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Trabajo Final de Grado

Pre Proyecto de Investigación

Parto Domiciliario Planificado: motivaciones y obstáculos a la hora de


decidir.

Estudiante: Ximena Denisse Arrarte de Lizarza

C.I: 4 519 452 - 9

Docente Tutora: Asist. Mag. Carolina Farías


Resumen

El presente pre proyecto de investigación se enmarca en la realización del Trabajo Final de


Grado de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de la República. Tiene como objetivo
indagar respecto de las motivaciones que llevan a mujeres a considerar o elegir el Parto
Domiciliario Planificado y cuáles son los factores implicados en la decisión final.

Se parte de la base de que pensar el parto en Uruguay hoy es posible en clave de derechos y
de ejercicio de ciudadanía dada la normativa legal vigente. Se problematiza en relación a la
posibilidad real de ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos en relación al parto, en
un sistema de salud que sólo recomienda al parto hospitalario como seguro, deseable y
normal.

En este contexto el Parto Domiciliario Planificado constituye la única alternativa legal en


Uruguay para la atención profesional de los nacimientos. Una revisión bibliográfica sobre dicho
modelo de atención indica que el mismo es igual de seguro y menos intervenido que el parto
hospitalario. Por este motivo nos preguntamos cómo y de qué maneras las mujeres consideran
esta opción y cuáles son los obstáculos y motivaciones que se les presentan en el proceso.

Para responder estas preguntas se parte de una estrategia metodológica cualitativa, que
recabará datos por medio de entrevistas semi estructuradas a mujeres que hayan atravesado
dicho proceso, con el fin de tomar su perspectiva para la producción de conocimiento.

Palabras Clave: Parto Domiciliario Planificado – Derechos Sexuales y Reproductivos – Toma de


decisiones

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Abstract

This pre-research project is part of the completion of the Final Degree Project, the Bachelor of
Psychology of the University of the Republic. Its purpose is to investigate the motivations that
lead women to consider or choose Planned Home Birth and what are the factors involved in
the final decision.

It is based on the premise that thinking about childbirth in Uruguay is possible today in terms
of rights and exercise of citizenship given the current legal regulations. It is problematized in
relation to the real possibility of exercising sexual and reproductive rights in a health system
that only recommends the hospital delivery as safe, desirable and normal.

In this context, Planned Home Birth is the only legal alternative in Uruguay for professional
birth care. A literature review on this model of care indicates that it is just as safe as and less
intervened than hospital birth. For this motive we ask ourselves how and in what ways women
consider this option and what are the obstacles and motivations that are presented in the
process.

To answer these questions, we start with a qualitative methodological design, which will
collect data through semi structured interviews to women who have gone through this
process, in order to take their perspective for the production of knowledge.

Keywords: Planned Home Birth - Sexual and Reproductive Rights - Decision making

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Índice

▪ Fundamentación y Antecedentes………………………………………………….. 5

▪ Problema y Preguntas de Investigación…………………………………………. 15

▪ Objetivos………………………………………………………………………………………..17

▪ Estrategia metodológica…………….…………………………………………………..18

▪ Consideraciones éticas……………………………………………………………………20

▪ Cronograma……………………………………………………………………………………. 21

▪ Resultados Esperados……………………………………………………………………. 22

▪ Referencias bibliográficas……………………………………………………………… 23

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Los lugares del parto crean y son creados
por relaciones de poder y contrapoder.
Belén Castillo

Fundamentación y Antecedentes

La toma de decisiones respecto al proceso de parto y nacimiento está relacionada con el


ejercicio de ciudadanía. Elegir dónde y con qué profesionales transitar dicho proceso forma
parte de los derechos de las personas y por tanto estos deben ser garantizados aún cuando las
elecciones se distancien de lo culturalmente establecido como “normal”.

Pensar el parto en Uruguay hoy es posible en clave de derechos. En nuestro país en el año
2010 se reglamentó la ley 18.426 de Defensa del Derecho a la Salud Sexual y Reproductiva
(Uruguay, Poder Legislativo, 2008). A través de dicha ley, al reconocer los derechos sexuales y
reproductivos de toda la población, se establece el deber del estado como garante de las
condiciones para el ejercicio de los mismos, a la vez que se genera un marco legal regulatorio.

Esta ley responde a un movimiento histórico político más amplio, de carácter internacional que
desde hace algunas décadas ha ganado terreno en el ámbito de los derechos humanos. Dicho
movimiento surge de reivindicaciones sociales que han tenido lugar a partir del ingreso de las
mujeres al mundo público del trabajo, la academia y la política, tras un período de
confinamiento de las mismas al ámbito de lo privado, doméstico, el hogar y la familia. Los
movimientos de mujeres y feminista, tras cuestionar la dicotomía público-privado, establecida
hasta entonces como “natural”, ponen en tela de juicio el ordenamiento social jerárquico
hegemónico. El cuestionamiento a este orden social posibilita cuestionar también la
“diferencia natural entre los sexos” y las valoraciones desiguales que se asignan a hombres y
mujeres (López, 2013). Es así que en la década de los 90 estos movimientos femeninos y
sociales, permiten colocar en la agenda pública la violencia hacia las mujeres como una forma
especial de violencia y se comienzan a colocar los derechos humanos, en especial los de las
mujeres, en las agendas políticas y programáticas estableciéndolos dentro de los compromisos
de Estado (Miranda, 2016).

Es en 1994, en la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo de las Naciones


Unidas en El Cairo, donde los derechos sexuales y reproductivos se afirman y reconocen como
derechos humanos fundamentales a nivel internacional (Farías, 2014:6; Ventura, 2003).

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El reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos como derechos humanos
fundamentales se constituye como movimiento político en sí, colocándolos a su vez, en un rol
central en el ejercicio de ciudadanía, ya que se dejan al descubierto diferencias fundamentales
como las de género, generación, clase y cultura, posibilitando generar acciones de
intervención específicas en el plano de las desigualdades; y nos obliga a contemplarlos en toda
su amplitud y no circunscribirlos únicamente a su expresión en los servicios de atención en
salud. De esta manera las personas y especialmente las mujeres, se constituyen en sujetos de
derechos en áreas donde antes eran consideradas meras receptoras de servicios u objetos de
la atención (pacientes) pasando de un rol pasivo a un rol activo. Este reconocimiento trae
aparejada la eclosión de la tensión público-privado, dando estatuto de derechos a cuestiones
que se visibilizaban como decisiones y voluntades individuales, ubicando la sexualidad y la
reproducción en su doble dimensión de privada y personal y de social y política. Complejidad
que se desplaza a la institucionalización de la atención de la salud sexual y reproductiva
(Ventura, 2003; López y Güida, 2003; Lopez, Benia, Contera, Güida, 2003; MYSU, 2008).

La inclusión del enfoque de género en la definición de políticas y programas posibilita


introducir el análisis de las relaciones de poder entre mujeres y varones y las formas mismas
en que se constituyen estas categorías según los roles y funciones que se establecen
socialmente para cada género (López, Benia, Contera, Güida, 2003).

Desde esta perspectiva se entiende que el cuerpo de las mujeres es el campo donde se
anuda y donde anida el ejercicio de poder de género. La sexualidad y las decisiones
reproductivas serán un locus privilegiado de análisis de las relaciones de poder entre los
géneros. (López, Benia, Contera, Güida, 2003:26)

En la ley uruguaya de Defensa de la Salud sexual y Reproductiva puede leerse, entre los
objetivos generales para los programas y políticas de salud en la materia, el “garantizar (…) la
incorporación de la perspectiva de género en todas las acciones y las condiciones para la
adopción de decisiones libres por parte de los usuarios y las usuarias.” Así como también “la
educación en el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos como parte de una
ciudadanía plena” (Ley 18.426. Uruguay, Poder Legislativo, 2008, Art. 2, inc. b y d) y la voluntad
de “promover el parto humanizado garantizando la intimidad y privacidad; respetando el
tiempo biológico y psicológico y las pautas culturales de la protagonista y evitando prácticas
invasivas o suministro de medicación que no estén justificados” (Ley 18.426. Uruguay, Poder
Legislativo, 2008, Art. 3, inc. c).

En Uruguay está vigente el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), el cual promueve y
aconseja el parto institucionalizado, estableciéndolo como única y mejor opción para todos sus

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usuarios, en todo el territorio nacional. El parto domiciliario atendido por profesionales no es
una prestación de salud dentro del SNIS; así como tampoco existen servicios de atención
exclusivos para asistir partos de bajo riesgo.

En 2012 se aprobó el Documento Técnico de Maternidades (Ordenanza No. 693 del MSP del
23/11/2012), el cual establece como requisito, que los nacimientos deben ocurrir en servicios
que cuenten con block quirúrgico (segundo y tercer nivel de atención), resultando en la
regionalización de las maternidades y por ende en el traslado en pleno trabajo de parto de
muchas mujeres con embarazos de bajo riesgo (Magnone, 2014). Esta ordenanza además
anula la posibilidad legal de habilitación de Casas de Nacer y las maternidades de primer nivel
de atención, restringiendo así las opciones de las mujeres al momento de decidir sobre sus
partos (Mujer Ahora, 2014).

Así concebido el campo podemos hablar de un momento de tensión, crisis, transición, en


donde conviven y existen paradigmas a veces contradictorios en lo que a la atención en salud y
más específicamente en salud sexual y reproductiva refiere. Porque los servicios de salud
deben, paulatinamente, transformarse para reconocer y asegurar los derechos que la sociedad
considera válidos (Magnone, 2014) y esta transformación lejos de ser automática, es lenta y
trabajosa pues implica la modificación de habitus (Bourdieu, 1991 en Castro, 2010)
fuertemente arraigados.

Mujeres, parto y autonomía

Desde inicios del siglo XX ha tenido lugar en Uruguay (y en occidente) el proceso de


medicalización de la sociedad, lo cual implica que el saber médico comienza a tener voz y
poder de decisión sobre aspectos de la vida que antes nada tenían que ver con medicina.
Culturalmente (con los médicos y el Estado como principales agentes) la Salud y la Juventud se
entronizaron como bienes supremos que deben ser alcanzados, vigilados, controlados y
sostenidos. El dolor y la muerte se negaron y vieron como indeseables y patológicos (Barrán,
1999.).

La disciplina médica así como lo que ésta establece como científicamente válido, son
productos culturales, que como tales contienen en sí, y tienden a perpetuar y reproducir, los
valores hegemónicos de la cultura que los ha creado. En el caso de la atención de los partos, la
profesionalización de la obstetricia, la introducción de la tecnología y la consecuente
institucionalización de los mismos generaron grandes cambios. Hasta inicios del siglo XX la

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mayoría de nacimientos ocurrían en los hogares, de mano principalmente de comadronas
mujeres. Ya para mediados de este siglo la cifra había variado drásticamente (para 1960 en
EE.UU la mayoría de mujeres elegía parir en una clínica en lugar de en su casa). Esto se explica
por los cambios en los valores de la sociedad, en donde la medicina pasó a ocupar un papel
central. El parto hospitalario fue ganando terreno a medida que fue avanzando la asepsia y la
técnica médica y, quizá principalmente, a medida que la medicina fue ganando prestigio y
status y avanzando en la monopolización del poder de curar con el apoyo de los estados y las
leyes que limitaban o prohibían el ejercicio legal de la partería. Así un saber que era popular,
femenino y empírico, pasó a ser teórico, científico y exclusivo de la clase médica (Barrán, 1999;
Davis-Floyd, 2001, 2004; Ehrenreich y English, 1981; Federici, 2011; Hutter, 2010).

El saber médico trató (y trata) al cuerpo femenino según lo que la sociedad espera de las
mujeres. Desde este orden medicalizado y patriarcal el cuerpo de la mujer y sus procesos
propios (ciclo menstrual, embarazo, parto, puerperio y lactancia) se conceptualizaron como
inherentemente patológicos por ser diferentes al cuerpo masculino y por ende
incomprensibles para él. De esta forma el tratamiento médico que se le da a la mujer está
centrado en la enfermedad aún cuando esta no exista “realmente”. Es esta una manera de
asegurar el monopolio médico en la atención de dichos procesos (Barrán, 1999). Actualmente,
en Montevideo, el modelo hegemónico de atención al parto continúa teniendo este enfoque,
lo cual deriva en restricciones al ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos por parte
de las mujeres, tal como se describe en la investigación titulada “Derechos y poderes en el
Parto: Una mirada desde la perspectiva de Humanización” (Magnone, 2010).

El sistema médico, como cualquier otro sistema social, se sostiene basado en los valores de la
cultura que lo crea. De esta manera, las prácticas y procedimientos de la medicina, muchas
veces se fundan más en valores culturales que en evidencia científica basada en la experiencia.
Incluso sucede que dicha experiencia desaconseja o no avala ciertos procedimientos por
saberlos poco efectivos e incluso nocivos para la salud pero estos en la práctica se utilizan
igual, priorizando muchas veces la comodidad de los médicos a la salud de las personas. La
historia de la atención de la salud sexual y reproductiva de las mujeres está llena de ejemplos
de ello (Barrán, 1999; Davis Floyd, 2001; Hutter, 2010).

Sin ir más lejos, en Uruguay, en la atención institucional de los partos y nacimientos se


continúan realizando actualmente intervenciones obstétricas ya desaconsejadas por
organismos como la OMS (Magnone, 2010:81). En una investigación realizada en Brasil, que
rescata la perspectiva de mujeres que tuvieron partos domiciliarios planificados (Sanfelice y

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Shimo, 2014), se menciona el hecho de que el acceso a información científica amplía la
insatisfacción de las mujeres respecto al actual modelo de atención (hospitalaria) ya que les
permite observar que los profesionales y las instituciones de salud continúan creyendo en la
eficacia y seguridad de prácticas no recomendadas y procedimientos potencialmente
peligrosos.

El movimiento del parto domiciliario es identificado por distintos investigadores (Castillo,


2015; Custodio, 2016; Jouhki, 2012; Sanfelice y Shimo, 2014) como una reacción y alternativa a
la medicalización y consecuente institucionalización y tecnocratización de los nacimientos.

La asociación lineal entre la medicalización de los partos y la reducción de


morbimortalidad perinatal no parece ser tan evidente. Isabel F. del Castillo (2006) plantea
que la variable más importante de la mejora es la higiene, no la medicalización. Las
mejoras en el campo obstétrico están relacionadas a un cúmulo de factores. Además de
las nuevas pautas de higiene, influyó la mejora de la calidad de salud de las mujeres, la
posibilidad de controlar los embarazos con las nuevas tecnologías (ecografías, exámenes
de orina, sangre, etc), y la posibilidad de contar con intervenciones quirúrgicas seguras; no
se puede afirmar necesariamente que se deba sólo a la atención hospitalaria del parto.
(Magnone, 2010:43)

En Holanda, que es el actual país con mayor porcentaje de PDP (24% aproximadamente), el
sistema de cuidados orientado a atender los embarazos y partos está estructurado de manera
tal que son las parteras quienes atienden las gestaciones de bajo riesgo, tanto en el hogar
como en el hospital, de manera totalmente independiente, siendo las mujeres quienes pueden
elegir el lugar de su preferencia. Para acceder al cuidado de mano de un ginecólogo debe
haber una previa derivación por la existencia de algún factor de riesgo (van Haaren-ten Haken,
2012).

A diferencia de esto en nuestro país los equipos de atención se conforman de manera tal que
el ginecólogo es el profesional que tiene mayor poder de decisión, no existiendo una distinción
en el modelo de atención para aquellas mujeres con gestaciones de bajo riesgo de aquellas de
riesgo.

Ha habido a lo largo de la historia de la obstetricia en nuestro país reiterados intentos de


limitar el ejercicio profesional de la partería. En 1864, el Consejo de Higiene Pública había
determinado el campo de acción de las parteras exclusivamente a los partos naturales,
prohibiéndoles el uso de cualquier técnica o instrumento y la prescripción de cualquier
sustancia (Barrán en Magnone, 2010:51). En el año 1877 comienzan los cursos de partería
profesional en Uruguay, en la Facultad de Medicina. Este proceso de legitimación de la
profesión es acompañado a su vez de un proceso de restricción al ejercicio de la misma,

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desestimándola y subordinándola cada vez más al servicio de la ginecología. En 1986 se
decreta que no es necesaria la presencia de una partera en la atención hospitalaria del parto
siempre y cuando se cuente con médico ginecotocólogo de guardia interno y servicio de
neonatología con médicos y enfermeras universitarias. Es recién en el año 2002 que se
establece por ley (17.565, Uruguay, Poder Legislativo, 2002) que todo establecimiento que
atienda partos debe contar con partera de guardia (Magnone, 2010:52). Y en el 2017, a través
de una ordenanza ministerial (Ordenanza Nº 1261 del MSP del 29/11/2017) se las habilita a
prescribir algunos medicamentos (anticonceptivos y suplementos).

Como resultado de todo este entramado de procesos, la asistencia hospitalaria de los


nacimientos en nuestro país, pasó a ser vista como lo más deseable, seguro, sano y normal,
tanto desde el punto de vista médico como social. Y, paralelamente, la costumbre de parir los
hijos en la casa, no sólo se fue perdiendo sino que se fue estigmatizando, llegando a ser
considerada una opción riesgosa e irresponsable, aún si se plantea atendida por profesionales.
Este hecho se confirma también en otros países, tal como lo demuestra una investigación
realizada en el Reino Unido (Ashley, 2012), en la cual se identifica el parto hospitalario como la
norma y lo seguro, encontrándose al PDP como cultural y médicamente inaceptable; y en
Finlandia, donde una investigación describe la percepción del PDP como un comportamiento
arriesgado por el cual los padres pueden (y deben?) ser estigmatizados y culpados (Viisainen,
2000).

De todas formas, hoy en día en Uruguay, el parto hospitalario y el parto planificado en


domicilio son las únicas opciones de atención profesional del parto con que contamos.

Parto Domiciliario Planificado (PDP)

La decisión de parir en el domicilio es individualizada y compleja y puede estar influenciada por


múltiples factores. Entre ellos cuentan las experiencias previas de partos, tanto positivas como
negativas, la propia experiencia de vida y la influencia de los otros (Ashley, 2012) así como
también la cultura, el contexto socio económico y la información disponible. Para que una
mujer pueda optar por parir en su casa debe tener la posibilidad de conocer y elegir las
diferentes opciones.

En Uruguay se estima que el parto planificado en domicilio “alcanza a los 50 casos anuales en
un total de aproximadamente 47.000 partos al año” (Magnone, 2014:7). Esta cifra no es exacta
puesto que, al igual que sucede en otros países, en los registros de nacimientos no se

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diferencia a aquellos ocurridos en el domicilio con planificación de aquellos ocurridos en
domicilio accidentalmente, lo cual dificulta además extraer datos en cuanto a seguridad ya que
ambas situaciones implican diferencias sustanciales en las condiciones en que sucede el
nacimiento.

El Parto Domiciliario Planificado (PDP) es un modelo de atención perinatal. Como tal, se basa
en la evidencia médica, científica y social actualizada. Es en éstas que se apoya para
comprender al embarazo, el trabajo de parto, el parto y el posparto como hechos saludables y
fisiológicos, que no deben ser intervenidos médicamente a menos que sea necesario. El PDP
lejos de renegar de la ciencia y la institución, se basa en ellas para garantizar la seguridad y
brindar la mejor atención posible para cada familia (Santos & Augusto, 2016; Saraceno, 2017).

El PDP es un modelo de atención pensado para una mujer sana, con un embarazo sano y un
bebé sano (de bajo riesgo); condición que según la OMS cumplen el 80% de los nacimientos.

Para que un parto domiciliario sea considerado dentro de la categoría de PDP se debe
planificar siempre con acompañamiento de profesionales de la salud. Los profesionales
idóneos para tal fin son las obstetras parteras en total autonomía. El PDP debe contar siempre
con un plan de traslado y derivación a una institución de salud previamente acordada con la
familia, en función de su cobertura de salud, contándose con un centro de referencia cercano
en caso de necesidad.

Diversas investigaciones (Colacioppo, Duarte, González, Schneck y Hitomi, 2010; de Jonge et


al., 2009; Durand, 1992; Koettker, Brüggemann, Mucha, Knobel y Monticelli, 2012; Koettker;
Brüggemann y Mucha, 2013; Martínez et al., 2016; Rossi y Prefumo, 2018) concluyen que, en
estas condiciones, el PDP es, por lo menos, igual de seguro en cuanto a morbimortalidad
materno infantil que el parto hospitalario, aun cuando se ha necesitado recurrir a un traslado.
Además en el modelo hospitalario se da lugar a un mayor intervencionismo y mayores
posibilidades de complicaciones iatrogénicas derivadas de tales intervenciones.

Para llevar a cabo un PDP se hace un seguimiento oportuno y correcto del embarazo, según lo
establecido en las guías de atención nacionales e internacionales. Seguimiento que incluye no
sólo los aspectos físicos sino también los psicológicos y emocionales, llevándose a cabo por
medio de una serie de entrevistas donde se genera un vínculo de confianza y conocimiento
mutuo y en donde al menos una de esas entrevistas tiene lugar en la casa de la familia. Este
seguimiento es el que permite establecer, momento a momento, que el proceso se mantiene
dentro de lo saludable (Santos y Augusto, 2016; Saraceno, 2017).

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En el modelo médico hegemónico el riesgo se ubica en el cuerpo embarazado en sí mismo y en
los comportamientos de la mujer; el parto es conceptualizado como algo riesgoso e
impredecible, que por ende requiere hospitalización, mientras que en el enfoque del PDP el
riesgo está enfocado en la posible intervención médica al proceso y no en el proceso en sí
(Viisainen, 2000).

En la investigación titulada “Peligro Moral del Parto en Domicilio” (Moral Danger of Homebirth)
llevada a cabo en Finlandia (Viisainen, 2000), se sistematizan tres categorías de riesgo que
adquieren importancia a la hora de decidir el lugar del nacimiento. Estas son: los riesgos
médicos del embarazo y del parto, los riesgos iatrogénicos de la práctica médica y los riesgos
morales de ir en contra del conocimiento autorizado sobre la seguridad. En cuanto a los
riesgos de iatrogenia es interesante que los mismos son percibidos por la población de dicha
investigación más allá de los posibles daños físicos a la madre o al bebé, o al uso o no de
tecnología, sino que se plantean principalmente en relación al proceso de toma de decisiones
ya que en el hospital la institución toma el control sobre el proceso de nacimiento y sobre los
deseos de la mujer, ubicándola en el “rol de paciente obediente”. Y este es un riesgo que las
mujeres (principalmente aquellas que ya habían tenido un parto hospitalario previo) no
quieren tomar.

La investigación de Ashley y Weaver (2012) respecto a los factores que influencian a mujeres
multíparas a optar por un PDP luego de haber tenido un parto hospitalario, describe que
cuando se está planificando un parto en domicilio la información respecto a los riesgos, tanto
de un parto domiciliario como institucional, se constituyó en un factor de empoderamiento
para las mujeres ya que ésta les permitió tomar una decisión informada y ubicarse en un lugar
de propiedad y responsabilidad respecto de su evento de nacimiento. En esta misma línea,
investigaciones consultadas (Colaccioppo et al., 2010; Green et al., 2012; Koettker et al. 2012;
Koettker, Brüggemann & Mucha, 2013; Sanfelice y Shimo, 2014) muestran que la mayoría de
mujeres que optan por un PDP tienen altos niveles de escolarización, lo cual indica una
relación entre mayor grado de información y la elección por un PDP.

El acceso a la información científica, a conocimientos sobre salud y la posibilidad de


comprender esta información permite a las mujeres tomar una postura crítica respecto de las
prácticas obstétricas (Sanfelice & Shimo, 2014). De esta manera les es posible desafiar al
conocimiento médico autoritario, evaluando por sí mismas qué es válido e importante para
ellas dentro de ese discurso (Viisainen, 2000) permitiendo realizar una selección reflexiva de
cuál será el protagonismo que se le dará a la biomedicina en el embarazo y el nacimiento,

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reconociendo los presupuestos de la racionalidad técnico-científica pero no así la supremacía
de ésta (Santos y Augusto, 2016).

El manejo de información y la posibilidad de apropiación de lenguaje científico confiere


además legitimidad al discurso de las familias y a la opción misma del PDP al momento de
discutir con profesionales de la salud (Santos y Augusto, 2016); a la vez que les confiere cierta
protección a las familias ante las manipulaciones médicas a través del discurso de riesgo
aplicado al PDP, el cual puede ser considerado como una técnica de coerción social y de
intento de mantener el statu quo del parto institucionalizado (Viisainen, 2000).

En el modelo del PDP, al ser los profesionales de salud quienes van a la casa de la mujer,
aumentan considerablemente las probabilidades de contar con un cuidado constante y
sostenido por parte de las mismas personas durante todo el proceso. Este hecho favorece una
relación de empatía y confianza entre los profesionales y las mujeres/familias lo cual genera
una reducción de los niveles de estrés y de las posibilidades de interrupción al ritmo singular
de cada parto (Ashley, 2012). Esta característica de cuidado sostenido y constante ha
demostrado ser en varias investigaciones (Ashley, 2012; Ashley & Weaver, 2012; Barreda &
Tarqui, 2005; Sanfelice & Shimo, 2014) un factor central en las mujeres para llevar adelante sus
partos en el domicilio.

Dentro del enfoque del PDP la mujer es la decisora central (Murray-Davis et al., 2012). Como
describen Sanfelice y Shimo (2014) el rol del equipo dentro del PDP, al incluir a la mujer como
principal actora en la toma de decisiones, estimula el ejercicio de autonomía reconociendo y
teniendo en cuenta que la usuaria tiene derechos, deseos, valores, expectativas y necesidades;
valorando así su capacidad de elegir, respetando sus derechos a su cuerpo y autonomía,
promoviendo el derecho a la condición de persona y centrando el cuidado en sus necesidades
particulares.

La posibilidad de elegir y ser quien tiene el control sobre la experiencia del nacimiento es un
factor que aparece en varias investigaciones dentro de las principales razones para elegir un
PDP (Ashley y Weaver, 2012; Jouhky, 2012; Koettker et al. 2012; Murray-Davis et al., 2012;
Sanfelice y Shimo, 2014; van Haaren-ten Haken et al. 2012). Esta elección aparece muchas
veces asociada a tener la libertad de moverse, de decidir si comer o no y qué cosas; a poder
optar por diversos medios no farmacológicos de alivio del dolor; a poder decidir los aspectos
del entorno como la luz, música, habitaciones de la casa; a tener la posibilidad de estar
acompañadas por familiares o amigos de su preferencia; a habilitar o no el uso de tecnología
y/o prácticas médicas y a elegir qué posición adoptar en el momento del expulsivo.

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En la investigación de Jouhky (2012), que rescata la perspectiva de las mujeres que eligieron un
PDP en Finlandia, se identificó la negativa del sistema de salud y sus funcionarios en sus
acciones y opiniones como factor que obstaculizó la decisión. Dicha negativa está relacionada
con el coste adicional del PDP y con la dificultad para encontrar una partera profesional que
asista partos en el domicilio. Esto es una realidad compartida en Uruguay, donde el PDP no
está integrado al sistema de salud, en donde la formación profesional de las parteras no
incluye el PDP como modelo de atención y en donde, en caso de necesitar un traslado, las
mujeres suelen enfrentarse a los juicios y prejuicios de los profesionales en el hospital.

Resumiendo, podemos decir que, al planificar un PDP, las mujeres buscan respeto hacia su
individualidad, sus cuerpos y la fisiología del parto y el nacimiento, lo cual debe estar traducido
en un cuidado individualizado para las necesidades de cada una. Desean vivenciar sus partos y
recibir a sus hijos en un entorno acogedor, tranquilo y de confianza, con las personas de su
elección que estimulen y fomenten buenas prácticas. Quieren que se les permita participar
activamente en sus experiencias de nacimiento, siendo escuchadas y respetadas como sujetas
conscientes, responsables y autónomas (Ashley, 2012; Sanfelice y Shimo, 2014).

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Problema y Preguntas de Investigación

El problema que motiva esta investigación consiste en la escasa información científica que
existe en nuestro país en relación al PDP y específicamente a cuáles son los factores que están
involucrados en el proceso de toma de decisiones de las mujeres uruguayas que consideran
vivenciar su parto en el domicilio, aun cuando el gobierno sanitario actual explícitamente no lo
recomienda. Este hecho se constituye como problema dado que el PDP, hoy día en Uruguay, es
la única alternativa de atención profesional al parto hospitalario, no existiendo casas de parto.

Justificación

Intentar comprender por qué se da este fenómeno y cómo es el proceso para llegar a
considerar esa opción y tomar una decisión nos parece importante dado que elegir dónde,
cómo y con qué profesionales parir forma parte de los derechos sexuales y reproductivos de la
población uruguaya, los cuales están reconocidos por ley y de los cuáles el Estado Uruguayo
debe ser garante.

El concepto de ciudadanía reproductiva, trabajada por Castro (2010) resulta útil para pensar
acerca de la “capacidad de las mujeres de apropiarse, ejercer y defender sus derechos en
materia de salud sexual y reproductiva” (Castro, 2010:55); existiendo una distinción entre las
normativas legales vigentes y las efectivas posibilidades de ejercicio de los derechos que en
estas se plantean. Esto quiere decir que para que los derechos en salud sexual y reproductiva
sean un hecho se necesita de condiciones materiales, culturales e ideológicas que posibiliten la
transformación de los sujetos en el interior de los sistemas de salud, de meros receptores de
atención médica a la condición de ciudadanos (Castro, 2010).

En este sentido, la pregunta de investigación que rige este estudio es:

¿Cuáles son los factores que motivaron a las mujeres que consideraron la opción de un parto
en domicilio?

Con el fin de abarcar distintos aspectos del problema se desarrollaron las siguientes preguntas
subsidiarias, que ayudarán a responder la pregunta principal:

¿De qué manera y dónde obtuvieron información respecto a este modelo de atención?

¿Se encontraron con factores que inhibieran u obstaculizaran la decisión? ¿Cuáles?

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¿Cómo contactaron con las profesionales que las acompañarían?

¿Cómo se sintieron respecto de su propia decisión en relación a las percepciones de otras


personas? (pareja, familia, instituciones y profesionales)

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Objetivos

Objetivo General

Conocer qué es lo que motiva a mujeres a considerar o elegir un parto domiciliario planificado.

Objetivos específicos

Conocer cómo accedieron las mujeres a la información respecto del parto domiciliario
planificado.

Conocer cómo contactaron con las profesionales que las acompañarían y cuáles fueron los
servicios ofrecidos.

Examinar los factores implicados en el proceso de decisión, tanto aquellos que motivaron
como los que inhibieron u obstaculizaron.

Reconocer si debieron enfrentar obstáculos y dificultades a nivel familiar, social e institucional


por haber considerado o elegido un parto domiciliario planificado y en qué medida esto
influenció la decisión.

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Estrategia Metodológica

Para el desarrollo del presente proyecto de investigación se utilizará una metodología


cualitativa puesto que ésta se enfoca en comprender los fenómenos, explorándolos desde la
perspectiva de los participantes, a partir del análisis de las maneras en que ellos los perciben y
experimentan y profundizando en sus puntos de vista, interpretaciones y significados
(Hernández, Fernández y Baptista, 2014:358).

Las características del modelo cualitativo (flexible, emergente y recursivo) permiten que éste
se adapte según las características particulares del problema de investigación, habilitando las
reformulaciones durante todo el proceso de la investigación (Quiñones, Supervielle y Acosta,
2015). Considerando la complejidad del problema que se pretende estudiar (factores
involucrados en procesos de toma de decisiones, sus significados y relaciones) esta
característica de la metodología cualitativa resulta central para el desarrollo y la riqueza de la
presente investigación.

Como método de recogida de datos se utilizará la entrevista semi estructurada. En la misma,


“a través de las preguntas y respuestas se logra una comunicación y la construcción conjunta
de significados” (Hernández et al, 2014:403). Al ser semi estructurada se basa en una guía de
temas y preguntas que deben ser tratados, más el orden no está preestablecido y el
investigador cuenta con la libertad de introducir nuevas preguntas en caso de necesitar
precisar conceptos u obtener mayor información (Hernández et al, 2014).

Para llevar a cabo las entrevistas se seleccionarán aquellas mujeres que hayan decidido llevar a
cabo un PDP y se hayan preparado para ello, independientemente de si el desenlace del parto
haya sido efectivamente en el hogar o en un hospital por la necesidad de traslado. También se
incluirán mujeres que hayan considerado llevar a cabo un PDP y se hayan informado para ello
pero finalmente hayan decidido no realizarlo, con el objetivo de identificar aquellos factores
que inhiben el proceso. Para ambos grupos se incluirá a primíparas o multíparas con el fin de
identificar si las experiencias de partos previos influyen o no en el proceso de decisión por el
lugar de nacimiento.

Las entrevistadas serán mujeres cuyos hijos tengan entre 1 mes de nacidos y no más de 1 año
de edad y que residan en la zona de Montevideo o área Metropolitana, así como Maldonado y
Rocha. Esta elección se basa en que sabemos que la mayoría de parteras que asiste en este
modelo residen en Montevideo y zona metropolitana y a su vez que en los departamentos de

18
Maldonado y Rocha también existe un considerable número de mujeres que solicitan sus
servicios.

La edad, cobertura de salud, nivel educativo e ingresos no representan criterios de selección


para la muestra, igualmente serán datos por los cuáles se indagará para caracterizar a las
entrevistadas.

Se excluirá de la muestra a aquellas mujeres que hayan tenido un parto con nacimiento de un
hijo muerto o con discapacidad y a mujeres con padecimiento psíquico o físico severo.

Se prevé la realización de 30 entrevistas aproximadamente, pretendiendo obtener un número


equilibrado entre la variedad de los casos que abarca la muestra (mujeres que hayan
planificado un PDP y los hayan llevado a cabo; mujeres que hayan planificado un PDP y cuyos
partos ocurrieron finalmente en un hospital y mujeres que hayan considerado un PDP y
finalmente se decidieron por un parto hospitalario).

La captación de las mujeres se realizará por medio de parteras profesionales que asistan desde
el modelo del PDP. A su vez se podrá incluir una convocatoria a través de las redes sociales y
grupos en las redes que se vinculen por la temática de la maternidad y el PDP. Por último se
aplicará la técnica bola de nieve.

19
Consideraciones éticas

En concordancia con lo planteado en el decreto Nº 379/008 Vinculado a la Investigación en


Seres Humanos (Poder Legislativo, 2008), se procederá a la presentación del proyecto ante el
Comité de Ética de la Facultad de Psicología de la UdelaR, esperando su aprobación para la
ejecución del mismo. En este sentido se atenderán las exigencias éticas y científicas
fundamentales en el marco de los derechos humanos, preservando en todos los casos la
dignidad humana y los derechos humanos de los sujetos involucrados.

De esta manera se realizará la debida valoración de riesgos y beneficios, se brindará una hoja
de información para participantes y se presentará un consentimiento informado a cada una de
las mujeres, previo a la realización de las entrevistas, el cual deberá ser firmado, conservando
una copia la mujer y otra el investigador (Consejo de Facultad de Psicología, 2009).

Respondiendo también a la Ley 18.331 de protección de Datos Personales y acción de “Habeas


Data” (Poder Legislativo, 2008) los investigadores nos comprometemos a resguardar los datos
obtenidos en dichas entrevistas, garantizando la confidencialidad y seguridad de los mismos,
así como su uso exclusivo para los fines explicitados. Por tratarse además de datos sensibles se
preservará la identidad de los titulares de los datos mediante mecanismos de disociación
adecuados, que no permitan la identificación de los mismos.

De acuerdo con los mencionados aspectos de la legislación en relación a las consideraciones


éticas de una investigación se hará saber a las participantes que tienen el derecho y la
posibilidad de decidir revocar su consentimiento en cualquier momento del proceso.

20
Cronograma

Actividades a desarrollar 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

Profundización de la revisión bibliográfica

Diseño de la pauta de entrevista

Coordinación de entrevistas

Recolección de datos (realización de entrevistas)

Procesamiento y análisis de los datos

Conclusiones

Informe Final

21
Resultados esperados

A partir de la realización de este proyecto se pretende generar conocimiento que dé cuenta de


qué factores influencian a las mujeres a decidir en relación a sus partos cuando tienen en
cuenta más de un modelo de atención. Tomándose para el presente trabajo al Parto
Domiciliario Planificado como alternativa al Parto Hospitalario.

Con la obtención y análisis de los datos se pretende aportar al campo de los derechos en salud
sexual y reproductiva en Uruguay, recogiendo la perspectiva de las mujeres y sus necesidades;
así como también recogiendo información en cuanto a las posibilidades de ejercicio de los
mismos en relación al parto. Específicamente en relación a decidir cómo, dónde y con quién
parir, aportando al conocimiento y comprensión de la autonomía de las mujeres en relación a
sus cuerpos y su ciudadanía.

Se espera que el presente proyecto genere conocimiento que resulte de utilidad para la
elaboración de políticas sanitarias, en pro de una mejora en la calidad de la atención al
embarazo y el parto, que incorpore la perspectiva de las mujeres, en el marco del ejercicio de
los derechos sexuales y reproductivos.

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