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¿Inclusión, sinónimo de progreso?

Por: José Antonio Contreras Santa Cruz


Joseph592@hotmail.com

“La paz no es solamente la ausencia de la guerra; mientras haya pobreza, racismo,


discriminación y exclusión difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz.”
(Rigoberta Menchú). Muchos alegan tener paz, o vivir en un mundo o sociedad en total
calma, puesto que hay ausencia de guerras a diferencia de antaño; sin embargo, viven
en una total mentira. ¿Por qué el Perú continúa siendo un país subdesarrollado? ¿por
qué la pobreza extrema, o deficiencias en salud, educación, economía? Son preguntas
que nos hacemos a diario y quizá algunos abriguen la esperanza de algún día salir del
atraso en que vivimos. Mamani (2020) sostiene que “Existe una gran incógnita entre la
sociedad para entender, de cuáles son las razones para que nuestro Estado siga
siendo un país subdesarrollado, es como un camino sin salida, puesto que tenemos un
potencial económico promisorio” (p.11). Parece una afirmación contraproducente, pero
cierto, pues somos un país rico, como ya lo dijo Raimondi con su frase célebre: “El
Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”. Sin embargo, seguimos en el
atraso, pero no tiene sentido seguir lamentando tal situación, sino que tenemos que
enfrentar tal realidad mediante la reflexión y acciones positivas; por ello, nos
planteamos la siguiente interrogante ¿De qué manera el enfoque inclusivo se
constituye en un aliciente para revertir la discriminación social, económica y cultural
cuyas consecuencias son nocivas para el desarrollo de una sociedad? Frente a ello,
se afirma que el enfoque inclusivo es un medio poderoso para revertir la discriminación
social, económica y cultural y poder ser una sociedad en vías de desarrollo. A
continuación, daré a conocer los argumentos que sostienen mi postura.

En primer término, la inclusión permite tener una vida digna y feliz, donde sea
escuchada la voz de los más necesitados de tal modo que todos, sin distinción alguna,
tengan acceso a los servicios. Por ejemplo, en los diversos espacios sean atendidos
las personas de color en igualdad de derechos, tanto blancos como negros e
indígenas, las personas con discapacidad, las personas que integran las comunidades
LGBTI, los inmigrantes, ahora en grandes masas los venezolanos, las mujeres sean
vistas en igualdad de derechos. Desde este criterio, Betilde Muñoz y Alexandra
Barrantes desde la secretaría general de la OEA manifiestan que “la desigualdad no
es solo una distribución desigual del ingreso, sino también una distribución desigual
del acceso a la calidad de bienes y servicios como la educación, salud, vivienda,
protección social, servicios financieros, mercados de trabajo y a la justicia, entre otros.
(p.19). Esto significa que si en Perú se practicara la igualdad de derechos nuestra
sociedad sería otra. Si bien es cierto, hay leyes que protegen esos derechos como el
Art. 2.2 de la Constitución Política, La igualdad ante la ley donde versa que nadie debe
ser discriminado por motivo de origen raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición
económica o de cualquier otra índole. Esto es solo una igualdad formal y no material;
es decir, se debe aplicar la igualdad entre los iguales; no obstante, lo que se hace es
tratar con igualdad a los desiguales constituyéndose en un acto discriminatorio
(Huerta, s f. p. 308), verbigracia no se esperará a que un adulto mayor permanezca en
pie en un bus durante un lapso prolongado, cosa que sí lo podría soportar un joven o
una persona adulta media. O por citar otro ejemplo, no es lo mismo que espere
formado una larga cola una mujer en periodo de gravidez que una señora en estado
normal, o dar semejante trato a una persona discapacitada con otro que no lo es.

En suma, la exclusión y discriminación constituyen un atraso para una sociedad la cual


no permite que este avance acorde a una sociedad del siglo XXI, pienso que la
inclusión es la mejor manera de forjar una sociedad de personas solidarias, y la mejor
manera de progresar es inculcar este pensamiento en las escuelas desde el nivel
inicial, otro medio que podría apoyar para difundir este pensamiento son los medios de
comunicación.

Por otro lado, si bien es cierto que la inclusión permitiría forjar una sociedad justa y
equitativa, también hay excesos que se han salido de su órbita, pensamientos
bastante, a mi parecer, sandios a tal punto de querer corregir los textos, como si la
gramática tuviera que ver con el sexismo, en ese sentido concuerdo con Aragón
(2018) cuando afirma que “el lenguaje de género feminista consiste en incluir siempre
a los y las en cada frase, lo cual ha generado más problemas que ventajas”. (p.1) Note
usted, estimado lector, en textos como este que he tomado como ejemplo del módulo
de prácticas educativas inclusivas: diseño universal para el aprendizaje, el cual dice
literalmente “La forma cómo podemos llevar a cabo esta implementación demanda de
las y los profesionales un estudio de cada uno de los aspectos del DUA y conocer
estrategias, metodologías y medidas para preparar materiales y recursos, todos
destinados a que las y los estudiantes aprendan juntos y vayan minimizando o
eliminando las barreras que limitan la participación de algunas y algunos”. Para que se
cumpla a cabalidad sobre si constituye masculino o femenino debería escribirse así:
“La forma cómo podemos llevar a cabo esta implementación demanda de las y los
profesionales un estudio de cada uno de los aspectos del DUA y conocer estrategias,
metodologías y medidas para preparar materiales y recursos, todos destinados a que
las y los estudiantes aprendan juntos y juntas y vayan minimizando o eliminando las
barreras que limitan la participación de algunas y algunos”. Como se aprecia un juego
de palabras que más bien resultan cacofónicas y desagradables. Lo que se pretende

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es empoderar a la mujer y por ello se atina a este lenguaje inclusivo, pero lo que se
está haciendo es tergiversar el lenguaje; no por ello, la mujer pierde valor, sino que es
valorada según sus méritos.

En conclusión, el lenguaje inclusivo evita dar un trato discriminatorio a las personas


siendo conscientes que todos somos iguales ante la ley, sin embargo, cuando se va a
los límites se cometen excesos como es el caso de querer tergiversar el lenguaje para
empoderar a la mujer pretendiendo con ello darle más valor cuando en sí ella tiene
más valía por sus propios méritos.

Número de palabras: 1067

REFERENCIAS:

Aragón, L (2018). A favor de un lenguaje inclusivo no exhaustivo. Pensar en


Movimiento: Revista de Ciencias del Ejercicio y la Salud (abre 1° de julio, cierra
31 de diciembre).Vol. 16 Núm. 2 (2018): DOI 10.15517/pensarmov.v16i2.35761
https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/pem/article/view/35761/36490

Huerta, L. (s.f.). El derecho a la igualdad. Pensamiento constitucional. Año XI. N°11.


https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/pensamientoconstitucional/article/view/
7686/7932

Mamani, M. (2020). La constitución política, el estado derecho y subdesarrollo en el


Perú. (tesis de pregrado). Universidad San Ignacio de Loyola. Recuperado de:
https://repositorio.usil.edu.pe/items/489791c1-ae93-475c-accb-84a7f8e1594b/full

OEA. (2016). Equidad e inclusión social: superando desigualdades hacia sociedades


más inclusivas. Recuperado de:
http://www.oas.org/docs/inclusion_social/equidad-e-inclusion-social-entrega-
web.pdf

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