El libro relata, en primera persona, la historia de Lázaro de Tormes, personaje de
origen humilde, desde su nacimiento a orillas del río Tormes (de donde toma irónicamente su nombre), las vicisitudes que atraviesa al servicio de varios amos (sus fortunas y adversidades), hasta su posterior asentamiento como pregonero de vinos en Toledo y su matrimonio con la criada de un arcipreste, de la que se rumorea que está amancebada con el clérigo. Es una narración autobiográfica. En el prólogo se nos dice que el autor escribe esta carta para explicar a “Vuestra Merced” cuál es su caso. Va a intentar aclararle por qué acepta esa situación deshonrosa de la que se habla en toda la ciudad: la relación entre su mujer y el señor a quien ambos sirven: el Arcipreste de San Salvador. Lázaro va a contar su vida anterior con todo tipo de detalles para aclarar que su situación actual es la más próspera de toda su vida. El narrador, personaje-protagonista, nos cuenta su historia en primera persona. Tal procedimiento contribuye a dar verosimilitud a los sucesos que refiere. El Lazarillo de Tormes es una novela picaresca, con ella se inicia el género. Caracgterísticas: El protagonista narra su propia vida. Es hijo de padres sin honra: empieza declarándolo cínicamente. SE ve obligado a abandonar su hogar por pobreza En una parte importante de su vida, sirve a diversos amos. Es ladrón inducido por el hambre y, a veces, simplemente por su natural vicioso; usa tretas ingeniosas para robar. Aspira a ascender en la escala social, pero no logra salir de estado miserable. Cuando parece que ha logrado un éxito en sus planes, le sucede una desventura: suerte y desgracia se alternan. Suele contraer matrimonio sin honra. No narra nunca sucesos fantásticos. Estructura La obra se compone de un prólogo y siete tratados de extensión desigual. Tratado I………Ciego Tratado V….. Buldero Tratado II……..Clérigo de Maqueda Tratado VI… Pintor panderons-capellán Tratado III …… Hidalgo de Toledo (El escudero) Tratado VII…Alguacil-arcipreste Tratado IV……. Fraile de la Merced Los tres primeros tratados forman un núcleo más trabado que el resto, parece encaminado a mostrar el progresivo empeoramiento de la situación de Lázaro: el tema central es el hambre. A partir de ahí, la situación se invierte y Lázaro va mejorando hasta culminar con lo que el llama “la cumbre de toda buena fortuna” que es sus situación actual. Toda la obra muestra el cumplimiento de la profecía sobre el vino del ciego; alcanza su ventura cuando conoce al Arcipreste de San Salvador, cuyos vinos pregonaba por Toledo para venderlos. Lázaro debe su vida al vino, pues cuando el ciego lo maltrata le cura con él las heridas, y llega a hacer profecía: Si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú”. Esto se cumple en el último tratado, pues Lázaro vive, entre otras cosas, de pregonar los vinos del arcipreste. Cuando logra ahorrar suficiente dinero con el oficio de aguador decide comprar ropa para vestirse de forma similar al hidalgo. Los golpes o calabazas contra el toro de piedra constituye un brutal “rito de iniciación” por el cual el ciego hace descubrir a Lázaro que se halla en medio de un mundo hostil al que debe enfrentarse él solo. Cuando Lázaro provoca que el ciego se estampe contra el pilar el muchacho demuestra vengativamente a su amo que ha aprendido bien sus enseñanzas, ya que le devuelve el golpe del episodio de la longaniza. Su padre fue perseguido por la justicia, Lázaro en su oficio de pregonero, tiene que acompañar a los que padecen persecución por la justicia. Arrimarse a los buenos. Mantener relaciones ilícitas con personas de su conveniencia (la madre con ZAide y la mujer de Lázaro con el arcipreste) Movilidad espacial—Se narra un viaje desde Salamanca hasta Toledo, en el que se van señalando las distintas etapas: Torrijos, Maqueda, Almorox, Escalona y Toledo. El esquema narrativo del cambio constante de amo sirve al autor para introducir una variada galería de tipos humanos representativos de la sociedad de la época.
Resumen por capítulos
El Lazarillo nace en el río Tormes de ahí su nombre. Es hijo de Tomé González y de Antona Pérez. Vivían en una aldea de Salamanca. Su padre era molinero, en un molino situado en el río Tormes. Allí trabajó durante quince años. Cuando Lázaro tenía 8 años su padre fue acusado de quedarse con alguna cantidad del grano que molía. Fue apresado, acusado y perseguido por la justicia. Murió en la guerra contra los moros acompañando a un caballero a quien sirvió como acemilero (mozo de mulas). Su madre, se vio viuda y sin recursos por lo que determinó “arrimarse a los buenos”. Se fue a vivir a Salamanca. Conoció a un mozo negro, Zaide, que trabajaba como mozo de caballos del Comendador. Se hicieron amantes y aunque a Lázaro no le gustaba, al ver que mejoraba la comida en su casa, traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños empezó a gustarle. Tuvo un hermano negro que se asustaba de su propio padre. Zaide fue descubierto y tanto él como su madre fueron castigados por la justicia y la obligaron a no alojar más al mozo en su casa. Ella cumplió la sentencia y se fue a servir como criada de un mesonero y así pudo ir criando a sus dos hijos. Por aquel entonces pasó por el mesón un ciego que pidió si Lázaro podía irse con él para servirlo. Así empezó Lázaro su andadura por la vida. Estuvo con el ciego en Salamanca algunos días y como no ganaba lo suficiente decidió marcharse. Cuando salían de Salamanca y llegando a un puente donde había un animal de piedra que tenía forma de toro el ciego le pidió al niño que se acercara y escuchara el gran ruido que se oía dentro. Cuando estaba intentando oír algo, el ciego se acercó y le dio tal golpe que le duró la cornada tres días. Esta fue la primera enseñanza del ciego: no te puedes fiar de nadie y debes estar siempre atento. Esta aventura fue la primera para iniciar a Lázaro en el mundo adulto, a partir de entonces el niño pierde su ingenuidad, se sabe solo e irá aguzando su ingenio progresivamente. El ciego era muy astuto y sagaz. Sabía mostrar un rostro humilde y devoto para engañar. Decía saber todo tipo de oraciones para curar el mal de muelas, para las mujeres que no parían… Era muy avariento y mezquino y lo mataba de hambre por lo que Lázaro intentó burlarlo, engañarlo para poder comer algo. Tenía toda la comida en un fardel y lo cerraba con un candado. Lázaro para poder comer descosía una costura sacaba buenos trozos de longaniza y torreznos y volvía a coserla. También le robaba algunas blancas (dinero) cuando les daban limosna. El ciego que conocía por el tiento las monedad se quejaba que desde que Lázaro estaba con él no recogía tanto dinero. Aventura del jarrillo de vino. Cuando comían, el ciego tenía junto a él un jarrillo de vino al que Lázaro le daba algunos tragos. El ciego se dio cuenta de que el vino iba disminuyendo y no dejaba el jarro en ningún momento. Lázaro se hizo con una paja larga y conseguía así seguir bebiendo vino hasta que el ciego parece que se dio cuenta de cómo desaparecía el vino. A partir de entonces, ponía el jarrillo entre sus piernas y tapaba la boca con la mano. Lázaro, que estaba hecho al vino, busco y una treta para seguir bebiendo: hizo un agujero en la base del jarrillo y lo tapó con una tortilla de cera. Cuando comían fingía tener frío y se colocaba a los pies del ciego y cerca de la pequeña hoguera que tenían. Con el calor del fuego se derretía la cera y Lázaro bebía el vino como de una fuentecilla. El ciego seguía notando la falta del vino y comenzó a revisar el jarrillo de arriba a bajo hasta que dio con el engaño y no dijo nada. Un día, mientras comían y Lázaro estaba tranquilamente bebiendo, el ciego cogió el jarro y lo lanzó con todas sus fuerzas sobre la cara de Lázaro, este se rompió en mil pedazos y le destrozaron la cara y le saltaron algunos dientes. Así se vengó el ciego del robo del vino. El ciego le curó las heridas con vino y le dijo “lo que te enfermó te sana”. A partir de entonces el ciego empezó a maltratar al chico, le daba coscorrones y le tiraba del pelo sin que viniese a cuento. Y si alguien comentaba algo, él explicaba la hazaña del vino. Lázaro se vengaba llevándolo por los peores caminos. De Salamanca se fueron a Toledo porque decía que había gente más rica, aunque no muy limosnera. Iban parando en distintos pueblos y así llegaron a Almorox al tiempo que recogían las uvas y un vendimiador le dio un racimo de uvas como limosna. Como no se lo podía guardar decidió compartirlo con Lázaro y le dijo que iban a comerlo a partes iguales de manera que primero el ciego cogería una y luego Lázaro otra. Empezaron a comer pero cuando le tocaba por segunda vez al ciego, este tomo dos; Lázaro viendo esto empezó a tomarlas de dos en dos y de tres en tres. Cuando terminaron el racimo el ciego se dirigió a Lázaro y le dijo que lo había engañado. Éste lo negó y le preguntó por qué decía esto a lo que el ciego respondió que lo sabía porque él las tomaba de dos en dos y Lázaro no se quejaba. En Escalona le dio un trozo de longaniza para que la asase y le pidió que fuese por vino. Mientras el ciego buscaba el dinero Lázaro se acercó al fuego y al ver un nabo y oler la longaniza no pudo resistir la tentación y cambió el nabo por la longaniza que se comió mientras iba a por el vino. El ciego se quedó junto al fuego dándole vueltas al nabo y cuando llegó Lázaro su amo estaba a punto de hincarle el diente al nabo. El ciego al ver que aquello no era longaniza se enfureció y culpó a Lázaro quien juró que él no había podido ser porque estaba comprando el vino. El ciego convencido de que había sido él se levanto le cogió la cabeza, le abrió la boca y metió la nariz de tal modo que Lázaro vomitó la longaniza haciendo evidente su hurto. El ciego le propinó una paliza tal que si no llega a ser porque lo paran dice Lázaro que hubiera muerto de los palos. De nuevo el vino le cura las heridas. Después de este episodio, Lázaro decidió abandonar al ciego. Un día de mucha lluvia, Lázaro le comentó que lo llevaría a un lugar más estrecho para cruzar un arroyo. El ciego debido a la lluvia estaba azorado y no desconfió del muchacho. Lázaro lo situó justo delante de un pilar o poste, y le pidió que cogiera carrerilla para poder saltar el arroyo. Este así lo hizo y al saltar se topó directamente con el poste, dio con la cabeza y cayó al suelo. Lázaro se marchó y dejó al ciego en manos de la gente que acudió a socorrerlo. Resumen: el protagonista sirve a un ciego tacaño y mezquino, a quien tiene que engañar para comer; al entrar a servirle es un niño inocente, pero a su lado aprende toda suerte de malicias, y cuando lo abandona sabe más tretas que él. Tratado II: El clérigo de Maqueda. Lázaro llega a Maqueda y allí entra al servicio de un clérigo para ayudarlo en la misa. El clérigo todavía era más avaro que el ciego. Tenía un arcón viejo en el que encerraba bajo llave los panes (bodigos). En toda la casa no había nada que comer, solamente había una ristra de cebollas, y también cerradas con llave. Le daba a Lázaro una cebolla para cuatro días. El clérigo comía cinco blancas de carne para comer y cenar. Partía con Lázaro el caldo de la carne y muy poco pan. Los sábados se comía en esa tierra cabezas de carnero, él se lo comía todo y solo le dejaba los huesos roídos. A las tres semanas de estar con él había adelgazado mucho y tuvo que idear alguna manera para poder comer. No compraba vino, bebía el que le sobraba de la misa. Lo hacía durar toda la semana. Sin embargo, cuando iban a reuniones de sacerdotes o a mortuorios comía y bebía muchísimo. Lázaro empezó a desear que cada día muriese alguien para así poder hartarse de comer. De modo que irónicamente nos dice que el bendecía al que se moría por haberse muerto. Pensó abandonarlo muchas veces, pero no lo hacía primero porque sus debiluchas piernas no le aguantaban por lo flaco que estaba. Por otro lado, como veía que cada amo era peor que el anterior tenía miedo de que un tercero todavía fuese más avariento que este. Un día llegó a su casa un calderero que Lázaro creyó, irónicamente, que Dios se lo había enviado. Le preguntó si necesitaba algo y Lázaro le explicó que había perdido la llave de un arca y que si él le podía hacer otra porque su amo lo azotaría. El calderero probó diversas llaves que llevaba y finalmente dio con la acertada, como lázaro no tenía dinero le dijo que se cobrara de allí y este cogió un pan del arcón. Aquel día Lázaro no tocó los bodigos para que no se notara la falta del que había cogido el calderero. Otro día, cuando el clérigo salió de casa, Lázaro abrió el arcón y cogió un pan y se lo comió. Y lo mismo hizo al día siguiente, pero al tercer día su amo echó en falta los panes y no se explicaba cómo podían desaparecer de un arca cerrada. A partir de aquel momento empezó a contarlos. Lázaro ya no sacó más los panes enteros, empezó a desmigajarlos. El clérigo al encontrar el pan desmigajado pensó que era obra de ratones y cogió unas tablillas y unos clavos y cerró todos los agujeros del arca. Lázaro empezó a pensar cómo podría remediar su hambre. Mientras su amo dormía se fue al arca y como esta estaba vieja y carcomida pudo hacer un pequeño agujero por un costado. El clérigo echaba la culpa a los ratones, aunque no entendía de dónde salían si nunca hubo ratones en su casa. Volvía a coger tablillas y clavos y de nuevo tapaba el agujero. De noche Lázaro se levantaba y armado con un cuchillo lo que su amo tapaba de día él lo destapaba de noche. Viendo que su trabajo no servía de nada decidió pedir prestada una ratonera y con cortezas de queso que sus vecinos le daban puso la ratonera dentro del arca. Lázaro estaba contento porque además de comer el pan ahora podía comerse las cortezas de queso. El clérigo estaba desesperado no entendía cómo podía desaparecer la corteza del queso y no quedar atrapado el ratón. Preguntando a sus vecinos, uno de ellos le recordó que en la casa del clérigo solía haber una culebra y que ésta debe ser la artífice del robo. A partir de ese momento el clérigo no durmió más a pierna suelta y estaba vigilante a cualquier crujido ya que quería acabar con la culebra. Como el amo se pasaba las noches deseando atrapar la culebra, Lázaro no se levantaba para abrir el arca y lo hacía cuando el clérigo marchaba a la iglesia. Lázaro tuvo miedo de que su amo diera con la llave que guardaba bajo las pajas y pensó que estaría mucho más segura si se la ponía en la boca para dormir. Pero una noche, Lázaro dormía con la boca abierta y la llave se colocó de tal forma que al respirar el aire pasaba por el agujero de esta y emitía un fuerte silbido. El clérigo lo oyó y se levantó con su garrote en mano para dar caza a la culebra, el sonido procedía del lugar donde dormía Lázaro y el clérigo creyendo que la culebra atraída por el calor estaba junto a Lázaro, el clérigo le descargó un gran golpe para matarla pero dio en la cabeza de Lázaro. Al ver que Lázaro no despertaba y notar la sangre fue a buscar una luz para ver qué le había hecho y entonces descubrió todavía en la boca de Lázaro, mitad dentro mitad fuera, la llave del arca. Lázaro estuvo tres días sin recobrar el sentido y cuando volvió en sí y estuvo medio curado del garrotazo recibido, el clérigo lo echó a la calle y le dijo que se buscara otro amo. Resumen:el clérigo de Maqueda, un clérigo avariento que no lo alimenta y a quien tiene que robar la comida con alardes de ingenio; es, pues, peror amo que el ciego. Tratado III El escudero. Lázaro llegó a la ciudad de Toledo donde recibió alguna limosna mientras estaba herido. Cuando se le cerró la herida ya nadie le daba nada y todos le decían que se buscara un amo a quien servir. Mientras andaba en estas, topó con un escudero muy bien vestido que le preguntó si buscaba amo y al contestar que sí Lázaro entró a su servicio. Lázaro se paseó con su señor por todas las plazas donde vendían pan y otras provisiones. Lázaro esperaba que su señor lo cargara con lo que allí se vendía, pero no fue así. Tocadas las 11 entraron en la iglesia mayor y escucharon la misa. Cuando acabó salieron y se dirigieron hacia la casa del escudero. Viendo que nada compraban, Lázaro pensó que en aquella casa debía de haber mucha comida. Cuando el reloj dio la una llegaron a casa del escudero, era una casa oscura, lóbrega. Entraron y él se quitó la capa y la sacudieron y la doblaron y la pusieron en un poyo. El escudero se sentó y le preguntó a Lázaro de dónde era y cómo había venido a aquella ciudad, él se lo explicó no con mucho detalle porque le parecía que era ya la hora de la comida, pero el escudero no mostraba ningún interés en comer. Pasaron así una hora y cuando Lázaro vio que eran las dos y que en aquella casa por no haber no había ni muebles le dio mala espina. El escudero le preguntó a Lázaro si había comido y este le contestó que no. El escudero le comentó que él había almorzado mucho que ahora estaría sin comer hasta el anochecer, por lo tanto, que él se arreglara como pudiera. Lázaro no podía creer la mala suerte que había tenido. Se sentó en el portal y sacó unos pedazos de pan que le habían quedado de pedirlos por el amor de Dios. Viendo el escudero que Lázaro estaba comiendo le pidió que se acercara y le cogió el trozo de pan más grande y comenzó a darle grandes bocados alabando lo bueno que era. Viendo Lázaro como iban las cosas se dio prisa en acabar su pan para coger el otro trozo que quedaba. Cuando acabaron de comer el escudero sacó un jarro, bebió y luego se lo ofreció a Lázaro, este lo rechazó pensando que era vino, pero su amo le dijo que era agua. Pasaron el día hablando hasta llegar la noche y entonces el escudero le pidió a Lázaro que le ayudara a hacer la cama ya que de ahora en adelante la haría él. La cama era un cañizo (un montón de cañas) situadas sobre unos bancos y un colchón qua apenas tenía lana. De nuevo el escudero buscó una excusa para evitar la cena. Lázaro le dijo que no se preocupara que podía muy bien pasar una noche sin comer a lo que el otro respondió que el que come poco, vive mucho. Lázaro maldijo mil veces su mala suerte durante aquella noche. Cuando se hizo de día se levantó el escudero y se vistió y aseó con mucha calma y se puso su espada en el talabarte. (cinturón de cuero donde se colgaba la espada) Y después de decirle a Lázaro que se ocupara de la casa salió a oír misa. Lázaro estaba sorprendido de la alegría de su amo que bien vestido y sin haber comido nada salía de su casa hacia la iglesia. Se sorprendía de las apariencias, de cómo las cosas no son lo que parecen. De cómo su amo para conservar la honra ni comía ni bebía. Lázaro salió de casa y vio a su amo con dos mujeres cerca del río. Estas iban allí para ser invitadas a almorzar por los hidalgos toledanos. amo se veía muy embelesado con ellas y cuando estas le pidieron el almuerzo se le mudó el color y comenzó a poner excusas, con lo que ellas se marcharon. Lázaro después de comer ciertos tronchos de berzas, sin ser visto de su amo, vuelve a casa. Estuvo allá esperando a que llegara su amor para ver si traía algo de comer. Sin embargo, no hubo suerte y viendo que eran las dos y el amo no aparecía decidió salir a pedir pan. Y como con el ciego mucho había aprendido en esto del pedir cuando eran las cuatro ya tenía unos cuantos trozos de pan y una uña de vaca, con unas cuantas tripas cocidas. Al llegar a casa el amo ya estaba en ella y le preguntó de donde venía este le explicó que viendo que tardaba salió a buscar comida y le enseñó lo que había conseguido. Cuando Lázaro empezó a comer, el escudero no quitaba ojo de la comida. Lázaro sintió tanta lástima, porque él sabía lo que era pasar hambre, y lo convidó a comer. Al escudero le parecieron manjares dignos de reyes. Estuvieron ocho o diez días haciendo lo mismo, el escudero salía por la mañana bien vestido y contento a comer aire. Lázaro contemplaba muchas veces su mala suerte., había escapado de amos ruines y buscando mejor topó con este que no solo no lo mantenía sino que, más bie, él lo había de mantener. Sin embargo, le tenía simpatía y le tenía lástima. Este era pobre y no podía dar lo que no tenía mientras que los otros tenían y su avaricia les impedía darle nada. Lo único que no le gustaba era que fuese tan arrogante, orgulloso. La mala suerte sigue acompañando a Lázaro y aquel año, mientras estaba al servicio del escudero, fue una año de mala cosecha y por ello el Ayuntamiento mandó echar de la ciudad a todos los pobres extranjeros que mendigaban. Ello hizo que no saliera de casa durante dos o tres días y estuvieron sin comer bocado, ni hablar prácticamente. Unas mujercillas (mujeres de mala vida) hilanderas que vivían cerca de ellos con las que él tuvo tratos (relaciones sexuales) le daban alguna cosilla para comer. El escudero que nunca trajo nada para comer a aquella casa, sí que, para mantener su honra, tomaba un paja con la que escarbarse los dientes como si hubiera comido un gran manjar. Un día entró un real en aquella casa y muy contento el escudero se lo dio a Lázaro y lo mandó a comprar vino, carne y pan. También le comentó que había alguilado otyra casa y que de esta se marcharían cuando acabase el mes porque esta casa lóbrega y oscura era la causa de todas sus desgracias. Lázaro marcho muy contento para la plaza. Cuando iba calle arriba se topó con un entierro, primero pasó el muerto y luego la mujer del difunto y las plañideras. La primera iba gritando: ¿adónde te llevan? A la casa lóbrega y oscura! . Lázaro al oír aquellas palabreas dio media vuelta y corrió hacia su casa. Al llegar pedía auxilio y se abrazó a su amo pidiéndole que viniera a defender la entrada. Ante esta actitud el escudero preguntó qué ocurría y Lázaro le comentó que les traían a un muerto. El escudero se echó a reír, pasó el entierro y el amo abrió la puerta y envió a Lázaro por comida. Un día el escudero le contó a Lázaro que era de Castilla la Vieja y que había dejado su tierra por no tener que quitarse el sombrero para saludar a un vecino suyo. Le explica que tiene casas en Valladolid y también tiene un palaomar que si no estuviera derribado daría más de doscientos palominos. Vino a esta ciudad pensando que ganaría un buen salario y contrato a cambio de servir a lgún señor de la iglesia o caballero, pero son ha sido así. Mientras se estaba quejando el esduero de su mala fortuna, entraron en la casa un hombre y una vieja que vinieron a pedirle el dinero del alquiler de la casa el hombre y el de la cama la vieja. Él les dijo que no tenía cambio y que iba a la plaza a descambiar una pieza de a dos y que volvieran por la tarde. El escudero se marchó pero nunca regresó. Lo acreedores volvieron y le preguntaron a Lázaro por él quien les comentó que no había vuelto a casa desde que salió a descambiar la pieza. Los acreedores se marcharon y volvieron con un alguacil y un escribano. Entraron en la casa y buscaron por toda ella los bienes que su amo les había dicho que tenía y nada hallaron. Pensaron que él era cómplice y querían llevárselo preso pero les prometió llorando que les diría todo lo que sabía. Se sentó y les contó lo de las casas en Valladolid y lo del palomar derruido. Las vecinas que estaban presentes dijeron que Lázaro era un niño inocente y que hacía pocos días que estaba con el escudero, que poco sabía de él y que en aquella casa solo iba a dormir. Al darse cuenta de la inocencia de Lázaro lo dejaron libre. Empezaron a pelearse entre ellos por el dinero que todos habían perdido. Finalmente, el alguacil y el escribano se quedan con el colchón de la vieja para poderlo alquilar de nuevo y conseguir así el dinero que estos no les han dado. Finalmente, Lázaro se vuelve a quedar solo y abandonado por su amo. Tratado IV El fraile de la Merced. El tiempo pasa, Lázaro va creciendo, y ya no pasa hambre. Este tratado es brevísimo: un apunte clerical. Su cuarto amo fue un fraile de la Merced, al que sirvió gracias a unas mujercillas (sus vecinas) (prostitutas) a las que ellas llamaban pariente. (no sabemos si era su alcahuete o un asiduo cliente suyo) No le gustaban las obligaciones del convento y a poco que podía eludía las obligaciones que había contraído como miembro del convento. Era amigo de ocupaciones mundanas, de negociones seglares y de salir a hacer visitas. Fue el que le dio a Lázaro sus primeros zapatos que rompió porque lo acompañaba a todos sitios. También tiene un significado metafórico lo de romper los zapatos andar en malos pasos” refiriéndose a los misteriosos negocios del fraile. Con este solo estuvo ocho días y escapó de él. Tratado V: El buldero En este tratado no actúa como protagonista: se limita a contemplar, asombrado cómo un eclesiástico, vendedor de bulas (privilegio que el Papa concede a quienes las compraban), engaña a unos incultos e incrédulos aldeanos. _Harto de ambos amos los abandona cuando se cansa de ellos. En el cuarto dio con un buldero. Primero este ofrecía algunos presentes a los clérigos o curas de la ciudad o pueblo donde iba a vender las bulas de modo que estos estuvieran contentos y animaran a sus feligreses a comprar la bula. Si no se las compraban buscaba artificios varios para que acabaran comprando. Lázaro nos relata lo que ocurrió en un pueblo de la provincia de Toledo llamado Illescas donde no le habían comprado ninguna bula después de haber predicado dos o tres días. Esa noche se pusieron a jugar él y el alguacil y el juego terminó en pelea. El buldero llamó al alguacil ladrón y el otro al buldero falsario. El buldero cogió una lanza que había en el portal donde estaban jugando, el alguacil metió la mano a la espada. Las voces y el ruido que desencadenó la pelea atrajeron a los huéspedes y vecinos que se metieron en medio. Viendo que no podían usar las armas para pelearse decidieron atacarse con palabras injuriosas. El alguacil acusó al buldero de falsario y de que las bulas que vendía eran falsas. Para que no se pelearan los vecinos se llevaron al alguacil y el buldero quedó muy enojado. Al día siguiente el buldero fue a la iglesia y pidió que tañeran a misa y al sermón para despedir la bula. Acudió todo el pueblo a la iglesia murmurando que las bulas eran falsas y que el alguacil lo había descubierto. Mientras estaba el buldero en el púlpito dando su semón entró el alguacil en la iglesia y empezó a decir que el vino al pueblo con el buldero quien le pidió que colaborase con él para vender las bulas y que se partirían el dinero. Sin embargo, su conciencia le impide hacerlo y advierte de la falsedad de las bulas. El buldero se hinca de rodillas y pide a Dios que obre un milagro y que si sus bulas son falsas se hunda el púlpito con él y si, por el contrario, el que miente es el alguacil que sea castigado. De pronto el alguacil se desplomó en el suelo y empezó a sacar espumajos por la boca. La gente prorrumpió en grandes voces y gritos. Mientras, el buldero seguía de rodillas en el púlpito. Finalmente, algunos se acercaron al alguacil y le aguantaron los brazos y las piernas y pidieron al buldero y que salvara al alguacil. Este bajo del púlpito y se acercó al alguacil y pidió a Dios que perdonase a aquel pecador. El buldero empezó una oración, pidió que le trajeran una bula que puso en la cabeza del alguacil y poco a poco el alguacil empezó a estar mejor. Cuando estuvo bien se echó a los pies del buldero, le pidió perdón e hicieron las paces. Después de lo ocurrido todos los del pueblo compraron la bula y no solo ellos sino que todos pueblos cercanos conocían lo ocurrido y tan pronto llegaban ya no hacía falta sermón y vendía todas las bulas. Lázaro también se creyó el engaño urdido por el alguacil y el buldero.
Tratado VI: Lázaro se asienta con un capellán
Después del buldero fue a parar con un maestro de pintar panderos, para molerle los colores, y con él también pasó muchos sufrimientos. Un día que entró en la iglesia mayor un capellán le dio un asno y cuatro cántaros y se convirtió en pregonero y vendedor de agua.(aguador) Este fue su primer trabajo y supuso el primer escalón que subió para alcanzar la buena vida. Con este trabajo ahorró un dinero con el que se compró ropa para vestirse “honradamente”. En cuanto se vio bien vestido abandonó el trabajo de aguador. Tratado VII. UN alguacil Cuando se despidió del capellán estuvo poco tiempo con un alguacil porque le pareció trabajo arriesgado ya que una noche fueron apaleados. Gracias a los favores de amigos y señores finalmente consigue el cargo de pregonero real. Pregona vinos, objetos perdidos, las ejecuciones y castigos de quienes habían sido condenados por la justicia. Lo protege el arcipreste de San Salvador y este lo casa con una criada suya. Les hizo alquilar una casita cerca de la suya y los domingos y fiestas siempre comían en casa del arcipreste. Las malas lenguas dicen que ven entrar y salir a su mujer de casa del arcipreste. Lázaro lo habló con el arcipreste y este le dijo que no se fijara en lo que los otros dicen sino que se preocupe por su provecho. Algunos le han dicho a Lázaro que su mujer antes de casarse había abortado tres veces. Cuando lo habló con su mujer ella se puso a llorar y a gritar y finalmente cuando se calmó Lázaro decidió no mencionar nunca más nada de aquello. Lázaro no quiere saber nada de esas habladurías y dic e que jurará que ella es una buena mujer y si alguien dice lo contrario él se batirá en combate. Dice que esto courrió cuando Carlos V entró en Toledo y estableció allí las Cortes con ello nos está diciendo el año en que se escribió el libro. Acaba diciendo que está en la cumbre de toda buena fortuna.