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LA DAMA QUE LO

PUDO CASI TODO


La marquesa de Pompadour fue mucho más que una amante real.
Su poder sobrevivió no solo a las críticas y las intrigas de la corte, sino
también, y esto es lo asombroso, al final de su romance con Luis XV.
ANA ECHEVERRÍA, PERIODISTA
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CASTILLO de Arnac, propiedad de la marquesa.
A la izqda., Luis XV por L.-M. van Loo, s. XVIII.

J
ueves, 25 de febrero de 1745. En pequeños nobles, que no resultaban menos madame de Pompadour, la favorita más
Versalles se celebra un gran bai- atractivas. Y para indignación de unas y influyente de la historia de Francia.
le de máscaras en honor de la otras había incluso mujeres sin título, hijas
infanta María Teresa, recién ca- de simples comerciantes enriquecidos. La bella Reinette
sada con el delfín. Todo París se Todas se mezclaban sin protocolo alguno Se llamaba madame d’Étiolles, de soltera
muere por asistir. Han pasado ya cuatro y todas tenían, aparentemente, las mismas Jeanne-Antoinette Poisson. Contaba 24
meses desde la desaparición de la última oportunidades de acercarse al rey. años. Estaba casada y tenía una hija, pero
favorita de Luis XV, la impopular duquesa Acercarse era fácil, lo difícil era recono- esto era habitual entre las favoritas reales.
de Châteauroux. El puesto de amante ofi- cerlo. Cuando se anunció la llegada de Lo que escandalizó a la corte fue su baja
cial del rey sigue vacante, pero no por Su Majestad aparecieron hasta ocho en- cuna. Oficialmente era hija de un recau-
mucho tiempo. Las jóvenes más ambicio- mascarados idénticos. Todos iban vestidos dador de impuestos que se había fugado
sas de Francia están dispuestas a todo con de tejo, el árbol favorito de Luis XV, y no de Francia tras verse acusado de corrup-
tal de colarse en palacio, cosa que en rea- había manera de saber quién era quién. ción. A falta de padre importante tuvo
lidad no es difícil: basta con tener (o pagar) Muchas damas flirtearon con el tejo equi- excelentes padrinos, como los hermanos
un contacto en la corte. La diversión esta- vocado hasta que el auténtico rey se qui- Pâris-Duvernay, banqueros que abastecían
ba asegurada, sobre todo para los corte- tó la máscara. En ese momento, la mu- de víveres y armas al ejército francés. Se
sanos de sexo masculino. Por una vez no chacha que lo había acompañado toda la sospecha que otro de sus protectores, un
solo podían bailar con las damas de inter- noche dejó caer el pañuelo con coquete- soltero millonario llamado Charles Le Nor-
minables apellidos a las que estaban acos- ría y él se agachó para recogerlo. Fue la mant de Tournehem, era amante de su
tumbrados, sino también con esposas de primera aparición pública de la futura madre y, de hecho, su verdadero padre.

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POMPADOUR

UNA DAMA
CON MUY BUENA
ESTRELLA
1721 NACE JEANNE-ANTOI-
NETTE en París. Su ma-
dre, Louise de la Motte, es esposa del
recaudador François Poisson.

1727 POISSON SE EXILIA.


Charles François Paul
Le Normant de Tournehem asume la
educación de la pequeña.

1730 UNA PITONISA VATI-


CINA que seducirá a un
rey. Ya adulta, la marquesa asignará
a la vidente una pensión.

1741 SE CASA CON Charles-


Guillaume d’Étiolles, so-
brino de Le Normant. Su primer hijo
muere todavía bebé.

1744 NACE SU HIJA ALE-


XANDRINE. Al año si-
guiente conoce al rey, Luis XV, y se
convierte en su favorita. Adquiere el tí-
tulo de marquesa de Pompadour.

1750 FIN DE LA RELACIÓN


ÍNTIMA con el monarca.
Pese a ello, Luis XV mantiene a la
marquesa como favorita oficial y le
concede nuevos honores.

1754 SU HIJA MUERE de una


peritonitis. Tres años
después se produce un atentado falli-
do contra el rey: el excombatiente Ro-
Desde luego actuó como tal: le costeó una CUANDO CONOCIÓ AL bert François Damiens le apuñala.
educación que muchas mujeres de la aris-
REY ESTABA CASADA
tocracia habrían envidiado. Sus habilida-
des, unidas a una figura esbelta y a unos Y TENÍA UNA HIJA, PERO
1764 LA MARQUESA FA-
LLECE en Versalles a los
43 años, víctima de una enfermedad
ojos seductores, la hicieron destacar en el respiratoria. La entierran en el conven-
salón de madame Tencin, el lugar donde ESO ERA ALGO HABITUAL to de los Capuchinos de París.
se reunía la flor y nata de la intelectualidad ENTRE LAS FAVORITAS
de París. Allí conoció, entre otros, a Vol-
taire y Montesquieu, que más adelante amigos respetados para codearse con las era elegante y correcto, pero muy distinto
fueron sus protegidos. La llamaban Rei- grandes familias de Francia. Luis XV com- del argot arcaico que se hablaba en Versa-
nette, un apodo profético y tal vez no del pró para ella un título, el de marquesa de lles. Nadie la consideró un verdadero pe-
todo casual. De niña, una echadora de Pompadour, y pagó a la princesa de Conti ligro: en opinión de la mayoría, aquel ca-
cartas le había vaticinado que conquistaría para que la presentara oficialmente en pricho del rey no podía durar.
al rey. Es probable que esta mujer le hu- Versalles. La corte la recibió con frialdad,
biese dicho lo mismo a cientos de niñas pero con cierta benevolencia. La muchacha De amante a amiga
más, pero Jeanne-Antoinette no olvidó su se mostraba discreta y respetuosa con la Acertaron en parte: la pasión de Luis XV
buen augurio. Cuando se convirtió en fa- reina, aunque distaba de parecer una aris- por Jeanne-Antoinette duró unos cinco
vorita recompensó sus servicios. tócrata. A pesar de su exquisita educación, años. Pasado ese tiempo buscó nuevas
En cualquier caso, Jeanne-Antoinette era madame de Pompadour desentonaba. Era aventuras. La frágil salud de la marque-
una burguesa, y necesitaba algo más que refinada, pero no ceremoniosa. Su francés sa pudo tener algo que ver: desde muy

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Propagandista de sí misma
LA ETERNA FAVORITA DEL REY DE FRANCIA RECURRIÓ TANTO A LA ESCULTURA
COMO A LA PINTURA PARA HACERSE PLASMAR MIL CARAS, Y TODAS BUENAS

LOS RETRATOS DE LA Pom-


padour fueron muchos, y los artistas
supieron borrar en ellos las huellas de
la edad y la mala salud. Pero ella no
posaba solo para verse espléndida.
Sus cuadros y estatuas eran sutiles
mensajes publicitarios. En función de
los intereses del momento, realzaba
su sensualidad, su elegancia, su cultu-
ra o su virtud. Versatilidad y dominio
de la imagen pública fueron sus claves
para mantenerse en el poder.

DE CAZA
Jeanne-Antoinette iba disfrazada de
Diana la noche en que bailó por prime-
ra vez con el rey en Versalles. Así apa-
rece en el cuadro de la izqda., que bien
pudo ser un guiño a su amante: su
pasión estaba aún en pleno apogeo
cuando lo encargó. Pero la elección de
esta diosa en concreto no fue inocen-
te. Desde el siglo XVI, numerosas fa-
voritas se habían retratado como la
joven divinidad cazadora.

LA AMIGA
Tras el fin de su romance con Luis XV,
la marquesa proclama ante la corte su
nueva posición de confidente. Es un
momento delicado: sus enemigos es-
peran que se retire y es imprescindi-
ble demostrarles que su poder no ha
menguado. Se hace esculpir como dio-
sa de la amistad. El concepto le gustó
tanto que casi diez años después, en
1759, posó junto a su propia estatua
para un cuadro de Boucher.

SOY LISTA
Los poemas satíricos la acusaban de
tener poco seso. En 1755, ella lo des-
mintió posando para otro cuadro co-
mo intelectual. Una guitarra, las
partituras que sostiene y una carpeta
de dibujo destacan su talento artísti-
co; un globo terráqueo y unos libros,
sus conocimientos... El retrato, de M.
Quentin de La Tour, se mostró al pú-
blico en el Salón de París: esta vez el
Retrato de madame de Pompadour como Diana, de Jean-Marc Nattier, c. 1748. mensaje no era solo para la corte.

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POMPADOUR

PATIO DE MÁRMOL que da entrada al principal


pabellón del palacio de Versalles, Francia.

joven padeció taquicardias y problemas cuando sus enemigos potenciales (los los criados se retiraban después de dejar
respiratorios, se rumoreaba que escupía jesuitas y el llamado “partido devoto”, las fuentes sobre la mesa. Luis XV charlaba
sangre y con los años se volvió cada vez liderado por el delfín) se dieron cuenta de tú a tú, se servía su propio café, se re-
más pálida y delgada. de que había que tomarla en serio, ya era lajaba. En estas cenas, el rey se permitía
El miedo a la tuberculosis pudo alejar al tarde. Había Pompadour para rato. el lujo de vivir como un burgués.
rey de su lecho, pero en ningún caso lo ¿Cuál era el secreto de la marquesa? No Aunque era un absolutista convencido,
alejó de su vida. Contra todo pronóstico, era su belleza, sino su complicidad con el Luis XV no aspiraba a convertirse en el
el final de su relación íntima consolidó el rey. Ella misma se apresuró a proclamarlo “sol” de los franceses. Prefería más bien
poder de la favorita. Consiguió el título a los cuatro vientos, encargando escultu- administrar el reino desde la tranquilidad
de duquesa y el de dama de honor de la ras y estatuillas de porcelana en las que de su despacho. Esto contribuyó a hacer-
le bastante receptivo a las nuevas ideas de
EL SECRETO DEL ÉXITO DE LA MARQUESA NO ERA Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Diderot
y D’Alembert. Jeanne-Antoinette introdu-
SU BELLEZA, SINO SU COMPLICIDAD CON EL REY jo en Versalles una nueva mentalidad, la
de la Ilustración. Patrocinó la Enciclopedia
reina (a pesar de que esta ya tenía doce aparecía retratada como la encarnación francesa y convenció al rey para que no
damas y no había vacantes). A partir de de la amistad. Supo conectar con Luis XV interrumpiera su publicación. Hay que
aquel momento fue una de las poquísimas como ninguna otra mujer. Él era un hom- entender esto como algo mucho más im-
privilegiadas con derecho a sentarse en bre reservado. Respetaba el intrincado portante que una simple iniciativa cultural.
un taburete en presencia de la familia protocolo instaurado por Luis XIV, pero, En algunos artículos se llegaba a cuestio-
real. También cambió su pequeño apar- a diferencia de su bisabuelo, no disfruta- nar el origen divino de la monarquía, se
tamento en el piso más alto de Versalles ba en absoluto con él. Su condición de rey ponía la razón por delante de la fe y se
por nuevos aposentos mucho más amplios lo convertía, a su pesar, en un hombre- aplaudía a quienes ganaban dinero traba-
en la primera planta, reservada en prin- espectáculo: debía levantarse, vestirse, jando, una osadía que difícilmente podía
cipio a los parientes del rey. No solo ga- comer y acostarse en público. perdonar aquella miríada de cortesanos
naba categoría, sino que además se aho- Madame de Pompadour le regaló intimi- que vivían de rentas y pensiones.
rraba subir escaleras, un esfuerzo que dad. En las cenas que organizaba para él, El partido devoto puso el grito en el cielo.
empezaba a resultarle agotador. Para los invitados eran pocos y selectos. Hasta Aunque al principio habían tolerado a la

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MENARS, donde convaleció la Pompadour. A la
derecha, retrato por F.-H. Drouais, 1763.

favorita, no tardaron en atacarla. El delfín llegó a penetrar. Pero, aunque la herida También suele darse por sentado que era
y las princesas la llamaban “madame pu- física fue leve, la psicológica tardó mucho ella quien ejercía en la práctica el cargo
tain”. Los jesuitas de la corte dedicaban sus en curarse. Luis XV se quedó muy abatido, de director de Edificios, Artes, Jardines
homilías a condenar el adulterio. Tampoco y la familia real aprovechó para cerrar y Manufacturas, una especie de ministe-
el pueblo le tenía simpatía. La acusaba de filas en torno a él. Durante los doce días rio de cultura que recayó primero en su
manipular al monarca y atribuía a su in- que duró la convalecencia, madame de protector, Le Normant de Tournehem, y
fluencia cualquier decisión impopular de Pompadour no se atrevió a salir de sus más tarde en su hermano, Abel Poisson.
la Corona. En particular, se sospechaba que aposentos. No le llegaban noticias del rey, Algunos autores no creen que se involu-
el rey instauraba nuevos impuestos para y el delfín hacía planes para expulsarla, crara en las tareas del puesto y suponen
costear sus lujos y derroches. aunque nadie osó acatar la orden por mie- que se limitó a favorecer a sus allegados.
Madame de Pompadour contraatacó con do a la reacción del soberano. Sea como fuere, mantuvieron enorme-
una campaña de imagen que, salvando
las distancias, entusiasmaría a un asesor
de la Casa Blanca. Desempolvó sus dotes
EL PUEBLO NO LE TENÍA SIMPATÍA: LA ACUSABA DE
teatrales para ofrecer representaciones MANIPULAR AL REY PARA SUFRAGAR SUS LUJOS
privadas. Su primer estreno es Tartufo,
de Molière, pero pronto empieza a adap- La marquesa era intocable, pero ¿fue de mente ocupada a la marquesa. Junto a
tar el repertorio a sus propios intereses. verdad tan poderosa como el pueblo su- Luis XV, que era muy aficionado a la ar-
Además de exhibir su talento como can- ponía? ¿Hasta dónde llegaba su influen- quitectura, proyectó y reformó varios
tante y actriz, escoge argumentos que cia? Los historiadores no se ponen de palacios, como el de Bellevue, pionero
aluden entre líneas a la buena salud de acuerdo. Para muchos de sus contempo- del estilo neoclásico. Fue mecenas de
su relación con el monarca. ráneos, madame de Pompadour fue un pintores y escultores e incluso aprendió
primer ministro en la sombra. Se la culpó, a hacer grabados. En cuanto a las manu-
¿Poder absoluto? entre otras cosas, de embarcarse en la facturas, intervino en la creación de la
Solo una vez en diecinueve años temió guerra de los Siete Años, que se saldó con fábrica de porcelana de Sèvres y la pro-
perder su puesto de favorita. Sucedió en la pérdida de las colonias francesas en mocionó. Tomar partido por Sèvres fren-
1757: un exsoldado apuñaló a Luis XV Norteamérica. Parece que participó en las te a las vajillas de Sajonia o China no era
cuando regresaba al Trianon desde el pa- negociaciones para pactar con María Te- una mera opción estética, era una cuestión
lacio de Versalles. Era una tarde fría, y el resa de Austria, pero es difícil saber hasta de Estado. Generar riqueza a través de la
rey iba tan abrigado que la hoja apenas qué punto fue suya la iniciativa. industria, como proponían los economis-

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POMPADOUR

tas ilustrados, se había convertido ya en


una de las prioridades de la Corona.

Último aliento
Cuesta imaginar que una mujer tan activa
estuviera gravemente enferma, pero así
era. A partir de 1762, sus síntomas empeo-
ran (se trataba de tuberculosis, según unos,
de cáncer de pulmón, según otros). Su
médico le recomendó no hacer esfuerzos,
pero ella siguió acompañando a Luis XV en
sus viajes. Confiesa a una amiga que pre-
feriría pasar una temporada sola y tranqui-
la, pero cree que el rey no sabría qué hacer
sin ella. Lo único que hace para cuidarse
es beber grandes cantidades de leche. Sin
embargo, sigue adelgazando día a día.
Dos años después se ve obligada a perma-
necer en el castillo de Menars, incorpora-
da sobre unos cojines. Si se acuesta es
incapaz de respirar. Al cabo de unos meses
mejora y regresa a Versalles, pero las ta-
quicardias y los ahogos no tardan en vol-
ver, esta vez para quedarse. La marquesa
se despide de sus amigos y retoca algunos
detalles de su testamento.
Solo los miembros de la familia real tenían
derecho a morir en Versalles, pero Jeanne-
Antoinette estaba demasiado débil para
ser trasladada. Luis XV se saltó el protoco-
lo por ella. No pudo, en cambio, acompa-
ñar al cortejo fúnebre. La corte no le habría
perdonado el escándalo. Tuvo que conten-
tarse con despedir con la mirada, desde la
ventana de su despacho, a la que fue, más
que su mejor amante, su mejor amiga. Con
ella moría la última esperanza de conciliar
la monarquía con las aspiraciones de la
nueva clase burguesa. El rey tardó cuatro
años en elegir una nueva favorita.

PARA SABER MÁS


BIOGRAFÍA
BUGGELLI, Mario. Pompadour, la favorita
real. Barcelona: Iberia, 1992.
LUJÁN, Néstor. La otra marquesa de Pom-
padour. Barcelona: Planeta, 1993.
ENSAYO
GOODMAN, Elise. The portraits of madame
de Pompadour: celebrating la “femme
savante”. Berkeley: University of California
Press, 2000. En inglés.
KAISER, Thomas E. “Madame de Pompa-
dour and the theaters of power”. French
Historical Studies, vol. 19, n.º 4, pp. 1.025-
1.045. Twin Cities (Minnesota), 1996. En inglés.

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