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SISTEMAS JURÍDICOS

APUNTES DEL PROFESOR PARA LA SEMANA 2:

ALGUNOS COMENTARIOS SOBRE LA EVOLUCIÓN Y TRASCENDENCIA DEL


DERECHO ROMANO EN OCCIDENTE

Dr. Jorge Cicero Fernández

"En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo.

"El Emperador César Flavio Justiniano, vencedor de los Alemanes, los Godos, los
Francos de Germania [...], los Alanos, los Vándalos, los Africanos, piadoso,
bienaventurado, ilustre, victorioso y triunfador, siempre Augusto, a la juventud
deseosa de conocer el Derecho, ¡salve!

"Para que el Estado sea igualmente bien gobernado en tiempos de paz como en
tiempos de guerra, la Majestad imperial debe apoyarse no solamente sobre la fuerza
de las armas, sino también sobre las leyes: por aquellas permanecerá vencedor de
los enemigos externos, por éstas frustrará las maniobras de la iniquidad,
mereciendo así a la vez el título de amigo de la justicia tanto como el de triunfador.

[...]

"Reciban pues con disposición estas leyes que hemos compuesto para vosotros; y
trabajen en devenir tan hábiles , que puedan concebir la noble esperanza de estar
en aptitud, al terminar vuestros estudios, de participar en el gobierno de nuestro
Imperio, en los empleos que os serán confiados".

Institutas de Justiniano, preámbulo, Constantinopla, 533 A.D. (Bonjean, M.L.B.,


Institutes de l’Émpereur Justinien, Videcoq, París, 1838 - traducción libre del
Docente).

Es así como dan inicio las inmortales Institutas de Justiniano; y es así como damos
inicio a la segunda semana del curso, retomando de ellas tres conceptos que
parecerían haber sido escritos no hace milenio y medio (533 A.D.), sino en la actual
coyuntura nacional e internacional:

 Que la fuerza del Estado no radica solamente en sus ejércitos o cuerpos


policíacos, sino primordialmente en la de sus leyes.
 Que el porvenir de la juventud y por tanto del Estado, radica en el estudio.
 Que la vigencia de la ley, el estudio y el trabajo resultado del estudio traen
consigo esperanza al Estado.

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De manera que el Derecho Romano constituye una de las materias fundamentales
para el profesionista del derecho, entre otros motivos:

a) Porque se trata de un componente primordial del proceso civilizatorio de


Occidente, fundado en la noción de que la potestad del Estado no puede
ejercerse sólo por la fuerza de las armas, sino sobre todo mediante el imperio
del Derecho, traducido en la certeza jurídica e impartición de justicia para
prevenir y dirimir las controversias entre los ciudadanos. Su trascendencia es
universal y representa un lenguaje común mínimo para el jurista ya sea
latinoamericano, anglosajón, europeo continental y de otras regiones; pero
particularmente para quienes formamos parte de la tradición del Derecho
Civil codificado por Napoleón Bonaparte.
b) Porque, así, sienta las bases de nuestro Derecho Privado, especialmente de
nuestro Código Civil, así como de diversas nociones fundamentales del
Derecho Público e incluso del denominado Derecho de Gentes.
c) Porque consiguientemente su estudio favorece el desarrollo del criterio
jurídico, enriquece la cultura legal y, en este sentido, abona al acervo
terminológico y conceptual del futuro abogado, en beneficio de su mejor
desempeño profesional.

El Derecho Romano —junto con el latín— está omnipresente tanto en nuestro léxico
jurídico como en nuestras instituciones constitucionales, civiles, penales e
internacionales. Sin él difícilmente podríamos reconocer nuestras más elementales
concepciones del Derecho —Senado, República, Magistrado, jura novit curia, non
bis in ídem, juris tantum, in rem, in dubio pro reo, forum prorogatum, casus belli,
casus foederatum, son sólo algunos ejemplos.

Paradójicamente, si bien es cierto que el Derecho Romano tuvo su recepción en el


Virreinato a través de diversos ordenamientos hispanos como el Fuero Juzgo o Libro
de los Jueces (1241) —heredero a su vez de la Lex Gothica (654 A.D.)—, como
bien apuntan los más calificados catedráticos es igualmente cierto que su influencia
alcanza al Derecho Constitucional mexicano a raíz del traslado del derecho
medieval inglés al sistema jurídico de las colonias norteamericanas y los Estados
Unidos, que es fuente no sólo del Federalismo, sino de la garantía de audiencia
consagrada en el actual artículo 14 constitucional (cfr. Carlos I. Muñoz Rocha,
Lexicología jurídica, Oxford University Press, 2015, pp. 74 y 75).

Al estudiar las lecturas seleccionadas, puestas a disposición en la sección de


contenidos de la semana 2, hay que procurar en todo momento tener en mente
cómo diversas instituciones características de cada etapa del Derecho Romano se
relacionan con el Derecho vigente en nuestros días, por ejemplo el jus gentium o

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Derecho de gentes con el actual Derecho Internacional, la República con el sistema
republicano, el Senado, etc.

Ello será de utilidad para el ejercicio correspondiente a esta semana, consistente en


elaborar un cuadro comparativo entre, por una parte, la democracia republicana
romana; y por otra parte, la democracia representativa moderna.

Sólo hay que tener cuidado, como se advierte en la obra de J.M. Sainz y Gómez
Salcedo, de no trasplantar al Mundo Antiguo los conceptos actuales del Derecho o
el Estado y menos aún nuestras propias simpatías políticas (“El Estado Romano.
Sistema político y jurídico”, Multidisciplina, núm. 6, 2010, p. 77).

Como igualmente lo nota el propio autor (p. 80) también hay que poner atención en
la evolución general del Derecho Romano, del derecho consuetudinario al escrito y
a su desarrollo de fuentes jurisprudenciales e incluso del concepto de equidad,
tendiente a atenuar el rigorismo de las leyes.

A lo anterior habría que agregar, el tránsito del Derecho Romano al Derecho


Cristiano y la evolución del Derecho medieval en España con la influencia
musulmana, previo a su recepción en la Nueva España y, ulteriormente, en el
Código de Napoleón.

Hasta aquí la introducción. A mayor abundamiento me remito a los contenidos de


esta semana puestos a disposición en la plataforma.

JCF/09.03.2020

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