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El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones

El concepto del uso del objeto es la última contribución importante formulada por
Winnicott para su esquema del desarrollo emocional primitivo y la teoría de la
cura. De entrada, destaca el sentido positivo del término, en tanto que la expresión
uso de un objeto no implica el abuso o la explotación del objeto. El uso de un
objeto alude a la capacidad de usar al objeto, es decir, a considerarlo como algo
externo y diferente al propio individuo “a colocarlo fuera de la zona de los
fenómenos subjetivos”. La capacidad para usar un objeto depende de su valor
simbólico: de ser un objeto subjetivo o un objeto objetivamente percibido, esto es,
de si se sitúa en la fantasía o en la realidad.
El rasgo esencial del concepto de objetos y fenómenos transicionales es la
paradoja y la aceptación de esta: el bebé crea el objeto, pero estaba ahí,
esperando a que se lo crease y que se le denominará objeto cargado.
Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que
le permita usarlos. Esto forma parte del paso al principio de realidad.
En la secuencia primero viene la relación de objeto y al final el uso; pero la parte
intermedia es quizá la más difícil del desarrollo humano, o el más molesto de los
primeros fracasos que acuden en busca de cura. Lo que existe entre la relación y
el uso es la ubicación del objeto, por el sujeto, fuera de la zona de su control
omnipotente, es decir, su percepción del objeto como un fenómeno, no como una
entidad proyectiva, y en rigor su reconocimiento como una entidad por derecho
propio.
Los objetos objetivos dan cuenta del pasaje de la relación al uso, relación con
objetos subjetivos, uso de objetos subjetivos, y ello dependerá de la capacidad
para usar el objeto. Winnicott dice: “no es posible que tal capacidad sea innata, ni
dar por sentado su desarrollo en el individuo. El desarrollo de la aptitud para usar
el objeto es otro ejemplo de que el proceso de maduración depende del ambiente
facilitador”.
El pasaje se verifica por medio de la destrucción. El niño destruye al objeto, pero
este sobrevive a la destrucción, es decir que no toma represalias y al hacerlo,
queda fuera del control omnipotente del niño. En este mismo proceso se crea la
exterioridad del objeto y al mismo tiempo se lo conoce.
Adam Phillips señala que “para que la madre se vuelva ese objeto real más que
imaginario tiene que sobrevivir al amor y odio apasionado que el niño siente por
ella”. La separación de la madre y del niño es posible cuando ella se niega a ser
absolutamente dominada y destruida por él. Pero lo hace de tal modo que su
conducta es firme, sostenedora y no retaliativa.
La destructividad es elaborada por la fantasía del sujeto, si el objeto no sobrevive
y reacciona tomando represalias, significa que su función no sobrevive, que ha
habido una destrucción en su realidad cómo madre o analista suficientemente
buena/o.
Myrta Casas trabajando sobre la cura en Winnicott enlaza los conceptos de
destrucción y uso del objeto con la simbolización “que en la experiencia
transferencial se despliegan en el espacio y tiempo de la sesión analítica”. Señala
que poder usar un objeto que ha sobrevivido implica un acto de simbolización
donde la pérdida simbólica implica el juego significante cuyo núcleo central es la
sustitución. Se requerirá del analista que se preste a la destrucción “para poder
crear el objeto, lo cual habla, al mismo tiempo, de la emergencia del sujeto”.
En el punto del desarrollo que se examina el sujeto crea el objeto, en el sentido de
que encuentra la exterioridad misma, y hay que agregar que esta experiencia
depende de la capacidad del objeto para sobrevivir (tiene importancia que
“sobrevivir”, en este contexto, signifique “no tomar represalias”). Si estas cosas
ocurren en un análisis, el analista, la técnica y el marco analíticos aparecen como
sobrevivientes o no de los ataques destructivos del paciente. Sin la experiencia de
la máxima destructividad (objeto no protegido) el sujeto nunca coloca al analista
afuera, y por lo tanto jamás puede hacer otra cosa que experimentar una especie
de autoanálisis, usando al analista como una proyección de una parte de la
persona.
Y si el analista es un fenómeno subjetivo, ¿qué ocurre con la eliminación de
desechos?
En la práctica psicoanalítica los cambios positivos que se producen en esta zona
pueden ser muy profundos. No dependen del trabajo interpretativo, sino de la
supervivencia del analista a los ataques, lo cual implica e incluye la idea de la
inexistencia de un cambio de calidad para pasar a la represalia.
El analista siente deseos de interpretar, pero ello puede vulnerar el proceso, y al
paciente parecerle una especie de autodefensa en la cual aquel rechaza su
ataque. Es mejor esperar a que la fase haya terminado, y luego discutir con el
paciente lo que ha ocurrido. Por lo general el analista pasa por estas fases de
movimiento en la transferencia, y después de cada fase surge la recompensa en
términos de amor, reforzado por el hecho del telón de fondo de la destrucción
inconsciente.
Este proceso podría caracterizarse así:
 La vivencia de omnipotencia en el estado de fusión con el ambiente: en el
inicio se puede ubicar un estado de fusión que hace que dos sean uno.
Esta fusión no alude a un estado de inmadurez por parte del infante sino a
la capacidad de fusionarse con el otro. Aquí aparece el objeto subjetivo
como producto de esa experiencia que adquiere las características dadas
por el niño. Esta experiencia lo deja en una situación en donde los objetos
adquieren el relieve que él les otorga y la continuidad que él les brinda sin
capacidad de distinguir lo propio de lo ajeno, entendido como distinto.
 La emergencia de la agresividad por parte del niño: la avidez a la que alude
como agresividad se dirige dentro de ese este estado de fusión al objeto
subjetivo. La independencia del objeto es, por decirlo así, puesta a prueba.
Esta destructividad, cómo cualquier otra experiencia, recibe su elaboración
imaginativa en la fantasía.
 La respuesta del objeto: si el objeto queda destruido, o si responde al
agravio, deja al niño en un mundo ilusorio con consecuencias patológicas:
los objetos son susceptibles a su agresividad, responden o mueren de
acuerdo a ella. Este principio alude a que el objeto posee características
que no pertenecen unívocamente a las adjudicadas a la fantasía de los
fenómenos subjetivos. Así como en un primer momento el objeto, por
decirlo así, se dejaba crear, del mismo modo, en un segundo momento, es
imprescindible que pueda emerger su diferencia.
 La experiencia de alteridad: aquí el objeto no depende exclusivamente de la
ilusión. Bajo estos términos logra instaurarse la realidad compartida como lo
distinto de mí. Lo que en palabras de Winnicott es alojar al objeto “fuera de
la zona de los fenómenos subjetivos”.
 La posibilidad del uso: el niño puede usar el objeto, este se ubicaría en el
polo de la desilusión. Con éste último término se designa una falla, por
decirlo así, suficientemente buena que hace que la ilusión del niño
encuentre un límite a su omnipotencia luego de que ha tenido lugar la
fusión. Adquieren temporalidad y consistencia fuera de la fantasía.
La teoría que D. Winnicott desarrolla acerca de la constitución del psiquismo y del
despliegue progresivo de la vida psíquica en el niño confiere al ambiente facilitador
una entidad esencial. Es este un medio humano que, con su presencia constante,
consecuente, activa psíquica y físicamente, constituye un sostén imprescindible al
despliegue del potencial infantil, y un aporte de materia prima para la creación de
los "nuevos productos" del psiquismo naciente. Dentro de esa materia prima
destaco, los objetos presentados por la madre para que el niño los cree, y los
actos de crianza con los que la madre asiste al hijo, y que en éste se constituyen
en objetos de crecimiento y transformación.

Bibliografía
Bareiro, J. (2010). Algunas reflexiones sobre el uso de objeto en el psicoanálisis de D. W.
Winnicott. Anuario de Investigaciones, XVII, 33-39. Recuperado el 3 de Noviembre de
2020, de https://www.redalyc.org/pdf/3691/369139946035.pdf

López de Caiafa, C. (2009). El objeto - el otro, pensados a partir de D. Winnicott. Revista Uruguaya
de Psicoanálisis, 34-49. Recuperado el 3 de Noviembre de 2020, de
https://www.apuruguay.org/apurevista/2000/16887247200910802.pdf

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