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Universidad Francisco Gavidia
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EL SALVADOR
2000
Gregorio Bello-Suazo
EL PENSAMIENTO DE IGNACIO MARTIN-BARO Y
SU APORTE A LA PSICOLOGIA SALVADOREÑA"
(CAUSAS HISTÓRICAS Y ANÁLISIS DESCRIPTIVO) JOSÉ
SANTIAGO AQUINO BARAHONA NANCY EUGENIA
ESCOBAR VARGAS EIDA CRISTINA SALAS
DÍAZ
Theorethikos, año III, número 1, enero-marzo
Universidad Francisco Gavidia
San Salvador, El Salvador.
MONOGRAFIA:
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIATURA EN PSICOLOGIA
JULIO DE 1999
INDICE
Abstract.................................................................................................................. 03
Introducción........................................................................................................... 04
PROBLEMÁTICA Y BÉLICA:
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
Escenario para la respuesta de Ignacio Martín
Baró................................................................................................................ 18
IGNACIO MARTIN
BARO.................................................................................................................. 36
III.1.- PENSAMIENTO
PSICOLOGICO.................................................................................................... 37
III.2.- PENSAMIENTO
ACADEMICO......................................................................................................... 62
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
IV.- APORTES DE LA MONOGRAFIA PARA LA PSICOLOGIA A PARTIR
Del
psicólogo................................................................................................................ 80
Baró
(Delincuencia)........................................................................................................ 81
De la mujer en El
Salvador.................................................................................................... .............82
V.- CONCLUSIONES............................................................................................. 84
BIBLIOGRAFIA...................................................................................................... 87
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
ABSTRACT
Uno de los mayores aportes del presente estudio, ha sido, además de sistematizar
el acervo bibliográfico y el desarrollo del pensamiento de Ignacio Martín-Baró, el
víncular éste a factores socio-políticos, teológicos y universitarios. En efecto, el
aporte intelectual de M. Baró es una respuesta con un debido compromiso a una
realidad problemática, desde la perspectiva de la Psicología Social.
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intelectual, en tanto que está rubricada con su propia sangre, dato que nos indica
mucho de su convicción.
Finalmente el estudio hace caer en la cuenta que M. Baró ha sido el psicólogo con
mayor producción intelectual y con mayor impacto en la historia de la psicología
salvadoreña, justificación básica que invita a conocer y estudiar sus aportes a la
Ciencia.
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INTRODUCCION
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quehacer psicológico. Ciertamente su status quo como miembro de la Compañía
de Jesús, asignado a trabajar en la Universidad Centroamericana "José Simeón
Cañas" (UCA), influyó en dicho compromiso, y así respondió con honestidad y
coherencia a las exigencias de la realidad nacional, produciendo un cuerpo de
obras muy pertinentes, fundando el Instituto Universitario de Opinión Pública de la
UCA (IUDOP) y trabajando en el campo pastoral con las comunidades, lugar en
donde se encontró con la realidad problemática de los salvadoreños.
M.Baró no es una respuesta científica y profesional casual, sino causal; las causas
de su producción intelectual en el campo de la psicología social están asociadas a
múltiples factores, entre los que podemos destacar: a) Realidad Nacional; b)
Realidad Universitaria; y c) Realidad Teológica-Fiducial. En efecto, la Realidad
Nacional condicionada por las variables de la guerra fría, o más bien, por las
tendencias comunistas y anticomunistas, configuraron un panorama problemático,
bélico y cruento; la guerra de doce años considerada por la Comisión de la Verdad
como "El Paroxismo de la Violencia" (ONU, 1992), agudizó más los problemas
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históricos-sociales de El Salvador, hoy catalogados como "Nudo Gordiano", es
decir: Pobreza y Marginación socio-cultural (CND, 1998). Por otra parte, la UCA
comenzaba a cambiar su rumbo a finales de la década del sesenta; dejando de
ser una institución apática a los problemas del país da un giro copernicano, y su
"inspiración cristiana" es afectada por los grandes cambios que da la iglesia
Latinoamericana a raíz del Concilio Vaticano II (1962) y de la Conferencia
Episcopal Latinoamericana de Medellín (1968); a esto hay que yuxtaponer la figura
de un nuevo rector que asume tal cargo en 1976: Ignacio Ellacuría, intelectual
determinante para la propia UCA y para la Provincia de jesuitas centroamericanos.
Enlazando con el tema teológico-fiducial, los efectos de estos aires de cambio
eclesiales conocidos como "aggiornamiento" generan dos nuevos efectos: al
interior de la Compañía de Jesús se da la Congregación General XXXII en 1975
que introduce un nuevo mandato en la orden religiosa: "...la lucha por la Fe y la
lucha por la Justicia que la misma fe exige..." (SJ, 1975); por otra parte, surge en
el marco de Medellín un nuevo movimiento teologal conocido como Teología de la
Liberación que establece al "pobre como sujeto principal de la fe" y define la
conocida "opción preferencial por los pobres".
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en áreas o períodos de madurez intelectual, no obstante por razones de tiempo y
espacio se trataran los escritos psicológicos en dos áreas fundamentales:
Psicología de la Liberación (o escritos psicológicos desideologizadores) y
Psicología Social.
En una primera revisión bibliográfica se han recopilado los siguientes títulos (todos
de M. Baró): Acción e Ideología; Problemas de Psicología Social en América
Latina; La desatención social del poder opresor; El valor psicológico de la
represión política mediante la violencia; Entre el individuo y la sociedad; Las
estructuras sociales y su impacto psicológico; La naturaleza social del ser
humano; El hacinamiento residencial; El papel del psicólogo en Centroamérica;
Guerra y salud mental; Violencia política, guerra y trauma psicosocial; De la guerra
sucia a la guerra psicológica; Violencia en Centroamérica; ¿Trabajador alegre o
trabajador explotado?; La mujer puerto y cárcel de la sociedad salvadoreña; Hacia
una psicología de la liberación; La docencia, investigación y proyección, principios
y orientación; Una nueva universidad para una nueva pedagogía; La opinión
pública salvadoreña; entre otras.
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I.- ASPECTOS BIOGRAFICOS DE I. MARTIN BARO
Estando en la UCA, entre 1972 y 1975 fue decano de estudiantes y miembro del
Consejo Superior Universitario. Entre 1971 y 1974 fue jefe del Consejo de
redacción de ECA y en 1975 y 1976, fue su director. En 1971 y 1972 dio clases de
psicología en la Escuela Nacional de Enfermería de Santa Ana.
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A estas alturas hizo un nuevo paréntesis para estudiar un postgrado en psicología
en Estados Unidos. En 1977 obtuvo la maestría en ciencias sociales en la
Universidad de Chicago y dos años más tarde, en 1979, el Doctorado en
psicología social y organizativa en la universidad. En la tesis de la maestría
escribió sobre las actitudes sociales y los conflictos grupales en El Salvador y en
la del Doctorado, sobre la densidad poblacional en las clases bajas salvadoreñas.
Terminados sus estudios regresó a San Salvador, nuevamente en la UCA, donde
reanudó sus clases de psicología. Desde 1981 fue Vicerrector académico y
miembro de la Junta de Directores. En 1989, al dividirse en dos esa vicerrectoría,
se convirtió en Vicerrector de postgrado y Director de investigaciones. En 1982
asumió la dirección del departamento de psicología .
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La vida del M.Baró puede ser descrita brevemente diciendo que fue escritor,
maestro, universitario y pastor. Como escritor tenía una pluma fácil y un lenguaje
exquisito. Cultivaba mucho la lengua castellana. Sus comentarios eran agudos.
Sus primeros artículos aparecieron en ECA en 1966. Publicó once libros y una
larga lista de artículos, científicos y culturales, en diversas revistas
latinoamericanas y norteamericanas. Siempre tenía seis o siete artículos
pendientes. A quienes le pedían contribuciones les decía que lo esperaran, pues
le costaba negarse. Era feliz escribiendo directamente en la computadora y
perfeccionando gráficos. Cuidó mucho sus propias publicaciones y las de otros,
cuando éstas estuvieron bajo su responsabilidad, como cuando fue jefe de
redacción de ECA o las de la Revista de Psicología de El Salvador. Corregía las
pruebas personalmente y difícilmente se le escapaban las erratas y cuidaba en
extremo las referencias bibliográficas de sus escritos.
M.Baró fue un gran maestro. La docencia ocupó una gran parte de su vida y formó
a muchas generaciones de psicólogos. Comenzó a interesarse en la psicología en
Bogotá, donde leyó abundantes libros de psicología por su cuenta; buscó la
asesoría de algunos de los mejores profesores de psicología de la Universidad
Javeriana. Muy pronto se interesó en la psicología social y de sus primeras clases
salió su primer libro en 1972: "Psicodiagnóstico de América Latina". Después
siguieron otros textos universitarios, en los cuales integró la psicología social
tradicional en el contexto de la guerra civil salvadoreña. M.Baró insistió en que la
psicología debía enfrentar los problemas nacionales y que debía ser desarrollada
desde la condiciones sociales y las aspiraciones históricas de las mayorías
populares. Creía que los estudiantes debían aprender a analizar el
comportamiento humano en su propio contexto. En sus clases y escritos rechazó
la postura cómoda, pero falsa, de una psicología totalmente imparcial; en su lugar
enseñó una psicología comprometida críticamente con los diferentes proyectos
alternativos de sociedad existentes en América Latina. Tuvo una reconocida
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habilidad para integrar diversas teorías y para cuestionar creencias establecidas.
Estaba convencido del papel desideologizador de la psicología social y por eso
cuestionó los principales modelos teóricos de psicología, a los cuales consideraba
inadecuados para enfrentar las situaciones de violencia colectiva prevalecientes
en El Salvador. Fue un profesor agudo, capaz de relacionar conceptos
aparentemente contradictorios. Creía que había un orden en el universo que los
psicólogos y los científicos sociales podían descubrir eventualmente.
Como profesor siempre se preocupó por proporcionar a sus alumnos una visión
del mundo objetiva y amplia. Con frecuencia afirmaba la necesidad de
universalizar la psicología y de informar a los psicólogos de realidades diferentes a
las suyas. Consecuente consigo mismo, al regresar de sus viajes compartía con
sus alumnos lo que había observado, hablado y aprendido. Relacionaba lo que
había observado fuera con la realidad salvadoreña. Por ejemplo, el no haber visto
niños en las calles en determinadas horas del día porque todos estaban en la
escuela, mientras que en El Salvador se pueden ver niños en las calles durante
todo el día. En sus contactos personales con otros colegas siempre estaba
haciendo sugerencias útiles, les enviaba materiales, les ofrecía ayuda y les insistía
en publicar sus trabajos más importantes. En este sentido creía que las
asociaciones profesionales de psicólogos debían promover redes de comunicación
y cooperación docente, de investigación y de práctica profesional alrededor del
mundo para promover una psicología relevante y sensible a las necesidades de
las mayorías.
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reflejar en la misma opinión pública una imagen más exacta de las complejidades
de la sociedad salvadoreña. Quería que el IUDOP canalizara la expresión del
sentir de los salvadoreños sin filtros ni mediatizaciones partidistas. De esta forma,
el IUDOP se convirtió en una fuente de información veraz, válida y fiable sobre la
opinión pública. M.Baró dirigió 25 encuestas en los tres años que dirigió el IUDOP.
Los temas sobre los cuales preguntaba iban desde la salud y el empleo, hasta la
democracia y la guerra y la paz. El IUDOP fue el que más exactamente proyectó el
resultado de las elecciones legislativas de 1988 y presidenciales de 1989. Esta
última fue su prueba de fuego. Los resultados de las primeras encuestas daban
que ganaría ARENA. La democracia cristiana lo atacó y quiso desprestigiarlo; lo
mismo que hicieron otros medios de comunicación. Las encuestas previas a las
elecciones confirmaron y precisaron las primeras proyecciones. Al final la realidad
le dio la razón.
Al preguntar por las raíces de la guerra, fue objeto de fuertes críticas y a veces de
la ira de la extrema derecha salvadoreña. Cuando el IUDOP encontró niveles muy
bajos de identificación partidaria, disgustó a muchos de los políticos nacionales.
Cuando dio a conocer los resultados de la encuesta sobre el Debate Nacional,
mostrando un fuerte apoyo popular para el diálogo y la negociación, un periódico
matutino lanzó un furioso ataque contra el IUDOP.
M.Baró era sumamente cuidadoso con los resultados de las encuestas. Nunca los
sensacionalizó ni puso en peligro a los encuestados ni a los encuestadores.
Reclutó y entrenó un equipo de supervisores de campo y de encuestadores
influenciados por sus ideales y principios, y por su pasión para registrar la
respuesta de cada uno de los estratos sociales. Los encuestadores con frecuencia
eran regresados por retenes militares y a veces fueron detenidos por subversivos.
En la última encuesta que hizo se perdieron varios centenares de encuestas
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cuando cuatro hombres armados secuestraron el vehículo del IUDOP. Los
informes de los resultados de las encuestas los editaba personalmente con gran
cuidado. Los resultados de las principales encuestas hechas en 1987 y 1988 han
sido publicadas por UCA editores en dos tomos preparados por él. Cuando lo
mataron estaba negociando un acuerdo para dar a conocer semanalmente por
televisión los resultados de las encuestas de IUDOP.
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M.Baró fue un universitario a quien la UCA debe mucho. Siempre tuvo cargos
administrativos. Unos más pesados que otros. En los últimos tres años se quejó
bastante de la rutina administrativa y en varias coacciones, probablemente cuando
se sentía más hastiado, amenazaba con renunciar. Al final se quedó en la
vicerrectoría porque no era fácil sustituirlo. De él dependía, en parte, la calidad
académica de la universidad, pues supervisaba las contrataciones de los
profesores y su rendimiento. Bajo su vicerrectoría estaban, además, la biblioteca,
el centro de cómputo y las investigaciones de la universidad.
Era un trabajador polifacético y superdotado. Tenía tiempo para hacer todas estas
cosas porque era el primero en llegar a su oficina. A las cinco y media de la
mañana ya estaba trabajando. A medio día interrumpía su trabajo, pero a las dos
de la tarde volvía a su oficina. Regresaba a su casa después de dar una última
clase, a las ocho de la noche. Este ritmo de trabajo fue haciendo estragos en su
salud, como es natural. Padeció de dolores en la espalda y en un brazo, el cual
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fue intervenido quirúrgicamente. Ninguno de estos malestares interrumpió su
trabajo. Se levantaba de su escritorio para hacer algunos ejercicios y seguía
trabajando . Poco antes de que lo asesinaran tuvo una neumonía que al principio
no cuidó bien hasta que el médico y el superior le ordenaron quedarse en la cama.
En los últimos tres años se quejó bastante de cansancio. Había decidido aceptar
más invitaciones para salir al exterior, tomando así alguna distancia y descansar
un poco de la rutina universitaria.
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muy lúcido, como si previera lo que iba a pasar. Todavía se oye su último grito en
el día de su asesinato:"Esto es una injusticia, son ustedes una carroña".
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Este segundo apartado tiene la pretensión de delimitar los horizontes contextuales
y el entorno más inmediato que influye significativamente en el desarrollo del
pensamiento de M. Baró. Ciertamente existen factores experienciales e históricos
que determinan no sólo el carácter y el temperamento de una persona, sino
también el perfil y talante de la producción intelectual; en efecto, no existe una
absoluta imparcialidad o emancipación de ideas sobre la realidad, por el contrario
las personas se identifican por una construcción psicológica, educativa y
experiencial de ideas con ciertos aspectos históricos.
Se podría afirmar con certeza que existen tres ámbitos o factores que inciden en el
pensamiento de M. Baró; en primer lugar, la interpelación de la realidad nacional
problemática y bélica; en segundo lugar, el exigitivo medio universitario en donde
vive; y en tercer lugar, los factores teológicos fiduciales que suponen un
compromiso con la fe y la justicia.
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histórica del pasado inmediato; y es que los problemas políticos contemporáneos
de El Salvador están encadenados y articulados por transiciones muy
homogéneas que datan desde el abuso de la colonia, pasando por las etapas
oligárquicas cafetaleras, oligárquicas militares hasta los Acuerdos de Paz firmados
en Chapultepec en 1992.
Durante los años 70 se intensificó una lucha política permeada por los fraudes
electorales, tanto en elecciones para Alcaldes y Diputados como en elecciones
Presidenciales, en 1970, 1972, 1974, 1976, 1978 y 1979; los intentos políticos de
la Unión Nacional Opositora (UNO) (coalición del PDC, UDN y MNR) frente a un
PCN impregnado de militares generaron un desaste político pautado por
levantamientos militares, estados de sitio, represiones y crecimiento de violencia;
por otra parte, mientras los movimientos de protesta se organizaban cada vez más
en torno a ideologías de izquierda, la derecha respondía con la emergencia de
cuerpos civiles de seguridad, tales como ORDEN, FALANGE, y Unión Guerrera
Blanca (UGB); a esto habría que sumar los intentos de Reformas Agrarias que
intensificaron la crisis en el gobierno del General Molina (LPG, 1990).
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Ante la difícil situación, mientras los cuerpos de seguridad estatales estructuraban
procesos represivos, se intensificaba y radicalizaba una izquierda cada vez más
organizada compuesta por el Partido Comunista (PC), las Fuerzas Populares de
Liberación (FPL), el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP), las Fuerzas
Armadas de la Resistencia Nacional (FARN) y el Partido Revolucionario de los
Trabajadores Centroamericanos (PRTC), grupos que posteriormente conformarían
como bloque el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Mientras tanto, durante la década de los 80 comenzaron los conatos para buscar
la Paz, convocando a múltiples diálogos relativamente infructuosos, pero que en
su conjunto sirvieron para conocer las demandas y finalmente lograr la anhelada
paz; La palma, Cesori, Nunciatura, fueron algunos de los escenarios (LPG, 1990).
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Además de las setenta y cinco mil víctimas que cobró el conflicto, se creó un
ambiente violento y deshumanizador durante estas décadas; se intensificó la
pobreza y la marginación sociocultural; se deterioró el patrimonio e infraestructura
nacional; se modificaron los patrones socioculturales; se desvalorizó la vida, tanto
como el aumento de traumas personales y sociales ante la violencia; la sociedad
se dividió debido a la emergencia de ideologías antagónicamente opuestas,
también se dividieron las instituciones, e inclusive emergieron ciertas entidades
como respuestas o reacciones a hechos bélicos; la mujer y la niñez se
constituyeron en sujetos de extrema marginación; se generaron profundos
procesos migratorios, tanto internos como externos; se desintegró la familia,
debido a factores migratorios y de asesinatos; se modificaron los patrones
familiares y en muchos casos cambiaron los roles sociales; se implementaron
nuevos modelos transculturizados de carácter oficial; se deterioró la política y se
generó una falta de credibilidad institucional; se instalaron verdaderos sistemas de
persecución; y en general se ocasionó un profundo indisciplinamiento social que
afectó a todos.
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Tal como se anotó anteriormente, un segundo factor influyente en la producción
intelectual de M. Baró está relacionado con su vida académica en el seno de la
Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). Comprender el
desarrollo histórico de esta institución coadyuva a entender el quehacer
universitario de sus académicos; en efecto, la concepción universitaria de sus
líderes, particularmente de Ignacio Ellacuría, Segundo Montes e Ignacio Martín
Baró, supone una visión de compromiso con la politicidad universitaria.
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Guatemala, la UCA de Managua, la Santa María en Panamá y en Costa Rica
también tenían responsabilidades académicas. No obstante esta idea inicial poco
a poco se fue cristalizando en un nuevo proyecto.
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Por su parte la Universidad de El Salvador, a través de las personas de Fabio
Castillo y José María Méndez, y algunos grupos políticos de la oposición, veían
con desconfianza a este proyecto, y obviamente como un instrumento de la clase
oligárquica por lo cual se opusieron férreamente, sin embargo el gobierno se
situaba en la antípoda de esta visión y con una óptica anticomunista vislumbró una
buena oportunidad para debilitar a la UES, y así se aprobó una desventurada Ley
de Universidades Privadas con escasos trece artículos el 24 de Marzo de 1965,
por Decreto Legislativo Nº 244 (Diario O.,1965). El 13 de septiembre de 1965 se
publicó en el Diario Oficial los Estatutos, y el 15 de septiembre comenzaban las
clases en locales de Don Rua con trescientos cincuenta y siete estudiantes; al
inicio la UCA contaba con las carreras de economía, administración de empresas
e ingeniería industrial (eléctrica, mecánica y química); cabe acotar que la plena
autonomía de la UCA no fue inmediata, en una fase inicial se dependía casi
absolutamente de la UES, no obstante el sistemático bloqueo a la UCA posibilitó
en un segundo momento en donde se definió la propia autonomía académica.
Para 1967 la UCA contaba con quinientos cuarenta y un alumnos, y para 1968 con
setecientos diecinueve estudiantes. En este contexto los padres salesianos
solicitaron los locales y la UCA se tuvo que mover hacia las instalaciones del
Colegio Externado San José mientras se buscaba un nuevo local. Tres años más
tarde, en 1969 se funda la Facultad de Ciencias del Hombre y de la Naturaleza
con las carreras de filosofía, psicología y letras (WebUCA, en línea).
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largo plazo y bajo interés, se consideró la posibilidad de gestionar un préstamo al
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el apoyo del Consejo Nacional de
Planificación Económica de El Salvador (CONAPLAN) quien ayudó en los
preparativos del proyecto; el Banco Central de Reserva dio su apoyo, y se firmó el
préstamo el 27 de octubre de 1970; el discurso leído por el P. José M. Gondra en
el contexto del préstamo lo había escrito el P. Ellacuría y ya dejaba entrever los
principios y fundamentos liberadores por los cuales se debe regir una universidad:
América Latina ante su Liberación (ECA, 1971). El plan del préstamo era amplio y
consideraba infraestructura física, aulas, cubículos, biblioteca, equipos, etc., el
cual se ejecutó desde 1971 a 1974 la primera etapa, y a partir de 1978 la segunda
etapa con el segundo préstamo.
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Hacia 1973 se llevó a cabo una profunda revisión de planes de estudio con los
siguientes criterios: a) incorporar una base educativa general; b) orientación ética,
lógica y cultural al servicio del pueblo; c)área común a todas las carreras; y
d)materias selectivas para ampliar la cultura. Esta reforma permitió mayor
flexibilidad curricular, y donde se profundizó más fue en el área de ingeniería.
Durante este año la UCA pasó un período de crisis financiera en tanto que los
fondos diversificados de ingreso no abastecían a las demandas operativas lo que
llevó a subir las cuotas; un año más tarde, en búsqueda de la equidad se
estableció un sistema de cuotas diferenciadas para los estudiantes y un sistema
de escalafón para quienes trabajaban en la UCA.
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socio político estaba degradando a la persona humana y pisoteando sus derechos;
como lugar manifestativo y presencial de la realidad, ésta realidad histórica
deshumana interpelaba a la "inteligencia sentiente" (Z. Xubiri) en busca de una
respuesta y de una guía ética que indicara el camino.
Las ideas del P. Ellacuría y el momento histórico de diez años de vida exigieron un
alto en el camino; así 1975 fue un año dedicado a evaluar y a reflexionar sobre el
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trecho recurrido y planificar un rumbo adecuado; el tema de transformación de la
sociedad exigía respuestas claras y evidentes; la obra del ex Rector de la UCA
Román Mayorga Q. "La universidad para el cambio social" (1976) complementa la
visión del P. Ellacuría, y refleja el ideal de esta época, también el artículo de
Ignacio Martín Baró "Una nueva universidad para una nueva pedagogía". En 1976
la junta de directores comenzó una serie de consultas para replantear la misión de
la UCA de cara al segundo préstamo del BID, de esta consulta salió un documento
como marco para la discusión que duró cinco meses en donde participaron veinte
personas; los resultados de este proceso están recogidos en "Las funciones
fundamentales de la universidad y su operativización (UCA, 1979); dicho
documento cuenta con tres apartados en donde se definen identidad, funciones de
docencia, investigación y proyección social, y operativización de los dos
anteriores. Las reducciones profesionalizantes de las carreras fueron reformadas
con una dimensión ética y lógica, se revisaron los métodos didácticos y
evaluativos, se consolidó el registro académico, se establecieron lineamientos
para la admisión y se sentaron las bases para los posgrados; así mismo, se
revitalizó el Centro de Reflexión Teológica creado en 1974 y se crearon nuevas
carreras humanísticas como sociología y ciencias políticas. En la década de los
ochenta, a pesar de la situación difícil generada por el conflicto, se abrieron
nuevas carreras: química agrícola e ingeniería eléctrica en 1982, ingeniería
agronómica con especialidad en economía agrícola, profesorado en ciencias
sociales y en ciencias religiosas y morales en 1983, ciencias jurídicas en 1984,
arquitectura en 1987; en 1985 inició el programa de Maestría en Teología que se
legalizó diez años después y en 1987 la Maestría en Administración de Empresas.
Durante está década se robusteció la editorial universitaria UCA Editores creada
en la década de los setenta; entre 1979 y 1984 la UCA contaba con nueve
revistas, entre las que se destacan: ECA, Proceso, Revista Latinoamericana de
Teología; también la producción literaria se incrementó considerablemente. En
1985 al cumplir veinte años la UCA se volvió a revisar la identidad y misión, y los
resultados de este proceso teórico se recogen en "Planteamiento Universitario"
(1989). A finales de los ochenta vuelve la crisis financiera a nivel nacional que
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también afectó a la UCA, concretamente en las exigencias del BID, no obstante el
gobierno Demócrata Cristiano asumió parte de los compromisos de la UCA, luego
después del asesinato de los jesuitas en 1989, hacia 1991 el Congreso de los
Estados Unidos liberó dicha deuda.
Para 1997 la UCA cuenta con una población estudiantil que supera los siete mil
cuatrocientos estudiantes, y con más de trescientos docentes, ofreciendo un total
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de veintisiete carreras, entre ellas tres maestrías y un doctorado en filosofía
iberoamericana. Los rectores de la UCA han sido: Florentino Idoate, Luis
Acherandio, Román Mayorga Quiroz, Ignacio Ellacuría, Miguel Estrada, Francisco
Xavier Ibizate y José María Tojeira.
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aspectos fiduciales están íntimamente relacionados con las creencias y valores de
M. Baró; en este caso, la articulación entre fe y ciencia es fundamental, en tanto y
en cuanto la fe posibilita una analogía de compromiso con la justicia, factor que
determina su preocupación social desde la psicología.
Comenzando con el Concilio Vaticano II, hay que afirmar que este acontecimiento
afectó a toda la Iglesia, y en ella a la Compañía de Jesús. Los Concilios
Ecuménicos en la historia de la Iglesia han sido veintiuno, comenzando con Nicea
en el 325 d.C. hasta el Vaticano II (1962-1965); estos Concilios se pueden
catalogar como respuestas eclesiales a la evolución del pensamiento y de la
humanidad.
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Los efectos del Concilio consistieron en una ruptura radical con el
conservadurismo tridentino, dando paso a ideas más progresistas, y desterrando
una concepción de la fe eminentemente litúrgica, cúltica y dogmática; así mismo,
otro de los grandes aportes fue la apertura a lo vernáculo y a la integración de
elementos culturales, particularmente permitiendo una socialización de la Biblia,
que hasta la fecha era un privilegio jerárquico sacerdotal.
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salvadoreña; un panorama funesto de pobreza en un marco cruento pautado por
el anticomunismo y el comunismo; corrupciones, dictaduras, militarismo, fraudes
políticos, persecuciones, migraciones masivas, destierros, deuda externa, exilios,
represión, asesinatos, entre otros males, era el panorama del continente.
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En este sentido, la opción preferencial por los pobres estableció una dinámica
liberadora, es decir, por medio de la teología se intentaba desarrollar un discurso
liberador buscando en Jesús un modelo de compromiso solidario. A partir de aquí,
era incomprensible una visión de fe o de iglesia aislada de la justicia. Pensadores
como Gustavo Gutiérrez (Perú), Segundo Galilea (Colombia), Juan Luis Segundo
(Uruguay), Leonardo y Clodovis Boff (Brasil), Jon Sobrino (El Salvador), Enrique
Dussel (México), entre muchos otros fueron los padres de este nuevo modo de
hacer teología; por justicia, hay que decir que existieron influjos de teólogos
progresistas europeos, católicos y protestantes, algunos de ellos apoyaron
posteriormente este movimiento ( Rhanner, Moltmann, Bultmann, etc.).
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Estas y otras consideraciones de tal Congregación configuró un nuevo rumbo para
la Compañía de Jesús, derrotero que en la provincia Centroamericana se tomó
muy en serio, recordemos que ya en 1977 el P. Rutilio Grande S.J. era asesinado
en el Paisnal por su compromiso con la fe y la justicia, punto de partida de una
secuela de persecuciones que acabó con el asesinato de los seis jesuitas en la
UCA.
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preocupa por sus efectos traumáticos, y denuncia con valor los verdaderos males
de la violencia, y en muchos casos a los responsables directos.
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necesario anotar, una vez más, que el estudio es descriptivo, y que no pretende
realizar juicios cualitativos, sino recopilar y comentar.
Según M. Baró hay que trabajar para establecer una reconciliación social que
permita establecer un nuevo marco para la convivencia, en el que se reduzcan al
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mínimo el empleo de la violencia, abierta o encubierta, y esto "no es sólo un
problema de orden político; es un problema también de orden psicológico y
cultural." (M.Baró, 19901).
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intereses que lo determinan. El carácter ideológico de los comportamientos
violentos permite comprender dos tesis bien conocidas: 1) el que siempre y
únicamente se considere como malo o injustifique el comportamiento violento del
otro y no el propio; 2) el que la justificación social de la violencia engendra la
proliferación tanto de la justificación como de la violencia misma (M.Baró, 19901).
Ante esta "nuda realidad" (X. Zubiri), M. Baró plantea "Un plan psicosocial contra
la eficacia de la violencia", a partir de dos grandes aportes de la psicología al
análisis de la violencia: "a aquellos que se refieren a las agresiones individuales y
aquellos que se refieren a las agresiones institucionales"; una salida que
tradicionalmente se ha propuesto para que la frustración no aboque a la agresión
ha sido la de propiciar formas catárticas, es decir, encontrar medios para que las
personas puedan desahogar sus frustraciones sin causar daños a terceros; otra
alternativa más reciente para encausar la energía generada por las frustraciones
hacia objetivos alternativos a la agresión, lo constituye el entrenamiento en el
control personal –citando a C. Binkoff- . El control personal consiste en una serie
de técnicas empleadas en la practica clínica, que pretenden dar a la persona
recursos para orientar su comportamiento a los fines que estime conveniente, sin
verse arrastrado a acudir a acciones violentas por la fuerza de los problemas y
frustraciones cotidianas. Estas técnicas incluyen métodos de relajamiento, formas
de autoconocimiento y habilidades mentales (M.Baró, 19901).
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En el artículo De la Guerra sucia a la guerra psicológica: El Caso de El Salvador,
M. Baró define conceptualmente desde la perspectiva psicológica los
componentes y elementos que están constituyendo la guerra sucia, concretamente
analizando el caso de El salvador.
En primer lugar anota que la guerra sucia es una práctica dirigida a todos aquellos
vinculados con las actividades insurgentes, sean la base material o intelectual, real
o potencial de apoyo; y delimita el concepto con un ejemplo histórico entre 1980 y
1983 en el país, citando las 27,000 víctimas que han sido sujeto de secuestro,
tortura, desaparición y hasta asesinatos. Esta guerra sucia logró tres grandes
objetivos: a) desarticular las organizaciones populares de masa; b) eliminar figuras
de oposición más significativas; y c) debilitar las bases de apoyo del movimiento
revolucionario (M.Baró, 19902).
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Nuevamente nos encontramos con un escrito radical y sin miedo que denuncia las
practicas más inhumanas que se dan en la realidad salvadoreña, se trata de un
escrito desideologizador que desenmascara, y analiza con precisión científica y
conceptual el hecho deshumanizador de la guerra sucia y de sus medios: la guerra
psicológica. Si bien no encontramos un aporte brillante e innovador, lo valioso del
documento es la voluntad de verdad real y la honestidad de decir y definir tales
prácticas en un contexto violento; dicho de otro modo, desenmascarar y denunciar
lo que se estaba vivenciando en el país.
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Los resultados muestran que hay una relación directa entre densidad objetiva
(social y espacial) y experiencia de hacinamiento, pero el carácter negativo del
hacinamiento depende de los factores, como el tipo de vivienda y la actividad
involucrada. Tanto la densidad como el hacinamiento contribuyen a la
insatisfacción de las personas con su vivienda, que pueden llegar a perjudicar
ciertos aspectos de su vida familiar; además se comprobó que tanto la densidad
como el hacinamiento contribuyen a estructurar la situación de carencia y
marginación que caracteriza los sectores populares salvadoreños (M.Baró,
19903).
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El aceptar la concientización, como parte de la tarea profesional del psicólogo y
como horizonte de su función social, no requiere tanto el cambiar el campo de
trabajo, sino más bien cambiar la perspectiva, tanto teórica como practica, desde
la que se trabaja. Ello supone que el psicólogo Centroamericano se deba
replantear su conocimiento y su praxis, asumiendo la perspectiva de las mayorías
populares y opte por acompañarlas en su camino histórico hacia la liberación
(M.Baró, 19904).
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relaciones humanas; obviamente, habría que destacar la guerra, como uno de los
hechos que causa profundos efectos negativos, por lo que tiene de crisis socio-
económica, por su dimensión de catástrofe y por lo que arrastra de irracionalidad y
deshumanización (M.Baró, 19905).
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preponderantemente bélica, con la consiguiente militarización del país (M.Baró,
19906).
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hijos, está bastante extendida la creencia de que la crianza y educación de los
hijos, principalmente en los primeros años, es sobre todo responsabilidad de la
madre; a este respecto, la practica muestra que en la mayoría de los casos es la
madre , y no el padre, el que asume la representación de la familia frente a las
actividades educativas, y esto se da aunque ambos cónyuges trabajen (M.Baró,
19907).
Ante esta descripción, se define –primero- a la familia como "puerto", así para la
mujer salvadoreña el hogar representa sus dominios; socialmente, es el hogar el
ámbito que se le asigna para su realización, y por lo general en el hogar la mujer
cuenta con un poder incuestionable y una capacidad de decisión muy amplia. Es
en el hogar y en todo lo relativo a la vida familiar donde la mujer recibe más
atención y respeto, y es una de las pocas áreas en la que se escucha su parecer;
estos aspectos positivos de la vida familiar son los que permiten afirmar que la
familia es el puerto más seguro, que social y personalmente, nuestra sociedad
ofrece a la mujer. Si para muchas mujeres salvadoreñas la familia constituye un
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puerto de acogida donde obtiene poder, respeto, dignidad y campo para el
desarrollo de sus virtudes, para otras mujeres –segundo- el puerto se convierte en
"cárcel"; esto supone, sobre todo, un empobrecimiento tanto para la existencia de
la mujer como para la misma familia. El empobrecimiento de la mujer se puede
sintetizar en dos puntos: a) La mujer se vuelve dependiente del hombre, en una
relación unilateral de sumisión; es el hombre el que determina el destino de la
mujer, su éxito o fracaso. b) La mujer entra en una vía segura de frustración
existencial, tan pronto como supera la etapa inicial de la fuerte demanda a su
papel familiar como madre. Llegada a su edad adulta, a su madurez, la mujer se
encuentra sin una tarea significativa, sin un horizonte para su existencia personal,
sin un quehacer que le permita desarrollar y realizar sus potencialidades humanas
trabajen (M.Baró, 19907).
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Es muy importante enfatizar que desde la sugestión y el impulso de la teología
latinoamericana de la liberación se propone un nuevo horizonte del quehacer para
la psicología, consistente en el aporte eficaz a las necesidades de las mayorías
populares (M.Baró, 1986).
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2) La esclavitud de la psicología latinoamericana, patentada en una verdadera
miseria que no hunde sus raíces en una historia vinculada a factores dependientes
desde el período colonial hasta nuestros días, y que tampoco coincide con la
historia neocolonial que ha sido impuesta durante siglos a través del "garrotazo
cultural" que diariamente reciben los pueblos, y que con frecuencia encuentra en
la psicología un instrumento más, entre otros, para moldear las mentes, siendo así
un valioso aliado para tranquilizar conciencias y explicar las indudables ventajas
modernistas y tecnológicas.
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idolatría, es decir las creencias en falsos dioses, y en dioses que producen
muerte. La fe cristiana se fundamenta en un dios de vida que busca condiciones
históricas que den vida a los pueblos, y en el caso concreto de los pueblos
latinoamericanos esta búsqueda de la vida exige un primer paso: la liberación de
la opresión mental sobre las mayorías. b) La verdad practica tiene primacía sobre
la verdad teorética; la ortopraxis sobre la ortodoxia. Para la teología de la
liberación, más importantes que las afirmaciones son las acciones, y lo más
expresivo de la fe es el hacer, más que el decir. c) La fe cristiana llama a realizar
una opción preferencial por los pobres. La teología de la liberación afirma que a
Dios hay que buscarlo entre los pobres y marginados, y con ellos y desde ellos se
debe vivir la fe.
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problemas a variables sociales, negando la participación activa del sujeto;
finalmente plantea el método "dialéctico", el cual parece ser que es el más
adecuado para el estudio del objeto de la Psicología Social, ya que considera que
tanto la persona como la sociedad se construyen mutuamente, sin que se pueda
entender la una sin la otra (M.Baró, 1997).
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Haciendo un análisis psicosocial, bajo una concepción antropológica más amplia,
se podría centrar en tres tipos de estructuras sociales: las relaciones primarias, las
relaciones funcionales y las relaciones estructurales; en tal sentido, para la
concepción de M. Baró, las relaciones primarias poseen aquellos vínculos
humanos que se producen en grupos primarios y que tienen un carácter
personalizante.
"Es importante definir, que nuestra percepción del mundo no es casual y que si lo
percibimos así y no de otra manera, ello es debido a la eliminación selectiva de
una serie de datos y formas" (M.Baró, 1978).
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En la desatención selectiva, el individuo registra el dato o el hecho, sin embargo
no presta atención a su significado, al menos a su significado con respecto a la
propia personalidad o estilo de vida; mediante la desatención selectiva
estructuramos un mundo en el cual queda protegida nuestra debilidad. De hecho,
la desatención selectiva aparece en dos tipos de actividades: o cuando tenemos
que realizar una tarea muy importante y difícil, o cuando nos encontramos en
situaciones embarazosas que pueden afectar nuestra seguridad. (M. Baró, 1978).
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desplazamiento es la burocratización de las funciones públicas; se llevan papeles,
se regulan formalmente los problemas sin preocuparse para nada de su alcance
fundamental. La segunda forma general de desatención selectiva social, muy
unida a la anterior, lo constituye el nominalismo; es la manera más generalizada
de cómo los poderes oficiales desatienden selectivamente los problemas de fondo
de los pueblos; a nivel gubernamental, el nominalismo se manifiesta a través de
los discursos oficiales. La tercera y última forma de desatención selectiva lo
constituye el mimetismo político; por mimetismo político se entiende aquella
manera de percibir y afrontar las realidades locales y nacionales, al confiar
servilmente las teorías y planteamientos ajenos, perdiendo así la capacidad de
percibir las dimensiones de los problemas. (M. Baró, 1978).
Hacia 1975 M. Baró publicaba en ECA uno de sus escritos más críticos en relación
a la realidad que vivía el país: El valor psicológico de la represión política mediante
la violencia.
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organizados; situación que se da a lo largo del continente Latinoamericano (M.
Baró, 1975).
No se puede atribuir los resultados de toda una línea política a la simple variable
de la violencia represiva, es necesario calibrar, dentro de lo posible, hasta dónde
llega el influjo de la violencia represiva, y cuál puede ser su condicionamiento
sociopolítico precisamente para deslindar su conveniencia o inconveniencia (M.
Baró, 1975).
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Si hablamos de esta conveniencia o inconveniencia, significa establecer un juicio
de valor que supone criterios de orden político; entendiendo por político lo
totalizador de la existencia histórica de la humanidad.
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de alguna manera implican una incoherencia o inconsistencia en él mismo. La
disonancia cognoscitiva constituye una situación de desequilibrio que impulsa al
individuo hacia su superación (M. Baró, 1975).
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Cuando el espectador se identifica de alguna manera con la víctima encuentra en
sí mismo algunos o todos los rasgos y conductas por los que otros individuos han
sido reprimidos, se va entones a producir un aprendizaje vicario, es decir, el
castigo aplicado a la víctima sirve como situación modélica de aprendizaje para el
espectador.
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en los espectadores, su efecto puede resultar aún más contraproducente para los
objetivos del represor. Mientras es eficaz la violencia represiva mantenida durante
largo tiempo produce una reacción de pasividad generalizada en la población. La
violencia represiva aumenta el nivel de frustración de diversos grupos sociales y
por tanto su agresividad. La violencia represiva produce una polarización
cognoscitiva entre los grupos sociales, que agudiza la oposición entre el grupo
"nosotros" y el opuesto "ellos". Formalmente esta violencia constituye un modelo
que enseña y refuerza los hábitos de respuesta violenta en los individuos como la
forma más eficaz para resolver los problemas sociales y políticos; una
ponderación cuidadosa es éstas consecuencias de la violencia represiva lleva a un
juicio muy negativo sobre ella desde el punto de vista de su efectividad psicológica
(M. Baró, 1975).
De esta obra se destaca el tema del "Grupo Humano", tratada por M. Baró con
una profundidad analítica minuciosa; el viaje documental que nos propone M. Baró
va desde lo más cotidiano y común del grupo humano, hasta un complejo análisis
en donde dialoga con múltiples autores. La primera preocupación planteada es
sobre la definición conceptual de grupo, la cual a partir de su contenido genérico y
de su carga abstracta hace que se puedan realizar múltiples hermenéuticas
(senecaWeb, 1999).
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La utilización indiscriminada del término grupo para realidades tan variadas y
distintas puede servir de un filtro ideológico que asimile unilateralmente o
distrosionadamente la diversidad de naturaleza y sentido de los grupos que
existen en cada circunstancia histórica y que tienen un significado social real. Por
ejemplo, en El Salvador, ocurre algo así, cuando las grandes corporaciones
empresariales incluyen entre las empresas privadas tanto a las grandes industrias
y comercios, como a los talleres de costura en donde trabajan dos o tres
personas, como si se tratara de un solo grupo con los mismos caracteres e
intereses.
M. Baró viaja por los diccionarios, consulta a Robert Merton, a Didier Anzieu y
Armando Bauleo, y finalmente, dialogando con sociólogos y psicólogos,
particularmente con Marvin Shaw, llega al punto de definir seis criterios para
definir un grupo: a) la percepción de los miembros; b) una motivación compatible;
c) metas comunes; d) una organización; e) la interdependencia; y f) la interacción
(senecaWeb, 1999).
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del grupo debe remitirse a lo que para él constituye el eje articulador de la
configuración humana, el conflicto edípico.
Según Freud la existencia de los grupos tiene que examinarse a la luz de dos
preguntas: ¿qué es lo que vincula a los miembros de un grupo con el jefe o
cabeza?, y ¿qué es lo que vincula a los miembros del grupo entre sí?; para Freud
ambas preguntas tienen una misma respuesta: vínculos amorosos y/o libidinosos,
en donde el jefe o cabeza es un tema fundamental como analogía de la figura
paterna en una familia (senecaWeb, 1999)
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M. Baró opta finalmente por una teoría dialéctica para su visión psicosocial, la cual
debe cumplir con las siguientes características: 1) dar cuenta de la realidad social
sin desvincular lo individual; 2) debe ser comprehensiva incluyendo grupos
pequeños y grandes; y 3) carácter histórico. De este modo la definición que
deduce de grupo es: "aquella estructura de vínculos y relaciones entre personas
que canaliza en cada circunstancia sus necesidades individuales y/o los intereses
colectivos" (senecaWeb, 1999).
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Cuatro documentos conforman este análisis, dos que tienen que ver con temas
estrictamente académicos o universitarios, y dos que tocan temas relativos a la
realidad nacional. Posiblemente, existan otros documentos de este tipo, inclusive
alguno de carácter religioso o pastoral, no obstante podrían estar inéditos o en
archivos de la Compañía de Jesús.
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Sin embargo, bajo esta aparente representación común, se oculta una percepción
muy particular, de lo que ese ser trabajador significa especialmente para el grupo
que representa a la población mayoritaria del país: en discusión libre a cerca de lo
que es ser salvadoreño, el rasgo que emerge como predominante es el de una
persona "sufrida y explotada".
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La opinión pública salvadoreña, es un dosier que reflexiona sobre las actividades
del Instituto Universitario de Opinión Pública (IUDOP) durante los años 1987 y
1988, instituto fundado por el propio M. Baró.
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dimensión centroamericana al establecer lazos con otros institutos o centros
universitarios interesados en realizar un trabajo similar de sondeo de la opinión
pública en sus respectivos países.
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El cuarto analiza: ingresos personales; el ingreso promedio de las personas
pertenecientes a los sectores medio-alto y alto es de 9.2 veces mayor que el de
los campesinos, y 6 veces mayor que el de los sectores marginales; mientras que
el ingreso promedio de las personas que han alcanzado un nivel de educación
superior es sólo 4.4 veces mayor que el de las personas analfabetas. Las
personas de los sectores relativamente bajos a menudo no tienen una idea muy
clara de lo que realmente perciben, ya sea por la forma de cómo reciben sus
salarios, o bien por la diversidad e irregularidad de las fuentes con las que
complementan su economía familiar.
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visto como "juez de vida". "Por medio de la religión nos enseñan que existe un
Dios, que como padre nos ama pero también nos castiga para que seamos
buenos y hagamos su voluntad"; otros identifican la salvación con distintos tipos
de comportamientos de carácter moral.
Sobre el papel de la iglesia, uno de los aspectos que más suele dividir a las
personas, respecto a la actividad de las iglesias es el juicio sobre si deben
dedicarse al quehacer restringidamente espiritual o si debe involucrarse también
en problemas profanos, es decir, en los problemas que afectan a la sociedad.
Un segundo aspecto estructural se refiere a los problemas del país; en este rubro,
el problema más mencionado es el de la guerra y la violencia político-militar; en
segundo lugar se encuentra el problema de la crisis económica y el alto costo de
la vida, y en tercer lugar, el problema de la falta de empleo y la falta de puestos de
trabajo.
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Evaluando la situación económica, la crisis es considerada uno de los problemas
más importantes del país, que sin duda alguna es un problema que preocupa a un
alto porcentaje de las familias salvadoreñas. La situación sobre los derechos
humanos es otra preocupación; procurar una mejoría sobre el respeto a dichos
derechos, como también a la vida y a la integridad física, respetar la libertad y el
derecho a reunión, son temas que se han encontrado dentro de las inquietudes de
la población. Por otra parte, la población manifiesta algunas soluciones preferidas
para los problemas país, como por ejemplo: crear fuentes de trabajo, respuesta
muy generalizada tanto en los sectores urbanos como en los rurales.
Otro tema estructural del documento es la guerra civil; como es sabido desde 1980
El Salvador se encontraba en una guerra civil; según cálculos, relativamente
conservadores, a finales de 1988 había costado la vida a unos 70,000
salvadoreños, fruto de las diversas practicas violentas entre un ejército tradicional
(Fuerza Armada) y un ejército guerrillero (FMLN); la causa más frecuente
mencionada es la ambición y lucha por el poder de todos los contendientes, en
segundo lugar la crisis económica -causada por el conflicto- y la injusticia
estructural.
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contendientes por la ambición al poder que tienen. A mediados de 1987 hubo un
notable incremento de la agitación laboral, que se tradujo en una multiplicación de
los paros, huelgas y manifestaciones sindicales y se percibe que el candidato a la
presidencia por ARENA Alfredo Cristiani para las elecciones de marzo de 1989
tiene cualidades para establecer el diálogo con el FMLN.
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latinoamericano y para ello dispondría de Cuba como cabeza y puente, y desde
Nicaragua a partir de 1979. En tal sentido, el gobierno norteamericano mantiene
su injerencia en una política de ayuda a las democracias del área y una defensa
de su propia seguridad nacional frente a las amenazas comunistas.
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Hacia 1972 M. Baró escribió un acertado artículo universitario con carácter
profético, titulado Una nueva pedagogía para una nueva universidad. La reflexión
parte de la visión actual -en 1972- de las universidades latinoamericanas, las
cuales padecían de problemas estructurales.
Las universidades deben generar cultura, la cual es entendida por M. Baró como
una convicción comprometida históricamente en donde se hace ciencia para el
hombre mismo. Así mismo, la universidad tiene que tener un pensamiento critico,
lo que exige una investigación científica de la realidad que se dedique a tratar los
problemas nacionales; es función de la investigación y de la docencia constituir un
fiel reflejo de la realidad, todo esto mediante un criterio critico.
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trabajo universitario, es decir, que pueda integrar sus problemas existenciales en
la labor universitaria, evitando la repetición y acomodación e impulsando una
verdadera participación e imaginación científica. (M. Baró, 1972).
Para M. Baró, la UCA afirma que intenta cumplir sus objetivos mediante la triple
función de la investigación, docencia y proyección social, ante todo el
"destinatario"; se ha dicho que la UCA debe estar al servicio del pueblo
salvadoreño, en el sentido de estar al servicio de quienes en nuestra sociedad
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padecen la situación de opresiva injusticia, que son la mayoría de la población
salvadoreña, y por tanto servirle, en gran parte, de inmediato (M. Baró, 1976).
Ante todo, hay que liberar la conciencia académica respecto a los pequeños
intereses particulares; hay que aprender a mirar la realidad y a mirarla con ojos
nuevos, desde la perspectiva del dominado, y no desde la perspectiva del
dominador. El saber sobre la realidad de El Salvador y del pueblo salvadoreño, es
necesario vincularlo al saber científico. Las creencias tienen que ser dinámicas, es
decir, desbordando el ámbito de la propia individualidad; de poco servirá liberar la
conciencia si ello no contribuye a generar una nueva conciencia nacional; en este
sentido, es importante comprometer la propia conciencia, lo que implica un
compromiso a través del trabajo universitario en la formulación de un saber
comunitario sobre El Salvador y sus problemas. (M Baró, 1976).
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desenmascaramiento de tantas estructuras y organizaciones al servicio de los
intereses nacionales, únicamente sirven a los propios intereses particulares.
De nada servirá adquirir una conciencia lúcida sobre los problemas del pueblo
salvadoreño si no se es capaz de transmitir esa conciencia, y de Proyectarla
Socialmente, propiciando la formación de una conciencia y de una dinámica
nacional; una conciencia nacional implica que toda la nación, en sus diversos
estratos y niveles, adquiera un saber lúcido sobre los determinismos de su propia
realidad; por ello se habla de una liberación de la conciencia: hace falta que la
conciencia enajenada se pueda volver hacia sus propias raíces, hacia la propia
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realidad conflictiva, en un encuentro que dinamice la liberación histórica , tanto a
nivel político como total (M. Baró, 1976)
La primera pregunta con la que se podría introducir este apartado es: ¿Qué
significa ser Psicólogo/a hoy en El Salvador?; si bien Martín Baró respondió con
certeza en su momento, y tuvo la capacidad y la valentía de captar los signos de
los tiempos, hoy desde este ejemplo modélico los candidatos a psicólogos
debemos preguntarnos constantemente ¿cuál es la misión del psicólogo?, o bien
¿qué espera la sociedad de éste gremio?.
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Esta ética profesional supone un antecedente científico-epistemológico, y es que
en la obra de Martín Baró se encuentra un marco disciplinar del conocimiento que
se podría bosquejar del siguiente modo: a) capacidad de asombro y/o sensibilidad
por los problemas; b) problematización de tal realidad; c) inquisición racional sobre
la realidad; d) conceptualización de la realidad; y e) soluciones y alternativas para
enfrentar la realidad. En efecto, se observa en toda la obra de Martín Baró que
trata sobre los problemas más agudos del país, y que estos problemas son
enfrentados a la luz de las principales teorías y corrientes psicológicas, hasta
llegar a ciertas conclusiones y recomendaciones. Este es el segundo aporte.
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también la identidad académica, científica e intelectual de Martín Baró, quien fue
más allá de la simple docencia, y enseño sus propias ideas sustentadas en la
investigación, en la proyección social y en el ejercicio pastoral; éste último le
engrosó la sensibilidad, al tratar con humildes campesinos en el Cantón de
Jayaque (W. Urquiza, 1999).
Es importante señalar que el espectro social del estudio en la obra de Martín Baró
fue amplio, pertinente y significativo; trató con seriedad y profesionalidad el tema
de la guerra, y sus variaciones sintomáticas y psicopatológicas, abordó el tema de
género, se preocupó por la salud mental, estudió los tipos de violencia, categorizó
el poder, analizó la ideología, e investigó sobre otros temas capitales para la
psicología social recurriendo a un novedoso sistema -para la época- de opinión
pública. En efecto, Martín Baró fue un pensador holístico y total, sin descuidar la
particularidad y precisión de los problemas, lo cual se puede considerar como otro
aporte -sexto- de relevante importancia.
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
A partir de estos seis aportes o antecedentes es posible esbozar un Perfil del
Psicólogo, que responda a la pregunta ¿cuál es la misión del psicólogo o qué
significa ser psicólogo hoy en El Salvador?; evidentemente, las circunstancias han
cambiado, ya no estamos en un entorno de guerra -aunque sí de violencia y de
postguerra- sin embargo la historia es maestra de la vida, y tiene algo que
decirnos para el presente. Lo que Martín Baró construyó no sólo es válido sino
necesario, para que no se repita la historia cruenta y para que se excluyan
aquellas estructuras del pasado que aún campean en ciertos círculos de nuestra
sociedad, particularmente en la clase política.
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Contar con instrumentos metodológicos adecuados y pertinentes, amplios y
críticos, que sean útiles para mediar con la realidad y sus problemas a través de
una forma básica que permita Ver la realidad, Juzgar la Realidad y Actuar en la
realidad.
Estar comprometido con la verdad y en ella con la justicia; ser profesional es más
que un simple status, implica un servicio determinante a la sociedad cuando ella lo
necesite.
Contar con una visión integral de la realidad que permita un marco cultural amplio
y adecuado para enfrentar los retos locales y regionales, especialmente en el área
de desempeño profesional y en sus especialidades.
En este sentido, las expectativas más obvias, después de haber estudiado al autor
y de conocer su creatividad intelectual, sería que fuera estudiado con más
profundidad, ya que es un aporte salvadoreño.
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Por múltiples razones laborales, los psicólogos ejercen su profesión más
enfocados a los aspectos individuales, sean los campos clínicos, industrial, y/o
escolares; además, es obvio que nuestra sociedad y la academia no da espacios
para sobrevivir del ejercicio de una verdadera Psicología Social. En este sentido, y
concluyendo, la influencia de M. Baró en los psicólogos salvadoreños es sumaente
limitada; inclusive en el campo de la producción intelectual, ya que se conocen
escasas revistas especializadas de psicología y escasos libros escritos por
psicólogos salvadoreños, lo que habla de una producción intelectual muy limitada,
elemento que no concuerda con las ideas y actividades del propio M. Baró.
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Estos cambios significativos dentro de la sociedad salvadoreña, trajeron consigo el
aumento del desempleo existente, el hacinamiento, la migración, ya que más de
sesenta mil personas –entre las FFAA y el FMLN- quedaron sin ingresos
económicos que le permitan la mínima supervivencia.
De toda esta compleja visión, M. Baró sin lugar a dudas denunciaría, desde la
Psicología Social, estas variable ocultas que se enmascaran en hechos
periféricos; de hecho, en la actualidad el IDHUCA a través de su Director
Benjamín Cuellar junto con el IUDOP (organismos muy vinculados a M. Baró)
están desenmascarando varios crímenes de la delincuencia.
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M. Baró plantea dos situaciones muy claras referente a la mujer en El Salvador:
por un lado, las creencias que sustentan una falsa moral; por otro, un "puerto
seguro" que se convierte en "cárcel".
Desde el punto de vista psicosocial, el que no se conforma con los roles no está
cumpliendo con su papel y su responsabilidad ante la sociedad. Además se le
asigna a la familia la función de mantener un orden social vertical, autoritario y
discriminatorio, ya que la mujer constituye un hecho de segunda categoría.
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Desde este punto de vista, la visión critica de M. Baró es sumamente realista; y
aunque esta esté en un espacio seguro –el hogar- la mujer sigue estando atada a
los estereotipos que exige la sociedad; aunque trabaje fuera del hogar, siempre
debe llegar a administrar su "puerto". Para desideologizar esta realidad, el
psicólogo junto al maestro y a otros profesionales vinculados al desarrollo
humano, deben incluir en sus agendas el tema de género y de equidad de
oportunidades, sólo así, implementando una nueva cultura desde las bases del
desarrollo se puede comenzar a romper este paradigma; obviamente será
necesario contar con la concientización de los padres y de otras estructuras
relacionadas a la evolución psicológica de la persona.
IV.- CONCLUSIONES
Después de haber recorrido en una lectura absoluta toda la obra de M. Baró, así
como sus antecedentes, se pueden llegar a una serie de conclusiones que
sistematicen y ordenen ciertas ideas fundamentales producto de éste ejercicio
académico; en este sentido, las conclusiones son:
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Es evidente que los antecedentes que se estudiaron previo a la descripción del
pensamiento de M. Barón tienen una importancia capital, lo que hace, que el
desconocimiento de los mismos limite la comprensión del discurso del autor.
Los factores universitarios como escenario "desde donde" realizar una producción
intelectual crítica fueron fundamentales, unidos a una fuerza intelectiva que
aglutinaba el P. Ignacio Ellacuría y el P. Segundo Montes, siendo así factores
igualmente importantes.
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La concepción profesional de la psicología desde la óptica de M. Baró, implica un
verdadero compromiso con la politicidad histórica de la realidad.
Theorethikos. Año III, No 01, enero - marzo, 2000. Universidad Francisco Gavidia. El Salvador.
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