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El orden social en época del principado

Una de las novedades de este periodo fue el establecimiento de la monarquía imperial,


un nuevo marco político idóneo para la sociedad romana de esos tiempos. Otra
innovación fue la integración de las provincias y de los provinciales en el sistema
estatal y social romano conformando el “modelo social romano” que fue exportado a
las poblaciones de la mayoría de las provincias y significo la consolidación de una
aristocracia homogénea a escala imperial y la unificación de las elites locales.
Lejos de modificarse el orden social fuertemente jerarquizado, en esta época
alcanzó su forma “clásica”. Sin embargo, este modelo de sociedad no constituyó una
realidad estática, sino que estuvo sometido a un cambio lento pero permanente dentro
de ese marco tradicional, que devino en una crisis profunda pasado el gobierno de
Antonio Pío.
El autor califica al Principado como la época dorada de la economía romana por
su gran auge económico por el crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo de la
producción. Esto se debió a la urbanización del mundo provincial bajo las condiciones
de la Pax Romana. Sin embargo, esto no condujo a una transformación radical del
modo de producción, ya que siguió siendo durante la época imperial un estado agrario.
A partir de la monarquía imperial de Augusto se conoció una nueva posición de
cabeza que se vino a superponer con el antiguo vértice la pirámide social: el circulo de
familias de la oligarquía rivales entre si.
Princeps tenía un poder ilimitado. Portaba el imperium, gobernaba las
provincias senatoriales en colaboración con los funcionarios nombrados por el senado.
Poseía la más alta dignitas y podía apelar en cualquier momento a la autocritas. Había
un culto a su persona dado por su carisma religioso. El emperador tenia lazos
recíprocos con los distintos ordenes. La mayoría de la población tenia para con el una
relación de patrono-cliente. Todos los cargos en el estado se definían a partir del
servicio al emperador.
La integración de las provincias y provinciales fue estimulada de distintas
maneras: por el trazado de una extensa red viaria, mediante la introducción de una
administración unitaria, por la atracción de los provinciales al servicio militar y sobre
todo, mediante la concesión del derecho de ciudadanía romana.
La sociedad se descomponía en dos partes fundamentales: las capas altas y las
capas bajas (más numerosas). Los “mejores” estaban para gobernar y la “masa” para
obedecer.
En los estratos superiores estaban aquellos que tenían una posición social
privilegiada donde coexistían fortuna, altos cargos y prestigio social. Si bien el principio
aristocrático en virtud del nacimiento noble era importante, existía un margen de juego
a las cualidades y ambiciones de cada individuo.
Orden senatorial era un estamento numéricamente reducido y exclusivista.
Todo senador era al mismo tiempo gran propietario. En época de Augusto, se fueron
separando cada vez los cargos senatoriales y ecuestres, hasta la reforma de Calìgula
(38) donde quedaron definitivamente deslindados. Los senadores se vinculaban entre
si a través de alianzas (matrimonios, adopciones, amistades) y todos ellos recibían una
educación uniforme en oratoria, jurisprudencia y en el arte de guerra además de
historia, literatura y filosofía.
Este orden era bastante heterogéneo en su composición interna y durante el
principado quedo sujeto a permanente fluctuaciones. Por ejemplo, los homines novi
(ex caballeros, hombres de la capa alta de las ciudades del imperio) jugaron un papel
muy importante. Eran seleccionados en virtud de sus cualidades para formar el
estamento principal y eran incorporados a la aristocracia por prestar servicios al estado
al mismo tiempo que eran favorecidos por el césar. Los cargos que podían ocupar los
senadores estaban dados por las posibilidades del cursus honorum.
ORDEN SENATORIAL: Augusto fija en 600 la cantidad de senadores, cifra que
permanecerá casi sin cambios por dos siglos. Su principal fuente de ingresos proviene
de la producción agrícola, y su cohesión como estamento esta apuntalada por un fuerte
tradicionalismo y por la importancia de lazos ideológico-jurídicos con los demás
miembros de la orden, a pesar de la heterogeneidad y fluctuaciones internas (ingreso de
hombres nuevos y adopción de herederos, ante la falta de descendencia masculina). Los
hombres nuevos están sobrerepresentados: dos factores, 1) más esfuerzo personal para
ser integrados a la aristocracia romana, por lo cual prestan más servicios en la
administración del Estado, lo cual 2) los favorece frente al emperador por lealtad, razón
importante de ascenso social en los estratos altos. Además los cambios en la estructura
económica por la integración de nuevas zonas y la pérdida de preponderancia italiana
en la economía favorece el ingreso de las capas altas provinciales (origen de la mayoría
de los homines novi) al senado. Esto beneficia a la posterior homogeneización de las
diversas regiones del imperio por adopción del estilo de vida y referencias estamentales
comunes. El acceso al senado está fuertemente reglamentado como carrera de los
honores (distintos cargos según los rangos ascendentes desde miembro del senado
hasta cónsul y prefecto de Roma) con patrocinio del emperador, y reproduce dentro del
primer orden, el propio sistema jerárquico de la sociedad. Esto genera un orden
cerrado, sobre la base de un reducido número de altos funcionarios disponibles, cuya
capacidad para afrontar situaciones extendidas de conflicto es muy limitada, este
sistema aristocrático muestra sus deficiencias ya con el levantamiento de los Bátavos
(69 d. C.), entrando en una crisis irreversible con los desafíos que tuvo que enfrentar a
partir de la 2ª mitad del siglo II.
Otros órdenes y estratos elevados el ordo equester tenía más miembros que
el senatorial. Si bien tenían una conciencia de grupo estamental, no era tan
homogéneo como el senatorial. La pertenencia al grupo no era hereditaria, era una
nobleza de la persona y no de sangre. Era posible que los caballeros ascendieran al
orden senatorial. Entre los caballeros abundaban los grandes comerciantes, los
poderosos empresarios y los banqueros aunque estaban principalmente interesados en
el agro.
Era un grupo muy mezclado, con integrantes de distintas procedencia: hijos de libertos
que habían ascendido por su habilidad en los negocios, otros provenían de hacer una
larga carrera militar y otros eran provinciales que podían reunir el censo mínimo
ecuestre. No todos ocupaban cargos públicos en el estado.
ORDEN ECUESTRE: estaba constituido por un n° mayor que el de los senadores.
También tenían una conciencia de grupo estamental, pero con relación al primer orden
era menor su cohesión interna por su heterogeneidad étnica y económica, además de la
dispar dedicación profesional, lo cual lo hacía un orden más permeable que el senatorial.
No es hereditario, sino configurado como "nobleza personal", en lugar de una nobleza
de sangre, aunque en la práctica los hijos de los caballeros eran aceptados entre los
equites. Esta orden es la fuente de reclutamiento de los nuevos senadores por relaciones
de parentesco, matrimonios y amistad. Aún más amplia es la apertura de este orden
hacia abajo, se hallaban muy integrado con las capas altas urbanas del decurionado,
dadas las dificultades para avanzar en el estamento senatorial se otorgaban cargos en
ciudades a los caballeros, llegando a pertenecer al mismo tiempo a ambos órdenes (ordo
equester y ordo decuriorum). Aunque la posesión de tierras era generalmente su
principal fuente de riqueza, se dedicaban en mayor medida que los senadores a otras
fuentes de ingreso no agrarias (Comerciantes, empresarios, banqueros, arrendadores de
los impuestos de aduana, etc.). La heterogeneidad en su composición social se debía a
que podían ser de sectores bajos, como los hijos de libertos que ascendían gracias a su
habilidad con los negocios o a las relaciones personales con personajes influyentes del
Imperio, o ciudadanos que ingresaban en esta orden después de una larga carrera
militar, pero la mayoría pertenecían al decurionato, y debían su rango a su fortuna. Los
caballeros que entraban al servicio del estado formaban una nobleza de toga, con
relación a los demás de su propia orden, hallándose los que estaban en lo alto del
funcionariado, formando parte junto con los senadores más relevantes, de la elite del
imperio. Por eso la línea divisoria decisiva en la jerarquía social y política, de los
sectores dominantes, no era simplemente la que existía entre senadores y caballeros,
sino la que se establecía entre las distintas clases de rango, en el interior de ambos
órdenes. • ORDEN DECURIONAL: Esta orden es todavía más heterogénea que la
equestre y carecía de una institución aglutinadora a escala de todo el imperio, que les
diese cohesión interna. La organización estamental de los decuriones, se organizaba
como una corporación independiente en cada ciudad. La pertenencia a este orden no era
hereditaria, pudiendo ingresar cualquier ciudadano acaudalado, pero en la práctica los
hijos de los decuriones al heredar la fortuna de sus padres, lo más probable era que
continuasen como miembros de esta orden. Los decuriones eran ricos a escala local,
existiendo grandes diferencias en el censo mínimo requerido según las provincias e
inclusive hacia el interior de las mismas. A pesar de sus diferencias, los distintos
ordines decurionum poseían grandes semejanzas, debido a que compartían los mismos
derechos y obligaciones, sus miembros en todas las ciudades tenían la misma unidad de
funciones: no solo los privilegios jurídicos penales, sino también su tarea de garantizar
el funcionamiento autónomo de las ciudades y sus funciones económicas de utilidad
pública. En esta orden también había una estratificación interna, que se fue
acrecentando a partir de los gobiernos de Trajano y Adriano, los inferiores entre los
decuriones comenzaron a encontrarse con dificultades financieras que les
imposibilitaban cumplir con los gastos propios a su cargo, pasando el decurionato a
convertirse en una carga para mucha gente rica. Dadas sus responsabilidades políticas,
los miembros de esta orden constituían la columna vertebral del sistema de dominio
romano, no solo por el alivio que representaba al Estado que ellos cargaran con el peso
de la administración local, sino también como capa superior común a todas las ciudades
a pesar de su diferencia étnica o social, eran los representantes legitimados de los
ideales y costumbres romanos, contribuyendo a la cohesión interna del imperio. En las
ciudades también se encuentran los liberti ricos, dedicados principalmente al comercio,
la banca y la producción artesanal y en algunos casos a la propiedad fundiaria. Pero a
causa de su origen no libre solo en casos excepcionales entraban al decurionato.
Estratos inferiores. La composición social de estos estratos es mucho más heterogénea,
pero conocieron un proceso de integración a escala de todo el Imperio. Su separación es
más nítida verticalmente, que horizontalmente. La división mas clara es entre plebs
urbana y la plebs rustica, con una notoria mejor situación de los primeros.
Horizontalmente podría hablarse de cierta gradación social en virtud de su situación
jurídica entre ingenui, liberti y servi, aunque la variada gama en el interior de estas
categorías, hace que sus fronteras de demarcación sean imprecisas. La fuente principal
de esclavos en esta época es mas interna que externa: hijos de familias serviles y
sobretodo por la esclavización voluntaria. En líneas generales la situación de los
esclavos mejoró con relación a su estado en la República tardía. La plebs rustica estaba
mas diversificada que la plebe urbana, y cada una de estas categorías podía englobar a
posiciones sociales muy diferentes (esclavos bajo relación patriarcal y esclavos de los
fundos, y dentro de estos últimos la capa privilegiada de los vilici y los actores). La
explotación servil en los latifundios era un fenómeno local en Italia, existiendo en
África una mayor explotación por medio de los coloni (arrendatarios de un pequeño
trozo de tierra que explota con su familia y que paga al propietario una renta anual en
dinero por los productos obtenidos). La mayoría de los coloni eran libres, pero había
también libertos y esclavos (cuasi coloni). Dentro de la heterogeneidad de los coloni
tenemos entre las nuevas categorías de diferenciación social, a los coloni normales
(pequeños arrendatarios), los coloni inquilini (campesinos sin tierras obligados a
diversas prestaciones personales) y los stipendiarii (otras personas que vivían en parte
dentro, en parte fuera del dominio, y debían prestaciones personales a los primeros
citados). Pero los esclavos y colonos eran una minoría dentro de la población rural del
imperio, la mayoría seguían siendo pequeños campesinos propietarios. Los sectores mas
oprimidos en este periodo no son los esclavos de los latifundios, sino las masas
campesinas peregrinas nominalmente libres y carentes totalmente de recursos. La
estructura en órdenes y estratos. Al no existir un estamento intermedio consistente,
puede afirmarse que la sociedad se dividía en dos grupos principales: senadores
caballeros y decuriones sin rango ecuestre (200.000 menos de un 1 % de la población
total), agrupados jerárquicamente en distintos órdenes (unidades sociales constituidas
cerrada y corporativamente, con sus respectivos niveles de riqueza, funciones y rango).
Estas capas altas se componían de una aristocracia imperial y una elite municipal. Los
sectores inferiores estaban integrados en estratos (no estamentos como las superiores)
o capas particulares en función de su actividad económica en la ciudad o en el campo y
de criterios jurídicos como los de ingenui, liberti o servi, no existiendo líneas claras en
sentido horizontal. El posicionamiento social no se fundamentaba unilateralmente en
esta estratificación social, sino que un papel fundamental tenían las relaciones
personales entre los individuos situados mas arriba o mas abajo. El concepto de clase
no resulta muy adecuado para definir este orden social, ya que este se articulaba no solo
en base a criterios económicos, sino también en función de criterios sociales y jurídicos
que no coincidían muchas veces con los económicos. La elasticidad del modelo social
romano, mostró sus cualidades al delinear la dirección del desarrollo social en todo el
Imperio, ocupando un lugar fundamental la movilidad social entre los órdenes (dándole
fortaleza y estabilidad al sistema de dominación), aunque no hay que sobrevalorarla, ya
que los que podían hacer uso de las oportunidades de ascenso social, era una minoría
(Pertinax fue una excepción). La lucha de clases era poco factible, al igual que en la
República tardía, debido a que los grupos subalternos estaban ligados de distintas
maneras a las capas superiores y perseguían su propio interés. La monarquía era la
forma política mas apropiada para asegurarse la consistencia de una sociedad regida
aristocráticamente, un sistema de dominio unitario donde los integrantes de los estratos
inferiores fueron incluidos en el sistema de ejercicio del poder de acuerdo con una
gradación jerárquica equilibrada. La repartición de las funciones públicas entre los tres
órdenes dirigentes bajo la dirección del césar, respondía mejor a la realidad social,
además el gobierno imperial proveía una serie de normas ideológicas y éticas, que
brindaban a la sociedad en su conjunto, un sistema unitario de referencia (culto al
emperador y la obligación moral de guardar lealtad al césar). La mejoría en la
condición de los esclavos, favoreció la desaparición de los levantamientos serviles. Los
conflictos ocasionados por la plebe, no generaron graves problemas a para Roma, en
cambio frente a los levantamientos de los provinciales subyugados, donde participaban
distintas capas de la población, la reacción fue violenta debido al peligro que
representaban (como frente a los galos en el 21, contra los treverienses y bátavos en el
69, y con los judíos entre el 66 y el 70).
La elite urbana se configuraba como una corporación independiente en cada ciudad. A
ella ingresaba cualquier ciudadano acaudalado que después de los 25 o 30 años que
luego de desempeñar magistraturas municipales era llamado a formar parte del
consejo local (decurionato). A pesar de que tenían los mismos derechos y obligaciones,
formaban un grupo heterogéneo en cuanto a su posición económica.
Junto con los libertos ricos, eran los que pagaban la mayor parte de los gastos de las
ciudades.
Al encargarse de la administración local, constituían un gran alivio para el estado.
Además, se encargaban de velar por los ideales y las costumbres romanas. El
decurionato permitió la unidad del Imperio Romano.
Los libertos ricos eran acaudalados que habían obtenido su fortuna en el comercio, la
banca y la producción artesanal, aunque colocaban sus fortunas en bienes raíces. Solo
en ocasiones especiales lograban acceder al decurionato, ya que el estigma de su
nacimiento esclavo les imponía barreras. Debido a que su fortuna se los permitía
apoyaban con ayuda financiera a las ciudades.
Estratos urbanos inferiores la plebe urbana tenía una posición más favorable
que la de las masas campesinas. Eran tratados con desprecio por los más
encumbrados y provistos de grano por el imperio. Realizaban profesiones liberales e
intelectuales y se desempeñaban en la mayoría de los casos como artesanos y
comerciantes. Tenían acceso a los entretenimientos propios de la ciudad como el circo
y el teatro.
Gran parte de la capas bajas de la población urbana estaba formada por esclavos. El
origen de la mayoría no fue por la fuerza sino por esclavización voluntaria. La
esclavitud se volvió durante el principado mas flexible, debido a que los amos
necesitaban mejores rendimientos de los pocos esclavos que había. Se les daba
mayores posibilidades de liberación, un oficio artesanal, era alimentado en casa del
amo. De todas formas, una vez liberados, los esclavos tenían obligaciones con sus
antiguos amos que iban desde entregar parte de las ganancias hasta la prestación de
servicios personales.
Estratos campesinos inferiores la plebe rustica estaba compuesta por la
mayoría de la población del imperio. Existían dos tipos de esclavitud: los de los
pequeños y medianos campesinos y aquellos que trabajaban en los grandes
latifundios. Su situación mejoro durante el principado.
Debido a que se hacia cada vez mas difícil la renovación de la mano de obra esclava en
los latifundios, su lugar fue ocupado por el sistema del colonato. El colono era un
arrendatario que tomaba en arriendo un pequeño trozo de tierra y lo cultivaba junto a
su familia y daba una determinada renta por los productos obtenidos al propietario.
Los colonos eran libres, sin embargo, eran tratados como esclavos.
El autor afirma que el orden de la sociedad romana era estamental y que no se
puede hablar de clases, ya que el concepto de clase es un criterio económico en
función de la propiedad de los medios de producción (poseedores y desposeídos). Esta
sociedad, sin embargo, se articulaba en función de puntos de vista sociales y jurídicos
que no coincidían plenamente con los económicos.
La época del principado fue una época de gran estabilidad, ya que las luchas
entre los estratos eran muy poco factibles.
(SIGLO III) La muerte de Marco Aurelio (180) marca el fin de la edad de oro, y el
inicio de una crisis general, que no se presentó a un mismo tiempo en todo el imperio y
tuvo distintas repercusiones en cada una de las partes del mismo. Externamente las
invasiones bárbaras continuaban sin interrupción, mientras que internamente, el nuevo
sistema político (el Dominado) convirtió al Estado en una institución todopoderosa, que
reglamentaba brutalmente la vida de sus súbditos, pero a su vez el poder de los césares
se torna cada vez más inseguro. Esa debilidad de la monarquía era consecuencia de la
preponderancia adquirida por el ejército, principalmente por las grandes unidades
estacionadas en Panonia, Mesia, en el Rin, en Capadocia y en Siria. Ese peso de lo
militar significaba una alteración radical de las primitivas estructuras de poder. La
economía también entró en crisis, disminución geométrica de la producción agraria, y
sobretodo una disminución radical de las ramas productivas urbanas, no era posible
detener la inflación, confluyendo todo en una creciente pobreza, potenciada por las
catástrofes naturales. Cabe destacar el retroceso de la esclavitud y su influencia en la
carencia de mano de obra, junto a la expansión del colonato, indicaban un cambio claro
en la estructura de los estratos inferiores. Una de las variables más importantes
respecto a la crisis de este periodo se conecta con el debilitamiento del decurionato: el
crecimiento de la gran propiedad, hacia peligrar la mediana propiedad, tamaño
característico de las propiedades de los decuriones. Simultáneamente el retroceso de la
esclavitud y el sometimiento de masas campesinas a los latifundios mediante el
colonato, dejó a estas propiedades con seria merma de trabajadores. Alteraciones en los
estratos superiores. Un tercio de los senadores en este periodo seguía siendo de origen
italiano, y si bien siguieron gozando de bienestar y privilegios, perdieron el poder que
tenían en el Principado: el senado como institución quedó excluido del acontecer
político, aumentando en su lugar, la importancia del consilium y la burocracia imperial,
además los altos cargos de la administración, pasaron a ser propiedad de los caballeros.
El siglo III fue la gran época del orden ecuestre, los caballeros venían a constituir la
capa superior más activa y el sostén mas firme del Estado. Su lugar jerárquico siguió
siendo de segundo rango, pero los escalones mas elevados del orden ecuestre se unían a
la elite senatorial, mientras que el resto pasaba a ser parte del decurionato. Numerosos
decuriones habían lucrado con el comercio y la artesanía, representándoles una gran
pérdida el retroceso de estos sectores económicos. Sin embargo el tipo de decurión mas
extendido, era el hacendado, inclusive en mayor medida que en el Alto imperio, pero
ahora se enfrentaba a graves problemas como la falta de mano de obra y las
devastaciones bárbaras, además del progresivo gravamen a que los sometió el Estado.
Las obligaciones del ordo decurionum quedaron ahora establecidas con gran exactitud,
ello suponía el fin de la iniciativa particular que había jugado un importante papel en el
Alto Imperio. La admisión ya no quedo a arbitrio de los órganos municipales, sino que
se transformó en una obligación si reunía el mínimo de fortuna exigido, lo que condujo
a que el rango decurional sea más heredable que antes. Pero lo que antes fueron los
codiciados honores municipales, ahora se transformaron en serias cargas para los
sectores más pudientes, llevando a debilitar este orden, antes fuerte y seguro de sí
mismo. Tanto los libertos ricos, como los esclavos y libertos imperiales, se extinguieron
después de la época Antoniniana. Respecto a los militares, no solo los jefes sino
también los soldados gozaban de una situación favorecida, desarrollándose un fuerte
sentimiento de unidad, mediante su colegiación en asociaciones. Un veterano podía
tener un patrimonio equivalente al del censo decurional, pero estaba exento de
contribuir al Estado. Alteraciones en los estratos inferiores. Las auténticas víctimas de
la crisis fueran las masas trabajadores, tanto del campo como de la ciudad, llegando a
producirse una nivelación en el estrato de los humiliores, adquiriendo un perfil cada vez
más uniforme. El ser o no ser libre, ya no contaba como factor decisivo de dependencia
social. La decadencia de las pequeñas y medianas propiedades en el curso de la crisis
del siglo III, condujo a la concentración fundiaria en pocas manos y a la expansión del
colonato como sistema de explotación adecuada frente al alto costo de los esclavos. Se
le arrendaba una parcela al colono por 5 años, existiendo ya en este periodo la perpetua
conductio, la sujeción de por vida del arrendatario. El cambio de estructura. El orden
social tradicional se desintegró: el poder, riqueza, prestigio y adscripción a un orden
rector ya no están van unidos como antes, donde era inconcebible que una nobleza con
prestigio y riqueza, no constituyese al mismo tiempo la capa alta política. Criterios
jurídicos clásicos como el derecho a la ciudadanía y la libertad, perdieron su
importancia, el lugar de origen y el principio de mérito sufrió cambios (la mayoría de
los emperadores procedían de la periferia del imperio). Mientras que la alta sociedad se
desintegró en capas diversamente estructuradas, los estratos inferiores desarrollaron
una estructura cada vez más unitaria. El nuevo estrato dominante está formado por los
altos oficiales ecuestres, los funcionarios de la administración, como los miembros de la
institución militar, y su máxima representación en los emperadores autoritarios de
tiempos del Dominado.
El sistema de dominio del siglo III, suscitaba el rechazo del orden senatorial, de los
decuriones y de las masas populares del campo y de la ciudad. Pero justamente la
composición de esta coalición hizo imposible la formación de un movimiento unitario de
los oprimidos contra el Dominado, porque si bien sus objetivos coincidían (defensa
contra el imperio de la milicia y de la burocracia estatal), sus intereses eran distintos,
además la milicia era el instrumento de poder decisivo, frente al cual toda resistencia
resultaba inútil. La monarquía imperial se transformó en despotismo: Augusto había
sido el “primero” entre los ciudadanos, y el “padre” del pueblo, a partir de Septimio
Severo el emperador recibe el título de “dominus”, teniéndose por un “señor” sobre sus
súbditos. Lo primero que entró en crisis fue el antiguo sistema de valores: el
tradicionalismo, la ética política y el culto al emperador ya no bastaban. Las religiones
mistéricas orientales y el cristianismo no solo prometían consuelo y salvación, sino que
satisfacían necesidades teológicas, morales y litúrgicas. Los militares se vincularon al
culto a Mitra, quién como dios solar invicto encarnaba el ideal del soldado. Los
senadores y el estrato culto se entregaron al neoplatonismo. El estado romano mediante
los círculos políticamente decisorios de la sociedad (los emperadores, la burocracia
imperial y los altos militares) con su mentalidad conservadora se aferraban al sistema
de valores anticuado, que sin darse cuenta ellos mismos habían destruido. Los
emperadores del siglo III no querían cambiar el mundo romano, es más, estaban
convencidos que sus medidas de fuerza era la única forma de restaurar el antiguo orden
social.
En siglo III se produce la gran crisis del imperio que desintegró el orden social
tradicional y fue conformándose paulatinamente uno nuevo.
La estructura social se flexibilizó, haciendo que los privilegios de sangre pasaran
a segundo plano con respecto a los méritos personales. Los estratos mas elevados se
hicieron mas heterogéneos y contradictorios, y los estratos mas bajos desarrollaron
una estructura cada vez más unitaria. El mayor enemigo para estos grupos era el
nuevo estrato dominante formado por los oficiales ecuestres y por los funcionarios de
la administración. El emperador era el que oprimía a los senadores y ricos pero
también a la población de las ciudades y las provincias. La monarquía imperial se había
trocado en un despotismo. El conflicto estaba latente. Pero, si bien el descontento
contra el poder imperial estaba generalizado, no pudo formarse un movimiento
revolucionario de los oprimidos por la heterogeneidad de los motivos del descontento.
Hubo revueltas, pero estas lejos de solucionar el conflicto, lo acrecentaron, llevando a
la transformación del orden tradicional. Ya esa monarquía no contaba con un apoyo
firme, era una sociedad pobre, con guerras y que rechazaba el antiguo sistema de
valores y tradiciones. Los emperadores se empeñaban por sostener el antiguo sistema
de valores que la sociedad rechazaba. En este contexto de crisis comienza a crecer el
cristianismo.
La sociedad tardoromana
El cambio posterior de la sociedad romana se trató de una directa continuación de aquel
proceso que había dado comienzo con la crisis del siglo III. La continuación en la
evolución social era el resultado de que las condiciones que se habían fraguado durante
la crisis del siglo III.
La agricultura incrementó aún más que antes su importancia como fuente principal de
ingresos riqueza. Las dificultades económicas aumentaron a escala gigantesca tras el
estallido de la nueva crisis política resultante de la incipiente migración de pueblos bajo
la presión de los hunos.
Las relaciones campo-ciudad dejaron de basarse en la fuerza de los centros de
producción urbanos; los propietarios de los latifundios fueron aún más claramente que
antes la capa rectora económicamente determinante en la sociedad tardorromana en
tanto que la gran masa desposeída de la población baja se hizo cada vez más
dependiente de ese estrato de terratenientes. A las crecientes dificultades económicas, a
los progresivos problemas sociales y políticos, a los conflictos económicos, la
monarquía imperial solo fue capaz de oponer una política forzada de poder y
centralización. El estado solo supo hacer uso de métodos represivos para obligar a los
decuriones, mercaderes, artesanos y trabajadores agrícolas, a rendir en su trabajo y a
contribuir al físico. La falta de libertad y la enorme presión fiscal significaban opresión
y agobio para los grupos más extensos de la población, que en el estado solo veían a un
ene­migo; pero sucedía también que ese mismo estado había dejado ya de encarnar los
intereses de la capa de grandes pro­pietarios de tierras.
Los empera­dores eran tenidos por «soberanos de la tierra bajo el sol y señores
victoriosos», por «señores de todas las cosas humanas». La desobediencia al soberano
no solo se consideró como un acto cri­minal, sino como un sacrilegio.
Desde el inicio de las migraciones bárbaras el estado romano se sintió cada vez más
impotente para proteger a sus súbditos frente al enemigo exterior, se debilitó
simultáneamente con la presión bárbara, siempre en aumento y a una escala inusitada,
y tras la bipar­tición del imperio en el año 395 su desintegración se hizo inevitable.
Mientras el imperio romano de Oriente, con unos presupuestos socia­les en parte más
favorables y una amenaza menor de los bárbaros, podía mantenerse en pie e ir
reformando paulatinamente su propio sistema de dominio, el imperio occidental tocaba
a su fin en el si­glo V.
También se incrementó la diferencia social entre los portadores del poder político y los
privados de él, hecho que estaba en correspondencia con las crecientes aspiraciones de
dominación ma­nifestadas por el estado. Por consiguiente, el prestigio social de que
podía gozar la persona dependía de la riqueza po­seída, pero también de la amplitud de
su parcela de poder, la pertenencia a un estamento cerrado había perdido su primi­tiva
significación. El orden ecuestre se vio prácticamente absorbido en el estamento
senatorial, y en los cuerpos de decuriones.
La diferencia entre libres y esclavos tuvo una mera significación teórica, puesto que el
sistema coercitivo de prestaciones laborales, exacciones tributarias y heredabilidad de
los oficios venía a representar una forma nueva de falta de libertad, que afectó por igual
a la mayoría de los grupos de población y que en la práctica hizo inoperantes las viejas
categorías de libertad y de carencia de ella.
La estructura de dominación del imperio tardorromano no solo posibili­taba, sino que
hasta demandaba el desarrollo de la capacidad personal y del rendimiento individual,
siempre que redundasen en beneficio del estado: los intereses de la monarquía imperial
radicaban cierta­mente en hacer funcionar el sistema de coerción social.
A partir del siglo V se formaron en el suelo romano estados territoriales germánicos.
Aunque la desintegración del imperio no debe atribuirse solo a la irrupción de los
bárbaros, sino a una multiplicidad de causas: crecientes dificultades económicas,
problemas sociales y políticos que encontraron como respuesta imperial la opresión.
Para llevar a cabo esta política el estado necesitaba mayores recursos que eran muy
costosos, por ello aumento coercitivamente el fisco, agobiando a los grupos mas
extensos de la población que veían al estado como un enemigo. Además, ese estado
ya no contaba con el apoyo de los grandes propietarios porque ya no encarnaba sus
intereses. Para rematar la situación, el estado se sentía cada vez mas impotente para
proteger a sus súbditos del avance de las migraciones bárbaras.
En el siglo III, la sociedad romana había experimentado una radical
transformación. Debido a las dificultades económicas, el abismo entre pobre y rico se
hizo cada vez mas profundo.
Se formaron los grupos de rango, que determinaban una nueva jerarquía. La
adscripción a determinado grupo respondía no al origen regional o étnico, sino ante
todo a la riqueza poseída, la capacidad y la formación personal. También la situación
jurídica paso a un lugar secundario.
Estratos superiores los grupos rectores del orden ecuestre quedaron
absorbidos en el estamento senatorial, dejando de existir el ordo equester como
estamento. El orden senatorial era el más elevado con privilegios exclusivos. Se trataba
normalmente de terratenientes con gran prestigio social y se diferenciaban entre si en
función de su riqueza, posición y rango. Además se diferenciaban por su extracción
geográfica y su visión de las cosas e ideales. YA NO PODIAN FUNCIONAR COMO
AQUEL SOPORTE UNIDO DE LA MONARQUIA IMPERIAL QUE HABIAN SIDO
DURANTE EL PRINCIPADO LOS ORDENES DE SENADORES, CABALLEROS
Y DECURIONES.
El papel de los curiales resultaba muy controvertido, al tener ciertos privilegios y ser
recaudadores de impuestos de sus propias comunidades aparecían como tiranos frente
a la población. Esta estrategia imperial produjo la exacerbación de los antagonismos.
Estratos inferiores este estrato se iba unificando cada vez más debido al
empobrecimiento general al igual que a la merma de libertad de las masas de
población urbana y rural. La esclavitud no se había extinguido. Los colonos, debido a
las presiones y a las ataduras personales con los terratenientes se asimilaban a los
esclavos. Si bien la plebe urbana estaba en mejores condiciones que el resto, estaban
bajo el férreo control del estado.
Durante la época tardorromana los padecimientos de la población se
agudizaron más que nunca. Hubo revueltas, pero ninguna de ellas significo una
revolución social.
El enemigo había cambiado: ya no eran los grandes propietarios como en
épocas anteriores. EL PRINCIPAL ENEMIGO AHORA EL APARATO ESTATAL.
EL FIN DEL IMPERIO ROMANO NO HAY QUE BUSCARLO EN UNA
SUBLEVACIÓN DE LOS ESTRATOS INFERIORES CONTRA LAS CAPAS
ALTAS, SINO EN QUE EL ESTADO ACABO POR DESCANSAR EN UN
ESTRATO MUY REDUCIDO DE SU PROPIO APARATO DE PODER Y AL
MISMO TIEMPO SE CONVIRTIÓ EN UNA CARGA PARA CASI TODA LA
SOCIEDAD. MUCHOS CÍRCULOS PREFIRIERON VIVIR BAJO LA
DOMINACIÓN BÁRBARA EN LOS ESTADOS TERRITORIALES GERMÁNICOS
QUE BAJO ESE APARATO DE PODER AGOBIANTE. Esto sumado a que las
culturas bárbaras no resultaron antagónicas con las romanas, sino perfectamente
compatibles y hasta mimetizables. El cristianismo también contribuyó en este proceso
de desintegración.
En oriente las condiciones sociales y políticas fueron más favorables y no
produjeron un divorcio tan marcado entre estado y sociedad como en occidente. La
iglesia oriental tenía fuertes lazos con el estado, así como los terratenientes y el
senado. Además, estaba mejor protegido contra los bárbaros.
AL IGUAL QUE LA CRISIS DE LA REPUBLICA TARDÍA, EN LA CRISIS DEL
IMPERIO TARDORROMANO TAMPOCO LAS ESTRUCTURAS
FUNDAMENTALES DEL ORDEN SOCIAL VIGENTE FUERON ALTERADAS,
SINO QUE VINO ABAJO UNA FORMA DE ORGANIZACIÓN POLITICA YA
SUPERADA. PERO MIENTRAS SOBRE LAS RUINAS DE LA REPUBLICA
PUDO LEVANTARSE UNA FORMA DE ESTADO GENUINAMENTE ROMANA,
EN ESTE CASO FUERON NUEVOS LOS QUE ASUMIERON EL PAPEL DEL
IMPERIO ROMANO OCCIDENTAL.

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