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MAESTRÍA EN HISTORIA

CURSO: POLÍTICA, SOCIEDAD Y CULTURA EN EL ANTIGUO


RÉGIMEN INDIANO

ENSAYO: EL REGIO PATRONATO INDIANO

NOMBRE: Carmen Reveggino Ayala

AÑO : 2017

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EL REGIO PATRONATO INDIANO

Para alguien de esta época poder concebir el panorama del mundo


medieval es un ejercicio mental complejo pero muy saludable. El
objetivo de este ensayo es comprender como surge, evoluciona y se
aplica el derecho de Patronato en América, puesto que forma la base
jurídica de la evangelización de estas nuevas tierras, su comprensión
es fundamental.

La figura del Patronato en la edad media fue un recurso utilizado por el


Vaticano para involucrar al poder político en su empresa de expansión
del cristianismo, sin esta financiación que realizaron los reinos
católicos, dicha empresa papal hubiera sido imposible de lograr.

Para comprender el fundamento de la actuación y prerrogativa del


Papado, se debe primero comprender dos conceptos que eran
esenciales en la vida en el Antiguo Régimen: la Teocracia Pontifical y
la Legitimidad del Príncipe Cristiano.

«La Teocracia se puede definir según Castañeda, como la doctrina del


gobierno del mundo por Dios mediante su vicario, el Romano Pontífice.»
(Alberto de la Hera, 1992).

A la caída del Imperio Romano, esta doctrina fue tomando forma en la


Europa de los reinos bárbaros, por un lado por la necesidad de los
reyes de buscar la legitimidad de su reinado a través de la unción
regia, y por otro por la necesidad del pueblo romano de sobrevivir esos
tiempos turbulentos, así evolucionaría esta doctrina hasta que el
Pontificado llegó a convertirse, en palabras de dicho autor «en la voz
más prestigiosa del mundo occidental y a la vez en la suprema
instancia -también política- del mismo, que los príncipes imploran y los
pueblos reconocen».

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El Papa como Vicario de Dios, al velar por la salvación de las almas en
el mundo terrenal, se preocupa de que estén bien gobernadas, y
considera que dicho gobierno es legítimo sólo si el príncipe que
gobierna es de procedencia cristiana, y además que ejerce su
gobierno para el bien y no para el mal. Es así que el Papado desarrolla
dos facultades importantísimas y que fundamentarán incluso el
derecho de conquistar las Indias Occidentales:

«…La Facultad de privar de su soberanía a los gobernantes cristianos que la


ejerzan para el mal y no para el bien y la de conceder al príncipe cristiano
que considere más adecuado para ello el derecho de conquistar cada tierra
de infieles, con el deber inherente de cristianizarlas y procurar así la
salvación eterna a sus habitantes.» (Alberto de la Hera, 1992).

Bien entendidos estos conceptos de la vida medieval, nos explican el


trasfondo de lo que vino a configurar el Regio Patronato, mediante el
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cual el Rey adquiere el derecho de “presentación” a cambio del deber
de “fundación y dotación” de la Iglesia en las tierras conquistadas,
actuando en ellas como un “Patrón”, que era una figura propia de la
Corte de Castilla.

A medida que los reyes católicos de Portugal y Castilla van


extendiendo la fe por Europa y América, el Regio Patronato va de la
mano con la conquista de territorios infieles.

«…Las Coronas ciertamente hicieron posible la extensión de la fe en Europa


primero, y luego en América…, pero se hicieron pagar triplemente: con la
concesión de los títulos de dominio, con el Patronato y con los diezmos…
Muchas concesiones por parte de la iglesia al poder político; pero sin ellas no
habría habido cristianización, dado que sólo los recursos económicos
estatales la hicieron posible en la mayor parte de los casos.» (Alberto de la
Hera, 1992).

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Presentación ante el Papado de los candidatos a ocupar cargos eclesiásticos.

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Así se consigna en la bula Orthodoxae Fidei, del Papa Inocencio VIII
del 13 de diciembre de 1486, ante la conquista por parte de la Corona
de Castilla de las islas Canarias y del reino de Granada, la primera
concesión de Patronato sobre todas las iglesias en tierras
conquistadas.

De allí partiría un deseo incesante por parte del Rey Fernando, de


conseguir el derecho de Patronato en toda América Española y a
perpetuidad.

Según Guillermo Porras (1987) la premura con que se solicitaba


derechos a la Santa Sede, y la ignorancia que ésta tenía de las
implicancias de dichos pedidos, conllevó en la expedición de una serie
de documentos bastante confusos, como fueron las bulas
Alejandrinas de 1493, tan solo un año después del descubrimiento del
nuevo continente.

Mediante la bula Universalis Ecclesiae otorgada en 1508, se le


concede finalmente al Rey el Derecho de Patronato de la Iglesia en
Indias.

Posteriormente consigue a través del Concordato que firmara en 1753


con el papa Benedicto XIV que se le conceda el Patronato Universal
sobre todos los reinos de España, es decir, incluyendo ahora también
sus posesiones europeas.

Pero ¿cuál es el motivo que impulsa al Rey Fernando a luchar tan


encarecidamente en pro de este derecho, especialmente en tierras que
ya eran de su propiedad y ya se hallaban evangelizadas?, pues el
derecho de presentación debía encerrar en sí mismo implicancias
más profundas, sin entrar en el debate sobre el diezmo, derecho que
finalmente adquirió y que significó un ingreso extra para la misma labor
de fundación y manutención.

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«… el rey estaba capacitado para dar el pase a misioneros y a sus superiores,
presentar al Obispo los párrocos y doctrineros, y entender su remoción, control
y punición. Igualmente, cabía bajo el examen regio toda la documentación
eclesiástica referente a las Indias, de cualquier procedencia, bulas papales,
edictos conciliares y episcopales…» (Alberto de la Hera, 1992).

En un mundo donde toda la vida cotidiana es al mismo tiempo la vida


en la iglesia, donde lo religioso no tiene separación de lo secular, el
ejercicio de poder en territorio indiano sobre una de las facultades
inherentes al ejercicio eclesiástico, debió ser un asunto político de gran
relevancia. Detrás de estas cuestiones pervive claramente una lucha
de poderes, entre la Corona y el Papa, por cuestiones de autonomía y
del ejercicio de poder social.

Va pasando el tiempo y el poder del Papa disminuye a la vez que el de


la Corona se fortalece, esto se ve reflejado en cómo el Regio
Patronato da lugar al Vicariato, que no es otra cosa que la ampliación
de la esfera de competencia de la monarquía sobre los asuntos
eclesiásticos considerando ahora al Rey como Vicario del Papa, esto
apoyado sobre el criterio de juristas que argumentan la delegación de
dichas competencias a la bulas Alejandrinas.

Lo que evidencia más aun la permutación del poder, es que en ningún


momento la Iglesia rechaza de forma categórica al Vicariato, tan solo
lo tolera considerándolo una herejía administrativa y no doctrinal.
Estuvo siempre tan aislado el territorio americano del Vaticano, que
quizá por eso también escapó a su control.

Fernando de Arvizu elabora una teoría que llama “perversa” sobre el


Vicariato:
«Es perversa en sus orígenes, puesto que no nace para un mejor servicio a la
evangelización de los indios. Nace para salvaguardar las exenciones de los
religiosos frente a los obispos. Es perversa en su asunción por los juristas
regios, que se encuentran con un arma formidable para prescindir -en la mayor

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medida posible- del poder pontificio en todo lo relacionado con la gobernación
espiritual de las Indias… Pero existe otra perversión, quizá más sutil, y por
ello, si cabe, aún peor que las otras dos. Y ésta se da en Roma, porque
también allí se ve el vicariato indiano como una lucha entre dos poderes, el
real y el pontificio.» (Fernando de Arvizu, 1996).

Como nos hace notar el Profesor De la Hera (1992), los creadores de


la tesis vicarial fueron franciscanos, ellos que tuvieron amplios poderes
para evangelizar en América al inicio de su conquista, luego se
encuentran en una pugna por el poder con los Obispos, esto los lleva a
ampararse en el poder Real y construir dicha tesis.

Por otro lado Fernando de Arvizu (1996), acota que «los misioneros
enviados por el rey sienten que no necesitan ninguna licencia
episcopal para ejercer su ministerio» y revela los problemas de las
relaciones de poder entre las autoridades religiosas.

En conclusión, es interesante develar que si bien el fin ulterior del


Patronato era la expansión del cristianismo, y efectivamente para
cumplir con este objetivo se veló por la construcción extensiva de
templos a lo largo de los territorios conquistados, se costeó el envío de
misioneros así como la manutención de todo el aparato eclesiástico,
todo esto que no era poco; por otro lado se esgrimían grandes
implicaciones políticas del ejercicio de poderes, en medio de
situaciones confusas de orden, o quizá convenga decir de desorden
jurídico, puesto que américa se hallaba siempre tan aislada que ni la
Corona, ni mucho menos el Vaticano pudieron dar cuenta real de su
verdadera situación.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

DE ARVIZU, Fernando
1996 Una Nueva Interpretación de la Teoría del Regio Vicariato
Indiano. IUS CANONICUM, XXXVI, N. 71, págs. 63-99.

DE LA HERA, Alberto
1992 El patronato y el Vicariato Regio en Indias, en: Historia de la
Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas (siglos XV-XIX), Volumen
I: Aspectos Generales, Capítulo 5. Madrid: Biblioteca de
Autores Cristianos Estudio Teológico de San Idelfonso de
Toledo.

PORRAS, Guillermo
1987 El Regio patronato Indiano y la Evangelización, en: Scripta
Theológica 19. México D.F.: Academia Mexicana de la
Historia, págs. 755-769.

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