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Salmos 40:1-3

1 Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.


2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; Puso mis pies sobre peña,
y enderezó mis pasos.
3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos, y
temerán, Y confiarán en Jehová.

Este salmo, se cree que fue escrito entre el 1020 al 970 a.C., en tiempos en los que David
estaba siendo perseguido por su hijo Absalón. Muchos le atribuyen a David su autoría, sin
embargo, esto no siempre sucede así, puesto que de acuerdo al idioma hebreo y conforme al
tiempo en que el antiguo testamento fue compilado, se cree que fueron otros los que lo
redactaron y lo dedicaron a él, debido a la condición en la que se encontraba en ese momento.
Se dice que es uno de los salmos mesiánicos, debido a que presenta señales claras que
identifican a Jesús. Junto con los salmos 38 y 39, conforman la plegaria que probablemente
hizo David a Dios, a fin de ser librado de sus angustias y pesares.
Veamos de manera detallada cada versículo de esta porción del Salmo 40.

V.1
 La paciencia es un asunto que muy pocas veces se observa como buena, puesto que a
nadie le gusta esperar, y la espera implica armarse de mucho valor para ver pasar el
tiempo sin que haya alguna respuesta sobre el asunto que estamos pidiéndole a Dios.
 Estamos rodeados de un mundo que cada día hace que las cosas sean más rápidas, más
eficientes, más sencillas y que solamente están disponibles a un clic de un botón.
 Si lo llevamos al aspecto espiritual, se convierte en un asunto sumamente difícil de
asimilar y de sobrellevar, puesto que necesitamos que los problemas y las situaciones que
estamos pasando se solventen lo más pronto posible, sin embargo, vemos a David en este
Salmo que le dice a Dios que con muchísima paciencia él espero la respuesta de Jehová,
pero esta espera no fue de brazos cruzados, sino con diligencia, fervor y con
perseverancia.
 Puede que pase el tiempo y no recibas respuesta de Dios, tu objetivo es seguir clamando
por lo que le estás pidiendo a Él, hasta que llegue el momento en que su oído se incline
hacia ti y escuche tu clamor. ¿Cómo nos podremos dar cuenta de eso? Cuando
comencemos a ver cambios en nuestra vida, en nuestras actitudes, en nuestro carácter, en
nuestra forma de ser, en la forma como nos relacionamos con otros, en las palabras que
decimos, en las decisiones que tomamos, cuando Dios responde, en la vida del ser
humano ocurre transformación.
 Si aún ves que pasa el tiempo y nada sucede, entonces es tiempo de detenerse, observarse
delante del espejo de Dios y preguntarse ¿Qué necesito cambiar? ¿En qué me estoy
equivocando? Puede que no lo veas, pero es probable que tengas pecados ocultos que no
dejan que el oído de Dios se incline hacia ti.
 Si por el contrario te analizas y ves que todo marcha bien pero aún no hay respuesta, no te
desesperes, Dios está trabajando para asegurarse que lo que tú le estás pidiendo lo recibas
en el momento más oportuno, y por supuesto está analizando todas las variables posibles
para que eso no se convierta en un tropiezo para tu vida.
 Recuerda que Dios se acerca a nosotros cuando ve que tenemos la disposición de deponer
nuestro “yo” y de darle paso a Jesús para que actúe en nuestro ser. Cuando tomamos la
determinación de humillarnos ante Él y de reconocer su autoridad, no hay duda alguna de
que su presencia nos va a acompañar, que su atención va a estar sobre nosotros y que su
concentración se va a enfocar en lo que queramos decirle, pues Él es nuestro Padre.
V.2
 Es terrible cuando la desesperación entra en la vida de cualquier ser humano, porque ésta
impide que piense con cordura, que tome decisiones acertadas y lo conduce a caminos
enlodados, a senderos oscuros y a pasearse por veredas llenas de maldad y dolor.
 La desesperación es presentada como un pozo, en el que cualquiera que cae le va a ser
sumamente difícil salir por sus propios medios y fuerzas. En la antigüedad, cuando
alguien caía en un pozo abandonado, se convertía en una labor titánica para poderlo sacar
de allí, debido a que internamente las paredes no permitían que alguien con facilidad
pudiese escalar para poder llegar a la superficie. La forma corrugada y filosa de las
piedras con que había sido construido el pozo, representaba una dificultad mayor, eso sin
contar con el estado de salud de la persona que estaba en su interior.
 Esta emoción, termina detonando otras condiciones que hacen que el ser humano se
hunda más en ese pozo: hace que llegue la ansiedad, la angustia, el desánimo, el enojo, la
rabia, la decepción, etc.
 Cuando David se sentía en ese pozo sin salida, se vio tratando de luchar contra el lodo
que cada día lo hacía hundirse más y más. Ese lodo para nosotras puede representar
nuestra vida vieja, nuestra propia concupiscencia, nuestros malos pensamientos y/o
deseos que todavía no han sido entregados a Jesús y que aún se mantienen como una
carga en nuestras espaldas.
 Si sientes que la desesperación te está llevando a un pozo profundo, pídele a Dios que te
ayude a salir de allí, que te ponga en la roca firme que es Jesús y enderece tus pasos.
 No hay nada más hermoso que estar parado sobre roca firme, sobre una superficie segura
en la que no vamos a sentir que nos hundimos, esto solo es posible a través de Dios, de la
dependencia que necesitamos tener hacia Él día tras día.

V.3
 Una vez que David sale de la profundidad más oscura, surge en su corazón el deseo
de alabar a Dios.
 Cada victoria que tú tengas sobre el pecado, sobre la tribulación, te va a llevar a
glorificar el nombre de Dios, pues Él mismo pondrá en tus labios los cantos que te
permitan adorarle.
 Cuando alguien se encuentra en el pozo profundo, en medio del lodo cenagoso, no
tiene en su mente ni la más remota intención de glorificar el nombre de Dios, pues su
mente está pensando en cómo salir de allí.
 Cuando te encuentres en una situación como esa, recuerda glorificar a Dios, a pesar
de lo profundo que esté el pozo o de lo difícil que esté el salir del lodo, recuerda que a
la mano tienes la oración.
 Si sientes que el lodo te llega al cuello y que estás a punto de perecer, no pierdas la
cordura, entra en la intimidad de tu cuarto con Dios, clama y pídele a él que te dé
fuerzas para no dejarte vencer, que te dé las herramientas necesarias para poder salir y
que te ayude a conseguir refugio en Él.
 La gente verá tu constancia y temerá a Dios. Cuando la gente ve en nosotros
confianza y seguridad hacia Dios, reconoce que en Él se halla la salida a todos
nuestros problemas.

Si crees que has perdido toda esperanza, y que ya no hay razones para clamar a Dios, permite
que este salmo te ayude a reconfortar tu corazón, y que te permita ver que no hay que
desmayar, puesto que en cualquier momento Dios dará la respuesta.

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