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DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD PRIMERA SUBESTRUCTURA

PRIMERA SUBESTRUCTURA: LA ORIENTACIÓN DE LA PERSONALIDAD.

Esta subestructura se fundamenta y está determinada socialmente por medio de la


educación, en donde podemos observar y estudiar en la actividad de los individuos, sus
actitudes, la posición, inclinación, las aspiraciones, los interese, las convicciones y la
concepción del mundo en la personalidad, que se constituyen los motivos firmes de las
personas. (Jerarquía de motivos)

El análisis y valoración de la orientación de la personalidad es, ante todo, una cuestión de


las tendencias, dirección u orientaciones dinámicas del comportamiento, las cuales
determinan la actividad humana como motivos, siendo a su vez determinada ésta por los
fines y las acciones y/o tareas de aquéllas. La orientación contiene dos aspectos
íntimamente vinculados entre sí:

a) el contenido objetivo, en tanto que la orientación signifique el estar orientado sobre


algo, sobre un objeto más o menos determinado, el cual deberá satisfacer necesidades

b) la tensión que se forma con ello.

Dentro de las tendencias se distingue como aspecto especial la postura. La postura en la


personalidad es la actitud adoptada por ésta con respecto a su finalidad u objetivos y
tareas. Esta postura se manifiesta en la movilización y disposición selectiva de la
actividad, la cual está orientada hacia la realización de sus fines.

La postura de la personalidad, en el sentido más extenso y general, implica una relación


selectiva con respecto a algo significativo para la personalidad y la adaptación a la
correspondiente actividad

Toda postura es una actitud con respecto a una determinada orientación de la


conducta, y por esta orientación también se determina. Un cambio de postura significa la
transformación de toda la estructura psíquica del individuo, una redistribución de lo que
para el individuo es significativo. La postura surge a base de una determinada
acentuación y correlación interna de las tendencias, que ponen de manifiesto la
orientación de la personalidad.

Como se ha visto, la postura se halla en relación directa con las tendencias. Estas
tendencias aparecen como ambiciones si no se tiene en cuenta sólo su punto de origen,
sino también su fin. Las tendencias son fuerzas dinámicas que están vinculadas a estados
de tensión. Las tendencias se forman en el proceso de la actividad, estimulan y están
contenidas en las necesidades, en los intereses y en los ideales. Según sea la medida de
la toma de conciencia, las necesidades pueden aparecer a su vez como como deseos y
los motivos como aspiraciones. Valoremos en un primer momento como las necesidades
se expresan en intereses y/o deseos y luego como los motivos aparecen como
aspiraciones, aunque, se debe aclarar, que, en la dinámica de la personalidad estos dos
elementos no los podemos separar en la actividad vital de cada persona.

Los intereses son manifestaciones emocionales, como producto del conocimiento


consciente de las necesidades por parte de las personas.
Su satisfacción contribuye a llenar los vacíos en los conocimientos, una mejor orientación
y comprensión de los hechos que adquirieron significación en la actividad de los sujetos.
Los intereses permiten que la persona busque activamente caminos y medios (ej.
Habilidades, costumbres o hábitos) para satisfacer las necesidades y el logro del motivo-
fin.

La satisfacción de un interés hacia un objeto determinado no conduce a la extinción de


dicho interés, sino por el contrario lo transforma, lo enriquece, originando la aparición de
nuevos intereses que responderán a un nivel más alto de la actividad cognoscitiva del
individuo, de tal manera que los intereses intervienen en calidad de mecanismos
impulsores permanente del conocimiento en la personalidad.

A partir de los intereses, podemos observar el contenido de estos en el comportamiento,


ya que ponen de manifiesto los objetivos de las necesidades cognoscitivas y el
significado real de la actividad, además puede presentarse con una amplitud, en donde
son distribuidos en un buen número de objetivos, que poseen un significado permanente
o una estreches de los mismos y, por último, también debemos tomar en cuenta que los
interesases pueden ser constantes en el tiempo, lo que significa que se conserven en las
diferentes actividades en la personalidad.

Los intereses se presentan estrechamente vinculados o unidos a las aspiraciones en la


personalidad. Las aspiraciones al igual que la mayoría de los componentes de la
personalidad se relacionan con el movimiento de motivos en la actividad, desde esta
perspectiva son móviles para el comportamiento cuando las necesidades se expresan en
determinadas condiciones de vida y desarrollo las cuales no están representadas en la
situación dada en forma inmediata, pero que pueden ser creadas como resultado de la
actividad especialmente organizada de la persona.

Debido a que la necesidad, expresada en forma de aspiración (motivo), recibe


satisfacción a través de una actividad especialmente organizada (delimitar el objeto, fin,
acciones etc.), esta categoría de motivos es capaz de mantener la actividad de las
personas durante un largo tiempo.  

Al tener conciencia de las condiciones en que se manifiestan las necesidades y los


medios que se deben utilizar las personas para su satisfacción o logro, entonces tales
aspiraciones adquieren el carácter de intenciones, si una persona aspira a algo de lo cual
no tiene suficiente claridad e imágenes confusas de cómo lograrlo o satisfacer la(s)
necesidad (es), en este caso no podemos hablar de intención, solamente de aspiración.
Las aspiraciones pueden adquirir diferentes formas en el comportamiento, una forma
común de las aspiraciones de las personas a la par de las intenciones, lo constituyen las
ilusiones como una imagen creada por la fantasía acerca de lo deseado y que impulsa a
las personas no solo a contemplar lo creado sino también en varios casos mantiene y
refuerza la energía de las personas.

Con las aspiraciones se deben relacionar las pasiones, motivos en los cuales se expresan


las necesidades que posee una fuerza incontrolable y relegan a un segundo plano todo
lo que no está relacionado con ella y que durante un largo tiempo constantemente
determinan la dirección de los pensamientos y acciones de la persona. Las aspiraciones
pueden constituir también ideales y se manifiestan como una necesidad de imitar, por
ejemplo, imitar una persona agradable, de principios, valores etc. como modelo de
conducta.

Las intenciones, sueños, pasiones, ideales y otras aspiraciones de la persona se valoran


en correspondencia con su contenido concreto de su actividad, los diferentes tipos de
aspiraciones pueden ser clasificadas de acuerdo al papel que juegan en la actividad, en la
vida grupal y social de la personalidad. (Aspiraciones nobles, morales, éticas, inmorales
etc.)

Los motivos sobre los cuales hemos realizado las valoraciones anteriores (intereses,
aspiraciones, inclinaciones etc.), van construyendo metafóricamente, lo que conocemos
en personalidad como el nivel de pretensiones o aspiraciones de cada sujeto, que no,
es más, que los objetivos o perspectiva de la personalidad.

El objeto que puede satisfacer una necesidad dada aparece en la conciencia de la


persona como un objetivo (fin, meta), al tomar conciencia del objeto de la necesidad
como un objetivo, no solo, se refleja en el individuo como un anticipo idealizado del
resultado de la actividad, sino de la efectiva realización de dicho objetivo significante
para el sujeto, a lo anterior se le considera como perspectiva de la personalidad.

Dentro de esta perspectiva ubicamos el nivel de pretensiones, la cual se determina


según los objetivos elegidos por la persona, entre los objetivos que para ella tienen
importancia ya sean fáciles o difíciles. El nivel de pretensiones de la persona se establece
como resultado de la acción de un factor: la persona aspira al éxito, es decir, a satisfacer
la necesidad surgida de la mejor forma posible, y a evitar el fracaso o insatisfacción de la
necesidad.
El nivel de pretensiones se ubica, o las personas lo establecen, en un punto intermedio
entre las tareas y los objetivos, extremadamente difícil o extremadamente fácil, de tal
manera que conserva para sí determinada perspectiva.

La formación del nivel de pretensiones se determina no solo por la previsión del éxito o
del fracaso, sino antes que nada por la evaluación consciente o en ocasiones
confusamente consciente de los éxitos o fracasos pasados.
El nivel de pretensiones, los intereses y las aspiraciones son un aspecto importante en la
orientación de la personalidad y sus motivos, pero, no son, los únicos, un conjunto de
motivos esencial en la personalidad es: las convicciones.

Las convicciones son un sistema de necesidades y motivaciones conscientes de la


persona que la impulsan a actuar de acuerdo con sus puntos de vista, principios y
concepción del mundo. El contenido de las necesidades y de los motivos-fines se
manifiesta en forma de convicciones, lo forman los conocimientos de la persona sobre el
mundo circundante y sus vínculos en uno o varios contextos sociales, la naturaleza y la
sociedad que le rodean y su comprensión determinada de ellos. Cuando estos
conocimientos forman un todo sistematizado e internamente organizado de
concepciones filosóficas, estéticas, éticas, morales religiosas etc. puede considerarse
como la concepción del mundo de cada persona.

En el desarrollo y formación de la concepción del mundo, debemos estudiar e investigar


cómo se forman las valoraciones correctas o no, sobre los acontecimientos del desarrollo
social en las personas, estudiar la forma como ocurre el desarrollo de principios morales,
de los gustos estéticos, de los puntos de vista hacia la realidad, a la educación, a la
religión, a los diversos movimientos sociales etc.

El desarrollo de las convicciones está relacionado antes que nada con el contenido de la
concepción del mundo. Los pensamientos, ideas y principios expresados por cada
persona y que han sido determinados por el sentido de su vida y su cumulo de
conocimientos, hacen parte del sistema de sus puntos de vista, como sus componentes
fundamentales de su comportamiento, adquieren para cada uno de ellos, una
significación permanente y esencial, y por esto, cada sujeto, siente una necesidad
imperativa de afirmar estos pensamientos y principios, defenderlos y lograr que otros los
compartan, esto es lo que permiten que muchas personas permanezcan fieles a sus
principios y puntos de vistas, inclusive ante situaciones difíciles o que atentan contra ellos
e inclusive su vida.

Hemos realizado un breve análisis teórico de las diferentes subestructuras de la


personalidad, las cuales, a partir de la incidencia social permitirán el desarrollo de una
serie de propiedades de personalidad, estos rasgos serán producto de un proceso
prolongado a partir del aprendizaje, conocimiento, la repetición, la educación, entre
otros. Dichos rasgos se reflejarán y manifestarán de manera diferente en el
comportamiento humano, y de ahí que unos serán más significativos que otros,
presentándose, en la mayoría de nuestras actividades. Estos rasgos al presentarse en casi
todo nuestro comportamiento se constituirán en cualidades, las que darán vida (de
manera metafórica) a dos grandes cualidades de nuestra personalidad: el carácter y las
capacidades.

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