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Caza de brujas

búsqueda de brujas o evidencia de


brujería, a menudo con pánico moral o
miedo colectivo

Se conoce como caza de brujas al fenómeno hist órico sucedido principalment e en Europa y
América ent re el siglo XV y el siglo XVII, en el cual decenas de miles de personas, principalment e
mujeres, fueron ejecut adas por pract icar la "brujería", incluyendo en ese t érmino una amplia serie
de act os y circunst ancias, desde la medicina pract icada por mujeres, la elaboración de brebajes y
medicament os, la adivinación y la magia, hast a conduct as sexuales y sociales rechazadas por las
aut oridades religiosas,[1] ​e incluso marcas en el cuerpo.[2] ​

Quema de tres "brujas" en Baden, Suiza (1585), ilustración por Johann Jakob Wick
El t érmino se usa hoy met afóricament e para referirse a la persecución de un enemigo percibido
(habit ualment e un grupo social no conformist a) de forma ext remadament e sesgada e
independient e de la inocencia o culpabilidad real. Ot ras persecuciones masivas de la brujería,
ant iguas y present es, han recibido el mismo sobrenombre.

Antecedentes: magia, adivinación, hechicería y


brujería en el mundo antiguo y medieval

La magia, la brujería y en general la invocación de fuerzas y seres sobrenat urales para obt ener
det erminados result ados, est á present e en la cult ura humana desde sus mismos inicios y aún
sigue present e en práct icament e t odas las cult uras act uales. Desde muy ant iguo las diversas
cult uras est ablecieron cast igos para las personas a las que se at ribuía causar daños mediant e la
invocación de fuerzas y seres sobrenat urales, como sucedía con la llamada magia negra. Tant o en
el Código de Hammurabi (la prueba del agua) de Babilonia, como en el Ant iguo Egipt o se
cast igaba a los magos malignos. Sin embargo, nunca se llegó a una persecución masiva de
presunt as brujas.

Muchas cult uras, t ant o ant iguas como modernas, han reaccionado de forma punt ual a las
acusaciones de brujería con miedo superst icioso o religioso, y han cast igado, o incluso asesinado,
a los presunt os o presunt as pract icant es. Diversos pueblos nat ivos de regiones como Europa,
Asia, la América ant erior y post erior a la conquist a europea, África y Oceanía creen o han creído
que chamanes, brujos, sacerdot es, nigromant es, y en general individuos con supuest os poderes
pueden provocar o invocar a seres sobrenat urales, diabólicos o demoníacos, para causar daños a
dist ancia. En algunas de est as cult uras t oda desgracia, enfermedad o muert e es at ribuida a los
dioses, al diablo, a los demonios, o al mal causado por un t ercero (brujo).

La Biblia, sobre t odo el Ant iguo Test ament o, prohíbe la magia y la adivinación: «No realizaréis
adivinación ni magia» (Levít ico 19:26) y est ablece la pena de muert e para los magos: «Los
magos no los dejarás vivir» (Éxodo 22:17). Est a formulación fue t raducida en género femenino
por Lut ero, de forma gramat icalment e correct a, como «Las magas no las dejarás vivir». La
palabra "brujo" no aparecen en la Biblia, pero ello no evit ó que los t eóricos de la brujería usaran
est as menciones como prueba de su exist encia y para su persecución.

En ot ros lugares de la Biblia, encuent ros con magos y adivinadores se relat an de forma algo más
posit iva. El rey Saúl busca consejo en la Bruja de Endor (I Samuel 28,5-25), a pesar de que él
mismo había prohibido la adivinación, por su desesperación ant e los filist eos. En cambio, los
Reyes Magos que rinden homenaje al niño Jesús (Evangelio de Mat eo 2,1-2) no son realment e
hechiceros o adivinos; el original griego ut iliza la palabra magi, que en ese ent onces designaba
más bien a sabios y cient íficos, más que a brujos.

Los magos, nigromant es y brujos habían exist ido en t oda Europa, Asia y África sin ser perseguidos.
Su magia era considerada magia blanca y no una herejía. El Código Teodosiano promulga, por
primera vez, una ley en cont ra del ejercicio de la magia, en 429. En 534, el segundo Código de
Just iniano prohíbe consult ar a los ast rólogos y adivinos por ser una «profesión depravada». El
Concilio de Ancira o Concilio de Elvira, en 306, declara que mat ar a t ravés de un conjuro es un
pecado y la obra del demonio. El Concilio de Laodicea solicit a, en 360, la excomunión de t odo
aquel que pract ique la brujería o la magia.

La Iglesia primit iva en general no part icipa en est as persecuciones, aunque ya la Iglesia primit iva
rechazaba las práct icas y el pensamient o de la brujería al verlos como una superst ición (Canon
episcopi).

Los germanos, ant es de su conversión al crist ianismo, conocían la quema de los magos que
realizaban encant amient os perjudiciales. Tras su conversión, el Concilio de Paderborn del año 785
cast igaba t ant o la creencia en brujas como su persecución:

Quien, cegado por el Demonio, cree como los paganos que alguien es una
bruja y come a personas, y la queme por ello o deja comer su carne por
otros, será castigado a pena de muerte.[3] [cita requerida]

Carlomagno lo validó con una ley, probablement e relacionada con las práct icas paganas de los
sajones, cont ra los que el rey luchaba en la década de los años 80 del siglo VIII.

En Hungría se refieren a ellas en lat ín como strigis, y a principios de la Baja Edad Media, el rey
Colomán de Hungría (1095-1116) sancionó en una de sus recopilaciones de leyes un art ículo que
rezaba: "De st rigis vero, quae non sunt , nulla quaest io fiat " ("Sobre las brujas, ya que ést as no
exist en, no se harán pesquisas indagando por ellas")[cita requerida]. Además de con las supuest as
brujas, los post eriores monarcas húngaros fueron de hecho en ext remo flexibles con los judíos,
cumanos y uzbecos musulmanes, así como con las ot ras et nias (croat as, serbios y eslovacos)
que habit aban dent ro de las front eras del reino, respet ando sus idiomas y part icularidades
cult urales.

Aparición en Europa de la palabra "bruja" (siglo XIV)


En Alemania se encuent ran las const ancias más ant iguas de la aparición de la palabra "bruja"
(hexe). En Suiza la palabra "bruja" aparece en los Frevelbüchern (Libros de delit os) de la ciudad de
Schaffhausen a finales del siglo XIV (1368/87), como ha demost rado Oliver Landolt . En Lucerna
aparece la palabra por primera vez en 1402.

El inicio de la caza de brujas (siglo XV)

El proceso de caza de brujas más conocido y difundido en la lit erat ura de Occident e es el
fenómeno generalizado que ocurrió en la Europa Cent ral a inicios de la Edad Moderna. Base para la
persecución masiva de mujeres (y menos frecuent ement e t ambién niños y hombres e incluso
animales) por la Iglesia y sobre t odo por la just icia civil, fue la idea, ext endida ent re t eólogos y
jurist as, de una conspiración del Demonio para acabar con la Crist iandad. Como ha dest acado
Michel Porret , «desde el final de la Edad Media, los demonólogos t eorizan est a figura de la bruja,
enemiga del género humano, capaz de int erceder por el mal, encarnación del pecado original.
Ahora bien, durant e la caza de brujas, nadie fue nunca det enido en flagrant e delit o de sabbat . Ni
caldero ni escoba figuraron como pruebas. Ningún juez vio el vuelo noct urno de las brujas. Sin
embargo, según la gramát ica pecaminosa del desorden social, del miedo del mal y del crimen de
lesa majest ad para Jean Bodin (De la démonomanie des sorcier, 1580), los crímenes
"det est ables" imput ados a los sat ánicos bajo t ort ura just ifican su expiación penal por el fuego y
la soga».[4] ​

La «caza de brujas», un t érmino que fue acuñado mucho después, comienza en el siglo XV, más
concret ament e ent re los años 1420-1430. Es en ese moment o cuando se ext iende la creencia
de que ha aparecido un nuevo enemigo de la Crist iandad: la brujería, que se diferencia de la
hechicería t radicional por la int ervención del diablo, de ahí que t ambién sea conocida en francés
como hechicería o brujería demoníaca (sorcellerie démoniaque en francés, a diferencia del inglés
o del cast ellano, exist e una única palabra, sorcellerie, para designar t ant o a la brujería como a la
hechicería). Como ha dest acado Mart ine Ost orero, a part ir de ese moment o «las brujas son el
nuevo chivo expiat orio de la Crist iandad, después de los herejes, los leprosos y los judíos». De
hecho en algunos document os se les llama los «nuevos herejes» y el t rat ado Flagellum
haereticorum fascinariorum de Nicolas Jacquier los denomina «encant adores herét icos». Son la
nueva encarnación del mal que hay que ext irpar para purificar la Crist iandad ―son herejes;
idólat ras, en t ant o que demonólat ras; y apóst at as, en cuant o que reniegan de Dios y blasfeman―,
y esa es la just ificación de su persecución.[5] ​Son una «nueva sect a de apóst at as y de infieles»,
afirma el t rat ado La Vauderye de Lyonois escrit o para combat irla por los dominicos de Lyon hacia
1440. En el Traité contre le crime de vauderie del canónigo de Tornai Jean Tainct ure, escrit o hacia
1465, se considera a los brujos como más execrables que los herejes, los musulmanes o los
paganos.[6] ​

Vuelo de las brujas de Vaud (Suiza). Miniatura en un manuscrito de Martin Le France, Le champion des dames, 1451. Es la
primera mención que hay documentada sobre la creencia de que las brujas vuelan en escobas.[7] ​

Según Mart ine Ost orero, el comienzo de la caza de brujas hay que relacionarlo con una nueva
concepción del Diablo que se desarrolla en la Crist iandad lat ina como consecuencia de la crisis
económica, social y cult ural provocada por la Pest e Negra y de la crisis religiosa que t rajo
consigo el Cisma de Occident e. «Todo eso hace que Sat án ya no sea pensado como el t ent ador
que inst iga malos pensamient os o posee a las personas: a part ir de ese moment o, él int erviene
físicament e, realment e, en el mundo por medio de la seducción de fieles para const ruir una
ant isociedad en el seno de la Crist iandad, una ant i-Iglesia y un reino del diablo sobre la t ierra;
peligros a combat ir».[8] ​

Así, los brujos o las brujas son definidos por la adoración al diablo y por el hecho de que su
objet ivo es perjudicar a la sociedad crist iana. «Los document os judiciales y los t rat ados
describen una sect a adoradora del diablo, que profana en una ant i-Iglesia los sacrament os
crist ianos y que comet e los sacrificios más infames como mat ar y comerse a los niños ―una
acusación ya lanzada cont ra los judíos—», afirma Mart ine Ost orero.[9] ​Las miniat uras medievales
represent an escenas del sabbat en el que las brujas y los brujos aparecen adorando al diablo,
met amorfoseado en macho cabrío, con el que copulan y celebran un banquet e noct urno en el
que se bebe, se baila y se comen niños. Est e est ereot ipo aparece ya complet ament e elaborado
hacia 1430. En ese año un cronist a de Lucerna relat aba que en el cant ón de Valais se había
perseguido en 1428 a más de cien hombres y mujeres que iban a elegir un rey ent re ellos para
derrocar a la Crist iandad.[10] ​

El principal element o de la caza de brujas es la delación, pues se t rat a de act uar cont ra un grupo
clandest ino (de hecho imaginario).[11] ​Los curas y los predicadores, además de advert ir del
peligro de la brujería, alient an a los habit ant es de cada localidad a que delat en al vecino del que
crean que es responsable por sus hechizos de algún mal que les haya afect ado ―la pérdida de
ganado, la muert e de un niño, la cosecha dest ruida por una helada, et c.―. Los denunciados, como
mínimo por t res personas o como result ado de un rumor público ―la mala fama permit e abrir un
procedimient o―, son ent regados al Tribunal de la Inquisición int egrado por un inquisidor papal y un
represent ant e del ordinario local (en general el obispo).[12] ​Ent onces son int errogados bajo
t ort ura para que confiesen su crimen y para que delat en a sus pret endidos cómplices.[13] ​

El proceso podía durar desde varios días a varios meses, durant e los cuales el acusado
permanecía en prisión. Al considerarse la brujería un crimen de lesa majest ad ―una forma por
part e de los príncipes de afirmar su just icia y su poder―,[7] ​los condenados son quemados en la
hoguera, siendo ejecut ada la sent encia por las aut oridades civiles porque los hombres de la
Iglesia lo t ienen prohibido. Se les condena preferent ement e a la hoguera porque así el cast igo no
es solo físico, sino t ambién espirit ual, ya que el condenado privado de sepult ura no podrá
part icipar en el juicio final. Según las invest igaciones más recient es, en las regiones más
afect adas por la caza de brujas en aquella época ―las est ribaciones de los Alpes y de los
Pirineos, junt o con algunas poblaciones del Ducado de Borgoña― ent re el 40% y el 70% de los
procesados fueron condenados a muert e. En unas regiones fueron procesados más hombres que
mujeres, mient ras que en ot ras ocurrió al cont rario, por lo que, según Mart ine Ost orero, «en el
siglo XV la caza de brujas no puede ser considerada como un feminicidio: ninguna condena fue
pronunciada por una cuest ión de género».[14] ​

La caza de brujas en la Europa moderna

La llamada caza de brujas por excelencia se llevó a cabo a comienzos de la Edad Moderna sobre
t odo en la Europa Cent ral. Se basaban en la denuncia a supuest os seguidores de la llamada
ciencia de las brujas. La persecución de 1450–1750 (con un máximo ent re 1550 y 1650) era solo
en part e una acción eclesiást ica cont ra la herejía, principalment e se t rat aba de un fenómeno de
hist eria colect iva cont ra la magia y la brujería, que convirt ió la magia en un delit o y t uvo como
consecuencia recriminaciones, denuncias, procesos públicos en masa y ejecuciones.

Invest igaciones recient es muest ran que solía sospecharse de brujería en mujeres viejas y en las
personas socialment e más débiles. A menudo bast aban rumores o denuncias para poner en
marcha la maquinaria judicial, que llevaba a conseguir confesiones falsas a t ravés de la t ort ura.

De part e de las iglesias cat ólica y prot est ant es hubo crít icas aisladas a la caza de brujas:
Johannes Brenz, Johann Mat t häus Meyfart , Ant on Praet orius, Friedrich von Spee.

Silvia Federici (It alia, 1948), en su libro Caliban y la bruja[15] ​defiende la t eoría según la cual "La
caza de brujas est á relacionada con el desarrollo de una nueva división sexual del t rabajo que
confinó a las mujeres al t rabajo reproduct ivo" y en concret o con los inicios del capit alismo que
requería acabar con el feudalismo y aument ar el mercado de t rabajo, eliminando la agricult ura de
subsist encia y cualquier ot ra práct ica de supervivencia aut ónoma ligada en ocasiones a t areas
agrícolas en t errenos comunales. Federici sost iene que la irrupción del incipient e capit alismo fue
"uno de los periodos más sangrient os de la hist oria de Europa", al coincidir la caza de brujas, el
inicio del comercio de esclavos y la colonización del Nuevo Mundo. Los t res procesos est aban
relacionados: se t rat aba de aument ar a cualquier cost e la reserva de mano de obra.[16] ​

Durant e el siglo de las Luces aparecieron hist oriadores europeos que acusaban a la Iglesia y a la
Inquisición de la caza de brujas porque las persecuciones habían sido en nombre de Dios y habían
sido sacerdot es quienes invent aron la imagen de la bruja maléfica. Aut ores cat ólicos,
post eriorment e, reivindicaron el papel de la Iglesia aduciendo que la creencia en las brujas no fue
una invención de la Iglesia y que fue la just icia de los príncipes la que había asesinado a miles de
hombres y mujeres con la acusación de brujería. La cont roversia se mant iene.[17] ​

Al comienzo la caza de brujas fue dirigida por los t ribunales eclesiást icos, es decir, los jueces
inquisidores, pero en el siglo XVI est os son reemplazados por los t ribunales laicos, o sea, los
jueces civiles.[18] ​

No fue sino hast a 1657, cuando ya habían muert o miles de personas, que la Iglesia condenó las
persecuciones, en la Bula Proformandis.

La imagen de la bruja
Véase también: Malleus maleficarum
A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que t iene su
principal origen en la asociación de la brujería con el cult o al Diablo (demonolat ría) y, por lo t ant o,
con la idolat ría (adoración de dioses) y la herejía (desviación de la ort odoxia). Si en fechas
ant eriores los principales int eresados en el cast igo de los delit os de brujería habían sido los
propios convencidos de la exist encia de brujos, que sufrían direct ament e sus supuest as acciones
maléficas, una vez que se est ableció la relación de la brujería con el cult o diabólico pasó a ser un
asunt o de int erés direct o t ant o para la Iglesia del reino, encargada de mant ener la ort odoxia,
como para las aut oridades civiles.[cita requerida]

Aunque el primer proceso por brujería en que est án document adas acusaciones de asociación
con el Diablo t uvo lugar en Kilkenny, Irlanda, en 1324-1325,[19] ​solo hacia 1420-1430 puede
considerarse suficient ement e consolidada la imagen de la bruja present e en la inmensa mayoría
de las "cazas de brujas" de la Edad Moderna en Europa[cita requerida]. Aunque exist en variant es
regionales, pueden ser descrit as una serie de caract eríst icas básicas, reit eradas t ant o en las
act as de los juicios como en la abundant e lit erat ura cult a sobre el t ema que se escribió en
Europa durant e los siglos XV, XVI y XVII.

Se at ribuía a los acusados de brujería un pact o con el diablo. Se creía que al concluir el pact o, el
Diablo marcaba el cuerpo del brujo o bruja, y que una inspección det enida del mismo podía
permit ir su ident ificación como hechicera.[20] ​Mediant e el pact o, la bruja o brujo se compromet ía
a rendir cult o al Diablo a cambio de la adquisición de algunos poderes sobrenat urales. Ent re est os
poderes est aba, lógicament e, la capacidad de causar maleficios de diferent es t ipos, que podían
afect ar t ant o a las personas como a element os de la nat uraleza; en numerosas ocasiones, junt o a
est os supuest os poderes se consideraba t ambién a las brujas capaces de volar (en palos,
animales, demonios o con ayuda de ungüent os), e incluso el de t ransformarse en animales
(preferent ement e lobos y gat os). No t odos los t eólogos de la época creyeron en la realidad
física de los vuelos y met amorfosis de brujas y brujos: algunos los at ribuían a ilusiones o
ensueños inducidos por el Diablo.

Según est as creencias, las brujas y brujos acudían en det erminadas fechas a reuniones noct urnas
denominadas "aquelarres", o más generalment e "sabbat s", a las que se desplazaban en ocasiones
por medios ordinarios y ot ras veces de forma sobrenat ural. En los aquelarres t enían lugar
ceremonias que eran básicament e una inversión sacrílega de aspect os de la lit urgia crist iana,
reinaba la promiscuidad sexual y se realizaban act ividades repulsivas (las acusaciones más
frecuent es eran las de infant icidio y canibalismo infant il). El Diablo (descrit o de muy diferent es
formas: a veces con forma humana, pero t ambién frecuent ement e de macho cabrío u ot ro
animal) era adorado por las brujas y brujos (con ceremonias como el llamado "osculum infame"), y
a veces se unía sexualment e en orgías.

No t odos los acusados de superst ición y brujería eran mujeres, pero se consideraba a la mujer
más inclinada al pecado, más recept iva a la influencia del Demonio, y, por t ant o, más proclive a
convert irse en bruja. El concept o de brujería en la Edad Moderna t enía un fuert e caráct er
misógino[cita requerida].

Est e est ereot ipo negat ivo de la bruja t iene est rechos punt os de cont act o con las imágenes
igualment e negat ivas adjudicadas hist óricament e a herejes y a judíos. Muy revelador es el nombre
de "sabbat " (el sábado hebreo) para designar las reuniones de brujas.

De gran significado era la idea de una confabulación de brujas. De la t ransformación de prejuicios


que se había t endido cont ra los judíos durant e siglos, se formó la imagen de una «Synagoga
Satanae», Sinagoga de Satanás, que más t arde se llamaría sabat de las brujas o aquelarre. Se
pensaba que se t rat aba de una reunión orgiást ica en la que se escarnecía a Dios y a su Iglesia. La
misma exist encia de la Crist iandad est aría amenazada por est a secta de brujas.

Portada del Malleus maleficarum en una edición de 1669.

Est e concept o de brujería se difundió por t oda Europa mediant e una serie de t rat ados de
demonología y manuales para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV hast a
avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran repercusión, gracias a la recient e invención de
la imprent a, fue el Malleus Maleficarum ("Mart illo de las brujas", en lat ín), un t rat ado filosófico-
escolást ico desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores dominicos, Heinrich
Kramer (Henricus Inst it oris, en lat ín) y Jacob Sprenger. El libro no solo afirmaba la realidad de la
exist encia de brujos y brujas, conforme a la imagen ant es mencionada,[21] ​sino que afirmaba que
no creer en brujas era un delit o equivalent e a la herejía: «Hairesis maxima est opera maleficarum
non credere» (La mayor herejía es no creer en la obra de las brujas). El Malleus maleficarum llegaría
a ser el manual más ut ilizado en la caza de brujas en los Est ados cat ólicos del Sacro Imperio
Romano Germánico.

El Malleus maleficarum explicaba que la mayoría de los hechiceros eran mujeres porque la
superst ición se encont raba ant e t odo en las mujeres, y la mayor cant idad de los brujos eran del
sexo frágil porque las mujeres eran más crédulas, más propensas a la maliginidad y embust eras
por nat uraleza.[22] ​

El est ereot ipo de la bruja como una mujer mayor, que vuela en una escoba acompañada por un
gat o, que part icipa en aquelarres noct urnos adorando al diablo, que forma part e de un grupo
clandest ino que realiza sacrificios humanos y rit os sacrílegos y que conoce t odo t ipo de
pociones mágicas y maleficios se remont a a la ant igüedad. Los crist ianos fueron acusados de
realizar est e t ipo de act os en la época del Imperio Romano: durant e el siglo II fueron acusados
de celebrar reuniones clandest inas en las cuales degollaban niños y mant enían relaciones
sexuales no convencionales y adoraban animales. En ot ras épocas fueron los judíos los acusados
de pract icar est e t ipo de aquelarres. Siempre se t rat aba de grupos minorit arios vist os con malos
ojos por la mayoría y los gobernant es. El Malleus maleficarum era un compendio de t odas est as
fant asías. Las brujas, en su gran mayoría mujeres, eran allí acusadas de ser responsables de t odos
los males de la sociedad.[23] ​

Gran import ancia t uvo t ambién el Tractatus de Hereticis et Sortilegiis, publicado en 1524 por Paolo
Grillandi.

La bula Summis desiderantes

En un decret o papal del 5 de diciembre de 1484, la bula Summis desiderant es affect ibus,
reconoció la exist encia de las brujas, derogando así el Canon Episcopi de 906 donde la Iglesia
sost enía que creer en brujas era una herejía.[24] ​

Est a bula papal cont ra la brujería redact ada por Heinrich Inst it oris en 1484 y firmada por el Papa
Inocencio VIII, la Summis desiderantes, solo t uvo una influencia duradera en los t errit orios
cat ólicos, pero fue apoyada y acept ada por las demás iglesias occident ales: lut eranos,
reformados, anglicanos y purit anos. Solo las iglesias orient ales no part iciparon en la caza de
brujas.

Durant e el siglo XV la Inquisición se dedicó a quemar más herejes que brujas y cuando lo Est ados
feudales se organizaron como monarquías independient es del Papa, el poder punit ivo se t rasladó
de la Inquisición a los jueces laicos de est as monarquías, quienes cont inuaron la t area de la
Iglesia de quemar brujas hast a el siglo XVIII.[25] ​

Los efect os del Malleus Maleficarum se esparcieron mucho más allá de las front eras de
Alemania, causando gran impact o en Francia e It alia, y en menor grado en Inglat erra. Los cálculos
de la cant idad de mujeres quemadas como brujas es difícil de est ablecer, como se explicará más
adelant e.

La Iglesia cat ólica prohibió en 1657 las persecuciones a brujas en la bula Pro formandis.[26] ​

La definición del delito de brujería

El delit o de brujería t omó su forma definit iva en Francia gracias fundament alment e a la obra de
Jean Bodin De Demonomanie des Sorciers edit ada en París en 1580 y en la que se det ermina que
los brujos y brujas son culpables de quince crímenes: renegar de Dios; maldecir de Él y blasfemar;
hacer homenaje al Demonio, adorándole y sacrificando en su honor; dedicarle los hijos; mat arlos
ant es de que reciban el baut ismo; consagrarlos a Sat anás en el vient re de sus madres; hacer
propaganda de la sect a; jurar en nombre del Diablo en signo de honor; comet er incest o; mat ar a
sus semejant es y a los niños pequeños para hacer cocimient o; comer carne humana y beber
sangre, desent errando a los muert os; mat ar, por medio de venenos y sort ilegios; mat ar ganado;
causar la est erilidad en los campos y el hambre en los países; t ener cópula carnal con el
Demonio.[27] ​
Grabado del Compendium maleficarum (1608) de Francesco Maria Guazzo que muestra la preparación del banquete del
sabbat.

Dos años después Piérre Grégoire publica un t rat ado en el que compendia las leyes civiles y
eclesiást icas sobre la brujería y da not icia de la caza de brujas llevada a cabo en el Languedoc
donde en el año 1577 fueron quemados cuat rocient os brujos y brujas. Pero los que acabaron de
perfilar el delit o de brujería fueron t res jueces civiles. El primero, Nicolas Rémy, publicó en Lyon
en 1595 su experiencia como magist rado en el ducado de Lorena que durant e los quince años
que act uó allí, ent re 1576 y 1591, mandó quemar a unas novecient as personas, acusadas de ser
brujos o brujas. El segundo fue Henri Boguet , "gran juez de la ciudad de Saint Claude", que escribió
un libro en 1602 en el que cuent a su act uación en la zona del Jura, y en el que describía cómo
descubría a los brujos buscando señales caract eríst icas en sus cuerpos o en sus cabezas, que
mandaba rapar, y a los que no dudaba en aplicar la t ort ura para que confesaran. El t ercer juez fue
Pierre de Lancre que mandó quemar a unas ochent a brujas en el país del Labourd, en el país
vasco francés, y cuya act uación t uvo sus consecuencias al ot ro lado de la front era con el
famoso proceso de las brujas de Zugarramurdi, y que t ambién publicó su experiencia en dos libros
muy famosos.[28] ​

Trat adist as de ot ras part es de Europa t ambién cont ribuyeron a la definición del delit o de brujería.
Dest acan el flamenco Pet er Binsfeld, que en 1591 publicó Tractatus de confessionibus
maleficorum et sagarum; el cast ellano Mart ín del Río con su Disquisitionimum magicarum libri
sex publicado en 1599 —según Julio Caro Baroja, "da una versión del Sabbat, t omando element os
de aquí y allá, cit ando ora a Rémy, ora a Binsfield mismo, ora a los inquisidores ant iguos franceses
e it alianos, et c."—; y el milanés Francesco Maria Guazzo con su Compendium maleficarum.[29] ​

La posición de Lutero frente a la caza de brujas


Lut ero, Zuinglio y Calvino est aban convencidos de la posibilidad del pact o con el Diablo, de
copular con el Demonio y de la magia negra, y apoyaban la persecución judicial de magos y brujas.

La afirmación del Ant iguo Test ament o «los brujos no deberás dejar con vida» t enía t oda la
validez para Lut ero. La cuest ión est á clara en su prédica del 15 de mayo de 1526 sobre la frase
en la que muest ra su profundo rechazo al mal de la brujería y just ifica el implacable enjuiciamient o
de las mujeres sospechosas:[30] ​

Es una ley muy justa que las brujas sean muertas, porque producen
muchos daños, lo que ha sido ignorado hasta el presente, pueden robar
leche, mantequilla y todo de una casa... Pueden encantar a niños... También
pueden generar misteriosas enfermedades en la rodilla, que el cuerpo se
consuma... Daños los producen al cuerpo y alma, dan pociones y
encantamientos, para generar odio, amor, tormentas y destrozos en las
casas, en el campo, que nadie puede curar... Las magas deben ser
ajusticiadas, porque son ladronas, rompedoras de matrimonios, bandidas,
asesinas... Dañan de muchas formas. Así que deben ser ajusticiadas, no sólo
por los daños, sino también porque tratan con Satanás

Lut ero era un claro part idario de la pena de muert e para la magia negra, con un fuert e acent o
misógino. En su prédica del 6 de mayo de 1526, Lut ero afirma cinco veces «deben ser
ajusticiadas».[31] ​Sin embargo, Lut ero no era un cazador de brujas celoso.

Innumerables t eólogos, predicadores y jurist as lut eranos se refirieron más t arde a las
cont undent es afirmaciones de Lut ero. Hast a la act ualidad exist en referencias a la brujería y a la
magia en el Cat ecismo Menor de Lut ero y en el Cat ecismo de Heidelberg.

Desarrollo de los procesos

La persecución cont ra la brujería se realizaba, al cont rario que en el caso de la Inquisición, por
juzgados civiles y en muchos casos por denuncias populares. Un ejemplo conocido es el de la
madre de Johannes Kepler, que fue acusada de brujería en una zona alemana prot est ant e por una
vecina en 1615 a causa de una disput a ent re ambas. Est uvo presa más de un año, amenazada de
t ort ura, pero fue finalment e liberada gracias a los esfuerzos del hijo.

Los procesos en caso de brujería se hacían según el siguient e sist ema:


Prueba del agua, portada del escrito de Hermann Neuwalt, Helmstedt, 1581.

1. Acusación. A menudo precedía a la acusación una fase de rumores que podía durar años. La
acusación podía ser debida a una denuncia de una bruja o brujo que ya había sido det enido,
posiblement e bajo t ort ura. Rara vez se permit ía a las presunt as brujas una defensa.

2. Detención. Las cárceles, en el sent ido moderno, t odavía no exist ían, por lo que se mant enía
a los presos en mazmorras o t orres. Las llamadas torres de brujas, que t odavía se conocen
en muchos lugares, no eran exclusivament e para brujos, sino para t odo t ipo de prisioneros. A
menudo eran simples t orres de las murallas de la ciudad.

3. Interrogatorio. Normalment e se dist inguían t res fases: el int errogat orio por las buenas, el
int errogat orio con explicación y muest ra de los inst rument os de t ort ura y el int errogat orio
doloroso, en el que se empleaba la t ort ura. En los casos de procesos por brujería, la
limit ación a una hora no era respet ada, ya que se t rat aba de crimen exceptum (crímenes
excepcionales), lo que exigía una dureza especial. A menudo se ut ilizaban las empulgueras,
la rueda, el pot ro y la bot a española. Tampoco se respet aba la regla habit ual de que solo se
podía t ort urar a un preso t res veces y, si hast a ese moment o no se había producido una
confesión, liberar al preso. En el Malleus maleficarum se recomendaba declarar la ret oma
ilegal de la t ort ura con pruebas nuevas como una cont inuación.

4. Pruebas a las brujas. Los procesos oficiales no preveían las pruebas de brujas, de hecho
est aba prohibido su uso. Sin embargo, muchos t ribunales en diversos lugares usaron est e
element o. La valoración de las pruebas era t an dist int a como su empleo. A veces servían
como prueba fuert e, a veces como prueba débil. Las siguient es son las más conocidas:
Prueba del agua (judicium aquae, t ambién llamada baño de la bruja), de la que exist ían
dos variant es. Con agua calient e, el acusado debía sacar un objet o del agua hirviendo.
Con agua fría, se descendía a la víct ima at ada a un pozo y si se hundía result aba
inocent e (proceso en el que podía morir ahogada).

Prueba del fuego (empleada rara vez) agrupa a diversas pruebas en las que la bruja o
brujo t enía que andar sobre o t ransport ar hierro candent e o met er la mano en el fuego.

Prueba de la aguja. Si se encont raba una marca del Demonio, se pinchaba con un hierro.
Si la zona sangraba se consideraba buena señal.

Prueba de las lágrimas, puest o que se creía que quien ejercía la brujería no podía llorar.

Prueba del peso, porque se afirmaba que una bruja o brujo no podía pesar más de 5 kg,
ya que t enía que poder flot ar (prueba del agua) y volar.

5. Confesión. A comienzos del Renacimient o, nadie podía ser juzgado sin confesión – lo que
t ambién era válido para los casos de brujería. Pero, debido a que se ignoraban las habit uales
reglas durant e la t ort ura, la probabilidad de obt ener una confesión se mult iplicaba
enormement e con respect o a los procesos normales.

6. Interrogatorio para obtener cómplices. Según la ciencia de la brujería, las brujas debían
encont rarse en aquelarres y por lo t ant o una bruja debía conocer a ot ras. En un segundo
int errogat orio se pregunt aba a las acusadas por los nombres de ot ras brujas o brujos, a
veces bajo nuevas t ort uras. Así se alargaba siempre más la list a de sospechosas, ya que,
bajo t ort ura, siempre se acusaba a más personas. El result ado eran procesos en cadena.

7. Condena.

8. Ajusticiamiento. Al delit o de brujería le correspondía muert e por fuego, es decir, la hoguera,


en la que eran quemadas vivas. A veces, como act o piadoso se consideraba la decapit ación
o ahorcamient o previo y quemar el cadáver, o colgar un saco de pólvora al cuello.

Procesos célebres
En Francia, un caso muy represent at ivo es el conocido como el de "los demonios de Loudun"
(1634), en el cual el sacerdot e Urbain Grandier fue acusado de brujería por las monjas ursulinas
del convent o de Loudun, localidad cercana a Poit iers. En est e caso hubo claras mot ivaciones
polít icas, ya que Grandier era un conocido oposit or al cardenal Richelieu. El acusado murió en la
hoguera t ras haber sido t ort urado.
Ot ro caso en Francia fue el de Juana de Arco. Acusada de brujería por oír angelicales voces en
su cabeza y t ener visiones, supuest ament e enviadas por el mismo Dios, o por algunas vírgenes
o sant os. Juana no fue solament e acusada de herejía, sino t ambién de blasfemia (por negar ser
una bruja), y t ravest ismo, puest o que, est ando presa en una t orre en Ruan, los ingleses la
despojaron de sus ropas, la violaron y la obligaron a vest irse con una armadura. Luego llamaron a
uno de los que cuidaba su celda y le dijeron que Juana había hecho aparecer la ropa de hombre
con ayuda demoníaca.
En Inglat erra, las persecuciones de brujas más famosas fueron las llevadas a cabo por
Mat t hew Hopkins en los condados de Suffolk y Essex, ent re los años 1644 y 1646, en plena
Guerra Civil Inglesa. Se calcula que Hopkins envió a la muert e a unas 200 mujeres.
En las colonias inglesas de América (fut uros Est ados Unidos), alcanzó gran celebridad el caso
de las "brujas de Salem" (1692), que se saldó con la ejecución de 25 personas, en su mayoría
mujeres. Est e caso fue llevado al t eat ro por el dramat urgo Art hur Miller en su obra Las brujas
de Salem, o en inglés, The Crucible (1957).
En Friuli, en el nort e de It alia, t uvieron lugar ent re los años 1575-1580 varios procesos por
brujería a miembros de una sect a conocida como los "benandanti", que afirmaban que, mient ras
dormían, sus espírit us salían a combat ir cont ra las brujas. Los benandanti se consideraban a sí
mismos buenos crist ianos. Sus práct icas, sin embargo, según su principal est udioso, Carlo
Ginzburg, parecen est ar relacionadas con ant iguos rit os de la fert ilidad.

Las víctimas

El número t ot al de víct imas de la caza de brujas no puede ser est ablecido de modo
complet ament e fiable, debido a que una gran cant idad de act as de juicios se han perdido y
muchos procesos no se regist raron nunca de forma oficial.

Los cálculos de la cant idad de personas quemadas por brujos o brujas varía según los dist int os
aut ores.[32] ​En un est udio publicado en febrero de 2019 por Michel Porret , de la Universidad de
Ginebra, se afirma que sobre los 110.000 procesos conocidos ent re 1580 y 1640, el moment o
álgido de la caza de brujas en Europa, los jueces laicos sent enciaron a muert e de 60.000 a 70.000
just iciables sobre t odo en los medios rurales. De ellos alrededor del 75% fueron mujeres. Según
est e hist oriador cerca de la mit ad de la población europea fue afect ada por la caza de brujas.[33] ​

Los primeros cálculos que se hicieron t omaban lit eralment e algunas declaraciones de los
cazadores de brujas en que se vanagloriaban del número de brujos y brujas que habían enviado a la
muert e.[34] ​En la act ualidad no exist e consenso, pero basados en las cifras parciales de que se
dispone, algunos creen que el número t ot al de procesos en Europa para t oda la Edad Moderna
podría llegar a ser 110.000, que habrían producido unas 60.000 ejecuciones.[35] ​
La mayoría de los delit os que se les achacaban a los brujos eran imposibles según las leyes de la
nat uraleza. Es muy probable que en la mayoría de las víct imas, las acusaciones respondieran
únicament e al hecho de haber sido delat adas por ot ros procesados somet idos a t ort ura, o a la
reacción de la comunidad ant e un hecho aparent ement e inexplicable.[36] ​

La mayoría de las personas procesadas por brujería fueron mujeres, especialment e en Inglat erra,
aunque t ambién se juzgó a bast ant es hombres. En la mayor part e de las regiones de Europa, la
proporción de mujeres sobrepasó el 75% y en algunas llegó incluso al 90%. Est o se explica en
gran medida por el fuert e caráct er misógino de muchos de los t rat ados sobre la brujería escrit os
en la época (como el ant es mencionado Malleus maleficarum), que consideraban a las mujeres
moralment e más débiles y presas más fáciles para el Diablo. Muchas de est as mujeres eran
curanderas, aunque t ambién cocineras y comadronas, así como las encargadas de cuidar niños,
fueron objet o de la caza de brujas. Gran part e de ellas eran de edad avanzada, mayores de 50
años, lo que se ajust a al est ereot ipo t radicional de la bruja. La mayoría de las mujeres acusadas
de brujería eran solt eras o viudas, y en general pert enecían a los niveles más bajos de la sociedad.

No quiere est o decir que t odas las personas ejecut adas en las cazas de brujas se ajust aran a
est e perfil. Muchos hombres fueron t ambién ajust iciados bajo las mismas acusaciones, y en
algunas regiones (en España, por ejemplo) el número de víct imas masculinas y femeninas fue
bast ant e parejo, y en ot ros (como en Rusia) los hombres fueron mayoría.

En Suiza hubo dos casos en los que se acusó y se llevó ant e el juez a grupos de niños. En el
primer proceso, los niños no fueron liberados hast a que int ervinieron inquisidores de Roma. En el
segundo, el t ribunal civil obligó a los padres a elegir ent re expulsar de casa a los niños y present ar
un cert ificado de su muert e o envenenar ellos mismos a sus hijos. Parece ser que muchos padres
efect ivament e envenenaron a los hijos.

Sobre t odo durant e la Guerra de los Treint a Años (1618-1648) causó est ragos la caza de brujas.
La guerra, que se dirigía hacia su punt o álgido, había devast ado los campos, dest ruido las casas y
diezmado a la población. El hambre y las enfermedades cobraban muchas vidas. Precisament e en
est e t iempo de guerra, mucha gent e sospechaba de brujería y las denunciaba ant e t ribunales.

Una de las últ imas mujeres acusadas de brujería fue Anna Schnidenwind, que fue ajust iciada el 24
de abril de 1751 en Endingen am Kaiserst uhl (Alemania). Posiblement e la últ ima muert e de una
bruja en t errit orio del Sacro Imperio fue en 1756 en Landshut . El 4 de abril de 1775 se procesó a
Anna Schwegelin en la colegiat a de Kempt en en el Allgäu. La sent encia del príncipe abad
Honorius von Schreckenst ein, al que gracias a un privilegio imperial le correspondía sent enciar en
t emas religiosos y civiles, no se llevó a cabo por razones desconocidas. En Suiza, la últ ima bruja,
Anna Göldin, fue ajust iciada en junio de 1782.

La últ ima muert e document ada de una bruja en Cent roeuropa fue en 1793 en el Gran Ducado de
Posen. Pero aún en 1836 una presunt a bruja fue somet ida a la prueba del agua por los
pescadores de la península de Hel. Ya que la bruja no se hundía, la ahogaron a la fuerza.

Distribución geográfica
Véase también: Brujería en España

Los t errit orios que sufrieron con mayor int ensidad la caza de brujas fueron los somet idos a la
aut oridad del Sacro Imperio Romano Germánico, para los cuales se barajan cifras de ent re 20.000
y 30.000 ejecuciones,[37] ​lo que supone un alt ísimo porcent aje del t ot al (alrededor de un 40%).
Dent ro del Imperio, la persecución se cent ró fundament alment e en los Est ados del sur y del
oest e, en una zona de unidades polít icas muy fragment adas, que incluye lugares como
Wurzburgo, Bamberga, Eichst ät t , Wurt emberg y Ellwangen, ent re ot ros. Se t rat a de Est ados de
pequeño t amaño, que gozaban de una alt a aut onomía jurisdiccional: un ejemplo muy significat ivo
es la Fürstprobstei de Ellwangen, un t errit orio diminut o en el que fueron ejecut adas 400 personas
solo ent re los años 1611 y 1618.[38] ​Los Est ados de mayor t amaño, como Aust ria, Baviera o
Bohemia, fueron, en cambio, bast ant e más moderados en la caza de brujas.[39] ​Un t errit orio del
nordest e de Alemania que sufrió int ensament e la persecución de la brujería fue el Ducado de
Mecklemburgo, prot est ant e, donde t uvieron lugar aproximadament e 4.000 juicios, que causaron
unas 2.000 ejecuciones.[40] ​

La Confederación Helvét ica fue ot ro de los lugares en los que se realizó una caza de brujas
part icularment e int ensa. Se ha calculado que dent ro de sus front eras fueron ejecut adas unas 10
000 personas.[41] ​Solo en el cant ón de Vaud el número de ejecuciones superó las 3.000 (se t rat a,
además, del lugar de Europa en el que se ha const at ado un porcent aje más alt o de ejecuciones
con respect o al t ot al de procesados (alrededor de un 90%).

La persecución fue t ambién muy int ensa en algunos t errit orios que nominalment e formaban part e
del Imperio, pero que en la práct ica gozaban de un elevado grado de aut onomía: el Ducado de
Lorena, el Franco Condado y los Países Bajos. En Lorena, Nicolas Rémy envió a la muert e a 800
brujas ent re 1586 y 1595, y a más de 2.000 a lo largo de t oda su carrera.

En Francia, el número de ejecuciones, con ser elevado, fue significat ivament e menor que en los
t errit orios del Imperio, aun cuando la población del país galo era solo ligerament e menor que la
del Imperio. Levack sugiere una cifra de alrededor de 4.000 ejecuciones para los t errit orios
efect ivament e somet idos a la aut oridad real,[42] ​de las cuales la mayoría t uvieron lugar en la fase
inicial de la caza de brujas, durant e el siglo XVI. Debe t enerse en cuent a que en Francia las zonas
más afect adas por la caza de brujas fueron regiones periféricas que se dist inguían t ambién por su
resist encia al cent ralismo de la monarquía absolut a, lo cual se ha explicado de dos formas: bien
porque la caza de brujas fue un modo de consolidar el poder cent ral, bien porque la mayor
independencia de est os t errit orios con respect o a la aut oridad est at al posibilit ó una mayor
libert ad en la act uación de los t ribunales locales.[43] ​

En las Islas Brit ánicas (Inglat erra, Gales, Escocia e Irlanda) y en las colonias inglesas de América,
la caza de brujas conoció una int ensidad bast ant e menor que en los t errit orios alemanes. Su
incidencia fue bast ant e menor que en los t errit orios cent roeuropeos e incluso que en Francia.
Para el conjunt o de est os t errit orios, las cifras oscilan ent re las 1.500 y las 2.500 ejecuciones.
Debe dest acarse, sin embargo, el caso part icular de Escocia, donde hubo dos grandes cazas de
brujas en los períodos 1590-1592 y 1661-1662. En Irlanda apenas hubo persecuciones. En cuant o
a las colonias americanas, solo en Nueva Inglat erra puede hablarse de una aut ént ica caza de
brujas, ya que en el rest o de las colonias apenas hubo ejecuciones o no se produjeron en
absolut o. La mit ad de las 234 víct imas[44] ​en Nueva Inglat erra corresponde al año 1692, fecha de
los conocidos juicios de Salem.

Para Escandinavia, Levack ha calculado un número t ot al de alrededor de 5.000 procesos, de los


cuales habrían result ado ent re 1.700 y 2.000 ejecuciones.[45] ​La part e del león corresponde a
Dinamarca, donde hubo, según los cálculos más fidedignos, un t ot al de 2.000 procesos y unas
1.000 ejecuciones.[46] ​Bast ant e menor fue la cifra de ejecuciones en Suecia (unas 300),
Noruega[47] ​(sobre 350) y Finlandia (115),[48] ​que en la época formaba part e de Suecia. La
incidencia de la caza de brujas en Escandinavia fue bast ant e menor que la que t uvo en
Cent roeuropa; es bast ant e superior, en cambio, a la de los t errit orios brit ánicos, si t enemos en
cuent a que en los países escandinavos la población era algo menos de la mit ad que en est os.

En el est e de Europa, el fenómeno de la caza de brujas fue bast ant e t ardío (la mayor part e de los
procesos t uvo lugar en el últ imo t ercio del siglo XVII y el primer cuart o del XVIII). En líneas
generales, puede decirse que la mayoría de los procesos t uvo lugar en zonas front erizas con
Alemania, o con una import ant e población alemana. La inmensa mayoría de las cazas de brujas de
los países del est e de Europa se concent ró en Polonia. Aunque los procesos de Polonia no est án
t odavía bien est udiados, algunos especialist as han cifrado las ejecuciones en 10 000,[49] ​de las
cuales la mayoría corresponden a la part e occident al del reino, con una fuert e influencia de
Alemania, por lo que Levack se inclina a considerar la caza de brujas en Polonia como una
ext ensión t ardía de la alemana. En Hungría hubo un t ot al aproximado de 1.500 procesos, de los
cuales al menos 450 t erminaron en ejecuciones.[50] ​La mayor part e de los procesos se llevaron a
cabo en el siglo XVIII. En cuant o a Rusia, la persecución de la brujería parece haberse
desarrollado al margen de las t eorías predominant es en Europa acerca de la asociación de las
brujas con el Diablo, y el número de víct imas no parece haber sido t an elevado. Algo similar
ocurrió en Transilvania y en las regiones de Valaquia y Moldavia, ent onces bajo el dominio del
Imperio ot omano. En t érminos generales, puede decirse que en el Est e de Europa la incidencia de
la caza de brujas fue bast ant e menor en los t errit orios de religión ort odoxa. En los t errit orios
europeos del Imperio Ot omano, a excepción de los casos ant es cit ados de Valaquia y Moldavia,
no se llevaron a cabo cazas de brujas.

Si except uamos est os últ imos, la zona de Europa en la que hubo menos ejecuciones por brujería
fue la región medit erránea. Si se excluyen las regiones alpinas de lengua it aliana, ent re It alia,
España y Port ugal (incluyendo los t errit orios ult ramarinos en América de est os últ imos), la cifra
es muy baja: alrededor de 500.[51] ​Est o no quiere decir que la brujería no se persiguiese en est os
t errit orios: el número de procesos fue bast ant e elevado, pero el porcent aje de ejecuciones sobre
personas encausadas fue muy bajo. Est o significa que en los países medit erráneos los procesos
de brujería fueron t rat ados con bast ant e t emplanza, a diferencia de lo que ocurrió en ot ros
lugares de Europa. La mayoría de los delit os juzgados en España, por ejemplo, fueron cast igados
con penas menores. Dest aca especialment e la t emplanza con que la Inquisición llevó a cabo
est os juicios, ya que la proporción de ejecuciones en procesos juzgados por los t ribunales
inquisit oriales es bast ant e menor que la de los juzgados por t ribunales civiles. Además, en España
no llegaron a exist ir cazas masivas, con la posible excepción de los procesos de Zugarramurdi
(1610), en los que fue precisament e la Inquisición la que ext inguió la psicosis que se había
desencadenado por la int ervención de los t ribunales ordinarios.

La lucha contra la caza de brujas

Las crít icas a la caza de brujas comenzaron práct icament e al mismo t iempo que las
persecuciones de la Edad Moderna. Al principio había sobre t odo recelos por part e de los jueces
y la administ ración por la creación de un sist ema de juicios ext raordinarios paralelo a los órganos
jurídicos est at ales.

La crít ica cont ra la superst ición que represent aba la creencia en brujas apareció más t arde.
Ant erior a la Ilust ración fue el jesuit a Friedrich Spee von Langenfeld, cat edrát ico en la
Universidad Alma Ernest ina en Rint eln, que escribió Cautio Criminalis en 1631. Fue el más
influyent e, aunque no el único, ent re los que at acaron los procesos de brujería. Su libro era la
respuest a a la obra est ándar de la t eoría de la brujería Processus juridicus contra sagas et
veneficos, escrit a por su colega en la universidad Hermann Goehausen en 1630.

El past or prot est ant e Ant on Praet orius, predicador en la cort e del Príncipe en Birst ein, se
compromet ió en 1597 con la causa de las brujas y abogó por su liberación. At acó de t al forma a
los t ort uradores que paralizó el proceso y la últ ima presa que seguía viva fue liberada. Es el único
caso document ado en el que un religioso haya conseguido paralizar un proceso y la t ort ura a una
bruja. En las act as aparece en ant iguo alemán[52] ​porque el cura local se ha opuesto de forma
contundente a que se torture a las mujeres, se ha abandonado esta vez.

Como primer past or reformado, Praet orius publicó bajo el nombre de su hijo Johannes Scult et us
en 1598 el libro Von Zauberey vnd Zauberern Gründlicher Bericht (Informe exhaustivo de magia y
magos) cont ra la locura de la caza de brujas y las t ort uras inhumanas. En 1602 se at revió a poner
su propio nombre en la segunda edición. En 1613 apareció la t ercera edición con un prefacio
escrit o por él.

En 1635, el past or Johann Mat t häus Meyfart , cat edrát ico en la facult ad de Teología lut erana de
Erfurt , se opuso a la caza de brujas y a la t ort ura con su libro Christliche Erinnerung, An Gewaltige
Regenten, vnd Gewissenhaffte Praedicanten, wie das abscheuwliche Laster der Hexerey mit Ernst
außzurotten, aber in Verfolgung desselbingen auff Cantzeln vnd in Gerichtsheusern sehr
bescheidlich zu handeln sey (Recuerdo cristiano a poderosos regentes y predicadores con
conciencia de cómo eliminar en serio la falta de la brujería, pero cuya persecución en cancillerías y
juzgados debe ser manejada con modestia).

El Hochnötige Unterthanige Wemütige Klage Der Frommen Unschültigen (Muy necesaria y sumisa
lamentación de los piadosos inocentes) de Hermann Löher se edit ó en 1676, al finalizar la ola más
dura de la persecución. Es relevant e porque el aut or ejerció en las décadas de 1620 y 1630 como
volunt ario en el sist ema de persecución y a t ravés de esa experiencia llegó a oponerse a la caza
de las brujas. Por ello da la visión desde dent ro del proceso y las luchas de poder que lo
acompañan, lo que no se encuent ra en t ext os de ot ros oposit ores.

En 1700, cuando los procesos a brujos ya se habían hecho escasos, el est udioso de Halle
Christ ian Thomasius publica sus escrit os cont ra la creencia en brujos. Sin embargo, el conocido
médico Friedrich Hoffmann, t ambién de Halle, est aba convencido t odavía a principios del siglo
XVIII en la posibilidad de que las brujas pudiesen causar enfermedades con encant amient os, en
relación con los poderes sobrenat urales que les daba el Demonio.

Historiografía
La caza de brujas ha sido t rat ada una y ot ra vez, t ant o en los círculos de hist oriadores como en
los polít icos.

Durant e el Kulturkampf (lucha cult ural) de los prusianos, se acusó a la iglesia cat ólica como única
culpable de la persecución de las brujas y se daba como número de muert os 9 millones, cifra a
t odas luces exagerada.

Durant e el Tercer Reich, la NSDAP y ot ros est ament os est imulaban los est udios sobre la brujería.
Se int ent aba convert ir a las brujas en represent ant es de la primit iva religión germana, que había
sido at acada por la Iglesia, pero, sobre t odo en las SS, se formó un núcleo de oposición para el
que las brujas eran Volksschädlinge, parásit os sociales, que habían sido eliminadas por una liga de
hombres con la que se ident ificaban ellos mismos.

Bajo el mant o del feminismo, se t rat ó el t ema de forma int ensa en la década de 1980. En el siglo
XXI, el est udio hist órico se cent ra principalment e en la hist oria local y regional del fenómeno.

La caza de brujas en la actualidad

También en regiones no crist ianas o que han sido crist ianizadas recient ement e aparece una y ot ra
vez la persecución de brujas, la brujería o de la magia.

Causaron revuelo los casos de los niños brujos del Congo. En el nort e de Sudáfrica, sobre t odo en
regiones donde persist en las religiones t radicionales animist as, se acusa cada año a cient os de
hombres y mujeres de brujería, personas que son a menudo asesinadas por las masas enfurecidas.
La sit uación es part icularment e prevalent e en Tanzania, donde cada año ent re 500 y 1.000
personas, en su mayoría mujeres, son acusadas de brujería y luego asesinadas, quemadas o
mut iladas.[53] [54]
​ [55]
​ ​El caso t ambién se da en Kenia.[56] ​En algunos est ados africanos exist en
incluso leyes específicas cont ra la brujería.

Act ualment e en las t ribus indígenas de Papúa Nueva Guinea se han regist rado casos de hombres
acusados de causar la muert e de ot ras personas mediant e brujería. Tales "brujos" son asesinados
y comidos por los aldeanos, el canibalismo es considerado una forma de defensa frent e al
posible mal que pueda cont inuar haciendo el alma del brujo.[cita requerida]

Las cazas de brujas t odavía ocurren en la act ualidad en algunos países en desarrollo. El proceso
más generalizado act ualment e es la acusación y asesinat o masivo de mujeres ancianas acusadas
de pract icar la brujería en Tanzania. Ent re 500 y 1.000 personas, en su mayoría mujeres, son
asesinadas, quemadas vivas o mut iladas t ras ser acusadas de ser brujas cada año en ese
país.[57] [58]
​ [59]
​ ​

Referencias

1. Velasco, Sherry Marie (2011). «Witchcraft and Lesbian Desire» (https://archive.org/details/les


biansearlymod00vela/page/n76) . Lesbians in Early Modern Spain (en inglés). Nashville:
Vanderbilt University Press. p. 64. ISBN 978-0-8265-1750-0. Consultado el 28 de marzo de
2021.

2. Federici, Silvia (2004). «La gran caza de brujas en Europa». Calibán y la bruja. Madrid:
Autonomedia. pp. 219-286. ISBN 978-84-96453-51-7.

3. Traducción propia de la cita de Soldan/Heppe:Wer vom Teufel verblendet nach Weise der
Heiden glaubt, es sei jemand eine Hexe und fresse Menschen, und diese Person deshalb
verbrennt oder ihr Fleisch durch andere essen lässt, der soll mit dem Tode bestraft werden."

4. Porret, 2019, p. 51.

5. Ostorero, 2019, p. 36; 39.

6. Ostorero, 2019, p. 39.

7. Ostorero, 2019, p. 45.

8. Ostorero, 2019, p. 39-40.

9. Ostorero, 2019, p. 36-38.

10. Ostorero, 2019, p. 38.

11. Ostorero, 2019, p. 36.

12. Ostorero, 2019, p. 40; 42.

13. Ostorero, 2019, p. 36; 42-43.

14. Ostorero, 2019, p. 42-44.

15. «Caliban y la bruja, de Silvia Federicci, en Traficantes.net» (https://web.archive.org/web/2017


0825063216/https://www.traficantes.net/index.php/trafis/editorial/catalogo/historia/caliban
_y_la_bruja_mujeres_cuerpo_y_acumulacion_originaria) . Archivado desde el original (http://
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2010.
16. Capitalistas contra brujas, Público, 18/10/2010 (http://www.publico.es/culturas/341987/capi
talistas-contra-brujas)

17. Bechtel (2001). «Capítulo 3: La bruja». Las cuatro mujeres de dios. Montevideo, editorial Zeta.
ISBN 978-84-96778-78-8.

18. Jean -Michel Sallman (1993). La bruja en Historia de las mujeres, tomo 3. Del Renacimiento a
la Edad Moderna. Madrid, Taurus. ISBN 84-306-0390-5.

19. Levack, p. 70.

20. La creencia en la marca de la bruja se desarrolló tardíamente, a partir del siglo XVI, y
fundamentalmente en el ámbito protestante (ref: Levack, p. 80)

21. Al tratarse de un libro relativamente temprano, algunas características propias de la imagen


de los brujos no están todavía reflejadas en él. No hay referencias, por ejemplo, al osculum
infame o a la marca del diablo (ref: Levack, p. 84)

22. Heinrich Institoris Kramer y Jakob Sprenger. «El martillo de las brujas, para golpear a las
brujas y sus herejías con poderosa maza. Malleus Maleficarum» (http://books.google.es/boo
ks?id=5-ADwsfPxF8C&printsec=frontcover&dq=martillo+brujas&ei=sI2fSrmhCaCGygTxpIjOD
g#v=onepage&q&f=false) . Valladolid, Maxtor, 2004, traducción de Miguel Jimenez
Monteserín, ISBN 84-9761-110-1. Consultado el 18 de abril de 2012.

23. Mar Rey Bueno (2006). «capítulo II, Malleus Maleficarum» (http://books.google.com.ar/book
s?id=AQtmUPeufjsC&pg=PA242&dq=mar+rey+%2B+Malleus+maleficarum&hl=es&sa=X&ei=-
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24. Heinrich Kramer y Jacobus Sprenger (1975). Prólogo del Malleus Maleficarum (El martillo de
los brujos). Buenos Aires, editorial Orión, traducción Floreal Mazia.

25. Zaffaroni (2012). La cuestión criminal, pág.44. Buenos Aires, editorial Planeta. ISBN 978-950-
49-2824-9.

26. Bechtel, Guy (2008). Las mujeres de dios, pág. 131. Montevideo, ediciones Zeta. ISBN 978-
84-96778-78-8.

27. Caro Baroja, Julio (2003). pp. 157; 160-161. Falta el |título= (ayuda)

28. Caro Baroja, Julio (2003). pp. 162-165. Falta el |título= (ayuda)

29. Caro Baroja, Julio (2003). pp. 165-167. Falta el |título= (ayuda)


30. Traducción propia del original alemán: Es ist ein überaus gerechtes Gesetz, dass die
Zauberinnen getötet werden, denn sie richten viel Schaden an, was bisweilen ignoriert wird,
sie können nämlich Milch, Butter und alles aus einem Haus stehlen… Sie können ein Kind
verzaubern… Auch können sie geheimnisvolle Krankheiten im menschlichen Knie erzeugen,
dass der Körper verzehrt wird… Schaden fügen sie nämlich an Körpern und Seelen zu, sie
verabreichen Tränke und Beschwörungen, um Hass hervorzurufen, Liebe, Unwetter, alle
Verwüstungen im Haus, auf dem Acker, über eine Entfernung von einer Meile und mehr
machen sie mit ihren Zauberpfeilen Hinkende, dass niemand heilen kann... Die Zauberinnen
sollen getötet werden, weil sie Diebe sind, Ehebrecher, Räuber, Mörder… Sie schaden
mannigfaltig. Also sollen sie getötet werden, nicht allein weil sie schaden, sondern auch, weil
sie Umgang mit dem Satan haben.

31. Prédica: Predigt 6. Mai 1526, WA 16, 551f.

32. Holland, Jack (2010). Una breve historia de la misoginia. Océano. pp. 104/109. ISBN 978-
607-400-301-7.

33. Porret, 2019, p. 52-53.

34. En 1786 Gottfried Christian Voigt llegó a cifrar exageradamente en nueve millones el número
total de brujas ajusticiadas.

35. Levack, p. 49

36. Según Levack (p. 37): "La mayoría de las personas acusadas de brujería no practicó ninguna
clase de magia, pero fueron acusadas de provocar daños por medios mágicos cuando alguna
desgracia inexplicable golpeaba a uno de sus convecinos o cuando eran mencionadas como
cómplices de otras brujas durante alguna gran caza."

37. La cifra de 20.000 ejecuciones es la calculada por Behringer, en "Erhob sich das ganze Land".
Schormann, en Hexenprozesse in Deutschland, p. 71, estima en un mínimo de 30.000 el total
de procesamientos (ambos autores citados en Levack, p. 246). Levack sugiere que la cifra
pudo ser aún más elevada.

38. Levack, p. 247

39. Levack menciona las siguientes cifras: 1.000 ejecuciones en Bohemia, 900 en Austria y unas
300 en Baviera (ref: Levack, p. 248).

40. HEXENFORSCHUNG archives - February 2006 (#7) (http://www.listserv.dfn.de/cgi-bin/wa?A2


=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) (enlace roto disponible en Internet Archive;
véase el historial (https://web.archive.org/web/*/http://www.listserv.dfn.de/cgi-bin/wa?A2=ind0602&L=hexenfors
chung&O=D&F=&S=&P=761) , la primera versión (https://web.archive.org/web/1/http://www.listserv.dfn.de/cgi-bi
n/wa?A2=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) y la última (https://web.archive.org/web/2/http://w
ww.listserv.dfn.de/cgi-bin/wa?A2=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) ).

41. Levack, p. 249. Otros autores (Bader, Hexenprozesse in der Schweiz, pp. 211 ss.) cifran el
total de ejecuciones en 5.417.

42. Levack, p. 253

43. Levack, p. 252

44. Si bien la cifra puede parecer insignificante en comparación con la de otros territorios, debe
tenerse en cuenta que la población de Nueva Inglaterra en esa época era de unas 100.000
personas, por lo cual el número de ejecuciones por habitante es bastante elevado.

45. Levack, p. 260.

46. Henningsen, "Witchcraft in Denmark", citado en Levack, p. 262.

47. Uno de los casos más célebres de la caza de brujas en Noruega fue el de Anna Pederstotter
Absalon, que fue quemada en Bergen en 1590. La historia de este proceso se narra, con
bastantes libertades, en la película Dies irae de Carl Theodor Dreyer

48. Estas cifras están tomadas de este informe de Rita Volmer (http://www.listserv.dfn.de/cgi-bi
n/wa?A2=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) (enlace roto disponible en Internet
Archive; véase el historial (https://web.archive.org/web/*/http://www.listserv.dfn.de/cgi-bin/wa?A2=ind0602&L=he
xenforschung&O=D&F=&S=&P=761) , la primera versión (https://web.archive.org/web/1/http://www.listserv.dfn.
de/cgi-bin/wa?A2=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) y la última (https://web.archive.org/web/
2/http://www.listserv.dfn.de/cgi-bin/wa?A2=ind0602&L=hexenforschung&O=D&F=&S=&P=761) )., y
coinciden, grosso modo, con las ofrecidas por Levack (pp. 260-269)

49. Levack, p. 270

50. Klaniczay, "Hungary", p. 222. Citado en Levack, p. 274.

51. Levack, p. 279

52. Traducción propia del original: „weil der Pfarrer alhie hefftig dawieder gewesen, das man die
Weiber peinigte alß ist es dißmahl deßhalben underlaßen worden.“

53. «El País, 20 de octubre de 2017.» (https://elpais.com/elpais/2017/10/19/planeta_futuro/150


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54. «El País, 31 de julio de 2017.» (https://elpais.com/internacional/2017/07/31/actualidad/1501


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55. «ABC Internacional, 2 de noviembre de 2014.» (https://www.abc.es/internacional/20141102/
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Bibliografía

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hist órica sobre el últ imo proceso a una bruja en Suiza)

Véase también

Mart illo de brujas

Caza de brujas en Tarrasa

Enlaces externos

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Un posicionamient o al mit o de la cifra dada por Got t fried Christ ian Voigt , que 9 millones de
brujas fueron quemadas (ht t ps://web.archive.org/web/20060826143000/ht t p://www.sfn.uni-m
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Fuentes
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Dat os: Q188494

Mult imedia: Wit ch hunt s (ht t ps://commons.wikimedia.org/wiki/Cat egory:Wit ch_ hunt s)

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