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15 DE DICIEMBRE, 1994

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LYNN SHARP PAINE

WILDA L. WHITE

¿Acoso sexual, libertad de expresión o...?

Dairy Mart

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A principios de 1992, los directivos de Dairy Mart en las oficinas corporativas en Connecticut
enfrentaron un creciente problema, que pensaban que ya estaba resuelto. Dolores Stanley, una experta
empleada con diez años de antigüedad en Dairy Mart, había dado a la compañía un ultimátum: si no
la reinstalaban como gerente del Dairy Mart de Toronto, Ohio y retiraban todas las revistas para
«adultos» de los estantes de la tienda, Stanley demandaría a la empresa por acoso sexual.

En octubre de 1990, Stanley fue promovida de subgerente de la tienda Dairy Mart en Wellsville,
op
Ohio a gerente en la tienda de Toronto, Ohio. Stanley tenía 33 años, era madre de tres hijos y era
presbiteriana practicante. En sus primeros días como gerente, había retirado todas las revistas para
«adultos» de los estantes de la tienda.

Dairy Mart era la tercera cadena más grande de tiendas de conveniencia en los Estados Unidos,
después de 7-Eleven y Circle K 1, operando cerca de 1200 tiendas en todo el país. En la mayoría se
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vendían revistas para «adultos», aunque la tienda a un lado de las oficinas corporativas en Enfield,
Connecticut no las vendía. Las revistas, incluyendo Playboy y Penthouse, estaban cubiertas con fundas
y colocadas detrás de las cajas.

Luego de enterarse de las acciones de Stanley, los directivos habían ordenado colocar este tipo de
revistas en los estantes otra vez. La portavoz de Dairy Mart, Betty Yopko, explicó la respuesta de la
empresa: «Estamos en el negocio de minoristas, no en el negocio de la censura. Si un cliente quiere
comprar las revistas, es su decisión. Nosotros no tomamos decisiones por nuestros clientes» 2.
No

Para Stanley, esto no era cuestión de censura sino de su derecho a trabajar en un lugar libre de acoso
sexual: «Va contra todas mis creencias como cristiana. No puedo ser parte de eso. No hay nada más
dañino para la imagen de la mujer que la pornografía» 3.
Do

1 Chris Roush, «The Curdling of Dairy Mart», Business Week, 10 de octubre de 1994, p. 112.

2 Tom Puleo, «Former Dairy Mart manager in Ohio may sue for return of her job; Market mores: Who should
censor?», The Hartford Courant, 13 de enero de 1992, p. A1.
3 Ibid.
________________________________________________________________________________________________________________

El caso de LACC número 314-S14 es la versión en español del caso de HBS número 393-033. Los casos de HBS se desarrollan únicamente para su
discusión en clase. No es el objetivo de los casos servir de avales, fuentes de datos primarios, o ejemplos de una administración buena o deficiente.

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Stanley alegó también que su acción había beneficiado al negocio. Yopko confirmó que el negocio
mejoró bajo la gerencia de Stanley, pero atribuyó la mejoría a otros factores, incluyendo una decisión
corporativa para bajar los precios de la cerveza.

Poco después de que los oficiales de Dairy Mart pusieran de nuevo las revistas en los estantes de la
tienda de Toronto, Ohio, Stanley dejó Dairy Mart. Según ella, fue cesada y según Dairy Mart, ella

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rechazó volver al trabajo. Ahora, Stanley estaba amenazando con demandar bajo el Título VII por acoso
en un entorno hostil de trabajo.

Stroh Brewery Company


En noviembre de 1991, ocho empleadas de Stroh Brewery demandaron a la compañía por acoso

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sexual, argumentando que habían sido sujetas a acoso verbal, contacto físico no provocado y exhibición
de condones e imágenes lascivas 4.

Stroh era una empresa privada con aproximadamente 2600 empleados y $680 millones de dólares
de ventas anuales 5, representando un 8 % de participación del mercado norteamericano de cervezas,
después de Coors, Miller y Anheuser Busch. Juntas, las cuatro empresas tenían el 88 % del mercado 6.

Además de los asuntos gerenciales y legales, los alegatos de acoso sexual causaron un problema de
op
mercadotecnia. Las mujeres alegaron que las campañas publicitarias de Stroh, incluyendo promociones
impresas y los anuncios de televisión del «equipo del bikini sueco», contribuían directamente a un
entorno de trabajo sexualmente hostil. El equipo del bikini sueco apareció por primera vez en mayo de
1991 en las promociones de Stroh para la marca Old Milwaukee y estaba programado presentarse en
el ejemplar de enero de 1992 de Playboy. La publicidad de la Old Milwaukee mostraba cinco mujeres
con pelucas rubias idénticas y bikinis azules 7 lanzándose en paracaídas para aterrizar en un lugar en
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el que se encontraban hombres acampando.

La campaña publicitaria de Stroh incluía también promociones impresas, algunas de estas fueron
colocadas en el lugar de trabajo. Un poster mostraba una mujer con el torso aparentemente desnudo
sosteniendo una cerveza en una mano y cubriéndose el pecho con un ramo de flores. Otro poster, con
el encabezado «Producida en Minnestrohta», mostraba mujeres en reveladores uniformes de beisbol.

Según una de las mujeres que presentó la demanda, «Entras al lobby para chequear tu tarjeta y ves
No

publicidad de Stroh mostrando mujeres medio desnudas… Cuando ellos (los empleados varones) están
recibiendo retroalimentación de la dirección de la compañía insinuando que las mujeres son bonitas y
tontas y que así debe ser, es por eso que a mí me tratan como me tratan 8».

Usar modelos femeninas para vender cerveza era común en la industria. De acuerdo a un consultor
de la industria de bebidas, «Tienes básicamente una férrea actitud en la industria de la cerveza, que es
Do

4 Tony Kennedy, «Judge says Stroh’s ad strategies won’t be part of harassment trial; Ads not in workplace to be
excluded, ruling states», Star Tribune, 9 de noviembre de 1993, p. 1D.

5 Ward’s Directory of Public and Private Companies, (Detroit: Gale Research, 1994)
 6.
6 Beverage World 1993-94 Databank, (Dayton, Ohio: Keller International Publishing Corporation)
.
7 Rorie Sherman, «Stroh’s Case Plaintiffs Take Case to Public», National Law Journal (30 de diciembre de 1991), p.7.
8 Martha T. Moore, «Taste test: Debate brews over selling beer with sex», USA Today, 15 de noviembre de 1991, p.

1B.

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que no puedes vender cerveza eficientemente a menos que te dirijas a hombres jóvenes y no puedes
venderles cerveza a hombres jóvenes a menos que uses sexo 9».

En el tiempo de la demanda contra Stroh, sin embargo, competidores como Budweiser y Miller Lite
se estaban apartando de la publicidad basada en sexo. La campaña publicitaria de Budweiser tenía un
anuncio mostrando a una mujer de 68 años tocando una guitarra eléctrica y otro de un padre con su

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hijo jugando al basquetbol. Según el gerente de marca de Bud, «Si molestas a las mujeres en el proceso
de dirigirte a varones de 21 a 27 años, no veo como pueda durar mucho tiempo 10». El gerente de Miller
Lite manifestó que la campaña «Así es y punto» era un «esfuerzo concienzudo para hacer que la gente
en nuestros comerciales aparenten estar en lugares comunes… tratando de que hombres y mujeres sean
tratados de la misma manera».

La noticia de la demanda contra Stroh salió a la luz unas semanas antes del Super Bowl de
Minneapolis en 1992. El día del juego, activistas hicieron demostraciones en el Metrodome, en donde

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había anuncios de Stroh. De acuerdo a Kevin Ryan de Mark VII Distributors, «no se observó un efecto
medible en las ventas totales del mercado, pero la protesta tuvo un impacto adverso en las percepciones
de algunos consumidores 11».

Stroh admitió que algunas de las reclamaciones por acoso sexual eran «sustancialmente ciertas 12»,
pero alegó que el acoso no estaba vinculado con la publicidad en televisión. El Consejo General de
Stroh dijo que la compañía no consideraría eliminar los anuncios del equipo del bikini sueco a menos
op
que «determináramos que fueron ofensivos a un segmento significativo de nuestra base de
consumidores…. Creemos que [el anuncio] está funcionando 13».

Cuerpo de bomberos del condado de Los Ángeles


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Los oficiales del cuerpo de bomberos del condado de Los Ángeles pensaron que obraron
correctamente. En julio de 1992, como parte de una política más amplia de acoso sexual implementada
para cumplir con leyes estatales y federales, el departamento prohibió tener revistas sexualmente
explícitas, incluyendo Playboy, Penthouse y Playgirl en los dormitorios, baños y casilleros de sus 127
estaciones de bomberos. Cuatro años antes, la exhibición de películas pornográficas en áreas públicas
de las estaciones de bomberos de la ciudad de LA había provocado tal escándalo que tuvieron que
establecerse nuevas políticas prohibiendo la exhibición de materiales sexualmente explícitos 14.
No

Los abogados del condado dijeron que el motivo de la prohibición era para proteger los derechos
de las mujeres bomberos y corregir el «entorno sexualmente hostil» que había causado que no se
incorporaran mujeres al cuerpo de bomberos 15. De los 2328 bomberos uniformados en el condado de

9 Ibid.
10 Ibid.
11 Jill Hodges y Tony Kennedy, «Stroh’s settles harassment suit by women employees», Star Tribune, 2 de diciembre
Do

de 1993, p. 1A.
12 Rorie Sherman, «Stroh’s case plaintiffs take case to public», National Law Journal (30 de diciembre de 1991), p. 7.


13 Ibid.
14 Jessica Siegel, «LA Rule Barring Playboy Fought», Chicago Tribune, 17 de diciembre de 1993, p. 10. 

15 Gale Holland, «LA County contends Playboy is too hot for firehouses», San Diego Union-Tribune, 8 de junio de

1994, p. A3. 


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Los Ángeles, solamente 10 eran mujeres 16. Los vestidores y baños generalmente no eran segregados
por sexo. Según mujeres bomberos, los hombres mostraban abiertamente fotos explícitas en el trabajo,
haciendo comparaciones entre sus colegas mujeres y las mujeres en las fotos 17.

El capitán Steven W. Johnson, con 30 años de antigüedad en el departamento, no estaba de acuerdo


con la prohibición de las revistas 18. Después de que oficiales del condado rechazaran su queja, puso

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una demanda contra el condado en diciembre de 1993. Apoyado por la American Civil Liberties Union,
alegó que la medida violaba sus derechos de libertad de expresión. «Creo que durante tu tiempo libre,
deberías poder estudiar, dormitar o leer una revista de tu elección… Yo disfruto Playboy», dijo Johnson.
A los bomberos, que a menudo trabajaban turnos de 24 horas, se les permitía leer o ver televisión en la
noche entre las llamadas de servicio.

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Technological Equipment Corporation
Stefan Eisenfeld consideró que había dado un gran paso en su carrera cuando aceptó una posición
en 1992 como gerente de proyectos en la división de productos de software de Technological
Equipment Corporation (TEC). TEC era una de las firmas de mayor prestigio en la industria y Eisenfeld
se había propuesto ascender rápidamente hasta lograr una alta posición corporativa.

Eisenfeld tenía excepcionales cualidades, habiéndose graduado en MIT en 1990 con un MBA de la
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Sloan School y un PhD en ingeniería. Además, tenía grados avanzados en ciencia computacional y
leyes. Después de graduarse en MIT, pasó dos años trabajando para una de las mejores firmas de
consultoría en administración. Aunque le gustaba su trabajo y tenía un excelente desempeño, quería
cambiarse de la consultoría a la administración. Cuando TEC lo reclutó, vio que era una oportunidad
excelente para su carrera.
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Se cambió a su oficina en TEC en 1992. En su nuevo puesto, Eisenfeld reportaba a Ed Williams,


gerente divisional sénior que había tenido una larga carrera en la compañía. La oficina de Williams,
decorada con elegante mobiliario de madera de roble y fotos de su esposa y tres hijos, parecía reflejar
un gran éxito tanto en su vida de negocios como personal.

Eisenfeld era tranquilo, considerado y muy trabajador. Había crecido en una comunidad separatista
menonita en el campo de Pennsylvania y continuó practicando su religión, aunque sin seguir todas las
costumbres de la comunidad. Era un empleado comprometido con su trabajo, al que le dedicaba largas
No

horas.

Un miércoles, ya tarde en la noche, Eisenfeld estaba en su oficina cuando escuchó ruidos de lo que
parecía una riña y una voz de mujer proveniente de un salón de conferencias al final del pasillo.
Pensando que alguien estaba siendo lastimado, fue a investigar pero la puerta del salón de conferencias
estaba cerrada. Luego de volver a su oficina para llamar a seguridad, regresó rápido al salón de
conferencias, entró con fuerza y encontró a su jefe, Ed Williams, solo, en la mesa de conferencias.
Eisenfeld se quedó pasmado. Estaba explicando a Williams que había oído un ruido cuando llegó la
Do

16 Shante Morgan, «Firefighter seeks right to read Playboy: LA county policy cited in suit as violation of speech,
privacy rights», San Diego Union-Tribune, 17 de diciembre de 1993, p. A3.

17 Gale Holland, «LA’s ban on Playboy in firehouse is overruled», San Diego Union-Tribune, 10 de junio de 1994.

18 Shante Morgan, «Firefighter seeks right to read Playboy: LA county policy cited in suit as violation of speech,

privacy rights», San Diego Union-Tribune, 17 de diciembre de 1993, p. A3.

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seguridad. Williams se rio de Eisenfeld diciéndole a los guardias que «lo que este hombre necesita es
una mujer real».

Para Eisenfeld estaba claro, por los ruidos y la respuesta de Williams, que este había estado con una
mujer en el salón. La semana siguiente, Eisenfeld oyó que Williams estaba sosteniendo una aventura
con Jackie Evans, otra gerente divisional. Aunque ella tenía el mismo título que Eisenfeld, había estado

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en TEC por seis años, habiendo subido rápido desde una posición baja cuando entró a la empresa.
Inteligente y muy trabajadora, Evans tenía fama de sacar adelante los proyectos y tener mucho éxito.
Desde el principio, Eisenfeld se había dado cuenta y había admirado la facilidad que parecía tener
Evans para encajar en la cultura empresarial de TEC.

Después del incidente del salón de conferencias, Williams empezó a hacer comentarios sexuales
subidos de color a Eisenfeld. Llamaba con mucha frecuencia a Eisenfeld a su oficina para discutir
asuntos de trabajo. Entonces se acercaba hasta recargarse en Eisenfeld y le preguntaba: «¿Qué tan

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grande lo tienes?» o le decía «Necesito hablar contigo acerca de tus horas extras para masturbarte». En
varias ocasiones, Eisenfeld regresó a su escritorio después de la comida encontrando materiales
pornográficos en su silla. Asumió que Williams los había puesto ahí.

Eisenfeld sospechaba que Williams le había comentado a Evans acerca del incidente del salón de
conferencias y que también a ella le gustaba avergonzarlo. Le lanzaba guiños sugestivos en los pasillos
y le daba codazos o empujoncitos para provocarlo cuando les tocaba ir solos en el elevador.
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Una noche, Eisenfeld estaba trabajando tarde en un proyecto para entregarlo a tiempo. Evans, que
estaba revisando algunos aspectos del mismo proyecto, lo llamó para que fuera a su oficina. La oficina,
que tenía una preciosa vista al este, estaba alumbrada por luz incandescente tenue. Eisenfeld notó que
ella se acababa de pintar los labios.

Eisenfeld se sorprendió y sintió alivio al oír la manera tan profesional de Evans. «Vamos a mi mesa
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redonda», dijo ella. «Quiero terminar este proyecto y quitarlo de mis pendientes». Pasaron más de una
hora trabajando en varias tablas de datos, completamente enfocados en el trabajo. Entonces Evans
empezó a deslizar el arco de su pie por la pierna de Eisenfeld. Este saltó de su silla, pero Evans le asió
la mano acercándose a su pecho. Los dos cayeron sobre una planta en una maceta.

Evans se rio. «¡Eres demasiado!» No cesaba de reír y las palabras le salían a borbotones. «No tomes
las cosas tan seriamente… esto es para divertirnos… nadie se va a enterar».
No

Eisenfeld se levantó y salió. Regresó a su oficina y cerró la puerta y se quedó ahí por una hora
tratando de decidir qué hacer. Luego se fue a su casa.

Los siguientes días, Eisenfeld se las arregló para no encontrarse con Evans, pero los chistes de
Williams subieron de tono, con repetidas alusiones a la virginidad y órganos sexuales. Eisenfeld
empezó a cuestionarse sobre su futuro en la compañía, pero no sabía qué contestaría si en las entrevistas
para un nuevo empleo le preguntaban por qué quería salir de TEC. Quería también encontrar una
manera de manejar el problema más que huir del mismo.
Do

Jacksonville Shipyards, Inc.


A finales de enero de 1985, Lawrence Brown, vicepresidente de operaciones de Jacksonville
Shipyards, Inc. (JSI), recibió lo que pensó sería una llamada telefónica de rutina de Elmer «Ossie»
Ahlwardt, vicepresidente de la división Mayport de la compañía. Ahlwardt quería discutir varios

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asuntos con Brown, incluyendo una solicitud de la soldadora Lois Robinson pidiendo que un poster
«tipo Playboy» fuera retirado de las paredes del taller de acondicionamiento de navíos. Luego de
aceptar reunirse con Robinson tras recibir su llamada unos días antes, Ahlwardt quería el consejo de
Brown sobre cómo manejar la solicitud.

JSI, una subsidiaria privada de la Terex Corporation que cotizaba en bolsa, estaba localizada en

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Jacksonville, Florida. La compañía reparaba barcos comerciales y de la marina en varios astilleros,
incluyendo el Commercial Yard y el Mayport Yard. Sus empleados la describían diciendo que JSI era
un «club de muchachos», empleando siete mujeres y 1010 hombres, hábiles operarios, en 1983.

Cuando Robinson llamó a Ahlwardt, estaba frustrada y enojada. Por varias semanas había tratado
de retirar material sexualmente explícito del tráiler de herramientas y del tráiler de acondicionamiento
en la Mayport Yard. Este material no era raro en JSI. De hecho, era común. Aunque a los empleados se
les requería pedir autorización para poner posters de muchos temas —y algunas veces se les negó el

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permiso para poner materiales políticos y comerciales—, no necesitaban autorización previa para
colocar las fotos de mujeres parcial o totalmente desnudas que se veían en muchos lugares de los sitios
de trabajo. Estas incluían calendarios de publicidad de proveedores, páginas arrancadas de revistas y
pegadas en las paredes, y cuadros de madera barnizada con fotos mostrando mujeres desnudas en
poses de actividad sexual. Una foto mostraba el cuerpo de una mujer con las palabras «USDA Choice»
escritas en la foto. En varias áreas de trabajo se podían encontrar revistas pornográficas para que las
vieran los que quisieran, aun con la prohibición oficial de traer revistas o periódicos al trabajo. En el
op
tablero de un juego de dardos en una de las áreas de trabajo, el pezón de un pecho de una mujer servía
como blanco de máximo valor.

Robinson había trabajado como soldadora en JSI desde 1977, habiendo sido promovida de
soldadora de tercera clase a soldadora de primera clase durante ese período. En sus años en JSI, ella y
las otras mujeres habían tenido que soportar acoso. Una política de la empresa, colocada en las paredes,
declaraba: «Abusar de la dignidad de cualquier persona usando insinuaciones étnicas, sexistas o
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raciales, comentarios sugestivos, acercamientos físicos o intimidación sexual o de otra índole son
conductas que no pueden ser toleradas». A pesar de esta política, las quejas de algunas mujeres acerca
de acoso habían sido causa de risa o de burla y escarnio. Cuando una mujer se quejó con su supervisor,
este la rodeó con sus brazos en un gesto fingido de confort y repitió un infantil chiste sexual.

Finalmente, Robinson decidió que algo tenía que hacerse. Inicialmente, se quejó de las fotos con
John Kiedrowski, su jefe de cuadrilla. Aunque Robinson había sido asignada para trabajar con los
No

acondicionadores de navíos y necesitaba sacar equipo de soldadura del tráiler de herramientas cada
mañana, Kiedrowski le había dicho que ella no tenía nada que hacer en la oficina. Entonces Robinson
habló con Fred Turner, capataz del departamento de soldadura. Turner había hecho poco por quitar
posters de calendarios con fotos de mujeres de los sitios de trabajo, pero no había hecho nada por
remover los calendarios sexualmente explícitos.

Ante esta falta de acciones, Robinson se quejó a Ellis Lovett, capataz de acondicionamiento. Lovett
había respondido cambiando un calendario del tráiler de acondicionadores a una pared en la que no
podía ser fácilmente visible desde el exterior.
Do

A estas alturas, en los astilleros ya se conocían las quejas de Robinson, provocando que aumentaran
los acosos sexuales, no solo a Robinson, sino también a otras empleadas. Una mujer que trabajaba en
la Mayport Yard le pidió específicamente a Robinson que ya dejara de quejarse, debido a que habían
aumentado los acosos en esa área de trabajo.

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Días después de que fue removido el calendario en el tráiler de acondicionadores, apareció un
letrero de «Solo hombres» en la puerta del tráiler. Fue cuando Robinson decidió presentar una queja
formal. El 23 de enero se reunió con Everette Owens, superintendente en la Mayport Yard, y Steward
Quentin McMillan, jefe de taller. Les dijo que las fotos y el letrero de «Solo hombres» eran degradantes,
humillantes y que constituían discriminación y acoso.

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Owens no estuvo de acuerdo. Le dijo a Robinson que los astilleros eran un mundo de hombres en
el que ella había escogido trabajar y que los hombres tenían «derechos constitucionales» para colocar
posters. Específicamente, Owens dijo al capataz que dejara los calendarios de los proveedores en las
paredes, pero dio instrucciones para que el letrero de «Solo hombres» fuera borrado.

Entonces fue cuando Robinson llevó su queja a Ahlwardt, superior de Owens y vicepresidente de
la Mayport Yard. Ahlwardt era el oficial de más alto rango y supervisor principal de esta área.
Ahlwardt, que tenía un calendario de mujeres en su oficina, no veía nada malo con las fotos «tipo

yo
Playboy». Sin embargo, estuvo de acuerdo en recibir a Robinson para discutir sus molestias.

En preparación para esta reunión, Ahlwardt pidió consejo a Brown, veterano con 16 años de trabajo
en JSI y que había escalado desde el puesto de superintendente de maquinaria hasta vicepresidente de
operaciones y era el responsable de políticas y reglamentos de los empleados de JSI en la Commercial
Yard y la Mayport Yard. Ahlwardt esperaba que Brown lo guiara en el caso Robinson.
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