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Tema 2. PARTE I. EL CONOCIMIENTO.

La verdad; conocimiento y
lenguaje; el conocimiento científico y sus problemas.
1.- El problema filosófico del conocimiento. La verdad ontológica y epistemológica.
- Cuando preguntamos… ¿Qué es la realidad?, nos movemos en un plano ontológico, pues la
pregunta es sobre «el ser», lo que existe, independientemente de que yo lo conozca o no.

- Si reflexionamos sobre… ¿Qué es la verdad?, estamos en un plano epistemológico, pues la pregunta


es sobre «el conocer» sobre el conocimiento de esa realidad, si es posible o no conocer la realidad y
en qué consiste ese conocimiento, es decir qué se entiende por “conocer” y cuándo consideramos
que nuestro conocimiento es “verdadero”.

A lo largo de la historia se han tenido distintas visiones y se han dado diferentes respuestas a estas
preguntas.

1.1.- Realismo e idealismo: dos visiones de la realidad que se relacionan con


distintas formas de entender el conocimiento.

1.1.1. Concepción del conocimiento antes de la Edad Moderna: El REALISMO es la postura


filosófica que concibe la existencia de una realidad «ahí fuera», independiente del sujeto, y que es la
que se pretende alcanzar mediante el conocimiento. Hasta la edad moderna –s.XVII- sólo prevalecía
esta postura (que es la vuestra y la que parece dictarnos el “sentido común”: es lógico pensar que la
realidad es algo que está ahí aunque yo no pueda conocerla totalmente).

Para filósofos clásicos de la antigüedad como Platón y Aristóteles, el conocimiento consistía en


captar algo de la realidad, apoderarse de algo que hay en las cosas, «algo» que no podía ser de
naturaleza material (pues no puedo meter algo material en mi cabeza), sino inteligible, “espiritual” o
racional. “Aprender” procede del latín “apprehendere” que significa “atrapar”, y en el mundo
antiguo y medieval se entendía así el conocimiento. Para Platón el conocimiento se producía cuando
el individuo buscaba y encontraba (recordaba) en su interior, en el alma, la esencia de las cosas (las
ideas), en Aristóteles dicha esencia se captaba abstrayendo –separando- la “sustancia segunda» o
«esencia» de las cualidades accidentales de las cosas. Los pensadores medievales llamaron a esas
“ideas” o “esencias”, “los universales”.

TEORÍA HILEMÓRFICA DE ARISTÓTELES (“hyle” –materia- “morfé” –forma-)

Recuerda esta teoría y el ejemplo de los embriones que vimos en el tema 1: ¿Qué hace a una misma
materia evolucionar de forma tan diferente?

Materia y forma son dos principios o aspectos constituyentes de todo ser pero que son inseparables. La
forma es el principio activo que impulsa a la materia a su desarrollo. La materia es pasiva.

La forma o esencia es universal, es la misma en todos los seres particulares de la misma especie
(universal) y no es material (es algo inteligible, pero no sensible). Aristóteles llamaba a las esencias
“sustancias segundas”, pues las “sustancias primeras” eran los seres concretos. Ejemplo: Sócrates sería
una sustancia primera y “ser humano”-la esencia de Sócrates-, una sustancia segunda.

Sólo podemos abstraer-separar la forma, esencia o sustancia segunda de la materia mediante el


pensamiento, y en eso consiste el conocimiento: abstraer la esencia de las cosas.
1.1.2. El concepto moderno de conocimiento: idealismo y subjetivismo.

A las ideas platónicas que, posteriormente, Aristóteles identificó con algo inseparable de los
seres concretos, su esencia o sustancia 2ª, los medievales las denominaron “universales”, generando
un debate sobre si era algo que existía realmente en los seres o no eran más que conceptos o
nombres. En el s. XIV, el franciscano Guillermo de Ockham rechazó totalmente “los universales”,
afirmando que no existen esencias ocultas bajo las cosas de las que se apodere nuestra mente, tales
esencias no son más que nombres (a esta postura se la conoció como “nominalismo”) con los que
nos referimos a los seres que tienen unas cualidades comunes (perro, árbol, mujer, justicia, etc.).
Ockham abrió las puertas a una nueva concepción del conocimiento que no se consolida
hasta el siglo XVII: Para los filósofos modernos, conocer ya no es captar algo de la realidad, sino
representarnos la realidad en nuestra mente mediante conceptos. El IDEALISMO, en términos muy
generales, es la postura que defiende que la realidad es algo que existe como representación en un
sujeto. Esto no significa que no exista una realidad «ahí fuera» (aunque algún idealista extremo
también defendió esto) sino que «nuestra realidad» no es más que una representación mental de lo
que, pensamos, que hay fuera de ella. Si te fijas conocer ya no es «atrapar» algo de la realidad sino
«representarnos» esa realidad en nuestra mente. Por esto, uno de los principales temas de la
filosofía moderna es la reflexión sobre la “objetividad” o “subjetividad” del conocimiento.

1.1.3. Realismo, idealismo, racionalismo y empirismo.


Los filósofos modernos consideraron que conocer consistía en «representarnos» en la mente
la realidad, pero no se pusieron de acuerdo en dos asuntos, principalmente:

a) ¿En qué consistía esa realidad?: ¿Es ese mundo de apariencia material que vemos y que
creemos existe «ahí fuera» independientemente de que yo lo piense o no? ¿O la realidad no es
más que una representación en nuestro pensamiento de un mundo que nunca sabremos muy bien si
existe o no ahí fuera, ni cómo es en sí mismo? De nuevo las dos posiciones, la realista y la idealista.

b) ¿En qué consistía el conocimiento? : ¿Cómo se construyen nuestros conocimientos?


¿Qué posibilidades y límites tiene en cuanto a la consecución de la verdad? ¿Qué entendemos por
«verdad»?. Respecto a las respuestas que se dieron a estas preguntas, encontramos dos grandes
corrientes en el pensamiento que se desarrolló en Europa a partir del s. XVII: El RACIONALISMO
(Descartes, Leibnitz, Spinoza, etc.) y el EMPIRISMO británico, pues sus principales representantes
fueron un inglés, John Locke, un irlandés, el obispo Berckeley, y un escocés, David Hume.

Imagina que sólo eres un cerebro con un programa implantado:


tu mundo, tu vida, tu realidad no sería más que un programa
virtual…
1.1.4. RACIONALISMO VS. EMPIRISMO (dos posturas históricas respecto al conocimiento)

Racionalismo Empirismo
ORIGEN DE LOS La razón por sí misma es fuente de La razón es como una “tábula
CONOCIMIENTOS conocimiento. Existen ideas innatas rasa”, una página en blanco que
que son principios absolutamente sólo se va llenando de contenido
verdaderos. Los sentidos son con los datos de la experiencia,
engañosos y la experiencia nos puede única fuente de conocimiento.
conducir a error.
PROCESOS O DEDUCCIÓN. El proceso o método de INDUCCIÓN. Todos nuestros
MÉTODOS DE conocimiento más fiable es el conocimientos parten de
CONOCIMIENTO deductivo: a partir de unas verdades fenómenos particulares a partir
universales indudables se deducen de los cuales se infieren principios
otras, es el método propio de la lógica generales.
y las matemáticas.
CRITERIO DE VERDAD LA EVIDENCIA RACIONAL: un CONFIRMACIÓN EMPÍRICA: Un
DE LOS conocimiento es verdadero cuando se conocimiento es verdadero
CONOCIMIENTOS presenta de forma indudable ante la cuando está lo suficientemente
razón de cualquier individuo o cuando contrastado con la experiencia.
es deducido correctamente de Pero la experiencia no puede
principios indudables (como las confirmar plenamente principios
verdades lógicas y matemáticas). generales absolutos (problema de
Pero… ¿Las ciencias naturales se la inducción: Hume y “el pavo
desarrollan por procesos deductivos inductivo” de Russell)
como las matemáticas?

1.2.- Algunas teoría del conocimiento (gnoseologías) antiguas y modernas


1.2.1. Racionalismo de Platón (s. V-IV a.C.)

Recuerda que en la alegoría de la caverna Platón exponía su concepción de los dos mundos,
el mundo físico y el mundo de las ideas. La ascensión del prisionero era una metáfora del proceso de
conocimiento y, muy resumidamente, Platón parecía concluir que:

- Del mundo físico no es posible ciencia verdadera (episteme) sólo opiniones (doxa). Las cosas del
mundo físico son copias materiales imperfectas de las ideas que son como modelos universales-
inteligibles de las cosas, por eso los seres del mundo físico son «menos reales» (son copias, imágenes
de las ideas). Además las cosas sensibles están en un continuo proceso de cambio, transformación
(como pompas de jabón)… y no es posible ciencia de lo que está en continuo devenir. Carl Sagan,
astrofísico del s. XX, decía que si viviésemos en un mundo en el que nada ocurre de forma constante
y regular, sería imposible la ciencia. Sólo es posible ciencia de lo regular, inmutable, por eso para
Platón sólo era posible un auténtico conocimiento de lo universal, inmutable e inteligible: de las
ideas.
- Sólo el que conoce las ideas conoce la verdadera realidad, pero las ideas sólo se captan con la
razón, no con los sentidos… RACIONALISMO. El sabio es el que se aparta de los que le muestra la
experiencia y busca la verdad en su interior, en el alma, con la razón (importancia de las
matemáticas, ciencia racional que nos aproxima al conocimiento de las ideas).

- Por tanto, conocer es recordar (reminiscencia), pues el alma ya contempló las ideas en una
vida anterior: existen ideas innatas que están en nosotros y que no proceden de la experiencia.

- En Platón se consolidan conceptos que ya vimos en Parménides: una cosa son las
apariencias y otra la realidad, una cosa son las opiniones –doxa- que se basan en creencias y
percepciones particulares y otra es la ciencia verdadera –episteme-, apoyada en razones y
argumentos probados. Ahora bien, Platón tenía una especial concepción de lo «real».

1.2.2. Empirismo de Aristóteles (s. IV a.C.)

SI Platón era un gran racionalista, su discípulo Aristóteles adoptó la postura contraria, la del
empirismo. Hay una razón obvia: Platón era un místico, creía en un alma inmortal que ya poseía toda
la verdad desde su preexistencia en el mundo de las ideas, pero Aristóteles, tras la muerte del
maestro, comenzó a apartarse de sus principales teorías y desarrollar un pensamiento menos místico
y más científico… ni el alma preexiste al cuerpo ni pervive a la muerte.

- Rechazó la teoría de las ideas y la existencia de dos mundos: sólo existe este mundo, la
Physis (mundo «sublunar») y los cielos (mundo «supralunar»: sol, planetas y estrellas)… y unos entes
que «mueven los cielos»…pero no existe el “mundo de las ideas” platónico.

- Las ideas existen pero en las cosas del mundo, son sus esencias o sustancias segundas.
Recuerda la teoría hilemórfica, la forma es un principio activo, no material, que organiza e impulsa el
desarrollo de la materia y es común a todos los seres de la misma especie: es universal e inteligible.

- Conocer consiste en abstraer las esencias “universales” de las cosas de sus cualidades
particulares sensibles. Para ello es imprescindible partir de la experiencia y abstraer (separar) de las
cualidades sensibles y particulares de las cosas, lo que es universal e inteligible. El entendimiento
humano no tiene ningún conocimiento previo a la experiencia, sino que partiendo de la observación
de los seres del mundo, abstrae su esencia (lo universal).

- En definitiva, a nivel de conocimiento, Platón y Aristóteles coinciden en unas cosas y se


distinguen en otras:

a) Coinciden: el conocimiento es sobre lo universal e inteligible y eso es algo que existe


realmente ahí fuera (ambos son REALISTAS).
b) Se diferencian: ese algo universal en Platón existe en otro mundo (ideas) y en Aristóteles
es inseparable de los seres concretos del mundo físico. Platón es racionalista, pues la
verdad se alcanza mediante la razón y apartándose de la experiencia sensible, mientras
que Aristóteles es empirista, el conocimiento debe apoyarse, necesariamente, en la
experiencia, pues no hay ideas innatas (nuestra alma no es anterior al cuerpo).
1.2.3. Racionalismo de Descartes (s. XVII). Ideas innatas.

Descartes es el primer gran pensador moderno: no se fía de ningún saber heredado del
pasado y quiere construir su propio «árbol de la ciencia» desde cero sobre unas bases sólidas. Quiere
CERTEZA… Seguridad absoluta en los conocimientos.

a) El método: para ello ve imprescindible seguir un método riguroso extraído de los procesos
racionales de intuición (no confundir con “inducción”) y deducción e inspirado en el método
deductivo de las matemáticas. Propone cuatro reglas: 1ª.- Evidencia, aceptar sólo lo evidente a la
razón; 2ª.- Análisis: analizar las verdades más complejas viendo si las verdades básicas que las
constituyen son evidentes; 3ª.- Síntesis, deducir de lo más simple y evidente otras verdades más
complejas; 4ª.- Repaso: revisar todo el proceso (método deductivo).

b) La duda: Para empezar a construir la nueva ciencia se debe partir de cero y encontrar las
verdades básicas más indudables, raíces del árbol de la ciencia, pero para ello es preciso dudar de
todo lo que hasta ahora creía verdad.

c) Las primeras verdades o primeros principios de su filosofía (tres sustancias -metafísica-)

Primera verdad: Es indudable que si pienso, soy algo que piensa «Cogito ergo sum»
(«pienso, luego existo»)… deduce que lo más evidente es el pensamiento y que éste es el atributo de
una sustancia pensante: el alma («res cogitans»).

Segunda verdad: Dios como recurso epistemológico: Sé que soy un ser pensante, pero todo
lo que pienso puede ser mentira… Surge la hipótesis de un “genio maligno engañador” que resuelve
demostrando a Dios. Dios garantiza la validez de la razón, pero yo «demuestro» a Dios con mi razón,
por lo que cae en un argumento circular: yo demuestro a Dios y Dios, ser sumamente perfecto y
bondadoso, da validez a mi conocimiento (no puede ser tan malvado de engañarme en todo). Dios =
«res infinita» (Yo y Dios son ideas innatas, es decir, no proceden de la experiencia).

Tercera verdad: el mundo. Dios no puede haber puesto en mí ideas que no se corresponde
con nada, debe existir un mundo al menos con las cualidades que me llegan por más de un sentido…
extenso, medible, mecánico… «Res extensa».

La física que planteó Descartes era meramente deductiva, es decir pretende hacer física (y
otras ciencias) con el mismo método deductivo de las matemáticas: partiendo de unas verdades
evidentes, deducir todas las leyes de la naturaleza (éste fue el gran error de Descartes, menospreciar
la necesidad de la observación y la experimentación). Descartes era un racionalista como Platón pero
ya muestra las características propias de un pensador moderno:

- Las ideas son representaciones en la mente de las cosas reales, no existen fuera de mí como las
ideas platónicas o las esencias aristotélicas. Por tanto su planteamiento inicial es idealista. De hecho,
con su hipótesis del genio maligno en la que plantea que el mundo podría ser una ilusión de nuestra
mente, cae en un subjetivismo exagerado o idealismo absoluto (solipsismo: Solo puedo estar seguro
de que soy algo que piensa). Pero termina aceptando que existe una realidad exterior
independiente de mi mente y que la razón humana puede conocer con certeza esa realidad, lo que
lo devuelve a una postura realista.
1.2.4. Empirismo de Hume (s. XVIII). No hay ideas innatas.

a) La génesis de los conocimientos.


- Para Hume como para sus antecesores empiristas británicos (Locke y Berkeley), la mente
humana es como una «tabla rasa» que sólo se llena de contenidos con los datos de la experiencia.
No existen pues las ideas innatas que defendían racionalistas como Descartes.

- Hume llamaba percepciones a todo contenido de la mente y distinguía: Impresiones e


ideas. Las ideas eran el recuerdo de una impresión.

- Carece de sentido todo aquello de lo que no hay impresión: el alma, Dios, el universo , son
creaciones mentales producto de un «recorta y pega» de nuestra imaginación (lo mismo que los
ángeles, los unicornios o el infierno). Por tanto, Hume rechazó las tres sustancias cartesianas, no
porque fueran mentiras sino porque no se podían demostrar basándose en la experiencia… Estos
temas «metafísicos» son indemostrables y, por tanto, deben ser rechazados por la ciencia. En honor
a la verdad, diría Hume, de lo único que podemos estar seguros es de nuestras propias percepciones,
por lo que sería un empirista que acaba cayendo en planteamientos idealistas.

- Hume También hablaba de dos tipos de conocimientos: los propias de las matemáticas que,
ciertamente, no necesitaban demostración apoyada en la experiencia, pues son producto de
«relaciones de ideas» y los «asuntos de hecho», que sólo se pueden probar con la experiencia.

b) La crítica al principio de causalidad.

- Las ciencias naturales, basadas en «asuntos de hecho», aceptan sin crítica el conocido
principio de causalidad: que dice que todo lo que sucede, sucede por algo y existe una relación
necesaria entre las causas y sus efectos: el fuego quema, el agua moja, el sol calienta, etc.

- Pero Hume observa que cuando analizamos un fenómeno de causalidad, sólo observamos
estas tres cosas: a) la prioridad de la causa sobre el efecto, b) la contigüidad entre ambas y c) la
unión constante en el pasado.

- Que las cosas hayan sucedido siempre así en el pasado no me demuestra que en el futuro
sucedan igual (pues no hay experiencia del futuro) ni que sucedan del mismo modo en cualquier
rincón del universo, sólo «creemos» que las cosas sucederán lo mismo que han ocurrido siempre,
pero esto no podemos demostrarlo. Este es EL PROBLEMA DE LA INDUCCIÓN: muchos casos
particulares favorables no me aseguran la universalidad ni la necesidad de la conclusión.

- Conclusión: No podemos demostrar conexiones necesarias en la naturaleza, sólo


«probables»… La ciencia no nos puede dar certezas sólo probabilidades… El conocimiento humano
no se apoya en razones indudables sino más bien en creencias, algo que tiene que ver más con el
sentimiento que con la razón (introduce el irracionalismo).

- ¿Relativismo y escepticismo en Hume?: Con Hume volvemos a repasar estos dos términos con los
que ya estáis familiarizados. Hume no era ni un escéptico radical ni cae en un relativismo absoluto,
pues considera que es posible y necesario el conocimiento científico (contra el escepticismo), ni
tiene el mismo valor cualquier opinión (contra el relativismo), sólo que nunca podremos tener
certeza absoluta en nuestros conocimientos.
1.2.5. La síntesis racioempirista de Kant.

Immanuel Kant (1724-1804) sintetizó estas dos grandes corrientes del pensamiento
moderno (racionalismo y empirismo): el conocimiento parte de la experiencia; la razón, por sí
misma no es fuente alguna de conocimiento. Pero los datos de la experiencia que nos llegan a
través de nuestros sentidos necesitan ser organizados por nuestra razón, por estructuras innatas
que hay en nuestro entendimiento y que “dan forma” a los datos empíricos. El espacio y el tiempo
para Kant son “formas a priori” (previas a la experiencia) de nuestra sensibilidad que nos permiten
configurar nuestras percepciones (fenómenos) y, posteriormente, con dichas percepciones o
fenómenos, construimos los objetos de conocimiento y los razonamientos aplicando otras
estructuras innatas del entendimiento a las que llama “categorías” (unidad, causalidad, necesidad,
etc… Tres conclusiones:

a) Las sensaciones sin las estructuras innatas de la razón “son ciegas”, pero estas
estructuras sin la experiencia “están vacías”.

b) Idealismo trascendental: No conocemos la realidad en sí (los “noúmenos”), sino una


realidad configurada por los seres humanos, producto de la síntesis de datos de la
experiencia y unas estructuras innatas que son las mismas en todo ser humano. Eso no
significa que no exista esa realidad exterior, sólo que no podemos saber exactamente
como es en sí misma. No es una postura realista pero tampoco idealista absoluta.

c) Ni el espacio ni el tiempo son realidades físicas que están ahí fuera como pensaba
Newton, sino coordenadas de nuestra mente. Son estructuras mentales innatas
(idealismo) que organizan los datos de la experiencia.

1.3.- Conocimiento y lenguaje. ¿Es posible el conocimiento sin lenguaje?...


1.3.1. Lenguaje animal y lenguaje humano. Dos aspectos distinguen el lenguaje humano:

- La doble articulación: con un número limitado de sonidos (fonemas) -2ª articulación- construimos
un gran número de palabras-conceptos (monemas: lexemas y morfemas) -1ª articulación- con los
que podemos elaborar infinitos mensajes… recursividad heurística (creativa, inventiva…).

- El lenguaje humano es simbólico y abstracto, utilizamos conceptos sobre objetos que no están
presentes, usamos las palabras con intenciones estéticas (poesía), hablamos sobre el propio lenguaje
(“metalenguaje”).

1.3.2. Las relaciones entre conocimiento y lenguaje.

Es posible el conocimiento sin lenguaje, pero es imprescindible en los procesos cognitivos más
complejos. Tanto Aristóteles en la antigüedad como Piaget en el s. XX, defendieron formas de
pensamiento previas e independientes al lenguaje. La postura opuesta es la que plantearon Boas,
Sapir y Whorf que decían que el lenguaje de cada cultura determina las formas de pensamiento:
los conocimientos se irían construyendo con la adquisición del lenguaje de nuestra cultura y esto
determinaría nuestra forma de entender la realidad; esto nos aboca al “relativismo lingüístico”:
cada lengua condiciona una forma particular de entender el mundo. Actualmente, aunque se admite
una importante influencia del lenguaje sobre el pensamiento, se rechaza este relativismo exagerado
y se defiende la relación dialéctica entre ambos.
1.3.3. Perspectiva empirista y racionalista en la relación conocimiento y lenguaje.

a) La perspectiva empirista-conductista de Skinner estaría en la línea de la tesis de Sapir-Whorf,


destaca los aspectos externos, del contexto social, en el aprendizaje del lenguaje. El lenguaje se
aprende por imitación y refuerzo de las conductas lingüísticas del entorno. No hay estructuras
lingüísticas innatas.

b) El racionalismo de Noam Chomsky: este autor piensa que todos los individuos nacemos con unas
estructuras lingüísticas innatas universales sobre las que se interiorizan las lenguas de las distintas
culturas. Sobre los datos lingüísticos de cada cultura asimilados por los niños, éstos van
desarrollando una competencia lingüística cada vez más compleja, inexplicable si no existiesen unas
estructuras lingüísticas innatas.

¿Por qué los niños dicen cosas como “me han decío” en lugar de “me han dicho”?... Esto puede
tener una explicación perfectamente empirista, pero… ¿Y las construcciones de frases
gramaticalmente correctas de enunciados que, posiblemente, nunca han oído?

1.3.4 Wittgenstein y su reflexión filosófica sobre el lenguaje (positivismo lógico y juegos de


lenguaje). Wittgenstein (1889-1951), nacido en Viena pero adquirió la nacionalidad británica, fue un
gran filósofo, lógico y matemático, discípulo de B. Russell y considerado como uno de los principales
miembros del Círculo de Viena, filósofos positivistas que pretendieron depurar la filosofía de los
viejos temas metafísicos. Estos filósofos consideraron la ciencia como única forma de conocimiento
legítimo, por lo que la filosofía debía dedicarse a la reflexión sobre los criterios de verificación
científica, diferenciando lo que es ciencia de lo que no lo es, y se centraron en el análisis y
depuración de las “trampas” del lenguaje para lo cual pretendieron desarrollar un lenguaje
lógicamente perfecto común y al servicio de todas las ciencias. Con ellos se desarrolló enormemente
la lógica formal moderna, como ciencia el razonamiento. En Wittgenstein se distinguen dos etapas
en su pensamiento.

Positivismo lógico o neopositivismo: Postura empirista desarrollada por filósofos contemporáneos


que sólo acepta la experiencia como origen del conocimiento y la metodología científica como
única válida para conocer la verdad, rechazando cualquier discurso o disciplina que no pueda
verificar sus afirmaciones por la experiencia. Desarrollaron la disciplina filosófica denominada
Lógica, cuyo objetivo era analizar la estructura de los enunciados lingüísticos y la corrección de los
argumentos en pos de un lenguaje científico universal que eludiese cuestiones no científicas.

a) Primer Wittgenstein: positivismo lógico (Tractatus logico-philosophicus).

- El lenguaje es como la «forma a priori» del pensamiento: no hay pensamiento sin lenguaje.

- Lenguaje-pensamiento-realidad: el mundo es la totalidad de los «hechos atómicos», el lenguaje se


compone de proposiciones que representan esos hechos.

- Isomorfismo: lenguaje y realidad tienen la misma estructura lógica, por eso el lenguaje representa
o «figura» la realidad: los límites del lenguaje son los límites del mundo.

- Sólo tienen sentido las proposiciones que se refieren a hechos que pueden probarse por la
experiencia y las tautologías lógicas. El resto de proposiciones carecen de significado (discursos de
metafísica, religión, moral no se refieren a hechos, por tanto carecen de sentido: de lo que no puede
hablarse es mejor callar)… incluso el propio Tractatus carece de significado…

- Conclusión: Sólo tienen sentido los discursos científicos, la filosofía debe limitarse a analizar las
conexiones o formas lógicas en las proposiciones científicas y «depurar», rechazar, lo que no es
científico mediante un lenguaje lógico-perfecto (desarrollo de la lógica y la epistemología).

b) Segundo Wittgenstein: juegos de lenguaje.

- Rechaza su postura anterior del Tractatus: el lenguaje no sólo sirve para referirse a hechos de los
que es susceptible decir que son verdaderos o falsos, sino que el lenguaje tiene múltiples usos (no
sólo el apofántico)… A los distintos usos, los llama «juegos de lenguaje». Por tanto, no podemos
decir que conceptos como “libertad” o “justicia” carecen de sentido porque no son verificables, sino
que tienen sentido en un uso moral, jurídico o sentimental, aunque no pueda haberse un discurso
científico de los mismos.

- Hay muchos juegos lingüísticos que no tienen por qué tener similitudes entre sí y el lenguaje es el
conjunto de todos esos juegos: dar órdenes, describir cosas, contar una historia, dirigir la
construcción de algo, predecir, hacer un proyecto, cantar, proponer un acertijo, suplicar, contar un
chiste, injuriar…

- Conclusión: La función de la filosofía es analizar esos usos y ver los malentendidos que puede
originar un mal uso, por ejemplo, tratar un tema ético o religioso como si fuera científico es
confundir usos diferentes. A la filosofía le quedaría esa función terapéutica de «remediar o disolver»
problemas generados por esos malos usos del lenguaje. Te aclaro esto con un ejemplo:

Si para el primer Wittgenstein sólo tenía sentido el lenguaje descriptivo, aquél cuyas proposiciones son
verificables por la experiencia, para el segundo Wittgenstein el lenguaje se expresa en una pluralidad de
distintos "juegos de lenguaje" (del que el descriptivo es solo un caso), por tanto el segundo Wittgenstein
admitiría que los discursos sobre temas éticos tienen sentido (cosa que no admitiría el primer
Wittgenstein), sólo que no debemos pretender darle carácter científico a estos discursos (no puede
hacerse ciencia de cosas no demostrables empíricamente, sería mezclar dos usos distintos del lenguaje).

1.4.- El problema de la verdad. Distintas teorías.

Si el lenguaje de cada cultura lleva una carga importante de ideologías, creencias, costumbres, en
definitiva, una forma especial de interpretar el mundo, ¿Cómo estar seguros de que nuestros
conocimientos son verdaderos? La filosofía analítica y el positivismo lógico antes mencionado,
planteaban que el origen de muchos problemas filosóficos, falsas creencias, etc. se debía a
imprecisiones del lenguaje, por tanto, intentamos “esclarecer” a continuación algunos de los
significados y concepciones sobre la verdad que se han tenido a lo largo de la historia.

1.4.1. Conocimiento y verdad.

En la Grecia clásica Parménides y Platón ya distinguieron la “doxa”, la mera opinión, de la


“episteme”, la verdadera ciencia. Pero ambos partían de la idea de que el conocimiento verdadero
es posible. Contemporáneo a Platón, el sofista Protágoras, defendía una postura meramente
relativista y escéptica, decía que “el hombre es la medida de todas las cosas” y que “sobre cualquier
cuestión siempre hay dos argumentos opuestos entre sí”, por tanto no era posible para Protágoras
un conocimiento absolutamente verdadero. El problema para determinar la verdad de nuestros
conocimientos requiere establecer qué entendemos por verdad y qué criterios utilizamos para
confirmar dicha verdad. Hemos visto al principio de este tema tres posturas generales:

a) Realismo: es posible conocer la realidad objetiva exterior. El criterio de verdad está en el objeto.
b) Idealismo: no es posible conocer la realidad en sí. El criterio de verdad está en el sujeto.
c) Otra forma de idealismo: las teorías del consenso. El criterio de verdad está en el acuerdo de la
comunidad.
1.4.2. Algunos conceptos y teorías de la verdad.

1.4.2.1. Dos sentidos generales de “verdad”. La primera distinción que podemos hacer es que
cuando hablamos de la “verdad” solemos hacerlo con dos sentidos generales:

a) Verdad ontológica (de “ente”-“ser”, “realidad”): Cuando utilizamos esta palabra como sinónimo
de real y para distinguirlo de falsas apariencias. Por ejemplo: Esta pistola es de verdad (y no un
juguete o una imitación); Este anillo es de oro auténtico (no de bisutería), etc.

b) Verdad epistemológica (de “episteme” – “ciencia”, “conocimiento verdadero”): Es cuando nos


referimos con la palabra verdad a un enunciado u oración para confirmar que lo que dice esa oración
es real, es decir que lo que pensamos o conocemos y expresamos a través de ese enunciado o juicio
“se corresponde” con la realidad. En este caso, la verdad es una propiedad de los juicios. Todos los
ejemplos anteriores se corresponderían con este sentido de “verdad”.

Este segundo sentido de verdad es el que tenemos que analizar, pues los filósofos se plantean lo
siguiente… ¿Qué queremos decir cuando decimos de un enunciado que es verdadero?, pues parece
que es problemática la anterior afirmación de que “un enunciado es verdadero cuando se
corresponde con la realidad”. De aquí surgen las distintas visiones o teorías sobre la “verdad”.

1.4.2.2. Teorías sobre la verdad.

Los enunciados o proposiciones expresan los juicios de nuestro pensamiento, de nuestro


conocimiento. ¿Pero qué se entiende cuando decimos que un enunciado es verdadero o falso?

a) Verdad como correspondencia.

Es el sentido más clásico, tradicional y comúnmente admitido de “verdad”. Entiende que un


enunciado es verdadero cuando “se corresponde” con la realidad. Ésta era la forma de entender la
verdad por los filósofos clásicos como Platón y Aristóteles y pensadores medievales como Santo
Tomás de Aquino que afirmaba que “la verdad” era la adecuación (o correspondencia) de las cosas y
el entendimiento (adaequatio rei et intellectus). Es una postura en línea con el realismo. Antonio
Machado escribió: ¿Tu verdad? No, la verdad, y ven conmigo a buscarla, la tuya guárdatela. El poeta
parece apuntar a una concepción de la verdad objetiva, de correspondencia con la realidad frente al
subjetivismo y el relativismo.

Esta definición la aceptamos sin dificultad con enunciados del tipo El cielo es azul, los cuervos son
negros o los mamíferos respiran y tienen corazón. Lo que dicen esos enunciados se corresponde con
lo que vemos en el mundo, pero, según esto, la afirmación de que Dios existe, para unos sería verdad
pero para otros, mentira. La cosa se complica aún más enunciados científicos como que los
electrones giran en orbitales entorno al núcleo atómico o que el tiempo se reduce con el aumento de
la velocidad… ¿Se corresponde esto con la realidad? ¿Son hipótesis que interpretan la realidad?

Por otra parte, hemos visto que los idealistas piensan que no podemos conocer cómo es la realidad
en sí misma, por tanto esta definición de verdad no la aceptaría un idealista….

b) Verdad como coherencia.

Por esto último, pensadores modernos y contemporáneos, menos dogmáticos y mucho más
escépticos, se cuestionaron esa forma de entender la verdad y plantearon una nueva forma de
definirla: Un enunciado es verdadero cuando es coherente con el resto de conocimientos de la
época que se consideran también ciertos, cuando es coherente con el paradigma* científico
establecido y aceptado por la comunidad científica (* Paradigma: conjunto de teorías cuyo núcleo
central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar
en el conocimiento). Por ejemplo:

La teoría atómica basada en el modelo de Bhor propone esa concepción de la materia constituida
por átomos en los que se distingue un núcleo con protones y neutrones y unos orbitales en los que
giran electrones, pero lo cierto es que dicha teoría es un “modelo científico”, es decir, una forma de
explicar e interpretar los datos observados en distintas prácticas, experimentos y con aparatos
tecnológicos complejos. Pero… ¿estamos seguros que este modelo se corresponde con la
realidad?... Fíjate lo que dice este fragmento de un artículo científico de la revista SINC:

Los autores se lamentan de que la teoría cuántica de Bohr sea mucho menos conocida que su modelo atómico,
“obsoleto desde 1925, pero que todavía se explica hoy en los colegios por su importante valor pedagógico y
por puro pragmatismo: no se puede enseñar a ciertos niveles una teoría tan compleja como la mecánica
cuántica”.

Esta situación, sin embargo, ha derivado en que el público general tenga la idea equivocada de que el
modelo de Bohr sigue aún vigente, cuando la visión moderna del átomo se rige en realidad por las leyes de la
mecánica cuántica, de carácter probabilístico, que obligan a imaginar el electrón de forma deslocalizada,
como una "nube de probabilidad" alrededor del núcleo atómico. (SINC La ciencia es noticia: Nuevo repaso
a la teoría cuántica de Bhor)

¿Lo habéis entendido?: Lo que hace unos años se consideraba “verdad”, ahora está “obsoleto”, pero
se enseña porque es más sencillo de entender, por “pragmatismo”, pero no porque “se
corresponda” con la realidad. Además nos recuerda mucho a Hume… la mecánica cuántica no es una
ciencia de certezas sino de probabilidades. S. Hawking está de acuerdo con Hume:

Cualquier teoría física es siempre provisional, pues es sólo una hipótesis que nunca puede ser
probada. No importa cuántas veces los resultados de los experimentos concuerden con la teoría,
nunca se puede estar seguro de que la próxima vez los resultados no vayan a contradecirla…
(Stephen Hawking)

Un enunciado es verdadero, según esta teoría de la verdad, cuando es coherente con las otras
verdades admitidas, lo que no significa que “se corresponda” con la realidad ni que sea “verdadero
para siempre”. Esta teoría sí la admitiría un idealista (un realista, no tanto).
c) Verdad pragmática. Pragmatismo americano.

En el fragmento del artículo de la revista SINC del punto anterior, decía el autor que se explicaba
todavía en las escuelas el modelo de Bhor por puro pragmatismo. Es decir, se trata de una teoría
práctica, a nivel pedagógico, para aproximar a los jóvenes al mundo de los átomos.

Esto nos da pie a otro sentido de la verdad: los filósofos norteamericanos Ch. S. Peirce y W. James
plantearon que una proposición es verdadera si tiene consecuencias útiles, si funciona y si sus
predicciones son acertadas y pueden ser probadas. Para James, la verdad no es estar en posesión
de una representación exacta de la realidad, la certeza absoluta no es posible, sino que lo verdadero
es lo que es ventajoso y útil y parece estar conforme con los datos de la experiencia. La verdad de
un conocimiento se mide por sus consecuencias prácticas.

La afirmación de que el ejercicio físico y la dieta rica en verduras son buenos para la salud, es
considerada como una afirmación verdadera porque, parece, que la combinación de ambos hábitos
está dando buenos resultados en la salud de las personas que los practican.

La formulación de Newton de la gravedad como una fuerza que es proporcional a las masas e
inversamente proporcional a la distancia que separa a esos cuerpos másicos, supone la existencia de
esa fuerza que es la “gravedad”, sin embargo en la mecánica relativista más que una “fuerza de
acción a distancia” se habla de una “deformación del espacio tiempo”. Sea lo que sea, la fórmula de
Newton ha permitido calcular la fuerza de escape de los cohetes espaciales, la fuerza inercial que
debe tener un satélite para no caer a la Tierra, ha permitido posar una sonda espacial en un cometa
con una exactitud increíble y está en la base de todos los grandes logros de la carrera aeronáutica y
espacial. Es decir, es una verdad práctica porque funciona, aunque ni el propio Newton ni los
científicos actuales se atreven a afirmar qué es y a qué se debe, realmente, esa fuerza.

Esto puede generar reflexiones del tipo: si la afirmación Dios existe puede ejercer efectos positivos
en la población de esperanza, optimismo, salud mental y mejora la convivencia de los individuos al
compartir las mismas creencias y valores, algunos estados pueden considerarla una verdad práctica:
por ejemplo, para los sevillanos, malagueños y otros pueblos de España, la Semana Santa es una
“gran verdad”, muy útil para sus vidas, a nivel emocional y también económico, aunque para otros
sea una pantomima, una “gran mentira”, un “teatrillo de emociones”… muy rentable.

Las afirmaciones de que hombres y mujeres somos iguales y tenemos los mismos derechos, o que la
democracia es el mejor sistema político posible, podrían también ser consideradas “verdaderas” por
su pragmatismo, aunque éstas nos conducen a una nueva consideración de la verdad: la verdad
como consenso.

d) Verdad como consenso.


El filósofo alemán Jürgen Habermas es el principal defensor de esta concepción de la verdad: en
ciertos temas como los morales, la verdad es el resultado de un acuerdo entre individuos libres,
una comunidad dialogante que asuman y justifiquen de forma argumentada unas verdades
consensuadas. La Declaración Universal de los Derechos Humanos sería un ejemplo de verdades
consensuadas. Sólo desde esta concepción de la verdad se podría aceptar como verdaderas
afirmaciones como: todos los seres humanos, independientemente de nuestra procedencia, raza o
sexo, tenemos los mismos derechos. Ahora bien, esta concepción de la verdad parece apropiada para
temas morales o políticos de carácter normativo, pero no para los fenómenos físicos o químicos.
e) Verdad como perspectiva.
El filósofo español Ortega y Gasset fue uno de los principales defensores de esta concepción de la
verdad. Proponía un ejemplo muy ilustrativo: la sierra de Guadarrama se extiende a través de las
provincias de Madrid y Segovia, muchos pueblos de ambas provincias bordean esta sierra, pero cada
uno tiene una perspectiva diferente de la misma. La verdadera Sierra no es la perspectiva de uno de
los pueblos sino la suma de todas las perspectivas. Intentar imponer una de las perspectivas como la
auténtica, como la única verdadera, sería ridículo. Esto se puede aplicar a muchos asuntos que se
nos presentan en la vida. Ortega pretendía distanciarse tanto del realismo ingenuo de aceptar que
existen verdades absolutas que reflejan la realidad, como de un idealismo o subjetivismo absoluto
que dice que toda verdad es subjetiva: la verdad es la suma de las distintas perspectivas
(perspectivismo). Por esto, el filósofo alemán Nietzsche, defensor del perspectivismo, decía que el
arte, al ser mera interpretación -mera perspectiva-, era la forma más honesta de aproximarnos a
la realidad y expresar la verdad. La filosofía y la ciencia son engañosas, pues pretenden estar en
posesión de la verdad absoluta, algo que es imposible.

1.4.3. Actitudes ante la verdad.

Por no incidir de nuevo en temas y conceptos ya estudiados en temas y cursos anteriores, sólo
mencionar las tres actitudes generales: el dogmatismo, actitud de seguridad absoluta en nuestros
conocimientos (certeza), el escepticismo, postura opuesta que afirma la duda y la imposibilidad de
un conocimiento absolutamente verdadero, postulando el carácter relativo de la verdad
(relativismo) y la postura intermedia, el criticismo, que huye de las posturas extrema y afirma una
actitud crítica ante cualquier “verdad”. Debemos aprender de la filosofía que entre el blanco y el
negro hay muchas tonalidades y colores: podemos ser dogmáticos en unos temas, escépticos en
otros, pero es absolutamente necesario ser críticos… Esto es fundamental en el mundo actual sino
queremos andar “como pollo sin cabeza” y dejarnos llevar por cualquier tendencia, moda, ideología,
credo.

1.4.4. Nuevos “conceptos de verdad” en el siglo XXI.

La modernidad, con su modelo económico consumista y su modelo político democrático, ha


desvelado la enorme importancia y poder de controlar la información y los medios de comunicación,
imprescindibles para generar modas y tendencias que incitan al consumo, crear opiniones favorables
a unas u otras ideologías vinculadas a los poderes políticos y económicos, originando nuevos
conceptos que más bien se identifican con la manipulación y falsificación que con la verdad:

- Posverdad: es la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión
pública e influir en las actitudes sociales.
- Fakes news: bulos con la intención deliberada de engañar, pero que a veces se identifican con
ciertos intereses e ideologías lo que hace que se difundan con gran rapidez y se acepten como
verdades por miles de personas sin comprobarlas. Göbbels, ministro nazi de Ilustración Pública y
Propaganda, afirmaba que “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad”… Hoy día
esto es muy fácil gracias al whatsapp…

A cosas de este tipo me refería cuando os hablaba de la enorme importancia de ser críticos con toda
la información que nos llega en el mundo actual…
TEXTOS

TEXTO 1. REALISMO VS. IDEALISMO

De forma muy simplificada podríamos decir que la concepción antigua y medieval del
conocimiento sería «realista”, porque entiende que el ser humano puede conocer la realidad como es
en sí misma, mientras que a partir del pensamiento moderno hay un giro hacia el idealismo, el ser
humano no conoce la realidad en sí, sino que representa esa realidad en su mente. Ahora bien,
dentro de estas dos grandes visiones encontramos diversas posiciones diferentes, distintos grados de
realismos e idealismos, desde el idealismo trascendental de Kant a un absoluto subjetivismo de
Nietzsche. Tampoco todos los pensadores antiguos son realistas, pues, por ejemplo, los sofistas como
Protágoras defendieron un subjetivismo idealista en la Atenas del s. V a. C., ni todos los
contemporáneos, idealistas (Mario Bunge es un firme defensor del realismo científico). Para el
«realista» las cosas existen ahí fuera independientemente de que alguien las perciba o las piense,
mientras que los idealistas piensan que las cosas son representaciones en la mente, llegando los
idealistas extremos a afirmar que el mundo es una construcción de la mente. Pero esto es simplificar
demasiado…

En filosofía estos conceptos y otros muchos más son polisémicos: el concepto «idealismo»
puedes encontrarlo también en contraposición al concepto «materialismo», y en este sentido, la
palabra idealismo tiene otras connotaciones. También la palabra «materialismo» puede significar
cosas diferentes. La concepción del conocimiento en Platón es realista, pero era idealista en otros
aspectos, y nuestro universal don Quijote era un idealista frente su realista escudero Sancho Panza;
en este aspecto, el significado de ambas palabras es diferente al que hemos estudiado. (David
Abolafia: Apuntes de filosofía de 1º)

TEXTO 2. REALISMO E IDEALISMO, RACIONALISMO Y EMPIRISMO: ¿CÓMO SE EMPAREJAN?

Ya hemos visto las principales diferencias entre racionalistas y empiristas respecto a cómo
concebían la formación de los conocimientos y la validez de los mismos, pero debo advertiros que no
hay un paralelismo entre ser racionalista e idealista o ser empirista y realista. Esto es mucho más
complicado de lo que parece: Descartes, racionalista, partió de un idealismo absoluto (sólo puedo
estar seguro de que pienso y de que tengo ideas), pero al final acabó siendo realista, pues admitió
como indudables la existencia real de tres sustancias: el alma, Dios y un mundo material y mecánico.

Por su parte, Hume, partió de aceptar que todo lo que hay en nuestra mente procede de la
experiencia (aparentemente realista), pero acabó afirmando de que de lo único de lo que podemos
estar seguros es de las percepciones, pero esto no nos asegura la existencia de un mundo físico del
que procedan: ni alma, ni Dios, ni mundo podemos asegurar totalmente que existen
independientemente de mi pensamiento (idealismo).

Las cosas en filosofía no son blancas o negras, hay muchas tonalidades entre ambos extremos.
Igualmente ocurre con Galileo: a pesar de desmontar la vieja imagen del universo aristotélico con su
telescopio y sus experimentos, a pesar de ser un gran observador, normalmente se fiaba más de lo
que le decía su «razón matemática» que lo que le mostraba, en ocasiones, la experiencia… ¿Era más
racionalista que empirista o sintetizaba ambas posturas? (D. Abolafia: Apuntes…)
TEXTO 3. RACIONALISMO Y EMPIRISMO EN LA CIENCIA MODERNA (GALILEO)

Cuando se habla de Galileo como uno de los principales autores de la revolución científica, nos viene
la imagen del telescopio, herramienta de observación con la que echó por tierra la antigua imagen
aristotélica y ptolemaica del universo. Lo que nos conduce a pensar que el pisano fue un observador
metódico y minucioso, un recopilador de datos empíricos, de recurso continuo al experimento, de los
cuales (datos y experimentos) extraía sus conclusiones sobre el mundo. Pero si leemos su obra,
observamos cómo en Galileo la reflexión racional se anticipaba a la experiencia, de hecho la principal
acusación que le hacían los aristotélicos era la falta de apoyo empírico (de la experiencia) de sus
conclusiones, a las que llegaba más por reflexiones lógico-matemáticas que por comprobaciones
experimentales… Aunque B. Russell ve en Galileo un firme defensor de los razonamientos inductivos,
aportando pruebas empíricas del heliocentrismo, otros lo ven al revés: Galileo buscaba la
justificación empírica a todas las muchas objeciones que había en contra del heliocentrismo, pues él,
racionalmente, estaba convencido de la verdad de este sistema por cuestiones puramente lógico-
matemáticas… Era más sencillo, geométricamente, pensar que es la Tierra la que gira y no el universo
entero. ¿Era Galileo -padre de la ciencia moderna- más racionalista que empirista?... (D. Abolafia:
Apuntes…)
TEXTO 4. PLATÓN: REPÚBLICA

Pues bien, querido Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que
anteriormente ha sido dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la
morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol; compara, por otro lado, el
ascenso y contemplación de las cosas de arriba con el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y
no te equivocarás en cuanto a lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es
realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de lo cognoscible se ve al
final, y con dificultad, es la idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la causa de todas
las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el
ámbito inteligible es señora y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla
en vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
(Platón, La República, Libro VII, 517a-d, en PLATÓN, Diálogos IV. La República, trad. De Conrado
Eggers, Madrid, Gredos, 1986, p. 342).

TEXTO 5. DESCARTES: DISCURSO DEL MÉTODO

Así, a causa de que nuestros sentidos nos engañan algunas veces, quise suponer que no había
ninguna cosa que fuera como las imágenes que ellos nos transmiten de esa cosa. Y como hay
hombres que se equivocan al razonar, incluso en cuanto a las cuestiones más simples de la geometría
y cometen en ellas razonamientos falsos, juzgando que yo estaba expuesto a equivocarme como
cualquier otro, rechacé como falsas todas las razones que había tomado antes por demostradas. En
fin, considerando que todos los pensamientos que tenemos cuando estamos despiertos nos pueden
venir también cuando dormimos, sin que haya ninguno que, por tanto, sea verdadero, resolví fingir
que todas las percepciones que hasta entonces habían entrado en mi mente no eran más verdaderas
que las ilusiones de mis sueños. Pero enseguida me di cuenta de que, mientras quería pensar así que
todo era falso, era necesario que yo, que lo pensaba, fuese algo. Y notando que esta verdad pienso
luego existo era tan firme y tan segura que hasta las más extravagantes suposiciones de los
escépticos no eran capaces de hacer tambalear, juzgué que la podía recibir sin escrúpulo como el
primer principio de la filosofía que buscaba. (Descartes, R., Discurso del método, IV; traducción de
Javier Espinosa)
TEXTO 6. HUME: INVESTIGACIÓN SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO

Una proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son
nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar
en nada que no hayamos sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos
[…]
Si (al recorrer los libros de una biblioteca) cae en nuestras manos, por ejemplo, algún volumen
de teología, o de metafísica escolástica, preguntémonos: ¿contiene algún razonamiento abstracto
relativo a una cantidad o a un número? No. ¿Contiene algún razonamiento experimental sobre
cuestiones de hecho y de existencia? No. Entonces, arrojémoslo a las llamas, porque sólo puede
contener sofismas y supercherías. 
(Hume: Investigación sobre el conocimiento humano, secc. 2)

TEXTO 7. KANT: CRÍTICA DE LA RAZÓN PURA

No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia. Pues
¿cómo podría ser despertada a actuar la facultad de conocer sino mediante objetos que afectan a
nuestros sentidos y que ora producen por sí mismos representaciones, ora ponen en movimiento la
capacidad del entendimiento para comparar estas representaciones, para enlazarlas o separarlas y
para elaborar de este modo la materia bruta de las impresiones sensibles con vistas a un
conocimiento de los objetos denominado experiencia? Por consiguiente, en el orden temporal, ningún
conocimiento precede a la experiencia y todo conocimiento comienza con ella.

Pero, aunque todo nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo
él de la experiencia. En efecto, podría ocurrir que nuestro mismo conocimiento empírico fuera una
composición de lo que recibimos mediante las impresiones y de lo que nuestra propia facultad de
conocer produce (simplemente motivada por las impresiones) a partir de sí misma.
(KANT, I., Crítica de la Razón Pura, Introducción, B 1-2, trad. de Pedro Ribas, Madrid,
Alfaguara, 1978, pp. 41-42).

TEXTO 8. ¿SON DEL MISMO TIPO TODAS ESTAS «VERDADES»?

Es verdad que a todos nos llegará la muerte, tan verdadero como que el viento mueve las
nubes y la lluvia cae de ellas (¿verdad como correspondencia?). Pero también es verdad que la
gravedad terrestre es la que hace caer a los cuerpos y que los electrones se mueven a altísimas
velocidades en torno al núcleo de los átomos que componen todo ser material (¿verdad como
correspondencia o como coherencia?). Es verdad que si provocamos la fisión de un átomo de un
elemento químico inestable y de elevado peso atómico, se perderá una pequeña cantidad de masa
que se transformará en una gran cantidad de energía (¿correspondencia, coherencia, pragmática?).
Definitivamente, la teoría atómica es una bella explicación científica, una interpretación armónica y
matemática de la composición última de la materia del universo, tan verdadera y bella como la
hipótesis de Einstein de que la gravedad no es más que una deformación geométrica del espacio
provocada por la masa de los cuerpos (¿verdad como perspectiva o como coherencia?). Por otra
parte, ¿no es también verdad que el derecho a la vida es incuestionable en cualquier cultura y que es
despreciable todo tipo de esclavitud? (¿consenso o perspectiva?).
¿Qué tienen en común una hipótesis científica y una obra de arte?... (D. Abolafia: Apuntes…)
TEXTO 9. NIETZSCHE

"Le cuesta trabajo (al hombre) reconocer ante sí mismo que el insecto o el pájaro perciben otro
mundo completamente diferente al del hombre y que la cuestión de cuál de las dos percepciones del
mundo es la correcta carece totalmente de sentido, ya que para decidir sobre ello tendríamos que
medir con la medida de la percepción correcta, es decir, con una medida de la que no se dispone.
Pero, por lo demás, la "percepción correcta" -es decir, la expresión adecuada de un objeto en el
sujeto- me parece un absurdo lleno de contradicciones, puesto que entre dos esferas absolutamente
distintas, como lo son el sujeto y el objeto, no hay ninguna causalidad, ninguna exactitud, ninguna
expresión, sino, a lo sumo, una conducta estética, quiero decir: un extrapolar alusivo, un traducir
balbuciente a un lenguaje completamente extraño, para lo que, en todo caso, se necesita una esfera
intermedia y una fuerza mediadora, libres ambas para poetizar e inventar."
(F. Nietzsche: "Sobre verdad y mentira en sentido extramoral". Ed. Tecnos, Madrid.)

TEXTO 10. ARISTÓTELES.

El hombre, es por naturaleza, un animal cívico […] La razón de que el hombre sea un ser
social, más que cualquier abeja y que cualquier otro animal gregario, es clara. La naturaleza, pues,
como decimos, no hace nada en vano. Sólo el hombre, entre los animales, posee la palabra. La voz es
una indicación del dolor y del placer; por eso la tienen también los otros animales. (Ya que su
naturaleza ha alcanzado hasta tener sensación del dolor y del placer e indicarse estas sensaciones
unos a otros.) En cambio, la palabra existe para manifestar lo conveniente y lo dañino, así como lo
justo y lo injusto. Y esto es lo propio de los humanos frente a los demás animales: poseer, de modo
exclusivo, el sentido de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, y las demás apreciaciones. La
participación comunitaria en éstas funda la casa familiar y la ciudad
(Aristóteles, Política, trad. de Carlos García Gual, Madrid, Alianza, 1986, libro I, cap. 2, pp. 43-44.)

TEXTO 11. TRACTATUS LOGICO-PHILOSOPHICUS (WITTGENSTEIN)

6.52 Nosotros sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones científicas pudieran responderse,
el problema de nuestra vida no habría sido más penetrado. Desde luego que no queda ya ninguna
pregunta, y precisamente ésta es la respuesta.
6.521 La solución del problema de la vida está en la desaparición de este problema. (¿No es ésta la
razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida después de mucho dudar,
no sepan decir en qué consiste este sentido?)
6.522 Hay, ciertamente, lo inexpresable, lo que se muestra a sí mismo; esto es lo místico.
6.53 El verdadero método de la filosofía sería propiamente éste: no decir nada,
sino aquello que se puede decir; es decir, las proposiciones de la ciencia natural – algo, pues, que no
tiene nada que ver con la filosofía-; y siempre que alguien quisiera decir algo de carácter metafísico,
demostrarle que no ha dado significado a ciertos signos en sus proposiciones. Este método dejaría
descontentos a los demás –pues no tendrían el sentimiento de que estábamos enseñándoles filosofía,
pero sería el único estrictamente correcto.
6.54 Mis proposiciones son esclarecedoras de este modo; que quien me comprende acaba por
reconocer que carecen de sentido, siempre que el que comprenda haya salido a través de ellas fuera
de ellas. (Debe, pues, por así decirlo, tirar la escalera después de haber subido.) Debe superar estas
proposiciones; entonces tiene la justa visión del mundo.
7 De lo que no se puede hablar, mejor es callarse
(Edición Electrónica de www.philosophia.cl /Escuela de Filosofía Universidad ARCIS)

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