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1. Todo arte y toda investigación e, igualmente, toda acción y libre elección parecen tender a algún bien; por
esto se ha manifestado, con razón, que el bien es aquello hacia lo que todas las cosas tienden. [ ... ] Si, pues, de
las cosas que hacemos hay algún fin que queramos por sí mismo, y las demás 0cosas por causa de él, y lo que
elegimos no está determinado por otra cosa -pues así el proceso seguiría hasta el00 infinito, de suerte que el
deseo sería vacío y vano--, es evidente que este fin será lo bueno y lo mejor. [ ... ] Sobre su nombre, casi todo el
mundo está de acuerdo, pues tanto el vulgo como los cultos dicen que es la felicidad, y piensan que vivir bien y
obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero sobre lo que es la felicidad discuten y no lo explican del mismo modo
el vulgo y los sabios.
2. Decir que la felicidad es lo mejor parece ser algo unánimemente reconocido, pero, con todo1 es deseable
exponer aún con más claridad lo que es. Acaso se conseguiría esto, si se lograra captar la función del hombre.
[ ... ] Si, entonces, la función propia del hombre es una actividad del alma según la razón, o que implica la
razón, y si, por otra parte, decimos que esta función es específicamente propia del hombre y del hombre bueno,
como el tocar la cítara es propio de un citarista y de un buen citarista, y así en todo añadiéndose a la obra la
excelencia queda la virtud (pues es propio de un citarista tocar la cítara y del buen citarista tocarla bien), siendo
esto así, decimos que la función del hombre es una cierta vida, y ésta es una actividad del alma y unas acciones
razonables, y la del hombre bueno estas mismas cosas bien y hermosamente, y cada uno se realiza bien según su
propia virtud; y si esto es así, resulta que el bien del hombre es una actividad del alma de acuerdo con la virtud,
y si las virtudes son varias, de acuerdo con la 1nejor y más pert0ecta, y además en una vida entera.
3. Existen, pues, dos clases de virtud, la dianoética y la ética. La dianoética se origina y crece principalmente
por la enseñanza, y por ello requiere experiencia y tiempo; la ética, en cambio, procede de la costumbre, como
lo indica el nombre que varía ligeramente del de «costumbre» [éthos = “hábito, costumbre”; êthos = «c.arácter»]
[ ... ] adquirimos las virtudes como resultado de actividades anteriores.
4. Es, por tanto, la virtud un modo de ser selectivo, siendo un término medio relativo a nosotros, determinado
por la razón y por aquello por lo que decidiría el hombre prudente. Es un medio entre dos vicios, uno por exceso
y otro por defecto, y también por no alcanzar, en un caso, y sobrepasar, en otro, lo necesario en las pasiones y
acciones, mientras que la virtud encuentra y elige el término medio. Por eso, de acuerdo con su entidad y con la
definición que establece su esencia, la virtud es un término medio, pero, con respecto a lo mejor y al bien, es un
extremo.
5. [Entre las virtudes éticas destaca la justicia:] Una especie de justicia particular y de lo justo correspondiente
es la que se aplica en la distribución de honores, dinero o cualquier cosa compartida entre los miembros de una
comunidad (pues, en estas distribuciones, uno puede tener una parte igual o no igual a otro) y otra especie es la
que establece los tratos en las relaciones entre individuos [para corregir las desigualdades que puedan viciarlas]
[Dado que lo injusto es desigual, el término medio de lo desigual que exprese lo justo será lo igual]
6. [Puesto que la virtud] es un modo de ser relativo a la elección, y la elección es un deseo deliberado, el
razonamiento, por esta causa, debe ser verdadero, y el deseo recto, si la elección ha de ser buena, y lo que la
razón diga el deseo debe perseguir. Esta clase de entendimiento y de verdad son prácticos. La bondad y la
maldad del entendimiento teorético y no práctico ni creador son, respectivamente la verdad y la falsedad (pues
ésta es la función de todo lo intelectual); pero el objeto propio de la parte intelectual y práctica, a la vez, es la
verdad que está de acuerdo con el recto deseo. / El principio de la acción es, pues, la elección -como fuente de
movimiento y no, como finalidad-, y el de la elección es el deseo y la razón por causa de algo. Por eso, la
elección es o inteligencia deseosa o deseo inteligente y tal principio es el hombre.
7. [Las virtudes intelectuales} Establezcamos que las disposiciones por las cuales· el alma posee la 'verdad
cuando afirma o niega algo son cinco, a saber, el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y el intelecto.
[1] 'lo que es objeto de la ciencia [episteme = «Conocimiento científico»] es necesario [ ... ] la ciencia es un
modo de ser demostrativo
[2] Entre lo que puede ser de otra manera está el objeto producido y la acción que lo produce. [ ... ] Todo arte
[techné versa sobre la génesis, y practicar un arte es considerar cómo puede producirse algo de lo que es
susceptible tanto de ser como de no ser y cuyo principio está en quien lo produce y no en lo producido. En
efecto, no ha y arle de cosas que son o llegan a ser por necesidad, ni de cosas que se producen de acuerdo con su
naturaleza, pues éstas tienen su principio en sí mismas. Dado que la producción y la acción son diferentes,
necesariamente el arte tiene que referirse a la producción y no a la acción.
[3] En cuanto a la prudencia phrónesis = «sabiduría práctica»] [ ... ] parece propio del hombre prudente el ser
capaz de deliberar rectamente sobre lo que es bueno y conveniente para sí mismo, no en un sentido parcial, por
ejemplo, para la salud, para la fuerza, sino para vivir bien en general. [ ... ] Pero nadie delibera sobre lo que no
puede ser de otra manera, ni sobre lo que no es capaz de hacer [ni sobre lo que no tiene fin]. De suerte que si la
ciencia va acompañada de demostración y no puede haber demostración de cosas cuyos principios pueden ser
de otra manera (porque todas pueden ser de otra manera), ni tampoco es posible deliberar sobre lo que es
necesariamente, _la prudencia no podrá ser ni ciencia ni arte: ciencia, porque el objeto de la acción puede
variar; arte, porque el género de la acción es distinto del de la producción. Resta, pues que la prudencia es un
modo de ser racional verdadero y práctico, respecto de lo que es bueno y malo para el hombre. Porque el fin de
la producción es distinto de ella, pero el de la acción no puede serlo; pues una acción bien hecha es ella misma
el fin; y siendo dos las partes racionales del alma (una relativa a lo necesario, otra a lo contingente) la prudencia
será la virtud de una de ellas, de la que forma opiniones [la virtud de la otra es la sabiduría], pues tanto la
opinión como la prudencia tienen por objeto lo -que puede ser de otra manera. [El intelecto -noûs =
«entendimiento intuitivo»- tiene por objeto los primeros principios] Ia sabiduría [sophía] será intelecto y
ciencia, una especie de ciencia capital de los objetos más honorables.
8. [ ... ] cuando existe la prudencia todas las otras virtudes están presentes [ .. . ] Sin embargo, la prudencia no es
soberana de la sabiduría ni de la parte mejor, como tampoco la medicina lo es de la salud; en efecto. no se sirve
de ella, sino que ve cómo producirla,
9. Si la felicidad es una actividad de acuerdo con la virtud, es razonable que sea una actividad de acuerdo con la
virtud más excelsa, y ésta será una actividad de la parte mejor del hombre. Ya sea, pues, el intelecto, ya otra
cosa lo que, por naturaleza, parece mandar y dirigir y poseer el conocimiento de los objetos nobles y divinos,
siendo esto mismo divino o la parte más divina que hay en nosotros, su actividad de acuerdo con la virtud
propia será la felicidad perfecta. Y esta actividad es contemplativa [ ... ] Y lo que dijimos antes es apropiado
también ahora: la que es propio de cada uno por naturaleza es lo mejor y más agradable para cada uno. Así, para
el hombre, lo será la vida conforme a la mente, si, en verdad, un hombre es primariamente su mente. Y esta vida
será también la más feliz.