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Contratapa

Ángel Islas

Sintéticas

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Faltan prólogos

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LAS SINTÉTICAS

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1

6
Otro empujón del destino,
que es la gente.

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2

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En ese momento comprenderé que lo que sigue

no es después.

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¿Por qué escribo como un preso errático?

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A nadie le gusta cambiar, pero es lo mejor que puede
hacer la vida por nosotros.

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Si el amor se inventa, es mejor.

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El malo, solo tiene una puerta de entrada más
impredecible.

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Como si el Sahara fuera mi techo, mis paredes, y no
encontrara la ropa por ningún lado.

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¡Oh!,
mis enemigos están llenos de virtudes.
¡Ay!

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Barría el piso –y el Espíritu Santo bajaba por la escoba.

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Orlando…, ¿quién le teme a Virginia Woolf?

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Dialoguemos con el suicidio de los humanos: individual, o
de todos simultáneamente.
A lo mejor admite nuestra intromisión, y entonces
Scheherezada tenga chances todavía.

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¡Ay!
¡Qué fea es mi amor!

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¡Ah!
¡Qué fea es mi amor!

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¡Que yo sea un occidental!
Repito: ¡Que yo sea un occidental!

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Su máxima inocencia, me permitía un máximo de
enamoramiento.

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El fin de los varones.

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Una tekné para arrastrarse: esperanza de arte.

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Consumismo, ¿no es algo más que capitalismo?
¿No conviene empezar a pensar “industria”, también
como mala palabra?
Gremialismo -amén de su obvia contribución al progreso-
, ¿no es también capaz de alimentar el trabajo alienado?

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El aquí y ahora irrumpe.

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El “entrenamiento” en geriatría –
¿Consonancia con la página anterior?

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Si yo fuera mujer,
¿lloraría lo que lloro?
¿Y lo que no lloro?

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Yo tuve una perrita, que me eligió.
Vivo de eso.

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¡Qué feo es el verbo “rescatar” (=encontrar algo valioso
en) en nuestra culturita!

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Higiene

No atravieses la muchedumbre desbordado de angustia.

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Respectivamente

La juventud y la vejez: la edad de la acción y la edad del


entrenamiento.

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Les ruego me perdonen, por ser europeo.

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El abismo del pendejo.

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Isis se ocupa de transar el infierno:
Expulsa a los que se viven a sí mismos como en un
infierno, y atrae a los chicos a los que algo les hace
flashear que nacieron en el infierno.

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Stultitia confortis

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No para
el sufrimiento puede servir para mariconear, para
manipular, para masoquismo.
Para mi mamá pero también para mi maestro. Interiores.
El maestro que enseña, pero no solo a mí.

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Un flash: la vi de nuevo y recordé: “¡Qué fea es mi
amor!”.

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Y mi alma descansó sin morir.

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Psicología y psicoanálisis: dos palabras o términos
crónicamente revolcados. Esto perdurará hasta que no se
reconozca a Freud, no como el inventor de una nueva
ciencia o técnica, es decir de una disciplina, si no como el
fundador de un fundamento; de una de las nuevas
Humanidades. La otra es…

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Marx no solo provoca micro y macro cambios políticos,
novedosas militancias. Su significación más grave reside
en que reemplaza cimientos en otra de las grandes
Humanidades: aquella que concibe al colectivo como un
a posteriori del individuo. Él inventa, crea o descubre un
nuevo semejante exterior. Como Freud hizo lo propio con
un impensado semejante interior.

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La mayor zozobra no está en que yo me vea de este lado
de la grieta y al otro u otros del otro lado, sino en que yo
me exceda en lo gratificante del mío.

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Los seguidores de Freud y Marx a menudo nos impiden o
sabotean su escucha, como ocurre con todos los grandes
de grandeza incontrovertible, impugnen o no al Padre.

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Mi vida no sigue, penetra.

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El transitar la grieta argentina actual, abril 2016, plantea
una interesante oportunidad de diálogo entre las dos
patas: Freud/Marx. Esto, por el desgarro que me produce
el crecimiento de intimidad con mi opositor ideológico.

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Díaz y Aliverti

Jorge Fernández Díaz y Eduardo Aliverti: dos tipos a los


que les presto atención. Por algo será. Jorge, un dechado
cuando se trata de escribir o describir los sentimientos, la
afectividad entre las personas; un surfista sobre el borde
del precipicio de los golpes bajos. Lo más tacaño que se
puede admitir de la capacidad de su pluma son los
muchos tramos en los que se le filtra su regusto por
desafiar al más racionalista. No poca hazaña. ¿Será por
eso?
Eduardo, mi adversario ideológico más claro, para mi
libido, es el entrevistador más atractivo que conozco al
menos en el país (si lo oyó, ¿comparte mi opinión?) no
solo su estrellato y persistencia en las entrevistas en
Radio Nacional, sino la sorpresa que percibo en mí
cuando tengo ganas, también persistentes, de oírlo los
sábados, casi siempre cuando los entrevistados tampoco
son mis compañeros de ruta.
Pero aquí viene mi desquite: los dos, cuando se abren de
gambas, para el goce de su militancia, me resultan
adolescentes insoportables.
El uno, por la estructura gorila de su pensamiento,
aunque no lo sea su honestidad, ni tampoco en cada
frase. El otro, por la inocencia ideológica ocultada tras la

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retórica muy culta y muy bien entretejida de sus
editoriales.
Es decir, son elementales. Lo que se puede flexibilizar a –
en el fondo y por qué no con justicia- son puros. ¿Será
por eso?
Asustado por el miedo a querer escucharlos me tropecé
con torpezas básicas: las mías. Dudo de listarlas aquí,
pero podría. Ni qué hablar si con la ayuda de mi amigo,
mi pareja, mi grupo. Los que me sostienen el espejo.
Era por eso.
Me di vergüenza.

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Un flash:
Que no iba a morir desesperado.

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Opus Humanun

A Ani Zaldívar
Conmovido por su
reconocimiento
permanente

El burgués se muere Anibal, y la piedad que acompaña su


cuenta regresiva, es obra humana máxima.

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Los terrores positivos.

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Ya se dio cuerda al destino.

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Si yo estoy encerrado, justo ahí, es seguro que Dios me
ve.

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Del contacto con cualquier persona él siempre quedaba
un poco herido.

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El entusiasmo.
Aunque me queme;
aunque me agote.

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A mi alma

Lau

Se sienta con las manos bajos los muslos, apoyado


levemente en la cifosis; sonríe un poquito como consigo
mismo, mira al piso en 45 grados y musita –monótona,
teatral, eremítica canturria- ironías, visiones: lecturas de
segunda profundidad.

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Siempre va a hacer calor o a hacer frío, así que…

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Escritos

Espero que la principal transmisión de lo mío –lo llamado


mío- se materialice por la trasmisión oral y afectiva de
mis amigos.

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¿Qué relación entre las ganas de morirme en este
momento, y el acercarme –también en este momento- a
consumar una preparación culinaria?

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Que el ego sea mi criatura,
criaturita.

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Está la soledad que se mide por la compañía que tuviste
antes.

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Está la soledad que se mide por la compañía que tuviste
antes.
¿O es la única?

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¡Qué agradecido de pertenecer a una lengua que tiene
“ser” y “estar”!

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No quejarse: al final –quiero decir “en el fin”– la cuestión
es quedar livianito.

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Cogiendo,
con amenaza de amor.

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Espiando a Dios, para sacarle la ficha.

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Prefiero que me dejen, a que me dejen de querer…

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Prefiero que me dejen, a que me dejen de querer…
¡Y con lo que cuesta que me dejen!

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¿¡Cómo –apenas una hora después– los he perdonado!?

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Hay un lugar donde cada uno está enamorado de todos y
de cada uno de los otros.

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Hay que revisar a Henry Ford: los primeros tienen que ser
los filósofos. Y que les cueste.

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Como es cada uno, está bien.

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Como es cada uno, está bien. (¿Ah, sí?).

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Como es cada uno está bien.
(Dije “es”).

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Como es cada uno está bien.
¿Y mis peculiaridades de encaje?
(Dije “mis”).

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No hay posibilidad de que el docente vivo compita con la
electrónica.
En todo lo que la electrónica pueda.

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Somos una especie caminadora, no llegadora.
El único llegue en el que realmente confiamos, es nuestra
muerte.

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Nunca sobran las personas que conviene que amen a un
chico.

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¡Qué distinto se ve todo después de dormir!
Solo un cíclope puede unir los dos días.

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¿Cómo es?
Si me gusta o no me gusta, o si tiene que ver.

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Una filosofía de la policía, donde todos piensen.

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La policía: un grupo de hombres lanzados a la caza de
otros.
Ciertamente necesario.
¿Hasta cuándo?
Se convoca a todas las respuestas.
Los prejuicios serán cacheados a la entrada.

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Me refregaba mi libertad por las narices.

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La cuestión no es sufrir o no por amor.
La cuestión es tener o buscar un gran amor, sin prejuicios
de cómo pueda ser éste.

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Uno afloja el sufrimiento de amar a una persona, y
descansa, cuando encuentra otra forma de amarla sin
necesidad de descartar la anterior.

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Los grandes maestros, no tienen último óptimo.

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La droga es una calle lateral.

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Al soltar a alguien puede atravesarse un instante en que
por un atajo se pase a odiarlo.
Es como un edificio que antes de desarmarlo hay que
apuntarlo, para reducir peligros.

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Cuando te conocí, me di cuenta.

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Si tienes o tuviste contacto con un hombre notable, no te
ocupes de sus virtudes, de rendirle tributo.
Más bien fíjate cómo te ha dejado a ti su contacto y en el
próximo paso al que él vivo o muerto te llame.

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Un punto de partida: Gesell es Atenas.
Si me mudara a una comunidad más pequeña, me
llevaría mi Atenas conmigo. Mientras tanto, las cosas son
así.

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Que cada uno encuentre su disciplina y la siga con amor a
su muerte.
No recites la vida.

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Ayudar a Europa.

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Vejez,
Con la mesita de luz llena de PAMI
¿O qué otra?

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“Presocráticos”,
¡qué buena denominación!

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La escucha, más bien que la prédica de la positividad.

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Sacar a Freud de Europa.

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La puericultura del ego.

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La puericultura del ego:
¿Quién es el bebé?

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Escucha tú!
Tu apariencia de sordo a mí no me engaña: pusiste entre
ventrículos y aurículas un germen –solo eso– de tu
Nombre, de tu Nivel, y quieres que no suframos
permanentemente!
Pero sí tengo un Sobrenombre: el Empujón.

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Dedicatoria

A Pizarnik, Alejandra

La solidaridad y la ternura se me mezclan, y no veo más


nada: entro a Damasco como Saulo.
¡Hay que ser muy macho para recibir visitas de tan
diversas dimensiones y después despedirlas o dejar que
se aparten! Y, además, apartarse del Seconal, como si
nada.
Es demasiada luz, es cierto. Pero la ceguera no es para
quejarse.

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Mi vida no sigue, penetra.
La moneda se hunde en el aceite espeso.
El ascensor loco, que también sube pero con un
erratismo tal, que uno no sabe qué dirección preferir.
El horizonte a veces se dibuja y me atrae y me muestra el
otro palo de la cruz.

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194
La interrupción:
La parte más vívida.
¡Ojalá seas atraído a la etimología de la palabra
“accidente”!

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El “ne te laves pas j'arrive”, de Napoleón a Josefina,
cuando regresaba a París, connota obviamente placeres
del lecho, pero también me sugiere “no te quites tus
desagradabilidades para recibirme. A lo mejor
desperdiciamos nuestra pasión.”

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Tercero

A los tres cuartos de siglo, el metabolismo se ha


metabolizado para menguar en mucho de lo orgánico.
Pero no han corrido exactamente la misma suerte, mis
ganas de que roces centímetro por centímetro de mi piel,
sin telas, y le permitas a la mía tocar, resbalar por tu
textura y apretarla a veces hasta la iridiscencia.
A todo lo cual le pondremos el nombre de…

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200
¿Cuál es el opuesto de la creación?
¡Usted acertó!
El consumo.

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202
Rodados, no piernas.

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Don Quijote de la Mancha, o el ridículo sublime.

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De lo infractor a lo delictivo, a lo metabólico.

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Un pedófilo –el psicopatológico penal actual, no el
etimológico– es un tipo en el que algo, muy, muy bueno,
se pudrió.

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Nuestra precaria vida, con suma prolijidad.

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Al que escucha la voz humana, sin meditar en lo escucha
–meditar dije, no pensar– le conviene escuchar música.

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Epitafio

Al lado de él, se aprendía a hacer el amor, lo cual incluía


coger. E incluía coger con él. Bueno, a veces; mejor dicho,
casi nunca; mejor dicho, nunca.
Eran dos cosas. A veces, pocas veces, no.

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Pérdida y recuperación del cara a cara.

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Al desarrollar los homínidos, la evolución les fue pelando
el anverso de la mano: ¿será ultrasensibilizar el toque,
hasta llegar al poder de la caricia?

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La obra maestra de mi vida: expresar ternura
enternecedora en los goznes de las dos eras.
Muchos la llaman “la acción del corazón”.

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Gracias por incitarme a explicar mi retórica: El uso de la
coma entre sujeto y predicado, que cierta norma
descarta.
Muchas veces, con el anuncio de mi sujeto, pretendo
intrigar antes que conceptualizar.
La coma levanta el agudo de la última sílaba, suspende el
aliento; y por lo tanto hace urgente una nueva ingesta de
aire.
Soy consciente de la exagerada intromisión de la
gramática en la retórica.
Pero qué quiere: Me embelesa ser actor, ser actor
teatral, y ese hermoso desafío de que siempre se puede
hacerlo mal y siempre se puede trabajar muchísimo.
A veces dudo entre la coma y, por ejemplo, puntos
suspensivos.
Hasta podría inventar un signo: la doble o múltiple coma.
Todo sea por expresar.

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¿Hasta cuándo crecerá la desesperación del tiempo?

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¡Ay Discepolín y Piazzola!, grandes maestres de la
tristeza.
Hay que atravesarlos sin atenuantes ni anestesia para
vislumbrar al pospodernismo como aurora.

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Cuando digo “europeo” no es por haber pisado la Vieja,
al menos en esta encarnación, sino por haberla llevado
adentro desde el fondo, sin ningún recuerdo
El Atlántico está vivo.
Él guarda al Titanic y a Napaleón en Santa Helena, no en
Les Invalides.
Ser o no ser.
Colón o no Colón. El del primero, segundo y cuarto viaje,
¿o el de la vuelta del tercero?
Los blancos me cruzaron cuando yo era blanco y me
abandonaron en la playa.
Ahora son Solís. Y los americanos me merodean
hambrientos, rituales.

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¿Y el cuerpo?

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Mientras se siga no entendiéndolo, Lacan seguirá siendo
vigente, y beneficioso.

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¡Hay que volverse loco de amor!
¿Quién dijo lo contrario?
El mejor destino de todos.
¿Esto incluye la intimidad física absolutamente?
Y la intimidad física, ¿incluye la locura de amor
absolutamente?

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¿Por qué perder amigos?
¿Por ser amarrete con los lastres?

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Mis enemigos no son mi problema, sino mi destino.

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240
“Me gusta”, “no me gusta”.
“Me gusta”, “no me gusta”.
¡Qué forma empobrecida de expresar emociones!

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242
Toda emoción, tiene los minutos contados.
Pero no aproveches para denigrarla, porque no es
inferior a nada.
Aprende del instante, que puede contener a Dios.

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La suprema eficiencia alemana es también vector de
nazismo y de neonazismos.
El eje Tokio-berlinés de profunda significación humana
requirió otro eficientismo del mismo calibre -el
norteamericano- para contrarrestarlos y completarlos.
¿Qué hacemos los subeficientes entre ellos? ¿Quién
necesita a quién?

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¿No crees que el diálogo será más exitoso cuando
intervengan los escuchadores de deseos?

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Francia fue grande desde hace tantos siglos. Pero el
peronismo enseñó a la gente que se puede ser grande, y
feliz, antes de recibirse de francés.

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250
Una oveja hambrienta, llegando a un claro de pastos
enhiestos, lozanos.
¿Qué piensa la oveja?
¡Qué parecidos los ovinos y los humanos!

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¿Es ultraje reír donde antes se sufrió?

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Trata

¡Qué trabajo el trato “social”!

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Amor y socialismo;
Argentina y peronismo.

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El socialismo
¡Qué amenaza para todos aunque no lo hagamos!
¿Y en el corazón?
Ya sé, ya sé: la praxis.
¿Sé?

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260
Premios Grammy a dos autores: Sigmund Freud y Carlos
Marx.
A Freud por el descubrimiento/invención del
inconsciente.
A Marx por la praxis.
¿Esas, “las más grandes” obras?
Bueno… Está todo bien: el occidente-capitalismo-
burguesía-consumismo siempre con sus premios y sus
rankings.
Le bourgeois est en train de mourir, Aníbal.

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262
Otra dedicatoria

A Aníbal Zaldívar, por haberme reconocido (enfrentaré la


vergüenza como Adán), mucho antes de este libro.
Por haberme convencido de que esta localidad puede ser
el pueblito de Salgari.
Por haberle soplado imágenes en el oído a Saccomanno.

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264
Al imprimirlo, deberé excusarme ante McLuhan por este
libro.
Salvo por su factura rítmica

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266
A veces la felicidad se llama rebelión; a veces, empujón.
En cuanto a la paz, siempre hay que chequear.

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268
Dos gruesas paredes de hierro macizo, convergiendo
sobre mi cabeza lentamente por los lados, para
destrozármela.

269
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270
Amor, después odio y después amor nuevamente: ¿un
devaneo?
El segundo merece, ¿no?
Opción.
Merece interés especial.
¿Qué tul?

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272
Tranqui, tranqui: no está todo en mis manos, y hay una
economía mayor, que inscribe eso.

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274
Hamlet

Después de gritarlo se quedó musitando:


“…Mi tío…”
Leía en el texto/libro: “Antes ibas a mi padre como la
luna al sol”.
Ahora, al llegar las sombras, acostado en un couch.
La cabeza sobre una larga peluca rubia y el cuerpo sobre
una chalina roja o dorada.
Pero, ¿cómo es eso?
Yo no puedo -
Festejó el sagrado lapso entre despertar y levantarse.
Se lavó la cara y el pito.
Y prosiguió.

275
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276
Tú, ten piedad de mí;
y tú, reza por mí.
Porque hay dos monstruos que me acechan: el miedo y la
gloria.

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278
Un momento por favor:
Estoy libando.

279
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280
La vida privada.
…………………………………
¿Privada de qué?

281
138

282
Tocar con aceite la frente de los que se van.
Los moribundos, y la ternura del corazón que me
requieren:
la vida privada, el burgués, Occidente, Europa.
El papel, en el libro y en el dinero.
Conservan algo en común con la cicuta.
Hacer preguntas: cambie la cicuta por las sombras.
Anochece.
El crepúsculo es el terror.
La luna no.

283
139

284
Dedicatoria

A Mirian, la Barberena.
Con el prurito pícaro,
travieso, de regalar y
dedicar un libro usado (El
medio es el masaje).

Por gestionarme -para colmo- ¡dos copias! de McLuhan,


quien parece aniquilar los libros de papel.
Esta copia es para ella.
Usada por un lector para siempre desconocido/a que nos
lo manda, nos protege.

Gracias por la gestión, el empujón y su perseverancia.


El empujón que, a veces, sirve.
A veces.
Valgan esas veces.

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286
¡La gente son poemas!
¡Qué solo estoy!
-¡Hola!
Bueno, no tanto.

287
141

288
¡La gente son poemas!

¿Ustedes no lo ven?

Miren…

Miren.

Miren:

Tú, si puedes dejar crecer ese amor tan individual,


privado, hasta que estalle y también sirva para todos en
forma de teatro: personaje, puesta, texto.
Novedad más fuerte que el miedo.
Si tu padre sos vos, muchacha,
entonces, la lejanía y el calor del sol,
serán la misma cosa.

289
Miren:
Tú, la topadora subterránea ¿qué ayuda me darás?
Tú que haces como que necesitas de todos:
¡Esto es un negocio, querida!
Y viene un socialismo que ni los socialistas van a poder
esquivar.
¿Esquivar? Ja, ja.
Así que descubran rápido la topadora subterránea, si no
quieren golpearse la espalda, ante la vedette
esplendente.

Y tú, mira:
la condición es que hagas grande tu payaso, y tu filósofo.
Que sabes repasar tu pasado ya lo sabemos. Que puedes
repasar el presente como un historiador, ya lo sabemos.
No tienes futuro: solo mírate las manos.

Miren:
Y vos, ¿dónde está tu rodilla? Que quiero pegar una
palmada brutal a tu muslo para decirte: con que emitas

290
la dicción de tu boca dominándola a ella, y no ella
cabalgándote inconscientemente…
Tú, actor -con solo eso actor-
todo estará dicho.
Con tu experiencia previa al teatro, y tu corazón, que se
abre hojita por hojita, pétalo por pétalo, no necesitarás
codiciar emoción, y menos aún pensarla.
El orfebre y el comerciante se hablan.

291
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292
¿Vieron?

293
143

294
A la muerte de Santiago
Massafra, para su amiga.

Cuando se ve a alguien, en una mesa de café, codos


apoyados, ojos chistosos, antes de que la boca se abra
para una picaresca culta, digna de Las Cibeles, o París...
Una se detiene sin que se note el cambio: disimula que la
alegría no es solo social, y piensa en todo, menos en la
muerte.
Él veía la suya corriendo una carrera con su nieto recién
llegado. Bueno, es una manera de verla.
Escribo para los vivos, como todos los que marcamos
rasgos en la piedra desde Altamira, o antes.
A ver… para los que quedamos, los que todavía movemos
este cuerpo, ¿qué falta pagar?, ¿de quién a quién? La
muerte como clearing bancario, es algo práctico.
Lo demás es cosa de alguna persona simple, de humor,
pero no ruidosa.
Los brazos pueden arrancar, precisamente porque lleva
el niño adentro.
Que espere al niño.

295
¿Será para eso que los brazos gozan la comodidad de los
codos, mientras él pispea a algún geselino significativo,
que pasa por la Tres esta mañana?
Yo soy ella, y diría que vislumbro desde aquí un cierto
sillón de Bacará.
Que no se note que apresuro mi paso.

296
297
144

298
¿Las brujas?
¡Bah! Con que vea una para mí, basta.

299
145

300
El enamoramiento, es uno de los modos de percibir el
alma.
Sí, no solo ciega.

301
146

302
Vos, tú, che, vosotros, usted, ustedes: dadme todos los
pronombres de segunda persona,
siempre que estés (estén) ahí.

303
147

304
¿Cómo puede, eso que llamas “discapacidad”,
“disfunción sexual”, u otros “dis-”., ser uno de los
responsables de lo genial en tu construcción?
Lo digo porque “genial” es también el agua del río que
–redirigida– limpió los establos de Augías.
(El “cómo” –con acento- también puede ser exclamativo,
es decir, discriminante.
Pero no, aquí es solo humildemente investigador).

305
148

306
Hay un concepto muy interesante en Silo -Rodríguez
Cobo-: la Fuerza (la mayúscula es de él).
“Interesante” en relatividad dialéctica a que el gurú de
los Andes levanta la no-violencia como su bandera
principal.
“Interesante” a menudo es frívolo, aquí no; más bien un
aporte para pensar.
O, si a Ud. le cae mejor, meditar.

307
149

308
Perverso, es hacer sufrir, de una manera especial.

309
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310
Hay una pasión, que despeja la vista.

311
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312
Que cada uno encuentre su disciplina, y la siga con amor
a su muerte.
No recites la vida.

313
152

314
El pintor Eugenio Cuttica desde los trece años iba a la
Sociedad Estímulo de Bellas Artes (Maipú y Córdoba), y
durante ocho horas dibujaba modelo vivo.
Dice que a algunos esa disciplina les sirve para
mecanizarse y dormirse y que a él le sirvió para
disciplinar la mano y así disciplinar la intuición.

315
153

316
Freud inventó/descubrió el inconsciente; Marx el
colectivo y Jung el inconsciente colectivo, que a un
colectivo numeroso le sirve inconscientemente –o
semiconscientemente– para esquivar a los dos primeros.

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318
Si gusta conectarse con algo lúcido sobre el
posmodernismo, lo invito a recorrer el libro de Juan José
Sebreli con ese título ante poniendo un signo positivo a
casi todo lo que el autor denuncia como negativo.

319
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320
Que no me ames, …mm…
Que no me quieras, … bue.
Pero, ¡que no me necesites!

321
156

322
Hay gente que dice: “Yo no extraño a nadie”.
Por mi parte, no soy impune a ninguna despedida.
En distintas medidas, por supuesto.
Si la neurosis tiene grados
entonces es menos neurótica.
Pero lo que es, es.
Como la rosa del Rumi.
¿Sirve?
Será cosa de creer en la flor del sufi cuando me quedo
solo.
Porque, ¿quién no se queda solo?
Por solo, o porque tiene compañía.

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157

324
Miserere
El mancebo Alejo Lejos acaba de entrar al quirófano.
Entonces, si el Miserere puede también ser un orgullo
humano,
¡ten piedad de nosotros!
¡Oh Atenas!
No entregues más de los más tiernos al laberinto.
Todos los devoramos,
no solo los pedófilos y los pegadores.
Manda al héroe a Creta, y que escuche al Minotauro.
Hasta que el monstruo despunte el primer rayo de la
neo-razón.
Pendejo te quiero, y te espero.
Y una caravana te espera detrás de mí.
Digo entonces, cielo, ¡ten piedad!
Porque como el cielo es la escucha que sube,
en la Tierra, ella se hunde,
sin fin.

325
158

326
La resurrección de Lázaro
Libre a medias de la prisión del oro oscuro, y preso a
medias aunque respirando, ve la ventana.
¡Cómo vive el sol en ella, y se dispersa en los campos
infinitos!
No estamos para descartar a Foucault Michel, ni a
Pavarotti.
Perdón, me equivoco de tano:
(¡Qué difícil es cantar bien fuera de la jaula!)
Quise decir (sic) Zaffaroni.
(¡Qué difícil es zafar!)
No. Ni él ni la 1853, Santa Fe.
¿Pero cómo superarlos?
Solo la caída de la privacidad precederá a la nueva
justicia.
Lennon manda imaginar.
Ahorremos papeles.
Ahorremos bites.

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328
Con el genio,
fíjate qué realidad elige.

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330
¡Que vender armas
sea más importante que fabricarlas!
¡Y hasta que usarlas!

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161

332
“Conocer” la cultura
Uhhh…
Desconfiemos.

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162

334
¿Puede ser que la autopostración en una cama
desastrada, y el vivir de vino berreta de Onetti, me
concedan alguna luz, algún alimento, sin aniquilarme?
En el último momento, sentaré a la aniquilación en la silla
de enfrente y dialogaré con ella.
Pues perdón:
Omití la trampa de Onetti:
El papel y el lápiz.

335
163

336
En relación a lo que me pasa;
a lo que nos pasa,
Ellos –según una de las morales más predominantes–
están separados.
Y a pesar de que el cálculo biológico dictamina que
perfectamente pueden ser mis hijos, ¿no habrá otro
“estudio de la vida” que los declare mis padres?
Entonces…, yo soy su…
¿Se me va a distinguir en el mar de la progenie de los
separados?
–Disculpe, ahora estoy en la vivencia de ser más joven,
que la separación.

337
164

338
Pólemos

Propongo un tributo al conflicto,


viable, si distinguimos una esquizia, entre él y la
violencia.
Ahondarla sin embanderarse con las márgenes.
Heráclito iluminó el río lo suficiente; y lo hemos hecho
hasta hoy.
Pues, sigamos haciéndolo al menos mientras veamos al
uno necesitando al dos,
y los dos, al tres.

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165

340
Después de comerSE a sus hijos
siguió comiéndose:
empezó por la mano izquierda, y siguió.

341
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342
No hay fuerza del pensamiento, que me haga levantar de
la cama.
Lo otro, ¿qué es?

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344
Dialogaremos con ellos, hasta que nos maten.
Pero tal vez estemos descartando el humor.

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346
Tú no te me entregas,
y yo, no espero a merecerlo para solicitártelo: con
necesitarte, basta.

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348
El universo tiende a expandirse, pero no a estar
separado.

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350
Hay mucho bajo astral en el discurso del bajo astral.

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171

352
Tú, que subes la montaña,
te quiero.
Y cuando la bajas
te quiero;
entre los bombardeos y los degüellos,
te quiero;
cuando esperas la revolución, y después que llegó
te quiero;
cuando mi pasión afloja
y se convierte en pre epilepsia;
y luego en epilepsia
y luego en matanza
te quiero.
Te quiero, porque eres lo único que tengo;
y te espero en la puerta, en el twit y en la tele,
eres lo último que tengo;
por eso te quiero: porque te espero.

353
“Cuando me canse de esperar” es una frase que solo
escribo en esta página y que jamás pronuncio con los
labios.
Porque entonces dejaría de quererte:
El horror de todos los horrores.
La categoría del enemigo no sirve para dejar de querer:
ahí tienes el sentido de tu raza: ella está para aprenderlo.
Cuando bajes de tu verde, tu montaña y tus bosques,
recuerda que te espero en la bahía.
Mientras tanto, pongo las semillas a remojar para mi
pan; y levanto la vista: me faltan tantos, tantos.

354
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172

356
Creías, que este jabón de la cocina, no tenía que ver de
manera directa con la más suprema eternidad…
A ver si aprendes.

357
173

358
Dejadme morir en esperanza,
total
si no hubiera nada más allá,
tampoco habría decepción.
Mi esperanza final es lo más lindo de mi diálogo con
ustedes,
los que quedan.
Mi principal homenaje a ustedes,
porque quedan.
De todas maneras
Delante de la cara de Él, hay una cosa que NO podría ser:
que yo a ustedes les dé la espalda.
Eso se llama duración de la alegría.

359
174

360
Gracias a ella, uno crece.
Y cuando uno crece, la deja a ella atrás.
Bueno,
hasta donde uno ve.

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362
El inconsciente no es libre.

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364
El inconsciente no es libre pero sí es una parte esencial
de la libertad del consciente.

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366
Es mi deseo y mi misión, detectar el amor donde se me
aparezca sin perjuicio de lo imprevisible de su forma.

367
178

368
Pero al lector, en último término, en cambio de hablarle
de mi obra, prefiero felicitarlo por su vida, aun el que me
estuviere leyendo en medio de la angustia más extrema.

369
370
EL ENSAYO

371
Mirian, o el gobierno, o el empujón.

Somerset Maugham al comenzar el capítulo sexto de su novela


El filo de la navaja advirtió a sus lectores que podrían saltear la
lectura de esa parte sin perjudicar la continuidad de la obra. A
pesar de eso, manipuló un poco al aclarar que a no ser por lo
narrado en ese capítulo, la novela jamás hubiera llegado a
concretarse. Tal vez ambos argumentos tengan alguna
pertinencia en nuestro caso. Si el título de este libro, lector,
fue el primer gancho para leerlo, me apresuro a advertirte:
esto no pretende ser una sintética. Quisiera que estas líneas
resultaran más bien un ensayo, aunque con el anhelo, difícil
pero honesto, de que no contuviere palabras al pepe.

Esa pretensión se vería avalada por la seguridad de que cuento


con un “tema” a desarrollar. Las comillas son la cuestión, o
casi toda ella. Por eso, la primera palabra del título no es un
abstracto, sino el nombre de una mujer que vive y respira en
este mismo momento. Y una mujer no es un tema; meterse
con una mujer, es siempre, meterse en camisa de once varas.

El morbo, o las suspicacias, no son desafines a estas líneas.


Pero aquí me inclino por un nombre - Miran Barberena - como
fuente de significación, más bien que por lo auto-biográfico de
una relación personal. Y eso, en una instancia precisa de mi
vida: la publicación de este libro. En esta juventud de mi
pensamiento – más cerca de los 76 que de los 75 – el morbo,
el chisme, los dobles sentidos del lenguaje, de cualquier

372
lenguaje, han crecido dentro de mí, enormemente. Son
epistemológicos, gracias a Dios. Por eso, no suena conducente
la obliteración de qué-me-pasa-con aunque su interés no sea
precisamente televisivo. Pero el “con” merecerá una
detención especial cuando preceda a un nombre de mujer.

Es cada vez más evidente en la sociedad local y global que la


problemática de la relación intergenérica, desborda – o
revienta - el brete de cualquier rótulo demasiado permanente.
De ellos existe una rica lista que no intento precisar ni agotar.
Mencionaré sólo uno que en esta época y en mi medio, es
promedialmente dominante: la pareja. En ese estadío
lingüístico evolutivo, el concepto “mujer”, va tratando de
desentenderse de su tradicional sentido relativo al varón. Una
mujer es una creciente demanda social, entendida como una
necesidad colectiva presente y en aumento, antes que una
apetencia del antiguo sexo fuerte.

Por su lado, el varón anda perdido, al quedar despojado de la


antigua certeza unívoca e inocente de ¿para-qué-la-necesita?
Rara vez exhibe hoy día un perfil admirable; que no sea un
nene y no dé vergüenza ajena, ya es bastante crédito en su
favor. Lo admirable en él podría reencontrarse si se dedicara a
inventar una nueva dignidad. Aprovecho para una apostilla a
un tema quemante: la violencia de género y el femicidio.
Considero la omisión de indagar en la interioridad de los
varones ingobernablemente violentos un hecho muy grave.
Ruego no tontificar mi aporte. No los estoy defendiendo y
menos justificándolos. Creo que son apropiadas todas las
medidas que ha introducido el derecho penal aplicado, como

373
las restricciones, tobilleras, botones de pánico, etc. Y las que
se puedan agregar en el futuro ante la gravedad y urgencia
crecientes de la situación. Sólo que no puedo apartar de mí la
convicción de que la omisión mencionada es una amenaza
directa para la integridad física, en primer lugar, de muchas
mujeres, y esto frente a la cantidad de varones que –
ostensiblemente o no – se viven a sí mismos como una mezcla
de fiera enjaulada y trapo de piso. ¿Quién podría afirmar que
darle con un látigo a la fiera a través de los barrotes, o negar
su estado, brindaría seguridad sensata a los que circulen fuera
de ese encierro por confiables que sean aquellos barrotes?

Una – sólo una – de las incumbencias de la nueva mujer es


contribuir a que el varón-adulto-niño, se invente en otro lugar
respecto de ella. Para esa contribución, se precisa lo que antes
se llamaba paciencia. Ahora, no sé; pero presiento que a
Barberena le cabe el sayo.

La aparente dicotomía en el discurso del escritor y periodista


Jorge Fernández Díaz, me facilita alguna clarificación. El éxito
de ventas de este autor, y su elevación a un sitial en la
academia de letras, están tan justificados por la calidad con
que penetra en las emociones y las pasiones humanas. Pero
sobretodo, por la semblanza de cada hembra humana que
enfoca, comenzando tan correctamente por su madre, y a
partir de ahí, recorriendo el espinel. Me permito una hipótesis:
tal vez su acierto y brillantez sean tan generalizados,
precisamente porque pone su unipolar pivot en roca viva
femenina, aun en los casos en que su relato no cuente con
mujeres protagónicas. Este cuadro está resaltado por un

374
marco aparentemente opuesto que lo circunda: su discurso
ideológico-político; en ese caso se exalta, interrumpe, no
escucha, insulta o casi y su coherencia tiende a borronearse.
Hasta es capaz de llegar a una estrechez tipo Fernando
Iglesias, el decano actual de los neo-gorilas, onda 1955, a
quien tanto le cuesta disimular que su republicanismo es, en
realidad, antipopulismo cuando no, derecho viejo,
antiperonismo de cualquier época. Esa tendencia de J.F.D. está
compensada y asediada, por la maestría descripta al principio.
Tal debate se percibe en su interior, sus entrañas. Hasta
podría servirme la expresión “en su seno”. Esto, por otorgarle
al último término un doble valor: por un lado, la ambigüedad
de su uso en singular y plural es de antiquísima vigencia; por el
otro, esa duplicidad alienta el visturí de mi exploración. El
tironeo se nota “a rabiar”: de nuevo la pertinencia a nuestro
punto y su protagonista. Resumiendo para la ocasión:
Fernández Díaz, un testimonio de varón mutante, la
coherencia de cuyo discurso cobra sus mayores brillos no
precisamente en la zona especulativa del varón tradicional.

Mi caro mito católico, cura y acompañante vitalicio de mi


espíritu, me proporciona desde hace muchos años una imagen
potente generada justamente en mis décadas de distancia
física con la institucionalidad de la iglesia, que otrora fue mi
hogar cotidiano. “Te falta llevarte la cama a la iglesia”, decían
los anticlericales de mi familia. Estoy apuntando a una
cuestión del dogma y la tradición: en el cristianismo católico
romano, la creatura más excelsa, es una mujer. Ciertamente el
humano más elevado, no es ella, sino su hijo, Jesús. Se

375
observará que cuando recién me refería a María dije
intencionalmente creatura, y el Cristo no lo es.

Existe un hecho que – con la humanidad amenazada de


terminal – a casi ningún feminista le viene mal, e incluye el
siguiente punto de llegada, incluso capaz de asustarme a mí
mismo, como los chicos en sus juegos y fantasías nocturnas.
Helo a continuación.

Si no se accede a gobiernos planetarios y locales femeninos, la


humanidad no es un feto viable. Pero me apresuro: lo que
tengo en mente no es una Amazona. El machismo femenino
puede incluir desde la mujer recia, hasta la modosita, melosa o
zalamera. Tampoco aquella que atravesó los estadíos de Mi
señor, Mi esposo, Mi Marido o la auto-reivindicación de tener
un hombre a quien admirar. Pienso en el bien de 7.500
millones, o los que seamos – o sean - en su momento.

¿Por qué no? ante tantos porque sí. La Atlántida puede que
sea un mito, una metáfora; pero los mitos y las metáforas
nunca son signos si no implican realidad. Por eso Mirian.

Hace falta nombrar a una mujer, a cada mujer, por su nombre.


Una mujer próxima; eso basta, créelo. Ella sola; su nombre, es
capaz de representar a un mundo detrás del horizonte, y
efectivizarlo. Ella sola puede matar el matar; y, menos
abstracto, no matar más, a secas. El fin de ese berretín
multimilenario de preferencia varonil.

¡Hermosos varones! He amado a mis grandes amigos varones,


hasta la pasión más vibrante. Claro, a mí me gustan los

376
varones; son más fáciles. La auto-fe en su inocencia, y las otras
virtudes que acompañan a sus músculos. Yo, me he ocupado
de declararles mi amor y abrazarlos. Muchos viven esa
calentura – positiva o negativa – sólo en el futbol.
Bienaventurados los que corren la pelota. De la macro tribuna
actual, mejor no hablemos mucho. La pasión del ex tablón, en
lugar de ser vivida, está exageradamente proyectada; una
alienación con algo de perverso. En mi caso, el balón pie nunca
me proyectó al éxito, incluso en mis años más potentes y
juveniles. Pero los que propenden al juego de la cintura para
abajo, están más abiertos a las damas, al gobierno de las
damas y hacen prudente silencio ante el avance del futbol
femenino, y todas sus implicancias. Una tranquila tormenta
que asoma en todo el horizonte.

En cambio la mujer, para mí siempre ha sido un trabajo.


Aunque no exactamente lo mismo, siento algo afín con las
últimas generaciones cuando introducen el término remarla
en el campo de la conquista o levante tradicionales. Hoy
puedo racionalizar y relacionar aquel sudor con la conexión en
la mujer entre su estética y su genitalidad. Permítaseme la
siguiente hipótesis, aunque de dudosa osadía y originalidad: el
equivalente a las ganas de cojer unilaterales y permanentes de
los varones, no invalidado por las excepciones que confirman
la regla, no son las ganas de cojer de una mujer. De ninguna
manera les desadjudico esas ganas, pero no corresponden a
aquel equivalente. Lo más aproximado son las ganas de
espejo, de maquillaje, de la ropa, especialmente sus detalles,
de los objetos, especialmente su ubicación, de los pasos que

377
se refieren al orden y la limpieza. Por supuesto que no estoy
hablando de fulanos y zutanas, sino de prototipos. Pero de
prototipos estamos hechos, aunque en mezclas y
predominancias infinitamente diversas. Insisto con
equivalencias, no igualdades. El mismo vocablo para los
orgasmos en los dos géneros esconde alguna injusticia. Por
eso, frente a una mujer, ¿cómo separar, como decía, su
estética de su genitalidad? Pues, aunque resulte infinitamente
meritable, la respuesta es: de ninguna manera, nunca jamás.
Por eso, nos invito, muchachos, a pensar su atractivo y su
fugacidad; su calidez y su inasibilidad implacable; su
coherencia y su repentinización. Una mina.

Antes de alejarme de ella – especialmente si es una en


particular – algunas imágenes e ideas que amplían lo sugerido
un poco más arriba y me brindan un lugar físico bastante
embriagador para la indagación genérica: la peluquería. Un
templo-metáfora privilegiado para que con vértigo orgásmico,
dos danzarines busquen indistinguirse – como los abrazados
del dibujo de Picasso - : el hacerse-hacer y el verse. Hacerse
cortar, hacerse teñir, hacerse planchar, hacerse hacer las
manos y, verse cómo le queda. Resonancia rara en esta última
expresión; y, como si fuera poco, con pretensión de
legitimidad. Hay algo esencial, extremadamente íntimo e
íntegro que pertenece a esta mujer, a esa mujer, a aquella
mujer. Señalar con el dedo es una representación fálica
aspiracional. Por otro lado, ¿cómo se vería el lugar humano
gay y sus variantes en un encuadre como el precedente?
¿Tendrá que ver con la ansiedad devenida de ser excluid@ de

378
aquella embriaguez, o de quedar en ella encerrad@? Pero esa
ventana a la reflexión es para otra jornada.

Desde chico (el especulador vuelve al protagonista) envidié y


sufrí el ritual casi obligatorio, casi universal de mis congéneres,
de la veneración del culo femenino, y sobre todo su
explicitación verbal. Esta última, como expresión de
afirmación masculina en paralelo con el volumen de potencia
muscular, y el tamaño peneano. Imagínense que ese
condicionamiento social de homofobia universal y aceptada
epocalmente como inocente resultaba mucho más peligrosa
precisamente por ser mucho menos culpójena, en apariencia
al menos. El tango era y debía ser macho, aun en lo recio de
estrellas como Azucena Maizani y Tita Merello. No había
referencias a Tigresas Acuña y mujeres futbolistas. Podían
existir las mujeres barbudas, pero en el circo; aunque su
entidad era casi tan real como los seres imaginarios de Borges
o de los mitos orientales.

Pero muchachos (de nuevo gracias J.F.D. por el vocativo) es


hora de bancar a la línea recta cuando cede el paso. La
rectitud de la espada, del pene pletórico; la de la bala que no
dobla. Hace mucho que los orientales descubrieron la
marcialidad como arte; y los griegos probaron cambiar la
guerra por la olimpíada. Gente masculina, nos toca el próximo
paso. Hacen falta muchos varones que se amen febrilmente.
Que permitan que la recta se curve. ¡Riesgo!,¿¡Eh…!?

¿Y las damas? Para ellas el gobierno y el empujón. Se me dirá:


¿usted está sugiriendo una nueva Amazona y un nuevo

379
matriarcado? No precisamente. Me refiero a un nuevo tú (sea
o no una mujer), o un nuevo ella. “Todos” no es nada
promisor, ni el plural en “ellas”. Debemos precavernos de
igualdades falsas, precisamente porque se viene una igualdad
insospechadamente mayor que, sin embargo, no significará un
continuum tonto, amorfo. Aporta más la idea de un mundo,
con luminarias novedosas ubicadas en locaciones
sorprendentes. En la experiencia global contemporánea lo
selvático nos apabulla por su predominante salvajismo, pero
es precisamente en ese punto donde nos convendría probar
un giro tipo Mujer Maravilla y aterrizar en otro plano, en otra
sugerencia de la selva. “Ella”, también implica una panoplia de
cables perceptivos distintos, que algunos seres -los animales,
las madres en cuanto a sus dones naturales, los artistas- a
menudo conocen mejor. Entiendo aquí por conocer, sentir,
accionar en consecuencia y entregarse. Asimismo, encuentro
útil recauchutar el gastado término “entrega”, asimilándolo al
viejo pero todavía dramático concepto de dar el brazo a
torcer. Y pensar.

El pensamiento como sinónimo de cadena obsesiva de


razonamientos, baja escucha y poca meditación, si no se
manda a talleres no tiene mucha chance. Y a menudo le
aprovecha una buena temporada en cuarteles de invierno.
Quise contribuir a ello mandando este escrito al final del libro,
y con un carácter algo así como de “apéndice”. ¿Por qué el
rótulo pretencioso: ENSAYO? El vocablo mismo permite incluir
tanto inseguridades como atrevimientos. Intencionalmente,
decidí no interrumpir el puente de significación entre el título

380
y el contenido del cuerpo de la obra. En este último deseaba
hacer públicos los modos en que, cuando lo logro, prefiero
pensar; esquivando, así, la rémora de la que – no sin razón –
con frecuencia me acusan: hablar demasiado largo, cuando no
interminablemente.

Este Ensayo, en cambio, pretende ser algo así como una


salidita higiénica. No tanto por unas cuantas imágenes e
intenciones centrales que contiene, sino por su extensión y la
presencia de algunos puentes racionalizantes más
aventurados. Sin embargo, sería mi deseo que, en caso de que
estas páginas contuvieren algún logro de la razón no
encontraran ustedes, al rascar el fondo, solo criaturas
mentales, abstractas. Ni que la pretensión ensayística – ojalá –
los deje en brazos de entelequias. Queden pues en la paz de
las contradicciones; o en la paz después de las
contradicciones. Y en la paz de los cuerpos - empezando por el
físico - tan meneados en nuestras intenciones y, espero, en
vuestras percepciones.

Con esa coherencia me dispongo a un último esfuerzo para


aproximar el mito a la carne al resaltar de nuevo el culo y las
tetas femeninas frente al varón que en algunas de estas
páginas puede parecer haber quedado encerrado en el lugar
del zángano durante y después del viaje nupcial con la abeja
reina. Conviene nuestra lateralidad, pero tampoco tanto. El
destronado vuelve al origen. Culo y tetas resignificados o
transignificados. ¿No estará nuestro neo-plebeyo aferrándose
a sus fuentes de nutrición más primitivas, cuando
aparentemente sólo está disfrutando ante sus pares genéricos

381
la vanagloria de expresar su sensibilidad a esas partes
anatómicas femeninas? La reserva grasa especial alojada
principalmente en zona glútea y muslar fue construida por la
evolución para proteger a la mujer gestante en caso de
hambruna. Y el varón que vocifera su éxtasis ante un trasero
estaría expresando un miedo inconsciente y ancestral
proveniente de la amenaza de inanición. Según la fuerza que
se otorgue a esta última argumentación, no resultará
demasiado exagerado completarla si le sumamos la
constatación de la riqueza lipídica, presente tanto en las
mamas femeninas –particularmente en épocas reproductivas-
como en el líquido vital que producen, almacenan y vierten.

He sido algo infiel a la promesa de presentar un ensayo,


exhibiendo tal vez demasiadas fotos mías. Unas pocas más
antes de terminar. Voy a hablar de 3 mujeres. Dos de ellas me
dieron permiso en su vientre.

La primera pertenece al coro angélico del empujón, mentado


en el título y en varios lugares de estas páginas. Con ella
protagonicé una iniciación como la gente a mi tierna edad de
treinta y siete años. Con ella intenté salir a la calle Arcos una
madrugada; pero como en ese lugar de Belgrano la inundación
llegaba casi al metro de agua, volvimos para nadar en la cama
prestada, en un estilo bastante libre, después de atravesar una
noche de gran lucidez física. Al tiempo, una noticia en un bar
de Marcelo T. de Alvear y Paraná, me hizo sentir dos planchas
de hierro macizo aplastándome la cabeza por los costados,
como una tortura medieval. Nula era, entonces, mi capacidad
de comprender que la noticia también podía ser feliz. Meses

382
después, perdí el hambre – síntoma este excepcionalísimo en
mi vida – al abordar la invitación a un almuerzo, tras el cual
pude verme enamorado. Tarde, pero eso. La visión y el tiempo
juegan un pas-de-deux peculiar. Se llama conciencia, pero este
no es un escrito de auto ayuda.

La segunda chica que quiero mencionar, me había conocido


antes que la primera. Hoy día podría ubicar con bastante
exactitud la mesa del Varela Varelita, en que nos sentamos
para diseñar las circunstancias de la primera improvisación de
nuestra clase de teatro en ese año. Podría ubicar esa mesa con
precisión más de 40 años después. Hice gala también de mi
habitual rapidez de rayo, cuando al pasar sólo 13 años
comprobé que podía encerrar la muñeca del brazo de esa
amiga, sin separar las puntas de mi pulgar y de mi dedo índice.
Recuerdo también un abdomen sobre el que apoyé la cabeza –
más pronto esta vez – en un descanso de escalera en San
Telmo, con la certeza de haber llegado a desear un hijo. A una
edad más tierna todavía: alrededor de los cuarenta y cinco.
Hace 27 años que vivimos en Villa Gesell. Fue imprescindible
su empuje para mi deseo profundo – y aterrorizado – de
despedirme de la Capital Federal. Digamos que nuestra
relativa distancia actual, es prudente. Me gestiona frutas y
verduras y enseres de almacén: las cosas fundamentales de la
vida. Antes de seguir, explicito otro deseo algo manipulatorio:
ciertamente para mi orgullo de escritor, pero además creo que
constituiría un buen alimento para nuestra hija, a cualquier
edad, leer cuadernos que atestiguan cómo su papá amó a su
mamá. No sólo cuando él, en un quirófano obstétrico oyó

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desde otra dimensión, pero con una voz de ésta: ¿Dónde
estabas, Ángel Islas, dónde estabas?

Algo menos de dos meses antes del nacimiento de esta dama


– la tercera que quiero mencionar – acompañé a su madre a
una ecografía. No puedo recordar qué enjundia pudo haber
tenido el atávico anhelo macho de un hijo varón. Sí me consta
y jamás olvidé que, al enterarme que era una nena, y fuera de
interpretaciones consoladoras, algo en mí dio un vuelco de
campana, y con un unívoco sentido: una nena es alegría.
Cuando está terminando sus 28 años, constato que esa
evidencia ha sido siempre creciente pero sencilla, nunca
fastuosa. Josefina parece nunca parar de decirme, de
probarme una virtud jamás por mi premeditada: sabe vivir.
Ante eso, todos los demás honores que sí me hubiese gustado
prever en ella, se alinean en lugares secundarios. Mi hija es la
maestra de mi ignorancia, no porque ella la disipe, sino porque
la constituye como mi materia a cursar. Digo lo único que sé
desde aquella lejana ecografía: ella me desborda el corazón;
me sube a la garganta, me detiene el habla, y el saber. No es
perfecta. No es triste: La espío a ver si la pesco quejándose.
Tampoco puedo venderla como alegre, así como así. Ella está,
o va. Y yo la medito. Casi nada más.

Ahora sí el final, mas allá de fotos y ensayos.

No temas mi niño, yo soy tu madre, y por eso la garante de tu


miembrecito. ¿Qué dónde está tu padre? Vendrá, vendrá. Y si
no lo reconoces, yo te lo mostraré.

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Niño del hombre que viene, deja el gobierno en sus manos.
¿Sabes de quién?

Extraño gobierno, que no se ve en el frente hacia donde se


dirigen tus ojos. Pero de repente sientes un empujón en la
espalda, donde no hay ojos, donde no hay control. No
desesperes. Es el gobierno, respira y espera. Ella aparecerá por
un costado, rodeándote. Es la curva. Es la curva que te
mereces por ser el nuevo guerrero, el que aceptó el traslado
de la guerra de afuera a la guerra de adentro. Ha cambiado un
adversario externo muerto, por un embrión de nuevo
varoncito. ¿Dónde? ¿No te recuerdas en un útero, verdad?
Ahora vas a ver.

Un empujón; una esquina. Raro. Me hizo girar.

Esto fue Mirian; su gobierno, su empujón. Y en su mano, un


libro llamado mío. Este que tienes en las tuyas.

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