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La violencia del feminicidio y las consecuencias en las familias afectadas

en Perú entre el 2015 al 2018

ANDRADE GOMEZ, Manuel Augusto - Universidad Tecnológica del Perú


(UTP)

GOMEZ FALCÓN, Lorena Valentina - Universidad Tecnológica del Perú (UTP)

SOSA SÁNCHEZ, Luzmila Isabel - Universidad Tecnológica del Perú (UTP)

VILLEGAS ZAVALA, Robert Leonar - Universidad Tecnológica del Perú (UTP)

Resumen

El presente artículo trata acerca de la violencia de género, con especial enfoque en el

fenómeno del feminicidio y las consecuencias en las familias afectadas, en el Perú de los

últimos años. La finalidad de este trabajo es desarrollar argumentos en torno a la pregunta ¿de

qué manera la violencia del feminicidio trae consecuencias en las familias afectadas en Perú

entre el 2015 al 2018? Para dar respuesta a esta interrogante, se ha recurrido principalmente a

fuentes de información académica, tales como repositorios de tesis, redalyc, google

académico, entre otros. Por lo tanto, el primer argumento describe las consecuencias del

feminicidio respecto a la salud física y mental tanto de la víctima como de la familia. El

segundo argumento expone la influencia de la estructura social machista que provoca una

desigualdad de género que se ha venido invisibilizando. El tercer y cuarto argumento tratan

de la impunidad que suele haber en los casos de feminicidio y los factores que incrementan el

riesgo de ser víctima de este fenómeno. Finalmente, el quinto argumento explica el círculo

vicioso de sentimientos de venganza que deja como consecuencia un feminicidio en la

familia de la víctima. Los argumentos anteriormente mencionados validan la hipótesis de que,

entre los años 2015 al 2018, la violencia del feminicidio ha generado diversas consecuencias

negativas de carácter psicológico, económico y social en las familias; afectadas

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principalmente por los hechos de impunidad, naturalización de la violencia de género y de la

ineficacia de las leyes que lo sancionan.

Palabras Clave: Feminicidio, Violencia de género, Inequidad de género, Violación, Abuso

sexual, Salud mental.

Abstract

This article is about gender violence, specially focused on the feminicide phenomenon and its

consequences in affected families, in recent years in Peru. The purpose of this research work

is to develop arguments around the question, How does the violence of femicide have

consequences in affected families in Peru between 2015 and 2018? In order to answer this,

many sources of academic information have been consulted, such as thesis repositories,

redalyc, scholar google, inter alia. Therefore, the first argument describes the consequences

of a femicide act regarding the physical and mental health of both the victim and the family.

The second argument exposes the influence of the sexist social structure that causes a gender

inequality that has been made invisible. The third and fourth arguments deal with the

impunity that usually exists in cases of femicide and the factors that increase the risk of being

a victim of this phenomenon. Finally, the fifth argument explains the vicious circle of

feelings of revenge that leaves as a consequence a femicide in the victim's family. The

aforementioned arguments validate the hypothesis that, between the years 2015 to 2018, the

violence of femicide has generated various negative consequences of a psychological,

economic and social nature in families; mainly affected by the facts of impunity,

naturalization of gender violence and the ineffectiveness of the laws that punish it.

Keywords: Femicide, Gender violence, Gender inequality, Rape, Sexual abuse, Mental

health.

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Introducción

En los últimos años, se ha incrementado los casos de violencia en la familia y a su vez

los de feminicidio. Es así como no hay día que, al encender el televisor no se observe sucesos

macabros en torno a la mujer, o que se pase frente a un puesto de periódico y en el titular de

un diario esté escrito algo como: ‘Otro caso más de feminicidio en Lima: expareja la apuñala

porque no quería volver con él’. Esta es una realidad tan palpable que se evidencia en todo

ámbito social sin distinción y es un fenómeno que se ha ido incrementando año tras año a

pesar de las medidas y leyes que se han venido implementando para la protección de la mujer

y los miembros más vulnerables del grupo familiar. Además, se puede evidenciar que las

formas cada vez son más crueles, tal es el caso de Eyvi Ágreda, la señorita que murió a causa

de ser rociada de combustible para luego ser encendida por su acosador, un hecho que

conmovió a todo el país. Estas razones motivan el desarrollo del tema de investigación

siguiente: la violencia del feminicidio y las consecuencias en las familias afectadas en Perú

entre el 2015 al 2018.

En ese sentido, se ha revisado bibliografía que se ha consolidado en cinco argumentos

que responden a la pregunta: ¿de qué manera la violencia del feminicidio trae consecuencias

en las familias afectadas en Perú entre el 2015 al 2018?

Se ha propuesto como respuesta a la interrogante que entre los años 2015 al 2018, la

violencia del feminicidio ha generado diversas consecuencias negativas de carácter

psicológico, económico y social en las familias; afectadas principalmente por los hechos de

impunidad, naturalización de la violencia de género y de la ineficacia de las leyes que lo

sancionan.

En relación con el tema propuesto, es importante conocer un concepto básico de qué

es la violencia misógina. Para Lagarde 2009, citado por Viu (2017), afirma que:

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[…] Una de las formas extremas de violencia de género, conformado por el
conjunto de hechos violentos misóginos contra las mujeres que implican la
violación de sus derechos humanos, atentan contra su seguridad y ponen en
riesgo su vida. Culmina en el asesinato de algunas niñas y mujeres […] este
sucede cuando las condiciones históricas generan prácticas sociales agresivas
y hostiles las cuales atentan en general contra la vida de las mujeres […]. (p.
5)

De esta manera, se puede definir que la violencia misógina se refiere a las agresiones

basadas en un odio desmedido que producen los celos y el sentido de propiedad que creen

tener los hombres sobre las mujeres, estos desencadenan tratos de desmedida hostilidad hacia

la víctima.

Para tener un mejor entendimiento sobre el tema, es necesario conocer el concepto de

feminicidio, mismo que nace en el inglés como femicidio, para luego de un proceso

castellanizarse por completo a feminicidio que es de uso actual más recurrente, Serafín

(2018) explica que:

El término femicide (femicidio) ha sido desarrollado, principalmente, desde


aproximaciones sociológicas y antropológicas. La primera persona que utilizó
la categoría femicide directamente relacionada a la violencia de género fue
Diana Russell (2005) expuesta [la categoría] ante el Tribunal Internacional de
Crímenes contra mujeres. […] En 1990 en la revista Ms, a través de un
artículo intitulado Speaking the Unspeakable, que publicaron Diana Russel y
Jane Caputi [donde] dieron a conocer el término femicide, que lo califican
como “es el asesinato de mujeres realizado por hombres motivado por odio,
desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres”. (p. 5)

Por ende, el feminicidio consiste en el asesinato de una mujer por una simple razón el

ser mujer, perpetrado por la persona que dice amarla. De esta manera, consuman un hecho

criminal que atenta contra un derecho fundamental e innegable la vida.

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Es menester conocer la consecución histórica del feminicidio, por lo que nos

remontaremos a Europa donde se emergieron por primera vez las hipótesis de carácter

feminista a través de las cuales se forma el concepto de feminicidio.

Según Chuque y Tuesta (2019), mencionan que la expresión feminicidio viene desde

hace más de 4 décadas atrás, cuando las autoras Diana Russell y Jill Radford manifestaron las

teorías feministas en su obra Femicide. El término feminicidio fue usado por Diana Russell

en 1976 en Bruselas ante el Tribunal Internacional sobre los Crímenes contra la Mujer, y lo

uso para relacionar lo más extremo de violencia familiar, llamándolo: «the killing of women

because they are women», tal es así que dicho título distingue a la afectada, como matar a la

mujer por el simple hecho de ser mujer. En 1990 es redefinido este concepto por la misma

autora como «the murder of women by men motivated by hatred, contempt, pleasure, or a

sense of ownership of women» donde muestra que la muerte de una mujer se da por su pareja

o esposo que, promovido por los celos, le quita la vida la persona que dice amar (Citado en

Lizárraga y Moreno, 2017). A inicios de 1990, para Latinoamérica, la antropóloga Mexicana,

Marcela Lagarde, publicó un estudio en el 2005 en el cual se empezó a usar el término de

feminicidio reemplazando el término de femicidio, ya que este último seria semejante al

termino homicidio, en cambio el feminicidio hace referencia a algo más específico como la

agresión contra las mujeres, y que las subyuga afectando su salud y desarrollo sano y

equilibrado, es por ello que fue creada la categoría de feminicidio como entidad para

protestar y luchar contra la impunidad de estos delitos en la sociedad. El feminicidio, en

Perú, implica distintos problemas sociales actualmente que según Tuesta y Mujica 2015

discurre desde la violencia hasta la muerte de la víctima. En el Perú, el Código Penal incluye

en el artículo 108-B tras la reforma de 2013, según Pérez 2018, el feminicidio hace referencia

al asesinato de una mujer por el hecho de ser mujer (pp. 8-10).

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Por ende, se puede observar la evolución en la conceptualización del

feminicidio y como este ha ido cambiando con el paso del tiempo; de esta manera, puede ser

entendido como un problema social permanente que no distingue raza o condición social,

siendo tipificado como delito y en consecuencia recogido e incluido en el Código Penal

peruano.

Asimismo, el feminicidio es un fenómeno social que a través de los años ha ido

incrementándose sin tener una explicación aparente, debido a esto afecta a distintos niveles

socioeconómicos sin tener distinción alguna. Cada vez este problema social se hace más

grande, a pesar que ya está penado por la ley las cifras no descienden y más mujeres sufren

este destino fatal.

Para Gonzales (2018) el feminicidio es un problema recurrente, el cual viene

aumentando desde el 2009 hasta el año 2018, y es en este año que se registró una cifra alta,

llegando al número exorbitante de 149 feminicidios y 280 tentativas. Entre las más afectadas

están las mujeres de 15 a 49 años, las cuales sufrieron tanto violencia física como

psicológica, estando los problemas más recurrentes en los departamentos de Lima, Callao,

Arequipa, Junín, Ayacucho, Puno y Cajamarca, en las cuales se ve un claro índice mayor de

machismo (pp. 8 - 10).

En ese sentido podernos afirmar que cada día el problema es más grave, ya que las

mujeres víctimas de feminicidio siguen en aumento. Las victimas sufren agresiones físicas y

psicológicas por parte del agresor y tiene más incidencia en las mujeres jóvenes. Los lugares

con repercusión de este fenómeno son las que tienen una mayor influencia del machismo.

Así mismo, cuando una mujer tiene pareja sexual, es mayor el riesgo de sufrir

violencia de parte de ésta, debido principalmente a la sociedad peruana que todavía tiene

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características patriarcales evidentes. Las familias que son más educadas suelen estar más

lejos de esta realidad, así como otros factores que Hernández (2019) explica:

Las personas con un bajo nivel de educación corren un alto riesgo de sufrir violencia

por significar un desafío menor para el dominio masculino. Todo esto debería impulsar

políticas públicas destinadas a mejorar la condición de la mujer, mediante la obtención de

empleo y educación continua, pero sin considerar costumbres, actitudes y normas de género

actuales en el concepto local, de hecho, puede ponerles en una posición más vulnerable que

antes. (pag.138)

Por otra parte, los resultados obtenidos de dicha investigación encontraron que, en

familias con educación superior, el castigo de trabajar ya no es tan importante, pero tampoco

se puede revertir. En todo caso, cabe resaltar que siempre será determinante que mientras la

pareja cuente con mayor educación, el riesgo de que ocurra violencia disminuye.

Además, antes de que ocurra el feminicidio, la victima sufre muchos episodios

traumáticos generados por su conviviente o pareja, en los últimos años estos actos han ido en

aumento, los cuales no son notificados a la policía, sino que son silenciados por las mismas

víctimas, si la victima sobrevive a este acto macabro esto le dejara secuelas graves tanto

físicas como psicológicas.

Según Valer (2018), estos últimos años en nuestro país, el género femenino ha sufrido

de experiencias traumáticas y de protagonista se tiene al hombre violento que descarga su ira

contra las mujeres e hijos. La justicia a pesar de todo no se da a conocer y nos hunde en

desesperanza. El año pasado el hablar de violencia doméstica se ha incrementado, se observa

en las denuncias que ponen las víctimas de estos maltratos y las que no denuncian a su

agresor cooperan para que esto se mantenga invisible ante la sociedad y que el problema siga

sin solución. Lo que se ignora es que el feminicidio es la peor consecuencia de la violencia

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hacia las mujeres, que todo empezó como maltratos. Las secuelas que trajo a las víctimas que

sobrevivieron fueron lesiones graves y deterioro de la salud mental, esto queda marcado en su

vida con trastornos en la personalidad y hasta afecta en el ámbito sexual (p. 9).

Por lo tanto, el acto de feminicidio siempre empieza con la violencia doméstica, la

misma que si no es denunciada por las víctimas, hace que el número de casos no se refleje en

las estadísticas, y por lo tanto no se logre controlar adecuadamente.

La importancia del desarrollo de esta investigación radica en primer lugar en analizar

las causas que han incrementado la violencia contra la mujer, específicamente el feminicidio,

y conocer sus determinantes desde una perspectiva social. En segundo lugar, permite conocer

la normativa penal existente para analizar los artículos deficientes en la legislación, citando

jurisprudencia al respecto. En tercer lugar, se logra valorar los efectos sociales, políticos,

económicos y las consecuencias en las familias que sufren de hechos de violencia contra la

mujer, siendo Lima el foco principal de este fenómeno seguido por otras provincias. De esta

manera, esta investigación pretende, en relación con los aspectos antes mencionados, crear

conciencia en la ciudadanía en torno al tema y brindar alternativas de solución a dicho

fenómeno. Además, contribuirá como una herramienta útil de consulta para los estudiantes y

familias en general, como también proponiendo soluciones en este marco a mediano y largo

plazo.

Para desarrollar el presente artículo académico se ha consultado varios autores, cuyos

aportes permitirán dar respuesta a nuestra pregunta de investigación, respecto a de qué

manera la violencia del feminicidio genera consecuencias en las familias afectadas en Perú.

En el primer argumento, Raguz et al. sostienen que los efectos de la violencia del

feminicidio traen consecuencias en la salud física y mental, tanto como en la participación

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económica, política y social de la víctima de tentativa de feminicidio y en sus familiares. En

el segundo argumento, Tello expone que la desigualdad de género en Perú se debe a su

estructura social machista que trata de invisibilizar, naturalizar y hasta justificar la agresión a

la mujer. En el tercer argumento, Gonzales indica que el Estado tiene el deber de proteger los

derechos de los ciudadanos y ejecutar acciones cuando alguien comete una falta a los

derechos de otra persona, de esta manera evitar la impunidad normativa; sin embargo, existe

en la sociedad otro tipo de impunidad, la fáctica, que tiene relación con los múltiples

obstáculos que pueden impedir una investigación judicial. En el cuarto argumento,

Hernández et al. expresan que los principales factores que aumentan el riesgo de ser víctima

de feminicidio son: haber sido alguna vez víctima de violencia sexual y justificar la violencia

contra las mujeres. Finalmente, en el quinto argumento, Sánchez y Tuesta plantean que el

fenómeno del feminicidio genera en las familias: sentimientos de venganza hacia el agresor y

daño psicológicos a los integrantes de la familia que se ven obligados a vivir con este.

Consecuencias físicas y mentales del feminicidio

El primer argumento indica que los efectos de la violencia del feminicidio traen

consecuencias en la salud física y mental, tanto como en la participación económica, política

y social de la víctima de tentativa de feminicidio y en sus familiares.

Para poder entender los efectos relacionados con la violencia y como estos repercuten

en diferentes campos tales como los sociales, económicos, y muchos otros, se considera que

sus consecuencias están ligadas a cambios en la salud mental y física como factores de riesgo.

En palabras de Raguz et al. (2018), se afirma que:

El impacto de la violencia sobre las mujeres ha sido estudiado desde diversas


disciplinas, coincidiendo la gran mayoría en considerarla como un factor de
riesgo para problemas de salud física y mental (Jones, y otros, 2006), pero
también como un factor de riesgo social en tanto también afecta ingresos y

9
hasta productividad laboral (Díaz & Miranda, 2010). La literatura que ha
indagado por el efecto o costo de la violencia contra las mujeres se ha
focalizado en los efectos de la violencia psicológica, física y sexual […]. (p.
54)

Por ende, se puede deducir que estas agresiones conllevan a un costo no solo

económico por las afectaciones que ellas padecen, sino que también se hablaría de otros tipos

de afecciones como por ejemplo sexual por nombrar una de ellas.

Por otra parte, la violencia sexual contra las mujeres no solo vulnera sus derechos,

sino que también afectan su integridad moral y física evidenciándose una serie de trastornos

biológicos que son más comunes en las victimas de agresores extraños.

En ese sentido, una Investigación realizada por Golding (1996) revela que

dependiendo de la relación que tenga la victima con su agresor dependerá el grado de

violencia que este ejerza sobre ella; de igual forma, el lapso de tiempo que dure el acto

sexual, así como la repetición del acto de violencia y si es que se produjo o no la penetración.

El autor halló que la menstruación excesiva es más común entre las mujeres víctimas de

ultraje por parte de una persona extraña que por un familiar; y que las mujeres que reportaron

ardor genital fueron amenazadas e inducidas. Las mujeres ultrajadas y que en dicho acto hubo

penetración son propensas a un más alto riesgo de falta de placer sexual sin explicación

médica. Además, los síntomas antes mencionados se manifiestan en mujeres con ingresos

más bajos, así como de menor educación, y que están enfrentadas a una violencia sexual

intensa. Por otro lado, la violencia es un causante de riesgo de otras enfermedades. Puede ser

comparado con otros factores de riesgo, existen pocos estudios que evidencian que la

violencia de pareja es factor causante de enfermedades (Raguz et al., 2018, p. 56).

Por lo tanto, estos resultados dejan entrever que la afectación en las victimas de

agresión sexual está ligada a valores y sentido de propiedad que se le confiere al cuerpo en

determinado ámbito cultural; sin embargo, sigue siendo un factor de riesgo para otras

10
dolencias y enfermedades.

Por otro lado, la violencia tiene un efecto socioeconómico en las mujeres que son

víctimas de agresiones. A causa de estos atentados le generan diversos padecimientos físicos

como en la psiquis afectado las relaciones sociales y económicas. Al respecto, Ariza 2011,

citado por Raguz et al. (2018) afirma que:

La violencia en las relaciones de pareja genera repercusiones en diversos


espacios sociales […] su desempeño en actividades diarias, rutinarias y
laborales. […] señala que la violencia en las relaciones de pareja tiene un
espectro amplio de impacto que cubre desde la salud física y mental, la
disminución en la participación económica, política y social, y el feminicidio
[…]. (pp. 53-54)

Por ende, se puede decir que estos actos violentos afectan el desenvolvimiento de los

quehaceres cotidianos de la agredida por los trastornos físicos y mentales, limitándolas y en

casos extremos causándoles la muerte.

Como se observa, las repercusiones de la violencia del feminicidio tienen un amplio

espectro que envuelve distintos ámbitos. Este impacta directamente en los vástagos de las

víctimas, trayendo consigo problemas en su salud y educación.

Según Raguz et al. (2018), la violencia contra la mujer afecta directamente a los hijos;

Ribero y Sánchez (2004) hallaron mayor cantidad de afecciones respiratorias, temperaturas

altas y enfermedades intestinales. De la misma forma, los autores comentaron que los hijos de

las víctimas tienen un porcentaje mínimo de contraer diarrea, y un porcentaje más alto de

padecer anemia e inclusive retraso en el crecimiento. Por el lado de la educación (Morrison y

Orlando, 2004; Díaz y Miranda, 2010) no se encontraron consecuencias considerables en un

primer estudio. Sin embargo, en un segundo estudio de Ribero y Sánchez (2004) se

encontraron incidencias de retraso escolar en un grupo social no pobre. Según un estudio más

actual (Assaad, et al., 2013) ratificó no solo un atraso escolar, sino que también una ausencia

11
a los centros educativos incrementándose considerablemente (p. 57).

Analizando las cifras, se puede probar que definitivamente hay un incremento

respecto a la inasistencia a las escuelas y afecciones en la salud de los hijos, pero aun cuando

los efectos de la agresión o violencia son extensos existe un sesgo metodológico.

En suma, se puede observar que la violencia hacia las mujeres repercute en su vida y

está estrechamente relacionada a la salud que se ve seriamente resquebrajada por estos actos.

Estas agresiones trascienden transgrediendo los derechos fundamentales de las víctimas; de

tal manera que, generan trastornos de diversa índole (física, mental, social), afectando

también la producción económica, así como sus relaciones interpersonales. Además, en los

casos de violencia más extrema culmina en la muerte de la agredida, generando un impacto

negativo en los hijos de la víctima desencadenando afecciones en la salud y el rendimiento

académico.

Influencia de la estructura social machista en la desigualdad de género en Perú

En segundo lugar, en nuestra sociedad se ha visto que la violencia a las mujeres está

naturalizada a pesar de que las cifras son alarmantes. Existen cifras escondidas puesto que

algunas mujeres no denuncian por diversos motivos que solo ellas conocen.

Existe una naturalización de la violencia a las mujeres por parte de la sociedad

machista que aún subsiste en el seno social. Ello, a pesar que, paulatinamente se está tratando

de regular la equidad entre ambos géneros. En palabras de Tello (2019), sobre el artículo 5 de

La Convención CEDAW (La Convención sobre la Eliminación de toda forma de

Discriminación contra la Mujer), señala que:

[…] los tratados e instrumentos internacionales de protección de los derechos


humanos han establecido obligaciones a los países, para modificar los patrones

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socioculturales […] con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las
prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la
idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones
estereotipadas de hombres y mujeres […]. (p. 94)

Por lo tanto, se puede deducir que la institución aludida ha establecido obligaciones

para poder cambiar esta estructura machista que rige actualmente, puesto que conlleva a la

idea de que un género es inferior o superior al otro.

Se puede añadir, que la estructura no solo naturaliza la violencia a la mujer si no

también da pie a que el varón pueda justificar el porqué de la agresión hacia su contraparte

femenina, ya que la sociedad considera que es a consecuencia de algún factor. Al respecto,

Miguel Lorente 2001, citado por Portilla (2016) afirma que:

La estructura androcéntrica y los valores patriarcales han hecho [...] que la


agresión a la mujer haya sido aceptada como algo normal y consecuente con la
función de autoridad del hombre, por lo cual en la mayoría de las ocasiones ni
siquiera se ha considerado, y en las pocas que se ha hecho ha sido interpretada
y justificada desde la perspectiva del hombre. (p. 160)

Por ende, se puede decir que la autoridad que tiene el hombre hace posible que esta

agresión hacia una mujer sea aceptada, es decir normalizada. Aunque en algunas ha sido

identificada como agresión, estas son justificadas por los varones.

Esta justificación no es solo por parte del hombre, sino que la estructura machista

apoya y justifica la violencia hacia el género femenino. A través de los años se ha demostrado

que este tipo de estructura machista en la sociedad trata de minimizar la vida de la mujer.

Según Tello (2019), se trata de justificar el feminicidio o la violencia de género al

considerar que la mujer no estaría cumpliendo su supuesto rol en casa y como pareja, lo cual

les afecta como hombres. Todo esto es un acto de discriminación, dando a entender que la

mujer es un objeto de su propiedad, no importándoles que la persona a la cual están

13
agrediendo sea una niña, una joven, una gestante o una mujer con discapacidad. (p. 100)

Se puede observar que la violencia que ejerce el agresor a la mujer es porque ella no

está cumpliendo con lo que el hombre le exige, ya que ella es la que debe hacer los

quehaceres del hogar, criar a los hijos y satisfacer al varón.

En este sentido, la sociedad con estructura machista hace que la mujer se sienta sub

valorada, a tal extremo que ellas mismas tratan de justificar a la persona que le agrede.

Los recursos clásicos que las mujeres normalmente usan para justificar el maltrato que

sufren por su pareja o marido, quien las agredió, es que estaba bajo los efectos del alcohol o

de las drogas. Otras en cambio tratan de apañar este acto diciendo que el agresor tuvo una

infancia traumática o que tienen problemas económicos en casa. Estos mitos surgen por el

estereotipo creado por la sociedad machista que minimiza a la mujer de tal forma que ellas

creen que tienen que lidiar con este tipo de violencia, ya que si enfrenta la situación mediante

la separación implica muchos riesgos (Tello, 2019, p. 100).

Si bien es cierto que la mujer es la persona agraviada, ellas también justifican la

violencia de su agresor. Ya sea porque se han criado en esta sociedad que se caracteriza por

tener un régimen machista o porque piensan que sí existe una justificación válida para ser

agredidas.

En resumen, nuestra sociedad tiene una estructura machista que suele normalizar la

agresión al género femenino, a pesar de los esfuerzos de algunas instituciones por erradicar la

violencia hacia las mujeres. Esta situación se perenniza a través de las mismas mujeres,

quienes son instruidas a cumplir un rol hogareño, siendo amedrentadas de alguna manera por

sus propias familias. Esta sociedad de estructura patriarcal, aparte de invisibilizar este tipo de

violencia, en general, subestima a las mujeres exigiéndolas satisfacer toda necesidad de los

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hombres.

Impunidad del Feminicidio y enfoques sobre este en diferentes autores.

En tercer lugar, el Estado tiene el deber de proteger los derechos de los ciudadanos y

ejecutar acciones cuando alguien comete una falta a los derechos de otra persona, de esta

manera evitar la impunidad normativa; sin embargo, existe en la sociedad otro tipo de

impunidad, la fáctica, que tiene relación con los múltiples obstáculos que pueden impedir una

investigación judicial.

El término "impunidad" hace alusión a la "ausencia de castigo" por las autoridades

respectivas en hacer valer y respetar los derechos de cada persona. Existen muchos casos en

que la falla de estas autoridades, ocasionada por múltiples desviaciones, no llevan a la

principal causa que busca la víctima ‘que se le haga justicia’ desarrollándose lo que se llama

‘impunidad fáctica’ que no es más que la obstaculización en la investigación por un delito de

Feminicidio. En relación con lo mencionado, Gonzales (2018) afirma que:

La impunidad de que se habla cuando se le incorpora en el concepto de


feminicidio no se refiere a una impunidad normativa (que es la que emana de
normas de indulto o amnistía), sino a la impunidad fáctica, la cual tiene
relación con los múltiples obstáculos que pueden impedir una investigación
judicial, incluyendo también los problemas relacionados con la
independencia e imparcialidad de los órganos judiciales […]. (p. 22)

Por lo expuesto, se puede deducir que sí existen casos con falta de ‘justicia’ y esto se

debe a los errores que comete el Estado, dejando en segundo plano uno de sus deberes

fundamentales con la sociedad que es salvaguardar la integridad, generando que en muchos

casos se desarrolle la llamada ‘justicia por la propia mano’ o también que no se denuncien

estos casos ya que no existe una certeza de que se hará justicia.

Para enfrentar la impunidad se proponen tanto medidas normativas como fácticas ya

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sea como tipificación expresada de las conductas, el modelo procesal vigente del país, entre

otros. Toda persona tiene derecho a una vida libre de violencia, siendo las autoridades

pertinentes las primeras que deben hacer valer este deber y no permitir que nadie los vulnere.

Existen muchos factores determinantes que ocasiona el feminicidio, sin embargo, el

Estado tiene el deber de hacer respetar los derechos que tiene cada persona. La impunidad

existe ya que es una falla del estado que no garantiza investigar seriamente las violaciones

que se hayan cometido dentro del ámbito de su jurisdicción a fin de identificar a los

responsables, de imponerles las sanciones pertinentes y de asegurar a la víctima una adecuada

reparación, dando lugar al concepto de impunidad fáctica. (Gonzales et al., 2018, pp. 22-23)

Por lo tanto, se puede concluir que el Estado debe respaldar y garantizar un proceso

de investigación libre de "impunidad o arbitrariedad" ya que se busca erradicar el Feminicidio

como violencia hacia la mujer, teniendo una sociedad con mucha consciencia sobre el tema y

sabiendo bien las consecuencias del desarrollo de este acto que perjudica a la mujer como a

su familia.

Por otro lado, existen diversos autores que plantean diferentes enfoques del

Feminicidio mencionando a este como una fractura del estado como también la relación

inequitativa entre los géneros de derecho que favorece a la impunidad. Según Gonzales et al.,

2018 que cita a:

"Marcela Lagarde (2006): El feminicidio es el conjunto de delitos de lesa


humanidad que contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de
niñas en un cuadro de colapso institucional. Se trata de una fractura del Estado
de derecho que favorece la impunidad […]. Julia Monárrez (2008): El
feminicidio toma en consideración: la relación inequitativa entre los géneros,
la estructura de poder y el control que tienen los hombres sobre las niñas y
mujeres para que ellos dispongan el momento de su muerte […]” (p. 16)

Por ende, se puede decir que estos enfoques se centran en dos aspectos importantes

que recurren como una de ellas al Estado y su falta de este que tiene como consecuencia a la

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arbitrariedad en casos de Feminicidio.

Por otro lado, también destaca la diferencia de poderes que puede existir en la

sociedad siendo uno de los factores de violencia de género.

Las fallas que ocurren en la investigación por un caso de feminicidio dado a lugar al

término llamado “impunidad fáctica (causada por fallas del estado) las cuales obstaculizan la

investigación de un caso en cuestión. Existen otros factores como la corrupción, la deficiente

actividad de investigación, la sobrecarga con la que operan la justicia penal y la desidia en la

actuación de los operadores de justicia. La impunidad siempre alude a falla del Estado en lo

referente a garantizar los derechos humanos, constituyendo un incumplimiento de sus

obligaciones internacionales al respecto, sino que también manifiesta la ausencia de un

Estado de Derecho real. (Gonzales et al., 2018, pp. 22-23)

En la realidad, enfrentamos mucha arbitrariedad por casos de Feminicidio, se

vulneran los derechos fundamentales de la persona ‘llámese víctima’ desencadenando una

visión equivocada del no denunciar, ya que en muchos casos no he hace justicia, u optar por

la venganza a propia mano. Como sociedad, todos estamos comprometidos a formar una

nueva visión de justicia, ninguna persona puede salir impune cuando denigra de todas las

formas, ya sea emocional, psicológica y física a una persona.

En suma, analizando lo expuesto se puede decir que el feminicidio es una de las

formas más inhumanas de violencia contra la mujer, por lo que el Estado debe garantizar una

pena respectiva a la persona que vulnere los derechos fundamentales de cada ciudadana.

Asimismo, las autoridades a cargo de velar por el bienestar de la mujer deben hacer lo posible

por apoyarlas para no incurrir en impunidad fáctica, evitando la corrupción y arbitrariedad

que se maneja en algunos casos de feminicidio.

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Factores que incrementan el ser víctima de feminicidio

En cuarto lugar, existen ciertos factores característicos en las parejas y familias donde

ha ocurrido un feminicidio, entre los cuales se puede afirmar que los dos que más

incrementan el riesgo de su ocurrencia, son el haber sido víctima de violencia sexual y

justificar la violencia hacia la mujer.

Para iniciar, existen algunas variables generales que pueden aumentar la probabilidad

de que se cometa un feminicidio, las que se hayan tanto en el entorno privado como público.

Al respecto, Bardales y Vásquez (2012) indican que:

Se pueden identificar otros factores que exacerban la violencia feminicida,


como la migración, la inseguridad ciudadana, el tejido social débil; la omisión,
la negligencia o la colusión de autoridades que deben proteger; la escasa
implementación de políticas públicas, y la desconfianza ante las instituciones.
Según varios estudios [Hurtado, 2010; Ramos, 2006], lo que generalmente
mueve al hombre a cometer el crimen son los celos, el temor a perder el valor
y poder masculinos, el control sexual de la mujer y la vergüenza social. Es
decir, cuando el hombre fracasa en el intento de que la esposa le reconozca
autoridad, se le genera tensión y se siente amenazado en su autoestima y
poder. (p. 30)

Por ende, se determinan dos tipos de variables que suelen presentarse en los casos de

feminicidio o tentativas: interno y externo. El primer tipo está relacionado directamente a la

convivencia de pareja, en la cual se evidencia el ejercicio desmedido de poder del hombre

sobre la mujer, reflejándose en las ansias de control y dominio. El segundo tipo hace

referencia a las instituciones y al ámbito social que deberían desempeñar un rol regulador

pero que no lo están cumpliendo a cabalidad.

En relación con lo mencionado en los párrafos anteriores, las causas de los fenómenos

de violencia en el ámbito interno ocurren de manera progresiva en el proceso de ejercer el

poder masculino contra la mujer en la relación de pareja.

18
Según Hernández et al. (2019), las variables de violencia psicológica en las

relaciones, podría inferir que este tipo de violencia reduce el riesgo de agresiones físicas

mayores, puesto que estas agresiones ‘menores’ de algún modo serían ‘canales de desfogue’

y atenuantes de otras agresiones “mayores”. La desventaja social y económica de la víctima

suele estar asociada con los altos índices de criminalidad de los distritos en que reside. Pero,

no es la pobreza en sí el factor predominante, sino la interacción de los factores que están

relacionados con ella (desventaja social) lo que determina las distintas formas de violencia

contra la mujer. (pp. 159-161).

En otras palabras, la situación de pobreza económica no es directamente determinante

de un ambiente violento para las mujeres, sino los factores relacionados a ésta, los cuales

también suelen estar asociados con otros tipos de crímenes.

Es importante destacar que, siendo la violencia progresiva, esta no solo tendría que

estudiarse en sus diferentes ámbitos, sino también correlacionando todas las variables que se

puedan identificar en cada sistema donde las personas desarrollan su vida.

El factor de riesgo más importante es el haber sido alguna vez víctima de


violencia sexual (exosistema) y luego el índice de justificación de la violencia
contra la mujer (macrosistema). La importancia de ambos sistemas revela una
relación mayor en los resultados. Refleja la estructura sobre la cual se asienta
la violencia contra las mujeres, y la influencia y el sostén de la violencia
contra ellas en condiciones que superan el contexto inmediato de la víctima y
el agresor. (Hernández et al., 2019, p. 155)

De esta manera, al haber realizado un estudio multivariable, se logró identificar los

principales factores característicos en las mujeres que son más vulnerables de ser víctimas de

feminicidio en el ámbito peruano. Cabe mencionar que entre las variables que se midieron en

este estudio, se incluyó la medición de si la mujer sabía que su padre le pegaba a su madre y

las situaciones de control ejercidas alguna vez por la pareja.

19
Finalmente, para dar respuesta a por qué la violencia contra las mujeres sigue siendo

alta y de lenta disminución en el Perú, en lo referente al estudio de los diferentes ámbitos de

vida social, Hernández et al. afirman que:

[…] Ambos sistemas acondicionan los cambios sociales: lo macro recoge la


dinámica social de valores amplios, como los vinculados a los roles de género;
en el exosistema se presenta como subproducto. En otras palabras, la
velocidad de cambio de las reglas formales e informales frente a la violencia
contra las mujeres (dejar de justificar la violencia, no tolerarla para una misma
ni para otras) depende de cambios culturales mayores que en el Perú se han
dado, pero a un ritmo insuficiente y sin un impacto homogéneo en la
población. (2019, p. 156)

Estos resultados permiten reflejar lo que se piensa de la violencia contra las mujeres y

los posibles significados que se le puede atribuir a una relación sana, lo cual en efecto en la

realidad se puede apreciar que estas ideas de lo que los roles de género deben ser, vienen

siendo cuestionadas por una corriente de pensamiento feminista que estaría logrando influir

positivamente en la sociedad.

En resumen, los factores que incrementan la posibilidad de ocurrencia de un

feminicidio corresponden a la progresión de la violencia, considerando que cada caso es

único, complejo y las circunstancias son particulares en cada relación familiar y de pareja. Es

decir, queda demostrado, en el caso peruano, que cada vez que se da pie a una agresión, tal

vez con el ánimo de no promoverla, lo más probable es que esta violencia solamente siga

escalando. Ante ello, se percibe como la sociedad peruana en los últimos años está

cambiando pensamientos tradicionalistas que perjudicaban a las mujeres,

Consecuencias en la familia de la víctima

Por último, se evidencia que el feminicidio, trae tanto consecuencias psicológicas

como el generar el sentimiento de venganza en los hijos y familias de las victimas hacia el

20
agresor de este tipo de actos que en su mayoría quedan impunes.

Por esta razón, el feminicidio deja un círculo vicioso de venganza en la familia de la

víctima. Esta se encuentra conformada por niños y adultos de la tercera edad quienes

contemplan estos actos que afecta a su desarrollo social. Muchas veces, esto se da de manera

silenciosa, situación que dificulta visualizar y solucionar el problema.

Al respecto, Bejarano (2014), citado por Sánchez y Tuesta (2019), indica que:
“[…] el feminicidio, traerá consigo sentimientos de venganza por parte de los
familiares de la víctima, en donde en muchos casos la violencia no llega a
cesar, sino se vuelve en un círculo vicioso y que afectará de padres a hijos y
viceversa.” (p.15).

De esta manera, se observa que los familiares de la víctima encuentran sentimientos

de venganza hacia el agresor, puesto que no olvidan el hecho macabro de su familiar y los

antecedentes que generaron tal suceso. Por lo tanto, el feminicidio es un acto que no debe ser

perdonado ni olvidado por las autoridades para que no se genere más violencia.

Por ello, la familia que ha sufrido un acto de feminicidio presenta sentimientos de

venganza, debido a la falta de severidad al momento de condenar a los agresores. Además,

los hijos de la víctima, quedan con muchos daños psicológicos. Al respecto, Sánchez y

Tuesta (2019) afirman que:

[…] Además, la venganza por parte de la familia, situaciones adversas de vivir


con el propio agresor lo que se denomina como actos de impunidad. Otros
efectos son los trastornos de depresión, baja autoestima, inseguridad, culpa,
etc. En los niños traerá consecuencias negativas tales como conductas
agresivas y antisociales. […]. (p. 23)

Así mismo, se evidencia que el feminicidio no solo afectará a la familia de las

víctimas, sino también a los hijos que en su mayoría quedarán con secuelas psicológicas

graves, las cuales les afectará al momento de integrarse a la sociedad.

21
Por otro lado, los menores serán los más afectados a causa del feminicidio. Estos

daños graves en los hijos de las víctimas son una de las causas por las cuales se involucran en

actos delincuenciales. Además, de presentar sentimientos negativos y no poder integrarse en

la sociedad con normalidad.

Según Castro y Agurto (2015), las consecuencias son graves para los hijos o hijas de

la víctima por feminicidio, el daño psicológicos afecta al menor tanto en lo emocional como

en lo social, esto se ve en el comportamiento estos presentan ansiedad, depresión y cognición,

además que en algunos casos si la madre sufrió maltratos previos al feminicidio el menor

puede percibir el miedo y la ansiedad de las madres, esto también lleva a que el menor al

crecer presente los síntomas de falta de empatía, ansiedad, tristeza, falta de auto control, falta

de tolerancia. Además de que los cambios sean peores y el menor adopte un estilo de vida

radical en el cual escape de estos problemas mediante el sexo o la delincuencia (pp. 158-162).

Por ello, existe una gran posibilidad que las secuelas dejadas por estas acciones

(especificar) queden muy evidenciadas en la conducta de los hijos de las víctimas.

Por tal motivo, el feminicidio es un acto imperdonable que solo deja consecuencias en

las familias e hijos, uno de estos puede ser el sentimiento de venganza y el desprecio al

victimario.

Según, Sánchez y Tuesta (2019), el feminicidio es un acto de violencia que afecta

directamente los derechos humanos fundamentales de la víctima. En este sentido, los

familiares pueden atentar contra el agresor, puesto que sus sentimientos son de desprecio ya

que, en muchos casos, este queda libre. Esta situación de violencia afecta a los niños (hijos)

de la víctima, quienes viven en un hogar de violencia contra la mujer. Esto conlleva a que el

menor presente un comportamiento antisocial y síntomas de agresividad, lo cual genera una

circulo vicioso de odio y violencia (pp. 15 - 16).

22
Por lo tanto, existe la posibilidad de que el círculo de violencia jamás cese y sea aún

más grande arrastrando a terceras personas, debido a que la violencia aún existe en el país.

Así pues, se logra ver el incremento de las familias que viven con resentimiento y los niños

con sentimientos negativos hacia el agresor.

En síntesis, la violencia del feminicidio no solo genera consecuencias en las familias

de las víctimas, hijos y padres, sino también ocasiona una disfuncionalidad en la sociedad por

parte de los hijos que generan antivalores y sentimientos antisociales. Además, en muchos

casos, el victimario al salir en libertad genera la indignación no solo por parte de la familia de

la víctima, sino también por parte de la sociedad, quienes ven con malos ojos al sistema

judicial del país.

A modo de conclusión.

En cuanto al primer argumento, se puede afirmar que la violencia hacia las mujeres

impacta en su vida y salud, trayendo consigo secuelas tanto físicas como mentales. Todo esto

afecta directamente en su desarrollo personal, crecimiento económico y social. Sin embargo,

la mujer no solo es agredida, sino más bien en muchos de los casos termina siendo víctima de

feminicidio, lo cual impacta directamente en el desarrollo integral de sus hijos y familiares.

Ante esta problemática, se debe investigar más debido al escaso y limitado conocimiento del

tema, pues esto conlleva a no saber por dónde abordar las políticas públicas que logren

reducir la violencia contra las mujeres en Perú.

En torno al segundo argumento, se puede decir que existe una naturalización en la

sociedad en relación con la agresión, denigración y vulneración de los derechos de las

mujeres, causado por la sociedad machista que rige hoy en día. Asimismo, da lugar a que los

23
agresores y victimas justifiquen la agresión con alguna excusa, lo cual conlleva a no terminar

con esta problemática. Por ello, la sociedad debe tomar conciencia de que las mujeres al igual

que los hombres tienen los mismos derechos.

En cuanto al tercer argumento, se ha demostrado que existe impunidad fáctica, por la

corrupción y arbitrariedad de las autoridades encargadas de cuidar la integridad psicológica y

física de la mujer. En este sentido, las mujeres presentan un alto riesgo de sufrir feminicidio,

puesto que la sociedad peruana aún conserva características patriarcales enraizadas en su

estructura social y de Estado. Esta situación agrava el riesgo de las mujeres a ser víctimas de

la violencia del feminicidio.

En torno al cuarto argumento, se describe la manera en que va escalando la violencia

hasta culminar por lo general en feminicidio. De acuerdo a los estudios, influye de cierta

manera el entorno social que es permisivo ante actos de violencia de índole machista. En este

sentido, el haber sido víctima de agresión sexual y justificar la violencia hacia la mujer

conlleva a que el marco familiar sea el receptor y protagonista de estas acciones.

Por último, el quinto argumento afirma que el feminicidio es un atentado no solo

contra la víctima, sino también este llega a afectar a la familia e hijos. Esto tiene como

consecuencia el aumento de violencia por parte de la familia de la víctima hacia el victimario,

que en muchos casos queda libre por la falta de severidad de las autoridades al momento de

dictar sentencia. Además, otra consecuencia grave son las secuelas psicológicas que influyen

en la personalidad de los hijos de la víctima volviéndolos antisociales y violentos, puesto que,

son ellos quienes perciben el miedo de sus madres a causa de los maltratos previos al

feminicidio. Asimismo, esta situación los deja vulnerables a practicar actos delincuenciales y

24
de adicción, como también el de generar un odio hacia el victimario, su padre, lo cual hace

que se convierta en un círculo vicioso de violencia.

Por ende, una vez sistematizado los argumentos que dan soporte a la hipótesis, queda

demostrado que, entre los años 2015 al 2018, la violencia del feminicidio ha generado

diversas consecuencias no solo a las víctimas de este macabro hecho, sino también a los hijos

y familiares más cercanos, provocando afectaciones de carácter psicológico como las

relaciones interpersonales, la concentración en los estudios y en algunos casos el abandono de

estos por parte de los hijos; además, estos jóvenes tienen un alto riesgo de repetir los actos

de violencia percibidos en su entorno familiar. Asimismo, la violencia del feminicidio afecta

la situación económica de las víctimas, puesto que las víctimas directas y su entorno ven

afectadas sus labores cotidianas, por lo que las familias dejan de percibir estos ingresos.

Además, en el entorno social tienen una difícil readaptación por la desconfianza, miedo, que

se desencadena por haber sufrido esta agresión y principalmente por los hechos de

impunidad, naturalización de la violencia de género, que le falla a la mujer dentro de una

sociedad machista, así como la ineficacia de las leyes que sancionan este hecho, pues estas

normas no distinguen eficazmente el feminicidio.

Por ello, es necesario explicar que existen muchas formas de prevenir este problema

social. En primer lugar, se debe puntualizar que este fenómeno tiene un concepto complejo y

polisémico, pues su definición está en función al intérprete, por lo tanto, es indispensable

aclarar la definición de los términos ‘feminicidio’, ‘sexo’, ‘género’ y ‘mujer’, para no

distorsionar la realidad. Además, se puede decir que el feminicidio según el marco teórico y

conceptual sienta sus bases sobre el control ejercido por el agresor, siendo también la

dominación y el patriarcado parte de este hecho, aunque de ello exista poca evidencia

25
empírica. En segundo lugar, es menester, en base a lo anterior, que los casos sean

correctamente investigados de acuerdo a lo establecido en la norma, evitando así el sub-

registro y negligencias para que el agresor no quede impune de ningún modo.

De cumplirse lo anterior, se podría aminorar la violencia y el sentimiento de venganza

post feminicidio, puesto que la justicia la debe aplicar el Estado y no las víctimas. Así, el

victimario cumpla con una adecuada condena y posteriormente ver alguna forma de su

reinserción social, siempre que muestre arrepentimiento y haya resarcido el daño cometido.

Por último, siempre será pertinente tener en cuenta ciertas formas de prevenir la

violencia doméstica y en realidad todas las formas de violencia; no sólo dirigiendo mensajes

disuasivos a los potenciales victimarios, sino buscando empoderar a las posibles víctimas,

como se ha visto en el primer y cuarto argumento, las más vulnerables de ser víctima de

feminicidio son las mujeres con poca educación y que ya hayan pasado por episodios de

violencia que van escalando.

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