que logren los cónyuges, sanciona finalmente el citado artículo 21 en
su último inciso,
"...deberán respetar los derechos conferidos por las leyes que tengan el carácter de
irrenunciables".
En aquellos casos en que los cónyuges han roto de modo radical la relación mutua
y no intenten lograr acuerdo, o habiéndolo intentado, el resultado sea infructuoso,
cualquiera de ellos podrá solicitar que el procedimiento judicial, que se sustancie para
reglar las relaciones mutuas, como los alimentos que se deban, los bienes familiares
o las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio; o las relaciones con
los hijos, como los alimentos, el cuidado personal o la relación directa y regular que
mantendrá con ellos el padre o madre que no los tuviere bajo su cuidado, se extienda
a otras materias concernientes a sus relaciones mutuas o a sus relaciones con los
hijos.
Por cierto, es una delgada línea roja, la que separa el límite de esta intervención en
uno y otro caso, siendo la misma frontera que es cuestionada como límite, entre el
matrimonio concebido como negocio jurídico, en que prima el principio de autonomía
de la voluntad, y el carácter de normas de orden público, no disponibles, refrendado
por parte de la doctrina y de la jurisprudencia, que también se le atribuye912.
3. La separación judicial
Los padres pueden atribuir el cuidado de los hijos a cualquiera de los progenitores
o, en sintonía con las tendencias recientes en la materia y que han sido recogidas en
la Ley Nº 20.680, fijar la custodia personal en forma compartida, modelo que, basado
en la igual importancia del padre y la madre en la vida física y psicológica de niño,
determina que ambos también comparten la autoridad en la toma de las decisiones
que conciernen o afectan a los hijos, cooperando en compartir dicha autoridad,
asumiendo en forma conjunta la crianza, y aceptando que la vida del niño transcurra
en tiempos prolongados con uno y otro progenitor.
Este sistema, definido por el legislador como "un régimen de vida que procura
estimular la corresponsabilidad de ambos padres que viven separados, en la crianza y
educación de los hijos comunes, mediante un sistema de residencia que asegure su
adecuada estabilidad y continuidad"947, permite que se promueva la cercana relación
con los padres y no se manifieste una percepción de pérdida por parte del niño,
derivado de la separación o el divorcio948. El acuerdo anterior, junto con el régimen
de frecuencia y libertad con que el padre o madre que no tiene el cuidado personal
mantendrá una relación directa y regular con los hijos, deberá constar en escritura
pública o acta extendida ante cualquier oficial del RC y ser subinscrito al margen de la
inscripción de nacimiento dentro de los treinta días siguientes a su otorgamiento949.
La atribución, por parte del juez, del cuidado personal a uno solo de los padres,
deberá considerar la opinión manifestada por los hijos952 y ponderar la capacidad de
la madre y/o el padre para cubrir las necesidades de cuidado y atención, sin perjuicio
del hecho de que en ningún caso podrá fundar exclusivamente su decisión en la
capacidad económica de los padres. En tal sentido, deberá considerar y ponderar
conjuntamente los criterios y circunstancias indicados por el art. 225-2 del Código
Civil, los que incluyen la vinculación afectiva entre el hijo y sus padres, el nexo
afectivo con las demás personas de su entorno familiar, la aptitud de los padres para
garantizar el bienestar de los hijos, la posibilidad de procurarle un entorno adecuado
de acuerdo a la edad del hijo, la contribución a la mantención del hijo mientras estuvo
bajo el cuidado personal del otro padre pudiendo hacerlo, la actitud de cada uno de
los padres para cooperar con el otro en el aseguramiento de la máxima estabilidad de
los hijos, la actitud de los padres en orden a garantizar la relación directa y regular sin
obstaculizarla, la dedicación efectiva que cada uno de los padres procuraba a los
hijos antes de la separación y la que puede seguir desarrollando en el futuro de
acuerdo con sus posibilidades, el resultado de los informes periciales que se haya
ordenado practicar, los acuerdos de los padres antes y durante el respectivo juicio, el
domicilio de los padres y cualquier otro antecedente que sea considerado relevante
atendido el principio del interés superior del hijo953.
• Si, existiendo hijos, el acuerdo regulador resguarda el principio del interés superior
de los hijos e incluye efectivamente a lo menos el régimen aplicable a los alimentos,
al cuidado personal y a la relación directa y regular que mantendrá con los hijos aquel
de los padres que no los tuviere bajo su cuidado957;
Sin perjuicio de lo anterior, la norma del artículo 305 del Código Civil distingue la
separación judicial como un nuevo estado civil, al incluirlo expresamente en su inciso
primero. Expresa el mencionado artículo:
"El estado civil de casado, separado judicialmente, divorciado o viudo, y de padre, madre o
hijo, se acreditará frente a terceros y se probará por las respectivas partidas de matrimonio,
de muerte, y de nacimiento o bautismo.
El Código Civil define el estado civil en el artículo 304, el cual dispone lo siguiente:
"El estado civil es la calidad de un individuo, en cuanto le habilita para ejercer ciertos
derechos o contraer ciertas obligaciones civiles".
En la actualidad, en una perspectiva amplia, se puede considerar el posicionamiento
de la persona con relación a tres grupos de calidades que influyen en la capacidad del
sujeto de derecho963:
• Un estado en relación a sí mismo, que enfoca las cualidades personales del sujeto
y en la cual se consideran básicamente la edad, la salud y el sexo. Corresponde a la
noción de estado individual contemplado por Alessandri.
En primer lugar, los cónyuges separados judicialmente administran sus bienes con
plena independencia uno del otro, siguiendo los términos prescritos por el artículo 159
del Código Civil. Esto implica que la administración separada comprende los bienes
obtenidos como producto de la liquidación de la sociedad conyugal o del régimen de
participación en los gananciales que hubiere existido entre los cónyuges. Lo anterior
se entiende sin perjuicio de lo dispuesto en el Párrafo 2 del Título VI del Libro Primero
del Código Civil, referido a los inmuebles y muebles que hayan sido declarados
bienes familiares.
En segundo lugar, el cónyuge que haya dado causa a la separación judicial por su
culpa, tendrá derecho para exigir que el otro cónyuge lo provea de lo que necesite
para su modesta sustentación, en cuyo caso el juez reglará la contribución teniendo
en especial consideración la conducta que haya observado el alimentario antes del
juicio respectivo, durante su desarrollo o con posterioridad a él. Esta norma es una
consecuencia de la vigencia de los deberes de socorro y ayuda mutua, persistencia
que puede generar la ocurrencia de situaciones de injusticia aparente, como ocurre
en el caso del cónyuge que ha guardado fidelidad en el matrimonio y que, sin
embargo, debe sostener económicamente al cónyuge que ha incurrido en adulterio.
C IL LMC
Sin embargo, la voluntad inicial de los cónyuges puede ser afectada por diversas
circunstancias ocurridas durante el estado conyugal, que incluyen desde la pérdida de
la voluntad de construir un proyecto común, pasando por la ocurrencia de graves
transgresiones a los deberes y obligaciones que implica la vida en común de la
pareja, cometidas por uno o por ambos cónyuges, hasta la progresiva pérdida de la
atracción mutua o del afecto que, como causa del vínculo, ha convertido propiamente
al matrimonio en una mera formalidad sin contenido. En todas las situaciones
señaladas, la consecuencia fáctica es similar, afectando la voluntad de convivir o
determinando su imposibilidad, cuando existe en su origen una causa grave.
Sin perjuicio de ello, ya sea por la necesidad de iniciar formalmente otra vinculación
conyugal, por parte de uno o ambos cónyuges o, simplemente, porque se desea
poner término definitivo al matrimonio por desafecto o cualquier otra razón, la opción
de concluir el matrimonio mediante su disolución legal se ha convertido en el modo
usual de finalizar la relación. En este caso, la vía jurídicamente válida para disolver el
matrimonio, es el divorcio, consagrado en el derecho matrimonial chileno a contar del
año 2004.
2º Por la muerte presunta, cumplidos que sean los plazos señalados en el artículo
siguiente;
"Con todo, si después que una persona recibió una herida grave en la guerra, o le
sobrevino otro peligro semejante, no se ha sabido más de ella, y han transcurrido desde
entonces cinco años y practicándose la justificación y citaciones prevenidas en los números
precedentes, fijará el juez como día presuntivo de la muerte el de la acción de guerra o
peligro, o, no siendo enteramente determinado ese día, adoptará un término medio entre el
principio y el fin de la época en que pudo ocurrir el suceso, y concederá inmediatamente la
posesión definitiva de los bienes del desaparecido".
Otros supuestos son considerados en los números 8 y 9 del artículo 81 del Código
Civil, refiriéndose a muertes masivas y simultáneas, ocurridas con ocasión de
accidentes como, por ejemplo, en catástrofes aéreas977.
§ Introducción. La Ley de Matrimonio Civil contempla dos vías para poner fin al
matrimonio, estando vivos ambos cónyuges: la nulidad y el divorcio. En este apartado
trataremos en particular la nulidad, debiendo ser concordado con lo ya expuesto en la
parte de esta obra, referida a los requisitos del matrimonio legal.
El matrimonio que es declarado nulo por resolución judicial se reputa que jamás
existió, debido a la existencia de una causal legal o impedimento no observado en el
momento de la celebración del matrimonio, ya sea por los propios contrayentes o por
la autoridad habilitada para celebrar matrimonios. La nulidad matrimonial es el
supuesto de máxima ineficacia de la relación matrimonial, toda vez que su
declaración implica la identificación de una causa coetánea a la celebración del
matrimonio que invalida el vínculo entre los cónyuges, a partir del momento mismo de
su celebración. La nulidad es causa extintiva, no perturbadora del matrimonio979, y,
en palabras de Ruggiero, es la más grave imperfección que no permite que el acto
produzca alguno de sus efectos propios; el negocio jurídico es tratado por el
ordenamiento como si no hubiese sido realizado, y si se dan algunos de los efectos,
estos no son efectos del negocio como tal, sino consecuencia de los hechos
verificados al realizar el acto nulo"980.
"El matrimonio nulo que ha sido celebrado o ratificado ante el Oficial del Registro Civil,
produce los mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe y
con justa causa de error, lo contrajo, pero dejará de producir efectos civiles desde que falte
la buena fe por parte de ambos cónyuges".
En el caso que sólo uno de los cónyuges hubiera contraído matrimonio de buena fe,
la ley dispone que, "...éste podrá optar entre reclamar la disolución y liquidación del
régimen de bienes que hubieren tenido hasta ese momento, o someterse a las reglas
generales de la comunidad"987.
"Se presume que los cónyuges han contraído matrimonio de buena fe y con justa causa de
error, salvo que en el juicio de nulidad se probare lo contrario y así se declare en la
sentencia"990.
• Quinta, incluye una acción de carácter universal, que permite a cualquier persona
solicitar la nulidad de un matrimonio que contravenga las prohibiciones contenidas en
los artículos 6º y 7º de la LMC, fundado para ello en el interés de la moral y la ley. Los
casos se refieren al parentesco y a la indignidad que afecta al cónyuge sobreviviente
para contraer matrimonio con el imputado contra quien se hubiere formalizado
investigación por el homicidio de su marido o mujer995.
La acción de nulidad solo podrá intentarse mientras vivan ambos cónyuges, con dos
excepciones correspondientes a los casos de celebración del matrimonio en artículo
de muerte —en que se reconoce el derecho de accionar a los demás herederos del
cónyuge difunto— y cuando se alegare la existencia de un vínculo matrimonial no
disuelto, en cuyo caso podrán accionar el cónyuge anterior o sus herederos996.
C II E
1. Régimen legal del divorcio
Se puede definir como un modo para disolver el matrimonio que tiene su origen en
una decisión judicial, dictada en un juicio iniciado por la demanda de uno de ellos, o
de ambos, por las causas establecidas por la ley. El divorcio sólo puede existir cuando
ha sido declarado judicialmente, pues no tiene validez el divorcio de hecho, es decir,
la mera separación de cuerpos a la cual los cónyuges atribuyen el efecto de disolver
el vínculo matrimonial que los une1004.
Las causas del divorcio tienen su origen en un hecho ocurrido durante la vida
matrimonial, que significa, evidencia o da cuenta, de graves desavenencias no
solucionadas entre los cónyuges. El origen del término remite a la divergencia u
oposición de voluntades del marido y de la mujer, lo que determina que cada uno de
ellos tome su propio camino en la vida, construyéndola en forma separada de quien,
hasta ese momento, era su cónyuge1005.
Sin embargo, entre la separación y el divorcio en sentido estricto existe una gran
diferencia, pues mientras en la separación los casados no pueden establecer una
nueva relación de pareja con el mismo nivel de formalidad jurídica anterior, y con el
consiguiente reconocimiento y aceptación social, en el divorcio, cada uno de los
excónyuges está facultado jurídicamente para contraer un nuevo matrimonio con una
persona distinta, constituyendo esta nueva relación una realidad jurídica y social
similar al precedente vínculo. Larraín agrega, en la distinción entre divorcio y
separación amigable -de hecho, no judicial en la actual LMC- que el divorcio requiere
de un juicio y la separación de una convención; el divorcio es una disputa entre
cónyuges y la separación un convenio; el divorcio produce la ruptura de la unión
conyugal por toda la vida o un cierto número de años y la separación por un lapso
indeterminado1009.
Esta destrucción del vínculo conyugal existente y válido es la causa que genera la
controversia que históricamente ha acompañado a la introducción del divorcio, a
diferencia de la separación de cuerpos o suspensión de la vida conyugal, institución
que se encuentra presente en la generalidad de los sistemas civiles occidentales. En
una perspectiva filosófica del problema, expuesta por algunos autores, el derecho de
"descasamiento" (sic) realmente no pone en tela de juicio a la institución del
matrimonio, sino que viene a reflejar en definitiva lo que esta no debe ser, a saber,
"una unión forzada en que el sentimiento está muerto de parte y parte, una unión
ficticia que ya no está animada por la vida en común, una unión inmoral en que todo
se permite"1010.
§ Evolución del debate doctrinario sobre la inclusión legal del divorcio como causal
de extinción del matrimonio. La discusión sobre la conveniencia de legalizar el
divorcio es de larga data, siendo motivo de gran polémica al mezclarse en la
discusión pública consideraciones políticas, religiosas y jurídicas en la ponderación de
la necesidad de su inclusión y en la apreciación de los efectos sociales que su
legalización generaría1015.
"El divorcio pone término al matrimonio, pero no afectará en modo alguno la filiación ya
determinada ni los derechos y obligaciones que emanan de ella"1027.
En segundo lugar, el divorcio puede ser decretado por el juez, cuando ha sido
solicitado acreditando el cese de la convivencia conyugal, en la forma legalmente
prevista, variando el período requerido según si la declaración es requerida de mutuo
acuerdo o es unilateral. Esta norma recoge la modalidad conocida doctrinalmente
como "divorcio remedio", que permite enfrentar los problemas advertidos en el
derecho comparado y que presenta la primera modalidad regulada, básicamente de
ocurrencia de fraude en la acreditación de los supuestos de hecho que constituyen las
causales, perfeccionando los procedimientos y estableciendo una causal distinta y
única, que contempla como fundamento la ruptura de la vida en común durante un
período no inferior a tres años, salvo que exista consentimiento, en cuyo caso se
reduce a un año. Ello permite, además, evitar la imputación de culpas recíprocas, en
un conflicto en el cual no siempre es posible establecer la radicación exclusivamente
individual de estas.
Una confusión puede suscitarse respecto de uno de los efectos de la adopción del
sistema causalista, como lo es la aplicación estricta de las causales legales. En
efecto, cabe distinguir la taxatividad de las causas, que determina que solo pueden
considerarse como tales y por tanto válidas, aquellas que el legislador expresamente
ha señalado en los arts. 54 y 55 inciso primero de la LMC, y la no taxatividad de los
hechos que pueden constituir la falta exigida por la causal legal. Es decir, no se debe
confundir la exigencia de los incisos descriptores de la causa para demandar el
divorcio —arts. 54 y 55 inciso primero— con los hechos constitutivos de falta,
enunciados, a modo ejemplar, por el art. 54 números 1º al 6º.
La forma que reviste la regulación del divorcio vincular en la LMC exige asumir una
distinción entre la licitud jurídica y la exigencia ética en el caso del divorcio, pues se
considera que los sujetos que contraen el vínculo matrimonial lo hacen siempre
pensando que —además de permanente— es indisoluble.
Por la misma razón que indica con fuerza la imposibilidad de descartar la incidencia
de los valores éticos, en el ordenamiento normativo de la comunidad, tampoco es
factible desconocer la realidad social, que reclama una solución urgente a problemas
que son percibidos socialmente como apremiantes en extremo. En efecto, existen
situaciones en las cuales la prudencia indica como solución mejor, o menos mala,
permitir el divorcio civil, solución fundamentalmente avalada por dos razones
principales: evitar males mayores en la sociedad y en el matrimonio, y para
salvaguardar la libertad de conciencia en aquellas parejas para las cuales el divorcio
no constituye en todos los casos un mal. Estas situaciones, en las cuales cabe
considerar como la mejor salida el divorcio civil, ordenado jurídicamente, deben ser
valoradas desde un discernimiento prudencial enmarcado en la disposición contenida
en el art. 3º de la LMC, es decir, mirando primordialmente la realización posible del
bien de los cónyuges y de su familia.
§ Régimen legal del divorcio por falta imputable a un cónyuge. La causal de divorcio
por falta imputable a uno de los cónyuges se contempló desde un principio en todos
los proyectos que antecedieron a la ley actualmente vigente.
La LMC regula esta forma de divorcio en el artículo 54, estableciendo que, aparte de
existir la falta en que incurre un cónyuge respecto del otro1037, basada en la
ocurrencia de ciertos hechos repudiables para cuya comprensión y concreción la ley
señala ejemplos orientadores, esta falta deberá además constituir una violación grave
de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio o de los deberes y
obligaciones para con los hijos, que termine tornando intolerable la vida en común.
"El divorcio podrá ser demandado por uno de los cónyuges, por falta imputable al otro,
siempre que constituya una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el
matrimonio, o de los deberes y obligaciones para con los hijos, que torne intolerable la vida
en común".
• En primer lugar, debe ser demandado por uno de los dos cónyuges, no
procediendo la interposición de una acción conjunta.
• En tercer lugar, la falta que se imputa debe constituir una violación grave de los
deberes y obligaciones para con los hijos o aquellos que se derivan del estado
matrimonial. La gravedad de la falta, en este caso, implica que su ocurrencia produce
un trastorno apreciable y evidente al interior de la vida conyugal, que impide o dificulta
en extremo la posibilidad de una reconciliación efectiva. Las faltas calificadas de
leves, que no trascienden más allá de la apreciación del cónyuge, no serían
suficientes para calificar como violación grave de los deberes y obligaciones
indicados, como en el caso de alegar la infidelidad, percibida como tal a partir de la
consideración de ciertos tratos que denotan preferencia respecto de una compañera o
compañero de trabajo por parte de uno de los cónyuges, que sin embargo no se
extienden a la consumación de relaciones sexuales.
"Se incurre en dicha causal, entre otros casos, cuando ocurre cualquiera de los siguientes
hechos".
La jurisprudencia chilena, por su parte, ha ido aún más lejos, al incluir, como
muestra de la deslealtad constitutiva de la infidelidad en que ha incurrido un cónyuge,
a los actos que impliquen la revelación de datos sensibles de la vida privada de su
pareja a los que se ha tenido acceso en la intimidad y por la confianza mutua que
supone el matrimonio1053. En estos casos, la ausencia de precisión respecto del acto
que constituye la infidelidad determina que el elemento material es el determinante
por sí solo, no requiriendo además que se produzca la apreciación subjetiva de
menoscabo moral del otro cónyuge, toda vez que dicho efecto rola en el plano moral o
religioso y no en el jurídico.
Ciertas conductas o prácticas, de connotación sexual para quien las realiza, podrían
también aplicar en la causal analizada, tales como el "voyeurismo" o la pornografía.
Sin embargo, parece discutible que la fidelidad exigida por el vínculo conyugal se
extienda a prácticas de alcance indeterminado, que pueden ser calificadas como
actos personales de connotación sexual, hasta prácticas que manifiestan patologías o
que son constitutivas de ilícitos1054.
"El adulterio constituye una grave infracción al deber de fidelidad que impone el matrimonio
y da origen a las sanciones que la ley prevé".
Visto esto, un autor ha concluido que parece no ser el adulterio una infracción tan
grave como lo manifiesta el Código Civil1055.
• Consentimiento del adulterio. Ahora bien ¿tiene alguna incidencia que el otro
cónyuge hubiere consentido o facilitado la comisión del adulterio? La respuesta la
brinda la parte final del inciso que encabeza el artículo 54, toda vez que exige además
de la existencia de la falta —expresado en la ocurrencia de los hechos ya indicados a
modo ejemplar— el factor concurrente de haber tornado intolerable la vida en común,
vale decir, el hecho que fundamenta la falta ha debido generar un efecto vejatorio en
el cónyuge inocente, que se traduce en una injuria. Por tanto, si ha consentido o
facilitado el adulterio, no existe fundamento válido para alegar la falta.
§ Condena por crimen. Se incluye como causal que da base para demandar el
divorcio, al crimen o simple delito cometido por uno de los cónyuges. En forma más
detallada, la norma dispone que se pueda demandar el divorcio cuando conste la
"condena ejecutoriada por la comisión de alguno de los crímenes o simples delitos
contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, o contra las personas,
que involucre una grave ruptura de la armonía conyugal"1058. Comprende la
participación como autor, cómplice o encubridor en los delitos de aborto, abandono de
niños y personas desvalidas, inducción al abandono de hogar, suposición de parto,
violación, estupro, incesto, homicidio y lesiones.
La norma actual difiere del criterio precedente dispuesto por la derogada LMC,
limitando su aplicación a un número acotado de delitos graves que afectan al orden
de las familias, como es el caso de los delitos contra la vida y aquellos de carácter
sexual, siempre que además involucren una grave ruptura de la armonía conyugal.
La orientación sexual del individuo, es decir, la atracción, que tiene como objeto de
enamoramiento, predominante o exclusivo, a una persona del mismo sexo, no es
constitutiva de la causal de divorcio, pues la norma exige acreditar la conducta del
individuo, vale decir, la comisión de actos calificados como homosexuales, sin respeto
a la orientación sexual precedente del sujeto1060. La noción de conducta da cuenta
de un conjunto de actos que constituye habitualidad, por lo que la conducta
homosexual puede ser definida como la participación regular de una persona en
actividad sexual predominante o exclusivamente con miembros de su propio sexo.
Entre los efectos de la declaración del divorcio por esta causal se encuentra la
exclusión del cónyuge culpable en la herencia abintestato de su marido o mujer1079,
en la calidad de legitimario1080, y da lugar a la revocación de todas las donaciones
que por causa del mismo matrimonio se le hayan realizado1081.
La similitud que guarda la redacción del art. 54 con el art. 26, referido a la
separación, obedece al criterio del legislador, en cuanto a ofrecer no solo la salida
única e irreversible del divorcio a las parejas afectadas por una crisis matrimonial,
sino también la opción de la separación matrimonial1082.
La concepción del divorcio como un remedio jurídico ha sido sostenida por una
parte importante de la doctrina durante la discusión de la introducción del divorcio en
la mayoría de los países occidentales en las últimas décadas del pasado siglo,
teniendo éxito en desplazar en la legislación comparada a la concepción del divorcio
entendido como una sanción. Asume, en general, que el divorcio procede cuando
existe una perturbación grave de las relaciones matrimoniales, derivada o no de la
culpa de los cónyuges, que torne difícil o sin objeto la comunidad matrimonial. Su
finalidad, por tanto, "es remediar esa imposibilidad o dificultad de la vida en común,
prescindiendo de la imputabilidad de tal situación a la culpa de uno o ambos
cónyuges"1085.
La normativa legal dispone que la causal de cese de convivencia pueda ser alegada
de común acuerdo por los cónyuges, en cuyo caso se exige el transcurso de un lapso
mayor de un año. Si sólo uno de los cónyuges está de acuerdo en solicitar el divorcio,
basándose en el cese de la convivencia, se deberá esperar que transcurran a lo
menos tres años contados desde el momento en que conste formalmente dicha
cesación1087.
En los dos casos señalados debe probarse el cese de la convivencia, pues, como
se ha dicho, no basta la voluntad de los cónyuges. Respecto de la prueba del cese de
la convivencia, más exactamente del momento en que se produce la interrupción de
la vida en común, procede expresar dos comentarios.
La causal exige que ambos cónyuges estén de acuerdo en solicitar el divorcio y que
hayan acreditado el cese de su convivencia durante un lapso mayor de un año. Por
tanto, se requiere que los cónyuges hayan adoptado previamente un acuerdo de
solicitar conjuntamente el divorcio o allanarse a la pretensión del otro, cuando este ha
declarado que cuenta con el consentimiento respectivo. Ocurrirá con mayor
probabilidad la situación anterior cuando los cónyuges logren mantener una buena
relación mutua pese al hecho de la separación y hayan alcanzado al menos una base
de entendimiento para regular sus relaciones mutuas a futuro, especialmente si
existen hijos comunes1089.
El acuerdo será completo —cuando no existan hijos— si regula todas y cada una de
las materias atinentes a sus relaciones mutuas, en especial los alimentos que se
deban y las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio. Existiendo
hijos, el acuerdo deberá regular también, a lo menos, el régimen aplicable a los
alimentos, al cuidado personal y a la relación directa y regular que mantendrá con los
hijos aquel de los padres que no los tuviere bajo su cuidado.
Si bien el divorcio por voluntad unilateral justificaría su rechazo por violar el sentido
bilateral del contrato y por las eventuales consecuencias sociales negativas, lo cierto
es que también la causal permite disminuir el efecto familiar dañino que involucra la
exposición pública de la desavenencia conyugal y sus causas, particularmente
cuando es conocida en un procedimiento judicial.
Por ello, constituye una vía útil para aquel cónyuge que, teniendo claro la
procedencia de una causal subjetiva de divorcio, desea evitar la exposición pública de
los pormenores de la situación que le afecta, impidiendo un daño mayor a sus hijos o
a su propia dignidad personal. En este caso, podrá optar por esperar el transcurso del
plazo exigido y demandar el divorcio por cese de la convivencia por un período
superior a tres años, ahorrándose la negativa experiencia de señalar y ventilar
públicamente sus razones, las que guardará en la intimidad de su conciencia.
Finalmente, también constituye una puerta de salida para aquel cónyuge, al cual el
otro, por un cálculo de ventajas económicas, resentimiento acumulado, afán
reivindicativo o un mero voluntarismo obsesivo, ha negado el divorcio durante un
período largo y sin otra justificación plausible, como pudieran ser razones religiosas,
voluntad de reconciliación prudentemente extendida en el tiempo o el incumplimiento
de obligaciones alimenticias. Todas estas ventajas se manifiestan en la preferencia
mayoritaria de esta vía para obtener el divorcio.
Al igual que en el caso del divorcio por mutuo consentimiento, existe aquí una causa
objetiva sobre la cual se sustenta la demanda de divorcio, expresado en el cese de la
convivencia. Sin embargo, sólo uno de los cónyuges desea poner término al
matrimonio usando esta causal. La negativa o rechazo del otro cónyuge al divorcio no
impide que se declare, salvo, claro está, la excepción contenida en el artículo 55
inciso tercero de la LMC.
"... salvo que, a solicitud de la parte demandada, el juez verifique que el demandante,
durante el cese de la convivencia, no ha dado cumplimiento, reiterado, a su obligación de
alimentos respecto del cónyuge demandado y de los hijos comunes, pudiendo hacerlo".
Tercero, debe preceder solicitud de parte, ya que el juez no puede actuar de oficio
en esta materia.
Cuarto, no puede ser accionada directamente por el cónyuge afectado, sino que
"solo sirve de excepción para enervar la acción de divorcio unilateral", la que deberá
ser alegada.
En cuanto al tratamiento legislativo de los efectos del divorcio, Acuña considera que
este admite un carácter muy general, lo que "complementado con las amplias
facultades que al respecto se entregan al juez, puede tener repercusiones en la
práctica judicial e incidir en la producción de una de las secuelas no deseadas por el
legislador: el incremento de los efectos negativos de las rupturas". Asimismo, destaca
que se caracteriza por el reconocimiento de principios generales en materia de familia
aplicables en el momento de resolver las cuestiones emergentes, el recurso a
cláusulas generales comprensivas de efectos patrimoniales y por la renuncia que el
legislador efectúa de la regulación de los efectos específicos del divorcio mediante un
estatuto propio1101.
"El divorcio producirá efectos entre los cónyuges desde que quede ejecutoriada la
sentencia que lo declare".
De este modo, los efectos jurídicos tendrán lugar a contar del momento en que
quede firme la sentencia, salvo la situación excepcional contemplada en el inciso
segundo del citado artículo, el que analizaremos más adelante.
§ Especificación de los efectos del divorcio. Una síntesis de los efectos jurídicos que
genera la sentencia de divorcio son los siguientes:
• Oponibilidad. La norma del artículo 59 inciso segundo dispone que "la sentencia
ejecutoriada en que se declare el divorcio deberá subinscribirse al margen de la
respectiva inscripción matrimonial", luego de lo cual será oponible a terceros. En
especial, debe destacarse que a partir del momento en que se practique la
subinscripción y así conste, los cónyuges adquieren el estado civil de "divorciados",
pudiendo volver a contraer matrimonio si así lo desean. Vale decir, sin perjuicio de
que el divorcio producirá efectos entre los cónyuges desde que quede ejecutoriada la
sentencia que lo declare, dicha resolución deberá subinscribirse al margen de la
respectiva inscripción matrimonial. Una vez efectuada la subinscripción, la sentencia
será oponible a terceros y los cónyuges adquirirán el estado civil de divorciados,
pudiendo volver a contraer matrimonio.
"Los efectos del matrimonio así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley y en
los demás cuerpos legales que se refieren a la materia".
Los efectos del matrimonio religioso inscrito, tras la ratificación del consentimiento
ante el Oficial del Registro Civil, se rigen por las normas de la LMC, pero, teniendo
presente que la ley reconoce la validez del matrimonio religioso, celebrado de
acuerdo a las normas de derecho eclesiástico particular, ello implica que tales normas
deben ser también respetadas en aplicación de la parte final de la norma del art. 20,
que prescribe que los efectos del matrimonio se regirán además por lo dispuesto
"...en los demás cuerpos legales que se refieren a la materia", vale decir, incluyendo
las disposiciones de la Ley Nº 19.638, en lo pertinente.
Otra interpretación entra en colisión con la validación eficaz del matrimonio religioso
y contradice lo dispuesto por los arts. 6º letra b, y 7º letra c, de la Ley Nº 19.638,
sobre constitución jurídica de entidades religiosas, que establecen el respeto estatal a
la declaración y ejercicio de las facultades inherentes a la libertad religiosa, con la
correspondiente inmunidad de coacción. Asimismo, este acto de la autoridad sería
una intromisión indebida en la esfera de competencia de lo religioso1121.
En los hechos, cuando se eleve una solicitud a un juez para que declare disuelto un
matrimonio civil, originado en una celebración en forma religiosa, persiguiendo
además efectos religiosos, será absolutamente improcedente. Lo que corresponderá,
en estos casos, es que el juez declare el cese de los efectos civiles del matrimonio,
rechazando pronunciarse sobre la permanencia o no del vínculo conyugal de
naturaleza religiosa que pudiere haberse constituido. Esta interpretación es ratificada
por Peña, uno de los autores más reconocidos entre quienes sustentan posiciones en
favor del reconocimiento del divorcio, quien asume la viabilidad jurídica de recabar el
cese de efectos civiles del matrimonio, en justa interpretación del artículo 20 de la Ley
Nº 19.947, en concordancia con el mismo artículo de la Ley Nº 19.6381122.
Finalmente, otra arista de interés, ligada a los efectos en estudio, dice relación con
el supuesto en que la sentencia puede encontrarse ejecutoriada y, no obstante, puede
no subinscribirse en la respectiva inscripción matrimonial. En este caso, no será
oponible a terceros y los interesados no adquirirán el estado civil de divorciados, por
lo que, a su vez, no podrían contraer un nuevo matrimonio. Es, en los hechos, un
limbo jurídico, en el que ya nada une jurídicamente a un cónyuge con el otro, pero no
pueden volver a casarse.
§ Efectos sociales del divorcio. Apreciado desde una perspectiva sociológica, los
efectos sociales del divorcio son relevantes y complejos. Según Paulina Veloso,
Subdirectora del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) en parte del período de
discusión de la LMC, existen diversos estudios —entre ellos cita a The Economist del
año 1993 y al Instituto Nacional de Estadísticas (INE-Chile) del año 2000— y
numerosos otros antecedentes que muestran que, producida la ruptura conyugal, en
particular por causa del divorcio, la mujer disminuye drásticamente sus ingresos
económicos, empobreciéndose, y consecuencialmente a los hijos que de ella
dependen, además de aumentar la brecha de desigualdad con los hombres,
fenómeno explicado —a su juicio— por una mayor o menor discriminación de género,
según el país de que se trate. Producido el divorcio, la desigualdad patrimonial se
evidencia crudamente, siendo frecuente que la mujer sea proveedora única o
principal, siendo a la vez su ingreso monetario menor. Lo anterior explica de manera
principal el fundamento de la institución de la compensación económica como medida
paliativa de los efectos negativos del divorcio en la mujer, identificada como la parte
más vulnerable luego de la ruptura conyugal al momento de la discusión de la LMC,
con atención preferente puesta en la mujer con hijos y a cargo del hogar tras la
previsible ausencia del marido y padre de los hijos comunes1124.
§ Efectos jurídicos sobre los hijos1125. Hemos dedicado un apartado especial a los
efectos jurídicos del divorcio sobre los hijos, entendiendo la validez de la descripción y
análisis de las materias aquí tratadas a todos los casos de ruptura del grupo familiar
como consecuencia de la separación de los padres y no solo el divorcio. En concreto,
aplica también cuando la causa sea la separación judicial, de hecho o la nulidad.
En esta perspectiva se afirma que no puede existir un prejuicio que afecte el igual
derecho de uno de los progenitores para asumir la crianza de un hijo respecto del
otro, pues, descartada toda calificación prejuiciosa de la calidad de los afectos
involucrados en el interés de asumir la crianza, se debe atender al principio de que
ambos progenitores tienen los mismos derechos y obligaciones respecto de los hijos
comunes, como condicionante de la necesaria concordancia con el interés superior
del niño y la niña, principio que como ya se ha adelantado prima en caso de abierta
colisión1128. Asimismo, la doctrina da cuenta de la necesidad de superación de
prejuicios arraigados, referidos a la discriminación de ciertos progenitores que sufren
de patologías físicas y psicológicas, o de padres homosexuales, por citar dos
ejemplos recurrentes, destacando la notable apertura tanto en beneficio del niño o
niña y de sus padres, en tanto tales afecciones o circunstancias no afecten al
menor1129.
El régimen de la relación directa y regular podrá ser convenida por los padres o
determinada por el juez, y tendrá por objetivo el fomento de una relación sana y
cercana entre el padre o madre que no ejerce el cuidado personal y su hijo, "velando
por el interés superior de este último, su derecho a ser oído y la evolución de sus
facultades", debiendo considerar de manera especial la edad del hijo, los vínculos de
afecto existentes con sus padres, la relación con parientes cercanos, el régimen de
cuidado personal vigente y cualquier otro elemento de relevancia que atienda al
principio del interés superior del hijo1135.
§ Extensión del derecho de relación directa y regular a otros integrantes del entorno
familiar de los hijos. La historia de la actual consagración de este derecho da cuenta
de la "progresiva afirmación y extensión a un número de titulares cada día mayor
(padres, hermanos, otros parientes y allegados del menor), y también la de su
ampliación objetiva, en variedad y profundidad de las relaciones y en riqueza de
contenido"1137. La ruptura de los cónyuges produce un efecto que sobrepasa a la
familia nuclear, ampliándose a lo que conocemos como familia extendida, partiendo
por la afectación de la vinculación material entre los nietos menores de edad y sus
abuelos, además del resto de los integrantes de la familia, como tíos y primos1138.
En este contexto, junto con los padres, el legislador extiende el reconocimiento del
derecho a mantener una relación directa y regular a los abuelos, disponiendo que el
hijo tiene derecho a mantener una relación directa y regular con sus abuelos", fijando
el juez la modalidad que revestirá esta relación en caso de no existir acuerdo de los
padres, atendiendo el interés del hijo conforme a lo dispuesto en el artículo 229 del
Código Civil1139.
Con tal propósito, fija un marco o criterios de resolución judicial en el artículo 3º,
cuya recepción y procedencia no ha sido pacífica en el medio jurídico, consistente en
normas que posibilitan al juez intervenir en favor de la preservación del vínculo.
Ahora bien, asumiendo que la separación judicial "deja subsistentes todos los
derechos y obligaciones personales que existen entre los cónyuges, con excepción de
aquellos cuyo ejercicio sea incompatible con la vida separada de ambos...", ¿qué
ocurre con los derechos sucesorios de los cónyuges separados judicialmente? La
respuesta la entrega la norma contenida en el artículo 35 de la LMC, que dispone que
el derecho de los cónyuges a sucederse entre sí no se altera por la separación
judicial, lo que es coherente con la naturaleza no extintiva del matrimonio que tiene la
separación judicial, salvo la excepción también indicada en el citado artículo, que
dispone que el cónyuge que dio origen a la separación por causa imputable a su
conducta, en cuyo caso pierde el derecho a suceder a su cónyuge. También pierde
este derecho por desheredamiento, en conformidad a lo dispuesto en el artículo 1208
del CC, en las situaciones indicadas en las causales 1ª. y 2ª 1161.
§ ¿Es posible demandar daños derivados del divorcio? Se trata de una materia
discutible y particularmente controversial, pues en su motivación no está clara la
frontera entre el ámbito de la moral y la religión con el derecho, en que bien podría
sostenerse la subsistencia de algún rezago de la otrora fuerte oposición al divorcio
vincular, jurídicamente concluido con la entrada en vigor de la LMC de 2004. En
sentido estricto, los eventuales daños que pudieran suscitarse como consecuencia de
la sentencia de divorcio son consecuencia del ejercicio de una facultad legitimada
legalmente, no siendo por tanto resarcibles, lo que a nuestro juicio se extendería
incluso al supuesto de incumplimiento de los deberes conyugales, cuestión ubicada
en la frontera del derecho y la moral. En tal sentido, cabe destacar las conclusiones
arribadas por David Vargas, quien ha estimado también que los eventuales daños que
cualquiera de los cónyuges pueda sufrir con ocasión de la acción de divorcio o su
declaración, incluso en los casos de divorcio por culpa o falta, no son resarcibles por
corresponder al ejercicio de una facultad, de un derecho, siendo daños lícitos y justos
que resultan no resarcibles. Sin embargo, admite —al igual que otros autores— su
procedencia en daños causados por los hechos que motivan la acción de divorcio,
particularmente en caso de falta o culpa imputable a uno de los cónyuges, advirtiendo
que, "el ejercicio de la acción de divorcio, cualquiera sea su causal, no es un requisito
de admisibilidad o de trámite previo obligatorio para el ejercicio de la acción de
indemnización de perjuicios causados por incumplimiento de los deberes
conyugales"1162.
C III L
1. Antecedentes y concepto
"Si, como consecuencia de haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las labores propias
del hogar común, uno de los cónyuges no pudo desarrollar una actividad remunerada o
lucrativa durante el matrimonio, o lo hizo en menor medida de lo que podía y quería, tendrá
derecho a que, cuando se produzca el divorcio o se declare la nulidad del matrimonio, se le
compense el menoscabo económico sufrido por esta causa".
Nuestra opinión se inclina por estimar correcta la interpretación que exige mantener
el carácter irrenunciable de la compensación económica, debiendo el juez restituir la
igualdad en el momento que conozca de la presentación convencional del acuerdo
respectivo.
2. Características
Es, por tanto, un medio correctivo de dicho desequilibrio, lo que implica que
tampoco debe perseguir la igualdad económica completa entre quienes fueron
cónyuges, sino la restitución de su situación patrimonial a aquella que
presumiblemente habría existido de no mediar el estado matrimonial como causa de
dicho desequilibrio, materializado en un menoscabo de naturaleza económica. Esto
implica, entre otras consecuencias, que la pensión alimenticia, el uso de vivienda
familiar (en lo pertinente) y la compensación económica son compatibles entre sí, por
provenir de causas diferentes. Sin perjuicio de lo anterior, la subsistencia de los
derechos y obligaciones de carácter patrimonial que los cónyuges contrajeron durante
la vigencia del vínculo matrimonial determina igualmente una restricción de su
naturaleza compensatoria1179.
3. Presupuestos de procedencia
§ Dedicación del cónyuge al cuidado de los hijos y/o a las labores propias del hogar
común. El cónyuge debe haber dedicado su tiempo personal de manera principal o
preferente al cuidado de los hijos o a la atención del hogar común, durante el período
en que se constata el estado matrimonial y no necesariamente la convivencia de
ambos cónyuges, pues dicha convivencia puede haber sido menor al período
acreditable como estado (in facto esse).
La ley no distingue si dicha dedicación debe haberse prodigado a los hijos propios
del cónyuge demandante, a los hijos comunes de ambos cónyuges, o si incluye
también a el o los hijos propios del cónyuge demandado, nacidos dentro o fuera del
matrimonio, razón por la cual procede incluir a todos los hijos, comprendiendo, por
cierto, a los adoptados.
El supuesto incluye el caso en que el cónyuge solo pudo trabajar en menor medida
de lo que podía y quería. Así, quedan incluidos supuestos como la postergación del
desarrollo profesional de una mujer por dedicarse a las labores del hogar durante el
período de crianza de los hijos, la no titulación luego de haber cursado una carrera
universitaria o incluso el caso en que el cónyuge haya debido postergar o rechazar un
ascenso laboral o un mejoramiento de las condiciones de trabajo, o por necesidad de
la crianza y educación de los hijos, particularmente cuando ello ha sido así exigido por
el otro cónyuge. Todos los supuestos aplican para el marido y la mujer
indistintamente1192. La eventual ayuda que el cónyuge demandante pudo haber
recibido de su familia o amistades no restringe el derecho de solicitar la
compensación1193.
Un problema resuelto en forma discordante por los tribunales ha tenido lugar con
ocasión de la consideración de aquellos casos en que el cónyuge que demanda la
compensación hubiere desarrollado en forma intermitente alguna actividad
remunerada. En una perspectiva favorable a la pretensión, se ha considerado que tal
hecho "no constituye una circunstancia que por sí misma permita negarle a dicha
parte el derecho a obtener la compensación económica que reclama"1194, debiendo
tenerse en cuenta, además, "que la mujer aportó al matrimonio el capital humano que
generó —al hacerse cargo de la organización del hogar y de las labores domésticas—
un entorno adecuado para el desarrollo profesional de su marido"1195. En una
perspectiva divergente, se ha sostenido que, si el cónyuge pudo desarrollar un trabajo
por períodos cortos, implica que no estuvo en el hecho impedido para realizar la
actividad lucrativa de que se trata, no cumpliendo por tanto los requisitos exigidos
para su procedencia1196.
Debe existir "un menoscabo patrimonial efectivo del titular del derecho amagado
toda vez que dicha compensación no puede ser una fuente de lucro"1200. Este efecto
de empobrecimiento, que es considerado injusto, se manifiesta al momento de
terminar el matrimonio en términos de una disparidad económica entre ambos
cónyuges y en la carencia de medios del cónyuge que la demanda para enfrentar su
vida separada1201.
La Corte Suprema ha fallado que la reparación que se impone por la ley procura
corregir el desequilibrio emergente con el propósito de lograr que ambos cónyuges
enfrenten individualmente su vida futura separada, protegiendo mediante la
compensación al que acredita la condición de mayor debilidad comparativa. Se
justifica la medida anterior en la circunstancia de que el término del matrimonio pone
fin a la causa de dicho detrimento, el que estaría compensado durante su vigencia por
el deber de asistencia y socorro que existía entre los cónyuges, y del cual derivaba la
obligación de proporcionar alimentos1202.
"Si se decretare el divorcio en virtud del artículo 54, el juez podrá denegar la compensación
económica que habría correspondido al cónyuge que dio lugar a la causal, o disminuir
prudencialmente su monto".
En esta disposición se pueden distinguir dos partes, coincidentes con sus dos
incisos.
En materia previsional, es probable que el cónyuge deba optar a una pensión menor
en su vejez, por no haber tenido la posibilidad de reunir mayores fondos en una
administradora de fondos de pensiones al cotizar por menos años o por un monto
menor. La ausencia de cotizaciones previsionales durante el período de dedicación
del cónyuge a las labores del hogar y crianza de los hijos se ha considerado como
forma para demostrar el menoscabo económico1214.
Esta es una de las materias en las cuales incide directamente la naturaleza jurídica
que sea reconocida al matrimonio, refutando el carácter meramente teórico que
tendría la discusión, toda vez que la concepción institucional del matrimonio otorgaría
un fundamento sólido para sustentar la validez del control judicial, cuya revisión del
acuerdo no debería limitarse a una mera revisión formal, sino que, además de evaluar
preliminarmente el cumplimiento de los requisitos que revisten este carácter —
escritura pública, mayoría de edad—, deberá analizar si la compensación es
suficiente o insuficiente sobre la base de los principios informadores de la ley, como el
interés superior del cónyuge más débil y proceder a su incremento de manera
fundada. Esta es, a nuestro juicio, la interpretación correcta de la norma y del sentido
buscado por el legislador1224.
§ Pago al contado. Esta es la regla general contenida en la ley, lo que implica pagar
el monto de la compensación ya establecido de una sola vez, en una suma global,
obedeciendo al propósito de evitar la prosecución de conflictos entre los excónyuges
o convivientes civiles y procurando a la vez brindar seguridad jurídica y pacífica
convivencia tras el conflicto conyugal que derivó en ruptura definitiva1233.
En torno a este punto, cabe señalar que el arresto por no pago de una cuota de la
compensación económica debe interpretarse como una medida extraordinaria, de
derecho estricto, en que no cabe su aplicación analógica a casos distintos del
incumplimiento de deberes alimentarios, pues de otra forma, y tal como se ha
expresado, "burlaría una norma de rango constitucional, que obliga a los órganos del
Estado a respetar y promover los derechos que emanan de la naturaleza humana, así
como los tratados internacionales ratificados por Chile y que se encuentren
vigentes"1241.
Sobre lo mismo, se ha criticado esta medida de apremio, toda vez que, asumiendo
las innegables consecuencias negativas que acarrea dicha falta de pago y la injusticia
que implica al afectar al cónyuge más débil que ha debido además enfrentar la
ruptura de su familia, la medida es igualmente injusta por cuanto afecta sus derechos
fundamentales como la libertad personal, porque la aplicación de normas que
restrinjan derechos fundamentales requieren de una interpretación estricta y porque
su consagración consta en la propia Constitución y en tratados internacionales
ratificados por Chile1242.
"Si se decretare el divorcio en virtud del art. 54, el juez podrá denegar la compensación
económica que habría correspondido al cónyuge que dio lugar a la causal, o disminuir
prudencialmente su monto".
Esta norma fue introducida por el legislador con ocasión del divorcio, movido por un
criterio de equidad cuando este se decretare en aplicación de alguna de las causales
contempladas en el artículo 54 de la LMC, vale decir, en los casos de divorcio que
admiten la consideración de la culpa imputable al otro cónyuge1248, circunstancia en
la cual "el juez podrá denegar la compensación económica o disminuir su
monto"1249. Su naturaleza jurídica es discutida en doctrina, coincidiendo con Pizarro
en su calificación como una "condición eventual"1250.
En sentido estricto, no cabe su inclusión dentro del concepto de "cláusula de
dureza", toda vez que no es impedimento para el divorcio sino para la compensación
económica, que es accesoria a la disolución o nulidad del matrimonio. Es una de las
escasas razones que justifican aún la permanencia del criterio de la culpabilidad como
una causal diferenciada de divorcio en nuestro ordenamiento, factor que una vez
verificado determinará la improcedencia de la compensación económica.
C IE A U C
La nueva ley vino a sellar exitosamente una iniciativa originada en una moción
parlamentaria del año 2010, que proponía regular como una figura contractual la
unión de pareja —sin referencia o distinción alguna al sexo de los eventuales
contrayentes— con el nombre de "acuerdo de vida en común", el cual fue refundido
con un segundo proyecto de ley del año 2011, esta vez promovido por el primer
gobierno del presidente Piñera. Ambos proyectos perseguían brindar un marco de
legalidad a las uniones de pareja homosexuales, con el propósito evidente de restar
impulso y presión social a la creciente discusión sobre la reforma de la ley de
matrimonio civil para incorporar la opción de celebrar matrimonios a personas del
mismo sexo, propósito que se desdibujó al incorporar también como sujetos
beneficiarios a las parejas heterosexuales, generando en los hechos un estatuto
paralelo al matrimonio. La ley fue mayoritariamente percibida como un significativo
avance en el proceso de inclusión social y política de grupos antes marginados, si
bien también generó importantes críticas provenientes de sectores opuestos al
reconocimiento de las uniones homosexuales.
El AUC, así definido, constituye una opción tanto para las parejas heterosexuales
que no desean celebrar el matrimonio como para las parejas homosexuales que
aspiran al reconocimiento civil de su unión afectiva, antes no considerada por el
derecho nacional, siendo en los hechos sus principales beneficiarios.
Las personas que lo suscriben pueden ser un hombre y una mujer, dos hombres o
dos mujeres.
2. Principios informadores
§ Principio del interés superior del conviviente más débil. Consagrado por primera
vez en la ley de matrimonio civil de 2004, en línea con su precedente legislativo
español, tiene también aplicación, al igual que en el caso del matrimonio, al momento
de verificarse la ruptura del vínculo, esta vez entre los convivientes que han suscrito
el pacto, tal como lo consagra el artículo 27 de la ley en directa concordancia con las
normas que regulan la materia en la Ley Nº 19.9471258. La justificación en el caso
del AUC encuentra base en el principio de igualdad, según lo ya adelantado en el
párrafo precedente, y en la doctrina del enriquecimiento sin causa, sin perjuicio de
destacar la asimilación que realiza el legislador a la convivencia civil como asunto de
familia, como se puede apreciar, entre otros ejemplos, en el conocimiento de la
materia asignado a los Tribunales de Familia1259.
§ Irrelevancia jurídica del sexo o género de los contrayentes del AUC. Respecto de
los contrayentes, la ley dispone que "es un contrato celebrado entre dos personas...",
siendo por tanto jurídicamente irrelevante el género o sexo de quienes lo suscriben,
pudiendo celebrarlo un hombre y una mujer, dos hombres o dos mujeres,
convirtiéndose en un medio eficaz para regular civilmente la unión afectiva de dos
personas, sean heterosexuales u homosexuales que conviven.
§ Causa en el acuerdo de unión civil. Uno de los aspectos más debatidos y extraños
del acuerdo de unión civil es la exigencia de afecto en la vida en común que antecede
a su suscripción, constituyéndose en el motivo que induce al contrato por parte de
quienes concurren a su celebración.
§ Finalidad del acuerdo de unión civil. La ley dispone que el acuerdo de unión civil
tenga el propósito de regular los efectos jurídicos de la vida afectiva en común de los
contrayentes, materia de la cual se ocupa el Título IV de la Ley Nº 20.830, en sus
artículos 14 a 21, sin carácter taxativo, pudiendo por tanto existir efectos distintos que
otras normativas legales y reglamentarias pudieran establecer, o extender los ya
existentes para otras instituciones a los convivientes civiles.
La ley dispone fines objetivos y no subjetivos, vale decir, fines concretos objetivados
en la regulación civil y no aquellos que dispongan o concuerden los contrayentes, sin
perjuicio de la complementación que libremente realicen luego de la suscripción del
acuerdo. En forma explícita, la ley destaca la ayuda mutua que se deben prodigar los
convivientes1264.
§ AUC e hijos de los convivientes civiles. Uno de los aspectos que ha concitado
mayor debate en relación con el AUC es el referido al tratamiento brindado a los hijos
de los convivientes civiles.
Ahora bien, siendo efectivo que el AUC es una respuesta principalmente dirigida a
satisfacer la demanda de legalización de la unión de pareja entre personas del mismo
sexo, ante la mayoritaria oposición en ese momento a cualquier iniciativa que abriera
el matrimonio a las uniones homosexuales, lo cierto es que el legislador no se limitó a
este necesario reconocimiento, sino que incorporó también como destinatarios a las
parejas heterosexuales, conformando un estatuto que admite diversas
interpretaciones sobre su justificación social y sobre su naturaleza jurídica.
Una prohibición especial, que afecta a la mujer que suscribe un acuerdo de unión
civil, es prescrita por el artículo 11 de la ley estableciendo que, en el caso de haber
expirado un AUC y la mujer que ha convivido civilmente se encuentra embarazada,
"no podrá contraer matrimonio con un varón distinto ni celebrar un nuevo acuerdo
antes del parto, o, no habiendo señales de preñez, antes de cumplirse los doscientos
setenta días subsiguientes a la expiración del acuerdo...", pudiendo rebajar de este
plazo, "todos los días que hayan precedido inmediatamente a dicha expiración y en
los cuales haya sido absolutamente imposible el acceso del conviviente varón a la
mujer". Brinda efectividad a esta prohibición, la obligación que recae sobre el oficial
del Registro Civil en orden a no permitir la celebración del matrimonio o del nuevo
acuerdo "sin que por parte de la mujer se justifique no estar comprendida en el
impedimento precedente". Finalmente, la ley señala que, para celebrar el acuerdo de
unión civil, los interesados deberán tener la libre administración de sus bienes, sin
perjuicio de lo cual "el disipador que se halle en interdicción de administrar lo suyo
podrá celebrar, por sí mismo, este acuerdo", según dispone el artículo 7º en su parte
final.
La fuerza, para que vicie la voluntad del sujeto que celebra un AUC, puede ser
ejercida en contra de uno o de ambos contrayentes, debe ser actual, grave,
determinante y obra de cualquier persona o de una circunstancia externa.
La acción de nulidad podrá ser intentada en ambos casos por el afectado, dentro del
plazo de un año contado desde que cesa la fuerza o desde la celebración del
acuerdo, en caso de error1278.
§ Acuerdo de unión civil suscrito por un contrayente que tenga la patria potestad de
un hijo o la guarda de otra persona. Quien desee celebrar un AUC y tenga la patria
potestad de un hijo o la guarda de otra persona, deberá sujetarse a lo prescrito en los
artículos 124 a 127 del Código Civil, referidos a la confección de un inventario
solemne de los bienes que esté administrando y al nombramiento de un curador
especial1287.
C III E AUC
1. Efectos generales
§ Estado civil. La celebración del AUC confiere a los contrayentes el estado civil de
convivientes civiles1290, debiendo extenderse dicha alusión a los convivientes que
efectúan otras leyes y reglamentos, ya sea que se utilice esta u otra denominación
que pueda entenderse como referidas a ellos. El término del acuerdo restituirá a los
contrayentes el estado civil que tenían antes de celebrar este contrato, salvo en la
situación prevista en la letra c) del art. 26, referida al matrimonio de los convivientes
entre sí, cuando proceda.
§ Efectos personales. Comprende los deberes mutuos entre los convivientes civiles,
respecto de los cuales la ley dispone la obligación de solventar los gastos generados
por su vida en común, de conformidad a sus facultades económicas y al régimen
patrimonial que exista entre ellos (art. 14). Cabe también destacar que la ley dispone
que se considere la opinión del conviviente frente a diversas actuaciones de terceros,
como ocurre con la disposición de los órganos del occiso ante la petición médica de
dar curso a la voluntad del conviviente que, en vida, expresó su deseo de ser donante
o, en un sentido obligacional, el deber de dar sepultura al cadáver de su pareja1291.
§ Efectos sucesorios. La ley establece que cada conviviente civil "será heredero
intestado y legitimario del otro y concurrirá en su sucesión de la misma forma y
gozará de los mismos derechos que corresponden al cónyuge sobreviviente",
pudiendo también ser asignatario de la cuarta de mejoras1295.
Junto con lo anterior, la ley reconoce otros dos efectos de gran significación social,
referido el primero al derecho a que su cuota hereditaria se entere con preferencia
mediante la adjudicación en favor suyo de la propiedad del inmueble en que resida y
que sea o haya sido la vivienda principal de la familia, así como también del
mobiliario, siempre que formen parte del patrimonio del difunto, junto con el derecho
de habitación y de uso en iguales condiciones que el cónyuge, en el caso en que el
valor total del inmueble en que resida y que sea o haya sido la vivienda principal de la
familia, así como del mobiliario que lo guarnece, excedan su cuota hereditaria1296. El
segundo, prescrito en el artículo 20, reconoce al conviviente civil sobreviviente
legitimación activa para reclamar las indemnizaciones derivadas de los perjuicios
ocasionados por el hecho ilícito de un tercero que hubiere causado el fallecimiento de
su conviviente civil o que lo imposibilite para ejercer por sí mismo las acciones legales
correspondientes1297.
Así, junto con la positiva asimilación a los asuntos de familia de aquellas cuestiones
que se deriven de la convivencia civil y la radicación de su conocimiento jurisdiccional
en los Juzgados de Familia1301, la ley asimila todas las menciones a los convivientes
presentes en otros cuerpos legales y reglamentarios a los convivientes civiles,
haciendo extensivas de pleno derecho todas las "inhabilidades, incompatibilidades y
prohibiciones que las leyes y reglamentos establecen respecto de los cónyuges"1302,
destacándose aquellas contenidas en los artículos 34 y 35 de la Ley Nº 20.830, que
modifican el Código de Procedimiento Civil y el Código Orgánico de Tribunales,
respectivamente. Entre las restricciones expresamente indicadas por el legislador, se
incluye la imposibilidad que afecta a un conviviente para ser curador del otro que es
declarado disipador1303.
§ Inclusión del conviviente civil como parte del grupo familiar para efectos de la
política pública de concesión de beneficios solidarios. Los convivientes civiles serán
considerados integrantes de un grupo familiar, para dar cumplimiento al requisito
dispuesto por el art. 3º letra b), que reconoce el beneficio de pensión solidaria de
vejez a quienes no tengan derecho a pensión en algún régimen previsional, y lo
extiende a las personas que tengan respecto de aquel la calidad, entre otras, de
conviviente civil.
C IV T A U C
1. Causales legales de terminación del Acuerdo de Unión Civil
El principal efecto jurídico de la terminación del acuerdo de unión civil es poner fin a
todas las obligaciones y derechos cuya titularidad y ejercicio deriven de la vigencia de
este contrato (art. 28). Analizaremos brevemente las causales legales.
§ Muerte de uno de los convivientes civiles. La ley considera los dos supuestos
civiles, tradicionales, a saber, muerte natural y muerte presunta, de un modo similar al
régimen del matrimonio. En el caso de la muerte presunta, remitida en su disciplina al
artículo 43 de la LMC, procederá respecto de uno de los convivientes cuando hayan
transcurrido diez años desde la fecha de las últimas noticias conocidas del otro
conviviente1311, o cumplidos que sean cinco años desde la fecha de las últimas
noticias si se prueba que han transcurrido setenta años desde su nacimiento1312, o
los mismos cinco años si el conviviente recibió una herida grave en guerra u otro
peligro semejante y nada se ha sabido de él o ella en este lapso1313. Finalmente,
aplica también la muerte presunta por la comprobación judicial de la muerte de uno de
los convivientes civiles efectuada por el juez del último domicilio que el difunto haya
tenido en Chile1314.
§ Terminación del AUC por matrimonio de los convivientes civiles entre sí. El estado
civil de conviviente civil es incompatible con el estado civil de casado, requisito que es
exigido por el art. 5º inciso segundo de la Ley Nº 20.830 al momento de celebrar el
acuerdo de unión civil. Sin perjuicio de lo anterior, los convivientes de diferente sexo
pueden celebrar matrimonio entre sí, dando por terminado el acuerdo de unión civil
que los vinculaba precedentemente. La redacción del artículo 26 letra c), al incluir la
frase, "...cuando proceda", alude al impedimento que afecta a las personas
homosexuales para contraer válidamente matrimonio entre sí en Chile.
§ Terminación del AUC por voluntad unilateral o mutuo acuerdo de los convivientes
civiles. La ley contempla el término del AUC por la voluntad compartida o unilateral de
los convivientes, en concordancia con la naturaleza contractual del acuerdo. La forma
legal de realización de dicha voluntad, en ambos casos, implica que debe constar por
escritura pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil, debiendo
notificarse1315 al otro conviviente civil mediante gestión voluntaria ante el tribunal con
competencia en materias de familia, pudiendo comparecer personalmente1316.
Asimismo, en conformidad a lo dispuesto por el artículo 1º, inciso segundo, parte final
de la Ley Nº 20.830, el término del acuerdo restituirá a los contrayentes al estado civil
que tenían antes de celebrar este contrato, salvo que sustituyeren el AUC por el
matrimonio en el caso de los convivientes de diverso sexo1317. En ambos casos,
mutuo acuerdo y voluntad unilateral, el término del acuerdo producirá efectos desde
que dicha escritura pública o acta se anote al margen de la inscripción del AUC en el
Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil (art. 26).
§ Declaración judicial de nulidad del AUC. El acuerdo de unión civil podrá ser
declarado nulo si se ha incumplido los requisitos exigidos por la Ley Nº 20.830 en sus
artículos 7º, 8º y 9º, referidos a la capacidad para celebrar el acuerdo, a la existencia
de consentimiento libre y espontáneo para celebrarlo y a las prohibiciones de
parentesco en los grados fijados por la ley y de ligamen civil vigente, sea matrimonio
o acuerdo de unión civil precedentes y válidamente celebrados1318. La acción de
nulidad corresponderá a cualquiera de los presuntos convivientes civiles y sólo podrá
ejercitarse mientras ambos vivan, salvo en las excepciones referidas al acuerdo de
unión civil celebrado por una persona menor de edad1319, cuando ha existido error o
fuerza1320, en la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto o de otro acuerdo
de unión civil1321 y en las situaciones excepcionales en caso de muerte de uno de
los convivientes contempladas en la ley1322.
C VA U C :A
§ Comparación entre ambas instituciones legales. Diversos son los aspectos que
diferencian al AUC del matrimonio, partiendo por la propia concepción de uno y otro,
que permite definir al AUC como un pacto de convivencia y al matrimonio como una
institución centrada en la constitución de una familia. Además de ello, pueden
destacarse las diferencias que se indican a continuación.
§ Justificación del criterio diferenciador. Los fines de uno y otro instituto legal
constituyen el factor diferenciador entre el matrimonio y el AUC. El derecho
matrimonial ha relacionado históricamente ciertas finalidades con este vínculo que así
justifica su privilegio social y jurídico, entendiendo por tales los fines objetivos y
concretos que define el legislador y no los fines subjetivos que pudieren establecer los
propios contrayentes.
En tal sentido, dichos fines legales consideran de modo central las relaciones
sexuales y la procreación, pudiendo así primariamente diferenciarse el estatuto
matrimonial y el de la mera unión civil en función de la prioridad asignada a uno de los
fines o el carácter accesorio de uno de ellos en función del otro, lo que puede verse
reforzado en la consagración de las finalidades secundarias que cada cultura ha
constituido en torno de las dos finalidades esenciales. Las fórmulas propuestas para
señalar la finalidad del matrimonio son diversas, respondiendo unas a la concepción
biológica o social del matrimonio, como en el caso de la procreación, y otras a la
concepción centrada en la pareja y enfocada preferentemente desde la perspectiva
individual de sus integrantes, como ocurre con las finalidades de mutuo auxilio y vida
en común.
Sobre la lectura de este texto legal, el derecho civil chileno ha reconocido como
fines del matrimonio la vivencia en común o convivencia, entendiendo enmarcada en
ella la ordenada realización de la sexualidad conyugal; la procreación, incluyendo
aquí la educación de la prole, y, el auxilio mutuo, apreciados consistentemente los
tres como elementos básicos y esenciales del matrimonio, sin una jerarquización
preestablecida.
En segundo lugar, el acuerdo de unión civil tiene una finalidad genérica consistente
en la regulación de los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común, tal
como se expresa en la frase contenida en el art. 1º de la Ley Nº 20.830, que dispone:
"...con el propósito de regular los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en
común, de carácter estable y permanente". La norma legal centra su interés en el
reconocimiento civil de la unión de pareja para los efectos que se deriven de la
convivencia basada en el afecto de los contrayentes, como aquellos de carácter
patrimonial contenidos genéricamente en el art. 14 y con mayor especificidad en los
siguientes siete artículos, y los de carácter personal derivados de la obligación de
ayuda mutua contenida en el citado artículo 14, pero para las parejas homosexuales
derivados en forma principal del estado civil de convivientes. La definición legal de
matrimonio, por su parte, los indica específicamente disponiendo: "...con el fin de vivir
juntos, de procrear, y de auxiliarse mutuamente".
Sin perjuicio del sentido de justicia material que encierra la normativa descrita, es
necesario que el legislador avance en el correcto sentido interpretativo que permitiría
diferenciar al estatuto matrimonial del estatuto del acuerdo de unión civil. La
respuesta positiva es posible, si se considera al matrimonio como el estatuto
privilegiado para la formación de la familia, lo que justifica el favor o privilegio del
derecho. El Acuerdo de Unión Civil, por su parte, puede y debe ser entendido como el
estatuto que provee el reconocimiento jurídico de la pareja y le permite gozar de
beneficios que ayudan a su permanencia y estabilidad temporal, y a su civilizada
terminación.
458La evolución de la concepción del matrimonio a través de la historia está determinada por el
contexto moral y religioso dominante en cada época. Las definiciones, correspondientes a autores
destacados en cada período histórico, se encuentran igualmente determinadas por el contexto material
de cada época.
Lombardo definió el matrimonio como "la unión marital de varón y de mujer entre personas legítimas,
que retiene una comunidad de vida". Esta noción es recogida en el concepto que la define como "una
unión estable entre varón y mujer, que comporta una mutua disponibilidad sexual y se orienta a la
preservación socializada de la especie humana" (P. D P C , Matrimonio y sistema
matrimonial, en Yzquierdo Tolsada, Mariana, y Cuena Casas, Matilde (dir.), Tratado de Derecho de la
Familia, Thomson Reuters, Aranzadi, Madrid, 2011, p. 53, en concordancia con P. J. V , Agonía
del matrimonio legal, cit., p. 158).
En la doctrina alemana, Kipp y Wolf lo definen como "la unión de un hombre y de una mujer,
reconocida por el Derecho e investida de ciertas consecuencias jurídicas". Sin perjuicio de la definición
precedente, estos autores resaltan la imposibilidad de sentar un concepto que abarque todas las
formas matrimoniales existentes, y que no sea meramente formal (Cfr. T. K y M. W , Derecho de
familia, cit., p. 11).
En Italia, Jemolo ha resaltado que "todos los derechos positivos han regulado el matrimonio mediante
un sistema de prohibiciones de determinados vínculos, estableciendo y sancionando los derechos y
deberes de los cónyuges, estableciendo la posición legal de los hijos, los derechos de éstos frente a los
progenitores y las potestades de éstos sobre aquellos" (A. C. J , El Matrimonio (trad. de S. Sentís
y M. Ayerra), Buenos Aires, 1954, p. 7), en tanto que De Ruggiero ha vinculado el matrimonio con la
noción de sociedad conyugal, caracterizada por la unión que no es sólo de cuerpos, sino que también
de almas, que tiene carácter de permanencia y de perpetuidad, que se origina en el amor y se
consolida "con el afecto sereno que excluye la pasión desordenada y la mera atracción sensual", que
reconoce por finalidad no solo la procreación y la perpetuación de la especie sino también la asistencia
recíproca y la prosperidad económica, generando una comunidad de vida indisoluble que engendra
deberes y derechos recíprocos entre los cónyuges y respecto de los hijos (R. R ,
Instituciones de Derecho civil, tomo II, vol. II, Madrid 1977, Reus, pp. 59 y 60).
En España, distinguiendo las notas de legalidad, permanencia y plenitud, Castán Tobeñas lo define
como "el acto solemne por medio del cual el hombre y la mujer constituyen entre sí una unión legal
para la plena y perpetua comunidad de existencia" (J. C T , Derecho civil español, común
y foral, V, Derecho de familia, I, Madrid 1994, 12ª ed., Reus, p. 125).
En la doctrina americana, Fernández Clérigo, en México, define al matrimonio como "la unión
perpetua de un solo varón y una sola mujer, para la procreación y perfección de la especie, el mutuo
auxilio y el mejor y más adecuado cumplimiento de los fines de la vida humana" (L. F
C , El Derecho de familia en la legislación comparada, México 1947, Uteha, p. 7). Cornejo
Chávez, en Perú, sobre la base de lo expresado por D'Aguanno, construye un concepto a partir de la
relación existente con la familia, asumiendo que, si el origen de esta —en su consideración como
fenómeno natural— es la unión de los sexos, como institución jurídica, el matrimonio es la unión
sancionada por la ley, por lo que, concluye, el matrimonio es la unión de los sexos sancionada por la
ley, con la necesaria valoración propia brindada por la religión a la cual se adscribe (H. C
C , Derecho familiar peruano, Lima, 1999, 10ª ed., Gaceta Jurídica, p. 43). En Argentina, la
influencia de Vélez Sarsfield está presente en el concepto del Código Civil, en tanto prescribe que: "el
matrimonio se constituye desde un acto jurídico voluntario y lícito, que tiene por fin inmediato establecer
relaciones jurídicas conyugales, y que una vez celebrado, se traduce en deberes y derechos
interdependientes y recíprocos entre los cónyuges". En nota al título "Del matrimonio" del Código Civil,
Vélez Sarsfield hace constar: "El matrimonio es la más importante de todas las transacciones humanas;
es la base de toda la constitución de la sociedad civilizada. Se diferencia de los otros contratos, en que
los derechos, las obligaciones y los deberes de los esposos no son reglados por las convenciones de
las partes, sino que son materia de la ley civil, la cual los interesados no pueden alterar en cosa
algunas" (Cit. en A. F O R y E. G. R , Manual de Derecho de familia, Buenos
Aires, 2004, LexisNexis, p. 71). En Uruguay, Narvaja lo caracteriza como "la unión de dos personas que
se asociación tan íntimamente cuanto es posible para procurarse recíprocamente su felicidad. De
donde resulta entre los esposos una colaboración de todos los instantes, un trabajo común y sin tregua
para ayudarse, socorrerse, aumentar sus goces y honor, y asegurar el porvenir de los hijos" (N ,
Tristán, "La sociedad conyugal y las dotes", publicación identificada en la Biblioteca de la Facultad de
Derecho de la Universidad de la República, citada en R C , Beatriz, "La solidaridad en las
relaciones de familia", en Tapia, Mauricio; Gatica, María Paz y Verdugo, Javiera (editores), Estudios de
Derecho Civil en Homenaje a Gonzalo Figueroa Yáñez, LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de
Chile, 2014, p. 10.
Finalmente, para un contrapunto interesante, transcribimos dos conceptos elaborados por Garrido
Melero, que dan cuenta del estado actual del debate, con sus aciertos y defectos. El primero, enfocado
desde un punto de vista filosófico, ético o sociológico, define al matrimonio como una comunidad de
amor entre dos personas de distinto sexo, dirigida a la constitución de una familia, con vocación de
permanencia y exclusividad, que se constituye de acuerdo con determinados ritos establecidos por la
ley o por la religión. El segundo, desde un campo que el autor describe como estrictamente jurídico, lo
define como una unión formal y restringida entre dos personas con vocación de permanencia y
exclusividad temporal. (Cfr. M. G M , "El régimen jurídico de las parejas de hecho", en J.
M. N V , El nuevo Derecho de familia: modificaciones legislativas y tendencias
doctrinales, Madrid, 2006, Civitas, p. 113).
Otras concepciones religiosas —no católicas— sobre el matrimonio, pueden ser analizadas a partir
de las intervenciones efectuadas por representantes de las entidades religiosas con reconocimiento
jurídico de Derecho público en Chile, convocadas por la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia
y Reglamento del Senado, en la etapa final de tramitación del proyecto de Ley de Matrimonio Civil. En
particular, para la visión sostenida por el Cristianismo protestante, en su denominación histórica,
considérese la exposición de Breitenfeldt, quien en lo medular expuso que "el matrimonio pertenece al
ámbito de la vida natural, externa, que se organiza en sociedades según sabiduría natural y el criterio
cultural de las mismas" (Cfr. M. Breitenfeldt, en C C ,L ,J
R S , Documentos, cit., p. 105). Para analizar la concepción sustentada en el
Judaísmo, considérese la opinión de Waingortin, quien manifiesta que "el imperativo ético del Judaísmo
es el intento de restablecer el sentimiento de santidad del matrimonio, como el estado más noble al cual
deben aspirar el hombre y la mujer. El hombre se auto realiza en el matrimonio, porque éste hace
posible que el amor se relacione con la responsabilidad, con un atributo de permanencia, y demuestra
que el sexo y el amor son inseparables. Es indispensable que en el matrimonio, el sexo sea reconocido
como divino y que el amor se haga real" (Cfr. C. Waingortin, en C C ,
L ,J R S , Documentos, cit., p. 105).
460El matrimonio romano se disolvía como consecuencia del hecho de la desaparición de la affectio
maritalis, lo que lleva a Llamazares a concluir que la relación matrimonial no es tanto una relación
jurídica como una de carácter social, en que la protección del matrimonio se pone en manos de la moral
y de la ética (Cfr. D. L F , "El matrimonio homosexual", en J. A. S P , El
nuevo régimen legal del matrimonio civil en España, Granada, 2008, Comares, p. 14).
461El matrimonio canónico, que se construye partiendo del matrimonio romano, constituirá el punto
de inicio para la formación del matrimonio civil, como un fruto de la incipiente secularización que
comienza con la Ilustración. Ibídem, pp. 13 y 14.
462En el caso español, la aconfesionalidad del estado y la libertad religiosa ponen en cuestión esos
fundamentos sacramentales del orden familiar, agudizándose con ello la crisis de la institución; es decir,
la pérdida de la relevancia de este elemento moral o religioso provoca un mayor protagonismo de la
autonomía de la voluntad del individuo" (B G , Javier, Derecho de las personas. El
Derecho Matrimonial, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011, pp. 155-158;
C , Jean, Derecho flexible. Para una sociología rigurosa del Derecho, prólogo y traducción de
Luis Díez-Picazo a la segunda edición francesa, revisada y ampliada, Madrid, Tecnos, 1974, pp. 169-
170; E M , Susana, "El reconocimiento de derechos sucesorios a las parejas de hecho
en España", en Revista Chilena de Derecho, 12 (2009), pp. 9-67.
463J. P A y J. R C , Sociología de la familia y de la sexualidad, p. 169. La visión
de los autores sustenta la relación diacrónica como el vínculo familiar básico, es decir, la relación
padres-hijos, la cual constituye de por sí un sujeto social. En la misma dirección, vide I. B
M , "El diseño familiar: un análisis de Derecho comparado y de políticas familiares", en J. Andrés
Gallego y J. Pérez Adán (ed.), Pensar la familia, Madrid, 2001, Palabra, p. 137. Asimismo, vide J. A.
S P , Derecho matrimonial, cit., pp. 21-22.
466Vide C. M A , Diagnóstico sobre el Derecho de familia, cit., pp. 13-74; ídem, "El
matrimonio reconstruido", en G. G C et alii, El matrimonio: ¿contrato basura o bien
social?, Madrid, 2008, Thomson/Aranzadi, pp. 95-128.
468Vide art. 245 del CC, modificado por la Ley Nº 19.585, Ley de Filiación, de 26 de octubre de 1998,
y fijado en texto refundido por D.F.L. Nº 1, de 30 de mayo de 2000.
470Barcia concluye que no existe una teoría única en la doctrina que defina la naturaleza jurídica del
matrimonio, "aunque la idea de institución no pugna con lo que la doctrina entiende acerca de este
acto" (R. B L , Código Civil: Doctrina y Jurisprudencia, Santiago de Chile, 2010, PuntoLex-
Thomson Reuters, t. I, p. 112).
472Como señala Claro Solar, "el matrimonio no es una unión para el porvenir sino desde el momento
en que se perfecciona, actualmente: no admite plazos ni condiciones como las demás declaraciones de
voluntad, que dan origen a los contratos propiamente dichos. No es tampoco una unión para
determinado número de años, como podría serlo una sociedad comercial, sino para toda la vida,
consortium omnis vitae" (Cfr. L. C S , Explicaciones de Derecho civil chileno y comparado, cit.,
p. 296).
473En España, la reforma de 1981 zanjó la polémica en torno a la validez del matrimonio
condicionado, regulando a la vez el término (plazo) y el modo. Dispone al efecto el art. 45, párrafo 2º,
que "la condición, el término o modo del consentimiento se tendrán por no puestas", solución legal
discutida por Díez-Picazo y Gullón Ballesteros, quienes estiman que dado que el consentimiento
matrimonial ha de ser puro, es obvio que un consentimiento condicionado o a término no lo es,
debiendo entonces aplicarse el criterio legal de los negocios inter vivos, lo cual determina la nulidad del
consentimiento, según dispone el artículo 1116 del Código Civil español (Cfr. L. D -P y A.
G B , Sistema de Derecho civil, IV, Madrid, 2006, 10ª ed., Tecnos, pp. 78 y 79). Para
el planteamiento y solución de problemas derivados del consentimiento condicionado, vide J. M.
S R , "El consentimiento matrimonial canónico: cuestiones de dogmática jurídica general y
especificidad del matrimonio", en C. Salinas Araneda (coord.), Actas del Primer Congreso
latinoamericano de Derecho canónico, Valparaíso, 1995, Ediciones Universitarias de Valparaíso,
pp. 230-232.
474La valoración de la definición del artículo 102 del Código Civil es prácticamente unánime en la
doctrina chilena. Para Claro Solar, la definición de Bello constituye "una de las más completas que se
han dado del matrimonio y pone ella de relieve sus caracteres esenciales como institución jurídica,
llamada a constituir la familia sobre la base estable del afecto y de los recíprocos sacrificios. No tiene el
matrimonio por único objeto la procreación de los hijos, la conservación de la raza humana, sino esa
comunidad de vida y de sacrificios que constituye el honor y la moralidad de la unión conyugal" (L.
C S , Explicaciones de Derecho civil chileno y comparado, Santiago de Chile, 1931,
Cervantes, p. 293). En igual sentido, Somarriva señala que la definición, "sólo puede calificarse de
admirable" (M. S U , Derecho de familia, cit., p. 18). En posiciones críticas, López
coincide con Velasco en la cercanía de la definición con la idea católica del matrimonio, destacando que
la mayoría de los códigos modernos optan por evitar la definición del matrimonio, limitándose a señalar
requisitos de celebración, formalidades y efectos (Cfr. C. L D , Manual de Derecho de familia,
cit., pp. 134 y 135).
Otra arista que motiva críticas en parte de la doctrina es la definición del matrimonio como contrato,
como lo señalan Ramos y Precht. Este último autor, en el texto referido, critica la definición del
matrimonio como un contrato, advirtiendo en este reconocimiento de la naturaleza matrimonial,
expresada por Bello, "el germen que irá horadando el sistema canónico hasta nuestros días", al
introducir el elemento de la libertad contractual (R. R P , Derecho de familia, cit., p. 32, y J.
P P , "Matrimonio y divorcio: Ley Nº 19.947", en Servicio, 262 [2004], p. 185).
477En este sentido, considérese Mizrahi, quien a propósito de los cambios introducidos por el Código
de Napoleón, a la mirada laxa sobre el divorcio que siguió a la Revolución francesa, afirma que la idea
predominante era que "como principio, no se podía admitir que bastara la voluntad de los esposos para
disolver el matrimonio, sino sólo cuando mediasen además aquellas causas legítimas y comprobadas"
(M. L. M , Familia, matrimonio y divorcio, cit., p. 158).
479Así, Hübner considera que, de acuerdo a una interpretación coherente con el significado del texto
legal, el matrimonio debería calificarse ahora como un contrato privado, disoluble, sujeto en gran
medida a la autonomía de la voluntad, a la libertad de los cónyuges (Cfr. A. M. H , "La nueva Ley
de Matrimonio Civil: panorama y estructura general", en A. A F y H. C
T , Matrimonio civil y divorcio, cit., p. 21). Moreno, sin perjuicio de reconocer que la redacción del
artículo 102 del Código Civil continúa inalterada, considera que la realidad dista mucho de lo puramente
normativo, ya que el divorcio sí puede terminar con el matrimonio, lo que vendría a probar su carácter
ejemplar de una fuerte incorporación de la autonomía de la voluntad (X. M , Autonomía de la, cit.,
pp. 88-90). Para Juan Andrés Orrego, es incomprensible la opción del legislador por conservar el texto
en forma íntegra, incluyendo el carácter indisoluble y vitalicio del contrato de matrimonio, pues no se
condice a su juicio con la consagración del divorcio con disolución del vínculo establecido en la NLMC
(Cfr. J. A. O A , Análisis de la nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2004,
Metropolitana, p. 181). En forma concordante, Vodanovic postula que el texto del artículo 102 debió ser
modificado o sustituido por una redacción que indicara que, "el matrimonio es la unión legítima de un
hombre y una mujer para vivir juntos y auxiliarse mutuamente". Sin embargo, avala la definición que
ofrece, no sólo en el carácter disoluble del matrimonio, sino también en la necesidad de eliminar la
referencia a la procreación, propósito que no considera propio del matrimonio, citando como ejemplos
el matrimonio de personas de avanzada edad y el matrimonio en artículo de muerte. (A. V ,
Leyes de Derecho de familia y de menores, Santiago de Chile, 2005, Editorial Jurídica de Chile, p. 62).
No compartimos su afirmación, toda vez que los argumentos que expresa bien pueden citarse a
propósito de la eliminación de la impotencia perpetua e incurable como causal de nulidad, pero no
como fundamento de una modificación tan radical en una definición que, en general, la corriente
principal de la doctrina sigue considerando como apropiada para dar cuenta del matrimonio, pues
siendo el matrimonio base principal de la familia, la concurrencia a la formación de la prole sigue siendo
un elemento sustantivo del matrimonio. Es, por lo demás, lo que subyace en la NLMC.
482F. C B , El negocio jurídico, Madrid, 2002 (reimpresión), Civitas, pp. 193 y 194.
Explicando los efectos de la desconsideración de causa en los negocios que no signifiquen atribución
patrimonial, De Castro señala que en ellos su existencia y eficacia jurídica dependerá tan sólo del
haberse observado las formalidades legales, ajustándose la partes al esquema formal correspondiente.
En cambio, si se considera la causa en tales negocios, se deja que se declare en su caso lo defectuoso
del negocio que, a pesar de su perfección externa, no corresponda al resultado social que ampara el
Derecho, y para que se declare la ineficacia del que suponga un resultado contrario a las normas
jurídicas. De este modo, prosigue De Castro, "se afirma una interpretación de las reglas jurídicas más
ajustada a sus fines ordenadores y se hace posible sancionar la simulación (falta de causa) y el
negocio en fraude a la ley (causa ilícita) respecto de todos los negocios" (ibídem, p. 194). En otra
perspectiva, López Alarcón y Navarro Valls, entre las opciones que admiten mayor aceptación
doctrinaria, citan la que refiere la causa a la estructura normativa sustancial, teoría que, siguiendo a
Graziani, postula que "el elemento causal puede ser construido solamente desde un punto de vista
objetivo, es decir, reconduciéndolo al elemento formal del negocio: a la norma, como fuente de
calificación jurídica" (Cfr. A y R. N -V , Curso de Derecho matrimonial, p. 79).
483Cfr. F. D C , El negocio jurídico, cit., p. 194. El autor enfatiza que así se justifica la firmeza
de las presunciones a favor de la validez de los negocios contraídos con las formalidades debidas y lo
grave de la carga de la prueba que pesa sobre quien pretenda impugnar tal validez, salvando sí la
justificación de casos evidentes y escandalosos en los cuales es válido tener en cuenta la falta o a lo
viciado de la causa.
484El ejemplo apropiado proviene del Derecho canónico, en que un matrimonio contraído
solemnemente, sin vicios de forma ni de consentimiento, puede ser declarado inexistente por carecer
de causa (intentio contra matrimonii substantiam), viciado por error sobre dicha causa (desconocimiento
de lo que significa el matrimonio) o tarado por ilicitud de la causa (propósito contra alguno de los fines
del matrimonio). Cfr. ibídem, p. 195.
486En palabras de Viladrich, "es un acto de amor fundacional del matrimonio, por el que las partes
fundan, de un lado, una unidad en las naturalezas, y de otro, una unión de personas en cuya virtud se
entrega como debitum al otro la propia capacidad de amar en lo conyugal" (P. J. V , "Amor
conyugal y esencia del matrimonio", en Ius Canonicum [1972], p. 313).
487Cfr. M. L A y R. N -V , Curso de Derecho matrimonial canónico y
concordado, Madrid, 2001, 6ª ed., p. 91.
488Vide P. J. V , La agonía del matrimonio legal, Pamplona, 1997, 3ª ed., Eunsa, p. 158, y
B G , Javier, Derecho de las personas. El derecho matrimonial, Abeledo
Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011, p. 229.
489En contra, considérese Garrido Melero, quien, sobre la base de la realidad jurídica española,
afirma que la diferencia entre el matrimonio civil y el eclesiástico es la relevancia del sexo y la actividad
sexual. Al respecto, si bien admite que la relación hombre-mujer tiene un componente evidentemente
sexual-afectivo, estima que el sexo no forma parte de la regulación matrimonial civil, al igual que
tampoco lo es la procreación. A partir de esta constatación, señala el autor, no es extraño ni resulta
novedoso desde el punto de vista jurídico, que el legislador civil en España haya prescindido del
elemento bisexual y permita el matrimonio entre personas del mismo sexo (Cfr. M. G M ,
"El régimen jurídico de las parejas de hecho", en J. M. N V , El nuevo Derecho de
familia: modificaciones legislativas y tendencias doctrinales, Madrid, 2006, Civitas, p. 108).
490Cfr. J. A. S P , Derecho matrimonial, Madrid, 2002, 2ª ed., Marcial Pons, p. 35. Asimismo,
Tirapu refiere que su precisa complementariedad sexual da razón de la institución y no al revés,
ordenada al auxilio y fidelidad de los esposos y en orden a la creación de una familia por su significado
creador (D. T M , A contracorriente [recopilación de artículos], 2007, p. 11).
491La justificación de la heterosexualidad como elemento fundamental del matrimonio legal, cuya
legalidad no admite dudas, no implica eludir ni rechazar la opción presente en el debate actual, sobre
su eventual eliminación, aunque advirtiendo que ello conlleva una redefinición del matrimonio en
concordancia con la funcionalidad que socialmente se le asigna al instituto, a la vez que exige
diferenciarlo del acuerdo de unión civil. En ambos casos implica reconocer la variabilidad del
fundamento de carácter moral o incluso religioso que informa el contenido de la norma jurídica, en
coherencia con los valores sostenidos por la mayoría ciudadana y que constituyen la conciencia
colectiva que sustenta el ordenamiento normativo en el sistema democrático, en que las minorías no se
ven afectadas en su derecho de convivir con otros grupos socialmente constituidos, en la forma que
estimen más cercana a sus propios principios.
493Cfr. J. I. B , p. 1046. En perspectiva canónica, el autor refuerza esta visión, señalando que
"de todo el contexto se desprende que la heterosexualidad no es un requisito o exigencia del derecho
positivo ni una opción libre de las partes —entre otras cosas porque el legislador no está hablando de la
sexualidad y sus diferentes usos sino una característica del tipo de relación natural elevada al plano
sobrenatural en los bautizados— que el legislador está descubriendo y describiendo como algo
preexistente en la realidad. Por lo demás, esta exigencia del pacto conyugal se explicita enseguida en
el mismo texto, al hacer una referencia inmediata y directa a la ordenación interna del consorcio mismo"
(J. I. B , "Comentario al canon. 1055", en I M A , Comentario
Exegético al Código de Derecho Canónico, III, Universidad de Navarra, p. 1043. Sobre la
complementariedad femenina y masculina, vide B. C C , La complementariedad varón
y mujer. Nuevas hipótesis, 2ª ed., Madrid, 1996, Rialp).
495En el Derecho español, hasta la aprobación de la Ley Nº 13/2005, de 1 de julio, la situación era
análoga a la descrita precedentemente, en el sentido que la unión de personas del mismo sexo no era
reconocida como unión matrimonial amparada por el Derecho civil. Sin embargo, el artículo 44 del
Código Civil, reformado por la citada ley, modificó la propia noción natural de matrimonio, al prescribir
en el inciso segundo que "el matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos
contrayentes sean del mismo o de diferente sexo". Prescribe el artículo 44 del Código Civil reformado:
"El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio conforme a las disposiciones de este
Código. El matrimonio tendrá los mismos requisitos y efectos cuando ambos contrayentes sean del
mismo o de diferente sexo".
La polémica abierta en España, y los principales argumentos esgrimidos, pueden ser analizados en
D. L F , "El matrimonio homosexual", en J. A. Souto Paz (coord.), El Nuevo
régimen legal del matrimonio civil en España, Granada, 2008, Comares, pp. 3-39; R. N -V ,
"Estabilidad del matrimonio y defensa legal de la heterosexualidad", en J. A. Souto Paz (coord.), El
nuevo régimen, cit., pp. 45-49; M. E I , "Antropología y matrimonio", en G. G
C et alii, El matrimonio: ¿contrato basura o bien social?, Madrid, 2007, Aranzadi, pp. 145 y ss.,
y en L. M -C , La homosexualidad y el matrimonio, Madrid, 2005, Ediciones
Académicas, pp. 173 y ss.
499Cfr. J. C T , Derecho civil español, común y foral, Madrid, 1994, 12ª ed., Reus,
p. 132.
502A diferencia del Islam y del Judaísmo, las otras dos grandes religiones monoteístas que se guían
por la Biblia, el Cristianismo y sus distintas iglesias han rechazado siempre la poligamia de un modo
radical. La Iglesia católica ha consagrado la unidad como propiedad del matrimonio en el canon 1056,
que distingue entre las propiedades esenciales del matrimonio la unidad. El Judaísmo, si bien en la
actualidad rechaza la poligamia, la toleró en tiempos bíblicos. Para profundizar la materia, considérese
el capítulo respectivo en la primera parte de esta obra.
503La poliandria, es decir, el matrimonio de una mujer con varios hombres, a diferencia de la
poligamia su consideración ha merecido una mayor carga negativa, concitando la expresión de
prejuicios arraigados históricamente sobre el papel de la mujer en la sociedad hasta pocos años atrás.
La doctrina tradicional, entre ellos autores nacionales, la han estimado como propia de estadio más
primitivo de la sociedad humana. Así, para Claro Solar, constituye "una promiscuidad de sexos
contraria a la sociedad doméstica, y en la cual no pueden desarrollarse los afectos que nacen de la
familia paterna ni los sentimientos morales que el matrimonio está llamado a cultivar" (L. C S ,
Explicaciones de Derecho civil, cit., p. 295). Velasco, más recientemente pero en la misma dirección,
alerta que la poliandria y el heterismo no merecen siquiera el nombre de matrimonio y no permiten —
salvo la procreación en una perspectiva puramente animal— la satisfacción racional de sus fines. "Ni el
cuidado y educación de la descendencia, ni la comunidad de vida con sus correspondientes
derivaciones pueden ser satisfechos, porque las circunstancias en que se dan el heterismo y la
poliandria lo impiden absolutamente" (E. V L , Familia, divorcio y moral, Santiago de
Chile, 1993, Editorial Jurídica de Chile, p. 22).
Para apreciar una perspectiva analítica de la situación de la mujer en el Derecho islámico, vide Z.
C , "Estatuto de la mujer en el Derecho matrimonial islámico", en Aequalitas, 6 (2001), p. 15.
Una apreciación de las características del matrimonio islámico y puntos conflictivos con el
ordenamiento jurídico español, en A. T C , "Matrimonio islámico y Derecho de familia
español: algunos aspectos conflictivos", en Aequalitas, 22 (2008), pp. 38-49.
509Cfr. J. L. L B et alii, Elementos de Derecho civil cit., p. 65. Expresa al efecto el autor,
con plena vigencia de sus dichos tras las reformas en ambos ordenamientos jurídicos, que se han
restringido ciertos presupuestos del deber de fidelidad, las formas de tutela del deber, las
consecuencias de la infracción, pero persiste el deber mismo. Lo anteriormente expresado es sin
perjuicio del acuerdo unánime de la doctrina respecto de la incoercibilidad directa o indirecta de los
deberes íntimos conyugales, fundamentalmente por la naturaleza íntima de la relación, que impide al
orden judicial entrar en el conocimiento de sus diversos aspectos, incidencias y motivaciones.
513Expresa Viladrich que la entrega de una persona a varios amantes de toda su feminidad o
virilidad no implica que les da a todos y cada uno toda su virilidad o feminidad, porque toda comporta la
única mismidad personal inherente a su masculinidad o feminidad. De aquí, prosigue el autor, que "sólo
entrega parte de su masculinidad o feminidad, justamente las más partibles de su modalización sexual,
que son los aspectos más exteriores y físicos y no los más personales que son —a medida que nos
acercamos a la unicidad de cada yo— los menos partibles o escindibles" (P. J. V , Agonía del
matrimonio legal, cit., pp. 93-94). Para otra perspectiva, vide M. G M , El régimen jurídico
de las parejas de hecho, en J. M. N V , El nuevo Derecho de familia: modificaciones
legislativas y tendencias doctrinales, Cizur Menor (Navarra), 2006, Civitas, p. 111.
515Cfr. B , Rodrigo y R , José, "¿En qué casos...?", cit., pp. 19-60. Véase también
H P , Gabriel, "Responsabilidad civil por incumplimiento del deber conyugal de
fidelidad", en Domínguez Hidalgo, Carmen (coord.), Estudios de Derecho de Familia III, Thomson
Reuters, Santiago de Chile, 2018, p. 195; T , Susan, "Deberes personales derivados del
matrimonio y daños en la jurisprudencia chilena, en Domínguez, Carmen et alii, (coord.), Estudios de
Derecho Civil VIII, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2012, pp. 165-173; S , Gonzalo,
"Indemnización entre cónyuges por los daños causados con ocasión del divorcio", en G B ,
Alejandro, Estudios de Derecho Civil III, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2007, pp. 99-140.
516En esta posición, considérese D , Carmen, "El principio de reparación integral del daño
y su contenido: algunas consecuencias para el derecho chileno", en Departamento de Derecho Privado
Universidad de Concepción (coordinador), Estudios de Derecho Civil V, Thomson Reuters, Santiago de
Chile, 2009, pp. 671-685; O , Yasna, "La culpa en materia de derecho matrimonial, en
Domínguez, Carmen et alii (coord.), Estudios de Derecho Civil VIII, Thomson Reuters, Santiago de
Chile, [2012], pp. 125-134; R , Gonzalo, "La reparación integral del daño: ¿mito o realidad?, en
P W , Carlos, Estudios de Derecho Civil IV, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2009,
pp. 672-677.
518En el derecho canónico, la indisolubilidad conlleva que el matrimonio no puede disolverse fuera
de la muerte, ni por su propia naturaleza (indisolubilidad natural), ni por la voluntad de los cónyuges
(indisolubilidad intrínseca), ni por acto de autoridad humana (indisolubilidad extrínseca). A partir de ello,
la doctrina sintetiza las siguientes proposiciones: 1ª. Todos los matrimonios, sin excepción, son
intrínsecamente indisolubles; 2ª. algunos son también extrínsecamente indisolubles: los ratos y
consumados; 3ª. otros son extrínsecamente disolubles: los no sacramentales (legítimos) y los
sacramentales (ratos) no consumados. Cfr. T. R -P , El Matrimonio cristiano. Sacramento de
la creación y de la redención, Pamplona, 1997, Eunsa, p. 55.
519Expresa Viladrich, fundamentando el concepto, que la entrega recíproca de los cónyuges "se da
en toda su duración en el tiempo, en toda su posible realización vital, a lo largo de todo el despliegue
existencial de cada masculinidad y feminidad" (P. J. V , Agonía del matrimonio legal, cit., p. 94).
520Luis Claro Solar concibe el matrimonio como una unión indisoluble, porque la ley no acepta el
divorcio. Reforzando dicha idea, señalaba que "en la indisolubilidad del vínculo matrimonial ha fundado
el legislador civil la base más sólida de la familia" (L. C S , Explicaciones de Derecho civil, cit.,
p. 296).
525Una clave útil para su análisis la proporciona la doctrina canónica, aplicable como fuente indirecta
del Derecho matrimonial chileno, tanto por la remisión histórica de la primera versión del Código Civil,
como por el carácter de fuente del nuevo texto legal, a la luz de los antecedentes proporcionados por la
Comisión Gobierno-Iglesia, en que tras la consideración de la aparente incoherencia entre ambos
artículos, derivó en su inclusión en la indicación sustitutiva, dando cuenta de la voluntad de mantener
este criterio.
528Cfr. P. J. V , Agonía del matrimonio legal, cit., pp. 162 y ss. López Alarcón y Navarro Valls,
siguiendo a Hervada-Lombardía, expresan que "el matrimonio se ordena por su naturaleza a la
realización de unos fines concretos que se resuelven en la estructura esencial del matrimonio en el
sentido de que la persona humana y el vínculo conyugal están potencialmente capacitados para tender
a los fines" (M. L A y R. N -V , Curso de Derecho matrimonial canónico y
concordado, cit., p. 80).
531Los textos tradicionales de derecho de familia reconocen estos tres fines, directamente ligados a
los fines del matrimonio mencionados por el Código Civil, sin mayor cuestión salvo la proridad asignada
a la procreación. De este modo, C S , Luis, Explicaciones de Derecho civil chileno y
comparado, Cervantes, Santiago de Chile, 1931, p. 296; A R , Arturo, Bellas
Artes/Pedro Trouvé Editor, Santiago de Chile, 1932; S U , Manuel, Derecho de
Familia, Nascimento, Santiago de Chile, 1946, p. 19. Por su parte, la tradición canónica ha distinguido
entre fines primarios, referidos a la procreación y la prole, y fines secundarios, referidos a la ayuda
mutua y el remedio a la concupiscencia. Dicha ordenación jerárquica, que tiende a valorarse aún, fue
sin embargo postergada luego del Concilio Vaticano II. Sobre la distinción entre fines primarios y
secundarios en la tradición canónica, vide M. L A y R. N -V , Curso de Derecho
matrimonial canónico y concordado, cit., pp. 80-81. Respecto del debate en los padres conciliares,
supra cap. primero, número 4, letra b.
533En el modelo tradicional, los padres elegían para sus hijos el marido y/o la mujer que estimaban
adecuados, considerando específicamente la viabilidad de la pareja mirada en función de la
reproducción y la crianza de la prole. Ya consolidada la relación, la unidad y la justificación misma de la
pareja estaba dada por la crianza de los hijos, dando lugar al término del ciclo a una crisis conyugal,
derivada precisamente de la inevitabilidad de mirarse el uno al otro ya no como padres sino como una
pareja, que requiere descubrir un sentido al menos suficiente para proseguir la convivencia.
534Cfr. H. C C , "Derecho familiar peruano", Lima, 1999, 10ª ed., Gaceta Jurídica, p. 43.
537Una opinión extrema, proveniente de sectores liberales da cuenta del impacto actual del afecto en
la constitución de uniones conyugales. Expresa Valdés, siguiendo a Fuller, que la unión conyugal ya no
se trata de la unión de personas distintas y complementarias para formar una unidad mayor —la familia
— sino de individuos iguales en una relación basada en el afecto, la atracción y los intereses
compartidos en la que debe primar el respeto a la individualidad (T. V , "¿Del deber al placer?
Socialización en sexualidad en familias populares de Santiago", en X. Valdés y T. Valdés (ed.), Familia y
vida privada, Santiago de Chile, 2005, Flacso, p. 312).
541Cfr. P. J. V , Agonía del matrimonio legal, cit., p. 167. Expresa el autor que es en esta
faceta en donde radica "la dinámica, la proyección no encerrada en el propio egoísmo personal, de toda
manifestación cristiana de amor en todo orden de cosas y, por lo tanto, también en el tema del
matrimonio. Todo esto el nuevo Código lo expresa sin tanta distinción escolástica, pero en definitiva
mostrando el bien de los cónyuges que se perfeccionan en el matrimonio mediante la entrega de cada
uno de ellos al otro y de ambos a la procreación y educación de la prole".
543Confróntese con lo dispuesto en el art. 222 inciso 2º del CC, que dispone: "La preocupación
fundamental de los padres es el interés superior del hijo, para lo cual procurarán su mayor realización
espiritual y material posible, y lo guiarán en el ejercicio de los derechos esenciales que emanan de la
naturaleza humana de modo conforme a la evolución de sus facultades".
548Vide Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo XXXI, sección 1ª, p. 171. En apoyo del
fundamento de la resolución de la Corte Suprema, que no admitió la distinción entre generandi y
coeundi, considérese E. R S , Derecho de familia, Santiago de Chile, 1992, 6ª ed.
Editorial Jurídica de Chile, p. 32. El autor, como fundamento metajurídico de su opinión, señala que
estima "más conveniente dar a los cónyuges la oportunidad de relajar un matrimonio que no llena una
de sus principales finalidades, como es la de procrear, y que a la larga, puede ser para ellos fuente de
infelicidad o de querellas domésticas". Ramos Pazos, reconociendo la mayor fuerza jurídica de la
opción de aceptar la distinción, tanto por la remisión a la fuente canónica como por la consideración
plural de los fines del matrimonio, sorprende al concluir en preferir la tesis de la no distinción, basada
en el "plano de los principios", toda vez que aun cuando es cierto que la procreación no es el único fin
del matrimonio, nadie podrá discutir que es su fin esencial. (R. R P , Derecho de familia, cit.,
p. 41).
550Señala la Indicación sustitutiva de 13 de septiembre de 2001: "En lo que respecta a la vida sexual
en la pareja, se opta por derogar como causa de nulidad la impotencia perpetua e incurable, atendida a
la primacía del ius coeundi como un derecho humano fundamental. De igual modo, los avances de la
ciencia y la tecnología han tornado obsoletas las apreciaciones prácticas que fundamentaban dicho
impedimento. En la práctica, el conocimiento de la imposibilidad quedaba contenida en el plano de la
intimidad de la pareja, lo que ha significado la casi nula aplicación del precepto en un número
significativo de juicios". Vide Boletín Nº 1.759-18, Senado de la República de Chile.
554En Roma, el matrimonio es una situación de convivencia (deductio) de dos personas de distinto
sexo, situación cuyo comienzo no está marcado por la exigencia de formalidad alguna de orden
jurídico, manteniéndose por la affectio maritalis o intención continua de vivir juntos como marido y
mujer.
555Claro Solar, en la primera explicación sistemática e integral del Código Civil, justifica esta finalidad
relacionándola con la función de crianza y educación de los hijos, indicando que, "...para el respeto del
hogar, es necesario que los cónyuges vivan juntos y que se auxilien mutuamente en todas las
circunstancias de la vida" (C S , Luis, Explicaciones de Derecho Civil Chileno y Comparado,
tomo primero, De las Personas, reimpresión de la primera edición [1898], Cervantes, Santiago de Chile,
1931).
556Vide P. J. V , La agonía del matrimonio, cit., p. 172. En la doctrina chilena, Claro Solar
señala que "para la crianza y educación de los hijos y para el respeto del hogar, es necesario que los
cónyuges vivan juntos y que se auxilien mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Es el
ejemplo de su afecto, de sus sacrificios y de sus mutuas consideraciones el que ha de formar el
corazón de los hijos" (L. C S , Explicaciones de Derecho civil, cit., p. 296).
560Viladrich propone definir la mutua ayuda como fin del matrimonio y como la dinámica entera de la
vida matrimonial. (P. J. V , Agonía del matrimonio legal, cit., p. 172).
561Cfr. L. D -P y A. G B , Sistema de Derecho civil, IV, Derecho de familia.
Derecho de sucesiones, Madrid, 2006, 10ª ed., p. 74.
562Cfr. P. J. V , La agonía del matrimonio legal, Navarra, 1997, 3ª ed., Eunsa, pp. 180-181.
564A diferencia de la regulación civil española, el legislador desechó la inclusión de las normas de
Derecho matrimonial en el articulado del CC, optando por mantener la especificidad matrimonial en un
cuerpo normativo separado, por razones de concordancia histórica de referencias normativas y,
también, previniendo que una eventual futura reforma de la estructura general del Código en materia no
patrimonial terminara por dejar en situación precaria el trabajo legislativo, realizado con sentido de
permanencia y estabilidad. En el Derecho español, la materia se encuentra regulada en el Capítulo II
del Título IV del Libro del Código Civil, y, específicamente en lo que se refiere a los requisitos del
matrimonio, en los artículos 46 y 47 del Código Civil, normas que son aplicables tanto a la celebración
del matrimonio en forma civil como religiosa.
567Este número fue agregado por el artículo 44 i) de la Ley Nº 20.830, que crea el Acuerdo de Unión
Civil.
569Vide arts. 105-107 y 109-115 del CC, en concordancia con el art. 9º de la Ley Nº 19.947.
572Vide arts. 128, 129 y 130 del CC, en concordancia con el art. 76 del CC.
Una revisión en profundidad del debate sobre la recepción de la teoría de la inexistencia en otros
ordenamientos jurídicos americanos, en A. A , Derecho privado, parte general, Buenos Aires,
1997, 3ª ed., Abeledo Perrot, pp. 392-393, y A. V Z y A. O M , Derecho civil, I,
parte general y personas, Bogotá, 2006, 16ª ed., Temis, pp. 588-590.
574R , Carlos, Instituciones de Derecho Civil, tomo 1, Reus, Madrid, 1979, p. 309.
575Cfr. A. P D yG G , en A. P D , Derecho de familia, cit., pp. 96-
100.
577Cfr. L. C S , Explicaciones de Derecho civil, Curso de Derecho civil, I, parte general y las
personas, Santiago de Chile, 1945, 2ª ed., Nascimento, pp. 296 y 298. Señala Claro Solar que "un
matrimonio puede ser nulo y producir, sin embargo, efectos civiles porque existe a los ojos de la ley,
aunque lleve en sí un vicio que puede dar lugar a la declaración de su nulidad y, como consecuencia, a
su disolución; mientras que un matrimonio que no tiene existencia a los ojos de la ley, no puede
producir efectos jamás". Además, afirmó que la distinción entre el matrimonio inexistente y el
matrimonio nulo gozaba de apoyo suficiente en la ley para poderse formular como una doctrina jurídica.
Sin embargo, pese a la influencia de Claro Solar en el Derecho civil chileno, con quien se alineó Claro
Salas, Rossel y la mayoría de los civilistas contemporáneos, históricamente existió un desacuerdo muy
debatido en la doctrina sobre la materia, expresado en forma destacada por Clemente Fabres, quien
negó validez a la distinción. Claro Solar refiere que, en opinión de Zachariae, las condiciones para que
el matrimonio exista son, primero, la diferencia de sexos; segundo, el consentimiento de las partes
contrayentes y, tercero, la solemnidad, o sea, la manifestación del consentimiento delante del Oficial del
Registro Civil.
Gavidia Sánchez, en el marco conclusivo de una obra dedicada a analizar la nulidad y la inexistencia
en el derecho español, señala que serían matrimonios carentes de eficacia jurídica, por constituir causa
de inexistencia, los siguientes: Primero, la no prestación de consentimiento matrimonial en el sentido de
no haber sido declarado o no haberlo sido entre los contrayentes; Segundo, haber elegido para
declararlo una forma no admitida por la ley española, ni por la persona de alguno de los contrayentes ni
por la lex loci; Tercero, los matrimonios celebrados conforme al derecho de otro Estado, cuando alguno
de los contrayentes no reúne la capacidad requerida por su ley personal o cuando el reconocimiento de
efectos choca con el orden público interno (J. G S , Inexistencia, nulidad, matrimonio y
sistema matrimonial, Barcelona, 2012, Bosch, p. 393).
Los autores que han tratado la nueva Ley de Matrimonio Civil avalan también la distinción. Así R.
R P , Derecho de familia, I, Santiago de Chile, 2000, Editorial Jurídica de Chile, pp. 34 y 35;
E. C M , Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2004, Legis, p. 5; C. L
D , Manual de Derecho de familia y Tribunales de familia, Santiago de Chile, 2005, Librotecnia, I,
pp. 147 y 148, y J. B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial
Chileno, Santiago de Chile, 2004, 2ª ed., LexisNexis, p. 186.
578El matrimonio putativo puede producir efectos civiles y, para que no los produzca, es necesario
que ambos cónyuges pierdan la buena fe y no haya tenido justa causa de error para celebrar el
matrimonio. El ejemplo implica que se aludiese a la buena fe, en el caso de un matrimonio no inscrito
dentro de los ocho días que exige la Ley Nº 19.947, para ratificar el consentimiento ante un Oficial civil,
pero la diferencia radica en que, en la Ley de 1884, el matrimonio religioso era absolutamente
inexistente, a diferencia de ahora, en que es aceptado legalmente.
579Cfr. Revista de Derecho, Jurisprudencia y Ciencias Sociales, números 1 y 2, sección 1ª, 1949,
p. 107. La posición es ratificada con motivo de la declaración de inexistencia del matrimonio celebrado
ante un Cónsul chileno, funcionario no habilitado para celebrarlo válidamente según el criterio del
Tribunal. Vide Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo L, sección 1ª, p. 382 (1953).
581Uno de los casos en que aplicaría la distinción entre matrimonio inexistente y nulo, con efectos
apreciables, tiene lugar en el caso del matrimonio religioso, cuyo consentimiento no fuere ratificado
dentro del plazo legal, ante el Oficial del Registro Civil. Al efecto, vide art. 51 de la LMC. Vide además
M. S U , Derecho de familia, t. 1, Santiago de Chile, 1983, Ediar, p. 30.
583En un sentido diverso, que da pie para una eventual consideración de la ausencia de inscripción
del matrimonio religioso, como un posible caso de inexistencia, vide J. B G y A.
N A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, Santiago de Chile, 2004, 2ª ed., LexisNexis,
pp. 190-191.
584Ya se ha resaltado el hecho de que la Teoría de la inexistencia surge como una necesidad
jurídica, precisamente en presencia del desafío presentado al sentido común y a la conciencia moral de
los individuos —especialmente a principios del siglo XIX— por la posibilidad de celebración de un
matrimonio entre dos personas del mismo sexo. Esta eventualidad era factible, pues, siguiendo la regla
de la nulidad expresa, si no había ley que declarara nulo el matrimonio, este debía ser considerado
válido. El problema se resolvió a partir del siguiente razonamiento: para que el matrimonio exista, la ley
supone necesariamente el acuerdo entre un hombre y una mujer, de modo que, si el acuerdo es entre
dos personas de idéntico sexo, el matrimonio no puede existir y por esto el legislador no necesita
siquiera declarar su falta de eficacia. Cfr. A. A R , Curso de Derecho civil, Santiago
de Chile, 1945, Nascimento, p. 511.
585Galindo Garfias afirma que: "la identidad de sexos entre los contrayentes produce la inexistencia
del acto por falta de objeto", lo que provoca en Pérez Duarte la exigencia de definir entonces, y con
carácter previo, el objeto del matrimonio. Esta autora considera que el objeto es la comunidad de vida
de la pareja, debiendo dejarse a la propia y autónoma decisión de esta, la determinación de los fines
que perseguirán, como por ejemplo la procreación o la fidelidad [sic], por cuanto la exigencia de la
heterosexualidad sería un requerimiento que reconoce origen en un factor de carácter social, en "un
perfil perfectamente señalado por el inconsciente colectivo". Cfr. A. P D , Derecho de familia,
cit., pp. 99 y 100.
586Algunos ejemplos en contrario son mencionados por De Castro, como el de Roguin en 1904,
quien afirmaría seriamente la posibilidad del matrimonio entre dos hombres o dos mujeres, como
sociedad de vida común (Cfr. F. C B , El negocio jurídico, cit., nota marginal, p. 466).
Considérese, además, M -C , La homosexualidad y el matrimonio, Ediciones
Académicas, Madrid, 2005, pp. 15-34.
587Vide c. 1055. Resaltan López Alarcón y Navarro-Valls, que la ordenación del matrimonio a la
procreación de modo natural, exige la heterosexualidad de los sujetos, exigencia que también se funda
en el objeto del matrimonio, que es la relación interpersonal de mutua y total entrega personal
(M. L A y R. N -V , Curso de Derecho matrimonial canónico y concordado,
Madrid, 2001, 6ª ed., Tecnos, p. 68).
590Claro Solar, refiriéndose al hipotético caso del matrimonio celebrado por dos mujeres, señala que
tal matrimonio no tiene existencia legal, a diferencia de la situación de un hombre a quien afecta una
impotencia perpetua e incurable, respecto del cual declara que su matrimonio es nulo (Cfr. C
S , Explicaciones de Derecho civil chileno, cit., p. 298). En el mismo sentido, H. T
L , Derecho de familia, cit., p. 19; E. C M , Nueva Ley de Matrimonio Civil, cit.,
p. 6; R. R P , Derecho de Familia, Santiago de Chile, 2007, 5ª ed., Editorial Jurídica de Chile,
p. 33; C. L D , Manual de Derecho de familia y Tribunales de familia, Santiago de Chile 2005,
Librotecnia, p. 139; A. M. H G , "La Nueva Ley de Matrimonio Civil: panorama y estructura
general", en A. Assimakópulos Figueroa y H. Corral Talciani (edits.), Matrimonio civil y divorcio,
Santiago de Chile, 2005, Universidad de los Andes, p. 21; A. V , Leyes de Derecho de familia
y de menores. Textos actualizados y notas complementarias, Santiago de Chile, 2005, Editorial Jurídica
de Chile, p. 63, y J. B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial
chileno, Santiago de Chile, 2004, 2ª ed., LexisNexis, pp. 111-112 y 160. Los últimos autores, al tratar el
tema, titulan el párrafo respectivo del libro con el siguiente rótulo: "De la imposibilidad del matrimonio
entre personas del mismo sexo". Ibídem, p. 111.
595Como afirma Lombardía, "entre dos consentimientos existentes, puede haber diferencias de
pureza y plenitud" (P. L , Nuevo Derecho canónico, Santiago de Chile, 1983, Ediciones
Paulinas, p. 87).
596En lo pertinente, tras referir el deber del Oficial del Registro Civil de dar lectura a la información
matrimonial y a ciertas normas legales, el inciso segundo del art. 18 de la Ley Nº 19.947 dispone:
"Preguntará a los contrayentes si consienten en recibirse el uno al otro como marido o mujer y, con la
respuesta afirmativa, los declarará casados en nombre de la ley".
597Para profundizar en el carácter de requisito de existencia o validez de la presencia del Oficial del
Registro Civil, vide J. B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial
chileno, Santiago de Chile, 2004, LexisNexis, p. 189. Asimismo, sobre el origen histórico de la exigencia
de la presencia de la autoridad pública y de testigos en la celebración del matrimonio religioso y civil,
vide H. C T , "El régimen de nulidad matrimonial en la nueva Ley de Matrimonio Civil", en
C. D H et alii, Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2004, Colegio de
Abogados de Chile, pp. 27-28.
598Court, tras titular el párrafo atingente como "nuevo requisito de existencia en el caso de
matrimonios celebrados ante entidades religiosas de Derecho público", sostiene que, "dadas las
expresiones que emplea la ley, parece haber establecido un nuevo requisito de existencia de estos
matrimonios: la inscripción dentro del plazo" (E. C M , Nueva Ley de Matrimonio Civil, cit.,
p. 7).
599Prescribe el artículo 44 de la Ley Nº 19.947: "El matrimonio sólo podrá ser declarado nulo por
alguna de las siguientes causales, que deben haber existido al tiempo de su celebración:
a) Cuando uno de los contrayentes tuviere alguna de las incapacidades señaladas en el artículo 5º,
6º o 7º de esta ley, y
600Dispone el art. 17 inciso primero de la LMC: "El matrimonio se celebrará ante el oficial del
Registro Civil que intervino en la realización de las diligencias de manifestación e información".
601El artículo 44 de la LMC no lo incluye entre las causales de nulidad. Sin embargo, el artículo 388
del Código Penal sanciona con las penas de relegación menor en su grado medio y multa de seis a
diez unidades tributarias mensuales (UTM), al Oficial civil "que autorice o inscriba un matrimonio
prohibido por la ley o en que no se hayan cumplido las formalidades que ella exige para su celebración
o inscripción".
603En el derecho canónico, la simulación se encuentra considerada en el canon 1101, que dispone lo
siguiente: "§1. El consentimiento interno de la voluntad se presume que está conforme con las palabras
o signos empleados al celebrar el matrimonio. §2. Pero si una de las partes, o ambas, excluyen con un
acto positivo de la voluntad el matrimonio mismo o un elemento esencial del matrimonio o una
propiedad esencial, lo contraen inválidamente". Por tanto, alude a la discrepancia entre lo que la
persona afirma querer y lo que dicha persona efectivamente quiere en su ánimo interno, una
discordancia querida entre la voluntad interna y la manifestada.
La simulación puede ser total cuando se emite un consentimiento que en realidad no existe, en que la
persona excluye el matrimonio mismo; o parcial, cuando, existiendo consentimiento, lo dirige a una
relación que no es propiamente la conyugal, pues excluye elementos esenciales del matrimonio como
la voluntad de tener hijos, la fidelidad o la indisolubilidad.
605Ibídem, p. 443.
606Vide C C ,L ,J R S , Segundo
Informe, Boletín Nº 1759-18, pp. 16 y 53.
608Dispone al efecto el artículo 383 del Código Penal: "El que engañare a una persona simulando la
celebración de matrimonio con ella, sufrirá la pena de reclusión menor en sus grados medio a máximo".
609Cfr. C T , Jorge, "La edad y la capacidad matrimonial: una reflexión", en IUS Revista
de Investigación Jurídica USAT: VI (2013), pp. 1-3.
610Cfr. L , Karl, Derecho Civil, Parte general, traducción y notas de Miguel Izquierdo, Editorial
Revista de Derecho Privado/Edersa, Jaén, 1978, pp. 103-104.
611Cfr. L , Karl, Derecho Civil, Parte general, traducción y notas de Miguel Izquierdo, Editorial
Revista de Derecho Privado/Edersa, Jaén, 1978, nota 119, p. 104. Una perspectiva reciente sobre la
incapacidad psíquica para contraer matrimonio, a partir de la experiencia práctica en procesos de
nulidad matrimonial, en el marco del derecho canónico, puede ser apreciada en S A ,
Carlos, "La pericia en los procesos de nulidad del matrimonio por incapacidad psíquica: el modelo
canónico", en Guzmán Brito, Alejandro (director científico), Aportaciones adicionales a nuevos
horizontes en el derecho privado, Ediciones Universitarias de Valparaíso, Valparaíso, 2017, pp. 361-
376.
612Las denominaciones y la valoración conceptual de los impedimentos tienen origen canónico, y
han sido utilizadas tradicionalmente en ambos ordenamientos, sin perjuicio de lo cual en uno y otro
caso su pertinencia jurídica actual, en particular la clasificación en dirimentes e impedientes, se ha
tornado impropia, toda vez que estos últimos son recogidos con la denominación más adecuada de
prohibiciones. La diferencia entre unas y otras remitía históricamente a los impedimentos radicales,
naturales o sustantivos para contraer matrimonio, basada en la concepción que liga el Derecho con una
visión determinada de la persona y la sociedad, entendiendo que otros impedimentos podían ser
agregados por el Derecho positivo, de acuerdo a particularidades de la regulación civil, cuando no fuere
reconocida la plenitud del ordenamiento canónico, por ejemplo (Cfr. L. D -P y A. G
B , Sistema de Derecho civil, cit., p. 74). La distinción, sin embargo, subsiste en sistemas
aplicados en países de histórica vinculación del Estado con la Iglesia, como es el caso de Argentina
(Cfr. A. F O R y E. G. R , Manual de Derecho de familia, Buenos Aires, 2004,
LexisNexis, p. 76). Para un estudio en profundidad del tratamiento histórico de la incapacidad en el
Derecho civil chileno y la recepción del Derecho canónico en la materia, vide C. S A , El
influjo del Derecho canónico en el Código Civil de la República de Chile, Valparaíso, 2006, Ediciones
Universitarias de Valparaíso, pp. 185 y ss. Ídem, "Una lectura de las nuevas causas de nulidad del
matrimonio civil a la luz del Derecho canónico", en Á. Vidal Olivares (coord.), El nuevo Derecho chileno
del matrimonio, Santiago de Chile, 2006, Editorial Jurídica de Chile, p. 102, y P. R G , Ley
de Matrimonio Civil, cit., pp. 434-436.
616El criterio de minoridad como antecedente de regulación normativa se encuentra recogido en los
artículos 105, 106 y 107 del Código Civil; en la LMC, ocurre lo propio en los artículos 2º, 5º Nºs. 2º, 9º y
12; en el artículo 39 Nº 12 de la Ley de Registro Civil; en la Ley de Menores en los artículos 38, 45, 15
inc. 2º y, en el artículo 15 inciso 2º de la Ley de Adopción.
617Expresa Lacruz: "Para conceder o negar dimensión jurídica a los actos humanos atiende el
legislador al grado de madurez del entendimiento y la voluntad del actuante, y ese grado, que en una
organización humana desarrollada no podría medirse caso por caso, ha de presumirse en ella a partir
de la edad. La edad, pues, determina hoy la capacidad de obrar de la persona" (L B , José
Luis, Elementos de Derecho Civil, parte general, vol. II, Personas, 6ª ed., Dykinson, Madrid, 2010,
p. 117.
618El fundamento de la exigencia de una edad mínima radica en la ausencia de madurez física y/o
en la falta de madurez psíquica, constituidos en defectos temporales que dependen del desarrollo
biológico del individuo, el cual no adquiere dicha madurez hasta un momento determinado de su propio
y personal desarrollo físico y psíquico (Cfr. J. S P , Derecho matrimonial, Madrid, 2002, 2ª ed.,
Marcial Pons, p. 128). Respecto de la reducción de la edad considerada adecuada para contraer
matrimonio, considerando la realidad en cambio de la década de 1960 en algunos países de Europa y
Estados Unidos de Norteamérica, vide C. T , Convivencia en el matrimonio y la familia, cit., p. 95.
Para una perspectiva enfocada en la realidad española, considérese M. D. T R , Capacidad
natural y capacidad matrimonial. La transexualidad, Barcelona, 2000, Cedecs, pp. 45-67. Finalmente,
una síntesis introductoria referida a claves y teorías sobre la madurez, especialmente referida a la
madurez para contraer matrimonio, puede ser apreciada en J. M. M S , "Consideraciones
sobre la madurez", en Derecho y opinión, 8 (2000), pp. 390-394.
622Cfr. C , Santos, Negocio jurídico. Estructura. Vicios. Nulidades, Astrea, Buenos Aires,
1986, p. 36, también citado en H , Marisa, "La democratización de las relaciones de familia.
Desafíos de la relación padres e hijos desde el principio de capacidad progresiva de niños, niñas y
adolescentes", en Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), p. 34.
La edad, como distingue Herrera, "es un elemento objetivo a ser tenido en cuenta para evaluar la
madurez de una persona pero no el único o al menos el definitivo, sin la posibilidad de ser revisado o
contrastado, es decir, se observa a la edad como un requisito presuntivo o movible y no rígido o pétreo"
(ibídem, p. 40).
624Barrientos y Novales se inclinan por sostener la subsistencia del criterio de edad biológica,
asumiendo que los aspectos que consideran la edad psicológica caerían bajo la disciplina de las reglas
relativas a la carencia de suficiente juicio o discernimiento, contenida en el art. 5º número 4º, o,
eventualmente, al consentimiento libre y espontáneo, regulado en el artículo 8º. Estimamos que dicha
interpretación no se condice con la voluntad del legislador que, con la elevación del umbral etáreo,
quiso justamente procurar acercarse a un mayor equilibrio entre la edad biológica y la edad psicológica
(Cfr. A. B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, cit.,
pp. 198-199).
628Para apreciar los elementos que informan esta conclusión, considérese en la obra de Panizo, el
capítulo III, denominado "La madurez para el matrimonio: madurez psicológica y madurez canónica" (S.
P O , La inmadurez de la persona y el matrimonio, cit., pp. 35-66).
631Cfr. C. S A , Una lectura de las nuevas causas de nulidad del matrimonio civil a la
luz del Derecho canónico, en Á. V O , El nuevo Derecho chileno del matrimonio, Santiago de
Chile, 2006, Editorial Jurídica de Chile, p. 129.
636Ibídem, p. 154.
637Para todos los conceptos y definiciones utilizados en esta materia, considérese la versión en
español de la Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades y Minusvalías (CIDDM),
preparada por especialistas en la década de 1970 y publicada en 1980 por la Organización Mundial de
la Salud (OMS), como un instrumento para la clasificación de las consecuencias de las enfermedades
(así como de los traumatismos y otros trastornos, y de sus repercusiones en la vida de los individuos
(Cfr. O M S , Clasificación Internacional de Deficiencias, Discapacidades
y Minusvalías, Madrid. 1997, Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales/Imserso, 3ª ed.).
El art. 1º del D.S. Nº 2.505, de 7 de marzo de 1995, dispone: "Para los efectos de la aplicación del
artículo 3º de la Ley Nº 19.284, la discapacidad deberá estar referida a la plena capacidad de satisfacer
las exigencias del medio respecto de un sujeto sin discapacidad de igual edad, sexo, capacitación,
condición social, familiar y de igual localidad geográfica que el sujeto a evaluar".
El artículo 2º del citado Decreto, en lo pertinente a la materia analizada, señala que se entenderá por
discapacidad para la integración social, "aquella en la que una persona por sus deficiencias psíquica o
mental, física y/o sensorial presenta un menoscabo de su capacidad de inserción en las actividades
propias de la sociedad humana, de la familia y/o de los grupos organizados de la sociedad, viendo
disminuidas así sus posibilidades para realizarse material y espiritualmente en relación a una persona
no discapacitada en situación análoga de edad, sexo, formación, capacitación, condición social y
familiar y de igual localidad geográfica".
641La Ley de 1884 también contemplaba la incapacidad por carencia del uso de razón, bajo el
concepto de impedimento, pero empleando el término "demencia" en un sentido genérico, para incluir
en ella toda forma de privación de razón.
649Cfr. Ley Nº 19.284 y el D.S. Nº 2.505. En igual sentido, considérese la opinión de Salinas, quien,
junto con sostener la problemática situación jurídica del matrimonio del débil mental, concluye que la
fórmula utilizada por la LMC no dejaría lugar a declarar la nulidad de estos matrimonios, toda vez que
para ello se requiere que el contrayente se halle privado del uso de razón (Cfr. C. S A ,
"Comentario introductorio al canon 1095", en L. E. Meneses Iturrizaga y C. Salinas Araneda (ed.), La
incapacidad matrimonial por causas psíquicas, Valparaíso, 2005, Ediciones Universitarias de
Valparaíso.
653La obsolescencia normativa de la antigua ley se aprecia también en los problemas que generaban
debate jurídico en la doctrina, como ocurría con motivo de la apreciación del denominado "intervalo
lúcido", "período interfásico o derechamente intervalares, claramente desechado por la psiquiatría.
Jurídicamente, aun en el supuesto ya desechado de su existencia, no aplicaría, toda vez que su
concurrencia deberá ser referida al momento de la celebración del matrimonio. Para una apreciación
más detallada de la discusión, ya histórica, vide M. S U , Derecho de familia,
Santiago de Chile, 1963, 2ª ed., Nascimento, pp. 39-41, y E. R S , Manual de Derecho de
familia, Santiago de Chile, 1992, 6ª ed., Editorial Jurídica de Chile, p. 33. En la doctrina canónica, existe
referencia sobre la materia en S. P O , La inmadurez de la persona y el matrimonio, cit.,
p. 73. En Chile, para la percepción en la doctrina canónica sobre su consideración histórica y actual
vigencia, vide C. S A , "Comentario introductorio al canon 1095", en L. E. Meneses
Iturrizaga y C. Salinas Araneda (edits.), La incapacidad matrimonial por causas psíquicas, Valparaíso,
2005, Ediciones Universitarias de Valparaíso, p. 56.
654Otros fundamentos no parecen atendibles, en la letra y en el espíritu de la ley, como ocurre con el
carácter eugenésico atribuido por Ramos Pazos, quien asume que necesariamente la demencia se
transmite hereditariamente y sería un deber social evitar que "las personas que padecen este tipo de
males contraigan matrimonio, para evitar una descendencia con taras" (R. R P , Derecho de
familia, cit., pp. 41 y 42).
656Viladrich refiere que, entre ellas, destacan los trastornos psicosexuales, aunque advierte que los
supuestos fácticos no se agotan en ellos (Cfr. P. J. V , "Comentario al canon 1095", en
I M A , Código de Derecho canónico, Pamplona, 1992, Ediciones
Universidad de Navarra, 5ª ed., p. 657). López Díaz, ejemplificando en la realidad regulada por la
NLMC, menciona entre estos trastornos a las alteraciones de la identidad sexual, el fetichismo y el
travestismo, aunque rechaza la inclusión de la promiscuidad sexual y la homosexualidad (Cfr. C. L
D , Manual de Derecho de familia y Tribunales de familia, I, Santiago de Chile, 2005, Librotecnia,
p. 170). En un sentido contrario, Barrientos y Novales consideran que la homosexualidad puede tener
cabida en la noción de trastorno o anomalía psíquica, contemplada en este impedimento (Cfr. J.
B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, cit., p. 112).
En una interpretación a nuestro juicio extrema, Ramos Pazos incluye genéricamente a las personas
que padecen Síndrome de Down, aunque después morigera el juicio, excluyendo de la aplicación a
"aquellos que la padecen en forma moderada". Sí compartimos su apreciación en torno a que,
finalmente, será un problema pericial de orden médico legal, sede en la cual se dirimirá el impedimento,
pero sin determinar apriorísticamente a quienes tienen una discapacidad mental, pues constituye una
discriminación que choca con el interés social expresado en la Ley de Integración Social de las
Personas con Discapacidad, plenamente vigente (Cfr. R. R P , Derecho de familia, cit., pp. 42-
43).
659A propósito de la discreción de juicio en el derecho canónico, Viladrich considera que "aunque el
coeficiente de inteligencia y el nivel cultural influyeran en el grado de discernimiento, la expresión
discreción de juicio no se refiere tanto a la riqueza cognoscitiva o percepción intelectual suficiente (tema
propio del conocimiento mínimo del matrimonio requerido en el canon 1096), cuanto a aquel grado de
madurez personal que permite al contrayente discernir para comprometerse acerca de los derechos y
deberes esenciales". Cfr. P. V , Comentario al canon 1095, cit., pp. 656 y 657.
660Cfr. S. P O , La inmadurez de la persona y el matrimonio, Salamanca, 1996,
Universidad Pontificia de Salamanca, p. 20.
661Ibídem, p. 20. Considera, asimismo, el autor que "la condición humana adulta, en cuanto
equivalente a situación de adecuados logros de maduración personal, no es otra cosa que el resultado
de la suma de experiencias, acertadas o frustrantes, que configuran la historia biográfica de cada
individuo, dentro del marco específico en que le ha tocado nacer y desplegar su vida y actividad; y con
las connotaciones que a dicho medio le son propias, nunca elegidas o no del todo elegidas, sino más
bien dadas".
662Ibídem, p. 21.
663C , Salvador, "Madurez afectiva y madurez conyugal", en Bañares, Juan Ignacio y Bosch,
Jordi (directores), Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva, Navarra Gráfica Ediciones,
Pamplona, 2005, p. 95.
664En este estado al cual se llegaría luego de un proceso de crecimiento secuencial y progresivo, de
modo tal que un individuo que alcance un alto nivel en esas variables se le podría considerar como
psicológicamente maduro.
665C , Salvador, "Madurez afectiva y madurez conyugal", en Bañares, Juan Ignacio y Bosch,
Jordi (directores), Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva, Navarra Gráfica Ediciones,
Pamplona, 2005, pp. 96-97, en relación con Z , J. y S , E., La madurez personal:
perspectivas desde la psicología, Editorial Pirámide, Madrid, 1998.
666C , Salvador, "Madurez afectiva y madurez conyugal", en Bañares, Juan Ignacio y Bosch,
Jordi (directores), Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva, Navarra Gráfica Ediciones,
Pamplona, 2005, p. 98.
669Dispone el c. 1095: "Son incapaces de contraer matrimonio: 1º quienes carecen de suficiente uso
de razón; 2º quienes tienen un grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes
esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar". Al comentar el canon, Viladrich
señala que el objeto y el título del consentimiento matrimonial requieren de un grado de madurez
personal del contrayente superior no sólo al mero uso de la razón, sino también al que es necesario
para muchos negocios de la vida. El grado de madurez refiere al que "permite al contrayente discernir
para comprometerse acerca de los derechos y deberes matrimoniales esenciales", en una redacción
muy cercana con la incorporada en la LMC (Cfr. P. J. V , "Comentario al canon 1095", en
I M A , Código de Derecho canónico anotado, Pamplona, 1992, 5ª ed.,
Eunsa, p. 656). Con ocasión de la discusión de esta norma en la Comisión del Senado, los senadores
Bombal, Chadwick, Coloma y Larraín formularon una indicación en el sentido de hacer copulativos los
requisitos de comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio,
aduciendo su inspiración en el c. 1095 Nº 2 del CIC, del cual se desprende que deben reunirse ambas
exigencias. Asimismo, complementaron señalando que la doctrina canónica sostiene que el defecto de
discreción o juicio, que no constituye privación de razón, no es sólo un defecto del intelecto (o sea una
incapacidad para comprender los deberes matrimoniales), sino que, a la vez, una deficiencia de la
voluntad (incapacidad para querer comprometerse con ellos). Cfr. C C ,
L ,J R S , Segundo Informe, Boletín Nº 1759-18, p. 13.
671Se trata, por tanto, de un juicio práctico que realiza el contrayente, en que sopesará los elementos
positivos y menos positivos del matrimonio, proyectándolos a su vida personal. A partir de este
conocimiento, evaluará si está dispuesto a asumir los elementos ya apreciados como un todo, con las
consecuencias concretas que acarrearán a su vida personal, al dejar de ser una persona soltera y
pasar a compartir su vida, para siempre, con otras vidas, como son las de su cónyuge y la de sus hijos
(Cfr. C. S A , "Comentario introductorio al Canon 1095", en L. E. Meneses Iturrizaga y C.
Salinas Araneda [edits.], La Incapacidad Matrimonial por Causas Psíquicas, Valparaíso, 2005,
Ediciones Universitarias de Valparaíso, p. 59).
674Lo propio, y con mayor fuerza, ocurre con el umbral establecido por el derecho canónico, en los
14 y 16 años para la mujer y el varón, respectivamente. Al respecto, ya se indicó, con ocasión del
análisis del impedimento de edad, la coincidencia a la que arriba la ciencia psiquiátrica moderna en
señalar los factores negativos y deficitarios que concurren en la adolescencia, concluyendo en que, por
las condiciones precarias y las deficiencias propias de esa edad, el joven no dispone de una madurez
de juicio o afectiva proporcionada al matrimonio, excluyendo la posibilidad de asumir obligaciones
estables y de futuro permanente. Cfr. S. P O , La inmadurez de la persona y el matrimonio,
cit., pp. 35 y ss.
675Sobre el concepto de entendimiento humano, Panizo, siguiendo la visión clásica de Santo Tomás,
lo describe como una potencia aprehensiva que no solo capta la realidad, sino que, en una operación
ulterior, raciocina sobre ella y emite juicio. Sobre el conocimiento, indica que, además de la elemental
percepción de la cosa, incluye la crítica, la ponderación o estimación de lo que debe ser preferido (S.
P O , La inmadurez de la persona y el matrimonio, cit., p. 75). El autor, finalmente y
amparado en jurisprudencia canónica, concluye que "un juicio maduro acerca del matrimonio incluye no
sólo un mero, simple, inicial y puramente especulativo conocimiento de la realidad, sino también y
sobre todo una valoración crítica de la misma" (ibídem, p. 75).
676Para los ejemplos que permiten apreciar el impedimento, vide además R. R P , Derecho
de familia, cit., p. 43, quien menciona como caso posible el de una persona que es incapaz de
desarrollar una actividad que le permita la obtención de los recursos indispensables para mantener a su
familia. Para otra descripción de los elementos constitutivos del impedimento, considérese J.
B G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, Santiago de
Chile, 2004, LexisNexis, 2ª ed., pp. 227-229.
En una perspectiva de mayor complejidad, la comprensión y compromiso exigidos, siguiendo a
Hervada, debieran incluir, además de la aceptación de la procreación, la fecundidad, la
complementación sexual y la ayuda mutua, una comprensión profunda del matrimonio, que considere la
unidad en la naturaleza, la unidad de cuerpo y alma, y el amor pleno y total (Cfr. J. H , Diálogos
sobre el amor y el matrimonio, Pamplona, 1987, 3ª ed., Eunsa, p. 32). Asimismo, el matrimonio conlleva
el vínculo jurídico de coparticipación y coposesión entre varón y mujer, quienes se comprometen uno
ante el otro en relación al desarrollo de la sexualidad conforme al deber ser o ley natural que rige ese
desarrollo, lo que finalmente da lugar al conjunto de derechos y deberes conyugales del uno ante el
otro (ídem, Obligaciones esenciales del matrimonio, en J. A. F , Capacidad consensual para las
obligaciones matrimoniales, Pamplona, 1991, Eunsa, p. 29.
677Otras cuestiones son observadas, con ocasión de los cambios introducidos a la redacción
canónica original, al ser convertidas en normas civiles, pues, a juicio de algunos autores, incide
necesariamente en la interpretación posterior, como ocurre en el caso de la exigencia del artículo 5º
Nº 3, que alude a "privación" de razón, en tanto que la referencia alude a la carencia del "suficiente uso
de razón". Para la consideración de dicha prevención, vide J. B G y A. N
A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, cit., p. 210.
682Aplica en apoyo de esta posición incluso la teoría que vincula la exigencia de adecuación del
matrimonio con el desarrollo de la persona, según la dimensión de historicidad de la naturaleza humana
que expone H . Cfr. J. A. S P , Derecho matrimonial, cit., pp. 128 y 129.
683Según Barrientos y Novales, la proscripción de la poligamia es una consecuencia natural del ius
connubii, ya que, en cuanto se trata de una libertad para contraer matrimonio, ella aparece
predeterminada por la naturaleza matrimonial unitaria y que, por tanto, excluye la posibilidad de
ejercicio simultáneo de esta facultad respecto de más de una persona a la vez (J. B
G y A. N A , Nuevo Derecho matrimonial chileno, cit., p. 195).
684El Derecho español, en concordancia con la tradición monogámica, considera incapaces para
contraer matrimonio a los que estén ligados con vínculo matrimonial existente, considerando el
comportamiento bigámico como un ilícito. Vide artículo 46 número 2 del Cce.
685Cabe comentar, por su vinculación con el impedimento moral analizado, que la NLMC eliminó el
impedimento de adulterio, el cual subsistía para ambos cónyuges, tras la derogación del delito de
adulterio por medio de la Ley Nº 19.335.
686Vide art. 49 de la Ley Nº 19.947, respecto de la resolución prioritaria de la validez o nulidad del
matrimonio precedente, en los casos en que se deduzca la acción de nulidad fundada en la inexistencia
del matrimonio anterior, aduciendo también la nulidad del mismo.
687Dispone el artículo 382 del Código Penal: "El que contrajere matrimonio estando casado
válidamente, será castigado con reclusión menor en su grado máximo".
688Vide S. E , El Islam, una promesa, Santiago de Chile, 1998, La Nación, p. 159. El
Corán prescribe: "Podréis desposaros con dos, tres o cuatro de las que os plazcan de las mujeres. Mas
si aún teméis no poder ser equitativos con ellas, casaos con una sola". El Corán, IV: 3 De acuerdo a la
recepción jurídica de la religión, en el Islam pueden contraer matrimonio los varones hasta con cuatro
esposas, a las cuales deben —en todo caso— prodigar la satisfacción igualitaria de sus derechos
conyugales. Es pertinente señalar que no solo el Islam ha valorado las formas poligámicas, ya también
el Judaísmo ha tolerado la práctica, según lo indica la Biblia, común para cristianos, judíos y
musulmanes, en la cual se puede apreciar que David y Salomón tenían varias esposas y concubinas.
Para algunos autores, la pregunta sobre el fundamento moral de la norma que sanciona la poligamia es
válida. Desde una perspectiva psiquiátrica, De la Parra duda si la monogamia es susceptible de
considerarse el estado natural e intrínseco o una característica extraordinaria, en tanto existe base para
considerarla artificial, no algo natural, ya que las relaciones del amor se sostienen en la voluntad, en la
construcción de convivencia que se basa en estar con el otro, requiriendo que esa donación de afecto
sea recíproca y no por sometimiento (M. A. P , en C. F G -S , Debate sobre el
divorcio, cit., p. 53).
689El impedimento lo contenía el art. 5º de la Ley de Matrimonio Civil de 1884, hoy derogada. Se
suprime además la expresión "inclusive", contenida en el numeral 2º del art. 5º, expresión fuertemente
criticada por cuanto, en la línea colateral, no existe el primer grado. Además de la sanción civil,
penalmente podría configurarse el delito de incesto, en conformidad a lo dispuesto por el artículo 375
del Código Penal.
690Antes de la reforma de 2004, tampoco tenía cabida la concepción amplia vigente en España
antes de 1981, que la extendía a la familia extendida y el linaje. Sin embargo, a diferencia de España,
no innovó en materia de afinidad, como sí lo establece el Cce en su artículo 47.
692Vide art. 6º, inc. 2º de la Ley Nº 19.947, concordado con los arts. 37 y 45, inciso 2º, de la Ley
Nº 19.620, en relación con las normas contenidas en los arts. 27 y 18 de las derogadas leyes sobre
adopción, que subsisten para este solo efecto, de acuerdo a lo prescrito por el art. 45 inciso 2º.
La Ley Nº 19.620, de 5 de agosto de 1999, que dicta normas sobre adopción de menores, dispone en
su artículo 37: "La adopción confiere al adoptado el estado civil de hijo de los adoptantes, con todos los
derechos y deberes recíprocos establecidos en la ley, y extingue sus vínculos de filiación de origen,
para todos los efectos civiles, salvo los impedimentos para contraer matrimonio establecidos en el
artículo 5º de la Ley de Matrimonio Civil, los que subsistirán. Para este efecto, cualquiera de los
parientes biológicos que menciona esa disposición podrá hacer presente el respectivo impedimento
ante el Servicio de Registro Civil e Identificación desde la manifestación del matrimonio y hasta antes
de su celebración, lo que dicho Servicio deberá verificar consultando el expediente de adopción. La
adopción producirá sus efectos legales desde la fecha de la inscripción de nacimiento ordenada por la
sentencia que la constituye".
694En todos los tiempos, dice Portalis, "el matrimonio ha sido prohibido entre los hijos y los autores
de sus días: sería a menudo inconciliable con las leyes físicas de la naturaleza, lo sería siempre con las
leyes del pudor; cambiaría las relaciones esenciales que deben existir entre los padres, las madres y
sus hijos; repugnaría a su situación respectiva; trastornaría entre ellos todos los derechos y todos los
deberes; causaría horror". Cit. en M. S U , Derecho de familia, Santiago de Chile,
1963, Nascimento, p. 330.
695Somarriva, al igual que la mayoría de los autores chilenos de la primera mitad del siglo XX, aludía
a la ciencia médica, para argumentar que los matrimonios entre parientes cercanos "son causa de
degeneración física o intelectual de la especie humana". Claro Solar, en idéntica lógica, afirmaba que
"en las uniones de próximos parientes son frecuentes los hijos defectuosos, enfermizos y débiles".
Finalmente, en el Derecho peruano, Cornejo Chávez ha remarcado que "parece existir una
consideración de orden científico que abona a favor de la subsistencia del impedimento: la de que los
matrimonios entre parientes próximos son fuente de innumerables taras hereditarias" (M. S
U , Derecho de familia, cit., p. 41; L. C S , Explicaciones de Derecho civil chileno y
comparado cit., p. 332, H. C C , Derecho familiar peruano, cit., p. 138).
696Hervada, comentando los cánones 1091-1094, expone que el objetivo primordial de los
impedimentos de parentesco, en lo que respecta al Derecho canónico pero con indudable proyección
civil, es proteger la dignidad familiar, de modo tal que las íntimas relaciones que se desarrollan
naturalmente en el seno familiar no traspasen sus propios límites, desnaturalizándose, en el sentido de
transformarse en relaciones sexuales con la esperanza de un futuro matrimonio. El comentarista
agrega que también tiene como finalidad contribuir a que la familia cristiana y la comunidad eclesial, en
definitiva, se amplíe cada vez más a través de vínculos matrimoniales entre personas que no
pertenecen al reducido ámbito de una estructura familiar concreta (J. H , "Comentario a los
cánones 1091-1094", en I M A , Código de Derecho canónico, Pamplona,
1992, 5ª ed., Eunsa, p. 652).
697La restricción de la unión que implica el tabú del incesto, lleva a Garrido Melero a precisar que,
como jurista, sólo le cabe destacar que la relación matrimonial queda prohibida a las personas que
posiblemente se tienen o se pueden tener más afecto y amor entre ellas, como son los padres y los
hijos o los tíos y sobrinos. Es interesante apreciar la opinión del autor sobre las propiedades
tradicionales del matrimonio y su peculiar visión de la indisolubilidad (Cfr. M. G M , "El
régimen jurídico de las parejas de hecho", en J. M. N V , El nuevo Derecho de familia:
modificaciones legislativas y tendencias doctrinales, Madrid, 2006, Civitas, pp. 111 y 112).
699El fundamento ético es también realzado por Ramos Pazos, aludiendo además a la tendencia que
estimula su desaparición, mencionada por Velasco (Cfr. R. R P , Derecho de familia, cit.,
p. 45). Asimismo, considérese E. C M., Nueva Ley de Matrimonio Civil, cit., pp. 19-20).
700En derecho comparado, destaca la mayor restricción de la norma española, pues exige la
condena del cónyuge y excluye al encubridor, a la vez que admite la dispensa por parte del Ministro de
Justicia, mediando petición de parte. Esta regulación es igualmente criticada, por entenderse que debe
existir condena al momento de la celebración del matrimonio, generando con la interpretación literal de
la norma un efecto perverso, en tanto quedaría en manos de los culpables la eficacia de la prohibición,
mediante el manejo apropiado del tiempo de tramitación del respectivo proceso (Cfr. L. D -P y
A. G B , Sistema de Derecho civil, cit., p. 76).
706La situación precedente estaba polarizada por dos teorías diferentes, la que sostenía como
elemento generador del vínculo exclusivamente el consentimiento, y la que defendía que además del
consentimiento era requerida la realización de la cópula carnal para que el matrimonio se entendiera
constituido, tesis esta última que sancionó favorablemente Graciano al disponer que el matrimonio se
inicia con el consentimiento pero solo se perfecciona y deviene en sacramento por la realización entre
los esposos de la cópula carnal, momento a partir del cual el matrimonio es indisoluble. Así, aportando
una terminología de uso habitual en la materia hasta nuestros días, distingue entre matrimonio inicial o
desposatio entre prometidos y matrimonio perfecto o rato, originándose el primero del pacto meramente
consensual entre los esposos por el solo consentimiento, surgiendo el segundo una vez consumado
tras la realización de la cópula. Por tanto, el único matrimonio indisoluble es el matrimonio inicial
completado con la unión carnal, al que llamará matrimonio rato (Cfr. A G , Sara y
D B , Rocío, Influencia de las instituciones canónicas en la conformación del orden
jurídico civil a través de la historia, Cádiz, 2000, Editora de Publicaciones Científicas y Profesionales,
pp. 269-271.
708Al respecto, Mondaca recuerda que "mal podría hablarse de una adecuada tutela del
consentimiento matrimonial si el legislador no sancionase todas aquellas situaciones que afectan contra
la manifestación de la voluntad de los contrayentes, esto es, si no se sanciona el error, la fuerza y el
dolo" (A. M M , Alexis, "Aplicación de un criterio objetivo-subjetivo en la apreciación de la
entidad de las cualidades cuya falsa representación puede originar el error disciplinado en el Nº 2 del
artículo 8º de la nueva Ley de Matrimonio Civil", en J. A. V B et alii, Estudios de Derecho
Civil, Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009, tomo V, Abeledo Perrot/Thomson Reuters,
Santiago de Chile, 2010, p. 369.
709En el Derecho romano el matrimonio no descansaba en el consentimiento, sino que era "una
situación de convivencia (deductio) de dos personas de distinto sexo, situación cuyo comienzo no está
marcado por la exigencia de formalidad alguna de orden jurídico, manteniéndose por la affectio
maritalis o intención continua de vivir juntos como marido y mujer". Vide D C , Manuel, El
sistema legal del matrimonio en el Código Civil, p. 25.
710Dispone al efecto el artículo 2º inciso primero de la Ley Nº 19.947, en su parte final: "Las
disposiciones de esta ley establecen los requisitos para asegurar el libre y pleno consentimiento de los
contrayentes". El artículo 8º, por su parte, señala los casos en que falta el consentimiento libre y
espontáneo.
715El rapto, contemplado como causal de nulidad por el artículo 33 de la antigua Ley de Matrimonio
Civil, tradicionalmente era considerado una de las formas de manifestación de la fuerza, cuando
subsistía la privación de libertad de la mujer al momento de la celebración del matrimonio, pues se
oponía a la libertad y espontaneidad del consentimiento. Cfr. L. C S , Lecciones de Derecho
civil chileno y comparado, cit., p. 300. Para una perspectiva reciente, vide E. C M , Nueva
Ley de Matrimonio Civil, cit., p. 9; M , Alexis, "Evolución legislativa de los vicios de la voluntad a
propósito del matrimonio. ¿Se ha logrado una plena protección del consentimiento matrimonial?, en
Revista de Derecho de Familia, 3 (2014), p. 114.
Abriéndose a la posibilidad de aceptación, se debe considerar la opinión de Salinas, quien colige tal
posibilidad de una interpretación que considera tanto la inspiración de la norma referida al error en la
cualidad en el derecho canónico, como la presencia de su consideración en algunas intervenciones
producidas durante la discusión parlamentaria, para concluir en la eventual procedencia del error
doloso (C. S A , "Comentario introductorio al canon 1095", en L. E. Meneses Iturrizaga y
C. Salinas Araneda (edits.), La incapacidad matrimonial por causas psíquicas, Valparaíso, 2005,
Ediciones Universitarias de Valparaíso, pp. 190 y 191).
722Cfr. D M G , Íñigo, "El error en las cualidades personales del otro contrayente en la
Ley Nº 19.947", en Ius et Praxis, 1 (2005), pp. 13-16. Asimismo, Ramos Pazos, para quien la discusión
doctrinaria sobre la clase de error que viciaba el consentimiento durante la vigencia de la Ley de 1884
ha perdido toda vigencia con la entrada en vigor de la LMC (Cfr. R. R P , Derecho de familia,
cit., p. 36; C. S A , Comentario introductorio al canon 1095, en L. E. Meneses Iturrizaga y
C. Salinas Araneda [ed.], La incapacidad matrimonial por causas psíquicas, Valparaíso, 2005,
Ediciones Universitarias de Valparaíso, p. 189, y H. T L , Derecho de familia, cit.,
p. 26).
723L , Fabiola, "Identidad de género y relaciones de familia", en Vidal Olivares, Álvaro; Severin
Fuster, Gonzalo y Mejías Alonzo, Claudia (editores), Estudios de Derecho Civil X, Thomson Reuters,
Santiago de Chile, 2015, p. 321.
725L , Fabiola, "Identidad de género y relaciones de familia", en Vidal Olivares, Álvaro; Severin
Fuster, Gonzalo, y Mejías Alonzo, Claudia (editores), Estudios de Derecho Civil X, Thomson Reuters,
Santiago de Chile, 2015, pp. 325-326.
727Troncoso hace notar que, en general, "el error sobre las cualidades de la persona del otro
contrayente no vicia el consentimiento, es decir, si uno de ellos cree que el otro tiene ciertas cualidades
que en realidad no posee, ello no invalida el consentimiento". La razón de esta apreciación radica en
que "se elige la persona" y no "sus cualidades" (H. T L , Derecho de familia, cit.,
p. 26). Corral, por su parte, considera que "se trata de una cualidad inherente a la personalidad del
cónyuge, de carácter permanente, y suficientemente grave para ser objetivamente determinante para
consentir en el matrimonio en consideración a su naturaleza o fines" (C T , Hernán,
Separación, nulidad, cit., p. 35).
730En relación con las posiciones debatidas en torno al origen de la norma legal, sin duda alguna
debe considerarse claramente como su fuente al Derecho canónico, tal como se sostiene
correctamente en M M , Alexis, Aplicación de un criterio objetivo-subjetivo, cit., pp. 375 y
376, sin perjuicio de la similitud con la norma española. Con mayor precisión, para los propósitos
interpretativos que recurran a la fuente histórica, el borrador de la propuesta normativa que contemplara
la fuente canónica fue encomendado al profesor Hernán Corral Talciani. En contra, De la Maza,
siguiendo en dicha posición a Barrientos y Novales (D M G , Íñigo, "El error en las
cualidades personales del otro contrayente en la Ley Nº 19.947", en Ius et Praxis, 1 (2005), pp. 13-16).
736Este supuesto, en cualquier caso, es de difícil delimitación y prueba, porque se puede confundir
con una condición del tipo: "me caso si tienes tal cualidad". En este caso se convierte en una condición
de cualidad, en que se subordina el consentimiento a la existencia de una cualidad positiva o negativa,
reflejada en los siguientes ejemplos: "me caso contigo si no padeces enfermedad hereditaria"; "si has
acabado la carrera"; "si eres fértil". Cfr. D. T , Once lecciones de Derecho canónico, p. 87.
738Tal como señala De la Maza, la mención a la naturaleza y fines del matrimonio funciona como un
"mecanismo de garantía de que los contrayentes satisfacen algunas condiciones mínimas propias de la
institución matrimonial" (D M G , Íñigo, El error en las cualidades personales, cit., p. 25).
741Vide Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 48, segunda parte, sección primera, p. 54, y
Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo 54, segunda parte, sección segunda, p. 55. La primera
como ejemplo de aceptación de ambos tipos de impotencia y, la segunda, circunscrita a la impotencia
coeundi (H. T L , Derecho de familia, cit., p. 28). Sobre la subsistencia de la
consideración de la impotencia como impedimento matrimonial en el Derecho canónico y la apreciación
de algunos casos de interés, vide P. B , ¿Cuándo es nulo el matrimonio?, cit., pp. 135-154.
Las razones presentes en esta segunda sentencia para avalar esta interpretación aluden a la historia
de la ley (en el derecho canónico solo dirime el matrimonio la impotencia coeundi), la ausencia de
umbral de edad máximo para contraer matrimonio, y el hecho de que la procreación solo es uno de los
fines del matrimonio.
746Court sostiene a modo de advertencia que, en general, las causales de nulidad tienen en común
la característica de ser tan amplias y poco específicas, que permitirían con mayor facilidad que la Ley
de 1884, invocar la nulidad de matrimonio (Cfr. E. C M , Nueva Ley de Matrimonio Civil,
cit., pp. 10 y 11).
748M M , Alexis, "Determinación de las características que deben reunir las cualidades
para efectos de la aplicación del Nº 2 del artículo 8º de la Ley Nº 19.947", en T S , Susan
y V B , Juan Andrés, Estudios de Derecho Civil IX, LegalPublishing/Thomson Reuters,
Santiago de Chile, 2014, p. 151.
749Para Velasco, "el ejercicio legítimo de un derecho jamás puede ser fuerza que vicie la voluntad,
aun cuando indiscutiblemente signifique coacción" (Cit. en R. R P , Derecho de familia, cit.,
p. 37). Serrano, por su parte, destaca la discusión, aplicable en este contexto, sobre la determinación
de la libertad como presupuesto o componente necesario del consentimiento matrimonial, inclinándose
por la segunda, a partir de la propia aceptación canónica de la libertad de la persona en la elección de
estado (Cfr. J. M. S , "El consentimiento matrimonial canónico: cuestiones de dogmática jurídica
general y especificidad del matrimonio", en C. Salinas Araneda (ed.), Actas del Primer Congreso
Latinoamericano, cit., p. 230).
750Cfr. H. T L , Derecho de Familia, Santiago de Chile, 2006, LexisNexis, p. 29.
751Es decir, externo, originado por una determinada amenaza, de una persona distinta a la que lo
sufre. Por lo tanto, no se refiere al miedo cuya causa tiene su origen en el propio sujeto: reparos de
conciencia, imaginación o preocupación subjetiva.
753Cfr. H. C T , "El régimen de los requisitos del matrimonio y la nulidad en la nueva Ley
de Matrimonio Civil", en A. A F y H. C T , Matrimonio civil y
divorcio, Santiago de Chile, 2005, Universidad de los Andes, p. 51. En visión comparada, el art. 73
Nº 5º del Código Civil español, exige que el miedo debe ser grave, vale decir, la amenaza ha de ser
objetivamente grave —no una contrariedad leve— como podría ser el posible disgusto a un tercero.
Vide además, R. R P , Derecho de familia, cit., p. 37, en particular con respecto a la
interpretación de la expresión "circunstancia externa", empleada por la NLMC.
755Cfr. J. A. S P , Derecho matrimonial, Madrid, 2002, 2ª ed., Marcial Pons, pp. 203 y 204; M.
L A y R. N -V , Curso de Derecho matrimonial y canónico concordado, Madrid,
2001, 6ª ed., Tecnos, pp. 328 y 331 y ss., y A G , Sara, Nacimiento y evolución de la forma
de celebración del matrimonio canónico: el mito del eterno retorno, Granada, 2011, Ocre Editorial,
pp. 171 y ss.
758La constancia pública del matrimonio impide que cualquiera de los contrayentes pueda en el
futuro defraudar los legítimos derechos del otro cónyuge o de sus hijos, intentando otro matrimonio con
menosprecio del habido y de sus efectos de todo tipo (afectivos, familiares, patrimoniales, sociales
etc.). Mediante la forma se comunica la voluntad a la otra parte, materializando además, de modo
inequívoco, la naturaleza conyugal del consentimiento. Cfr. P. V , Agonía del matrimonio legal,
cit., pp. 122-124 y 181. Asimismo, E. L , "Función de la forma jurídica en el matrimonio
canónico", cit., p. 218.
763Cfr. J. L. L B et alii, Elementos de Derecho civil IV, Familia, Madrid, 2008, Dykinson,
3ª ed., p. 43.
773La disposición, en general, coincide con lo dispuesto en el art. 49 del CC. de España, con lo cual
ambas legislaciones establecen un pluralismo de formas aceptadas, basadas en el principio de Libertad
Religiosa. El art. 49 dispone:
775Es procedente resaltar que la incompetencia del Oficial Civil fue utilizada como argumento para
demandar la nulidad de un matrimonio antes de la entrada en vigencia de la nueva ley, configurando el
conocido resquicio legal utilizado profusamente con el propósito de habilitar a los cónyuges para
contraer nuevas nupcias legalmente válidas.
777Dispone el art. 11 inciso 1º de la LMC: "Los cursos de preparación para el matrimonio, a que se
refiere el artículo anterior, tendrán como objetivo promover la libertad y seriedad del consentimiento
matrimonial que se debe brindar, particularmente en su relación con los derechos y deberes que
importa el vínculo, con el fin de contribuir a que las personas que deseen formar una familia conozcan
las responsabilidades que asumirán de la forma más conveniente para acometer con éxito las
exigencias de la vida en común".
783Comprende a personas jurídicas canónicas públicas o privadas de la Iglesia católica, así como
también a la Iglesia ortodoxa, las iglesias evangélicas, la Comunidad judía y la Iglesia de Jesucristo de
los Santos de los Últimos Días, por citar algunas entidades religiosas con reconocimiento público.
784Incluye organizaciones no gubernamentales, centros académicos independientes e instituciones
privadas de asistencia social, generalmente constituidas como personas jurídicas de Derecho privado y
reguladas por el Decreto Supremo Nº 110.
785La redacción del artículo 10 inciso tercero, tras indicar el deber del Oficial del Registro Civil de
comunicar la existencia de los cursos, establece que "Los futuros contrayentes podrán eximirse de
estos cursos de común acuerdo, declarando que conocen suficientemente los deberes y derechos del
estado matrimonial".
787Según los datos arrojados por la encuesta Casen 2015, del Ministerio de Desarrollo Social, el 9%
(1.585.680) de la población nacional, declara pertenecer a una etnia originaria. Del total de personas
que reconocen ascendencia indígena, el 83,8% se reconoce mapuche, el 6,8% Aymara, el 4% Diaguita,
el 2% atacameño y 0,3% Rapanui, entre otros grupos étnicos.
791"Los matrimonios celebrados ante entidades religiosas que gocen de personalidad jurídica de
derecho público producirán los mismos efectos que el matrimonio civil, siempre que cumplan con los
requisitos contemplados en la ley, en especial lo prescrito en este Capítulo, desde su inscripción ante
un Oficial del Registro Civil.
El acta que otorgue la entidad religiosa en que se acredite la celebración del matrimonio y el
cumplimiento de las exigencias que la ley establece para su validez, como el nombre y la edad de los
contrayentes y los testigos, y la fecha de su celebración, deberá ser presentada por aquellos ante
cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para su inscripción. Si no se inscribiere en el
plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto civil alguno.
El Oficial del Registro Civil verificará el cumplimiento de los requisitos legales y dará a conocer a los
requirentes de la inscripción los derechos y deberes que corresponden a los cónyuges de acuerdo a
esta ley. Los comparecientes deberán ratificar el consentimiento prestado ante el ministro de culto de
su confesión. De todo lo anterior quedará constancia en la inscripción respectiva, que también será
suscrita por ambos contrayentes.
Sólo podrá denegarse la inscripción si resulta evidente que el matrimonio no cumple con alguno de
los requisitos exigidos por la ley. De la negativa se podrá reclamar ante la respectiva Corte de
Apelaciones. Los efectos del matrimonio así inscrito se regirán, en todo, por lo prescrito en esta ley y en
los demás cuerpos legales que se refieren a la materia".
792En relación con la precedencia del matrimonio religioso, si bien la Ley de 1884 no sancionaba
penalmente la celebración del matrimonio religioso antes que el matrimonio civil, sí lo hizo el art. 43 de
la Ley Nº 4.808 sobre Registro Civil, de 10 de febrero de 1930, que estableció penas de multa y
presidio para los infractores, todo ello con el propósito de evitar el concubinato derivado de la oposición
de parte de los fieles católicos a la Ley de Matrimonio Civil. Cfr. M. S U , Derecho
de familia, cit., pp. 24-27 y J. P P , "Católicos, matrimonio y divorcio" (1810-2003), en Finis
Terrae, 11 (2003), p. 99.
793Vide art. 7º letra a de la Ley Nº 19.638. El contenido del culto cuya práctica se reconoce a las
entidades religiosas, incluye los ritos, previamente reconocidos como una manifestación de la
dimensión individual de la libertad religiosa, en el artículo 6º letra b, del texto legal comentado.
795Además de Chile, cuentan con legislaciones específicas sobre entidades religiosas México y
Colombia. En el ordenamiento colombiano, Prieto considera que la respectiva confesión debe estar en
condiciones de acreditar que posee un ordenamiento jurídico matrimonial propio, capaz de ser
reconocido por el Estado, ya que la lógica del sistema exige la presencia de un ordenamiento
propiamente jurídico al cual se remite. No ocurriría del mismo modo en el caso de la Iglesia Católica, ya
que al poseer esta un ordenamiento jurídico matrimonial completo, el Estado reconoce lo que ya existe,
asumiéndolo en el propio ordenamiento y reconociéndole en consecuencia efectos civiles. Cfr. V.
P M , Libertad religiosa y confesiones, Bogotá, 2008, Temis, p. 163.
796Los contrayentes deben ser legalmente capaces, haber consentido libre y espontáneamente en
contraer el matrimonio y que se cumplan las formalidades que establece la ley. Al respecto,
considérese los artículos 4º, 5º, 6º, 7º y 8º, de la Ley Nº 19.947.
797El acta, en conformidad a lo dispuesto por el art. 40 bis de la Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil,
debe incluir las siguientes menciones:
La individualización de la entidad religiosa ante la que se celebró el matrimonio, con expresa mención
en el caso de las iglesias evangélicas y otras constituidas como personas jurídicas de Derecho público
sobre la base del procedimiento del artículo 10 de la Ley Nº 19.638 (Ley de cultos), del número del
decreto en virtud del cual goza de personalidad jurídica de Derecho público. En el caso de la Iglesia
católica, apostólica y romana, y de la Iglesia ortodoxa del Patriarcado de Antioquia, reconocidas por el
artículo 20 de la Ley Nº 19.638, deberán citar esta norma jurídica;
La fecha y el lugar de la celebración del matrimonio, lo que tiene directa incidencia en el plazo de
ratificación del consentimiento ante el Oficial civil exigido por la ley;
El nombre, los apellidos paterno y materno, los números de cédula de identidad, la fecha y el lugar de
nacimiento, la profesión u oficio y los nombres y apellidos de los padres —si fueren conocidos— y el
estado civil de los contrayentes;
Los nombres y apellidos de dos testigos, así como sus números de cédula de identidad, y su
testimonio, bajo juramento, sobre el hecho de no tener ninguno de los contrayentes impedimento o
prohibición legal para contraer matrimonio;
El nombre y los apellidos del ministro de culto, así como su número de cédula de identidad. Deberá
adjuntarse al acta el documento que acredite la personería del ministro de culto respectivo;
Una constancia del hecho de haberse cumplido las exigencias establecidas en la ley para la validez
del matrimonio civil;
La firma de los contrayentes, los testigos y el ministro de culto. Si alguno de los contrayentes no
supiere o no pudiere firmar, se dejará testimonio de esta circunstancia.
798Prescribe el art. 20 inciso 2º de la Ley Nº 19.947: "El acta que otorgue la entidad religiosa en que
se acredite la celebración del matrimonio y el cumplimiento de las exigencias que la ley establece para
su validez, como el nombre y la edad de los contrayentes y los testigos, y la fecha de su celebración,
deberá ser presentada por aquellos ante cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho días, para
su inscripción. Si no se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no producirá efecto civil alguno".
799El Oficial verificará que el matrimonio celebrado en sede eclesiástica cumple con todas las
exigencias establecidas por la ley para la validez de la celebración del matrimonio civil. Si el resultado
de dicha verificación da cuenta del incumplimiento de alguno de los requisitos exigidos por la ley, el
Oficial puede denegar la inscripción, pudiendo los interesados reclamar de este acto ante la respectiva
Corte de Apelaciones. El Oficial Civil debe realizar la revisión exigida, pues en caso de autorizar o
inscribir un matrimonio prohibido por la ley o en que no se hayan cumplido las formalidades que ella
exige para su celebración o inscripción, puede sufrir las penas de relegación menor en su grado medio
y multa de seis a 10 unidades tributarias mensuales (UTM), según dispone el artículo 388 inc. 1º del
CP. Un ejemplo posible se encuentra en el caso de un matrimonio católico celebrado entre un varón
con una mujer menor de 16 años, considerando que en el Derecho canónico es posible la celebración
del matrimonio por parte de una mujer de 14 años.
801Indicará a los requirentes que pueden pactar separación total de bienes o participación en los
gananciales. Si no lo hacen o nada dicen sobre las opciones expuestas, se entenderán casados en
régimen de sociedad conyugal, todo ello en conformidad a la Ley Nº 4.808 artículos 38, 39 Nº 11 y 40
ter 6º.
803Hernán Corral destaca, como un avance de la ley en favor de una mayor comprensión de la
naturaleza del pacto matrimonial, "el que se reconozca que, al menos para una gran mayoría de
chilenos, el consentimiento matrimonial es único y se presta en una ceremonia de carácter religioso y
no civil [referido al matrimonio de los católicos]" (Cfr. H. C T , Separación, nulidad y
divorcio, Santiago de Chile, 2011, LegalPublishing-Thomson Reuters, p. 9).
804El acuerdo básico que permitió la aprobación de la LMC, por parte de los parlamentarios de la
coalición de gobierno y parte de la bancada parlamentaria de oposición, contemplaba la inclusión del
divorcio vincular —incluyendo la debatida opción del divorcio por voluntad unilateral— junto al
reconocimiento del matrimonio religioso con efectos civiles. Sin embargo, en la discusión en Sala, tras
haberse concordado el acuerdo antedicho, dos senadores pertenecientes al Partido Radical,
integrantes de la coalición de gobierno pero no considerados en las negociaciones del acuerdo,
lograron la inclusión de la polémica exigencia de la ratificación.
805Coincide con esta apreciación Precht, quien enfatiza la necesidad de "tener muy claro que no se
presta un nuevo consentimiento, sino que se ratifica el hecho que se prestó un solo y válido
consentimiento ante la Iglesia. Recordemos —señala el autor— que ratificar significa según el
Diccionario de la Real Academia: "Aprobar o confirmar actos, palabras o escritos dándolos por
valederos y ciertos" (J. P P , "Matrimonio y divorcio: Ley Nº 19.947", en Servicio, 262
(2004) p. 34). En igual sentido, vide A. A F , "La recepción del matrimonio
canónico en el Derecho civil chileno", en J. A. Varas Braun y S. Turner Saelzer (coord.), Estudios de
Derecho civil, Santiago de Chile, 2005, LexisNexis, p. 404. La autora expresa que la ley "no requiere
una nueva prestación del consentimiento matrimonial para que el matrimonio religioso produzca los
mismos efectos que el matrimonio civil".
806Vide art. 4º de la Ley Nº 4.808, sobre Registro Civil, modificado por el artículo cuarto, Nº 1, letra
a), de la Ley Nº 19.947. El citado artículo, en el número 1º, expresa:
1º. Los matrimonios que se celebren en el territorio de cada comuna ante un Oficial del Registro Civil
o ante el ministro de culto autorizado por cualquiera de las entidades religiosas a que se refiere el
artículo 20 de la Ley de Matrimonio Civil".
811Vide el art. 40 ter, en concordancia con el artículo 40 bis, ambos de la Ley Nº 4.808, y el artículo
20 de la Ley de Matrimonio Civil, Nº 19.947.
812Vide art. 20 de la Ley Nº 19.947, en concordancia con los artículos 37 y 38 de la Ley Nº 4. 808
sobre Registro Civil.
814Si bien lo anterior puede aparecer como una exageración, atendidas las circunstancias que los
cursos de preparación al matrimonio rigen para ambas formas de celebración e incluyen la información
de los derechos y deberes conyugales, lo cierto es que podría suscitarse una situación de
desinformación o tergiversación del carácter y sentido legal de estos derechos y deberes. Considérese
al respecto una situación en la cual una joven de religión islámica no realiza los cursos —son
obligatorios sólo si uno de ellos lo solicita— y celebra matrimonio en ritos y tradiciones islámicos, en los
cuales no se mencionan los derechos que le asisten en relación de equidad con su marido.
817El art. 103 inciso 2º del Código Civil prescribe: "El matrimonio podrá celebrarse por mandatario
especialmente facultado para este efecto. El mandato deberá otorgarse por escritura pública, e indicar
el nombre, apellido, profesión y domicilio de los contrayentes y del mandatario". Una moción
parlamentaria, recogiendo el interés de la Iglesia católica, fue ingresada para su estudio en la Comisión
de Familia de la Cámara de Diputados en noviembre de 2004, el mismo mes de entrada en vigencia de
la NLMC. Su texto promueve la siguiente norma: "También podrá ratificarse e inscribirse el matrimonio
celebrado en conformidad al artículo 20 de la Ley de Matrimonio Civil por mandatario especialmente
facultado para este efecto. En tal caso el mandato deberá constar por escrito autorizado por el mismo
ministro de culto que asistió el matrimonio religioso. Se indicará en él el nombre, apellido, profesión y
domicilio de los cónyuges, del ministro de culto y del mandatario. Este mandato no se extinguirá por la
muerte de alguno de los cónyuges". Vide C E C , Planteamiento relativo a
la aplicación del artículo 20 de la Ley Nº 19.947, sobre Nueva Ley de Matrimonio Civil, contenido en la
minuta 11/05.01.2005.
818La errónea interpretación fue generalizada en el equipo jurídico de la Iglesia católica. Así, Precht
ha sostenido que la inscripción podía realizarse ante cualquier oficial del Registro Civil, citando como
fundamento el artículo 20 de la NLMC e, impropiamente, la norma del artículo 22 de la Ley Nº 19.880,
obviando la expresa regulación del artículo 4º de la NLMC. Coincidentemente, tras aparecer la
exigencia de comparecencia personal en folletos informativos del SRCeI, la Iglesia hace saber en carta
del 4 de agosto de 2004 su interpretación divergente de la norma que modifica la Ley de Registro Civil,
amparada en informes de abogados civilistas que sustentan la tesis basada en principios generales de
Derecho Civil, de "que hay argumentos —de carácter sistemático y de sentido de la norma—
suficientes como para sostener legítimamente que si no se impide la representación para la celebración
del matrimonio, es decir, si se puede celebrar mediante mandato, menos aún debiera negarse la
posibilidad de mandato para la inscripción de éste, aún cuando se trata de matrimonio religioso,
conforme al art. 20 de la LMC". La posición se reitera, formalmente, en carta enviada al Ministro de
Justicia el 15 de noviembre de 2004, tres días antes de la entrada en vigor de la NLMC.
820La fórmula de actos sucesivos ha sido aceptada por la Iglesia Católica, sin perjuicio de hacer
presente posibles dificultades de orden práctico, derivadas de la mayor demanda de la presencia de
oficiales civiles, en los días y horas usuales de celebración de los matrimonios. Adicionalmente, la
actuación del funcionario, en horario inhábil y fuera del recinto público ordinario, conlleva el pago de un
arancel, suscitando una forma de discriminación respecto de las personas con creencias religiosas,
quienes para guardar la coherencia sustantiva exigida por su fe religiosa deberán pagar una suma de
dinero, exigencia ausente en los demás casos. Vide, además, R. R P , Derecho de, cit., p. 65.
822El Ordinario del lugar (obispo), el párroco, sacerdote o diácono delegado para ello. Vide c. 1108.
823La indicación Nº 72 fue presentada por los senadores Bombal, Coloma y Romero, agregándose al
artículo ya aprobado que instituía el matrimonio religioso con efectos civiles la siguiente frase:
"practicada la inscripción, se entenderá que el matrimonio ha producido efectos civiles desde la fecha
de su celebración, pero no perjudicará a los derechos adquiridos en el intertanto por terceros de buena
fe". Vide C C , L , J R S , Segundo
informe, cit., p. 36.
825Así, por ejemplo, el art. 705: "La validación del título que en su principio fue nulo, efectuada por la
ratificación, o por otro medio legal, se retrotrae a la fecha en que fue conferido el título". Art. 1818: "La
venta de cosa ajena, ratificada después por el dueño, confiere al comprador los derechos de tal desde
la fecha de la venta". Art. 1777 inc. 2º: "Cuando el pago hecho a persona incompetente es ratificado por
el acreedor, se mirará como válido desde el principio".
826La nueva LMC derogó el sistema precedente de reconocimiento del matrimonio en país
extranjero, regulado en los artículos 120 del CC. y 15 de la LMC de 1884, que distinguía según se
tratara del matrimonio de extranjeros o de chilenos.
827Dispone la parte final del inciso primero del art. 80: "Así, el matrimonio celebrado en país
extranjero, en conformidad con las leyes del mismo país, producirá en Chile los mismos efectos que si
se hubiere celebrado en territorio chileno, siempre que se trate de la unión entre un hombre y una
mujer".
828Dispone el inciso segundo del art. 80: "Sin embargo, podrá ser declarado nulo de conformidad a
la ley chilena, el matrimonio celebrado en país extranjero que se haya contraído en contravención a lo
dispuesto en los artículos 5º, 6º y 7º de esta ley".
829Dispone el inciso tercero del art. 80: "Tampoco valdrá en Chile el matrimonio que se haya
contraído en el extranjero sin el consentimiento libre y espontáneo de los contrayentes".
831De acuerdo con lo expuesto por Aguirre Veloso, la función propia del Derecho internacional
privado es la reglamentación adecuada de las relaciones jurídico-privadas que presenten uno o más
elementos internacionales, vale decir, las relaciones jurídicas entre particulares en que uno o más de
sus elementos constitutivos se conectan con distintos territorios estatales y, consecuencialmente,
diversos ordenamientos jurídicos. En dicho marco, asumiendo la insuficiencia del ordenamiento
nacional, las normas de conflicto multilaterales, dictadas soberanamente por cada Estado, identifican
las relaciones jurídicas de la naturaleza indicada, determinando cuál de estas deberá ser aplicada por
el juez llamado a conocer una controversia originada en tales relaciones. Cfr. P. A V ,
"Derecho internacional privado del matrimonio y reconocimiento de sentencias extranjeras sobre
divorcio y nulidad en la Ley Nº 19.947", en A. Vidal Olivares (coord.), El nuevo Derecho chileno del
matrimonio, Santiago de Chile, 2006, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso/Editorial Jurídica de
Chile, pp. 290-293.
836El art. 82 original del Proyecto de LMC, al momento de su discusión en el seno de la Comisión de
Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, establecía lo siguiente:
"Los efectos del matrimonio celebrado en el extranjero se regirán por la ley del domicilio común. Si
los cónyuges residieren en países diferentes, se entenderá como domicilio común el lugar donde los
cónyuges habitaron permanentemente con anterioridad, si uno de ellos conserva allí su residencia
habitual. En defecto de estas reglas, se aplicará la ley de la nacionalidad común de los cónyuges.
Si no pudieren aplicarse las reglas anteriores, las relaciones personales y patrimoniales entre los
cónyuges se regirán por la ley del país con el que éstos estén o hayan estado más cercanamente
relacionados, a estimación prudencial del tribunal".
El texto propuesto no fue modificado en la Comisión, sino posteriormente, tras el debate plenario. Sin
embargo, al ser tratado en la Comisión, los senadores Bombal, Chadwick, Coloma y Larraín ya habían
propuesto la sustitución del artículo, para establecer que los derechos y obligaciones derivados del
matrimonio contraído en país extranjero que pretendan ejercerse o cumplirse en Chile se arreglarán a
la ley chilena, sin perjuicio de lo que previene el art. 135 del CC. respecto del régimen de bienes. Sin
embargo, la mayoría de la Comisión desechó la indicación expuesta, toda vez que no fue partidaria de
alterar, de manera sustancial, las normas sobre los efectos de los matrimonios celebrados en el
extranjero, ya que el Proyecto recogía la tendencia internacional que promovía conformar un sistema
aplicable a todos los casos que puedan presentarse. Cfr. C C , L ;
J R S , Segundo informe recaído en el proyecto de ley, en segundo
trámite constitucional, que establece una nueva Ley de Matrimonio Civil, Boletín Nº 1759-18,
Valparaíso, 2003, pp. 87 y 88. La opinión crítica es también sustentada por René Abeliuk, en R.
A M , "Evolución de la legislación civil chilena en materia de Derecho de familia y
sucesorio", en E. Alcalde Rodríguez y H. Fábrega Vega (coords.), Estudios jurídicos en homenaje al
profesor Pablo Rodríguez Grez, Santiago de Chile 2009, Ediciones Universidad del Desarrollo, p. 65.
837En el mismo sentido, vide P. A V , Derecho internacional privado del matrimonio, cit.,
p. 312.
839La materia se encontraba regulada en el art. 120 del Código Civil, que disponía: "El matrimonio
disuelto en territorio extranjero en conformidad a las leyes del mismo país, pero que no hubiera podido
disolverse según las leyes chilenas, no habilita a ninguno de los cónyuges para casarse en Chile,
mientras viviere el otro cónyuge".
840En tal sentido, coincidimos con lo expuesto por Aguirre Veloso, quien considera la expresión
como un residuo de la rechazada propuesta legislativa de Barros. Vide P. A V , Derecho
internacional privado del matrimonio, cit., pp. 322 y 323.
841Cabe tener presente que, respecto de los países signatarios de la Convención de Derecho
Internacional Privado, pueden cumplirse en Chile las sentencias dictadas en uno de dichos Estados,
aplicándose en la especie lo dispuesto en el art. 242 del Código de Procedimiento Civil. Las
condiciones específicas que son requeridas al efecto, se contienen en el art. 23 del Código de
Bustamante (Cfr. SCS rol Nº 2663-2006, de 14 de septiembre de 2006, considerandos primero y
segundo, en Westlaw Chile CL/JUR/3071/2006). En los casos en que no exista tratado sobre
cumplimiento de resoluciones judiciales pronunciadas en otros Estados, ni hay constancia de una
posible reciprocidad, no corresponde aplicar los arts. 242, 243 y 244 del CPC, sino el art. 245 del
mismo código (SCS rol Nº 6552-2012, CL/JUR/303/2013; 63997).
Asimismo, para un análisis casuístico de la aplicación de las reglas legales sobre la materia por parte
de la Excelentísima Corte Suprema de Justicia, considérese R. R P , Valor y cumplimiento en
Chile de Sentencias de divorcio dictadas por un Tribunal extranjero, en A. V B et alii, Estudios
de Derecho Civil, Jornadas nacionales de Derecho Civil 2005-2009, tomo V, Abeledo Perrot-Thomson
Reuters, Santiago de Chile, 2011.
842Vide SCS rol Nº 4345-2005, de 17 de mayo de 2006 (CL/JUR/4117/2006) y SCS rol Nº 2663-
2006, de 14 de septiembre de 2006 (CL/JUR/3071/2006).
844Vide art. 83 inciso tercero. Asimismo, considérese el análisis de la disposición realizado por Pablo
Rodríguez Grez, quien remite en parte de él a Juan Andrés Orrego Acuña, en P. R G ,
"Ley de Matrimonio Civil: interpretación, efectos e insuficiencias", en Actualidad Jurídica, 20 (2009),
pp. 428 y 429.
849Véase arts. 180 y 181 del CC. En este último caso, la filiación matrimonial aprovechará, en su
caso, a la posteridad del hijo fallecido. En todos los demás casos, la filiación es no matrimonial.
850Considérese R L , Gonzalo, Explicaciones de Derecho civil, tomo V, Abeledo Perrot
Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2012, pp. 209-218 y B G , Javier, Derecho de
las personas. El Derecho Matrimonial, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011,
pp. 471-570.
855B G , Nota explicativa al artículo 131 del Código Civil (Códigos profesionales),
Thomson Reuters/Abeledo Perrot, tomo I, Santiago de Chile, 2012, pp. 233 y 234; referida a la obra de
B y N , Nuevo Derecho matrimonial chileno, de 2004, y Ca. Santiago, 4.07.2008,
cons. 3º, Nº LegalPublishing: 39356.
856Cfr. G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, pp. 123-124. Este autor,
erróneamente, considera que "si se mantienen relaciones sexuales con persona del mismo sexo, esa
conducta queda comprendida en la causal del artículo 54 Nº 4 de la LMC" —conducta homosexual—.
Asimismo, confróntese con T S , Susan, "El deber de fidelidad a la luz de la polémica
causal de divorcio 'conducta homosexual'", en Vidal, Álvaro; Severin, Gonzalo, y Mejías, Claudia
(editores), Estudios de Derecho Civil X, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2015, p. 188. Asimismo,
considérese M , Alexis "Evolución del deber de fidelidad como causal de divorcio en el Derecho
matrimonial chileno", en T S , Regina y B , Úrsula, Familia e Pessoa: uma questao
de principios, YK editores, Sao Paulo, 2018, pp. 59-82; T , Mauricio, "Contra la indemnización de
perjuicios por incumplimiento de deberes conyugales", en L , Cristián y G T ,
Maricruz, Estudios de Derecho Familiar I, Actas de las Primeras Jornadas Nacionales de Derecho de
Familia, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2016. Un análisis de las dificultades que encierra la
prueba de la infidelidad, en H A , Iván: "La prueba de la infidelidad en el divorcio culposo:
un caso de dificultad probatoria explicada con un caso real", en Revista de Derecho de Familia, 7, vol. II
(2015), pp. 83-108.
857Cfr. M M , Alexis: "La tutela del deber de fidelidad en las leyes de matrimonio civil
chilenas, ¿Un reforzamiento de la misma?, en Tapia, Mauricio; Gatica, María Paz y Verdugo, Javiera
(coordinadores), Estudios de Derecho Civil en Homenaje a Gonzalo Figueroa Yáñez,
LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2014, pp. 450-452 y 457, en relación con lo
expuesto en R P , René, Derecho de Familia, Santiago, Editorial Jurídica, 5ª ed. 2005, t. 1,
p. 125. Ver también M M , Alexis: "La tutela del deber de fidelidad en las leyes de
matrimonio civil chilenas, ¿Un reforzamiento de la misma?", en Tapia, Mauricio et alii
(coordinadores) Estudios de Derecho Civil en Homenaje..., cit., pp. 441-457.
858M M , Alexis: "La tutela del deber de fidelidad en las leyes de matrimonio civil
chilenas, ¿Un reforzamiento de la misma?", en Tapia, Mauricio et alii (coordinadores), Estudios de
Derecho Civil en Homenaje...cit., p. 443.
859A , Manuel, Curso de Derecho civil, Derecho de familia. Madrid, Edisofer, 2008, 11ª ed.,
t. IV, pp. 79-80.
865Cfr. G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, pp. 122-123.
866El art. 133 del Código Civil dispone lo siguiente: "Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de
vivir en el hogar común, salvo que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo".
870Cfr. G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, p. 122.
873L B , José Luis, Elementos de Derecho Civil. II Derecho de Obligaciones, vol. II.
Contratos y cuasicontratos. Delito y cuasidelito, 2ª ed., revisada y puesta al día por Francisco Rivero
Hernández, Dykinson, Madrid, 2002, p. 461.
874Este autor destaca la existencia de al menos cuatro sentencias sobre la materia, siendo una de
ellas, la de La Serena, la primera que concedió un reconocimiento a una indemnización de daños por
esta causa (rol Nº 507-2013, en http//corte.poderjudicial.cl). B S , Daniel, "Responsabilidad civil
entre cónyuges y ex cónyuges, por hechos cometidos durante el matrimonio: panorama jurisprudencial
en Chile, con especial referencia a la sentencia de la Corte de Apelaciones de La Serena de 3 de abril
de 2014, en Vidal Olivares, Álvaro; Severin Fuster, Gonzalo, y Mejías Alonzo, Claudia (editores),
Estudios de Derecho Civil X, pp. 249-265, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2015, p. 250.
Asimismo, considérese P S , Darío, "Configuración del perjuicio indemnizable y su
reparación en los casos de responsabilidad civil en relaciones de familia, en Acuña San Martín, Marcela
y Del Picó Rubio, Jorge (editores), Estudios de Derecho Familiar, Segundas Jornadas Nacionales de
Derecho de Familia, Editorial Universidad de Talca, Talca, 2017, pp. 385-401.
880S F , Gonzalo, "Indemnización entre cónyuges por los daños causados con ocasión
del divorcio", en Corral Talciani, Hernán et alii (coord.), Estudios de Derecho Civil, t. V, Familia y
Derecho sucesorio, Abeledo Perrot/Legal Publishing, Santiago de Chile, 2011 (Jornadas Nacionales de
Derecho Civil 2005-2009), pp. 165-206. Asimismo, H V , Francisco, "Reparación por
incumplimiento de los deberes matrimoniales", en Corral, Hernán et alii, (coord.), Estudios de Derecho
Civil, t. V, Familia y Derecho sucesorio, cit., pp. 105-113.
884Art. 135. Por el hecho del matrimonio se contrae sociedad de bienes entre los cónyuges, y toma
el marido la administración de los de la mujer, según las reglas que se expondrán en el título De la
sociedad conyugal. Los que se hayan casado en país extranjero se mirarán en Chile como separados
de bienes, a menos que inscriban su matrimonio en el Registro de la Primera Sección de la Comuna de
Santiago, y pacten en ese acto sociedad conyugal o régimen de participación en los gananciales,
dejándose constancia de ello en dicha inscripción.
885Una perspectiva sintética de los regímenes económicos según el sistema legal que los regula, en
Q R , Pablo, "Unidad en la diversidad: los efectos económicos del matrimonio", en L ,
Cristián y G T , Maricruz, Estudios de Derecho familiar I, Thomson Reuters, Santiago
de Chile, 2016, pp. 391-403.
888Según Montoro, el estudio del ciclo vital familiar parte, tradicionalmente, del momento de
formación de la pareja, lo que permite realizar un seguimiento de su vida en común, hasta que su ciclo
familiar se cierra con la desaparición por fallecimiento de los dos miembros de la pareja. El ciclo vital se
define como la secuencia de estadios que atraviesa la familia desde su establecimiento hasta su
desaparición, en que distingue la fase del nido sin estrenar, la fase de crecimiento, la fase del núcleo
formado, fase de decrecimiento, fase del nido vacío y la fase terminal de extinción del núcleo o nido
solitario. Indagando criterios de entidad objetiva, presentes en las crisis conyugales, se ha destacado
también la incidencia de los factores socioeconómicos, particularmente en el momento de elección de
la pareja, asignando importancia en la configuración de condiciones de inestabilidad o focales de
conflicto, a la desigualdad o diferencia, apreciable en variables tales como el estatus socio-económico o
la educación. Sobre la base de estos factores, los matrimonios admiten ser clasificados en
homogámicos, cuando la elección se produce entre iguales —de acuerdo a las categorías indicadas—
o heterogámicos, cuando ha primado la diferencia. A su vez, los heterogámicos, pueden ser
hipergámicos o hipogámicos, según se pueda apreciar un signo ascendente o descendente en la
perspectiva de cada cónyuge, pudiendo constatarse que, los hombres, tienden a casarse
hipogámicamente, en tanto que las mujeres, lo hacen hipergámicamente. En un matrimonio
heterogámico, siempre se darán las dos perspectivas según sea la mirada de un cónyuge o de otro
(Cfr. M G , Familia y cambio social en la España del siglo XX, Madrid, 2006, Rialp, pp. 165
y 276-277).
889Cfr. C. Martínez de Aguirre Aldaz (coord.), Curso de Derecho civil, IV, Derecho de familia, Madrid,
2007, Colex, pp. 153 y 154.
895El legislador, como se reconoce en la historia del proyecto de la LMC, atribuyó importancia a la
autonomía de la voluntad de los cónyuges para concordar el régimen del estado de separación, tal
como se expuso en el Mensaje que acompañó las indicaciones sustitutivas al proyecto de ley aprobado
por la Cámara, al indicar: "como modalidad se ha optado por favorecer la atribución de efectos a la
propia voluntad individual de los cónyuges —responsables en forma unilateral o conjunta del quiebre—
en la determinación de la forma como enfrentarán en lo sucesivo sus relaciones interpersonales y
filiales, estableciendo siempre los mecanismos de resguardo que el Estado requiere amparar en torno a
la responsabilidad de las decisiones humanas" (C C ,L ,J
R S , Segundo informe recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite
constitucional, que establece una nueva Ley de Matrimonio Civil, Boletín Nº 1759-18, p. 13).
896Vide H. L R , Hernán, El divorcio, cit., p. 30. Agrega este autor, que los cónyuges, "sin
previo o formal proceso, sin mandato jurisdiccional y sin que las circunstancias impongan tal conducta,
consienten por sí, en forma unilateral, por el abandono, que puede ser recíproco, o por acuerdo común,
cuando se trata de la separación propiamente dicha, la ruptura permanente de la cohabitación".
900Muñoz, en relación con las bases del proyecto de la Cámara sobre la materia y no modificada
luego en la LMC, reconoce dos sentidos en su justificación. El primero, como alternativa a la ruptura
definitiva, especialmente al existir matrimonio religioso, y, un segundo sentido, que lo considera como
una antesala del divorcio. Esta última perspectiva, que había sido reforzada por la indicación del
Ejecutivo, fue finalmente rechazada durante la discusión en el Senado (A. M , en C
C ,L ,J R S , Segundo informe, cit., p. 35).
917Ibídem, p. 145.
919Vide P. V , en C C , L , J R
S , Segundo informe, cit., p. 46; R. B L , Fundamentos, cit., pp. 104 y 105 y J. A.
O A , Temas de Derecho de familia, Editorial Metropolitana, Santiago de Chile, 2008,
pp. 259-285.
920Vide H. C T , Separación, cit., pp. 140 y 141, y R. R P , Derecho de
Familia, 7ª ed., p. 72.
922La opción por la custodia compartida, tendencia en actual progreso para enfrentar de mejor
manera las rupturas de las parejas con hijos, puede ser apreciada en I. T P , "La ruptura de
la pareja con hijos. La opción por la custodia compartida", en W. H et alii, Factores y contenidos
de la evolución del Derecho de familia, Montevideo 2008, Universidad de Montevideo, pp. 45-65.
923Vide arts. 21, 22, 27 y 31 de la Ley Nº 19.947, e infra, letra d) de este capítulo.
924Vide art. 29, en concordancia con lo dispuesto en el art. 23, ambos de la Ley Nº 19.947.
927La doctrina de los actos propios postula que "quien induzca a otros a realizar un determinado
acto, no podrá invocar posteriormente que aquél ha infringido con este acto la ley". Vide M. H ,
Derecho Económico Internacional, Diké, Medellín, 1998, pp. 39 y 40.
933Vide arts. 38, 39, 40 y 41 de la Ley Nº 19.947. Para un estudio en profundidad de los efectos
jurídicos en España de la reconciliación de los cónyuges, vide I. T P , La reconciliación de
los cónyuges, cit., pp. 77 y ss.
941Vide art. 21 de la Ley Nº 19.947. Para una apreciación del contenido del convenio, referido a la
regulación de las relaciones mutuas de los cónyuges en el Derecho español, vide E. R T , "El
convenio regulador y los conceptos de alimentos, cargas familiares, pensión por desequilibrio e
indemnización en caso de nulidad", en VV. AA., Convenios reguladores de las crisis, cit., pp. 175 y ss.
942Dispone al efecto el inciso segundo del artículo 21 de la LMC, modificado por el artículo 3º de la
Ley Nº 20.680, de 21 junio de 2013: "En todo caso, si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular
también, a lo menos, el régimen aplicable a los alimentos, al cuidado personal y a la relación directa y
regular que mantendrá con los hijos aquel de los padres que no los tuviere bajo su cuidado. En este
mismo acuerdo, los padres podrán convenir un régimen de cuidado personal compartido".
Sobre el concepto y ámbito de aplicación de la relación directa y regular y el régimen del cuidado
personal de los hijos, considérese en la Revista del Magíster y Doctorado en Derecho, Universidad de
Chile, 4 (2011), M. G D T , Relación directa y regular como efecto de la ruptura, pp. 121-
131 y M. S. R , La atribución del cuidado personal de los niños en el nuevo Derecho de
familia, pp. 101-108. Asimismo, M. A S M , Efectos jurídicos, cit., pp. 379 y ss.
944La Excma. Corte Suprema de Justicia ha considerado que, además del reconocimiento de la
existencia y validez del convenio regulador, debe tenerse en consideración la protección que el
ordenamiento jurídico consagra e impone como deber de control judicial, resaltando aquí el principio del
interés superior del hijo, materializado en la debida consideración de su opinión y la de los facultativos
sobre el tema, todo ello procurando la plena satisfacción de sus derechos (SCS de 6.08.2012, rol
Nº 2022-2012, L. Cordero Vega (dir.), ¿Qué pasó en la semana? Fallos destacados de la Corte
Suprema (2012-2013), Santiago de Chile, 2013, LegalPublishing/Thomson Reuters, pp. 119 y ss.; cita
on line CL/JUR/1629/2012; 62326). En el mismo sentido, considérese el pronunciamiento ante el caso
de inhabilidad de la madre para ejercer el cuidado de sus hijos, en CSJ, rol Nº 7150-2012, de 14 de
enero de 2013 (cita on line CL/JUR/88/2013; 63650) y frente a la pretensión de alteración de la
titularidad del cuidado personal, en SCS rol Nº 7545-2011, de 30 de abril de 2012 (CL/JUR/857/2012;
60583).
945La Ley Nº 20.680, originada en sendas mociones de dos grupos de diputados, introduce
modificaciones al Código Civil y a otros cuerpos legales, con el objeto de proteger la integridad del
menor en caso de que sus padres vivan separados, introduciendo a la vez la custodia compartida de
los padres respecto de los hijos luego de la separación conyugal. Fue promulgada con fecha 16 de
junio de 2013 y publicada en el Diario Oficial el 21 de junio del mismo año (Vide Boletines Nºs. 5917-18
y 7007-18).
946Cfr. L G , Fabiola, Cuidado personal de los hijos, PuntoLex, Santiago de Chile, 2005,
p. 108.
Finalmente, respecto de las relaciones que es posible establecer en las familias reconstituidas y sus
efectos, vide M. S , Derecho de familia italiano, cit., pp. 56 y ss.
953Vide arts. 225 incisos cuarto, quinto, sexto; 225-2 y 229 del Código Civil.
960El artículo 305 del Código Civil fue modificado por el artículo tercero, Nº 22 de la Ley Nº 19.947,
de 17 de mayo de 2004, entrando en vigor el 17 de noviembre del mismo año. Antes de su reforma,
sólo hacía referencia al estado civil de casado o viudo.
967Prescribe el art. 1796 del CC: "Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad".
970La denominación del capítulo fue sugerida por René Abeliuk, durante las sesiones de trabajo que
antecedieron a la elaboración de la indicación sustitutiva del Ejecutivo, concretamente en el Sernam,
siendo posteriormente recogida en el texto definitivo aprobado por la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y Reglamento del Senado. Véase, además, I V , Alejandra, "El
divorcio", en Vidal Olivares, Álvaro (coord.), El nuevo Derecho chileno del matrimonio, Santiago de
Chile, 2006, Editorial Jurídica de Chile, p. 162.
972Cfr. Martínez de Aguirre, en Comentarios al Código Civil, coord. por Rams Albesa, J. y Moreno
Florez, R. Ma., t. II, vol. 1º: Libro Primero Tít. I a IV, Bosch, Barcelona, 2000, pp. 237 y ss.. Asimismo,
C B , Margarita, "Capítulo 11/La separación", en Yzquierdo Tolsada, Mariano y Cuena
Casas, Matilde (directores), Tratado de Derecho de la Familia, volumen II, (2ª ed.), Las crisis
matrimoniales, Thomson Reuters/Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2017, p. 252.
973Vide art. 11 de la Ley Nº 19.451, que establece normas sobre trasplante y donación de órganos.
974Cfr. R A , "Los desaparecidos y el derecho sucesorio: Ley Nº 17.894", en T
R , Mauricio; G R , María Paz, y V T , Javiera, Estudios de Derecho
Civil en Homenaje a Gonzalo Figueroa Yáñez, LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile,
2014, pp. 543-544.
976Prescribe el art. 80 del CC: "Se presume muerto el individuo que ha desaparecido, ignorándose si
vive, y verificándose las condiciones que van a expresarse". Véase el tratamiento comparado de la
materia en H. L R , El divorcio, cit., pp. 17-19.
977Una situación de interés jurídico, no prevista en la antigua LMC, es expuesta con motivo del
supuesto de muerte de uno de los cónyuges pendiente el juicio de divorcio, en M. B P , "La
muerte de uno de los cónyuges pendiente el juicio de divorcio", en C. Pizarro Wilson (coord.), Estudios
de Derecho Civil IV, Santiago de Chile, 2009, LegalPublishing, pp. 159-171. Para otras situaciones
cubiertas por la norma, vide F. R C , "La terminación del matrimonio", en E. Alcalde Rodríguez y
H. Fábrega Vega (coord.), Estudios en homenaje a Pablo Rodríguez Grez, Santiago de Chile, 2009,
Ediciones Universidad del Desarrollo, pp. 89-71.
980La nulidad del matrimonio, según Ruggiero, es la destrucción del vínculo conyugal, el cual solo
aparentemente ha existido, ya que legalmente el vínculo es imperfecto. (C. R , Instituciones de
Derecho Civil, tomo I, Madrid, 1979, Reus, p. 303. Asimismo, véase L. C S , Explicaciones de
Derecho Civil Chileno y Comparado, tomo I, Santiago de Chile, 1898, p. 417.
996Vide art. 47, en concordancia con el art. 46 de la LMC. Para la profundización del caso fundado
en la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto, considérese C. Á N y M. B
P , "El principio de la continuidad de la persona del causante: el problema de la legitimación en
las acciones de nulidad de matrimonio. Consecuencias patrimoniales", en A. V B , Estudios de
Derecho Civil V, cit., pp. 411-425.
1000O A , Juan Andrés, Temas de derecho de familia, Ed. Metropolitana, Santiago, 2007,
pp. 287-301.
Para una síntesis de la evolución del concepto de divorcio en la doctrina nacional, considérese en
orden cronológico R. B L , Origen y desarrollo del matrimonio y el divorcio en la familia
humana, Santiago de Chile, 1909, La Ilustración; B. P H , Sinopsis de Derecho de
Familia, Santiago de Chile, 1944, Nascimento, pp. 19 y 44 y ss.; M. S U , Derecho
de Familia, Santiago de Chile, 1946, Nascimento, pp. 97 y ss.; H. L R , Divorcio, cit.; G.
F Y et alii, El divorcio, Valparaíso 1973, Edeval/Instituto de Docencia e Investigación
Jurídicas, y E. V L , Familia, divorcio y moral, Santiago de Chile, 1994, Editorial Jurídica
de Chile.
1005H. C C , "Derecho familiar peruano", Lima, 1999, 10ª ed., Gaceta Jurídica, p. 323, y
H. L R , El divorcio, cit., p. 27.
1007C , Salvador, "Madurez afectiva y madurez conyugal", en Bañares, Juan Ignacio y Bosch,
Jordi (directores), Consentimiento matrimonial e inmadurez afectiva, Navarra Gráfica Ediciones,
Pamplona, 2005, p. 101.
1008Vide artículo 19 de la LMC de 1884, fijada en texto refundido por D.F.L. Nº 2 de 26 de diciembre
de 1996.
1012Cfr. P. V , Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2005, Academia Judicial de Chile,
p. 26.
1014Así, vide C. P G , Seminario nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2004,
Colegio de Abogados de Chile, p. 59. La adopción de un sistema multicausal no ha sido pacífica, toda
vez que, sin perjuicio del apoyo parcial que recibe la inclusión del divorcio sanción por razones de
justicia en favor del cónyuge inocente, la opinión preponderante en la doctrina, ya en 1972, señalaba
que era preferible una causal genérica, de aplicación controlada —en palabras de Domínguez— junto
con la creación de mecanismos destinados a fortalecer la institución matrimonial y la familia. Cfr. G.
F Y et alii, El divorcio, cit., pp. 34-43.
1015La posición doctrinal católica frente al divorcio, con sus evidentes desafíos y contradicciones, es
significativamente expuesta por Rincón-Pérez, para quien, "es indudable que la situación concreta, el
contexto social en el que vive una persona determinada, condicionan eficientemente su conciencia
moral, su respuesta a las exigencias evangélicas. El católico que viva inmerso en un contexto social en
el que está plenamente admitido y legalizado el divorcio, tendrá expuesta su vida matrimonial a una
tentación mayor de infidelidad que aquel otro que vive en un clima socialmente antidivorcista"
(T. R -P , El matrimonio cristiano, Pamplona, 1997, Eunsa, p. 53. En un sentido contrario,
dentro de la comunidad católica, considérese la visión de Pospishil, ibídem, p. 53).
Una visión extremadamente crítica de las posiciones antidivorcistas y del papel desempeñado por la
Iglesia católica en Chile, luego de la entrada en vigor de la LMC de 1884, es la planteada por Briones
Luco, uno de los impulsores de los primeros proyectos de divorcio, quien afirmó que el divorcio, "o sea
la ruptura del vínculo matrimonial, que el Derecho romano y la mayoría de las legislaciones antiguas y
modernas han aceptado como un principio de derecho, encontró en su desarrollo histórico un
adversario tenaz en el catolicismo". A su alrededor, prosigue Briones, "se han agrupado todos los que
condenan el divorcio; pero no todos lo combaten con argumentos religiosos: se invocan la moral, el
orden social, la condición de los hijos, el abuso que revelan las estadísticas, y otras razones de mayor o
menor valía". R. B L , Origen y desarrollo del matrimonio, cit., p. 183.
1016Cfr. P. B , R. D , H. L y D. P , en G. F Y et alii, El
Divorcio, Instituto de Docencia e Investigación Jurídicas/Edeval, Valparaíso, 1973, pp. 68, 69, 77 y 80.
Asimismo, considérese M. A S M , Efectos jurídicos del divorcio, Santiago de Chile, 2011,
Abeledo Perrot/Thomson Reuters. Asimismo, H. T L , "El divorcio como causal de
desafectación de un bien declarado familiar", en A. V B et alii, Estudios de Derecho Civil V,
cit., pp. 401-408.
Entre los autores que manifestaron reparos, Díaz Vergara alertó sobre el impacto de una ley de
divorcio en el aumento del número de rupturas matrimoniales, resaltando que menores barreras
legales, económicas y sociales y la aceptación social del divorcio incrementarán el número de
separaciones matrimoniales, favoreciendo que crisis pasajeras se transformen en permanentes (Cfr. C.
D V , "Consecuencias económicas y sociales de la aceptación de una ley de divorcio
vincular", en P. Morandé Court [coord.], Controversia sobre familia y divorcio, Santiago de Chile, 1997,
Ediciones Universidad Católica de Chile, pp. 33-65).
Una visión muy crítica del efecto en la familia de la aprobación del divorcio fue expresada por
Cristóbal Orrego, quien apuntó que "los corifeos del divorcio siguen repitiendo dogmáticamente —sin
argumentos— que la ley de divorcio solamente regula las rupturas, sin influir en que se produzcan", con
lo cual, concluyó, "deben ser las únicas leyes que no influyen en la conducta de la gente" (C. O ,
en El Mercurio, 17 de junio de 2007, cuerpo D, p. 16).
La mutación del carácter de institución de orden público del matrimonio hacia la esfera del derecho
estrictamente privado es asumido como un efecto ineludible de la reforma del Derecho matrimonial, por
parte de la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica de Chile, en consonancia con los argumentos
citados por la Iglesia en España, con ocasión de la reforma de 1981. El corolario de la posición
sustentada en Chile confronta uno de los pilares de la promoción del divorcio remedio, al advertir que la
disolución del matrimonio, "que algunos quieren considerar un mal menor, pasaría a ser un virtual bien
jurídico" (C E C , Declaración del Comité Permanente, Santiago de Chile, 6
de noviembre de 2001).
Romo, por su parte, alertó que "al aprobar el divorcio vincular, el proyecto de ley lleva a que el Estado
Chileno deje de dar su reconocimiento al matrimonio indisoluble, para darlo exclusivamente al
matrimonio disoluble, con lo cual se genera una fuente potencial de conflictos entre el Estado y la
Iglesia Católica, la cual no podría dejar de bendecir los matrimonios de aquellos cuya conciencia
cristiana les exija no asumir una disposición legal, por no ser conforme a la voluntad de Dios, que es el
primer legislador para ellos" (W. R , en C C , L , J
R S , Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y
Reglamento, recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que establece una nueva
Ley de Matrimonio Civil, Boletín Nº 1759-18, carpeta 2, Intervenciones de los invitados, p. 26).
Finalmente, para analizar los argumentos centrados en los efectos económicos negativos del
divorcio, vide intervención de C. A. D , ibídem, p. 51 y, contemporáneamente, M. A S M ,
Efectos jurídicos del divorcio, Abeledo Perrot, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011, pp. 5-12.
1023Para un análisis de las posiciones favorables a la introducción legal del divorcio vincular, vide en
la obra colectiva coordinada por Gonzalo Figueroa (G. F Y et alii, El divorcio, Santiago de
Chile, 1973, Edeval), las opiniones a favor de Fernando Fueyo, p. 12; Claudio Illanes, p. 24; Sergio
Fernández, p. 27; Daniel Peñailillo, p. 28; Juan Arellano, p. 28 y Gonzalo Figueroa, p. 30. Se suman a
los anteriores E. V L , Familia, divorcio y moral, Santiago de Chile 1994, Editorial Jurídica
de Chile, pp. 34 y 58;
En la doctrina contemporánea a la discusión parlamentaria del proyecto de nueva LMC, considérese
R. R P , Derecho de familia, Santiago de Chile, 2007, 5ª ed., Editorial Jurídica de Chile,
p. 100; J. A. O A , Análisis de la nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile 2004,
Editorial Metropolitana, p. 179; R. B L , "Divorcio en Chile: de la hipocresía al cinismo", en
Mesa Redonda, Universidad Central, Trineo; C. P G , "Sobre las rupturas matrimoniales",
en C. M V , Diálogo en torno a las rupturas matrimoniales, Santiago de Chile, 1994,
Fundación Konrad Adenauer, pp. 132 y ss.
En particular, Abeliuk afirma que "no porque exista divorcio las parejas dejarán de separarse y si no
se les permite disolver el vínculo, igualmente formarán nuevas parejas, sólo que al margen de la ley,
con grave daño para el nuevo grupo familiar y sin beneficio alguno para el anterior, desde el momento
en que se suprimió la diferencia entre los hijos legítimos y los que no lo eran". A juicio del autor citado,
"los males que se atribuyen al divorcio resultan más bien fruto de la ruptura matrimonial y que el
divorcio tiene con ellos la misma relación que el tratamiento médico respecto de una enfermedad. Sólo
que la ruptura de la pareja es una enfermedad social y el divorcio un tratamiento que favorece
principalmente en lo inmediato a quien la provoca (R. A M , El divorcio, Santiago de
Chile, 2002, Ediciones del Instituto Laico de Estudios Contemporáneos, p. 10).
Otras opiniones fueron emitidas en el debate público, como Pablo Rodríguez Grez, con su propuesta
de divorcio restringido o concebido como recurso extremo (P. R G , "Alcance a proyecto de
ley de divorcio", en La Tercera de la Hora, Santiago de Chile, 22 de julio de 1991, y Actualidad Jurídica,
20 [2009], pp. 366 y 420), y durante la discusión parlamentaria, como ocurrió con Paulina Veloso,
asesora jurídica del Sernam durante el período de discusión de la ley, quien fundamentó su apoyo a la
iniciativa en la legitimidad histórica y presente de la institución, recurriendo para sus afirmaciones a
posturas ampliamente recogidas en el Derecho comparado, reconociendo dicha fuente, pero con la
amplitud que la misma extensión de su tratamiento legislativo exige.
En su presentación ante el Senado, Veloso destacó los cuatro criterios que, a su juicio, están
presentes en el debate a propósito del divorcio, y que no necesariamente el proyecto, en dicha
oportunidad —recogía adecuadamente—, dando cuenta de la oposición desde sectores de izquierda al
texto, por considerarlo aún insuficiente para las necesidades actuales y la coherencia debida de la
institución con las exigencias actuales. Los criterios, expuestos como principio sobre la materia, aludían
en primer lugar al reconocimiento de la autonomía personal, entendido como el derecho de cada
persona para fijar su propio plan de vida y que, por tanto, exige respeto a su voluntad de no perseverar
en un matrimonio fracasado; en segundo lugar, al principio de dignidad de la persona y el matrimonio,
atendiendo a la necesidad de contemplar privilegiadamente el respeto al afecto o amor como causa del
matrimonio, a diferencia de los fundamentos de antaño, ligados a cuestiones eminentemente
económicas; en tercer lugar, la protección de la intimidad y privacidad de la pareja y, en cuarto lugar, la
emergente preocupación central por la protección de los menores y del cónyuge en situación más
desfavorecida (P. V , en C C ,L ,J R
S , Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, recaído
en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que establece una nueva Ley de Matrimonio
Civil, Boletín Nº 1759-18, carpeta 2, intervenciones de los invitados, p. 46).
A las opiniones anteriores, deben sumarse las expresadas por representantes de grupos religiosos,
como la comunidad evangélica y la comunidad judía. Respecto de la posición de esta última, Bitrán,
Presidente del Consejo Representativo de Entidades Judías en Chile (CREJ), manifestó en carta
dirigida al Ministro de Justicia la posición de la comunidad religiosa frente al divorcio. En ella señala que
"la ley judía no considera el divorcio como un castigo por un crimen, sino simplemente como un franco
reconocimiento de que el matrimonio ha fracasado: por lo tanto, los motivos por los cuales se puede
aducir el divorcio no se limitan sólo al adulterio o algún otro acto criminal. El hecho de que ambas
partes reconozcan que no pueden vivir juntas en felicidad o por lo menos en convivencia pacífica,
constituye el motivo más poderoso para el divorcio. La ley rabínica enumera varias razones para éste:
incompatibilidad de caracteres, de hábitos personales, cambio en el trabajo, cambio del país, etc.
Cualquiera de estas u otras razones pueden ser invocadas por el esposo o esposa al tramitar el
divorcio ante las cortes rabínicas conservadoras" (S. B , Carta dirigida al Ministro de Justicia de
Chile, Luis Bates).
1026El régimen del divorcio está normado en la Ley de Matrimonio Civil, en línea concordante con lo
ya expuesto por la doctrina en los años precedentes a su entrada en vigor en 2004, destacando en tal
sentido lo expuesto por Ramón Domínguez, Claudio Illanes y Hernán Larraín, para quienes una futura
legislación sobre divorcio "deberá constituir un conjunto de modificaciones al articulado del Código Civil
y de la Ley de Matrimonio Civil", como finalmente aconteció. Vide G. F Y et alii, El
divorcio, cit., p. 32.
1027Para una definición doctrinal de divorcio, considérese la opinión de Cornejo Chávez, para quien
el divorcio "consiste en que los cónyuges, después de un trámite más o menos lato, obtienen la
declaración de que su matrimonio ha terminado y que pueden, en consecuencia, contraer otro (H.
C C , Derecho familiar peruano, cit., p. 323). Larraín, por su parte, define el divorcio como
la "ruptura de un matrimonio válido viviendo ambos cónyuges, o sea es la disolución absoluta plena y
duradera del vínculo del matrimonio, pudiendo, por lo tanto, ambos cónyuges contraer nuevas nupcias
(H. L R , Divorcio. Estudio de Derecho Civil comparado, Santiago de Chile, 1966, Editorial
Jurídica de Chile, p. 23). Para otras definiciones en la doctrina chilena tradicional, vide M. S
U , Derecho de familia, cit., p. 109; E. V L , Familia, divorcio y moral, Santiago
de Chile, 1994, Editorial Jurídica de Chile, p. 25, y E. R S , Manual de Derecho de
familia, Santiago de Chile, 1992, 6ª ed., Editorial Jurídica de Chile, p. 68.
1028Cfr., entre otros autores, I V , Alejandra, El divorcio, cit., pp. 164 y 165.
1029Véase, en esta parte, la opinión de la autora y la jurisprudencia citada, en M. A S
M , Efectos jurídicos del divorcio, Abeledo Perrot, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011,
pp. 26-45.
1032Entre otros, Pizarro, Veloso y Tapia. Para la opinión de los dos primeros autores, vide K. E ,
Seminario Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile 2005, Academia Judicial, pp. 13 y 66.
Veloso rechaza su incorporación, ya que transforma los juicios en una guerra entre los cónyuges, que
termina por causar tremendos efectos nocivos en la familia y especialmente en los hijos, que son
utilizados muchas veces para desequilibrar el conflicto. Las razones jurídicas para rechazar el divorcio
por causal subjetiva remiten a la probable arbitrariedad de la sentencia, como podría apreciarse
ejemplarmente en los casos de adulterio, ya que se enfrentarán a la imposibilidad de establecer un solo
culpable, envenenando de paso la convivencia y vulnerando la intimidad (P. V , C
C ,L ,J R S , Segundo Informe de la Comisión
de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite
constitucional, que establece una nueva Ley de Matrimonio Civil, Boletín Nº 1759-18, p. 48). Para la
opinión de Mauricio Tapia, vide M. T R , "Nulidad y divorcio en el proyecto de Ley de
Matrimonio Civil", en Estudios Públicos, 86, 2002, pp. 233-239.
1034En contra, Corral ha argumentado que la intimidad de la familia "se hace pública en los estrados
judiciales en muchas ocasiones, y nadie se extraña por ello: juicios de violencia intrafamiliar, juicios de
alimentos, juicios de tuición", a lo cual se suma que los divorcios por cese de convivencia también dan
lugar a ventilar cuestiones íntimas, como ocurre con la discusión sobre la compensación económica
(Cfr. H. C T , Separación, cit., p. 122). Lamentablemente, estimamos que el profesor
Corral equivoca la perspectiva para enfrentar este delicado problema, ya que los ejemplos usuales a los
cuales se aplica corresponden a situaciones inevitables en que prima objetivamente el interés público
por sobre el privado, tal como ocurre en el delito de violencia intrafamiliar, abandono de menores e
incumplimiento de la obligación de alimentos, en que la asimilación del divorcio a estas graves faltas no
procede, a menos que se sostenga que el divorcio en sí mismo es una falta y no la constatación jurídica
de un quiebre ocurrido en la esfera de la intimidad y cuyas causas se remiten al terreno de la íntima
conciencia.
1038Remitiéndose a la jurisprudencia francesa, Illanes sostiene que "el mero hecho de pedir el
divorcio es el reconocimiento del carácter intolerable de la vida en común" (I V , Alejandra,
El divorcio, cit., p. 172).
1040Durante la tramitación de la ley, dos indicaciones pretendieron convertir en taxativos los casos
de divorcio por culpa, que el proyecto enunciaba a modo ejemplar. Sin embargo, la Comisión no
compartió el criterio, "ratificando la idea de que la causal del divorcio por culpa es la contenida en el
inciso primero, porque el inciso segundo es una mera enunciación de algunos casos en que se
configuran tales requisitos. Para los detalles de las indicaciones señaladas, presentadas por los
senadores Stange y Canessa, vide C C ,L ,J R
S , Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento,
recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que establece una nueva Ley de
Matrimonio Civil, Boletín Nº 1759-18, p. 61.
1041Los supuestos de hecho en que se basa el alegato de la causal respectiva deberán ser
probados, tal como lo consigna el considerando 2º de la sentencia de la CA de Santiago, rol Nº 2079-
2012, de 22 de marzo de 2013 (CL/JUR/628/2013; 64546).
1044La ley derogada consagraba la causal, refiriendo a malos tratamientos graves y repetidos de
obra o de palabra, concordando con la noción de sevicia atroz o crueldad atroz, en los términos del
art. 172 del CC. La ley vigente, a diferencia del orden contemplado en el art. 21 de la LMC de 1884,
ubica en el primer lugar de las conductas reprochables el atentado contra la vida del cónyuge o de sus
hijos, postergando la inclusión del adulterio a un segundo lugar, dando así cuenta del cambio en la
valoración de los bienes jurídicos protegidos.
1048Artículo 54 Nº 2, LMC.
1049R. C , Derecho civil. Personas, México, 2002, Editorial Jurídica Universitaria, p. 182.
1051E. S , Separación personal y divorcio, I, Buenos Aires 2004, 2ª ed., La Ley, p. 181.
1052Sambrizzi cita abundantes ejemplos de infidelidad moral, aceptados por los tribunales
argentinos, entre los cuales se cuentan la exhibición reiterada de cualquiera de los cónyuges con
personas del otro sexo, como consecuencia de una relación sospechosa o equívoca; el hecho de haber
mantenido el marido relaciones sentimentales con otra mujer, aunque hubieran sido correctas; haber la
mujer concurrido a fiestas o reuniones acompañada por un extraño, sin un motivo justificado; frecuentar
el marido la compañía de mujeres de dudosa moral, la propensión de este de requerir de amores a
otras mujeres, y haber hecho alarde de mantener relaciones fuera del matrimonio (ibídem, pp. 181-
182).
1054A modo de referencia histórica del tratamiento jurídico del tema, es interesante consignar la
opinión de Hernán Larraín, para quien no son constitutivos de adulterio, "los actos deshonestos o los
contactos sexuales sin cópula ni las intimidades más o menos deshonestas [sic]". Entendiendo que el
adulterio requiere como elemento material el enlace sexual con personas de otro sexo que no sea su
cónyuge, descartaba como adulterio a la pederastia, el contacto con animales y otras variantes de
perversión sexual, pues serían una forma de masturbación pero no una relación o enlace sexual,
apreciación que la evolución de las valoraciones sociales sobre las dimensiones personales y sociales
de la sexualidad recepcionada en una nueva tipificación de los delitos sexuales dejarían obsoleta
(Cfr. H. L R , El divorcio, cit., pp. 186 y 187).
1057Para su caracterización, ver F , Sigmund, Tres ensayos sobre teoría sexual, 3ª edición,
traducción de Luis López Ballesteros y Ramón Rey, Alianza Editorial, Madrid, 2012, pp. 136-144.
1061Esta posición ha sido reforzada por una sentencia del Tribunal Constitucional, recaída en un
recurso de inaplicabilidad por inconstitucionalidad de la causal de divorcio de conducta homosexual,
expuesto por un varón demandado de divorcio por su cónyuge basado en el 54 Nº 4 LMC, alegando
precisamente que la causal era abiertamente desigual y arbitraria, al ser solo aplicable a los
homosexuales. El caso del demandante trata de un varón que inició una relación homosexual tras
separarse de su mujer, con la cual convivía, alegando que mientras duró la relación jamás realizó
conductas homosexuales pues asumió su condición tras dejar el hogar común (vide Sentencia del
Tribunal Constitucional rol Nº 2435-13-INA, de fecha 10 de abril de 2014).
1062Cfr. G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, pp. 123-124.
1066G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot /LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, p. 112.
1070Este se caracteriza por la "modificación del comportamiento y otras reacciones que comprenden
siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco, en forma continua o periódica, con el propósito de
experimentar sus efectos psíquicos y, a veces, para evitar el malestar producido por la privación. La
dependencia puede ir o no acompañada de tolerancia y una misma persona puede ser dependiente de
uno o más fármacos. Vide J. F. K y D. C. C , citados en J. B , Drogodependencia y
crisis conyugales, cit., p. 10.
1075Ibídem, p. 277.
1076Así, es expresiva de esta tendencia la norma establecida en el art. 154 Nº 7º del CC de
Colombia, que dispone: "Toda conducta de uno de los cónyuges tendiente a corromper o pervertir al
otro, a un descendiente o a personas que estén a su cuidado y vivan bajo su mismo techo".
1078Ibídem, p. 194.
1083Vide SCA de Talca de 30 de agosto de 2012, redactada por el abogado integrante y profesor de
la Universidad de Talca, Ruperto Pinochet Olave, en la cual se reconoce la consideración de
responsabilidad civil en una causa de Derecho de familia. Asimismo, F. H V , "Reparación por
incumplimiento de los deberes matrimoniales", en J. A. V B et alii, Estudios de Derecho Civil,
t. V, Santiago de Chile, 2011, Abeledo Perrot, pp. 105-113.
1086Así, vide sentencia dictada por la Corte de Apelaciones de La Serena, de fecha 3 de noviembre
de 2006, recaída en la causa rol Nº 1279-2006, que, asumiendo el sistema de divorcio causado, exige
que se acredite suficientemente en el proceso la concurrencia de alguna de las causales contempladas
en la ley. Cfr. VV. AA., Familia, legislación y jurisprudencia, Santiago de Chile, 2007, PuntoLex, p. 385.
1087Los plazos exigidos para demandar el divorcio fueron acortados durante la tramitación en el
Senado, pues la indicación sustitutiva proponía previamente, el transcurso de dos años de separación,
por lo que el plazo exigido en definitiva era de tres años, para el caso del divorcio basado en la
comisión de un hecho imputable al otro cónyuge, o de cuatro años en el caso de existir acuerdo mutuo.
La justificación original de la indicación, aplicable también para validar la exigencia del plazo, se
fundamentaba en la necesidad social de promover que la decisión tan radical de demandar el divorcio
respondiera a una decisión suficientemente meditada y no a una reacción pasional derivada de una
desavenencia menor y ocasional. Este período de reflexión materializado en la separación de cuerpos,
además, habría permitido a el o los cónyuges en conflicto evaluar la conveniencia y desventajas de
mantener la unión conyugal en aquellos casos en que el motivo de la desavenencia no tuviera los
ribetes de gravedad que podrían justificar la radicalidad de la medida adoptada Vide C
C , L , J R S , Segundo informe, cit, p. 20.
Asimismo, O A , Juan Andrés, Análisis de la nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de
Chile, 2004, Editorial Jurídica de Chile, p. 179.
1090Señala Cornejo Chávez que la aplicación del principio tendría por consecuencia que todos los
comercios tambalearían. "Imagínese el caso de un contrato de arrendamiento o de venta, cualquiera de
las partes podría decidir anularlo sin necesidad de un acuerdo y todos sabemos que eso no funciona. El
matrimonio es así, un acuerdo entre dos partes, y si llega un momento en que la relación no da más,
pues tendrán que ser ambos quienes legalmente lo determinen. De aprobarse este proyecto se estaría
abriendo una puerta por donde entraría de todo" (H. C C , Derecho familiar peruano, cit.,
p. 352).
1091Esta es la posición extrema, que en definitiva ha terminado por aceptar el legislador español,
mediante la Ley 15/2005, en que basta que uno de los cónyuges no desee la continuación del
matrimonio para que pueda demandar el divorcio, sin que el demandado pueda oponerse a la petición
por motivos materiales y sin que el Juez pueda rechazar la petición, salvo por motivos procesales. Cfr.
L. P A , "Bases de la nueva regulación del Derecho Matrimonial español", en J. M.
N V , El nuevo Derecho de familia: modificaciones legislativas y tendencias doctrinales,
Madrid, 2006, Civitas, pp. 22-25.
1096Cfr. "Labbe Liebbe, Domingo Vicente con Estévez Contreras, María", en Revista de Derecho y
Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, t. CIII, 2 (2006), pp. 745-747.
1097Dispone el art. 53 de la LMC: "El divorcio pone término al matrimonio, pero no afectará en modo
alguno la filiación ya determinada ni los derechos y obligaciones que emanan de ella".
1101Ibídem, p. 48.
1102Para un análisis completo de los efectos del divorcio en el derecho matrimonial chileno,
considérese la obra monográfica de Marcela Acuña San Martín sobre la materia, luego profundizada en
los efectos respecto de los hijos en obras posteriores de la autora (A S M , Marcela,
Efectos jurídicos del divorcio, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011).
1110El principio de autorresponsabilidad implicaría que "una vez declarado el divorcio cada cual debe
satisfacer sus propias necesidades", siendo las personas que se divorcian responsables de su propio
bienestar. En opinión de la autora, su consagración normativa en Chile estaría en el artículo 60 de la
LMC, constituyendo la compensación económica una excepción al principio. No serían conciliables con
el art. 60, y con este principio, las compensaciones que transgredan ampliamente límites temporales
razonables, por lo que en aplicación del principio, los efectos del divorcio (vide R F ,
Carolina, "La autorresponsabilidad y los efectos del divorcio", en L , Cristián y G T ,
Maricruz, Estudios de Derecho Familiar I, Actas de las Primeras Jornadas Nacionales de Derecho de
Familia, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2016, pp. 11 y 112).
1112Art. 60 LMC. Vide T , Susan, "La compensación económica en la Nueva Ley de Matrimonio
Civil: tres cuestiones dogmáticas", en Lepin, Cristian (director), Compensación económica. Doctrinas
esenciales, LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2013, p. 14. Asimismo, considérese
T L , Hernán, "El divorcio como causal de desafectación de un bien declarado
familiar, Comentario a propósito de un fallo reciente", en Corral Talciani et alii (coord.), Estudios de
Derecho Civil, tomo V, Familia y Derecho sucesorio, Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile,
2011 (Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009), pp. 401-408); A S M , Marcela,
Efectos jurídicos del divorcio, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011, pp. 225-258.
En cuanto a los efectos del divorcio respecto de los bienes familiares, ver A S M ,
Marcela, Efectos jurídicos del divorcio, Abeledo Perrot/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2011,
pp. 258-282; y C , Eduardo, "Divorcio y desafectación de bienes familiares", en L , Cristián y
G T , Maricruz, Estudios de Derecho Familiar I, Actas de las Primeras Jornadas
Nacionales de Derecho de Familia, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2016, pp. 113-119.
En lo relativo a los efectos del divorcio por culpa en el caso del cónyuge beneficiario de la
compensación y para el cónyuge deudor, véase C T , Hernán, "Divorcio por culpa y
compensación económica" (429-442), en Lepin, Cristián (director), Compensación económica.
Doctrinas esenciales, Thomson Reuters/Legal Publishing, Santiago de Chile, 2013, pp. 429-442.
Asimismo, considérese S H , Claudia, "Procedencia de la compensación económica en juicio
de divorcio por culpa y cese de la convivencia por petición unilateral por más de tres años", en Lepin,
Cristián (director), Compensación económica doctrinas esenciales..., cit., pp. 419-428. En el derecho
español reciente, ver O A , Marta, La cuantificación de las prestaciones económicas en las
rupturas de pareja, Bosch/Wolters Kluwer, Barcelona, 2017.
1121Una situación ilustrativa es aportada por la aplicación del art. 85 del Código Civil español al
matrimonio canónico, en tanto que, con motivo de la regulación de la disolución del matrimonio civil,
enfatiza el legislador que tales causas se aplican a todo el matrimonio civil, "sea cual fuere la forma y
tiempo de su celebración", con el propósito de incluir en la referencia a todas las formas de celebración,
también al matrimonio celebrado en forma religiosa, en lo que respecta a sus efectos civiles.
Sin embargo, tanto en el caso de España como en el caso de Chile, en el primero por la vigencia del
Acuerdo con la Santa Sede sobre la validez del matrimonio canónico, y en el caso chileno por la
aplicación eficaz del reconocimiento de los efectos civiles al matrimonio religioso, no se extiende la
disolución del matrimonio declarada por el juez civil, al matrimonio válido celebrado en sede eclesial,
por cuanto no se trata primariamente de un matrimonio civil, sino de un matrimonio conforme al
Derecho canónico, al que se le reconocen efectos civiles y, por tanto, solo se disolverá por las causas
canónicas que correspondan.
En la perspectiva inversa, tampoco la terminación del matrimonio religioso tiene efecto legal sobre el
matrimonio civil, lo que habría sido posible si se hubiera contemplado la posibilidad de reconocimiento
civil de las resoluciones de los tribunales canónicos o de otras confesiones religiosas (Cfr. C. M
A A , Curso de Derecho civil, cit., p. 160). Destaca Martínez de Aguirre que lo que en
definitiva hace la ley civil "es privar a ese matrimonio canónico de efectos civiles; ante el Estado, es
como si no estuvieran casados (pero ante el Derecho de la Iglesia Católica siguen estando casados, y
por eso no pueden contraer nuevo matrimonio canónico)".
1122Vislumbrando la tendencia probable tras la aprobación de la LMC, Peña afirmó que "siempre
podrá erigirse o hacerse cuestión del ámbito material de aplicación de las reglas de divorcio porque,
como ustedes saben, en Chile, a la luz del artículo 20 de la ley, va a haber matrimonios contraídos
directamente ante el agente del Estado que es el Oficial Civil y matrimonios contraídos, por ejemplo,
bajo las reglas del Derecho canónico. La experiencia muestra que siempre, quienes son renuentes al
divorcio, van a pretender que las reglas de disolución se aplican solo, íntegramente en sentido técnico
estricto, a los matrimonios contraídos bajo rito estatal, pero se dirá, si se contrajo matrimonio bajo las
reglas de Derecho Canónico, propiamente no hay divorcio sino un retiro por parte del Estado de los
efectos civiles del matrimonio, permaneciendo los demás incólumes. Eso es algo que se ha discutido
también en el caso de Portugal y de Italia y se ha reconocido en parte del derecho vigente (Cfr. C. P
G , Seminario Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, 2004, Colegio de Abogados
de Chile, p. 72).
1127Un estudio completo sobre la crisis del modelo unilateral de cuidado personal de los hijos, en
L , Fabiola, "Bases para una reforma de las relaciones filiales personales en Chile", en Revista
del Magíster y Doctorado en Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), p. 69. Asimismo, V ,
Paulina, "Algunas reflexiones sobre la titularidad del cuidado personal", ibídem, pp. 109-118 y G
T , Maricruz, "La relación directa y regular como efecto de la ruptura", ibídem, pp. 119-131.
Una perspectiva crítica de la tuición o cuidado compartido, en R , María Sara, "La atribución
del cuidado personal de los niños en el nuevo Derecho chileno de familia", ibídem, pp. 104-105.
1129Cfr. R H , Francisco, "Las relaciones personales de los hijos tras las crisis
matrimonial de los progenitores. Incidencias y protección", en Revista del Magíster y Doctorado en
Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), p. 69. El autor refiere a diversos ejemplos en la jurisprudencia
europea, entre los cuales cabe destacar el caso de un progenitor, persona transexual que cambió de
sexo durante la vigencia de unas relaciones de visita, a la cual se restringió el derecho de visitas, pero
no en razón de su orientación sexual, sino por la "existencia de un riesgo relevante de alteración
efectiva de la salud emocional y del desarrollo de la personalidad del menor, dada su edad (seis años) y
la etapa evolutiva en que se encuentra".
1130Artículo 224, inciso primero, Código Civil. Véase también H P , Gabriel, Uniones
afectivo-sexuales y matrimonios entre personas del mismo sexo, Editorial Arcis, Santiago de Chile,
2009, pp. 102-113.
1131Artículo 244, inciso segundo, Código Civil (texto modificado por el artículo 1º, Nº 10, letra a, 9, de
la Ley Nº 20.680, de 21 de junio de 2013. Sobre la materia precedente, considérese L M ,
Cristián, "Modificación relación directa y regular ¿subsistencia del derecho a visitas?", pp. 133-149, en
T S , Susan y V B , Juan Andrés, Estudios de Derecho Civil IX,
LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2014, p. 133. Asimismo, considérese A S
M , Marcela, "Modificación del cuidado personal de los hijos por obstaculizar el ejercicio del
derecho de relación directa y regular", en Guzmán Brito, Alejandro (director científico), Aportaciones
adicionales a nuevos horizontes en el derecho privado, Ediciones Universitarias de Valparaíso,
Valparaíso, 2017, pp. 411-432.
1132La situación indicada da cuenta de una interferencia de tipo patológico, denominada por Richard
Gardner como "síndrome de alienación parental", caracterizado por "un conjunto de síntomas que
aparecen en el curso de la crisis de pareja cuando un progenitor influye decididamente en la conciencia
de sus hijos por distintos conductos y diferentes estrategias con objeto de obstaculizar los vínculos
afectivos con el otro progenitor, y luego sus relaciones personales". Se traduce en el influjo de un
progenitor sobre su hijo, expresado en la inculcación progresiva de sentimientos de rechazo hacia el
otro progenitor, generalmente en el período de mayor dependencia personal del niño respecto de quien
lo tiene bajo su cuidado. Sus efectos negativos generan un daño importante en la adaptación del niño a
su nueva realidad y desfigura la imagen de ambos padres frente al menor. Una variante es conocida
como "síndrome de la madre maliciosa", y tiene lugar con el mismo fin de perturbar la relación normal
del niño con su padre, pero por distintos medios, caracterizándose por obstaculizar los procesos
derivados de un juicio de divorcio (Cfr. R H , Francisco, "Las relaciones personales de
los hijos tras las crisis matrimonial de los progenitores. Incidencias y protección", en Revista del
Magíster y Doctorado en Derecho, Universidad de Chile, 4 (2011), pp. 71 y 72).
Para una visión crítica de la inconsistencia del sistema, asimilado a los alimentos, considérese C
M , Eduardo, "Acción de divorcio y excepción de no pago de alimentos", en V , Álvaro;
Severin, Gonzalo y Mejías, Claudia (editores), Estudios de Derecho Civil X, Thomson Reuters, Santiago
de Chile, 2015, pp. 188-205.
Finalmente, en cuanto a los medios alternos de solución de conflictos en materia familiar, incluida la
mediación, considérese G V , Leticia, La mediación familiar (Capítulo 16), en
Yzquierdo Tolsada, Mariano y Cuena Casas, Matilde (directores), Tratado de Derecho de la Familia,
volumen II, (2ª ed.), Las crisis matrimoniales, Thomson Reuters/Aranzadi, Cizur Menor (Navarra), 2017,
pp. 797-892, y G J , María Nora, "Aspectos relevantes de la mediación familiar en
Chile. Algunas reflexiones a diez años de su instalación", en Lepin, Cristián y Gómez de la Torre,
Maricruz (coordinadores), Estudios de Derecho Familiar I, Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2016,
pp. 317-325.
1142Artículo 67 LMC.
1146Vide D. P V , Algunos apuntes, cit., pp. 386 y 387. Modificado por el artículo 2º Nº 2
de la Ley Nº 20.286, de 15 de septiembre de 2008.
1152En contrario, véase P C , Inés, "El divorcio (II)", en Vidal Olivares, Álvaro
(coord.), El Nuevo Derecho Chileno del Matrimonio, Santiago de Chile, 2006, Editorial Jurídica de Chile,
p. 185.
1156La inclusión de la retroactividad del divorcio en España fue objeto de múltiples críticas, aplicando
el fundamento que establece que las leyes sólo excepcionalmente deben ser retroactivas y la de
divorcio, en particular, lesiona derechos adquiridos, atenta contra la seguridad jurídica y ofrece reparos
por la posible vulneración del art. 9.3 CE, a la vez que conlleva la alteración del contenido de una
relación jurídica bilateral por parte del Estado, que para estos efectos es un tercero. Cfr. J. F
O , El matrimonio canónico en el ordenamiento español, cit., p. 128.
1158Vide artículo 2º transitorio inciso cuarto de la LMC, agregado por el artículo 2º, Nº 8 de la Ley
Nº 20.286, de 15 de septiembre de 2008, en relación con los artículos 242 y siguientes del Código de
Procedimiento Civil.
1159B P , Manuel, "La muerte de uno de los cónyuges pendiente el juicio de divorcio", en
Corral Talciani et alii (coord.), Estudios de Derecho Civil, tomo V, Familia y Derecho sucesorio, Abeledo
Perrot/Legal Publishing, Santiago de Chile, 2011 (Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009),
pp. 300-301.
1163Cfr. B F , Fernando, "El orden público como límite al reconocimiento del divorcio
extranjero en la nueva regulación matrimonial civil", en Corral, Hernán et alii (coord.), Estudios de
Derecho Civil, t. V, Familia y Derecho sucesorio, Abeledo Perrot/Legal Publishing, Santiago de Chile,
2011 (Jornadas Nacionales de Derecho Civil 2005-2009), pp. 121-127, y A V , Patricio,
"Eficacia de la LMC con respecto a las sentencias de divorcio emitidas en el extranjero con anterioridad
a su vigencia", en Corral, Hernán et alii (coord.), Estudios de..., cit., pp. 207-208; R P , René,
"Valor y cumplimiento en Chile de sentencias de divorcio dictadas por un tribunal extranjero", en Corral,
Hernán et alii (coord.), Estudios de..., cit., pp. 385-392.
1168Las perspectivas de carácter general sobre la compensación económica pueden ser apreciadas,
entre otros autores, en las obras de Marcela Acuña (A S M , Marcela, Efectos jurídicos del
divorcio, Segunda edición actualizada, aumentada y corregida, Thomson Reuters, Santiago de Chile,
2019, pp. 309-405; R F , Carolina, La compensación económica, Cuadernos Jurídicos de
la Academia Judicial/DER ediciones, Santiago de Chile, 2018; G C , Joel, La
compensación económica en el divorcio y la nulidad matrimonial, Editorial Jurídica de Chile, Santiago
de Chile, 2012; B L , Rodrigo, y R F , Carolina, "El carácter extrapatrimonial
de la compensación económica y su renuncia", Revista de Derecho de la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso, 37 (2011), pp. 93-113; L M , Cristián, La compensación económica.
efecto patrimonial de la terminación del matrimonio, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2010;
P W , Carlos y V O , Álvaro, La compensación económica por divorcio o nulidad
matrimonial, LegalPublishing, Santiago de Chile, 2009; C T , Hernán, "La compensación
económica en el divorcio y la nulidad matrimonial, en Revista Chilena de Derecho, 34/1 (2007), pp. 23-
40; Juan Andrés Orrego (O A , Juan Andrés, Temas de Derecho de familia, Editorial
Metropolitana, Santiago de Chile, 2007, pp. 227-254); Carmen Domínguez (D H ,
Carmen, "La compensación económica en la LMC", en Lepin Molina, Cristián [director], Compensación
económica. Doctrinas esenciales, Thomson Reuters/Legal Publishing, Santiago de Chile, 2013, pp. 57-
84); Maricruz Gómez de la Torre (G T V , Maricruz, "La compensación
económica en la Ley de Matrimonio Civil", en Lepin, Cristián (director), Compensación económica.
Doctrinas esenciales..., cit., pp. 85-100); José Luis Guerrero (G B , José Luis, "La
compensación económica en la LMC. Análisis jurisprudencial y sobre la necesidad de revisar los
supuestos de procedencia", en Lepin, Cristián (director), Compensación económica. Doctrinas
esenciales...cit., pp. 123-166); Ramón Domínguez (D Á , Ramón, "La compensación
económica en la nueva legislación de matrimonio civil", en Lepin, Cristián (director): Compensación
económica. Doctrinas esenciales...cit., pp. 205-217; Álvaro Vidal (V O , Álvaro, "La noción
de menoscabo en la compensación económica por ruptura matrimonial", en Lepin, Cristián (director),
Compensación económica. Doctrinas esenciales..., cit., pp. 285-320, y V O , Álvaro, "Forma
de pago y protección del derecho a la compensación económica por divorcio o nulidad", en Lepin,
Cristián (director), Compensación económica. Doctrinas esenciales...cit., pp. 365-397; Jorge Baraona
(B G , Jorge, "Compensación económica en el divorcio. Análisis de los artículos 61 y 62
de la NLMC", en Lepin, Cristián (director), Compensación económica. Doctrinas esenciales...cit.,
pp. 399-417; Eduardo Court (C M , Eduardo, Curso de Derecho de Familia, Legal
Publishing, Santiago de Chile, 2009, pp. 71-76).
1169Para efectos comparativos, el art. 97 del Código Civil español prescribe en su inciso 1º: "El
cónyuge al que la separación o el divorcio produzca un desequilibrio económico en relación con la
posición del otro, que implique un empeoramiento en su situación anterior en el matrimonio, tendrá
derecho a una compensación que podrá consistir en una pensión temporal o por tiempo indefinido, o en
una prestación única, según se determine en el convenio regulador o en la sentencia". Por tanto, la
correctamente denominada compensación por desequilibrio, configurada en este sentido por la reforma
de 8 de julio de 2005, aplica como una consecuencia de las sentencias de separación y divorcio, y no
así en los casos de nulidad, para cuya figura se prevé una institución distinta, como es la indemnización
a favor del cónyuge de buena fe, ex art. 98 (Cfr. C. M A , Curso de Derecho civil, cit.,
pp. 186 y 187).
1170En este sentido, vide V , Álvaro, "Forma de pago y protección del derecho a la compensación
económica", en Revista Chilena de Derecho, 12, (2009), p. 97; y T S , Susan, "La
compensación económica en la Nueva Ley de Matrimonio Civil: tres cuestiones dogmáticas", en Lepin
Molina, Cristián (director), Compensación económica. Doctrinas esenciales, LegalPublishing/Thomson
Reuters, Santiago de Chile, 2013, pp. 26-27. Para la revisión de las fuentes formales de la
compensación económica, considérese R F , Carolina, La compensación económica,
Cuadernos Jurídicos de la Academia Judicial/DER ediciones, Santiago de Chile, 2018, pp. 6 y 7.
Respecto de los principios informadores, ibídem, pp. 11-23.
1171El artículo 27 de la Ley Nº 20.830, de 21 de abril de 2015, que crea el Acuerdo de Unión Civil,
dispone lo siguiente: "Si como consecuencia de haberse dedicado al cuidado de los hijos o a las
labores propias del hogar común, uno de los convivientes civiles no pudo desarrollar una actividad
remunerada o lucrativa durante la vigencia del acuerdo de unión civil, o lo hizo en menor medida de lo
que podía y quería, tendrá derecho a que, cuando se produzca el término del acuerdo por las causales
señaladas en las letras d) [-mutuo acuerdo de los convivientes civiles], e) [voluntad unilateral], y
f) [declaración judicial de nulidad del acuerdo] del artículo precedente, se le compense el menoscabo
económico sufrido por esta causa. Esta compensación se regulará y determinará en la forma prevista
en los artículos 62 a 66 de la Ley Nº 19.947. Con todo, si el acuerdo terminare por aplicación de lo
previsto en la letra e) del artículo 26 [voluntad unilateral de uno de los convivientes civiles, que deberá
constar por escritura pública o acta otorgada ante oficial del Registro Civil], la notificación de la
terminación unilateral deberá contener mención de la existencia de este derecho, así como la
constancia de la fecha en la que fue subinscrita la terminación. En este caso, la compensación
económica podrá demandarse ante el tribunal de familia competente, dentro del plazo de seis meses,
contado desde la fecha de subinscripción de la terminación del acuerdo de unión civil en el registro a
que hace referencia el artículo 6º".
Un análisis en profundidad de la materia indicada puede ser realizado en las obras de Susan Turner
(T S , Susan, "La compensación económica en la Nueva Ley de Matrimonio Civil: tres
cuestiones dogmáticas", en Lepin Molina, Cristián (director), Compensación económica. Doctrinas
esenciales, LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2013, pp. 27-31 y Cristián Lepin,
quien también aporta los antecedentes de la discusión legislativa (L M , Cristián, La
compensación económica. Efecto patrimonial de la terminación del matrimonio, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago de Chile, 2010, pp. 47-52).
Una síntesis de artículos de diversos autores sobre la materia, en la obra de recopilación de doctrinas
sobre la materia dirigida por Cristián Lepin (Lepin Molina, Cristián (dir.), Compensación Económica.
Doctrinas Esenciales, LegalPublishing, Santiago de Chile, 2013), Entre ellas, T S , Susan,
La compensación económica en la Ley de Matrimonio Civil: tres cuestiones dogmáticas, pp. 13-32;
G T , Maricruz, La compensación económica en la Ley de Matrimonio Civil, pp. 85-100;
V V , Paulina, Algunas reflexiones sobre la compensación económica, pp. 101-122;
G B , José Luis, La compensación económica en la Ley de Matrimonio Civil. Análisis
jurisprudencial y sobre la necesidad de revisar los supuestos de procedencia, pp. 123-166 e ídem,
Menoscabo y compensación económica. Justificación de una visión asistencial; C T ,
Hernán, La compensación económica en el divorcio y la nulidad matrimonial, pp. 219-251, ídem,
Divorcio por culpa y compensación económica, pp. 429-442 e ídem, Constitucionalidad del apremio
previsto para los alimentos en contra de un deudor de una o más cuotas de una compensación
económica en materia de nulidad de matrimonio o divorcio. Comentario a la sentencia del Tribunal
Constitucional de 27 de septiembre de 2012, rol Nº 2102; D Á , Ramón, La
compensación económica en la nueva legislación de matrimonio civil, pp. 205-217; V O ,
Álvaro, La noción de menoscabo en la compensación económica por ruptura matrimonial, pp. 285-320
e ídem, Forma de pago y protección del derecho a la compensación económica por divorcio o nulidad,
pp. 365-397; C M , Carlos, El carácter dispositivo de la compensación económica,
pp. 321-338; P W , Carlos, La cuantía de la compensación económica, pp. 339-364;
C M , Carlos, y V A , David, Acerca de la naturaleza jurídica de la
compensación económica. La situación en Chile y España, pp. 253-284; J. B G , Jorge,
Compensación económica en el divorcio. Análisis de los artículos 61 y 62 de la nueva Ley de
Matrimonio Civil, pp. 399-417; C. S H , Procedencia de la compensación económica en juicio
de divorcio por culpa y cese de convivencia por petición unilateral por más de tres años, pp. 419-428;
C. L M , La autonomía de la voluntad y protección del cónyuge más débil en la determinación
y formas de pago de la compensación económica, pp. 443-479 e ídem, Naturaleza jurídica de la
compensación económica en la nueva Ley de Matrimonio Civil chilena, pp. 481-511.
1173Vide el art. 62 inciso 2º, de la Ley Nº 19.947. Para una referencia a casos en el Derecho
comparado, considérese R. R P , Derecho de familia, cit., p. 113.
1180Vide SCA de Santiago, causa rol Nº 2863-2006, en Gaceta Jurídica, 317 (2006), p. 191 y SCA
de Santiago, causa rol Nº 1576, en Gaceta Jurídica, 325 (2007), p. 159. Coincidimos con lo expresado
por Carmen Domínguez, para quien constituye una prestación resarcitoria y no alimenticia (Cfr. C.
D H , La compensación económica en la nueva Ley de Matrimonio Civil, cit., p. 11).
Corbal Fernández, en la perspectiva española, le atribuye una naturaleza sui generis, que la distingue
de la prestación alimenticia, fundada en una ratio de necesidad; de la pura indemnizatoria, en la que
entra en juego el elemento de la culpa; y de la compensatoria pura o stricto sensu, considerando que
no se trata de un derecho a una mera nivelación de patrimonios o perpetuación de un modus vivendi.
(Cfr. J. E. C F , "La doctrina jurisprudencial actual en el Derecho de familia", en J. M.
N V , El nuevo Derecho de familia: modificaciones legislativas y tendencias doctrinales,
Madrid, 2006, Civitas, p. 221).
1182Vide S. T S , "Las circunstancias del artículo 62", cit. pp. 428 y 429, en consonancia
con Pizarro, quien asigna a la prestación un carácter "indemnizatorio atenuado" (cfr. C. P
W , "La compensación económica en la nueva Ley de Matrimonio Civil", en Revista Chilena de
Derecho Privado, 3 (2004), p. 89.
1188S. T S , Las circunstancias del, cit., pp. 428 e ídem, "La Compensación Económica
en la Nueva Ley de Matrimonio Civil", en C. L M , Compensación Económica. Doctrinas
Esenciales, LegalPublishing, Santiago de Chile 2013, p. 30.
1191Vide SCA de Valparaíso, rol Nº 81-2011, considerando sexto, en Gaceta Jurídica, 370 (2011),
pp. 235-236. Para profundizar en el significado, alcance y valoración del trabajo doméstico, entendido
como la dedicación a las labores propias de la mantención del hogar y cuidado de los hijos,
considérese en especial S. T S , "La valoración del trabajo doméstico y su influencia en la
compensación económica", en H. Corral y M. Rodríguez (coord.), Estudios de Derecho Civil II, Santiago
de Chile, 2007, LexisNexis, pp. 459 y ss.
1192Cfr. SCS, causa rol Nº 3897-2012 (CL/JUR/2584/2012). Una interpretación restrictiva del tipo de
menoscabo que permite afirmar la pretensión de compensación es expresada en S. T S ,
Las circunstancias, cit., p. 433.
1195SCA de Santiago, rol Nº 412-2010, considerando cuarto, en Gaceta Jurídica, 326 (2010), p. 143.
1196SCA de Valparaíso, rol Nº 81-2011, considerando sexto, en Gaceta Jurídica, 370 (2011), p. 235.
1198En palabras de Turner, "no cualquier detrimento patrimonial sino sólo el resultante de la
combinación de las circunstancias del art. 62 inc. 1º [de la] LMC en relación con los presupuestos del
art. 61 [de la] LMC, tiene relevancia jurídica necesaria para hacer nacer el derecho a la compensación
económica" (S. T S , Las circunstancias, cit., p. 434).
1200Vide SCA de Santiago, rol Nº 7207-2006, en Gaceta Jurídica, 324 (2007), p. 162.
1204Además del texto indicado, el artículo 62 contiene un segundo inciso, el cual norma una
situación excepcional que permite al juez denegar la compensación o disminuir su monto, materia que
trataremos al final del presente apartado.
1206Para una caracterización del catálogo de circunstancias dispuestas en el art. 62 inciso primero
de la LMC, considérese S. T S , Susan, Las circunstancias, cit., pp. 431 y ss.
1208Cfr. S. T S , Las circunstancias, cit., pp. 436, 438 y 439. En el mismo sentido, vide
I. V B , "Consideraciones acerca de los factores para determinar el monto o cuantía de la
compensación económica con motivo de la nulidad o divorcio matrimonial", en J. A. Varas Braun y S.
Turner Saelzer (coord.), Estudios de Derecho civil, Santiago de Chile, 2005, LexisNexis, pp. 447 y ss.
1209Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, Segundo Informe, indicaciones
175, 176 y 181, en Boletín Nº 1759, pp. 70 y 74.
1214Vide SCS, rol Nº 1787-2007, considerando tercero, en Fallos del Mes, 548 (2007), p. 21; SCS,
rol Nº 7939-2008, considerando tercero, en Fallos del Mes, 551 (2008), p. 15. Asimismo, considérese I.
V B , Ismael, Factores, cit., pp. 453-455. L M , Cristián, La compensación
económica. Efecto patrimonial de la terminación del matrimonio, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de
Chile, pp. 126-127.
1215SCA de Santiago, rol Nº 1576-2006, en Gaceta Jurídica, 325 (2007), pp. 159-161. L M ,
Cristián, La compensación económica. Efecto patrimonial de la terminación del matrimonio, Editorial
Jurídica de Chile, Santiago de Chile, p. 130.
1217Vide el art. 62 de la Ley Nº 19.947, y, comparadamente, el art. 97 incisos 2º y ss. del Cce.
1218Vide SCS, rol Nº 1787-2007, en Fallos del Mes 548, p. 21; SCA de Santiago, rol Nº 4751-2006,
en Gaceta Jurídica, 333 (2008), p. 181. Véase, asimismo, S. T S , Susan, Las
circunstancias, cit., pp. 444 y 445, y I. V B , Ismael, Factores, cit., pp. 456 y 457. L
M , Cristián, La compensación económica. Efecto patrimonial de la terminación del matrimonio,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, pp. 131-133.
1220Vide SCS rol Nº 1787-2007, en Fallos del Mes 548 (2007), p. 24.
1226En este sentido, C , 2007, pp. 35-36. En contra, V , 2006, pp. 278-279.
1227Vide art. 64 inciso 1º LMC. Turner, siguiendo la doctrina española relevante en la materia, señala
que "la tarea cuantificadora está regida por la discrecionalidad judicial y la enumeración de
circunstancias no implica en caso alguno que el juez esté sujeto a tablas o baremos para fijar su
monto", excluyendo la posibilidad de arbitrariedad por la sujeción del juez a los parámetros indicados o
por aquellos que considere pertinentes, siempre que los señale (cfr. S. T S , Las
circunstancias, cit., p. 431).
1228Vide art. 64 inc. 2º LMC, modificado por el Nº 1 del art. 2º de la Ley Nº 20.286 (D.O. de 15 de
septiembre de 2008), que sustituyó la expresión "de conciliación", por la palabra "preparatoria".
Asimismo, SCS rol Nº 9883-2011.
1229Tal como señala Vidal, "Dos son las ideas orientadoras de la actividad judicial en materia de
modalidades de pago de la compensación. La primera es que el juez al fijar la forma en que éste se
realiza debe intentar alcanzar la finalidad perseguida por el legislador, en orden a solucionar
prontamente el conflicto patrimonial entre las partes y evitar que tal forma de pago sea fuente de
nuevos conflictos en el futuro. La segunda, es que el juez debe velar por que el cónyuge acreedor
obtenga la satisfacción de su acreencia, incluso, cuando el deudor hubiere incumplido su obligación
(V , Álvaro, "Forma de pago y protección del derecho a la compensación económica", en Revista
Chilena de Derecho Privado, 12 (2009), p. 97.
1230RCF "Krag Dubois, Jorge con Milet Jorquera, Ana Rosa", en Revista de Derecho y
Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, t. CIII, 2 (2006), Editorial Jurídica de Chile.
1231Art. 63 de la LMC.
1232Arts. 64 y 65 de la LMC.
1233Art. 65 Nº 1 de la LMC. Sobre el punto, Lepin sostiene que "La regla general, con respecto al
pago es que debe el juez regular el pago en una prestación única, y excepcionalmente, en un número
reducido de cuotas reajustables, respecto de las cuales el juez debe fijar seguridades para su pago, la
entrega de acciones u otros bienes, o constituir derechos de usufructo, uso o habitación, respecto de
bienes que sean de propiedad del deudor. Operando un verdadero orden de prelación para establecer
el monto" (L M , Cristián: "Formas de pago de la compensación económica. Autonomía de la
voluntad y la protección al más débil", en Estudios de Derecho Civil VII (Jornadas Nacionales de
Derecho Civil Viña del Mar 2011), Elorriaga de Bonis, Fabián [coordinador], Abeledo Perrot/Thomson
Reuters, Santiago de Chile, 2012, p. 102 y L M , Cristián, La compensación económica. Efecto
patrimonial de la terminación del matrimonio, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, pp. 144-
147). Véase también R F , Carolina, La compensación económica, Cuadernos Jurídicos
de la Academia Judicial/DER ediciones, Santiago de Chile, 2018, pp. 68-78. Considérese para la
experiencia comparada, E. R T , Contenido del convenio, cit., pp. 247 y ss.
1235En este caso, la constitución de derechos "no perjudicará a los acreedores que el cónyuge
propietario hubiere tenido a la fecha de su constitución, ni aprovechará a los acreedores que el cónyuge
beneficiario tuviere en cualquier tiempo" (art. 65 Nº 2, LMC).
1238Art. 65 Nº 1 de la LMC.
1247Cfr. A. M , en C C , L , J R
S , Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento, recaído
en el proyecto de ley de reforma de la Ley de Matrimonio Civil, Boletín Nº 1.759-18, p. 97. Ramos
Pazos centra la atención en otro aspecto crítico de la norma, que califica de peligroso, y que se refiere
al riesgo de que los tribunales manejen imprudentemente el tratamiento de esta nueva institución, por
cuanto puede "llegar a constituir un freno a lo que se pretende, que es que las parejas mal avenidas
puedan separarse, sea por la vía de la nulidad [sic] sea por la vía del divorcio" (Cfr. R. R P ,
Derecho de familia, I, Santiago de Chile, 2007, Editorial Jurídica de Chile, p. 110).
1253Cfr. G H , Pablo, "La compensación económica en el divorcio por culpa. Análisis del
artículo 62 inciso 2º de la LMC", en Figueroa Yáñez, Gonzalo; Barros Bourie, Enrique y Tapia
Rodríguez, Mauricio (coordinadores), Estudios de Derecho Civil VI (Jornadas Nacionales de Derecho
Civil Olmué 2010), Abeledo Perrot/LegalPublishing, Santiago de Chile, 2011, pp. 123-124.
1254Una primera aproximación de nuestra visión sobre el AUC fue expuesta en las Jornadas
Nacionales de Derecho Civil realizadas en octubre de 2015 en la Universidad de Concepción y
publicada en Estudios de Derecho Civil VIII. Posteriormente, hemos incorporado una visión sintética de
la nueva institución civil en la primera parte de la obra colectiva Derecho de Familia, publicada
igualmente por esta Editorial en 2017. En sus aspectos esenciales, las ideas y textos que las recogen
se reproducen de manera actualizada y sistemática en la presente obra, cerrando así el ciclo que nos
habíamos propuesto para tratar esta materia.
1255En 2018 se cumplieron tres años desde la entrada en vigor de la Ley que creó el AUC, y una
evaluación de su eficacia no deja de ser sorprendente, toda vez que siendo su destinatario privilegiado
las parejas formadas por personas del mismo sexo, la realidad estadística arroja un resultado
radicalmente diferente, pues quienes mayoritariamente han recurrido a sus normas son las parejas
heterosexuales, aun cuando nada les impedía celebrar un matrimonio. En efecto, al 30 de septiembre
de 2018, 21.189 parejas habían celebrado el Acuerdo de Unión Civil, de las cuales 4.706 correspondían
a parejas homosexuales, es decir, un 22% del total. (Diario La Tercera, 20 de octubre de 2018, p. 22,
citando como fuente oficial de la información al Servicio de Registro Civil, tras ser requerido por ley de
transparencia. Si bien el número de parejas formadas solo por varones y aquellas formadas solo por
mujeres son relativamente similares (2453 y 2253, respectivamente), llama la atención que las parejas
formadas solo por mujeres constituyen la mayoría en todo el norte del país, desde Valparaíso,
fenómeno que se atenúa hacia las regiones del sur y derechamente cambia en Santiago, en que
predominan las parejas formadas solo por hombres.
1256Para apreciar una perspectiva general del Acuerdo de Unión Civil, considérese C
A , Pablo: "Acuerdo de Vida en Pareja, ¿Qué regular?", y C M , Eduardo: "Análisis
del Proyecto de Acuerdo de Vida en Pareja. Similitudes y diferencias con el proyecto de acuerdo de
vida en común", pp. 99-123, en T R , Mauricio; G R , María Paz, y
V T , Javiera, Estudios de Derecho Civil en Homenaje a Gonzalo Figueroa Yáñez,
LegalPublishing/Thomson Reuters, Santiago de Chile, 2014.
1264Para profundizar en la diferencia entre los fines propios del AUC y del matrimonio, considérese
nuestro trabajo expuesto en las Primeras Jornadas Nacionales de Derecho Familiar, realizadas en
Santiago de Chile en mayo de 2015, y contenido en las actas respectivas.
1270Vide Ley Nº 19.620. Por cierto, los artículos 21 y 22 no excluyen que uno de los convivientes
pueda adoptar un niño o niña como persona soltera o viuda, pero no en la calidad de conviviente civil.
1275El artículo 26 inciso noveno dispone lo siguiente respecto del acuerdo de unión civil celebrado
por un menor de edad: "Cuando el acuerdo haya sido celebrado por una persona menor de dieciocho
años, la acción de nulidad sólo podrá ser intentada por ella o por sus ascendientes. En este caso, la
acción de nulidad prescribirá al expirar el término de un año desde que el menor hubiese alcanzado la
mayoría de edad".
1276Vide el artículo 7º, en concordancia con el art. 5º inciso segundo de la Ley Nº 20.830.
1277Vide art. 5º inciso segundo de la Ley Nº 20.830. Del mismo modo, considérese lo dispuesto en el
art. 26, inciso undécimo, que señala que la muerte de uno de los convivientes extingue la acción de
nulidad, salvo que "la causal que funde la acción sea la existencia de un vínculo matrimonial no disuelto
o de otro acuerdo de unión civil vigente", caso en que, junto con el AUC en artículo de muerte, la acción
podrá ser intentada por los herederos del difunto dentro del plazo de un año contado desde el
fallecimiento. La acción fundada en esta causa corresponderá, prosigue en el inciso siguiente el citado
artículo, "también, al cónyuge o al conviviente civil anterior o a sus herederos".
1282Vide art. 6º inciso primero de la Ley Nº 20.830. El Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil,
según dispone el inciso segundo del art. 6º, "deberá incluir las siguientes referencias: nombre completo
y sexo de los contrayentes; fecha, hora, lugar y comuna en la que se celebra este contrato; y la
certificación, realizada por el oficial del Registro Civil, del cumplimiento de los requisitos establecidos
para su celebración".
1300Vide art. 25 de la Ley Nº 20.830, en concordancia con los artículos 462 número 1º y 503 del
Código Civil.
1301Vide art. 22 inciso primero, en concordancia con el art. 8º de la Ley Nº 19.968. Véase también la
inclusión en esta calidad, dentro de los testigos protegidos que contempla la Ley Nº 20.000.
1307Considérese sobre el particular la opinión de María Jiménez, de Brain Invest, quien considera
que, "...los ahorros mantenidos en retiro programado son herencia cuando no existen beneficiarios de
pensión de sobrevivencia. Si el padre o la madre celebra un contrato de unión civil un año antes de su
muerte, este conviviente será beneficiario de pensión y, por tanto, mientras no fallezca no existirá
herencia para ellos". Vide El Mercurio, Santiago de Chile, cuerpo B, página 10, de 22 de agosto de
2015.
1308Vide art. 30 de la Ley Nº 20.830, que modifica el artículo 58 del Decreto Ley Nº 3.500,
agregando una nueva letra g) a su inciso primero, incorporando los porcentajes citados en el cuerpo del
artículo. Además, confróntese con la información disponible en El Mercurio, Santiago de Chile, cuerpo
B, página 10, de 22 de agosto de 2015.
1311Fijada en la sentencia que declara la presunción de muerte (art. 43, inciso primero, Ley
Nº 19.947).
1312Vide art. 43 inciso primero Ley Nº 19.947, por remisión del art. 26, letra b) de la Ley Nº 20.830.
1313Vide art. 43 inciso primero LMC en concordancia con el art. 81 Nº 7º del Código Civil, por
remisión del artículo 26 letra b) de la Ley Nº 20.830.
1314Vide art. 26 letra b) de la Ley Nº 20.830, en relación con lo prescrito en los artículos 95 y 96 del
Código Civil.
1315Dispone el art. 26, inciso tercero, de la Ley Nº 20.830: "La notificación deberá practicarse por
medio de receptor judicial, dentro de los veinte días hábiles siguientes a la subinscripción de la referida
escritura o acta, al margen de la inscripción del acuerdo de unión civil, efectuada en el registro especial
que establece el art. 6º". Asimismo, complementa lo dispuesto anteriormente, el inciso cuarto del citado
artículo, en los siguientes términos: "La falta de notificación no afectará el término del acuerdo de unión
civil, pero hará responsable al contratante negligente de los perjuicios que la ignorancia de dicho
término pueda ocasionar al otro contratante. Quedará relevado de esta obligación si el miembro de la
pareja a quien debe notificarse se encuentra desaparecido, o se ignora su paradero o ha dejado de
estar en comunicación con los suyos. En todo caso, no podrá alegarse ignorancia transcurridos tres
meses de efectuada la subinscripción a que se refiere el inciso precedente".
1322Vide art. 26, inciso undécimo, Ley Nº 20.830. El inciso decimotercero del mismo artículo señala,
además, que producida la muerte de uno de los convivientes civiles después de notificada la demanda
de nulidad, "podrá el tribunal seguir conociendo de la acción y dictar sentencia definitiva sobre el fondo
del asunto".
1324Siles y Alvarado expresan que "el contenido o configuración del matrimonio debe ser capaz de
fundamentar su trato distintivo, diferente a toda otra forma de amistad o asociación", remarcando que
los afectos no constituyen justificación suficiente para explicar su trato legalmente distintivo, toda vez
que muchas amistades o asociaciones son emocionales o afectivas, lo que no las hace ni
necesariamente permanentes, ni tampoco exclusivas, concluyendo que "una relación puede ser
exclusiva o permanente, pero eso no basta para fundar un matrimonio". Véase C. S y C. A ,
Matrimonio en disputa..., cit., pp. 8 y 9. En otra perspectiva, Byung-Chul Han, que tiende a ser
considerado hoy en día como un buen intérprete de la actual significación de los afectos, escribe lo
siguiente: "El amor se positiva hoy para convertirse en una fórmula de disfrute. De ahí que deba
engendrar ante todo sentimientos agradables. No es una acción, ni una narración, ni ningún drama,
sino una emoción y una excitación sin consecuencias. Está libre de la negatividad de la herida, del
asalto o de la caída" (B -C H , La agonía del eros [trad. de Raúl Gabás], Herder, Barcelona,
2014, p. 25).
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