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No cedas al desánimo 27/9/23

Todos en algún momento del día o de la vida, nos enfrentamos a la derrota, al desaliento, al
desgano, y en todos ámbitos. Y muchas veces es más fácil rendirse que luchar porque, cuando
se trata de poner más de nuestra parte, muchas veces preferimos rendirnos que esforzarnos.
Pero, sin embargo, la Biblia nos alienta y nos enseña a no ceder al desánimo.
Salmos 42:11 (NTV)
¿Por qué estoy desanimado? ¿Por qué está tan triste mi corazón? ¡Pondré mi esperanza
en Dios! Nuevamente lo alabaré, ¡mi Salvador y mi Dios!
Y es acá donde nosotros no lo vamos a ignorar, al contrario, debemos reconocer cuando esa
situación y ese estado de mi vida nos toca la puerta de nuestra vida; pero no para que lo
dejemos entrar y acomodarse, más bien retirémoslo con la fortaleza que Dios nos da.
Ceder o no al desánimo
Ceder es rendirse, es dejar de esforzarse y creer las mentiras que rondan en nuestra mente.
Esos pensamientos muchas veces son dardos del enemigo y tienen el objetivo de paralizarnos
y hacernos retroceder. Nosotros en esta vida debemos mantenernos siempre atentos y también
debemos estar dispuestos a aprender lo que Dios quiere enseñarnos en estas situaciones.
Muchas veces lo dijimos que en estas situaciones es donde más nos cuesta enfocarnos en
dios y casi siempre queremos hacer las cosas por nuestras propias fuerzas y es ahí donde mas
fallamos.
Isaías 42:16 (NTV)
Guiaré al ciego Israel por una senda nueva, llevándolo por un camino desconocido.
Iluminaré las tinieblas a su paso y allanaré el camino delante de ellos. Ciertamente yo
haré estas cosas; no los abandonaré.
Puede ser que evitar estas situaciones sea complicado para nosotros, por las luchas
constantes o porque no vemos esperanza en ningún momento y pensamos que es el final.
Pero tenemos que recordar que no estamos solos, que nuestra vida está en las manos de Dios
y que Él nos responderá en su tiempo perfecto. Tomemos fuerzas de Dios y de su Palabra, en
oración pidámosle que no deje que nos rindamos. Y como hacemos todo esto, necesitamos ser
instruidos, necesitamos ser sabios en nuestras vidas y en esas situaciones.

Consejos para ser sabios


Es un hecho que necesitamos instruirnos. Debemos ser educados y tratar de aprender lo más
que podamos. Se dice que el conocimiento es poder y por eso, debemos querer ser instruidos,
y si somos listos, sabemos que es bueno seguir consejo de quien sabe más que nosotros. Es
por lo que la Biblia dice que sigamos consejo e instrucción para ser sabios.
Proverbios 19:20 (NTV)
Consigue todo el consejo y la instrucción que puedas, para que seas sabio por el resto
de tu vida.
Dios nos dio la capacidad de aprender y si le ponemos empeño, aprenderemos todo lo que nos
propongamos. ¿Nos tenemos que esforzar? Evidentemente. Todo en la vida requiere de una
medida de esfuerzo para realizarse. Hasta las cosas más sencillas lo precisan.
Hay que esforzarnos por lograr las cosas, pero sin olvidar buscar siempre la aprobación y la
ayuda de Dios, porque podemos anhelar cosas, pero tal vez no nos convengan y por eso no se
nos dan. O, si se nos dan, vamos a tener consecuencias, que de haberlas consultado con Dios
no tendríamos.
Por ser sabios, pueden dar consejos
A su vez, las personas que ya han pasado por situaciones, por experiencias, nos pueden
enseñar, nos pueden instruir y aconsejar. Aunque tenemos un dicho de que nadie aprende por
cabeza ajena. Pero si lo hiciéramos, el seguir consejos, ¡cuántos dolores de cabeza nos
evitaríamos!
Y no es que todos los que sigan consejo y se instruyan llegan a ser sabios, pero sí pensarán
más las cosas antes de hacerlas, los resultados serían otros. Analizan más las cosas esas
personas que han aprendido y aprenden que es mejor tomar un tiempo para pensar antes de
actuar.
Proverbios 12:15 (NTV)
Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención
a otros.
Si tu familia se ha acostumbrado a ser de los que no aprenden por los demás y olvidan
consultar con Dios, tenemos que romper ese molde. Marquemos la diferencia. Tratemos de
pensar bien las cosas antes de actuar. Insistamos en pensarlo bien, incluso, antes de hablar.
Pensemos si lo que vas a hacer es edificante, te beneficia espiritualmente o no. En las
situaciones difíciles, como hablábamos al principio, el escuchar a los sabios, a los que ya han
pasado por lo mismo, y sobre todo buscar a dios y sus consejos, es lo que nos va a ayudar a
salir de ese conflicto o situación. Es una mejor manera de vivir, escuchando consejos para ser
sabios, o al menos para no hacer cosas o tomar decisiones que nos perjudiquen. Y no puedo
dejar de insistir en que busquemos de Dios. Dispongamos del tiempo y le demos la prioridad
que requiere. Y ahí veremos los frutos.
Es fundamental cultivar una relación constante con Dios a través del estudio de la Biblia de la
oración, y la comunión con otros creyentes. Para eso también primero que todo debemos dar el
paso de fe al arrepentirnos de nuestros pecados, confesar nuestra necesidad de salvación,
creer en el sacrificio de Jesús en la cruz y recibirlo en nuestra vida mediante una oración
sincera. Y esa oración es la que todos deberíamos haber hecho cuando decidimos hacer el
cambio de la vida carnal a la vida espiritual, esa oración donde aceptamos en nuestro corazón
y reconocemos nuestra necesidad de salvación, creer en Él como el Hijo de Dios y Salvador, y
abrirle las puertas de nuestras vidas para que nos transforme y nos conceda una relación
personal con Dios.
Le pidamos a Dios que nos ayude a ser más sabios, a tomar los consejos que nos dan. Que
podamos pensar bien las cosas antes de decidirlas, antes de llevarlas a cabo, incluso a pensar
bien lo que voy a decir. Y así vamos a poder evitar herir con mis palabras a los demás ni tener
malas consecuencias por mis acciones. Le pidamos también que cuando me encuentre
desalentado, que queremos experimentar de su fortaleza, y que podamos esforzarnos y no
ceder al desánimo. No hay que ignorar la situación, pero pese a que este pasando,
elijamos luchar y creerle a Dios.
Al orar esta confesión de fe para recibir a Cristo, estás abriendo la puerta a una
relación transformadora con Jesús.
Recuerda que estas palabras deben expresar tu compromiso personal, de un
arrepentimiento de corazón y ser una manifestación de tu deseo sincero de aceptar a
Cristo como tu Señor y Salvador.

Señor Jesús, en este momento me acerco a ti con humildad y sinceridad en mi


corazón. Reconozco que necesito un salvador y que tú eres el único capaz de
perdonar mis pecados y darme vida eterna.
Hoy, tomo estas palabras para aceptarte como mi Señor y Salvador, confesando que
eres el Hijo de Dios y que moriste en la cruz por mis transgresiones.
Creo en mi corazón y confieso con mi boca que tú, Jesús, eres el camino, la verdad y
la vida. Te entrego el control de mi vida y pido que guíes mis pasos según tu
voluntad perfecta.
Renuncio a mi antigua forma de vivir y me abro a recibir tu amor, gracia y perdón.
Jesús, Yo te acepto como mi Señor y Salvador, y declaro con convicción esta
confesión de fe para recibirte en mi corazón.
Que tu Espíritu Santo habite en mí y me transforme desde adentro hacia afuera.
Gracias, Señor, por tu sacrificio y amor incondicional.
Hoy, me postro ante ti, aceptando a Cristo como mi único Señor y Salvador. Amén.

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