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Iglesia católica
Para los cat ólicos, su fe consist e en su libre ent rega y amor a Dios, dándole "la plena sumisión de
su intelecto y de su voluntad y dando consentimiento voluntario a la revelación hecha por Él".[7]
Esa revelación es t ransmit ida por la Iglesia sobre la forma de Tradición.[8] La fe en Dios "opera
por la caridad" (Gálat as 5,6), por eso la vida de sant ificación de un cat ólico implica su
part icipación en los sacrament os y su seguimient o de la volunt ad divina,[9] a t ravés de, por
ejemplo, la práct ica de las enseñanzas reveladas (que se resumen en el mandamient o del amor
enseñado por Jesús), de las buenas obras y t ambién de las reglas de vida propuest as por la
Iglesia fundada y encabezada por Jesús.[10] [11]
[12]
[13]
Esa ent rega a Dios t iene por finalidad y
esperanza últ imas la salvación de los hombres[14] [15]
y la implement ación del Reino de Dios. En
ese reino et erno solo exist e el bien, y los hombres salvos y just os, después de la resurrección de
los muert os y el fin del mundo, pasarán a vivir et ernament e en Dios, con Dios y junt o a Dios.[16]
Dios se revela a Abraham, el mayor patriarca del Antiguo Testamento y el "padre de los creyentes".[17]
Según la fe cat ólica, Dios se reveló al hombre, a t ravés de palabras y acont ecimient os, para que
el hombre pueda conocer su designio de benevolencia. Ese designio "consiste en hacer participar,
por la gracia del Espíritu Santo, a todos los hombres en la vida divina, como sus hijos adoptivos
en su único hijo", que es Jesucrist o.[18] Esa infalible Revelación divina, manifest ada a lo largo de
los siglos que corresponden al Ant iguo Test ament o, es plenament e realizada y complet ada en
Jesucrist o.[3] A part ir de la resurrección de Crist o, no será revelado más nada a los hombres
hast a la Parusía.[6] Pero, "a pesar de que la Revelación ya está completa, todavía no está
plenamente explicitada. Y está reservado a la fe cristiana aprender gradualmente todo su alcance, y
el transcurso de los siglos."[19]
A part ir de ahí, según lo que dice la Iglesia, la Revelación inmut able (o el depósito de fe) sería
t ransmit ida inint errumpidament e e ínt egrament e por la Iglesia cat ólica a t ravés de una doble
Tradición (que en lat ín significa entrega el acto de confiar) indisociable,[20] que puede ser oral o
escrit a (2 Tesalonicenses 2,15; 2 Timot eo 1,13-14; 2,2):
la Tradición oral, o simplement e la Tradición, que conserva las enseñanzas de Crist o a los
Apóst oles. A su vez, ellos t ransmit en int egralment e est as enseñanzas a sus sucesores (los
obispos unidos con el Papa), para que ellos puedan conservar y difundirlos;[20] [21]
la Tradición escrit a, o la Biblia, es el product o del regist ro escrit o de la Tradición oral por los
cuat ro evangelist as y ot ros escrit ores sagrados, siempre inspirados por el Espírit u Sant o. Para
los cat ólicos, la Biblia est á const it uida por 73 libros, organizados en el Ant iguo Test ament o y
el Nuevo Test ament o.[20]
Ambas est án int ercomunicadas, vist o que "Jesús ha hecho en presencia de los discípulos
muchas otras señales, que no están escritas en este libro",[22] en el Evangelio de San Juan.
Además de la Revelación inmut able, exist en t ambién las apariciones privadas (ej.: las apariciones
marianas), que no pert enecen a la Revelación ni pueden cont radecirlas. Por eso, los cat ólicos no
est án obligados a creer en ellas, aunque algunas de ellas fueran reconocidas como aut ént icas
por la Iglesia (ej.: apariciones de Fát ima). Su papel es solament e ayudar a los fieles a vivir mejor la
Revelación divina, en una det erminada época de la hist oria.[23]
La Tradición, sea ella oral o escrit a, es int erpret ada y profundizada progresivament e por el
Magist erio de la Iglesia cat ólica, que debe ser obedecida y seguida por los cat ólicos. Est o
porque la función del Magist erio es de guardar, int erpret ar, t rasmit ir y enseñar la Tradición, que es
propia de la aut oridad de la Iglesia, pero más concret ament e del Papa y de los obispos unidos al
Papa.[25] Fue sobre la base de su int erpret ación que la Iglesia escogió los libros pert enecient es
al canon bíblico. Ella cree que sus verdades de fe no est án solament e cont enidas en la Biblia,
queriendo eso decir que las Tradiciones orales y escrit as "deben ser recibidas y veneradas con
igual espíritu de piedad y reverencia".[26] [20]
La Iglesia cat ólica cree que, "a pesar de que la Revelación ya está completa, todavía no está
plenamente explicitada. Y está reservado a la fe cristiana aprender gradualmente todo su alcance,
en el transcurso de los siglos."[19] Por eso, la Iglesia admit e el desarrollo progresivo de su
doct rina, bien como las cost umbres y la expresión de la fe de sus fieles, a lo largo de los siglos.
Ese desarrollo doct rinal, que según cree es orient ado por la gracia del Espírit u Sant o, es
result ado de la int erpret ación gradual de la Revelación divina (o "crecimiento y la inteligencia de la
fe"), que no puede ser confundida con a mat eria de la propia Revelación, que es inalt erable. En
ot ras palabras, el Magist erio de la Iglesia, al medit ar y est udiar la Revelación inmut able, se daría
cuent a de manera gradual de ciert as realidades que ant es no t enía comprendida explícit a y
t ot alment e.[6] [24]
[27]
El proceso de desarrollo de la doct rina, que t iene que ser siempre cont inuo y fiel a la Tradición,
implica la definición gradual de dogmas, que, una vez proclamados solemnement e, son inmut ables
y et ernos.[6] Pero, eso "no quiere decir que tales verdades solo han sido reveladas tardíamente,
sino que se vuelven más claras y útiles para la Iglesia en su progresión en la fe."[28]
Dogmas, verdades de fe e hipótesis
Exist e una jerarquía que divide y clasifica las varias verdades de fe profesadas por la Iglesia
cat ólica, ya que su relación con el "fundamento de la fe cristiana" es diferent e.[29]
De ese modo, exist en los dogmas, que son las verdades infalibles e inmut ables que const it uyen a
base de la doct rina cat ólica.[6] [30]
Los dogmas son definidos y proclamados solemnement e por
el Supremo Magist erio (Papa o Concilio Ecuménico con el Papa[31] ) siendo verdades definit ivas,
porque ellas est án cont enidas en la Revelación divina o t ienen con ella una conexión
necesaria.[32] Una vez proclamado solemnement e, ningún dogma puede ser alt erado o negado
(sin embargo, puede ser reint erpret ado).[6] Por eso, el cat ólico est á obligado a adherir, acept ar y
creer en los dogmas de una manera irrevocable.[32]
Además de los dogmas, exist en t odavía muchas definiciones doct rinarias que, no est ando
expresament e definidas en la Biblia o en la Tradición oral, aún plant ean dudas y no se encuent ran
t odavía complet ament e desarrolladas.[6] Esas definiciones, que después se pueden volver
dogmas,[6] son divididas en:
verdades de fe, que son objet o de creencia por t odos los cat ólicos, aunque t odavía no sean
dogmas y que pueden sufrir algún desarrollo doct rinal post erior;[6]
verdades próximas a la fe, que falt an poco para volverse verdades de fe;[6]
hipótesis, que pueden ser creídas por los cat ólicos y que permanecen solament e como t emas
de reflexión por part e de t eólogos debidament e acredit adas por la Sant a Sede.[6]
Además de la doct rina oficial u ort odoxa propuest a por el Magist erio de la Iglesia cat ólica
ordinariament e a t ravés del munus docendi (deber de enseñar) del obispo en comunión con el
Papa y ext raordinariament e a t ravés de los Concilios Ecuménicos y definiciones pont ificias
solemnes, aparecieron varias ot ras versiones t eológicas het erodoxas. Esos desvíos de la
enseñanza normat iva de la Iglesia pueden ser t olerados, combat idos a t ravés de la cat equesis y
discusiones o condenados solemnement e por la Iglesia.[33] [34]
Un de los ejemplos más
paradigmát icos de versión t eológica het erodoxa es la t eología de la liberación, de fuert e
inspiración marxist a, que fue corregida por la Inst rucción Libertatis Nuntius.[35]
Las herejías son doct rinas het erodoxas desarrolladas por baut izados crist ianos que niegan y
dudan explícit ament e un dogma o verdad fundament al cat ólica. Cualquier hereje, except o los
nacidos y baut izados en comunidades no cat ólicas o aquellos que cayeron en herejía o cisma
ant es de los 16 años, es condenado con la excomunión latae sententiae y con ot ras penas
canónicas, como a dimisión del est ado clerical, en caso de que el hereje sea un clérigo. Algunas
de las principales herejías condenadas por la Iglesia fueron el gnost icismo (siglo II), el
maniqueísmo (siglo III), el arrianismo (siglo IV), el pelagianismo (siglo V), Iconoclasia (siglo VIII),
cat arismo (siglo XII-XIII), prot est ant ismo (siglo XVI), anglicanismo (siglo XVI), jansenismo (siglo
XVII) y modernismo (siglo XIX). Hoy, la Iglesia considera el relat ivismo moral y doct rinal como la
gran herejía act ual.[34]
La Inquisición se refiere a varias inst it uciones creadas para combat ir y suprimir la herejía en el
seno de la Iglesia cat ólica. La Inquisición medieval fue jurídicament e inst it uida en 1231. La
inst alación de esos t ribunales eclesiást icos era común en Europa a pedido de los poderes regios,
especialment e en España (1478) y en Port ugal (1531/1536), donde ambas dependieron mucho
del poder civil.[36] [37]
[38]
El condenado era muchas veces responsabilizado por una "crisis de fe", pest es, t erremot os y
miseria social, siendo ent regado a las aut oridades del Est ado para que fuese punido. Las penas
variaban desde el ayuno, mult as, pequeñas penit encias, prisión, confiscación de bienes, pérdida de
libert ad y t ort ura hast a la pena de muert e aplicada por el poder civil, cuya modalidad más
conocida es la hoguera.[39] [37]
[40]
A pesar de eso, act ivist as y est udiosos cat ólicos argument an
que la Inquisición papal fue inst it uida principalment e para impedir y evit ar las superst iciones
judiciales (ej.: ordalía) y los abusos de población o de gobernant es seculares,[41] como Federico
II, que ejecut aba herejes por cuest iones polít icas.[42] [41]
En los siglos XV y XVI, influenciados por la Reforma prot est ant e, la Inquisición fue reorganizada:
en 1542, el Papa Pablo III inst it uyó la Sagrada Congregación de la Inquisición Universal.[43] En el
siglo XIX, los t ribunales de la Inquisición fueron suprimidos por los Est ados europeos, pero
t odavía mant enidos por el Est ado Pont ificio. En 1908, sobre el Papa Pío X, la inst it ución fue
renombrada Sacra Congregación del Sant o Oficio. En 1965, con mot ivo del Concilio Vat icano II,
durant e el pont ificado de Pablo VI, asumió su nombre act ual de Congregación para la Doct rina de
la Fe.[43] [44]
Aunque señalar que sería un anacronismo int erpret ar la Inquisición fuera del cont ext o social,
cult ural y religioso que la vio nacer,[45] la Iglesia cat ólica reconoció recient ement e que la
Inquisición "es inconcebible para la actual mentalidad y cometió, más allá de la crudeza de sus
propias costumbres de entonces, verdaderos abusos e injusticias (como la condenación de los
Templarios, de Santa Juana de Arco" ent re ot ros).[36] Act ualment e, la Iglesia, comprendiendo
mejor la libert ad de pensamient o, prefiere ut ilizar el diálogo y el ecumenismo para combat ir las
herejías y ot ros desvíos de la doct rina.[34]
Historia
Las alt eraciones y adiciones verificadas en la doct rina cat ólica en el t ranscurso del t iempo son
llamados por la Iglesia cat ólica desarrollo de la doctrina y just ificados por el hecho de que, "a
pesar de que la Revelación ya esté completa, todavía no está plenamente explicitada" y, por eso, a
lo largo de los t iempos, la doct rina cat ólica fue siendo enriquecida por nuevas clarificaciones,
nuevas definiciones de dogmas y nuevos pronunciamient os papales o conciliares.[19]
El Primer Concilio de Nicea (325) formuló el Credo Niceno original, que reconocía las t res
Personas de la Sant ísima Trinidad (Padre, Hijo y Espírit u Sant o) y enseñaba que Jesús, Hijo de
Dios, era consubst ancial al Dios Padre. Al definir la divinidad de Jesús, ese concilio condenó el
arrianismo.[46] [47]
[48]
De hecho, uno de los dogmas cent rales del cat olicismo, la Sant ísima
Trinidad, ya era ampliament e discut ido, reflexionado y acept ado por muchos crist ianos ant es del
Concilio de Nicea: ya en 180 d.C., la palabra Trinidad era usada por Teófilo de Ant ioquia. Pero,
ant es de eso, est a doct rina peculiar ya aparecía con gran frecuencia en el ámbit o de la praxis
baut ismal (véase "Didaché" 7, 1; y Just ino, "Apología" 1, 61, 13) y eucaríst ica (véase Just ino,
"Apología" 1, 65-67; y Hipólit o, "Tradición Apostólica" 4-13). La fórmula t rinit aria (Padre, Hijo y
Espírit u Sant o) ya aparecía t ambién en varias cart as y escrit os crist ianos (véase Ignacio de
Ant ioquia, "Cart a a los Efesios", 9, 1; 18, 2; y en la "Primera Cart a de Clement e Romano" 42; 46,
6[49] ). En el siglo III, Tert uliano, Orígenes y Gregorio Taumat urgo reflexionaron con gran
profundidad sobre est e dogma cat ólico.[50]
El Primer Concilio de Const ant inopla (381) definió la divinidad del Espírit u Sant o, cuya divinidad es
la misma del Padre y del Hijo. El concilio t ambién reformuló el Credo Niceno, que pasó a const ar
de más informaciones sobre la nat uraleza del Espírit u Sant o, sobre Jesús y sobre ot ros dogmas
import ant es. Ese concilio condenó el macedonianismo, el apolinarismo y, una vez más, el
arrianismo.[51]
En 431, el Concilio de Éfeso proclamó la Virgen María como la Madre de Dios (en griego:
Theotokos), en oposición a Nest orio, que defendía que María solo debía ser llamada de Madre de
Crist o, porque ella era solo la madre de nat uraleza humana de Crist o y no de su nat uraleza divina.
Nest orio defendía que esas dos nat uralezas eran dist int as y separadas, algo que el concilio
condenó. Además del nest orianismo, el concilio condenó t odavía el pelagianismo, que ent raba en
oposición con la doct rina del pecado original y de la gracia desarrollada por San Agust ín, en el
siglo V.[52] [53]
San Agust ín es considerado uno de los Padres de la Iglesia. Esos t eólogos, que vivieron ent re el
siglo II y el siglo VII, clarificaron y consolidaron los principales concept os de la fe (ex.: primacía
papal, Sant ísima Trinidad, nat uraleza de Crist o, nat uraleza de la Iglesia, gracia, canon bíblico,
salvación, pecado, et c.), combat ieron muchas herejías y, de ciert a forma, fueron responsables de
la fijación y sist emat ización de la Tradición apost ólica. Por eso, lo pensamient o y la reflexión
t eológica de los Padres de la Iglesia son t odavía hoy una base fundament al de la const rucción
t eológica.[54] [55]
El Tercer Concilio de Const ant inopla (680-681) condenó el monot elismo y reafirmó que Crist o,
siendo Dios y hombre, t enía las volunt ades humana y divina.[59] El Segundo Concilio de Nicea
(787) definió la validez de la veneración de imágenes sant as, condenando así la
iconoclasia.[60] [61]
Edad Media
Santo Tomás de Aquino afirmó que la fe y la razón pueden ser conciliadas, "porque provienen ambas de Dios", siendo la
razón un medio de entendimiento de la fe.[62]
El Cuart o Concilio de Let rán (1215) oficializó una ant igua t radición en que cada cat ólico t enía que
recibir, por lo menos una vez por año, en la Pascua, la confesión y la Eucarist ía (ver los cinco
mandamient os o precept os de la Iglesia cat ólica). Ese concilio defendió t ambién el celibat o
clerical, la doct rina de la t ransubst anciación y condenó t odavía los albigenses.[59] [63]
[64]
En el siglo XIII, Sant o Tomás de Aquino, doct or de la Iglesia y aut or de la Suma Teológica, adapt ó
la filosofía de Arist ót eles al pensamient o crist iano de época. El es considerado el más alt o
represent ant e de la escolást ica, que es un sist ema, movimient o y mét odo que procuró reafirmar
que la fe supera pero no cont radice la razón. Combinando siempre la filosofía y la t eología, los
debat es y reflexiones escolást icos se basaban en la lect ura de las Sagradas Escrit uras y de los
escrit os de los Padres de la Iglesia y de varios filósofos.[65] [66]
[67]
El Concilio de Const anza (1414-1418) condenó las herejías de John Wycliffe y de Jan Hus, que
eran dos famosos precursores de la Reforma prot est ant e.[59] El Quint o Concilio de Let rán (1512-
1517) definió la inmort alidad del alma.[68]
El Primer Concilio de Lat rán (1123) y el Segundo Concilio de Let rán (1139) condenaron e
invalidaron el concubinat o y los casamient os de clérigos, imponiendo así el celibat o
clerical.[69] [70]
Pero, es preciso señalar que el celibat o obligat orio ya fue decret ado por el
Concilio de Elvira (295-302), pero, como era solo un concilio regional español, sus decisiones no
fueron cumplidas por t oda la Iglesia.[71] El Primer Concilio de Nicea (323) decret ó solo que
"todos los miembros del clero estaban prohibidos de vivir con cualquier mujer, con excepción de
la madre, hermana o tía" (III canon).[48] A pesar de eso, en el final del siglo IV, la Iglesia lat ina
promulgó varias leyes a favor del celibat o, que fueron generalment e bien acept adas en el
Occident e, en el pont ificado de San León Magno (440-461).[71] De hecho, el Concilio de
Calcedonia (451) prohibió el casamient o de monjes y vírgenes consagradas (XVI canon).[58]
Sin embargo, a pesar de eso, hubo varios avances y ret rocesos en la aplicación de esa práct ica
eclesiást ica, incluso llegando hast a a haber algunos Papas casados, como por ejemplo el Papa
Adriano II (867-872).[72] En el siglo XI, varios Papas, especialment e León IX (1049-1054) y
Gregorio VII (1073-1085), se esforzaron nuevament e por aplicar con mayor rigor las leyes del
celibat o, debido a la crecient e degradación moral del clero.[71] Según fuent es hist óricas, durant e
el Concilio de Const anza (1414-1418), 700 prost it ut as at endieron sexualment e a los
part icipant es.[73] [74]
El celibat o clerical volvió a ser defendido por el Cuart o Concilio de Let rán (1215) y por el Concilio
de Trent o (1545-1563).[71] Act ualment e, las leyes del celibat o se aplican solament e a los
sacerdot es de la Iglesia lat ina (del Occident e), a diferencia de las Iglesias orient ales cat ólicas y
los ordinariat os personales para anglicanos, que permit en la ordenación de casados, pero no que
los sacerdot es cont raigan mat rimonio.[75] [76]
[77]
El Concilio de Trento (1545 - 1563) luchó contra la Reforma protestante,[47] que fue, a la par del Cisma de Oriente, una de
las mayores divisiones que la Iglesia católica jamás enfrentó.[78] [79]
En el siglo XVI, debido a la Reforma prot est ant e, fue convocado el Concilio de Trent o (1545-
1563) para reformar la disciplina eclesiást ica y consolidar las principales verdades de fe
cat ólicas. Ese concilio reafirmó, clarificó y definió la presencia real de Crist o en la Eucarist ía, la
doct rina de los siet e sacrament os (siendo cada uno de ellos ampliament e debat ido y definido por
el concilio), la doct rina de la gracia y del pecado original, la just ificación, el valor y la import ancia
de la misa, el celibat o clerical, la jerarquía cat ólica, la Tradición, el canon bíblico (reafirmó como
aut ént ica la Vulgata), la lit urgia (la misa t rident ina), el cult o a los sant os, de las reliquias y de las
imágenes, las indulgencias y la nat uraleza de la Iglesia. El concilio promovió t ambién la publicación
del Index librorum prohibitorum. El Concilio de Trent o fue el concilio ecuménico que duró más
t iempo, emit ió el mayor número de decret os dogmát icos y reformas y produjo los result ados más
duraderos sobre la fe y la disciplina de la Iglesia.[59] [80]
[81]
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, los jesuit as y los jansenist as se confront aron con polémicas
acerca del papel de la gracia, de la libert ad humana y de la part icipación del hombre en su propia
salvación. Por últ imo, los jansenist as fueron condenados por el Magist erio de la Iglesia
cat ólica.[82] [83]
En 1854, el Papa Pío IX proclamó como dogma la Inmaculada Concepción de
María.[84] El Concilio Vat icano I (1869-1870) proclamó incluso como dogma la Infalibilidad
papal.[85] En 1891, el Papa León XIII publicó la encíclica Rerum Novarum, marcando así el inicio
de la sist emat ización de la Doct rina Social de la Iglesia.[86] A finales del siglo XIX e inicios de
siglo XX, apareció la herejía del modernismo, que fue rudament e condenada por el Papa San Pío
X.[87]
En 1950, el Papa Pío XII proclamó como dogma la Asunción de María al Cielo, en cuerpo y
alma.[88] Ent re 1962 y 1965, el Concilio Vat icano II, idealizado por el Papa Juan XXIII, impulsó el
aggiornamento (act ualización) de la Iglesia, t rat ando por eso de varios t emas dist int os, t ales
como la reforma de la lit urgia, la const it ución y past oral de la Iglesia (que llegó a ser fundada en
la igual dignidad de t odos los creyent es), la relación ent re la Revelación divina y la Tradición, la
defensa de la libert ad religiosa, el empeño al ecumenismo y la defensa del apost olado de los
laicos. Ese concilio no proclamó ningún dogma, pero sus orient aciones doct rinales y past orales
son de ext rema import ancia para la acción de la Iglesia en el mundo moderno.[89] [90]
[91]
En 1968,
el Papa Pablo VI publicó la encíclica Humanae Vitae, que t rat aba de varios asunt os relacionados
con el valor de la vida, la procreación y la cont racepción.[92]
El Magist erio de la Iglesia cat ólica defiende en el siglo XXI que buena part e de la Tradición,
incluyendo la Biblia y más específicament e el libro de Génesis, debe ser int erpret ado como
alegoría y de acuerdo con las cost umbres y con los conocimient os cient íficos de la época. En
ese caso, esas alegorías serían port adoras de verdad t eológica, pero que no poseerían
necesariament e verdad hist órica o cient ífica.[93] Luego, las int erpret aciones lit erales son
oficialment e abandonadas, aunque t odavía permanezcan ciert os sect ores más conservadores y
fundament alist as que no lo acept en por complet o. Ese modo alegórico de int erpret ar la Biblia no
es algo surgido solament e en los t iempos act uales. Por ejemplo, ya en el siglo V, San Agust ín
afirmaba que la Biblia debería ser int erpret ada de modo de armonizarla con los conocimient os
cient íficos disponibles en cada época.[94]
De hecho, la Iglesia cat ólica, defendiendo el pensamient o de San Agust ín y de Sant o Tomás de
Aquino, que afirma, "aunque la fe supere la razón, no podrá nunca existir contradicción entre la fe y
la ciencia porque ambas tienen origen en Dios."[65] Luego, a part ir del siglo XX, la Iglesia fue
lent ament e acept ando varios descubrimient os cient íficos modernos. Por ejemplo, acabó por
acept ar oficialment e las t eorías del Big Bang y de la evolución (con la const ant e int ervención
divina), defendiendo que son compat ibles con la creencia de la creación divina del mundo, puest o
que esas t eorías sean cient íficament e válidas.
La Iglesia cat ólica y la ciencia cont inúan sin est ar de acuerdo en cuest iones relacionadas, como
por ejemplo: en la infalibilidad y en la aut ent icidad de la Tradición revelada; en la negación de la
exist encia de Dios y del alma (y de su inmort alidad); en los moment os exact os del principio y del
fin de la vida humana; y en las implicaciones ét icas de la clonación, de la ant iconcepción o
fert ilización art ificial, de la manipulación genét ica y del uso de células madre embrionarias en la
invest igación cient ífica.[95] [96]
El caso de Galileo
Con el t iempo, sin embargo, la Iglesia cat ólica revió su posición en cuant o al heliocent rismo,
acabando por acept arlo. En 1758, la Iglesia cat ólica ret iró las obras heliocént ricas del Index
Librorum Prohibitorum. [108] En 1979, el Papa Juan Pablo II lament ó los sufrimient os de Galileo
causados por cat ólicos y organismos eclesiást icos y defendió, una vez más, que las dos
verdades, de fe y de ciencia, no pueden nunca cont radecirse, concluyendo con la cit a de una
afirmación del propio Galileo: "procediendo igualmente del verbo divino, la escritura santa y la
naturaleza, la primera como dictada por el Espíritu Santo, la segunda como ejecutora fidelísima de
las órdenes de Dios." [109] En el año 2000, el Papa Juan Pablo II emit ió finalment e un pedido
formal de disculpas por t odos los errores comet idos por algunos cat ólicos en los últ imos 2.000
años de hist oria de la Iglesia cat ólica, incluyendo el juzgamient o de Galileo Galilei por la
Inquisición.[110] [111]
Miniatura medieval con la representación clásica de la Santísima Trinidad, siendo o hombre más viejo el Padre, el más
nuevo (con una cruz) el hijo y la “paloma”, el Espíritu Santo.
La Iglesia cat ólica, como part e del Crist ianismo, cree en el monot eísmo, que es la creencia en la
exist encia de un único Dios.[112] Para los cat ólicos, Dios es el creador de t odas las cosas y
consigue int ervenir en la Hist oria, siendo algunos de sus at ribut os divinos más import ant es la
omnipot encia, la omnipresencia y omnisciencia.[113] Además de esos at ribut os, Dios t ambién es
fuert ement e referido en el Nuevo Test ament o como la propia Verdad y el propio Amor: Dios ama,
perdona y quiere salvar a t odas las personas y que est as pueden est ablecer una relación personal
y filial con él a t ravés de la oración.[114]
Pero los cat ólicos creen t ambién en la Sant ísima Trinidad, est o es, que Dios es un ser uno pero
simult áneament e t rino, const it uido por t res personas indivisibles: el Padre, el Hijo y el Espírit u
Sant o, que est ablecen ent re sí una comunión perfect a de amor. Para la Iglesia, ese dogma
cent ral no viola el monot eísmo.[115] Esas t res personas et ernas, a pesar de poseen la misma
nat uraleza, "son realmente distintas, por las relaciones que las referencian unas de las otras: el
Padre genera el Hijo, el Hijo es generado por el Padre, el Espíritu Santo procede del Padre y del
Hijo; pero todos siempre existieron, no existiendo así ninguna jerarquía" ent re los t res.[116]
La figura del Dios Padre, la primera persona de la Trinidad, es considerado por la Iglesia el padre
perfect o según ella él porque amó y nunca abandonó a los hombres,[117] sus hijos adopt ivos,
queriendo siempre salvarlos y perdonarlos infinit ament e, desde que ellos se arrepient an de un
modo sincero.[118] Él no fue creado ni generado y es considerado "el principio y el fin, principio sin
principio" de vida, est ando por eso más asociado a la creación del mundo. Pero eso no quiere
decir que las ot ras dos personas de la S.S. Trinidad no part icipasen t ambién en ese import ant e
act o divino.[119] El Credo Niceno-Const ant inopolit ano hace referencia a Dios Padre:
Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
De todas las cosas visibles e invisibles.
La Iglesia afirma que el mundo, ordenado y amado por Dios, es bueno y fue creado a part ir de la
nada, para que Él pueda manifest ar y comunicar su bondad, amor, belleza y verdad. La obra de la
creación culmina en la obra t odavía mayor de la salvación, por eso el fin últ imo de la creación,
incluyendo la humanidad, es que Dios, en Crist o, "sea todo en todos" (1 Cor 15,28), en su et erno
reino.[120]
Se cree que además de los seres mat eriales, la creación est á const it uida t ambién por
ángeles,[121] que son seres personales purament e espirit uales, invisibles, incorpóreos, inmort ales
e int eligent es. Ellos sirven y obedecen la volunt ad de Dios. Según San Basilio Magno, "cada fiel
tiene a su lado un ángel como protector y pastor, para conducirlo a la vida", siendo esos
prot ect ores llamados ángeles de la Guarda.[122]
Según la doct rina cat ólica, el Génesis, al narrar que el mundo fue creado en seis días por Dios,
quiere, por sobre t odas las cosas, revelar a la humanidad el valor de los seres humanos creados y
su finalidad de alabanza y servicio a Dios, haciendo especial hincapié en el valor del ser humano,
hombre,[123] que es el vért ice de la creación visible.[124] Por lo t ant o, la Iglesia cat ólica,
corroborando con la idea de San Agust ín, admit e la posibilidad de que el mundo no haya sido
creado lit eralment e en solo seis días.[94]
Demonios y mal
La Iglesia cat ólica afirma que en el principio del mundo, ocurrió la caída de los ángeles, que fue
una rebelión de un grupo de ángeles, liderado por Sat anás (o Lucifer). Ellos, siendo creados
buenos por Dios, se t ransformaron en demonios, porque negaron librement e a Dios y el su reino,
originando así el Infierno. Ellos, el símbolo del mal, buscan asociar el hombre a su rebelión, pero
los cat ólicos creen que Dios afirmó en Crist o su vict oria absolut a sobre el Mal, que se va a
realizar plenament e en el fin de los t iempos, cuando el mal acabe por desaparecer.[125]
La Iglesia enseña que el mal "es una cierta falta, limitación o distorsión del bien"[126] y es t odavía
la causa del sufrimient o humano, que est á ínt imament e relacionado con la libert ad humana.[127]
Los cat ólicos profesan que la exist encia del mal es un gran mist erio, pero ellos t ienen la cert eza
de que Dios, siendo bueno y omnipot ent e, no puede nunca ser la causa y origen del mal. Ellos
t ienen fe de que Dios "no permitiría el mal con el mismo mal no establecería el bien." El ejemplo
más dest acado de eso será la muert e y resurrección de Jesús, que, siendo el mayor mal moral,
t rajo la salvación para la humanidad.[128]
La Biblia expresa que el hombre fue el único creado a la imagen y semejanza de Dios[124] y, por
eso, no es un objet o, pero si una persona con dignidad humana y "capaz de conocerse a sí mismo,
de darse libremente y de entrar en comunión con Dios y con las otras personas", siendo por eso
llamado a la sant idad y a la felicidad.[129] Según el Génesis, t odo el género humano es
descendent e de Adán y Eva. Ambos poseen una igual dignidad y, al mismo t iempo, viven en una
"complementariedad recíproca en cuanto a lo masculino y femenino". Luego, son llamados a
formar un mat rimonio indisoluble de "una sola carne" (Gn 2, 24), para t ransmit ir la vida humana y
para administ rar la Tierra, de ahí la gran responsabilidad del hombre en el plano de Dios.[130]
En la perspect iva cat ólica, el hombre posee un cuerpo mort al pero un alma inmort al, que es
creada direct ament e por Dios. Por eso, después de la muert e, el alma volverá a unirse al cuerpo,
pero solament e en el moment o de la resurrección final.[131] Según el proyect o inicial de Dios, los
hombres no sufren ni mueren.[132] Pero, Adán y Eva, como eran libres y por eso sucumbieron a la
t ent ación del Diablo, comieron del frut o prohibido, desobedeciendo así a Dios y queriendo
t ornarse "como Dios, sin Dios y no según Dios" (Gn 3, 5). Así, ellos perdieran su sant idad original y
comet ieron su primer pecado, dando origen al pecado original (véase la subsección Pecado).[133]
Además de eso, ellos propagaron ese pecado a t odos los hombres, que son sus descendent es,
haciendo que t odos pasaran a morir, a comet er muchos pecados, a sufrir y a ser ignorant es.[134]
Pero, los cat ólicos creen que Dios no abandonó al hombre al poder de la muert e y, por eso,
preanunció mist eriosament e que el mal sería vencido. Est o const it uyó el primer anuncio de la
venida de Jesús, que, ent re ot ras cosas, inst it uyó el baut ismo para la remisión (pero no la
eliminación) del pecado original y de ot ros pecados.[135]
Jesucrist o es la figura cent ral del crist ianismo, porque, conforme a lo que expresa la Iglesia, por
volunt ad de Dios Padre,[137] él se encarnó (vino a la Tierra) para anunciar la salvación y las
bienavent uranza a la humanidad ent era, "o sea: para reconciliar a nosotros pecadores con Dios;
para hacernos saber su amor infinito; para ser nuestro modelo de santidad; para tornarnos
participantes de la naturaleza divina (2 Ped 1, 4);"[138] y para anunciar el Reino de Dios.[139] San
At anasio, un famoso Padre y Doct or de la Iglesia, afirmó que Jesús, "el Hijo de Dios, se hizo
hombre para hacernos Dios", o sea, para t ornarnos sant os como Dios.[140]
Jesús (del hebreo, Yeshúa), que significa "Dios salva",[141] es el Mesías o el Crist o. Más
específicament e, el es consagrado por Dios Padre y ungido por el Espírit u Sant o para su misión
salvadora: el, "descendió del cielo" (Jn 3,13), fue crucificado y después resucit ado, y es el siervo
sufridor que "da su vida en rescate por la multitud" (Mt 20,28).[5] El Credo Niceno-
Const ant inopolit ano hizo referencia a Jesucrist o:
Jesús, recién nacido en un establo, es adorado por los pastores, que eran personas pobres y humildes.
La crist ología cat ólica enseña que Jesucrist o, Nuest ro Señor,[142] es la encarnación del Verbo
divino,[143] verdadero Dios y verdadero hombre, Salvador y Buen Past or de la Humanidad.[4] El es
t ambién el "Hijo Unigénito de Dios" (1 Jn 2, 23), la segunda persona de la Sant ísima Trinidad,
porque, en el moment o del Baut ismo y de la Transfiguración, la voz del Padre designó a Jesús
como su Hijo predilect o. De hecho, Jesús se present a a sí mismo como el Hijo que "conoce al
Padre" (Mt 11,27).[144] Por eso, él es el único y verdadero Sumo Sacerdot e [145] y mediador ent re
los hombres y Dios Padre,[146] llegando a afirmar que "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie
viene al Padre sino es por mi" (Jn 14, 6).[147]
Jesús, siendo Dios, se rebajó de su condición divina para ser un hombre, habiendo aprendido, al
igual que las ot ras personas, muchas cosas a t ravés de la experiencia y de su int eligencia humana,
a pesar de conocer ínt ima y plenament e los propósit os et ernos de Dios y luego part icipa de su
infinit a sabiduría divina.[148] Según la mariología cat ólica, Jesús fue concebido virginalment e en el
seno de María por el poder del Espírit u Sant o.[149] Él nació en Belén, en Palest ina, en el t iempo
de Herodes, el Grande y del emperador romano Oct avio César August o.[150]
Jesús procede de Dios Padre y es et ernament e consubst ancial a él. No fue creado por el Padre,
sino generado porque se encarnó, asumiendo así su nat uraleza humana.[151] Jesús es considerado
el hijo perfect o porque subordinó su volunt ad humana a la volunt ad divina del Padre, que consist e
en la salvación de t oda la humanidad.[152] Por eso, le es at ribuida la salvación del mundo.[141]
Ministerio y enseñanzas
En el Sermón del monte, Jesús (re)anuncia las Bienaventuranzas, el Padre nuestro, el Reino de Dios y la regla de oro.[153]
La crucifixión y muerte de Jesús fue parte de la voluntad de Dios Padre de salvar los hombres, a través del supremo
sacrificio redentor de Jesús.[154] [155]
Durant e su minist erio, se dice que Jesús hizo varios milagros, como caminar sobre las aguas,
t ransformar el agua en vino, varias curaciones, exorcismos y resurrecciones de muert os (como
Lázaro).[156] El est uvo en varios lugares de Israel, part icularment e en Galilea, Samaria, Judea y
sobre t odo en Jerusalén, poco ant es de su crucifixión.[157]
En sus muchos sermones, Jesús enseñó, ent re ot ras cosas, el Padre nuest ro,[158] las
bienavent uranzas[159] e insist ió siempre que el Reino de Dios est aba próximo[160] y en que Dios
est aba preparando la Tierra para un nuevo est ado de cosas. Anunció t ambién que quien quisiese
ser part e del Reino de Dios t endría que nacer de nuevo, de arrepent irse de sus pecados, de
convert irse y purificar. Jesús enseñaba t ambién que el amor, el poder y la gracia de Dios eran muy
superiores al pecado y a t odas las fuerzas del mal, insist iendo por eso en que el arrepent imient o
sincero de los pecados y la fe en Dios pueden salvar a los hombres.[161]
El t ambién mando a sus discípulos a "amar a Dios con todo su corazón, toda su alma y todo su
espíritu" (Mat eo 22:37 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Mat eo+22%3A37&ver
sion=DHH) ) y "amar a su prójimo como a sí mismo" (Mat eo 22:39 (ht t ps://www.biblegat eway.c
om/passage/?search=Mat eo+22%3A39&version=DHH) ). Para Jesús, esos dos mandamient os
const it uyen el resumen de "toda la Ley y los Profetas" del Ant iguo Test ament o (Mat eo 22:40 (ht t
ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Mat eo+22%3A40&version=DHH) ).[162] incluso
dio a los hombres un nuevo y radical mandamient o de Amor: "amaos unos a los otros, como Yo los
amo" (Juan 15:10 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Juan+15%3A10&version=
DHH) ).
Jesús alert ó a sus discípulos que "solo quien acepta mis mandamientos y les obedece, ese es
quien me ama. Y quien me ama será amado por mi Padre. Yo le amaré y me manifestaré a él. […]
Nosotros vendremos a él haremos nuestra morada" (Juan 14:21-23 (ht t ps://www.biblegat eway.co
m/passage/?search=Juan+14%3A21-23&version=DHH) ). Sobre ese aspect o, la Iglesia cree
t ambién que quien ama a Dios permanecerá en el amor. Y "quien permanece en el amor
permanecerá en Dios y Dios en él", porque "Dios es amor" (1 Juan 4:16 (ht t ps://www.biblegat eway.
com/passage/?search=1+Juan+4%3A16&version=DHH) ).
Durant e el Ant iguo Test ament o, Dios, a t ravés de profet as, ya anunciaba la venida del Mesías,
para que la humanidad, y especialment e el pueblo escogido de Israel (o pueblo judaico), pudiese
reconocerlo cuando el viniese. La Iglesia enseña que Jesús, siendo el Mesías, cumplió t odas las
profecías del Ant iguo Test ament o acerca de esa venida salvadora, incluyendo las del profet a
Isaías.[163] [164]
[165]
Luego, Jesús no vino para superar, sust it uir o abolir las enseñanzas del Ant iguo Test ament o, "pero
si para llevarlos a la perfección" (Mt 5,17). Eso quiere decir que el dio el sent ido últ imo y pleno a
las verdades reveladas por Dios a lo largo del Ant iguo Test ament o.[3] Eso significa t ambién que
Jesús, que llevó simult áneament e cont inuidad e innovación, renovó t ambién la alianza ent re Dios
y los hombres, inst aurando así el Nuevo Test ament o (o la Nueva Alianza).[166]
La resurrección de Cristo simboliza la victoria de Dios sobre el pecado, el mal y la muerte.[167] [168]
Para los cat ólicos, Jesús amó t ant o al hombre que se ent regó incondicional y t ot alment e para
ellos, llegando al punt o de sacrificar volunt ariament e su propia vida en la cruz para librarlo del
pecado[154] y abrirles en la plenit ud el camino de la salvación y de la sant idad (t emas t rat ados en
la sección Salvación y Sant idad).[155] Fue t ambién Jesús que, al cumplir la volunt ad de Dios
Padre,[137] derrot ó el pecado y el mal,[142] a t ravés de su muert e redent ora en la cruz. Y, para
derrot ar la propia muert e, el resucit ó al t ercer día,[168] después de su crucifixión en
Jerusalén.[150] Ese hecho da a los cat ólicos esperanza de que Jesús ya garant izó a los hombres
"la gracia de la adoración filial que es la participación real en su vida divina" y t ambién esperanza
de que, en el día del Juicio Final, t odos los hombres serán resucit ados por Dios.[167]
Pentecostés, donde el Espíritu Santo descendió sobre los doce apóstoles y la Virgen María.[169]
Después de su resurrección, Jesús cont inuó en la Tierra durant e cuarent a días, junt o de los
apóst oles, aún t ransmit iéndoles enseñanzas y confirmando que en general ellos y la Iglesia
recibieron al Espírit u Sant o, algo que acont eció en el Pent ecost és. Después de ese período de
cuarent a días, Jesús fue elevado al cielo,[170] pero cont inúa act ualment e "permaneciendo
misteriosamente sobre la Tierra, donde su Reino ya está presente como germen e inicio en la
Iglesia" fundada y encabezada por él.[171] El est á t ambién present e en el sacrament o de la
Eucarist ía.[172] En el día del Juicio Final, que coincide con la realización final de su nuevo Reino,
Jesús volverá en gloria, pero la fecha precisa de est e acont ecimient o nadie la sabe.[171]
Dios Espíritu Santo: el guardián de la Iglesia
El Espírit u Sant o procede del Padre y del Hijo y, a pesar de ser invisible, personaliza el amor
ínt imo e infinit o de Dios sobre los hombres. Se manifest ó primerament e en baut ismo de Jesús y
plenament e revelado en el día de Pent ecost és, cincuent a días después de la resurrección de
Crist o.[169] Él fue comunicado y enviado a los corazones de los fieles, por medio de los
sacrament os, para que ellos recibieran la vida nueva de hijos de Dios[173] y est arían ínt imament e
unidos con Jesús en un solo Cuerpo Míst ico. El Espírit u Sant o, que es el maest ro de la
oración,[174] fue enviado por Jesús para guiar, edificar, animar y sant ificar la Iglesia y para que ella
siempre t est ifique e int érpret e bien la Revelación divina.[175]
En relación a la Virgen María, el Espírit u Sant o la llenó de gracia y concibió Jesucrist o en el seno
de esa mujer virgen, por eso el Espírit u hizo de ella la Madre de Crist o y, como Crist o es el propio
Dios encarnado, t ambién la Madre de Dios.[176] El inspiró t ambién a los profet as del Ant iguo
Test ament o para hablar en nombre de Dios, siendo esas profecías plenament e realizadas en
Crist o, que reveló la exist encia del Espírit u Sant o, la persona divina que lo ungió y lo consagró
Mesías.[177] Resumiendo, se le at ribuyó al Espírit u Sant o, la t ercera persona de la Trinidad, la
sant ificación de la Iglesia y del mundo con la gracia divina y sus dones. El Credo Niceno-
Const ant inopolit ano hizo referencia al Espírit u Sant o:
Oración
La Iglesia sost iene que la oración, o simplement e el act o de hablar con Dios, es una gracia de
Dios que permit e el est ablecimient o de una relación personal, amorosa y filial de los hombres con
Dios, que van al encuent ro de los hombres y habit a en sus corazones.[178] En la oración, el
creyent e eleva el alma a Dios para alabarlo y/o pedirle a Dios bienes conformes a su
volunt ad.[179] La Iglesia cat ólica cree que "la fe y la oración son fuerzas que pueden influir en la
historia" y que pueden cambiar así el dest ino de la humanidad.[180]
Jesús rezando en el Monte de los Olivos, pidiendo ayuda y fuerza a Dios Padre, incluso antes de ser traicionado por Judas
Iscariote.
En el Ant iguo Test ament o, la oración ya est aba present e, como por ejemplo, en los diversos
episodios import ant es de personajes bíblicos (especialment e Abrahán, Moisés, David, Isaías, et c.)
y del propio pueblo de Dios, siendo los Salmos un ejemplo de su expresión. Ya en el Nuevo
Test ament o, Jesús, a pesar de est ar en ínt ima comunión con Dios Padre, es considerado el
perfect o modelo y maest ro de oración, rezando mucho al Padre, principalment e en los
moment os más import ant es de su vida, desde su baut ismo en Jordán a la muert e en el
Calvario.[179]
Jesús de Nazaret , además de enseñar el Padre nuest ro, enseñó t ambién a sus discípulos a rezar
con devoción y persist encia,[179] t ransmit iéndoles las disposiciones necesarias para una
verdadera oración.[183] Jesús les garant izó t ambién que serían oídos siempre que recen bien,[179]
porque la oración humana "está unida a la de Jesús mediante la fe. En ella, al oración cristiana se
vuelve comunión de amor con el Padre". De hecho, es el propio Jesús que manda rezar: "[...] Pedid,
y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido." (Jn 16,24).[184]
El Espírit u Sant o es el "maestro interior de la oración cristiana", porque hace a la Iglesia rezar
mucho y ent re en cont emplación y unión con el insondable mist erio de Crist o.[185] Por eso, la
oración es indispensable al progreso espirit ual de la Iglesia y de cada cat ólico.[186] Luego, poco a
poco, la lit urgia se fue desarrollando y se convirt ió en la oración oficial de la Iglesia, con especial
énfasis en la Lit urgia de las Horas y la misa. A su vez, la lit urgia se cent ra en la Eucarist ía, que es
un sacrament o que expresa t odas las formas de oración[187] Además de la lit urgia, se desarrolló
t ambién la piedad popular, pract icada en comunidad o individualment e.[179]
A pesar de t oda la oración t iene como dest ino final la Sant ísima Trinidad, eso no impide a los
creyent es prest ar devoción y de rezar la Nuest ra Señora, a los ángeles y a los sant os como
Int ercesores junt o de Dios.[179] Por ot ra part e, la Iglesia le gust a orar a la Virgen María , porque
ella es considerada la orant e perfect a y la mejor indicadora del camino para su hijo Jesús, el único
mediador ent re los hombres y Dios. Oraciones como el Ave María y el Rosario son ejemplos de
eso.[188]
La oración, que presupone siempre una respuest a decidida por part e de quien reza, es t ambién
considerada un combat e cont ra sí mismo, cont ra el ambient e y cont ra Sat anás.[186] Él int ent a a
t oda cost a ret irar el creyent e de la oración, a t ravés de la dist racción, de la pereza, de las
dificult ades y de los aparent es fracasos.[189]
Conforme a la Biblia, en el Sermón de la mont aña, Jesús enseñó el Padre nuest ro,[158] que es
considerad "la síntesis de todo el Evangelio" (Tert uliano) y "la oración perfectísima" (Sant o Tomás
de Aquino).[190] En el Padre nuest ro, los cat ólicos piden las siet e pet iciones a Dios Padre, que
son la sant ificación del nombre de Dios, la venida del Reino de Dios, la realización de la volunt ad
divina, el aliment o cot idiano, el perdón divino de los pecados y la posibilidad de liberarse de las
t ent aciones y del Maligno.[191] Los cat ólicos creen que esas siet e pet iciones serán
complet ament e realizadas en la Parusía.[192]
Para además de est as pet iciones, el Padre nuest ro, que forma part e de la lit urgia,[192] revela
t ambién a la humanidad su relación especial y filial con Dios Padre. A part ir de ent onces, los
hombres pueden invocar a Dios como Padre, "porque él nos fue revelado por su hijo hecho
hombre y porque su Espíritu no los hace conocer. […] Al rezar la oración del Señor, estamos
conscientes y con absoluta confianza de que somos hijos de Dios"[193] y de ser amados y
cuidados por Dios Padre.[194]
La Iglesia es una asamblea const it uida por el pueblo de Dios, que son t odos aquellos que, por la
fe y por el Baut ismo, se vuelven hijos de Dios, miembros de Crist o y t emplos del Espírit u
Sant o.[197] Los cat ólicos creen que la única Iglesia fundada y encabezada por Jesucrist o,[11]
"como sociedad constituida y organizada en el mundo, subsiste (subsistit in) en la Iglesia católica,
gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con el."[198] Según la Tradición
cat ólica, la Iglesia est á basada en el Apóst ol Pedro, a quien Crist o promet ió el primado, al afirmar
que "sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" y que "daré las llaves del Reino de los Cielos" (Mat eo
16:17-20 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Mat eo+16%3A17-20&version=DH
H) ).[195]
La Iglesia de Crist o es la t it ular en la plenit ud de los siet e sacrament os y de los ot ros
medios necesarios para la salvación, dados por Jesús a la Iglesia. Todo eso para reunir, sant ificar,
purificar y salvar t oda la humanidad y para ant icipar la realización del Reino de Dios, cuya semilla
es necesariament e la Iglesia.[199] Por esa razón, la Iglesia, guiada y prot egida por el Espírit u
Sant o, insist e en su misión de anunciar el Evangelio a t odo el mundo, siendo t ambién ordenada por
el propio Crist o: " id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo" (Mt 28,19).[200] La Iglesia, mediant e los sacrament os del
baut ismo y de la reconciliación, t iene t ambién la misión y el poder de perdonar los pecados.[201]
En el Credo Niceno-Const ant inopolit ano, es at ribuida a la Iglesia las propiedades de una, santa,
católica y apostólica.[202] Además de eso, ella es t ambién llamada de Esposa de Crist o,[203]
Templo del Espírit u Sant o[204] y Cuerpo de Crist o. Ese últ imo nombre se basa en la creencia de
que la Iglesia no es solo una simple inst it ución, sino t ambién un cuerpo míst ico const it uido por
Jesús, que es la cabeza, y por los fieles, que son los miembros de ese cuerpo irrompible, a t ravés
de la fe y del sacrament o del baut ismo. Ese nombre t ambién se basa en la creencia de que los
fieles est án unidos ínt imament e a Crist o, por medio del Espírit u Sant o, sobre t odo a t ravés del
sacrament o de la Eucarist ía.[205] [206]
Organización jerárquica y regional
La Iglesia cat ólica est á regida por el Código de Derecho Canónico 3 const it uida por 24 Iglesias
part iculares sui iuris (la Iglesia lat ina y las 22 Iglesias cat ólicas orient ales), que, a su vez, son
const it uidas por una o más circunscripciones eclesiást icas.[207] [208]
La Iglesia cat ólica est á formada por el clero y por laicos, pudiendo esos dos grupos t ener
t ambién como miembros las personas consagradas, que normalment e se agrupan en órdenes
religiosas o en inst it ut os seculares.[209] La Iglesia dispone de una jerarquía ascendent e, basado
en los t res grados del Sacrament o de la Orden (el Episcopado, el Presbit erado y el
Diaconado),[210] que va desde el simple diácono hast a llegar al cargo supremo de Papa, que es el
jefe y past or de la Iglesia. Considerado el Vicario de Crist o en la Tierra y el "perpetuo y visible
principio y fundamento de la unidad de la Iglesia",[196] el Papa es elect o por el Colegio
cardenalicio.[211] La Iglesia defiende que t odos sus obispos (que son coadyuvados por los
presbít eros y diáconos), debido al sacrament o de la Orden, son los sucesores de los Doce
Apóst oles, siendo el Papa el sucesor direct o del Apóst ol Pedro. De ahí la aut oridad y primacía de
que el Papa goza.[196]
La Iglesia cat ólica cree que sus minist ros sagrados son iconos de Crist o,[212] luego t odos ellos
son hombres, porque los doce Apóst olos son t odos hombres y Jesús, en su forma humana,
t ambién es hombre.[213] Pero eso no quiere decir que el papel de la mujer en la Iglesia sea menos
import ant e, sino solament e diferent e.[214] Except uando en casos referent es a los diáconos y a
padres ordenados por las Iglesias orient ales cat ólicas y por los ordinariat os personales para
anglicanos, t odo el clero cat ólico est á obligado a observar y cumplir el celibat o.[75] [76]
[77]
En las
Iglesias orient ales, el celibat o es solo obligat orio para los obispos, que son escogidos de ent re
los sacerdot es célibes.[215]
Culto católico
Procesión de Nuestro Señor de los Pasos: una de las innumerables expresiones de piedad popular.
En la Iglesia cat ólica, más allá del cult o de adoración a Dios (latría), exist e t ambién el cult o de
veneración a los sant os (dulía) y a la Virgen María (hiperdulía). Esos dos cult os, siendo la latría
más import ant e, son ambos expresos a t ravés de la lit urgia, que es el cult o oficial de la Iglesia, y
t ambién a t ravés de la piedad popular, que es el cult o privado de los fieles[216] [217]
Dent ro de la piedad popular, se dest acan indudablement e las devociones y las oraciones
cot idianas; en cuant o que en la lit urgia se dest acan la misa (de asist encia obligat oria los
domingos y los fiest as de guardia) y la Lit urgia de las Horas. La Iglesia permit e t ambién la
veneración de imágenes y de reliquias sagradas. A pesar de que la piedad popular sea de ciert o
modo facult at iva, ella es muy import ant e para el crecimient o espirit ual de los cat ólicos.[216] [217]
Liturgia
La lit urgia es la celebración pública y oficial del Mist erio de Crist o y en part icular de su Mist erio
pascual,[218] siendo por eso la principal act ividad de la Iglesia y la fuent e de su fuerza vit al. A
t ravés de ese servicio de cult o crist iano, los cat ólicos creen que Crist o cont inúa la obra de la
salvación en su Iglesia, con ella y por medio de ella.[219] Esa presencia y act uación de Jesús son
aseguradas eficazment e por los siet e sacrament os,[216] [217]
con especial at ención en la
Eucarist ía, que es la fuent e y culmen de la vida crist iana. Est o porque la Eucarist ía, donde Jesús
est á presencialment e, renueva y perpet úa el sacrificio de Jesús en la cruz a lo largo de los
t iempos hast a la Parusía. Por eso, t oda la lit urgia se cent ra en la celebración eucaríst ica (o
misa).[220]
Jesús, como Cabeza, celebra la lit urgia con los miembros de su Cuerpo, o sea, con su "Iglesia
celeste y terrestre", const it uida por sant os y pecadores, por habit ant es de la Tierra y del Cielo.
Cada miembro de la Iglesia t errest re part icipa y act úa en la lit urgia "según su propia función, en la
unidad del Espíritu Santo: los bautizados se ofrecen en sacrificio espiritual […]; los Obispos y los
presbíteros actúan en la persona de Cristo Cabeza", represent ándolo en el alt ar. De ahí que solo
los clérigos (except uando los diáconos) pueden celebrar y conducir la Misa, incluyendo la
consagración de la host ia.[221]
Toda la lit urgia se cent ra en el domingo y en la Pascua anual.[222] A pesar de celebrar el único
Mist erio de Crist o, la Iglesia cat ólica posee muchas t radiciones lit úrgicas diferent es, debido a su
encuent ro con los varios pueblos y cult uras. Eso const it uye una de las razones de la exist encia
de las 23 Iglesias sui juris que componen la Iglesia cat ólica, t odas ellas con un t radición
t eológica, lit úrgica, hist órica y cult ural diferent es ent re sí.[223]
Sacramentos
La Iglesia cat ólica cree que los siet e sacrament os fueron inst it uidos por Jesucrist o y confiados a
la Iglesia, durant e su minist erio, como señales sensibles y eficaces mediant e los cuales es
concedida la vida y la gracia divina a t odos aquellos que los reciben.[225] La administ ración de los
sacrament os es independient e de la sant idad personal del minist ro, aunque los frut os de los
sacrament os dependan de las disposiciones de quien los recibe. Sobre los sacrament os, San
León Magno dice: "lo que era visible en nuestro Salvador pasó para sus sacramentos".[226]
Al celebrarlos, la Iglesia cat ólica aliment a, expresa y fort ifica su fe, siendo por eso los
sacrament os una part e int egrant e e inalienable de la vida de cada cat ólico y fundament ales para
su salvación. Eso porque ellos confieren a los creyent es la gracia divina, los dones del Espírit u
Sant o, el perdón de los pecados, la conformación a Crist o y la pert enencia a la Iglesia, que los
vuelve capaces de vivir como hijos de Dios en Crist o. De ahí la gran import ancia de los
sacrament os en la lit urgia cat ólica.[227]
Los siet e sacrament os marcan las varias fases import ant es de vida crist iana, siendo est os
divididos en t res cat egorías:
los sacrament os de la iniciación crist iana (Baut ismo, Confirmación y Eucarist ía), que "sientan las
bases de la vida cristiana: los fieles, renacidos por el Bautismo, son fortalecidos por la
Confirmación y alimentados por la Eucaristía";[228]
sacrament os al servicio de la comunión y de la misión (Orden y Mat rimonio), que cont ribuyen
para la edificación del pueblo de Dios, para la comunión eclesiást ica y para la salvación de los
ot ros.[230]
Sant o Tomás de Aquino afirmó que "todos los sacramentos están ordenados para la Eucaristía
como para su fin". En la Eucarist ía, se renueva el mist erio pascual de Crist o, act ualizando y
renovando así la salvación de la humanidad.[231] También en la Eucarist ía, donde Crist o est á
presencialment e en ella, la acción sant ificadora de Dios en favor de los hombres y el cult o
humano para con Él alcanzan su auge.[232]
Salvación y santidad
Los santos son modelos de santidad y de virtud para ser seguidos por la Iglesia.[233]
Según la sot eriología cat ólica, la salvación, que es ofrecida por Dios, se realiza, después de la
muert e, en el Cielo. Esa salvación, que conducirá el hombre a la sant idad, a la suprema felicidad y
a la vida et erna, debe ser obt enida a t ravés de fe en Jesucrist o y de la pert enencia a la Iglesia
fundada y encabezada por el. Pero est a creencia no niega la salvación para los no cat ólicos.[234]
Según la fe cat ólica, t odos son ayudados y llamados por Dios para ser sant os, o sea, para luchar
espirit ualment e con el fin de crecer en sant idad, que es "la plenitud de la vida cristiana y la
perfección de la caridad".[235] Est a lucha espirit ual, o camino de sant ificación, comienza al
moment o del baut ismo, cuando se recibe la gracia sant ificant e, y debe avanzar con la ayuda de
los medios de salvación organizados por la Iglesia. Esa progresión, que busca t ambién la
perfección, y debe progresar con la ayuda de la oración, de los sacrament os y de ot ros medios
de salvación dispuest os por la Iglesia.
Est a progresión debe est ar siempre mot ivada por la esperanza de la salvación y animada por la
caridad. La caridad se t raduce en la realización de las enseñanzas crist ianas (que se resumen en
los mandamient os de amor y en la práct ica de las buenas obras, que expresan la fe en Crist o y
eliminan las penas t emporales causadas por el pecado. Est a post ura y acción del cat ólico
cont ribuiría t ambién a la const rucción de un mundo mejor ya la aceleración de la realización
definit iva del Reino de Dios. El fin del camino de sant ificación es obt ener la plenit ud de la
felicidad y la vida et erna, que se goza después de la muert e por los sant os (o salvos) en el Cielo,
en ínt ima unión con la Sant ísima Trinidad.[234]
Debido al pecado y a la caída del hombre, t odos los hombres t ienen que morir. Pero Dios quiso
reconciliarse con los hombres y salvarlos, enviando por eso a su Hijo para que Él muriese por los
pecadores.[137] Luego, a part ir de eso, t odos los pecados de los hombres, en el pasado y en el
fut uro, serán perdonados por Dios, desde que los hombres se arrepient an de un modo libre y
sincero.[118]
En ot ras palabras, la salvación se debe a la just ificación, que es la iniciat iva y la acción
misericordiosa y grat uit a de Dios de conceder la salvación a la humanidad. Esa acción
sobrenat ural cancela los pecados, por medio de la gracia sant ificant e del Espírit u Sant o, que fue
merecida por la pasión de Crist o y dada en el baut ismo a los hombres. Para además de la gracia
sant ificant e, que just ifica y diviniza los hombres, exist en t ambién las gracias act uales, las gracias
sacrament ales y las gracias especiales (o carismas).[237]
La gracia es un don sobrenat ural o socorro grat uit o que Dios concede a los hombres, para que
sean capaces de act uar por amor a Él, para concederles t odos los bienes (espirit uales o
mat eriales) necesarios para su exist encia y t ambién para que sean hijos de Dios y part ícipes de la
nat uraleza divina y la vida et erna.[238] De hecho, la preparación misma del hombre, con libert ad
para recibir la gracia es ya una obra de la gracia, que es necesaria para elevar y mant ener la
colaboración de los fieles en la just ificación por la fe y en la sant ificación por la caridad.[239]
Est a part icipación, además de la fe, se basa t ambién en la práct ica cot idiana de las buenas obras,
cuyo mérit o o derecho a la recompensa debe ser at ribuido a la gracia de Dios y después al libre
albedrío del hombre. El hombre, que legalment e no t iene ningún mérit o, porque recibió t odo
grat uit ament e de Dios, puede merecer, por concesión y caridad de Dios,[242] las gracias út iles
para alcanzar la vida et erna, así como t ambién los bienes t emporales que Dios piensa que son
necesarios. Pero nadie puede t ener el mérit o de la gracia sant ificant e.[243]
En la encíclica Redemptoris missio, el Papa Juan Pablo II afirmó que "la salvación en Cristo […] debe ser puesta
concretamente a la disposición de todos."[244]
La Iglesia cat ólica cree que es el inst rument o de la redención de t odos los hombres y el
sacrament o universal de la salvación.[245] Por eso, la Iglesia cat ólica enseña que fuera de la
Iglesia no hay salvación. Esa enseñanza se remont a a los primeros siglos del Crist ianismo, siendo
ya reflejada por varios Padres de la Iglesia, como San Agust ín y San Cipriano.[246] El Papa Pío IX
(1846-1878) subrayó t ambién que:
Esa ignorancia invencible, que muchos no cat ólicos sufren, puede ser causada por la precariedad
de los medios de comunicación, por la ineficiencia de la evangelización y por ambient es de
rest ricción y de barreras cont ext uales, int elect uales, psicológicas, cult urales, sociales y
religiosas, muchas veces insuperables.[248] Eso significa que t odos los no cat ólicos (incluso los
no crist ianos) t ambién pueden ser salvos, siempre que, sin culpa propia, ignoran la Revelación
divina y la Iglesia, pero que "buscan sincerament e a Dios y bajo la influencia de la gracia se
esfuerzan por cumplir su volunt ad".[249] En relación a los bebés y niños muert os sin baut izar, la
Iglesia t iene esperanza de que ellos puedan ser salvos,[250] por eso, en su lit urgia, las confía a la
infinit a bondad de Dios.[251]
La Iglesia enseña t ambién que los crist ianos no cat ólicos son hermanos y son, a pesar de un
modo imperfect o, miembros inseparables del Cuerpo Míst ico de Crist o, a t ravés del
baut ismo.[252] O sea, ellos son considerados como element os de la única Iglesia de Crist o,[253]
que subsist e (subsistit in) en la Iglesia cat ólica.[198] Por eso, esas comunidades crist ianas
disponen de muchos, pero no de la t ot alidad, de los element os de sant ificación y de verdad
necesarios a la salvación,[252] siendo esa posición cat ólica una de las bases del ecumenismo
act ual. Pero, la Iglesia cat ólica afirma que solo ella es que la que cont iene y administ ra la
t ot alidad y la plenit ud de los medios de salvación.[254] [248]
Sufrimiento
San Francisco de Asís (1182 - 1226), tal como muchos santos, era practicante de innumerables sacrificios. El experimentó
hasta la pobreza radical y el dolor de los estigmas.[256] [257]
Según la perspect iva cat ólica, el sufrimient o, que es una consecuencia del mal[127] y que est á
asociado a la muert e y a las limit aciones humanas, nunca fue deseado por Dios. Pero, cont ra la
volunt ad divina, el sufrimient o pasó a ser una realidad int rínseca al hombre, por consecuencia del
pecado original y, post eriorment e, de t odos los pecados comet idos por los hombres.[258] [259]
Est o significa que el sufrimient o es arrebat ado a la libert ad humana y al conflict o ent re el bien y
el mal en el mundo[127]
Pero, por causa del sacrificio redent or de Crist o, el sufrimient o pasó a
t ener un "sentido verdaderamente sobrenatural y […] humano, […] porque se radica en el misterio
divino de la redención del mundo y […] porque en él el hombre se acepta a sí mismo, con su propia
humanidad, con la propia dignidad y la propia misión."[260] Luego, el sufrimient o pasó a est ar
present e en el mundo para desencadenar el amor y para posibilit ar la conversión y la
reconst rucción del bien.[261]
Por esas razones, el sufrimient o, ya sea volunt ario (ej.: la mort ificación), como involunt ario, pasó a
ser, sobre la forma de sacrificio, una pieza fundament al en la salvación de la humanidad, mediant e
la part icipación personal y unión de los sacrificios individuales al supremo Sufrimient o de Crist o. Y
esa part icipación implica la acept ación amorosa y resignada de los sufrimient os mandados por
Dios en la vida t errenal. De hecho, San Pablo t ambién afirmaba que va "completando en mi carne
lo que falta a los sufrimientos de Cristo, a favor de su cuerpo, que es la Iglesia" (Col 1,24).[258] [259]
Además de eso, el sufrimient o sirve t ambién para que Dios pruebe la fe, a perseverancia y la
confianza del hombre en Él, bien como para volver al hombre más fuert e y más maduro (como en
el caso de Job).[126]
Comunión de los Santos
La comunión de los Sant os puede significar la part icipación de t odos los miembros de la Iglesia
en las cosas sant as: la fe, los sacrament os, los carismas y los ot ros dones espirit uales.[262] Por
ot ro lado, y más vulgarment e, significa la unión viva de t odos los crist ianos en est ado de gracia (o
sea, que no est án manchados por pecados mort ales y, por lo t ant o, son considerados sant os en
sent ido amplio), que est án en t res est adios espirit uales diferent es:[263] [264]
Iglesia Milit ant e, formada por los habit ant es de la Tierra que no t ienen ningún pecado mort al
cuya culpa t odavía no fue perdonada;[263] [264]
Iglesia padecient e, const it uida por las almas que t odavía padecen en el Purgat orio[263] y que,
por eso, necesit an de las oraciones de sufragio (es decir, la misa), de las buenas obras, de los
sacrificios, de las indulgencias y de las obras de penit encia pract icadas por los miembros de la
Iglesia milit ant e.[265] Todas est as acciones aceleran la purificación y post erior ent rada en el
Cielo de est as almas padecient es;[264]
Iglesia Triunfant e, compuest a por los habit ant es del cielo (desconocidos/anónimos o
reconocidos por la Iglesia), que alcanzaron la et erna y definit iva sant idad y que, por lo t ant o,
son los int ercesores de los hombres junt o a Dios.[263] [264]
Además de est os sant os que se encuent ran en est os t res est adios espirit uales, la Iglesia
cat ólica est á t ambién const it uida por personas que t ienen pecados mort ales, que son
considerados como miembros imperfect os y solo ent ran nuevament e en la comunión de los
sant os (se consideramos la segunda definición) se arrepient en de sus pecados y confiesan.[264]
Vulgarment e, y en sent ido más rest rict o, un sant o es considerado solament e como una persona
canonizada o beat ificada (o sea, reconocida) por la Iglesia por dist inguirse por su sant idad. Por
eso, la Iglesia la reconoce como un habit ant e del Cielo y un modelo ejemplar de imit ación.
Además de eso, un sant o es t odavía digno de cult o, pero, solo de veneración (la dulía), que es
diferent e del cult o de adoración a Dios.[233]
De acuerdo con a mariología cat ólica, Dios escogió librement e a María como a madre de su Hijo:
para cumplir t al misión, fue preservada del pecado original y de t odos los pecados.[266] El
arcángel Gabriel anunció a la Virgen María que Dios haría que ella concibiese a Jesús del Espírit u
Sant o, o sea, en virginidad y sin part icipación de ningún hombre.[149] Luego, el Espírit u Sant o hizo
de ella la Madre de Crist o y, como Crist o es el propio Dios encarnado, t ambién la Madre de
Dios.[176] [267]
María acept ó obedient ement e esa misión divina t an necesaria para la salvación,
volviéndose así en la corredent ora de los hombres. Se casó con San José, que asumió la
pat ernidad t errenal de Jesús, pero, aun así, ella consiguió conservar su virginidad por t oda la
vida.[268]
Debido al hecho de haber concebido a Jesús, que es el único Redent or de los hombres y la
Cabeza de la Iglesia, ella se vuelve t ambién la Madre de la Iglesia y de t odos los hombres que
Jesús vino a salvar. Ella "coopera con amor de madre en el nacimiento y en la formación en la
orden de la gracia" de cualquier ser humano.[269] Después de su asunción al cielo, ella, como Reina
del Cielo, cont inúa con la int ercesión por sus hijos y es un modelo de sant idad para t odos. Los
cat ólicos "ven en ella una imagen y una anticipación de la resurrección que los espera", siendo por
eso el icono escat ológico de la Iglesia (o la realización más perfect a de la Iglesia).[270]
El cult o de veneración a María (llamado hiperdulía) es diferent e del cult o de adoración a Dios. El
cult o mariano es expresado en las fiest as lit úrgicas dedicadas a ella, en las peregrinaciones a los
ubicaciones donde María apareció, en las innumerables devociones (ex.: Escapulario de Nuest ra
Señora del Carmo) y oraciones marianas (ex.: Sant o Rosario).[271] Una de las principales causas de
la devoción popular y del cult o a María t ienen a ver con la creencia de los cat ólicos en la
poderosa int ercesión de María junt o a Dios, el dest inat ario últ imo de t odas las oraciones y
pedidos de los hombres.[272] [273]
La mujer
Para más información sobre el pensamiento de san Pablo sobre la mujer en sus epístolas
auténticas, véase: La mujer en las epístolas de Pablo de Tarso
Exist e en la Biblia varios versículos donde se puede int erpret ar que la figura de la mujer es inferior
a la del hombre (Eclesiast és 7:26 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Eclesiast %
C3%A9s+7%3A26&version=DHH) , Eclesiast és 25:24 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passag
e/?search=Eclesiast %C3%A9s+25%3A24&version=DHH) , Eclesiast és 42:14 (ht t ps://www.bible
gat eway.com/passage/?search=Eclesiast %C3%A9s+42%3A14&version=DHH) , 1Corint ios 11:7-
9 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=1Corint ios+11%3A7-9&version=DHH) y
Timot eo 2:9-14 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Timot eo+2%3A9-14&version
=DHH) ). Pero, t ambién exist en varios ot ros donde se puede int erpret ar que la mujer t iene un
papel import ant e, especial, cent ral y digno (Génesis 2:20-24 (ht t ps://www.biblegat eway.com/pas
sage/?search=G%C3%A9nesis+2%3A20-24&version=DHH) , Proverbios 19:14 (ht t ps://www.bibl
egat eway.com/passage/?search=Proverbios+19%3A14&version=DHH) , Proverbios 12:4 (ht t p
s://www.biblegat eway.com/passage/?search=Proverbios+12%3A4&version=DHH) , Proverbios
31:10 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Proverbios+31%3A10&version=DHH) ,
1Pedro 3:7 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=1Pedro+3%3A7&version=DHH) ,
25-31 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=1Efesios+5&version=DHH) , 1Gálat as
4:4-7 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=1G%C3%A1lat as+4%3A4-7&version=
DHH) , Éxodo 20:12 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=%C3%89xodo+20%3A12
&version=DHH) y Mat eo 28:1-10 (ht t ps://www.biblegat eway.com/passage/?search=Mat eo+2
8%3A1-10&version=DHH) ).
La Iglesia cat ólica solo admit e hombres como clérigos, y lo just ifica porque los doce Apóst oles
fueron t odos hombres y Jesús, en su forma humana, t ambién es hombre.[213] Pero, a pesar de
eso, la Iglesia considera act ualment e que la mujer y el hombre son iguales en dignidad, porque
fueron ambos creados a la imagen y semejanza de Dios,[124] pero son diferent es y por eso, deben
vivir en una "complementariedad recíproca en cuanto a lo masculino y femenino".[130]
En lo que respect a al Magist erio ordinario de la Iglesia cat ólica el papa Pablo VI en el discurso
del 8 de diciembre de 1965 por la clausura del Concilio Vat icano II realizó un "Mensaje a las
mujeres" en el que se manifest ó de la siguient e manera:
En 1988, el papa Juan Pablo II escribió la cart a apost ólica Mulieris Dignitatem, donde elogió el
papel de la mujer (incluido el de la Virgen María), se disculpó ant e las acciones machist as
comet idas por miembros de la Iglesia a lo largo de la hist oria, agradeció a las mujeres por t odo lo
que hicieron en el mundo y llamó a la defensa de la dignidad de la mujer.[275] [214]
Asimismo se
definió a favor del complement arianismo, que sost iene que t ant o los hombres como las mujeres
se complement en ent re sí en sus diferent es papeles y funciones.[276]
En la exhort ación apost ólica Amoris laetitia escrit a en 2016 el papa Francisco señaló:
Según la escat ología cat ólica, después de la muert e de cada persona, su alma se separa de su
cuerpo mort al y corrupt ible, iniciando así su vida et erna, que no t endrá fin y que est á precedida
para cada uno por un juicio part icular y que será confirmada por el juicio final.[278] Ese juicio final se
realizará en los últ imos moment os ant es del fin del mundo.[279]
Juicio particular
Básicament e, el juicio part icular es el juzgamient o de ret ribución inmediat a que cada hombre,
después de su muert e, recibe de Dios, t eniendo en cuent a su fe y sus obras realizadas durant e su
camino de sant ificación t errest re (vea la sección Salvación y Sant idad).[280] Después de esa
epifanía part icular, el alma será dest inada a est ar:
en el Paraíso (o Cielo), que es el est ado de salvación definit iva y de felicidad suprema,
reservado solament e a las personas que, debido a la acept ación de Dios (y del su amor) y a su
arrepent imient o, murieron en est ado de gracia, es decir, sin manchas de cualquier pecado. Esos
sant os forman así la Iglesia t riunfant e, donde "ven a Dios cara a cara" (1 Cor 13,12), viven en
comunión de amor con la Sant ísima Trinidad y int erceden por los habit ant es de la Tierra;[281]
en el Purgat orio, que es el est ado de aquellos que, siendo amigos de Dios y ya salvos, aún
necesit an purificación para ent rar puros al Cielo. Esa purificación t emporal, que los fieles aún
peregrinos en la Tierra pueden ayudar a acelerar (vea la subsección Comunión de los santos),
consist e en la eliminación de las penas t emporales de los pecados cuyas culpas ya se habían
perdonado;[282]
en el Infierno, que consist e en la condenación et erna de aquellos que decidieron librement e
vivir separados de Dios. Más concret ament e, ellos rechazaron a Dios, su amor y su gracia
salvadora, escogiendo volunt ariament e persist ir en el pecado mort al, incluso en el moment o de
la muert e.[283] Esas decisiones son respet adas por Dios, porque Él creó el hombre como un ser
libre y responsable, a pesar de que Él quiere "que todos tengan modo de arrepentirse" (2 Ped
3,9).[284]
Esa doct rina escat ológica, que t rat a sobre el dest ino individual de las almas, est á sint et izada en
los llamados novíssimos, que son cuat ro: muert e, juicio, infierno y paraíso. El purgat orio no ent ra
porque es solo un est ado espirit ual t ransit orio y t emporario.[285]
Juicio Final.
Acerca del dest ino colect ivo del hombre en la fin del mundo, la Iglesia enseña que ocurrirá un
Juicio final incluso ant es del fin del mundo, pero ni ella sabe exact ament e cuándo ocurrirá ese
acont ecimient o.[279] Incluso ant es de eso, Jesucrist o, que t ambién resucit ó de los muert os y
vive para siempre, resucit ará t oda la humanidad, dando, más concret ament e, una nueva vida, pero
est a vez inmort al, para t odos los cuerpos que perecieron. En ese moment o, t odas las almas, que
est én en el Cielo, en el Purgat orio o en el Infierno, regresarán definit ivament e a sus nuevos
cuerpos.[286]
En la visión cat ólica, t oda la humanidad se reunirá delant e de Dios, más concret ament e de Jesús,
que va a regresar t riunfalment e a la t ierra como juez de los vivos y de los muert os. El confirmará
los innumerables juicios part iculares y permit irá consecuent ement e que el cuerpo resucit ado
pueda "participar en la retribución que el alma tuvo en el juicio particular". Est a ret ribución
consist e en la vida et erna (para los que est án en el Cielo o en el Purgat orio) o en la condenación
et erna (para los que est án en el Infierno).[287]
Después del Juicio Final, se cree, se dará finalment e el fin del mundo. El ant iguo mundo, que fue
creado por Dios en el principio, se libera de la esclavit ud del pecado y se t ransforma en los
"nuevos cielos y t ierras nuevas" (2 Pedro 3:13). En est e nuevo est ado de cosas, se logra t ambién
la plenit ud de la Reino de Dios, es decir, la realización definit iva del designio salvífico de Dios de
"recapit ular t odas las cosas en el cielo y la t ierra" (Ef 1:10). En est e mist erioso reino, donde el mal
no exist e, los sant os (o salvados) disfrut an de la vida et erna y Dios será "todo en todos" (1
Corint ios 15:28), formando así una gran familia y comunión de amor y felicidad. Los condenados
vivirán para siempre en el infierno y lejos del Reino de Dios.[16]
Moral católica
Los cat ólicos creen que la Revelación divina present a las reglas para un buen relacionamient o de
los hombres ent re sí y para con Dios.[288] Esa ét ica y moral se cent ra en el desafío de la dádiva
de sí mismo a los ot ros y a Dios.[289] Por lo t ant o, esas reglas deben ser pract icadas en el
cot idiano, para liberar al hombre de la esclavit ud del pecado,[288] que es un aut ént ico abuso de la
libert ad.[290] Eso porque, en la visión cat ólica, el hombre solo es libre si consigue ser mejor y ser
at raído para el bien y para lo bello.[291] La Iglesia enseña que la bondad y las bienavent uranzas
definen el cont ext o para la conduct a moral crist iana, que es indispensable para el camino de la
salvación, iniciada por la gracia sant ificant e del baut ismo, que just ifica.[292] [288]
Según la Iglesia, la t ransgresión de una regla moral implica la elección del mal y por eso el
comet imient o de pecados, aunque la int ención, las consecuencias y las circunst ancias pudiesen
anular o at enuar la responsabilidad de quien act úa. Pero eso no puede nunca alt erar la cualidad
moral de los propios act os, vist o que "el fin no justifica los medios".[293]
La doct rina cat ólica cree que el hombre posee dignidad, que est á radicada en su creación a la
imagen y semejanza de Dios, lo que implica necesariament e que el hombre posee libert ad y
conciencia moral. La libert ad es una capacidad inalienable del hombre,[294] dada por Dios, de
escoger ent re el bien y el mal. Ese poder único, que "llega a la perfección cuando es ordenado por
Dios", t orna el hombre responsable por sus act os deliberados, debido a su conciencia moral.
Luego, "la elección del mal es un abuso de la libertad, que conduce a la esclavitud del
pecado."[295]
Cuando escucha correct ament e la consciencia moral, cualquier persona percibe la cualidad moral
de un act o, permit iéndole asumir la responsabilidad, y consigue oír la voz de Dios,[296] que lo
ordena a pract icar el bien y a evit ar el mal.[297] El hombre, como posee dignidad, no debe ser por
eso impedido u obligado a act uar cont ra su consciencia,[297] se bien que ella t ambién puede
producir juicios equivocados. Luego, es preciso educarla y rat ificarla, para que ella pueda est ar
cada vez más en sint onía con la volunt ad divina, con la razón y con la Ley de Dios (incluyendo la
regla de oro y los mandamient o del amor).[298]
Ley moral
Jesús dio a los hombres la Nueva Ley, que es la forma perfecta de la Ley de Dios. Esta nueva ley se resume en los
mandamientos de amor.[299] [300]
Los cat ólicos creen que la Ley moral o Ley de Dios, siendo una obra divina, les prescribe la
conduct a que los llevan a la salvación y a la felicidad et erna, prohibiéndolos de los caminos que
los desvían de Dios y del su amor.[301] Esa ley es const it uida por la Ley nat ural, que est á escrit a
por Dios en el corazón de cada ser humano;[302] por la Ant igua Ley, revelada en el Ant iguo
Test ament o; y por la Nueva Ley, revelada en el Nuevo Test ament o por Jesús.
La Ley nat ural "manifiesta el sentido moral originario" que permit e al hombre diferenciar, por la
razón y por su conciencia, el bien y el mal. Como t odos los hombres (fieles o infieles) la perciben,
ella es de cumplimient o universal y obligat orio,[302] pero ella no siempre es t ot alment e
comprendida, debido al pecado. Por eso, San Agust ín afirma que Dios "escribió en las tablas de la
Ley lo que los hombres no conseguían leer en sus corazones", dando así origen a la Ant igua Ley,
que es la primera et apa de la Revelación divina y que est á resumida en los Diez
Mandamient os.[303]
La Ant igua Ley, siendo t odavía imperfect a, prepara y predispone a la conversión y al acogimient o
del Evangelio[304] y de la Nueva Ley, que es la "perfección y cumplimiento" (pero no la
subst it ución) de la Ley nat ural y de la Ant igua Ley.[300] Esa Nueva Ley se encuent ra en t oda la
vida y prédica de Crist o y de los Apóst oles, siendo el Sermón del mont e su principal
expresión.[299] Esa ley ya perfect a es plenament e revelada y se resume en el mandamient o del
amor a Dios y al prójimo, que es considerada por Sant o Tomás de Aquino como "la propia gracia
del Espíritu Santo, dada a los creyentes en Cristo."[300]
Diez Mandamientos
Moisés, gran profeta del Antiguo Testamento, trae los Diez Mandamientos al Pueblo de Dios. (Pintura de Rembrandt van
Rijn (1659)).[305]
Como los Diez Mandamient os (o Decálogo) son la sínt esis de t oda la Ley de Dios y la base
mínima y fundament al de la moral cat ólica, la Iglesia exige a sus fieles el cumplimient o
obligat orio de esas reglas. Quienes no siguen est as reglas, comet en pecado.[306] Además, según
las propias palabras de Jesús, es necesario observarlos "para entrar en la vida eterna" (Mt 19,16-
21), además de ser necesarios para que los fieles muest ren su aprecio y que pert enecen a
Dios.[307] Est os mandamient os que det erminan los deberes fundament ales del hombre para con
Dios y su prójimo, t ambién dan a conocer la volunt ad divina, y en t ot al son diez:[306]
Según la doct rina cat ólica sobre los Diez Mandamient os, esos mandamient os pueden ser
resumidos en solo dos, que son: amar a Dios sobre todas las cosas; y amar al prójimo como a
nosotros mismos.[308]
Virtud
La virt ud, que se opone al pecado, es una cualidad moral que dispone una persona a hacer el bien,
siendo "el fin de una vida virtuosa tornarse semejante a Dios".[309] Según la Iglesia cat ólica,
exist en una gran cant idad de virt udes que derivan de la razón y de la fe humana. Est as, que se
llaman virt udes humanas, regulan las pasiones y la conduct a moral humanas,[310] siendo las más
import ant es las virt udes cardinales, que son cuat ro: la Prudencia, la Just icia, la Fort aleza y la
Templanza.[311]
Pero, para que las virt udes humanas lleguen a su plenit ud, ellas t ienen que ser vivificadas y
animadas por las virt udes t eologales, que "tienen como origen, motivo y objeto inmediato el
propio Dios". Ellas son infundidas en el hombre con la gracia sant ificant e y vuelven a los hombres
capaces de vivir en relación con la Sant ísima Trinidad.[312] Las virt udes
t eologales son t res: la Fe,
la Esperanza y la Caridad (o Amor).[313] Sobre las virt udes, San Pablo dice que la mayor de t odas
ellas es el amor (o caridad).[314]
Pecado
Los Siete Pecados Capitales.
Según San Agust ín, el pecado es "una palabra, un acto o un deseo contrarios a la Ley eterna",
causando por eso ofensa a Dios y a su amor.[315] por lo t ant o, ese act o del mal es un abuso de la
libert ad[290] y perjudica la nat uraleza humana. Los cat ólicos creen que Crist o, con su muert e,
reveló plenament e la gravedad del pecado y lo venció con su amor.[315] Hay una gran variedad de
pecados, que pueden ser direct ament e cont ra Dios, cont ra el prójimo y cont ra sí mismo. También
se puede dist inguir ent re pecados por palabras, por pensamient os, por omisiones y por
acciones.[316]
La repet ición de pecados genera vicios, que oscurecen la conciencia e inclinan al mal. Los vicios
se relacionan con los siet e pecados capit ales: soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y
pereza.[317] La Iglesia enseña t ambién que t odos aquellos que cooperan culpablement e en los
pecados de los ot ros, son t ambién responsabilizados por t al.[318] En cuant o a su gravedad, los
pecados comet idos se pueden dividir en:
pecados mort ales, que son comet idos cuando "hay materia grave, son cometidos con plena
conciencia y deliberado consentimiento". Ellos alejan al hombre de la caridad y de la gracia
sant ificant e y, si el pecador no se arrepient e sincerament e, lo conducen a la muert e et erna del
Infierno;[319]
pecados veniales, que son comet idos sin pleno consent imient o o sin plena conciencia o
t ambién cuando se t rat a de mat eria leve. Ellos, a pesar de que alejan el camino de
sant ificación, merecen solo penas purificat orias t emporales, es decir en el Purgat orio.[320]
Todos esos pecados personales se deben al debilit amient o de la nat uraleza humana, que pasó a
quedar somet ida e inclinada a la ignorancia, al sufrimient o, a la muert e y al pecado. Eso es
causado por el pecado original, t ransmit ido a t odos los hombres, sin culpa propia, debido a su
unidad de origen, que es Adán y Eva. Ellos desobedecieron a Dios en el inicio del mundo,
originando ese pecado, que puede ser act ualment e perdonado (pero no eliminado) por el
baut ismo.[134]
Perdón e indulgencias
Como el amor de Dios es infinit o y como Jesús ya se sacrificó en la cruz, t odos los hombres,
cat ólicos o no, pueden ser perdonados por Dios en cualquier moment o, desde que se arrepient en
de un modo libre y sincero[118] y se compromet en en hacer lo posible para perdonar a sus
enemigos.[321] Ese perdón t an necesario puede ser concedido por Dios sacrament alment e y por
medio de la Iglesia, por la primera vez, a t ravés del baut ismo y después, ordinariament e, a t ravés
de la reconciliación.[319]
Pero Dios t ambién puede conceder ese perdón a t ravés de muchas maneras diferent es (o incluso
direct ament e) para t odos aquellos que se arrepient an (incluyendo los no-cat ólicos).[322] Pero el
perdón divino no significa la eliminación de las penas t emporales, o sea, del mal causado como
consecuencia de los pecados cuya culpa ya est á perdonada. En ese caso, para eliminarlas, es
necesario obt ener indulgencias y pract icar buenas obras durant e la vida t errenal o t ambién,
después de morir, una purificación del alma en el Purgat orio, con la finalidad de ent rar puro y sant o
en el Cielo[323]
La vent a de indulgencias
Durant e la Edad Media surgió el llamado contrabando de indulgencias,[324] en que los
document os forjados declaraban la vent a de indulgencias de caráct er ext raordinario,[325]
habiendo en algunos ubicaciones, la vent a de indulgencias por profesionales "perdonadores"[326]
(quaestores, en lat ín). La Iglesia reconoció y condenó la exist encia de est os abusos,[324] como
puede ser observado en los decret os y document os del Cuart o Concilio de Let rán (1215), del
Concilio de Ravena (1317),[324] del Papa Bonifacio IX (1392) y de ot ros Papas, t ales como
Clement e IV, Juan XXII, Mart ín V y Sixt o IV, que lucharon y prohibieron abusos de indulgencias
pract icados en su época.[324]
A pesar de est as condenaciones y rest ricciones, el final de la Edad Media vio el crecimient o
considerable de est os abusos, que serían cont est adas en la Reforma prot est ant e.[326] En 1563,
en la últ ima sesión del Concilio de Trent o, la vent a de indulgencias fue prohibida definit ivament e
para no permit ir más excesos y abusos.[327] Desde ent onces, las indulgencias pasaron a ser
concedidas grat uit ament e a los fieles que pract icasen det erminados act os de piedad, penit encia
y caridad (ex: oraciones, peregrinaciones, et c.) est ablecidos por la Iglesia.[328]
San José, el padre adoptivo de Jesús, es considerado como un gran modelo de castidad.[329]
En relación a la sexualidad, la Iglesia cat ólica invit a a t odos sus fieles a vivir en cast idad, que es
un don divino y una virt ud moral que permit e la int egración posit iva de la sexualidad en la
persona.[330] Esa int egración exige "un aprendizaje del dominio de sí, que es una pedagogía de la
libertad humana. La alternativa es clara: o el hombre controla sus pasiones y alcanza la paz, o se
deja dominar por ellas y se torna infeliz." La virt ud de la cast idad se relaciona con la virt ud
cardinal de la t emplanza.[331]
Luego, t odos los cat ólicos son llamados a la cast idad,[332] porque la sexualidad solo se "torna
personal y verdaderamente humana cuando está integrada en la relación de persona a persona, en
el don mutuo total y temporalmente ilimitado, del hombre y de la mujer",[333] ambos unidos por el
sacrament o del mat rimonio (que es indisoluble).[334] Por eso, los act os sexuales fuera del
mat rimonio const it uyen siempre un pecado grave.[335] Por esas razones, el sexo premat rimonial,
la pedofilia, el adult erio, la mast urbación, la fornicación, la pornografía, la prost it ución, el est upro y
los act os sexuales ent re homosexuales son condenados por la Iglesia como expresiones del
vicio de la lujuria.[336]
Para la Iglesia, el amor es una virt ud t eologal[313] y lo opuest o al desamor.[337] Aplicado en las
relaciones conyugales humanas, el amor verdaderament e vivido y plenament e realizado es una
comunión de dádiva mut ua de sí mismo, "de afirmación mutua de la dignidad de cada pareja" y un
"encuentro de dos libertades en entrega y receptividad mutuas".[338] Esa comunión conyugal del
hombre y de la mujer es un icono de la vida de la Sant ísima Trinidad y lleva no solo a la
sat isfacción, sino t ambién a la sant idad.[339] Ese t ipo de relación conyugal propuest o por la
Iglesia exige permanencia y compromiso mat rimoniales.[340]
Santa María Goretti (1890-1902), una virgen que, tal como los innumerables santos, vivió rigurosamente y a su manera la
castidad cristiana.[341]
Por esa razón, la sexualidad es una fuent e de alegría y placer, y se ordena al amor conyugal[342] y
para la procreación.[343] La sexualidad (y el sexo) es t ambién considerada como la gran expresión
del amor recíproco, donde el hombre y la mujer se unen y se complement an.[338]
El verdadero amor conyugal, donde la relación sexual es vivida dignament e, solo es posible
gracias a la cast idad conyugal.[340] Esa virt ud permit e una vivencia conyugal perfect a basada en
la fidelidad y en la fecundidad mat rimoniales.[343] Pero además de la cast idad conyugal (que no
implica la abst inencia sexual de los casados), exist en t ambién diversos regímenes de cast idad: la
virginidad o el celibat o consagrado (para los religiosos, las personas consagradas, los clérigos
et c.) y la cast idad en la abst inencia (para los no casados).[344]
El divorcio
En la act ualidad, la Iglesia no acept a el divorcio [cita requerida] , aunque est e sea acept ado en el
Ant iguo Test ament o:
Sin embargo, en el Nuevo Test ament o, Jesús, que según la Iglesia vino a complet ar y dar el
sent ido definit ivo a las revelaciones divinas del Ant iguo Test ament o, afirmó que:
Por eso, basándose en las enseñanzas de Crist o, la Iglesia afirma que el sacrament o del
mat rimonio ent re un hombre y una mujer libres es indisoluble, hast a en el moment o en que uno de
los dos cónyuges muera.[334] Sin embargo, en casos donde no hubo consumación o no hubo un
consent imient o mat rimonial claro y libre de cualquier violencia o "grave temor externo", el
mat rimonio puede ser declarado nulo e inexist ent e por aut oridades eclesiást icas
compet ent es.[347] [348]
Preservativos y ETSs
Según la doct rina cat ólica, el uso act ual e indiscriminado de preservat ivos incent iva un est ilo de
vida sexual inmoral, promiscuo, irresponsable y banalizado, donde el cuerpo es usado como un fin
en sí mismo y el compañero(a) es reducido(a) a un simple objet o de placer. Ese t ipo de vida
sexual es fuert ement e condenado por la iglesia.[349]
El Papa Benedict o XVI reafirmó, durant e su visit a a los cameruneses y a Angola (17 de marzo a 23
de marzo), que solament e la dist ribución de preservat ivos no ayuda a cont rolar el problema del
SIDA, por el cont rario, cont ribuiría a "empeorar la situación". Tales declaraciones desencadenaron
una t empest ad de crít icas y condenaciones por part e de gobiernos y de las ONG. El direct or
ejecut ivo del Fondo Mundial de Lucha cont ra el SIDA, la t uberculosis y el paludismo, Michael
Kazat chine, pidió a Benedict o XVI que ret irase sus declaraciones "inaceptables".[350]
Sin embargo, en 2010, el Papa Benedict o XVI afirmó, de forma coloquial y no oficial, que el uso
del preservat ivo puede ser just ificable en algunos casos punt uales para disminuir el riesgo de
cont agio de las enfermedades de t ransmisión sexual (ETSs), "como por ejemplo la utilización del
preservativo por un(a) prostituto(a)". Sin embargo, el Papa advirt ió que el uso de preservat ivos no
es "una solución ni verdadera ni moral". Él volvió t ambién a reafirmar la doct rina cat ólica que
defiende que la fidelidad en el casamient o, el amor recíproco, la cast idad, la humanización de la
sexualidad y la abst inencia son los mejores medios para combat ir las ETSs, en lugar de la "mera
fijación en el preservativo".[349] [351]
Homosexualidad
Los act os sexuales ent re personas homosexuales son considerados moralment e incorrect os
porque violan la "iconografía de diferenciación y complementariedad sexuales" ent re el hombre y
la mujer y porque son incapaces de generar vida.[352] Sin embargo, para la Iglesia, t ener
t endencias homosexuales no es considerado un pecado, ni un cast igo, sino solo una prueba. El
pecado est á en ceder a esas t endencias y adopt arlas en la práct ica.[353] La Iglesia repudia
t ambién cualquier reconocimient o legal de las uniones ent re personas del mismo sexo.[354]
Pero la Iglesia cat ólica no discrimina a los homosexuales y pret ende ayudarlos a vivir en la
cast idad, para que ellos evit en los act os sexuales, que son moralment e desordenados, «porque
son act os de afirmación de sí mismos y no dádiva de sí mismos».[352] La Iglesia t odavía invit a a
los homosexuales a aproximarse gradualment e de la perfección crist iana, a t ravés del
aut odominio, de la oración, de la gracia sacrament al, del ofrecimient o de sus dificult ades y
sufrimient os como un sacrificio para Dios y «del apoyo de una amist ad desint eresada».[353]
Sin embargo, paradójicament e, algunas fuent es cat ólicas afirman que los seminarios y los
noviciados pueden est ar dominados por homosexuales [cita requerida] . En relación a eso, el
president e del episcopado est adounidense, el monseñor Wilt on D. Gregory declaró que «la lucha
cont inúa y es import ant e que se combat a para que los seminarios y los noviciados no est én
dominados por homosexuales».[355]
La Iglesia cat ólica considera la vida humana como sagrada y como un valor absolut o e
inalienable,[356] por eso condena, ent re ot ras práct icas, la violencia, el homicidio, el suicidio, el
abort o inducido, la eut anasia,[357] la clonación humana (sea ella reproduct iva o t erapéut ica)[358] y
las búsquedas o práct icas cient íficas que usan células madre ext raídas del embrión humano vivo
(que provocan la muert e del embrión).[359] Para la Iglesia, la vida humana debe ser generada
nat uralment e por el sexo conyugal y t iene inicio en la fecundación (o concepción) y su fin en la
muert e nat ural.[360] [361]
Según esa lógica, la reproducción asist ida es t ambién considerada
inmoral porque disocia la procreación del act o sexual conyugal, «inst aurando así un dominio de la
t écnica sobre el origen y el dest ino de la persona humana».[362]
En cuando a la regulación de los nacimient os, la Iglesia la defiende como una expresión de la
pat ernidad y mat ernidad responsables a la const rucción prudent e de familias, desde que no sea
realizada con base en el egoísmo o en imposiciones ext ernas.[363] Pero esa regulación solo
puede ser hecha a t ravés de mét odos nat urales de planificación familiar, t ales como la
cont inencia periódica y el recurso a los períodos infecundos.[363] La píldora, la est erilización
direct a, el preservat ivo y ot ros mét odos de ant iconcepción son expresament e condenados
como pecado mort al.[364]
La iglesia enseña incluso que los mét odos nat urales son formas más humanist as y responsables
de vivir la responsabilidad procreadora porque, cuando se usan correct ament e, aument an y
fort alecen la comunicación y el amor ent re los cónyuges; promueven el aut oconocimient o del
cuerpo; nunca t ienen efect os colat erales en el organismo; y promueven la idea de que la
fert ilidad es una riqueza y un regalo divino que puede y debe ser ut ilizada en el moment o
oport uno.[365]
A t ravés de las numerosas encíclicas y pronunciamient os de los papas, la Doct rina Social de la
Iglesia aborda varios t emas fundament ales, como la dignidad humana; las libert ades y los
derechos humanos; la familia; la promoción de la paz y del bien común en el respect o de los
principios de la solidaridad y subsidiariedad; el primacía de la just icia y de la caridad; el sist ema
económico y la iniciat iva privada; el papel del Est ado; el t rabajo humano; el dest ino universal de
los bienes de la nat uraleza; la defensa del ambient e; y el desarrollo int egral de cada persona y de
los pueblos.[366] [367]
Pero la exist encia de la DSI no implica la part icipación del clero en la polít ica, que est á
expresament e prohibida por la Iglesia, except o en sit uaciones urgent es. Eso porque la misión de
mejorar y animar las realidades t emporales, incluidas a t ravés de la part icipación cívico-polít ica, y
dest inada a los laicos.[368] [369]
Luego, la jerarquía eclesiást ica est á solo "en el negocio de formar
el tipo de persona que consigue formar y dirigir gobiernos en los cuales la libertad conduce a la
genuina realización humana".[370]
El pensamient o social crist iano se fue desarrollando a lo largo de los t iempos, siendo el inicio de
su sist emat ización dat ada en 1891, año de la promulgación de la encíclica Rerum Novarum por el
Papa León XIII.[86] La DSI rechaza las ideologías t ot alit arias y at eas asociadas al comunismo o al
socialismo.[371] Además de eso, en la práct ica del capit alismo, la DSI rechaza, por ejemplo, la
excesiva y desenfrenada expect at iva del lucro y/o la primacía absolut a de la ley del mercado
sobre el t rabajo humano y la economía.[372]
Principales críticas
Además de las hist óricas crít icas y divergencias ent re la doct rina cat ólica y las ot ras doct rinas
crist ianas y ent re la doct rina cat ólica y la ciencia, varias creencias y principios cat ólicos son
t ambién act ualment e crit icados por el mundo moderno y hast a por algunos cat ólicos.[373]
Como por ejemplo, la ét ica cat ólica sobre el casamient o (que en la act ualidad no acept a el
divorcio [cita requerida] ), sobre la vida (que no acept a el abort o, la eut anasia, el uso de
ant iconcept ivos art ificiales y la ut ilización de células madre embrionarias para fines cient íficos
que lleven a la dest rucción del embrión) y sobre el sexo (que no acept a el sexo premat rimonial, la
homosexualidad y el uso de preservat ivos) cont inúan generando muchas polémicas y
cont roversias.[373] [350]
Las acciones escandalosas e inmorales, que van cont ra la doct rina
cat ólica, pract icadas por ciert os miembros y clérigos cat ólicos (ex: casos de abuso sexual
infant il comet idos por miembros de la Iglesia cat ólica) refuerzan las crít icas referent es al modo
como esa doct rina t rat a la sexualidad y la moralidad en general.[374] [375]
[376]
Con la crecient e laicización y secularización del mundo occident al (Principalment e Reino Unido,
Escandinavia y Benelux), algunas personas comenzaron a cuest ionar la compat ibilidad ent re la
democracia y la doct rina cat ólica y la exigen hast a el fin de cualquier influencia de la Iglesia sobre
la vida pública y sobre las decisiones legislat ivas (especialment e sobre la cuest ión del
abort o).[373]
La propia creencia en Dios y las reglas ét ico-morales de la Iglesia son t ambién durament e
crit icadas como obst áculos para la verdadera liberación, progreso y realización del hombre.
Cuest iones más t eológicas como la divinidad y celibat o de Jesús (con especial at ención a las
t eorías sobre María Magdalena[377] ), los milagros, la exist encia de dogmas, la vida et erna, la
virginidad de María y la paradójica compat ibilidad ent re la exist encia de Dios y la exist encia del
mal y del sufrimient o son t ambién cuest ionadas.[373] Recient ement e, la cuest ión t eológica de la
unicidad y universalidad salvífica de Jesucrist o y de la Iglesia cat ólica[253] y al definición
t eológica de que la Iglesia cat ólica es la única Iglesia de Crist o[378] cont inúan dando lugar a
varias polémicas y desacuerdos.[379] A pesar de esas dos creencias, la Iglesia cat ólica nunca
negó la salvación de los no-cat ólicos. Cuest iones más disciplinares de la Iglesia, como la jerarquía
cat ólica, el celibat o clerical y la prohibición de la ordenación sacerdot al a las mujeres son
t ambién t emas debat idos en la act ualidad.[373]
En conclusión, la Iglesia cat ólica (y su doct rina) es muy cont roversial, porque ella "se revela
muchas veces […] en oposición al que parece ser el conocimiento vulgar de nuestros tiempos" y
porque ella insist e siempre en que "la fe implica verdades, que esas verdades implican
obligaciones y que esas obligaciones exige ciertas decisiones". Por esa razón, la Iglesia cat ólica,
"vista de exterior, […] puede parecer de poca visión, de mal humor y atormentara - el predicador
amargo de una cadena infinita de prohibiciones".[380]
La doct rina de la Iglesia Ort odoxa es muy semejant e a la de la Iglesia cat ólica, ya que ambas
desarrollaron sus principales creencias básicament e a part ir de la misma t radición.[381] Sin
embargo, exist en ent re ellas varias diferencias doct rinales y disciplinares. Como por ejemplo, los
ort odoxos solo reconocen los siet e primeros concilios ecuménicos y no acept an, como por
ejemplo, el dogma cat ólico de la Inmaculada Concepción (pero los ort odoxos creen en la
Asunción de María[382] [383]
); el Purgat orio; la primacía y la infalibilidad del Papa; la cuest ión del
Filioque; la falt a de Epíclesis y el uso del pan ácimo (sin levadura) en la misa; la comunión
eucaríst ica solo sobre la especie del pan; o Baut ismo por infusión (y no por inmersión); la forma
de administ rar el sacrament o de la unción de los enfermos; el celibat o de t odo el clero y la
indisolubilidad del mat rimonio.[384]
Debido al recient e y gran esfuerzo ecuménico, muchas de esas diferencias fueron siendo
parcialment e resuelt as o, por lo menos, disminuidas. El principal problema ent re las dos iglesias
reside en la cuest ión de la primacía y de la infalibilidad del Papa.[384] Pero, hast a en est e campo,
hubo progresos significat ivos, que culminaron con la aprobación del Document o de Ravena, el día
13 de oct ubre de 2007. En ese document o, las dos iglesias reconocieron la primacía papal, al
afirmar que el Obispo de Roma "es el “protos”, o sea, el primero entre los patriarcas de todo el
mundo, pues Roma, según la expresión de San Ignacio de Antioquía, es la "Iglesia que preside en
la caridad"".[385] Pero aun así, los cat ólicos y ort odoxos t odavía difieren en cuant o a los
privilegios de la primacía.[386]
Iglesias protestantes
Hay t ambién diferencias import ant es en la doct rina de la Eucarist ía y de los ot ros sacrament os
(los prot est ant es solo profesan el Baut ismo y la Eucarist ía, que son solo para ellos meras
señales que est imulan a fe [389] ); en la exist encia del Purgat orio; en el cult o de veneración a la
Virgen María y a los sant os; en la forma de int erpret ación (los prot est ant es defienden la
int erpret ación personal[390] o libre-examen de las Sagradas Escrit uras) y en la composición del
Canon de las Escrit uras; en el papel de la Tradición oral; en la propia nat uraleza, aut oridad,
administ ración, jerarquía y función de la Iglesia (incluyendo el papel de la Iglesia en la salvación);
en el sacerdocio; y t ambién en la aut oridad y misión del Papa.[388] [389]
Sin embargo, ya que incluso ent re las denominaciones prot est ant es hay diferencias
considerables,[390] podemos encont rar ent re ellas algunas cuyas doct rinas se aproximan
bast ant e a la cat ólica. Es el caso, por ejemplo, de algunos sect ores del Anglicanismo, que se
aut odenominan como anglo-cat ólicos. Recient ement e, el diálogo ecuménico moderno llevó
finalment e a algunos consensos sobre la doct rina de la just ificación ent re los cat ólicos y los
lut eranos, a t ravés de la Declaración Conjunt a Sobre la Doct rina de la Just ificación (1999).[391]
Además de eso, ese diálogo t rajo t ambién varios consensos sobre ot ras cuest iones doct rinarias
import ant es, especialment e ent re los cat ólicos y los anglicanos.[392]
Véase también
Port al:Iglesia cat ólica. Cont enido relacionado con Iglesia católica.
Escolást ica
Limbo (t eología)
Filiación divina
Nota
Referencias
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Enlaces externos
Cat ecismo de la Iglesia cat ólica (ht t p://www.vat ican.va/archive/cat echism_ sp/index_ sp.ht m
l) y su Compendio (ht t p://www.vat ican.va/archive/compendium_ ccc/document s/archive_ 20
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Text os y document os fundament ales de la Doct rina cat ólica (ht t p://www.vat ican.va/archive/in
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Document os y ot ros archivos de varios Papas (ht t p://www.vat ican.va/holy_ fat her/index_ sp.ht
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Breve cat ecismo cat ólico (ht t p://www.cat olicidad.com/2014/02/breve-cat ecismo-cat olico-bi
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